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Esta revisión aún no ha terminado, pues según el Alto Comisionado para la Paz,
Rodrigo Rivera, a septiembre del 2017 aún faltaban por revisar cerca de 350 casos.
Cabe aclarar que el tiempo para la inclusión de nombres de las FARC-EP terminó
el 16 de agosto[6], es decir, que a hoy no se tenía certeza del número exacto de
integrantes de las FARC-EP que iban a atravesar el proceso de reincorporación
para finales del año anterior.
Aunque el escándalo se desató por la denuncia que hizo El Tiempo (2017) sobre la
inclusión de 25 narcos, algunos de ellos pedidos en extradición por Estados Unidos,
el problema es aún mayor. En la actualidad, en la revisión de casos se encuentran
miembros de estructuras delincuenciales, sicarios, lavadores de activos, entre otros
que afirman haber realizado sus acciones a nombre de las FARC-EP, aunque no
necesariamente estuvieran en los listados iniciales de la organización.
Por su parte, tras la dejación de las armas, al 1.° de noviembre de 2017, habían
asesinado a 33 integrantes de las desmovilizadas FARC-EP, según reportes de la
organización misma, varios incluso antes de poder iniciar de manera efectiva su
proceso de reincorporación.
Uno de los elementos innovadores del presente proceso de reincorporación era que,
a diferencia de las experiencias del pasado reciente, se optó por un enfoque más
participativo por parte del colectivo que deja las armas, donde, en conjunto con la
ARN, trazaran los lineamientos del programa de reincorporación en una instancia
denominada Consejo Nacional de Reincorporación (CNR).
El CNR es una instancia compuesta por dos representantes del gobierno y dos de
la antigua guerrilla de las FARC-EP, en donde, tras casi un año de funcionamiento
y cerca de medio centenar de sesiones realizadas, no ha logrado presentar un solo
reporte[7] sobre la ruta de reincorporación que habrán de seguir los exguerrilleros
de la organización rebelde (Herrera, 2017b).
El tiempo de reincorporación, que dura dos años según el acuerdo y que arrancó
oficialmente en agosto del 2017, sigue su curso sin que a los excombatientes se les
haya definido una salida clara. Retomando la obra de Homero, La Odisea, los
desmovilizados están a la deriva en un barco que lucha por mantenerse a flote entre
una pugna política y una técnica; como a Ulises, les está tocando mantenerse a flote
en la legalidad entre la Escila de lo político y la Caribdis de lo técnico, dos monstruos
que al estar en orillas opuestas ponen en riesgo la vida y futuro en la legalidad de
quienes dejaron las armas.
Para las FARC-EP ha sido conveniente mostrar que ellos han cumplido mientras
que el gobierno, que contaba con más de 14 años de experiencia reciente en estos
procesos, ha fracasado en los puntos más elementales del DDR[8]. Sin embargo,
dicha victoria política viene a un elevado costo técnico en donde al final los
perjudicados son los desmovilizados rasos que hoy siguen en los ETCR asistiendo
a formaciones del SENA, pero sin una propuesta de reincorporación clara, algunos
con niveles de analfabetismo más altos de los reportados en el censo
socioeconómico de la Universidad Nacional de Colombia[9].
En conclusión, además de la falta de una ruta, al 1.° de octubre de 2017 aún faltaba
afiliar alrededor de 1.450 desmovilizados al sistema de salud, tan solo 3.500 (31 %
de los 11.284) estaban inscritos en programas académicos, 3.840 (34 % de los
11.284) estaban afiliados a pensión y aún más de 1.100 exguerrilleros no habían
recibido su asignación única de normalización tras haber dejado las armas[10].
La implementación por parte de Fondo Paz y la Oficina del Alto Comisionado para
la Paz (OACP)[11] aterrizó en Colombia y no en Suiza. Esta entidad había liderado
procesos similares durante las desmovilizaciones de las AUC entre 2003 y 2006,
pero no logró anteponerse al sistema. Las zonas no estuvieron listas —y aún no lo
están—, dado que toda medida que hubiera arrancado de manera previa en el
cronograma —el ideal técnico— habría sido un riesgo de demanda por peculado.
Por consiguiente, toda implementación en las zonas veredales —actuales
ETCR— fue tardía, ineficiente e incompleta.
La gente llegó a las zonas a construir y a esperar a que gradualmente fuera llegando
la oferta gubernamental, que aún no es constante ni completa tanto en formación
académica como vocacional, y mucho menos llegó la asistencia psicosocial. La
consecuencia evidente es que, tras casi un año de estar en las zonas —donde la
reincorporación tan solo arrancó en agosto de 2017—, hoy más de la mitad de los
excombatientes abandonaron las zonas y optaron por buscar trabajo rural en su
gran mayoría, aunque hay reportes en ciertas zonas de su vinculación a estructuras
disidentes y criminales.
[2] Según el informe del Instituto Kroc publicado en noviembre de 2017, de las 38
disposiciones que tiene el acuerdo en temas de reincorporación, solo el 42 % han
sido implementadas completamente, 5 % están en vías de implementarse, 26 %
hasta ahora han empezado y cerca del 26 % de las disposiciones aún no arrancan
(Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz, 2007).
[6] Según el acuerdo, tenían hasta el final de las ZVTN para poder incluir nombres
en las listas que se entregaron al gobierno.
[9] Razón por la cual una de las actividades que tendrá que hacer la ARN es
actualizar dicho censo, dado que hay elementos para verificar y porque la
población objetivo ha disminuido tras la salida de los ETCR de cerca del 55 % de
los excombatientes.
[10] Este cálculo se hizo con las cifras reportadas por el director de la Agencia,
Joshua Mitrotti, el 1.° de octubre en Icononzo (Tolima), en la reunión de balance
de la implementación. Para más información, ver Caracol Radio (2017).
Referencias
Bechara, E., Herrera, D. & Cortés, E. (2015). Desarmar la guerra para construir la
paz: la reintegración de combatientes en el marco del Plan Nacional de Desarrollo
2014-2018. En C. Isaza (ed.), Seguimiento y análisis de políticas públicas en
Colombia (pp. 23-38). Bogotá: Universidad Externado de Colombia.
Herrera, D. & González, P. (2013). Estado del arte del DDR en Colombia frente a
los estándares internacionales en DDR (IDDRS). Colombia Internacional (77), 272-
302.
Dylan Herrera[1]