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El punto débil de esta escuela es que no solo se deben tener en cuenta factores cuantitativos
como la economía y las finanzas; también es importante considerar factores cualitativos como
la política, la cultura y la sociedad. Esta escuela ve la formación de la estrategia como un proceso
económico. La práctica de la planeación estratégica en el medio guatemalteco enfrenta grandes
limitaciones que van desde el desconocimiento de su importancia metodológica e implicaciones
organizacionales hasta la ausencia de una cultura gerencial enfocada en la dirección estratégica.
Al crear estrategias debe tomar muy en cuenta el modo de operar de la competencia, debido a
que la gama de clientes que consumen estos productos, la mayoría de las veces no se dejan
llevar por la buena atención o precio del producto, sino por la calidad y confiabilidad de la marca,
por lo tanto, la empresa debe de velar por distribuir productos confiables para posicionarse
entre los clientes como un distribuidor confiable de buenas marcas.
Al igual que la mayor parte de América Latina, en Guatemala las pequeñas y medianas empresas
(PyMEs) dan cuenta de la mayor parte del empleo. La Federación de la Pequeña y Mediana
Empresa Guatemalteca calcula que las PyMEs contribuyen con el 40 por ciento del PIB y el 85
por ciento del empleo (2009).
El informe sobre el Estado de la Región (2008) calcula que el 80 por ciento de los puestos de
trabajo responden a empresas con menos de 20 empleados. Mejorar el desempeño de las
PyMEs e incrementar su participación en los mercados locales y mundiales puede tener
consecuencias enormes y positivas para toda la economía. Por ejemplo, medidas que aumenten
la productividad, bajen los costos logísticos, estimulen el acceso a nuevas tecnologías, e integren
las PyMEs a las cadenas de valor pueden todas ellas generar empleo, elevar el nivel de ingreso
y reducir la pobreza.
Las micro, pequeñas y medianas empresas se han catalogado como organizaciones muy
importantes para la economía mexicana en general y para la sociedad en particular por su
potencial de generar empleo y por su capacidad de producir ingreso para los sectores débiles,
y por su aporte al producto nacional.
En un entorno como el actual, caracterizado por una economía globalizada, dinámica y, cada
vez más competitiva, las empresas necesitan encontrar procesos y técnicas de dirección que
les permitan desarrollar una gestión más eficiente para, a su vez, lograr mejores resultados. La
micro, pequeña y mediana empresa (MIPYME) ha sido en los últimos años el centro de atención
de numerosos trabajos, debido fundamentalmente al papel primordial que tienen como
generadoras de riqueza. Ser competitivos es vital para la supervivencia de las MIPYME al
constituir una referencia de la capacidad de anticipación y respuesta a los retos del entorno.
Para mejorar la competitividad, las MIPYME tienen la necesidad de adecuar tanto sus
estrategias como su estructura organizativa y su forma de gestión al entorno dinámico de la
economía actual.