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LECCIONES DE UN ATREVIDO

Hace algunos días en un martes de oración y adoración nuestro Anciano que preside
hablaba que los cristianos en lo que respecta a la fe debemos ser atrevidos, esa frase me
dejó meditando y vino a mi mente la lo atrevido que fue el apóstol Pedro, la mayoría de
cristianos están familiarizados con el relato bíblico en el que Pedro decidió poner sus pies
en el agua para imitar a Su Maestro al tratar de andar sobre el mar. Lamentablemente
para Pedro, su carrera como “caminador acuático” fue muy corta. He escuchado muchos
sermones sobre este relato en el que reprochan fuertemente la falta de fe de Pedro, pero
también hay algunas lecciones positivas que podemos aprender de su intento. Leamos
previamente el texto en mención que se encuentra en Mateo 14: 22-32

“22 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra
ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.23 Después de despedir a la multitud,
subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 Ya la barca estaba
en medio del mar, azotada por las olas, porque el viento era contrario. 25 Pero a la cuarta
vigilia de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar. 26 Los discípulos, viéndolo andar
sobre el mar, se turbaron, diciendo: —¡Un fantasma! Y gritaron de miedo. 27 Pero en
seguida Jesús les habló, diciendo: —¡Tened ánimo! Soy yo, no temáis. 28 Entonces le
respondió Pedro, y dijo: —Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él
dijo: —Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a
Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —
¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: —
¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32 En cuanto ellos subieron a la barca, se calmó el
viento. 33 Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron, diciendo: —
Verdaderamente eres Hijo de Dios.”

Aquí el detalle de alguna de las lecciones que aprendemos de este intrépido apóstol en
este relato.

 Pedro tuvo un buen comienzo.- Él dijo: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti
sobre las aguas”. Pedro no pretendió que podía lograr la hazaña de Su Maestro por
medio de su propia habilidad (no tuvo la actitud pretenciosa de “Yo también puedo
hacer eso”), pero creía que podía lograrlo si Jesús lo mandaba. Muchos cristianos
confían en sus propias fuerzas para los logros de la vida, pero nosotros deberíamos
depender de la ayuda y voluntad de Dios para nuestras vidas.
 Pedro tuvo fe.- Se debe reconocer que su fe era insuficiente, y por ende, no le
llevó muy lejos, sino le hizo acreedor de la reprensión benigna del Señor (vs. 31).
Pero la “chispa de la fe” estaba allí, y tal chispa es necesaria si se desea crear fuego
en el corazón del hombre. Parece que los otros discípulos en la barca ni siquiera
tuvieron fe suficiente para comenzar a andar, o desear hacerlo. ¿Tiene usted tal
chispa que puede producir fe firme en medio de las pruebas?
 Pedro determinó (vs. 28) y trató de llegar a Jesús (vs. 29).- ¿Qué harían algunos
con la habilidad de andar sobre el mar? ¿Darían un paseo prolongado, tratarían de
obtener un buen bronceado o ver su reflejo en el agua profunda? Pedro no tenía
tales propósitos superficiales; ¡este apóstol quería dirigirse a Jesús! Cuando
enfrentamos las pruebas de la vida, ¿queremos “andar sobre ellas” simplemente
para tener comodidad, disfrutar de la vida y olvidarnos de Jesús, o queremos
conquistarlas para dirigirnos hacia Él?
 Cuando comenzó a hundirse, Pedro acudió al Señor (vs. 30).- Se debe elogiar a
Pedro por el hecho que cuando se hundía, no pensó en regresar a la barca, o
buscar ayuda de sus compañeros aterrorizados (vs. 26), o depender de su habilidad
de nadar. Él supo Quién podía salvarle: Aquel que le había mandado andar. ¿A
quién acudimos primero cuando sentimos que nos hundimos debido a los
problemas de la vida?

¿Por qué Pedro comenzó a hundirse?

“Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo” (vs. 30). La fe de Pedro falló ya que él miró a los
lados y dejó de mirar a Su Señor (cf. Hebreos 12:1-3). Este proceder caracterizó cada
tropiezo del apóstol. Pedro vio “a los lados”

a) en esta ocasión.
b) cuando vio el sufrimiento mesiánico en vez de al Mesías (Mateo 16:21-23),
“21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a
Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los
escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Entonces Pedro, tomándolo aparte,
comenzó a reconvenirlo, diciendo: —Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna
manera esto te acontezca! 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: —¡Quítate de delante de
mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de
los hombres.”

c) cuando vio a la multitud hostil en vez de al Dios omnipotente (Mateo 26:51-54)

“51 Pero uno de los que estaban con Jesús, echando mano de su espada, hirió a un siervo
del sumo sacerdote y le quitó la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo:

—Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada
perecerán. 53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría
más de doce legiones de ángeles? 54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de
que es necesario que así se haga?”

d) Cuando vio a todos sus acusadores en vez de a su Salvador (Mateo 26:69-74)

“69 Estando Pedro sentado fuera, en el patio, se le acercó una criada y le dijo: —Tú
también estabas con Jesús, el galileo. 70 Pero él negó delante de todos, diciendo: —No sé
lo que dices. 71 Saliendo él a la puerta, lo vio otra y dijo a los que estaban allí: —También
éste estaba con Jesús, el nazareno. 72 Pero él negó otra vez con juramento: —¡No conozco
al hombre! 73 Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: —
Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.
74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: —¡No conozco al hombre! Y en seguida cantó
el gallo.”

e) cuando vio a los discípulos en vez de al Maestro (Juan 21:20-22)

“20 Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que
en la cena se había recostado al lado de él y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te ha
de entregar?» 21 Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: —Señor, ¿y qué de éste? 22 Jesús le dijo:
—Si quiero que él quede hasta que yo vuelva, ¿qué a ti? Sígueme tú.”
Por otra parte, cuando tuvo su mirada en Jesús, pudo andar con paso firme (cf. Hechos
4:13).

¿Desea Usted andar sobre las aguas de los problemas y tentaciones de la vida? Aprenda
las lecciones de este apóstol impetuoso y atrevido que intentó andar sobre el mar.

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