A lo largo de la historia, los seres humanos se han planteado una serie de
cuestiones relacionadas con el sentido, el propósito del universo y de la propia vida
personal. Se trata de preguntas en las que, aunque la ciencia puede comprobar y sintetizar la búsqueda, las respuestas finales parecen quedar fuera del alcance y capacidad del método científico. Ningún experimento, ninguna tomografía o resonancia cerebral nos va a mostrar nuestro mundo interior, nuestra afectividad, ¿por qué pensamos de esa manera? Y temas espirituales del ser humano en concreto. Incluyendo el sentido de finalidad y motivación tan característico de los individuos de nuestra especie. Es muy improbable que la ciencia llene esa incertidumbre entre la descripción física del mundo y la experiencia subjetiva. De allí, parten los aspectos metafísicos, quien quiera dar cuenta y razón de tales experiencias, tendrá que recurrir a otros tipos de racionalidades filosóficas, estéticas, éticas, etc.