La Constitución Sacrosantum Concilium sobre la Sagrada Liturgia considera a la
Cuaresma como el tiempo litúrgico fuerte en el que los cristianos nos preparamos a celebrar, el misterio pascual, mediante la conversión interior, el recuerdo o la celebración del Bautismo, la participación en el sacramento de la Reconciliación, participando en las acciones . Para lograr estos objetivos, se invita a la escucha y a la meditación de la Palabra de Dios, la oración, personal y comunitaria, y la puesta en práctica de los medios ascéticos tradicionales, como son, la abstinencia , el ayuno y la limosna. Según San León, la Cuaresma es "un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana. La cuaresma tiene una duración de cuarenta días, desde el miércoles de ceniza hasta la Misa de la "Cena del Señor" del Jueves Santo. La liturgia considera el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de resurrección como el "Triduo Pascual La Cuaresma, es el tiempo en que se invita a todo cristiano a preparar la celebración de la Pascua haciendo un serio discernimiento de la propia vida, confrontándose de manera especial con la Palabra de Dios, que ilumina el itinerario cotidiano de los creyentes.
"El Señor es el fin de la historia humana, punto de
convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. Él es aquel a quien el Padre resucitó, exaltó y colocó a su derecha, constiuyéndolo juez de vivos y muertos. Vivificados y reunidos en su Espíritu, caminamos como peregrinos hacia la consumación de la historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso designio. Restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra" (Ef 1, 10).