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Homilia Mier 25 Sept 2019
Homilia Mier 25 Sept 2019
1.- Hoy la primera lectura fue tomada del Libro de Esdras, tenemos ya varios días
escuchando la lectura de este libro y ya vamos por el capítulo 9. El libro cuenta
en sus primeros capítulos el retorno de los primeros exiliados y la reconstrucción
del templo de Jerusalén de mano de los judíos liberados de su esclavitud por el
rey Ciro, rey de Persia, quien movido por Dios, los envió con plata, oro, bienes,
ganados y ofrendas voluntarias para la reconstrucción del templo.
2.- Pero algo pasó. Los judíos estaban mezclados con los que no compartían su
religión y su fe. Esdras se da cuenta que la comunidad judía perderá su fuerza y
la conciencia de su originalidad de pueblo escogido por Dios si no se aparta de
toda convivencia con los demás, de toda convivencia con otras religiones y otras
creencias. Entonces Esdras levantó murallas para la no relación de judíos con los
no-judíos como la prohibición del matrimonio con otras razas diferentes. Y esta
es quizás una de las razones de tanta oposición de los judíos a Jesucristo pues Él
vino a suprimir las barreras, tanto para el matrimonio como para los alimentos
y la convivencia con los no-judíos.
3.- Los cristianos de ahora podemos sacar de aquí una conclusión: si bien nos
corresponde ser el fermento de la masa, conviviendo sin prejuicios con hombres
de todas las creencias, no podemos contaminarnos con la práctica de sus
creencias, no se puede ser un cristiano mezclado, por ejemplo, con la santería,
ni con ningún tipo de creencia religiosa ajena de nuestra Iglesia. Se nos exigen
prácticas, gestos y símbolos propios de nuestra religión, aceptados por todos los
que ingresamos a nuestra comunidad. Ahora la cuestión está entonces en cómo
abrirse para acoger a los no convertidos, con todos los riesgos que esto implica,
salvaguardando al mismo tiempo la integridad de la fe.
4.- En la segunda lectura tenemos la confesión de San Pablo a su discípulo
Timoteo. En esa carta San Pablo reconoce haber sido blasfemo y perseguidor de
la Iglesia de Cristo. Y habla de cómo el Señor, a pesar de todo eso, le había
perdonado y le había tenido la confianza para ponerlo a su servicio, para hacerlo
su apóstol a pesar de no haber conocido personalmente a Jesús antes de su
resurrección. San Pablo le asegura a Timoteo, y también a cada uno de nosotros,
que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores. Recordemos eso
nosotros, el propósito de la venida de Cristo al mundo fue para buscar y salvar a
los pecadores, a San Pablo que se confiesa el más grande pecador, a mí que debo
seguirle en orden de pecados, a cada uno de nosotros.
6.- Con ese Sacramento recuperamos la Gracia que perdemos por el pecado y
nos hacemos dignos de acercarnos a la comunión sacramental, por eso siempre
les digo: aprovechen cada vez que venga un sacerdote a Celebrarles la Misa. No
lo dejen ir sin que les administre el Sacramento de la Confesión. Y oren para que
Dios siempre les envíe a sus sacerdotes a esta comunidad y para que pronto sea
elevada a parroquia y tengan fijo un sacerdote que atienda las necesidades
espirituales que tienen.
7.- El Evangelio por su parte nos habla de tres parábolas de Nuestro Señor
Jesucristo sobre el perdón y los pecadores. Son parábolas que muestran
gráficamente cómo es la misericordia de Dios. La primera es la de la oveja
perdida. El Señor es el pastor preocupado por una ovejita que forma parte de un
rebaño de cien ovejas. Y el pastor no descansa hasta que la busca, la encuentra
herida, la cura, la monta sobre sus hombros y la trae alegre de vuelta casa. En el
tiempo de Jesús los pastores eran considerados como los más humildes, por eso
Jesús utiliza esa figura para hablar de la misericordia de Dios. Estamos en una
zona donde abundan los criadores de chivos y ovejas, ¿hay alguno aquí? Bueno,
el dueño de las ovejas hizo lo que nadie haría: dejar a las 99 ovejas en el desierto
e ir detrás de la oveja perdida.
8.- Sólo Dios mismo puede tener esa actitud. Jesús quiere que el fariseo y el
escriba que hay dentro de cada uno de nosotros tome conciencia. Los fariseos y
los escribas abandonaban a los pecadores y los excluían. Nosotros seguramente
decidiríamos abandonar la oveja perdida y resguardar las que nos quedan, nunca
iríamos tras la oveja perdida. Pero Jesús se pone en lugar de la oveja que se
perdió. Jesús hace saber a ellos y a nosotros: si te sientes perdido, pecador,
recuerda que para Dios tú vales más que las 99 otras ovejas. Dios te sigue; y en
caso de que tú te conviertas, tienes que saber que habrá más alegría en el cielo
por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tienen necesidad
de conversión.
10.- Esta parábola nos muestra cuán importante somos para Dios y cómo
siempre está en la búsqueda de nosotros que somos su tesoro más preciado. Por
eso tengamos presente lo valioso que somos para Él, por eso siempre nos busca
y viene a nuestro encuentro. Y finalmente, el Evangelio nos narra esa bellísima
parábola del hijo pródigo que dice como el Salmo Responsorial: me levantaré y
volveré a mi Padre. Todos somos hijos pródigos cuando nos alejamos de Dios y
también todos somos el hermano mayor del hijo pródigo cuando preferimos la
justicia en lugar de misericordia. Entonces, ¿cuál debería ser nuestra actitud? La
del Padre amoroso que perdona y recibe en sus brazos al hijo pecador que vuelve
arrepentido.
11.- Dios, como el padre del hijo pródigo, está esperando el regreso de su hijo
perdido. Cada día sale a nuestro encuentro, cada día mira a lo lejos a ver si nos
ve venir. Y cuando nos ve se llena de una alegría tan grande que lo único que
piensa es en celebrar, y repite: “porque este hijo mío había muerto y ha vuelto
a la vida; se había perdido y ha sido hallado”.
12.- Ante esta última parábola cabe preguntarse: ¿con cuál de estos personajes
me identifico: con el hijo pródigo, con el hijo mayor que a pesar de estar viviendo
en la casa del Padre no conoce su amor o con el Padre que perdona, abraza y
recibe? ¿Quién estaba más perdido? ¿El hijo pródigo o el hijo mayor? El perdón
y la misericordia de Dios son tan grandes, tan grandes que los hombres no somos
capaces de comprenderlas.