Con el surgimiento de la ley 100 de 1993, la salud se convirtió en una valiosa
mercancía para algunos emporios económicos e incluso políticos. Pasamos de tener pacientes a clientes, de hospitales a empresas, de hospitalización a hostelería. El personal médico y paramédico es víctima de todo tipo de abusos laborales y de detrimento en sus condiciones de vida. Sin embargo, ante cualquier circunstancia ajena a la labor médica, las entidades y las empresas asegurados, buscan responsables en dicho personal, que denodadamente atienden con los exiguos recursos que el sistema otorga para la atención. La mayoría estos, son utilizados para el pago de gastos administrativos y muy poco para la atención propiamente dicha. La calidad de los insumos y medicamentos brillan por su baja calidad, sin embargo, se endilga al personal asistencial, la no recuperación de los pacientes. Se suministran tratamiento placebos solo con el único fin de facturar y no de mejorar al enfermo. Sumado a lo anterior, persiste aquello conducta deplorable del favorecimiento a familias y amigos del personal asistencial. Además, ante el yerro en que se pueda incurrir, se posibilita el ocultamiento de algunos efectos adversos, con el único fin de evitar algún tipo de investigación o, en el peor de los casos, la desvinculación laboral. Otro aspecto que requiere un comentario necesario, lo constituye las relaciones interpersonales que se generan dentro del desarrollo de las actividades laborales. En muchos casos, el personal asistencial, debe asumir la responsabilidad de su labora y además, establecer uno cánones mínimos de convivencia laboral, que en la mayoría de los casos, no representan una armonía necesaria para prestar un servicio excelente. Finalmente, y quizás lo más lamentable, es la vinculación de algún personal que no posee la suficiente destreza profesional para atender los diferentes casos que a diario se presentan en una institución de salud. De todos es conocidos que la meritocracia en estos casos no funciona. Solo basta un buen padrino que avale su nombramiento, sin tener en cuenta su experiencia causando casos lamentables en la atención.