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Título: Las nuevas tecnologías y el Derecho


Autor: Branciforte, Fernando O.
Publicado en: LA LEY 22/07/2019, 22/07/2019, 1
Cita Online: AR/DOC/2232/2019

Sumario:  I. Introducción.— II.  La  tecnología  blockchain.— III. Generando  bloques  ­  minería.—  IV.


Conociendo el bitcoin.— V. El avance de los Smart Contracts.— VI. Conclusiones.

La tecnología avanza de forma acelerada y está en nosotros adaptarnos a ella o ponerle


trabas, habrá que despertarse a este nuevo mundo y regularlo para favorecer a todos.
Desde aquella persona que quiere invertir en criptomoneda o aquella empresa que
eventualmente reciba un pago de esta forma, hasta a aquel consumidor que deben
prestarle un servicio o abonarle una indemnización.
(*)
I. Introducción
Debemos comenzar analizando la sociedad moderna, cuyas características son diferentes a las de varios años
atrás.
Hoy vivimos en un mundo acelerado donde la tecnología ocupa nuestra realidad.
Las sociedades buscan mayor libertad, agilidad, globalización, publicidad y, por supuesto, disminución de
costos en la producción y entrega de servicios.
Ello echa nuevos cimientos para construir relaciones, ya sea entre personas, o entre empresas y/o empresas y
personas.
En la actualidad, la confianza, la seguridad, la publicidad, las redes sociales, son los nuevos paradigmas que
nos determinan día a día.
Estos nuevos paradigmas generaron profundos cambios en la sociedad; y, como sucede con todo cambio,
aparecieron miedos y muchos rechazos.
En el sistema judicial lo hemos visto claramente al actualizarse a través de la digitalización. Actual modelo
aplaudido y rechazado por igual.
Es en este nuevo sistema social tecnológico donde nace el bitcoin, blockchain y son estas innovaciones que
hoy nos ocupan y se escuchan en boca de todos.
Años atrás era imposible pensar en comunicarnos si no era por un teléfono de línea; hoy existen infinidad de
formas de comunicación: de aquel papel carta llegamos al mail, o más aún al WhatsApp.
Ya nadie envía una carta a otra persona, salvo por un afán nostálgico, pero los nuevos avances han ido
absorbiendo a los antiguos sistemas.
En este contexto aparece el adjetivo disruptivo, como forma de referirse a esto que nombré: a un nuevo
sistema que, como si fuese un pacman, come al sistema anterior y se coloca en su lugar.
Y los sistemas disruptivos tienen justamente que ver con estas nuevas formas de ver a la sociedad.
En   un   primer   momento   fueron   las   redes   sociales   como   Facebook,   Instagram;   luego   los   sistemas   de
comunicación como WhatsApp, Snapchat.
Modelos de negocios como Uber, Airbnb, Mercado Pago, entre otros, han generado una revolución que hoy
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va en aumento con la aparición de las Fintech.
Pero   para   que   estos   sistemas   funcionen,   necesitaron   generar   la   confianza   necesaria   para   que   la   gente
comience a utilizarlos.
Y cuanta más confianza generan, mayor masificación obtienen.
Queda claro que esto no es ninguna ciencia, es el claro reflejo de la realidad social que hoy vivimos.
II. La tecnología blockchain
Es con base en estas nuevas ideas que, en el año 2008, un grupo de personas bajo el pseudónimo Satoshi
Nakamoto deciden crear un protocolo de red descentralizada, accesible a todo el público, con capacidad de
verificación también descentralizada y completamente segura por su sistema criptográfico.
Es decir, este sistema absorbía las ideas de inmediatez, agilidad, disminución de costos y confianza que
estaba pidiendo a gritos el mundo moderno.
Un año después, se crea la famosa criptomoneda denominada bitcoin, que se comienza a utilizar en el año
2010. Según cuenta la historia, su primer uso fue para comprar una pizza que, por ese entonces, se pagó 10
bitcoins (hoy más de 80.000 dólares).
Ahora bien, este sistema creado  por Nakamoto, es conocido  como tecnología  blockchain  (o cadena  de
bloques). 
Básicamente blockchain es una cadena de bloques interconectados (1).
Para una clara interpretación podemos utilizar la analogía de libros contables digitales que en su interior
tienen datos de transacciones y que cada libro está conectado con el otro, formando una cadena, y replicado en
varios nodos.
Para entender al sistema blockchain debemos imaginar una cadena donde cada bloque es un libro contable
que está encriptado y enlazado al bloque siguiente, de modo tal que no se puede modificar uno sin afectar a otro.
Asimismo, cada bloque o libro contable, va a estar replicado en todo el sistema de nodos. Esto genera una
característica de publicidad, por lo cual va a ser visible en todos los nodos miembros del blockchain, de modo
que si se modifica en un nodo, en otros, por ejemplo, seguirá diferente, lo cual también le da carácter de
seguridad, ya que una vez ingresado el dato no se podrá borrar si no hay consenso de todos.
Así vemos otra característica que es la descentralización, donde no hay un ente central que establezca las
reglas sino que el sistema se maneja por consenso de todos los nodos.
Como podemos observar, el sistema blockchain cumple con los hitos que actualmente reclama la sociedad
(inmediatez, descentralización, seguridad, publicidad y confianza).
El siguiente diagrama puede facilitar el entendimiento del sistema.
Primero, como dijimos, el sistema es una cadena de bloques.

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A su vez cada bloque contiene información, compuesta por el hash (que es el código del anterior bloque, un
resumen   de   este);   los   datos   del   bloque,   como   podrían   ser   una   o   más   transacciones,   datos   del   contrato   y
finalmente el código criptográfico.

Por   otro   lado   están   los   nodos,   que   no   son   ni   más   ni   menos   que   computadoras   de   gran   capacidad
interconectadas por todo el sistema.

Así cada vez que se genera un nuevo bloque, este contendrá el hash, que va a ser un resumen de los datos del
anterior bloque (es por eso que si se modifica uno, este último también va a verse afectado).
Luego la información.
Y finalmente el código criptográfico que es lo que genera la seguridad. Este código se genera en todos los
nodos a la vez.
El sistema está creado para que cada 10 minutos aproximadamente se cree un nuevo bloque.
III. Generando bloques ­ minería
Al momento de cargar nuevas transacciones de criptomonedas o datos se comenzarán a generar nuevos
bloques en los diferentes nodos.
Entonces todas las computadoras de los nodos comienzan a trabajar a la vez agregando la información del
bloque y buscando este código criptográfico que tendrá 0000 y luego un número de 28bits.
El sistema consiste en una carrera de tiempo a ver qué nodo lo encuentra primero. Aquel que lo encuentre
repetirá la información entre el resto de los nodos que verificarán si está bien y, en cuyo caso, armarán el mismo

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bloque.
Este sistema se llama minería y los nodos son los mineros.
Justamente lo que se quiere equiparar es que el sistema blockchain sea algo así como la mina; y el bitcoin o
su criptomoneda, el oro que es encontrado por un minero.
La   realidad   es   que   hoy   en   día   hay   grandes   empresas   que   tienen   galpones   llenos   de   CPU   encargadas
específicamente   de   minería,   incluso   grandes   marcas   como   Intel,   Asrock,   Nvidia,   entre   otras,   han   sacado
procesadores y placas de video exclusivas para dicha utilidad.
¿Cuál es el fin? Aquel nodo o minero que encuentre el código inmediatamente tendrá acreditada cierta
cantidad de bitcoins que hoy son 12,5 (casi 90.000 dólares). Justamente viene a ser algo así como que el minero
descubre los bitcoin del sistema.
Entonces habiéndose creado el bloque, se comienza a trabajar en el siguiente y así sucesivamente.
Este es el funcionamiento del sistema blockchain.
IV. Conociendo el bitcoin
Ahora   bien,   volviendo   puntualmente   a   la   criptomoneda   llamada   bitcoin,   en   el   punto   anterior   hemos
aprendido que aparece por medio del sistema de minería y que se transmite a través de los bloques que se van
generando.
Pero esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué es puntualmente el bitcoin? (2)
Lo primero que hay que saber es que el bitcoin es finito, no hay un número infinito, nueva similitud al oro y
a una mina; el protocolo bitcoin fue creado para que al menos hoy se puedan extraer solo 21 millones de
bitcoins,   cada   vez   que   se   descubre   un   código   criptográfico   nuevo   el   número   de   bitcoins   que   se   entregan
disminuye a la mitad, llegados a los 21 millones no se generarán más bitcoins que los que existen en el sistema.
Estimo que ahí los mineros cobraran comisión por el mantenimiento o realización del bloque.
El bitcoin se puede adquirir minando, como dijimos, o por intercambio. Hoy en día existen casas de cambio
específicas de bitcoin que nos permite comprar esta criptomoneda, así como vendérsela a otras personas.
Para poder adquirir o realizar transacciones de bitcoin, la persona debe tener una billetera virtual o wallet
que es donde se alojarán los bitcoins. A la cual se accede por medio de una clave privada y una clave pública del
blockchain que hará una doble verificación.
De este modo, se accederá a nuestra wallet donde se ordenará la transferencia de x cantidad de bitcoins; esa
información se anota en un bloque del blockchain, va a ser verificado por todos los nodos de que el monto que
yo quiero transmitir es el correcto y que no es más que el que tengo (recordemos que al ser una cadena de
bloques todas las informaciones están concatenadas, con lo cual si en un bloque anterior pasé a tener 3 bitcoins,
en este bloque esta información estará cargada y no voy a poder transmitir más de 3 bitcoins); producida la
verificación, se transmite y se escribe el nuevo bloque donde tendré 0 bitcoins, si es que transmití los 3 que
tenía.
Hasta acá lo podemos ver como un sistema financiero.
Es más, en la época del corralito financiero algunas personas para conseguir dólares recurrían al bitcoin,
cambiaban sus pesos por esta criptomoneda y luego la criptomoneda por el billete dólar.
Ahora bien, que forme parte de un sistema financiero no nos aclara qué es. Por el contrario, nos hace generar
nuevas preguntas como: ¿cuál es su naturaleza jurídica? ¿Es una moneda o qué es?

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A la pregunta de si es una moneda, la respuesta es no, porque no está regulada por el BCRA (justamente lo
característico de las criptomonedas es su descentralización y la falta de una autoridad de control) y además no es
considerada de curso legal en nuestro país.
¿Puede considerarse que sea un medio de pago? Para que así fuese, debería tener características de ser
escaso y aceptado. Escaso es, más con su valor actual; y aceptado, dependerá de la otra parte, porque al no estar
regulado no es forzosa su aceptación. Por lo cual si bien podría considerarse un medio de pago, no puede serlo
de tipo forzoso.
Entonces, finalmente, ¿qué es? No hay consenso al respecto, podemos considerarlo un activo financiero, un
bien de cambio transable o una cosa virtual.
Con base en esto nos viene la segunda pregunta: ¿es legal?
En nuestro país no hay ninguna norma que lo prohíba y, con base en el art.19 de nuestra CN, todo lo que no
está prohibido está permitido, por lo tanto podemos concluir que sería legal su utilización.
Es decir, hasta aquí podemos decir que el bitcoin y cualquier otra criptomoneda es de utilización legal no
forzosa. 
Siguiendo con este razonamiento, el BCRA en una de sus circulares estableció que es un bien riesgoso sin
base monetaria. Y yendo aún más con la última modificación a la CNV, esta establece que en bienes como las
criptomonedas habrá que recurrir a fondos comunes de inversión que son los expertos, pero no prohíbe que
cualquiera de nosotros las utilicemos como inversión, solo nos previene de su carácter peligroso y volátil, y es
recomendable que sea realizado por alguien entendido en el tema (3).
En   igual   sentido   se   pronunció   la   Unidad   de  Información  Financiera   (UIF),  que   las   definió   como   "una
representación digital de valor que puede ser objeto de comercio digital y cuyas funciones son la de constituir un
medio de intercambio, y/o una unidad de cuenta, y/o una reserva de valor, pero que no tienen curso legal ni se
emiten, ni se encuentran garantizadas por ningún país o jurisdicción. En este sentido las monedas virtuales se
diferencian del dinero electrónico en que es un mecanismo para transferir digitalmente monedas fiduciarias, es
decir,   mediante   el   cual   se   transfieren   electrónicamente   monedas   que   tienen   curso   legal   en   algún   país   o
jurisdicción".
Entonces si es legal y no forzoso, ¿en qué encuadre legal justamente lo colocamos?
Para algún sector de la doctrina comprar y vender bitcoins o cualquier criptomoneda sería una especie de
trueque, encuadraría en el art.1172, Cód. Civ. y Com., aplicable a la permuta de cosas que no son dinero. Habría
que hacer un contrato y sería perfectamente posible permutar bitcoins por otra cosa.
Otros lo consideran bienes que no son cosas y, por lo tanto, cualquier tipo de transacción que las implique,
sería un contrato innominado donde habrá que tomar en cuenta principalmente la voluntad de las partes.
De una o de otra manera el resultado final es el mismo: si las partes están de acuerdo, se podrá intercambiar
por otra cosa y hasta por dinero. 
La   cuestión   puede   surgir   cuando   la   contratación   es   en   el   marco   internacional:   por   ejemplo,   Japón   ya
consideró como medio de pago legal al bitcoin, por lo tanto una empresa argentina que negocia con una empresa
de Japón, si el lugar de cumplimiento del contrato es allí podrían llevar a un conflicto si la empresa argentina
acepta o no el bitcoin, ya que, para ellos, su uso ya es normal como medio de pago y, conforme con nuestro
ordenamiento, las leyes a aplicar debieran ser las del lugar de cumplimiento (4).

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Así las cosas, en caso de que una empresa de nuestro país se viera obligada a aceptar bitcoins, esto nos
generará el nuevo interrogante de cómo debiera tributar al fisco, si justamente como moneda, como activo
financiero, como bien, como cosa y, eventualmente si tributa o no IVA. Cuestiones para las que al día de hoy no
tenemos respuesta.
Distinto es el caso del cumplimiento del contrato en Argentina que, al no ser forzoso, podemos aceptar o no
pagos a través de una criptomoneda.
Por otro lado, si bien la idea de la criptomoneda es descentralizar y evitar intermediarios, lo cierto es que
hoy ya existen casas de cambio e intermediarios en la compra y venta de criptomonedas.
Ello conlleva la pregunta de si una persona que va a una casa de cambio a comprar una criptomoneda y por
una determinada causa la operación no se termina o es estafado o sufre algún daño... ¿esta persona puede
reclamar por medio de la Ley de Defensa del Consumidor? ¿La operación se considera operación de consumo?
¿El comprador de la criptomoneda es consumidor?
En ese entonces habrá que analizar el fin de la adquisición misma, ya que o bien la compraré para invertir
con su valuación o bien la compraré para luego adquirir otra cosa; pero, dependiendo de cuál es mi finalidad,
podré ser o no destinatario final y, por consiguiente, encuadraré o no en la categoría de consumidor (5) .
En el  presente  trabajo  se nombra  al  bitcoin casi  como  sinónimo de  criptomoneda,  por ser  esta la más
conocida, pero la realidad es que hay varias criptomonedas en el mundo y se siguen creando día a día.
La gran mayoría de las veces su creación se ocasiona como discusión dentro de algún sistema ya existente.
Por ejemplo, la criptomoneda denominada bitcoincash nació como un derivado del bitcoin.
En el sistema blockchain lo que se intenta es que funcione de manera perfecta para generar confianza, es así
que toda decisión se toma por consenso en los nodos. Es decir, para evitar lo que se llama un doble pago, que en
dos nodos a la vez se esté realizando una transacción igual origen diferente destino, para ello, previo a operar la
transacción, todos los nodos deben dar su conformidad y, ante diferencias, se vota y gana la mayoría; luego o se
mantiene el sistema y siguen con la votación o se realiza una modificación al código base.
Es   en   esto   último   cuando   algunos   de   los   integrantes/mineros   no   están   de   acuerdo   con   algunas
modificaciones, separándose para crear su propia moneda; eso pasó con el bitcoincash.
Viendo esto, y la alta cotización de las criptomonedas, comenzaron a aparecer nuevas criptomonedas, una
tras otra.
V. El avance de los Smart Contracts
Fue   con   esta   ola   masiva   de   criptomonedas   que   se   generó   un   nuevo   sistema   blockchain   denominado
Ethereum junto con su criptomoneda Ether.
Mientras que bitcoin se creó con el objetivo de establecer una moneda de pago e intercambio, el sistema
Ethereum   fue   directamente   creado   para   que   en   su   blockchain   se   desarrollen   y   ejecuten   Smart   Contracts
(contratos inteligentes) y Dapps (aplicaciones descentralizadas) (6).
Las Dapps no son ni más ni menos que aplicaciones como las que todos conocemos de nuestra Playstore o
Appstore,   pero   con   la  diferencia   de   que   son  descentralizadas,   es   decir,   están   cargadas   en   la   blockchain   y
cualquiera puede hacer uso de ella para determinados proyectos.
Es así que dentro del sistema de Ethereum se generó la posibilidad de crear Smart Contracts.
¿Qué es esto? Un smart contract es un contrato programado, cuyos acuerdos se establecen en un código de

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ordenador en la cadena de bloques. 
El contrato se ejecuta automáticamente sin la necesidad de un intermediario. 
Es decir, es un contrato que se autoejecuta cuando se dan las condiciones allí dispuestas.
No es más que un software cargado en un sistema blockchain.
Trabaja por medio del protocolo if then: si pasa tal cosa, sucederá esta otra.
El típico ejemplo es el de una máquina expendedora de café. Nosotros ponemos el billete, seleccionamos la
bebida, la máquina internamente sabe que si seleccionamos un cortado, nos dará un cortado, pero si no hay en
stock, dará error; y si es con dinero y el dinero que nosotros pusimos es mayor, dará el vuelto correspondiente.
Si bien esto no es un contrato inteligente, el funcionamiento es exactamente igual.
Dos partes se ponen de acuerdo en las cláusulas, arman el programa con base en ello, lo suben al sistema
blockchain y a partir de ahí el contrato se encarga de ir analizando las condiciones; y según lo estipulado y lo
que sucede, hará una u otra cosa.
Existen   varias   situaciones   y   posibilidades   de   utilizar   esta   nueva   tecnología   en   nuestras   contrataciones
diarias. Por ejemplo, en España, ante el atraso en una hora de un vuelo, la empresa aeronáutica está obligada a
devolver un 7% del valor del pasaje. La realidad es que para que ello pase, la persona debe ir a realizar el
reclamo formal, contratar un abogado y recién ahí conseguirá su cometido. Con el contrato inteligente, este
toma   la   información   de   la   torre   de   control   y   ante   la   observación   de   que   el   avión   se   atrasó   una   hora,
inmediatamente y en tiempo real deposita el dinero correspondiente a ese 7% en la cuenta de la persona física.
Otro ejemplo lo vemos en Japón, donde la empresa Toyota está probando la utilización de Smart Contracts
para la compra de vehículos en cuotas. De modo tal que mes a mes el Smart Contract verificará el pago de la
cuota y ante la falta de ingreso del dinero en el plazo pactado, inmediatamente, en tiempo real, enviará una
orden satelital al vehículo objeto del contrato produciendo su inmediata detención sin posibilidad de utilizarse
hasta tanto saldar la deuda.
Por medio de estos ejemplos vemos cómo este nuevo sistema puede ser la solución o el problema en algunas
contrataciones. Así como un sistema fantástico o la peor pesadilla de un consumidor.
Una   de   las   características   principales   de   este   tipo   de   contratos   es   su   seguridad,   basada   en   el   sistema
blockchain explicado, ya que al estar cargado en un bloque y replicado en todos los nodos, una vez cargado no
podrá ser modificado por una de las partes sin el consentimiento de la otra. Por ejemplo si se modifica en un
nodo, en el resto el contrato seguirá como el original y se encontrará rápidamente el error.
Es decir, estos nuevos contratos cumplen con los nuevos hitos de la sociedad, son descentralizados, no hay
un control sobre ellos más que aquel que le quieran dar las partes, no hay intermediarios de ningún tipo, son
ágiles, y son confiables.
En nuestro ordenamiento legal hoy no tenemos ningún tipo de regulación, pero su óptica podría encuadrarse
como cualquier contrato común siempre que cumpla con los recaudos de nuestro sistema legal, es decir, que sea
de objeto lícito y donde la voluntad de las partes no esté viciada.
Luego, con base en el art 284 del Cód. Civ. y Com., si no hay una forma específica, los contratos podrían
realizarse de cualquier forma, incluso digital.
Justamente hay que diferenciar a los contratos inteligentes de los electrónicos.
El contrato electrónico es aquel donde las partes contratan electrónica o digitalmente pero no se ejecuta solo

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el contrato; siempre será necesario que una de las partes impulse su ejecución, por ejemplo en una compra en
Mercado Libre es una contratación electrónica, pero necesito que justamente sea esta empresa sea la que dé la
orden al vendedor para que me envíe el producto.
En los contratos inteligentes no hay intermediarios, estos se ejecutan solos.
Entonces nos preguntamos, ¿cuál es el rol del abogado en todo esto? Es exactamente el mismo que hoy,
nosotros seremos quienes establezcamos las cláusulas del contrato y luego será un ingeniero en sistemas o
programador quien lo vuelque al software.
El contrato en lugar de ser una hoja con cláusulas enumeradas, va a pasar a ser un diagrama de flujos.
Vamos a necesitar una mayor apertura mental  para poder pensar todas las posibilidades y así armar el
contrato perfecto.
A mi entender, al menos en nuestro ordenamiento legal y, hasta tanto no se regule específicamente este tipo
de contratos, también sería recomendable armar una copia en papel, en lo posible firmado por las partes, que
haría las veces de prueba y resguardo de las cláusulas.
Asimismo, sería recomendable agregar alguna cláusula de arbitraje que establezca que en caso de conflicto
en su cumplimiento, se recurra a la mediación allí establecida.
Porque justamente yo creo que los problemas pueden darse acerca de su firma.
El Smart Contract no lleva firma de ningún tipo.
Sabemos que en nuestra vida hacemos infinidad de contratos sin firma, pero, en este tipo de contratación
particular, ¿qué tipo de sustento legal podemos plantear?
Se me ocurre que, quizás, podríamos hacer previamente, dentro del mismo software donde está el smart
contract, un sistema que simule un contrato electrónico con la firma digital establecida. Pero aquí  también
pueden surgir otros problemas.
Si bien nuestro ordenamiento tiene regulada la firma digital, como sabemos, para que sea válida, debe estar
vinculada   a   un   certificado   digital   oportunamente   validado   por   la   autoridad   de   control;   y   si   bien,   cuando
hablamos de contratos entre empresas puede darse ello, cuando en la contratación existe una persona física que
no se dedica la actividad comercial, es decir un consumidor, no se le puede pedir a este que tenga un certificado
de firma digital.
Entonces acá entraremos en conflicto.
Eventualmente  podremos  probar  por  medio  de  las IP   y demás que  el  contrato fue  firmado  pero  como
probamos la autoría de que realmente fue él quien lo firmó.
La realidad es que, en estos casos, el contrato va a considerarse como un instrumento particular no firmado y
promesa de cumplimiento, es decir como un medio de prueba pero no va a ser justamente la prueba misma del
contrato, habrá que recurrir luego a otros indicios para probar la operación.
Entonces acá es donde se genera la cuestión con el consumidor: por un lado, la aplicación de este tipo de
operaciones contractuales puede ser fantástica para el consumidor, como cuando dimos el ejemplo del avión en
España o también si se utiliza para pólizas de seguro donde ocurrido el siniestro y habiéndoselo verificado
inmediatamente,   la   compañía   se   encargará   de   depositar   el   dinero...   pero,   ¿hasta   qué   punto   se   defiende   al
consumidor?
Y por otro lado, ¿hasta qué punto la empresa de seguros, por ejemplo, va a aceptar un contrato que no le

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permita negociar el monto a abonar?
Acá creo que deberá realizarse una regulación general, donde se obligue a las aseguradoras o a las empresas
a utilizar estas contrataciones o sistema de bonos y premios, sistemas que permitan así beneficiar al consumidor;
y en caso de que el monto depositado sea menor al que le correspondía, eventualmente reclamar la diferencia,
pero donde al menos se cambiará el sistema actual en que el consumidor hasta no terminar con su reclamo no
obtiene un peso.
Pero esto es mirándolo desde el lado del consumidor: ¿y desde el lado de la empresa? ¿Cómo se asegura una
empresa que paga una indemnización por medio de un Smart Contract que el consumidor luego no le va a
desconocer que firmó y le iniciará un juicio?
Por supuesto que habrá que analizar cada caso en particular, pero, por ejemplo, en un contrato de seguro,
igualmente la aseguradora, si había aceptado el siniestro, su obligación iba a ser la de pagar, con lo cual el pago
y la acreditación serían suficiente prueba de que pagó y eventualmente será condenada a abonar la diferencia.
Por otro lado, podría solicitar igualmente su aceptación bajo escribano público supliendo así la certificación
digital.
Y   finalmente,   quizás,  al   recibir   el   asegurado   o  tercero   un   monto  determinado   de   dinero,   desista  de   la
prosecución de un juicio posterior.
Como dijimos al comienzo, el sistema aún no tiene regulación y cualquier solución serán solo supuestos que
habrá que ver si funcionan según el caso.
VI. Conclusiones
Concluyendo, lo cierto es que la tecnología avanza de forma acelerada y está en nosotros adaptarnos a ella o
ponerle trabas, habrá que despertarse a este nuevo mundo y regularlo para favorecer a todos. Desde aquella
persona que quiere invertir en criptomoneda o aquella empresa que eventualmente reciba un pago de esta forma,
hasta a aquel consumidor que deben prestarle un servicio o abonarle una indemnización.
Este sistema genera miedo como todo lo nuevo, pero es parte de la nueva ola social de confianza, publicidad
y agilidad.
Como operadores del derecho, tendremos que aprender a trabajar en conjunto con otros profesionales para
aprender   a   interpretar   estas   nuevas   tecnologías,   poder   leerlas   y   poder   crear   operaciones   que   cumplan   las
expectativas de nuestros clientes.
Hoy no hay regulación sobre la materia, pero si ya ciertas empresas en Buenos Aires están comenzando a
tratar el tema, incluso páginas webs están creando plantillas de Smart Contracts, con lo cual estará en nosotros
entender el sistema y ver cuál es la mejor forma de aplicarlo a una sociedad que cada día busca más confianza y
rapidez en sus operaciones.
Seremos nosotros quienes marcaremos el camino para un futuro donde esto, que hoy es novedad, será algo
corriente y quizás que hoy se percibe a las criptomonedas como una rareza, terminarán por ser las monedas
legales   del   futuro.   Japón   ya   comenzó   a   implementarlas   y,   no   hace   mucho,   Tim   Draper   un   inversor
multimillonario recomendó a nuestro presidente legalizar también el bitcoin como una forma de quitarle presión
al peso y dólar.
El sistema existe, en nosotros está aprenderlo y utilizarlo como debe ser.
 (*) Abogado (UNS). Miembro del equipo de dirección del Instituto de Derecho del Consumidor del Colegio

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de Abogados de Bahía Blanca.
 (1)   Fuente:   https://www.xataka.com/especiales/   que­es­blockchain­la­   explicacion­definitiva­para­la­
tecnologia­mas­de­moda. 
 (2) Fuente: https://www.bitcoinargentina.org/. 
 (3)   Fuente:   http://www.cnv.gob.ar/Advertencias/   Notas/   Oferta%20Inicial%20de%20Monedas
%20Virtuales.pdf. 
 (4) Art. 2652, Cód. Civ. y Com.
 (5) Art. 1º, ley 24.240.
 (6) Fuente: https://www.miethereum.com/smart­contracts/. 

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