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Verónica-En primer lugar agradecerte, está muy bueno el seminario, todas las cosas
que nos vas aportando para pensar al psicoanálisis. Sobre esto último que contaste de
la paciente que la corregía a la mamá en relación a que el trabajo en la casa también
era trabajo. ¿Podés agregar algo más sobre esto? ¿Qué pasa ahí con la cuestión del
deseo? ¿Qué lugar queda para el deseo en las zonas de cuestionamiento que hay
sobre el rol de las mujeres?
2-Más que pregunta es un comentario. Se me puso en paralelo lo que venías
desarrollando hoy con un caso que tuve en estos días de una paciente que es bastante
complejo. Cuento brevemente: ella está enojada con el padre y cuando empieza a
desarrollarse la madre le levanta la blusa adelante del padre y le dice "mirá que grande
que está". Me parecía muy pertinente en relación a lo que desarrollaste, porque este
pasaje se me ocurre con respecto a la oposición imaginaria a los padres, algo que está
hablando esta paciente, a hacer algo con su desarrollo, con ella misma, más allá de esa
oposición desafiante, imaginaria, con los padres.
Analía:
Les agradezco las preguntas y los comentario. Vero, qué decirte. Las chicas jovencitas,
digamos del secundario, yo les banco la efervescencia. No por una cuestión de género.
Quiero agregar algo que fue una dimensión que mencioné pero a los efectos del
seminario no fue lo más acentuado: yo atiendo muchos muchachitos adolescentes.
Quiero decirles qué pasa cuando se enamoran a esa edad: son muy celosas. Ellas
también. Ninguno quiere compartir; todo el dilema es el viaje de fin de curso. Lo sufren,
no es mínimo porque son adolescentes, es un amor que no quieren compartir, no les da
lo mismo que pase cualquier cosa cuando hay amor. Quiero mencionarlo porque no
todo es descorche. Recuerdo un pediatra cuando hablábamos de los chicos que se
pasaban a la cama él me decía muy telúrico: "¿a vos te gusta dormir sola? A los pibes
tampoco". Cuando hay amor se arman pactos que son complejos porque ya están
atravesados por el dilema humano. Esto lo quiero aclarar, es muy difícil compartir.
Cuando uno interviene en el caso que estoy diciendo ahora yo les doy la bienvenida a
los dilemas de la vida; doy existencia a que eso es existir y ya se está produciendo
subjetividad. Estamos hablando de diques psíquicos. Creo que en la actualidad hay un
derrape a la renegación y el problema de ciertas militancias fundamentalistas es que
instituyen la renegación como normativa para todos.
A tu pregunta, yo ahí tampoco tomo una posición de género como analista, y te diría
que tampoco la tomo afuera en ese punto. Porque cuando una hija tiene que decir esto,
y en el contexto que venía dicho esto puntualmente, era el intento desesperado de una
hija que su madre como mujer legitimara su lugar en relación a su estructura familiar,
para poder ella identificarse con un modelo de mujer que no fuera degradado. Me
desespero por querer transmitir que no somos militantes, que no sabemos cómo se
vive.
Con respecto a lo que vos decís, la obscenidad de los padres. Cuando una madre
levanta y seguramente para esa chica, por más militante o lo que sea que fuere, el
cuerpo es algo que sustrae un joven del padre y de la madre. No sólo cierran las
puertas, se ponen los auriculares, no quieren que hablemos con los amigos: ese tiempo
es construcción de intimidad. Ese es el pasaje del goce del otro al propio goce en una
articulación que pueda dejar vacío cada una de las intersecciones. Vacío y reanudado.
El cuerpo de un joven es una potencia explosiva porque todo está a flor de piel. La
erogenización con los padres y tambíen la erogenización con el propio cuerpo y el
partener, ese dilema de acceder al cuerpo del otro.
El otro día una joven vino desesperada porque tenía una pareja que estaba en la
provincia y ella estaba en un lugar y empezó a tomar y encaró a un joven de la misma
parroquia. Lo hizo adelante de todos, que conocían a ambos. Vino desesperada a
análisis, vomitaba, tenía diarrea, se sentía mal. En la historia de la joven hay un goce
del lado del padre no adecuadamente regulado en especial sobre esta hija a quien toma
como interlocutora de sus propias aventuras sexuales. Lo que se trabajaba en las
sesiones anteriores era que todos los hijos de este padre iban a la casa de él a curtir,
era un secreto a viva voz. Ahí intervine y le dije que no vaya más a curtir a la casa del
padre. Ahí comenta que los padres estaban separados, que la madre se horrorizaba de
eso pero no hacía tope al desenfreno de un hombre muy intenso. Ella hizo síntoma pero
no lo pudo hacer sin pasar por esa escena que la trajo a análisis de ese modo. Había
algo de sus goces que había que reordenar.
- Hizo un acting...
Analía:
Para mi el acting no es una mala palabra. Sin eso ella no hubiera podido llegar. El modo
de actuar de ese hombre, su padre, era lo que pudo hacer con su historia terrible. En
este punto es donde digo que no puedo hacer militancia. Ella llegó descompuesta,
desencajada. Todo el problema era si le decía a su pareja, y verse expuesta. Ese verse
sí fue un acting inevitable. Lo que aclaré para amortiguar su angustia fue que solo
copeteada podía hacer eso.
Analía:
Y ella le hacía sentido. Me costó mucho. Además ella llegó muy ansiosa, decía que
antes no le importaba nada de lo que le pasaba a los pibes. Lo decía con pudor.
Para terminar tengo un regalito para ustedes que es de mi época. Pensé que como todo
el tiempo la intención fue articular la clínica de nuestra actualidad con los fundamentos
del psicoanálisis en un tiempo difícil del sujeto, donde se define vida y muerte, empecé
a buscar canciones que dieran cuenta de la adolescencia y me encontré con sinfonía
del adolescente de Sui Géneris. Allí hay una canción que toca algo que hemos
trabajado nosotros: los espejos.
(Suena el tema)
Les leo la letra. Se llama Espejos, y la volvieron a grabar hace pocos años.
Hay un montón de espejos
en la feria de la ciudad,
se ríen de los reflejos
nadie ve en ellos realidad.
Muchas gracias.