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Pablo Rafael Sotelo González.

17/09/2019

Mansur, Juan Carlos. (2018). Belleza, fe y razón. Puertas Lumen Gentium. (2), pp. 39-48

La belleza dentro del contexto fe-razón es una realidad cuyo valor, en un inicio, es atribuido por nuestra
subjetividad, pero que también posee un valor objetivo que encontramos a partir de una reflexión filosófica y en
diálogo con la fe. Además, la belleza es uno de los “problemas” ligados a las preguntas fundamentales de la
existencia humana, pues nos enseña que el hombre también peregrina en la búsqueda por la belleza en cuanto
elemento constitutivo de la realidad externa como de su propia interioridad.

A decir del ámbito filosófico y por ello, en el contexto de la razón que busca comprender y comprenderse, el
acercamiento a la verdad es concomitante al acercamiento que se tienen del bien y la belleza como propiedades
trascendentales1 de todo (incluyendo al hombre mismo).

En el ámbito existencial, el hombre que busca sentido y felicidad se ve inmerso en una pluralidad de bienes,
verdades y bellezas que muchas de las veces, podrían estar disfrazadas o mal discernidas, tanto por la carencia
humana (pecado, límites de la razón, etc.) como por el contexto social o cultural que le extravían de la auténtica
belleza. Extravío que a nivel personal se transforma en una crisis de superficialidad (vanidad) o de nula autoestima
(nihilismo frente a una belleza no encontrada). Extravío que a nivel intelectual le confunde hasta llegar a un
agnosticismo o escepticismo. Extravío que a nivel volitivo le empuja a esclavizarse a bienes efímeros o que no sacian
el corazón humano.

La propuesta es iluminar, siguiendo la c.e. Fides et Ratio, con la fe la complejidad de la razón frente al
discernimiento de la belleza (externa e interna) colocando un tercero2 (Dios) que dando el fundamento (naturaleza)
también nos indique el fin de la belleza (objeto).

Aquí cobra sentido la búsqueda humana de la belleza (propia y ajena) en la contemplación de Aquel que le
da sentido al orden y de Aquel que puede enseñarnos de qué manera ordenar nuestro ser al pensamiento bello
que ha tenido de nosotros. Es el camino de la analogía que proponen algunos autores (Sto. Tomás de Aquino) y que
podemos rastrear en la Sagradas Escrituras (Sab 13, 3-5). Ahora bien, el tercero no es alguien ajeno y lejano a
nuestra existencia, sino que es Jesucristo, el Verbo encarnado, que nos ha sido dado como camino, verdad y vida.
Y en este sentido, la belleza es un camino de evangelización, cuya luz es la Imagen perfecta del Padre, capaz de
iluminar incluso los extravíos intelectuales, volitivos y afectivos de las personas. En conclusión, el encuentro
existencial con Jesucristo ilumina la verdadera belleza de la existencia humana y de la historia personal.

1
El autor no los propone de fondo, al menos explícitamente, pero considero que pueden (desde la filosofía) ayudarnos a
comprender este misterio (externo e interno) y dicho de paso, el misterio divino.
2
Sotelo, Pablo. (2018). Nota crítica sobre Hans Urs Von Balthasar, la verdad como naturaleza. Metafísica y persona, n. 19,
pp.171-181.

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