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Desde el comienzo de los tiempos, nuestros oídos nos ayudaron advertir peligros cercanos.
Hoy en día su función sigue siendo la misma, pero los peligros actuales son diferentes de lo
que eran en el pasado. Los sonidos no deseados pueden tener efectos graves para la salud,
tales como: pérdida auditiva, presión alta, dolores de cabeza, cambios hormonales,
enfermedades psicosomáticas, trastornos del sueño, reducción del rendimiento físico y
mental, reacciones de estrés, agresividad, sentimientos constantes de displacer y reducción
general de nuestro estado de bienestar.
Teniendo en cuenta esta lista de efectos colaterales, sería ridículo dejar el confort acústico de
nuestros espacios sólo para los especialistas. Cuando los arquitectos tienen la conciencia del
confort acústico, el resultado final puede ser extraordinario.
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https://www.archdaily.pe/pe/911307/principios-basicos-de-acustica-los-arquitectos-no-
deberian-dejar-todo-a-los-especialistas Principios básicos de acústica: los arquitectos no
deberían dejar todo a los especialistas.
Así funciona el confort acústico
Incluso durante el sueño, nuestro oído externo, medio e interno reciben, transmiten y detectan
el sonido, respectivamente. Las presiones sonoras hacen que el tímpano vibre, estimulando
los nervios en el oído interno. Las diferencias en la presión determinan el volumen (medido en
decibelios), mientras los ciclos de vibración por segundo determinan el tono o la frecuencia
(medida en Hertz).
La calidad acústica interna depende de cuán bien se controlan las fuentes de sonido. Los
ruidos externos, internos, de impacto y emitidos por equipos se transmiten a través del aire o
de la textura del edificio. La forma en que el oído humano percibe el sonido depende
directamente de los niveles de reverberación y absorción dentro del edificio.
Sí, es difícil predecir el sonido con precisión, pero es imprescindible prever los niveles de ruido
externos a través del análisis del sitio y una narrativa explicando los requisitos de desempeño
del edificio, la estructura del edificio y las necesidades de equipo técnico. Los análisis en el
sitio no pueden ser reemplazados por simulaciones computacionales, ya que no tienen oídos
humanos. En última instancia, el rendimiento acústico se reduce a los acabados.
(Saint-Gobain / illustration by
Elisa Géhin)
En este punto es preciso que los arquitectos deban estar más involucrados, pues es donde
pueden marcar la diferencia en el diseño y la expresión del edificio (exterior e interior). Hay
una gran variedad de materiales personalizables disponibles, tales como paneles acústicos de
pared y forro que son una excelente manera de reducir los reflejos sonoros. También el vidrio
acústico integra una capa intermedia de película para disminuir la transmisión de sonido sin
sacrificar la transparencia, y esto puede ser una gran manera de crear subdivisiones interiores
en espacios modernos y reducidos, por ejemplo. Y nunca debemos olvidar el uso y la
aplicación correctos del sellador a prueba de sonido, que evita que los ruidos no deseados
escapen de una habitación a través de fallas mínimas y grietas. Finalmente, una prueba in situ
garantiza que se alcanza el rendimiento especificado.
( Jeffrey Totaro)
La acústica es un elemento clave en todos los tipos de construcción, desde hospitales,
edificios educativos, centros deportivos hasta residenciales o lugares de trabajo y música.
Cada tipología en la arquitectura tendrá sus propios requisitos acústicos y es por eso que los
arquitectos y arquitectas no pueden proyectar un edificio cómodo y sostenible sin la
investigación y el conocimiento anteriores.
Para alcanzar un espacio acústico perfecto, debemos estar conscientes de los materiales
tecnológicamente avanzados que mantienen la acústica de clase mundial. A medida que las
ciudades se densifican, los vecinos se vuelven más cercanos (físicamente, claro está), las
personas trabajan en casa y los edificios adquieren cada vez un programa más mixto que
nunca, los paisajes acústicos internos están evolucionando. El cambio climático ya ha
amplificado los niveles de ruido, aumentando nuestro uso de sistemas de aire acondicionado.
Las tempestades se están intensificando, provocando más vibraciones. Nuestros edificios van
a exigir un mejor aislamiento para proteger a los ocupantes de los ruidos internos y externos.
Al final de cuentas, la manera como oímos en un espacio afecta no sólo nuestra apreciación,
sino también nuestra productividad, nuestra capacidad de aprender, nuestro sueño,
comodidad y bienestar general.
(Event Hall / SPACES
Architecture. Imagen © Guillaume Girod)
https://www.xataka.com/audio/auriculares-con-cancelacion-activa-del-ruido-como-funcionan-
ventajas-e-inconvenientes
Auriculares con cancelación activa del ruido: Cómo funcionan, ventajas e
inconvenientes
Uno de los factores determinantes en la calidad final del sonido que percibimos a través de
nuestros auriculares de alta fidelidad es el ruido ambiente, sobre todo si vivimos en
vecindarios ruidos y no tenemos una sala acústicamente aislada, o nos encontramos en
lugares públicos o sencillamente viajando en cualquier medio de transporte.
Existen varias fórmulas para evitar el molesto ruido ambiental, o por lo menos para
minimizarlo hasta el punto de que deje de ser perceptible para una gran mayoría de usuarios,
que podemos clasificar en tecnologías activas y pasivas.
Las técnicas pasivas son conocidas habitualmente como sistemas de aislamiento acústico y
su misión es evitar que el sonido exterior entre a nuestro sistema auditivo, para lo cual lo
habitual es interponer material aislante entre la carcasa o parte externa del auricular y la parte
que va a ir pegada a nuestra oreja u oído.
Es la tecnología más simple, barata y que habitualmente se utiliza en todos los auriculares
con mayor o menor fortuna. Sin embargo tiene el inconveniente de que no cancela el ruido
exterior, sólo lo atenúa (en valores que pueden ir de 8 a 20 dB dependiendo de los
materiales empleados, de si rodean total o parcialmente la oreja o si son intrauriculares) y
dependiendo del aislante empleado puede que no funcione bien a bajas frecuencias (por
debajo de 100 Hz).
Cancelación Activa del Ruido: Qué es y cómo funciona
Si queremos ir un paso más allá y eliminar en todo lo posible el ruido exterior, debemos optar
por los conocidos como sistemas de Cancelación Activa del Ruido o ANC (del inglés Active
Noise Control). ¿En qué consisten? Pues basan su funcionamiento en la teoría de
interferencias de ondas.
El sonido es una onda de baja frecuencia (el límite de percepción humana se sitúa por debajo
de 20 o 22 KHz) que cumple con el principio de superposición de la teoría de ondas, que
podríamos resumir como que cuando dos o más ondas inciden o se encuentran en un mismo
punto, la onda total resultante es el vector suma de las ondas incidentes.
Trasladado al mundo de los auriculares, la señal original es la suma de la señal que queremos
escuchar, es decir la música, más el ruido de fondo ambiental que nos rodea. La señal
artificial será una onda sonora creada por un circuito electrónico que cancelará este ruido
ambiente.
¿Como lo hace? Pues primero, a través de uno o varios micrófonos situados en el cuerpo
del auricular o en el cable recoge el ruido que le llega y mediante un procesado del mismo
genera una señal igual pero de fase opuesta que al reproducirla junto a la señal original dará
como resultado la interferencia destructiva y un sonido libre de ruidos externos.
O eso por lo menos dice la teoría, ya que la cancelación activa de ruido no es perfecta al
100% (aunque por lo general consigue reducir el ruido en más de 25 o 30 dB) y su
funcionamiento está limitado por las frecuencias principales que conformen la señal de ruido.
Así, por ejemplo, lo habitual es que funcione muy bien si tenemos un ruido de baja
frecuencia y de tipo constante como el producido por el motor de una avión, un coche,
incluso el zumbido de los ventiladores de un equipo informático (aquí tenéis un ejemplo de
esta técnica aplicada a reducir de forma activa el ruido de los típicos ventiladores del
ordenador). De hecho, hay auriculares que incorporan modos de audición predefinidos para
cada una de estas situaciones, como por ejemplo el ATH-ANC9 QuietPoint.
La primera y más inmediata desventaja de la cancelación activa frente a los sistemas sólo
pasivos es que necesitan energía externa para hacer funcionar el sistema de detección de
ruido y generación de ondas en desfase. Esta energía se suele proporcionar o bien mediante
el propio conector USB del auricular (si es que usa este sistema), o bien mediante pilas
pequeñas (normalmente de tipo AAA) o baterías recargables, un factor a tener en cuenta si
pensamos llevarnos el auricular de viaje.
Bueno, y después de toda esta charla teórica, vamos a lo que importa: ¿qué tal funcionan este
tipo de auriculares en casos reales?, ¿es una tecnología adecuada para mí? Pues como en
casi todo depende de cada caso y modelo de auricular, pero en general suelen dar muy
buenos resultados en casos de ruido ambiental monótono de baja y media frecuencia como
los ya comentados anteriormente (motores de aviones, coches, autobuses, trenes,
ventiladores de equipos informáticos, ruidos de fondo en cafeterías, aeropuertos, etc.) Aquí
podéis escuchar una simulación de estos sistemas en funcionamiento.
https://www.tendencias21.net/El-ruido-de-los-aviones-genera-factores-no-acusticos-en-la-
poblacion_a5673.html
El ruido de los aviones genera factores no acústicos en la población
Los condicionantes psico-sociales son más difíciles de gestionar que la huella acústica
El ruido y la contaminación acústica son algunos de los grandes retos del transporte aéreo. La
gestión convencional de este problema se ha centrado, y sigue centrada en muchos casos, en
el componente acústico. Jason Schwartz y Pieter Jan M. Stallen firman dos artículos cuya
conclusión va más allá: el ruido trae consigo factores acústicos y no acústicos importantes. El
primero está vinculado a la huella acústica (que en España no supera los 60dB). El segundo
tiene que ver con condicionantes psico-sociales, más difíciles de gestionar. Por Juan R. Coca.
Schwartz se pregunta, si el informe ICAO Environmental Report 2010 – Aviation and Climate
Change afirma que las aeronaves actuales son un 75% más silenciosas que las que se
fabricaban hace 50 años, por qué el ruido sigue siendo la causa más importante a las
expansiones de los aeropuertos por parte de las comunidades humanas en todo el mundo. De
hecho, sigue diciendo, el análisis de ruido acumulativo muestra que la exposición a la
contaminación acústica actual es mucho menor de lo que era hace 2-3 años.
Contextualizando el problema
El ruido es uno de los elementos negativos con los que tiene que luchar el sector del
transporte aéreo por los posibles efectos adversos que produce en la población. En este
sentido, y como ejemplo extremo, el grupo de investigación en instrumentación y acústica
aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid ha realizado un estudio en la aviación militar
enfocado a las personas que trabajan en cabina y en tierra. En esta investigación se
comprobó que la emisión sonora de baja frecuencia en niveles superiores a 100 dB, causa
efectos a nivel cardiovascular por efecto de la presión.
Este caso nos muestra la necesidad de reducir la producción de ruido tanto en las aeronaves
como en los aeropuertos para evitar posibles efectos adversos en la salud humana tanto de
las poblaciones cercanas a aeropuertos como de los trabajadores. Pese a esto es preciso
tener en cuenta que las aerolíneas de todo el mundo transportar a un número elevado de
pasajeros y a una gran cantidad de mercancías, lo que supone un condicionante económico
que no puede ser eliminado. De hecho, actualmente los números rondan el 2,3 millones de
pasajeros y los 38 millones de toneladas de carga en servicios regulares. Además, todo
parece indicar que el tráfico de pasajeros crecerá con una tasa promedio cercano al 5% (4,8%
según el ICAO Environmental Report 2010) hasta el año 2036.
Estos datos hacen prever que será necesario incrementar los aeropuertos ya que éstos
tendrán que asumir un mayor número de aeronaves. De tal manera que, obviamente, el ruido
potencial también se verá incrementado. En este sentido, en 2006, la población mundial
expuesta a un ruido de unos 55 DNL (niveles de sonido día-noche) provocado por los aviones
fue aproximadamente de unas 21 millones de personas. Estos datos, en base a los
condicionantes anteriormente expuestos, parece que crecerán anualmente en un rango del
0,7%-1,6% hasta el año 2036.
Un problema complejo
El Dr. Pieter Jan M. Stallen ha firmado, recientemente, otra columna sobre este tema aunque
esta vez para la red científica mundial sobre investigación y política de la aviación (worldwide
scientific network for aviation research and policy: Airneth). En ella el Dr. Stallen afirma que el
ruido un conjunto complejo de factores que no se limitan a una cuestión física relativa a la
cantidad de decibelios producidos por los aviones y sufridos por la población. Algo semejante
a esto también lo afirma Schwartz.
Por esta razón, aunque (como ya hemos informado previamente en Tendencias21), gracias a
los desarrollos tecnológicos de los últimos años, las aeronaves que operan en España han
minimizado la contaminación acústica generada. Ello es así hasta el punto que, en lo que a
ruido se refiere, las aeronaves que operan en nuestro entorno disponen de un amplio margen
en el cumplimiento de los estándares internacionales. Esta distancia entre los niveles límites
para cada aeronave y los valores que emite, ha aumentado, de media, un 49% más de
margen en el periodo 2000-2009, reflejando de nuevo la continua mejora tecnológica. Pese a
estos datos, y como hemos dicho antes, siguen habiendo reacciones adversas al ruido de los
aeropuertos.
El ruido, afirma D. Pieter Jan, posee tanto un factor físico como un factor social. De hecho, en
unas de las primeras investigaciones sobre la respuesta de la comunidad al ruido de los
aviones en los Estados Unidos de América, en la década de los 50, se comprobó que los
factores psicológicos tenían un poder predictivo en la respuesta. Es decir, en función del tipo
de exposición de las personas al ruido, éstas desarrollarán una determinada respuesta
afectiva unívoca a una nueva exposición.
Por lo tanto, actualmente la ciencia ha reportado unos hallazgos de gran importancia a la hora
de reducir los impactos negativos de la exposición de las viviendas de las personas a los
sonidos de las aeronaves. Por un lado, se ha mejorado notablemente la capacidad de
reducción a nivel físico (decibelios) del ruido en el entorno de los aeropuertos y el generado
por las propias aeronaves. En este sentido la NASA ha anunciado hace poco una nueva
tecnología para la reducción de ruido: Chevron. Por otro, se sabe que existen unos factores
contextuales que influyen conjuntamente en lo que Stallen denomina como complejo
psicológico y fisiológico.
Schwartz distingue entre dos factores relacionados con la reacción de las personas al ruido:
acústicos y no-acústicos. Estos últimos, hacen referencia, en buena medida, a la forma de los
aeropuertos, a la industria y a la percepción de las personas expuestas al ruido. En este
sentido, el hecho de que la opinión pública se sienta excluida o no de un determinado debate
y/o proceso de participación en la toma de decisiones condiciona la reacción posterior de las
personas.
Este plan sólo se limita a considerar la huella acústica como factor relevante en la gestión de
ruido. De tal manera que dicha huella se ha configurado en un límite de 60 dB durante el día,
60 dB por la tarde y se reducen a los 50 dB por la noche. Estos datos reducen en 5 dB el
rango anterior que era de 65 dB por el día y 55 dB por la noche.
No obstante, si nos guiamos por las afirmaciones del Dr. Stallen es necesario incrementar los
factores a tener en cuenta para una adecuada gestión del ruido. En este sentido Stallen
considera que los factores críticos que deben ser tenidos en cuenta son el factor “crisis”, el
“liderazgo” y el “sentir general”. Con crisis se hace referencia a los cambios repentinos a la
exposición al ruido que pueden traer consigo problemas de salud. En referencia al liderazgo
se hace mención de la capacidad de gestión de urgencia en el sector ante los posibles
problemas y diferencias de intereses. Por último, al hablar del sentir general Stallen considera
los sentimientos profundos y compartidos que se ponen en juego a la hora de afrontar esta
problemática por parte de la sociedad.
Schwartz, de una manera menos teórica y más pragmática, afirma –entre otras cosas– que es
posible desarrollar medidas concretas que mejoren la percepción social. De hecho, afirma que
es importante que los aeropuertos promuevan el conocimiento de los programas de mejora de
las condiciones de la comunidad y, además, es positivo que los responsables de la gestión se
aseguren que aquellas personas afectadas negativamente tengan la oportunidad de
beneficiarse.