La resistencia andina se dio como contrapunto a la invasión española. Los habitantes del
Tahuantinsuyo y la élite incaica desarrollaron diversas formas de actuación frente a la
invasión española. La negociación, las alianzas, las luchas armadas y la resistencia
pacífica fueron los medios a través de los cuales la población indígena reaccionó ante la
presencia extranjera. Este es un proceso que se inicia en los primeros días de
la conquista y que continúa hasta la consolidación del orden virreinal. un sector de la
élite incaica, encabezada por Manco Inca, se refugió en Vilcabamba. La resistencia inca
se produjo paralelamente los acontecimientos que marcaron la historia de los primeros
años de la presencia española en los Andes.
EL SITIO DE LIMA
El ataque al Cuzco fue previamente coordinado por Manco Inca para evitar la llegada de
refuerzos desde Lima. Un grupo de españoles enviados por Pizarro se cruzó con las
fuerzas incas cerca del río Pampas, donde fueron vencidos. Otras expediciones españolas
fueron vencidas por los indígenas en su camino hacia el Cuzco. Quizo Yupanqui,
encargado del sitio de Lima, luchó en Ate y Guarco hasta llegar al mismo cerro San
Cristobal. A la entrada de la ciudad, los nativos fueron vencidos por los españoles gracias
a la ayuda prestada por un sector de la población indígena. En algunos casos, esta se dio
por las relaciones de parentesco establecidas entre españoles y curacas, vínculo
fundamental en la cultura andina. Por ejemplo, las generadas a raíz de las relaciones
de Francisco Pizarro con Inés Huaylas, hija de Huayna Capac, le permitieron contar con
el apoyo de los curacas de Huaylas.
El épico final del Imperio español en Sudamérica: los últimos defensores de Perú.
El gallego José Ramón Rodil resistió a la espera de refuerzos desde la Península durante
casi dos años en la Fortaleza del Real Felipe del Callao, que vivió entre sus muros la
muerte o deserción de 2.424 de los 2.800 soldados que la defendían
El triste epílogo a las guerras de emancipación contra el Imperio español del siglo XIX
fue, como es habitual, un baño de sangre. El escenario fue el Callao, en el Virreinato
de Perú, que a diferencia de Nueva Granada y de Río de la Plata, se mantuvo al
principio inmune a la fiebre independentista que se extendió por América. La mayor
presencia de peninsulares que en otros territorios, la escasa implantación del espíritu
independentista y la capacidad de mando de los sucesivos virreyes convirtieron el
lugar en una roca en el camino de los rebeldes.
Para someter Perú fue necesaria la acción conjunta de las fuerzas de Bolívar y
de San Martín. Así, solo en julio de 1821 el virrey José de la Serna ordenó evacuar
Lima, dando vía libre a que San Martín proclamara la independencia de Perú. Y aún
cambiaría de manos varias veces la capital hasta que, con las fuerzas españolas al
límite, llegó la batalla de Ayacucho y con ella la derrota del contingente militar
realista más importante que seguía en pie.
En paralelo a los sucesos de Ayacucho, todavía hubo una última guarnición que
acometió una resistencia casi suicida. José Ramón Rodil y Campillo y los últimos
españoles del Perú se atrincheraron en la Fortaleza del Real Felipe del Callao,
construida inicialmente para defender el puerto contra los ataques de piratas y
corsarios.
Un leónidas moderno en Perú
Lima y la fortaleza en el Callao habían sido recuperadas por los españoles meses
antes del desastre de Ayacucho, coincidiendo con uno de los pocos periodos de la
guerra favorables a los intereses realistas. El general Monet al frente de las fuerzas
realistas había entrado de nuevo en la capital el 25 de febrero de 1824 y designó al
brigadier José Ramón Rodil como jefe de la guarnición del Callao. Lo hizo, claro, sin
sospechar que este oficial gallego iba a protagonizar una resistencia de tintes épicos.
Lima fue abandonada tras la batalla de Junín. Se esperaba que los españoles del
Callao tomaran el mismo camino tras la capitulación de Ayacucho, pero Rodil y sus
2.800 soldados se negaron a rendirse ante la perspectiva de que aún podría recibir
pronto refuerzos de España.
Rodil incluso se negó a recibir a los enviados del virrey la Serna, derrotado en
Ayacucho, porque los consideraba poco menos que desertores. Tampoco quiso
escuchar el 26 de diciembre a los representante de Simón Bolívar, quienes daban por
hecho que el español iba a rendir la fortaleza en cuanto se enterara de los generosos
términos de la capitulación.
El gallego creía que el suyo era un viaje sin vuelta atrás. La entrada de Bolívar en
Lima provocó la huida masiva de la población de españoles peninsulares y de los
leales a la Corona hacia el Callao. 8.000 refugiados convirtieron el Callao en el último
bastión español en Sudamérica y en la última esperanza de recuperar estos territorios.
El asedio de las tropas libertadoras, unos 4.700 soldados, dirigidas por el
venezolano Bartolomé Salom, se inició en forma de bombardeo con artillería pesada
al puerto del recinto amurallado. Se calcula que en los dos años que duró el sitio se
dispararon 20.327 balas de cañón, 317 bombas e incontables balas. Al ataque aéreo
y terrestre, se sumó también el bloqueo naval de las flotas combinadas de
la GranColombia, Perú y Chile.
A pesar de contar con menos hombres armados y pocos recursos, los españoles
tenían varias cosas a su favor. José Ramón Rodil contaba entre sus filas con los
regimientos veteranos Real de Lima y Arequipa, así como una de las fortaleza más
grandes de todo el continente. Las murallas y las minas enclavadas en la roca hacían
imposible un asalto por tierra, mientras que el bastión artillado mantenía la flota
combinada a distancia.
Asimismo, la veteranía de su comandante jugaba a favor de las fuerzas realistas.
Nacido en Lugo el 5 de febrero de 1779, Rodil había combatido contra Napoleón y
luego había saltado a Sudamérica, donde prestó importantes servicios en Talca,
Cancharrayada y Maipo. Además de cicatrices, el gallego coleccionaba múltiples
condecoraciones por el valor desplegado.
Sin posibilidad de hincarle el diente a la fortaleza, los ejércitos libertadores
mantuvieron el bombardeo día y noche en un intento por dejar que la fruta cayera por
su propio peso. Desde el principio se hizo latente la dificultad de alimentar a una
población civil de miles de refugiados, así como el mantener un régimen casi carcelario
para evitar las deserciones entre las filas españolas. En un solo día Rodil fusiló a 36
conspiradores, entre ellos a un muchacho andaluz muy popular por sus chanzas.
En un informe fechado el 26 de setiembre de 1825, Hipólito Unanueescribió a Simón
Bolívar el estado del sitio, convertido en una prisión tanto dentro como fuera de la
fortaleza:
«Rodil sigue defendiéndose obstinadamente y no pasa día sin que se haga fuego
fuerte contra él. Por su parte tiene una vigilancia enorme y apenas ve que se pasa
alguno del pueblo o que se trabajó en la línea, cuando cubre de balazos el sitio, así
es que no se pasan de miedo muchos que desean hacerlo.
Contrario a la historia oficial, el extracto con el que iniciamos el presente informe, grafica
una cultura con gran calidad de vida en el “Nuevo Continente”, una forma de vida muy
desarrollada, a pesar del desconocimiento de muchos otros aspectos desarrollados en
Europa, aquí calidad de vida para todos. No obstante, con el correr del tiempo y por la
ambición desmedida de los foráneos, la cultura de este continente fue degenerándose,
occidentalizándose, confundiéndose, desorientándose, tanto así, que hasta hace poco
nada claro se tenía respecto al 12 de octubre.
PELIGRO DE ALIENACIÓN
“Debemos tener mayor identidad, para evitar que la gente joven se identifique con patrones
occidentales, deben preguntarse ¿quiénes son? ¿De dónde son? y ¿quiénes fueron sus
padres? para tener identidad propia, recuperar y afirmarse en la cultura andina”,
recomienda el alcalde Julio Vilca Lujano.
Sobre este aspecto, ya está en macha en la región Puno el Proyecto Educativo Regional
(PER) el cual tiende a orientar la educación a reforzar la identidad, a descubrir lo valioso
de sentirse indígenas o mestizos, en cualquier caso, busca mejorar la orientación cultural
de la población andina. Sobre este punto, es necesario señalar que todo dependerá de las
autoridades y de la misma ciudadanía para tener resultados en los años venideros.
A MANERA DE REFLEXIÓN