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El artículo busca identificar los dispositivos teóricos de emergencia de estructuras sociales
descritos en la teoría sociológica. Las propiedad de la sociedad como orden social emergente
desde sus unidades componentes individuales, es la razón central por la cual tanto la socio-
logía como la teoría social se diferenciaron y consolidaron como disciplinas académicas. En
tal sentido, las teorías de la sociedad deben haber desarrollado algunas nociones abstractas
acerca de la formación de estructuras sociales, independiente de si una teoría de la emer-
gencia estructural es construida o no.
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Sociedad t estructura social t emergencia t sociología t teoría social
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The paper aims to identify the theoretical devices implied in the emergence of social
structures described by the sociological theory. The properties of society as a social
order emerging from its individual component units, is the main reason by which both
sociology and social theory became differentiated and consolidated as academic disciplines.
Consequently, theories of society must have developed some abstract notions about the
formation of social structures, regardless of whether a theory of structural emergence is
explicitly constructed or not.
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Society t social structure t emergence t sociology t social theory
* Antropólogo Social Universidad de Chile; doctorando en Sociología Universidad Alberto Hurtado. Acadé-
mico Departamento de Antropología Universidad de Chile. Agradezco los comentarios y críticas de Aldo
Mascareño y Daniel Chernilo para este escrito. E-mail: andresaedo@u.uchile.cl.
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De esta forma, emergencia no solo denota una condición de la sociedad en tanto atri-
buto exclusivo, sino que también emergencia se puede entender como proceso que le da
continuidad a la sociedad y sentido a las ciencias sociales que tratan de teorizar sobre ella.
Así podemos reintroducir la interrogante sociológica respecto de cómo es que emerge
aquello que tiene propiedades emergentes como un asunto de importancia y cómo di-
versas teorías han enfrentado este punto.
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Un prejuicio humanista en todo el sentido de la palabra es pensar que la sociedad tiene personalidad como
cualquier persona, como cuando se habla del carácter de cierta sociedad, o cuando la sociedad es reducible a
las personalidades que la forman, momento en el cual no hay emergencia, ya que bastará con cambiar a las
personas, para cambiar la sociedad. Luhmann establece el prejuicio humanista con la idea de que el hombre es
la medida de la sociedad, punto que es la misma representación de la sociedad como una personalidad. Toda
la sociología se opone a este aspecto desde el principio en Marx o Durkheim.
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lo hemos expuesto, debe tratar al menos los problemas de los individuos y/o personas
como elemento de agencia: “las personas actúan, tienen propósitos, manifiestan volun-
tad” (Alexander 2008:28), y de las estructuras y/o sistemas como elementos distintos
de ellos, como normas que orientan la acción, o como condiciones que las posibilitan o
restringen. Rastros de esto, aunque no necesariamente en los mismos términos, se pue-
den encontrar muy tempranamente en la protosociología de la historia de Marx en el
inicio del dieciocho brumario: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen
bajo su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas
circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas
por el pasado” (Marx 1995:213). Esta idea representa muy bien la condición de que
la sociedad-que-los-hombres-hacen no puede ser libremente transformada por medio
de la simple voluntad individual de los hombres, y agregamos, siguiendo a Marx, que
tampoco se encuentra al alcance de los pensamientos filosóficos de los hombres, ya que
las relaciones sociales de producción no son transformables por la mera conciencia y por
ningún concepto de humanidad, pues la estructura los divide y contradice materialmen-
te en clases. Para el caso de otro sociólogo clásico, la sociedad es un sistema de normas
que coerciona, obliga y trasciende a los individuos; estas normas también poseen la
condición de una estructura y no están a disposición de los individuos. Para Durkheim,
la sociedad es de un orden sui géneris, algo así como único en su tipo, propio de este
orden; idea que es símil al concepto de sociedad con propiedades emergentes. De esta
forma, estos dos teóricos nos muestran la condición de la sociedad como algo que no
está al alcance de las posibilidades de los individuos: este orden es superior, anterior y
no es reducible a la suma de los individuos. En cualquier caso, parece que la teoría de la
sociedad tiene la condición de una emergencia fuerte, ya que si no sería la prolongación
de principios biomórficos o psicológicos.
La pregunta que queremos abordar resulta de esta primera aproximación: cómo surge
esta condición emergente de la sociedad ya que hemos tratado de argumentar que las
condiciones de una teoría están lógicamente enlazadas a ese punto. Revisar toda la teoría
sociológica no tendría mayor sentido que una historia de las ideas sobre la sociedad,
donde nos veríamos obligados a no tener un radio de búsqueda acotado que no fuera
el desarrollo de la teoría sociológica en la historia. Sin embargo, metodológicamente es
conveniente seguir la relación teórica agente/estructura, bajo la lógica que establece el
dualismo morfogenético de Archer, según el cual la relación agente/estructura puede ser
entendida en términos de diferencias de tiempo y propiedades. Así, la relación en la que
se establece ‘agente luego estructura’ se denomina conflacionismo ascendente; la relación
de ‘agente y estructura’, conflacionismo central; y la relación ‘estructura luego agente’,
conflacionismo descendente. Debemos entender conflación como fusión de las dife-
rencias entre agentes y estructura, donde el ascendente reconoce las propiedades de los
agentes, implicando esto la reducción de la estructura a las propiedades de los agentes,
y siendo la estructura un epifenómeno en la vida social. El conflacionismo descendente
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únicamente reconoce las propiedades de las estructuras allí donde los agentes son tam-
bién reducibles a las propiedades de la estructura, siendo ahora los agentes el epifenóme-
no. Al conflacionismo central, como mutua constitución de agente y estructura, donde
ambos son reducibles al otro, Archer lo denomina elisión.
Una cuarta salida es una teoría como la que propone Archer: la teoría no conflacio-
naria, que sería una teoría decididamente dualista, en la cual los agentes y las estructuras
tienen propiedades autónomas. Este tipo de salida podría entenderse como ‘estructura-
agente-estructura’, como forma de poder dar cuenta de los procesos de transformación
a que son sometidos tanto los agentes como las estructuras en formas diferenciales de
tiempo y propiedades. Comenzaremos desde Parsons y, siguiendo la línea sistémica,
abordaremos a Luhmann como conflacionistas descendentes, aunque con diferencias
relevantes; una segunda línea la constituye la teoría de la elección racional de Jon Els-
ter, como conflacionista ascendente, para avanzar en los procesos de las teorías de la
estructuración con Giddens como conflacionista central, y con Archer con la teoría del
realismo morfogenético como teoría no conflacionaria.
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De todos los posibles esquemas teóricos que Parsons introduce en su teoría, el proble-
ma fuerte es dar cuenta del orden social, de un orden social preformado a la sociología
y que se forma constantemente a raíz de las acciones de las personas. La necesidad de
poder argumentar este elemento de continuidad de la sociedad ‘en’ y ‘a pesar del’ tiem-
po, es la gatillante de su actividad intelectual, que implica que el problema no es solo
el nacimiento del orden, como en el dilema de Hobbes, sino la misma continuidad
de este orden. Tal necesidad aparece muy temprano en su obra de la estructura de la
acción social, donde enfrenta el problema de cómo la acción no es simplemente acción
individual, pues esta no soporta el problema de la continuidad en el tiempo y, así, ella
no es aislada sino que es un nudo de hilos recíprocamente conectados con otros hilos
(Parsons 1968:899). Estos hilos de acción recíprocamente orientados pueden descom-
ponerse en sus partes más simples, las que constituyen los actos unidad; y son estos
últimos los que componen los sistemas sociales. Parsons ocupa sistemáticamente tanto
la idea de sistema social como la de estructura; sin embargo, estructura tiene una con-
sideración distinta, ella es una forma del sistema social o el sistema social tiene una
estructura por medio de la cual se viabiliza la posibilidad de que el sistema social sea un
sistema. El sistema en Parsons hace directa referencia a las orientaciones recíprocas de
las acciones de los actores, y la estructura al modo en que realizan estas orientaciones
recíprocas. De ahí que se pueda entender que en la diferenciación sistémica se distin-
guen funciones: sistemas culturales, sistemas sociales y sistemas de personalidad en el
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Esta técnica a la que se refiere Luhmann son las expectativas que sirven para dar continuidad a las selecciones
que realizan autorreferentemente los sistemas.
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estos tres tipos sociales no son sino los resultados de los históricos modos en que los en-
laces de comunicación han variado y estabilizado, seleccionando unas comunicaciones
y deseleccionando otras. Sin embargo, esto aún no resulta indicativo. Es cómo se pasa
de un modo societal a otro lo que define una teoría de la evolución y no los estadios
de los modos; tampoco resulta volver sobre los mecanismos de emergencia de sistemas
por medio de la autopoiesis simple, ya que estaríamos repitiendo un patrón que no res-
peta las condiciones de la estructura y acepta la contingencia pura, cosa que el mismo
Luhmann rechaza –como ya lo advertimos (Luhmann 1998a:125)–; y, de hecho, sería
contrario a la idea de que estos tres estadios evolutivos se forman de la combinación de
sistema/entorno e igualdad/desigualdad. Luhmann ocupa la idea de logro evolutivo,
pero esto tampoco resulta indicativo respecto de la evolución, y solo implica cierta eva-
luación de las condiciones de cambio o reproducción improbable frente al modelo de la
doble contingencia. Sin embargo, Luhmann nos ofrece el elemento que necesitábamos
para cerrar este punto:
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fuerte, es evitar que la sociedad se desmorone: “las instituciones nos protegen de las
fuerzas destructivas de la pasión y del interés propio” (Elster 2003:146). Esta propiedad
resulta muy relevante, ya que la estructura, y en este caso las instituciones, cumplen el
rol de darle continuidad a la sociedad. No hay vida social posible sin instituciones; si no
estaríamos en un estado de naturaleza, como lo planteaba Hobbes, un estado contin-
gente sin más expectativas que no sean la competencia individual. De hecho, para Elster
(2003) este elemento de orden social no garantizado es lo que debe explicar las ciencias
sociales. Este punto sería el que permite a las instituciones lograr coordinar las acciones
de individuos racionales sin que estas devengan en constantes pugnas. Así, esta propie-
dad general se puede especificar en la idea de que las instituciones generan permisividad,
prohibiciones y dificultades para nuestra acciones (Elster 2003). Las instituciones son
parte de nuestro medio, con el cual se racionaliza la acción; ellas están integradas a los
juegos de acción racional que nos planteamos todos los días. Hasta el momento, el argu-
mento de Elster es limpio; las instituciones son parte de la vida social, están hechas de ac-
ciones e interacciones (aunque todavía no precisamos cómo), y tienen fines útiles como
la continuidad de la sociedad, permitiendo, prohibiendo y dificultando. Sin embargo,
aún no sabemos cómo se forman o, directamente, cómo emergen o cómo evolucionan,
aunque se debe advertir que ni la idea de emergencia ni la de evolución son parte de los
conceptos que ocupa Elster.
Las menciones a estas preguntas no son claras, no hay una teoría sistemática en Els-
ter, pero tiene algunas ideas que pueden hacer este nexo como un proxy de una teoría de
emergencia, lo que es ya una diferencia al menos con otros teóricos donde este punto no
es relevante. En Elster, la idea de que las instituciones se forman por acciones e interac-
ciones es el punto a seguir; no obstante, esto incluye nuevas condiciones para desarrollar
el argumento. Si varias personas toman la misma decisión, los resultados pueden ser
contraproducentes, como en el caso de la contrafinalidad, claramente expuesto en el
caso de la erosión (Elster 2003); esto hace que todos estén peor de lo que estaban antes
de la acción, esto es: perseguir los beneficios individuales provoca perjuicios colectivos.
Al revés, puede darse el caso de que se generen provechos para todos siguiendo los be-
neficios individuales, como en el caso de la mano invisible del mercado. Estos daños o
beneficios son las llamadas externalidades; estas nos ponen en el problema de ciertos
resultados de las acciones presentes, que generan directos efectos sobre las acciones futu-
ras. Elster argumenta que no siempre nuestras acciones se ven frustradas, ya que eso sería
una sociedad de personas que no pueden planificar sus vidas, aunque sea a corto plazo,
y se pierde el orden. Para el autor, las personas pueden desarrollar formas cooperativas
y coordinaciones que permitan resolver las externalidades negativas, ya que estas exter-
nalidades se han transformado ahora en ambiente en un nuevo elemento a someter al
raciocinio. Este raciocinio puede ser de las mismas personas por medio de acuerdos, o de
otras instituciones como el estado, que puede imponerlas por la fuerza. De esta forma,
las externalidades negativas pueden, tanto como las externalidades positivas, convertirse
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Hay que tener cuidado en este punto, sobre todo por el posible argumento de gradientes de adaptación que
funcionen teleológicamente. Nada más alejado de las ideas de Elster. Se podría aceptar el primer elemento,
pero no el segundo; el equilibrio puede perderse, las instituciones pueden dejar de funcionar, el que una se
resuelva puede generar problemas en otra; sin embargo, esto no nos lleva a la indeterminación como en los
conceptos de complejidad de tipo luhmanniano.
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Nuestro siguiente autor es quizás uno de los más avanzados en este punto, ya que asume
las críticas de agente/estructura de la teoría sociológica sin parecerle una salida pertinen-
te el mantener esta dualidad. Giddens será uno de los teóricos que se mantendrá en el
canon sociológico para proceder a la construcción de su teoría. Para él, el problema de
la teoría sociológica está puesto sobre dos imperialismos teóricos; el primero es el de “ac-
ción, sentido y subjetividad y su nexo con nociones como estructura y constreñimiento”
(Giddens 1995:40). De este modo, la teoría de la estructuración intenta poner fin a
estos dos tipos de claves teóricas del canon sociológico; así, para Giddens el dominio
primario no está puesto ni en los agentes que tienen subjetividad ni en las estructuras
como elemento objetivo, sino en “prácticas sociales ordenadas en un espacio y tiempo”
(Giddens 1995:40).
Este elemento es el punto central del estudio de las ciencias sociales en general. Esta
partida no puede ser más indicadora: las estructuras que forman parte de la teoría de
Giddens solo podrían formarse por medio de estas prácticas sociales ordenadas en un
espacio y tiempo; así, la primera pregunta está lista, la estructura ha de formarse de las
actividades sociales de las personas situadas en espacio y tiempo. Giddens nos da otra
pista: estas prácticas sociales se recrean constantemente, son recursivas –vuelven sobre
sí mismas– a través de la reflexividad, implicando esto último “el carácter registrado del
fluir corriente de una vida social” (Giddens 1995:41), sin registrar únicamente sus acti-
vidades sino también las del resto, esperando a su vez que el resto haga lo mismo. Estos
elementos de registro le dan a los agentes la posibilidad de fluir de manera relativamente
automática en la vida social. Así también, en la idea de conciencia práctica las inten-
ciones y/motivos solo aparecen en momentos desconcertantes, cuando aparece un tipo
de conciencia llamada discursiva (Giddens 1995). Ahora, como se puede notar, todos
estos elementos son propios del agente, sin embargo, tienen consecuencias relevantes
en la idea de estructura de Giddens. La estructura denota en Giddens “las propiedades
articuladoras que consienten la ligazón de un espacio-tiempo en sistemas sociales: las
propiedades por las que se vuelve posible que las prácticas discerniblemente similares
existan a lo largo de segmentos variables de tiempo y espacio, y que presten a estos una
forma sistémica” (Giddens 1995:54). Como se muestra en esta cita, la estructura tiene el
aspecto de la continuidad espacio-temporal de unas prácticas similares.
El concepto de estructura de Giddens es de carácter relacional y tiene tres niveles,
desde el más abstracto hasta el más concreto: “Principios estructurales: principios de
organización de totalidades societarias, Estructuras: conjunto de reglas y recursos que
intervienen en la articulación institucional de sistemas sociales y Propiedades estructu-
rales: aspectos institucionalizados de sistemas sociales que se extienden en el tiempo”
(Giddens 1995:215). Esto nos pone en la búsqueda de la segunda respuesta: cuáles
son sus propiedades estructurales, y al respecto el punto de Giddens no puede ser más
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específico: permitir la continuidad, lo que logra por medio de elementos como las reglas
y recursos que se utilizan en la reproducción de las estructuras. Ahora, fuera de esta
propiedad de corte filosófico, nos podemos adentrar en cómo lograr realizar esta conti-
nuidad. Para Giddens, las estructuras articulando instituciones permiten la continuidad,
ya que tienen la propiedad de habilitar y restringir prácticas (Giddens 1995) a través de
sus dimensiones de significación, dominación y legitimación. Cada una de estas dimen-
siones tiene reglas y recursos propios, lo que da cuenta de la posibilidad de la similaridad
de las prácticas de los agentes, pues permiten comunicarse, tomar decisiones vinculan-
tes y sancionar imperativamente con consenso social. Como vemos, estas dimensiones
estructurales de los sistemas sociales, como los llama Giddens, nos permiten remitir la
respuesta a las preguntas de cuáles son las propiedades de la estructura, pero el problema
viene de inmediato: cómo llegan a surgir las instituciones o los principios estructurales,
tomando en cuenta que la estructuración se entiende a sí misma como: “Condiciones
que gobiernan la continuidad o transformación de estructuras y, en consecuencia, la
reproducción de sistemas sociales” (Giddens 1995:43).
Uno de los problemas del concepto de estructura de Giddens es el hecho de que
no acepte la idea de propiedades emergentes, como lo señala en su crítica a la idea
de constreñimiento en Durkheim (Giddens 1995:201). De este modo, si bien hay un
concepto de estructura y hay un concepto de instituciones, con principios estructurales
y dimensiones, estas no son sino propiedades de las cuales son portadoras los agentes
en sus prácticas sociales (Giddens 1995:200), llevando un argumento contra la idea de
constreñimiento como base de los hechos sociales, donde la posibilidad de la acción hu-
mana está limitada, afirmando de modo fuerte: “La teoría de la estructuración reemplaza
esta concepción por otra según la cual una estructura se urde en la misma libertad de
acción que en las diversas formas de sociología estructural, aparece como una categoría
residual e inexplicada” (Giddens 1995:204).
Podemos encontrar un parecido respecto de la teoría del individualismo metodoló-
gico: las estructuras sociales, si bien no tienen propiedades emergentes, tienen una deri-
vación de las prácticas de los agentes, las cuales se hacen portadores de las propiedades
estructurales por medio del registro en sí mismos de estas prácticas. Entonces se produce
teóricamente, aunque Giddens lo destaca como un comienzo, la idea de dualidad de
la estructura, donde agente y estructura se despliegan mutuamente. Así, en los agentes
la estructura funciona en sus prácticas y no fuera de ellas, la conciencia práctica las va
naturalizando; afirma Giddens que mientras mayor tiempo posean las prácticas y mayor
espacio cubran, más difíciles serán de transformar. Son las prácticas, entonces, las por-
tadoras de las propiedades estructurales, pero estas no pueden realizar sus propiedades
si las prácticas mismas no se reproducen. De esta forma, Giddens completa el cuadro
como un conflacionista central; sin embargo, no aparece el problema de la formación
y ya no emergencia de las estructuras. Hay una respuesta para esto y está predispuesta:
rutinización. La rutinización de las prácticas sociales se logra por medio del registro
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reflexivo de los agentes, los cuales con las conciencias práctica y discursiva del mundo,
generan expectativas cruzadas, sedimentando propiedades estructurales que limitan y
habilitan las prácticas. Las estructuras son un algo que realizan los agentes, como reglas
y recursos que vienen adosados a sus prácticas.
La evolución social, que es un concepto que aparece fuerte en Parsons y en Luh-
mann, es rechazado por Giddens, quien vuelve sobre la idea de cambio social, al igual
que Elster. Para Giddens, la vida social es en principio contingente, pero las propieda-
des estructurales de las prácticas le dan continuidad; “todo cambio social es coyuntural”
(Giddens 1995:272) e implica pérdida de continuidad de las propiedades estructurales
de las prácticas de los agentes, lo que a su vez implica un cambio social expresado en la
desorganización y reconstrucción de las instituciones y las relaciones entre estas, al punto
de poner en entredicho los principios estructurales en que se basa una institución. De esta
manera, el problema estará en la disponibilidad de los recursos y las reglas que forman las
estructuras; si hay cambios en esta disponibilidad se producirán cambios en la estructura
y pueden derivarse hasta los principios estructurales, como un cambio profundo.
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La teoría de Archer se presenta a sí misma como una teoría donde se utiliza como pro-
fusión las ideas de agente, estructura, cultura y propiedades emergentes. Su construc-
ción directamente dualista, sin entrar aquí en las definiciones epistémicas que defien-
den este punto, hace que se deba producir necesariamente una teoría de la emergencia
de propiedades emergentes tanto de la estructura como de la cultura y los agentes.
Archer identifica esta teoría como una “historia analítica de su emergencia que explique
por qué las cosas son así y no de otro modo” (Archer 2009:232); esta historia analítica
implica lógicamente nuestra pregunta por teoría de la emergencia de las propiedades
emergentes de la estructura. Para Archer, la estructura es uno de los dominios donde
se generan propiedades emergentes, la cultura es otro dominio y el agente otro, pero
el punto que nos convoca en este trabajo es efectivamente la estructura. La estructura
en Archer, como continuadora del principio de la teoría de la estructuración, se forma
como resultado de actividades agenciales, las que, en el caso de Archer, tienen una an-
terioridad temporal a los agentes que las realizan; de esta forma, estructura y agente tie-
nen una diferencia de temporalidad. Esta anterioridad le da a la estructura la condición
de no variación conjunta con el agente, ya que la estructura tiene poder causal sobre las
actividades, pero los agentes pueden “resistir, repudiar, suspender o dar un rodeo a las
estructuras” (Archer 2009:267). Con este breve punto sobre la postura metodológica
del dualismo morfogenético, podemos avanzar sobre la noción de estructura, tomando
en cuenta que el concepto de cultura también juega un papel en esta teoría, pero que
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La idea de estructura como concepto medio para la teoría de la sociedad resulta ser un
mecanismo indispensable, más allá de la condición de emergencia fuerte o débil de esta.
Todas las teorías analizadas la ocupan directamente o a través de un concepto símil; en
todos los casos la estructura parece garantizar la solución del mismo problema para la
teoría social: la continuidad de la sociedad y, si se quiere más radicalmente, la conti-
nuidad de la especie, que no soporta la mera condición agregativa de individuos que
persiguen individualmente sus intereses y deseos. La estructura y sus propiedades como
concepto tienen un gran rendimiento para la teoría sociológica, permitiendo explicar
estas condiciones de continuidad del orden social y su transformación por medio de sus
conceptos operativos de condicionamiento en tanto impedimentos y habilitaciones, en
todos los tipos de teorías con relaciones agente/estructura. Así, la socialización normati-
va, los imperativos funcionales, los acoples estructurales, los modelos de acción racional
de los juegos estratégicos, las rutinas naturalizadas, los condicionamientos estructurales
y culturales, cumplen el mismo rol dentro de las teorías de la sociedad. La pregunta que
quedaba entonces era cómo las teorías sociales responden a la emergencia de estos con-
ceptos tan relevantes para la explicación social. Todas las teorías sociales tienen articula-
ciones conceptuales diversas para responder tal pregunta, respuestas que no siempre son
explícitas y deben ser reconstruidas. Así, podemos establecer al menos cuatro criterios
emergentes de evaluación teórica: a) el tipo de emergencia de la estructura social, b) la
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Es perfectamente posible ordenar este problema, respetando la relación agente/estructura y su juego mutuo
mediante la reflexividad de los agentes. La primera estructura con propiedades emergentes o condiciones in-
transitivas que debieran enfrentar los seres humanos, pueden ser la naturaleza misma y la escasez de recursos.
Suponemos que estas condiciones naturales pueden empujar hacia la generación de instituciones que tengan
posteriormente propiedades emergentes propias, formando estructuras plenamente sociales.
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