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Reincorporación de las FARC-EP:

¿innovación posconflicto o más de lo


mismo?

Tras el primer año de implementación de los compromisos derivados del acuerdo


de paz suscrito en La Habana, el balance ha sido deficiente para el gobierno, según
el Instituto Kroc[2] (Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz, 2017), la
Organización de las Naciones Unidas[3] (COLPRENSA, 2017) y el presidente
Santos Calderón.

El 16 de agosto de 2017, con el fin de las zonas veredales transitorias de


normalización (ZVTN) y su transformación en espacios territoriales de capacitación
y reincorporación (ETCR), inició oficialmente el proceso de reincorporación de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP).
Este proceso está a cargo de la antigua Agencia Colombiana para la Reintegración
(ACR), hoy rebautizada Agencia de Reincorporación y Normalización (ARN), según
los decretos 897 y 899 de 2017 (Presidencia de la República, 2017; Herrera, 2017a).
Así, la «nueva» institución heredó una de las agendas en las que el gobierno
colombiano tiene la experiencia más estructurada a escala internacional (Herrera &
González, 2013), ¿qué ha pasado desde entonces?

Errores previos a la reincorporación social y política: «Lo mismo que antes»[4]

Tras cerca de catorce años de contar con un programa para reintegrar


excombatientes y cerca de veinte años de desmovilizar individuos de forma
colectiva e individual[5], se infería que se habían aprendido las lecciones de los
procesos anteriores en el país en temas de dejación de armas, desmovilización y
reincorporación/reintegración (DDR) (Bechara, Herrera, & Cortés, 2015). Sin
embargo, a pesar de las preparaciones y proyecciones que los equipos técnicos
tuvieron en años previos al acuerdo, en el día D, en el momento 0, la respuesta
estatal no estaba lista.

Instituciones como FondoPaz, que se destacó por su gran nivel de aprendizaje en


las desmovilizaciones colectivas de las AUC, no pudieron sortear las limitaciones
legales y administrativas para tener listas las zonas cuando se debía. Cabe anotar
que, a pesar de que las FARC-EP llegaron a las zonas al final de enero de 2017, a
noviembre del mismo año y tras la verificación explícita que se realizó en uno de los
ECTR, se encontró que no estaban terminadas las obras acordadas.
Figura 1. Fotos del ETCR de Dabeiba. Fuente: @DylanHerrera.
Contrario a lo imaginado, los problemas no fueron solo de logística e infraestructura
(OIAP, 2017). Tras años enteros de guerra contra las FARC-EP, quedó en evidencia
que el aparato de defensa colombiano no tenía totalmente identificado a su blanco
mayor de la última década; el desconocimiento de los miembros del ala clandestina
y algunos combatientes dificultó los procesos de certificación y llevó a posteriores
errores, como la aprobación preliminar de narcotraficantes y otros actores
delincuenciales en los listados. Inicialmente se recogieron en total cerca de 14.000
nombres, que fueron depurados hasta que, al final, quedaron 11.284.

Esta revisión aún no ha terminado, pues según el Alto Comisionado para la Paz,
Rodrigo Rivera, a septiembre del 2017 aún faltaban por revisar cerca de 350 casos.
Cabe aclarar que el tiempo para la inclusión de nombres de las FARC-EP terminó
el 16 de agosto[6], es decir, que a hoy no se tenía certeza del número exacto de
integrantes de las FARC-EP que iban a atravesar el proceso de reincorporación
para finales del año anterior.

Los medios destacaron que supuestamente se estaban cobrando cifras millonarias


en cárceles (del orden de $5.000 millones) para ser incluidos en los listados que se
iban a remitir desde las cárceles. De ahí salieron los 25 nombres de potenciales
colados entre los que estaban personas como Eduardo Cabrera (hermano de alias
Fabián Ramírez) y otras personas con nexos con redes de crimen trasnacional
organizado en México e incluso Italia, como Giovanny y Édgar Castillo Rico.

Aunque el escándalo se desató por la denuncia que hizo El Tiempo (2017) sobre la
inclusión de 25 narcos, algunos de ellos pedidos en extradición por Estados Unidos,
el problema es aún mayor. En la actualidad, en la revisión de casos se encuentran
miembros de estructuras delincuenciales, sicarios, lavadores de activos, entre otros
que afirman haber realizado sus acciones a nombre de las FARC-EP, aunque no
necesariamente estuvieran en los listados iniciales de la organización.

Un agravante de la situación es que, en las estructuras de inteligencia militar y de


policía, algunos de ellos sí aparecían como parte de las estructuras de las FARC-
EP y de sus redes de apoyo en temas de extorsión, finanzas, logística, entre otros.
Este ha sido un argumento que el grupo y las corporaciones afines han utilizado
para decir que el mismo gobierno se está contradiciendo al sacar algunos de estos
personajes de los listados entregados por el grupo.

Por su parte, tras la dejación de las armas, al 1.° de noviembre de 2017, habían
asesinado a 33 integrantes de las desmovilizadas FARC-EP, según reportes de la
organización misma, varios incluso antes de poder iniciar de manera efectiva su
proceso de reincorporación.

La reincorporación: entre las Escila y Caribdis de lo político y lo técnico

Uno de los elementos innovadores del presente proceso de reincorporación era que,
a diferencia de las experiencias del pasado reciente, se optó por un enfoque más
participativo por parte del colectivo que deja las armas, donde, en conjunto con la
ARN, trazaran los lineamientos del programa de reincorporación en una instancia
denominada Consejo Nacional de Reincorporación (CNR).

El CNR es una instancia compuesta por dos representantes del gobierno y dos de
la antigua guerrilla de las FARC-EP, en donde, tras casi un año de funcionamiento
y cerca de medio centenar de sesiones realizadas, no ha logrado presentar un solo
reporte[7] sobre la ruta de reincorporación que habrán de seguir los exguerrilleros
de la organización rebelde (Herrera, 2017b).

El tiempo de reincorporación, que dura dos años según el acuerdo y que arrancó
oficialmente en agosto del 2017, sigue su curso sin que a los excombatientes se les
haya definido una salida clara. Retomando la obra de Homero, La Odisea, los
desmovilizados están a la deriva en un barco que lucha por mantenerse a flote entre
una pugna política y una técnica; como a Ulises, les está tocando mantenerse a flote
en la legalidad entre la Escila de lo político y la Caribdis de lo técnico, dos monstruos
que al estar en orillas opuestas ponen en riesgo la vida y futuro en la legalidad de
quienes dejaron las armas.

Para las FARC-EP ha sido conveniente mostrar que ellos han cumplido mientras
que el gobierno, que contaba con más de 14 años de experiencia reciente en estos
procesos, ha fracasado en los puntos más elementales del DDR[8]. Sin embargo,
dicha victoria política viene a un elevado costo técnico en donde al final los
perjudicados son los desmovilizados rasos que hoy siguen en los ETCR asistiendo
a formaciones del SENA, pero sin una propuesta de reincorporación clara, algunos
con niveles de analfabetismo más altos de los reportados en el censo
socioeconómico de la Universidad Nacional de Colombia[9].

En conclusión, además de la falta de una ruta, al 1.° de octubre de 2017 aún faltaba
afiliar alrededor de 1.450 desmovilizados al sistema de salud, tan solo 3.500 (31 %
de los 11.284) estaban inscritos en programas académicos, 3.840 (34 % de los
11.284) estaban afiliados a pensión y aún más de 1.100 exguerrilleros no habían
recibido su asignación única de normalización tras haber dejado las armas[10].

Las mismas fallas del pasado en un esfuerzo de reinventar la rueda

Los principales aprendizajes de catorce años del proceso de reintegración de


excombatientes y las experiencias colectivas de las desmovilizaciones de los años
noventa no se han tenido en cuenta lo suficiente y se están comenzando a ver los
primeros efectos colaterales de querer reinventarse la rueda.

La implementación por parte de Fondo Paz y la Oficina del Alto Comisionado para
la Paz (OACP)[11] aterrizó en Colombia y no en Suiza. Esta entidad había liderado
procesos similares durante las desmovilizaciones de las AUC entre 2003 y 2006,
pero no logró anteponerse al sistema. Las zonas no estuvieron listas —y aún no lo
están—, dado que toda medida que hubiera arrancado de manera previa en el
cronograma —el ideal técnico— habría sido un riesgo de demanda por peculado.
Por consiguiente, toda implementación en las zonas veredales —actuales
ETCR— fue tardía, ineficiente e incompleta.

La gente llegó a las zonas a construir y a esperar a que gradualmente fuera llegando
la oferta gubernamental, que aún no es constante ni completa tanto en formación
académica como vocacional, y mucho menos llegó la asistencia psicosocial. La
consecuencia evidente es que, tras casi un año de estar en las zonas —donde la
reincorporación tan solo arrancó en agosto de 2017—, hoy más de la mitad de los
excombatientes abandonaron las zonas y optaron por buscar trabajo rural en su
gran mayoría, aunque hay reportes en ciertas zonas de su vinculación a estructuras
disidentes y criminales.

Al parecer, una de las agendas de victoria temprana —la reincorporación— no ha


aportado de manera plena su granito de arena, en parte porque no tiene la
autonomía, dado que toda decisión es consensuada y, por ende, surte un proceso
largo y desgastante en el CNR. Pero a su vez, porque con decretos recientes, como
el 2026 de 2017, además de consensuar lo técnico, tendrá que encargarse de lo
operativo y logístico a partir del 1.° de abril de 2018. Así, al heredar todos los
incumplimientos de Fondo Paz y la OACP y al asumir tareas que no le deberían
competer debido a su enfoque misional técnico, se está pasando de una agencia
técnica a una agencia «todera». Colombia fue la gran noticia en lo político tras la
firma del acuerdo de paz en 2016, era la gran expectativa en lo técnico para 2017,
tras toda la preparación y planeación que se dio en las entidades en los últimos tres
años; sin embargo, la historia fue otra. Se llega a cambio de gobierno con un
proceso endeble, frágil en lo técnico, pero comprometido en lo político, por lo que la
innovación del posconflicto terminó siendo en su primer año tan solo un poco más
de lo mismo que antes.

[1] Profesional en finanzas y relaciones internacionales de la Universidad


Externado de Colombia, con maestría en Asuntos Internacionales con mención en
Seguridad Internacional de SciencesPo París. Ha sido consultor en temas de
desarme, desmovilización y reintegración de excombatientes por varios años,
apoyando procesos en Colombia, Filipinas y la República Democrática del Congo.

[2] Según el informe del Instituto Kroc publicado en noviembre de 2017, de las 38
disposiciones que tiene el acuerdo en temas de reincorporación, solo el 42 % han
sido implementadas completamente, 5 % están en vías de implementarse, 26 %
hasta ahora han empezado y cerca del 26 % de las disposiciones aún no arrancan
(Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz, 2007).

[3] Según Jean Arnauld Representante Especial y Jefe de Misión de Naciones


Unidas en Colombia, «(…) las salidas se han dado por la desilusión frente a la
ausencia de perspectivas socioeconómicas, como también porque otros han
querido reunirse con sus familias, hacer política, buscar reincorporación por su
propia cuenta, entre otros. “Sin embargo, el mayor determinante de las salidas es
efectivamente, de acuerdo con las entrevistas realizadas por la Misión, la pérdida
de confianza en las perspectivas que ofrecen los ETCR. Muchas expectativas
incumplidas por mucho tiempo”».

[4] Expresión célebre de Jaime Garzón en su programa Zoociedad.

[5] La Ley 418 de 1997 crea el instrumento para viabilizar desmovilizaciones


individuales (tras el fin de los procesos de desmovilización colectivos) y
posteriormente se retoma para que fuera la base de los procesos de
desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entre 2003 y
2006.

[6] Según el acuerdo, tenían hasta el final de las ZVTN para poder incluir nombres
en las listas que se entregaron al gobierno.

[7] Al 8 de diciembre de 2017.

[8] Desarme, desmovilización y reintegración.

[9] Razón por la cual una de las actividades que tendrá que hacer la ARN es
actualizar dicho censo, dado que hay elementos para verificar y porque la
población objetivo ha disminuido tras la salida de los ETCR de cerca del 55 % de
los excombatientes.

[10] Este cálculo se hizo con las cifras reportadas por el director de la Agencia,
Joshua Mitrotti, el 1.° de octubre en Icononzo (Tolima), en la reunión de balance
de la implementación. Para más información, ver Caracol Radio (2017).

[11] Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

Referencias

Bechara, E., Herrera, D. & Cortés, E. (2015). Desarmar la guerra para construir la
paz: la reintegración de combatientes en el marco del Plan Nacional de Desarrollo
2014-2018. En C. Isaza (ed.), Seguimiento y análisis de políticas públicas en
Colombia (pp. 23-38). Bogotá: Universidad Externado de Colombia.

Caracol Radio (2017). Las cifras de la reincorporación. Recuperado


de http://caracol.com.co/radio/2017/09/30/nacional/1506805442_683252.html.

Colprensa (22 de noviembre de 2017). La mitad de las FARC se ha ido de las


áreas de reincorporación. Vanguardia. Recuperado de
http://www.vanguardia.com/colombia/416484-la-mitad-de-las-farc-se-ha-ido-de-las-
areas-de-reincorporacion.

Unidad Investigativa (10 de septiembre de 2017). Los 25 capos que se colaron en


las listas de las FARC. El Tiempo. Recuperado de
//www.eltiempo.com/justicia/investigacion/lista-de-25-narcos-colados-en-listas-de-
las-farc-128994.

Herrera, D. (4 de agosto de 2017a). El cambio de ACR a ARN: el Ferrari que no


les sirvió a las FARC-EP. Recuperado de
https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3054275.

Herrera, D. (2 de noviembre de 2017b). Más allá de la participación en política,


¿qué ha pasado con la reincorporación de FARC? La Silla Vacía. Recuperado de
http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-paz/historia/mas-alla-de-la-participacion-
en-politica-que-ha-pasado-con-la.

Herrera, D. & González, P. (2013). Estado del arte del DDR en Colombia frente a
los estándares internacionales en DDR (IDDRS). Colombia Internacional (77), 272-
302.

Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz (2017). Informe sobre el estado


efectivo de implementación del acuerdo de paz en Colombia. Universidad de Notre
Dame. Recuperado de http://static.iris.net.co/semana/upload/documents/informe-
kroc.pdf.

Observatorio de Seguimiento a la Implementación del Acuerdo de Paz (OIAP)


(2017). ¿Es posible una paz estable y duradera sin cumplir el Acuerdo
Final? Boletín (4). Recuperado de http://www.rebelion.org/docs/232422.pdf.

Presidencia de la República (29 de mayo de 2017). Decreto 897 de


2017. Recuperado de
http://es.presidencia.gov.co/normativa/normativa/DECRETO%20897%20DEL%20
29%20DE%20MAYO%20DE%202017.pdf.

Dylan Herrera[1]

Consultor en temas de desarme


Egresado
Facultad de Finanzas y Relaciones Internacionales
dylan.herrera@fdipacifico.org
ZERO IMPRESA EDICIÓN 35
ISSN ELECTRÓNICO: 2344-8431
ISSN IMPRESO: 0123-8779

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