Introducción
El Padre Edípico.
El complejo de Edipo fue un aspecto central en la teorización de Freud y hoy por hoy
es pilar principal de la teoría psicoanalítica. Se caracteriza, como bien sabemos por
que el o la infante experimentan deseo sexual por la madre (o padre) acompañado de
impulsos agresivos hacia el padre del mismo sexo a quien considera rival.
Normalmente, estos afectos son inconscientes, así como su posterior resolución y
solo algunos derivados alcanzan vía hacia la consciencia.
Así mismo el complejo de Edipo involucra una lucha interna y dolor además del
deseo que toma su fuerza de los instintos de conservación enfrentando al mundo
social que impone restricciones a la satisfacción del deseo. De manera conjunta, se
vive un duelo por la pérdida del mundo infantil y su inocencia, un mundo en el que se
creía que todo era posible y en el que realmente se amaba y se era amado por los
padres. Este momento, implica un cambio estructural en la mente, ya que
anteriormente existía una autoridad externa, representada en la voz de los padres la
cual determinaba acciones y prohibiciones esta pasa a operar desde dentro de la
mente, ahora es sentida por el niño como su propia mente.
Para este tiempo, los objetos de madre y padre se encuentran ya bien establecidos y
es el padre el representante de la prohibición. EL cómo llega a ostentar este título y
ser visto como autoridad y representante del poder es poco claro, sin embargo el
autor atina a mencionar que la teoría psicoanalítica no es prescriptiva, sino
descriptiva. Expresa lo que se observa. Muy probablemente esta asociación de roles
sea debida a los roles culturales establecidos para hombres y mujeres y expone que
probablemente las asociaciones de estos roles y los padres se encuentren presentes
desde antes del complejo de Edipo.
Hay dos aproximaciones a como los padres pasan a existir como fuente de poder y
autoridad dentro del mundo interno.
Para Freud, el origen estaba situado en disposiciones heredadas desde tiempos
inmemoriales. Retoma en Totem y Taboo la idea de un padre primitivo el cual tenía
un rol dominante y posesivo, el cual fue muerto por sus propios hijos. Resultado de
este asesinato, la representación internalizada de este padre, más el sentimiento de
culpa proyectado hacia el objeto dio como resultado la figura aún más poderosa de
un padre.
Tanto para Klein como para Bion, existe cierto instinto epistemofílico el cual sugiere
que tenemos capacidad de saber innata, por lo cual los saberes solo se
“confirmarían” en el mundo real, pero ya vendrían “pre-cargados” en los bebés.
Para Lacan, la explicación se da a partir del lenguaje. Para este autor, el significado
pre-existe al individuo, es decir que existe por sí mismo fuera del “hablante”, se
encuentra localizado a través de una cadena de significantes. Un ejemplo es que es
imposible pensar sobre el color blanco, sin pensar (o tener en cuenta o en relación)
en el color negro, como su opuesto binario o en toda la demás gama de colores y en
cuya relación lo blanco cobra un sentido.
Para Lacan, cuando un sujeto entra en el orden simbólico del lenguaje, queda
alienado, es decir ciertos elementos tienen su origen en “otro” y no en la relación
“real” la cual queda fuera de lo que el lenguaje puede describir. Para Lacan, esta
alienación es simíl a la castración que sufre el individuo para poder formar parte del
orden simbólico que nos humaniza.
Esta “castración” es asociada al “nombre del padre”, de ese simbolo creado a partir
de los roles y funciones sociales establecidos. Este símbolo -según Davids- Tendría
su origen en la envidia que sienten los hombres hacia el rol reproductivo de la madre,
ya que en cierto modo vendría a ser una compensación a la profunda desigualdad ya
que un bebé, solo necesita para sobrevivir física y psiquicamente a una mujer, por lo
que en ultima instancia el hombre tendría envidia de la primacía de la madre.
El Padre de la infancia.
Tal se mencionó arriba, para sobrevivir solo se requiere de uno de los padres. La
supervivencia después de nacer depende de tener una relación con un cuidador
primario, que es usualmente la madre,
En esta primera etapa de desvalimiento, el bebé no es capaz de entender que la
figura nutricia y dadora de gratificaciones es la misma que la madre deprivadora.
Debido a que los bebés utilizan el mecanismo de escisión para mantener los dos
objetos separados en la mente, uno idealizado, la madre buena, nutricia y otro que es
persecutorio. Para proteger el objeto bueno, el malo es proyectado mediante la
identificación proyectiva. Esto representa un problema cuando ambos objetos se
encuentran en la madre. Así se abre la posibilidad para que el padre sea quien reciba
la identificación proyectiva del bebé, haciendo la función de un reservorio para el
objeto malo proyectado. Así el bebé puede encontrar en su madre solo la mitad
buena del objeto escindido y poder ser calmado en momentos de angustia. El papel
del padre como objeto parcial puede ayudar a mantener la calma del bebé.
Del infante, al chico, al hombre y al padre.
EL autor piensa que los humanos formamos parte de un orden bio- cultural y plantea
que en función de que este orden social logre sobrevivir es necesario que los sujetos
lleven a cabo una acomodación de elementos en los que requieran a ambos padres
para que se repartan las tareas de maduración.
Dado que la primacía de la capacidad reproductora de la mujer puede generar
demasiada envidia, se resuelve hacer una división de responsabilidades: es del
dominio de la madre la supervivencia del individuo, esto incluye la nutrición del
infante y niño, mientras que el padre se encargará de habilitar a los niños en la
sociedad como humanos.
En cierto modo el padre al ser el resevorio de las cosas malas, permite que la madre
lleve a cabo mejor su función de promotora de la supervivencia del niño. Tras ir
elaborando la posición depresiva, el bebé da cuenta de la existencia de ambos
padres como objetos totales, lo que da por resultado la catectización ambivalente de
ambos objetos.
Dado que el padre esta asociado como el agente de la castración se vuelve la figura
de autoridad en la mente y será el responsable de romper la realización de deseos en
la fantasía e impulsará la sumisión y el interés hacia las leyes humanas.
Este padre interno, es vuelto a resignificar en la adolescencia, en la cual es
nuevamente percibido como depositario de fantasías agresivas y sexuales. A pesar
de que la resolución es compleja, los chicos suelen identificarse con el padre, quien
posee a la madre, lo cual abre la puerta al pasaje a la paternidad.
Volverse padre conlleva identificarse con el padre interno en formas reales y
concretas.
En resumidas cuentas la trayectoria del desarrollo del objeto interno del padre es
compleja: pasa de de la fase inicial de escisión en la que es el reservorio del objeto
malo, a una más real y completa, cuando se elabora la función depresiva, pasa
también por ser la figura de autoridad capaz de la castración del periodo del complejo
de Edipo, al padre real, sexual y agresivo reencontrado en el cuerpo del adolescente.