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Podemos afirmar que las relaciones del derecho minero con el civil son
amplísimas ya que ambas se complementan. Como lo señala Joaquín V.
Gonzáles: “Hay una vasta esfera en la vida del derecho, en la cual ambas
especies de bienes (minas y suelo) tiene un funcionamiento análogo y acaso a
veces idéntico, pero es también indudable que la mina, por su naturaleza y su
destino especial se aparta pronto del concepto común de los bienes para
determinar una excepcional. Una singular dirección de la actividad humana en
cuanto a su apropiación y goce. Aquí es donde comienza el imperio del
derecho minero, separándose del civil”.
Lo cierto es que el derecho minero se nutre de las nociones fundamentales
dadas por el derecho civil. Ya dijimos que nuestro código de minería dispone
expresamente que: “las minas forman una propiedad distinta del terreno en que
se encuentran, pero se rigen por los mismos principios de la propiedad común,
salvo las disposiciones especiales de este código art. 11”
Estas normas, que contienen casi todos los ordenamientos jurídicos mineros,
demuestran que el derecho de las minas no sólo se vincula al derecho civil,
sino que se logra con normas y principios propios de esta disciplina; las
nociones de persona, propiedad, posesión, contratos, etc., no solo las
suministra el derecho minero, sino el común, que es al que hay que recurrir
cuando se alude a ellas dentro del campo de la especialidad de éste.
Se relaciona el derecho minero con el civil principalmente en los tramites
mineros administrativos se torna contencioso la norma adjetiva se aplica en los
recursos ordinarios de recusación y/o contenciosos administrativos además en
lo que respecta a la disponibilidad del traslado del derecho por parte del
concesionario es decir cuando efectúa una compraventa de una concesión
minera como también cuando se suscriben contratos de arrendamientos
alquileres y/o hipotecas o en su defecto en las demandas de sucesiones
hereditarias
1. TRATAMIENTO CONSTITUCIONAL DE LOS RECURSOS NATURALES
EN EL PERÚ
En principio, debe tenerse presente que la Constitución Política del Perú de
manera más objetiva, la Constitución Ambiental es la norma a partir de la cual
se desprende el desarrollo de la forma, los procedimientos, las
responsabilidades y las excepciones del uso, gestión y administración de los
recursos naturales. Al respecto, el artículo 66 de la Constitución establece que:
“Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la
Nación. El estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley orgánica se
fijan las condiciones de su utilización y de su otorgamiento a particulares. La
concesión otorga a su titular un derecho real, sujeto a dicha norma legal.”
El artículo 66° de la Constitución Política del Perú, establece que los
recursos naturales son patrimonio de la Nación, entendiéndose por ello, que la
Nación es propietaria de los recursos naturales. Además, establece que será
mediante ley orgánica que se dan las condiciones para su uso y otorgamiento a
particulares. En ese sentido, los recursos naturales como expresión de la
heredad nacional- reposan jurídicamente en el dominio del Estado. El Estado,
como la expresión jurídico-política de la Nación, es soberano en su
aprovechamiento. Es bajo su imperio que se establece su uso y goce.
El suelo, “se identifica con terreno superficial, predio solar, tierra firme, etc.” El
subsuelo es todo aquello que se encuentre debajo del sobresuelo, superficie o
suelo. Esta separación legal también la hace el Inc. 1° del Art. 885° del Código
Civil, al hacer una distinción entre el suelo, el subsuelo y el sobresuelo,
confiriéndoles la calidad de inmuebles a cada uno de ellos. . La propiedad del
subsuelo no comprende los recursos naturales, los yacimientos, los restos
arqueológicos, ni otros bienes regidos por leyes especiales”
Este sistema realiza una distinción entre el propietario del terreno superficial y
los yacimientos mineros. Ello permite un doble dominio: el dominio originario
que le corresponde al Estado y el dominio derivado a favor del concesionario,
sujeto al cumplimiento de determinadas obligaciones. Ambos dominios
coexisten simultáneamente, con el condicionamiento de la primera con la
segunda. Por lo tanto, la concesión minera es una consecuencia lógica del
sistema de sistema dominalista, cuyo origen se basa en la soberanía del
Estado por medio de su Ius Imperium, que para efectos patrimoniales sobres
bienes que generan riqueza, no es derecho de propiedad sino el derecho de
Estado a regularla en función del bien común.
DIEZ PICAZO señala que se entiende por derecho real a un “determinado tipo
de derecho subjetivo que protege con carácter absoluto el interés de una
persona sobre una cosa.”
Sin pretender agotar el tema sobre este aspecto, cabe identificar cuando
menos la existencia de los siguientes elementos comunes a los contratos
mineros.
d) Los contratos se rigen por las reglas generales del derecho común en todo lo
que no se oponga a lo establecido en la Ley General de Minería.
Esta norma debe concordarse con el artículo IX del Titulo Preliminar del Código
Civil que establece que las disposiciones de este Código se aplican
supletoriamente a las relaciones y situaciones jurídicas reguladas por otras
leyes, siempre que no sean incompatibles con su naturaleza.
CONTRATO DE TRANSFERENCIA
Esta falta de identidad sobre la naturaleza y características del contrato bajo
análisis, ha producido que se suela confundir al contrato de transferencia con el
de compra venta de inmuebles regulado por el Código Civil, a partir de que se
da por entendido que la prestación consiste en la transmisión perpetua del
derecho de concesión y que generalmente la contraprestación consiste en el
pago de sumas de dinero, dentro del esquema consagrado por el artículo 1529º
del Código Civil. Sin embargo, este esquema se ha quebrado, principalmente a
partir de los modelos de contratos de transferencia que han sido empleados en
el proceso de privatización de concesiones mineras, en muchos de los cuales
la contraprestación se define como un derecho perpetuo del transferente de
percibir un porcentaje del valor de las ventas o de las utilidades que produzca
el aprovechamiento de los recursos minerales de la concesión. Como este
derecho perpetuo no puede calificarse como categoría equivalente a un bien
sino como consecuencia de una obligación de dar por parte del adquirente de
la concesión, tampoco esta modalidad de transferencia califica bajo los
supuestos previstos en el artículo 1531º del mismo Código Civil, cuando
establece que si el precio de una transferencia se fija parte en dinero y parte en
un bien, se calificará el contrato de acuerdo con la intención de los contratantes
independientemente de la denominación que se le otorgue. Resulta entonces
necesario detenerse en este examen para llegar a definir con certeza el
vocablo “transferencia”. Si concordamos los atributos del concesionario
definidos en el artículo 23º de la Ley Orgánica, encontraremos que tales
atributos son el derecho de disponer, hipotecar, ceder y reivindicar. Como
hemos indicado en otras partes, el atributo de disposición consiste en la
facultad de enajenar la concesión. La enajenación es el acto de transmitir la
propiedad de una cosa a cambio de otra como la compra venta o la permuta o
gratuitamente como en la donación y el préstamo sin intereses. Por
consiguiente, la prestación que define la naturaleza de este contrato es la
transmisión perpetua del derecho de propiedad. Ahora bien, cabe de que las
concesiones son bienes incorporales registrables y que pueden ser objeto de
actos de disposición, concluiremos en que la enajenación es el contrato por el
cual se transmite la propiedad sobre el bien incorporal que es la concesión. No
obstante ello, los atributos que concede el título de concesión recaen sobre
bienes corporales sobre todo en el caso de la concesión minera, pues el
concesionario ejerce un derecho real sobre una superficie de territorio
debidamente delimitada, en la cual tiene el atributo exclusivo de aprovechar las
sustancias minerales allí contenidas y mientras mantenga vigente el derecho
de concesión. Preguntarse si las concesiones en materia de minería pueden o
no ser transmitidas en propiedad.
CONTRATO DE OPCIÓN
Esta figura contractual califica dentro de los contratos del Derecho Civil que se
conocen como contratos preparatorios. El elemento que singulariza el contrato
de opción minera, es el plazo que puede extenderse hasta cinco años, según lo
define el artículo 165º de la Ley General de Minería. Hasta la dación de la Ley
Nº 27420, el plazo máximo de los contratos de opción civil era de seis meses
renovables según los artículos 1423º y 1424º del Código Civil. Sin embargo, en
la actualidad el plazo puede ser determinado o determinable de modo que ya
no se justifica la existencia del contrato de Opción Minera, dejando el
tratamiento general de la institución contractual al Derecho Civil. No hay razón
para que en dos ordenamientos legales se consagre una definición sobre un
contrato que, en el caso del artículo 165º del TUO, no resulta ser otra cosa que
la consolidación de los conceptos contenidos en los artículos 1419º, 1420º y
1422º del Código Civil. A manera de conclusión, podemos señalar que el objeto
del contrato puede ser tanto la ulterior transferencia de un derecho minero o
alícuotas del mismo, o la cesión minera, o el aporte a un contrato de riesgo
compartido de una concesión minera, de beneficio, de labor general o
transporte minero, así como sobre denuncios e, incluso, sobre un petitorio
minero
HIPOTECA MINERA