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Band 1 Gerd Wotjak (ed.): Teoria del campo y semäntica lexica. Theorie des champs et sernan-
tique lexicale. 1998.
Band 2 Eva Martha Eckkrammer / Hildegund Maria Eder: (Cyber)Diskurs zwischen Konvention und
Revolution. Eine multilinguale textlinguistische Analyse von Gebrauchstextsorten im realen
und virtuellen Raum. 2000.
Band 3 Monika Gräfe: Untersuchungen zur Konstituentenabfolge spanischer Adverbiale auf Satz-
und Textebene mit EDV-gestützter quantitativer Analyse. 2000.
Band 4 Juan Pablo Larreta Zulategui: Fraseologfa contrastiva del alemän y el espariof. Teoria y
präctica a partir de un corpus bilingüe de somatismos. 2001.
Band 5 Catalina Jimenez Hurtado: Läxico y Pragmätica. 2001.
Band 6 Felix Jimänez Ramirez: El espahol en la Suiza alemana. Estudio de las caracteristicas
lingüfsticas e identitarias del espatiol de la segunda generaciön en una situaciön de con-
tacto de lenguas. 2001.
Band 7 Gerd Wotjak (Hrsg.): Studien zum romanisch-deutschen und innerromanischen Sprachver-
gleich. Akten der IV. Internationalen Tagung zum romanisch-deutschen und innerromani-
schen Sprachvergleich (Leipzig, 7.10.-9.10.1999). 2001.
Band 8 Romanische Sprachen in Amerika. Festschrift für Hans-Dieter Paufler zum 65. Geburtstag.
Herausgegeben von Kerstin Störl und Johannes Klare. 2002.
Band 9 Josä-Antonio Calarias Continente: El dominio läxico Existencia en alemän. Diccionario
lexemätico-funcional alemän-esparlol del lexicön verbal bäsico. 2002.
Band 10 Gabriele Blaikner-Hohenwart (Hrsg.): Portugiesisch, Papiamentu et al. Salzburger Beiträge
zu Prozessen und Produkten der Translation in der Romania. 2003.
Band 11 Juan Cuartero Otal: Cosas que se hacen. Esquemas sintäctico-semänticos agentivos del
espatiol. 2003.
Band 12 Michael Schreiber: Vergleichende Studien zur romanischen und deutschen Grammatiko-
graphie. 2004.
Band 13 Carmen Mellado Blanco: Fraseologismos somäticos del alemän. Un estudio lexico-
semäntico. 2004.
Band 14 Henk Vanhoe: Aspectos de la sintaxis de los verbos psicolögicos en espariol. Un anälisis
lexico funcional. 2004.
Band 15 Susana Azpiazu: Las estrategias de nominalizaciön. Estudio contrastivo del estilo nominal.
2004.
Band 16 Melke Meliss: Recursos lingüfsticos alemanes relativos a "GERÄUSCH' y sus posibles
correspondencias en espatiol. Un estudio lexicolegico modular-integrativo. 2005.
Band 17 Marcial Morera: La Complementaciön Morfolegica en Espanol. Ensayo de Interpretaciön
Semäntica. 2005.
Band 18 Alberto Bustos Plaza: Combinaciones verbonominales y lexicalizaciön. 2005.
Band 19 Jean Peeters (ed.): On the Relationships between Translation Theory and Translation
Practice. 2005.
Band 20 Marfa Jose Dom fnguez Väzquez: Die Präpositivergänzung im Deutschen und im Spani-
schen. Zur Semantik der Präpositionen. 2005.
Band 21 Thomas J. C. Hüsgen: Vom getreuen Boten zum nachdichterischen Autor. Übersetzungs-
kritische Analyse von Fernando Pessoas Livro do Desassossego in deutscher Sprache. 2005.
Band 22 Gerd Wotjak / Juan Cuartero Otal (eds.): Entre semäntica lexica, teoria del läxico y
sintaxis. 2005.
Band 23 Manuel Casado Velarde / Ramön Gonzälez Ruiz / Öscar Loureda Lamas (eds.): Estudios
sobre lo metalingüistico (en espanol). 2005.
Band 24 Celia Martin de Leön: Contenedores, recorridos y metas. Metäforas en la traductologia
funcionalista. 2005.
Band 25 Ulrike Oster: Las relaciones semänticas de tärminos polilexemäticos. Estudio contrastivo
alemän-espariol. 2005.
Band 26 Maria Teresa Sänchez Nieto: Las construcciones perifrästicas espaholas de significado
evaluativo y sus equivalentes alemanes en la traducciön. Con ejercicios para la clase de
espanol como lengua extranjera. 2005.
Band 27 Maria Amparo Montaner Montava: Anälisis cognitivo-perceptivo de la combinatoria de los
verbos de transferencia. Se incluye CD-ROM con actividades para estudiantes de lingüistica,
lenguas y traducciön. 2005.
Band 28 Clara Curell: Contribuciön al estudio de la interferencia lingüistica. Los galicismos del
espanol contemporäneo. 2005.
Band 29 Antonio Pamies / Francisca Rodriguez Simon: El lenguaje de los enfermos. Metäfora y fra-
seologia en el habla espontänea de los pacientes. 2005.
Band 30 Gisela Marcelo Wirnitzer: Traduccidn de las referencias culturales en la literatura infantil y
juvenil. 2007.
Band 31 Elena De Miguel/Azucena Palacios/Ana Serradilla (eds.): Estructuras Läxicas y Estructura
del Läxico. 2006.
Band 32 Esteban Tomäs Montoro del Arco: Teoria fraseolögica de las locuciones particulares. Las
locuciones prepositivas, conjuntivas y marcadoras en espahol. 2006.
Band 33 Nicola Matschke: Zeitgenössische französische Bibelübersetzungen: exemplarische text-
linguistische und stilistische Übersetzungsprobleme. 2006.
Band 34 Mönica Aznärez Mauleön: La fraseologia metalingüistica con verbos de lengua en espanol
actual. 2006.
Band 35 Moisds Almela Sänchez: From Word to Lexical Units. A Corpus-Driven Account of Colloca-
tion and Idiomatic Patterning in English and English-Spanish. 2006.
Band 36 Marta Albelda Marco: La intensificaciön como categoria pragmätica: revisiön y propuesta.
Una aplicaciön al espanol coloquial. 2007.
Band 37 Maria del Carmen Äfrica Vidal Claramonte: Traducir entre culturas. Diferencias, poderes,
identidades. 2007.
Band 38 Maria Eugänia Olimpio de Oliveira Silva: Fraseografia teörica y präctica. 2007.
www.peterlang.de
-
40 Esteban Tomäs Montoro del Arco
0)
Q.
Band 38
PETER LANG
Frankfurt am Main • Berlin Bern • Bruxelles • New York • Oxford • Wien
Maria Euginia Olimpio de Oliveira Silva
PETER LANG
Internationaler Verlag der Wissenschaften
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Die Deutsche Nationalbibliothek verzeichnet diese Publikation in
der Deutschen Nationalbibliografie; detaillierte bibliografische
Daten sind im Internet über <http://www.d-nb.de> abrufbar.
Nuestro agradecimiento a la
Universidad de Alcalä de Henares
por su colaboraciön en la financiaci6n de esta obra.
Tal como explica la autora en la "Introducciön, este libro es fruto de la tesis doc-
toral que defendiö en 2004 en la Universidad de Alcalä. Pero esta circunstancia no
debe llevar a creer al lector que estä ante la investigaciön de una autora novel.
Nada mäs lejos de la realidad. Ma Eug8nia Olimpio de Oliveira Silva viene estu-
diando las unidades fraseolögicas, fundamentalmente las locuciones, desde 1998,
afio en que iniciö su memoria para el Mäster en Ensenanza de Espatiol como Len-
gua Extranjera de esta Universidad. Aquellos estudios de caräcter aplicado sobre
la enserianza de las unidades fraseolögicas le condujeron a estos sobre el trata-
miento lexicogräfico de estas unidades, otra de las aplicaciones de la lingüistica.
A la veterania de NI' Eugenia en las tareas de investigaciön hay que unir su natu-
ral habilidad para organizar la distribuciön de los temas tratados a lo largo del
libro; su notable capacidad para sintetizar las posturas de los autores en el estado
de la cuestiön que va presentando sobre las cuestiones desarrolladas en los distin-
tos capitulos; su infatigable büsqueda de multiples ejemplos en los diccionarios
para ilustrar esas cuestiones teöricas; su certero anälisis del tratamiento de las lo-
7
cuciones en los diccionarios, y sus atinadas propuestas para futuras investigacio-
nes.
8
Indice
Pr6logo 7
Introducciön 13
Siglas y abreviaturas 19
1.La fraseografia 21
1.1 El t6rmino fraseografia 21
1.2. Fraseografia, fraseologfa y lexicografia 22
1.3. Definiciön y caracterizaciön de la fraseografia 26
2. Sobre la historia de la fraseografia 28
3. La critica fraseogräfica 33
4. La investigaciön fraseogräfica 41
5. La teoria fraseogräfica en la actualidad. Problemas y retos 45
1.Introducciön 57
2. Las dos vertientes del proceso de selecci6n de las UF 57
3. Aspectos que deben considerarse en el proceso de selecci6n de las UF ...... 62
4. La praxis lexicogräfica en la selecciön de las UF 66
5. Requisitos para la selecciön de las UF 70
1.Introducciön 73
2. Cuestiones relacionadas con el establecimiento del lema de las UF 73
3. La delimitaciön del lema 82
3.1. La inclusiön de elementos ajenos a la forma canönica de una unidad ..... 83
3.1.1. La inserciön de determinados verbos en el lema 83
3.1.2. La inclusiön de preposiciones en ei lema 85
3.1.3. Los elementos del contorno 90
3.2. La presencia de elementos que se registran ora como
obligatorios ora como facultativo 100
3.2.1. La partfcula no 100
3.2.2. La particula se 107
4. La variaciön fraseol6gica en el tratamiento del lema 116
9
Capitulo 4 — La ubicaciön de las unidades fraseolögicas en la macroestructu-
ra o en la microestructura. La lematizaciön. La ordenaci6n en el interior del
articulo
1.Introducciön 133
2. La ubicaciön, la lematizaci6n y la ordenaci6n en los diccionarios
generales 134
2.1. La ubicaciön de las UF 134
2.2. La lematizaci6n de las UF 138
2.3. La ordenaci6n de de las UF 146
3. La ubicaciön, la lematizaciön y la ordenaci6n en los diccionarios
sintagmäticos 152
3.1 La ubicaciön de las UF 152
3.2. La lematizaciön de las UF 154
3.3. La ordenaci6n de las UF 156
4. El lugar de las UF en los diccionarios 157
1.Introducciön 159
2. Reflexiones sobre la definiciön de las UF desde la fraseografla 163
3. Algunas cuestiones especificas que atafien a la definici6n de las UF 171
3.1. Sobre el contorno definicional 184
4. La definici6n de las UF y los cänones lexicogräficos 197
1.Introducciön 201
2. La asignaci6n de marcas a las UF 207
2.1. Marcaciön gramatical 209
2.2. Marcaciön diasistemätica 215
2.2.1. La marcaciön diacrönica o temporal / marcaciön de frecuencia 215
2.2.2. La marcaciön diatöpica 220
2.2.3. La marcaciön diasträtica y diafäsica 224
2.3. La marcaciön t6cnica o diat&nica 230
2.4. La marcaciön connotativa 240
2.5. La marcaciön de transiciön semäntica 246
2.6. La marcaciön normativa 251
1. Introducciön 253
10
2. Las UF y la ejemplificaciön lexicogräfica 256
2.1. La inclusiön de las UF en los diccionarios en calidad de
ejemplos lexicogräficos 256
2.2. Los ejemplos en el tratamiento lexicogräfico de las UF 261
3. El papel de los corpora 271
1.Introducciön 273
2. Relaciones entre variaci6n fraseol6gica y sinonimia 275
3. Anälisis de las relaciones semänticas de las UF 279
4. Las relaciones semänticas en la lexicografia 284
5. El tratamiento lexicogräfico de las relaciones semänticas de las UF 286
Bibliografia
11
Introducciön
13
nos condujo, de forma inexorable, a dos disciplinas estrechamente relacionadas
con aquella disciplina: la lexicografia y la fraseografla. De hecho, es fäcil com-
probar cömo los diccionarios sirven como punto de referencia tanto para los estu-
dios fraseolögicos como para la didäctica de la fraseologia. En consecuencia, se
puede pensar que el tratamiento lexicogräfico de las unidades fraseolögicas debe
ser considerado un aspecto fundamental en cualquier acercamiento a la fraseolo-
gia.
Con esa convicci6n, y debido al hecho de que carecemos en espallol de
una monografia que recoja una visiön de conjunto sobre todas las cuestiones que
Wallen a la fraseografla te6rica y präctica, desarrollamos la presente obra. Nuestro
principal objetivo ha sido reflexionar sobre cuestiones teäricas y präcticas relacio-
nadas con la fraseografla, mäs concretamente con la fraseografia monolingüe6.
6 Porque, en cualquier caso, östa constituye el punto de partida para la elaboraci6n de un dic-
cionario bilingüe.
7 \Nase, por ejemplo, el trabajo de Scandola (2004).
14
incluirse en el lema de esas unidades. Asimismo, pese a que se haya sefialado, y
en cierta medida criticado, el empleo de la metalengua de signo o de las definicio-
nes sinonimicas en la definiciön lexicogräfica de determinadas unidades fraseol6-
gicas, tampoco abundan las reflexiones sobre la validez o falta de adecuaciön de
estos procedimientos.
Desde nuestro punto de vista, la mejora de los diccionarios depende, indu-
dablemente, del establecimiento de criterios claros y coherentes que guien el tra-
tamiento lexicogräfico del caudal fraseol6gico de una lengua. Sin embargo, el
desarrollo de muchas de estas pautas estä condicionado al avance en la investiga-
ci6n fraseol6gica. De igual manera, la puesta en präctica de cualquier criterio fra-
seogräfico depende de lo que se especule en el ärea de la lexicografia. Para inten-
tar atenuar las consecuencias de este circulo vicioso, en el que la soluciön de un
problema estä subordinada a la resoluciön de otro, es menester, pues, adoptar cier-
tas medidas, como averiguar qud cuestiones son pertinentes para el tratamiento
lexicogräfico de las unidades fraseolögicas, identificar qud aspectos son proble-
mäticos todavia y determinar de qud depende su resoluciön, si de la investigaciön
fraseol6gica o de la lexicografia. Sölo en tal caso, se podrän establecer los crite-
rios idöneos para redactar una obra fraseogräfica y se podrä buscar la forma de
emplearlos de manera efectiva. Por lo expuesto hasta ahora, se puede deducir que
hay que recorrer todavia un largo camino y que la senda no estä libre de obstäcu-
los.
El nudo gordiano.
15
Ante tal situaci6n, hemos procedido a elegir unas bases metodolögicas como guia
de nuestra labor. Asi, en lo que se refiere a la fraseologia, seguimos los criterios
expuestos por Zuluaga (1980, 1992), Carneado Mord (1985b), G. Wotjak (1984,
1988) Tristä Pirez (1988, 1989) y Corpas Pastor (1996a, 2003). Sin embargo, en
lo referente a la clasificaciön de las unidades fraseol6gicas nos basamos, princi-
palmente, en Corpas Pastor (1996a), aunque tenemos en cuenta, asimismo, las
contribuciones de Wray (2000) y Penadds Martinez (2001a). Por otra parte, plan-
teamos nuestra concepci6n de la fraseografla a partir de la caracterizaci6n de la
metalexicografia de Wiegand (1984) y Hemändez Hemändez (1989 y 1994) y
tambidn, en parte, del concepto de 'clictionary research', expuesto por Hartmann
(2001).
Hemos dividido este trabajo en nueve capitulos, y cada uno de ellos se estructura
de la forma que explicamos a continuaciön.
8 Para esta parte del trabajo, han sido nuestras fuentes principales los diccionarios generales
Diccionario del espafriol actual, Diccionario de la lengua espanola, Diccionario de uso del
espatiol; los diccionarios dirigidos al aprendizaje del espatiol Clave. Diccionario de uso del
espartol actual, Diccionario didäctico de espahol. Intermedio, Diccionario para la enseilanza
16
la reseiia y comentario critico de las aportaciones teöricas existentes, examinamos,
centrändonos en las locuciones, los aspectos que atatien al tratamiento lexicogrä-
fico de las unidades fraseol6gicas.
De esta forma, los capitulos siguientes se centran en esos aspectos. En el
capitulo 2 abordamos el tema de la selecci6n de las unidades para la constituci6n
de la macroestructura de un diccionario; en el 3, discurrimos sobre aspectos que
Maien al establecimiento de su forma canönica; en el capitulo 4 tratamos la cues-
tiön de la ubicaciön de esas unidades en la macroestructura o en la microestructu-
ra9; su lematizaciönl° y ordenaciön en el interior del articulo; el capitulo 5 estä
dedicado al intricado tema de la definici6n lexicogräfica de los fraseologismos;
los capitulos 6, 7 y 8 se centran, respectivamente, en los temas de la marcaci6n, la
ejemplificaciön y las relaciones semänticas del material fraseolögico. La disposi-
ciön de estos capitulos no obedece a la forma en que se estructura un diccionario,
tanto es asi que el apartado dedicado a los prölogos de los diccionarios va en el
ultimo capitulo, sino que sigue el hipotütico orden observado en la confecciön de
un diccionario.
17
Aqui no hay cciscaras.
Finalmente, es necesario subrayar que este trabajo que ahora se publica no hubie-
se sido posible sin la generosa contribuciön de muchas personas. Queremos dejar
registrados aqui algunos nombres que tanto al principio, en la elaboraciön de la
tesis doctoral, como ahora, en la redacciän de este libro, han colaborado, de un
modo u otro, en nuestra labor. Deseamos dar las gracias, pues, a los profesores
que formaron parte del tribunal que juzgö nuestra tesis: los doctores Gerd Wotjak,
Miguel Casas Gömez, Gloria Corpas Pastor, Cristina Tejedor Martinez y Ana
Maria Cestero. Ademäs, gracias al apoyo y al interds del Dr. Wotjak, este libro
sale publicado por la editorial Peter Lang.
Deseamos dejar constancia, asimismo, de nuestra gratitud a los profesores
del Departamento de Filologia de la Universidad de Alcalä, en especial, a la Dra.
Ana Maria Ruiz Martinez y a la Dra. Ana Maria Cestero, asi como a los compatie-
ros del Departamento de Letras Romänicas de la Universidade Federal da Bahia.
Los familiares y los amigos merecen tambidn, sin sombra de duda, una
menciön especial en estos lineas finales de agradecimiento. Su apoyo y colabora-
ciön son siempre inestimables.
Queremos dar las gracias, asimismo, a la Dra. Penadds Martinez, a quien le
debemos mucho mäs que un legado intelectual y profesional. Sin su orientaciön,
empetio y dedicaciön ese libro no hubiera salido a luz. Por todo ello, le dedicamos
esta obra.
18
Abreviaturas
CREA Corpus de referencia del espailol actual
[DAviEsINEH] Corpus de espailol de Mark Davies (Universidad de Brigham
Young)
DB diccionario(s) bilingüe(s)
E/LE esnahoi como lengua extranjera
LV locuciön verbal / locuciones verbales
UF unidad(es) fraseolögica(s)
UL unidad(es) 16xica(s)
ULS unidad(es) 16xica(s) simple(s)
Acrönimos de diccionarios
DA Diccionario de Autoridades
DDFH Diccionario de dichos yfrases hechas
DEA Diccionario del espatio' actual
DFDEA Diccionario fraseolögico documentado del espahol actual
DFC Diccionario de fraseologia cubana
DEO Diccionario de fraseologia checa e idiomatismos
DFEM Diccionario fraseolögico del espailol modern
DICLOCVER Diccionario de locuciones verbales para la enseilanza del
espanol
DICLOCADV Diccionario de locuciones adverbiales para la enseilanza del
espatiol
DIPELE Diccionario para la enseilanza del espailol
DRAE Diccionario de la lengua espanola
DSLE Diccionario Salamanca de la lengua espaüola
DUE Diccionario de uso del espanol
GDLE Gran diccionario de la lengua espailola
LDPL Larrousse diccionario präctico de locuciones
LWB Langenscheidts Großwörterbuch Deutsch als Fremdsprache
19
Capitulo 1 - El ämbito de la fraseografia
1. La fraseografia
11 Entendemos la fraseologia como una disciplina lingüistica que tiene por objeto de estudio ciertos
tipos de fenömenos lexicos comünmente reunidos bajo el termino unidades fraseolegicas, es decir,
combinaciones estables de palabras que presentan cierta fijaci6n de forma y significado, entre otras
caracteristicas. El concepto de fraseologia no estä libre de controversias. Zuluaga (1980:226)
informa de que en la lingüistica sovietica el termino fraseologia designa "tanto el conjunto de
fen6menos fraseolögicos como la ciencia que los estudia". Penades Martinez (1999a:11), por su
parte, explica que la fraseologia es concebida de distintos modos: algunos estudiosos la consideran
una ciencia —ubicada en el mismo plano que la morfologia, la lexicologia y la sintaxis-, otros, una
subdisciplina de la lexicologia y otros la describen como "un punto de sintesis o de coexistencia de
otros ämbitos disciplinares de la lingüistica". Se observa, asimismo, una evoluciön en lo que atafie a
su estatus. En Corpas Pastor (1996a:15) la fraseologia aparece como una subdisciplina de la
lexicologia, mientras que en Corpas Pastor (2000:1) figura como una disciplina independiente. Para
otras reflexiones sobre el concepto de fraseologia, vease Wotjak (1983, 1984), Tristä Perez (1989),
Ruiz Gurillo (1997).
21
Tampoco es comün su presencia en las päginas de trabajos actuales dedicados a la
lexicografia, otra disciplina con la que estä estrechamente ligada la fraseografia.
De hecho, no se hace ninguna referencia a 61 en obras como: Los diccionarios.
Introducciän a la lexicografia del espael (Bajo P6rez, 2000), Colectänea lexico-
gräfica (Alvar Löpez, 2001), Manual de tdcnica lexicogräfica (Porto Dapena,
2002), Lexicografia espatiola (Medina Guerra, 2003), por citar algunos tftulos.
Cabe, no obstante, hacer aqui una observaciön: Martinez Souza
(1995:201), en un diccionario que sirve de referencia a la lexicografia espatiola,
incluye los tdrminosfraseografia,fraseognifico, ca yfraseerafo, fa con las de-
finiciones respectivas: `Tratado en que se recogen y estudian las frases locuciones,
modismos, refranes, etc., de una lengua"; "De la fraseografia o relacionado con
ella", y "Persona experta en fraseografia". Sin embargo, la definiciön presentada
para el t6rmino fraseografia, si bien hace justicia a su etimologia, no se corres-
ponde, como veremos mäs adelante, con la concepciön que el t6rmino tiene nor-
malmente en los estudios fraseolögicos. Por otra parte, como prueba de la acogida
que este t6rmino ha tenido en las investigaciones lingüfsticas llevadas a cabo en
otras lenguas, cabe sefialar que Hartmann y James (1998) lo incluyen en su Dic-
tionary of Lexicography. En esta obra, el vocablo phraseography aparece relacio-
nado con otros tdrminos como grammatography y textography y es definido bajo
el lema phraseological lexicography: "A complex of activities concerned with
the design, compilation, use and evaluation of phraseological dictionaries". Esta
concepciön se acerca mäs a lo que se entiende aqui por fraseografia. Pese a este
panorama, y como podremos ver mäs adelante, una gran parte de lo que es la La-
bor fraseogräfica ha estado desde siempre presente en los estudios lingüfsticos y,
de manera mäs precisa, en los lexicogräficos.
No es fäcil definir el lugar que la fraseografia ocupa dentro de los estudios lin-
güisticos, puesto que estä a caballo entre la fraseologia y la lexicografia. Esta co-
rrelaciön se revela en los propios objetivos que han sido atribuidos a la disciplina
fraseogräfica:
Por ello, se puede decir que la fraseografia es fruto de la relaciön indiscutible que
existe entre la fraseologia y la lexicografia. De ahi que Ruiz Gurillo (1997:40)
afirme: "En cierto modo, la lexicografia sirviö como mecanismo instrumental que
contribuyö al anälisis de algunos de los fenömenos mäs sobresalientes de la fra-
seologia". Sin embargo, el tratamiento lexicogräfico de la fraseologia, es decir, la
22
präctica fraseogräfica, ha estado siempre plagada de una serie de dificultades. En
funciön de esto, segün Carneado Mord (1985a:40), los lingüistas sovidticos plan-
tearon la necesidad de considerar la fraseografla como una disciplina independien-
te de la lexicografia, que se ocupara solamente de la descripciön lexicogräfica del
material fraseolögico. Considerando el estado actual de la cuestiön, es fäcil ver,
por lo menos en lengua espatiola, esto no ha llegado a concretarse, por lo que los
estudios fraseogräficos se encuentran en una condiciön simbiötica, dependientes
de los avatares que puedan sucederle a la lexicografla y, evidentemente, a la fra-
seologia.
Sin embargo, es legitima la reivindicaciön hecha en su dia por la lingüistica sovid-
tica. Si se tienen en cuenta la complejidad del tratamiento lexicogräfico de la fra-
seologia y los problemas que vienen arrasträndose desde hace mucho tiempo en
esta ärea, se puede fäcilmente constatar la necesidad de que se le dd a la fraseogra-
fla el estatus de disciplina independiente. Este paso supondria:
- dedicar una mayor atenciön al tema, lo que significa la büsqueda efectiva de la
resoluciön de dificultades que hace mucho han sido constatadas. La tradiciön de
incluir unidades fraseolögicas (UF)'2 en los diccionarios es muy antigua en mu-
chas lenguas, y resulta por lo menos sorprendente verificar cuäntas cuestiones
substanciales se han soslayado.
- Asegurar que se cumplan en la präctica lexicogräfica las recomendaciones que
se vienen haciendo en muchos estudios fraseolögicos. El extraordinario interds
que se viene dedicando a la fraseologia, hace ya algün tiempo, ha dado como re-
sultado una bibliografia substancial que tiene como tema todo lo referente a la
inclusiön de las unidades fraseolögicas en los diversos tipos de diccionarios, tanto
desde el punto de vista histörico13 como actual, asi como a la elaboraciön de obras
lexicogräficas especificas o restringidas14.
Una reflexiön sobre la relaciön entre la fraseografia y la fraseologfa de-
muestra, fäcilmente, que dsta es tambidn evidente, hasta el punto de que se puede
afirmar que el propio desarrollo de los estudios fraseogräficos ha colaborado en el
12 Este termino, comünmente empleado por los fraseölogos en la actualidad, se aplica a aquellas
combinaciones estables de palabras que se caracterizan por su polilexicalidad, por su frecuen-
cia de uso y de coapariciön de los elementos que las integran, por su estabilidad, es decir, por
su fijaciön y especializaciön semäntica, por su institucionalizaciön, por su idiomaticidad y va-
riaciön potenciales, y por el diverso grado (gradaciön) en que se dan los cuatro ültimos rasgos
en los diferentes tipos de unidad. En Corpas Pastor (1996a:19-32) se encuentra una explica-
ciön detallada de estas caracteristicas.
13 Asi, en el Proyecto Diacronia fraseolögica del espaiol (DIAFRAES), dirigido por la investiga-
dora WP Teresa Echenique Elizondo, catedrätica de la Universitat de Valencia, parte de las
investigaciones se centran en el tratamiento de las unidades fraseolögicas en diccionarios de
diferentes periodos. Mis adelante, se hace referencia a algunos de los trabajos derivados de
ese proyecto.
14 Cito, a titulo de ilustraciön, una obra que recoge ya muchos progresos obtenidos por la inves-
tigaciön fraseolögica, la de Penades Martinez (2002).
23
progreso de la fraseologia y, claro estä, a la inversa. De acuerdo con Tristä Pirez,
1998a y 19981)15, el nacimiento de la fraseografla, en la lingüistica sovi6tica, se
relaciona con el desarrollo y la constituci6n de la fraseologia como ciencia. Esto
se justifica por el hecho de que las dos disciplinas comparten el mismo objeto de
estudio, las UF, aunque lo enfoquen desde perspectivas distintas. Esto significa
que en la investigaci6n en el ärea de la fraseografia se debe tener en cuenta, en
todo momento, la fraseologia. Hay que considerar, no obstante, la apreciaciän que
hace Corpas Pastor, en uno de los debates de I Coloquio Galego de Fraseoloxia,
con respecto a los limites entre esas dos disciplinas•
"E e que non se debe confundi-la fraseoloxia coa fraseografia. Iso e moi im-
portante, porque as limitaciöns präcticas que ten a fraseografla non teilen por
que afectar ä investigaci6n fraseolöxica. A investigaci6n fraseolöxica propön
os seus principios, fai os seus estudios e ten as süas conclusi6ns. Outra cousa
a fraseografla, 6 dicir, o diccionario fraseolöxico e a inclusiän da fraseolo-
xia nos diccionarios, que se vai facer con iso" (Conca i Martfnez et al.,
1998:170).
15 Sobre esto, afirma Tristä Perez (1998a:169): "Esta rama de la lexicografia [la fraseografia] no
surgi6 espontänea o casualmente, sino solo despues de largos Mos de desarrollo intenso y
consecuente de la fraseologia como ciencia, de la puesta en präctica de sus postulados cienti-
ficos, y de un minucioso anälisis y clasificaciön del material fraseolögico registrado en los
diccionarios generales".
24
cas, y, otras veces, lo que se pregona en la teoria no se corresponde en ningün
momento con lo que se hace en la präctica. Tal estado de cosas contribuye a que
se prolongue indefinidamente una situaciön problemätica. De ahi que las cuestio-
nes lexicogräficas apuntadas por Casares en 1950 (cito por la edici6n de 1992): la
reflexiön sobre qud tipo de unidades deberian incluirse en el diccionario acaddmi-
co, asi como sobre las abreviaturas con las que deberian consignarse, estän toda-
via por solucionar. Por todo ello, Tristä Pdrez (1998b) opina que la fraseografla se
origina de la uni6n de dos puntos: una concepciön clara de la fraseologia y el co-
nocimiento de los avances recientes en lexicografia16.
Si la lexicografia, por su caräcter eminentemente präctico, ha quedado, en
cierto sentido, al margen de los progresos que la lingüistica ha alcanzado, tal co-
mo han serialado Iriarte Sanromän (2001:54-89) y Azorin Fernändez (2003:34-
47), la fraseografla, en lo que se refiere al tratamiento de los elementos fraseolö-
gicos en los diccionarios, ha tenido una suerte doblemente aciaga. Por un lado, tal
como se ha serialado anteriormente, ha sufrido las consecuencias del conocido
retraso en el desarrollo de la fraseologia17. Dentro del ämbito hispänico, por ejem-
plo, varios estudiosos (Corpas Pastor, 1996b; Conca i Martinez, 1998; Alvar Ez-
querra, 2000a) creen que la fraseografla no ha alcanzado un nivel 6ptimo de desa-
rrollo debido a la poca atenci6n que la fraseologia espariola ha recibido durante un
largo tiempo, lo que ha tenido como consecuencia el retraso en el desarrollo de
estudios cientificos sobre aspectos fundamentales de los elementos fraseol6gi-
cos18. Por otra parte, muchos de los avances que ya se han logrado en el campo
fieseolögico no se han incorporado a la fraseografla. Asi, importantes contribu-
ciones que grandes investigadores (como Charles Bally, V. V. Vinogradov o Julio
Casares) habian hecho, desde principios del siglo xx, a la fraseologia no se han
tenido en cuenta en la präctica fraseogräfica. Por todo ello, Tristä Pdrez considera
notables las carencias observadas en las obras fraseogräficas, y eso no solamente
respecto a la lengua espariola. Como consecuencia de lo expuesto, es posible
hablar de un desfase entre la präctica fraseogräfica y el estudio fraseolögico.
16 Bargallö Escrivä y Vila Rubio (2004:319), en este sentido, han escrito: "(...) la investigaciön
acerca de las relaciones entre fraseologia y lexicografia se ha visto, quizä, algo postergada.
Probablemente se acepte que esta indagaciön deba ser posterior a la determinaci6n del estatu-
to de las citadas unidades fraseol6gicas. Sin embargo, los lexicögrafos han debido, desde
siempre, enfrentarse al problema".
17 En los tratados sobre fraseologia constantemente se hace referencia al hecho de que los estu-
dios fraseolögicos han empezado tardiamente en el panorama de la lingüistica moderna y,
ademäs, han tenido un desarrollo irregular y heterogenen. Sobre este tema, vdase, por ejern-
plo, Corpas Pastor (1996a) y Martinez Marin (1996).
18 Carneado More (1985a:41) ya habia resaltado esta idea, al afirmar que: "La teoria fraseolögi-
ca es necesaria para la elaboraci6n de diccionarios, ya que la soluciön de muchos problemas
präcticos de la fraseografla se encuentran [sic] en relaciön directa con el desarrollo de la teo-
ria general de la fraseologia."
25
Esta falta de ajuste entre la fraseografla y la fraseologia debe de ser entendida de
dos formas. La primera es la que se acaba de serialar: el hecho de que las contri-
buciones que se han hecho desde la fraseologia se hayan integrado muy poco en la
präctica lexicogräfica (Bargallö Escrivä y Vila Rubio, 2004:331). La segunda se
refiere al hecho de que, desde un punto de vista histörico, la fraseografla ha pre-
cedido a la fraseologia. Es decir, los trabajos präcticos fraseogräficos han precedi-
do a los trabajos te6ricos en fraseologia. De hecho, la tarea de compilaciön de las
diferentes unidades fraseol6gicas, y de su inclusiön en obras lexicogräficas de
diversos tipos, tuvo su inicio en ipocas remotas, como atestigua la existencia de
repertorios fraseol6gicos muy antiguos. No obstante, no hubo, hasta los albores
del siglo xx, una reflexi6n teörica que apoyara este trabajo. Esto significa que
desde sus inicios la präctica fraseogräfica estuvo a la merced de ciertas inconsis-
tencias, como consecuencia de la ausencia de un soporte teärico. Este dato puede
ser fäcilmente comprobado en la evaluaci6n que hacen muchos estudiosos del
tratamiento de las UF en los diccionarios.
Por otra parte, el interds tan temprano por las unidades fraseol6gicas susci-
ta algunas reflexiones. En primer lugar, se puede pensar que este interds es un
indicativo de la importancia de esas unidades y confirma su presencia en la con-
ciencia lingüistica de los hablantes. En segundo lugar, se puede indagar por qud, a
lo largo de los siglos, las UF han despertado tanto interds en los lexic6grafos y, en
relaciön con esto, por qud existe la necesidad de registrar esas unidades en los
diccionarios. Respecto a estas preguntas, Carneado Mord (1985a:39 y 1989:67)
explica que, por una parte, la atenciön dada a las UF corresponde a una necesidad
de preservar del paso del tiempo ciertas unidades, principalmente proverbios y
refranes, consideradas vehiculo de expresiön cultural de un pueblo y de su idio-
sincrasia. Por otra parte, esa autora advierte que la necesidad de incluir las UF en
los diccionarios es consecuencia del hecho de que una palabra, al formar parte de
una combinaci6n estable, puede perder su significaciön, lo que no ocurre cuando
esa palabra aparece aislada. Asi, en el origen y desarrollo de la fraseografla han
intervenido, ademäs de factores lingüisticos, criterios de fondo histörico y cultu-
ral. Las dos razones anteriores justifican, asi, por qud las UF han sido siempre ob-
jeto de interds de los lexicögrafos, y por qud se suelen incluir en los diccionarios.
26
del tratamiento de la fraseologia no sölo en diccionarios fraseolögicos, sino tam-
bidn en otros tipos de repertorios lexicogräficos. Esta propuesta de definiciön debe
acompafiarse, asimismo, de una caracterizaciön de esta disciplina. Dentro de la
propuesta que se presenta aqui, pues, la fraseografia es una disciplina lingüfstica
que se ocupa, por una parte, de los principios teöricos y präcticos que rigen la in-
clusiön de la fraseologia en compilaciones 16xicas (diccionarios, ldxicos, vocabu-
larios, glosarios, concordancias, etc.), tanto restringidas como generales y, por
otra, del estudio critico y descriptivo de estas compilaciones, en lo que al trata-
miento de la fraseologia se refiere, lo que significa decir que el ämbito de interds
de la fraseografia comprende desde la presentaciön tipogräfica seguida en la obra
hasta la adecuaci6n a los usuarios. Como se puede observar, la definiciön que se
propone aqui es mäs abarcadora que la de Carneado Mord (1985a), en el sentido
de que no sölo tiene en cuenta el tratamiento lexicogräfico de las UF en los diccio-
narios fraseolögicos, sino tambidn en cualquier tipo de diccionarios. De esta ma-
nera, es posible hablar tanto del tratamiento fraseogräfico llevado a cabo, por
ejemplo, en un diccionario como el DRAE, como en un ldxico como El NXico del
Quijote. Significado de expresiones y palabras de uso poco comün, de Hernändez
Herrero (1996).
Se entiende, pues, que la fraseografia se encuentra en el mismo plano que
la lexicografia, aunque posee un caräcter mäs especffico: la primera se ocupa de
una parte del ldxico en concreto, las combinaciones fijas de palabras, mientras que
la segunda tiene un objetivo mucho mäs general. Es legitimo pensar que la lexico-
grafia engloba la fraseografia. No obstante, por las causas sefialadas anteriormen-
te, cabe reivindicar una estatus independiente para las tareas fraseogräficas. Como
a la lexicografia, se puede atribuir a la fraseografia una vertiente teörica y otra
präctica. En su aspecto teörico, formarian parte de sus objetivos:
- la historia de la fraseografia,
- la critica fraseogräfica,
- la investigaciön fraseogräfica y
- la teoria fraseogräfica19.
De este modo, se puede hablar de una fraseografia te6rica o metafraseografia, tal
como hace Porto Dapena (2002:23), por ejemplo, respecto de la lexicografia.
En la vertiente präctica, seria incumbencia de la fraseografia:
19 Para Wiegand (1984:15) esos objetivos son las cuatro vertientes fundamentales de la meta-
lexicografia. Hernändez Hemändez (1989:8, 10-11 y 1994:109) retoma esa idea y, defendien-
do una postura modema y eclectica, considera que esos son los propösitos teöricos de la lexi-
cografia. Mäs recientemente, Hartmann (2001:3-9), a su vez, incluye estas vertientes entre los
objetos de estudio de lo que Ilama `dictionary research'. A la hora de plantear los objetivos de
la fraseografia, nos hemos basado en aspectos generales de las propuestas de esos tres auto-
res. Debemos sefialar, ademäs, que estos objetivos no forman campos estancos, sino que se
integran y se complementan. Una reseria sobre el establecimiento de la lexicografia como dis-
ciplina te6rica se ofrece en Azorin Fernändez (2003:33-52).
27
- la actividad de elaboraci6n de los diccionarios fraseolögicos y
- el establecimiento de la tdcnica o la metodologia de elaboraci6n de los dicciona-
rios fraseolögicos.
Este ultimo objetivo acerca la parte präctica a la teörica, por lo que se pue-
de pensar que no hay una separaciön tajante entre las dos partes en cuestiön: las
normas que se siguen en la confecciön de un diccionario son la aplicaci6n de una
teoria fraseogräfica y dsta, a su vez, se nutre de los principios desarrollados en la
präctica. En definitiva, la fraseografia präctica supone la teörica y, a la inversa.
Finalmente, no se debe olvidar que el tratamiento de los elementos fraseo-
lögicos en los diccionarios generales y otros repertorios lexicogräficos tambiin
forma parte del campo de estudio fraseogräfico, de modo que los objetivos teöri-
cos y präcticos esbozados anteriormente pueden aplicarse a esas obras de referen-
cia. Es decir, le corresponden al frase6grafo la investigaciön sobre el uso de la
informaciön fraseol6gica en los diccionarios generales, el examen del procesa-
miento de esa informaciön en esos diccionarios y la determinaciön de la metodo-
logia de introducciön de las UF, entre otras cuestiones.
20 No obstante, segün Bajo Pdrez (2000:63 y ss.), la actividad lexicogräfica moderna empieza
con los glosarios medievales (en el caso del espafiol, entre el siglo x y xi, con las Glosas Emi-
lianenses del ailo 964 y las Glosas Silenses).
28
tualidad, abarcando no sölo los diccionarios fraseolögicos, sino toda una variada
tipologia de obras lexicogräficas: los diccionarios generales, los dirigidos a ex-
tranjeros (monolingües y plurilingües, y entre esos ültimos, los bilingües y multi-
lingües), los diccionarios escolares y otros tipos de repertorios lexicogräficos.
Para tener conocimiento de la historiografia fraseogräfica, se pueden elegir
dos puntos de partida: 1. la investigaciön sobre la historia de la formaciön y desa-
rrollo de los diccionarios fraseolögicos (ademäs de la evoluciön del tratamiento de
la fraseologia en los diccionarios generales), por un lado, y 2. el anälisis del desa-
rrollo de la teoria fraseogräfica, es decir, el desarrollo del conjunto sistemätico de
las ideas que se han ido plasmando sobre la fraseografia, por otro lado21.
Los estudios de historiografia fraseogräfica son, todavia, incipientes. En lo
que se refiere a la historia de la formaciön y progreso de los diccionarios fraseolö-
gicos, sölo se encuentra la referencia de un trabajo sobre el tema. Se trata del es-
tudio de Carneado Mord (1989), en el que, ademäs de proponer una clasificaciön
de los diferentes tipos de obras fraseogräficas, es decir, una tipologia de esas
obras, ofrece un panorama de las etapas de desarrollo de la fraseografia en varios
idiomas. Este panorama puede ser considerado, asi, como el ünico estudio global
conocido sobre el desarrollo de la fraseografia desde un punto de vista präctico.
Esta autora propone, a partir del anälisis de obras fraseogräficas, una divi-
siön en tres etapas del desarrollo de la fraseografia: la primera comprende desde la
dpoca de la Antigüedad hasta la primera mitad del siglo xix; la segunda abarca
desde la segunda mitad de ese siglo hasta la primera mitad del siglo xx, y la terce-
ra va de los afios 50 hasta la actualidad. Debido a que, en lengua espafiola, no
existe una tradiciön de estudios fraseogräficos, Carneado Mord no ofrece infor-
maciones puntuales sobre ella, es decir, se limita a presentar informaciones par-
ciales, ya que no son fruto de una pesquisa exhaustiva22.
La primera etapa fraseogräfica se caracteriza por la elaboraciön de obras
que recogen unidades de cufio popular, como proverbios y refranes surgidos en
dpocas muy antiguas. Otras caracteristicas de las obras de ese periodo son, por un
lado, la heterogeneidad del material fraseolögico compilado: se registran palabras
aisladas, fäbulas e incluso cuentos, y, por otra parte, la ausencia de parämetros
lingüisticos para describir ese material. La primera obra fraseogräfica en lengua
espafiola es una colecciön de refranes y sentencias, escrita en el siglo xv y reedi-
21 El primer punto se trata a lo largo de este apartado, mientras que se da cuenta del segundo en
los pröximos capitulos.
22 Aqui sölo se reproducen esas informaciones, si bien estas se completan con datos concernien-
tes a la lengua portuguesa. Los datos para el portugues han sido tomados de Nunes
(1998).Hay que sefialar, no obstante, que en Ruiz Gurillo (1997:18-19) y en Bajo Pörez
(2000:231-233) se pueden encontrar, asimismo, numerosas referencias sobre obras fraseogrä-
ficas.
29
tada posteriormente en 1512 y 155023. Tambi6n de ese primer periodo son el Vo-
cabulario de refranes, frases proverbiales y otras formas comunes en lengua kas-
tellana (1627), de Gonzalo Correas, y el Diccionario de refranes, adagios y locu-
ciones proverbiales con su exacta correscindencia en frands (1851), de Jos6 Ma-
ria Sbarbi. En lo que se refiere a la lengua portuguesa, siguiendo a Nunes
(1998:122-123), se pueden citar como obras representativas de esa primera etapa
el Dicionärio Latim-Portuguis (1569-70), de Jerönimo Cardoso, primer lexicö-
grafo portugus, que incluyö en ese libro casi todos los adagios de Erasmo de Rot-
terdam; el Vocabulärio Portugu& e Latino (1712), de Rafael Bluteau, y el Proso-
dia in Vocabularium bilingue, Latinum et Lusitanicum Digesta (Segunda parte
dos principaes adagios portuguezes, com seu latim proverbial corresponAlte),
tambien escrito en el siglo xvin, en 1750, por Benedicto Pereira. Se considera que
la Collecväo de provjrbios, adägios, rifaos. Anexins, sentenQas moraes e idiotis-
mos da lingua portugueza (1848), cuya autoria corresponde a Paulo Perestrello da
Cämara, es la primera obra fraseogräfica conocida publicada en Brasil.
En la segunda etapa, ademäs de compilarse proverbios y refranes, se regis-
tran frases proverbiales y expresiones idiomäticas. Asimismo, en este periodo ya
se introducen criterios lingüisticos para explicar el significado de las unidades y
para suministrar informaciones etimolögicas, estilisticas y ejemplos. Pese a que en
esta segunda etapa se mejora el nivel de calidad de las obras compiladas y crece el
nümero de diccionarios publicados, algunas deficiencias persisten, principalmente
respecto a la cuestiön de la selecciön de las unidades que deben integrar la obra.
Se puede destacar, en esta fase, la publicaciön del Diccionario de frases de auto-
res cläsicos espaiioles (1899), de Jos6 Mir Nogueras, y el Frazes Feitas. Estudo
conjectural de locuvöes, ditados e provjrbios (1909), de Joäo Ribeiro.
La tercera etapa de la fraseografia coincide con una fase de gran desarrollo
de la ciencia lexicogräfica en general y de la fraseologia en particular. Como re-
sultado de eso, salen a la luz estudios präcticos y teöricos que estimulan la utiliza-
ci6n de criterios cientificos a la hora de seleccionar, ordenar y presentar el mate-
23 Carneado Mord no identifica esa obra y se limita a hacer referencia ünicamente a las fechas
citadas. A partir de ellas, se deduce que no se trata de la obra del Marquds de Santillana Re-
franes que dicen las viejas tras el fuego, una de las mäs antiguas en lengua espafiola, puesto
que, aunque es de fmales del siglo xv, las fechas de impresi6n (1508, 1510 (?), 1522, 1541 y
1542, segün Bizarri, 1995:6) no coinciden con las mencionadas por Carneado Mord. No obs-
tante, teniendo en cuenta lo que escribe el Conde de la Vifiaza (1893:961) sobre la obra del
Marquds de Santillana: "Esta es la primera colecciön de refranes castellanos 6 sentencias que
estän en labios del vulgo, que se ha impreso en Espafia, pues aun cuando los Proverbios de
Sjneca y los del mismo Marqujs de Santillana vieron allos antes la Iuz püblica por medio de
la imprenta, no es popular la indole de estas colecciones, sino producto del ingenio de cultos
escritores, y carecen, por consiguiente, de la autoridad necesaria para facilitar el estudio y
acreditar el sentido y el uso de muchas palabras de nuestro Diccionario", se puede pensar que
Carneado Mord hacia referencia al Seniloquium, una colecci6n de refranes del siglo xv (Biza-
rri, 1995:5).
30
rial fraseolögico en los diccionarios. Asimismo, tras la Segunda Guerra Mundial,
se observa un incremento del interds por el estudio de idiomas, lo que lleva a la
publicaciön de diccionarios y glosarios bilingües dedicados a la ensefianza. Segün
Carneado Mord, muchas de las obras publicadas en este periodo,
Asi pues, estas obras marcan el nacimiento del diccionario fraseol6gico como un
tipo de diccionario que recoge una parcela lingüistica especifica. Ademäs, en este
periodo ya aparecen diferentes tipos de diccionarios fraseolögicos, como los dia-
lectales y los de sin6nimos. Para Carneado Mord (1989:72), el surgimiento de este
tipo de diccionario es "el resultado natural del desarrollo de la ciencia filol6gica y
de la aspiraciön de los hablantes de una determinada lengua a conservar su heren-
cia fraseolögica". No obstante, pese a este avance en fraseografia, muchos de los
problemas relacionados con el tratamiento lexicogräfico de las UF han persistido y
quedan por solucionar. Existe una larga nömina de obras lexicogräficas que co-
rresponden a esta tercera etapa de la fraseografia. A titulo de ilustraci6n, se citan
ünicamente dos representantes, uno en lengua espafiola y otro en portuguesa, que
inauguran este periodo: el Diccionario ilustrado de frases caebres y citas litera-
rias (1952), de V. Vega, y el Dicionärio analögico: tesouro de vocäbulos e frases
da lingua portuguesa (1952), de C. Sptizer.
Por otra parte, los frase6logos y lingüistas que se interesan por el trata-
miento dado a las UF en los diccionarios generales y en las gramäticas, tanto desde
una perspectiva histörica como actual, estän contribuyendo, asimismo, al conoci-
miento de la historiografia fraseogräfica. Un ejemplo de este tipo de trabajo es el
de Scandola (2006), en el que se intenta trazar una trayectoria del tratamiento dis-
pensado a la fraseologia en el DRAE, a travds del examen de la evoluciön de la
estructura interna del articulo lexicogräfico en los veintid6s diccionarios de la
Academia. La autora, con este estudio diacr6nico del tratamiento de la fraseolo-
gia, busca elaborar una propuesta de periodizaci6n de lo que llama "principios
fraseol6gicos".
Por lo general, los trabajos en esta ärea siguen una linea descriptiva, esto
es, muestran los procedimientos llevados a cabo a la hora de incluir las UF en de-
terminadas obras y muchos de ellos se centran en los aspectos negativos de este
tratamiento lexicogräfico. De hecho, Tristä Pdrez (1998a:169) afirma que uno de
los factores que han contribuido al desarrollo de la fraseografia ha sido la valora-
31
ciön negativa que se hace respecto al tratamiento que las UF reciben en los diccio-
narios. La autora cita algunas de las cuestiones criticadas por los especialistas:
a) la falta de adecuaciön en el registro y presentaci6n de las UF, que tiene como
consecuencia una selecciön asistemätica de estas unidades. Asi, se mezclan UF de
diferentes tipos con lexemas simples;
b) la praxis usual que tienen los autores de las obras lexicogräficas en usar el ma-
terial de otras obras sin filtrarlo, ocasionando con eso el cümulo de UF arcaicas y
sin valor präctico, y
c) la inclusiön de las uF en los diccionarios generales sin tener en cuenta las carac-
teristicas propias de esas unidades, sino con el fin de ilustrar un uso del lema.
Como se puede observar, a partir de esas criticas se pueden sacar datos so-
bre lo que viene siendo la präctica fraseogräfica. De manera anäloga, los trabajos
de Satorre Grau (1999), Gonzälez Gonzälez (1999-2000), Martinez Alcalde
(2002) -dentro del Proyecto ya citado Diacronia fraseolögica del espaiiol (DIA-
FRAES)- y Franco Figueroa (2006) dan noticias, respectivamente, de la presencia
de la lengua coloquial (incluyendo aqui unidades fraseol6gicas) en las obras gra-
maticales y lexicogräficas del Siglo de Oro, de las expresiones paremiolögicas en
el Diccionario de Alonso Sänchez de Ballesta y del tratamiento de las unidades
fraseolögicas en el Diccionario de Terreros (los dos ültimos trabajos).
De igual modo, los trabajos basados en obras contemporäneas pueden ser-
vir como guia para trazar la historiografia fraseogräfica del espein Este es el
caso, por citar algunos ejemplos, de los trabajos de Corpas Pastor (1996b) y de
Santamaria Pdrez (1998, 2000a, 2003a), que abordan la fraseologia en los diccio-
narios bilingües (DB); de Alvar Ezquerra (2000a), que trata las unidades fraseolö-
gicas definidas como de sentido o significado claro en el diccionario de Maria
Moliner; de Castillo Carballo (2000), que se centra en el tratamiento de las unida-
des pluriverbales en el DRAE y en el DUE y de Bargallö Escrivä et al. (2001), que
aborda las estructuras de acceso en los diccionarios fraseolögicos.
No hay que olvidar, tampoco, los estudios fraseogräficos en los que se
discute la elaboraciön de diccionarios fraseolögicos, ya que los criterios propues-
tos en estos trabajos se han deducido de la präctica fraseogräfica de los autores,
pues todos han hecho algün diccionario. De igual forma, estos estudios pueden
ayudar a establecer la historia de la fraseografia. En este sentido, se puede citar el
trabajo de Varela y Kubarth (1998), en el que se muestran los problemas y solu-
ciones adoptadas en el DFEM; el de Tristä Pdrez (1998a), en el que se comenta la
elaboraciön del Diccionario de fraseologia cubana (DFc); el de Santos (1998),
donde se tratan los problemas de elaboraciön de su DB portuguds-inglds de uF; el
de üermäk (1998), en el que se abordan algunos de los principios seguidos en la
elaboraci6n del Diccionario de fraseologia checa e idiomatismos (DFcI); el de
Carbonell Basset (1998), en el que se definen los criterios para la elaboraci6n de
un diccionario fraseolögico bilingüe castellano-inglds, y los de Penadds Martinez
(1998 y 2002-2003), el primero porque anuncia la redacciön de su diccionario de
32
locuciones verbales (Lv), destinado a aprendices y profesores de E/LE, y el segun-
do porque expone los criterios de elaboraciön de ese diccionario.
Esos ültimos trabajos manifiestan, por un lado, el desarrollo de los diccio-
narios fraseogräficos y son, a la vez, prueba del camino recorrido por la teoria
fraseogräfica, el segundo punto de partida en el establecimiento de la historiogra-
fia fraseogräfica, segün se comentaba al principio de este apartado. En esta segun-
da via de conocimiento de la historia de la fraseografia, se encuentran los trabajos
de autores que, a partir de sus reflexiones sobre la naturaleza de los elementos
fraseolögicos y sobre su tratamiento lexicogräfico, buscan establecer las pautas
para ese tratamiento, y, de este modo, van fraguando la fraseografla teörica. Hay
que tener en cuenta, en esta parte, las aportaciones pioneras de Casares (1950) y
las contribuciones mäs recientes de Martinez Marin (1998), G. Wotjak (1998b),
Penadds Martinez (1999b) y Ruiz Gurillo (2000). Estos trabajos son resefiados a
lo largo de los pröximos capitulos, junto con otros muchos que desarrollan, aun-
que sea de manera parcial, el tema de la teoria fraseogräfica.
3. La critica fraseogräfica
"(...) si cualquier diccionario es una teoria sobre el 16xico de una lengua, en-
tonces estä justificado desarrollar criterios para decidir el grado de adecua-
33
ci6n de un diccionario con respecto al ldxico de la lengua que describe" (Mo-
reno Sandoval, 2000:1880).
"For the most part the criticism (...) reveals a surprising lack of interest in
general principles, with incidental sniping taking the place of any real explo-
ration of the intentions with which the works being criticized had been set up.
Omissions are lamented and superfluities condemned, but the whole basis for
determining the nomenclature remains largely undiscussed. The near-total
absence of concern for the semantic principles of definition is specially strik-
ing, and the topic of lemmatization is seldom raised. User-convenience is
hardly an issue" (Osselton, 1989:229).
Pese a todo ello, la necesidad y urgencia de una critica fraseogräfica se hace pa-
tente, cuando se examinan las funciones y valores atribuidos a la critica lexicogrä-
34
fica y dstos se consideran en el .mbito fraseogräfico. Por lo general, se considera
que la critica es una actividad fundamental si se tiene en cuenta la gran cantidad
de nuevas obras lexicogräficas que se publican (Haensch, 1997:237). En efecto,
tal como serialö Seco (1987:194), la publicaciön de un diccionario cosecha siem-
pre el aparecimiento de criticas, aunque dstas pueden ser comentarios gendricos o
trabajos mäs especializados. Hay, incluso, una relaciön entre el vehiculo de publi-
caciön y el tipo de critica, como indica Jackson (2002:182). Asi, este ultimo tipo
de trabajo suele aparecer en revistas o peri6dicos especializados, mientras que la
prensa popular suele recoger los comentarios de caräcter trivial.
Por otra parte, se considera que la critica puede contribuir al progreso de la
lexicografia, dado que ayuda a mejorar la calidad de los diccionarios, y puede
funcionar como un instrumento de orientaci6n y apoyo a los usuarios potenciales
de las obras, asi como a los editores y libreros (Haensch, 1997:243, Hemändez
Hemändez, 1998:5, Salvador, 2001:236, Jackson, 2002:30). En esta linea, Her-
nändez Hernändez (1998:7) advierte que la critica lexicogräfica debe incidir no
sölo en los puntos negativos de las obras, antes bien
"su objetivo debe ser el de hacer patentes las virtudes de los diccionarios, en
unos casos, y los errores y carencias, en otros, con la doble fmalidad de in-
formar y orientar a sus potenciales usuarios y para ir allanando el camino a
una lexicografia mäs responsable y profesional" (Hemändez Hemändez,
1998:7).
Para este autor, una critica de este tipo debe fundamentarse en los principios esta-
blecidos en la teoria lexicogräfica. Todo ello cobra especial significaci6n si se
toman en consideraciön ciertos factores: en primer lugar, el alud de publicaciones
lexicogräficas en las que se recogen UF -diccionarios fraseolögicos, en algunos
casos, o simplemente repertorios fraseolögicos, en otros- que salen a luz. En se-
gundo lugar, hay que tener en cuenta el estado de desamparo en el que se encuen-
tran muchos usuarios, especialmente los profesores y estudiantes de lenguas ex-
tranjeras, que desconocen criterios que puedan guiarlos en la adquisici6n de una
obra. En tercer lugar, es menester considerar la propia situaciän de la teoria y
präctica fraseogräfica, pues urge una actitud critica que permita la reflexi6n y el
consecuente perfeccionamiento del tratamiento lexicogräfico de las UF. Asi, si una
evaluaciön critica puede considerarse el resultado del desarrollo de la lexicografia,
como se desprende de las palabras de Moreno Sandoval (2000:1879):
"Como ocurre en cualquier disciplina aplicada, una vez que se han sentado
las bases teöricas Ilega el turno a la evaluaciön de los resultados. Es decir,
c6mo se adecuan los diccionarios reales a las lineas maestras de lo que debe
ser el diccionario ideal" (Moreno Sandoval, 2000:1879),
35
en el caso de la fraseografia, donde no se han establecido completamente las bases
te6ricas, cabe suponer que la tarea de la critica fraseogräfica es doblemente impor-
tante en relaciön con el presente y el futuro de la disciplina fraseogräfica.
Ahora bien, aunque se reconoce la necesidad y pertinencia de la critica de
diccionarios, se advierte, asimismo, que esta tarea estä plagada de escollos. El
primero que se presenta es la dificultad de "realizar una lectura sostenida de lo
que es un discurso fragmentado" (Hernändez Hernändez, 1998:18), dicho de otra
manera, la revisi6n de un diccionario no se lleva a cabo como la de otros libros,
debido a que es präcticamente imposible que el critico lea toda la obra (Salvador,
2001:236 y Jackson, 2002:30). De esta forma, este debe encontrar otros mitodos
para conocer un diccionario, tales como la aplicaciön de pruebas especificas o la
elaboraciön de una lista bien estructurada donde consten los items que deben in-
vestigarse. Como dice Salvador (2001:236):
Por otra parte, hay que considerar la revoluciön que ha supuesto la aparici6n de
las versiones digitales de los diccionarios, puesto que, como seriala Moreno San-
doval (2000:1879), con el auxilio de los ordenadores la aplicaciön de parämetros
de evaluaciön puede ser mäs fäcil, mäs fiable y exhaustiva.
Salta a la vista, asimismo, la inexistencia de normas generales para la evaluaci6n
critica de las obras (Hartmann, 2001:48)27. Por ello, Jackson (2002:173) ha afir-
mado que
"One of the crucial issues for dictionary criticism is to establish a sound and
rigorous basis an which to conduct the criticism, together with a set of appli-
cable criteria" (Jackson, 2002:173).
27 Este autor advierte, asi, que "Systematic and intemationally agreed criteria for assessing dic-
tionaries and other reference works (in terms of standard features such as coverage, format,
scope, size, title and authorship) are an urgent desideratum" (Hartmann, 2001:48).
28 Para otros ejemplos de estudios de este tipo, vdase Hernändez Hernändez (1998:8-18).
36
primer aspecto, informa de que hay tres enfoques posibles: el del lingüista o del
lexic6grafo, el del usuario o del püblico de destino y el de la ensefianza de la len-
gua. En cuanto al segundo aspecto, afirma que una evaluaciön critica puede tener
como objetivos concretos: informar al püblico de la existencia de una nueva edi-
ci6n o de una nueva obra, dirigirse a un püblico interesado para informar del con-
tenido de un diccionario y de su adecuaci6n a sus necesidades, contribuir a la me-
talexicografia o a la präctica lexicogräfica. En el ämbito de la fraseografia, se ob-
serva que, en muchos de los trabajos en los que se tienen en cuenta el tratamiento
lexicogräfico de las UF, los cuales podrian considerarse un tipo de critica fraseo-
gräfica, o por lo menos un acercamiento a esta, no queda claro, siguiendo la des-
cripciön de Jackson, ni las perspectivas que guian estos trabajos ni sus prop6sitos.
La contundencia de esta afirmaciön se fundamenta en el hecho de que en la gran
mayoria de estos trabajos los autores se limitan, muchas veces, a la mera descrip-
ciön de problemas o cuestiones fundamentales, pero no presentan propuestas con-
cretas para el tratamiento lexicogräfico de las UF ni reivindican cambios efectivos
en este tratamiento. Igualmente, se hace hincapid en los puntos negativos, tal co-
mo se procede en muchas criticas lexicogräficas, hasta tal punto que los aspectos
positivos que podrian existir en la präctica lexicogräfica, en lo que se refiere a las
UF, pasan inadvertidos29. Por ello, no es posible hablar de la existencia de una
critica fraseogräfica, lo cual puede tener como consecuencia directa la permanen-
cia de algunos problemas präcticos relacionados con la descripciön lexicogräfica
de las UF. De existir una critica fraseogräfica efectiva, una cuesti6n problemätica
como, por ejemplo, la falta de homogeneidad en el tratamiento del lema de las
locuciones -que examinaremos en el capitulo 3- seria, al menos, discutida.
La critica fraseogräfica se encuentra, pues, desatendida, y eso queda muy
claro cuando comparamos las vertientes de la critica lexicogräfica expuestas por
Hernändez Hernändez (1998:7-18) y por Hartmann (2001:49-54) con lo que se ha
hecho hasta ahora en fraseografia30. El primer autor, con el fin de averiguar lo que
se ha hecho hasta ahora en el ärea de la critica lexicogräfica y, asimismo, ver cuäl
es el futuro de esta disciplina, propone dos grandes bloques, que representan posi-
bilidades de acercamiento a las obras lexicogräficas: la critica lexicogräfica cienti-
fica, que se subdivide, a la vez, en critica especializada y critica como investiga-
ciön, y la critica lexicogräfica ocasional. En lo que se refiere a la critica especiali-
zada, dice que probablemente fue el primer tipo que surgiö y consiste en im tipo
de valoraci6n de la obra lexicogräfica, realizada por especialistas, quienes, debido
29 De hecho, TristäNrez (1998a:169) considera que la valoraci6n negativa que se hace respecto
al tratamiento lexicogräfico de las UF es uno de los factores que han contribuido al desarrollo
de la fraseografia.
30 Jackson (2002:174) tambien presenta dos formas de perspectivas de estudio de la critica lexi-
cogräfica, las cuales quedan recogidas en los puntos 5 y 6 de la propuesta de Hartmann que se
resetia Inas adelante.
37
a su profundo conocimiento de la materia, no siguen un metodo de anälisis pre-
viamente establecido. Sus pasos estän determinados por el objeto de su estudio.
Normalmente va dirigida a un publico especializado o con conocimientos media-
nos. Cita como ejemplos de este tipo los trabajos de Alvar Ezquerra y Seco.
En cuanto a la critica como investigaci6n, informa de que, en este caso, se
lleva a cabo el anälisis de todos los componentes de la obra lexicogräfica, y se
considera tanto "el seguimiento y la explicitud del metodo de anälisis como los
resultados" (Hernändez Hernändez, 1998:8). En este tipo de actividad, se hace uso
del metodo comparativo, con el fin de de destacar los aspectos positivos y negati-
vos de la obra analizada. Ademäs, de acuerdo con este autor:
El responsable de este tipo de trabajo es un critico investigador que tiene una for-
maci6n lingüistica adecuada y es conocedor tanto de la teoria lexicogräfica como
de la limitaciön de su präctica. Este autor da como ejemplos de este tipo de critica
la que el ha realizado sobre los diccionarios escolares, la cual fue seguida por Al-
zola Farifias. Cita, asimismo, el trabajo de Avila Martin, un anälisis sobre diccio-
narios escolares publicados entre 1990-1996, y la propuesta presentada por
Haensch, en 1997.
En lo que a la critica lexicogräfica ocasional se refiere, explica que su ob-
jetivo es el de determinar la adecuaciön de una obra a un usuario en concreto o a
un grupo de usuarios que tienen necesidades lingüisticas similares. En este tipo de
critica, no se busca una valoraci6n definitiva de la obra, se trata, sobre todo, de
trabajos que buscan ayudar a seleccionar un tipo de diccionario. Dice que en la
critica ocasional se suelen usar metodos parciales y no exhaustivos. Se usan, pues,
mdtodos sencillos que consisten en modelos de plantillas e incluso tests de fäcil
aplicaciön. Cita algunos trabajos, como el de Fontanillo, uno de los pioneros, el de
Crystal y el de Maldonado Gonzälez.
La propuesta del Humberto Hernändez puede considerase mäs generica en
comparaciön con la que presenta Hartmann, mucho mäs especifica. Este segundo
autor, en un apartado dedicado a la critica de diccionarios (Hartmann, 2001:49-
54), expone seis perspectivas sobre la critica lexicogräfica, a traves de las cuales
intenta captar todas las posibilidades de acercamiento a este tema. Tiene en cuen-
ta, de este modo: 1. los trabajos que pueden considerarse revisiones criticas de
obras diversas; 2. los tests que se aplican a los diccionarios en cuanto producto
comercial; 3. las guias de compra, en las que se comentan los atributos de las
obras y se hacen consideraciones sobre la adecuaciön de ciertas propuestas; 4. las
monografias criticas (evaluaciones detalladas en forma de libro, acerca de una
obra especifica); 5. la metacritica, o revisiön de otras revisiones, a traves de las
38
cuales se puede establecer qu6 tienen en comün las diferentes revisiones de una
misma obra y cämo pueden mejorarse estas revisiones, y 6. la elaboraciön de di-
rectrices generales, es decir, la elaboraciön de pautas concretas, a partir de lo
mencionado, para la critica lexicogräfica profesional. Se trata, en este caso, de
seguir principios de revisi6n mäs objetivos y precisos, con equilibrio entre los
puntos negativos y los positivos en la evaluaciön. Mäs adelante, en el capitulo
"Issues in Dictionary Research", Hartmann retoma estas perspectivas y destaca
algunas cuestiones pendientes relacionadas con cada uno de estos puntos. Ast con
relaciön al primero sefiala que en las revisiones no se suelen seguir criterios co-
munes; respecto al segundo, indica que no existen todavia instrumentos adecuados
que permitan evaluar la efectividad de los diccionarios, al igual que se evalüan
otros productos comerciales; en cuanto a las guias de compras, el tercer punto,
informa de que estas casi siempre carecen de autoridad y son poco inteligibles;
respecto al cuarto punto, reconoce que los estudios detallados sobre una misma
obra son muy raros; sobre el quinto punto, afirma que la metacritica no ha sumi-
nistrado aün unas bases firmes para la critica lexicogräfica; finalmente, con rela-
ci6n al sexto punto, el de la elaboraciön de directrices generales, dice que no exis-
ten reglas universalmente aplicables a la critica de diccionarios.
La comparaci6n, pues, de las dos propuestas resefiadas anteriormente con
la tönica de los trabajos sobre el tratamiento lexicogräfico de las UF desvela que
estos se insertarian en la linea de la critica cientifica, siguiendo la terminologfa de
Hernändez Hernändez, o en el primer punto propuesto por Hartmann, es decir, en
las revisiones criticas. Cabe sefialar, no obstante, que los trabajos existentes sobre
el tratamiento lexicogräfico de las UF son, por una parte, bastante gen6ricos, por
cuanto no se tienen en cuenta en eilos todos los puntos relacionados con el trata-
miento lexicogräfico de las UF o de una UF en particular. Por otra parte, son tam-
bi6n muy desiguales entre si, tanto en lo que se refiere a los procedimientos utili-
zados como a los resultados alcanzados. En este caso, dos de los problemas de los
que adolece la critica lexicogräfica, segün los teäricos, la falta de criterios al me-
nos relativamente objetivos (Hartmann, 2001:116 y Jackson, 2002:173) y la ca-
rencia de estudios basados en situaciones reales de uso, adquieren dimensiones
insospechadas en el ämbito de la fraseografia. De esta forma, se echa en falta el
establecimiento de bases objetivas y criterios claros que permitan ofrecer una eva-
luaci6n critica del tratamiento lexicogräfico de las UF, en lugar de la mera presen-
taciön de una visi6n superficial del tema o de una opiniön personal de un autor.
Igualmente, se hace necesaria la critica centrada en la funciön desempefiada por
los diccionarios, es decir, hay que averiguar si el tratamiento dispensado a las UF
corresponde a las necesidades y expectativas de los usuarios.
Si a la critica lexicogräfica le queda un largo camino hasta que se convier-
ta, tal como reivindica Jackson (2002:174), en im campo mäs sofisticado de la
investigaciön lexicogräfica, se puede decir que la critica fraseogräfica no ha dado
todavia sus primeros pasos. Considerando las deficiencias que se registran en el
39
tratamiento lexicogräfico de las UF, constatamos la dificultad que supondria efec-
tuar, hoy por hoy, una critica fraseogräfica rigurosa usando, por ejemplo, los prin-
cipios sugeridos por Jackson (2002:176). Para este autor, una critica puede llevar-
se a cabo teniendo en cuenta dos criterios: uno interno -en el que se considera qud
dice el diccionario sobre 61 mismo o qud dicen sus editores31- y otro externo -
derivado de la metalexicografia-, en el que se tienen en cuenta las exigencias lin-
güisticas para una descripciön 16xica, asi como los aspectos pertinentes a la pro-
ducci6n y el diserio de la obra. Como veremos mäs adelante, en los diccionarios se
dice muy poco del tratamiento dado a las unidades pluriverbales y, por otro lado,
la descripciön lexicogräfica de estas unidades no es del todo satisfactoria.
Considerando algunos aspectos de la critica fraseogräfica, no cabe duda de
que dsta se acerca mucho a otra vertiente de la fieseografia teörica, la investiga-
ci6n sobre el uso de los diccionarios. Tanto Hernändez Hernändez (1994:109)
como Hartmann (2001:53) han advertido esta interrelaciön. Para Hartmann, de
hecho, la critica lexicogräfica viene a ser uno de los puntos de que se ocupa la
investigaciön lexicogräfica. Este autor considera que la relaciön entre estos dos
aspectos se hace efectiva en el ämbito de la metacritica y llega a afirmar que algu-
nos estudios metacriticos le han ayudado a formar su concepciön de la critica co-
mo una rama de la metalexicografia o de la investigaciön lexicogräfica (Hart-
mann, 2001:53)32.
Para concluir, es menester presentar unas directrices generales que podrian
ser tenidas en cuenta en la critica fraseogräfica. Siguiendo a Jackson (2002:178 y
ss.), hace falta resaltar la necesidad de que se considere, por un lado, la presenta-
ciön o el diserio de las obras lexicogräficas y, por otra parte, su contenido. Con
respecto al primer aspecto, habria que averiguar, por ejemplo, la accesibilidad a la
informaci6n fraseolögica. En lo que se refiere al segundo aspecto, habria que ave-
riguar la selecci6n de las unidades, la divisiön y organizaci6n de acepciones, la
definiciön, la presentaciön de informaciones connotativas y pragmäticas, los
ejemplos, la marcaciön, entre otras cuestiones determinadas por el objetivo y el
alcance de la obra examinada (en algunos diccionarios, por ejemplo, habria que
tener en cuenta las informaciones sobre el origen de las unidades). En todo este
proceso de analisis, no se debe perder de vista la perspectiva del usuario y la ade-
cuaciön de la obra a sus propösitos. En t6rminos mäs objetivos, recogiendo aqui la
31
Si bien, como advierte Moreno Sandoval (2000:1882), en cualquier evaluaciön objetiva, ba-
sada en criterios generales e independientes, se debe tener cuidado con los datos suministra-
dos por las editoriales, en los que priman aspectos positivos, que pueden no corresponder a la
realidad. Ademäs, las casas editoriales usan parämetros propios de evaluaciön, los cuales
tambi6n deben examinarse.
32 Por ello, se ha optado por presentar en el pr6ximo apartado algunos ejemplos de trabajos
centrados en las destrezas de usuarios, en los que se investigan, por ejemplo, cuestiones rela-
cionadas con la localizaciön de UF, los cuales se encuentran a caballo entre la critica y la in-
vestigaciön sobre diccionarios.
40
sugerencia de Moreno Sandoval (2000)33, en este anälisis se debe poner atenciön a
tres parhmetros esenciales, dos de caräcter cualitativo y uno cuantitativo: la es-
tructuraci6n y la calidad de la informaciön suministrada, por un lado, y la cobertu-
ra de la obra, por otro. Es decir, hay que averiguar cuänta informaci6n fieseolögi-
ca contiene el diccionario examinado, de qud manera la presenta y cömo es esta
informaci6n. Se debe tener presente, finalmente, que
"(...) la evaluaciön de cualquier obra cientifica se rige por los criterios de ri-
gor empirico y simplicidad. Dicho de otra manera, dado que los diccionarios
son obras colectivas y realizadas por seres humanos, no son obras perfectas
ni acabadas y, en muchos casos, estän plagadas de errores e inconsistencias.
La finalidad de la evaluaciön es mejorar la calidad de los diccionarios no ata-
carlos ni, por supuesto, denigrar a sus autores" (Moreno Sandoval,
2000:1881-1882).
4. La investigaciön fraseogräfica
33 Este autor presenta una propuesta de evaluaciön, basada en el uso de ordenadores, y en la que
se objetiva, fundamentalmente, un anälisis cuantitativo y objetivo de los diccionarios.
34 Si bien Wiegand (1984:15) tambi6n hace alusi6n a una concepciön mäs amplia de la investi-
gaciön lexicogräfica, no sölo la circunscrita al uso. Se refiere, pues, a la teoria de la investiga-
ci6n lexicogräfica sobre el lenguaje como uno de los elementos que forma la teoria lexicogrä-
fica y cuya ärea de littet-6s estä constituida por todos los tipos de m6todos cientificos que pue-
den aplicarse a la lexicografia. Como seilala Azorin Femändez (2003:40-41), esta teoria de la
investigaci6n lexicogräfica sobre el lenguaje estä vinculada directamente con el proceso de
elaboraciön de los diccionarios.
41
en la actividad lexicogräfica, el lexicögrafo, el usuario y el profesor, considerän-
dolas de modo ecuänime. No obstante, como advierte este autor, los investigado-
res han dedicado siempre mäs atenciön al usuario que a los demäs sujetos prota-
gonistas de esta actividad. C6rdoba Rodriguez (2001:39), en esta linea, afirma que
la lexicografia te6rica viene centrändose, en los ültimos arios, en el usuario y en su
interacciön con el diccionario. Esta atenciön, no obstante, no se traduce en Im de-
sarrollo 6ptimo de las investigaciones sobre el uso de los diccionarios. En este
sentido, Bijoint (2000:160) informa de que los estudios sobre las destrezas de los
usuarios estän menos avanzados que los que abordan sus necesidades. Asimismo,
C6rdoba Rodriguez (2001:40) hace referencia al hecho de que, en muchas investi-
gaciones, se serialan las discrepancias entre "las presunciones de los lexic6grafos
y los problemas y necesidades de los usuarios". Y es que este tipo de investiga-
ci6n tiene unas limitaciones que son fruto de su propia naturaleza, como se deduce
de las palabras de Hartmann (2001:81):
Por otra parte, como destaca C6rdoba Rodriguez (2001:40), las diferencias inter-
lingüisticas o las idiosincrasias de los grupos de usuarios investigados restringen
enormemente los resultados de una investigaci6n, en el sentido de que estos difi-
cilmente pueden ser extrapolados a otras lenguas y a otras comunidades lingüisti-
cas.
En los planteamientos mäs actuales, se considera que la investigaciön cen-
trada en el uso de las obras lexicogräficas constituye, de hecho, una de las pers-
pectivas posibles de la investigaciön lexicogräfica. Asi, en Hartmann y James
(1998) y Hartmann (2001) se trabaja con un concepto mucho mäs amplio y com-
plejo de investigaciön lexicogräfica35. Para Hartmann y James, la investigaci6n,
denominada por ellos dictionaly research, se identifica con la propia lexicografia
teörica:
42
Desde esta perspectiva, la investigaciön lexicogräfica se concibe como una activi-
dad multidisciplinar a la que le cabe explicar:
- los principios subyacentes a la lexicografia en cuanto proceso (metalexicogra-
fla),
- el desarrollo histörico de las tradiciones lexicogräficas (historia de los dicciona-
rios),
- la evaluaciön de los productos lexicogräficos (critica de diccionarios),
- la descripci6n de sus partes componentes (estructura de los diccionarios),
- la clasificaciön de los productos lexicogräficos (tipologfa de diccionarios) y
- los puntos de vista del usuario (uso de diccionarios) (Hartmann, 2001:5).
De esta forma, toda reflexiön sobre cualquier aspecto lexicogräfico se en-
tiende como una actividad de investigaciön. Dicho de otro modo, la investigaci6n
sobre los diccionarios estä ilamada a contestar todas las cuestiones de indole teö-
rica, metodolögica, terminolögica, hist6rica y pedagögica que puedan surgir en el
ämbito lexicogräfico (Hartmann, 2001:30). La complejidad que supone realizar
esta tarea refuerza la idea de que la pesquisa lexicogräfica es una empresa multi-
disciplinar, en la que tienen cabida mdtodos y metodologfas de investigaciön di-
versos.
Pese a la importancia que se concede a la investigaciön lexicogräfica, dsta,
en cualquiera de sus facetas, ha sufrido siempre un considerable retraso. Hernän-
dez Hernändez (1994:109), por ejemplo, afirmaba hace diez afios que las investi-
gaciones sobre el uso del diccionario en la lexicografia espafiola eran, en aquel
momento, casi inexistentes y que, probablemente, su trabajo sobre los dicciona-
rios escolares era la ünica investigaciön existente36. Iriarte Sanromän (2001:77-
79) relaciona la ausencia de investigaciones lexicogräficas con la poca atenci6n
que, desde la lingüistica, se ha dado a la lexicografia. En esta misma linea,
Haensch y Wolf (1982:17) tambidn han cuestionado la relaci6n entre la lingüistica
y la lexicografia. Para Iriarte Sanromän (2001), el caräcter präctico del trabajo
lexicogräfico ha jugado un papel esencial a la hora de frenar el desarrollo de la
teorfa lexicogräfica y, en consecuencia, de la investigaci6n en lexicografia. Afir-
ma, pues, que:
43
La ausencia de una conveniente proporciön entre reflexiön teörica y actividad
präctica lleva, pues, a un circulo vicioso, por lo que concluye este autor que
44
de que es necesario pasar de la teoria fraseogräfica a la präctica de modo coheren-
te, y la investigaci6n representa un camino eficaz para ello.
37 A este respecto, vdase Green (1996:27), quien afirma que "There is a good case for regarding
the history of lexicography as the history of an infinite palimpsest".
38 Con relaci6n a este tema, ha afirmado Biderman (2001:177), en el ämbito de la lengua portu-
guesa: "A Lexicografia portuguesa constitui, na verdade, uma antiga prätica com pequena
ciöncia. Ein geral, os dicionaristas säo apaixonados cultores da palavra e da Iingua, com pe-
quena ou nenhuma ciöncia lingüistica. Por isso continuam a reproduzir prl.ticas centenärias,
sem criticä-las e adequä-las ao nivel atual dos conhecimentos lingüisticos".
39 Lo que ha Ilamado Hausmann (1987, citado por Alvar Ezquerra, 2000b:38) delincuencia
lexicogrdfica.
45
"En este panorama adquiere una especial relevancia el diccionario acaddmico
porque se ha convertido en la fuente de todas las informaciones, en el punto
de referencia comün debido al prestigio que ha alcanzado a lo largo de sus
dos siglos y medio de presencia, hasta el punto de que la mayoria de los
hablantes y usuarios lo consideran el representante de la norma lingüistica
espatiola, e incluso mäs: lo que no estä en el no pertenece a nuestra lengua, y
lo que estä en a puede decirse sin mäs restricciones que las del uso que
acompafian a muchas definiciones" (Alvar Ezquerra, 2000b:38).
Se puede decir, pues, que los presupuestos te6ricos de la fraseografla nacen con
los primeros trabajos präcticos y que en su desarrollo juegan un papel fundamen-
tal la tradiciän y el plagio lexicogräfico, y en espafiol el peso del diccionario aca-
demico.
Existen, asimismo, otros factores que marcan los inicios de la lexicografia
y que, por ende, tambien deben ser considerados en la constituci6n de la teoria
fraseogräfica. Algunos de esos factores son, de un lado, el didactismo presente en
la concepciön de cualquier obra lexicogräfica y, de otro, la idea de que un diccio-
40 Garcia Benito (2000:405-407), por ejemplo, se basa en el DRAE para elaborar un DB (espafiol-
portugues) de expresiones idiomäticas. Justifica la elecci6n del DRAE basändose en un criterio
academicista: ese diccionario habria guiado la redacci6n de muchas obras (por lo que de nada
le servirla apoyarse en otro diccionario, porque ese fatalmente habria seguido tambien el
DRAE) y es, asimismo, el guardiän de las unidades vigentes y afianzadas por el uso. No obs-
tante, afirma tener conciencia de las carencias de este diccionario. Asi, para suplir la falta de
unidades pertenecientes al nivel coloquial, a la lengua hablada, problema del que adolece el
DRAE, segün la autora, decide incluir un apendice con esas expresiones, que "estän lo sufi-
cientemente afianzadas en el idioma".
46
nario es el fiel depositario de la lengua, por lo que debe reflejarla en su totalidad.
Por la conjunciön de esos dos principios, los lexicögrafos han ido incluyendo uni-
dades fraseolögicas, tanto en los diccionarios bilingües y plurilingües, dirigidos a
los extranjeros, como en los monolingües, justificando tal inclusiön con motivos
tales como:
a) El caräcter idiomätico de las UF, entendido aqui como lo que es propio de una
lengua. Para muchos lexicögrafos, este tipo de unidad es peculiar de cada idioma,
por lo que revela su genio y originalidad.
b) Las dificultades que plantea la comprensiön de las UF, debido a su opacidad
semäntica o complejidad formal. La idiomaticidad ha servido siempre para carac-
terizar las UF, justificar su estudio y su inserciön en los diccionarios41.
c) Relacionado con lo anterior, los problemas encontrados a la hora de traducirlas,
por la falta de equivalentes en otro idioma o por la dificultad de establecerlos.
d) El hecho de que estas unidades son tipicas del modo de hablar en un determi-
nado registro; se considera que tienen caräcter coloquial.
e) La pluralidad de las UF, que hace posible usarlas en gran cantidad de situacio-
nes comunicativas diversas y dificulta el establecimiento de reglas gen&icas.
f) Como consecuencia de lo anterior, el hecho de que las UF dificultan el aprendi-
zaje de una lengua extranjera".
A raiz de estos principios, la inclusiön de UF en los diccionarios se hizo
usual y se prolongö a lo largo del tiempo. Si en una primera etapa de la fraseogra-
fla los factores histöricos y culturales tuvieron enorme peso, los factores lingüisti-
cos fueron, paulatinamente, cobrando fuerza43. A trav6s del ejercicio de la tradi-
ciön, es decir, tomando como base las präcticas lexicogräficas anteriores, se fue-
47
ron, poco a poco, estableciendo tecnicas lexicogräficas de selecci6n, organizaci6n,
lematizaci6n, etc. del material fraseolögico, las cuales se fueron consolidando del
mismo modo. Sin embargo, tal como se ha dicho anteriormente, sölo en los co-
mienzos del siglo xx aparecieron las primeras reflexiones teöricas sobre esta La-
bor.
Como resultado de una larga präctica fraseogräfica, acompafiada de una
escasa, o inexistente, especulaciön te6rica, los procedimientos que se refieren al
tratamiento lexicogräfico de UF fueron siempre muy variados y poco sölidos. De
este modo, resulta temerario hablar de la existencia de hecho de una teoria fraseo-
gräfica general, puesto que lo que existe realmente son tecnicas dispersas, afian-
zadas por la tradiciön, pero que necesitan ser sistematizadas, y en algunos casos
replanteadas, en funci6n de los avances de la lexicografla y de la fraseologia.
De esa manera, el examen de la präctica lexicogräfica llevada a cabo en los
inicios de la lexicografla espatiola atestigua, por una parte, el interes que ha des-
pertado siempre la fraseologia, pero, por otra parte, sirve para demostrar la irregu-
laridad de esa präctica y su vigencia -en el sentido de que los puntos negativos
serialados todavia estän presentes en muchas obras actuales-44. Con el objetivo de
ilustrar lo que se ha afirmado, se utilizarän algunos datos sacados de los trabajos
de Martinez Montoro (2002), un articulo sobre el tratamiento dispensado a la fra-
seologia en un grupo de obras lexicogräficas anteriores al siglo )0(45, de Martinez
Alcalde (2002) y Franco Figueroa (2006), y de Gonzälez Orejön (2002), sobre las
LV en el DRAE:
a) Los diccionarios analizados reünen ya una cantidad considerable de UF de di-
versos tipos, sin embargo, escasean las informaciones en los pr6logos sobre el
tratamiento dispensado a esas unidades. Asi, en el pr6logo del TLC no se hace re-
ferencia a ese tratamiento, mientras que en el DA o en el diccionario de Terreros46
ya se encuentra alguna informaciön, en este ultimo referida bäsicamente a los cri-
terios de inclusiön.
b) Mientras que en el TLC y en el NDLC las UF se recogen dentro del mismo articu-
lo, entre las acepciones de una palabra dada, en el DA y en el Diccionario se colo-
can como subentradas. Es sabido que el DA, ya en el siglo xvill, fijaba criterios
para la presentaciön de las palabras, reservando el uso de versales para las entra-
das y de versalitas para las subentradas, y hacia referencia a la estructura interna
de los articulos, estableciendo que las UF irian al final, despues de todas las acep-
44 Para una visidn general sobre la relaciön entre la fraseologia y algunos diccionarios del espa-
flol de los siglos xvt, xv0 y xvul, vease Medina Guerra (2004).
45 El autor ha analizado las siguientes obras: Tesoro de la lengua castellana, de Sebastian Cova-
rrubias, Diccionario de autoridades, de la RAE, el Nuevo diccionario de la lengua castellana,
de Vicente Salvä, y el Diccionario de la lengua espahola, publicado en 1884, de la RAE. En lo
que sigue, esas obras serän identificadas con las abreviaturas respectivas: TLC, DA, NDLC y
DRAE84, adoptadas por Martinez Montoro.
46 Identificado, a partir de ahora, como Diccionario.
48
ciones de una determinada voz y siguiendo el orden alfabdtico (algo que prevalece
en todas las obras). Se ve aqui, pues, de d6nde surge el procedimiento de insertar
las UF en la microestructura del diccionario.
c) En el TLC y en el Diccionario no se emplean abreviaturas para referirse a las
UF, pero en todas las demäs obras si. Pese a que para Martinez Montoro
(2002:915) el uso de esas abreviaturas tambidn representa una evoluciön del tra-
tamiento lexicogräfico, se hace menester setialar, una vez mäs, que la profusi6n de
abreviaturas usadas, asi como el exceso de tdrminos para referirse a las UF, son
factores que dificultan un acercamiento al estudio de las UF tanto en el pasado
como en el presente. Por citar un ejemplo bastante actual, en la 21a ediciön del
DRAE sölo doce unidades son identificadas con la abreviatura loc. verbal: armar-
la, cortarse solo, hacerla, liarlas, pagarla, o pagarlas, pasarlo, pelärselas, pi-
cärselas, pintarla, pirärselas y ivuelve por otra! (aunque no todas pueden clasi-
ficarse como tales), mientras que las demäs LV se identifican con distintas abre-
viaturas: fr. fig. (hablar una persona por boca de otra.), fr. fig. y fam. (cerrar la
boca a alguien.), loc. fam. (meterse en la boca del lobo),fr. verbal (dar un reco-
rrido a alguien), etc.47.
d) La präctica, puesta hoy en dia en tela de juicio, de incluir los elementos del
contorno en el lema de las UF se verifica ya en el TLC (dexar a uno en blanco); en
las demäs obras tambidn se detecta el mismo procedimiento. No obstante, eso
ocurre de modo irregular, es decir, sin que se aplique a todas las UF registradas en
una misma obra.
Es curioso observar que muchas de las criticas que hacen los estudiosos
sobre el tratamiento de las UF en los diccionarios contemporäneos coinciden con
las observaciones que hacen aquellos que se dedican al estudio de las obras que
forman la base de la lexicografla espatiola. Parece ser que tanto en la präctica co-
mo en la teoria han quedado muchas cuestiones por resolver. Desde la lexicogra-
fia, inicialmente, sölo se plantearon cuestiones relacionadas con la clasificaciön y
descripciön de las UF (Carneado Mord, 1985a:40)48. En este ämbito, merece una
menciön especial el trabajo de Julio Casares, que, en 1950 y de forma pionera en
la lingüistica espatiola, se propuso identificar y clasificar las combinaciones pluri-
verbales. Fijö, de este modo, las bases para el estudio de las unidades fraseolögi-
cas del espatiol e influy6 de forma considerable en los trabajos realizados poste-
riormente en fraseologia. En la Introducciem a la lexicografia moderna
47 Es necesario seflalar que, en la ültima ediciön del DRAE, estas unidades aparecen identificadas
de modo distinto: todas ellas se consideranfrases, a excepci6n de ivuelve por otra!, que se
considera locuciön interjectiva (loc. interj.), y aparecen, por tanto, marcadas con la abreviatu-
rafr. La abreviatura loc. verbal ha desaparecido.
48 En este sentido, Corpas Pastor (1996a:32) afirma que se han establecido pocas clasificaciones
de las unidades fraseolögicas en espafiol y que, en general, las clasificaciones existentes sur-
gieron para solucionar los problemas de orden präctico que los lexicögrafos tienen a la hora
de incluir las unidades fraseolögicas en los diccionarios.
49
(1992[1950]) estän reunidas las conferencias pronunciadas por Casares en un se-
minario de lexicografia realizado en 1948 y 1949, cuyo objetivo fue formar inves-
tigadores que colaboraran en el diccionario histörico de la lengua. Casares dedicö
la tercera parte de ese manual a la fraseologia. En ese apartado, que estä dividido
en seis capitulos, se ofrece un concepto de locuci6n, a partir de criterios formales,
funcionales y semänticos, que se ha hecho tradicional y ha sido seguido, por
ejemplo, por el DRAE (1992:1268) o por el Diccionario de Mrminos filoleicos, de
Läzaro Carreter (1990:268); tambidn se ha utilizado, de forma ampliada o simpli-
ficada, en los trabajos de Zuluaga (1980:141), Tristä Pdrez (1985a:70) y Corpas
Pastor (1996a:88). Casares tambidn presenta un "ensayo de clasificaciön de las
locuciones desde el punto de vista morfolögico y funcional" (Casares,
1992[1950]:170). Ademäs, intenta aclarar los limites entre la locuciön, las frases
proverbiales y los refranes. El mdrito de su aportaciön queda claro en palabras de
Zuluaga (1980:54), quien dice que Casares formulö:
50
pronominales se les aplicaria la abreviatura especial loc.) y loc. adv. y loc. conj.,
para sustituir a m. adv. (modo adverbial) y m. conj. (modo conjuntivo), usadas en
el diccionario de la Academia. Aunque reconoce que su propuesta puede encon-
trar alguna resistencia, afirma que el uso de esas abreviaturas seria ütil para "indi-
car la indole y funciön de las respectivas locuciones" (Casares, 1992[1950]:184).
De este modo, condena el uso indiscriminado de lo que llamaförmulas: expresiön,
frase, locuciön figurada y familiar, porque son imprecisas e inducen a confusiön.
En segundo lugar, examina cuestiones relacionadas con la inclusiön de las
paremias en los diccionarios. Estä en contra de la entrada de la gran mayoria de
los refranes, basändose en dos puntos fundamentales: por un lado, no se trata de
una expresiön pluriverbal que equivale a un concepto, es decir, a una unidad ldxi-
ca (u), y, por otra parte, sus tdrminos integrantes no adquieren un significado
especial cuando aparecen juntos, ya que mantienen su sentido habitual, ya sea
figurado, ya sea directo.
En tercer lugar, aborda la cuestiön de la inclusiön de las frases proverbia-
les. Asume una posiciön intermedia respecto a estas frases, en el sentido de que
afirma que algunas de ellas no deben incluirse, mientras que otras si. Para Casares
(1992[1950]:203), su inclusiön "no es cosa que se pueda decidir de antemano y
con caräcter general". Esta dependerä, en cada caso, de la indole de la frase, es
decir, de si requiere o no una explicaciön de tipo histörico o erudito. En estos ca-
sos, no deberia introducirse en un diccionario, puesto que este tipo de explicaciön
no cabe en una obra lexicogräfica. Por otra parte, si se deben incluir aquellas fra-
ses proverbiales que no poseen un significado claro y que han alcanzado un cierto
estatus lingüistico.
Pese a su importancia y a su reconocida conveniencia, la contribuciön de
Casares no llegö a incorporarse del todo a la lexicografia, o, dicho de otro modo,
no logrö vencer la tradiciön. Fue victima, asimismo, de la falta de estudios fraseo-
lögicos que aclararan el estatus de ciertas UF y establecieran una clasificaciön mäs
definitiva. Asi que, cuarenta y tres arios despuds de las recomendaciones del ilus-
tre lexicögrafo, Alvar Ezquerra (1993:87-142), en un trabajo titulado "Diccionario
y gramätica", incluido en su Lexicograjta descriptiva, llama la atenciön sobre una
serie de irregularidades en el tratamiento de las UF (las Mama lexias complejas y
lexias textuales) en el DRAE (197019'), y entre aqudllas encontramos algunas que
hacen alusiön directa a cuestiones planteadas en la obra Introducciön a la lexico-
grafia moderna. Asi, Alvar Ezquerra se refiere a los siguientes puntos:
a) la permanencia de la calificaciön modo adverbial, modo adverbial interrogati-
vo, modo conjuntivo, modo conjuntivo adversativo y modo conjuntivo condicio-
nal;
b) la no inclusiön de todas las abreviaturas recomendadas por Casares;
c) la inconsistencia a la hora de identificar las frases que incluye en su microes-
tructura: a veces las identifica como familiares, proverbiales, otras como locucio-
nes, expresiön, y
51
d) la persistencia de los refranes, probablemente a consecuencia de la dificultad de
delimitarlos de las frases proverbiales, categoria que, salvo algunas matizaciones,
deberia incluirse en los diccionarios, segün el parecer de Casares.
Del mismo modo, Castillo Carballo (2000), en un trabajo en el que analiza
el tratamiento de las UF (las denomina unidades pluriverbales) en el DRAE49 y en
el Diccionario de uso del espanol (DuE), hace menciön a aspectos de este trata-
miento anteriormente considerados por Casares. Asi, explica, en nota a pie de pä-
gina, que, si bien las consideraciones de este autor han tenido alguna influencia
sobre la 19a ediciön del diccionario acad6mico y en las präcticas lexicogräficas
posteriores, todavia se encuentran algunos refranes en la obra. Justifica esta per-
manencia como resultado de la dificultad de delimitar esas unidades de otros tipos
de UF.
Respecto de las abreviaturas, tambidn muestra que el DRAE las utiliza con
falta de homogeneidad50. Asi, la abreviatura fr. se aplica a unidades que son LV
(como tirarse los trastos a la cabeza) o locuciones nominales (como el otro ba-
rrio), mientras que la abreviatura loc. verb. se aplica, por lo general, a los casos de
verbo mäs pronombre personal ätono enclitico (armarla, pagarlas, pirärselas);
por otra parte, aparecen unidades sin ningün tipo de marcaciön, como la locuciön
nominal boletin informativo, o catalogadas de modo incompleto, como por arte de
birlibirloque, que figura como loc. y no como loc. adv. Sugiere, como conclusiön,
que se lleve a cabo una revisiön de los etiquetados del DRAE, por considerarlos
insuficientes y poco precisos.
En vista de lo expuesto, queda claro algo mencionado antes: la deficiencia
de la präctica fraseogräfica y el hecho de que esta no suele hacerse eco de las
aportaciones teöricas de la lexicografia51.
49 Aunque la autora no indique la ediciön utilizada, se supone, por la fecha de su articulo, que ha
trabajado con la 21', de 1992.
50 Castillo Carballo (2000:362-323) rastrea las siguientes abreviaturas: expr. (expresidn), fr. o
frs. (frase o frases), fr. proverb. (frase proverbial), loc. (locuciön), loc. adj. (locuciön adje-
tiva), loc. adv. (locuciön adverbial), loc. adv. interrog. (locuciön adverbial interrogativa),
loc. conjunt. (locuciön conjuntiva), loc. conj. advers. (locucidn conjuntiva adversativa), loc.
conj. condic. (locuciön conjuntiva condicional), loc. interj. (locuciön interjectiva), loc. pre-
pos. (locuciön prepositiva), ref o refs. (refrän o refranes). La consulta de la versiön electr6-
nica de esa misma ediciön del DRAE nos desvela una lista ain mäs amplia de abreviaturas
empleadas en la obra, pues hay que afiadir a la anterior: exp. adv. (expresidn adverbial), exp.
elipt. (expresiön eliptica), exp. exclam. (expresiön exclamativa), fr. excl. (frase exclamati-
va), fr. adv. (frase adverbial), loc. adv. comp. (locuciön adverbial comparativa), loc. adv.
excl. (locucidn adverbial exclamativa), loc. adv. temp. (locuciön adverbial temporal), loc.
conjunt. conc. (locuciön conjuntiva concesiva), loc. conjunt. ilat. (locuciön conjuntiva ilati-
va), y muchas otras mäs.
51 Santamaria 136rez (2000a:2343), respecto a los DB tanto castellanos como catalanes, afirma
que lo relacionado con el tratamiento lexicogräfico de las UF "ha sido una cuestiön resuelta
52
No se debe perder de vista, ademäs, el hecho de que la misma naturaleza lingüisti-
ca de estas unidades determina su tratamiento lexicogräfico, por lo que hace falta
profundizar mucho en la teoria fraseolögica a fin de lograr que ese tratamiento sea
correcto. Asi, en la fraseologia, por su parte, tambi&I se tuvieron en cuenta cues-
tiones relacionadas con la inclusiön de las UF en los diccionarios. Segün Tristä
Nrez (1988:8), ya en el siglo xvlii el cientifico M. V. Lomonösov (1711-1765) en
sus estudios fraseolögicos, ademäs de destacar la semejanza de la palabra con las
frases, los idiomatismos y las locuciones, y de recoger refranes, para luego utili-
zarlos como ejemplos en su Gramcitica rusa, recomendö la inclusiön de las frases
y los idiomatismos en los diccionarios.
En el excelente informe sobre la historia de la investigaciön fraseolögica
presentado por Zuluaga (1980), se encuentran, asimismo, algunas referencias que
dan prueba de la preocupaciön de los investigadores por este tema. Segün muestra
Zuluaga, Charles Bally y Albert Sechehaye consideran que las locuciones consti-
tuyen unidades lexicogräficas porque es posible su identificaciön por medio de
una unidad simple que expresa la misma nociön. Bally, siguiendo esta idea, cree
que las locuciones pueden incorporarse no sölo en los diccionarios de palabras
sino tanibin en las listas de sinönimos presentadas en los diccionarios semasiolö-
gicos. Por su parte, A. MePC'uk, quien investiga en fraseologia la fijaci6n, la idio-
maticidad, la combinabilidad de las UL y la clasificaciön de las construcciones
lingüisticas, proporcionando resultados präcticos para la traducciön mecänica,
considera que su concepci6n de idiomaticidad presenta dos ventajas relacionadas
con la producci6n de diccionarios:
mäs por la präctica lexicogr6fica y por la propia intuiciön del lexicögrafo que por la metalexi-
cograffa".
53
por lo que hoy en dia apenas es posible referencia a unos principios fraseogräficos
generales, pero si se puede tratar de manera extensa los problemas y los retos de la
fraseografia. De todo ello se hablarä a continuaciän. Asimismo, en los pr6ximos
capitulos, se presentarä cömo se procede, en la actualidad, en la präctica fraseo-
gräfica, lo que, tal como se ha apuntado mäs arriba, perfila la teoria fraseogräfica.
Los principios presentados aqui son ampliamente utilizados en la lexicografia,
segün los criterios elegidos para la confecciön de los diccionarios. Son, por lo
tanto, muy variados entre si y, en funciön de la mencionada tradici6n lexicogräfi-
ca, algunos gozan de mayor prestigio que otros. Hay que advertir, no obstante,
que muchos de eilos no se emplean de forma homoginea ni siquiera dentro de una
misma obra. De igual manera, es preciso resaltar que algunos de estos principios
pueden variar segün se apliquen a un diccionario general o a un diccionario fra-
seolögico. Por ello, cuando es necesario, se harän las precisiones pertinentes indi-
cando su ämbito de aplicaciön.
Es conveniente, ademäs, hacer una breve observaci6n: segün Tristä Nrez
(1998a:171), una de las tendencias actuales en fraseografia sigue la idea de que no
se debe incluir en un ünico diccionario todo el caudal fraseolägico de una lengua,
sino que se deben recoger los diferentes tipos de UF en tomos separados, de acuer-
do con sus caracteristicas semänticas o formales. Esto realmente ocurre asi, como
se verä a continuaci6n, puesto que cada vez es mayor el nümero de diccionarios
que trata sölo uno o dos tipos de UF. Esa tendencia puede tener como resultado
que algunos de los problemas relacionados con el tratamiento lexicogräfico de las
UF, como, por ejemplo, qu.e tipo de unidad seleccionar o cömo ordenarlas, tengan
menor incidencia, en el sentido de que puede ser mäs fäcil solucionarlos en la
creaciön de diccionarios fraseolögicos que en la confecciön de diccionarios gene-
rales. En este ultimo caso, el lexicögrafo disfruta de menor libertad respecto de la
tradici6n lexicogräfica, por lo que quizäs no se pueda permitir renovar mucho. De
hecho, los criterios mäs innovadores que se presentarän a continuaci6n han sido
aplicados en diccionarios fraseol6gicos y no en diccionarios generales.
Finalmente, aunque se abordan cuestiones generales relacionadas con el
tratamiento lexicogräfico de los elementos fraseolögicos que atafien a todos los
tipos de UF, recibirä especial atenciön un subtipo de unidad, las Lv. Esa elecciön
se basa en el hecho de que esta clase de UF, al igual que los otros tipos de locucio-
nes, goza de amplio prestigio entre los lexic6grafos. De hecho, se desconoce la
existencia de estudios en los que se haya planteado la exclusi6n de esas unidades
de las obras lexicogräficas. Por el contrario, siempre han sido tenidas en cuenta,
por lo que en casi todos los trabajos fraseogräficos se discute su tratamiento lexi-
cogräfico. Ruiz Gurillo (2001:62), por ejemplo, afirma que la inclusiän de las
locuciones en los diccionarios se da porque estas unidades integran el caudal lixi-
co de una lengua. Esta inclusiön se explica fäcilmente en funciön de algunas de
sus caracteristicas: funcionan como elemento oracional, es decir, equivalen a un
lexema simple o a im sintagma, y tienen, muchas de ellas, significado idiomätico.
54
Por esas mismas razones, han figurado, casi siempre, como elementos centrales de
la fraseologia y han sido incluidas en las dos concepciones del fenömeno fraseo-
l6gico: la concepciön ancha y la concepciön estrecha52.
52 A este respecto, vease Ruiz Gurillo (1997:45-72). Vease tambien el articulo de PenacMs Mar-
tinez (1996) sobre las expresiones fijas desde los conceptos centro y periferia de los lingüistas
praguenses.
55
Capitulo 2 — La selecciön de las unidades fraseolögicas
1. Introducciön
La selecciön de las UF constituye una de las etapas iniciales del quehacer lexico-
gräfico y/o fraseogräfico. Desde la teoria lexicogräfica (Haensch, 1982a, Porto
Dapena, 2002), se ha sefialado una serie de criterios selectivos que deben aplicarse
a la hora de proceder a la elecci6n del material lixico que formarä parte del dic-
cionario. Se ha hecho referencia, asi, a criterios externos o extralingüisticos, como
el objetivo y el tamaiio de la obra, y a criterios internos o lingüisticos, como la
frecuencia de uso de las uL, entre otros. Algunos de estos criterios van a determi-
nar, por ejemplo, las fuentes lexicogräficas, es decir, de dönde se extraerä el mate-
rial lexicogräfico, y los tipos de unidades que se seleccionarän. En este capitulo,
se hace una reflexi6n acerca de algunos de los aspectos präcticos relacionados con
el proceso de selecciön del material fraseol6gico, sin perder de visa, claro estä, los
aspectos derivados de la teoria lexicogräfica.
Hay que distinguir en el proceso de selecciön dos vertientes: una que se refiere a
la elecci6n de las UF frente a las demäs UL y otra que tiene que ver con la selec-
ciön de tipos de UF respecto a la propia Glase de elementos fraseolögicos.
La primera se aplica ünicamente a los diccionarios generales (y, en cierta
forma, a los especializados) y tiene que ver con el espacio que se le otorga a la
fraseologia en las obras lexicogräficas. Se presta mucha mäs atenci6n a las ULS
que a las unidades complejas, y esto queda muy claro en el pr6logo de las obras,
donde los comentarios al tratamiento dispensado a las UF son minimos, si se com-
paran con las referencias que se hacen a las demäs uL,53. En este sentido, Väzquez-
Ayora (1977:162), desde la traductologia, ha serialado la escasez de UF en los DB.
De hecho, muchos autores se han pronunciado en relaciön con esa cuestiön.
Haensch (1982a:412, 414-415), por ejemplo, en el apartado sobre aspectos präcti-
cos de la elaboraciön de diccionarios, recuerda que en muchos diccionarios gene-
rales se recoge una gran cantidad de lexias simples, muchas de ellas poco usuales,
en detrimento de las UF. Este procedimiento se repite tambi6n en los diccionarios
especializados, en los que la informaciön fraseolögica escasea. Por otro lado, con-
53 A este respecto, vöase, por ejemplo, el trabajo de Bargallö Escrivä et al. (1997-1998), que
muestra el tratamiento de los elementos lexicalizados en la lexicografla espatiola monolingüe.
57
sidera que la omisiön de ciertas voces tabuizadas de los diccionarios puede tener
como consecuencia la exclusiön de ciertas UF que las contienen. Ese autor resalta
la importancia de esa informaciön y aboga por la ampliaciön de la parte sintagmä-
tica de los diccionarios, donde se registran, generalmente, las UF.
Las observaciones que hace Gates (1988:99) ratifican para otra lengua la
idea que aqui se expone. Este autor examina seis diccionarios del inglds e investi-
ga, comparando unos con otros, el tratamiento que las UF (las denomina multiword
lexemes) reciben. Afirma que el hecho de que estas obras incluyan menos UF que
lexemas simples puede ser reflejo de
Para el autor, los diccionaristas pueden haber supuesto, sin pensar mucho sobre el
tema, que las personas podrian extraer el significado de estas combinaciones a
partir de sus componentes.
Tambiin para Bdjoint (2000:221), las UF tienden a ser peor tratadas que las
ULS en los diccionarios tradicionales. Considera, asi, que esas obras todavia son
mejores para las relaciones paradigmäticas que para las sintagmäticas.
Zgusta (1971:155) y Trist P8rez (1998b:118) enfocan este tema bajo otra
perspectiva: la de la representatividad. El primero considera que cuanto mäs pe-
quefio es un diccionario, mäs riguroso deberä ser el proceso de selecciön, a favor
de ejemplos de combinaciones fijas mäs estabilizadas. Por otra parte, cuanto ma-
yor volumen tiene el diccionario, mayor debe ser la posibilidad de incluir unida-
des con menos fijaciön. La segunda opina que un diccionario fraseolögico debe
ser lo mäs exhaustivo posible en cuanto a la representaciön de las UF, mientras
que un diccionario general debe presentar unidades seleccionadas segün su fre-
cuencia de uso. En este sentido, la existencia de diccionarios fraseolögicos en una
lengua puede servir de base para la elaboraciön de los diccionarios generales.
Comenta tambidn la autora que en este ultimo tipo de diccionario el vocabulario
familiar, el popular y el vulgar suelen tener poca presencia, lo que significa que
las UF, que, segün su opiniön, pertenecen sobre todo a estos niveles, estän poco
representadas.
La segunda vertiente, la que se refiere a la discriminaciön de los tipos de
UF que pueden incluirse en un diccionario, tomando como marco el propio univer-
so fraseolögico54, puede aplicarse a cualquier clase de obra lexicogräfica. Por lo
general, la selecciön de los tipos de UF, asi como la definiciön del nümero de uni-
54 Corpas Pastor (2003:247), basändose en Guia i Marin, define el universo fraseolögico o fräsi-
co como "el conjunto formado por todas las UFS que componen el sistema fraseolögico de una
lengua".
58
dades que serän incluidas, dependerä, principalmente, de los objetivos de la obra,
si bien esta tarea implica no pocas cuestiones de unk) teörico. En lo que se refiere
a los diccionarios fraseol6gicos, la selecciön de unidades no plantea demasiados
problemas te6ricos. Una vez que se decide el tipo de unidad que se va a recoger,
solo queda atenerse estrictamente a las determinaciones iniciales y proceder a la
recolecci6n del materia155.
No obstante, el resultado obtenido no siempre corresponde a los objetivos
propuestos en la planificaciön de la obra. Una vez mäs, intervienen aqui factores
como el conocimiento fraseolögico del autor y el estado de la investigaciön fra-
seolögica en el momento en que se redacta el diccionario. Por ejemplo, en el pro-
logo del DFEM, de Varela y Kubarth (1994:xi), una obra de gran alcance y recono-
cido valor, se informa de que se recogieron ünicamente tres tipos de uF56: locu-
ciones ([ser u. p. uni cero a la izquierda), complejos fraseoldigicos con casillas
vacias (a... limpio, VERBO + que (te/le) + vERB0)57 y lo que estos autores llaman
expresiones (iaht [te] duele! o jMe cago en Dios!), que corresponden a algunos
de los tipos de enunciados fraseolögicos descritos por Corpas Pastor (1996a:132-
212). Sin embargo, Penades Martinez (2001a:60 y ss.) muestra cömo los autores
han incluido, sin pretenderlo, 104 unidades que son, en realidad, colocaciones58.
En ese trabajo la autora prueba que muchas de las UF consideradas como uv en el
DFEM realmente no lo son y deben considerarse colocaciones. Penades Martinez
llega a esta conclusiön basändose, por una parte, en la praxis lexicogräfica y, por
otro lado, en las caracterizaciones conceptuales que se han hecho de las coloca-
ciones. Asi, utiliza informaciones contenidas en algunos diccionarios, principal-
mente el DEA, y algunas de las definiciones del tdrmino colocaciön, en especial la
de Alonso Ramos y la de Corpas Pastor, y las aplica a un conjunto de 104 UF sa-
cadas del DFEM, consideradas, en esta obra, sin embargo, como LV. Este ejemplo
puede dar una idea de en que medida la teoria fraseolögica puede contribuir a la
präctica fraseogräfica.
En lo que atafie a los diccionarios generales, la determinaciön de los tipos
de UF que se deben seleccionar es mucho mäs complicada. Desde el punto de vista
te6rico, los criterios de selecciön no han llegado a configurarse, por lo que en la
59
präctica se advierte todo tipo de procedimiento. En este sentido, Gates (1988:100),
respecto a los diccionarios que analizö, observa que los lexicögrafos se guiaron, a
la hora de seleccionar las UF, por los principios usuales de aceptaciön, frecuencia
y uso general, pero, ademäs, parecen haber considerado si la UF era una parte
esencial del vocabulario y si podria ser entendida como la suma de sus componen-
tes:
Asimismo, cree que la präctica parece haber sido afectada tambien por factores
menos conscientes.
En lengua espariola, los trabajos de Santamaria Perez (1998 y 2003a), de
Rodriguez Reina (2000) y Quiroga (2006), por ejemplo, revelan tambidn una si-
tuaci6n problemätica. En el primero, la autora, despues de examinar el tratamiento
de las unidades fraseol6gicas en la lexicografia bilingüe espariol-catalän, concluye
que en las obras investigadas no hay un criterio de selecciön claro y que no se
hace referencia a el en los respectivos prölogos; en el segundo trabajo, un estudio
sobre la fraseologia en los DB italiano-espariol del siglo xx desde perspectivas
marinas, Rodriguez Reina informa de que la situaci6n de la fraseologia no ha me-
jorado en el marco de la lexicografia bilingüe, pese a que se reconozca la impor-
tancia del tema para la lexicografia. El espacio que se le dedica es pequerio o, mu-
chas veces, inexistente; ademäs, la falta de rigor cientifico en la descripci6n y se-
lecci6n de las UF no es algo inusual. En el ultimo de estos trabajos, dedicado la
fraseologia contrastiva y aplicada (italiano-espariol), Quiroga tambidn hace refe-
rencia a la falta de rigor en el proceso de selecci6n de las UF en los diccionarios
bilingües generales italiano-espariol del siglo XX.
Una vez mäs, se observan principios que no poseen una Base teörica firme
y la falta de directrices generales. Coseriu (1977:116), por ejemplo, opina que las
frases metaföricas, esto es, las frases proverbiales, los refranes59, etc. no deberian
registrarse en los diccionarios, ya que "no son lexemas" y "no tienen nada de lexi-
co". Para este autor, la inclusiön este tipo de unidad responde a motivos de orden
präctico, pero, de hecho, es "una incoherencia teörica de la lexicologia tradicio-
nal". No obstante, pese al prestigio de este investigador y a la repercusiön que ha
tenido su distinciön entre tjcnica libre del discurso y discurso repetido, todavia
persisten los problemas a la hora de identificar las frases proverbiales y de definir
que tipo de unidades debe recoger un diccionario general; a dia de hoy, en la präc-
tica lexicogräfica se siguen incluyendo refranes.
59 Todas esas unidades entran en la categorfa de enunciados fraseolögicos, segün Corpas Pastor
(1996a).
60
A este respecto, Ruiz Gurillo (2000:262) afirma que, desde el punto de vista teöri-
co, se considera que deben incluirse en los diccionarios generales, principalmente,
las colocaciones y las locuciones, y, en menor medida, algunas förmulas. En cuan-
to a las paremias, se suelen usar como ejemplos en las definiciones o como mues-
tra de un uso especifico de la entrada. Recuerda, asimismo, que algunos autores,
como Casares y Tejera, defienden la opiniön de que un diccionario debe recoger
ünicamente las unidades que corresponden a uL, lo que excluye las paremias. No
obstante, en un trabajo posterior, Ruiz Gurillo (2001:62) reconoce que no existen
principios que determinen qud tipos de UF deben registrarse en los diccionarios,
aunque, por lo general, se acepta que deben incluirse las unidades equivalentes a
sintagmas. Persiste, sin embargo, la polümica respecto a la inclusiön de otras uni-
dades, como las förmulas rutinarias, que no son paremias, pero tambiün equivalen
a enunciados. Segün su opiniön, los diccionarios deben recoger las colocaciones,
las locuciones y las förmulas pragmäticas. Advierte esa autora (Ruiz Gurillo,
2001:262-263) que la selecciön de las UF en los diccionarios no sigue principios
te6ricos, sino que tiene en cuenta otros criterios, como los que siguen:
a) el caräcter idiomätico de las unidades. Este criterio presenta el inconveniente de
excluir aquellas unidades que no poseen significado idiomätico, son exclusiva-
mente fijas y relativamente regulares, desde el punto de vista de la formaciön,
como el caso de algunas colocaciones nominales o verbales. Este tipo de unidad
recibe, pues, un tratamiento irregular, pudiendo o no registrarse en el diccionario.
Su inclusiön, opina la autora, queda condicionada, muchas veces, a su pertenencia
a un lenguaje especifico.
b) La marcaciön diatücnica de las colocaciones. Esta postura va en detrimento de
la inclusiön de ciertas colocaciones que tienen caräcter neutro, es decir, no son
caracteristicas de un lenguaje especifico.
c) La tendencia a incluir aquellas unidades, especialmente, locuciones y paremias
cuyo origen estä relacionado con algün hecho histörico o propio del folclore. La
consecuencia de esta inclusiön es la incorporaciön de datos enciclopüdicos en la
definiciön de las unidades, cuando üsta tendria que ser, de acuerdo con la autora,
esencialmente lingüistica.
Los tres criterios aducidos por Ruiz Gurillo estän profundamente ligados a
las caracteristicas intrinsecas de las UF, por lo que se encuentran presentes en las
raices de la präctica fraseogräfica. La inclusiön de las UF en los diccionarios siem-
pre ha estado condicionada por su grado de idiomaticidad60, lexicalizaciön y com-
plejidad sintäctica, como ya se ha comentado anteriormente.
Esto cobra especial relevancia en el caso de las colocaciones, porque es
necesario que estas unidades tengan un alto grado de lexicalizaciön para que apa-
60 Y en el caso de las UF que se originan a partir de alpin hecho histörico o de alguna andcdota,
es posible hablar, desde una perspectiva diacrönica, de idiomaticidad parcial, puesto que estas
unidades tienen una motivaciön de origen histörico (Tristä Perez, 1985a).
61
rezcan registradas como subentradas61. Y las colocaciones que pertenecen a tm
lenguaje especifico son el ejemplo mäs fehaciente de ello, puesto que la pertenen-
cia a un lenguaje tdcnico parece ser una evidencia de su fijaciön y estabilizaciön
semäntica. Tanto que Zgusta (1971:290) llega a afirmar que las unidades pluriver-
bales terminolögicas merecerian un tratamiento por entradas especiales mäs bien
que por subentradas.
Nos encontramos, pues, ante una situaciön en la que la tradiciön lexicogrä-
fica ha estipulado algunas normas muy gendricas para la selecciön de las UF, como
puede ser la exclusiön de los refranes (y de otras unidades similares), pero en la
präctica aquellas no Ilegan a aplicarse completamente, como lo demuestra el
hecho de que frecuentemente encontramos ejemplos de esas unidades en los dic-
cionarios62. Aunque hay una tendencia bastante difundida que defiende que el
estudio lexicogräfico de los refranes y unidades afines debe quedar relegado a la
paremiologia, por lo que en los diccionarios generales estas unidades no deberian
figurar, parece ser que no hay un consenso en lo que se refiere a la lexicografia
bilingüe. En este sentido, es conveniente recordar, asimismo, la opiniön de Kro-
mann (1989, citado por B. Wotjak, 1998), quien afirma que los criterios de selec-
ciön y presentaciön de las UF tienen un gran peso en la enserianza de lenguas ex-
tranjeras y en la traducciön. De ese modo, considerando la funciön didäctica de
los diccionarios, no parece absurdo sopesar la posibilidad de incluir paremias en
las obras lexicogräficas. Ahora bien, esto implicaria un estudio sobre su frecuen-
cia de uso, de modo que sölo se incluyeran las vigentes, lo que atenuaria una de
las consecuencias que conlleva su tratamiento lexicogräfico: el aumento desmesu-
rado del volumen del diccionario
Con el fin de precisar los aspectos que deben tomarse en consideraciön en el pro-
ceso de selecciön de las UF, se puede partir del trabajo de B. Wotjak (1998). En a,
la autora se ocupa del tratamiento lexicogräfico dispensado a las UF en un diccio-
nario de aprendizaje del alemän como lengua extranjera, el Langenscheidts
Großwörterbuch Deutsch als Fremdsprache (LwB), y entre los puntos que consi-
dera estä la concepciön que tienen los autores del diccionario sobre fraseologia e
idiomaticidad. Para examinar dicha concepciön, averigua los procedimientos usa-
dos en el LWB para la selecciön del material lexico. Asi, segün los autores del dic-
61 Estas unidades no aparecen, por lo general, indicadas de modo directo, es decir, recogidas
como subentradas, sino de modo indirecto, en las definiciones, en los ejemplos que se dan pa-
ra los lemas o en las indicaciones sobre la combinatoria sintagmätica que algunos dicciona-
rios suelen ofrecer. Wase, a este respecto, Koike (2001a), Luque Toro (2006) y Model
(2006), por ejemplo.
62 Por ejemplo, en el DSLE.
62
cionario, el trabajo parte de la lengua eständar alemana moderna, aunque se llama
la atenciön sobre determinadas particularidades regionales. Las entradas se selec-
cionaron en funciön de las necesidades del usuario, su frecuencia de uso y su per-
tenencia al nivel eständar. Asimismo, se utilizaron, como fuentes y recurso de
orientaciön, textos seleccionados y encuestas a hablantes nativos.
No obstante, la autora pone en tela de juicio las afirmaciones contenidas en
la obra, dado que no hay hasta ahora, en lengua alemana, un repertorio fraseolögi-
co a partir del cual se pueda determinar un inventario idiomätico bäsico o precisar
la frecuencia de las UF. Ademäs, detecta en el LWB una cierta falta de criterios en
la selecciön del material fraseolögico, la cual se manifiesta, por ejemplo, en la no-
inclusiön de UF conocidas. Cuestiona, por otra parte, la inclusiön de UF marcadas
como vulgares en un diccionario que representa la lengua eständar. De su anälisis
concluye, asimismo, que predomina la falta de criterios en la identificaciön de las
UF, de modo que se encuentran expresiones que no son UF, pero asi se consideran;
y, por el contrario, hay UF que no se identifican como tal, aunque lo son.
De esta präctica lexicogräfica concreta llevada a cabo en el LWB, se pueden
deducir algunos puntos que deben tenerse en cuenta en la configuraciön de la teo-
ria fraseogräfica en lo que se refiere a la selecciön de UF: la variedad lingüistica
que servirä de base para el diccionario, las necesidades del usuario y la frecuencia
de uso de las unidades, por una parte, y las fuentes y recursos usados en el proce-
dimiento de selecciön, por otro lado. Desde mi punto de vista, hay dos aspectos
sumamente importantes que präcticamente determinan los demäs: los objetivos
del diccionario, no citados por los autores del Lws, y los usuarios a los que va
dirigido63. De esta forma, segün los objetivos y los usuarios, es factible la confec-
ciön de un diccionario dirigido, por ejemplo, a americanistas que recoja sölo
ejemplos de UF usadas en Cuba; igualmente, tiene sentido un diccionario que
ofrezca UF poco frecuentes o en desuso, si este va dirigido a filölogos o traducto-
res64.
Por otra parte, en las observaciones que hace B. Wotjak sobre el LWB po-
demos detectar algunas de las consecuencias de lo que podemos considerar o bien
falta de apoyo de la labor lexicogräfica en la fraseologia, o bien fruto del retraso
en los estudios fraseolögicos: la exclusiön de UF vigentes del repertorio del dic-
cionario65, la confusiön en la asignaciön del estatus de UF, es decir, en su identifi-
caciön, y la problemätica marcaciön diasträtica de las unidades.
63 Hanks (2000:307 y 2001:291) cita estos dos puntos cuando trata el tema de la selecciön de las
unidades que deben integrar un diccionario. Conca i Martinez (1998:162), igualmente, reivin-
dica que las UF deben seleccionarse segün su autenticidad y conforme a los objetivos del dic-
cionario.
64 En este sentido, G. Wotjak (1998b:309) opina que la inclusiön de UF arcaicas en un dicciona-
rio fraseolögico solo se justifica si este abarca aspectos diacrönicos y etimolögicos.
65 A este respecto, vease, por ejemplo, Martinez Marin (1996:63-64), quien, despues de analizar
un grupo de diccionarios modemos del espaflol, afirma que estas obras no incluyen muchos
63
A partir de lo expuesto, es necesario concluir que el autor de una obra
lexicogräfica debe ser consciente de las dificultades que estän involucradas en el
procedimiento de selecciön de UF y que son consecuencia del hecho de que ciertos
aspectos fraseolögicos estän por investigar o lo han sido insuficientemente. Como
sefiala Ruiz Gurillo (2000:261), la diversidad tipol6gica y estructural de las UF
tiene relaci6n con diversos problemas de orden lexicogräfico en lo que se refiere
al tratamiento uniforme de todos los tipos de UF, a la selecciön e inclusiön de uni-
dades y a la marcaciön de datos pertinentes en la microestructura, tal como se
procede con las uLs66. A esto hay que atiadir el hecho de que todavia subsisten
problemas en la delimitaciön de estas unidades. Y, en el caso especifico del espa-
flol, la carencia de estudios sobre la frecuencia de uso de las UF representa, de
igual manera, un gran escollo si se pretende utilizar este dato como criterio de
selecciön de unidades.
En definitiva, los primeros puntos que deben considerarse cuando se trata
el aspecto de la selecciön de UF son para quien y para que se hace la obra. Desde
el punto de vista lexicogräfico, segün Haensch (1982a:396 y ss.), esos dos crite-
rios citados (el püblico al que va destinada la obra y su fmalidad) se consideran
criterios externos de selecciön. Hay dos criterios mäs que deben ser tenidos en
cuenta, otro de caräcter externo, el de extensiön de la obra, y un criterio general de
indole interna, regido por principios lingüisticos (frecuencia de uso y disponibili-
dad de las unidades; su representatividad dentro de la parcela del vocabulario que
se describe; la contrastividad, es decir, la diferenciaciön (variantes diat6picas,
diasträticas, diafäsicas, etc.) frente a un diasistema de referencia (la lengua estän-
dar), y la adopciön de principios puristas o aperturistas.
Importa, igualmente, la teoria fraseol6gica. De hecho, tiene gran peso, para cual-
quier tipo de diccionario, la concepciön de fraseologia que tiene el fraseögrafo o
el lexic6grafo: la definiciön, clasificaci6n y caracterizaciön adoptadas para las UF
elementos fraseolögicos de la lengua corriente. Asi, segün ese autor, el Diccionario moderno
del espailol usual no incluye las unidades echar un rapapolvo, a cada dos por tres, en can-
tidad y echarse aträs. De igual forma, Ddniz Hernändez (2000:384), al estudiar el tratamien-
to de un grupo de UF, locuciones adjetivas y adverbiales (las denomina expresiones fijas), en
7 diccionarios modernos del espariol, constata que ninguna de las obras analizadas incluye to-
das las unidades investigadas.
66 Se toma el tirmino unidad lg.xica simple en el sentido que tiene para Porto Dapena (2002:82),
quien identifica el concepto correspondiente al tdrmino con el de palabra o morfema, frente a
la unidad Idxica compleja, constituido por varios vocablos. Aunque habria que precisar que el
tdrmino en cuesti6n, al estar formado mediante el adjetivo simple, puede dar a entender que
no engloba las palabras compuestas y derivadas, lo que no es el caso. Por lo tanto, si bien aqui
se utiliza este tdrmino lexicogräfico, hay que entender que se hace referencia con el a las pa-
labras simples, derivadas y compuestas, frente a las unidades fraseolögicas, constituidas por
combinaciones de palabras fijas.
64
y la adecuaci6n de la terminologia manejada67. Esto es fundamental a la hora de
determinar que tipos de unidades tienen cabida en la obra y cömo tratarlas. Por
ello, Tristä Perez (1998c:299) afirma que el proceso de selecci6n estä fundamen-
talmente vinculado con la visi6n que el autor de la obra tiene de cuäl es el objeto
de la fraseologia y cuäles son sus caracteristicas principales. La falta de una no-
ci6n clara sobre la fraseologia tiene como consecuencia, segün Martinez Löpez
(1996:25), una confusiön generalizada que se refleja en los propios diccionarios
fraseol6gicos, que registran conjuntamente refranes, proverbios, mäximas, senten-
cias o aun palabras aisladas68. Tristä Perez (1998c:301-302), de igual modo, sefla-
la la existencia de dos tipos de errores frecuentes en los diccionarios fraseol6gi-
cos, los cuales, segün la autora, podrian ser eludidos si el fraseögrafo se basara en
los conocimientos facilitados por la fraseologia. El primero error se refiere a la
selecci6n de falsas UF; un ejemplo de falsa UF es, de acuerdo con la autora, la es-
tructura del tipo ser + sustantivo, como ser campechano o ser un churiburri, que
aparece como estructura fija en algunos diccionarios, mientras que en otros se
registra como trLs: campechano, churiburri. El segundo tipo de error se refiere a
la inclusiön de elementos ajenos a la estructura de las UF. Para Tristä Perez, un
ejemplo de este procedimiento es el registro de uF encabezadas con el adverbio
como (como una fiera, como un marmolillo), pues muchas veces este adverbio no
entra a formar parte de la unidad. En estos casos, los sustantivos de estas estructu-
ras pueden ser empleados en diferentes estructuras, sin perder su significado69.
67 En este sentido, son bastante reveladoras las palabras de Bargall6 Escrivä et al. (1997-
1998:52) sobre las obras que analizan en su trabajo (el Diccionario esencial Santillana de la
lengua espatt-01a (1991), el Diccionario para la ensenanza de la lengua espatiola (1995), el
Diccionario Salamanca de la lengua espatiola (1996), Clave, Diccionario de uso del espatiol
actual (1997), el Gran diccionario de la lengua espailola (1996) y el Diccionario de la len-
gua espatiola (1992)): "El elemento que mejor ilustra la falta de uniformidad en el tratamien-
to de la fraseologia es la diversidad terminolögica que se puede observar en los diccionarios
para referirse a las unidades que forman parte de ella".
68 De igual manera, Nunes (1998:122) afirma no haber detectado un criterio claro de selecci6n
de UF -se registran locuciones junto a enunciados fraseol6gicos- al estudiar 8 diccionarios fra-
seolögicos monolingües (portuguds) y 4 bilingües (portuguds y otra lengua: ruso, francds y
alemän).
69 Por la explicaciön dada por Tristä Pdrez, puede decirse que los ejemplos aducidos no ilustran
ese segundo tipo de error, sino que mäs bien corresponden a un tipo de falsa UF, explicado en
el punto anterior.
65
4. La praxis lexicogräfica en la selecciön de las UF
Como hemos visto, ante la falta de im conjunto sistemätico de principios que pue-
dan aplicarse con rigor en el proceso de selecci6n de las UF, proliferan las mäs
diversas posturas. Bäsicamente, la decisi6n de que tipo de unidad incluir y cömo
seleccionarla acaba dependiendo del autor de la obra lexicogräfica. Asi, se pueden
encontrar, dispersos en diversos articulos, datos sobre los criterios que se han uti-
lizado en la confecci6n de determinados diccionarios. Por ejemplo, üermälc, en im
trabajo publicado en 1998, discute los criterios para la introducciän de las UF (las
denomina idiomatismos) en un diccionario. El objetivo del autor es tratar algunas
de las cuestiones mäs problemäticas relacionadas con la identificaci6n y el trata-
miento lexicogräfico de las UF. Para alcanzar este fin, aborda algunos de los prin-
cipios seguidos en la elaboraci6n del DFCI. Se presentan aqui los problemas gene-
rales citados por el autor sobre el tema de la selecci6n de unidades:
a) la necesidad de tener criterios que guien la selecciön de UF, principalmente
cuando se trabaja a partir de un corpus de textos, como es el caso del DFCI, los
cuales ofrecen las unidades en un continuum que dificulta su selecci6n e identifi-
caci6n.
b) La falta de informaciones sobre el comportamiento de las UF en un corpus tex-
tual real y el modo de recogerlas.
c) La dificultad en identificar las UF que deben ser seleccionadas y las que deben
ser excluidas. Esto implica, por un lado, determinar un tipo de definiciön operati-
va de la UF y, por otra parte, establecer el objetivo y el alcance del diccionario.
Hay que definir qud tipos de UF se van a recoger (si se van a incluir, por ejemplo,
locuciones conjuntivas y prepositivas, proverbios, etc.) y que tipo de informacio-
nes se van a dar (si se va a seguir un enfoque tradicional, ateniendose a la caracte-
rizaciön semäntica de las UF, con la inclusiön de ejemplos textuales, o si se va a
seguir un enfoque que tenga en cuenta datos sistemicos y funcionales de estas
unidades).
El autor, ademäs, profundiza en la cuestiön de los criterios de identifica-
ci6n de las UF en textos. Comenta que en una tarea de este tipo es fundamental
seguir criterios claros, dado que la intuici6n o las caracteristicas semänticas de las
UF no pueden garantizar im vaciado fiable y exhaustivo. De esa forma, en la con-
fecciön del DFCI se ha seguido una teoria sobre los idiomatismos que a mismo
elaborö a la par que compil6 el diccionario. A partir de esta base te6rica, la identi-
ficaciön de las UF siguiö tres pasos:
a) im investigador procede a la recolecciön de "cualquier colocaciön de al menos
dos lexemas, siempre que sea estable y que al menos un componente se coloque,
con iddntica funciön o sentido, con otro(s) componente(s) de una forma ünica o
muy limitada" (üermäk, 1998:134).
b) Con el fin de evitar la interferencia de los conocimientos personales e idiolecta-
les del investigador, un segundo investigador procede al examen de las UF aporta-
66
das en la primera etapa. Este segundo investigador no puede ser colaborador del
primero y debe provenir de otra regiön. Se persigue con este procedimiento el
criterio de objetividad. En el caso del DFCI, el autor afirma que se han limitado a
un nivel minimo de objetividad, puesto que se han basado solamente en dos fuen-
tes de diferente procedencia dialectal, debido al volumen de la tarea y a los costes
de tiempo y trabajo. Considera este procedimiento fundamental para las investiga-
ciones sobre la lengua comün de un pais en las que se describen conocimientos
comunes a varias regiones.
c) Cuando persisten dudas, se recurre a la realizaciön de encuestas especificas
para las que se reüne al mayor nümero de hablantes nativos posible. Cree el autor
que este procedimiento es ütil cuando los datos recogidos en el corpus no son fia-
bles, pues sirve para aclarar las dudas sobre el uso y la selecciön de variantes fra-
seolögicas.
De igual manera, Tristä Pdrez (1998a) tiene un articulo en el que trata di-
versos aspectos de la fraseografia e informa de los criterios usados en la elabora-
ciön del DFC, en el que colaborö. Se destacan aqui las informaciones que da sobre
las fuentes que se han utilizado en la selecciön del material fraseol6gico y los
principios seguidos en la selecciön del corpus:
a) en cuanto a las fuentes, la teoria fraseogräfica7° recomienda que se consulten,
segün la autora, los diccionarios fraseolögicos, los diccionarios generales, las
fuentes literarias y los datos de encuestas. En la elaboraci6n del DFC, se han tenido
en cuenta diccionarios generales, obras literarias del siglo xix y xx y textos perio-
disticos, del mismo modo que datos proporcionados por informantes.
b) En lo que se refiere a la selecciön del material fraseol6gico, observa que dsta
depende del tipo y del objetivo de la obra lexicogräfica que se estd elaborando.
Segün los parämetros de las fraseografia rusa, un diccionario fraseol6gico acadd-
mico debe
70 Tristä Pörez sigue los principios teöricos fijados por la lingüistica rusa.
67
concepto de UF considerado. Algunos fraseögrafos calculan, basändose en el nü-
mero de unidades recogidas en los diccionarios acaddmicos sovidticos, que un
diccionario acaddmico debe incluir de 20.000 a 40.000 UF. En el DFC se han in-
cluido aproximadamente 3.000 UF que se consideran elementos centrales de la
fraseologia, segün la teoria fraseolögica de la lingüistica sovidtica, y que no tienen
un origen peninsular.
Otro autor que hace referencia a las fuentes lexicogräficas es Carbonell
Basset (1998), en un trabajo en el que aborda los criterios para la elaboraciön de
un diccionario fraseolögico bilingüe castellano-inglds. Afirma este autor que se
deben utilizar como fuentes de informaciön fraseolögica los peri6dicos, revistas,
c6mics, novelas contemporäneas y el trabajo de campo.
Kubarth (1998)71 tiene un trabajo sobre los problemas planteados en la
elaboraciön del DFEM y las soluciones correspondientes adoptadas. En lo que se
refiere a la selecciön del material, informa de que se han seguido criterios exter-
nos e internos. Considerando los primeros, se han registrado elementos lexicaliza-
dos del espafiol europeo hablado comün y corriente. Eso significa que se han in-
cluido unidades cuyo significado estä convencionalizado, estdn registradas o no
en los repertorios lexicogräficos, no se han tenido en cuenta los americanismos y
se han excluido las UF pertenecientes a dialectos o hablas regionales, sociolectos o
jergas profesionales, o las que son inusuales, arcaismos o neologismos. El concep-
to de registro hablado se entiende de forma amplia, por lo que las UF selecciona-
das cumplen el requisito de figurar en discursos orales y pueden o no aparecer en
textos escritos. Tambidn relacionada con los criterios externos estä la determina-
ciön de las fuentes de consulta utilizadas. Los autores del DFEM han utilizado
obras lexicogräficas bilingües y monolingües, asi como obras de literatura con-
temporänea, tebeos, diarios y revistas esparioles. En cuanto a los criterios internos,
informa Kubarth de que en el DFEM se incluyen ünicamente tres tipos de uF72.
En ese mismo afio, 1998, Santos escribe un texto en el que explica los pro-
blemas suscitados en la elaboraciön de un DB fraseolögico portuguds-inglds. Res-
pecto a las pautas de selecciön del material fraseolögico, informa el autor de que
fueron seguidos diversos criterios, algunos de ellos antagönicos. Asi, se incluye-
ron unidades actuales, aunque se excluyeron aquellas consideradas transitorias o
circunstanciales, los regionalismos y las propias de la jerga profesional. No obs-
tante, se registraron algunos arcaismos que, segün el autor, son muy caracteristi-
cos del portuguds. De igual forma, se incluyeron los idiotismos, consideradas por
el autor como "reveladores ou do xenio da lingua ou de valores e actitudes so-
71 Este texto es una versiön reformulada de la ponencia presentada por Fernando Varela y Hugo
Kubarth en el I Coloquio Galego de Fraseoloxia de 1997 y publicada en las Actas (Varela y
Kubarth, 1998).
72 Se ha hecho referencia a ellos en päginas anteriores al comentar la inclusiön de locuciones
que, en realidad, son colocaciones en el DFEM.
68
ciohist6ricos-culturais" (Santos, 1998:244), las expresiones de origen biblico o
literario y los proverbios y adagios que, por su estructura, se acercan a las locu-
ciones idiomäticas.
En 2002, Penad6s Martinez (2002-2003) ha publicado un articulo en el que
explica c6mo elaborö su diccionario de LV, destinado a aprendices y profesores de
EILE, el DICLOCVER. Tal como indica su titulo, en esta obra s6lo se ha recogido un
tipo de UF, las LV propias del espafiol peninsular. En el proceso de selecciön de
esas unidades, se han tenido en cuenta fuentes escritas y orales. Asi, se ha vaciado
una serie de diccionarios monolingües de orientaci6n didäctica (tres generales y
uno fraseol6gico) y se han extraido las LV existentes en dieciocho textos escritos:
trece obras de creaci6n que reflejan el registro coloquial y cinco que corresponden
a la llamada literatura juvenil. Por otra parte, se han extraido las LV existentes en
65 horas de grabaci6n de textos orales diversos: conversaciones y entrevistas. La
autora ha Ilevado a cabo un riguroso proceso de selecciön, con el fin de recoger
ünicamente unidades que pudieran clasificarse como Lv y que fueran vigentes. De
este modo, informa de que el criterio de selecciön seguido fue, posteriormente,
sometido a otra restricciön: para ser incluidas en el DICLOCVER las unidades reco-
gidas debian tambiün estar registradas en el DEA y clasificadas como locuciön ver-
bal (Lv). Ese diccionario, por sus caracteristicas, ha sido elegido, asi, para funcio-
nar como un filtro que, aplicado al material seleccionado, garantizara su adecua-
ci6n a la orientaciön didäctica del DICLOCVER.
Mäs recientemente, Penad6s Martinez (2005a) ha publicado un articulo en
el que da cuenta de la elaboraciön del DICLOCADV, un diccionario semejante al
DICLOCVER, pero en el que se recogen 1.1614 locuciones adverbiales. De igual
manera, en esa obra se han utilizado fuentes escritas y orales. Se han empleado,
asimismo, el mismo proceso de selecci6n y, präcticamente, la misma base docu-
mental usada en el DICLOCVER. Una vez mäs, se han tenido en cuenta fuentes de
selecciön acordes con el objetivo de la autora: la recolecciön de unidades que pu-
dieran clasificarse, de hecho, como locuciones adverbiales, que fueran caracteris-
ticas del espariol peninsular y estuvieran vigentes.
Considerando lo expuesto, se puede ver que, desde präcticas lexicogräficas
concretas, se obtiene una serie de factores que deben tenerse en cuenta en el esta-
blecimiento de una de las partes de la teoria fraseogräfica, la que rige la selecciön
de las UF que deben recogerse en un diccionario. Es importante resaltar que esos
factores son el resultado de im ejercicio lexicogräfico, o mejor dicho, fraseogräfi-
co, concreto. En algunos casos, donde ha pesado el conocimiento fraseol6gico del
autor, se nota un procedimiento mucho mäs juicioso mediante el que se persigue
la mäxima objetividad. Este hecho es de especial importancia, puesto que los
principios te6ricos de la fraseografia deben surgir de una concepciön fraseol6gica
y lexicogräfica idönea. Hasta hoy, no se ha fijado ni desde la lexicografia ni desde
la fraseologia una base teörica que contemple el tratamiento lexicogräfico de las
UF. Tampoco las observaciones hechas por los lingüistas interesados por el tema
69
han ilegado a configurar una teoria ni han sido aplicadas de forma sistemätica. Por
todo ello, sölo a partir de una präctica fraseogräfica cabal, donde se conjuguen
estas dos äreas de conocimiento -la fraseologia y la lexicografia-, se puede siste-
matizar una teoria fraseogräfica congruente.
De la präctica desarrollada por los autores citados mäs arriba, pueden deducirse
los siguientes requisitos:
a) la exigencia de conocer la teoria fraseolögica: esto permitirä la identificaci6n de
las unidades que se quiere incluir en el diccionario. En este sentido, hay que des-
tacar la labor llevada a cabo en el DFCI y en el DICLOCVER. La base te6rica que
guiö ambas obras permiti6 proceder con objetividad en el proceso de identifica-
ci6n y clasificaciön de las UF.
b) La necesidad de que existan criterios claros en la elecci6n de las UF: basändose
en una teoria fraseol6gica adecuada, se deben aplicar con sistematicidad y rigor
los criterios elegidos. Esto supone establecer unos filtros que impidan la selecci6n
de unidades que no deben formar parte de la obra, aunque se consideren UF. Por
otra parte, el establecimiento de criterios firmes garantiza que se proceda unifor-
memente delante de cualquier tipo de UF. En este sentido, Carbonell Basset
(2000:361) asegura que muchas unidades importantes quedan fuera de los diccio-
narios, ya que "se descarta la fraseologia dificultosa por aquello de que una vez
muerto el perro, se acabö la rabia".
c) La consideraciön de la tipologia y de los objetivos del diccionario, lo cual pue-
de justificar la elaboraciön de una obra segün un enfoque mäs tradicional o mäs
actual, como en el caso de üermäk (1998). Como se ha afirmado anteriormente, la
inclusiön de unidades arcaicas, o sin valor präctico, como las denomina Trist
Pdrez (1998a:169), puede estar plenamente respaldada si forma parte del objetivo
del diccionario (tal es el caso de la obra de Santos, 1998). Asi, son los criterios
externos e internos seguidos en las obras citadas mäs arriba los que marcan las
diferencias entre ellas. Algunos de los factores que varian segün los fines del dic-
cionario son, entre otros: el tipo y el nümero de unidades, la variedad de lengua
que sirve de base para la obra, las fuentes lexicogräficas y el tipo de tratamiento
dispensado.
d) La diversificaci6n de las fuentes de consulta: aparte de las llamadas fuentes
secundarias, otras obras lexicogräficas, y de las fuentes primarias, los textos litera-
rios de autores consagrados y otros tipos de textos escritos (tebeos, revistas, textos
periodisticos), muchos autores coinciden en recomendar la utilizaci5n de fuentes
orales: entrevistas, conversaciones, y el empleo de encuestas o tests lingüisticos73.
73 De modo indirecto, Ettinger (1982a:253) sugiere algunas fuentes lexicogräficas, en este caso
para la elaboraciön de diccionarios de colocaciones, cuando dice que antes de realizar un es-
70
e) La posibilidad de trabajar a partir de corpora existentes, aunque se advierten las
dificultades inherentes al proceso: la identificaciön de las UF en los textos, la de-
terminaciön de sus lemas y sus variantes, la delimitaci6n del uso, etc.
f) Estrechamente ligado con el punto anterior, la necesidad de tener en cuenta la
frecuencia de uso como criterio de selecciön. G. Wotjak (1998b:319), por ejem-
plo, recomienda el uso de corpora amplios o de tests realizados a informantes
nativos, con el fin de comprobar la vigencia de las unidades Asi, para que un dic-
cionario sea actual, es decir, para que sea el reflejo de la lengua que se usa, es
necesario que se preste mäs atenci6n a la vigencia de las uL: la inclusiön de una
UF como mano a mano (loc. adv. ant. 'Al punto, al instante', DRAE, p. 1430), en
el repertorio de un diccionario fraseol6gico del espariol actual, es sin duda impro-
pia, como tambiön lo seria la ausencia de una unidad como echar una mano.
Como colof6n a estos requisitos, se presentan a continuaci6n las conside-
raciones que hace Roberts (1996:184-185) respecto de la lexicografla bilingüe y
que pueden aplicarse de forma general. Asi, segiin ese autor, la lexicografla bilin-
güe dispone de cuatro recursos principales para identificar y seleccionar las uF74:
a) la competencia lingüistica del lexicögrafo. Este recurso juega un papel funda-
mental en la identificaciön de las UF, puesto que le corresponde al lexicögrafo
reconocer las unidades, aun cuando utilice otros recursos. No obstante, esa com-
petencia no es exhaustiva, sobre todo en la lexicografla bilingüe, por lo que hace
falta recurrir a otros informantes.
b) La competencia lingüistica de los informantes, aunque para Roberts recurrir a
ella presenta un problema: los informantes a menudo dudan cuando se les pide
una opiniön o parecer. Cuando son preguntados, por ejemplo, respecto a la posibi-
lidad de variaciön de una unidad, pueden tener dudas y afirmar que necesitan veri-
ficar la respuesta en un diccionario.
c) Los otros diccionarios, aunque, tambiön aqui, advierte la existencia de otra difi-
cultad. Refiriindose a los diccionarios generales monolingües, apunta la dificultad
de localizar una UF, es decir, descubrir bajo quö lema estä registrada, y la dificul-
tad de identificarla, puesto que muchas unidades estän insertadas entre los ejem-
plos de combinaciones libres, a menudo sin una etiqueta que seriale su estatuto de
combinaciön fija. Por ello, afirma que los diccionarios fraseol6gicos, generalmen-
te los monolingües, son los recursos mäs seguros, por el hecho mismo de que las
tudio lexicogräfico de estas unidades se debe llevar a cabo un anälisis semasiolögico. Tenien-
do en cuenta la dificultad de esta tarea, sugiere algunas soluciones intermedias para el trabajo
lexicogräfico: la revisiön, por parte de hablantes nativos, de antiguos diccionarios de estilo,
adaptando los materiales a las necesidades actuales, y de diccionarios monolingües y bilin-
gües importantes, y el anälisis, con la ayuda de ordenadores, de textos de tipologia y niveles
lingüisticos variados. En este caso, de igual forma, hablantes nativos deberän revisar los re-
sultados obtenidos.
74 El autor recomienda utilizarlos de modo complementario, ya que ninguno de ellos es suficien-
te por si solo.
71
UF en este tipo de obra son identificadas como tales. Por ultimo, en lo que se refie-
re a los diccionarios generales bilingües comenta que dstos, como los monolin-
gües, dificultan la identificaciön de las colocaciones y facilitan la de las expresio-
nes idiomäticas.
d) Los corpora. Considera que äste puede ser el mejor rectum para la identifica-
ciön de las UF, porque, si son vastos y variados, presentan las unidades corrientes.
Teniendo en cuenta las limitaciones de los programas informäticos para el reco-
nocimiento de UF en los corpora, afirma que la identificaciön ültima de estas uni-
dades depende finalmente de la competencia del lexicögrafo.
Por lo expuesto, se puede concluir que, basändose en la teoria fraseolögica,
ya sea dsta derivada de una concepciön ancha o estrecha de la fraseologia, y to-
mando en consideraciön los objetivos del diccionario y los usuarios a los que va
destinado, el fraseögrafo y el lexicögrafo deben seguir los pasos de identificaciön
y selecciön de las UF que se van a registrar. Pero, en la fase previa de planificaciön
del diccionario, deben decidir, entre otras cosas, qud tipos de unidades se pretende
recoger, qud terminologia se manejarä y cuän exhaustivo o representativo serä el
trabajo. Las tdcnicas y los recursos que utilicen en cada una de estas etapas deri-
varän de los propösitos fijados, asi como de su concepciön de la fraseologia. En
todo este proceso, deben, asimismo, proceder de modo sistemätico y coherente de
manera que el resultado de su trabajo sea un retrato fiable de lo que se propusie-
ron hacer y que su obra cumpla con los requisitos de accesibilidad y precisiön.
72
Capitulo 3 — El lema de las unidades fraseolögicas
1. Introducci6n
75 La fijaciön es, sin duda, uno de los rasgos de las UF que mäs ha llamado la atenciön de los
fraseölogos (Corpas Pastor y Mena Martinez, 2003:181). Zuluaga (1992:125) afirma que ese
concepto fue apuntado por Boer en 1922, cuando estableciö la distinciön entre sintaxis fija o
sintaxis locucional y sintaxis viva o sintaxis mdvil. La fijaciön, que tambidn ha recibido los
nombres de estabilidad, petrificaci6n, congelaciön y automatizaciön, puede entenderse, segün
Zuluaga (1980:95), como un rasgo "que caracteriza expresiones complejas ya hechas, que el
hablante aprende y repite sin descomponerlas en los elementos constituyentes". Para este au-
tor, la fijaciön puede ser definida, desde el punto de vista del hablante, como "la peculiaridad
que tienen ciertas expresiones (las UF) de ser reproducidas en el discurso como construccio-
nes ya hechas" y se define, desde el punto de vista de la lingüistica, como la "suspensiön arbi-
traria de alguna regla de la combinaci6n de los elementos del discurso" (Zuluaga, 1992:125).
Sobre las fonnas de fijaciön fraseolögica, 1/ase Zuluaga (1980:97-98) y Corpas Pastor
(1996a:23-24).
76 La idiomaticidad es un tipo de lexicalizaciön o especializaci6n semäntica en su grado mäs
alto (Corpas Pastor, 1996a:26), por lo que con el empleo de estos tenninos se hace referencia
no sölo a las UF idiomäticas sino tambien a las semi-idiomäticas, esto es, las que tienen menor
grado de idiomaticidad.
73
complejas equivalentes, como dar un paseo, hacer alusidn o tomar en considera-
ci6n, es una evidencia de la necesidad de que las obras lexicogräficas den cuenta
de esta parcela de la lengua. Las dos caracteristicas mencionadas son relativas, por
lo que durante el proceso de selecciön de las UF que deberän integrar un dicciona-
rio se catalogarän, ineludiblemente, unidades heterogeneas, lo que lleva a re-
flexionar sobre la mejor forma de registrarlas, si se desea retratar fidedignamente
la realidad lingüistica.
En este capitulo, la caracteristica de la fijaci6n cobra especial importancia,
puesto que se trata el tema del establecimiento de la estructura formal de las UF, es
decir, su forma can6nica (tambien Ilamada bäsica o clave), la que se registrarä en
los diccionarios. Como se ha dicho, la fijaci6n se manifiesta en grados variados en
los diversos tipos de UF. Eso significa que algunas unidades son totalmente fijas y
otras, la gran mayoria, no lo son del todo, ya que pueden sufrir algün tipo de va-
riaciön lexica o gramatical, ademäs de poder ser modificadas en el discurso77. De
este modo, la tarea, ya de por si ardua, de determinar cuäl es la forma canünica de
una UF, es decir, la que figurarä en el diccionario, se ve complicada por el hecho
de que una misma unidad puede presentar algün tipo de variaciön en su estructura,
sin que por ello deje de ser una UF.
La dificultad de establecer la forma bäsica para una UF, ya sea en virtud de
la variaciün fraseolögica, ya sea como consecuencia de la complejidad formal de
la unidad, puede comprobarse en la diversidad de procedimientos que se observan
en los diccionarios. De hecho, en ese tema es donde, quizäs, se revela, con mäs
fuerza, la necesidad de que se establezca, de modo cabal, una teoria fraseogräfica.
Para ilustrar lo que se acaba de decir, basta con examinar el tratamiento dado a
dos LV: parecer que ha comido lengua (`Estar hablando mucho' DICLOCVER, p.
123), como ejemplo de unidad que tiene un cierto grado de complejidad formal, y
caer chuzos (de punta) Llover con mucha fuerza' DICLOCVER, p. 35), como
muestra de unidad que sufre variaciün lexica. Asi, mientras que el DEA registra las
formas parecer que [una pers.] ha comido lengua (p. 2810) y caer chuzos de
punta (p. 1032), el DRAE recoge parecer que alguien ha comido lengua (p.
1363) y caer chuzos (p. 546); el DIPELE, a su vez, registra haber comido lengua
(p. 684) y caer / llover / nevar chuzos (p. 244) y el DSLE, comer lengua (p. 353)
y caer los chuzos de punta (p. 320).
Por lo expuesto, se puede afirmar que la utilizaciön de los diccionarios
como fuente lexicogräfica, uno de los recursos para seleccionar las UF, debe ser
74
adoptada de forma cautelosa78. En este sentido, es preciso afiadir que präcticamen-
te todas las fuentes disponibles deben emplearse con un punto de moderaciön.
Asi, la competencia lingüistica de los informantes, otro recurso citado asimismo
en el capitulo anterior, queda en entredicho, tal como apunta Roberts (1996:184-
185), porque los hablantes dudan delante de las variantes fraseolögicas y muchas
veces recurren a los diccionarios para salir de dudas. Por otra parte, Hanks
(2000:318) recuerda que los hablantes de una lengua pueden tener interiorizadas
formas canänicas diferentes, pensando, muchas veces, que su forma es la ünica
que puede considerarse acertada. Igualmente, los corpora, al recoger muestras
autenticas de uso lingüistico, pueden contener un gran nümero de UF que ha sufri-
do algün tipo de modificaciön creativa, lo que puede complicar, en algunos casos,
el establecimiento de la forma canönica de una unidad. Se puede citar, como
ejemplo, un caso encontrado en el CREA, en el que la unidad estar (o ir) en el
mismo barco Participar de los mismos intereses o dificultades o estar en iguales
circunstancias', DEA, p. 602) aparece modificada por el procedimiento de adi-
ciön79, ya que se introducen dos elementos que no forman parte de ella: las dos:
"Es decir, Isabel es una mujer a la que conozco de hace muchisimos Mos,
somos compafieras de profesi6n, estamos las dos en el mismo barco, como se
suele decir, es una mujer encantadora, una gran artista a la que admiro mu-
chisimo, no de ahora sino de siempre, y las cosas pasan (...)" (1990: Oral, Un
dia es un dia, 20/09/90, TVE 1, ESPARA, 09. Magacines).
78 Sirve tambidn como muestra de ello el caso citado por Carbonell Basset (2000:363): en un
diccionario fraseolögico la unidad hacer aguas, que significa `orinar', figura con el significa-
do de `hallarse un asunto en situaci5n de grave deterioro'. Cree el autor que, en este caso,
hubo una confusiön entre las UF hacer agua, que tiene el significado presentado por el dic-
cionario en cuestiön, y hacer aguas.
79 Sobre este tipo de procedimiento, vdase Corpas Pastor (1996a:240).
80 Hay que tener en cuenta, pues, las palabras de Hanks (2000:313) cuando hace referencia a la
validez estadistica de los datos obtenidos a partir de un corpus: "it is necessary to distinguish
two kinds of statistical significance: that which is statistically significant with reference to a
particular corpus, and that which is statistically significant with reference to the language as a
whole".
75
damente. Asi, sölo una comparaciön exhaustiva entre las muestras sacadas de las
diversas fuentes lexicogräficas y el uso conjunto de los multiples recursos de se-
lecci6n podrän dar un minimo de garantia a la hora de establecer la forma de la UF
que se registrarä en el diccionario.
La decisi6n de si la UF figurarä como lema o sublema en la obra lexicogrä-
fica debe ser tomada posteriormente. Por lo general, tal como se verä en el pr6xi-
mo capitulo, las UF se recogen en la microestructura de los diccionarios, es decir,
como sublemas81.Sin embargo, de antemano, es posible decir que esta postura se
podria explicar a partir de dos cuestiones:
1. Por un lado, la propia estructura pluriverbal de la unidad dificulta su asociaciön
con la palabra, la unidad de significante usada tradicionalmente como lema (pese
a los problemas de orden präctico y teörico que eso suscita82). Aunque algunas UF,
como las locuciones, funcionen como verdaderas UL, debido a su grado de lexica-
lizaciön, y se clasifiquen, por tanto, como unidades categorizadas en la lengua, no
suelen aparecer como lema, esto es, no encabezan los articulos en los dicciona-
rios. Para entender esta situaciön, es necesario recordar las palabras de Werner
(1982a:218), quien dice que
En esta tradici6n, la escritura ha ejercido siempre una enorme influencia. Tal co-
mo apunta Svensdn (1993:209), la macroestructura de los diccionarios generales
estä basada en la forma gräfica de los lemas, y esta puede ser una razön por la que
en estos diccionarios es dificil escapar del principio de que un lema es lo mismo
que una palabra gräfica. De ese modo, ha repercutido en la präctica lexicogräfica
el hecho de que las UF no tengan una unidad gräfica, aunque funcionen como UL.
En consecuencia, el caräcter pluriverbal de las uF ha funcionado como un impe-
dimento para que estas unidades pudieran considerarse lemas. Werner
(1982a:230) afirma, asi, que el registro de UF como lemas en un diccionario sema-
siolögico infringiria el principio segün el cual los lemas son siempre palabras. Por
ello, la präctica lexicogräfica ha adoptado una soluci6n que se sigue en la gran
mayoria de los diccionarios semasiol6gicos (a excepciön de los diccionarios fra-
seolögicos): las UF no figuran con lema propio y se incluyen en una entrada que
corresponde a una de las palabras que las integran.
76
2. Por otra parte, hay que afiadir a esto, el hecho de que la compiejidad estructural
de las UF, sujetas, como ya se ha dicho, a una escala de variaciones y a la posibili-
dad de manipulaciones en el discurso, actüa en contra de la propia definiciön de
lema como una forma que debe representar todas las variantes de una palabra (Al-
var Ezquerra, 1993:102) o de la idea que "The canonical form represents the who-
le paradigm" (Zgusta, 1971:119). Asi, delante de la multifacetica estructura de
una UF siempre surgen preguntas como: des posible establecer una forma can6ni-
ca? o qud canon se debe reducir determinada unidad? En respuesta a la primera
cuestiön, puedo decir que existe, al menos, una firme convicciön de que se trata
de algo factible (otra cosa es que los medios disponibles permitan hacerlo). Eso se
desprende, por ejemplo, de la recomendaciön que hacen algunos autores respecto
de lo que consideran una gran necesidad: decidir que forma can6nica se incluirä
en el diccionario (G. Wotjak, 1998b:311), y, asimismo, de la critica a lo que con-
sideran una deficiencia en un repertorio lexicogräfico: el desconcierto que se ve
en la presentaci6n del lema de las UF, el cual se manifiesta en las vacilaciones y la
diversidad de procedimientos en el seno de una misma obra (B. Wotjak,
1998:357).
La discusiön sobre la posibilidad de establecer la forma base de una unidad
pluriverbal cobra mäs vigor cuanto mäs se profundiza en los estudios fraseol6gi-
cos. En este sentido, los datos obtenidos a partir de corpora ayudan, por una parte,
a conocer mejor la naturaleza de este tipo de unidad, pero, a la vez, desvelan lo
complejo que es plasmarla en un diccionario. Como quiera que sea, existe una
amplia reflexi6n critica sobre el tratamiento lexicogräfico que se viene dispensan-
do a los lemas de las UF (Martinez Marin, 1996, PenacMs Martinez, 1998 y 1999a,
Bargall6 Escrivä et al., 1999, Castillo Carballo, 2001a), asi como una serie de
recomendaciones, muchas de ellas de base empirica (üermäk, 1998, Kubarth,
1998, Tristä Perez, 1998b y Penades Martinez, 2002-2003, por ejemplo).
En lo que se refiere a la segunda pregunta, puede decirse que los frase6gra-
fos se mueven entre la tradiciön, esto es, las formas base suministradas por las
fuentes lexicogräficas consagradas, y el esfuerzo en incorporar al diccionario nue-
vos datos, fruto de la investigaci6n fraseolögica. Parece ser que, por lo menos en
lo que concierne a la lengua espariola, no es posible ver reflejados en un dicciona-
rio todos las cuestiones que los frase6logos vienen sefialando, puesto que muchas
de ellas no estän completamente desarrolladas. Son algunas de esas cuestiones: el
conocimiento de la frecuencia de uso de las unidades o de la variaciön fraseolögi-
ca motivada por los aspectos diatöpicos, diafäsicos y diasträticos y a la necesidad
de establecer sus limites sintagmäticos, es decir, determinar los elementos que
efectivamente integran su estructura, uno de los principales escollos que se tiene a
la hora de incluir una UF en im diccionario83.
83 Tristä Nrez (1998c:301) opina, en este sentido, que este procedimiento no reviste mayores
dificultades en el caso de las paremias, pero puede ser problemätico para otros tipos de UF.
77
Moon (1999:269-270) sostiene, basändose en una serie de ejemplos extraidos de
un corpus, que puede ser equivocado y engarioso suponer que existen formas ca-
nönicas y que estas son formas fijas. Afirma, entonces, que todo esto plantea una
cuestiön trascendental para la lexicografla: "if the lexis is variable and unstable,
what is the citation form?" Para la autora, cuando determinada unidad es la mäs
comün, puede ser identificada y seleccionada como lema en im diccionario. Pero
queda, en su opini6n, una cuestiön sin respuesta: z,c6mo la falta de fijaciän puede
ser mostrada y contrastada con items mäs fijos? Estas cuestiones estän por contes-
tar, por lo menos en cuanto a la lengua espatiola se refiere: por una parte, la vincu-
laci6n del establecimiento de la forma canönica de una UF con su frecuencia de
uso implica, evidentemente, la necesidad de que se lleven a cabo estudios detalla-
dos sobre la frecuencia de esas unidades, lo que no se ha hecho todavia en espa-
tiol. Por otra parte, tampoco se investiga, actualmente, en mostrar los grados de
fijaci6n de una unidad o en contrastarlos con los de otras unidades, ya que los
diccionarios suelen ofrecer una visiän bastante generalizada de los elementos fra-
seolögicos. Ademäs, posiblemente esa postura chocaria con el modelo lexicogrä-
fico seguido en la actualidad, puesto que supondria la consideraciön de elementos
discursivos y descriptivos que no tienen cabida en la mayoria de los diccionarios
modernos. En este sentido, las palabras de Hanks (Corpas Pastor et al., 1998:110-
111) conducen a una reflexiön fundamental sobre este tema: considerando la rea-
lidad lingüistica, a opina que al lexicögrafo le incumbe identificar la forma canö-
nica, mientras que al profesor de lengua le cabe concienciar a los estudiantes de
c6mo las formas canönicas son flexibles y explotables:
78
idiomäticas se registren en la macroestructura, e indica el modo cömo se debe
proceder (Haensch, 1982a:456), y, de igual manera, cuando trata la atribuci6n de
UF a los lemas, es decir, la distribuci6n de esas unidades en la macroestructura del
diccionario. Recomienda que no se deben incluir en articulos encabezados por
palabras muy frecuentes "de valor semäntico poco preciso (...) e intercambiables
unas con otras en muchas unidades pluriverbales" (Haensch, 1982a:506-508).
Segün el autor, estas palabras (se refiere a verbos como tener, hacer, quedar, ir y
andar), al igual que las palabras funcionales, no deben figurar, pues, como lemas
en cuyos articulos se incluyen UF.
Los puntos planteados anteriormente tienen, claro estä, estrecha relaci6n
con los temas de la ubicaciön y lematizaci6n de las UF en el diccionario, que se
tratarän a continuaciön, en el pr6ximo capitulo. No obstante, se ha preferido men-
cionarlos en esta parte porque, tal como se ha sefialado antes, esos temas estän
subordinados al del lema. Es decir, la problemätica de si las UF deben figurar en la
macroestructura o en la microestructura del diccionario, y, en este caso, bajo que
lema, es una consecuencia de la complejidad de su forma canönica. Asi, son facto-
res como la presencia, en la estructura de una unidad, de palabras idiomäticas o de
un verbo polisemico, que puede ser cambiado por otro, los que determinan que
esta se registre en la macroestructura, respecto del primer caso, o que no se recoja
bajo determinados lemas, respecto del segundo. No obstante, es preciso sefialar
que Haensch, al aludir a esos dos aspectos, lo hace de modo casi preceptivo, esto
es, se limita a recomendar la observancia de una praxis lexicogräfica en boga, por
lo que no hay realmente una reflexiön sobre el lema de las unidades pluriverbales.
En efecto, en el libro citado, pese a ser una obra tan completa, en ningün
momento se hace referencia alguna al modo o a la dificultad de indicar los ele-
mentos facultativos o las variantes que pueden integrar el lema de las UF. Sin em-
bargo, se sabe que este tipo de indicaciön se hace usualmente en la präctica lexi-
cogräfica, por lo que existen ya unas convenciones para ello. Asi, la indicaciön de
los elementos opcionales se suele hacer mediante el uso de parentesis: echar la
vista (encima) (`Conseguir <una persona> ver a otra persona cuando la estaba
buscando', DSLE, p. 1657) o de la conjunciön disyuntiva o: echar alguien la vista,
o la vista encima, a otra persona ('Llegarla a ver o a conocer cuando la anda bus-
cando', DRAE, p. 2309). Por otra parte, la presentaciön de las variantes se hace,
por lo general, por medio de una pleca: buscar tres/cinco pies al gato (`Empefiar-
se en encontrar obstäculos o problemas donde no los hay', DIPELE, p. 891), del uso
conjunto de la pleca y de las llaves: buscarle {cinco/tres} pies al gato (`Empe-
r'iffle en encontrar dificultades, inconvenientes o complicaciones', CLAVE, p.
1501) o a travds de la conjunciön o: buscarle tres, o cinco, pies al gato (Tuscar
soluciones o razones faltas de fundamento o que no tienen sentido'; 2. `Empefiar-
79
se en cosas que pueden acarrear dann, DRAE, p. 1754)84. A pesar de esta costum-
bre generalizada, no se suele informar del tratamiento lexicogräfico de la varia-
ciön fraseolögica, tanto es asi que en obras de referencia, como la de Haensch
(1982a:479), citada antes, o en el Diccionario de lexicografia prdctica, de Marti-
nez Sousa (1995:310-312), no se alude al hecho de que determinados signos tipo-
gräficos, en este caso la pleca y el paientesis, tambi6n se usan para informar de la
variaciön fraseolögica.
Tal estado de cosas no es de ningün modo sorprendente, si se considera el
descuido al que el tratamiento lexicogräfico de las UF ha sido sometido a lo largo
de los afios. S6lo este hecho puede justificar que, aunque se reconocen los ele-
mentos fraseol6gicos como uf, de hecho, no se tengan en cuenta aspectos tan im-
portantes como su lema. No obstante, hay que sefialar que, desde la perspectiva
lexicogräfica, empiezan a atisbarse algunas consideraciones, aunque son muchas
las cuestiones que quedan pendientes de soluciön. Como ejemplo de un intento de
acercamiento al problema, se puede citar la contribuciön de Porto Dapena (2002),
en relaciön con las locuciones. Este autor, aparte de las observaciones generales
que suelen aparecer en casi todas las obras sobre lexicografia85, hace una breve
reflexiön sobre la dificultad en delimitar sintagmäticamente las locuciones86, lo
que para el constituye un problema importante desde el punto de vista lexicogräfi-
co. Se refiere, en primer lugar, a los complementos que son exigidos por algunas
locuciones, aunque no forman parte de ellas: meter las narices (en algo), echarle
los perros (a alguien)87. Cree que este hecho no reviste mayor dificultad, aunque
no reflexiona sobre cömo se deben presentar esos complementos.
En segundo lugar, trata el problema de precisar cuändo ciertos elementos,
como los verbos en las locuciones siguientes: costar (una cosa) un ojo de la cara,
hablar como una cotorra, dormir como un lirön, andar a gatas, forman parte o no
84 No obstante, no existen unas reglas fijas, por lo que hay que hablar en todo momento de usos
generales. Asi, mientras que el empleo de la pleca, del par6ntesis y de la conjunciön o se en-
cuentra bastante extendido en muchos diccionarios, tambi6n suelen usarse otros signos tipo-
gräficos. En el DUE, por ejemplo, se usan los corchetes, y a veces la conjunciön o, tanto para
indicar los elementos alternativos (NO QUITAR LOS OJOS DE [DE ENCIMA A] algo `No dejar de
mirarlo, observarlo insistentemente', DUE p. 558) como para expresar las variantes fraseol6gi-
cas (ANDAR[SE] CON 0J0 o CON GIEN OJOS `Obrar con mucha cautela o precauciön', DUE p.
557).
85 Como las referencias que hace el autor (Porto Dapena, 2002:194) a que las UF suelen ser pre-
sentadas en cursiva o negrita y a que en su lema se suelen usar los signos convencionales de
repeticiön (— o -) en lugar de la palabra clave entera bajo la cual se encuentran.
86 Hay que sefialar que, para Porto Dapena (2002:164), una locuciön es una expresi6n fija que
tiene significado idiomätico. Para 61, la aplicaci6n precisa de esta concepci6n puede solventar,
en la mayoria de los casos, el problema de la delimitaci6n sintagmätica de esta unidad.
87 Se presentan las locuciones tal como hace Porto Dapena, es decir, citando los elementos del
contorno con el mismo tipo de letra que los componentes de la locuciön. Mäs adelante, se
volverä al tema de la indicaciön de los elementos del contomo.
80
de esas unidades. Dice que por una parte parece ser que si, porque estos verbos
suelen aparecer en estos contextos; pero, por otro lado, considera que el significa-
do idiomätico estä restringido a los elementos que acompafian al verbo y no a toda
la expresi6n en si, por lo que cabria pensar que la forma de la locuciön no incluye
el verbo. Para el autor, estas dos posibilidades de delimitaciön generan un trata-
miento lexicogräfico heterogneo. Contrasta, asi, ejemplos del DRAE (pegado a la
pared) y del DUE (dejar [a alguien] (o quedarse [alguien]) pegado a la pared),
como prueba de que no existe un criterio fijo y seguro. En este caso, el autor si
propone una soluci6n al problema: explica que las locuciones (por ejemplo, un ojo
de la cara, pegado a la pared), por el hecho mismo de funcionar como una pala-
bra, pueden formar parte de otras expresiones (como, costar un ojo de la cara,
dejar y quedarse pegado a la pared). Considera Porto Dapena que estos casos, no
obstante, deben verse como ejemplos de solidaridad y colocaci6n88, respectiva-
mente.
Si bien la aportaciön de Porto Dapena puede considerarse singular, por
surgir en el campo de la lexicografia, es necesario decir que sus referencias a los
elementos del contorno o a la problemätica de la delimitaciön de las UF no tienen,
de ninguna manera, caräcter novedoso en el ämbito de la fraseografia y la fraseo-
logia89. De hecho, han sido los fraseögrafos, es decir, los interesados en la elabo-
88 Porto Dapena (2002:154) establece una diferencia entre solidaridad y colocaciön basändose
en el criterio de obligatoriedad o exigencia. Asi, en la solidaridad "hay una implicaciön lexica
o sem6ntica, de suerte que la presencia de un elemento exige la de otro", lo que no ocurriria
con las colocaciones. No estamos de acuerdo con esta distinci6n, ya que se sigue aqui la ter-
minologia y caracterizaciön de Corpas Pastor (1996a:63-65), para quien el concepto de colo-
caciön engloba el de solidaridad. Por ello, solo coincidimos en parte con la opini6n que ex-
presa el autor sobre la delimitaciön de las locuciones citadas. Siguiendo a Penades Martinez
(2001a), creemos que, en efecto, se trata de ejemplos de locuciones (nominal, segün el DEA,
en el caso de un ojo de la cara y adjetiva, segün se deduce de la definiciön presentada en el
DRAE para pegado a la pared: `Avergonzado, confuso, como privado de acciön o sin saber
que contestar', p. 1681) que se colocan con determinados verbos (costar, valer, etc., o que-
darse y dejar) En otras palabras, se trata de colocaciones cuya base es un verbo (como andar)
y cuyo colocado es una locuciön (por ejemplo, a gatas). Sobre este tema, vease Zuluaga
(1980:182), Corpas Pastor (1996a:115-119), Koike (2001) y, en especial, Penades Martinez
(2001a:72-75).
89 Tristä Perez (1998c:302), por ejemplo, trata el tema de la delimitaciön de los elementos inte-
grantes de una UF. Para ella, es mäs fäcil detertninar, en el caso de algunas UF, su modo de re-
gistro, debido a la fijeza de las caracteristicas formales que presentan. No obstante, incluso el
registro de una unidad de este tipo puede complicarse cuando aparece modificada estilistica-
mente. Distingue dos grupos que representan casos extremos en la delimitaci6n de los ele-
mentos que componen una UF: uno formado por UF que no ofrecen dudas sobre cömo regis-
trarlas (es el caso de las unidades que incluyen una palabra diacritica entre sus componentes)
y otro compuesto por unidades que si plantean dudas respecto a su modo de inclusiön (es el
caso de las UF que suelen figurar con verbos de predicaciön incompleta, como estar, quedar-
81
raciön de diccionarios fraseolögicos, y los fraseölogos quienes han arrojado luz
sobre las mäs variadas cuestiones relacionadas con el lema de las UF.
Se verä, pues, a continuaciön, alguna de las cuestiones que han sido objeto
de atenciön de los fraseögrafos y fraseölogos. No obstante, considerando ei estado
actual de los estudios fraseolögicos, es preciso decir que los planteamientos pre-
sentados no pueden dejar de tener un caräcter provisional, puesto que estän direc-
tamente condicionados a los posibles resultados que las futuras investigaciones en
fraseologia pueden aportar.
Por lo general, las obras lexicogräficas pueden reunir una grau variedad de ele-
mentos fraseolögicos (colocaciones, locuciones y enunciados fraseolögicos) que
aparecen registrados o identificados de modo muy diverso. Es fundamental sefia-
lar aqui el modo cömo se registran las locuciones, ya que, como se ha indicado
antes, la disparidad en ese procedimiento es uno de los motivos que complica la
delimitaciön del lema de esas unidades. Como los diccionarios suelen servir de
fuente de consulta para la elaboraciön de otras obras lexicogräficas, es comün que
se consideren como formas canönicas aquellas que figuran en los diccionarios
mäs renombrados o simplemente las que aparecen en aquellas obras de que dispo-
ne el lexicögrafo en su labor. Eso significa que, una vez que el lema de una unidad
se recoja de una determinada manera, en alguna obra, es muy probable que vuelva
a aparecer registrado de esa manera en otro repertorio lexicogräfico. Como se ha
seiialado, esta situaciön ha generado cierta preocupaciön entre los que se interesan
por el tratamiento lexicogräfico de las locuciones, de modo que es comün encon-
trar observaciones acerca del establecimiento de la forma canönica de esas unida-
des. En el proceso de delimitaciön del lema de las locuciones, hay que considerar,
en primer lugar, que elementos realmente forman parte de el. Esa cuestiön tau
compleja se complica, como se ha visto, cuando se consideran las posibilidades de
variaciön o manipulaciön que dicha unidad puede sufrir. Dependiendo de esa
cuestiön, estän algunos temas que han sido poco discutidos y sölo muy reciente-
mente han pasado a recibir mäs atenciön. Son esas las cuestiones:
A) la inclusiön de elementos ajenos a la forma canönica de una unidad:
i) la inserciön de determinados verbos en el lema de algunas unidades.
ii) La inclusiön de preposiciones en el lema de algunas unidades.
iii) Los elementos del contorno.
B) La presencia de elementos que se registran ora como obligatorios ora como
facultativos, segün cada obra.
se, ponerse, etc.). En este caso la forma de registro de la unidad, acompailada del verbo o no,
definirä su clasificaciön gramatical como verbal, adjetival o adverbial.
82
3.1 La inclusiön de elementos ajenos a la forma canönica de una unidad
T6mese como ejemplo la locuciön nominal el sol que mäs calienta. Por lo gene-
ral, los diccionarios la registran como LV, como se puede ver a partir de estos
ejemplos: arrimarse/estar u. p. al sol que mäs calienta (DFEM, p. 257), arri-
marse al sol que mäs calienta (Diccionario de dichos y frases hechas (DDFH), p.
32, DIPELE, p. 1060, DRAE, p. 2083, DSLE, p. 1479), ARRIMARSE una persona AL
SOL QUE MÄS CALIENTA (DUE, p. 1191), arrimarse una persona al sol que mäs
calienta (GDLE, p. 1756). Sin embargo, al examinar los ejemplos de uso recogidos
en el DEA (p. 4153) y en el DFDEA (p. 933), se observa que esa locuciön puede
combinarse no sölo con los verbos arrimarse o estar sino tambien con ponerse e
ir. Por eso, la definici6n presentada en ese diccionario (`Quien mejor puede ayu-
dar o favorecer') no estä formulada en funciön de los verbos que pueden acompa-
'Aar la unidad, como ocurre en los demäs diccionarios, sino que parte del funcio-
namiento de la unidad en si, lo que permite clasificarla como una locuciön nomi-
nal. Los ejemplos de uso sacados del CREA ratifican, igualmente, el estatus de lo-
cuciön nominal de la unidad en cuestiön, como se ve en:
83
3 "asistamos a curiosas vacilaciones en que vemos a los
hijos pequerios invertir los papeles amenazando a la madre o al
padre con la venida del que esti ausente en ese momento con
"cuando venga se lo voy a decir"; pues la alternancia de una
autoridad igualitaria brinda a los hijos la opci6n de acogerse
en la nueva situaciön, como se dice por ahi, al sol que Inas ca-
lienta" (1988: Lim6n, Antonio, Andalucia, ztradiciön o cam-
bio?, ESPARA, 03. Desarrollo).
4 "0 sea, por eso digo que son peores que los otros. Ellos
naturalmente como empresarios tendrän que ir al sol que mäs
calienta, aunque a pagar lo minimo, es que es casi legitimo si
se les aguanta. Pero porque no porque ya te digo que yo qud
sd, porque hay gente que lo ha hecho mucho peor" (1992:
Oral, Conversaci6n 16, Universidad de Alcalä de Henares, ES-
Formalidad = baja, Audiencia = interlocutor, Canal =
cara a cara).
90 Por ello, cuando se trata la marcaciön gramatical de las LV, en el capitulo 5., se enfoca esa
cuestiön.
84
esa locuciön, figuren, ademäs del verbo prometer, las formas ofrecer y dar). Co-
mo se puede observar, sölo una investigaci6n basada en el uso de las UF puede
dirimir dudas de este tipo y poner un punto final entre lo que puede ser una visiön
personal y la realidad lingüistica.
85
si6n como *Sus tios hon logrado hacer carrera del negocio familiar. Alguien es
un elemento del metalenguaje lexicogräfico o del lingüistico (Wierzbicka, 1988:9-
12 y Penad6s Martinez, 1994:128) que permite ya sea definir en el diccionario el
significado de la locuciön, ya sea establecer el significado de la proposiciön en
que se emplea la locuciön.
La inserciön de im elemento preposicional en el lema de una locuciön,
aunque se da de modo asistemätico, podria entenderse como un mero recurso usa-
do en lexicografia para indicar las preposiciones que deben acompailar a determi-
nadas unidades, lo que, obviamente, contraria la naturaleza de la propia locuciön.
Este recurso es utilizado, no obstante, de modo irregular, de manera que no parece
ser posible identificar directrices bäsicas. Asi, el elemento preposicional suele
indicarse en cualquiera de estos casos:
a) Cuando la preposiciön exigida por la locuciön difiere de la que viene demanda-
da por su definiens. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con la unidad echar mano,
en cuyo lema se suele insertar la preposici6n que la enlaza con su complemento
(de): echar mano de (DSLE, p. 984) o echar mano de (algo o alguien) (GDLE, p.
1256), ya que el verbo empleado en su definiciön se usa con otra preposiciön,
como se ve a continuaci6n: 'Utilizar <una persona> una cosa para un fin' (DSLE) y
`Acudir a ello para que nos ayude' (GDLE).
b) Cuando la preposiciön requerida por la unidad no aparece en el definiens. Un
ejemplo de ello es la unidad quitar hierro que aparece registrada como quitar
hierro a (DSLE, p. 815), puesto que en el definiens no estä: `Disminuir <una per-
sona> la importancia de una cosa'.
c) Cuando la locuciön es del tipo verbo transitivo mäs pronombre. En estos casos,
no importa si la preposici6n exigida por la unidad es o no la misma requerida por
el verbo que integra el definiens. Sirvan como ejemplos: verselas, en cuyo lema se
suele insertar la preposiciön que introduce su complemento (con): verselas con
alguien (CLAVE, p. 1912), verselas con (DSLE, p. 1637) o verselas con alguien
(LDPL, p. 304), mientras que en su definiciön el verbo empleado pide otra preposi-
ci6n: 'Tener un enfrentamiento' (CLAVE), 'Hacer <una persona> frente a otra per-
sona (DSLE) o 'Enfrentarse a (LDPL), y därselas, que aparece registrada con de,
como en därselas de (CLAVE, p. 591 y DSLE, p. 462), aunque en su definiciön apa-
rece esa preposici6n 'Presumir de ello' (CLAVE) y 'Presumir <una persona> de
una cosa que no es verdad' (DSLE).
Sin embargo, la falta de homogeneidad de esa präctica queda patente en
casos como estos: cuando se inserta la preposiciön requerida por la unidad en su
lema, aunque en el definiens la preposici6n exigida es la misma. Sirva como
ejemplo: dar cuenta de algo (DRAE, p. 705), definida como 'Dar fin de algo, des-
truy6ndolo o malgaständolo' y echar mano de algo (CLAVE, p. 1255) o echar
mano de alguien o de algo (DRAE, p 1440) definida, respectivamente, como `Va-
lerse de ello para un fin' y '2. Valerse de el o de ello para un fin'. 0, por el contra-
rio, cuando no se incluye la preposiciön, aunque en la definiciön el elemento pre-
86
posicional demandado sea otro o no haya ninguno, como en el caso de quitar
hierro (GDLE, p. 1054), donde la preposiciön requerida por la unidad no figura en
su definici6n: `decir algo para disminuir la importancia o suavizar lo que alguien
habia dicho, sabia o creia'. Esta oscilaciön sirve para reforzar la idea de que, des-
de el punto de vista lexicogräfico, no existe realmente una noci6n clara respecto a
lo que representan las preposiciones. Otros factores que pueden apoyar esta afir-
maciön son, por ejemplo,
a) la heterogeneidad de los procedimientos usados en el DSLE, donde, ademäs de la
vacilaciön a la hora de incluir o no la preposici6n en el lema de las UF, se utiliza,
aunque en pocas ocasiones, otro tipo de recurso para indicar la preposici6n usada
con ciertas unidades. Asi, se destaca, por medio de la letra negrita y en el ejemplo
de uso que se presenta, el elemento preposicional exigido, como en darse cuenta:
`Advertir <una persona> una cosa: No te enfades con ella, que lo ha hecho sin
darse cuenta. No te das cuenta de que me estäs pisando?' (DSLE, p. 447), o
b) la alternancia, de un diccionario a otro, en la manera de tratar una misma uni-
dad91. Como ejemplos de ello se pueden citar las locuciones hacer gala, poner
mientes y dar lugar. Con respecto a la primera, se observa que, mientras que en
algunas obras la preposiciön de figura como elemento integrante del lema: hacer
gala de (DSLE, p. 758, GDLE, p. 973 y LDPL, p. 103) o hacer gala de algo (DRAE,
p. 1105), en otra aparece incluido en el contorno de la unidad: HACER GALA de
cierta cosa (DUE, p. 1361). En relaciön con la segunda, pueden darse los siguientes
casos: inclusi6n en el lema, como en poner mientes (en) (DSLE, p. 1028) y parar,
o poner, mientes en algo (DRAE, p. 1504); inclusi6n en el contorno: PARAR [PO-
NER] MIENTES en cierta cosa (DUE, p. 412) y parar o poner mientes (en una cosa)
(GDLE, p. 1303), o, simplemente, exclusiön: parar o poner mientes (LDPL, p.
154). Finalmente, respecto a la tercera unidad, se observa que puede figurar tanto
con la preposiciön a registrada entre los elementos integrantes de su lema como
sin ese elemento preposicional, como se ve en dar lugar (GDLE, p. 1226) frente a
dar lugar a (DRAE, p. 1402 y DSLE, p. 961) y DAR LUGAR A (DUE, p. 290).
En la lexicografia espariola, se encuentra ya alguna propuesta en la que se
busca indicar de modo mäs racional los elementos preposicionales exigidos por
una unidad. Es el caso del procedimiento usado en el DEA y en el DICLOCVER. En
lo que se refiere a la primera obra, se puede observar que se intenta indicar los
elementos que funcionan como complementos tanto en los definidos como en las
definiciones, registrando, para eso, la preposiciön que los introduce. Esa indica-
ciön, aunque se hace siempre en el marco de la informaci6n sobre el contorno de
91 Esa alternancia puede ocurrir dentro de una misma obra, como ilustra el ejemplo que sigue,
en el que dos unidades consideradas sin6nimas en el DRAE (199221') reciben tratamiento dis-
tinto: en la primera, la preposici6n no aparece como integrante del lema: hacer caso a alguien
o a algo, mientras que en la segunda si aparece: hacer caso, de alguien, o de algo (DRAE, p
.433). Esa oscilaciön ha sido corregida en la tiltima edici6n de este diccionario.
87
la unidad, no se da, sin embargo, de manera sistemätica, como se puede ver a con-
tinuaci6n:
hacer carrera. Lograr que [alguien (compl. DE 0 CON)] tome la linea de con-
ducta debida (p. 901).
ser cosa. Convenir o ser oportuno [hacer algo (prop con DE)] (p. 1289).
parar mientes [en algo]. Fijarse [en ello] o prestar[le] atenci6n (p. 3066)92.
Lo primero que hay que observar, en relaciön con esos ejemplos, es el hecho de
que la informaciön sobre el contorno del definido no se da de la misma forma en
todas las ocasiones, lo que supone un primer indicio de präctica asistemätica93.
Asi, en los dos primeros casos esta no se ofrece, pero en los dos ültimos si. En
consecuencia, se ve que, en los dos primeros ejemplos, los elementos preposicio-
nales figuran entre parentesis, junto con los elementos del contorno del definiens,
mientras que en los otros dos se registran entre corchetes. Por otra parte, no parece
ser la funci6n sintäctica de los elementos del contorno lo que determina la inclu-
siön de las preposiciones entre corchetes o entre pardntesis, aunque, en principio,
se podria pensar que las preposiciones figuran entre corchetes cuando los elemen-
tos del contorno desempetian la misma funci6n sintäctica en el definido y en la
definici6n. Esto es lo que ocurre en parar mientes, donde el contorno desempefia
identica funci6n, la de complemento de regimen, en el definido y en la definici6n.
No obstante, en dar lugar, aunque tambien se incluye el elemento preposicional
entre corchetes, eso no ocurre, ya que el contorno es el complemento de regimen
en el definido y el complemento directo en la definici6n. En los demäs ejemplos,
los elementos del contomo tambidn funcionan como complemento de regimen del
definido, y tambien varia su funci6n con respecto al definiens, pero esa vez las
preposiciones van entre pardntesis. La diversidad de esos procedimientos no pare-
ce tener otra explicaci6n que la no existencia de un criterio ünico que guie todo el
tratamiento de la informaciön sobre los elementos del contorno y las preposicio-
nes que los introducen.
88
En cuanto al DICLOCVER, se observa que el lema de las LV registradas se circuns-
cribe a su forma bäsica, es decir, no se incluyen el r6gimen preposicional o los
elementos del contorno. Estas informaciones se recogen en un apartado especifi-
co, por lo que los elementos preposicionales figuran siempre junto a los elementos
del contorno del definido o del definiens. Sirvan como ejemplo:
dar la vida [alguien por algo/alguien] Morir o sacrificarse {por una persona
o por una cosa} (p. 52).
94 Este ejemplo de definiciön ha sido elaborado a partir del modelo de definiciön dado en el
DICLOCVER y del examen de ejemplos de uso de esta unidad existentes en el CREA. En el capi-
tulo dedicado a las definiciones de las UF, se vuelve a hablar de este tipo de definiciön.
89
3.1.3. Los elementos del contorno
95 Haensch (1982b:181) agrupa bajo el tdrmino "diccionario sintagmätico" los tipos de dicciona-
rios con una finalidad especifica. Incluye, entre dstos, los diccionarios fraseol6gicos.
96 Citado por la publicaciön de 1996, Estudios de fraseologia espatiola, en la que se reüne una
serie de trabajos publicados por Martinez Marin, incluido el de 1991, al que ahora se hace re-
ferencia, que sali6 por primera vez en un nifinero de la revista Voz y Letra.
97 De acuerdo con las informaciones que presenta Porto Dapena (2002:308), Seco acufiö el
tdrmino contorno como equivalente del francds entourage, empleado por J. Rey-Debove, que
designa el mismo concepto en la lexicografia francesa.
98 En este trabajo, la autora comenta el tratamiento dado a las UF en los diccionarios monolin-
gües y bilingües catalanes y propone algunas sugerencias para la elaboraci6n de diccionarios
fraseol6gicos en esa lengua. Se incluyen aqui porque algunas de ellas tienen validez general,
por lo que pueden servir de base, con las debidas adaptaciones, para la redacciön de cualquier
diccionario fraseol6gico.
90
Tambian de 1998 es el trabajo de G. Wotjak (1998b) centrado en cömo tratar las
UF en los diccionarios. En dl, este autor sefiala, entre los retos de la fraseografia, el
de fijar un modelo de descripciön präctica a travds del cual se den, de modo sis-
tematizado, todas las informaciones importantes de las UF, incluida la combinato-
ria sintagmätica. En la elaboraciön de diccionarios generales o fraseolögicos, re-
comienda G. Wotjak que se tomen decisiones sobre cömo determinar el potencial
comunicativo de la UF, es decir, sobre cömo suministrar informaciones acerca de
la combinatoria morfosintäctica de las unidades (valencia, defectos o preferencias
en la combinatoria, etc.). En este sentido, considera si se trata de una UF verbal
(pues importa atender a la valencia del verbo, por ejemplo) o de una uF adjetiva o
adverbial (que puede tener un potencial combinatorio propio).
Bargallö Escrivä et al. (1999), en un articulo en el que analizan el trata-
miento dado a dos tipos de UF, las colocaciones y las locuciones, en cinco DB,
informan de que los elementos del contorno son tenidos en cuenta en todos los
diccionarios examinados, aunque de modo irregular, es decir, no siempre se pre-
sentan. Ademäs, suelen indicarlos con el mismo tipo de Tetra que los elementos
que integran las unidades. Los autores no estän de acuerdo con este procedimiento
y recomiendan, en consecuencia, diferenciarlos tipogräficamente, tal como se
hace con los elementos facultativos de las UF.
En un articulo publicado en el 2000, Santamaria Pdrez (2000b) analiza la
forma en que la fraseologia ha sido incorporada y tratada en diccionarios escolares
recientes. Cuando habla sobre la estructura formal de las UF, afirma que seria ade-
cuado, en el tipo de obra que investiga, situar la estructura de estas unidades en su
contexto mäs habitual, con el fin no sölo de concretar su significado sino tambidn
de informar de cuestiones gramaticales (rdgimen y construcciön). Apoya la dife-
renciaciön de los elementos constituyentes de la unidad de los que son exclusiva-
mente elementos del contorno, porque cree que con esta indicaciön el diccionario
puede cumplir con su papel codificador.
Ruiz Gurillo (2000), en un trabajo sobre cömo integrar la fraseologia en
los diccionarios monolingües, propone una serie de soluciones de orden präctico
con el fin de mejorar el tratamiento de las UF en las obras lexicogräficas. Entre
estas soluciones, figura la recomendaciön de la indicaciön del contorno de las UF
verbales.
Castillo Carballo (2000 y 2001a), en dos textos sobre el tratamiento lexi-
cogräfico de las UF, se queja del hecho de que, frecuentemente, se omiten los ele-
mentos del contorno o se incluye este de forma indebida en el lema. Defiende,
pues, un tratamiento coherente de estos datos, no sölo en la lexicografia sino tam-
bian en los estudios fraseolögicos.
Se ve, pues, que, de modo general, existe una cierta insatisfacciön en lo
que se refiere al tratamiento lexicogräfico de los elementos del contorno de las UF.
Ese descontento encuentra plena justificaciön si se examina el modo como se vie-
ne procediendo a la hora de informar de esos elementos en las diversas obras lexi-
91
cogräficas e incluso dentro de una misma obra. Como seilala Penadis Martinez
(2002-2003:116-118), ese tratamiento se caracteriza, principalmente, por la dispa-
ridad. No hay homogeneidad en cuanto a las formas que designan el contorno.
Asi, el DFEM utiliza abreviaturas como u. p. (una persona) y u. c. (una cosa) ade-
miss de alguien y algo, mientras que el DRAE, a su vez, emplea formas variadas
como alguien, algo, otra persona, otro, etc.99. Tampoco hay uniformidad de pro-
cedimiento en la indicaciön de esos elementos. Mientras que en algunas obras los
indican con el mismo tipo de Tetra que el lema de la UF, como el LDPL, el GDLE (en
algunas ocasiones), o el DRAE (aunque en este diccionario el lema va en negrita,
diferenciändose, asi, de los otros elementos), en otras se usa un tipo de Tetra dis-
tinto, como en el DUE, e incluso los parintesis, como en el DFEM y el GDLE (aun-
que no lo hacen en todas las ocasiones). Tal estado de cosas, no obstante, no ha
suscitado ninguna reflexiön teörica miss profunda, aparte de las criticas y sugeren-
cias citadas.
Como se ha sefialado, präcticamente todos los autores posteriores a Marti-
nez Marin (1996) apoyaron sus propuestas sobre los elementos del contorno. De
hecho, sölo se encuentran dos autores que no estän de acuerdo con su plantea-
miento. Se trata de Mellado Blanco (Conca i Martinez et al., 1998:180-182) y
Porto Dapena (2002:155). La primera, en un debate que tuvo lugar en el / Colo-
quio Galego de Fraseoloxiamu, afirmö que los elementos del contorno -Mellado
Blanco prefiere utilizar la denominaci6n actante- deben aparecer integrados en el
lema de las UF, porque, en su opini6n, su exclusiön puede llevar al uso incorrecto
de esas unidades. Eso adquiere mayor importancia si se tiene en cuenta a los usua-
rios extranjeros, que pueden desconocer los actantes de una unidad. Su convicci6n
se basa en el hecho de que, como los actantes designan la parte actualizable en el
discurso, queda claro que formas como algo, alguien, etc. deben sustituirse por un
pronombre o un sustantivo en el habla. Asi, si el usuario recibe instrucciones a ese
respecto, a travis del pr6logo del diccionario, no tiene por qui confundirse. Para
ella, es un error presentar los actantes entre parintesis, ya que este signo tipogräfi-
co se usa tradicionalmente para los actantes no obligatoriosim. Considera, asi, que
no es necesario diferenciar los actantes de los elementos integrantes de la UF,
puesto que el propio hecho de utilizar los pronombres alguien y algo de modo no
referencial sirve para diferenciarlos y es un indicativo de que hay que actualizar-
los en el discurso. Martinez Marin, en respuesta a ese razonamiento, afirmö que el
problema de los actantes reside en la forma en que istos, tradicionalmente, han
99 En la vig6sima primera ediciön del DRAE se emplean formas como una cosa o uno que en la
ediciön vigAinna segunda fueron sustituidas, casi siempre, por algo y alguien, respectivamen-
te.
100 Se trata, de hecho, de una r6plica de Mellado Blanco a la intervenci6n de Martinez Marin, en
la que este autor opin6 sobre el tratamiento lexicogräfico de los elementos del contorno.
101 Pero es necesario puntualizar que ese uso es especifico de la lingüistica, no de la lexicografia.
92
sido presentados en los diccionarios, esto es, como un constituyente mäs del signi-
ficante de las UF. Para este autor, los actantes no estän en el mismo nivel que los
elementos integrantes de esas unidades, por lo que deben ser, de algün modo, dis-
criminados. Esa discriminaciön puede hacerse de varias formas, no sölo registrän-
dolos entre parentesis, y en el prölogo de los diccionarios se deben aclarar los
procedimientos utilizados. El considera que es la inclusiön de los actantes en el
lema lo que puede confundir al usuario extranjero y no su registro de modo dife-
renciado. Recuerda el autor que es conveniente que quede claro que, en el signifi-
cante de la UF, se estän mostrando dos tipos diferentes de elementos: sus actantes
y su lema propiamente dicho. Mäs adelante, se aclara nuestra postura respecto a
esta cuestiön, pero, de momento, podemos decir que estamos de acuerdo con Mar-
tinez Marin en lo que se refiere a la necesidad diferenciar los elementos del con-
torno de los demäs elementos de la UF. Nuestra opiniön se basa, principalmente,
en la idea de que no se debe tratar el lema de las UF de modo distinto al de las
otras UL. Asi, si no se suelen registrar los actantes de un verbo, por ejemplo, junto
a su lema, no hay por que hacerlo con las UF.
Porto Dapena, por su parte, afirma que el termino contorno debe aplicarse
ünicamente a los elementos contextuales que se incluyen en la definiciön lexico-
gräfica, por lo que no estä de acuerdo con Martinez Marin en usar este termino
para los elementos insertados en el lema. Prefiere hablar, asi, de locuciones con
casillas variables en las que concurren ciertos elementos que no integran realmen-
te la unidad. Dice textualmente:
"por ejemplo, echarle los perros a alguien, donde alguien es un comodin que
debe ser sustituido por un nombre de persona en la realizaciön concreta de la
locuciön" (Porto Dapena, 2002:155).
"A lo mejor, el mercado, en cuanto que No eche los perros al Partido Popu-
lar. en cuanto que establecerlo establecerlo supone una tremenda revoluciön .
cuando no se conoce y cuando hay que establecerlo en meses, sustituyendo lo
93
que en otros paises ha costado siglos. Bueno, pues, a lo mejor la la democra-
cia a la occidental y el sistema liberal, que nosotros gozamos y que nosotros
defendemos con Cas y dientes, pues no es el sistema mäs eficaz para esta-
blecer el mercado" (1991: ORAL, La Taräntula, 17/07/91, radio, ESPAIZIA, 09.
Tertulias).
"Se repetia entre los paredones el estruendo de las llantas y los cascos resba-
lando por las piedras mojadas.
- Estoy mäs loco que tu Zarandillo -dijo Ambrosio, los ojos fijos en una dis-
tancia imprecisa-. Ya veräs qui bien, nos van a echar los perros a los dos.
Lorenzo prefiriö no contestar. Se agarr6 con una mano al armaz6n del toldillo
y no pens6 en otra cosa que en lo intrdpido de su determinaciön y en lo leal
de la de Ambrosio" (1981: Caballero Bonald, Josd Manuel, Toda la noche
oyeron pasar päjaros, ESPAKA. 07. Novela).
Como se decia, pues, los estudiosos, por lo general, acataron plenamente la opi-
ni6n de Martinez Marin y no presentaron ninguna propuesta alternativa a la suya.
No obstante, en Penadds Martinez (1999a), se encuentra una postura que se apar-
ta, parcialmente, de lo expuesto con anterioridad. Esta autora, acorde con los de-
mäs estudiosos, considera que los problemas relativos al lema de las UF derivan
del hecho de que se suele incluir en este ciertos elementos, como algo, alguien,
que pertenecen al contorno de la unidad y no a su forma. Sin embargo, diverge de
los otros autores cuando recomienda que se debe registrar ünicamente el lema, sin
poner ningün elemento del contorno, como en dar carrete, por ejemplo. Las in-
formaciones pertinentes a las posibilidades combinatorias de las UF se facilitarian,
pues, aparte.
La postura defendida por Penadds Martinez ha quedado plasmada en el
diccionario de LV que ha publicado (el DICLOCVER, 2002) y en el trabajo en que
explica c6mo elaborö esa obra (Penadds Martinez, 2002-2003)102. Ad, en ese dic-
cionario se ve que la autora optö por presentar exclusivamente lo que se puede
identificar como la forma can6nica de las locuciones y por destinar un apartado
especffico para informar de su combinatoria sintagmätica. De este modo, la uni-
dad que sirvi6 de ejemplo al principio de este apartado aparece registrada de la
siguiente forma:
94
a) porque el hacerlo puede llevar a que el usuario crea que los elementos del con-
torno son constitutivos de la UF;
b) porque la inclusiön de estos elementos puede, incluso, Ilegar a distorsionar la
forma del lema, puesto que condiciona su presentaci6nl°3;
c) porque esa inclusiön no se hace de manera sistemätica en todos los lemas de las
unidades, y
d) porque no se ha establecido en la lexicografia cuäles y cuäntas son las formas
que sirven para representar los elementos del contorno de una UF.
Las razones presentadas por esa autora son meritorias, puesto que esos
cuatro motivos son fäcilmente comprobables en la praxis lexicogräfica. Asi, la
inserciön de los elementos del contorno en la forma can6nica de una unidad puede
confundir a los usuarios aun cuando figuren en letra distinta o estdn separados por
cualquier signo lexicogräfico, ya que su presencia acarrea un mayor esfuerzo para
acceder a la forma de la unidad. Sirva como ejemplo traerle u. p./u. c. a las
mientes algo a alguien (DFEM, p. 169) frente a traer a las mientes. Asimismo, la
inclusiön indebida del pronombre le en el lema, cuando este no forma parte de la
unidad, puede inducir a la idea errönea de que la acci6n designada por el verbo se
aplica solamente a la tercera persona gramatical. Otra cuesti6n que puede causar-
les problemas a los usuarios es la de que algunas formas empleadas para designar
los elementos del contorno, como algo, persona y uno, coinciden con elementos
que de hecho integran ciertas unidades, como en dar algo (citada por Penadds
Martinez, 2002-2003:117, nota 25), ir cada uno para su lado o dar alguien bue-
na cuenta de su persona (DRAE, p. 1341 y p. 705)104.
De igual manera, el examen de cualquier diccionario muestra que el trata-
miento dispensado a los elementos del contorno es bastante desigual, ya que de-
ntro de una misma obra se pueden detectar procedimientos dispares. Asi, el DRAE,
por ejemplo, contrariando su proceder habitual, no hace referencia, en ciertas oca-
siones, a la combinatoria sintagmätica de determinadas unidades como revolver
el est6mago (p. 1000), besar el suelo (p. 2105) o coger al toro por las astas, o
por los cuernos (p. 2198). El DFEM tambidn incurre en esta falta, como se com-
prueba en los ejemplos siguientes: guardar cama (p. 39), hacer el ganso (p.
116), dar la nota (discordante) (p. 183) y tambidn besar el suelo (p. 260). Por
otra parte, incluso cuando se tiene por norma no insertar los elementos del contor-
no en el lema, se dan casos que contrarian esta disposiciön. Esto es lo que ocurre,
por ejemplo, en el DEA y en el DFDEA: darle [a una pers.1 vueltas la cabeza (p.
103 Penades Martinez se refiere a la präctica llevada a cabo en el DFEM, donde la inclusiön de los
elementos u. p. (una persona) y u. c. (una cosa) en el lema de las unidades lleva a no presen-
tarlas en su forma can6nica (masculino singular), ya que obliga a la utilizaciön de formas fe-
meninas que concuerden con esos elementos: [estar u. p.] (tan contenta) como/mäs conten-
ta que un nitio con zapatos nuevos.
104 Vease la critica que hace Morvay (2006) al DFDEA porque, sin dar explicaciones al usuario,
excluye el le del lema de algunas unidades, en algunos casos y lo mantiene, en otros.
95
4573 y 1053, respectivamente), en el DSLE: trabärsele la lengua (p. 932) o en el
DIPELE: no llegarle a una persona la camisa al cuerpo (p. 187)105. Ademäs, hay
que setialar que la misma naturaleza de las UF impide la präctica sistemätica de
inclusiön de los elementos del contomo en su lema, puesto que hay unidades que
carecen de e, como: haber gato encerrado, haber moros en la costa, haber ropa
tendida o llover sobre mojado, etc.
El anälisis de las obras lexicogräficas tambidn revela la dificultad en asig-
nar a las UF su contorno. Tömese como ejemplo la unidad echar por tierra. Segün
el DICLOCVER (p. 66), los elementos del contorno de esa unidad son [algo/alguien,
algo], es decir, `algo o alguien echa por tierra algo'. No obstante, en otros diccio-
narios o no se indican qud elementos podrian ser el sujeto de esta locuciön: echar
por tierra (DDFH, p. 134)106, echar (o tirar) por tierra [algo o a alguien] (DFDEA,
p. 968), echar (o tirar) por tierra [una cosa] (DEA, p. 4312107), echar por tierra
algo (CLAVE, p. 1828 y DRAE, p. 2173), ECHAR A [POR] TIERRA algo (DUE, p. 1313),
echar a (por) tierra algo (GDLE, p. 1820) y echar algo por tierra (LDPL, p. 282),
o sölo se expresa una posibilidad, en este caso, tut sujeto animado humano: echar
u. p. por tierra algo (DFEM, p. 268). La clave para determinar cuäl es el contorno
de una unidad parece estar en la observaci6n de su uso en el discurso. Por ello,
Santamaria Pdrez (2000b:564) recomendaba tener en cuenta el contexto mäs usual
de las unidades, y en el DICLOCVER la asignaci6n del contomo de las locuciones se
hizo a partir de sus ejemplos de uso (Penadds Martinez, 2002-2003:118). De ahi
que en este diccionario los ejemplos presentados demuestran que el sujeto de la
referida locuciön puede ser, de hecho, algo (La guerra cortd en seco sus vacacio-
nes y echö por tierra una beca en el extranjero para ampliar estudios) o alguien
(El espia echö por tierra la versiön del teniente general).
Esta situaciön demuestra la necesidad de que se desarrollen investigacio-
nes sobre el uso de las UF, a fin de que se pueda revisar y mejorar su tratamiento
lexicogräfico. Por otra parte, cabe seflalar que hace falta, asimismo, profundizar
en determinados aspectos como puede ser el reflexionar sobre por qud se suelen
introducir en el lema elementos que pertenecen al contorno de la unidad. De
hecho, se encuentran antecedentes de esta präctica en la ediciön de 1780 del Dic-
cionario de la Real Academia: meter las cabras ä alguno en el corral (p. 170), o
meterle a uno las cabras en el corral (p. 218), en la de 1970. De igual modo, esta
praxis se repite en el Diccionario (1786-1793) de Terreros. Martinez Alcalde
(2002:135-136) comenta, en su anälisis sobre el tratamiento de las UF en esa obra,
105 Han sido subrayados los elementos que pertenecen al contomo de estas unidades.
106 En el DDFH se ofrece, no obstante, el contorno definicional (`Destruir, estropear, malograr
algo'), aunque, en este caso, tampoco se alude a los elementos que pueden funcionar como
sujeto de la locuciön.
107 Hay que sefialar, no obstante, que en este diccionario se dan dos ejemplos de uso que mues-
tran que el sujeto de esa locuciön puede ser animado humano o no. En las demäs obras, cuan-
do se presentan ejemplos, solo se indica el primer tipo de sujeto.
96
que este autor no aplica un criterio ünico a la hora de indicar los elementos del
contorno. Suele presentarlos en la misma letra del lema, en versalitas o versales,
pero tambi6n utiliza, a veces, la minüscula. La autora ilustra su afirmaci6n con los
siguientes ejemplos: DAR ALGUNA COSA MALA ESPINA, ECHAR UNA COSA EN SACO
ROTO, ESTAR DE SACA una cosa. Y en Cuervo (1987), en su Muestra de un diccio-
nario de la lengua castellana, de 1871, se encuentra el uso pionero108 de los pa-
rintesis para indicar, asimismo, los elementos del contorno de las UF, tanto en el
lema de las unidades: cerrar los ojos (a alguno) (p. 303), echar el ojo o tanto ojo
a (alguna cosa) (p. 307), en los ojos de (alguno) (p. 307), como en su definiciön:
entrar a ojos cerrados 'Entrar (en algün negocio) o admitir (alguna cosa) sin
examen o reflexiön' (p. 307), traer entre ojos '1. Observar (a alguno por el rece-
lo que se tiene de dl)' (p. 318) y volver los ojos '2. Poner la atenciön (en alguna
cosa para reflexionar sobre ella)' (p. 319).
De este modo, llama la atenciön el hecho de que, reiteradamente, se haya
relacionado ei lema de las UF con los elementos del contorno, primero, en la präc-
tica lexicogräfica, como se ha visto en los ejemplos anteriores, y luego en la teo-
Ha, como lo ha hecho Martinez Marin (1996), aunque no se encuentren considera-
ciones teöricas sobre las razones. Sabido es que la noci6n de contorno ha estado
siempre relacionada con la de definiciön lexicogräfica1°9, sobre todo con la defini-
ciön de los verbosl I° y, en menor proporci6n, con la de los sustantivos deverbales
y adjetivos (Ahumada Lara, 1989, Porto Dapena, 2002). Haciendo caso omiso de
toda la poMmica que este asunto ha suscitado, interesa destacar aqui un hecho que
parece ser indiscutible: el de que los elementos del contorno representan, en cier-
tos casos, elementos del habla, esto es, items que pertenecen al contexto en el que
el emino definido es empleadol 1 I. Eso, claro estä, es välido tanto para los ele-
108 A este respecto ha escrito Ahumada Lara (1989:127): "Efectivamente, Cuervo emplea casi
veinte allos antes que los lexicögrafos franceses [A. Hatzfeld y A. Darmesteter, autores del
Dictionnaire Ggn&ale de la langue francaise. Du commencement du XVIIe siecle jusqu'ä
nous jours (1889-1900)] los parintesis redondos para indicar las funciones del contorno defi-
nicional o rdgimen lexem6tico".
109 Martinez Sousa (1995:681) ha definido el contomo como el "Conjunto de elementos de in-
formaci6n no esencial arladidos a una definiciön". Se debe sefialar, no obstante, que no todos
los estudiosos creen que el contomo definicional es superfluo (vdase, por ejemplo, Porto Da-
pena, 2002:316).
110 Y, por ende, con la nociön de valencia o argumento verbal (Porto Dapena, 2002:309) y rdgi-
men lexemätico (Porto Dapena, 1980:20, Ahuma Lara, 1989:120). El contomo definicional
ha sido identificado, asimismo, con las reglas de subcategorizaciön de la gramätica generativa
(Ahumada Lara, 1989:130, Porto Dapena, 2002:309) y con lo que Coseriu ha denominado
semas determinantes (Porto Dapena, 2002:309).
111 Por eso, Seco (1987:43-45) plantea una distinciön entre contenido (elementos constitutivos del
significado) y contorno (elementos del contexto habitual) y afirma que los elementos del con-
tomo no forman parte del contenido, no pertenecen semänticamente a fiste, sino a su contexto
habitual. De igual manera, Ahumada Lara (1989:118), dentro de una 6ptica coseriana, consi-
97
mentos que se incluyen en el lema como para los de la definiciön. Asi, en el caso
de las Lv, unidades en cuyo lema usualmente se insertan elementos del contorno,
la presencia del le, en cuanto elemento del contorno, como en abrirsele las car-
nes, cadrsele el alma a los pies, cadrsele el mundo encima, cadrsele el pelo, cadr-
sele la baba, cadrsele la cara de vergüenza, etc., puede servir como prueba cabal
de lo que se acaba de afirmar: ese elemento representa una posibilidad de empleo,
relativa a la tercera persona gramatical, de estas locuciones en el discurso, por lo
que no forma parte de su forma can6nica.
Ahora bien, si la referencia al contorno estä plenamente justificada, cabe
preguntarse por qud se viene incluyendo esta referencia en el mismo lema de cier-
tas UF y por qud, muchas veces, esa referencia es doble, es decir, se da tanto en el
lema como en la definiciön, donde, en principio, deberia figurar. La respuesta a la
primera cuestiön viene dada, posiblemente, por la complejidad estructural de esas
unidades. Como es sabido, los elementos del contorno asignan, por un lado, de-
terminados 'finites contextuales en el uso del defmido, esto es, los elementos ldxi-
cos que pueden combinarse con a y, por otra parte, indican sus posibilidades de
construcci6n sintäctica. Todas estas informaciones pueden entenderse, pues, como
indispensables, considerando la complejidad de los elementos fraseolögicos. De
esa forma, las referencias al contorno en el lema se hacen, sobre todo, cuando hay
un verbo entre los elementos constitutivos de ciertas unidades. La presencia de
una categoria compleja como la del verbo en el lema de una UF parece complicar
mäs aün su estructura, puesto que esta clase de palabras ofrece un amplio abanico
de posibilidades de rdgimen lexemätico, haciendo uso de la terminologia adoptada
por Porto Dapena (1980:20 y ss.)112. Asi, es frecuente registrar el contorno de una
unidad:
1) cuando se trata de una LV, como demuestra la casi totalidad de los ejemplos
presentados anteriormente. De hecho, no es comün encontrar algün elemento del
contorno en el lema de otro tipo de unidad que no sea una Lv. Se ha citado un
ejemplo mäs arriba, la unidad en los ojos de (alguno), extraida de la Muestra de
un diccionario de la lengua castellana, la cual se registra, asimismo, en el DUE:
EN LOS OJOS de alguien (p. 557), y en el DRAE: en los ojos de alguien (p. 1615). Se
pueden afiadir algunos ejemplos mäs como: EN [LAS] MANOS de alguien (DUE, p.
333), DELANTE DE LOS OJOS de una persona (DUE, p. 557), en las barbas de al-
dera que la diferencia entre significado y acepciön justifica la presencia de los elementos del
contorno en la definiciön.
112 Porto Dapena (1980:22) considera que el rdgimen puede ser de dos tipos: morfemätico y
lexemätico. En el primer caso el rasgo exigido por el tdrmino regente viene dado por un mor-
fema gramatical ("por ejemplo, el modo en un verbo subordinado, la preposiciön en un com-
plemento verbal, el caso en el tdrmino de una preposici6n latina, etc."), mientras que, en el
segundo caso, el rasgo exigido es inherente al lexema subordinado. Este tipo de rdgimen pue-
de dividirse en categorial y seleccional, "segün se trate de rasgos categoriales (nombre, adje-
tivo, etc.) o seleccionales (humano, animado, contable, etc.)".
98
guien (DRAE, p. 287), en nombre de alguien o algo (DRAE, p. 1587), a cuenta de
alguien, por cuenta y riesgo de alguien (DFEM, p. 71), en son de algo (DFEM, p.
259), a la vera de alguien/algo (DFEM, p. 286) y en/por virtud de algo (DFEM, p.
290). Otra cosa es la referencia que se suele hacer al contorno de las locuciones
adjetivas y nominales, utilizando otro procedimiento, no su inclusiön en el le-
ma113. Sir• van como ejemplo para las locuciones adjetivas: DE LA PIEL DE BARRA-
BÄS [DEL DIABLO] (aplicado particularmente a nifios) (DUE, p. 739) o de pelo en
pecho 'Dicho de una persona: Vigorosa, robusta y denodada' (DRAE, p. 1717). Y
para las nominales: borrön y cuenta nueva '1. expr. coloq. U. para expresar la
decisiön de olvidar deudas, errores, enfados, etc., y continuar como si nunca
hubiesen existido' (DRAE, p. 345), MOSQUITA MUERTA 'Se aplica a la persona que
encubre mala intenciön o malignidad bajo una apariencia de persona mansa o in-
ofensiva' (DUE, p. 461).
2) Cuando se inserta un verbo en su forma citativa o can6nica. Esto es lo que ocu-
ne, por ejemplo, en numerosos casos, en el DFEM: [lloradderramar u. p.] lägri-
mas de cocodrilo (p. 145), [ser u. p./u. c.] de tomo y lomo (p. 272), [ser u. p.]
un viva la virgen (p. 290), [elegir/repartir u. p. algo] a/al voleo (p. 292), y tam-
bidn en el DRAE: ser algo agua pasada (p. 69), ser algo o alguien de aüpa (p.
249), estar al corriente de algo (p. 667). Aunque los verbos ser y estar figuren en
el DRAE como constituyentes del lema de esas unidades, su empleo demuestra que
no son LV. Por ello, todas se clasifican en el DEA y en el DFDEA, a partir de ejem-
plos de uso, como locuciön nominal (agua pasada), adjetiva (de aüpa) y adver-
bial (al corriente). Lo que determina la apariciön de los elementos del contorno,
en este caso, es la inclusiön en el lema de esas unidades de los verbos con los que
se suelen colocar. Eso queda muy claro en el DFEM, ya que esos elementos figuren
encerrados, junto con el verbo, entre corchetes.
Queda por explicar, no obstante, por qud, en repetidas ocasiones, se sefia-
lan los elementos del contorno tanto en el lema como en la definiciön. Si la inclu-
siön en el lema se puede justificar por efecto de la complejidad estructural de las
UF, la inserciön en la definiciön puede responder a una circunstancia natural, en el
sentido de que puede tratarse de un requisito que cualquier UL puede exigir en su
descripciön lexicogräfica. De este modo, se podria aplicar al estudio del contorno
definicional de las UF las mismas consideraciones que se han aplicado al estudio
del contorno de las ULS. Se examina este tema en un apartado especifico114, no
obstante, se puede adelantar que la inclusiön de informaciones sobre el contorno
de las UF, ya sea en el lema o en la definiciön, ya sea en ambos, estä, en gran par-
te, subordinada al tipo de verbo que forma parte del definiendum y del definiens.
Ahora bien, como se ha visto anteriormente, en el tratamiento lexicogräfico dis-
pensado a los elementos fraseolögicos no existe un procedimiento homogdneo
113 En el capitulo dedicado a la definiciön de las UF, volveremos sobre ese asunto.
114 En el apartado 3.1 del Capitulo 5 se aborda este asunto.
99
para la indicaci6n de su contorno. De ahi que, muchas veces, aunque necesarias,
las informaciones sobre el contorno de determinada unidad no son registradas. Por
esto, hay que considerar, asimismo, el hecho de que el conocimiento del lexicö-
grafo sobre el fen6meno fraseol6gico, asi como la atenciön que dispensa al tema,
juegan un papel fundamental en la inserciön de esas informaciones.
La comparaciön del modo como las varias obras lexicogräficas registran el lema
de determinadas UF puede revelar, ademäs de resultados simplemente sorprenden-
tes, debido a la pluralidad de los procedimientos adoptados, aspectos trascenden-
tales, como puede ser el registro indiscriminado de ciertos elementos como las
particulas no y se, hecho que demuestra la obligaciön de considerar con deteni-
miento el tratamiento dispensado a esas particulas. La reflexiön sobre la necesidad
de incluir esos elementos, y sobre c6mo registrarlos, conduce al fraseögrafo al
examen del propio funcionamiento de las unidades115, asi como a la indagaci6n de
la manera en que todo esto puede afectar a los usuarios de los diccionarios.
3.2.1. La particula no
100
finiciones y los ejemplos ofrecidos en los diccionarios deben ratificar, la gran ma-
yoria de las veces, el lema presentado. Eso repercute, evidentemente, en la recep-
ci6n de esa unidad. De ese modo, el registro del no puede dar a entender al usua-
rio que determinada unidad sölo se emplea en construcciones negativas, lo que no
siempre es cierto. T6mese como ejemplo la locuci6n dar el brazo a torcer, la
cual suele registrarse acompafiada de la particula no en algunos de los dicciona-
rios consultados (DDFH, DSLE, DUE), aunque puede aparecer tambien sin ese ele-
mento (GDLE), con la indicaci6n de que se puede usar con o sin el no (DEA, DFDEA,
DFEM, DICLOCVER, DRAE y LDPL)117 e incluso puede figurar registrada en dos en-
tradas distintas, con las dos formas (con no y sin no), sin que se establezca, no
obstante, ningün tipo de relaciön entre ellas (DIPELE). Ejemplos de uso extraidos
del CREA demuestran que, de hecho, la unidad en cuestiön se usa tanto en proposi-
ciones de contenido negativo como afirmativo:
Los ejemplos 1, 2 y 5 muestran, asimismo, que ese contenido negativo puede ex-
presarse no sölo por medio de la particula no, sino tambien a traves de otros ele-
117 Como veremos mäs adelante, el modo de indicar la alternancia del no varia bastante de un
diccionario a otro.
101
mentos como nunca, nadie o sin. La inclusiön del no entre los elementos integran-
tes de esa unidad puede dar, pues, una idea falsa de su uso real. Ademäs, el no
puede aplicarse, incluso, a las formas verbales auxiliares empleadas junto a la
locuciön y no ünicamente a esa, como en el ejemplo 6.
No parece contribuir a aclarar esa situaciön la opciön adoptada en algunas
obras para indicar la posibilidad de que la locuciön puede usarse con o sin el ad-
verbio no. Asi, en el DFEM se usa el parentesis, tanto en lema como en la defini-
ci6n, para indicar esa doble posibilidad: (no) dar u. p. el/su brazo a torcer (No)
ceder, mantener con entereza u obstinaciön la propia opiniön' (p. 30), aunque el
ejemplo dado no corresponde completamente al lema (No podräs convencerle,
porque es una persona que nunca da su brazo a torcer); en el LDPL, a su vez, se
recurre a la conjunciön o: dar uno o no su brazo a torcer `Rendirse, ceder, tran-
sigir (o no)' (p. 33). Parece evidente, pues, la inadecuaciön de esos procedimien-
tos, en vista de los ejemplos de uso presentados. Ademäs, el uso del parentesis y
de la conjunciön parece dar al no el mismo estatus que se les dispensa a los ele-
mentos opcionales de una UF, lo que constituye un claro error de interpretaciön,
puesto que la presencia o ausencia de ese elemento conlleva un cambio real en el
significado en la unidad, lo que no ocurre con la alternancia de los llamados ele-
mentos opcionales. En otras obras, como el DEA, el DFDEA, el DICLOCVER y el
DRAE, la opci6n seguida es la de indicar, despuds de la definici6n, que la locuciön
suele usarse en construcciones negativas118. Algunos frase6logos, como por ejem-
plo Tristä Perez (1998b:119), defienden el uso de esa tecnica. Se observa, no obs-
tante, que en los tres primeros diccionarios, en los que se tiene en cuenta el uso
efectivo de las UF, se procede de modo mäs sistemätico, a la hora de indicar la
posibilidad de alternancia de la particula negativa, mientras que en el DRAE se
oscila entre incluir el no en el lema de algunas locuciones, como en no tener san-
gre en las venas (p. 2022) (aunque ese elemento, segün el uso de la locuciön, no
es obligatorio119), o simplemente sefialar la tendencia en utilizarlas en oraciones
negativas, como en dar abasto (p. 4).
Existen tambien casos en los que la inclusiön o exclusiön del no puede in-
cidir en la distinci6n entre dos unidades diferentes, es decir, ya no se trata de una
unidad que puede o no aparecer con el no, sino que la presencia o ausencia de este
elemento determina la existencia de dos locuciones distintas. En este sentido, se
encuentra registrado en el DEA y en el DICLOCVER, respectivamente, el par de uni-
102
dades: no perder(se) comba. `No perder(se) detalle' frente a perder comba `De-
jar pasar una oportunidad. Gralm. en constr neg' (p. 1126), y no perder comba
`Observar una cosa con la mäxima atenciön' (p. 116) frente a perder comba `De-
jar pasar una oportunidad' (p. 128)120. Los ejemplos de uso sacados del CREA co-
rroboran que se trata, en efecto, de unidades distintas, por cuanto se recogen
muestras de la primera en construcciones negativas:
"Por cierto, que los cultos de la müsica estän que trinan, no precisamente por
Tomäs Marco, el cargo que no cesa, a cuyos nombramientos estamos mäs
que acostumbrados, sino por lo que ha dicho Mortier, que Maastricht es malo
para la cultura, que la tenorisima trinidad es muy populista y que, välgame
Dios, Lou Reed aporta mäs que Luciano Pavarotti.
Mientras tanto, para no perder comba en el trasiego y mientras en los pasillos
del museo del Prado cuajan los dimes y diretes tras el nombramiento de nue-
vo director (conocido antes por los periodistas que por los Patronos del Mu-
seo), el bueno de Valeriano Bozal, tan esquivo siempre con los de ahora, le
da al "viceministro" Miguel Angel Cortes un abrazo de los que van mäs allä
de la historia y de Vergara. Allä arriba, que mäs da, lo importante es el abra-
zo, los odios y los rencores se vuelven catias y sonrisas, o que creian..."
(1996: PRENSA, ABC Cultural, 24/05/1996, Entradas y Salidas, ESPANA, 04.
Arte y cultura en general),
"Una pelicula de 1977, Fiebre de säbado noche, consagrö un estilo y una mo-
da que tuvieron sus momentos mäs altos en los ültimos Atm del decenio. Los
responsables directos del asunto eran los Bee Gees: de sobra conocidos, pero
habian perdido comba y de nuevo estuvieron en la cresta de la ola" (1994:
Gomez Perez. Rafael, El rock. Historia y anälisis del movimiento cultural
mäs importante del siglo xx, ESPAIZIA, 04. Müsica).
"Para ello es preciso que la industria no pierda comba, pero tambien que el
Estado se empetle a fondo y que la opini6n püblica entienda y apoye lo que
estä en juego, que es nuestro lugar en el mundo del siglo XXI" (1997: prensa,
abc Electr6nico, 21/06/1997: A propösito: Vuelo hacia el futuro, ESPAIZIA, 01.
Astronomia).
120 En el DFDEA, solo se recogen las uF perder comba y perderse comba, con la indicaciön:
`Gralm. en constr neg' tras la definiciön de cada una de ellas (p. 298).
103
forma de que esta UF puede tener tambidn una forma afirmativa y, a excepciön del
CLAVE, no se contempla la posibilidad de otro significado.
Paralelamente a estas cuestiones, hay otra que, en lugar de arrojar luz so-
bre ese tema, viene a mostrar mäs aün toda su complejidad. Se trata del hecho de
que se puede poner en tela de juicio la forma can6nica de aquellas unidades que
figuran unänimemente en los diccionarios en forma negativa, es decir, encabeza-
das por el elemento no. En ese caso, no se trata de que estas unidades puedan
usaxse tambien en oraciones afirmativas, sino que, tal como se ha visto con la lo-
cuciön dar el brazo a torcer, la expresiön de la negaciön se hace por medio de
otros terrninos, ademäs del no. Considerese el cuadro que sigue:
lerna de la locuciOn diccionarios que h reccige n ejemplos de uso exiruidc>s del CREA
no eaher (ninguna) itudu DES, DFDEA, DICLOCVER. y Ot.)LE. "no puede caber duda respeeto a la
neeesidad de afrontar la cuestkin"
no caher un alliier DEA, DFDEA, DEM, DIC1 x VER, "de cabezas dondc parece imposi-
DRAE, DSLE, (ADLE y LDPL hic (ie pueda caber un alliier. Y.
sin einbar o, cl milagro se"
no estar cl horno para DEA, DDFLI, DFDEA, [WEM, DICLO• "Como si estuviera cl Immo para
hoflos VER, DRAE, DSLE, DUE, GDLE y [DPI. bollos -y coal° si Truman timmin
parte"
no perder detalle DEA, DEDEA, DICLOCVER y DEE 1 "a los invilados dc mayor edad gut;
no ouisieran perder detalle dc la
fiesta 0 deseanm"
"habia scguido ei eurso de los
timtwenn ientos Bin perder detalle.
se frotö las manos y aproximn"
no quitar ojo DEA, DFDEA, DEENI, DICLOCVER, "Pero a los pocos minutos comence
DRAE, DSLE, DUE,GDLE V WK a sentirme intensamente vigilado.
A las siete dc la Ind iana. nadie Inc
auhalm oio v a las stete y media
estaha ya mauznaltnente rodeado
dc gente-
"Desde el instante aqucl no le
Pudiste uuilar titt von disimulo,
eso sf, pero en alerte
121 El lema de las unidades que figuran en el cuado sufre alguna variaciön de una obra a otra,
pero, con el fin de facilitar la presentaciön de ejemplos, hemos preferido unificarlos, basän-
donos, para eso, en el lema ofrecido en el DICLOCVER.
104
los diccionarios esas posibilidades de uso. Es decir, cabe indagar si se deberia
indicar que el sentido negativo puede formularse tambien por medio de otras ex-
presiones o elementos de igual valor negativo (tampoco, parece imposible que,
como si estuviera, sin, nadie).
Por lo expuesto, se ve que la cuestiön del registro o exclusiön de esta par-
ticula no tiene una fäcil soluci6n, puesto que cualquiera de las dos posibilidades
implica tener en cuenta las diferencias de significado y las implicaciones pragmä-
ticas que su presencia o ausencia puede suponer. De esta manera, la determinaciön
del lema de estas locuciones y su correcta definiciön sälo podrän establecerse con
posteridad a la elaboraci6n de investigaciones basadas en ejemplos de uso.
Asimismo, queda patente la necesidad de que se aclare el papel que cum-
ple la particula no en aquellos casos donde normalmente figura como elemento
integrante del lema de una UF (como parece ocurrir en no saber dönde meterse,
no caber en si, no dar ni clavo, no ganar, no Ilegar la camisa al cuerpo). S6lo
a partir de una reflexiön sobre cada caso se puede llegar a una forma de tratamien-
to coherente y sistemätica. En cualquier caso, si se incluye o no esa particula o se
opta por indicar aparte la posibilidad de emplear la unidad en construcciones ne-
gativas, se debe apoyar la decisiön con ejemplos, en los que se vea claramente el
uso de la UF, y se debe proponer una definiciön que se adecue al lema ofrecido.
Todo lo dicho cobra mäs fuerza aün si se tiene en cuenta el hecho de que la
cuestiön de la presencia o ausencia de la particula no no suele ser cuestionada,
incluso por los usuarios especializados. Vase en este sentido, lo que afirma Mor-
vay (2006), respecto a la postura adoptada por el DFDEA respecto a ciertas UF:
"Les notes que poden apareixer en diversos llocs de l'article ofereixen moltes
menes d'indicacions ütils per a l'us dels fraseologismes en questiö. El que
trobo poc afortunat es que els autors del diccionari les utilitzin massa soviet
per descriure la forma habitual de les unitats, (...). Vegeu tambe caberle (o
entrarle) [a alguien algo] en la cabeza. v. (co/) Resultar[le] comprensible.
Normalmente en costr negat. No entenc per que els redactors registren for-
mes (i ofereien definicions) que, tal com mostren tambe les seves cites, no
s'utilitzen com a tals en la parla real. El DFEM i el DFER [Diccionario fraseo-
16gico espafiol-ruso] recullen el fraseologisme en qüestiö com a no caberle u.
c. en la cabeza a alguien i no caber en la cabeza una cosa, respectivament.
La soluci6 del DFDEA resulta Ines estranya si considerem que es tracta d'una
combinaci6 que traduida literalment es coneguda tambe en altres llengües
com el rus, polones, hongares, alemany, etc." (Morvay, 2006).
105
autor, se deduce que el fraseögrafo debe observar el comportamiento de la nega-
ciön en cada UF, puesto que, segün Garcia-Page, ese comportamiento es diferente
segün los casos. Asi, existen:
a) UF negativas que pueden adoptar la modalidad afirmativa (cita no pegar ojo
frente apegar ojo);
b) UF que son obligatoriamente negativas, con el fm de preservar la gramaticali-
dad de la unidad, es decir, "evitar la ruptura del fraseologismo" (Garcia-Page,
1998a:55) (como no dar pie con bola frente a *dar pie con bola);
c) UF en las que la negaciön es de caräcter opcional, ya que su presencia tiene va-
lor de refuerzo o ünfasis. El autor hace referencia, de hecho, a un tipo de unidad
en la que aparece la particula ni (cita no tiene ni la menor idea frente a no tiene la
menor idea), pero donde la particula no sigue siendo obligada, y
d) UF en las que la negaciön es indiferente: pueden aparecer con modalidad positi-
va o negativa, segün las exigencias del discurso (como irse por los cerros de Ü-
beda y no irse por los cerros de Übeda). El cambio significativo ocurre ünica-
mente en funciön del no. Se trata de unidades esencialmente afirmativas que pue-
den adoptar la forma negativa, aunque el autor llama la atenciön sobre el hecho de
que "no todas las series de estructura afirmativa pertenecientes al cädigo fraseolö-
gico admiten ser negadas, ni todas las frases con indicadores de negaciön consien-
ten la elusiön de üstos para configurar una construcciön afirmativa" (Garcia-Page,
1998a:57).
A lo largo de ese trabajo, se encuentran otras observaciones, como la que
se acaba de citar, que demuestran la complejidad del tema de la negaciön en fra-
seologia, por lo que una clasificaciön como la que he presentado mäs arriba, ba-
sändome en Garcia-Page, tiende a ser, ante todo, simplista. Asi, se deben tener en
cuenta otras cuestiones serialadas por ese autor, como el hecho de que los signos
de negaciön mäs caracteristicos (no, sin, ni), aunque pueden alternarse o no, tie-
nen el empleo condicionado o bien por su propio caräcter fijado o bien por el con-
texto verbal que integran. La presencia de uno de esos elementos puede implicar,
de este modo, restricciones sintäcticas (cita no ser un/ningün mano rotas frente a
ser un mano rotas y ? ser algün mano rotas) y semänticas (dar de si y su nega-
ciön, no dar de si, frente a no dar de si, otra uF)122. Ademäs, resalta, en varias
ocasiones, que tanto el contexto como cualquier condiciön extralingüistica influ-
yen en esas unidades, de modo que muchas de las UF con contenido negativo o
afirmativo pueden, en determinados usos, transformarse y usarse en la modalidad
afirmativa y negativa, respectivamente. Esas consideraciones apuntan, como se ha
122 El autor resalta que esas dos secuencias homöfonas tienen significado y selecciön argumental
distinta: la primera, que significa "(`deformar', `alargar', `acrecer'), se emplea refiridndose a
objetos (prendas de vestir, sustancias, etc.), pero no a personas (salvo usos intencionados)"
(Garcia-Page, 1998a:70), mientras que la segunda puede significar `ser corto de pensamiento'
y se aplica a personas.
106
afirmado, a la complejidad del tema y a la necesidad de que su tratamiento fraseo-
gräfico sea revisado, incorporando las contribuciones de la fraseologia.
3.2.2. La particula se
123 Las locuciones se organizan en orden alfabdtico, segün la primera letra de la palabra que las
inicia, puesto que organizarlas segün el orden en que aparecen en los diccionarios, como se ha
procedido hasta ahora, dificultarfa su visualizaciön en el cuadro. La definiciön de las unidades
varia, a veces, de un diccionario a otro, pero, segün el anälisis realizado, se trata siempre de la
misma Iocucidn.
124 Aunque despuds del lema de esa unidad aparece la abreviatura v.prnl., que indica que la locu-
ciön puede ser usada o no con formas pronominales.
107
DRAE DSLE DUE GDLE LDPL
batir el cobre batir (se) el co- BATIR EL COBRE batir el cobre _
CTratar un nego- bre'2 Cesforzarse (`Intervenir con mäs (`Trabajar mäs que
cio con mucha <una persona> esfuerzo que los los otros en un
viveza y empe- mucho por conse- demäs en un trabajo asunto', p. 383)
fio'). guir una cosa', p. o asunto', p. 652)
batirse el cobre 337)
(`l.. Trabajar
mucho en nego-
cios que produ-
cen utilidad"2.
Disputar con
mucho acalora-
miento y empe-
fio').
darse de narices dar (se) de narices DAR[SE] DE NARICES dar (se) de narices darse de narices
con alguien. CChocar <una CCaerse o tropezar con/contra (algo o con algo CTrope-
(`Encontrarse persona> con otra con algo de modo alguien) (`Tropezar zar, estrellarse, ver
bruscamente con persona o con una que el golpe lo de frente con ello', interrumpido el
e) cosa', p. recibe la cara'). p. 1348) avance por causa de
462) DARSE DE NARICES un obstäculo').
con alguien (`Tro- darse de narices
pezar con la persona con alguien (`Tro-
de que se trata, en pezarse, encontrarse
sentido material o de pronto frente a
figurado', p. 490) frente', p. 166)
inclinar la ba- inclinar (se) la _ inclinar o inelinar-
lanza (`inclinar balanza (`hacer se la balanza (` Re-
nn asunto a favor <una persona> que solverse un asunto
de alguien o de un asunto se incline tras un periodo de
algo. Ü. t. c. a favor de otra indecisi6n', p. 24)
prnl.) persona', p.17I)
Esa falta de uniformidad en el registro del se, que ora figura ora no, y que a veces
se indica como alternativo, lleva a pensar si esa partfcula es realmente obligatoria
u opcional. El uso de la conjunciön o en el lema, como se hace en el LDPL, o el
registro del se entre par6ntesis, como en el DEA y en el DSLE, deben interpretarse,
segün la praxis lexicogräfica (y las propias instrucciones que se leen en la intro-
ducciön de esas dos ültimas obras (p. xxvii y xvIli, respectivamente)), como una
indicaciön de que ese elemento es opcional, es decir, puede aparecer o no. En ese
caso, las definiciones y los ejemplos presentados en el LDPL y en el DSLE no ayu-
dan a aclarar la cuestiön, ya que ejemplifican solamente una posibilidad de em-
pleo de la unidad: o bien con el se o bien sin el se, es decir, no se ofrecen ejem-
plos que muestren cada uno de los usos. Por otro lado, la ausencia o la presencia
del se en el lema, sin indicaciön de alternancia, no puede considerarse como signo
125 Esa unidad aparece defmida otra vez bajo el lema batir: `poner <una persona> mucho empe-
fio [en una cosa]'.
108
de que esa particula realmente forma parte del lema de las unidades, a la vista,
como ya se ha dicho, del tratamiento lexicogräfico heterog&leo que tiene. Consi-
derando esa situaciön, a la hora de reflexionar sobre el tratamiento lexicogräfico
que debe dispensarse al se, hay que basarse en las informaciones que se sacan o
bien del anälisis del funcionamiento discursivo de las UF o bien de los resultados
de la präctica lexicogräfica llevada a cabo a partir de ese funcionamiento (como
en ei DEA, en el DFDEA y en ei DICLOCVER).
Asi, en lo que se refiere a la locuciön batir el cobre, los ejemplos de uso
obtenidos del CREA muestran que esa unidad puede usarse con o sin el se:
109
diante el uso de pardntesis redondos (como se procede en el DEA). Tal procedi-
miento, no obstante, para ser aplicado de forma sistemätica y coherente, implica
una revisiön de todos las locuciones en las que el se puede figurar, con el fin de
que se registre entre pardntesis sölo en los casos en los que es realmente un ele-
mento opcional'26. En ese sentido, es inadecuada la presentaciön del se entre pa-
rdntesis para las dos acepciones de dar(se) de narices o para inclinar(se) la ba-
lanza. En el primer caso, los ejemplos sacados del CREA ilustran el uso de la uni-
dad darse de narices, en su primera acepci6n (siguiendo el orden del cuadro ante-
rior, en el recuadro del DEA), sölo con se:
No obstante, el DEA aduce un ejemplo en el que esa unidad si aparece sin la parti-
cula se, por lo que cabria considerar su registro como opcional (si bien ese ejem-
plo, de los afios 50, se aleja temporalmente de los citados arriba):
126 De todos modos, habria que reflexionar sobre la legitimidad de la presentaciön del se entre
pardntesis, en calidad de elemento opcional, frente a la posibilidad de indicar ese caräcter fa-
cultativo mediante el uso de una abreviatura, v. pr., por ejemplo, o de una explicacidn, como
"Se usa tambidn como pronominal", tal como se procede con las ULS.
110
"Isidro Abc 3.12.57, 45: En la avenida del Generalisimo han puesto los railes
que la cruzan al desnudo y en la minüscula zanja asi formada fue a dar de na-
rices un muchacho extranjero" (DEA, p. 3190)127.
En cuanto a la segunda acepciön de esa locuciön, todos los ejemplos sacados del
CREA, asi como los lemas citados por el DICLOCVER y el DEA, ratifican su uso con
se:
"Mi estrategia era la siguiente: al entrar tü, te darias de narices con el cuadro,
y si la mujer que estä retratada en 61 fueras tü, no podrias disimular una
enorme sorpresa, un shock, un impacto, un algo.
Reconocerias el cuadro al instante, porque no en balde habias estado posando
para 61. No ibas a salir de tu asombro al ver el cuadro en nuestra casa, que era
tanto como comprender que yo, por fm, habia desentrafiado el misterio de tu
engaflo" (1988: Hidalgo, Manuel, Azucena, que juega al tenis, ESPAIZ1A, 07.
Novela).
Por lo expuesto, parece que lo mäs indicado es ofrecer un lema para cada acep-
ciön: dar de narices y darse de narices y, en el primero, sefialar la posibilidad de
uso del se y del empleo de las preposiciones en, con, contra y sobre128. En ese
caso, la presencia o ausencia del se no conlleva ningün cambio en el significado ni
en la combinatoria sintagmätica, representando, mäs bien, un caso de variaciön
fraseolögica. Esa situaciön, no obstante, es distinta con respecto a las unidades
inclinar la balanza e inclinarse la balanza, donde la presencia del se desencade-
na cambios en el significado y en la combinatoria de la unidad, tal como se ve en
la definiciön que presenta el DICLOCVER (vase el cuadro anterior). Penade's Mar-
tinez (2002-2003) ya ha serialado que, en determinadas locuciones, la apariciön
del se puede suponer no sölo una combinatoria sintagmätica diferente sino tam-
bien una variaciön en el significado diat&ico de las mismas. Eso se comprueba en
el ejemplo citado, donde, a partir de la definiciön, se ve que inclinar la balanza
corresponde a una diätesis distinta (causativa) de inclinarse la balanza (no causa-
tiva). Se trata, por tanto, de dos unidades distintas, por lo que merecen figurar en
entradas independientes.
Parece ser que la falta de criterios en el registro del se ocurre principal-
mente cuando esa particula es opcional o cuando su presencia conlleva algün
127 Con ese ejemplo, se ve, asimismo, la posibilidad de utilizar la preposiciön en con esa UF.
Queda la duda de si, en ese contexto, tambi6n se podria usar las preposiciones con y contra.
Esa cuestiön tiene cierta importancia porque en los diccionarios donde se indica que el se es
opcional, con excepciön del DEA, sölo las ültimas preposiciones figuran en los ejemplos o en
la combinatoria sintagmätica.
128 Habria que recoger muestras de uso de con, contra y sobre con dar de narices. En el caso de
que no se d6 ese uso, habria que dejar claro que dar de narices, es decir, la forma sin se, se
usa sölo con en.
111
cambio en la combinatoria sintagmätica o en ei significado diatetico de la UF,
hechos poco considerados en la lexicografia o en la fraseografia y que sölo muy
recientemente han recibido atenci6n129. Al parecer, hay menos problemas con las
locuciones en las que la presencia o ausencia del se implica un significado lexico
diferente. Por lo general, en los diccionarios consultados, se registran adecuada-
mente unidades como calentar la cabeza, comer el coco, dar a conocer, dar cuen-
ta y dejar caer frente a calentarse la cabeza, comerse el coco, darse a conocer,
darse cuenta y dejarse caer13°, aunque en alguna obra se pueden encontrar pro-
blemas con este tipo de unidad. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con las unida-
des complicar la vida y complicarse la vida. Asi, en el DSLE, no se diferencian
estas dos locuciones, como se puede ver a continuaciön:
112
2 ""Esto va a tomar un un un rumbo
que que a a los espafioles sobre todo nos van a
complicar la vida " Porque es que ademäs, no
se, es que es que estamos ahi metidos y esa
gente estän mirando ansiosos ansiosamente a a
a Europa. No, a aparte Y y en un revuelo de
esos a ver quidn sujeta a una masa de esas que
aparte de lo negativo que es una guerra, ya de
por si," (1992: ORAL, Conversaci6n 14, Univer-
sidad de Alcalä de Henares, ESPAIZIA, 09. FOR-
MALIDAD = baja, AUDIENCIA = interlocutor,
CANAL =cara a cara).
113
vo132. Los dos primeros autores afirman que existen LV en cuya constituciön figu-
ran verbos reflexivos. Melendo (1965:12) los incluye entre las clases de verbos
que, junto con los transitivos, intransitivos e impersonales, forman las LV del tipo
predicativas. Para el autor, son ejemplos de locuciones constituidas por verbos
reflexivos: cortarse uno la coleta, darse uno buena vida y meterse uno en libros
de caballeria. De igual manera, cuando trata la cuestiön de la variaciön fraseolö-
gica de ese tipo de unidad, considera las alteraciones que los verbos y sus com-
plementos pueden sufrir. Entre esas alteraciones incluye, pues, la posibilidad de
que un verbo pueda usarse como transitivo y como reflexivo (cita: buscar o bus-
carse la vida, hacer o hacerse uno cuenta o la cuenta, venir o venirse uno con sus
manos lavadas)133.
A su vez, Carneado Mord (1985b:14), quien se propone clasificar las UF
segün sus caracteristicas lüxico-gramaticales, considera que, aunque los verbos
reflexivos que integran esas unidades pueden poseer significado transitivo o in-
transitivo, las UF de las que forman parte destacan por esa caracteristica morfolö-
gica, por lo que las denomina fraseologismos reflexivos y las trata separadamente
de los fraseologismos verbales. Por otro lado, teniendo en cuenta criterios sintäc-
tico-semänticos, se refiere, asimismo, a dos tipos mäs de fraseologismos: a) UF
que, por su estructura, constituyen oraciones con sujeto y predicado, los fraseolo-
gismos propositivos (cita calenkir (se-le) la sangre134) y b) UF que estän constitui-
das por un componente verbal + un pronombre (la o las) (cita gastarlas). Cuando
trata este tipo de UF, observa que en espaiiol es frecuente incluir en ella el pro-
nombre reflexivo se. Distingue, de este modo, tres casos:
132 En Bargallö Escrivä (2003:32) tambiin se hace referencia al tratamiento dispensado a "expre-
siones en las que aparece un verbo pronominal mäs un clitico con forma fija". No obstante, la
autora se limita a setialar como este tipo de unidad se registra en los diccionarios que analiza.
Cabe resaltar que en este trabajo la autora incluye "expresiones que reünen un verbo prono-
minal con un complemento rdgimen referido a personas o cosas" (como morirse por o per-
derse por), aunque no queda claro si las considera o no unidades fraseolägicas.
133 Pero no explica qu6 entiende por reflexivo. Tampoco lo hace la autora que se resetia a conti-
nuaciön.
134 Se presentan las unidades tal como lo hace la autora. Desde nuestro punto de vista, la forma
de esa unidad es calentarse la sangre, ya que se considera que el le forma parte del contorno
de la unidad.
114
c) la presencia o la ausencia del pronombre reflexivo se [sic] modifica el sen-
tido del idiomatismo: Difiarla `morie y Difiärsela `engatlar a alguien'" (Car-
neado Mord, 1985b:18-19).
115
sario, pues, que se desarrollen estudios que se centren en el se, con el objetivo de
averiguar su funciön en las LV y de establecer su uso obligatorio o facultativo.
Ciii6ndonos a los resultados parciales de la descripciön que se ha llevado a
cabo en este capitulo, se puede decir que, en lugar de utilizar la terminologia de
verbos reflexivos, se podria hablar, mäs bien, de significado reflexivo, definiendo
previamente que se entiende por tal y comprobando que se da en una locuciön, en
oposici6n a otros tipos de significado diat6tico, y, considerando la forma, se po-
dria hablar, tal como hace Martinez Marin, de verbos pronominales. A titulo de
ejemplo, se pueden citar unidades formadas por verbos pronominales, en las que
el se forma parte del verbo y es un elemento invariable, como en abrirse las car-
nes o volverse la tortilla; locuciones constituidas por verbos pronominales (re-
flexivos), en las que el se es tambi6n un elemento integrante de la locuciön, aun-
que variable, puesto que posee un referente externo que, al cambiar, implica una
variaciön personal del verbo, como lavarse las manos (me lavo las manos) o aho-
garse en un vaso de agua (os ahogäis en un vaso de agua), y como parecerse
como dos gotas de agua, en la que el se tiene significado reciproco.
Se configura, pues, una situaciön que obliga a que se investigue ese tema
desde la teoria fraseol6gica, o mejor, incluso, desde la teoria lingüistica, con el fin
de se ofrezcan datos para la configuraciön de una teoria fraseogräfica, la cual, a su
vez, podrä poner la praxis fraseogräfica y lexicogräfica en orden.
135 La variaci6n fraseol6gica es una cuestiön que, en el ämbito de la fraseografia, afecta al lema
de una UF, a su marcaciön y al tratamiento lexicogräfico de las relaciones semänticas que en-
tabla con otras UF. Por eso no es objeto de estudio exhaustivo de este apartado, dedicado, co-
mo senala su titulo, al tratamiento lexicogräfico de la variaci6n en el lema de las UF, sino que
se trata en otros dos mäs, que abordan de manera general la marcaciön de estas unidades y las
relaciones semänticas entre UF.
116
variaciön fraseol6gica en la clase de EILE. Ya sea desde un punto de vista estric-
tamente lingüistico, ya sea desde tm punto de vista aplicado, lo cierto es que las
reivindicaciones de esos dos estudiosos entroncan con las de otros autores intere-
sados por el tema de la variaci6n en fraseologia136.
Ahora bien, aunque son escasos los estudios empiricos sobre la variaciön
de las UF en espatiol, ese rasgo ha sido ya objeto de consideraciones teöricas va-
rias, entre las que se pueden destacar, las de Zuluaga (1980, 1992 y 1998, en Con-
ca i Martinez et al.), Carneado Mord (1985c), Corpas Pastor (1996a) y Garcia-
Page (1996). La contribuciön de Zuluaga es, sin duda, fundamental no sölo por su
caräcter pionero, sino tambian por su naturaleza abarcadora, ya que engloba los
diversos puntos que deben tenerse en cuenta en el estudio te6rico de la variaci6n
fraseolögica. La caracterizaci6n ofrecida por ese autor sirve hasta hoy de referen-
cia en los trabajos que tratan la fijaci6n y la variaci6n fraseolögicas (vanse, por
ejemplo, Corpas Pastor (1996a), Garcia-Page (1996), Martinez Marin (1996),
Koike (2001b y 2001c), entre otros). Es importante destacar los puntos bäsicos de
esa caracterizaci6n, asi como la aportaciön de Dobrovol' skij (1988, citado por
Corpas Pastor (1996a:28-29)), con el fin de destacar, entre los aspectos que Wallen
al tratamiento del lema de las uF, los que se han tenido en cuenta en los trabajos
fraseogräficos y lexicogräficos.
En sus trabajos de 1980 y 1992, Zuluaga establece los conceptos de va-
riante y variaciön fraseolögicas. En el fenömeno de la variaci6n como un todo,
distingue dos aspectos: a) variantes en sentido estricto (o variantes) y b) variantes
en sentido amplio (o variaciones). Las variantes del primer tipo, que para el autor
son las autanticas variantes (Zuluaga, 1980:109), deben cumplir los siguientes
requisitos: deben ocurrir dentro de la misma lengua funcional, de forma indepen-
diente del contexto, sin presentar diferencias en el significado, deben ser parcial-
mente idanticas en su estructura y en sus componentes y deben tener limitado el
nümero de sustituciones de los elementos, es decir, la sustituciön debe ser fija,
preestablecida. Asi, las UF agarrar el portante, coger el portante y tonrar el por-
tante pueden ser consideradas variantes, puesto que son semejantes estructural-
mente, no difieren en el significado, ocurren dentro de una misma lengua funcio-
nal, son independientes del contexto y la alternancia de los elementos agarrar,
coger y tomar es la ünica aceptable, porque estä previamente establecida. De igual
modo, las unidades de punta a punta, de pe a pa y de cabo a rabo tambian pueden
considerarse ejemplos de variantes en sentido estricto, aunque constituyen, como
se verä mäs adelante, esquemas fraseolögicos.
136 La carencia de estudios descriptivos sobre esta cuesti6n en espaffol es un hecho plenamente
reconocido. Trabajos como el de Corpas Pastor (1998), sobre el uso de las paremias, o el des-
arrollado en el proyecto Varilex, sobre la variaci6n fraseolögica del espatio' en el mundo
(v6ase Koike, 2001b y 2001c), son un intento de salvar esa situaciön.
117
Dentro del segundo aspecto, el de las variaciones, Zuluaga considera variantes en
sentido amplio las UF que presentan algün tipo de variaciön diat6pica (del tiempo
de la Maricastaiia - Espela / del tiempo de la cocoa - Chile), diasträtica (la de-
nomina sociocultural: feliz dia - clase media alta / feliz cumpleaes) o diafäsica
(me importa un culo - vulgar / me importa un bledo - coloquial)137. Tambien in-
cluye aqui las UF con casillas vacias o libres, como, por ejemplo, a mis/tus/sus
anchas, porque las alteraciones que sufren, aunque limitadas lexica o lexico-
gramaticalmente, son libres, es decir, dependen del contexto. Cita, asimismo, co-
mo ejemplos de variaciones, las UF que, aunque tienen equivalencia semäntica,
poseen diferencias en la estructura o en los componentes, como estirar la pata y
dar / entregar el alma a Dios. Para Zuluaga, se puede hablar, en esos casos, de
unidades fraseol6gicas sinönimas. De igual forma, considera como variaciones las
transformaciones de UF acompailadas de cambio de significado (tomar el pelo /
tomadura de pelo o echar una cana al aire / echar una canita al aire138) o las
integraciones en series (con buen pie/con mal pie; cabeza abajo/cabeza arriba),
pues aqui tambien se da un cambio en el significado. En el primer caso, Zuluaga
opina que se trata de un tipo especial de variante y lo denomina variaciön por
transformaciön o modificaciön. En el segundo, cree que se trata de unidades dife-
rentes, ya que presentan significado lexico distinto y, casi siempre, opuesto.
Posteriormente, en 1998, Zuluaga (Conca i Martinez et al., 1998:174-175)
diade a su caracterizaciön la distinciön entre variantes no condicionadas y varian-
tes condicionadas139. En el primer tipo, incluye aquellas unidades que no presen-
tan cambios de significado, no tienen valor opositivo. Son ejemplos de ello: me
importa un comino freute a no me importa un comino o llevarse de calle frente a
llevarse de callles. En el segundo, por su parte, incluye unidades que tienen cier-
tas marcas, las cuales pueden o no oponerlas a otras unidades. Es interesante re-
saltar el hecho de que Zuluaga, cuando trata ese tipo de variante, hace referencia a
unos parämetros de variaciön que antes no habia mencionado. Tiene en cuenta,
asi, la variaciön diacrönica y, en la variaciön diafäsica, las diferencias entre len-
gua oral y lengua escrita, y el lenguaje femenino y el lenguaje masculino.
Hay que sefialar que, en el grupo de variantes en sentido estricto presenta-
do por Zuluaga, no se tienen en cuenta, al menos explicitamente, las llamadas
118
variantes estructurales, por lo que hay que acudir a la caracterizaci6n establecida
por Dobrovol' skij, segün Corpas Pastor (1996a), en la que se consideran las va-
riantes estructurales, ademäs de los sinönimos estructurales. Sobre ellos, escribe
Corpas Pastor:
140 Esos ejemplos se basan en la descripciön y en los propios ejemplos que presenta Corpas Pas-
tor (1996a:28), ya que no se ha consultado el texto de Dobrovol'skij.
141 Por otra parte, Corpas Pastor y Mena Martinez (2003:186-188) hacen referencia a tres tipos
de variantes: läxicas, estructurales y perspectivas. Los dos primeros tipos se recogen en la
clasificaciön que se expone aqui, mientras que el 6ltimo no. De acuerdo con las autoras, las
variantes perspectivas "hacen referencia no solo a todas aquellas unidades que describen un
suceso desde perspectivas reciprocas, sino tambiän a aquellas que presentan cambios aspec-
tuales, de causatividad, en la resultabilidad, en el nümero o tipo de actantes, etc." Citan como
ejemplo de ello, en espariol: pondnele a uno los pelos de punta frente a ponerle a alguien los
pelos de punta. Es fundamental sefialar que la noci6n de variantes perspectivas plantea ciertas
cuestiones para el propio concepto de variaci6n, en el ämbito de la lingüistica, y para el tra-
tamiento lexicogräfico de las UF. Como se demostrarä mäs adelante, en nuestro trabajo, las
locuciones como las citadas anteriormente se consideran dos unidades distintas y reciben un
tratamiento lexicogräfico acorde con esta postura. Vdase, en este sentido, el procedimiento
adoptado en el DICLOCVER: poner los pelos de punta [algo, a alguien] Causar mucho miedo
119
variantes en sentido estricto Tienen el mismo significado, seme- coger las de Villadiego / tomar
VARIANTES janza estructural, pertenecen a la las de Villadiego
misma lengua funcional, los cam-
i bios de elementos son limitados e
independientes del contexto
VARIANTES ESTRUCTURALES Se caracterizan como las anteriorejcruzarse en JIcam7n7) / cruzarse
pero de esa vez los cambios afectan en su camino; dar con la tecla /
a las preposiciones, articulos, nü- dar en la tecla; haber oido
mero y orden de constituyentes, campanas (y no saber ddnde)
I formas acortadas de constituyentes
o nämerozrämatical de los mismos
SINONLMOS ESTRUCTURALES Poseen correspondencia estructural dar ciento_y raya / dar quince y
completa e identidad parcial del raya; dejar chico / dejar chiqui-
componente lexico to
Aunque los casos sertalados arriba se hayan descrito desde la fraseologia, no todos
ellos se han tenido en cuenta en la fraseografla y en la lexicografia. Asi, tomando
en consideraciön las variantes en sentido estricto, se puede decir que todas las
clases citadas aparecen representadas en los diccionarios142. Ahora bien, en la
[a una persona] (p. 133) frente a ponerse los pelos de punta [a alguien] Sentir mucho miedo
(p. 138).
142 En ese sentido, se puede mencionar la praxis llevada a cabo en el DFCI y en el DFC. Asi, res-
pecto al primero, üennäk (1998:135) informa de que en el lema se ofrecen las formas neutras
120
präctica se registran de modo distinto los elementos que pueden aparecer de ma-
nera opcional en una unidad (abrir (el) fuego o caer chuzos (de punta)) frente a
los elementos que son alternativos (barrer hacia/para dentro o dar el ultimo toque
/ los ültimos toques). Eso significa que, en la praxis, no importa si el elemento que
varia es una palabra con sölo significado gramatical o con significado gramatical
y lexico, o si la variaci6n es fruto de un cambio morfolögico143; interesa mostrar si
se trata de un elemento facultativo o si puede ser sustituido por otro (u otros). Esa
praxis, como se ha visto antes, no se da de modo homogeneo en todos los diccio-
narios, lo que ocasiona criticas por parte de los investigadores. Deniz Hernändez
(2000:385), por ejemplo, al analizar una serie de diccionarios modernos del espa-
hol, encuentra censurable el tratamiento dispensado a las formas variantes de las
UF. Para la autora, no se informa, por lo general, de la variaci6n fraseol6gica de
una unidad (cita a troche y moche / a trochemoche), y la falta de consideraci6n
respecto a ese tema hace que una unidad aparezca lematizada de modo distinto en
los diccionarios.
Se debe sefialar que, pese a esas criticas, se han ofrecido ya pautas sobre el
tratamiento de la variaciön fraseolögica en la lexicografia. Conviene citar, en ese
sentido, los trabajos de Carneado Mord (1985c) y Tristä Perez (1998c). Parece ser
que esos trabajos son ünicos en el ärea. Tienen en comün el hecho de que se basan
en la lingüistica sovietica, y de que toman como marco de descripciön el espariol
de Cuba y la elaboraci6n del DFC, si bien el segundo indica procedimientos de
y eständar de las UF, acompatiadas de todos sus componentes y variantes eständar. Se indican,
ademäs, todos los elementos que pueden sufrir cambios gramaticales (de nümero, genero,
persona, etc.) en el uso. Las variantes paradigmäticas se indican con trazos oblicuos y las sin-
tagmäticas se presentan entre parentesis. Se suministra, asimismo, la valencia de cada unidad.
En lo que se refiere al segundo diccionario, Tristä Perez (1998a:177) explica que en el DFC,
las UF aparecen registradas con sus variantes lexicas, ortogräficas o morfol6gicas, separadas
por trazos oblicuos, y con la variante cuantitativa, que equivale a un elemento opcional, reco-
gida entre parentesis.
143 Sin embargo, desde la fraseologia si se ha tenido en cuenta el tipo de elemento involucrado en
la variaci6n. Asi, Carneado Mord (1985c) distingue entre variantes morfol6gicas (determina-
dos cambios en la forma, que no afectan la funciän de la UF) y variantes lexicas. Sobre esas
ültimas, dice que son el tipo mäs difundido y que puede haber una relaci6n de sinonimia entre
los elementos lexicos que varian (estar/hallarse entre la vida y la muerte). Advierte, ademäs,
que la variaci6n lexica estä parcialmente sujeta al grado de cohesiön semäntica de la UF y a su
caräcter motivado (por eso, unidades como a pie juntillas, de significaci6n integral motivada,
tienen menos posibilidades de sufrir variaciön lexica). Igualmente, Corpas Pastor
(1996a:112), al tratar las relaciones paradigmäticas de las locuciones, tiene presente la dife-
rencia entre variantes estructurales ("altemancia de distintos componentes gramaticales o (...)
diferencias concemientes a la morfologfa inflexiva", cita irse de/a picos pardos), que vienen a
corresponder con las variantes morfol6gicas de Carneado More, y variantes lexicas ("que im-
plican palabras lexicas alternativas", cita poner a alguien las peras a cuarto/ocho). Sefiala,
ademäs, que la separaci6n entre estos dos tipos de variantes no es categörica, ya que hay UF
que presentan ambos tipos de variaci6n (cita alzar/levantar pendbn/pendones).
121
actuaciön en lexicografia, mientras que el primero no. En necesario sefialar, asi-
mismo, que el trabajo de Tristä Pdrez, en lo que Marie a las referencias a la varia-
ciön, parece ser una refundiciön del de Carneado Mord. Asi, mientras que esta
autora se limita a ofrecer una caracterizaciön de los diferentes tipos de variantes
fraseolögicas, sin centrarse en el modo como dstos se representan en el dicciona-
rio144, aqudlla reestructura esa caracterizaciön inicial y presenta una tipologia de la
variaciön centrada en la präctica lexicogräfica.
Para Carneado Mord (1985c), muchas de las variantes fraseolögicas tienen
su origen en la variaciön diatöpica. Esas variantes renuevan y enriquecen el cau-
dal fraseolögico de las lenguas, se usan tanto en la lengua escrita como en la oral
y funcionan como recursos expresivos. Afirma que en el ämbito de la fraseologia
no hay un consenso sobre cömo distinguir las variantes de los sinönimos de las
UF145. Las variantes, no obstante, pueden caracterizarse de modo bien definido:
122
ya existentes, los testimonios escritos y orales o, incluso, la competencia del lexi-
cögrafo pueden ayudar a resolver las dificultades a la hora de determinar ese ca-
räcter. Establece cuatro tipos de elementos facultativos, los cuales pueden influir o
no en el significado de la unidad, aunque no destruyan su identidad:
1) elementos que no afiaden nada a la unidad: son, generalmente, articulos y pro-
nombres: tener (sus) altas y (sus) bajas,
2) elementos que actüan como intensificadores: decir (hasta) botija verde,
3) elementos que cambian el registro estiiistico de la UF, por lo que delimitan su
uso en contextos de mucha confianza: icon quj (culo, nalgas) se sienta la cuca-
racha? y
4) elementos que sirven para aclarar la forma interna de la UF: son elementos que,
por lo general, integraron inicialmente la unidad y con el paso del tiempo ya no se
emplean: dar candela al jarro (hasta que suelte el fondo).
En cuanto a los elementos alternativos, Tristä Perez afirma que la varia-
ciön ocasionada por la posibilidad de alternancia dificulta la delimitaciön de los
componentes de las UF. Considera que los estudios fraseolögicos han arrojado luz
sobre esa variaciön, de modo que no quedan dudas sobre su existencia y la nece-
sidad de incluirla en los diccionarios'". Atendiendo a la präctica lexicogräfica,
afirma que esos elementos deben figurar separados por lineas oblicuas y que se
debe diferenciar, basändose en la frecuencia de uso, la variante principal de la
secundaria. Establece, asimismo, tres tipos de variantes:
1) las lexicas: son las variantes mäs numerosas y las palabras que alternan perte-
necen a un mismo grupo lexico-semäntico: hacerse agua la cabeza/el cerebro,
2) las morfolögicas: muestran principalmente la coexistencia de pronombres, arti-
culos o preposiciones: estar a/en la viva y
3) las ortogräficas: son las que tienen alguna diferencia en la escritura: arrancar el
sollate/zoyate. Al igual que en el caso de los elementos facultativos, la existencia
de las variantes deberä comprobarse a traves de la consulta de obras lexicogräfi-
cas, en registros escritos u orales o mediante la competencia lingüistica del lexi-
cögrafo.
La tipologia ofrecida por Tristä Perez asi como el planteamiento de Car-
neado Mord pueden ser ütiles tanto para la fraseologia como para la fraseografia,
puesto que exigen una investigaciön sobre la forma de las unidades, un anälisis
descriptivo cuyos resultados serän de inter& para esas dos disciplinas. En lo que
se refiere a la fraseografia, un estudio de ese tipo contribuiria, principalmente, a la
homogeneizaciün del tratamiento dispensado a la variaciön fraseolögica en los
146 Aunque en ese articulo Trist Perez da a entender que solo los elementos alternativos consti-
tuyen un tipo de variaciön, ya que no aplica, en ningün momento, ese concepto a los faculta-
tivos, en un trabajo posterior, pone en claro su posici6n. Asi, cuando escribe sobre la elabora-
ci6n del DFC (Tristä Perez, 1998a), se ve que, para la autora, los elementos opcionales son, en
verdad, variantes cuantitativas.
123
diferentes diccionarios: en el caso de que se consiguiera delimitar y establecer los
elementos que son facultativos y alternativos en cada UF, la informaci6n ofrecida
en los diccionarios no presentaria tantas divergencias. Esa homogeneizaciön debe-
ria extenderse, asimismo, al modo de indicar esos elementos y eso afecta no s6lo
al uso del parentesis, de la conjunciön o y de la pleca, sino tambien a la utilizaciön
de los sistemas de remisi6n147 que se utilizan con ciertas unidades que presentan
variaciön ldxica.
Se debe resaltar, asimismo, el hecho de que en algunas obras se registran,
en una misma entrada, como si de una variante lexica se tratara, unidades diferen-
tes del tipo poner / estar en antecedentes 'Dar o tener <una persona> informa-
ciön sobre un asunto' (DSLE, p. 98), dejar u. p. a alguien/quedarse u. p. en el
sitio `Ilatar a u. p. a alguien/morir u. p. de forma violenta o repentinamente'
(DFEM, p. 257) o {dejar/quedarse} en el sitio. `Dejar o quedarse muerto en el
acto' (CLAVE, p. 1754). Ese tratamiento parece claramente equivocado, puesto que
los verbos que forman parte de esas locuciones acarrean diferencias sintagmäticas
y semänticas en las respectivas locuciones. Merecen, pues, figurar en entradas
independientes. Hay que citar aqui las palabras de Carneado Mord (1985c:271),
que sirven para ratificar que esas unidades no pueden tratarse como variantes fra-
seolögicas:
De ese modo, los verbos estar / poner y dejar / quedarse no pueden considerarse
como elementos alternativos.
Las clases de variantes en sentido amplio estän, asimismo, representadas
en las obras lexicogräficas. Sin embargo, dentro de ese gran conjunto de variacio-
nes se encuentran clases complejas y distintas entre si, por lo que el tratamiento
lexicogräfico que se les dispensa varia mucho en funci6n del tipo mismo de varia-
ciön. Se estudian aqui las que tienen relaciön con tratamiento del lema: las UF con
casillas vacias y las series fraseolögicas148.
De acuerdo con Zuluaga (1980:234), el concepto de UF con casillas vacias
o libres se encuentra expuesto ya en 1922, en la obra de Seiler, y fue tomado en
consideraci6n tambien por Weinreich, en 1966, y por Lyons, en 1968. Ese con-
cepto se aplica a un tipo de UF que tiene una estructura defectiva, en el sentido de
124
que presenta un hueco, la casilla libre, que debe ser rellenado por un elemento no
fijo, pero mäs o menos predeterminado, todas las veces que esa UF se emplea en el
discurso. Son ejemplos de UF con casillas vacias: a mi (tu, su, etc.) manera, a mis
(tus, sus, etc.) anchas, por mi (tu, su, etc.) cara bonita, que no se lo (la, los, las)
salta un gitano/un galgo, entre otros.
Es interesante notar que Zuluaga (1980:108) presenta como ejemplo de UF
con casillas vacias una unidad que, por lo general, no corresponde al modelo que
se concibe, actualmente, para ese tipo de UF: pasar noche en vela (pasar la
noche en vela - pasar varias noches en vela - pasar dos noches en vela). Con base
en las obras DEA, DFDEA y DICLOCADVER, y en los ejemplos de uso que dan el
CREA y el [DAviEs/NEH], se puede decir que esa UF es, en verdad, una locuciön
adverbial, en vela, que puede combinarse o no con el nombre noche, por lo que no
cabe hablar de LW' con casilla vacia.
Por otra parte, el otro ejemplo de UF con casilla vacia que da Zuluaga: a...
azo limpio (a guascazo limpio - a puhetazo limpio - a garrotazo limpio) tampoco
suele interpretarse como tal en algunos de los diccionarios donde se recoge149. Por
la forma como se suele presentar en las obras lexicogräficas, recuerda mucho la
idea de molde sintäctico fijado fraseolögicamente, es decir, el concepto de esque-
ma fraseol6gico usado por ese mismo autor (Zuluaga, 1980:110-112). No corres-
ponde, no obstante, a ese concepto porque, para el, los esquemas fraseolögicos
([de... a...]: de cabo a rabo, de pe a pa, de pies a cabeza; Lx.(Imp.) que.
erre que erre, habla que habla, corre que corre) son como "unidades fraseol6gi-
cas constituidas solamente por casillas libres y los elementos relacionales (grama-
ticales) fijos que las unen", lo que no ocurre en a... limpio, donde ademäs de una
palabra gramatical hay tambien una palabra lexica fija. Ademäs, segün Zuluaga
(1980:113), entre los esquemas fraseolögicos pueden presentarse variantes libres
(dale que dale - erre que erre), mientras que entre las realizaciones de UF con ca-
sillas libres no se puede presentar este tipo de variantes (a tus ordenes - a sus 6r-
denes)15°.
149 De hecho, sölo figura como ejemplo de UF, reproduciendo el modelo dado por Zuluaga, en el
DFEM: a [...-azo] limpio `Recurriendo ünicamente a [golpes, golpazos, martillazos, picota-
zos]' (p. 150). En el GDLE, la unidad que se recoge se aleja del modelo presentado: a grito
(palo, puftetazo, etc.) limpio `frase de valor enfätico que expresa cantidad de lo que indica el
sustantivo' (p. 1215). Lo mismo ocurre con el tratamiento presentado en el DUE, que no se
ajusta al modelo de Zuluaga: A... LIMPIO `Con palabras que expresan gritos, golpes u otros
actos de fuerza o violentos, tiene valor enfätico sirviendo para reforzar esas palabras, que en
esta expresiün van en singular, mientras que de otro modo irian en plural' (p. 260). El DEA,
por su parte, muestra la supuesta locuciön como una estructura que se construye con el adjeti-
vo limpio: "a + n que expresa golpe u [sie] accidn violenta en sg + limpio = a + el mismo n
en pl." (DEA, p. 2844) (y en el DFDEA: "a + n en sg que gralm. expresa golpe u [sie] accidn
violenta + limpio", p. 586).
150 La proximidad entre los conceptos de UF con casillas vacias y esquemas fraseolögicos queda
patente por el hecho de que en el DFEM esos dos conceptos se mezclan, como se puede obser-
125
De todos modos, la descripciön que presenta Zuluaga (1980:109) sobre las UF con
casillas libres puede servir de punto de partida para una reflexiön sobre el proble-
mätico tratamiento lexicogräfico que reciben. Ad, estas unidades
var en la introducciön de esa obra, en el apartado "Complejos fraseolögicos con casillas vaci-
as" (DFEM, p. xi). Por otra parte, la descripciön lexicogräfica de los esquemas fraseolögicos
constituye un problema. Gates (1988:102), por ejemplo, opina que no parece ser viable inten-
tar cubrir, en un diccionario, la mayoria de las unidades que estän compuestas Inas bien por
patrones de construcciön que por palabras convencionalmente fijas (bit by bit o more and mo-
re), puesto que aquöllas tienen un contenido Idxico fijo minimo. Creemos que, en la medida
en que esas unidades tengan un significado fijo, reconocible e identificable como tal, pueden
ser objeto de tratamiento lexicogräfico, por lo que deben incluirse en los diccionarios.
126
DEA DFDEA DFEM DICLO- DRAE DSLE DUE GDLE LDPL
CADV
por la por la por la por la por su por su POR TU por su por su
cara, cara (por bonita / cara / su bella, o linda [su, etc.] cara linda
por su su+ cara linda cara linda, cara o CARA bonita cara
bonita bonita, o, cara de bonita / cara por su BONITA 0
cara, raro, por alguien linda bonita POR TU
por su su+ linda cara cara [SU, etc.]
linda, cara, 0 LINDA
o bella bella, CARA
cara cara
151 Aunque este signo solo se utiliza, tal como se indica en la guia de la obra, delante de un pro-
nombre personal o un posesivo, cuanto este "puede alternarse con pronombres o posesivos de
personas distintas de la que figura en el lema" (DFDEA, p. xx11).
152 Es digno de notar, no obstante, que el nümero de casos con la forma sus sobrepasa, con cre-
ces, las ocurrencias de las demäs formas: en el CREA, se han encontrado 164 casos de a sus
anchas, frente a los 9 casos de a mis anchas, los 2 de a tus anchas y de a nuestras anchas y 1
de a vuestras anchas. En el [DAVIES/NEH], por su parte, se han encontrado 43 ejemplos de a
sus anchas y solamente 9 de a mis anchas y 2 de a tus anchas.
127
el lema y el ejemplo puede confundir al usuario, aün mäs cuando las definiciones
presentadas, como la del DFEM y la del GDLE, no ayudan a dilucidar la cuestiön153.
Existe, asimismo, una gran cantidad de UF en cuya estructura figuran una o
mäs casillas vacias y que podria considerarse, quizäs, como un tipo intermedio
entre lo que se considera UF con casilla vacia y esquema fraseolögico. Considd-
rense unidades del tipo: iza que no [sabes/-e] ...?!, ni que decir tiene (que), ;...
ni nada!, ;mies si que...!, ;que ni que puiletas!, (DFEM, p. 1, 83, 179, 230 y
233, respectivamente)154. Esas unidades tienen un molde sintäctico fijado, como
los esquemas fraseolögicos, y en la casilla vacia puede insertarse cualquier pala-
bra o cläusula exigida por el discurso, por lo que dstas no pueden ser determinadas
de antemano, al contrario de lo que ocurre con las UF con casillas libres y los es-
quemas. Ese tipo de unidad no estä abundantemente representado en los dicciona-
rios y, cuando se recoge, tiene un tratamiento que diverge mucho de una obra a
otra. Eso puede servir como ejemplo que ilustra la dificultad de lematizarlas, defi-
nirlas y presentar su lema.
Kubarth (1998:337) reconoce esa problemätica e informa de que en el
DFEM sus autores han optado por emplear recursos tipogräficos especiales para
registrar este tipo de unidad (las considera complejos con casillas vacias), ademäs
de orientar al usuario, en la introducciön de la obra, sobre ello. De ese modo, ex-
cepto en algunos pocos casos (ique ni (que) ...!), los autores han logrado en-
contrar una clase de palabras o una categoria gramatical que representara el ele-
mento libre presente en esas unidades. Este elemento se indica mediante Tetras
mayüsculas y se enlaza con el signo +, seguido del modeln. Son ejemplos de este
tipo de unidad: ;Ni que + IMPERFECTO DE SUBJUNTIVO!, ;la de + SUSTANTIVO +
que...! y de + NUMERAL (SUSTANTIVO) + para abajo. La utilizaciön de ese tipo
de recurso tipogräfico es bastante novedosa y, considerando los diccionarios ma-
nejados, inusual. Aparte del DFEM, se encuentra tambidn, aunque algo distinto y
aplicado de modo menos sistemätico, en el DEA. En este diccionario, las dos uni-
dades citadas anteriormente se encuentran representadas de la siguiente manera:
ni que. 'Introduce un comentario exclam que expresa en forma hipodtica algo
cuya realidad se niega enfdticamente. El v va siempre en pret o antepret de subj.'
(p. 3220), la de + n + prop adj. 'Or independiente, con entonaciön exclam, con la
que se pondera la cantidad de las perss o cosas designadas por el n.' (p. 1719) y
de [una cantidad] para abajo 'De [esa cantidad] o menos' (p. 4)155. Por la dificul-
tad de descripciön lexicogräfica que entrarian, las UF que contienen casillas vacias
153 Esta situaciön hace recordar las palabras de Alvar Ezquerra (2000a:247), quien, si bien refi-
riendose a otra cuestiön, afirma que: "(...) el lexicögrafo no debe medir con su capacidad y
conocimientos los de los hipot6ticos lectores de su diccionario".
154 Las palabras clave bajo las que se recogen las unidades han sido subrayadas.
155 En el DFDEA, se incluye otra acepciön para la unidad ni que (`aunque', p. 987), y no se recoge
la unidad la de + n + prop adj. No hubo cambios en el tratamiento de de [una cantidadl pa-
ra abajo.
128
constituyen tm verdadero escollo para el lexicögrafo y tambidn para el usuario,
que casi nunca dispone de informaciones en el pr6logo de las obras sobre el modo
de buscarlas o de interpretar su lema. En la gran mayoria de los casos, son los
ejemplos ofrecidos los que le pueden ayudar a salir de dudas.
Las series fraseolögicas, a su vez, no tienen mejor suerte que las UF con
casillas libres, puesto que, muchas veces, su lema se registra de modo inadecuado.
El concepto de serie se desprende de la existencia de unidades que por sus carac-
teristicas lexicas y sintäcticas forman un conjunto determinado y limitado de UF
homogdneas que se diferencian entre si por su significado lexico, ocasionalmente
opuesto156. En esa concepciön se tienen en cuenta las relaciones paradigmäticas de
los elementos de la UF y la posibilidad de repetici6n de un elemento base (Mellado
Blanco, 1996:26-27). Corpas Pastor (1996a:113) considera, asimismo, que existen
diferencias gramaticales entre esas unidades, al comparar el uso transitivo de po-
ner frente a estar en: poner al corriente y estar al corriente. Son ejemplos de se-
ries: ofrecer la mano / dar la mano; de vacas gordas / de vacas jlacas; de buena
fe / de mala fe; ponerse al corriente / estar al corriente, extraidos de Zuluaga
(1980:107), y cabeza abajo / cabeza arriba; al por menor / al por mayor; mirar
con Buenos ojos / mirar con malos ojos, sacados de Corpas Pastor (1996a:29 y
113). El principal problema en cuanto a la descripciön lexicogräfica de esas uni-
dades deriva del hecho de que, haciendo caso omiso de las diferencias de signifi-
cado, en muchos diccionarios, tanto generales como sintagmäticos, se traten con-
juntamente, es decir, con un ünico lema, definici6n y ejemplificaciön. Son ejem-
plos de ello: llevar la mejor / peor parte, salir ganando / perdiendo, tener buen /
mal perder, entre otros. Ese tipo de tratamiento parece tener estrecha relaciön con
la cuesti6n de la disposici6n de espacio en los diccionarios. No obstante, otros
factores, como la oscilaciön en el tratamiento dentro de una misma obra, indican
que la base del problema radica en la ignorancia del hecho fraseol6gico. Los
ejemplos en el cuadro que sigue ilustran lo que se acaba de decir:
156 No hemos podido encontrar una defmiciön concreta del emino serie fraseolögica, de modo
que nos hemos basado en los ejemplos y en la caracterizaciön que presentan Zuluaga
(1980:107) y Corpas Pastor (1996a:29 y 113) para deducir la que presentamos.
129
DEA DFDEA DFEM DRAE DSLE DUE GDLE LDPL
Ilevar Ilevar Ilevar Ilevar la LLEVAR LA Ilevarse la Ilevar la
[alguien] [alguien] la alguien la mejor / MEJOR [LA mejor / mejor o la
la mejor mejor (o la mejor parte peor parte PEOR] peor parte mejor parte
(o la peor) parte 'Estar 'Llevar PARTE. 'En 'salir bene- 'Set. el nes
peor) (o tocarle pröximo a <una perso- una lucha o ficiado / beneficiado
parte [a alguien] vencer' na o un competi- perjudicado o el mäs
`Resultar la mejor (o Ilevar grupo> ciön, «Ilevar en un con- perjudicado
el Inas (o la peor) alguien la ventaja o ventaja» o flicto, dis- en un asun-
menos) parte) peor parte desventaja' «desventa- tribuciön, to'
favoreci- `Resultar el 'Estar ja»; estar en etc.'
do' Inas (o pröximo a camino de
menos) ser vencido' ganar o de
favorecido' perder.'
LLEVARSE
LA MEJOR
[LA PEOR]
PARTE.
`Salir bene-
ficiado o
perjudicado
en un repar-
to o distri-
buciön'
con buenos mirar u. p. mirar con mirar / ver tvintAR algo mirar (algo mirar con
(o malos) con buenos buenos, o con buenos o a alguien o a alguien) buenos o
ojos Ton (o / malos ojos malos, ojos / malos ojos CON BUE- con buenos malos ojos
sin) simpa- a alguien / a una perso- `Sentir <una 190S [MA- / malos ojos `Manifestar
tia o agrado. algo `Mirar na o cosa. persona> LOS] OJOS. `tenerle predisposi-
/ considerar `Mirarla con simpatia o 'WIkarl° con simpatia o ciön favora-
a alguien / aficiön o antipatia por simpatia o antipatia' ble o desfa-
algo con carifto, o al una persona con antipa- vorable
simpatia / contrario.' o cosa' tia.' hacia una
antipatia' persona o
asunto'
157 •
salir (o salir (o [quedar / quedar, o salir bien / sa lir bi•en o
quedar, quedar, o salir u. p.] salir, bien mal parado mal parado
o resul- resultar) bien / mal parado 'Resular 'Salir con
tar) bien bien (o mal, parada `Tener <una perso- bien o no de
(mal, mejor o `[Quedar] buena na> benefi- una situa-
mejor o peor) para- en buen / fortuna en ciada o ciön, con-
peor) do `Obtener mal estado o un asunto' perjudicada cluir algo
parado un resultado situaciön' quedar, o en algo' con benefi-
`Obtener bueno salir, mal cio o perjui-
un resul- (malo, parado cio para
tado mejor o `Tener mala uno'
bueno peor) fortuna en
(malo, un asunto'
mejor o
peor)
157 La expresiön aparece descrita en el DUE y en GDLE, pero no identificada como UF.
130
Un caso aparte lo constituye el DICLOCVER, puesto que ese diccionario es el ünico
que diferencia, sistemäticamente, los miembros de las series fraseolögicas158, co-
mo se ve en:
Es obvio que ese tipo de tratamiento, ademäs de estar acorde con la teoria fraseo-
lögica, resulta mucho mäs accesible para los usuarios. Esta accesibilidad debe
entenderse no sölo respecto a la consulta de la obra, es decir, a la facilidad para
localizar y entender la unidad, sino tambi&I con respecto al proceso mismo de
descodificaciön: cuando el lector encuentra, en un texto, una variante y tiene que
buscarla en un diccionario, parece mäs fäcil identificarla si su lema es claro e in-
equivoco.
La expresiön de la variaciön fraseolögica es, claramente, un problema
lexicogräfico (Moon, 1999:273). Por una parte, es necesario distinguirla del fe-
nömeno de la modificaciön creativa o del concepto de desautomatizaciön160, de
158 Ese procedimiento se observa tambidn en el DICLOCADV en el tratamiento dado a las locucio-
nes adverbiales que se recogen en el cuadro anterior: con buenos ojos o con malos ojos (p.
79 y 83, respectivamente).
159 El simbolo de la flecha (-'-) indica que la unidad a la que se remite es antonima de la definida
y el del asterisco en negrita (*) que la locuciön forma parte de una serie, es decir, se integra
en un conjunto de UF que son sindonimas o sinbnimas y antönimas.
160 Segün Corpas Pastor (1996a:29), la modificacibn creativa hace referencia a las transforma-
ciones que pueden sufrir las UF en determinados contextos. Dicha modificacibn ocurre, espe-
cialmente, en textos periodisticos, literarios y en la publicidad. Se utiliza, principalmente,
como recurso expresivo, por lo que constituye un uso caracteristico de esas unidades. El
131
modo que s6lo las variantes de hecho queden plasmadas en el lema de las UF. Por
otro lado, es menester buscar un estilo econ6mico y claro de expresar la variaciön.
De ningün modo, aspectos präcticos, como la disposici6n de recursos financieros
y de espacio, deberian restringir el trabajo lexicogräfico. La naturaleza de las UF
determina su tratamiento lexicogräfico y, si la variaciön forma parte de esa natura-
leza, debe explicarse y quedar clara para el usuario.
132
Capitulo 4 — La ubicaciön de las unidades fraseolögicas en la ma-
croestructura o en la microestructura. La lematizaciön. La orde-
naciön en el interior del articulo
1. Introducciön
161 Se encuentran referencias a esos dos aspectos en trabajos sobre el tratamiento de las UF en
diccionarios monolingües del espafiol: Martinez Marin (1996), Tristä Perez (1998b), Castillo
Carballo (2000 y 2001a), Deniz Hernändez (2000) y Ruiz Gurillo (2000), y del ingles: Gates
(1988); en DB del espafiol con otras lenguas modernas: Corpas Pastor (1996b), Santamaria Pe-
rez (1998, 2000a, 2003a), Bargallö Escrivä et al. (1999), Rodriguez Reina (2000) y Quiroga
(2006); en diccionarios fraseolbgicos del espafiol: Penades Martinez (1999a) y Bargall6 Es-
crivä et al. (2001), o del ingles: Hanks (1998, 2000 y 2001); asi como en diccionarios didäcti-
cos del espariol: Santamaria Perez (2000b), y de otros idiomas: Cowie (1981), Nuccorini
(1988), B. Wotjak, (1998) y Bogaards (1999).
133
varios, que cambian de una obra a otra e incluso no se aplican de modo sistemäti-
co y homogeneo dentro de una misma obra (Gates, 1988:103; Alvar Ezquerra,
1993:97; Bogaards, 1990:117; Porto Dapena, 2002:175). Junto a ello, otras cues-
tiones que tienen importancia en los trabajos que abordan ese tema son la calidad
de las estructuras de acceso a la informaci6n lexicogräfica y las destrezas del
usuario.
2.1. La ubicaci6n
volandas. II en —. loc. adv. Por el aire o levantado del suelo y como que va
volando. II 2. coloq. Rapidamente, en un instante (DRAE, p. 2314).
134
que otros reivindican la incorporaciön de determinados tipos de UF en la macroes-
tructura de los diccionarios basändose para ello en el hecho de que esas unidades
funcionan como palabras (Fernändez-Sevilla, 1974:21-22). Por otra parte, otros
estudiosos mencionan ideas como la frecuencia o la importancia que tienen mu-
chas UF, o el hecho de que pueden equivaler a un concepto simple, con la posibili-
dad de registrarlas en la macroestructura (Svensen, 1993:208-209). Este autor
afirma que ese ultimo aspecto no cobra entidad en lexicografla por un simple mo-
tivo: los diccionarios generales, al contrario de los terminolögicos, tienen como
bare palabras y no conceptos. Mientras que en estos la noci6n de concepto es cen-
tral, de modo que asi se refleja en su macroestructura (los lemas pueden estar
formados por una, dos o mäs palabras gräficas), en aquellos la nociön de palabra
es la que predomina, de tal modo que, como he dicho antes, su macroestructura se
basa en la forma gräfica de los lemas. Una consecuencia de esa tradiciön esta-
blecida es que
"Any departure from this principle could make difficult for the user to find
what he is looking for: he cannot be expected to know whether the expression
is 'frequent' or 'important', nor whether it is a single concept or has a syno-
nym consisting of one single word, and so on" (Svensen, 1993:209).
Zgusta (1971:289-290) aduce, asimismo, dos razones mäs que muestran por que
es complicado registrar las UF en la macroestructura de los diccionarios: primero,
porque es dificil determinar si una unidad tiene, de hecho, estabilidad y, en segun-
do lugar, porque el registro de una UF como entrada -ilustra su exposiciön con sea
anemone-, puede alterar la secuencia alfabetica de las entradas o su estructura.
Para el autor, si un usuario busca esa unidad en la macroestructura por su primer
elemento, no hay ningün problema, pero puede hacerlo tambien por el segundo, lo
que obliga al lexicögrafo a utilizar recursos como un sistema de referencias cruza-
das: "anemone: see sea anemone", o un tipo especial de lema: "anemone: sea
anemone "popular name of a creature living in the sea etc.". Sin embargo, su re-
gistro como subentrada no plantea ese tipo de problema, ya que, en la opini6n del
autor, es indiferente si se inserta la unidad por su primer o segundo elemento.
try in which also the subentries show the ramification of the meaning of the respective entry-
word in the set expressions and multiword lexical units, generality of meaning and its charac-
ter of a continuum can be depicted more clearly than in single, short, isolated entries". Kipfer
(1984:111), siguiendo a Zgusta, considera que las subentradas permiten: "practicality, the de-
piction of the differences between mws [sigla correspondiente a la de uF] and free combina-
tions, and the depiction of generality of meaning and the MLU's character in relation to a main
entry word." Consideran, asimismo, que las llamadas UF terminol6gicas necesitan, casi siem-
pre, entradas independientes.
135
Alvar Ezquerra (1993:100), de igual modo, apunta otro motivo que explica por
qud las UF no figuran en la macroestructura. Para el autor, eso ocurre como conse-
cuencia de su complejidad estructural:
165 Ese recurso exige que el lexicögrafo disponga de datos sobre la frecuencia de las unidades; en
caso contrario, simplemente, aplica su propia intuiciön a la hora de decidir qud variante es se-
cundaria y cuäl, usual.
136
de red por mäs de cien entradas. Parece ser, no obstante, que, para la autora, ese
problema se solucionaria si se utilizara un sistema de remisiön eficaz.
La cuestiön de la ordenaciön alfabetica, mencionada tanto por Zgusta co-
mo por Tristä Perez, afecta a la inserciön de las UF tanto en la macroestructura
como en la microestructura. Aunque volveremos sobre este tema mäs adelante,
cuando tratemos la ordenaciön de las UF dentro del articulo lexicogräfico, debe-
mos recordar aqui las palabras de Bd.joint (2000:14-15), quien afirma que el pro-
blema reside en cömo considerar el espacio entre los elementos a la hora de em-
plear la ordenaciön alfabetica. Para este autor, el lexicögrafo dispone de dos
soluciones:
"either the multi-word units are treated like any other sequence of letters, the
space between the words being disregarded; in that case, one would have, for
example, post, postilion, post office, etc. Or the multi-word units are classi-
fied immediately alter their first word, as if the space was a signal for a new
internal classification (thus post, post office, postilion, etc.)" (Bejoint,
2000:14-15).
137
dardear dar ejemplo
dardo dares
dares dar gato por liebre
därico... därico...
Como quiera que sea, y aunque se reconozcan como UL, en la lexicografia occi-
dental, y especialmente en la tradiciön hispänica, las UF se han considerado suben-
tradas. En cambio, y, en cierto modo, paradöjicamente, se consideran como entra-
das, ademäs de todas las palabras (incluyendo las gramaticales), algunos monemas
(aquellos que tienen funciön derivativa) e incluso elementos que no pertenecen al
lexico, como las letras (Porto Dapena, 2002:137).
La inclusiön de las UF en la microestructura tampoco estä exenta de incon-
venientes. Esos problemas estän relacionados con la lematizaci6n y la ordenaciön
de las unidades en el interior de los articulos, aspectos que se tratarän a continua-
ciön.
2.2. La lematizaciön
En 1985, Haensch (1985:240) afirmaba que el unico problema que planteaban las
UF, en la präctica lexicogräfica, era el de su lematizaciön y ordenaciön alfabetica,
y que esa cuestiön todavia no estaba resuelta satisfactoriamente en muchos dic-
cionarios. Pese al caräcter perentorio de esa afirmaciön, trece Mos despues,
Haussman (Corpas Pastor et al., 1998:111-112) reclama, categöricamente, la ne-
cesidad inexcusable de una tecnica formal de lematizaciön de locuciones, lo que
demuestra que esta cuestiön sigue siendo un problema lexicogräfico. Esa afirma-
ciön revela, de hecho, una gran necesidad de la lexicografia, puesto que existen
varias posibilidades teöricas de organizar el material fraseol6gico en la microes-
tructura de los diccionarios, pero, casi nunca, los criterios de lematizaciön se apli-
can de modo rigido167; en otras palabras, existen unas reglas especificas de lema-
tizaci6n, pero no son obligatorias. Teniendo en cuenta esa situaciön, Porto Dapena
(2002:82-83) afirma que, ya en el plan o proyecto de la obra lexicogräfica, se de-
berian determinar las pautas necesarias, de modo que se indicaran claramente el
modo de lematizaci6n y ordenaciön: "bajo que palabra de las que entran en su
composici6n han de ser estudiadas [las en que parte del articulo (i,en la acep-
ciön que le ha dado origen? i,En el final como es habitual en los diccionarios?) y
bajo que orden si se registran todas juntas" (Porto Dapena, 2002:90).
Son varias las posibilidades de lematizaciön, segün se desprende de los
trabajos que describen el tratamiento lexicogräfico de las UF o de las recomenda-
ciones que hacen los estudiosos. Tristä Pdrez (1998c:120) considera que esas po-
167 Asi lo demuestran los anälisis realizados en los trabajos que describen el tratamiento lexico-
gräfico de las UF, COM° los de Santamaria Feez (1998), Rodriguez Reina (2000) y Quiroga
(2006).
138
sibilidades, desde el punto de vista te6rico, estän basadas en criterios formales,
semänticos y gramaticales. De acuerdo con el primer criterio, las UF se registrarian
en el diccionario atendiendo a su primera palabra de significado pleno o bajo to-
das las palabras autosemänticas que las integran (Tristä Pdrez, 1998a:178 y
1998b:121). Segün ei criterio semäntico, el registro de una UF se daria bajo la pa-
labra considerada su centro semäntico o bajo la palabra menos frecuente o menos
polisdmica (Tristä Pdrez, 1998a:178 y 1998b:121)168. Con arreglo al tercer y ulti-
mo criterio, el gramatical, las UF se insertarian en el diccionario bajo la palabra
que se considera principal desde el punto de vista gramatical (Tristä Pdrez,
1998a:178 y 1998b:122).
Esa caracterizaciön parece poder aglutinar, a grandes rasgos, las diversas
propuestas que se han hecho sobre la lematizaci6n de las UF, -y que a continuaci6n
se presentan-, por cuanto cuestiones formales, semänticas o gramaticales subyacen
a todas ellas. De hecho, Hernändez Hernändez (1989:105-107), por ejemplo, sigue
la primera de las posibilidades derivadas del criterio formal, mientras que Castillo
Carballo (2000:360) adopta integramente la caracterizaciön de Tristä Pdrez. Se
advierten, no obstante, algunas contradicciones en el seno de esa caracterizaciön.
Asi, no parece haber limites claros entre los criterios planteados, ya que el criterio
formal estä basado en el significado de las palabras, con lo que puede entenderse
como semäntico, y el criterio gramatical no deja de basarse tambidn en un aspecto
formal. Por otra parte, no queda claro por qud la lematizaci6n de una UF por su
elemento menos frecuente debe entenderse como la aplicaciön de im criterio se-
mäntico.
Aunque resulte complicado agrupar propuestas distintas de lematizaci6n
bajo criterios exclusivos, se adivinan ciertas tendencias generales que las caracte-
rizan. De ese modo, en la lematizaci6n se siguen criterios en los que se considera,
por una parte, la estructura organizativa de las unidades, es decir, la forma en que
se presentan, los elementos que las constituyen; por otro lado, sus particularidades
semänticas, y, finalmente, la categoria o el tipo de las palabras que las integran. Se
propone aqui, pues, distinguir la existencia de un criterio estructural, otro semän-
tico y un tercero categorial; estos criterios pueden prevalecer los unos sobre los
otros, pero en algunos casos pueden emplearse conjuntamente.
Seguiria el criterio estructural la propuesta de lematizaci6n que presenta
Haensch (1982a:507)169, semejante a la que plantea Tristä Pdrez, a partir del crite-
rio formal. Segün ese autor, las UF pueden registrarse bajo la primera palabra que
168 De acuerdo con este principio, es mäs fäcil localizar una UF bajo una de esas palabras que en
una entrada cuyo lema es muy usual o tiene muchas acepciones. Ese procedimiento, no obs-
tante, no tiene una fäcil aplicaciän, puesto que, en muchos casos, la tarea del lexic6grafo de-
penderia de datos sobre la frecuencia de uso de las palabras, a la hora de decidir cuäl es la
mäs usual.
169 Este autor cita, asimismo, dos posibilidades mäs de lematizaci6n, las cuales se abordarän a lo
largo de este capitulo, y propone su uso de modo combinado.
139
las integra, con excepciön de las palabras funcionalesim. Asi, una unidad como
estar a las duras y a las maduras, por ejemplo, figuraria bajo el lema estar. En el
DSLE, se ha seguido este criterio en la lematizaciön de los refranes. Segün se lee
en su prölogo, estas unidades "deben buscarse por el primer sustantivo o el primer
verbo que figuren en ellos" (DSLE, p. vii). Existen, asimismo, otras propuestas
basadas en el criterio estructural: hay estudiosos que, teniendo en cuenta la pers-
pectiva del usuario, recomiendan la lematizaciön de las UF segün la ordenaciön
alfabdtica de sus elementos constitutivos. Asi, se registraria una unidad segün la
primera letra del primer elemento que la inicia, independiente de si es o no fun-
cional, o a partir del segundo, cuando dos UF coincidan en el primer elemento, y,
asi, sucesivamente (Penadds Martinez, 1999a:33-34). Se trata del llamado princi-
pio mecdnico (Bärdosi, 1992:107). Este tipo de lematizaciön difiere de otro tipo
que tambien estä basado en el orden alfabetico; en este otro caso, se lematiza la UF
por la primera palabra, segün el orden alfabetico, entre todas las que forman la
unidad, sin contar tampoco las funcionales (Haensch., 1982a:507): en el ejemplo
citado mäs arriba, estas a las duras y a las maduras, el lema a que se atribuiria
esta unidad, segün este sistema, seria dura.
Estos procedimientos han sido bastante criticados, aunque hay tambien
quien los ha defendido. Tenemos, asi, por un lado, los que afirman que la lemati-
zaciön por la primera palabra de significado pleno que integra la UF es convenien-
te para el lexicögrafo, pero no para el usuario, que normalmente no busca en el
diccionario la unidad como un todo, sino la palabra que desconoce, y que ignora,
asimismo, los limites de la unidad, por lo que no sabe cuäl es su primera palabra
plena (Tristä Perez, 1998b:120). Sobre la lematizaciön por la primera letra de la
primera palabra de la UF, se dice que ese procedimiento puede dificultar la büs-
queda al usuario, ya que este puede desconocer por qud palabra comienza la uni-
dad (Bargallö Escrivä et al., 2001:298) o puede conocerla con un orden de pala-
bras diferente al que registra el diccionario; existen, ademäs, otros factores que
complican la aplicaciön de ese procedimiento: el primer elemento de la UF puede
tener variantes; la unidad puede empezar con un elemento facultativo o con una
palabra con funciön gramatical. En cuanto a la lematizaciön segün el orden alfa-
bdtico de las palabras que forman parte de la UF, el propio Haensch (1982a:507)
advierte que tiene una gran desventaja:
170 Esa propuesta tambidn podria incluirse bajo el criterio semäntico y el categorial, ya que estä
basada en la nociön de palabra funcional, pero parece primar aqui la nociön de estructura de
la UF, porque se considera la primera palabra en la cadena de elementos que la constituye. Por
ello, se la incluye en el criterio estructural.
140
bales que a los lemas cuya primera letra es alfabeticamente posterior"
(Haensch, 1982a:507).
Por otro lado, hay autores que opinan que el relacionar una unidad con uno de sus
elementos componentes es, en efecto, una necesidad artificial exigida por el traba-
jo lexicogräfico, puesto que la comprensi6n de una UF, como es de todos sabido,
va mäs allä del conocimiento del significado de cada uno de los elementos que la
integran. Basändose en esta premisa, algunos autores se decantan por la lematiza-
ci6n por la primera palabra de la UF, por ejemplo, Howarth (1996:173), quien
afirma que
171 Para Tristä Nrez (1998a:178), segün el principio de plurilematizaciön, aunque la UF figure
lematizada bajo todas sus palabras autosemänticas, s6lo se defme en una de ellas, idea que no
queda claramente expuesta en los otros dos autores. De ahi que, para aquella autora, otra defi-
ciencia de ese principio es la de enviar al usuario de una a otra palabra, hasta dar con la defi-
niciön de la UF.
172 Decidir que palabra de una UF tiene el significado mäs idiomätico o especializado puede su-
poner un problema te6rico y präctico de dificil soluciön. Por una parte, estän los frase6logos
que opinan que idiomätica es la UF como un todo, no sus elementos constitutivos. Como afir-
ma Zuluaga (1992:127), las UF significan en bloque: "En el anälisis, el significado idiomätico
no se distribuye entre los componentes de la expresiön. La estructura de la paräfrasis o de la
traducci6n [de una UF] no requiere corresponder isomörficamente a la estructura de la expre-
siön idiomätica". A ese respecto, ya escribia Ogöltsev (1979:57, citado por Tristä P6rez,
141
sen, 1993:216). Tristä Feez (1998b:121) afirma, respecto a la primera posibili-
dad, que es la mäs lögica y la que suministra mäs datos lingüisticos, aunque reco-
noce que puede dificultar la localizaci6n de una unidad, puesto que ei usuario co-
mün puede no tener claro dönde buscarla. Por otro lado, en Bargali6 Escrivä et al.
(2001:298) se afirma que el sistema de ordenaci6n bajo la palabra clave puede ser
ütil, puesto que, a veces, el usuario sölo consigue recordar algunos elementos de
la UF. En cambio, Nuccorini considera que es muy dificil para el usuario decidir
qu6 palabra es la mäs importante o la mäs idiomätica, y eso le puede llevar a con-
sumir mucho tiempo. Afirma, ademäs, que, muy frecuentemente, la palabra que se
considera como la mäs importante en un diccionario no coincide con la mäs idio-
mätica segün otro, y la misma expresiön es tratada como un idiom en una obra y
en otra, no. Svens6n, a su vez, puntualiza que la aplicaci6n de ese principio en un
DB puede suponer que la UF debe figurar en
"(...) the entry where the headword has the most unexpected equivalent, or
where its general translation is modified by its involvement in the phrase, or
where the construction is in some way noteworthy" (Svensön, 1993:216)
Reconoce, no obstante, que ninguno de los puntos citados mäs arriba estä libre de
discusiones o puntualizaciones, por lo que considera que puede ser necesario usar
el recurso de remisiön en los casos en que una UF pueda recogerse bajo mäs de un
lema.
En el criterio semäntico se incluye, asimismo, la propuesta de G. Wotjak
(1998b:311-312). Este autor, aunque considera la posibilidad de plurilematizaci6n
de las UF, parece tomar partido por una lematizaciön basada, principalmente, en el
aspecto idiomätico173. Propone, asi, que las unidades completamente idiomäticas
se lematicen bajo todos sus elementos y que se consideren entradas independien-
tes; en el caso de las unidades parcialmente idiomäticas174, afirma que parece 16-
1985b:53): "El significado fraseolögico no estä incluido en las palabras aisladas integrantes
del fraseologismo, ni en cada una de ellas, ni en una de ellas, ni en todas en conjunto. Consti-
tuye, en relaciön con los componentes de la combinaciön de palabras fraseolögicas, un signi-
ficado peculiar "suprasegmental" y, precisamente por esto, interviene como una fuerza que
fusiona la combinaciön de palabras en una unidad integral". Por otra parte, hay quienes de-
fienden que los rasgos de cada elemento integrante de una UF determinan los semas que cons-
tituyen su significado fraseolögico, lo que permite hablar de una cierta autonomia de los cons-
tituyentes de esas unidades y de la noci6n de kernwort o palabra nuclear (Mellado Blanco,
1996:26-27).
173 Tiene en cuenta, asimismo, el soporte en el que se presenta ei diccionario, es decir, si estä
informatizado o no, en funci6n del problema del espacio en los diccionarios en papel.
174 Para G. Wotjak, las UF parcialmente idiomäticas son las que cuentan entre sus elementos
integrantes al menos con una lexia con significado traslaticio y con una palabra que conserva
su significado literal.
142
gico lematizarlas bajo el elemento litera1175. Por ultimo, para las unidades que
carecen de significado idiomätico, da como ejemplo un tipo de colocaciön y dice
que hacen falta investigaciones te6ricas que determinen que elemento integrante
es el mäs importante, para que, a partir de ahi, se decida el tipo de lematizaciön.
Tomando en consideraci6n el ultimo criterio, el categorial, encontramos
propuestas en las que se tiene presente el tipo de palabra que compone la unidad o
su clase gramatical. Asi, por una parte, hay autores que muestran que en algunos
diccionarios se lematizan las UF que contienen palabras variables por la primera y
mäs importante palabra que presente el menor grado de variaci6n (Kipfer,
1984:111 y Gates, 1988:102).
Por otra parte, encontramos estudiosos que se inclinan por el criterio cate-
gorial (o gramatical, de acuerdo con la propuesta de Tristä Perez), en el sentido de
que consideran que las UF deben insertarse en el diccionario bajo la palabra mäs
importante segün un orden de categorias gramaticales (Haensch, 1982a:507). Este
criterio es considerado el mäs präctico para el lexicögrafo porque le permite traba-
jar de acuerdo con un enfoque objetivo y esquivar el problema del aumento del
volumen de la obra y, por ende, sus costes, lo que no se da en el criterio semänti-
co176 (y en el formal, segün el planteamiento de Tristä Perez). De ahi que goce de
amplio prestigio, principalmente en la lexicografia hispänica; es el criterio segui-
do por la Real Academia Espafiola y es, por tanto, el mäs generalizado. Se ha
adoptado, asimismo, por el CLAVE, y parcialmente, por el DEA, el DIPELE y el
DUE177. Por lo general, en la lexicografia espgiola, se obedece el siguiente orden
175 B. Wotjak (1998:349-350) tambien estä de acuerdo con ese procedimiento. Esta autora, cuan-
do examina el tratamiento lexicogräfico de las UF en el LWB, afirma que, desde el punto de
vista del usuario, y pensando en la producciön y reproducciön de textos, es mäs präctico y
mäs adecuado registrar las UF parcialmente idiomäticas, las UF comparativas (idiomäticas o
no) y lo que llamaförmulas gemelas/förmulas de pares parcialmente idiomäticas (como estar
a las duras y a las maduras o Stein und Bein) a partir del componente no idiomätico, utili-
zändose, en ese caso, un sistema de remisiön.
176 En la valoraci6n que hace B. Wotjak (1998:348-349) del Lws, se atisba, incluso, que se privi-
legia aquel criterio por encima del semäntico, ya que la autora considera un logro el hecho de
que en esa obra no se ordenen las UF por el primer sustantivo de sentido idiomätico, sino ate-
niendose al primer sustantivo de las unidades (sea o no idiomätico) y, en su defecto, al primer
adjetivo o verbo.
177 De acuerdo con el pr6logo del DEA (p. no se sigue el criterio categorial cuando "uno de
los componentes de la locuciön aparece en ella con un sentido que no es el suyo habitual".
Por ejemplo, aceite de vitriolo se lematiza por vitriolo (y en la entrada de aceite se hace una
remisiön a vitriolo). En estos casos, pues, la explicaciön estä en la entrada correspondiente a
esa palabra. En el DIPELE (p. por su parte, este criterio deja de usarse en favor de lo que se
podria considerar casi un principio de lematizaciön (puesto que tambien se maneja en otras
obras); nos referimos a la productividad de uno de los elementos de la UF, es decir, el hecho
de que algün elemento de clase inferior en la jerarquia establecida ofrezca mäs posibilidades
de construcciön, en cuyo caso la UF se lematiza por este elemento. De igual modo, en el DUE,
segün se lee en su prölogo (p. xxvul-xxix), no se sigue el criterio categorial a rajatabla. Asi,
143
jerärquico: sustantivo, verbo, adjetivo, pronombre y adverbio. En la präctica,
cuando la clase de palabras se repite en la estructura de la UF, es decir, cuando dos
o mäs palabras tienen el mismo rango gramatical, se elige como lema la primera
forma en orden de apariciön o en orden alfabetico, segün los criterios internos de
la obra. Se trata de la aplicaci6n de una regla secundaria que, de hecho, representa
la combinaciön del criterio estructural con el categorial (Haensch, 1982a:507).
De igual manera, ese criterio es considerado präctico para el usuario, pues-
to que, se cree, a partir de revisiones hechas de diccionarios, que la mayoria de las
UF contienen sustantivos entre sus elementos y que un usuario medio es capaz de
distinguir esa clase de palabras de otras. Por otra parte, se considera, asimismo,
que los usuarios, debido a la tradici6n lexicogräfica, tienden a buscar las UF en los
diccionarios siguiendo ese orden jerärquico (Tristä Perez, 1998a:178 y
1998b:122). De cualquier modo, y con el fin de asegurar su eficiencia, ese criterio
puede ser complementado con el empleo de referencias cruzadas. Este procedi-
miento, no obstante, puede llevar al lexic6grafo a enfrentarse a uno de los Pro-
blemas mencionados en relaci6n con el criterio semäntico: la cuestiön del volu-
men de la obra. Ademäs, es necesario advertir que el uso de las referencias cruza-
das, a veces casi una exigencia de este tipo de unidad, puede resultar problemäti-
co: las unidades que aparecen recogidas en diferentes entradas no reciben, muchas
veces, el mismo tratamiento lexicogräfico. De una entrada a otra, se registran alte-
raciones en la definici6n, en la atribuciön de marcas de uso o en la ejemplifica-
ci6n. En el DSLE, por ejemplo, hay muchas pistar perdidas, es decir, muchas uni-
dades que aparecen en un articulo con una remisi6n a otra entrada, pero no se de-
finen en ningün lugar (por ejemplo: no tener abuela, dar la voz de alarma, ser
otro cantar, soltar / aflojar la pasta o mosca, echar un polvo, pasar / sufrir / pa-
decer privaciones y sentar plaza, pp. 12, 58, 257, 1166, 1241, 1274 y 1447, res-
pectivamente).
Pese al prestigio de que disfruta, el criterio categorial es tambien criticable.
Una posible censura, por ejemplo, aunque podria relacionarse, en realidad, con los
otros criterios presentados, es la que aduce Ruiz Gurillo (2000:264): el registro de
las UF como subentradas, dependientes de un elemento principal, conlleva algunos
problemas como la lematizaci6n de UF con palabras diacriticas y con nombres
propios, que deberän figurar en la macroestructura de la obra contrariando, asi,
ciertos principios lexicogräficosI78. Otro aspecto que podria reprochärsele es el
no se tienen en cuenta, como palabra ordenatriz, los verbos que se usan como atributivos
(haber, estar, ir, venir, dar, deber, dejar, poder, poner, quedarse, entre otros). Asitnismo, las
unidades suelen recogerse en los articulos de todas las palabras significantes que figuran en
ellas, aunque sölo se explican en el articulo correspondiente a la palabra ordenatriz.
178 Hay que recordar, no obstante, que, si bien se considera que de los nombres propios se deben
ocupar las enciclopedias y los diccionarios enciclopddicos, desde la lexicogyafia se acepta la
inclusi6n de los llamados nombres progenjricos, los nombres propios que tambidn se usan
como nombres comunes, ademäs de los que se han convertido en apelativos (Bajo Pdrez,
144
hecho de que la aplicaci6n de ese criterio exige del usuario comün un conocimien-
to gramatical, y, tal como se ha sefialado desde la ensefianza de UF (Higueras,
1997), aquel no siempre sabe identificar una categoria gramatical. Si juntamos a
eso la circunstancia de que en el pr6logo de los diccionarios no siempre se aclaran
los criterios de lematizaci6n usados y la de que, tal como se ha dicho antes, casi
nunca existe homogeneidad en su aplicaciön179, se entiende por que, pese a la ala-
bada excelencia del criterio categorial, la cuesti6n de la lematizaci6n de las UF es,
hasta hoy, un problema sin resolver.
En principio, en el proceso de lematizaci6n se intenta atribuir cada unidad
fraseolögica a un ünico lema y establecer para ello un sistema coherente, de modo
que el usuario este capacitado para buscar informaciön sobre una UF (Haensch,
1982a:506). No obstante, no todos los te6ricos estän seguros de la posibilidad de
cumplir esos dos objetivos, tal como se desprende de las palabras de Landau
(1989:82):
"No form of alphabetisation can successfully deal with all types of idioms
without listing each in several places, and no dictionary can afford the luxury
of such repetition (...) The question of which word is most likely to be
sought by the user is one that is sometimes impossible to answer" (Landau,
1989:82).
2000:43). Desde el punto de vista präctico, se observa el registro de nombres propios lexicali-
zados (cid, lazarillo) o de los que forman parte de UF (blanco de Espaila, por los clavos de
Cristo, ir en el coche de San Fernando) (Seco, 1999:xv1). A este respecto, vease tambiin
Rey-Debove (1994:33-34).
179 El articulo de Corpas Pastor (1996b) sobre la fraseologia en los DB muestra muy claramente
esa cuestiön.
180 Esa idea estä muy conforme con lo que afirma Werner (1982a:230-231). Este autor critica la
falta de informacian sobre los principios de lematizaciön utilizados en aigunos diccionarios.
Asegura que, cuando al lexic6grafo se le olvida "establecer, cumplir o explicar" los principios
seguidos, el usuario tiene problemas para manejar la obra. Concluye, asi, que estos principios
deben formar parte del trabajo preparatorio a la elaboracihn de un diccionario.
145
considera que se sabe muy poco sobre este asunto y afirma, basändose en los re-
sultados de una investigaciön realizada por dl mismo (Bogaards, 1990), que no
existe una sola estrategia de büsqueda y que la lengua materna del usuario puede
interferir en este proceso. Concluye, pues, que un diccionario que vaya dirigido a
hablantes de diferentes lenguas maternas debe registrar las UF por todos los ele-
mentos que las componen o, en su defecto, utilizar un riguroso sistema de referen-
cias cruzadas. En esa linea, Bdjoint (2000:160-161) afirma que los estudios empi-
ricos sobre las destrezas de los usuarios estän mucho menos avanzados que los
estudios sobre sus necesidades. Atribuye esa situaciön al hecho de que el desarro-
llo de la investigaciön en esa ärea estä interrelacionado con distintas disciplinas.
Los resultados del estudio que realizö, en 1980, indican que las estrategias de
büsqueda pueden cambiar segtin el tipo de UF. Muestran, asimismo, que los usua-
rios esperan que una UF tenga siempre un elemento mäs importante que los otros y
efectüan la büsqueda basändose en esa premisa. Una justificaciön para ello puede
ser
"because they feil the need to structure their lexical acquisitions by relating
every new item to other words that they know. The relations between words,
whatever they may be, are probably used as a help to memorization"
(B6joint, 2000:161).
Considera, no obstante, que los resultados obtenidos tienen validez hasta cierto
punto, puesto que queda mucho por investigar. A lo largo de esa obra, Bdjoint da
a entender que, en lo que se refiere a la elaboraciön de diccionarios, muchas cues-
tiones siguen sin respuesta y que la lexicografia debe apoyarse en otras discipli-
nas, con el fin de lograr dilucidar esas cuestiones. Comenta, por ejemplo, que los
lexicögrafos no saben aün cömo la psicolingüistica puede contribuir a la confec-
ci6n de una obra lexicogräfica, suministrando datos sobre la organizaci6n del
lexicön mental y sobre cömo acceder a dl. Asi pues, los esfuerzos emprendidos en
ese sentido marcan un hito en el desarrollo de la lexicografia y, en cierto modo, se
distancian de posturas anteriores, como la de Kipfer (1984:111), cuando afirma
que "The lexicographer must decide the word of the secuence under which to list
it [la mainly by his own logic".
2.3. La ordenaci6n
146
simples ejemplos que ilustraban el uso de ciertos lemas, procedimiento comün en
los DB181; luego, ganaron el estatus de subentradas, inicialmente, integradas en el
cuerpo del articulo, y, con posterioridad, fueron recogidas al final de dste182. Con-
forme setiala Porto Dapena (2002:194), en calidad de subentradas, esas unidades
reciben, en efecto, tm tratamiento similar al de las entradas: son categorizadas y
son definidas. Por lo general, se registran con un tipo de letra especial (cursiva o
negrita) y la palabra en cuyo articulo figuran suele aparecer sustituida por los sig-
nos convencionales o
Es posible distinguir en el proceso de ordenaciön cuatro vertientes: la pri-
mera se relaciona con los procedimientos utilizados en la obra para incluir las
unidades en el articulo. Tristä Pdrez (1998b:122-124), basändose en Heinz, co-
menta tres modos de inclusiön de las UF en los articulos lexicogräficos: a travds de
los procedimientos de integraciön, de no integraciön y de anexiön. Segün la autora
cubana, por el procedimiento de integraciön las UF se incluyen teniendo en cuenta
la relaciön histörico-semäntica que puedan tener con alguna acepciön del lema,
por lo que pueden figurar en cualquier parte del articulo, junto con las otras acep-
ciones del lema. Pero considera que es de dificil aplicaciön, puesto que exige un
amplio conocimiento etimolögico por parte del lexicögrafo. Ademäs, teniendo en
cuenta que la ubicaciön de la UF no es previsible, se hace necesario, con el fin de
facilitarle la büsqueda al usuario, el empleo de un sistema de remisiön eficaz. El
segundo procedimiento se utiliza cuando la UF no estä relacionada con ninguna de
las acepciones del lema. En este caso, se indica con un signo la independencia de
la UF. De acuerdo con el ultimo procedimiento, el de anexiön, todas las UF se re-
gistran despuds de las acepciones del lema y se destacan del resto del articulo por
medio del empleo de im signo tipogräfico, lo que les concede cierta independencia
respecto a la entrada del articulo. Subraya la autora, no obstante, que la organiza-
cidn del material fraseolögico en un diccionario plantea una serie de dificultades y
es necesario tener en cuenta que todos los procedimientos presentados conllevan
ventajas y desventajas. Los dos primeros, por ejemplo, poco comunes en la lexi-
cografia espaliola, son poco präcticos tanto para el autor de la obra como para el
usuario. Mientras que la anexiön parece implicar un sistema de inclusiön mäs
comprensible para el usuario comün, la integraciön y no integraciön son mäs ade-
cuadas para el especialista, que desea obtener mäs informaciön que el simple sig-
nificado de la UF.
147
La segunda vertiente tiene que ver con la forma en que las LW, en calidad de sub-
entradas, son organizadas en el articulo. Por lo general, en la lexicografia hispäni-
ca se emplea una ordenaciön categorial, es decir, de acuerdo con la equivalencia
de la unidad con un sustantivo, un verbo, un adjetivo, un adverbio, etc. Asi, de
acuerdo con Ruiz Gurillo (2001:63), generalmente, se registran, en primer lugar,
los sintagmas fijos nominales, ya sean locuciones, colocaciones o compuestos,
seguidos de las otras combinaciones fijas, sean locuciones o enunciados fraseolö-
gicos, ordenadas alfabdticamente.
La tercera vertiente que debe considerarse en la ordenaciön de las UF en el
articulo se refiere, justamente, a la organizaciön alfabdtica. Este procedimiento, el
cläsico por excelencia, estä presente en las dos vertientes sefialadas. Sobre a,
afirma Bdjoint (2000:16) que forma parte de la propia imagen social del diccion-
ario y, citando a Malkiel, que "though strictly conventional, is so overwhelmingly
dominant that the ordinary person associates with this familiar sequence the very
gerne of the dictionary". Quizäs por ello ese tipo de organizaciön siga empleändo-
se, pese a que se reconozca que plantea problemas präcticos para el tratamiento de
las UF, puesto que esas unidades ofrecen varias posibilidades de ordenaci6n alfa-
bdtica. Una vez mäs, la soluciön para salvar los inconvenientes de ese tipo de or-
ganizaci6n estä en emplear un sistema coherente, el cual debe explicarse en el
prölogo de la obra (Haensch, 1982a:454).
La cuarta y Ultima vertiente se refiere a la ordenaci6n de las acepciones de
las UF polisdmicas u homonimicas. En el prölogo de los diccionarios generales
consultados no se hacen referencias al procedimiento aplicado en esos casos. De
hecho, en los tratados sobre lexicografia, en los que se discute el complicado or-
den de las acepciones en la parte definitoria del articulo del diccionario, tampoco
se hace referencia, hasta donde hemos podido averiguar, al tratamiento que se
debe dispensar a las UF. Es posible que se tengan en cuenta los mismos criterios
aplicados a las uLs183, aunque, en el caso de las unidades pluriverbales, determi-
nados criterios, como el cronolögico, el etimolögico o el de frecuencia, tienen,
muchas veces, dificil aplicaciön, ya que escasean los datos diacr6nicos y estadisti-
cos sobre ese tipo de unidad.
Los procedimientos de ordenaci6n aqui descritos no son de aplicaciön ge-
neral, de modo que no se respetan en todos los diccionarios e, incluso, no se apli-
can uniformemente en una misma obra. Una revisiön de algunos de los dicciona-
148
rios del espafiol, como el CLAVE, el Diccionario didäctico del espahol. Intermedio
(DREI), el DIPELE, el DSLE y el DEA, sirve para corroborar esa afirmaci6n. En el
CLAVE, pues, a excepci6n de las locuciones latinas y extranjeras, las UF aparecen
al final del articulo y por orden alfabdtico (CLAVE, p. xix). Se observa que las uni-
dades van precedidas de un nümero aräbigo en negrita, como si de una acepciön
mäs se tratara:
184 De acuerdo con su prologo (CLAVE, p. xxv10, la doble pleca (II) y la flecha (—>) indican, res-
pectivamente, "locuciön" y "remisiön a otra palabra". En el apartado ejemplos de uso (CLAVE,
p. xxiv), se informa de que el corchete inicial ([) indica que el lema no estä registrado en el
DRAE.
149
ran formas compuestas, segün se deduce de la introducciön de la obra, en la que
se afirma de las formas compuestas que
"solamente las que se escriben como una sola palabra o con guiön constitu-
yen entradas. Las demäs aparecen dentro de la entrada correspondiente a uno
de los elementos en composiciön o como locuciön en la parte destinada a la
fraseologia. Las formas compuestas que designan clases de otros elementos
(p. e. guardia civil, de guardia) aparecen como subacepciones sin numerar,
despues de la defmiciön correspondiente" (DIPELE,
De lo expuesto, se deduce, asimismo, que los limites entre las formas compuestas
y las locuciones no estän bien definidos en este diccionario.
De acuerdo con lo que se explica en la introducciön del DSLE (apartado vH,
p. xii), existen las locuciones de acepciön y las locuciones de lema. Las primeras
van dentro de una acepciön numerada y pueden ser de dos tipos: a) "las que equi-
valen semänticamente a la suma de sus dos miembros y no se definen", como pa-
se de modelos, instrucciones de uso, y b) "las que no equivalen a sus miembros y
deben definirse", como diente de leön, oso hormiguero. Estas locuciones aparecen
numeradas como una acepciön, despuds de las acepciones que no son locuciones.
Las segundas, a su vez, son "las que aparecen al final del articulo, despuds de la
ültima acepciön", como tener mala uva, hacer novillos. Estas vienen ordenadas
alfabdticamente y bajo el rötulo FRASES Y LOCUCIONES. Independientemente del
hecho de que muchas de las unidades clasificadas como locuciones no lo son, en-
contramos registrada la que se clasificarfa, segün el propio DSLE, como locuciön
de acepciön entre las locuciones de lema. Este es el caso, por ejemplo, de escalera
de mano y espejo de mano, que, aunque aparecen con una remisiön a las entra-
das escalera y espejo, respectivamente, se encuentran entre las locuciones de le-
ma de la entrada mano, en lugar de figurar en el apartado de las locuciones de
acepciön. De igual modo, ciertas locuciones de lema, como salir/irse por patas,
se recogen en el apartado que no les corresponde. Las locuciones se presentan
segün un orden alfabdtico dificil de seguir, ya que en el lema se registran todas las
posibilidades de variaciön ldxica o estructural (en la entrada mano, por ejemplo,
tenemos echar/lanzar/tender un cable o echar/tender una ^)185. Los refranes
van al final del articulo, despuds del bloque de las locuciones.
De acuerdo con su introducciön, en el DEA se sigue un criterio general, se-
gün el cual las acepciones de las UL se distribuyen en el articulo en grupos, con-
forme a categorias sintäcticas correspondientes a las clases de palabras: nombre,
pronombre, adjetivo, articulo, verbo, adverbio, preposiciön, conjunciön e interjec-
185 De igual manera, no queda claro cuäl es el criterio seguido en el registro de ciertas unidades
como servir / poner en bandeja (de plata), ya que, de haberse seguido un orden alfabetico,
se esperaria encontrar poner / servir en bandeja (de plata).
150
ci5n. De ese modo, las locuciones, segün la funciön sintäctica que desempefien,
pueden figurar de dos formas:
a) sin ningün tipo de marca: cuando la locuciön y la entrada bajo la cual estä re-
gistrada tienen la misma categoria gramatical. En este caso, las locuciones pueden
aparecer como subacepciones de alguna acepciön (buena (o mala) mano) o como
un sublema (mano a mano). Como subacepci6n, la locuciön va precedida de una
letra minüscula en negrita a partir de la b (b), c), d)). En el articulo de la voz ca-
beza, por ejemplo, tenemos:
cabeza ... 1 n Afl Parte superior del cuerpo ... 9 Pers. Inas importante y con
Inas autoridad [de una colectividad] b) cabeza visible c) cabeza de fila
(DEA, p. 768-769).
b) Con una marca (loc adj, loc n, loc v, etc.): cuando la locuciön, respecto a la
entrada bajo la cual estä registrada, representa una categoria gramatical diferente.
En este caso, las unidades van registradas, por lo general, despus de las locucio-
nes cuya categoria gramatical coincide con la de la entrada y agrupadas de acuer-
do con su categoria gramatical. Constituyen, en una gran mayoria, sublemas (de-
jado de la mano de Dios), van precedidas, por tanto, de un nümero aräbigo en
negrita (1, 2, 3) y se introducen mediante un nümero romano tambiön en negrita
(I, II, III). Algunas veces, pueden figurar como subacepciones tambiön, en cuyo
caso van precedidas de una letra minüscula en negrita (echar mano).
Las locuciones, en los dos casos explicados (a y b), se organizan alfaMticamente.
Las förmulas oracionales pueden figurar en el grupo que lleva la marca
verbo o locuciön verbal. La denominaciön förmula oracional sölo aparece expli-
cita cuando se utiliza la marca locuciön verbal, en cuyo caso se usa el marbete loc
v yförm or.
Los criterios aqui descritos no siempre se siguen a rajatabla, como se ob-
serva en el caso de las unidades vivir de las rentas, de renta y en renta, que no se
registran segün los principios establecidos. Ast en el articulo de renta, tenemos:
151
renta 2 Ingresos anuales... b) Recursos no monetarios debidos a un esfuerzo
o a unas circunstancias anteriores. Gralm en la loc VIVIR DE LAS -S...
5 Arrendamiento o alquiler. Gralm en las locs DE 0 EN - (DEA, P. 3895).
En estos casos, las unidades vivir de las rentas, de renta y en renta no se han re-
gistrado aparte, como se anuncia en la introducciön del DEA. No queda del todo
claro, pues, si estos tres ejemplos pueden considerarse locuciones, ya que no figu-
ran en el apartado destinado a estas unidades.
3.1. La ubicaciön
186 El interes actual por la fraseografia parece responder a dos aspectos principales, los cuales
estän interrelacionados en una simbiosis muy dificil de deslindar: la creciente demanda del
mercado editorial, que se dirige a la ensefianza de lenguas extranjeras y a la traducciön, y las
nuevas tendencias en la investigaciön lingüistica, en las que la fraseologia ocupa un lugar de
destacado, dirigidas al estudio de los corpora, del anälisis del discurso y de la pragmätica, por
citar algunos ejemplos.
187 En ese trabajo, con el fin de averiguar la accesibilidad de la informaciön fraseolögica, se
estudia el sistema de estructuras de acceso externas en cinco diccionarios fraseolögicos mo-
nolingües. Los autores siguen a Hausmann, por lo que entienden las estructuras de acceso
como "el conjunto de elementos que nos permiten obtener la informaciän que contienen la
macroestructura y la microestructura del diccionario" (Bargallö Escrivä et al., 2001:298). Es-
tas, segün las vias de büsqueda de la obra, pueden ser extemas (van del principio al final del
diccionario) e internas (comienzan en el lema y comprenden el articulo lexicogräfico).
152
se recogen ünicamente UF. Asi, no existen problemas en cuanto a la ubicaciön de
las unidades: la macroestructura de ese tipo de obra obligatoriamente se compone
de UF. No obstante, se observa, en este sentido, que los diccionarios fraseolögicos
se diferencian en cuanto al modo c6mo organizan las UF en la macroestructura188.
Es posible encontrar, asi, tanto diccionarios semasiolögicos como onomasiolögi-
cos, aunque con un predominio de los primeros. Quizäs como consecuencia de la
supremacia de la noci6n de palabra sobre la de concepto, ei enfoque semasiolögi-
co impere en la concepciön de la mayoria de los diccionarios fraseolögicos189,
aunque muchos estudiosos hayan apuntado la utilidad, para la fraseologia, del
enfoque onomasiolögico (Dobrovol'skij, 1994:269, Corpas Pastor, 2003:138). En
el seno de la misma fraseologia, no obstante, los enfoques semasiolögico y ono-
masiol6gico son, muchos veces, posturas enfrentadas. Asi, Fernando Varela y
Delfin Carbonell, en uno de los debates que tuvieron lugar en el I Coloquio Gale-
go de Fraseoloxia (Carbonell Basset y Varela, 1998:228-230), manifestaron opi-
niones contrarias respecto de la posibilidad de elaborar un diccionario fraseolögi-
co de tipo onomasiol6gico: mientras que el primer autor cree que ese enfoque sölo
puede ser un complemento del semasiolögico, el segundo opina que es posible
confeccionar una obra üfficamente bajo el punto de vista onomasiolögico. En de-
fensa de esa orientaciön, Martinez Marin recordö, en ese mismo debate, un prin-
cipio te6rico de la lexicografia, segün el cual, los diccionarios tienen no sölo fun-
ciön descodificadora sino tambidn codificadora, por lo que los diccionarios orde-
nados por temas, ideas o conceptos tienen ahi una funciön notable.
Algunas de esas consideraciones se revelan en la präctica, pues algunos
diccionarios semasiolögicos son completados con una parte onomasiol6gica, con
el fin de facilitarle la büsqueda al usuario. Con esa complementaciön se pretende,
asimismo, perfeccionar la estructuraciön de la obra, dado que se apoya la organi-
zaciön alfabdtica y se mejora la parte paradigmätica. Ejemplos de esa präctica se
encuentran en el Diccionario del espaiiol coloquial de Martin Sänchez (1997,
citado por Penadds Martinez, 1999a:32); en el DFC1 de üermäk (1998); en el DB
espaiiol-portuguds de expresiones idiomäticas de Garcia Benito (2000), y en el
DICLOCVER y DICLOCADV de Penadds Martinez (2002 y 2005b). Por otra parte,
destaca el nümero de obras puramente semasiolögicas: el LDPL de Fontanillo Me-
rino (1993); el Diccionario de frases hechas de Candon y Bonnet (1994, citado
por Penadds Martinez, 1999a:30); el DDFH de Buitrago Jimdriez (1996); el Diccio-
nari de locucions y frases fetes de Raspall y Marti (1996, citado por Bargallö Es-
188 Un ejemplo de ello se encuentra descrito en el trabajo de Bargallö Escrivä et al. (2001:298-
301): las obras analizadas se clasifican, asi, en monoaccesibles, es decir, la estructura de ac-
ceso es igual a la macroestructura, puesto que no poseen indices, y en poliaccesibles, esto es,
ademäs de la macroestructura, existen otras estructuras de acceso.
189 Con todo, parece haber una tendencia a organizar los diccionarios de paremias bajo el enfo-
que onomasiol6gico, mientras que los diccionarios que recogen los otros tipos de UF son, de
modo mayoritario, semasiolögicos.
153
crivä et al., 2001:298); el Modismos del espailol, de Perez Rioja (1997, citado por
Penades Martinez, 1999a:32-33); el Novos Diciondrios de expressöes idiomäticas
de Santos (1998); el DFC de Tristä Perez (1998a), y el DFEM de Varela y Kubarth,
(1998), frente al de diccionarios onomasiolögicos: Diccionari temätic de modis-
mes, de Rodriguez-Vida (1997, eitado por Bargallö Escrivä et al., 2001:300).
190 Las observaciones generales que aparecen en el apartado dedicado a los diccionarios genera-
les sobre los criterios de lematizaciön y la ordenaciön categorial, alfabetica y por acepciones
se pueden aplicar tambidn a los diccionarios fraseolögicos, por lo que solo presento aqui
ejemplos de la präctica llevada a cabo en algunas de estas obras.
154
pios concertados, adverbios (excepto no, si e interrogativos: dönde, cömo, cudn-
do), verbos (salvo ser, estar y modales), pronombres (menos los interrogativos),
numerales, el verbo ser. Si la UF no incluye ninguna de esas clases, se registra
bajo el primer elemento que la inicia (por si o por no).
En el prölogo del DFDEA, no se dice claramente que tipo de criterio se ha
usado en la lematizaciön. No obstante, se puede deducir que, como en el DEA, se
ha adoptado, de forma parcial, el criterio categorial. En la parte "Cömo usar el
diccionario" (p. xx), se dice que "todas las locuciones aparecen dispuestas segün
su palabra ordenadora". Asi, las unidades el hombre de la calle, como un solo
hombre, hacer un hombre [a alguien], de hombre a hombre, etc. tienen como
palabra ordenadora el sustantivo hombre. Esta palabra funciona, asi, como una
palabra clave, denominada en el prölogo "palabra-entrada" bajo la cual se agrupan
todas las unidades que incluyen el nombre hombre.
Cabe seflalar, asimismo, que en esa obra se incluye, de forma novedosa
(por lo menos en la lexicografla espatiola), una "Guia de consulta" en la que se
listan todas las unidades y sus variantes recogidas en el diccionario191. En esa lis-
ta, las unidades se organizan por orden alfabetico de la primera palabra que las
forma, como se ve en: mandar a casa, mandar a criar malvas, mandar a escardar
cebollinos, etc. La palabra destacada en negrita indica que la locuciön deberä bus-
carse, en el cuerpo del diccionario, en la entrada correspondiente a esa palabra
(malva, casa, cebollino). Se han utilizado, asimismo, dos tipos mäs de orientaci6n
para localizaci6n de las unidades, el uso de un superindice y el uso conjunto del
parentesis, la flecha y la versalita. El primer tipo se aplica cuando la palabra orde-
nadora de una UF es hom6nima a otra, como en el caso de dar ei si1 frente a de
por sie, donde el adverbio de afirmaciön y el pronombre personal tienen la misma
forma. El superindice indica que hay que Buscar la unidad en la entrada del dic-
cionario que lleva ese superindice. Ya el segundo tipo se usa cuando la palabra
ordenadora no es lematizable, es decir, se trata de una forma verbal conjugada o
un diminutivo, por ejemplo:
Donde se indica que la palabra que va entre parentesis, sefialada por la flecha y
escrita en versalita es la que sirve de palabra ordenadora.
Otros casos ilustran la utilizaciön del criterio estructural en la lematiza-
ciön: en el DDFH, en el DICLOCVER y DICLOCADV, por ejemplo, se lematiza por la
primera palabra de la unidad. Esos dos ültimos diccionarios, representan un caso
aparte, en el sentido de que el criterio de lematizaciön ha sido adoptado teniendo
155
en cuenta los posibles usuarios de la obra. Su autora rechaza la utilizaciön del cri-
terio gramatical porque considera que
156
anälisis detallado de la obra puede aclarar los pasos seguidos. El DFDEA, por
ejemplo, aunque presenta una introducciön muy completa, no explica, en ningün
momento el modo en que se ordenan el material fraseolögico recogido. No obs-
tante, si se explica title tipos de unidades se han incluido en la obra: locuciones en
sentido estricto (locuciones), locuciones en sentido amplio (colocaciones y cons-
trucciones de sentido comparativo), förmulas oracionales y förmulas expletivas.
El DFEM constituye, otra vez, una excepciön a esa regla general. En su prölogo
(DFEM, p. xiv) se informa de que se registran, en primer lugar, las locuciones, se-
gün la funciön sintäctica que desempefian. Se obedece este orden: nominales, pro-
nominales, adnominales, adverbiales y verbales. No forman grupo aparte las locu-
ciones clausales (que van junto con las verbales), las prepositivas (que, por ser
poco frecuentes, figuran bajo una palabra clave donde hay incluidas pocas entra-
das o una sola) y las conjuntivas (que se agrupan despuds de las verbales, sin iden-
tificarse como tal, debido a la poldmica que hay en cuanto a su estatus de conjun-
ciones o de adverbios de enlace. Tras las locuciones, se registran las expresiones.
Estas, a su vez, figuran simplemente por orden alfabdtico. Esta ordenaciön de las
expresiones se justifica, segün los autores, por dos motivos: por un lado, el gran
nümero de unidades polifuncionales (como /por el amor de Dios!) y, por otro
lado, las varias posibilidades de clasificaciön de estas unidades (Varela y Kubarth,
1998:211).
El segundo punto, la ordenaciön de las acepciones, es otro aspecto del que
no se suele informar en los prölogos de las obras lexicogräficas o en los textos en
los que se describen los criterios empleados en su elaboraciön. Garcia Benito
(2000:411) y Penades Martinez (2002-2003:114 y 2005a:13) son, entre los autores
consultados, los ünicos que hacen menciön a la cuestiön. La primera afirma que,
en su diccionario, las unidades que tienen mäs de una acepciön se registran en
entradas separadas, pero no aclara qud criterio ha seguido para ordenar esas entra-
das. La segunda autora, por su parte, informa de que, debido a la ausencia de da-
tos sobre la frecuencia de las locuciones o sobre su etimologia, no procediö a un
examen de las acepciones para ordenarlas segün uno u otro de los criterios esta-
blecidos por la teoria lexicogräfica, por lo que no aplic6 ningün criterio concreto,
sino que se limitö a seguir el orden que ofrecen los diccionarios tomados como
base para la confecciön del DICLOCVER y del DICLOCADV.
157
terios ni su falta de sistematizaciön. En este sentido, para algunos autores, hay
unidades que si deben figurar en la macroestructura mientras que otras deben ir en
la microestructura, es decir, recibir un tratamiento diferenciado. Hemos visto que
la misma estructura pluriverbal de las UF, asi como su potencial variaciön, obsta-
culizan su inserciön tanto en la microestructura como en la macroestructura. Exis-
te, no obstante, una marcada disposici6n a considerar que esas unidades, con al-
gunas excepciones, deben tratarse como subentradas y, como tal, insertarse en la
microestructura. Determinados autores exponen claramente su opini6n a ese res-
pecto. Alvar Ezquerra (1993:139), refiridndose a ciertas gramaticalizaciones,
afirma lo que sigue:
"Aunque la ordenaci6n conceptual seria la mäs adecuada para las UFS, que se
recogerian en un diccionario ideol6gico, la mayor parte de los diccionarios
actuales son semasiol6gicos y practican una ordenaci6n alfabetica que parece
haberse impuesto por su comodidad. En este sentido, las UFS habrian de con-
formar entradas independientes, dada su equivalencia con las unidades lexi-
cas simples. No obstante, la adopci6n de esta sugerencia supondria mäs in-
convenientes que ventajas en el conjunto de la obra lexicogräfica, por lo que
se preferirä su ordenaci6n como subentradas dependientes de su formante
mäs importante" (Ruiz Gurillo, 2000:268).
Estas afirmaciones nos obligan a recordar el peso que tiene la tradiciön en la lexi-
cografia y plantean una cuesti6n: z,es posible lograr un tratamiento lexicogräfico
adecuado de las UF sin que antes se produzcan cambios en la concepci6n y estruc-
tura del diccionario y se amplie la investigaciön en fraseologia? Considerando,
por un lado, la ensalzada vocaciön pedag6gica de los diccionarios y, por otra par-
te, su obligatoria condiciön de practicidad -tan bien explicada en la celebre frase
de K. Baldinger: "Un diccionario resulta präctico cuando encuentro cömodamente
la respuesta a la consulta que le he hecho; es decir, la utilidad präctica depende del
objetivo de la consulta" (Wolf, 1982:343)- se puede, afirmar que, por lo menos en
cuanto a la fraseologia se refiere, los diccionarios dejan de cumplir su papel, por
lo que cabe reflexionar seriamente sobre todo ello. Recordemos, en este sentido,
las palabras de Zöfgen (1991:2899), si bien dirigidas especialmente a los DB de
aprendizaje, para quien el fallo metodolögico existente en la lematizaciön y orde-
naci6n de las UF implica que "that only a small percentage of users can profit from
the rich idiomatic material container in dictionaries".
158
Capitulo 5 — La definiciön lexicogräfica de las unidades fraseolö-
gicas
"Dictionaries do no exist to define, but to help people grasp
meanings".
D. Bolinger, "The atomization of meaning" (en Bejoint,
2000).
I. Introducci6n
En este sentido, Jackson y Amvela (2000:170) dicen que la idea que predomina,
por lo general, es la de que los diccionarios tienen como funciön dar el significado
de las palabras, a traves de las definiciones. Se percibe, pues, la existencia de una
relaciön inherente entre diccionario, definiciön y significado194.
193 Como bien explica Bijoint (2000:195): "One of the fundamental tenets of traditional lexicog-
raphy is that the meanings of all lexical items can be expressed by means of a paraphrase in
the same language, the definition". De igual modo, Bajo Perez (2000:35) ha afirmado que "La
präctica lexicogräfica parte del axioma de que existe por lo menos una expresi6n (palabra,
sintagma o paräfrasis) equivalente semänticamente a la unidad estudiada". Sobre la importan-
cia de la definici6n, vease tambien Medina Guerra (2003:129).
194 Si bien, tal como advierte Bajo Perez (2000:35), no siempre las consideraciones que se han
hecho sobre las definiciones son aplicables a los diccionarios. Mäs recientemente, Medina
Guerra (2003:131) ha querido precisar esta relacion y ha establecido que la definiciön es una
"expresiön por la que se describe un sentido. En lexicografia es el procedimiento tradicional
por el que se cataloga cada una de las acepciones de la entrada"; el significado es el "Valor
que en lengua tiene una unidad lexica"; el sentido es una "Variante de significado" y la acep-
cidn es el "Sentido consolidado por el uso y aceptado por una comunidad de hablantes".
159
Este conjunto de circunstancias justifica la copiosa bibliografia que existe sobre el
tema de la definici6n lexicogräfica, asi como toda la poldmica existente al respec-
to, la cual sitüa a la lexicografia en una especie de ojo del huracän en el que cues-
tiones relacionadas con la filosofia, la pragmätica, la semäntica o la lexicologia -
como la distinciön entre conocimiento lingüistico y enciclopidico, la teoria del
campo 16xico, el anälisis componencial o la diferencia entre significado y desig-
naciön-, juegan im papel fundamenta1195. La discusi6n de estas cuestiones puede
distanciarnos del objetivo actual, que es el tratamiento dispensado a la definici6n
de las UF. Conviene, empero, dejar clara cuäl es la postura que aqui se mantiene
respecto a algunos puntos.
En primer lugar, hay que admitir, siguiendo a Rey (1990:43), que el tdrmi-
no definiciön es polivalente dentro de la disciplina lexicogräfica, puesto que se
aplica a diversos aspectos y adquiere, asi, diferentes matices
Asi, mientras que para algunos autores, como Porto Dapena (2002:26) y Medina
Guerra (2003:131), el concepto de definici6n es inseparable de la nociön de dic-
cionario semasiolögico monolingüe, otros, como Rey (1990:44), creen que existe
ünicamente una diferencia parcial entre lo que se entiende por definici6n lexico-
gräfica y los equivalentes encontrados en los DB o multilingües'96.
Es conveniente reconocer, en segundo lugar, junto con Werner
(1982b:259), que, por lo general, la concepci6n de definici6n lexicogräfica per-
manece mucho mäs cerca de la tradici6n que de la innovaci6n, pese a la gran can-
tidad de trabajos teöricos sobre el significado o al reconocimiento de la interde-
pendencia entre el ldxico y la sintaxis. En este sentido, se pueden citar dos pro-
puestas de renovaci6n de la definici6n lexicogräfica, centradas justamente en la
relaciön ldxico-sintaxis: en la primera, la definici6n perifrästica tradicional es li-
geramente modificada, de modo que el enunciado definitorio pasa a incorporar
informaci6n sintäctico-semäntica. Esta propuesta se aplica, principalmente, a la
195 Segün Iriarte Sanromän (2001:311), la definiciön es el tema sobre el que mäs se ha escrito en
lexicografia teörica. De hecho, son incontables los trabajos en los que se discute este poldmi-
co asunto. Se citan aqui algunos titulos importantes para la lexicografia espatiola: Femändez-
Sevilla (1974:68-77), Werner (1982a:259-328), Seco (1987:15-45), Ahumada Lara (1989:83-
163), Hernändez Hernändez (1989:53-98) y Porto Dapena (2002:266-338).
196 Segün Rey (1990:44): "Unilingual definitions and bilingual equivalents in dictionaries have
in common the intentional synonymy and a pragmatic result: aid in (a) understanding the
meaning, and (b) showing the correct use (= in a given code) of a lexical unit. This means that
definitions, as well as equivalent, is or must be (a) a semantic, (b) a syntactic and pragmatic,
device".
160
definiciön de los verbos; en la segunda, el modelo tradicional de definiciön es
cambiado completamente, de forma que en lugar de ofrecerse una perifrasis se
presenta una frase, de ahi que esta propuesta se denomine definiciön frdstica
(Azorin Fernändez y Martinez Linares, 1997:6-8). Como explica Rey-Debove
(1994:40): "lo que caracteriza a la definiciön frästica moderna es el rechazo del
metalenguaje: se sustituye el discurso dificil sobre el signo por un discurso sobre
el mundo que posee los mismos efectos".
En tercer lugar, sin perder de vista toda la polemica acerca de la definiciön
lexicogräfica, se puede adoptar la concepciön de Azorin Fernändez y Martinez
Linares de definiciön lexicogräfica:
"(...) el enunciado que tiene por objeto explicitar el contenido del signo que
figura como entrada y que representa el segundo miembro de una predicaciön
defmicional total cuyo sujeto es la entrada misma; de forma que entre defini-
ciön y definido se establece una relaciön de sinonimia que se conoce como
ecuaciön s8mica" (Azorin Femändez y Martinez Linares, 1997:2).
197 A este respecto, vdase la nociön de enunciado le‚cicogräfico y la diferencia entre este y enun-
ciado defmicional en Porto Dapena (2002:228, 243-246).
198 Coincide, ademäs, con el pensamiento de Porto Dapena (2002:242-243), quien entiende el
articulo como un tipo de enunciado metalingüistico especial formado por dos elementos: la
entrada o el componente temätico y un conjunto de datos sobre esta entrada o una serie de
componentes remäticos, de los que forma parte la definiciön.
161
este lexema indica en el mundo real es suficiente para delimitar su significado.
Por ello afirma: "We cannot isolate a word Bither from the typical contexts in
which it occurs or from its relationships with other words" (Jackson, 2002:16)199.
b) La distinci6n entre denotaciön y connotaciön. Considera el autor que los rasgos
connotativos de un lexema, por ser compartidos por un gran nümero de hablantes,
pueden considerarse como factores que contribuyen a su significado.
c) Las relaciones semänticas (paradigmäticas) que una UL establece con otras uni-
dades: sinonimia, antonimia, hiponomia y meronimia.
d) Las relaciones sintagmäticas que tiene una Ur, con otras unidades en una ora-
ci6n o en un texto, esto es, las palabras que normalmente la acompafian o se colo-
can con ella.
Ahora bien, teniendo en cuenta la descripciön lexicogräfica de las UF, hace
falta, en primer lugar, considerar una cuesti6n que destaca sobremanera: en los
tratados lexicogräficos y fraseogräficos apenas se hace referencia a la definiciön
de este tipo de unidad. En los primeros, abundan las informaciones sobre la natu-
raleza de la definici6n lexicogräfica, la tipologia, los problemas especificos que
surgen a la hora de definir cada clase de palabra, entre otros aspectos; pero, en
escasas ocasiones, se alude a las unidades pluriverbales. Asi, Landau (1989), en
las mäs de cincuenta päginas que dedica al tema de la definici6n, hace una peque-
fia referencia a las unidades pluriverbales en seis escasas lineas y sälo comenta
que "Phrasal entries are defined according to whether they are considered verb
phrases, noun phrases, adverbial phrases, or whatever" (Landau, 1989:144).
Martinez Souza (1995), de igual forma, aunque trata cumplidamente varios
aspectos de la definiciön lexicogräfica, solamente se refiere a las unidades pluri-
verbales en dos pequerios apartados. En el primero, titulado "Definiciön de locu-
ciones", afirma que este tipo de unidad debe definirse, preferiblemente, a travds
de un "segmento de frase que en un contexto determinado actüe de sinönimo"
(Martinez Souza, 1995:81). Condena, asimismo, la utilizaci6n de förmulas como
"Dicese de..." o "Aplicase a..." en la definiciön de las locuciones. En el segundo
apartado, "Definici6n de sintagmas y frases", en el que se incluyen algunas UF,
aborda cuestiones formales relacionadas con la omisi6n o no del descriptor en la
definici6n de estas unidades200.
Mäs recientemente, Bajo Pdrez (2000), aunque sälo presente en su libro
una pequeria introducciön a la metalexicografia, hace algunas referencias genera-
les a la definiciön de las UF. En primer lugar, cuando habla sobre la forma de la
definiciön, y contrapone la explicaci6n a la definiciön, considera que en el caso de
199 Este parece ser tambin el punto de vista de Jackson y Z6 Amvela (2000:181) cuando afirman
que "There is a sense in which a defmition characterizes the 'potential' meaning of a Lexeme,
the meaning only becomes precise as it is actualized in a context".
200 Tampoco se encuentra ninguna menci6n especial a la definiciön de las UF en obras tan com-
pletas como las de Haensch et al. (1982) o Porto Dapena (2002).
162
algunos tipos de UF y otras UL complejas es preferible explicar en lugar de definir.
En segundo lugar, cuando comenta la distinciön entre definiciön nominal y defini-
ciön enciclopedica, muestra que la presencia de las UF justificaria la inclusiön de
informaciön aparentemente enciclopedica en los diccionarios. Citando a Fernando
de Lara, dice que "cualquier conocimiento social compartido que de lugar a mani-
festaciones lingüisticas (locuciones, refranes, modismos...) es im conocimiento de
lengua" (Bajo Perez, 2000:43) y no puramente enciclopddico.
Teniendo en cuenta este estado de cosas, cabe preguntarse si las considera-
ciones que se hacen sobre la definiciön de las ULS pueden aplicarse sin mäs a las
UF, o si la poca atenciön dedicada a la definiciön de este tipo de unidad no es mäs
que otra faceta de la desidia a la que el material fraseolögico ha sido sometido
desde siempre. Sin embargo, si consideramos, asimismo, que en los estudios fra-
seogräficos el tema de la definiciön de las UF tampoco ha recibido mucha aten-
ciön, se puede, incluso, pensar que, quizäs, influya en todo esto el hecho de que
este tema todavia estä por investigar en fraseografla. En efecto, con excepci6n del
articulo de Gonzälez Aguiar (2006), no es posible encontrar estudios monogräfi-
cos sobre la definiciön lexicogräfica de las UF y en los trabajos en los que se des-
cribe su tratamiento lexicogräfico sölo aparecen cuestiones muy puntuales, y al-
guna vez poco precisas, referidas a este asunto.
Asi, pues, se presentan, a continuaciön, las referencias que se han hecho a
la cuestiön de la definiciön lexicogräfica de las UF en diversos trabajos fraseogrä-
ficos y, despues, se comentan relacionändolas con las aportaciones hechas a este
tema desde la lexicografia.
Una de las referencias pioneras sobre este tema se encuentra en Carneado Mord
(1985a:41), quien informa de que la defmiciön de las UF es uno de los aspectos
descuidados en los diccionarios cubanos, ya que en im mismo diccionario se de-
tecta la utilizaciön de diferentes criterios de definiciön de estas unidades. La auto-
ra no profundiza en este asunto y sölo comenta que, en algunas ocasiones, se ofre-
ce lo que considera una definiciön muy completa de las unidades y en otras, no.
Por su explicaciön, se puede deducir que aquella se trata de la definiciön perifräs-
tica o sinonimica de la UF, acompariada de indicaciones diacrönicas, diatöpicas,
diafäsicas y de ejemplos de uso.
Martinez Marin (1996:66-68), respecto a este tema, afirma que, debido a
las peculiaridades semänticas de las UF, los lexicögrafos tienen dificultades a la
hora de presentar sus definiciones, con lo cual se observa una gran variedad de
resultados en los diccionarios. Al lado de las definiciones perifrästicas, que para
Martinez Marin resultan satisfactorias (abrir la mano: `mitigar la dureza de una
imposiciön'), se encuentran las definiciones sinonimicas (a bocajarro: `a quema-
163
rropa'). Valora positivamente la inclusiön de observaciones sobre la aplicaciön de
la UF, como hace el Diccionario usual del espanol, por ejemplo, en la definiciön
de a bocajarro, al utilizar la förmula `tratändose de' para especificar que se usa
con `disparos' y `armas de fuego'. En cambio, considera una metodologia inade-
cuada la que presentan algunos diccionarios que suelen incluir lo definido en la
definiciön, como ocurre, por ejemplo, en darse pisto, que es definida como `darse
importancia'201. Martinez Marin observa, ademäs, que los diccionarios analizados
en su trabajo no han incorporado informaciones pragmäticas en el tratamiento del
significado de la UF, a excepciön del de Maria Moliner que, en algunos casos, si
las incluye.
De igual modo, Penaxks Martinez (1997a:414-416), en un articulo en el
que propone una aproximaciön pragmätica a las UF, trae a colaciön los problemas
referentes a la definiciön lexicogräfica de estas unidades. En este sentido, la
autora incluye bajo este tema tanto la asignaciön de categoria gramatical y marca
de uso a las uF202 como su definiciön propiamente dicha. Respecto a este Ultimo
punto, observa que algunas unidades no ofrecen dificultades a la hora de explicar-
las, como, por ejemplo, leer la cartilla [a alguien], que puede ser definida como
`reprender'. Sin embargo, otras veces, para explicar una unidad es necesario recu-
rrir a un conocimiento enciclopidico, lo que exige espacio fisico e implica una
serie de dificultades para el lexicögrafo. En otros casos, la labor se complica por-
que determinadas unidades exigen una explicaciön acerca de la forma en que se
usan. La autora hace referencia, ademäs, a un trabajo, escrito por Heinz, en 1993,
en el que se propone una clasificaciön de las UF del tipo locuci6n teniendo en
cuenta no los rasgos caracteristicos de estas unidades, sino los problemas que su-
pone su descripciön lexicogräfica, incluso su definiciön. Desde este punto de vis-
ta, las locuciones se clasifican en dos grandes grupos, el de las denotativas, cuyo
sentido puede expresarse por una definiciön, y el de las pragmäticas, unidades que
no pueden definirse: en lugar de una definiciön, se presenta una paräfrasis discur-
siva o una descripciön de las condiciones de uso203.
201 De hecho, este ejemplo ilustra la definiciön de una UF, darse pisto, por medio de otra, darse
importancia (`Considerarse superior', DICLOCVER, p. 57), y no la inclusiön del definido en la
definiciön.
202 Estos aspectos serän tratados en el pröximo capitulo.
203 Las locuciones denotativas, a su vez, incluyen los siguientes subtipos: 1. ortonimicas, unida-
des que son definidas por medio de una lexia designadora del referente (estar como una ca-
bra); 2. alusivas, locuciones que equivalen a historias o an6cdotas condensadas (pasar el ru-
bicdn); 3. gestuales, unidades que tienen una estructura igual a la de sintagmas libres que re-
presentan un gesto (torcer la boca); 4 remotivables, locuciones que no pierden su sentido ana-
litico inicial de sintagma libre (callejdn sin salida), y 5. metaföricas, que poseen un sentido
figurado, el cual puede ser separado en varios elementos (coger el toro por los cuernos). Las
locuciones pragmäticas, por su parte, recogen los subtipos: 1. situacionales, unidades que sig-
nifican ünicamente en el momento en que se emplean (pasar un dngel); 2. emocionales, las
que tienen un uso determinado por una emociön del hablante en un momento del discurso
164
En 1999, Penadds Martinez (1999b) vuelve a abordar la definiciön de las UF en un
trabajo en el que se ocupa del tratamiento lexicogräfico de unidades que tienen
valor irönico, relacionando dicho tratamiento con la pragmätica. En este estudio,
tiene en cuenta un diccionario general, el de la Real Academia (DRAE), y uno fra-
seolögico, el de Varela y Kubarth (DFEM). Basändose en un trabajo de C. Garriga
Escribano en el que se analiza el DRAE, afirma que en esta obra no se procede de
forma sistemätica al dar la definiciön de las UF irönicas. Para Penadds Martinez,
definir este tipo de unidad es de por si problemätico, ya que la ironia se manifiesta
por "la divergencia entre el significado y la intenci6n del hablante" (Penadds Mar-
tinez, 1999b:190). No ayuda en nada, entonces, el procedimiento adoptado en el
DRAE: algunas veces las unidades se definen teniendo en cuenta su valor irönico y
otras veces se definen a partir del sentido recto, complementändose la definiciön
con una apostilla en la que se dice que la unidad puede emplearse con sentido irö-
nico. El uso de este tipo de apostilla, como "suele usarse irönicamente", "por lo
general se usa con sentido irönico", "a veces irönica", etc., da a entender que la
unidad puede usarse con sentido irönico o no. Esta conducta, aliada a la falta de
ejemplos que aclaren el uso de las UF irönicas, complica la comprensiön de la uni-
dad y, a la vez, denuncia la falta de homogeneidad en la codificaciön de la marca
irönica.
Con respecto a la forma en que las UF irönicas se definen en el DFEM, la
autora constata, a partir de su anälisis, que tampoco existe uniformidad en el pro-
cedimiento: algunas veces se procede como en el DRAE y, otras veces, se emplean
otros dos tipos de definiciön. En el primero, la UF es considerada una expresiön y
se hace referencia a la actitud del hablante al emplearla (resignaci6n, rechazo,
amenaza, etc.); en el segundo, tambidn se presenta la UF como una expresi6n, pe-
ro, esta vez, se indica su valor lingüistico (ponderativa, enfatizadora, refuerzo de
una afirmaciön, etc.) Para Penadds Martinez, estos procedimientos defmitorios se
justifican debido a la propia naturaleza de la UF definida. En cualquier caso, la
postura adoptada por el DRAE parece ser la menos adecuada, por los problemas
que puede causar a los usuarios. Igual que en este diccionario, en el DFEM se usan
apostillas que indican que las UF pueden o no tener sentido irönico. En este caso,
no obstante, la utilizaciön de ejemplos puede ayudar a conocer el uso de las uni-
dades, aunque no se dupliquen los ejemplos en los casos en que las UF tienen la
doble posibilidad de usarse como irönicas o no.
La soluciön para los problemas detectados en la definiciön de las UF iröni-
cas se encuentra, segün la autora, en la pragmätica. Los estudios sobre la ironia
realizados desde una perspectiva pragmätica ofrecen la posibilidad de conocer la
naturaleza y las caracteristicas de las unidades fraseolögicas irönicas. Asi, el anä-
(poner las manos en el fuego), y 3. apreciativas, locuciones que tienen relaci6n con nombres
de cualidad utilizados de modo despectivo (viva la Virgen) (Penadds Martinez, 1997a:416-
417).
165
lisis pragmätico de esas UF puede contribuir sobremanera en la elaboraciön de sus
defmiciones lexicogräficas.
En un trabajo publicado en 2000, Alvar Ezquerra (2000a) se ocupa de las
UF que aparecen definidas como de sentido o significado claro en el DuE204. Se-
gün el autor, en el DUE se incluye una muestra considerable de UF. Estas unidades,
no obstante, hasta una fecha muy reciente, no habian sido descritas de manera
satisfactoria por la lexicografia y la lexicologia. De ese modo, pese a la excelencia
de la labor lexicogräfica Ilevada a cabo por Maria Moliner, en el DUE no se logra
definir adecuadamente los diversos tipos de UF. Aun reconociendo que los diccio-
narios no pueden incorporar las distinciones que todavia no se han realizado en
lexicografia o en semäntica, lo que justificaria, en parte, algunos de los procedi-
mientos adoptados en el DUE, el autor se propone tratar lo que considera un pro-
blema en esa obra: la ausencia de definiciones de ciertas UF o, dicho de otro mo-
do, la forma en que se definen algunas de ellas. Asi, se pregunta por que Maria
Moliner en lugar de definir algunos de los refranes, adagios y frases proverbiales
incluidos en el DUE, ya sea porque no pudiese definirlos o porque no lo considera-
se necesario, los caracteriza como de sentido claro o de significado claro, como
se puede observar en el ejemplo que sigue:
Al autor le parece menos comprensible aün que algunas UF, aunque en unos pocos
casos, se identifiquen como de sentido figurado y, a la vez, de sentido claro:
"AL QUE [A QUIEM A BUEN ARBOL SE ARRIMA BUENA SOMBRA LE COBIJA (vul-
garm., se dice t. "quien a buen ärbol..."). Refrän de sentido figurado claro (s.
v. drbol)" (Alvar Ezquerra, 2000a:241).
204 En realidad, una primera versiön de este trabajo apareci6 publicada por primera vez en 1998
(vdase Alvar Ezquerra, 1998), pero se cita por su nueva versiön (Alvar Ezquerra, 2000a), pos-
terior a la publicaciön de la 2 ediciön del DUE.
166
"ABANDONO DE DESTINO. Falta adtninistrativa cometida por un empleado;
significado claro (s. v. abandono)" (Alvar Ezquerra, 2000a:246).
0 en el caso de las unidades que tienen sentido figurado, puesto que los hablantes
pueden no tener los conocimientos culturales y lingüisticos necesarios para com-
prender su significado. En suma, la claridad aludida por Maria Moliner puede no
ser tan fäcilmente visible para el usuario del diccionario.
En el 2000, Martinez Marin vuelve a tratar el tema de la fraseografia y, es-
ta vez, aborda la cuesti6n del significado de las locuciones en los diccionarios
monolingües. Para el autor, uno de los problemas bäsicos que aün no se ha resuel-
to es el del tratamiento del significado de las UF. Considera que esto ocurre porque
los diccionarios no han incorporado los avances alcanzados por determinadas teo-
rias y nietodos lingüisticos, como el anälisis del discurso y la pragmätica. Se pro-
pone, pues, analizar cinco diccionarios monolingües del espafiol y averiguar el
enfoque dado al significado de un tipo de UF, las locuciones. La elecciön de este
tipo de unidad se justifica por el hecho de que las locuciones han recibido mucha
atenciön en la lexicografia, por lo que estän presentes en todos los diccionarios.
167
Entre los variados tipos de locuciön, considera ünicamente las conjuntivas, las
verbales y las adverbiales. Las locuciones estudiadas son las que siguen: asi pues,
o sea, ya que, hacer caso omiso, tomar el pelo, hacer novillos, meter la pata, a las
claras, cuando menos, desde luego y la mar de (estas dos ültimas UF se presentan
separadas de las tres subclases de locuciön consideradas, lo que indica que, para el
autor, pertenecen a otros tipos de locuci6n)205.
En su estudio, Martinez Marin busca superar el concepto tradicional de
significado, por lo que tiene en cuenta un concepto mäs amplio, atendiendo a con-
tenidos pragmätico-comunicativos y discursivos. La incorporaciön de estos conte-
nidos permite ir mäs allä de la clasificaciön tradicional de las locuciones, basada
en criterios sintäcticos. El autor justifica el tipo de estudio que lleva a cabo a partir
de los resultados alcanzados en los trabajos de Dostie, Portoles y Väzquez Veiga,
dentro de las corrientes pragmätica, discursiva y textual.
A partir del anälisis lexicogräfico realizado, destaca los siguientes aspectos
relacionados con el semantismo de las locuciones estudiadas:
a) en todos los diccionarios, el criterio sintäctico-semäntico es tenido en cuenta,
de modo que en la definici6n de la unidad se mezclan la funci6n sintäctica y el
significado.
b) Junto a la caracterizaci6n sintäctico-semäntica, es frecuente la utilizaci6n de
definiciones sinonimicas, que consisten, muchas veces, en la enumeraciön de una
serie de sin6nimos.
c) En los cinco diccionarios, se ofrecen definiciones perifrästicas y, por lo general,
no se identifican las LV como tal, es decir, no se indica la categoria gramatical de
estas unidades.
d) En muchos diccionarios, no se incluyen informaciones importantes respecto a
las locuciones, como el valor intensificador que puedan tener, por lo que el autor
considera que su contenido semäntico queda algo incompleto.
e) Algunos diccionarios no incluyen locuciones tan usuales como asi pues y o sea,
lo que, para Martinez Marin, es un hecho sintomätico de algunos de los problemas
que presentan los diccionarios del espariof
f) En algunas obras, se proporcionan informaciones pragmätico-comunicativas
que integran las definiciones de las locuciones estudiadas.
A partir de este anälisis, el autor presenta una serie de conclusiones que, en
su opini6n, pueden servir como sugerencias que los diccionarios pueden incorpo-
205 Aunque el autor presenta todas las locuciones sin clasificarlas, es necesario apuntar aqui el
hecho de que la unidad desde luego seria para Corpas Pastor (1996a:195) una förmula rutina-
ria. Ruiz Gurillo (2001:57-58) la considera una locuciön marcadora, pero reconoce que, debi-
do a su rasgo de enunciado autönomo, se acerca a las f6rmulas rutinarias. En cuanto a la uni-
dad la mar de, Zuluaga (1980:145-149) la considera una locuciön elativa, por su funciön in-
tensificadora. Desde el punto de vista morfolögico, esta unidad puede ser adjetiva o adverbial,
seg6n el elemento al que modifique.
168
rar, en cuanto al tratamiento del significado de las locuciones se refiere. Asi, re-
comienda que:
a) se tenga en cuenta un concepto mäs actual de locuciön, de modo que se puedan
considerar los valores pragmäticos y discursivos de este tipo de UF.
b) Se diferencie el aspecto semäntico del aspecto sintäctico de las locuciones.
c) Se d6 preferencia a las definiciones perifrästicas en lugar de las sinonimicas,
colocändose los sinönimos o bien en la parte donde se da informaci6n paradigmä-
tica o bien en la parte de los articulos en que se dan las locuciones.
d) Se distingan y se identifiquen con las marcas correspondientes los diversos
tipos de locuciön, segün las clasificaciones realizadas en la actualidad en la inves-
tigaciön fraseolögica.
e) Se recojan todas las locuciones vigentes, de modo que se refleje en la obra la
fraseologia usual.
Tambihn en 'Miliz Hernändez (2000:385-386) se encuentran referencias al
modo como se definen las UF en las obras lexicogräficas. Esta autora ha observado
cierta diversidad entre las obras analizadas en cuanto al tratamiento dispensado a
las definiciones de las unidades: hay definiciones perifrästicas junto a sinonimi-
cas, o definiciones de gran extensiön; y, en otros casos, las definiciones incluyen
informaciones sobre el uso de la unidad. En cuanto al criterio de uso, dice no
haber encontrado ningün elemento anticuado, en desuso o que pueda perjudicar la
compresiön de las definiciones analizadas. Considera que, por el contrario, 6stas
se caracterizan por el uso de un lenguaje usual. Afirma que el DUE es el ünico dic-
cionario en el que no se ignora que en las definiciones de las UF se debe mostrar
"el papel que tienen [estas unidades] en la comunicaciön de indicar las relaciones
entre los interlocutores, sus actitudes y conductas" Hernändez, 2000:386).
En la conclusi6n, la autora incluye la diversidad de tipos de definiciön entre los
factores que contribuyen a la falta de uniformidad de los diccionarios modernos
espafioles.
En su trabajo sobre la fraseologia en los diccionarios didäcticos, Santama-
ria Nrez (2000b) afirma que, considerando la variedad de resultados obtenidos en
su anälisis, el tema del significado es uno de los mäs complicados y trascendenta-
les, puesto que "las unidades fraseolögicas no son simples unidades 16xicas sino
unidades del discurso equivalentes, muchas veces, a enunciados" (Santamaria
P6rez, 2000b:565). Comenta que ha detectado en las obras definiciones perifrästi-
cas, por lo general adecuadas; defmiciones formuladas de modo sencillo, pensadas
para el destinatario, y otras que son, no obstante, poco claras. Ha recogido, asi-
mismo, definiciones que informan del significado etimol6gico, bastante alejado
del usual, y otras en las que se incluye lo definido en la definiciön. Afirma que
pocas veces el contorno de la definiciön es indicado y que sölo registrö una defi-
niciön en la que se hace alusiön al uso de la unidad. Finalmente, dice que la in-
formaci6n sobre la categoria gramatical de las unidades suele incluirse en la pro-
169
pia definiciön, de modo que no se suele utilizar ninguna marca especial para indi-
car esa categoria.
Ruiz Gurillo (2000) trata, asimismo, algunas cuestiones relacionadas con
la definici6n de las UF. En primer lugar, cuando examina la selecci6n de las UF
que integran la estructura de los diccionarios que analiza, afirma que existe una
tendencia a incluir aquellas unidades, locuciones y paremias cuyo origen estä re-
lacionado con algün hecho hist6rico o folclorista. La consecuencia de esta inclu-
siön es la incorporaciön de datos enciclopedicos a la definici6n de las unidades,
cuando esta tendria que ser, de acuerdo con la autora, esencialmente lingüistica.
En segundo lugar, a partir del anälisis del tratamiento dispensado a la definiciön,
considera que casi siempre, en los diccionarios generales, se hace alusi6n al em-
pleo contextual de las unidades y no a su significado lingüistico. Eso significa que
las definiciones se construyen en metalengua de signo y no en metalengua de sig-
nificado. No obstante, no existe un procedimiento sistemätico en este caso. De
acuerdo con Ruiz Gurillo, cuanto mayor es la fijaciön pragmätica de la unidad
mayor es la tendencia a hacer referencia en su definici6n a su uso. Ello ocurre
porque
170
"aunque en buena parte de ellas el significado propiamente dicho estä esta-
blecido, el significado contextual o las reglas discursivas que las gobieman se
han de extraer de los contextos en que se emplean, lo que explica que no se
pueden pasar por alto estas cuestiones en la definici6n, que incluye tanto da-
tos lexicos como de uso pragmätico" (Ruiz Gurillo, 2001:63).
En los diccionarios de locuciones, por otra parte, comenta la autora que, algunas
veces, la definici6n dada puede incluir datos extralingüisticos y puede acompafiar-
se de ejemplos de uso de la unidad. Asimismo, pueden ofrecerse referencias sobre
el origen de la locuciön, cuando esta no tiene sentido claro.
Del examen de las consideraciones que se han hecho en los trabajos teöricos rese-
fiados anteriormente, se desprende una serie de recomendaciones y observaciones
criticas, algunas de ellas reiterativas, relacionadas con la definiciön de las UF. Mu-
chas de esas recomendaciones y observaciones, ademäs de encontrar eco en la
lexicografla te6rica, sirven de pauta en la reflexiön sobre esta compleja fase del
trabajo lexicogräfico. Asi, la afirmaci6n de Zgusta (1971:154), quien dice que las
UF y las ULS portan el significado lexico de la misma forma, lo que demuestra que
el paralelismo entre estos dos tipos de unidad es absoluto y que el lexicögrafo
debe tener en cuenta este aspecto206, se comprueba en el hecho de que algunas de
las cuestiones inherentes a la definiciön de las ULS se repiten en la definiciön de
las UF. Esto ocurre, por una parte, con cuestiones que pueden considerarse mäs
sencillas, desde el punto de vista de su soluciön, como la inclusi6n del definido en
el enunciado definitorio -procedimiento considerado inadecuado por Martinez
Marin, 1996 y Santamaria Perez, 2000b207-, como se ve en la definiciön de llevar
la mejor parte:
206 Afirma Zgusta (1971:154): "Multiword lexical units carry lexical meaning in the same way as
do single words. And just as in the case of single words, their lexical meaning can be of dif-
ferent types (...) The parallelism of the multiword lexical units and the single words is abso-
lute and the lexicographer must take it into consideration". De igual modo, Kpifer (1984:110-
111) considera que la detecci6n y presentaciön de los significados de las UF es una de las ta-
reas mäs importantes y dificiles del lexicögrafo. Opina que estas unidades funcionan como un
todo y requieren la atenciön dada a las demäs unidades lexicas, por cuanto, en lo que se refie-
re a su significado, son paralelas a las unidades simples.
207 Y condenado, asimismo, desde la lexicografla, ya que se considera que una definiciön correc-
ta debe ser no circular, es decir, lo definido no debe formar parte de la definiciön (Bajo Pörez,
2000:35).
171
DSLE DEA / DFDEA
`Llevar <una persona o un grupo> `Resultar el mäs favorecido' (p. 3404 y
ventaja' (p. 1157). 741).
DICLOCVER
frente a
DUE `Resultar el mäs favorecido' (p. 102).
`En una lucha o competici6n, DRAE
llevar ventaja: estar en camino de `Estar pr6ximo a vencer' (p. 1687).
ganar' (p. 648). LDPL
`Ser el mäs beneficiado en un asunto'
(p. 190).
comer como una lima Comer mucho y con gran apetito (DICLOCVER, p. 42).
acostarse alguien con las gallinas Acostarse muy temprano (DRAE, p. 1110).
Estas unidades son hip6nimas de los verbos hablar, comer y acostarse, respecti-
vamente208 . Se da, asi, una coincidencia parcial entre la forma del hipönimo y la
de su hiper6nimo. Dicho de otro modo, en estos casos, el gdnero pr6ximo, es de-
cir, el lexema cuya carga semäntica se halla contenida en el definiens, estä consti-
tuido por un hiperönimo cuya forma coincide con el verbo que integra el definien-
dum; "sin fundamento", "mucho y con gran apetito" y "muy temprano" constitu-
yen la diferencia especifica que concreta el significado del hipönimo209.
Otra particularidad que se da tanto con las ULS como con las UF es la defi-
niciön por medio de la presentaciön del significado etimolögico, e inusual, de la
UL: "mesa redonda `aquella en la que no hay ningün lugar preferente, y, en las
fondas, aquella en la que todos comen lo mismo y a hora fija', en el VOXavanza-
do" (Santamaria Pdrez, 2000b:565). No obstante, los problemas definitorios co-
munes a las UF y las uLs abarcan cuestiones miss complejas, como las que se verein
a continuaciön.
Se ha visto cömo muchos autores han serialado el empleo de varios tipos
de definiciön en el tratamiento lexicogräfico de las UF (Carneado Mord, 1985a,
Ddniz Hernändez, 2000, Santamaria Pdrez, 2000b y Ruiz Gurillo, 2000). Sirvan
de ilustraciön los siguientes ejemplos:
172
a) definiciön perifrästica construida en metalengua de signo:
darle [una pers.] el pie [a otra] y tomarse (o coger) [esta] la mano (o darle
la mano y tomarse (o coger) el pie) (col) Se dice a propdsito de la pers a
guten se hace una concesidn y que se toma, con ocasidn de ello, otras que no
se le han dado21° (DEA, p. 3526)21.
c) definiciones hibridas:
vivito y coleando Dicho de una persona: Que se crefa muerta y estä con vi-
da213 (DRAE, p. 2313).
COGER [TOMAR] LAS DE VILLADIEGO Por alusiön a las alforjas que se fabrica-
ban en esta poblaciön, marcharse de un sitio precipitadamente o huyendo214
(DuE, p. 1530).
210 Frente a `Conceder algo {a una persona} y propasarse esta, tomandose libertades que no se le
han dado' (DICLOCVER, p. 50).
211 En el DEA, este tipo de definiciön, denominada definiciön explicativa, se aplica, por lo gene-
ral, a las llamadasförmulas oracionales, aunque, como se muestra en este ejemplo, se emplea
tambiin con algunas locuciones.
212 Frente a `Comentario que se hace en forma de comparaciön cuando se busca algo en un sitio
donde, por la gran cantidad de cosas que hay o por otra circunstancia, es dificilisimo encon-
trarlo' (DUE, p. 98).
213 Frente a `Sann y salvo' (CLAVE, p. 1935).
214 Frente a 'Huir por escaparse de un riesgo o compromiso' (DFEM, p. 290).
215 Frente a `Dejar[le] sobrecogido' (DEA, p. 4030).
173
propiedades semänticas y deben, por tanto, ser definidas de manera distinta (Lan-
dau, 1989:131, Svensdn, 1993:127, Bajo Pdrez, 2000:39). De este modo, esa di-
versidad de definiciones debe ser juzgada mäs allä del binomio homogeneidad /
heterogeneidad o de la creencia de que hay tm tipo de definiciön mäs adecuado o
propio que otros. En efecto, esa diversidad tipolögica, tal como apunta Böjoint
(2000:199), puede ser evaluada en funciön de su eficacia respecto a los diferentes
tipos de UL y respecto a los diferentes grupos de usuarios21b. Ahora bien, parece
justo reivindicar la homogeneidad en el tratamiento definicional en el sentido de
que unidades similares se definan del mismo modo, es decir, que en su descrip-
ciön semäntica se suministren las mismas informaciones, de forma que los articu-
los lexicogräficos presenten una configuraciön nitida y coherente y mäs pensando
que asi debe procederse en un mismo diccionario.
Tal como ocurre con las ULS, la definici6n perifrästica, tambidn llamada
analitica, figura como la mäs recomendada en el caso de las UF (Martinez Marin,
2000 y Ruiz Gurillo, 2000)217, mientras que la definiciön sinonimica goza de me-
nos prestigio, por considerarse, como informa Werner (1982b:277), imprecisa o
insatisfactoria218. No obstante, hay autores, como Jackson y Amvela (2000:170),
216 138joint (2000:199), considerando los resultados de una investigaciön acerca de los errores
que pueden cometer los usuarios al interpretar una definiciön lexicogräfica, afirma que "it is
reasonable to argue that the techniques used for the explanation of meaning should vary with
the type of word to be explained". Vdase, a este respecto, la postura adoptada por Penadds
Martinez (2005a) en la elaboraci6n del DICLOCADV. Por otra parte, Gonzälez Aguiar
(2006:230) afirma que "la naturaleza categorial y semäntica del definiendum puede indicar
qu8 modelo de definiciön es el mäs adecuado".
217 A este respecto, Porto Dapena (2002:268-269) recuerda que existe una creencia general acer-
ca de que "toda definici6n debe caracterizarse por ser analitica o perifrästica".
218 De la definiciön sinonimica, tambidn llamada definici6n por sinönimos, se dice, incluso, que
podria considerarse incorrecta, basändose en la opiniön general de que no existe la sinonimia
absoluta o que en esta definiciön no se cumple el principio de anälisis, segün el cual, una de-
finiciön correcta corresponde a un verdadero anälisis semasiol6gico (Werner, 1982b:277,
Martinez Souza, 1995:98-99 y Porto Dapena, 2002:275). Tambidn se cuestiona en este tipo de
definiciön el hecho de que ei sin6nimo o los sinönimos presentados como definiens no pue-
dan funcionar como equivalentes del definiendum en cualquier situaciön comunicativa. La
präctica de este tipo de definiciön es ampliamente criticada, debido no sölo a los problemas
inherentes a su aplicaciön, sino tambidn a la falta de criterios rigidos en ella, relacionados,
como explica Martinez Souza (1995:99-103), con la grafia de este tipo de definiciön, con la
remisiön sinonimica o con la definiciön mediante acumulaciön de sinönimos. Sobre este ulti-
mo punto, Porto Dapena (2002:287) recuerda que el sinönimo presentado en el definiens pue-
de ser una palabra polisdmica, o con homönimos, lo que, lögicamente, dificulta precisar qud
acepciön o qud palabra homönima es el equivalente del definiendum. Sin embargo, Werner
(1982b:278) reconoce que la definiciön mediante la indicaciön de sinönimos no es del todo
impropia, siempre y cuando se asegure "que los sinönimos indicados sirvan sölo como punto
de partida para la delimitaciön del contenido de una unidad 16xica y que no se pretenda que
los sememas o contenidos de una unidad ldxica se identifiquen exclusivamente mediante la
indicaciön de sinönimos". De igual modo, Porto Dapena (2002:286-287) matiza que la defi-
174
que aseguran que la definici6n sinonimica es comünmente usada con nombres
abstractos, puesto que, en estos casos, el empleo de la definici6n perifrästica se
hace mäs difici1219. Eso parece comprobarse, como se verä a continuaciön, en el
caso de algunas UF en que se emplea la definici6n sinonimica. Son ejemplos de
ello:
donde los sinönimos proporcionados son otra UF. A veces, se dan tambihn defini-
ciones mixtas, en el sentido de que se ofrecen como sinönimos una ULS y una UF,
como se ve en:
dar en la cresta Humillar <una persona> a otra persona, bajarse los humos
(DSLE, p. 428).
poner como hoja de perejil Poner verde, criticar <una persona> a otra per-
sona (DSLE, p. 821).
niciön sinonimica es viable, pero "otra cosa, claro, es suponer que las defmiciones asi llama-
das que aparecen en los diccionarios lo sean realmente".
219 Y mäs adelante: "Defmitions in the smaller dictionaries or for words with a more abstract
meaning often use synonyms or brief synonym phrases as a means of definition; (...) for ab-
stract words analytical definitions are often difficult or impossible to formulate." (Jackson y
Amvela, 2000:181).
175
ya que las unidades lingüisticas que forman el definiens pertenecen al ldxico o
vocabulario comün.
Por otra parte, es interesante destacar que la base de la definici6n perifräs-
tica es la sinonimia, ya que se supone que la relaciön entre definiendum y defi-
niens es de equivalencia semäntica (Porto Dapena, 2002:285). Por ende, tal como
afirman Dubois y Dubois (citados por Bdjoint, 2000:195), el concepto de sinoni-
mia es bäsico en lexicografia y la identificaciön de equivalencias puede conside-
rarse como uno de los universales lingüisticos propios del lenguaje humano. Pare-
ce ser, entonces, que esa idea contradice los argumentos que invalidan la defini-
ciön sinonimica basändose en el hecho de que no existen sinänimos absolutos.
La inclusi6n de otra UF en la definiciön de una unidad pluriverbal consti-
tuye, seguramente, una excepci6n a lo que se acaba de afirmar220. Por ello, este
procedimiento no es recomendable. Asi, el empleo de la definici6n sinonimica, en
muchos casos en que se presentan ULS como sinönimas de UF, no sölo es acepta-
ble sino recomendable, puesto que la formulaciön de una definiciön de tipo peri-
frästico implicaria el uso de circunloquios innecesarios. La definiciön de la locu-
ci6n pasar a mejor vida, por ejemplo, seria 'llegar al tdrmino de la vida' y no
`morie. Por otra parte, en otros casos, la formulaciön de una definici6n perifrästi-
ca se hace muy dificil.
Pensemos, por ejemplo, en irse al traste, ade qud modo se podria plantear
una definici6n perifrästica de esta unidad? Parece ser que su equivalente semänti-
co mäs pröximo es un lexema y no resulta natural recurrir a una explicaci6n o
descripciön para expresar esta equivalencia, segün se comprueba a partir del exa-
men de la mayoria de las definiciones presentadas por una serie de diccionarios221:
220 Habria que examinar, ademäs, el empleo de colocaciones en la definiciön de algunas UF.
Aunque no se trate de definiciones sinonimicas, habria que averiguar de que manera la pre-
sencia de estas unidades puede interferir en la comprensiön de la definici6n dada. En Koike
(2001a:204), se ofrecen algunos ejemplos de este empleo: "liarse la manta a la cabeza: To-
mar una decisiön aventurada o proceder de modo resuelto e irreflexivo [DIT y "dentro o
fuera: Se emplea para incitar a uno a tomar una decisi6n [DM".
221 El CLAVE es el ünico diccionario que hace uso de una definici6n perifrästica, concretamente
hiperonimica, en la cualfracasar es el hiperönimo o genero pröximo y totalmente, la diferen-
cia especifica. Cabe sefialar, asimismo, que el DEA y el DFDEA presentan como sinönimos de
esta unidad una ULS y otra UF, echarse a perder.
176
DICCIONARIO DEFINICION DE 1RSE AL TRASTE
CLAVE (p. 1861) 4. 'fracasar totalmente'
DEA y DFDEA (p. 2393 y 992) +4 `destruirse o echarse a perder'
DICLOCVER (p. 96) 4. 'fracasar'
DFEM (p. 276) 4. `destruirse, malograrse, frustrarse'
DRAE (p. 2219) 4. `fracasar o malograrse'.
DSLE (p. 1588) 4. 'fracasar <una cosa>'.
DUE (p. 1374) +4 'frustrarse o malograrse'.
ODLE (p. 1853) 4. 'frustrarse, malograrse'.
LDPL (p. 292) 4. 'perderse, destruirse, malograrse'.
222 Como explica Porto Dapena (2002:277), "hay que tener en cuenta que toda palabra es un
signo y, como tal, puede considerarse en su significado, en su significante o en su funciona-
miento sintäctico o pragmätico; pero, a su vez, por ser precisamente un signo, representa una
realidad en sf misma, la cual puede ser asimismo objeto de definici6n".
223 Porto Dapena (2002:241) considera que "lo que en e [en el diccionario] se contiene no es
otra cosa que un conjunto de informaciones sobre diversos aspectos de las unidades lingüisti-
cas que componen una lengua. La lengua objeto de estudio, representada en la macroestructu-
ra por todas las entradas, se halla mencionada, por lo que corresponde claramente a un "uso
metalingüistico", y, por otro lado, las diversas informaciones, presentes en la microestructura
y expresadas mediante la lengua instrumental, constituyen por su parte verdaderos enunciados
metalingüfsticos".
224 Como se ha visto, Martinez Marin (1996:67) considera positiva la inclusiön de informaciones
sobre la aplicaci6n de una UF, lo que supone, en este caso especifico, la utilizaci6n de la meta-
lengua de signo. Parece ser que este tipo de informaciön es realmente necesario, pero es im-
prescindible revisar la forma en que se presentan los datos sobre el uso de las UF.
177
la necesidad de indicar los elementos del contorno de estas unidades, de modo
que, en muchos casos, se explicitan sus restricciones colocacionales. Son ejem-
plos de ello:
alma de Dios expresiön que se aplica a una persona bondadosa (GDLE, p. 84).
Ahora bien, el que se incida mäs en el empleo contextual de una unidad que en su
significado lingüistico debe ser examinado en cada caso, con el fin de averiguar si
se debe aplicar una metalengua u otra225. Como ha afirmado Ruiz Gurillo
(2000:267), y lo demuestra Pena&s Martinez (1999b), un alto grado de fijaci6n
pragmätica de una unidad puede exigir una mayor referencia a su uso pragmätico,
lo que puede justificar la utilizaciön de la metalengua de signo. No hay que olvi-
dar, no obstante, que muchos autores, como Martinez Marin (2000), reconocen
que este tipo de referencia es fundamental para la descripci6n de las UF en general,
independientemente de su grado de fijaci6n pragmätica, aunque no se indiquen
cömo los valores pragmäticos y discursivos deben expresarse lexicogräficamente.
Comoquiera que sea, los datos de uso pragmätico son necesarios para acercarse a
una descripciön semäntica mäs completa de las UF, por lo que su utilizaciön no
puede ser criticable. Por otro lado, si las criticas al uso, y a veces abuso, de la me-
talengua de signo van dirigidas al no cumplimiento del modelo tradicional de de-
finici6n, pueden considerarse, asimismo, infundadas. Tal como seriala 136joint
(2000:196), aunque refiri&idose a ciertos tipos de ULS,
"paraphrase seems to be universal, and possible for all types of words, and
defmition is an everyday activity, which seems to work. But it is not all cer-
tain that traditional dictionary definitions are possible for all words and all
meanings. Some meanings might in fact be impossible to describe in linguis-
tic terms, particularly within the constraints of the traditional lexicographical
defmitions" (Böj o int, 2000:196).
225 Comparemos, por ejemplo, las definiciones ofrecidas en el DICLOCVER y en el DRAE para la
LV buscar una aguja en un pajar, citada anteriormente, o considdrese la definici6n que da el
DEA para la locuci6n nominal alma de Dios, bondadosa, incapaz de hacer mal a nadie'
(DEA, p. 228), frente a la del GDLE, tambidn citada antes.
178
Otra cuestiön serialada en los trabajos resefiados es la de la inclusiön de datos ex-
tralingüisticos en la definici6n de las UF, definiciön que para muchos autores, co-
mo por ejemplo Ruiz Gurillo (2000), deberia ser esencialmente lingüistica, o la
necesidad de recurrir a conocimientos enciclopedicos para describir adecuada-
mente una unidad (Penades Martinez, 1997a)226. Una vez mäs, teniendo en cuenta
la lexicografia te6rica estos procedimientos pueden verse como necesarios, en el
sentido de que pueden venir exigidos por la naturaleza de alguna UL. Observdse,
en este sentido, la definiciön de la siguiente locuci6n, en la que es obligada la in-
clusiön de datos extralingüisticos, ya que estos integran su significado fraseol6gi-
co:
Tal como afirma Bejoint (2000:22-23), la divisiön entre los conocimientos lin-
güistico y enciclopedico no es tan rigida, ya que las investigaciones mäs recientes
en psicolingüistica han demostrado que estos dos tipos de conocimiento estän
inextricablemente mezclados e, incluso, muchos lexic6grafos aceptan que las li-
neas trazadas para esta divisiön son realmente tenues. Asi, considera este autor
que "It is impossible to define the signifid of a word without mentioning and to a
certain extent describing the referent".
De este modo, las diversas caracteristicas semänticas de las UF -su signifi-
cado idiomätico, asi como la posibilidad de coexistencia de significado literal, su
expresividad, etc.- interfieren en su definiciön lexicogräfica, tal como se deduce
de la clasificaci6n de locuciones propuesta por Heinz, en la que se basa Penades
Martinez (1997a), y de las afirmaciones de Martinez Marin (1996:66) y Santama-
ria Perez (2000b:565). Asi, en algunos diccionarios, como el DUE, el GDLE o el
LDPL, por ejemplo, se seriala en la definiciön la doble posibilidad de interpretaci6n
idiomätica y literal que presentan algunas UF. Son ejemplos de ello:
226 Este tema suscita cierta poldmica entre los estudiosos. Hanks (2001:299-300), por ejemplo,
trata la necesidad de incluir o no informaciön cultural e hist6rica en la definici6n de las UF.
Este autor cuestiona esta necesidad, dado que este tipo de informaciön podria perjudicar la
fluidez del usuario, aunque, por otra parte, podria proporcionar mayor confianza a la hora de
emplear correctamente las UF. Parece ser que el autor se decanta por la fluidez y no por la
confianza en el uso de las UF.
179
DAR MARCHA ATRAS Ademäs del significado normal de «in-
troducir la marcha aträs en un vehiculo», significa, en sentido
figurado, retroceder deliberadamente en cualquier asunto
(DUE, p. 350).
cruzar los dedos Realizar el gesto fisico de cruzar los dedos para que algo
salga bien o para conjurar una desgracia o un peligro. (DFDEA, p. 372).
estrechar la mano Alargar la mano estirada {a una persona} para coger la
suya en sefial de saludo (DICLOCVER, p. 75).
227 Sobre este tipo de unidad y, en especial, sobre los somatismos, vdase Mellado Blanco (1996).
Vdase tambidn Forment Fernändez (1997).
180
dar de manos 1. Caer de bruces, echando las manos adelante (DRAE, p.
1440).
frotarse las manos 1 Pasar <una persona> una mano por la otra muchas ve-
ces para calentdrselas o desentumecerlas (DSLE, p. 984).
TIRAR DEL PELO a alguien Agarrärselo y tirar de el con fuerza, por ejemplo en
una ring (DUE, p. 687).
Ad, las particularidades semänticas de las UF parecen influir de tal modo que es
posible encontrar definiciones que parecen incluso alejarse de los preceptos lexi-
cogräficos, al contener informaciones que no suelen figurar en una definiciön.
Este es el caso, por ejemplo, de la definiciön de la locuci6n caer en la cuenta:
Como se comprueba a partir de los propios ejemplos dados, las dos entradas ante-
riores presentan diferencias no s6lo respecto a su combinatoria sintagmätica sino
tambidn con respecto al significado. Son las dos, no obstante, perfectamente vero-
similes, en el sentido de que son lingüisticamente aceptables y suenan de modo
natural. Parece ser que, en casos como este, la competencia lingüistica del lexic6-
grafo o fraseögrafo no es suficiente para determinar el significado de la unidad.
Basarse en otras obras lexicogräficas tampoco puede resultar de gran ayuda, pues-
to que se corre el riesgo de encontrar variaciones o incluso diferencias importantes
en cada definiciön consultada. Es necesario, pues, recurrir a ejemplos que ilustren
el uso concreto de la unidad en cuestiön. En este sentido, Hanks (1998, 2000) opi-
na que el establecimiento de una definiciön vigente de una unidad depende de la
181
conjugaci6n de dos procedimientos: la reflexiön, por parte de los lexicögrafos,
que conocen y usan la expresi6n, y la comparaci6n de las definiciones propuestas
con los ejemplos de uso de un corpus, con el fin de comprobarlas (Hanks,
1998:99). La utilidad de los corpora cobra aün mäs vigor si se toma en considera-
ciön el hecho de que, por lo general, los autores de diccionarios suelen tomar di-
rectamente o adaptar las definiciones presentadas por diccionarios ya publicados.
Este procedimiento ha sido adoptado por autores como Garcia Benito (2000) o
Pena&s Martinez (2002-2003 y 2005a)228, entre otros.
Es evidente que la consulta de otras obras lexicogräficas no sölo es desea-
ble sino necesaria. Sin embargo, sölo el examen escrupuloso de las definiciones
recolectadas y una posterior investigaciön a partir de corpora pueden, por un lado,
garantizar la fiabilidad de las definiciones (re)elaboradas y, por otro, ayudar a
dilucidar cuestiones relacionadas con:
abrirse paso 2 Conseguir <una persona> una buena posici6n en algo o favo-
recer <una persona o una cosa> a una persona (DSLE, p. 1165).
no poder mäsi Estar <una persona> muy can- no poder mäs Haber llegado al limite de la resis-
sada. tencia o capacidad (DEA, p. 3595 y DFDEA, p. 815).
no poder miis2 Estar <una persona> harta de
otra persona. (DSLE, p. 1235).
Se observa que el DSLE trae dos acepciones para una locuci6n, recogidas en entra-
das diferentes, mientras que el DEA trae una sola acepciön que podria valer, no
obstante, para las dos entradas.
228 La primera autora se basa predominantemente en el DRAE y en el DUE, mientras que la segun-
da recurre a las siete obras manejadas para la confecciän del DICLOCVER, a saber: el ddei, el
DEA, el DFEM, el DIPELE, el DRAE, el DSLE y el DUE; y a las cinco obras que sirvieron de base
para el DICLOCADV: el DDEI (Diccionario diddctico del espan'ol. Intermedio), el DEA, el DFEM,
el DIPELE y el DSLE.
182
b) La vigencia de las acepciones presentadas o, incluso, la existencia de otra acep-
ciön. Se dan casos en los que en los diccionarios s6lo se registra una acepciön de
una determinada unidad, aunque se conoce otra acepciön corriente. Esto es lo que
ocurre, por ejemplo, con la Lv perder de vista. En un diccionario tan representati-
vo como el DEA s6lo se recoge una acepciön de esta unidad, como se ve en:
"Todo este conjunto de circunstancias hace que los ingresos por turismo en
los primeros seis meses de este aflo hayan aumentado en un 30 por ciento
respecto al afio pasado. Aun siendo muy positivas estas estadisticas no pue-
den hacernos perder de vista que se trata de unos datos de una gran fragili-
dad." (1994, PRENSA, La Vanguardia, 18/08/1994: Datos del turismo, ESPA-
NA, 05. Turismo).
"El domingo ya nos dijo que tenia la intenciön de no faltar a clase. Tenia la
txapela sobre la cabeza y la alegria no le hacia perder de vista su vida coti-
diana. Y no faltö, aunque se tuvo que Ilevar al aula a alpin periodista y a un
equipo de televisiön." (2001: PRENSA, El Diario Vasco, 13/03/2001: El fruto
del sacrificio, ESPANA, 05. Deportes).
229 En esta acepciön, se observa una tendencia a usar esta unidad en oraciones negativas. Seria
necesario, pues, averiguar su relaciön con la unidad no perder de vista, tal como figura en el
DRAE: no perder alguien de vista a otra o persona o una cosa 1. fr. Estarla observando sin
apartarse de ella. 2. fr. Seguir sin intermisiön un intento. 3. fr. Cuidar con suma vigilancia de
algo, o pensar continuamente en ello (p. 2309).
183
abrir /abrirse camino Comenzar a conseguir abrirse camino Ir poco a poco proesperando <una
una cosa o a encontrar una soluciön adecuada persona o una cosa> (DSLE, p. 249).
(DIPELE, p. 187).
o cuando en una misma obra lexicogräfica se registra la unidad mäs de una vez, en
diferentes entradas y con diferencias de significado:
bicha mentar / nombrar la bicha Mencionar <una persona> ante otra persona una cosa que le
disgusta o molesta (DSLE, p. 192).
mentar mentar / nombrar la bicha Nombrar o recordar <una persona> una cosa que no se debe
nombrar o que se quiere olvidar porque trae mal recuerdo o mala suerte (DSLE, p. 1017).
En todos estos casos, queda patente que los corpora pueden ser un instrumento
eficiente, ütil y, muchas veces, un recurso imprescindible para el lexicögrafo.
Moon (1999:265) recuerda que las UF frecuentemente tienen un significado no
fijo, determinado contextualmente. Este hecho, aunque complique el propio traba-
jo cuando se parte de corpora, refuerza la necesidad de tener en cuenta en todo
momento el marco de uso real de este tipo de unidad.
se acab6 lo que se daba. expr. coloq. U. para dar por terminada una cuestiön
o situaci6n (DRAE, p. 17).
184
sencia de informaci6n sobre las demäs constantes230, incumplen la praxis lexico-
gräfica general y, a la vez, muestran que estas unidades no tienen el mismo esta-
tus, es decir, no reciben el mismo tratamiento, que las ULS. En este sentido, cabe
recordar aqui las palabras de Verstraten (1982:35), quien afirma que
230 Se hace referencia aqui al hecho de que, por lo general, en el articulo lexicogräfico de una UF
no figuran todos los elementos citados por Seco, es decir, el primer enunciado, como se verä
en el capitulo dedicado a la marcaciön lexicogräfica de estas unidades, es poco preciso. Si
bien la ausencia de informaciön etimolögica es bastante comprensible, considerando, por
ejemplo, que muchas unidades tienen un origen desconocido, parece menos aceptable la au-
sencia de datos sobre la vigencia de la unidad. Asi, una locuci6n como roer los zancajos apa-
rece identificada como "fr. coloq." (frase coloquial) en el DRAE (p. 2337), aunque en el CREA
no se registre ni una sola ocurrencia de esta unidad y en el [DAVIES/NEH] se registren dos ocu-
rrencias en textos del siglo xvi y una, en el siglo xvii. La ausencia de marcaciön en esta uni-
dad indica, quizäs, que no se aplican con rigor los criterios usados en las ULS: segtin el pr6lo-
go del DRAE (p. mouil-xxxiv), las acepciones documentadas en un periodo anterior a 1500
son marcadas con `anticuado' o `antiguo'; las posteriores a 1500, pero no a 1900, reciben la
marca `desusado', y las empleadas despuds de 1900, pero cuyo uso actual es dificil o imposi-
ble de documentar, son marcadas con `poco usado'.
231 Afirma Ilson (1987:71): "What makes definition special is that present the semantic informa-
tion in the form of a phrase that displays the syntactic information. As far as syntactic infor-
mation is concerned, the form of a dictionary definition is inseparable from its content".
185
frästico, se presentan otros elementos que informan de aspectos contextuales o
sintagmäticos: los elementos del contorno. Como se ha visto en el capitulo sobre
el lema de las UF, el tdrmino contorno ha sido aplicado originariamente a los ele-
mentos contextuales que se insertan en la definiciön lexicogräfica. Al contrario de
lo ocurre con los elementos del contorno que se insertan en el lema de las UF, el
contorno definicional puede aparecer tanto en las definiciones de ULS como de UF.
Pese a que esta präctica este relativamente mäs extendida, no por ello estä mäs
normalizada. Un simple anälisis de las definiciones de algunas LV en algunos dic-
cionarios revela una gran diversidad en los procedimientos adoptados para indicar
el contorno defmicional de las UF: se utiliza un formato distinto de letra (CLAVE),
o se emplean corchetes (DEA, DFDEA), abreviaturas (DFEM), llaves (DICLOCVER,
DICLOCADV), pardntesis en ängulo -normalmente para indicar el sujeto- (DSLE),
aunque otras veces el contorno no aparece destacado (DFEM, DICLOCVER, DICLO-
CADV, DRAE, DUE, GDLE y LDPL).
Hay que sefialar, asimismo, que estos procedimientos, por lo general, no se
aplican sistemäticamente dentro de una misma obra. Puede que no se registren los
elementos del contorno o que los principios adoptados varien, a la hora de regis-
trarlos. Por lo general, en el prölogo de las obras se ofrecen informaciones sobre
el tratamiento dispensado a esta parte de la descripciön lexicogräfica. En el CLAVE
(p. xxi), por ejemplo, se informa de que, con el fin de cumplir la ley de la sinoni-
mia232, en la definiciön de adjetivos y verbos se utiliza la förmula Referido a -
escrita en otro tipo de letra- para introducir los elementos del contorno. Estos ele-
mentos se consideran `pistas' que ayudan a precisar el significado del definido.
Para los adjetivos, se indica el tipo de sustantivo al que suelen acompariar, y, en el
caso de los verbos, se indican el sujeto o el complemento directo o el complemen-
to preposicional. El examen del tratamiento dado a las LV demuestra que este pro-
cedimiento no es sistemätico, como se ve en233
232 Uno de los problemas relacionados con la presencia de los elementos del contorno en el
enunciado definitorio es el hecho de que estos imposibilitan, en muchos casos, la aplicaciön
de la ley de la sinonimia, tal como apunta Hemändez Hemändez (1989:80).
233 Se han subrayado en las definiciones que siguen los elementos que pertenecen al contorno
defmicional.
186
pues se adoptan tres principios distintos, respectivamente: no ofrecer el contorno
definicional, ofrecerlo, segün lo anunciado en el prölogo, o hacerlo de modo dis-
tint0234.
La falta de informaciön sobre el contorno es bastante comün, por lo que
esta carencia estä presente, como se verä a lo largo de este apartado, en muchos
diccionarios. No obstante, no se suele explicar el motivo por el cual se deja de dar
esta informaciön. Este hecho puede interpretarse, pues, como falta de sistematici-
dad o puede considerarse como un ejemplo de contorno implicito235. En este sen-
tido, es preciso considerar las palabras de Porto Dapena (2002:317), las cuales,
aunque parecen tener como referencia las ULS, se aplican, asimismo, a las UF.
Afirma, pues, este autor que
"Aunque no se trata, desde luego, de una tarea fäcil, seria justo exigir a la
lexicografia teörica o metalexicografia que especificara y concretara en qui
casos se hace necesario explicitar el contorno y, por el contrario, en cuäles
dicha explicitaciön resultaria redundante y, por consiguiente, innecesaria.
Precisamente, debido a la inexistencia de unas normas al respecto, los diccio-
narios suelen pecar por lo general tanto por exceso, es decir, utilizando con-
tornos explicitos innecesarios, como por defecto, no especificändolos cuando
necesarios" (Porto Dapena, 2002:317).
Hasta donde hemos averiguado, no hay ningün estudio sobre el contorno defini-
cional de las UF. No obstante, a partir de la observaciön de la praxis lexicogräfica,
se advierten algunas tendencias relacionadas con la especificaciön o no del con-
torno. Asi, tomando en consideraciön las definiciones anteriores sacadas del CLA-
VE, se ve que el ultimo ejemplo parece indicar que existe una estrecha relaciön
entre la inserciön de los elementos del contorno en el lema y la explicitaciön del
contorno definicional: los pronombres insertados en la definiciön de poner
en/por/sobre las nubes (lo y ello) se refieren al elemento del contorno explicito en
el lema (algo). Por otra parte, el tipo de verbo incluido en el enunciado definito-
rio, es decir, las caracteristicas sintäctico-semänticas del definiens, parece influir
en la especificaciön de los elementos del contorno, como se verä a lo largo de este
apartado.
234 Hace falta sefialar, ademäs, que, en el caso de la ültima locucibn, poner algo {en/por/sobre}
las nubes, se da una incongruencia entre el elemento del contorno introducido en el lema, al-
go, y ei ejemplo presentado para la unidad: Cada vez que habla de ti,te pone por las nubes.
235 Segün Porto Dapena (2002:316), es posible hablar de contorno explicito, cuando los elemen-
tos estän expresamente indicados, y de contorno implicito, no expreso, aunque deducible de
la förmula defmidora.
187
En el prologo del DEA (p. xxi-xxii)236, a su vez, se aborda expresa y claramente el
tema del contorno definicional. Aqui tambiin se persigue como fin presentar el
contorno definicional respetando la ley de la sinonimia, por lo que se sigue un
modelo para indicarlo. De este modo, los elementos habituales del contorno se
diferencian claramente de la f6rmula definidora: se incluye entre corchetes el con-
torno definicional y se indica, entre patentesis y en cursiva, cuando es necesario,
la funciön que cada uno desempefia en el discurso (sujeto, complemento directo,
etc.). Se aclara, asimismo, que las informaciones sobre la funciön pueden omitir-
se, en el caso de que esta pueda deducirse a partir de la f6rmula definidora. No
obstante, tamblin en esta obra, se advierten ciertas incoherencias, en lo que se
refiere al tratamiento del contorno de las LV, como se ve en:
poner [a una pers. o cosa] por las nubes. Alabar[la] mucho (DEA, p. 3243).
236 En el DFDEA (p. xxv) se encuentra una breve referencia al tema del contomo, cuando se habla
del modo cömo este elemento se indica, pero no se ofrece una explicaciön detallada sobre e
ni se emplea el tdrmino en contra de como se procede en el DEA. Se advierten, de igual forma,
varias incoherencias en el tratamiento del contorno definicional.
237 Porto Dapena (2002:316) explica el contomo implicito validndose de un ejemplo como fiste,
pero aplicado a una ULS.
238 En la 2P edici6n del DRAE (este dato no se recoge en la ültima edici6n) se registra una acep-
ciön de este verbo como intransitivo, `cantar el alabado', usada en Mejico, pero en desuso en
la Peninsula.
188
En el DFEM no se hace referencia al tratamiento dispensado al contorno definicio-
nal. A partir de la consulta a la obra, no obstante, queda claro que este aspecto ha
sido considerado, aunque de modo irregular. Son ejemplos de ello:
poner por las nubes [alguien, algo/a alguien] Alabar mucho {a una persona
o una cosa} (DICLOCVER, p. 134).
189
por parte 1 [de algo/alguien] En lo que respecta a una persona o a una cosa
(DICLOCADV, p. 155).
239 Porto Dapena (2002:320-321) considera que un contomo es integrado y homogeneo cuando
la funciön sintäctica que desempefia en el definiens es la misma que cuando se construye con
el definiendum. Por su parte, habla de contomo integrado heterogeneo cuando la funciön sin-
täctica del elemento del contomo en el definiens no coincide con la que ejerce respecto del
definiendum.
190
es un ejemplo de contorno integrado homogdneo, pues los elementos del contorno
desempefian la misma funci6n, la de complemento de rdgimen, respecto del defi-
nido y de la definici6n. En cambio, la unidad
De acuerdo con el prölogo de esta obra (DRAE, p. L), estos procedimientos se justi-
fican de la siguiente forma: el contorno de las frases -que casi siempre correspon-
den a Lv-, cuando no ofrece posibilidades multiples, se expresa dentro del lema en
letra redonda, mientras que en la propia definici6n se delimitan otros complemen-
tos del predicado, como se observa en los ejemplos anteriores.
Dejando a un lado otras cuestiones sefialadas, como la relaci6n entre los
elementos del contorno del lema y los del contorno definicional o la falta de dis-
tinci6n de este ultimo, se encuentran en el DRAE ejemplos tanto del contorno inte-
240 Para otras informaciones sobre el DRAE, consültese Gonzälez Aguiar (2006), donde se anali-
zan, a la luz de la teoria lexicogräfica, los modelos de definici6n utilizados en el tratamiento
de las uF en esa obra.
191
grado como del contorno no integrado241. Un ejemplo del primero es la defmici6n
de la unidad
saltar a la cara 2. Dicho de una cosa: Ser cierta y evidente (DRAE, p. 443),
241 Para Porto Dapena (2002:312-313), el contorno integrado es el que aparece incluido en el
sintagma defmidor, mientras que el no integrado figura fuera de la definici6n propiamente di-
cha.
242 El cambio de procedimientos respecto a la ediciön anterior puede apreciarse en la definici6n
de la unidad de cuerpo entero: `Dicho de personas, cabal, completo' (DRAE, 21' ed. p. 620)
frente a 'Dich° de una persona: cabal, completa' (DRAE, 22a ed. p. 709).
192
DAR LA BATALLA Con «decidirse, estar dispuesto a» y verbos semejantes,
significa actuar claramente en contra de alguien para conseguir cierta cosa
(DUE, p. 358).
En esta obra, debido quizäs a la forma en que se definen las unidades, se demues-
tra muy claramente la estrecha relaci6n que los elementos del contorno insertados
en el lema de las UF mantienen con el contorno definicional, puesto que en un
gran nümero de definiciones dstos funcionan como complementos de las palabras
que forman parte del enunciado definitorio.
Cabe observar, asimismo, que en el DUE se diferencia claramente el trata-
miento dado a las ULS y a las UF: en la definiciön de los verbos transitivos su
complemento directo suele ir precedido por una flecha como se ve en
De acuerdo con el pr6logo del DSLE, se ha adoptado en esta obra "un sistema de
definiciön en los verbos y adjetivos que facilita notablemente la incorporaciön
activa de los tdrminos definidos al ldxico del usuario" (DSLE, p. v1). En el caso de
los verbos, este sistema se traduce en la identificaciön, en todas las definiciones,
de acuerdo con el pr6logo, del sujeto con un pardntesis en ängulo < > y de los
complementos con corchetes [ ]. Se explica, asimismo, que el "complemento di-
recto de persona lleva la preposiciön a dentro del corchete. Los otros complemen-
tos Ilevan las preposiciones fuera" (DSLE, p. El anälisis de las definiciones de
las Lv revela que, en muchos casos, tambidn se ha seguido este principio, como se
ve en
tapar la boca 1 Hacer callar <una persona> [a otra persona] con sobomos,
amenazas o con otros medios para que no diga algo comprometido (DSLE, p.
201).
193
No obstante, en muchos otros casos este principio se incumple. En la unidad ju-
rar (la) bandera, por ejemplo, el sujeto va indicado entre parentesis redondos y
no entre parentesis en ängulo:
jurar (la) bandera Jurar o prometer fidelidad al pais (los miembros del ej6r-
cito) (DSLE, p. 175).
Por otra parte, no siempre se sefialan los elementos que corresponden a los com-
plementos del verbo:
esperar / recibir con los brazos abiertos Esperar o recibir <una persona> a
otra persona afectuosamente (DSLE, p. 213).
Incluso en otras ocasiones, los elementos del contorno simplemente no son indi-
cados:
caersele el mundo encima Desmoralizar o abatir mucho una cosa a una per-
sona (DSLE, p. 1063).
irle la vida Ser una cosa muy importante para una persona (DSLE, p. 1648).
dar en el blanco ademäs del sentido literal, atinar o acertar en algo (GDLE, p.
245).
194
caer gordo uno a otra persona resultar alguien antipätico o desagradable a
otro (GDLE, p. 1004).
"El lexic6grafo estä obligado a deftnix mediante una secuencia que no pro-
duzca extraileza en el lector y esto es lo que le lleva a afiadir elementos (una
cosa, a uno) que completen un enunciado normal, aun a costa de obtener una
definici6n incorrecta por contener elementos ex6genos al significado que se
define" (Teso Martin, 1987:47).
195
Por otra parte, en su ya cläsico trabajo sobre los elementos del contorno en la de-
finiciön, Seco (1987:41) relaciona la distinciön de estos elementos mediante un
procedimiento formal con el hecho de que no siempre es posible diferenciarlos de
lo que es el contenido, esto es, la definiciön lexicogräfica propiamente dicha. A
este respecto, Porto Dapena (2002:322-323) opina que se trata de una soluciön
parcial al problema de la delimitaci6n del contorno, principalmente porque se
aplica ünicamente a la definiciön de los verbos transitivos.
Comoquiera que sea, estos autores coinciden en que es necesario estable-
cer im tratamiento sistemätico del contorno definicional. Quizäs las palabras de
Seco (1987:45), aunque referidas exclusivamente a la definici6n de los verbos,
resuman adecuadamente el pensamiento comün a cuantos trabajan en lexicografia:
Parece ser que en el caso de las UF, y sobre todo de las Lv, esa falta de coherencia
cobra mäs vigor, como se ha podido ver en los ejemplos citados, en los que, de
modo incomprensible, se deja de informar acerca del contorno o este no se distin-
gue de la definiciön de la unidad. En este caso, el punto de vista del usuario debe-
ria recibir una atenciön especial, dado que, al tratarse de unidades pluriverbales, el
proceso de descodificaci6n y codificaciön puede ser aün mäs complejo que el de
las ULS.
La falta de coherencia en el tratamiento del contorno puede conducir,
ademäs, a la confusiön en la descripciön del significado de estas unidades y, en
consecuencia, puede interferir en la distinciön de acepciones. Esto se da porque
cada acepciön de una determinada Lv puede corresponder a una estructura argu-
mental distinta, esto es, puede tener diferente combinatoria sintagmätica. Considd-
rense los siguientes ejemplos:
243
TRATAMIENTO ADECUADO TRATAMIENTO INADECUADO
hacer carrera Lograr una situaciän profesional hacer carrera Conseguir <una persona> un buen
o econömica satisfactoria 2 Prosperar [una cosa] puesto o posici6n acomodada.
3 [de o con, alguien] Lograr que toure la linea de
hacer carrera de Hacer <una persona> que otra
conducta debida (DFDEA, p. 255). aproveche los medios y educaciön que se le da (DSLE,
p. 274).
hacer papilla 1 [alguien, algol Destrozar, rom- hacer papilla; Dejar en muy malas condiciones
per {una cosa} 2 [algo/alguien, a alguien] Dejar fisicas o animicas (CLAVE, p. 1443).
maltrecha {a una persona} (DICLOCVER, p. 86).
243 La elecciön del DFDEA y del DICLOCVER como ejemplos de tratamiento adecuado radica en el
hecho de que en estas dos obras se tiene en cuenta el uso concreto de las UF y, por ello, se su-
ministra una descripciön mäs cuidada del contomo de estas unidades.
196
En el caso de la primera locuci6n, la descripciön suministrada por el DSLE es in-
completa ya que, por una parte, se omite una subacepciän de la unidad (`Prospe-
rar') y, por otra, en la segunda acepciön que se presenta, aunque se informa de la
combinatoria de la unidad (<una persona> que otra), no se dice nada en la defini-
ci6n acerca de las preposiciones que introducen el segundo elemento del contorno.
En el caso de la unidad hacer papilla, el problema reside en que el CLAVE ofrece
en una ünica definici6n dos acepciones claramente diferenciadas, asimismo, por
su contorno definicional, como se observa a partir del DICLOCVER. Con este tipo
de procedimiento, se ignora una idea ampliamente aceptada y demostrada con las
ULS y que tambidn se aplica a las UF, la de que
Queda clara, asi, la importancia del contorno definicional, ya que es necesario que
en la estructura del enunciado definitorio se demuestre la informaciön sintäctico-
semäntica pertinente y se refleje, siguiendo los pasos de la lingüistica te6rica, la
relaciön existente entre el lexico y la sintaxis, como bien recuerdan Azorin Fer-
nändez y Martinez Linares (1997:6). Tambidn en este sentido, Hanks (1988), en
un texto que trae a colaci6n nociones de importancia fundamental para la lexico-
grafia actual, hace referencia a los sujetos que activan ciertos significados del ver-
bo y a los complementos que suelen acompafiarlo y afirma que hechos de este
tipo, que han sido reconocidos explicitamente por los lingüistas, hace mäs de una
ddcada, necesitan hacerse explicitos en los diccionarios del futuro (Hanks,
1988:43-44).
244 De igual manera, Porto Dapena (2002:218) afirma que "la definici6n lexicogräfica de un
verbo (...) no corresponde a 61 en exclusiva, sino a toda una construcciön constituida por ese
verbo y sus actantes."
197
cado de las UF es abordado de modo funcional, por lo que se presentan, por una
parte, datos contextuales y situacionales (relaciones mäs relevantes, actitudes y
motivaciones de los hablantes, etc.), la valencia/actantes (por ejemplo, humano -
adulto/nifio, varön/mujer, jefe/subordinado, etc.) y la funciön de las unidades, y,
por otro lado, el significado en si. Estas dos partes se relacionan entre si, aunque
la primera es el marco general de la segunda. De ese modo, se indican tanto el
contexto, que figura entre pardntesis, como el significado Asimismo, informa el
autor de que se buscö "sefialar las potencialidades semänticas de algunos de los
empleos menos frecuentes de los idiomatismos, y [...] poner de relieve ciertos
rasgos pragmäticos, incluidos los aspectos valorativos" (üermäk, 1998:136). Se
usa un metalenguaje restringido y parcialmente formalizado en estas secciones.
Cada entrada contiene, asimismo, informaciön estilistica, que muestra en qud tipo
de texto suele aparecer la UF, y una ejemplificaciön, que expresa la informaciön
semäntica y funcional.
En el DFC, de acuerdo con Tristä Pdrez (1998b), se usan tipos variados de
definiciön: analiticas, por medio de lexemas sinönimos, o combinaciones de va-
rios tipos de definiciön, cuando la estructura semäntica de la UF es compleja. En la
definiciön de algunas UF, principalmente las que poseen estructura oracional, se
incluyen referencias a las caracteristicas contextuales y situacionales de la unidad.
En el DFEM, Varela y Kubarth (1998) informan de que han preferido las
definiciones parafrästicas, en lugar de las sinonimicas. En el caso de las locucio-
nes, por ejemplo, ademäs de una paräfrasis del significado se formula tambidn una
paräfrasis de la funciön sintäctica equivalente a la UF, de modo que la unidad y la
definiciön son intercambiables en el ejemplo que se da, como el caso de coser(se)
u.p. la boca: Tallarse p245: "Se cosi6 la boca y se meti6 en un rincön dispuesto a
no hablar con nadie" (DFEM, p. 26). En los casos de polisemia, se sigue este mis-
mo procedimiento, y las diferentes acepciones y ejemplos se indican en subgrupos
introducidos por A, B, C... En cuanto a las expresiones, se ha optado, muchas ve-
ces, por presentar una descripciön, entre corchetes, de la unidad, como en ibueno
estä (ya)! lExpresiön con que se invita a dejar un tema o abandonar una ac-
ci6n]' (DFEM, p. 31).
Finalmente, hay que recordar que en los DB no se suele incluir la defini-
ciön de las unidades ldxicas recogidas, puesto que se argumenta que los equiva-
lentes la reemplazan. Segün Roberts (1996:194), hay una tendencia a incluir, cada
vez mäs, informaciones semänticas en los DB, aunque esto no se haga siempre con
las unidades pluriverbales. Roberts considera que las definiciones de las UF me-
diante palabras simples es una adici6n eventual deseable en los DB, pero que es
mäs importante incluir un gran nümero de UF, acompafiadas de sus equivalentes,
y, principalmente, dar ejemplos de uso. No cabe duda de que la definiciön de de-
245 Parad6jicamente, esa definiciön es sinonimica, pues se hace a travds del sinönimo ldxico de la
locuci6n.
198
terminadas uL, como las UF, por ejemplo, en un DB es realmente imprescindible,
aunque ello supone introducir cambios en el formato de este tipo de diccionario.
La visiön tradicional que pone a un lado la nociön de definiciön y al otro el DB
estä relacionada mucho mäs con una cuestiön de ahorro de espacio que fundamen-
tada en razones teöricas.
199
Capitulo 6 — La marcaciön lexicogräfica de las unidades fraseolö-
gicas
1. Introducciön
246 En lo que se refiere a la marcaciön, se podria hablar, asimismo, de una concepciön mäs am-
plia aün, en la que tendrian cabida las demäs informaciones que pueden constituir el llamado
primer enunciado (como las indicaciones ortogräficas y etimolögicas), las cuales, de alguna
forma, acotan una ul, es decir, la caracterizan frente a otras ul.
247 Segün Porto Dapena (2002:250), ha sido Fajardo Aguirre quien, muy recientemente, ha defi-
nido los conceptos de marca y marcaciön en la lexicografia espatiola. Para este autor la mar-
caciön es "el recurso o procedimiento que se utiliza en el diccionario para setialar la particula-
ridad de uso, de caräcter no regular, que distingue a determinados elementos lexicos", mien-
tras que las marcas "son las informaciones concretas sobre los muy diversos tipos de particu-
laridades que restringen o condicionan el uso de las unidades lexicas" (Fajardo Aguirre,
1996-1997:31-32).
248 Fajardo Aguirre (1996-1997:49) excluye de su concepto de marcaciön precisamente todo lo
que aparece de forma regular y constante en los articulos del diccionario. Prefiere hablar,
pues, de indicaciön gramatical en lugar de marca. La indicaciön gramatical forma parte de lo
que Ilama indicaciones complementarias, las cuales "comprenden un conjunto de informacio-
nes que aparecen en el articulo lexicogräfico con distintos grados de formalizaciön, pero que
no se refieren directamente a la marcaciön lingüistica de la unidad lixica" (Fajardo Aguirre,
1996-1997:32).
201
La marcaciön lexicogräfica se reviste de dificultades tanto desde el punto de vista
de su aplicaciön como desde la descripciön de la präctica llevada a cabo en los
diccionarios. En lo que se refiere al primer punto, la aplicaciön de las marcas, se
puede decir que es en esta parte del trabajo lexicogräfico donde, quizäs, mäs se
evidencia la dependencia de la lexicograffa respecto de otras disciplinas. Como se
deduce de la afirmaci6n de Hartmann (2001:34), al abordar la relaciön entre Lexi-
cograffa y Lingüfstica Aplicada, la marcaciön viene a incluirse entre los proble-
mas lexicogräficos que dependen de soluciones interdisciplinarias,
249 Una clara muestra de las dificultades que comporta el anälisis de la variaciön diasträtica y
diafäsica, desde la perspectiva de la lingüistica te6rica, se obtiene de la consulta de algunos
trabajos de Casas G6mez, especialmente Casas Gomez (1993, 1997 y, sobre todo, 2004)
250 Sobre este asunto, vdase tambidn Ettinger (1982b:380-388).
251 Hay que sefialar que, para este autor, la abundancia de marcas diat6picas en la lexicografia
espatiola es una consecuencia de la importancia que el diccionario acaddmico ha concedido
siempre a la diversidad ldxica hispänica.
202
Dapena, 2000:262, Iriarte Sanromän, 2001:321). Sobre ello ha escrito Garriga
Escribano (1994-1995:114), refiri6ndose a la aplicaciön de las marcas de uso252:
"Todas las acepciones del lema principal y de las formas complejas llevan,
explicita o implicita, una marca gramatical determinada. Si ademäs de ella
aparecen otras, su colocaci6n es como sigue:
• Aparecen primero las marcas correspondientes a la intenciön del
hablante o a su valoraciön con respecto al mensaje.
• Despues de ellas, el resto de las marcas, ordenadas, (...). Aparecerän
primero las marcas de nivel de uso o registro de habla; le seguirän las co-
rrespondientes a los distintos saberes y actividades; vendrän a continuaciön
las marcas geogräficas; figurarän, por ultimo, las cronolögicas" (DRAE, p.
)(um).
Aunque no existe una regla general para la ordenaciön de las marcas, no se suelen
aclarar los procedimientos seguidos a este respecto en el pr6logo de los dicciona-
rios. Tampoco se dan informaciones sobre otro aspecto problemätico de la marca-
ciön lexicogräfica, el que se refiere al alcance que tiene cada marca. Seria necesa-
252 Con este termino, el autor se refiere, de hecho, a las llamadas marcas connotativas, ya que
estudia la marca despectivo en el DRAE. Creo que la denominaciän marcas de uso tiene un
ämbito de aplicaciön mucho mäs amplio, por cuanto el tdrmino uso comprende no solo la
connotaciön o valoraciön que el hablante le confiere a una UL, sino tambi6n su vigencia tem-
poral, su pertenencia a registros o estilos, etc.
203
rio indicar correctamente la relaci6n existente entre la marca y los demäs elemen-
tos que componen el articulo, dado que, de acuerdo con Fajardo Aguirre (1996-
1997:34-35), 6sta puede referirse ünicamente al lema, como en
abrir el ojo o abrir los ojos 1 COLOQUIAL. Darse cuenta <una persona> de
las cosas tal como son, para sacar provecho y evitar ser engafiada (...) 2 CO-
LOQUIAL. Desengaliar <una persona> a otra persona (...) 3 Descubrir <una
persona> a otra persona una cosa que desconocia (...). (DSLE, p. 1107).
En este sentido, Svens&I (1993:182) advierte que la posiciön de las marcas es algo
importante y que debe ser cuidadosamente elegida. De acuerdo con 61, cuanto mäs
al principio est6 situada la marca mayor alcance tendrä. En el pr6logo del DEA, por
ejemplo, uno de los pocos diccionarios que hace referencia a este tema, se informa
de que cuando la marca indica una informaci6n de "validez general para todo el
articulo, o para todo un grupo de acepciones, encabeza el articulo o el grupo ente-
ros" (DEA, p.
El segundo punto mencionado mäs arriba, el de la descripciön del trata-
miento dispensado a la marcaci6n lexicogräfica en los diccionarios, tambi&I estä
plagado de dificultades. Esta descripciön se ve estorbada por la propia imprecisi6n
que caracteriza la präctica lexicogräfica. Asi, los factores apuntados por Garriga
Escribano (1994-1995) en la cita anterior: el predominio de la subjetividad, la
falta de explicaciones claras respecto de los parämetros usados o de la terminolo-
gia empleada, son algunos responsables del oscurantismo que caracteriza a la
marcaci6n. Asi, segün Fajardo Aguirre (1997-1997:43), una marca tan comün
como fam. no aparece definida en toda la lexicografia espatiola. Por otra parte, de
acuerdo con investigaciones realizadas por Rivero Ortiz y Millän Moral
(2001:231), parece no existir una normativa para el establecimiento de abreviatu-
ras. Con respecto a este tema, llaman la atenciön algunas cuestiones. Quizäs lo
primero que hay que sefialar es el hecho de que, en la mayoria de los casos, no se
suelen explicar las abreviaturas que aparecen en los diccionarios. Es decir, los
autores de las obras lexicogräficas se limitan a presentar, en la tabla o lista de
abreviaturas, la abreviatura y la forma sin abreviar a la que representa, pero, en
raras ocasiones, aclaran su significado. En este sentido, Fajardo Aguirre (1996-
1997:43) opina que el valor que cada diccionario atribuye a cada marca debe ser
204
definido claramente y no sölo figurar registrado, sin ninguna explicaci6n, bajo una
abreviatura253.
En segundo lugar, es menester resaltar el hecho de que muchas de las
abreviaturas recogidas en los diccionarios se registran en diferentes tipos de letras
(versalitas, cursiva, negrita o normal), pero en ningün caso se explica el significa-
do de esta alternancia. Un examen atento puede incluso demostrar cierta coheren-
cia en dicha alternancia: en el DSLE, por ejemplo, parece ser que las abreviaturas
en cursiva se aplican a las marcas gramaticales, mientras que las que estän en ver-
salitas se refieren a las marcas t6cnicas y diatöpicas. Esta deducciön, no obstante,
s6lo es aplicable a este diccionario, puesto que en otras obras, como el CLAVE o el
GDLE, se procede de modo distinto.
En tercer lugar, es preciso subrayar un aspecto que demuestra la precarie-
dad de la marcaci6n lexicogräfica de las UF: las abreviaturas que se aplican a las
ULS suelen ser mucho mäs especificas y pormenorizadas que las que se asignan a
las unidades pluriverbales. Se presentan en la lista de abreviaturas del DSLE, por
ejemplo, 31 abreviaturas que se aplican exclusivamente a la clase de palabra ad-
verbio, mientras que s6lo 3 se refieren estrictamente a las UF.
Por ultimo, es necesario mencionar la preponderancia que tiene, en mu-
chos diccionarios, la marca locuci6n adverbial y su abreviatura. En la lista de
abreviaturas del GDLE (p. xiv), por ejemplo, sölo se identifican dos abreviaturas
que se aplican a las UF: LOC ADV, que se usa para marcar a las locuciones adver-
biales, aunque no de modo exhaustivo -pocas locuciones de este tipo figuran iden-
tificadas-, y LOC, que se usa en forma de marbete y se aplica a las demäs locucio-
nes.
De esta manera, la ingente cantidad de expresiones y abreviaturas, y la casi
total falta de aclaraciones, conduce a un estado ca6tico que entorpece enormemen-
te una aproximaci6n al sistema de marcaciän usado en una obra o a la compara-
ciön entre diferentes sistemas254. En este contexto, hay que tener en cuenta las
observaciones que hace Bejoint (2000:206-208), cuando trata las convenciones
textuales del diccionario. Afirma este autor que muchas de estas convenciones
aparecieron en el siglo xviii, ya que antes el estilo de los diccionarios era mäs
253 Cabe destaca aqui la postura pionera adoptada en el DFDEA al ofrecer un "Glosario de t&mi-
nos lingüisticos utilizados" (p. xxix), en el que se explican, entre otras cosas, las abreviaturas
usadas en la obra.
254 Parece ser que la situaciön no cambia mucho respecto a la lexicografia del portuguis, consi-
derando los resultados del estudio realizado por Strehler (1998). Segän este autor, no es fäcil
analizar la aplicaci6n de ciertas marcas de uso (temporales, espaciales, sociales, t&nicas y de
frecuencia) en diversos diccionarios del portugu6s debido a la falta de explicaciones sobre las
abreviaturas usadas, la ausencia de informaciones en el prologo o la falta de correspondencia
entre los diversos tipos de marcas empleados en los diferentes diccionarios.
205
discursivo, mäs libre255. En la lexicograffa espatiola, el diccionario de Covarrubias
es un buen ejemplo de ello256:
Escuro como boca de lobo; esta manera de hablar es muy usada, y puddese
entender en este sentido, que el lobo tiene la color pardilla escura, y la parte
del hozico mäs negra que aun lo demäs del cuerpo, o dizesse assi porque el
lobo no se descubre, si no es en la escuridad (...) (Tesoro, p. 222).
Segün Bejoint, a partir del siglo xviii, no obstante, se impuso una especie de for-
malismo, al parecer indisociable de la idea de una lexicografia seria. Comenta este
autor que el tiempo puede haber contribuido a la estandarizaci6n de las referidas
convenciones y que la proliferaciön de nuevos diccionarios con nuevas conven-
ciones es un factor que complica el acceso a estas obras. Este autor llama la aten-
ciön sobre la urgente necesidad de que, basändose en las recientes investigaciones
lingüisticas y psicolingüisticas, estas convenciones sean reevaluadas258.
Considerando lo expuesto, es posible afirmar que la larga tradici6n de atri-
buir marcas a las UL no ha sido respaldada por s6lidas bases teöricas. De hecho, la
marcaci6n lexicogräfica es uno de los temas menos estudiados en la lexicografla
(Fajardo Aguirre, 1996-1997). Ha habido, no obstante, intentos de normalizar esa
präctica, asi como de reflexionar sobre su concepto y aplicaciön. En la lexicogra-
fla hispänica, por ejemplo, el trabajo de Casares, ya en los afios 50, da fe de ello.
Asimismo, muchos estudiosos han colaborado con estudios especificos, enfocados
a aspectos diversos, como la marcaciön tecnica (Fajardo Aguirre, 1994), las mar-
cas de uso despectivo (Garriga Escribano, 1994-1995), la marca de transiciön se-
255 El estudio de Martinez Montoro (2002) sobre la fraseologia en los diccionarios del espatiol
anteriores al siglo xx refleja esta realidad.
256 Se ha destacado en cada ejemplo la marcaci6n de transiciön semäntica y de frecuencia, res-
pectivamente.
257 Compärese este ejemplo con los sacados del diccionario acaddmico de 1726 y de 1780, res-
pectivamente: Oler mal la boca, ü heder la boca ä alguna perfona. Fuera del fentido recto, fe
entiende metaphoricamente de las mugeres que fon mui pedigüefias' (DA, 1726, p. 682, ver-
siön electrönica) y OLER MAL LA BOCA, Ö HEDER LA BOCA Ä ALGUNA PERSONA. f. met. y fam.
de que se usa para denotar que alguna persona es pedigüefia.' (DRAE, 1991[1780], p. 148) (el
subrayado es nuestro) El cambio en el discurso lexicogräfico, con la utilizaciön de las abre-
viaturas, queda bastante claro mediante la simple comparaciön de estos articulos.
258 A este respecto, son muy esclarecedoras tambidn las palabras de Stein (citado por Bdjoint,
2000:206): "In our days the presentation of lexicographical information has become rather
conventionalized and one often wonders whether lexicographers are not just following suit
without asking themselves what these conventions stand for... And the question that has been
neglected but that is central to lexicography is whether there are any intrinsic interdependen-
cies between the linguistic data given and the methods used to present them".
206
mäntica figurado (Hoyos, 1999-2000 y Gonzälez Perez, 2000-2001), entre otros.
Desgraciadamente, los resultados obtenidos a partir de estas investigaciones, o las
sugerencias elaboradas, no se han aplicado de modo sistemätico, tal vez porque la
mayor parte de esas investigaciones son bastante recientes. El resultado final es
que todos los trabajos que abordan el tema de la marcaci6n lexicogräfica se hacen
eco de la falta de sistematicidad e, incluso, de la incoherencia que caracterizan
esta parte del trabajo lexicogräfico.
Ahora bien, todas estas cuestiones han sido enfocadas fundamentalmente respecto
de las ULS. Como ocurre con otros aspectos lexicogräficos, desde la lexicografla
teärica no se ha prestado atenciön a la marcaciön exclusiva de las UF. En conse-
cuencia, cabe pensar que la situaciön respecto a la asignaci6n de marcas a este
tipo de unidad es mL desalentadora aün que en el caso de las ULS, debido al re-
traso en los estudios sobre sus diversos aspectos lingüisticos, por una parte, y a la
propia diversidad tipol6gica y estructural de estas unidades pluriverbales, por otra.
Por ello, la atribuciön de cualquier tipo de marca, ya sea diacränica, diat6pica,
diafäsica, etc., puede revestirse de una dificultad aün mayor. Algunos estudios
descriptivos, como los de Gates (1988), Martinez Marin (1996), Santamaria Perez
(1998 y 2000b), Castillo Carballo (2000 y 2001b), Deniz Hernändez (2000), Ruiz
Gurillo (2000 y 2001) y Hanks (2001), realizados desde la fraseografia, han refle-
jado esta situaciön. Ademäs, hay un hecho que es muy relevante en la fraseologia
y en la fraseografia espaiiolas: considerando su estado actual, se puede decir que
el tema de la marcaciön se relaciona sobre todo con las locuciones, ya que este
tipo de unidad es el que se encuentra mejor representado en los diccionarios y es
uno de los que mäs atenciön ha recibido.
Asimismo, es necesario destacar que la marcaci6n lexicogräfica de estas
unidades es de gran importancia para una correcta descripciön de su significado,
debido al hecho de que los diversos tipos de marcas que se asignan a las locucio-
nes corresponden, a grandes rasgos, con los tipos de connotaci6n que estas presen-
tan. Es decir, proporcionan informaciön sobre su significado connotativo259. Asi,
determinadas locuciones presentan, por ejemplo, connotaciones geogräficas, por-
que son caracteristicas de una variedad dialectal, connotaciones sociales, porque
caracterizan un grupo social especifico, o connotaciones expresivas, porque refle-
jan la actitud o la valoraciön del hablante en la comunicaci6n, y para cada una de
estas connotaciones se deberia atribuir una marca especifica en los diccionarios.
259 Se sigue aqui a Corpas Pastor (1996a:119-131), quien divide el significado de las locuciones
en significado denotativo, que puede ser literal o idiomätico, y significado connotativo. Asi,
en una adecuada descripci6n semäntica de estas unidades se deben tener en cuenta estos dos
tipos de significados.
207
Pese a la ausencia de reflexiones te6ricas, en los diccionarios, tradicionalmente, se
han recogido las UF acompariadas de una serie de expresiones o abreviaturas. En
un primer momento, como es de esperar, sölo aparecen identificadas las paremias.
Segün Martinez Montoro (2002), en el Tesoro de Covarrubias solamente algunos
de los proverbios y de las sentencias aparecen marcados, pero, paulatinamente,
otras clases de UF pasan a ser consideradas (el DA identifica dos tipos mäs, las
frases y modos de hablar o modos de decir, y el Diccionario de Salvä y el
DRAE84 recogen cinco tipos: frases, locuciones, modos, expresiones y refranes).
De acuerdo con Martinez Alcalde (2002:138), en el Diccionario de Terreros se
utilizan denominaciones como frase, frase adverbial, locuciön, modo de hablar,
modo particular de hablar, modo adverbial, modo adverbial de hablar, adverbio
o especie de adverbio, relativas a las colocaciones, locuciones y f6rmulas rutina-
rias, y refrän, especie de refrän o adagio, para las paremias260. Muchas veces,
estas expresiones figuran acompariadas de marcas de uso diversas, debido al
hecho de que las UF, como unidades ldxicas que son, estän sujetas a la variaciön
lingüistica, y estas marcas son, segün Strehler (1998:169), la herramienta mäs
usada para dar cuenta de este tipo de variaciön en los diccionarios. El rastreo en
algunas obras actuales permite averiguar cuäles y qud tipos de marcas se han atri-
buido a las UF. En este examen, lo primero que destaca es el hecho de que präcti-
camente todas las marcas asignadas a las ULS se han aplicado, asimismo, a las UF.
Cabe hacer, no obstante, una serie de matizaciones. Parece ser que la atri-
buciön de las marcas es mäs desigual en el caso de las uF: el criterio de elecciön
del tipo de marca (gramatical, diasistemätica, de transiciön semäntica, etc.) que se
va a atribuir o el modo en que se va a presentar esta marca puede cambiar drästi-
camente de un diccionario a otro, sin que se encuentre una explicaciön plausible
para este hecho. Evidentemente, el tipo de diccionario, general o fraseolögico,
puede influir en la marcaciön, por cuanto se observa que este ultimo tipo tiende a
ser mäs discursivo y a ofrecer mäs explicaciones, en lugar de emplear ünicamente
expresiones o abreviaturas. Es preciso insistir, no obstante, en el hecho de que la
marcaciön de las UF parece hacerse mäs de acuerdo con la libre elecciön del autor
del diccionario, que decide qud marcas quiere presentar, que en funci6n de los
rasgos lingüisticos de la UF descrita. En este sentido, parece haber una tendencia a
marcar el nivel del uso de las UF en detrimento de otras marcaciones, aunque, co-
mo setiala Santamaria Pdrez (2000b:564), no se sigue un criterio ünico en la indi-
caciön de este nivel. De acuerdo con esta autora, para un gran nümero de obras
estas unidades son siempre caracteristicas del nivel coloquial o familiar261. En ese
260 En Martinez Alcalde (2002) y Martinez Montoro (2002) se explican las denominaciones
encontradas en estos diccionarios.
261 Hay que llamar la atenciön, sin embargo, sobre el hecho de que, aunque muchas de las UF
registradas en los diccionarios reciban la marca coloquial, o equivalente, algunos autores ob-
208
caso, el usuario del diccionario resulta per,judicado, dado que, en algunas ocasio-
nes, se omiten informaciones importantes262.
A continuaciön, se examina el tratamiento dispensado a la marcaci6n lexi-
cogräfica de las UF, considerando la siguiente tipologia de marcas: gramatical,
diasistemätica (diacrönica y de frecuencia, diatöpica, diasträtica y diafäsica), tdc-
nica, connotativa, de transiciön semäntica y normativa263.
darle algo a alguien (inf.) [Generalmente usado con futuro perifrästico] pa-
decer un ataque (cardiaco, de nervios, etc.) (DFEM, p. 81).
servan el escaso uso de unidades empleadas en la lengua hablada o coloquial (vdase, por
ejemplo, Garcia Benito, 2000:407 y Penadds Martinez, 2004a).
262 Una prueba de la estrecha relaciön entre los usuarios de la obra lexicogräfica y ei empleo de
las diversas marcas puede verse en la präctica Ilevada a cabo en algunas obras, en las que se
utilizan nuevos tipos de marcaciön con el fin de atender a las necesidades de sus usuarios. Es-
te es el caso del DICLOCVER y el DICLOCADV, donde las unidades registradas reciben, ademäs
de otras, las marcas (i), (a) y (s), que corresponden a la indicaci6n del nivel en el que la uni-
dad podria figurar en el proceso de ensetianza de E/LE: intermedio, avanzado y superior, res-
pectivamente. Ademäs, desde la teoria, opiniones como la de Bdjoint (2000:134), quien rei-
vindica el empleo de una marca para "uso sexualmente discriminatorio", tambidn son una
prueba de esa relaciön.
263 Esta tipologia ha sido establecida, principalmente, a partir de las clasificaciones propuestas
por Porto Dapena (2002:251-265) y por Fajardo Aguirre (1996-1997:31-57). No obstante, ca-
da marca tiene un valor muy relativo. Como explica Fajardo Aguirre (1996-1997:34): "los
limites entre unos y otros microsistemas de marcaci6n no siempre son claros y las interferen-
cias entre ellos son frecuentes, ej. la marca administrativo puede considerarse, segün el punto
de vista, como marca de tipo de texto, como marca tdcnica o como marca de estilo. Ademäs,
las marcas del nivel de uso, de correcciön y de estilo suelen implicarse mutuamente, de mane-
ra que lo vulgar se identifica con lo incorrecto, lo popular con lo coloquial, lo coloquial con
lo familiar, etc.". Asi, una clasificaciön como la que se presenta aqui debe ser considerada,
ante todo, como no excluyente, pues un mismo tipo de marca puede encajar en mäs de una ca-
tegoria.
264 Se ha subrayado en todos los ejemplos citados la marcaciön a la que se hace referencia.
209
hurtadillas Se emplea exclusivamente en la LOC adv a hurtadillas, oculta y
disimuladamente (GDLE, p. 1081).
265 Si bien es necesario reconocer toda la problemätica relacionada con la marcaci6n gramatical
de las UF, tampoco se da prioridad a los tipos de marcaci6n sefialados por Ruiz Gurillo. Qui-
zäs haya menos irregularidad con referencia, por ejemplo, a las abreviaturas de las marcas
diatöpicas y diatdcnicas, pero, de modo general, tanto dstas como las marcas gramaticales y
las diafäsicas carecen de un adecuado tratamiento lexicogräfico.
266 En algunas obras, como el DEA, se utilizan recursos distintos. Como se ha visto en el capitulo
que trata la ordenaci6n de las UF en los diccionarios generales, en esta obra, una locuci6n apa-
rece recogida sin ningün tipo de marca cuando tiene la misma categoria gramatical que la en-
trada bajo la cual estä registrada. Por el contrario, si la locuci6n, respecto a la entrada bajo la
cual estä registrada, representa una categoria gramatical diferente figura con la marca corres-
pondiente (loc adj, loc n, loc v, etc.).
267 Es necesario serialar que, bajo un marbete especifico como "loc. ", se pueden encontrar UF de
diversa indole y no solo locuciones.
268 En el DRAE se aplica conjuntamente la marcaciön gramatical individual y la tipogräfica, que
separa las UF del resto del articulo. Tal como se ve en el trabajo de Bargallö Escrivä et al.
(1999), la marcaci6n tipogräfica puede entenderse como un recurso usado para la identifica-
ci6n del apartado donde se ubican las UF.
210
hecho de que estas unidades se definen de tal modo que pueden identificarse co-
mo verbos, sustantivos, adverbios, etc. En efecto, en algunas obras se justifica
dicha ausencia mediante estos argumentos. En el CLAVE, por ejemplo, no se indica
la clase gramatical de las locuciones "porque ya en la propia definici6n se ve si
estän defmidas como verbos, sustantivos, adjetivos, etc." (CLAVE, xx). Con todo,
se podria decir que, muchas veces, aunque no se detecte una marcaci6n gramatical
explicita, se puede hablar de una marcaciön gramatical implicita. Esto se da en
todos los diccionarios cuyos articulos se ordenan siguiendo una jerarquia de clases
de palabras, como por ejemplo: adjetivo, sustantivo, adverbio, verbo, etc. Asi,
aunque en el DFEM no se suministren marcas gramaticales explicitas, se concluye,
a partir de lo afirmado en su prölogo, que en los articulos se registran primero las
locuciones nominales, despuds las adjetivas y las adverbiales, seguidas de las ver-
bales y de las conjuntivas, y, fmalmente, las expresiones269.
Como quiera que sea, son muchas las voces que reclaman una adecuada
marcaci6n gramatical de las UF, fundamentalmente locuciones y colocaciones.
Penadds Martinez (en prensa a), por ejemplo, afirma que la descripci6n lexicogrä-
fica de las locuciones, como de cualquier unidad ldxica, debe incluir informaciön
gramatical. Asi, de acuerdo con la autora, los diccionarios deberian dar, como
minimo, informaciones sobre su clasificaciön, el contorno y su rdgimen preposi-
cional. Ruiz Gurillo (2000:268-269), por ejemplo, llega a recomendar una serie de
abreviaturas, como coloc. nom., loc. nom., coloc. verb., loc. verb., loc. adj., loc.
adv., loc. prep., loc. conj. y förm., a fin de normalizar dicha marcaciön gramatical.
Si se tienen en cuenta las locuciones, por ejemplo, se observa que el origen de las
dificultades relacionadas con su marcaciön gramatical se remonta a un pasado
lejano. Empieza con el arraigado problema de la diversificaciön en la terminologia
que se aplica a la clasificaciön y caracterizaciön de las UF, diversificaci6n que se
registra desde los diccionarios (Martinez Alcalde, 2002 y Martinez Montoro,
2002) y las gramäticas (Montoro del Arco, 2002) anteriores al siglo xx hasta la
actualidad (Montoro del Arco, 2006)270. Esta diversidad terminolögica puede ob-
servarse aün hoy, por ejemplo, en la ültima ediciön del DRAE, en la que se pueden
encontrar innumerables LV marcadas comofrase (fr.): poner el dedo en la Ilaga,
abrir la mano, frotarse las manos, entre otras; förmulas marcadas como expre-
siön (exprs.): que mosca te ha, o le habrä, picado a alguien, quiera Dios, venga
Dios y vealo, etc., y locuciones nominales, como buena mano, con el significado
269 Es necesario decir que el DFEM y el DFDEA estän entre los pocos diccionarios en los que se
definen, en el pr6logo, las UF incluidas.
270 Las palabras de Salvä (1988[1830]:88, citado por Montoro del Arco, 2002:941) reflejan muy
bien la situaciön de la fraseologia en la tradici6n gramatical, en el siglo "el otro defecto
que se echa de ver en todas las gramäticas puramente castellanas es lo poco que se detienen
sus autores en desentrafiar las frases usuales, de que debieran hacer una exacta anatomia, para
seitalar a cada una de sus partes el sitio que reclaman el uso y el oido delicado de los que
hablan bien la lengua".
211
de acierto' (DRAE, p. 1439), consideradas, segün el prölogo de la obra, como
"combinaciones estables de un elemento sustantivo con otras palabras que, con
respecto a 61, desempefian una funci6n adjetiva" (DRAE, p. xL)271. Ademäs, alguna
vez se aplica el tdrmino locuciön a una UL que no lo es. Esto ocurre, por ejemplo,
en el DSLE. Como se ha serialado anteriormente, en el prölogo de esta obra (DSLE,
p. se denominan locuciones de acepciön unidades que podrian considerarse
como sintagmas compuestos: guardia urbano, pase de modelos o instrucciones de
uso. Sobre esto, ha escrito Castillo Carballo (200lb:407):
"Es evidente que existe una gran diversidad terminolögica para nombrar a las
unidades fraseolögicas, y si esto fuera en honor de la precisi6n y la exhausti-
vidad seria ciertamente encomiable, pero esta proliferaciön de marcas solo
conducen [sic] a la confusi6n, porque como puede concebirse que una locu-
ciön conjuntiva, unas veces, sea solo esto y, otras, sea, por ejemplo, una lo-
cuciön conjuntiva comparativa, consecutiva, causal o concesiva; y que, ade-
mäs, en otros casos, se prescinda de la denominaciön de conjuntiva para refe-
rirse a los mismos matices" (Castillo Carballo, 200lb:407)272.
271 Es importante sefialar que en el pr6logo del DRAE no se explica el significado de los t6rminos
frase, locuciön o expresidn. Se facilita, ünicamente, un ejemplo de cada uno de ello: subirse
por las paredes, para frase, fuera de combate, para locucidn, y a la vuelta lo venden tinto,
para expresiön. Cabe resaltar, ademäs, que el t6rmino locuciön se aplica a los siguientes tipos
de unidades: adverbiales (por barba), adjetivas (de armas tomar), conjuntivas (si bien), in-
terjectivas (vaya por Dios), prepositivas (con arreglo a), pronominales (ni gota), sustantiva-
das o sustantivas (el no va mäs y el mäs allä), y latinas (in memöriam).
272 Es necesario decir que Castillo Carballo hace estas afirmaciones basändose, fundamentalmen-
te, en el sistema de marcaciön del DRAE (dice haber consultado las ediciones de 1992 y 1995,
version electrönica) y del Diccionario general de la lengua espariola (1997), de Vox, aunque,
en su trabajo sobre la fijaci6n sintagmätica en el diccionario, tambi6n toma en consideraci6n
otras obras. Cabe resaltar, no obstante, que, teniendo en cuenta los cambios realizados en la
ültima ediciön del diccionario de la RAE, quizäs fuera necesario llevar a cabo una nueva revi-
si6n de su sistema de marcaciön. Una somera aproximaciön demuestra que muchas unidades
que se clasificaban, por ejemplo, como locucidn conjuntiva adversativa figuran ahora sim-
plemente como locucidn conjuntiva. Este es el caso, por ejemplo, de la unidad ahora bien.
Sin embargo, se encuentran tambien unidades cuya clasificaciön no ha sido cambiada. Asi,
aun cuando figura como locucidn conjuntiva adversativa en las dos ültimas ediciones. Por
otra parte, se encuentran, asimismo, unidades que han recibido una nueva marca gramatical:
la unidad por consiguiente, o por el consiguiente pas6 de locucidn conjuntiva ilativa a locu-
cidn adverbial. Habria que evaluar, pues, si todas las modificaciones realizadas han contri-
buido o no a simplificar y uniformizar el sistema de marcaciön.
212
ejemplo, la unidad como el rosario de la aurora, que se clasifica como locuciön
adverbial en el DEA (p. 3981), mientras que en el DSLE figura como Lv (acabar
como el rosario de la aurora, DSLE, p. 13). Por otra parte, se pueden encontrar,
en una misma obra, unidades aparentemente similares clasificadas de modo distin-
to. Asi, en el DEA, la unidad todo cristo (`Todo el mundo', DEA, p. 1321) se con-
sidera locuciön nominal, mientras que todo dios (`Todo el mundo', DEA, p. 1618)
recibe la marca loc pr (locuciön pronominal)273. En conclusiön, en la asignaciän
de marcas gramaticales a las locuciones parece predominar una falta de homoge-
neidad, ya sea debido a la profusiön de terminos usados, ya sea por la propia difi-
cultad que presenta su clasificaciön gramatical274. Por ultimo, es necesario decir
que la incoherencia que caracteriza la marcaciön gramatical, y que se extiende,
como se verä miss adelante, a otros tipos de marcaciön, puede tener una influencia
bastante negativa en los usuarios: resulta molesto intentar entender el sistema de
marcaciön empleado en una obra, y aün miss si no se suele disponer de informa-
ciones que lo aclaren. Es menester, no obstante, hacer una observaciön: no todos
los autores estän de acuerdo respecto a la utilidad de las marcas gramaticales. En
este sentido, la postura de Iriarte Sanromän (2001), aunque referida ünicamente a
los DB, es bastante representativa. Este autor resalta el caräcter tradicional que
condiciona la presentaciön de la informaciön gramatical y piensa que las categori-
zaciones gramaticales pueden ser de poca utilidad para el usuario, ya que muchos
no conocen la terminologia usada. Considera que la creencia acerca de que este
tipo de informaciön es indispensable en los DB es fruto de lo que se conoce como
gramäticocentrismo. Por eso, afirma:
273 En el DFDEA, no obstante, se ha corregido esta incoherencia y las dos unidades se clasifican
como pronominales.
274 A este respecto, vdase, especialmente, Penadds Martinez (en prensa a).
275 Pueden ser equivalentes en espatiol para las unidades del portuguds afinal de contas y afinal:
en fin de cuentas, en resumen o en definitiva, y para las unidades por fim y finalmente: al fin o
por fin.
213
gramatical. Considera que en algunos casos los ejemplos pueden explicitar la in-
formaciön gramatical de forma ütil tanto para usuarios comunes como para lin-
güistas, en lugar de recurrir a la forma tradicional de presentar esta informa-
ci6n276.
En cuanto al segundo aspecto de la marcaci6n gramatical, el que se refiere
a la variedad en el tipo de informaci6n gramatical presentada, se puede decir que
existen dos procedimientos bäsicos. Asi, en algunos diccionarios se suministra,
por medio de una abreviatura, sölo la clase gramatical de la locuciön o alguna
particularidad muy especifica: "usado mäs con negaci6n" (u. m. con neg.) o "usa-
do tambidn con el verbo como pronominal" (u. t. con el verbo c. prnl.), como se
ve en
mientras que en otros se facilitan datos mäs desarrollados sobre el uso gramatical
de la unidad en cuestiön y que son de mäxima utilidad para los usuarios, sobre
todo los extranjeros. Se puede encontrar un ejemplo de ello en el DICLOCVER y en
el DICLOCADV:
abrir en canal v. (II) [alguien, algo] Abrir o cortar {un cuerpo} de arriba
abajo: Las mujeres se acercan con los barrefios para recoger la sangre del
marrano, que luego serd abierto en canal para el despiece. gt> El comple-
mento directo de la locuciön suele situarse entre el verbo y el sintagma que la
forman: En un santiamM el carnicero abrid el cordero en canal (DICLOCVER,
p. 27).
276 Hay otras posiciones opuestas respecto a la utilidad de las marcas. Asi, Fajardo Aguirre
(1996-1997:31) afirma que la abundancia de marcas, abreviaturas, signos, etc., que no inter-
fieren en la comprensiön del significado de la UL consultada, puede justificar el hecho de que,
para algunos usuarios, su presencia resulte verdaderamente incomoda. Porto Dapena
(2002:249), a su vez, considera que los usuarios, por lo general, no prestan atencibn a las
marcas y pueden, incluso, considerarlas molestas, "porque al venir normaltnente expresadas
mediante abreviaturas u otros medios convencionales desconocen su verdadero significado y
alcance". En cambio, Rivero Ortiz y Millän Moral (2001:234) defienden que "La misiön fun-
damental de las marcas es ayudar al usuario, y, l6gicamente, cuantas mäs marcas aparezcan,
Inas facilidad tendrä Este para entender y localizar las diferentes palabras".
214
en condiciones adv. (i) [de/para algo] En el estado o forma perfectos o co-
rrectos: Se sintiö en condiciones de poder realizar una investigacidn; (...) El
complemento [de/para algoj es un verbo en infinitivo: Si no estoy en condi-
ciones de jugar, no jugarj. El complemento [de/para algo] puede no apare-
cer: Alli no se hace pescado que no este en condiciones.
Este ultimo procedimiento parece ser mäs comün a los diccionarios sintagmäticos,
como el DFEM, el DICLOCVER o el DICLOCADV, aunque en el CLAVE y en el DRAE,
algunas veces, se ofrecen tambi&l aclaraciones gramaticales. Esta präctica sirve
para mostrar que es posible desvincular la marcaci6n lexicogräfica del empleo de
abreviaturas, dado que, en la mayoria de los casos en los que se presenta informa-
ci6n gramatical relevante, se hace en forma de comentarios breves. En este senti-
do, se debe tener en cuenta la opiniön de Garriga Escribano (1994-1995:115),
quien afirma que
"Ciertamente, la abreviatura puede ser una tecnica para proporcionar esta in-
formaciön [las marcas] en los diccionarios, pero no la ünica. Y para que lo
sea, se requiere una conciencia clara por parte del lexicögrafo, que debe utili-
zar las abreviaturas con una intenci6n codificadora, y no s6lo como un recur-
so tipogräfico al que se puede acudir para ganar espacio" (Garriga Escribano,
1994-1995:115).
277 La marca LIT (literario), que en el DFDEA informa del nivel de uso de las UF (DFDEA, p.
podria, asimismo, relacionarse con la marcaci6n diacrönica. Vease, en este sentido, la critica
que hace Morvay (2006) al DFDEA, considerando su actualidad: "Noto tambe ua freqüencia
alta de fraseologismes que porten la marca LIT (literario), cosa que, considerant l'origen del
corpus, sembla realment redundant, si no desorientadora i tot en algun cas".
215
dar como por amor de Dios. 1. fr. desus. Dar como de gracia
lo que se debe de justicia (DRAE, p. 140)
"pues no todas las palabras en cuya definiciön aparece alguna de estas indi-
caciones [termino castellano antiguo o vocablo espafiol antiguo] son del
mismo tipo, segün demuestra RUHSTALLER (1995-1996) y puede tratarse se-
gün los casos de: a) voces realmente antiguas ya en la dpoca de Covarrubias y
que solo pervivian en textos medievales, b) voces obsolescentes, que el autor
sentia que a principios del siglo xvii se estaban quedando anticuadas, c) vo-
ces usuales en la dpoca de Covarrubias, pero que en su opiniön tendrian ori-
gen en la lengua prelatina autöctona que, segün su creencia, se habria hablado
en Espatia antiguamente, y d) voces usuales en su dpoca, pero de las que
278 De acuerdo con Fajardo Aguirre (1996-1997:47), dsta es una de las fonnas de marcar la fre-
cuencia de una UL, a travds de la remisiön a otra unidad considerada como la mäs usada.
279 Como varios estudiosos reconocen, una marca como poco usado puede aplicarse tanto a una
UL anticuada como a un neologismo o a un tecnicismo. Por otra parte, si existen indicaciones
que pueden referirse mäs a la frecuencia de la UL que a su antigüedad: "a) las que comparan
dos variantes de un mismo lema (variantes ortogräficas, de acentuaciön, de significado, etc.),
b) las que comparan dos o mäs lemas distintos" (Fajardo Aguirre, 1996-1997:47).
216
habia encontrado documentaciön en textos antiguos" (Fajardo Aguirre, 1996-
1997:37-38).
Es decir, bajo una misma marca pueden estar ocultos fenömenos lingüisticos dis-
tintos: UL obsoletas, obsolescentes o poco frecuentes, respecto a un periodo de-
terminado de tiempo. Para este autor, esta imprecisi6n marcarä toda la historia
lexicogräfica del espatiol, por cuanto el DA de la RAE sigue, en parte, al Tesoro y,
luego, las ediciones posteriores del DRAE, y de los demäs diccionarios que lo si-
guen, han ido incrementando una tradici6n injustificada, que se basa en el exceso
de marcas diacrönicas y en la escasa delimitaciön de sus valores.
No obstante, en la nueva ediciön del DRAE se observa un intento de norma-
lizaci6n: se han revisado las marcas diacrönicas y se ha precisado su empleo. Asi,
mientras que en la edici6n de 1992 la marca "ant." tenia un doble valor, dado que
se empleaba tanto para el vocabulario de la Edad Media como para palabras que
no se usan, pero que tuvieron vigencia hasta el siglo xvii (Fajardo Aguirre, 1996-
1997:38), en la actual, segün se deduce de las "Advertencias...", esta y otras mar-
cas se emplean con mäs rigor. De este modo, las ul. y acepciones que no se consi-
deran actuales deben ser asignadas a uno de estos grupos:
217
DRAE, p. 124), que tampoco recibe una marca diacrönica, no aparece recogida en
ninguno de estos dos corpora.
No es tarea fäcil examinar el tratamiento dado a la marcaciön diacrönica
de las UF. Como ocurre con otros tipos de marcas, en las informaciones presenta-
das en los pr6logos de las obras -cuando se presenta alguna-, no se suele hacer
referencia a la aplicaciön de marcas diacrönicas a este tipo de unidad. Muchas
veces, sölo una investigaciön exhaustiva puede revelar alguna marcaciön de este
tipo. En el DSLE, por ejemplo, aunque no se incluye la marca antiguo en la lista de
abreviaturas ni en el pr6logo, figura aplicada a una UF: hacer tabla ANTIGUO. 'In-
vitar <una persona> a comer' (DSLE, p. 1511). De todas formas, es posible, pese a
esta falta de informaciön, hacer algunas observaciones sobre este tipo de marca-
ciön.
Se observa, asi, que la asignaciön de marcas diacrönicas, tanto las que in-
dican la antigüedad o la obsolescencia de una UL, o de una acepciön, como su ca-
räcter novedoso280, parece ser mäs comün a aquellos diccionarios generales que
recogen un amplio vocabulario, que a diccionarios sintagmäticos o a los que se
eitlen al ldxico actual. De este modo, en obras como el CLAVE, el DIPELE, el DSLE y
el GDLE no se suelen usar, sistemäticamente, marcas diacrönicas, mientras que en
el DFEM, DICLOCVER, DICLOCADV y LDPL no se usan. Por otra parte, la selecciön de
unidades consideradas arcaicas o poco usadas en diccionarios fraseolögicos puede
responder a una decisiön de su autor. Santos (1998:244) y Garcia Benito
(2000:406-407), por ejemplo, deciden recoger este tipo de UF en sus respectivos
diccionarios. El primero, como ya se ha serialado, opta por recoger ciertos arcais-
mos, porque son muy caracteristicos del portuguds, y por descartar lo que conside-
ra "modismos transitorios, pasaxeiros, de tipo circunstancial". La segunda autora,
a su vez, afirma que prefiere incluir unidades anticuadas o en desuso en su diccio-
nario e identificarlas con la marca desuso, en funciün del püblico al que va dirigi-
da la obra: estudiantes o traductores que alguna vez pueden manejar textos que
contengan expresiones arcaicas.
Es evidente, pues, que la marcaciön lexicogräfica estä estrechamente rela-
cionada con el proceso de selecciön de las UF. En el caso de las marcaciön diacrö-
nica, por ejemplo, o se incluyen o no se incluyen unidades consideradas poco fre-
cuentes o antiguas, pero, una vez que se selecciona este tipo de unidad, se debe
proceder a su correcta marcaciön. Lo que se debe evitar, como bien advierte G.
280 Cabe decir, no obstante, que, tal como apunta Fajardo Aguirre (1996-1997:40), por lo gene-
ral, los neologismos no suelen marcarse, aunque la marca "Neol." puede aparecer en la lista
de abreviaturas de mäs de un diccionario. En cambio, en algunas obras, como en el DUE, se
ofrecen observaciones sobre el uso de los vocablos considerados como neologismos. Como
advierte Bajo 136rez (2000:25): "La mayoria de los diccionarios acogen arcaismos mäs fäcil-
mente que neologismos".
218
Wotjak (1998b:309 y 319), es la inclusi6n de UF obsoletas o obsolescentes, las
"momias", segün este autor, si no es este el cometido del lexicögrafo.
En este proceso de selecciön, no obstante, el lexicögrafo puede verse per-
judicado al no poder contar con estudios sobre la frecuencia de las UF o al no dis-
poner de datos sobre la diacronia de estas unidades. Como consecuencia de ello,
es comün encontrar unidades que parecen poco usuales o antiguas, al lado de UF
vigentes, en obras en las que se anuncia la exclusiva selecciön de terminos actua-
les. Este es el resultado comprobado por Penadis Martinez (2002-2003:99-100),
que ha sometido su corpus de LV, constituido a partir del vaciado de diccionarios
actuales, a un examen riguroso y ha tenido que excluir, basändose en la consulta
de corpora electrönicos y del DEA, innumerables unidades que no estän vigentes.
Por todo esto, se ven reforzadas recomendaciones como la de G. Wotjak
(1998b:319), que llama la atenci6n sobre la utilidad de los corpora a la hora de
ayudar a decidir si una unidad es frecuente o arcaica. En este sentido en el Collins
COBUILD, se puede encontrar un ejemplo de marcaciön de frecuencia basada en
los datos suministrados por corpora y, por ende, una muestra de los beneficios de
este apoyo para la lexicografia. En esta obra, se informa de la frecuencia de las
ULS a travds de una marca tipogräfica, un rombo negro, que figura en una colum-
na, al lado de los vocablos. Hay una marcaciön gradual que va de cinco rombos a
cero, de modo que las uts mäs frecuentes se marcan con cinco rombos y las me-
nos frecuentes no tienen ningün rombo. Asimismo, en el Gran diccionario de uso
del espah'ol actual, se indica la frecuencia de uso de cada voz, mediante un siste-
ma de marcaciön que va desde el nümero 1 (frecuencia baja) hasta el nümero 5
(frecuencia muy alta). La frecuencia no significativa se indica con la ausencia de
numeraci6n. En el prölogo de la obra (p. 10), se explica que este sistema se aplica
al lenguaje comün, no sectorial o especifico, y a las ULS.
Por otra parte, la manera de indicar las marcas diacrönicas varia mucho de
un diccionario a otro: en algunos se insertan expresiones o f6rmulas en la propia
definiciön; en otros, el tipo de letra funciona como marcaciön de frecuencia (en el
DUE, por ejemplo) y, en la gran mayoria de los casos, se usan abreviaturas. Uno de
los problemas de este tipo de marcaciön reside justamente en el hecho de que se
emplean demasiadas abreviaturas, su valor no estä bien determinado dentro de una
misma obra y puede cambiar respecto a otra.
Finalmente, es preciso setialar que la aplicaci6n de marcas diacrönicas o
temporales y de frecuencia puede estar, en algunas ocasiones, subordinada al uso
de otros tipos de marcaciön, como puede ser la diasträtica/diafäsica. Ya Fajardo
Aguirre (1996-1997:49) alertaba sobre este hecho, refiriendose mäs precisamente
a lo que llama marcas de frecuencia:
"hay que tener muy en cuenta que las indicaciones de frecuencia pueden ser
sustituidas por las geogräficas, de nivel sociocultural, tecnicas, diacrenicas,
etc. de manera que solo tendrian sentido en los casos en los que hubiera una
219
previa igualdad de extensiön geogräfica, nivel sociocultural, etc. entre los
lemas cuya frecuencia se compara" (Fajardo Aguirre. 1996-1997:49).
La gran importancia y tradici6n que han tenido siempre los estudios filolögicos
diacr6nicos explica el esfuerzo llevado a cabo en la elaboraci6n de los dicciona-
rios histöricos (Iriarte Sanromän, 2001:324), y eso, quizäs, pueda justificar, tam-
bien, la fuerza que tiene la marcaciön diacr6nica y el cümulo de UF arcaicas o
desusadas en los diccionarios que recogen estados de lengua actuales, contrarian-
do, asi, el sentido präctico de 6stos.
tener pelos en los cojones (reg) Ser un hombre adulto y valeroso (DEA, p.
1102).
echar a alguien el agua al molino. 1. fr. Ecuad. Decirle las duras verdades,
repetirle cosas desagradables, reftirle (DRAE, p. 68).
afilarse las utias o afilarse los dientes IVIEX.; COLOQUIAL. Prepararse <una
persona> para conseguir ganancias ilicitas (DSLE, p. 42).
220
vez mäs adecuadamente, las marcas diatöpicas en el diccionario" (Fajardo
Aguirre, 1996-1997:42).
De esta forma, la unidad citada al principio de este apartado, tener pelos en los
cojones, debe ser considerada como una locuciön cuyo uso estä restricto a deter-
minadas zonas geogräficas del
Hay, asimismo, los que sostienen que los sistemas de marcaciön diatöpica
empleados en determinadas obras pecan de incompletos. En este sentido, Porto
Dapena (2002:262) muestra que esta marcaciön en el DRAE, en su 21' ediciön, es
deficiente, dado que faltan marcas diatöpicas propias para tres provincias gallegas
y determinadas zonas de America. Este autor ha cuestionado, ademäs, la conve-
niencia en la aplicaci6n de este tipo de marca.
Por lo visto, la marcaciön diatöpica estä y ha estado siempre en el ojo del
huracän. Asi, en 1982, Haensch (1982a:492) distinguia dos problemas especificos
en la marcaciön diatöpica (la denomina regiolectal): el de los americanismos -la
necesidad de diferenciar los americanismos que se usan en toda Hispanoamerica,
los americanismos generales, de los que se emplean en determinados paises, los
parciales- y el de los `peninsularismos' en los diccionarios generales del espafiol,
es decir, la falta de indicaciön de los elementos lexicos desconocidos en Hispa-
noamerica y de uso exclusivo en Esparia. Este ultimo punto debe de ser realmente
problemätico, por cuanto en un diccionario como el DRAE, que suele servir de
fuente de datos diatöpicos para los diccionarios actuales (Fajardo Aguirre, 1996-
1997:42), se puede comprobar que sölo se registran, en su 21a ediciön, doce UL
marcadas con "Esp.". Sin embargo, quizäs debido a la importancia que se da a
este tipo de marcaciön, se puede advertir un intento de perfeccionarla. De este
221
modo, en la ültima edici6n del DRAE se expresa claramente en las "Adverten-
cias..." que
"Todas aquellas entradas de uso general en Espatia cuyo empleo en otros pai-
ses ha sido expresamente negado por las Academias correspondientes, Ilevan
la marca Esp" (DRAE, p. xxxiv).
Igualmente, se informa de que se han excluido los arcaismos dialectales, esto es,
voces o acepciones que han perdido vigencia en determinadas äreas geogräficas
del espariol; se han actualizado la marcaciön y la definici6n de muchas voces y se
ha incrementado el nümero de dialectalismos (DRAE, p. No obstante,
tal como observa Strehler (1998:174), el problema de las marcas diat6picas (este
autor las llama espaciais) es el grado de fiabilidad de las informaciones sobre el
uso restringido o general de una voz o acepci6n. Esta observaci6n entronca, pues,
con las criticas expuestas anteriormente, de modo que lo que antes se reconocia
como una tentativa de mejorfa nace marcado ya con el signo de la inseguridad. En
efecto, una cala realizada en el DRAE demuestra la veracidad de la afirmaci6n de
Strehler y ratifica la problemätica de la marcaci6n diatöpica. T6mense en conside-
raciön algunas de las UF hispanoamericanas, identificadas con marcas diatöpicas,
introducidas en la nueva edici6n:
pata de perro (1. com. coloq. Mdx. y Perü. Persona callejera, DRAE, p. 1698)
a pata pelada (1. loc. adv. C. Rica. Con los pies descalzos, DRAE, p. 1698).
222
dades pata de perro y a pata pelada no se marcan tambien como pertenecientes
al lexico de Argentina y Chile, respectivamente. De igual modo, resulta algo sor-
prendente el hecho de que, cumpliendo con lo anunciado en las "Advertencias...",
una unidad como entre Pinto y Valdemoro no se seriale con una marca diatöpica,
en este caso "Esp.", pues, de acuerdo con el CREA y el [DAVIES/NEH], esta locuciön
se usa en Esparia283. Como no se ha realizado un examen exhaustivo, no se puede
decir que estos ejemplos constituyen casos aislados ni que esta irregularidad que
se ha observado caracterice, una vez mäs, el tratamiento de las UF.
Pese a las criticas y a las controversias en torno a la marcaciön diatöpica,
desde la fraseologia y de la fraseografia se recomienda su utilizaciön en el trata-
miento lexicogräfico de las UF. Tal es la postura de G. Wotjak (1998b:319), quien
considera que las marcas diatöpicas, junto con las diasträticas y diafäsicas, forman
parte del potencial comunicativo de estas unidades, por lo que deben integrar su
descripciön lexicogräfica. Este autor, no obstante, se muestra consciente de los
problemas que un lexicögrafo debe afrontar a la hora de atribuir este tipo de mar-
ca. El diccionarista, por una parte, tiene que trabajar con una unidad, es decir, una
variante diatöpica, que le puede resultar completamente desconocida. Por otra
parte, no puede confiar plenamente en las informaciones sacadas de sus fuentes
lexicogräficas, debido a las propias limitaciones del trabajo lexicogräfico. En vista
de esta situaciön, concluye el autor que
283 Igualmente, en los resultados de las encuestas del Varilex sobre la variaciön fraseolögica del
espatiol en el mundo, esta unidad forma parte del grupo de locuciones preferentemente em-
pleadas en Espafia. De hecho, los treinta y ocho encuestados que reconocian la unidad eran
todos espatioles (Koike, 2001c:82-83).
223
do, se han catalogado unidades de ämbito general, es decir, que se emplean en casi
todo el ärea de habla hispana, y unidades que sölo se emplean en determinadas
zonas, ya sea en Esparia ya sea en paises o regiones de Hispanoamerica.
Como ocurre con todas las demäs marcas, con la marcaciön diat6pica se
acota y se concreta la utilizaciön de una UL, por lo que es innegable su importan-
cia para el trabajo lexicogräfico. Una unidad que pertenece exclusivamente a una
variedad dialectal puede figurar en un diccionario general o sintagmätico, segün
los objetivos de la obra, pero no debe registrarse sin la debida marcaci6n diatöpi-
ca. La falta de marcaciön, en un caso como este, no sölo desmerece la obra sino
que puede perjudicar a su usuario. Cabe recordar, asimismo, las palabras de Streh-
ler (1998:174), quien afirma que las marcas diatöpicas pueden contener un valor
social para quien consulta el diccionario. Para este autor: "Este fato näo estä liga-
do ao trabalho descritivo do lexicögrafo, mas ao estatuto que os regionalismos
tem numa comunidade lingüistica". Por ello, es conveniente que esta marcaci6n se
acomparie de una marcaciön diasträtica y diafäsica. Se ha procedido de este modo,
por ejemplo, en el DSLE, segün se anuncia en su prölogo, en el apartado titulado
"Las marcas geogräficas" (DSLE, p. x).
no tener abuela; co/. Expresiön que se usa para censurar al que se alaba mu-
cho (CLAVE, p. 15).
284 Esa dificultad se observa tambidn en la propuesta de Casas Gomez (2004) sobre estos tipos de
variacion.
224
fica son, como se deduce de las palabras de Porto Dapena (2002:262), un mero
reflejo de la confusi6n que existe acerca de estos aspectos en el piano lingüistico.
Fajardo Aguirre (1996-1997:43) ya habia sefialado esta idea:
HACER AGUAS. f. bax. que vale lo mismo que orinar (DRAE, p. 30).
HACERSE SAL Y AGUA. f. fam. que se dice de los bienes y riquezas y vale disi-
parse y consumirse en breve tiempo (DRAE, p. 30).
Seguramente, esta tradiciön estä relacionada con el papel social que ha desempe-
fiado el diccionario en todas las dpocas. Bdjoint (2000:115), cuando trata la rela-
ciön entre los diccionarios generales y la sociedad, muestra que estos son mäs que
una simple herramienta lingüistica, por cuanto
225
Se observa, asi, que la asignaciön de las marcas diasträticas y diafäsicas, en espe-
cial, estä, por una parte, estrechamente ligada a la funciön social de los dicciona-
rios y, por otra parte, tiene especial importancia para el püblico. En este sentido,
Strehler (1998:174-175) opina que estas marcas (las llama sociales) son las que
mäs atenciön exigen de los lexicögrafos y usuarios285. Por otra parte, G. Wotjak
(1998b:309) considera que sölo una descripciön fraseogräfica adecuada, en la que
se tengan en cuenta "las peculiaridades semänticas, estilisticas y de preferencia de
uso en determinadas esferas de la comunicaciön y generos de texto de la UF en
cuestiön", lo que corresponde, en parte, a los rasgos diafäsicos y diasträticos de
las UF, puede garantizar que el usuario extranjero "con una competencia lingüisti-
ca forzosamente defectuosa frente a los hablantes nativos" pueda emplear una
unidad adecuadamente, es decir, "sin caer en ninguna trampa ni cometer ningün
error".
Muchas de las criticas que se hacen a otros tipos de marcaciön pueden
aplicarse, asimismo, a la marcaciön diasträtica y diafäsica. Se reprocha, asi, por
un lado, la falta de informaciones sistemäticas en los prölogos sobre el valor atri-
buido a cada marca usada (Fajardo Aguirre, 1996-1997:43). Sin embargo, se ha
detectado que, en el prölogo de casi todos los diccionarios consultados -se excep-
tüa, ünicamente, el LDPL-, se hace alguna referencia, en algün caso muy superfi-
cial, a este tipo de marcaciön. Asi, se habla de "registros de uso" (en el CLAVE),
del "ämbito de aplicaciön" (en el DFEM), de "marcas de uso" o sobre "el uso y el
registro" (en el DSLE), de la asignaciön de determinadas marcas de uso (en el
GDLE, en el DICLOCVER y en el DICLOCADV) y de "informaciones de naturaleza
sociolingüistica y estilistica" (DIPELE). Se dan informaciones, asimismo, sobre los
"niveles de comunicaciön" y sobre el "nivel sociocultural" (en el DEA — en el
DFDEA se habla de "nivel de uso"), sobre "niveles de uso" o "registro de habla"
(en el DRAE) y sobre "acotaciones de uso" (en el DuE). Incluso, en muchos pr6lo-
gos, se reconoce la dificultad que caracteriza esta marcaciön, ya sea por la falta de
investigaciones empiricas (en el DICLOCVER, y, en este caso, refiriendose ünica-
mente a las locuciones), ya sea debido a cuestiones teöricas (en el DIPELE y en el
DSLE). Ahora bien, en la mayoria de los casos, no se explica con exactitud que se
entiende por cada marca empleada. En el caso del DIPELE (p. xiv), por citar un
ejemplo concreto, se establece una diferencia entre acepciones usadas en situacio-
nes formales por hablantes cultos o en textos literarios y las que figuran, preferen-
temente, en situaciones informales, familiares o de confianza. Pese a que estas
ültimas situaciones parezcan equivalentes entre sf, en la obra se emplean distintas
abreviaturas para informal (inf.) y familiar (fam.). Sin embargo, en ningün mo-
mento, se explica en que se diferencian las marcas "fam." e "inf.".
285 Este autor recuerda, ademäs, que estas son menos estables que las demäs marcas, porque
estän estrechamente ligadas a los cambios que ocurren en una sociedad.
226
Por otro lado, se critica la falta de objetividad y rigor en esta marcaciön, puesto
que, bajo un mismo tipo de marca, se pueden indicar aspectos distintos. Asi, Porto
Dapena (2002:264), por ejemplo, sefiala que la marca vulgar es ambigua, ya que
puede, para este autor, considerarse una marca puramente diasträtica o una marca
connotativa. En este sentido, ya Fajardo Aguirre (1996-1997:45) advertia que
"Las marcas connotativas estän tambidn muy cerca de las de nivel y estilo, de
manera que la inclusiön de algunas en uno u otro grupo puede plantear dudas
y dificultades (...)" (Fajardo Aguirre, 1996-1997:45).
MARCA UNIDAD
argot ser la hostia ARG ser el colmo (GDLE, p. 1074).
coloquial hacer polvo2 coloauial Dejar abatida <una cosa> a una persona (DSLE, p. 1241)
familiar hacer polvo, am., dejar muy cansado (DIPELE, p. 912).
de la acera de enfrente. En lenguaje familiar, homosexual (LDPL, p. 9).
formal hacerse u. p. eco de algo (f). Aceptar alguna noticia como verdadera y difundirla o
tomar las medidas pertinentes (DFEM, p. 95).
informal hacer polvo 1 infor. Dejar abatida {a una personaj(DncLocvErt, p. 87).
a toda mecha infor. Con la mäxima velocidad (DICLOCADV, p. 57).
jerga dar el agua. (f erg.) Avisar de la Ilegada de la policia o de un vigilante (DEA, p. 151).
juvenil echar una risas (o, hacer unas risas). (juv.) Pasar un rato de charla divertida (DFDEA,
p. 889)
literario por tanto, o en tanto (que). (/it.)Porque (DEA, p. 1343).
popular QUITAR LA TETA a un nitio (popular). Destetarle (DuE, p. 1304).
restringido her u. c.1 de la hostia (rest.) [sen] muy bueno, muy grande, muy importante, etc. (DFEM,
p. 131).
vulgar ser alguien o algo la hostia. 1. fr. vulg. Ser extraordinario (DRAE, p 1232).
vulgar ser la hostia. yul. malson. —> ser el colmo (CLAVE, p. 1054).
malsonante
227
confianza y de la consideraci6n de que su uso en contextos inadecuados puede
comprometer al hablante. En este sentido, Roberts (1996:115), al hablar de algu-
nas de las informaciones convenientes que pueden ponerse en los DB, afirma que
De igual modo, Hanks (2001:300) afirma que es fundamental informar del regis-
tro de las unidades, sobre todo en los diccionarios de codificaciön. Dice este autor
que
dar pimienta (Boxeo) Refregar los guantes en los ojos del contrario (DEA, p.
3538).
tomar el häbito o tomar los häbitos Entre los catölicos, ingresar <una per-
sona> en una orden religiosa (DSLE, p. 799).
228
dad ser la hostia recibe cuatro marcas distintas: argot, restringida, vulgar y vul-
gar malsonante, mientras que hacer polvo recibe otras tres: coloquial, familiar e
informal. Es dificil determinar con total seguridad si se confiere a todas estas mar-
cas el mismo valor y se dan, solamente, meras diferencias terminol6gicas, o si los
criterios de valoraciön de la unidad se diferencian de una obra lexicogräfica a otra.
Una consulta al prologo de las obras, lejos de ayudar, puede contribuir a crear
mayor confusiön, por cuanto las explicaciones que se dan son escuetas y, por en-
de, insuficientes. Asi, se observa que el DRAE y el DEA coinciden en considerar la
marca infantil ("infant.") como correspondiente a "niveles de uso de la lengua" y
"niveles de comunicaciön", respectivamente, pero divergen respecto a la marca
coloquial: para el primer diccionario se trata de una marca correspondiente a los
"registros de habla", mientras que para el segundo esta marca caracteriza, asimis-
mo, los "niveles de comunicaciön". Ademäs, mientras que para el DRAE la marca
malsonante ("malson.") corresponde a la "valoraciön del hecho lingüistico", ca-
racterizändose, por tanto, como una marca connotativa, en el CLAVE la marca vul-
gar malsonante ("vulg. malson.") se considera como una marca que acota y con-
creta el uso de una UL, por lo que hace referencia al "registro de uso".
Esta situaci6n revela, en primera instancia, la carencia de normalizaciön en
la marcaciön lexicogräfica286, pero muestra, asimismo, la ausencia de datos sobre
la variaciön diafäsica y diasträtica de las UF. Como resultado de ello, se puede
decir que hay una tendencia a que en cada obra se elija un sistema de marcaciön
basado ünicamente en directrices propias, si no se copia el sistema desarrollado en
otra obra. Esto justificaria el que una unidad como hacerse eco figure marcada
como formal en el DFEM, mientras que en los demäs diccionarios consultados fi-
gura sin marca alguna, lo que indica que se considera neutra o perteneciente al
nivel eständar. La pregunta de a qud nivel se debe adscribir esta unidad no tiene,
de momento, una respuesta fäcil. Queda patente, asi, la necesidad de que se pro-
muevan estudios fraseol6gicos centrados en estos aspectos, a travds de los cuales
se pueda, al menos, bosquejar dicha variaciön, y que se busque la forma mäs
apropiada de aplicar los resultados en la fraseografia. De momento, la labor lexi-
cogräfica o fraseogräfica puede verse ayudada si se tienen en cuenta, como rnini-
mo, algunas recomendaciones, como la de Fajardo Aguirre (1996-1997:43):
229
caciones, ei equivalente de una abreviatura" (Fajardo Aguirre, 1996-
1997:43).
causar derecho. (Der) Tener efecto [un hecho] o ser defmitiva [una resolu-
ciön o sentencia] (DEA, p. 1997).
a cuerpo limpio. 1. loc. adv. Sin valerse de ayuda ni artificio alguno. 2. loc.
adv. coloq. Taurom. Sin el auxilio de ningün engafto (DRAE, p. 709).
dar de mano 2. CONSTR Cubrir los muros construidos con una capa de yeso
o cemento (GDLE, p. 1255).
287 Para este autor, este ultimo törmino es, tal vez, el mäs indicado, porque la misiön de estas
marcas "no es otra que la indicaciön de la pertenencia de una palabra a una determinada ter-
minologia o nomenclatura en general" (Porto Dapena, 2002:263).
230
des que ya se encuentran tradicionalmente delimitadas288. Por ello, se ocupan bre-
vemente de este tema (Strehler, 1998:174, Jackson, 2002:114). Para otros estudio-
sos, no obstante, esta marcaciön suscita serias dificultades para la lexicografia,
puesto que se trata de aclarar cuestiones tan complicadas como la delimitaci6n
entre la lengua general o comün y las lenguas especificas o terminologias, la se-
lecci6n de los tdrminos oriundos de estas lenguas especificas que deben integrar
un diccionario general, la definici6n de una postura frente al caudal de tecnicis-
mos existentes, entre otras. En consecuencia, estos autores dedican capitulos ente-
ros al estudio de los particularismos profesionales (Casares, 1992[1950]:278-293)
o del vocabulario cientifico y tecnico (Fernändez-Sevilla, 1974:115-156) y prestan
atenci6n a la asignaciön de las marcas tdcnicas (Ahumada Lara, 1989, Fajardo
Aguirre, 1994 y 1996-1997, Bajo Perez, 2000, Porto Dapena, 2002). De hecho,
desde muy pronto, los lexicögrafos han tenido que tomar decisiones respecto al
tratamiento de los tecnicismos289. Asi lo demuestra la explicaciön que se presenta
en el "Prälogo" del DA, de la RAE, donde se lee que
Pese a las dificultades inherentes a esta disposiciön, lo cierto es que la t6nica del
procedimiento lexicogräfico, en relaciön con los tecnicismos, ha sido siempre
recoger en los diccionarios generales los terminos que el uso ha introducido en la
lengua comün. Se han tenido en cuenta, asimismo, las expectativas y necesidades
de los usuarios, de modo que estas tambien han funcionado como metodo selecti-
vo (Svenen, 1993:21). En este sentido, Fajardo Aguirre (1994:131) considera que
la nociön de general aplicada a algunos diccionarios se refiere justamente al pik-
blico al que se desea llegar:
288 Sin embargo, Rivero Ortiz y Millän Moral (2001:234), en contra de esa opiniön, dan cuenta
de las dificultades a las que se han enfrentado, en la elaboraciön del Diccionario actual de la
lengua espatiola. Secundaria, de SM, a la hora de decidir quö marca de materia asignar a una
palabra. Asi, preguntan: "la palabra actualizador Ldeberia Ilevar la materia LING. (lingüistica),
o era mäs adecuada la materia GRAM. (gramätica)?".
289 Como el cometido de esta obra no es profundizar en cuestiones lexicogräficas y terminol6gi-
cas, no se han establecido diferencias entre vocabulario töcnico y vocabulario cientifico, co-
mo algunos autores suelen hacer (Fernändez-Sevilla, 1974:122-124).
231
Por otra parte, para algunos estudiosos, la fuerte presencia de estas marcas en los
diccionarios, pese a que se clasifiquen como generales, se explica debido a la im-
portancia del uso de terminos especializados en la lengua comün. Esta es la opi-
ni6n de Strehler (1998:173), por ejemplo, quien detectö un predominio de marcas
tecnicas (las llama marcas de uso tecnoletais) en los diccionarios que analizö,
aunque estos eran obras generales y no especializadas.
La praxis lexicogräfica muestra que la problemätica en la selecciön y mar-
caciön de terminos tdcnicos concierne no sölo a las ULS sino tambien a las UF. Ya
en el DA (1726) y en el DRAE (1780) se encuentran ejemplos de marcaciön tdcnica
aplicada a unidades pluriverbales. En el primero, se presenta la acotaciön "voz
näutica" y en el segundo marcas como "for." (forense) o "Astrol." (Astrologia),
como se ve en los ejemplos que siguen:
ARBOL SECO, 0 PALO SECO. Voz nautica. Llamafe afsi quando el arbol ö mäftil
Ileva recogidas las velas : lo que fucede regularmente quando el viento es tan
furiofo, que no permite marearlas, fino antes bien fon arriefgadas (DA, versiön
electrönica).
ESTAR Ä DERECHO. f. for. con que se explica que alguna persona comparece
por si, ö por su procurador en juicio, y pasa lo que el juez sentencia (DRAE
(1780), p. 321).
290 Santamaria Pdrez (2003b:425) tambidn ha llegado a esa conclusiön en una investigaci6n so-
bre la fraseologia especializada en los DB espafiol-catalän. Afirma la autora: "La mayoria de
los tdminos que figuran en los diccionarios son compuestos sintagmäticos de caräcter nomi-
nal, especialmente del mundo de la botänica y la zoologia (...).
232
criterios de selecciön de estas unidades es justamente su relaciön con un lenguaje
especifico.
Tanto en las consideraciones präcticas que se acaban de comentar, con sus
raices en los comienzos de la lexicografia espahola, como en las teöricas, se sigue
una concepciön que diferencia de manera tajante el löxico general y el löxico ter-
minolögico. Dentro de esta visiön dicotömica, la funciön de las marcas tecnicas es
indicar la especialidad o materia que estä relacionada con el uso de una UL y sus
acepciones. Es decir, hay una separaciön entre lo que se considera estrictamente
lingüistico y lo que se entiende por terminolögico. En este caso, los problemas
relacionados con la marcaciön diatecnica estän fundamentalmente ligados:
i) a la selecciön de las unidades. Por una parte, existen aquellas ut, que pueden
considerarse como tecnicismos puros y ahi el lexicögrafo se encuentra ante la dis-
yuntiva de que unidades elegir. Por otra parte, estän aquellas unidades que, aun-
que pertenecen a un ämbito especializado, pasaron a formar parte del ämbito ge-
neral o comün, por lo que no pueden considerarse palabras tecnicas puras. El lexi-
cögrafo debe, pues, identificar los vocablos que funcionan ünicamente como tec-
nicismo, los que se han popularizado y los que aün asi siguen siendo tecnicismos.
La selecciön final dependerä de los objetivos de la obra291.
ii) Al establecimiento de limites en la asignaciön de marcas concretas (como
"Arq." (Arquitectura), "Bot." (Botänica), "Fis." (Fisica), etc.) y marcas generales
(como "tecn." (tecnicismo) o "cient." (cientifico). Se deberia optar por un tipo de
marca y explicar los criterios adoptados. En el DEA, por ejemplo, ademäs de las
etiquetas que sefialan la pertenencia de un termino a lenguajes especificos, se usa
la marca "E" (Especialidad), que se aplica a
"terminos que, con una misma definiciön, se usan en varias tecnicas o cien-
cias, o bien que pertenecen a alguna rama a la que, por su infrecuente apari-
ciön, no hemos asignado etiqueta propia" (DEA, p. xv0292.
291 Asi, siguiendo un criterio definido de selecciön, en el prölogo del DFDEA se lee: "Las locucio-
nes que son denominaciones correspondientes a ämbitos "töcnicos" o pertenecientes a una
rama especial de la actividad o del saber, como tauromaquia, deportes, quimica, botänica,
etc., por regla general no se registran en este Diccionario, salvo cuando han pasado a asumir
un valor fraseolögico". (p. xxiv).
292 En el "Glosario" del DFDEA, donde tambiön se hace referencia y se define la marca Especiali-
dad, el concepto de rama se explica como "actividad especial ciencia o töcnica" (p. xxx).
233
(Medicina), "Anat." (Anatomia), "Ginecol." (Ginecologia), "Obst." (Obstetricia)
y "Pat." (Patologia), sin que se atienda a la eategoria de las marcas y a la necesi-
dad real de utilizaciön.
iii) A la delimitaciön de la esfera de aplicaciön de las marcas tecnicas. De acuerdo
con Fajardo Aguirre (1994:142) hay dos posibilidades:
Para este autor, en los diccionarios de lengua las marcas diatecnicas solo deberian
emplearse para indicar la pertenencia de una UL a un tecnoleto. Porto Dapena
(2002:263) recuerda que, cuando una uL pertenece, a la vez, al lexico corriente y a
una terminologia, es muy fäcil confundir el saber lingüistico con el conocimiento
que se tiene de la realidad.
Pese a todos los problemas identificados, tanto lexicögrafos como frase6-
logos y fraseögrafos recomiendan la marcaciön tecnica de las UF, porque se consi-
dera que la informaciön de que la unidad se emplea en un campo de saber especi-
fico puede ser de gran importancia para el usuario comün o el especializado, en
este caso, el traductor (Svensen, 1993:51, Haensch, 1982a:499, Conca i Martinez,
1998:162, Ruiz Gurillo, 2000:269). Sin embargo, una räpida incursiön en los dic-
cionarios muestra que la selecciön de UF pertenecientes a lexicos especializados,
asi como la asignaci6n de marcas a las unidades registradas, no se da de modo
sistemätico. Aunque, por lo general, este tipo de marcas se usa en los diccionarios
que pretenden ser generales o de uso y que recogen un gran nümero de vocablos,
en el caso de las UF esto no siempre se cumple. Considerense las unidades que
siguen293:
293 Teniendo en cuenta la fuerte influencia que ha tenido la Academia sobre muchos dicciona-
rios, en lo que se refiere al establecimiento de marcas tdcnicas (Fajardo Aguirre, 1994:133),
se ha preferido partir del DRAE a la hora de elegir los ejemplos y examinarlos. Ademäs, te-
niendo en cuenta que, casi sistemäticamente, no se suelen incluir UF marcadas tdcnicamente
en los diccionarios fraseoldogicos, a excepciön del DFDEA (que estä basado, no obstante, en el
DEA) se ha preferido, igualmente, no incluir este tipo de diccionario en este examen.
234
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236
El procedimiento adoptado en el DRAE puede considerarse moddlico, por cuanto
todas las unidades y acepciones pertenecientes a lexicos especificos figuran mar-
cadas (vease, principalmente, unidades como a hueso, ärbol de la vida294, en
firme y dar fianza). Para algunos autores y lexicögrafos, no obstante, esta actitud
puede considerarse extremada, ya que se podria cuestionar, por ejemplo, la perte-
nencia de la unidad tren de aterrizaje a un tecnoleto, y su consecuente marca-
ciön. Esta falta de consenso es fruto de la propia naturaleza de esta parte del traba-
jo lexicogräfico, basada principalmente en la experiencia o competencia del lexi-
cögrafo, como sefiala Haensch (1982a:497). Por ello, Fajardo Aguirre (1994) re-
comienda que
296 En el DEA, esta unidad aparece recogida como una subacepci6n y la acepciön de la que de-
pende si recibe la marca "Anat." (Anatomia).
237
pecialistas y ünicamente en escasa medida ha entrado en el conocimiento de los
no especialistas" (DEA, p. xvi). De cualquier modo, llama la atenciön el procedi-
miento adoptado en esta obra respecto a la unidad al a1za295, porque la indicaciän
sobre su contorno ([Operaciän mercantil o bursätil]) funciona como una marca-
ciön, ya que indica un uso restringido a un ämbito especial. Por ello, es posible
decir que en el DEA no sölo las abreviaturas o etiquetas suministran informaciones
sobre la pertenencia de una UL a ämbitos especiales. Ese procedimiento podria
aplicarse, de igual manera, al DFDEA. No obstante, tal como se deduce del examen
del cuadro anterior, parece que no se han incluido, en esa obra, muchas UF perte-
necientes al lexico tdcnico que, sin embargo se recogen en el DEA.
Cabe serialar, asimismo, la irregularidad que se aprecia en el tratamiento
dispensado a la UF agujero negro. Como se puede ver en el cuadro, no siempre se
sefiala la pertenencia de esta unidad al lexico de la astronomia. No obstante, esta
marcaciön se reviste de especial importancia, dado que agujero negro pas6 a uti-
lizarse tambidn en el ldxico de la economia: 'Grave perdida fmanciera en una em-
presa o instituciön, sobre todo cuando se trata de mantenerla oculta' (DRAE, p. 74).
En ese diccionario, esta acepci6n recibe la marca tecnica Econ., mientras que en
otras obras o no la recogen (cLAvE) o simplemente la registran sin ningün tipo de
marca (DEA y DFDEA, p. 159 y 120, respectivamente). Por otra parte, no todas las
obras se hacen eco del uso que tiene esa UF en el lexico corriente: `Situaciön sin
horizontes o sin perspectivas' (DFDEA, p. 120). Desde nuestro punto de vista, una
descripci6n lexicogräfica adecuada de esa unidad implicaria el registro de sus va-
rias acepciones de uso, acompafiadas de las marcas tecnicas procedentes.
Por ultimo, cabe serialar una cuestiön importante que se refiere al modo de
definir los tecnicismos: por una lado, se espera que la marcaciön tecnica corres-
ponda a una definiciön menos superficial, lo que no siempre ocurre (Fajardo
Aguirre, 1994:142), y, por otro, se admite que los metodos de definiciön son di-
versos en un diccionario general y en uno terminolögico, por lo que se reconoce,
sin mayores problemas, la imprecisi6n en la definici6n de los terminos tecnicos en
los diccionarios generales. Sobre ello ha escrito Svensdn (1993):
"(...) the purpose of the lauer [los diccionarios generales] is not 'the diffu-
sion of technical expert knowledge' but 'the description of conventional lin-
guistic norms', a very different thing" (Svensen, 1993:22).
296 En el DFDEA, se sefiala que esta unidad se usa tambien fuera del ämbito tdcnico.
238
corrientes, es decir, pertenecientes al lexico comün, de esta misma UL296. En fin,
para Iriarte Sanromän la utilizaciön de marcas tecnicas no supone un tratamiento
terminolögico o enciclopedico de una IJL o de una acepciön. No obstante, la fim-
ckm de estas marcas, que corresponden a dominios del conocimiento, no es otra
que informar sobre la "mudan9a do marco de referencia"297, o sea, sobre los cam-
bios en el marco de situaciön. De atü que el modo de definir media naranja298,
por ejemplo, dentro del marco de situaciön del lenguaje comün debe, o deberia,
ser diferente de la forma de definir esta UF en el marco de situaciön de la Arqui-
tectura.
En realidad, la postura de Iriarte Sanromän (2001) se aleja de la que guia
los planteamientos anteriores, en los que se concibe la lengua como constituida
por compartimentos estancos y la divisiön entre Mxico general y lgxico termino-
16gico es el punto principal en la asignaciön de marcas tecnicas. Para este autor,
De esta manera, Iriarte Sanromän (2001:303-304) abre un espacio para una re-
flexiön en la que tienen cabida argumentos que ponen en tela de juicio, por ejem-
plo, la idea de que las informaciones suministradas por las marcas, y no sölo las
marcas tecnicas, se encuentran en compartimentos delimitados. Efectivamente,
como se ha visto, muchas veces estas marcas se confunden con el contorno o con
la propia definiciön y un tipo de marca no se distingue de otro. Igualmente, la
marcaciön diatecnica pone en entredicho la manida separaciön entre diccionario y
enciclopedia, es decir, la disociaci6n entre conocimiento lingüistico y conoci-
miento enciclopddico. De hecho, la marca Arq., respecto a una de las acepciones
296 Fundamenta su opiniön con la siguiente cita de Lerat: "La marque d'usage MEDECINE est ici
une connotation sociale comme une autre, une connotation technique (de "technolecte").
C'est un domaine d'experience au sens de Bernard Pottier (par Opposition ä une domaine de
connaissance au sens documentaire), qui renvoie donc non seulement ä la langue du medecin,
mais aussi ä celle du patient, ou plutöt de son porte-parole autorise, Pdcrivain (qui peut effec-
tivement etre lui-meme medecin ou malade). Il faut donc bien voir que la marque d'usage
n'induit absolument pas un traitement tenninologique" (Iriarte Sanromän, 2001:228).
297 Para este autor un marco de referencia es "o conjunto de pressuposicöes sobre un determina-
do fragmento de um modelo de mundo, estabelecidas e compartilhadas pelos interlocutores
num dado momento da enunciacäo" (Iriarte Sanromän, 2001:211).
298 En el LDPL, en lugar de ARQ, se atribuye a esta unidad la marca ARG, posiblemente debido a
un error. Cabe mencionar que en muchas obras, como el DFDEA, el DIPELE, el DRAE y el DSLE,
se recoge tambien la acepciön que tiene esta unidad en el lexico corriente. En el CLAVE, por
ejemplo, se recoge exclusivamente esa acepciön.
239
de media naranja, se relaciona no sölo con la forma lingüistica, sino que informa
tambiön de la existencia de una determinada cosa en Arquitectura.
lamer el culo, fam. desp. mostrar una admiraci6n exagerada o decir cosas
agradables para conseguir el favor de una persona (DIPELE, p. 340).
ser alguien o algo la leche. 1. fr. vulg. Ser extraordinario (DRAE, p. 1358).
Segün Porto Dapena (2002:264), las marcas connotativas son las "correspondien-
tes a aquellas indicaciones que aluden, entre otras cosas, a una valoraciön o acti-
tud por parte del hablante cuando utiliza la palabra en cuesti6n". La nociön de
marcas connotativas comprende, asi, todas las informaciones que inciden sobre
los valores subjetivos, afectivos, evaluativos, connotativos, etc. de una UL, por lo
que implica distintos aspectos pragmäticos. Aunque Fajardo Aguirre (1996-
1997:45) aplique dicha nociön ünicamente a "las indicaciones sobre particularida-
des de uso de una UL que no estän recogidas en la definici6n", hasta un anälisis
superficial de los diccionarios demuestra que la marcaciön connotativa, tal como
se ve en los ejemplos anteriores, puede aparecer tanto fuera de la definici6n, en
forma de marca, acotaciön o explicaci6n, como insertada en aqudlla. De hecho,
para Porto Dapena (2002:264) fiste ultimo procedimiento es, incluso, mäs comün.
Ahora bien, de forma unänime, autores como Haensch (1982a), Fajardo Aguirre
(1996-1997), Bajo Pdrez (2000) y Porto Dapena (2002), entre otros, coinciden en
serialar ciertos aspectos de la marcaciön connotativa, como:
i) el caräcter impreciso y la variedad que, como en otros tipos de marcaciön, tam-
biön caracterizan su asignaciün. Para muchos estudiosos, pues, no existe un siste-
ma coherente y exhaustivo que guie la aplicaciön de marcas como afectado, des-
pectivo, enfätico, eufrmistico, festivo, grosero, irönico, malsonante, vulgar etc.,
240
por lo que reclaman un uso mäs sistemätico y razonado299. Pese a esta reivindica-
ciön, como serialan algunos autores (Haensch (1982a:494), Casares,
1992[1950]:104), dicha aplicaciön es naturalmente limitada, por cuanto puede
tener validez durante un cierto periodo de tiempo y para determinados hablantes.
Sobre ello ha escrito Haensch:
"El valor connotativo de una unidad lingüfstica nunca se puede objetivar con
rigor absoluto, especialmente porque puede variar mucho de un sistema lin-
güistico individual a otro" (Haensch, 1982a:494).
De igual modo, se deben tener en cuenta las observaciones que hace Jackson
(2002), quien asocia la variaciön que caracteriza la marcaciön connotativa a la
subjetividad del trabajo lexicogräfico3°°:
"Even more than with formality and status labels, we would expect effect la-
bels to vary between dictionaries, since they require a greater exercise of
judgement an the part of the lexicographer and are more likely to be vari-
ously perceived" (Jackson, 2002:113).
299 Sobre la marca irönico y su aplicaciön a las CTF, vdase el trabajo de Penadds Martinez (1999b),
comentado anteriormente.
300 Ya Casares (1992[1950]:104 y ss.) habia sefialado los aspectos subjetivos de la marcaciön
lexicogräfica.
241
la inserciön de ciertos aspectos pragmäticos, entre los que se incluyen los conno-
tativos, es una condici6n sine qua non para la elaboraci6n de buenos diccionarios
"transcodificadores" ("orientados tanto para a produ9äo como para a descodifi-
ca9äo"). Bajo Perez (2000:33), a su vez, considera que estas marcas son tan nece-
sarias como las diafäsicas/diasträticas, con las que suelen combinarse, "para im-
pedir usos inadecuados"301.
iii) La escasa utilizaci6n de las marcas connotativas. Fajardo Aguirre (1996-
1997:46) advierte, ademäs, que algunas UL o acepciones de tono despectivo o in-
sultante se marcan, muchas veces, ünicamente como figuradas, sin que se haga
ninguna referencia a sus aspectos connotativos. Aun siendo asi, la marca despecti-
vo, respecto a las demäs marcas de este tipo, es una de las mäs utilizadas (Garriga
Escribano, 1994-1995:131). No obstante, esta escasa informaci6n connotativa no
puede verse como algo fortuito, sino como resultado de las limitaciones impuestas
por una tradiciön lexicogräfica de corte estructuralista, en la que predomina el
anälisis de rasgos formales y de contenido (semäntica intensional) y donde es difi-
cil acomodar la informaci6n sobre aspectos pragmäticos (Iriarte Sanromän,
2001:252).
Mäs recientemente, con el impulso de las nuevas disciplinas lingüisticas, la
präctica adoptada en algunos diccionarios, como el DSLE, el DFEM, el DICLOCVER,
el DICLOCADV y el DFDEA, ha venido a subsanar, en gran parte, la insuficiencia de
la marcaci6n connotativa, tanto en lo que se refiere al tratamiento de las UF como
al de las ULS (en este caso, solamente el DSLE). En estos diccionarios, las informa-
ciones sobre los aspectos connotativos de las UF sobrepasan, con creces, las que se
suelen encontrar en otras obras lexicogräficas302. Como se explica en el prölogo,
en el DSLE, se "intentan sefialar las posibilidades de uso en ciertas circunstancias
de algunas expresiones y terminos" (DSLE, p. xi). Para ello, se usa una serie de
acotaciones, denominadas marcas pragmäticas, como por ejemplo: afectivo, ame-
naza, disgusto y enfado, eufemismo, humoristico, intensificador, insulto, ironia,
peyorativo, sorpresa, etc. Atendiendo al principio de economia, se puede averi-
guar que estas acotaciones son muy empleadas a lo largo de la obra, precediendo a
la definici6n y despues de las marcas de uso. Son ejemplos de ello:
301 Se ha sehalado la cercania entre lo que puede considerarse una voz insultante y un vocablo
tabuizado o despectivo (Haensch, 1982b:149-150, Bajo Nrez, 2000:33).
302 Como ha mostrado Martinez Marin (1998:131-136), en muchas obras se encuentran conside-
raciones sobre aspectos pragmäticos de las UF, y entre estos los aspectos connotativos, y si
bien hasta los atios noventa no se encuentran indicaciones expresas y sistemäticas al respecto,
antes de esta fecha muchos lexicögrafos, como Maria Moliner, hicieron referencia a ellos,
aunque de modo intuitivo e impresionista.
242
hablar / expresarse como un libro abierto a veces IRONIA. Hablar con mu-
cha claridad, con mucha sabiduria (DSLE, p. 941).
hacer alguna (de las suyas) COLOQUIAL. Se usa para referirse a una acciön,
normalmente de caräcter negativo, que acostumbra a hacer la persona de la
que se habla (DSLE, p. 67).
en salva sea la parte (inf.). [Eufemistico] en las nalgas u otra parte pudenda
(DFEM, p. 200).
estirar la pata (inf.). Morir [locucidn usada en sentido neutro solamente con
animales; aplicada a las personas reviste caräcter peyorativo] (DFEM, p.
204).
Por su parte, el procedimiento usado en el DICLOCVER parece ser mäs regular, da-
do que, segün se afirma en su pr6logo (p. 18-19), las informaciones sobre aspectos
gramaticales y pragmäticos, seguidas de ejemplos que las aclaran, se ofrecen
siempre en un apartado, en las entradas pertinentes, y van precedidas por un signo
que representa un läpiz
243
ajustar las cuentas (...).9 La locuciön suele utilizarse en futuro como ame-
naza: Ya te ajustarci tu padre las cuentas cuando vuelvas a casa (DICLOCVER,
p. 28).
En lo que Marie al DFDEA, se han utilizado en esa obra tanto explicaciones como
marcas para hacer referencia a lo que se identifica en su prölogo como "la actitud
del hablante" (p. xxlii). Aunque se explique en ese apartado que esa informaci6n
no es constante, se afirma que figura a continuaciön de la categoria gramatical, lo
que no siempre es cierto, como se ve en los ejemplos que siguen:
303 Aparte del trabajo de Penadds Martinez (1999b), ya mencionado, solo hemos encontrado el
articulo "Como introduci-los valores pragmäticos das expresiöns fraseolöxicas no dicciona-
rio", de Martinez Marin (1998:127-138), en el que tambidn se toman en consideraci6n aspec-
tos relacionados con la marcaciön connotativa de las UF.
244
1997:46), por ejemplo, advierte que no se suele indicar el matiz de humoristico
presente en unidades como estirar la para, palmarla o empinar el codo. Por otro
lado, Bajo Perez (2000:34) resalta la dificultad que puede suponer usar la marca
festivo304 con algunas UF, porque, aunque muchas "tuvieron origen festivo, (...)
esa intenci6n (ese tono) puede haberse perdido u olvidado".
Como ya se ha comentado, la marcaciän connotativa de las UF se corres-
ponde, de modo general, con los tipos de connotaciones expresivas que se han
establecido para estas unidades (Corpas Pastor, 1996a:130-131)3°5, por lo que esta
informaci6n lexicogräfica puede considerarse, de hecho, fundamental. Tambien
Martinez Alcalde (2002) ha puesto de relieve la importancia de "la formulaci6n
lexicogräfica del componente pragmätico de las UF", en el que se pueden incluir
sus connotaciones expresivas, como consecuencia de su significado compositivo:
Ahora bien, estas connotaciones no s6lo atafien a aspectos pragmäticos, sino que
estän relacionadas con la propia composiciön del significado de las UF. En efecto,
la completa vinculaci6n de los aspectos connotativos al significado global de las
uF obliga, muchas veces, al lexic6grafo a incluir en la propia definiciön de estas
unidades dichos aspectos. Se encuentran ejemplos de ello en el ejercicio lexico-
gräfico desde Covarrubias hasta la actualidad, como se ha podido verificar en al-
gunos de los ejemplos sacados del DSLE. Esto resulta especialmente evidente en el
caso de algunas förmulas, como se observa en los ejemplos que aparecen a conti-
nuaci6n:
Dios nos asista, o nos coja confesados (col) Fdrmula con que se comenta la
inminencia de un mal grave e inevitable. Frec con intenciön humoristica
(DEA, p. 1618).
ya veräs. form or (col) Se usa para insinuar o introducir una precisiön o una
amenaza (DFDEA, p. 1026).
304 Segün Bajo Perez (2000:33) esta marca es similar a las de humoristico, jocoso y burlön.
305 Segün Corpas Pastor (1996a:130-131), estas connotaciones pueden ser positivas, negativas o
neutras y se dividen en cinco tipos bäsicos: connotaciones despectivas, descorteses y ofensi-
vas, eufemisticas, humoristicas o jocosas, positivas o apreciativas.
245
LO DUO BLAS, PUNTO REDONDO. Expresiön irönica con que se comentan las
afirmaciones hechas por alguien con infundado tono de suficiencia (DUE, p.
384).
a caballo. 1. loc. adv. Montado en una caballeria y, por ext., en una persona o
cosa (DRAE, p. 373).
HACER AQUA (I) Permitir la entrada al agua una embarcaci6n, por alguna
grieta o agujero o por las costuras del casco o de la cubierta (II) (fig.) Empe-
zar alguna cosa a decaer, amenazando con arruinarse (DUE, p. 92).
Hacer aguas. Por analogia con una embarcaci6n a la que se le ha abierto una
via de agua, hallarse un asunto en situaciön de grave deterioro (LDPL, p.
10)3°6.
306 Sobre el significado de la unidad hacer agua frente a hacer aguas, v6ase el comentario de
Carbonell Basset (2000:363), presentado anteriormente.
307 Bajo Pdrez (2000:25 y 34) incluye la marca irdnico tanto en la marcaciön de transiciön se-
mäntica como en la marcaciön connotativa, de valoraciön o actitud (esta autora denomina a
este ultimo tipo de marcaciön indicaciones de tono afectivo). Para ella, las indicaciones sobre
transiciones semänticas pueden suponer un cambio de estilo y de tono afectivo, de ahi la in-
clusiön de la marca irdnico en los dos tipos de marcaciön. De igual modo, para Ruiz Gurillo
(2000b:269) esta marca tambi6n se incluye entre las de transiciön semäntica. Se ha preferido
afiadir esta marca, sin embargo, al apartado dedicado a la marcaciön connotativa.
246
otras308. Esta afirmaciön es välida tanto para las ULS como para las UF, ya que la
propia concepci6n de estas marcas, entendidas como "las indicadoras de la modi-
ficaci6n o desplazamiento sem%ntico que un significado de la palabra-entrada
puede suponer en relaci6n con otro dentro del articulo lexicogräfico correspon-
diente". Porto Dapena (2002:254) apunta hacia la dificultad inherente para su
asignaciön: la determinaci6n de los mecanismos semänticos que estän deträs del
significado desplazado de una UL o, asimismo, el establecimiento de la gdnesis de
este significado. Por lo expuesto, este tipo de marcaciön ha sido siempre el blanco
de criticas por parte de lexicögrafos y lingüistas (Hoyos, 1999-2000, Bajo Pdrez,
2000:25, Gonzälez Pdrez, 2000-2001:83 y ss., Porto Dapena 2002:256). Estas
criticas, no obstante, van dirigidas exclusivamente al tratamiento de las uLs309.
Segün se desprende de las investigaciones hechas para esta obra, no existen estu-
dios especfficos sobre este tipo de marcaciön aplicado a las uF3I0. No obstante, los
autores que han abordado el tratamiento lexicogräfico de estas unidades suelen
referirse a su utilizaci6n en las obras y recomiendan su adecuada aplicaci6n (Ruiz
Gurillo, 2000:269).
El examen, aunque superficial, de algunos diccionarios muestra que si se
ha aplicado este tipo de marca a las UF, pero revela, asimismo, que no existe un
procedimiento sistemätico de marcaciön dentro de una misma obra o respecto a
una misma unidad, si se comparan obras lexicogräficas distintas. Sabido es que
deträs de las marcas de transiciön semäntica se encuentran fenömenos de diversa
indole, metäfora, metonimia, generalizaciön, especializaciön, etc., que no se espe-
cifican o no se diferencian en los diccionarios (Porto Dapena, 2002:254). Por ello,
308 A este respecto, las palabras de Hoyos (1999-2000:102), sobre la marca figurado, son bastan-
te esclarecedoras: "El caräcter histörico y retörico de la descripciön sentido figurado no per-
mite una buena adaptaciön a la töcnica lexicogräfica. En primer lugar, por su caräcter plena-
mente etimolögico (todo sentido figurado es derivado de un sentido primero, es decir, un sen-
tido que procede de la etimologia) no se ajusta a las necesidades de un diccionario de uso. En
segundo lugar, el actual desarrollo de nuestra lexicografia diacrönica no permite tomar deci-
siones en el plan de la genealogia de significados; en muchos casos no es posible, pendientes
de un diccionario histörico completo, trazar con seguridad el ärbol de significados de las uni-
dades 16xicas. Por ultimo, creemos que se deberla establecer un debate sobre los tirminos uti-
lizados para las transiciones semänticas y una discusiön sobre su idoneidad."
309 Es preciso decir, no obstante, que Hoyos (1999-2000) incluye varios tipos de UF en su trabajo
sobre la marca sentido figurado.
310 Existe, no obstante, una reflexiön, digna de interds, respecto a la aplicaciön de la marcafigu-
rado, en diccionarios portugueses, a determinadas acepciones de adjetivos, sustantivos o ver-
bos que, de hecho, solo tienen sentido figurado cuando son usados combinados con otras pa-
labras. Se trata, en concreto, de colocaciones que se presentan lexicogräficamente como acep-
ciones figuradas de una UL. Asi, en el diccionario Porto Editora, en la entrada cabeca, por
ejemplo, la acepciön `chefe, dirigente' aparece marcada con "fig.", aunque este sentido solo
se actualiza en combinaciön con otros lexemas, como eabeva de familia o eabeva do grupo.
Para mäs informaciön sobre este tema, vöase Iriarte Sanromän (2001:156 y ss.).
247
figurado suele funcionar, muchas veces, como hiperönimo de las demäs marcas
(Bajo Perez, 2000:25 y Porto Dapena, 2002:254), convirtiendose, asi, en una de
las marcas mäs difundidas y, por ende, una de las mäs estudiadas. Parece ser que
la marca figurado tambien ha sido una de las mäs aplicadas a las UF, aunque es
posible encontrar unidades marcadas con por antonomasia, por extenskin o por
analogia, como se ha visto en los ejemplos anteriores. Resulta, no obstante, muy
complicado entender el valor asignado a figurado en los diversos diccionarios.
Como ya ha subrayado Gonzälez Perez (2000-2001:83), este termino, en cuanto
concepto metalexicogräfico, no se encuentra bien delimitado311. De este modo, su
aplicaciön parece estar regida por criterios diversos, que varian segün la obra que
se analice. Asi, algunas veces, parece que la asignaciön de figurado sefiala la do-
ble posibilidad de interpretaci6n de una UF, cuando esta posee un hom6fono lite-
ral. Este podria ser el criterio empleado, por ejemplo, con la unidad errar [fallar,
marrar] el golpe en los siguientes casos:
Sin embargo, el hecho de que esta misma unidad figure en otros diccionarios, co-
mo el DEA, sin esta marcaciön, o que unidades semänticamente similares, como
dar la(s) ültima(s) pincelada(s), tampoco aparezcan con esta marca en el DUE y en
el GDLE pone en tela de juicio la validez de este primer criterio. Otras veces, pare-
ce que la marca figurado se aplica a aquellas unidades cuyo significado estä muy
apartado del significado propio de la palabra que les sirve de entrada. Este podria
ser el criterio usado en unidades como
hacer el indio, fam. zig., comportarse con poco juicio (DIPELE, p. 629).
No obstante, una vez mäs, este criterio no se sigue de manera sistemätica, puesto
que se puede encontrar una ingente cantidad de unidades semejantes a estas, tanto
en estos diccionarios como en otros, que no reciben la marca figurado.
Por otra parte, aun cuando en un diccionario se expliciten los criterios usa-
dos en la utilizaci6n de la marca figurado, puede resultar complicado entender su
aplicaciön respecto a las UF. T6mese como ejemplo el DEA. En su pr6logo se ex-
plica el criterio seguido en el empleo de esta marca:
311 Ya Casares (1992[1950]:108) habia llamado la atenciön sobre ei uso excesivo de la marca
figurado.
248
"La existencia de un uso metaförico, cuando no estä lo suficientemente inde-
pendizado respecto al sentido defmido y no parece definitivamente cuajado
en otro distinto, se advierte por medio de la nota tambien figurado (tg fig)"
(DEA, p. xxii).
"fagocitar tr (Biol.) Ingerir por fagocitosis. Tb fig, fuera del dmbito tdenico.
[EI ejemplo de este uso figurado es: Sap 3.9.77, 7: Los socialistas franceses,
que no desean ser fagocitados por un Partido Comunista mucho mäs dinämi-
co y mejor organizado que ellos.]" (DEA, p. xx1)312.
No obstante, si se examinan algunos ejemplos en los que esta marca ha sido asig-
nada a UF, se tiene la impresiön de que se manejan criterios diferentes a lo ante-
riormente explicado. Consid&ense los siguientes ejemplos:
abrir (o hacer) boca. Tomar algün alimento o bebida ligeros, como estimu-
lantes del apetito, antes de una comida o como comienzo de ella (...)1hfig.
(DEA, p. 682).
saltar por los aires. Destrozarse [una cosa] por efecto de una explosiön Tb
fig. (DEA, p. 4020).
"i,Me trae unas olivitas, por favor, y un cuartillito de vino para ir abriendo
boca?",
312 En el cuerpo del diccionario, solo se ofrecen los ejemplos, sin ninguna explicaciön afiadida.
En el caso de esta uL, se dan, en total, cuatro ejemplos: en primer lugar, se presentan dos para
el significado literal y, a continuaciön, dos para el figurado.
249
se ofrecen tambien ejemplos en los que estas estän utilizadas creativamente, lo
que justifica, asi, la asignaciön de la marca figurado:
"Häbil jugada la del sefior Suärez Para que vayamos "haciendo boca", nos
ha prometido en su viaje a Barcelona .. que tendremos cooficialidad del cata-
län y Mancomunidad de Diputaciones"
significado literal:
"Al lado del coche bomba .. El coche, un Renault 11, estaba hecho migas".
"Hon muerto tres jefes militares, ha saltado una cafeteria por los aires, esta-
mos en expectativa de nuevos atentados".
significado figurado:
"*Si ltegas tarde me haces migas"
"El pacto germano-sovidtico saltaba por los aires ante la estupefacciön de
Moscü".
313 De acuerdo con las definiciones que presenta Corpas Pastor (1996a:27,119-120) para los
tirminos significado denotativo literal y significado denotativo traslaticio o idiomdtico. En el
capitulo dedicado a la ejemplificaciön de las UF, se harä referencia al uso de los ejemplos, de-
ntro de lo que se considera su funci6n präctica, para indicar ciertas alteraciones semänticas
sufridas por el lema.
250
tanco, dar de si, hacer dedos, hacer escala, golpe de mano, etc., se ha excluido,
asimismo, en un pocos casos, como en caldo de cultivo y punto de caramelo. No
obstante, no se ofrece ninguna explicaci6n para esta exclusi6n. Las demäs marcas
de transici6n semäntica, como se ha dicho, fueron abolidas. En su lugar, o bien se
utiliza otro tipo de marca "coloq.", como en caerse la baba, entre dos aguas, estar
en ajo, ahuecar el ala, entre otras, o bien no se utiliza ninguna marca, como en
correr sinfreno, lejos de o mudar de aires.
a ojos vistas; de manera visible y clara (...) MORF. (...) 2. Incorr. *a ojos vis-
tos > a ojos vistas (CLAVE, p. 1398).
hacer agua [una cosa] (semiculto, hacer aguas). Empezar a hundirse o fra-
casar Tb. jig. (DEA, p. 151).
camino de (o, semiculto, camino a). prep. Marchando en direcciön a. Tb. fig.
(DFDEA, p. 234).
314 A este respecto, Fajardo Aguirre (1996-1997:49) cita las palabras de Men6ndez Pidal, quien
ha afirmado que: "El diccionario total no ha de ser selectivo por el silencio u omisiön de lo
reprobable, sino calificando la voz desde ei punto de vista lingüistico, histörico y de su esti-
maci6n social, yuxtaponi6ndole las voces preferibles". Cabe recordar, asimismo, una opini6n
dei eminente filölogo que refuerza su postura: "mäs vale que el diccionario tienda a la abun-
dancia, que no a la escasez" (Men6ndez Pidal, 1987:xxiv).
251
La situaciön actual, sin embargo, muestra que no ha habido cambios respecto a
este tema. De hecho, en el anälisis realizado, sölo ha encontrado la utilizaciön de
la marca incorrecto en un ünico diccionario, en el CLAVE315. Hasta donde se ha
podido averiguar, esta marca se aplica escasamente a las UF y mäs abundantemen-
te a las ULS. En el ejemplo citado anteriormente, la marca "Incorr." se usa con una
locuciön que sufre una anomalia morfolögica (a ojos vistas). La marcaciön dia-
normativa puede tener, con todo, un mayor ämbito de aplicaciön. Podria ser ütil,
en un diccionario didäctico dirigido a extranjeros, aclarar, por ejemplo, que de-
terminadas locuciones nominales, como mosquita muerta no admiten variaciön de
gdnero, con lo que de manera implicita se serialaria que mosquito muerto es inco-
rrecto. En este sentido, la postura adoptada en el DEA, la de serialar, por medio de
la marca "semiculto'316, ciertos usos que, de momento, se consideran impropios o
incorrectos, puede ser de gran provecho para un hablante no nativo, que no siem-
pre puede reconocer una transgresiön. Para Garcia Pdrez (2000:262), esta marca
"incorpora a un diccionario de uso como el DEA una vertiente normativa", pero,
resalta este autor, "no se trata de una vertiente normativa en sentido estricto, al
menos desde el punto de vista acaddmico, por cuanto la marca no ha sido usada
como intenciön sancionadora".
Es necesario resaltar que la marcaciön normativa parece acercarse mucho a
la marcaciön gramatical; la principal diferencia reside en que, en la primera, se
hace hincapid en lo incorrecto o lo inusual, mientras que en la segunda, por el
contrario, se seriala lo correcto o lo usual. De hecho, algunos ejemplos de marca-
ciön gramatical del DICLOCVER podrian considerarse como ejemplos de marcaciön
normativa si fueran formulados de modo negativo. Este es el caso del ejemplo que
sigue:
beber como un cosaco (...) Beber mucho alcohol (...) ® El elemento cosa-
co de la locuciön admite variaciön en genero y nümero, pero, si aparece en
plural, la forma de la locuciön es beber como cosacos (...) (DICLOCVER, p.
33).
315 En el DUE, en los articulos con desarrollo gramatical, tambien se setiala la incorrecciön de
ciertos usos o expresiones. Veanse, por ejemplo, los articulos uno, -a o cien. Asimismo, en
algunas entradas como terminacho o escativana, se usa, en forma de comentario, el adjetivo
incorrecto. No se ha localizado ninguna referencia a la incorrecciön de alguna UF.
316 Bajo Perez (2000:34) hace referencia a la marcaciön de la incorrecciön o impropiedad, que
parece tener un mayor alcance que la marcaciön normativa, tal como la presenta Fajardo
Aguirre (1996-1997:48-49). Aquella abarca no sblo la indicaciön de la inadecuaciön o impro-
piedad lingüistica (vulgarismo prosödico, fonetico, morfolögico, sintäctico y semäntico) sino
tambien la indicaciön de la incorrecciön ideolögica y la censura de neologismos innecesarios.
Bajo Perez relaciona el empleo de la marca semiculto, en el DEA, con este tipo de marcaciön.
252
Capitulo 7 — La ejemplificaciön de las unidades fraseolögicas
1. Introducciön
"The examples included in the entry should not be treated by the lexicogra-
pher as some additional material but as an integral part of the entry" (Zgusta,
1971:265),
"una falta de ejemplos da esa impresiön de catälogo muerto, porque las pala-
bras no aparecen en un contexto orgänico" (Haensch, 1982a:510),
317 Esta frase aparece en una carta, escrita en 1760, a Duclos, segün Martin (1989:599).
318 Una muestra de la polemica que rodea este tema puede apreciarse en la postura adoptada por
Zuluaga, durante un debate en ei 1 Coloquio Galego de Fraseoloxia. Este autor afirmö, consi-
derando el procedimiento adoptado en el DFEM, que los ejemplos, por triviales y construidos
253
nes que estos pueden ejercer319, al espacio que deben ocupar en una obra, a la di-
ferencia entre los ejemplos, las citas y las autoridades -si se admite alguna dife-
renciaci6n-, etc. Hay, asimismo, otro aspecto en el que suelen coincidir los auto-
res: el de la complejidad que supone conseguir buenos ejemplos y lograr que estos
sean efectivos. Como comenta Bajo Perez (2000:49):
"Conseguir algo que parece tan sencillo exige mucho esfuerzo y considerable
intuiciön idiomätica: se trata de alcanzar un equilibrio entre lo estereotipado
y lo nada representativo" (Bajo Perez, 2000:49).
Si los ejemplos dejan de cumplir alguna de las funciones que se les asignan, pue-
den tener un efecto contrario al esperado y, en lugar de ser im instrumento ütil,
confundir al usuario (Gutierrez Cuadrado, 1999:81).
Pese a la indiscutible importancia que se concede a los ejemplos, no siem-
pre estos elementos han estado presentes en la microestructura de las obras lexi-
cogräficas. En efecto, la frase de Voltaire citada viene a ajustarse a un determina-
do momento de la lexicografia francesa, a finales del siglo xviu, en el que se ob-
serva una disminuciön en el empleo de ejemplos, lo cual parece contrastar con el
procedimiento genera1320. En el caso de la lexicografia espahola, tambien en esta
epoca, sale a la luz la primera ediciön del diccionario academico desprovista de
ejemplos (1780), una präctica que se consolida en el siglo xix y que tiene dos
consecuencias significativas: por un lado, el distanciamiento de la lexicografia
espafiola de las demäs lexicografias europeas y, por otro, la contundente escasez
de ejemplos en los diccionarios espafioles (Hernändez Hernändez, 1989: 76, Alvar
Ezquerra, 1993:128-129, Gutierrez Cuadrado, 1999:80). Dicha escasez no ha sido
remediada hasta fechas recientes, principalmente con la publicaci6n de dicciona-
rios que contemplan el aprendizaje de la lengua, entre los que deben incluirse los
ad hoc por el lexicögrafo, cansaban a los usuarios. Por eso, reivindic6 el uso de ejemplos mäs
vitales y originales, es decir, ejemplos citados. Dijo que se notaba que los ejemplos del DFEM
habian sido construidos "un tanto ä carreira e un tanto triviais e ad hoc na mayor parte dos ca-
sos". Varela, autor del DFEM, en respuesta al comentario de Zuluaga, justific6 el empleo de
ejemplos ad hoc haciendo referencia, en primer lugar, a la dificultad que existe por deträs de
la presentaci6n y elaboraciön de ejemplos citados. En segundo lugar, hizo alusiön a las exi-
gencias de la editorial, que impiden la utilizaci6n de ejemplos largos. Segün Varela, hay que
"escribir en moi poucas linas un exemplo que sexa autoexplicativo." En cuanto al caräcter tri-
vial achacado a los ejemplos del DFEM, explic6 que la lengua hablada es trivial por lo que son
inevitables las trivialidades en los ejemplos (Carbonell Basset y Varela, 1998:231-233). De-
ntro del universo de los ejemplos creados, se deben tener en cuenta las ideas que sirven de ba-
se para los Ilamados ejemplos frästicos y los onomasiolögicos (Rey-Debove, 1994:42-43) o
los ejemplos que presentan microdiälogos (Varela y Kubarth, 1998:213).
319 Por ejemplo: funciön definitoria, morfolögica y sintäctica, pragrnätica, entre otras. Mäs ade-
lante, volveremos sobre este punto.
320 A este respecto, vease Alvar Ezquerra (1993:128-129).
254
diccionarios generales de uso, como el DUE o el Diccionario Planeta de la lengua
espaiiola usual, dirigido por F. Marsä.
Si la carencia en la utilizaci6n de ejemplos en la lexicografia espariola se
debe a un hecho anecdötico que se perpetu6 a lo largo del tiempo321, la postura
que la contraria, es decir, el empleo sistemätico de la ejemplificaci6n, puede res-
ponder o bien a una exigencia real del quehacer lexicogräfico o bien a una deci-
si6n personal del lexic6grafo. No obstante, como la noci6n de ejemplo lexicogrä-
fico y su aplicaciön son aspectos complejos, no basta con, simplemente, incluir
ejemplos en el diccionario. Una prueba de esta complejidad se revela en el hecho
de que, por lo general, predomina un posicionamiento critico respecto a la ejem-
plificaci6n, lo que queda plasmado en la mayoria de los trabajos sobre el asunto.
Asi, es posible encontrar afirmaciones tan contundentes como la de Calderön
Campos (1994:71), quien considera que los ejemplos constituyen una de las ma-
yores deficiencias de la lexicografia espailola. Se ha criticado, de este modo, la
falta de uniformidad en la aplicaciön del termino ejemplo en los DB (Jacobsen et
al., 1991:2783), lo que repercute, entre otras cosas, en considerar que una UF pue-
de incluirse en este tipo de diccionario como ejemplo del lema en cuya entrada se
inserta, tal como vemos en Corpas Pastor (1996b:173-175)322.
Esta präctica de considerar la fraseologia como un tipo de ejemplo se ex-
plica, asimismo, debido al caräcter de representatividad que tiene esta parte del
articulo lexicogräfico: los ejemplos son un material rico en informaciön gramati-
cal, enciclopedica, pragmätica o sobre combinatoria lexica. En consecuencia, co-
mo ha serialado Iriarte Sanromän (2001:327), los ejemplos pueden transformarse
peligrosamente en una especie de caj6n de sastre, donde va a parar todo lo que no
se sabe tratar lexicogräficamente. A este respecto, Blanco Escoda, refiriendose a
los ejemplos, afirma que
321 Este hecho se refiere a la decisi6n tomada por los academicos dieciochescos de publicar una
obra sin las autoridades, con el fin de atender a los usuarios que no podian disponer de la pri-
mera edici6n del DA, ya agotada. Surge, asi, el DRAE, cuyo modelo ha sido largamente segui-
do por los lexic6grafos no academicos (Ahumada Lara, 1989:82 y Alvar Ezquerra, 1993:128).
322 Esto ocurre, asimismo, en la lexicografia monolingüe, como han demostrado Santamaria
Perez (2000b:563) y Ruiz Gurillo (2000:262).
255
Por todo ello, Iriarte Sanromän (2001:328) defiende que, para evitar el peligro de
usar los ejemplos indiscriminadamente, seria importante establecer lo que deno-
mina teoria del ejemplo lexicogräfico, "delimitando (para o lexicögrafo) e expli-
cando (ao utilizador) o seu uso e fun9öes perante os outros elementos da microes-
tructura"323.
Como suele ocurrir con otros aspectos lexicogräficos, la mayoria de las
consideraciones que se han hecho respecto al tema de los ejemplos en la lexico-
grafia se ha centrado en las ULS. Sin embargo, muchas de estas consideraciones
tienen validez tambin para las UF. Una reflexiön sobre este asunto conduce a dos
puntos principales:
a) la inclusiön de las UF en los diccionarios en calidad de ejemplos lexicogräficos,
ya serialado antes, y
b) los ejemplos en el tratamiento lexicogräfico de las UF.
A continuaciön, se trata cada una de estas dos cuestiones.
Corpas Pastor (1996b:173) afirma que el procedimiento mäs usado para incluir la
fraseologia en los DB es la ejemplificaci6n. Se trata de una präctica tradicional y,
por ende, comünmente aceptada y poco discutida, hasta el punto de que se consi-
dera que una de las funciones de los ejemplos es justamente presentar la fraseolo-
gia. Esta autora fundamenta esta afirmaciön citando a Roberts y a Alvar Ezquerra.
El primero divide las categorias de ejemplos en combinaciones libres de palabras,
colocaciones y expresiones fijas, mientras que el segundo considera que los
"ejemplos, frases, modismos y construcciones" sirven para aclarar las dudas del
usuario en lo tocante al uso o al significado de un lema. Advierte Corpas Pastor
que muchos autores no estän de acuerdo con el procedimiento de considerar los
ejemplos y la fraseologia como fen6menos anälogos324. Recuerda, basändose en
Jacobsen et al. (1991), que el ejemplo es una categoria formal de la microestructu-
ra del DB y que por influencia de la lexicografla monolingüe se ha identificado
323 Para Blanco Escoda, esta teoria debe ser "Entendida como un elemento subyacente a una
praxis concreta y formado por dos componentes bäsicos: descriptivo (anälisis de la presencia
del ejemplo y de sus relaciones con las restantes categorias del articulo lexicogräfico) y nor-
mativo (conjunto de criterios encaminados a estipular el correcto empleo del ejemplo)"
(Blanco Escoda, 1995:3, citado por Iriarte Sanromän, 2001:328).
324 Winter (1992:48-50), por ejemplo, recomienda que se diferencien los ejemplos de las infor-
maciones sobre las UF. Afirma esta autora que "A mere diacritical mark or an abbreviation
that can be used in both parts of the dictionary [de un diccionario bilingüe] might be enough
to distinguish phraseological units from genuine examples of speech" (Winter, 1992:49).
256
con la fraseologia. Lo que hace este procedimiento, en verdad, es complicar la
localizaci6n de una unidad en el diccionario.
El tratamiento de UF como simples ejemplos lexicogräficos puede enten-
derse, asimismo, como el resultado de la inexistencia de un acercamiento sistemä-
tico al tratamiento de estas unidades325. Ya se ha mencionado la opiniön de Be-
joint (2000:221), quien afirma, asi, que
Ya sea por falta de una teoria lexicogräfica general, en la que los elementos fra-
seolögicos reciban un tratamiento adecuado, ya sea por la carencia de una teoria
especifica en la que se delimite el uso de los ejemplos lexicogräficos, lo cierto es
que varios autores han hecho referencia a la präctica de tratar las UF como ejem-
plos y a los problemas que se derivan de ella.
Quizäs sean las colocaciones el tipo de UF que mäs suele figurar como
ejemplos en los diccionarios. Sobre ello, ha comentado Castillo Carballo (2001b):
Otros tipos de unidades, como las locuciones, las förmulas y las paremias tambien
suelen aparecer en los ejemplos (Corpas Pastor, 1996b:172); no obstante, parece
haber, en el caso de las colocaciones, una asociaciön directa entre estas y el ejem-
plo lexicogräfico, de tal modo que Drysdale (1987:215, citado por Castillo Carba-
llo, 2001b:402) incluye entre las funciones del ejemplo la de informar, aunque
indirectamente, de las colocaciones tipicas. De igual forma, Fox (1987:146) opina
que los ejemplos sacados de textos reales sirven para suministrar colocaciones
325 Tanto Roberts (1996:187) como Bogaards (1999:117) relacionan este procedimiento con la
cuesti6n del estabiecimiento del estatus de las UF. Para este ultimo autor, no existe un consen-
so a este respecto. Un buen ejemplo de ello puede comprobarse en el anälisis y comparaci6n
de los diccionarios. Asi, una UL puede aparecer tratada como UF en una obra, como en el DEA:
por ejemplo, un abrazo o hasta las narices (en las entradas abrazo y nariz, DEA, pp. 26 y
3190, respectivamente) y, en otro, como el CLAVE, figurar en un apartado dedicado a las `no-
tas', es decir, a las informaciones complementarias, las cuales, en ocasiones, han sido con-
fundidas como un tipo de ejemplificaciön: abrazo (...) uso La expresiön un abrazo se usa
mucho como förmula de despedida: Terminb diciendo: Wasta man ana, un abrazo'; y nariz
(...) uso Narices se usa como palabra comodin para formar locuciones eufemisticas: estar
hasta las narices significa 'estar muy harto' (CLAVE, pp. 10 y 1535, respectivamente).
257
precisas y acertadas. Svensdn (1993:100-102) va mäs allä y llega a afirmar que las
colocaciones ldxicas, porque se relacionan con el aspecto expresivo, deben in-
cluirse en forma de ejemplos. Por otro lado, las colocaciones semänticas se rela-
cionan con el aspecto del contenido y, por lo tanto, no deberian registrase como
ejempios326. Sin embargo, afirma este autor que, en muchos casos, se puede sos-
pechar que un ejemplo estä pensado como una informaci6n implicita sobre las
colocaciones semänticas. Opina, asi, que este procedimiento puede constituir un
problema, principalmente, para los DB activos, puesto que exigen que el usuario
haga generalizaciones, y es siempre peligroso generalizar a partir de ejemplos en
una lengua que no se conoce suficientemente.
El tema de la inclusi6n de las UF en los diccionarios en calidad de ejemplos
lexicogräficos ha sido mäs examinado en el ämbito de la lexicografla bilingüe. Se
ha cuestionado principalmente si estas unidades deberian considerarse como un
tipo especial de ejemplos o como subentradas. Roberts (1996:187), por ejemplo,
plantea esta pregunta y acude a Jacobsen et al. (1991:2783) para expresar su opi-
ni6n. Aquel autor se posiciona en contra la presentaci6n de UF como ejemplos.
Considera, asi, que, en algunas obras publicadas a partir de los arios 80, se observa
una cierta evoluciön respecto al tratamiento dado a las UF: si algunos diccionarios
todavia presentan estas unidades como ejemplos dentro de im lema dado, otros ya
las separan claramente de los ejemplos propiamente dichos y las ubican en una
subdivisi6n independiente, que se distingue claramente de las subdivisiones se-
mänticas por una abreviatura, un signo gräfico o por un nombre. Hace referencia,
ademäs, a la dificultad que supone localizar las UF si dstas se presentan en forma
de ejemplos:
326 De acuerdo con las explicaciones que da Svensen (1993:98-99), puede concluirse que, para
este autor, make a trip es una colocaciön ldxica, mientras que damage (object) es una coloca-
ciön semäntica (con este tipo de colocaciön se pone en duda la aceptabilidad de una frase co-
mo "*The driver of the car was badly damaged", ya que el verbo damage no puede tener un
complemento directo con el rasgo semäntico [+ animado]).
258
tren su uso con sus traducciones. Estos serän asf Utiles para indicar las variaciones
sintäcticas posibles en el uso de ciertas expresiones.
Para Jacobsen et al. (1991), la soluciön a toda esta problemätica pasa por
la diferenciaciön entre los ejemplos y las UF en t6rminos formales: los primeros se
considerarian, asi, categorias lexicogräficas, mientras que los segundos serian
categorias lexicol6gicas:
Parece ser que, para que las UF tengan un tratamiento lexicogräfico adecuado, no
basta con reconocer estas unidades como una categoria lexicolögica. Claro estä
que es necesario reconocer el estatus de las UF como UL que son y discriminar sus
diversos tipos, pero es fundamental que en la präctica lexicogräfica, tanto en la
lexicograffa bilingüe como monolingüe, se lleve a cabo de modo sistemätico lo
que se establezca desde la teoria. Como esto no ha ocurrido, por lo menos no de
modo completamente satisfactorio, no queda claro el estatus de ciertas UF que
figuran en los ejemplos o que se busca ejemplificar. Se encuentran, de este modo,
casos en los que el uso, en el prölogo de im diccionario, de un tdrmino como colo-
caci6n no va acompafiado de ninguna explicaciön sobre qud se entiende por dl.
Asi, aunque en el prölogo del DSLE se exprese que
"Se tienen en cuenta tanto las posibilidades o nivel de uso, como las coloca-
ciones o contextos" (DSLE, XI) y
"En muchos casos el ejemplo no es una frase completa, sino una construcci6n
que indica las colocaciones mäs frecuentes" (DSLE, XI),
poner un dique Impedir que avance algo que es considerado perjudicial: po-
ner dique a la politica imperialista de un pais, poner un dique a la desertiza-
cidn (DSLE, p. 546).
259
En otras ocasiones, aunque en el prölogo del diccionario, en este caso el DEA, se
definan las UF tratadas, locuciones y f6rmulas, resulta dificil comprender por que
algunas de ellas se consideran simplemente construcciones, y no se clasifican co-
mo un tipo de UF. Considerense los ejemplos que siguen:
cerviz f 1 Parte posterior del cuello o del pescuezo (...) b) (lit) A veces se
usa para simbolizar el orgullo o la independencia, en constrs como BAZAR, o
DOBLAR, LA —, LEVANTAR LA —, SER DE DURA —. (DEA, p. 981),
De acuerdo con lo que se explica en el prölogo del DEA, lo que aparece escrito
arriba en cursiva y en letra versalita no puede entenderse como ejemplos, porque
en esta obra estos se introducen mediante una barra vertical (1) y son, en su gran
mayoria, citas breves, extraidas de los corpora consultados. Los que no fueron
sacados de los corpora figuran precedidos por un asterisco (DEA, p. xxiii). Puede
entenderse, en cambio, como una explicaciän complementaria a la definici6n, un
tipo de indicaci5n sintäctica, o sintäctico-semäntica: "colocaci6n o construcciön
preferente" (DEA, p. xmi), aunque, de ningün modo, se especifica el estatus de los
elementos que figuran en versalita.
La trascendencia que puede alcanzar la cuestiön del tratamiento de las UF
como ejemplos lexicogräficos tiene estrecha relaci6n con la importancia que se
concede a estos en el aprendizaje. En efecto, tomando en consideraciön todas las
funciones que pueden desemperiar los ejemplos, se hace evidente su amplia apli-
caciön pedagögica. En este sentido, se puede hablar de una funci6n didäctica, que
ha sido, incluso, asociada a la definitoria (Orduria Löpez, 1999:99), pero que po-
dria intercalarse, asimismo, entre las demäs funciones. Segün Fox (1987:137), el
uso de ejemplos forma parte integral del aprendizaje de una palabra: el aprendiz
necesita tanto una explicaciön sobre el significado de la palabra como uno o mäs
ejemplos de la palabra en uso.
Calder6n Campos (1994:65) y Castillo Carballo (2001b:402) opinan que,
para que un diccionario cumpla una funci6n codificadora, es necesario que todas
las acepciones se acompafien de ejemplos. Fox (1987:38) tiene en cuenta, ademäs,
la funciön descodificadora de los diccionarios. Asi, considerando tanto el poten-
cial didäctico de los ejemplos como la importancia de las UF en el aprendizaje de
un idioma, se pueden comprender fäcilmente las reivindicaciones de un tratamien-
to lexicogräfico adecuado para los dos.
260
2.2. Los ejemplos en el tratamiento lexicogräfico de las unidades fraseolö-
gicas
Se puede decir que los ejemplos, por las funciones que pueden cumplir, son muy
importantes en el tratamiento lexicogräfico de las UF en cualquier tipo de diccio-
nario y, principalmente, en los que van dirigidos al aprendizaje de la lengua. En
este sentido, en el prölogo del DIPELE se afirma que
327 Se atribuyen varias funciones a los ejemplos, segün se ve en las defmiciones que cada autor
ofrece de dstos y en las propuestas en las que se presentan, de forma sistemätica, estas fun-
ciones. Se ha intentado reunir aqui algunas de estas funciones, a partir, principalmente, de las
aportaciones de Martin (1989), Gutidrrez Cuadrado (1999) y Orduila Löpez (1999).
328 Esta funci6n corresponde, a grandes rasgos, a la funciön paradigmätica, citada por Martin
(1989:601-602).
261
gran parte de las definiciones o caracterizaciones que se han hecho sobre di329 y,
ademäs, aparece citada en el prölogo de muchas obras, como el CLAVE, el DI-
CLOCVER, el DICLOCADV, el DIPELE o el GDLE. Una opini6n bastante representativa
acerca de esto, debido a la repercusi6n que ha tenido en trabajos lexicogräficos
posteriores, es la de Femändez Sevilla (1974:78), para quien los ejemplos
Esta asociaci6n entre ejemplo y uso sugerida por Ahumada Lara se repite tambien
en Orddia Löpez (1989:105), para quien la capacidad del ejemplo para transmitir
el significado de la entrada reside en el hecho de que la presenta en su contexto de
uso331 Esta
'
parece ser la idea clave que justifica por que el ejemplo, como dice
Martin (1989:602), "fonctionne comme une definition deguisee", es decir, tiene la
propiedad de mostrar el contexto de uso de la entrada. Como ya se ha dicho, esta
idea se enmarca en la teoria operacional o contextual del significado, la cual su-
bordina el establecimiento de este a la observaci6n de su uso (Ordwia Löpez,
1999:99). Quedan asi estrechamente relacionados los conceptos de ejemplo, con-
329 Wase, por ejemplo, Haensch (1982a:509), Kpifer (1984:69), Fox (1989:137), Hernändez
Hemändez (1989:76-77), Martin (1989:601), Perez Lagos (1998:178), Gutierrez Cuadrado
(1999:81) y Castillo Carballo (2001b:401).
330 Aunque este autor desvincula la necesidad de empleo del ejemplo como un recurso ünico para
atender a las exigencias de la definiciön: "Esto no debe llevarnos a pensar que el ejemplo pa-
sa a formar parte del articulo en casos de dificultad en cuanto a la expresi6n del contenido.
Nada mäs lejos de la realidad. El ejemplo es un recurso que emplea el lexic6grafo (...) con
distintos fines, desde su empleo como nota ilustrativa de la definiciön hasta su inclusiön como
elemento imprescindible para la comprensi6n semäntico-sintäctica de la entrada" (Ahumada
Lara, 1989:82).
331 Esta es tambien la idea que estä presente en Seco (1987:233) cuando dice que, al presentar la
palabra en contexto, "se restituye a la voz la realidad palpable de su significaciön, que en la
definici6n escueta aparece descarnada y abstracta; y de esta manera definiciön y texto se ilus-
tran mutuamente".
262
texto y definiciön lexicogräfica332. Todo esto adquiere un matiz especial, si se
considera la dificultad de definir determinadas UF, como las f6rmulas:
ya ves (ve, etc). b) Fdrmula con que se llama la atenciön sobre una pers o
cosa que se menciona inmediatamente. 1 (...) No son malos chicos... Ya ves
Natalia, una nifia y trabajando ya en una oficina (DEA, p. 4509).
332 Neves (2002:208) cuenta una pequefia andcdota con el fin de ilustrar la dificultad que se pue-
de tener para comprender lo que se define en los diccionarios, es decir, la poca aplicabilidad
de las defmiciones a la utilizaciön real de la lengua. La autora le regalö un diccionario de por-
tuguds a una nifia de doce afios y esta, para demostrar su alegria con el regalo, decidib consul-
tarlo de inmediato y antes de elegir una palabra observö: "Voy a buscar una palabra que ya
conozco, porque los diccionarios son asi: si buscamos una palabra que no conocemos, no en-
tendemos nada". Y, para colmo, despuds de leer la definici6n de la palabra buscada, la nifia
completb: "iNo he entendido nada! Si ya lo sabia yo... iNi siquiera conociendo la palabra
sirve para algo el diccionario!".
263
pasärsele el arroz [a una mujer]. v (col) Pasär-
sele el momento adecuado para casarse. II (...)
Tio, usted es justo, y para ser justo no hace falta
memoria, ni para darse cuenta de que si Joaquin
se cansa... se me va el ultimo tren, se me pasa
el arroz (DFDEA, p. 158).
por cuanto la inclusi6n de otra UF (en las muestras arriba, las unidades que estän
subrayadas), en el ejemplo dado, puede comprometer la comprensi6n del signifi-
cado de la locuciön definida. De igual modo, los ejemplos que se afiaden a las
entradas que se reproducen a continuaciön tampoco pueden cumplir plenamente
su funciön definitoria, ya que no son una muestra efectiva de uso:
con la boca abierta, o con tanta boca abierta. 1. locs. advs. coloqs. Sus-
penso o admirado de algo que se ve o se oye. Estar, quedarse con la boca
abierta. U. t. c. locs. adjs (DRAE, p. 328).
264
b) La funciön morfolögica y sintäctica333. Tambien llamada funciön gramatical,
esta, al lado de la funciön definitoria, es una de las funciones del ejemplo sobre la
que mäs han incidido los estudiosos. Se ha seilalado, asi, en reiteradas ocasiones,
que los ejemplos tienen la propiedad de mostrar el funcionamiento del lema en
combinaciön con otras uL (Zgusta, 1971:263), informar al usuario de las variantes
funcionales de las lu (Ahumada Lara, 1989:82, Perez Lagos, 1998:178) y revelar
su comportamiento sintäctico (Haensch, 1982a:509, Calderön Campos, 1994:65,
Perez Lagos, 1998:178, Bajo Pdrez, 2000:50). A este respecto, Fox (1987:137) ha
sefialado que los ejemplos ayudan a reforzar el significado,
mano a mano; referido a la forma de hacer algo, entre dos personas que compi-
ten o colaboran estrechamente (...) srmr. Mano a mano se usa tambien como
sustantivo: Esta corrida es un mano a mono entre los dos mejores toreros de
la temporada335 (CLAVE, p. 1255).
333 Este tipo de funciön corresponde, en parte, a la funciön sintagmätica de la que habla Martin
(1989 :601).
334 El autor se refiere a los siguientes procedimientos: colocaciön de las variantes en la microes-
tructura, observaciones metalingüisticas en la microestructura, apöndice gramatical, etc. (Al-
var Ezquerra, 1993:130).
335 Se han subrayado en cada caso las informaciones gramaticales y la ejemplificaciön que las
i lustra.
265
hacer juego v. (a) [algo, con algo] Combinar bien {una cosa con otra}: La
tapiceria del sofä hace juego con las cortinas (...) eL21> Si no aparece el com-
plemento [con algo]. el sujeto de la locuciön v la locuciön van en plural: Ese
bolso v esos zapatos no hacen juego (DICLOCVER, p. 84).
en clave adv. (a) [de algo] Con el caräcter o con el tono que se expresa: Po-
cos son los autores de cierto relieve que escriben en clave de humor, sätira o
ironia en el campo de la literatura y el periodismo actual. D El complemen-
to [de algol puede corresponder a un adjetivo que concuerda con el elemento
clave de la locuciön: Ha dado esta semana su primera entrevista como politi-
co en excedencia que muchos han leido en clave cinica (DICLOCADV, p. 113).
hacer u. c. juego con algo (f.). Convenir, adecuarse con algo: "El color de
esta corbata no hace juego con el traje; resulta demasiado Ilamativa" (DFEM,
p. 1419).
fa1tarle tiempo a alguien para [hacerj algo (Inf.). Apresurarse en hacer al-
go: "Es un hombre muy chismoso y, tan pronto como se enterb de la noticia,
le falt6 tiempo para ir a contärsela a todo el mundo" (DFEM, p. 268).
Parece ser que la sola presentaci6n de estos ejemplos exige del usuario una gran
percepci6n lingüistica para deducir las informaciones gramaticales pertinentes, de
modo que queda claro que aquellos funcionan como un apoyo para la compren-
siön, en este caso, de un dato gramatical pertinente al funcionamiento del lema. Es
decir, los ejemplos ilustran ciertos puntos especificos, los cuales, no obstante,
muy probablemente no serian deducidos por el usuario sin la ayuda de las notas
gramaticales336. En este sentido, cabe destacar un procedimiento adoptado en el
DSLE, el cual, en cierto modo, sirve para ilustrar esta limitaci6n de los ejemplos: en
este diccionario, como no hay un sistema de notaciön gramatical, se destacan las
preposiciones que forman el regimen de verbos, adjetivos y sustantivos, subra-
ydndolas, en los ejemplos, con letra negrita, como en
hacer (...) 24 Tener <una persona o una cosa> [una funci6n o una profe-
sign]: Hace de maestro en un colegio (DSLE, p. 800).
336 Como se verä mäs adelante, lo mismo puede decirse para otros tipos de funciän, donde parece
ser que los ejemplos s6lo pueden cumplir satisfactoriamente su papel si se acompailan de no-
tas complementarias.
266
Este procedimiento se aplica principalmente a las um y sirve para indicar el regi-
men preposicional. En cualquier caso, hay que recordar las palabras de Iriarte
Sanromän, citadas anteriormente, respecto a la necesidad de que se informe al
usuario del uso y de las funciones de los ejemplos lexicogräficos.
c) Funci6n pragmätica. Esta funciön hace referencia a la propiedad que tienen los
ejemplos de mostrar el lema en contexto y, por ende, de informar del entorno se-
mäntico en el que suele usarse, asi como de su connotaciön. Como bien ha escrito
Haensch (1982a:509), los ejemplos
A partir de las reflexiones de los autores que hacen menci6n a este tipo de fun-
ciön, se deduce que los ejemplos auxilian no sölo en la comprensiön de la defini-
ciön, sino tambien en la indicaciön de determinadas marcas lexicogräficas. De
este modo, Alvar Ezquerra (1993:130), al incidir en la posibilidad de que los
ejemplos expresen el ämbito de empleo o los valores estilisticos del lema, de-
muestra que estos pueden complementar la marcaciön diatecnica y la connotativa.
A este ultimo tipo de marcaciön se refiere tambien Landau (1989:166), al aludir al
hecho de que los ejemplos pueden expresar implicaciones afectivas, y Fernändez-
Sevilla (1974:80), cuando afirma que los ejemplos deben mostrar el aspecto ex-
presivo de la lengua, "dando cuenta de la continuidad o de la ruptura de los usos".
De igual modo, Gutierrez Cuadrado (1999:83) resalta que la ejemplificaciön faci-
lita la comprensiön del nivel o del registro, "al presentar una frase global con el
funcionamiento discursivo de diferentes palabras y construcciones". Para este
autor, es menor la capacidad explicativa de la definici6n y de la marca cuando no
se acompafian de ejemplos. En consecuencia, se puede considerar negativa la au-
sencia de ejemplos, como en los casos que se muestran a continuaciön:
no tener dos dedos de frente; ser poco sensato o poco inteligente (CLAVE, p.
600).
267
puesto que, en todos ellos, los ejemplos podrian aportar una serie de matices que
aclararian el empleo de la UF. Por otra parte, en las entradas presentadas a conti-
nuaci6n, el contexto proporcionado por el ejemplo sirve para ratificar, en cierta
forma, los rasgos caracteristicos de la UF que se encuentran expresados en la defi-
nici6n y en la marcaci6n, e incluso compensar la ausencia de esta ültima:
echar u. p. las puertas abajo (inf.). Llamar a la puerta muy fuerte o violen-
tamente: "La pr6xima vez que llegues tan tarde procura no echar las puertas
abajo, que hay gente durmiendo" (DFEM, p. 229).
enviar a hacer puiietas v. (II) vulg. [alguien, algo/a alguien] Despedir {a una
persona}, rechazar con enojo {a una persona o una cosa} : El la insultd y ella
lo envid a hacer purzetas (...) (DICLOCVER, p.70).
268
e) Funciön präctica337. Se ha hecho tambien referencia a la utilidad präctica de los
ejemplos, ya que estos pueden auxiliar al usuario a localizar y a distinguir acep-
ciones (Fox, 1987:137, Gutierrez Cuadrado, 1999:83). La premisa es que el usua-
rio puede identificar una acepciön mediante la identificaciön de ejemplos que ex-
presen lo que busca o a traves de la comparaciön entre los ejemplos presentados
en el diccionario y el modelo de que ya dispone. Esta funciön präctica, claro estä,
es una derivaciön de la funciön defmitoria y adquiere especial importancia para
los usuarios extranjeros, por cuanto las ligeras diferencias de significado que pre-
sentan algunas UF, y que van casi siempre acompariadas de matices expresivos,
pueden confundirles. La entrada que se presenta a continuaciön es una muestra de
ello, ya que la presencia de los ejemplos parece fundamental para la comprensiön
de la unidad en cuestiön:
a partir de. Desde. 1 (...) Si se computa el valor, se deberän los intereses le-
gales del mismo a partir de aquel momento. b) a partir de [algo]. Tomän-
do[lo] como base. 1 (...) Estos experimentos indican la existencia de un reloj
interno localizado en el hipocampo (16bulo temporal), donde neuronas espe-
cificas se disparan ritmicamente y responden a los impulsos sensoriales. A
partir de ahi se ha establecido radiocomunicaciön entre computadores y el ce-
rebro de primates en libertad (DEA, p. 3409).
Pero los ejemplos tambien pueden tener una funciön präctica para los lexicögra-
fos, puesto que les permiten elucidar pequefias alteraciones semänticas o cambios
de categoria gramatical sufridos por una UF, eximiendoles de presentar una nueva
acepciön o subacepciön:
loc adv 9 como estä mandado, o como Dios manda. (co/) Como debe ser.
Tb adj. (...) En la taberna hay un grupo de carlistas que beben vino como
Dios manda. (...) Una valenciana como estä mandado, o sea, tetuda y opulen-
ta (DEA, p. 2936).
Como bien ha sefialado Landau (1989:167), los ejemplos, mäs que dar soporte a la
definiciön, pueden indicar tambidn cuändo el lema se usa en sentido metaförico o
literal. En este sentido, se puede decir que los ejemplos cumplen, asimismo, una
funciön retörica, como sefiala Martin (1989:602). Para este autor, ciertos usos,
principalmente los figurados, se prestan mal a la definiciön, de modo que los
337 Esta funciön tiene relaciön con la fonction eilinguistique, tratada por Martin (1989:604).
269
ejemplos pueden servir para ilustrar las tendencias de la derivaci6n anal6gica y
metonimica de las palabras.
Por otra parte, como se ha observado en la funci6n definitoria, es comün
que se retinan varias acepciones en un enunciado como si de una ünica definiciön
se tratara. En estos casos, casi siempre se ofrece s6lo un ejemplo que corresponde
a una de estas acepciones, como en
270
tudio, particularmente porque pueden revelar tendencias ideolögicas y expectati-
vas culturales. Asi, para algunos autores, el elemento ideolögico es uno de los que
predominan en los ejemplos tanto inventados como citados (Orduria Löpez,
1999:104).
La posibilidad de expresar datos culturales hace que los ejemplos puedan
expresar informaciön enciclopädica. Gutidrrez Cuadrado (1999:85), por ejemplo,
considera que los ejemplos son ütiles para afiadir una informaciön enciclopädica
complementaria, en lugar de incluirla en la definiciön, donde, de hacerlo, sobraria.
En el caso de la fraseologia, esto podria suceder con aquellas unidades en cuya
formaciön intervienen determinados elementos que hacen referencia a aspectos
culturales, acontecimientos histöricos, obras literarias o anäcdotas. No obstante,
en los diccionarios consultados, no abundan casos en los que se introduzcan datos
enciclopädicos en la ejemplificaciön. Son algunos ejemplos de ello:
velar las/sus armas (...) Pasar la noche {el hombre que va a ser nombrado
caballero} vigilando las armas: Don Quote tambidn veld las armas; Has pa-
sado la noche en cubierta como un caballero velando sus armas (DICLOC-
VER, p. 171)
Para concluir este capitulo, es necesario mencionar una cuestiön que, a raiz de la
importancia que se da a la documentaciön en el quehacer lexicogräfico, tiene es-
pecial trascendencia para el tema de la ejemplificaciön, la de los corpora. Bäjoint
(2000:98) afirma que el deseo de sacar cada palabra y acepciön de textos autänti-
cos y usar estos textos como fuente de ejemplos fue una innovaciön fundamental
338 Para Alvar Ezquerra (1993:137), los refranes usados como ejemplos en el DUE, pese a "lo
comprometidos que son como modelos sintäcticos y semänticos de la lengua actual", son una
buena muestra de ejemplos que manifiestan elementos ideolögicos y reflejan una situaciön
socio-cultural.
271
en la lexicograffa. Dice que sus consecuencias pueden sentirse hasta hoy, aunque
la filosofia general ha sido cambiada: en el siglo xvin, y algo del xix, buscaban
seleccionar `buenos' textos que indicaran el `buen uso'; los lexicögrafos moder-
nos, al contrario, han intentado usar los textos de forma menos selectiva y mäs
descriptiva. En ültima instancia, esta posiciön ha hecho que una funciön principal
asociada a los ejemplos, la de autorizar el uso de un vocablo, haya perdido fuerza
respecto a otras funciones, como la de mostrar el lema en contexto339.
Por otra parte, este ultimo aspecto acarrea otra cuestiön que refuerza la re-
laciön entre el uso de los corpora y la ejemplificaciön, ya que trae a colaciön la
oposiciän ejemplo creado / ejemplo citado. Y es que los ejemplos sacados del
corpus vienen a oponerse a los ejemplos creados o inventados, pues los primeros
son capaces de ofrecer muestras del lenguaje real o natural, cuyo uso ha sido ates-
tiguado. Se instituye, asi, la idea de autoridad del corpus lingüistico (Rey-Debove,
1994:41-43)34°. Claro estä que los corpora, como cualquier instrumento de inves-
tigaciön lingüistica, tiene sus limitaciones, por lo que, aunque no se puede negar
el valor de los ejemplos sacados de este material, se debe proceder con cautela en
su utilizaciön. Ademäs, como comenta Fox (1987:138), hay que conciliar los re-
quisitos de autenticidad lingüistica, atendidos por el corpus, con las expectativas y
necesidades de los usuarios. En consecuencia, en pro de la calidad del trabajo
lexicogräfico, tampoco se puede descartar la validez de los ejemplos adaptados y
de los ejemplos ad hoc.
339 Recordemos, en este sentido, las palabras de Garriga Escribano (2002:143), para quien los
ejemplos se sitüan en un terreno intermedio entre la lengua natural (discurso comunicativo) y
metalengua (discurso propio del diccionario).
340 Rey-Debove (1994:41) expresa una opiniön extrema a este respecto. Afirma que la idea de
autoridad del corpus lleva en si la oposiciön entre la imagen del lexicögrafo incompetente
frente a la del corpus competente. Opina la autora que esta autoridad procede del hecho de
que los ejemplos estän impresos y que es muy relativa: al fatal, la decisiön ültima de elecciön
del ejemplo en el corpus le cabe al lexicögrafo y äste siempre elige el ejemplo que mäs se
acerca al que habria creado. Esta autora concluye diciendo que "Por tanto, ei lexicögrafo es
tan ineludible para el ejemplo como para el resto, puesto que posee la elecciön inicial de la
composiciön del corpus, y la elecciön ültima de la frase del corpus que conviene como ejem-
plo."
272
Capitulo 8 — Las relaciones semänticas de las unidades fraseolei-
cas 41
"`Dictionary-bashing', an easy sport for whoever does not
have to solve the everyday problems of lexicography, is
still practised (...), but it is less common and less fierce
than it used to be".H. Bd.joint, Modern Lexicography.
1. Introducciön
341 Siguiendo a Penadds Martinez (1997b y 2004b), en esta obra se utiliza el tdrmino relaciones
semänticas, en lugar de relaciones lgxicas, por cuanto los fenömenos de sinonimia, antonimia
e hiponimia-hiperonimia observados en las UF se dan tambien en el nivel del grupo de pala-
bras y no s6lo en el del 16xico. Por otra parte, considerando los objetivos de este trabajo, se
hace caso omiso de problemas teöricos que conciernen al tema de las relaciones semänticas,
como, por ejemplo, la distinci6n entre sinonimia y variaci6n, dado que su discusi6n es mäs
propia de un trabajo sobre teoria semäntica o teoria lingüistica y habida cuenta de la dificultad
que supone diferenciar o identificar variaciön ldxica y sinonimia. Vdase, en este sentido, Ca-
sas Gömez (1997, 1999:204-213 y 2004). De este modo, se tienen en cuenta aqui tanto los
trabajos en los que se enfocan aspectos especificos acerca de las relaciones semänticas de las
UF como los que ponen este tema en relaciön con la variaci6n. Quedan fuera los estudios en
los que se aborda ünicamente la variaciön fraseol6gica, ya que se han tratado en los capitulos
correspondientes al lema de las UF y a su marcaci6n lexicogräfica.
342 En Garcia-Page (1998b:92) y Penadds Martinez (2001b:95-96), se hace referencia, asimismo,
a las relaciones semänticas existentes entre las förmulas rutinarias.
273
(1996a:50-52), estä condicionada a la posibilidad de que entre estas unidades se
constituyan relaciones semänticas:
"las expresiones fijas equivalentes a una palabra, desde el punto de vista se-
mäntico y funcional, estän integradas en alpin grado a algün paradigma ldxi-
Co o gramatical" (Zuluaga, 1980:22).
Por otro lado, el tema de las relaciones semänticas, en este caso la sinonimia, es
abordado tambien cuando Zuluaga trata la fijaciön y la variaci6n fraseolögica.
Como se ha visto en el apartado sobre la variaci6n fraseol6gica en el tratamiento
del lema, para este autor, la equivalencia de significados entre unidades del tipo
tomar las de villadiego y poner pies en polvorosa (Zuluaga, 1980:107 y
1992:126), las cuales representan un tipo de variaci6n (son variantes en sentido
amplio)343, caracteriza la existencia de unidades sinänimas3'.
Tambien Carneado Mord (1985c:270-271), cuando aborda los tipos de va-
riantes fraseol6gicas, habla de la cuestiön de la sinonimia y hace referencia, como
se ha mencionado, a la dificultad de distinguir las variantes de los sin6nimos de
las UF. Esta autora, reuniendo varios puntos de vista, afirma que se deben conside-
rar como variantes de una UF las modificaciones "que no violan su sentido y co-
rresponden a la norma", es decir, "no alteran los rasgos del giro fraseolögico nece-
sarios para identificar la clase de las variantes como estructura diferente a la de
otros fraseologismos". No presenta, no obstante, ninguna opini6n respecto a que
se deben considerar unidades sinönimas.
343 En cambio, las unidades coger las de villadiego y tomar las de villadiego son consideradas
variantes en sentido estricto, por cuanto son parcialmente iddnticas en su estructura formal.
Como ya se ha dicho, para Zuluaga (1980:109), las variantes en sentido estricto no pueden
presentar diferencias de sentido y deben ser parcialmente iddnticas desde el punto de vista es-
tructural.
344 Esta relaciön entre sinonimia y variaciön es serialada, aunque de modo indirecto, en el trabajo
de Skultety (1980:293).
274
De igual forma, esta conexi6n entre variaci6n fraseolögica y sinonimia ha sido
advertida por Corpas Pastor (1996a), Garcia-Page (1998b) y Corpas Pastor y Me-
na Martinez (2003). Merece la pena resefiar, brevemente, las aportaciones de estos
autores, con el objetivo de ilustrar la estrecha relaci6n entre estos dos temas.
Corpas Pastor (1996a) incluye, entre los tipos de sinonimia que presenta345, la que
se da entre las variantes löxicas de una locuciön: colgar/ahorcar los häbitos (Cor-
pas Pastor, 1996a:112), mientras que Garcia-Page (1998b) relaciona la sinonimia
con los diversos tipos de variaci6n establecidos, y no solamente con la 16xica.
Garcia-Page (1998b) establece, asi, tres tipos de sinonimia: la interna, la externa y
las variantes sinonimicas (y, en relaci6n con este ultimo, considera algunos casos
que constituirian una `zona de limite')346. Dentro de la sinonimia externa, diferen-
cia, por una parte, posibles casos de sinonimia parcial y, por otra, casos de sino-
nimia total o perfecta. Se encuadran en el marco de la sinonimia parcial las varia-
ciones diat6picas (hacer vaca, variante peruana, respecto a hacer novillos, varian-
te del espafiol peninsular), las diasträticas (de antologia frente a de puta madre),
las diafäsicas (a jorro, del löxico marino, y echar un capote, del 16xico taurino) y
las variaciones diacr6nicas (a cox cox frente a a (la) pata coja) (Garcia-Page,
1998b:86-87). Respecto a la segunda modalidad de sinonimia externa, la de sino-
nimia total o perfecta, considera como ejemplo de ella los casos de variantes mor-
fol6gicas (a escondidas - a escondidillas, de extranjis - de extranjia), de variantes
gräficas (a troche (y) moche - a trochemoche)347, lo que denomina "alternativas
expresivas o estilisticas de una misma locuciön" (a hombros - al hombro, de oido
345 Mäs adelante, se hablarä sobre otro tipo de sinonimia, y tambiön de antonimia, establecidos
por esta autora. Se debe destacar, por ahora, que, en el marco de las relaciones paradigmäticas
de las locuciones, Corpas Pastor se ocupa, asimismo, de las llamadas oposiciones 16xicas: mi-
rar con buenos ojos frente a mirar con malos ojos (Corpas Pastor, 1996a:113); hace referen-
cia a la posibilidad de que las locuciones formen campos löxicos, y seriala, ademäs, las rela-
ciones de antonimia que pueden darse entre locuciones y entre este tipo de UF y otras ul: de
pelo en pecho frente a cobarde o andarse por las ramas frente a ir al grano (Corpas Pastor,
I 996a:114).
346 De la sinonimia interna o intrafraseolögica, se hablarä mäs adelante. En lo que se refiere al
segundo tipo, la sinonimia externa o extrafraseolögica, segün el autor, se define "por la exis-
tencia, en el c6digo fraseol6gico, de expresiones fijas de estructura formal diferente y signifi-
cado idintico o semejante" (Garcia-Page, 1998b:84). Es necesario decir que esta tipologia se
aplica, asimismo, a la antonimia, de modo que este autor habla de antonimia intema o intra-
fraseolögica y de antonimia externa o extrafraseolögica. Para una valoraciön critica de esta
terminologia y clasificaci6n, vdase Penadds Martinez (2004b)
347 El autor incluye aqui tambidn aquellas unidades que permiten un cambio de orden distributi-
vo, como a cierra ojos - a ojos cerrados, qud se yo - yo que se, aunque no las considera va-
riantes fraseolögicas.
275
- de oidas)348 y lo que en la clasificaci6n de Carneado Mord (1985c:274) coms-
ponderia a una "variaciön por extensiön", es decir, las locuciones que se caracteri-
zan por la adici6n u omisi6n de algün elemento (tomar las (calzas) de Villadiego,
de todos (los) modos, armarse la de Dios [es CristoJ, dar en el quid [de la cues-
ti6nJ) (Garcia-Page, 1998b:87-88).
Garcia-Page (1998b:90) trata, asimismo, las variantes sinonimicas, las cua-
les deben entenderse como una clase de sinonimia que se sitüa entre la sinonimia
interna y la sinonimia externa. Como se observa en los ejemplos que siguen, estas
variantes corresponden a casos de variaciön ldxica: no saber a quj carta quedar-
se/santo encomendarse, dar en el clavo/la diana/el quid/blanco/la clave/el busi-
lis..., reir a carcajadas/a mandibula batiente). La consideraci6n de esta variaci6n
como un tipo intermedio, y no como un caso de sinonimia externa como los de-
mäs casos de sinonimia anteriormente citados, se explica porque, dentro del plan-
teamiento de este autor, estos ejemplos se diferencian formalmente de los demäs:
En esta linea, las unidades no dar el brazo a torcer y permanecer en sus trece se
consideran ejemplos de sinonimia externa y no de variantes, por cuanto no se ca-
racterizan como las unidades citadas mäs arriba.
Por ultimo, Garcia-Page (1998b:91) tiene en cuenta algunos tipos de uni-
dades que representan, segün dl, un esquema fraseolögico con casilla vacia y que
son dificiles de clasificar, por lo que las incluye en una `zona de limite'. Cuestio-
na, asi, si de higos a brevas, que 61 entiende como la realizaciön del esquema fra-
seolögico de - a -, es una construcci6n sinönima de las unidades de uvas a peras,
de Pascuas a Ramos, constituyendo, de ese modo, un caso de sinonimia extrafra-
seolögica, es decir, si son unidades con estructura formal distinta y significado
iddntico o parejo, o si representa un ejemplo de UF con variantes. No queda claro,
no obstante, por qud estos dos aspectos se presentan, como excluyentes, es decir,
por qud, en estos casos, la noci6n de sinonimia parece disociarse de la posibilidad
de variaciön de una UF. Parece evidente que estos ejemplos pueden corresponder a
un esquema fraseolögico, o sea, tienen una misma estructura formal -que se repite
en otras unidades, como de cabo a rabo, de pe a pa, de pies a cabeza, etc.-, y
mantienen relaciones de significado349.
348 Este tipo de variaci6n se consideraria como una variaciön morfolögica, dentro de la clasifica-
ckm de Carneado Mord (1985c:271-272).
349 De igual forma, Garcia-Page (1998b:92-93) indaga si las unidades contante y sonante, a toca-
teja, en mano y al contado, por cuanto parecen emplearse exclusivamente con el verbo pagar,
deben considerarse 1. un ejemplo de sinonimia extrafraseolögica, 2. una LV con variantes
276
El fen6meno de la variaciön fraseol6gica, principalmente la llamada variaciön
lexica, tiene especial significaci6n en el tratamiento lexicogräfico de la sinonimia,
tal como se puede comprobar a lo largo de este capitulo. Por otro lado, algunos
autores coinciden en sefialar un aspecto que, desde su punto de vista, tambien
concierne a las relaciones semänticas de las UF. Se trata de la observaciön de que
entre los elementos integrantes de una unidad puede darse una relaciön de sinoni-
mia o antonimia. Uno de los primeros en hacer referencia a este aspecto fue Mar-
tinez Marin (1996), quien presenta en ese trabajo un tipo especial de UF que con-
tienen, entre sus constituyentes, dos lexemas ant6nimos. Son ejemplos de ello: a
vida o muerte, entre bromas y veras, entrar por un oido y salir por el otro, contra
el vicio de pedir hay (estd) la virtud de no dar, las cosas claras y el chocolate
espeso, a mal tiempo buena cara, entre otros (Martinez Marin, 1996:53-54). Para
este autor, estas unidades, que tienen una estructura formal y una naturaleza se-
mäntica diversificada, pueden ser agrupadas y constituir una clase tipol6gica es-
pecial dentro del universo fraseolögico.
Corpas Pastor (1996a:112), refiriendose a las locuciones, tambien hace re-
ferencia al hecho de que los elementos individuales de estas unidades pueden es-
tablecer relaciones de sinonimia y antonimia entre ellos. Ella ilustra sus afirma-
ciones con ejemplos del tipo: de golpe y porrazo, ni muerto ni vivo, por malas o
por buenas, entre otros (Corpas Pastor, 1996a:112-113).
Finalmente, Garcia-Page (1998b y 1998c) identifica estas posibles relacio-
nes semänticas como sinonimia interna o intrafraseol6gica o antonimia interna o
intrafraseolögica, relaciones que pueden entenderse, asimismo, como una clase de
sinonimia o antonimia que se establece entre los elementos que forman una UF.
Son ejemplos de ello: justo y cabal, al fin y al cabo, contante y sonante, cara o
cruz, a las duras y a las maduras, entre otros. Afirma este autor que las estructu-
ras gemelas o pareadas, es decir, los binomios fraseol6gicos ejemplificados, re-
presentan el conjunto mäs caracteristico que comparte estos tipos de sinonimia y
antonimia (Garcia-Page, 1998b:84)35°.
Esta relaciön de sinonimia y de antonimia entre los elementos integrantes
de una misma locuciön ha sido discutida, no obstante, por Penades Martinez
(2004b). Esta autora advierte que una relaciön semäntica, como las que se estän
lexicas o 3. un caso de solidaridad lexica. A este respecto, veanse los resultados de la investi-
gaci6n desarrollada por Penades Martinez (2001a:72-73), donde se demuestra que una colo-
caci6n puede estar constituida por un colocado que es una locuciön, como echar a cara o
cruz, donde la locuciön adverbial a cara o cruz se coloca con el verbo echar, o mandar al
otro barrio, donde la locuciön nominal el otro barrio se combina con el verbo mandar. Wase
tambin la opiniän de Hausmann y Corpas Pastor (Corpas Pastor et al., 1998:105-109).
350 En otro trabajo, afirma Garcia-Page (1998c:195): "La estructura gemela o pareada es un me-
canismo lingüistico ret6rico muy eficaz para conseguir efectos diversos; p.ej., puede funcio-
nar como förmula para subrayar relaciones semänticas diversas como sinonimia, antonimia,
polisemia, homofonia, reduplicaci6n lexica, paronimia, etc.".
277
examinando, supone el cotejo, considerando la igualdad o no de significado, de
por lo menos dos sean o no fraseolögicas. En todos los ejemplos presentados
antes, s6lo se estä considerando una UL, en concreto, una UF. Teniendo en cuenta
este ultimo dato, Penad6s Martinez Made otra razön que invalida los planteamien-
tos anteriores: las locuciones, como UF que son, constituyen combinaciones fijas
de palabras, que tienen un significado unitario, que, la mayoria de las veces, no es
el resultado de la suma de los elementos que las componen. En el estudio de sus
relaciones semänticas, pues, se debe tener en cuenta una UF como un todo frente a
otra u otras UL, ya sean estas una ULS, u otra UF.
En Corpas Pastor y Mena Martinez (2003) tambian se encuentran referen-
cias a la conexiön entre variaciön y relaciones semänticas (sinonimia y antoni-
mia). Estas referencias corresponden, en gran parte, a las ideas presentadas en
Corpas Pastor (1996a). Cabe destacar, no obstante, dos puntos. Las autoras aluden
a la existencia de relaciones semänticas que se dan entre variantes fraseolögicas,
sin preocuparse de las posibles distinciones entre el fen6meno de la variaciön y el
de la sinonimia. Asi, las unidades A caballo regalado no le mires el diente y A
caballo regalado no le mires el dentado se consideran, a la vez, ejemplos de va-
riantes Mxicas y variantes sinönimas (Corpas Pastor y Mena Martinez, 2003:186-
187). Por otra parte, hacen referencia a la existencia de unidades fraseoi6gicas
independientes, que guardan relaci6n con otras UF y cuya diferencia principal re-
side en el plano metaf6rico. Segün se desprende de sus consideraciones, estas uni-
dades fraseolögicas independientes corresponden a UF sinönimas. Son ejemplos
de ello: ser mäs listo que el hambre y saber mäs que los ratones colorados (Cor-
pas Pastor y Mena Martinez, 2003:185).
Se puede decir, pues, que, por lo menos en el ämbito de la fraseologia, no
se han establecido limites claros entre el fen6meno de la variaciön y de las rela-
ciones semänticas de las UF. Ello podria ser consecuencia del hecho de que el te-
ma de las relaciones semänticas de las UF ha sido muy poco estudiado, como ya lo
han serialado G. Wotjak (1998c:10), en el prölogo del Estudios de fraseologia y
fraseografia del espailol actual, y Penad6s Martinez (2000:16). A este respecto,
ha escrito esta autora:
278
se haga caso omiso de estas relaciones o a que no se distinga la variaciön idxica
del fenömeno de sinonimia, tal como sefiala Penad8s Martinez (2002-2003:124 y
2005a:18). En efecto, esto es lo que ocurre en los siguientes casos:
ser la gota que eolma el vaso o ser la Ultima gota (CLAVE, p. 980).
en los que la barra o pleca se usa indistintamente para separar variantes 18xicas
(darse / pegarse) o unidades sinönimas (en grado sumo / en el mäs alto grado).
Lo mismo ocurre con la conjunciön o, usada para indicar un caso de sinonimia
(ser la gota que colma el vaso o ser la ültima gota) o de variaciön idxica (hilar
fino o delgado). Es casi seguro que el usuario interpretarä todos estos casos como
ejemplos de unidades sinönimas, ya que, como ha sefialado Penadds Martinez
(2002-2003:124 y 2005a:18), un usuario no especializado estä mäs familiarizado
con el fenömeno de la sinonimia que con el de la variaciön de cualquier tipo. De
todos modos, este procedimiento lexicogräfico podria servir para ratificar la
proximidad existente entre estos dos fenömenos lingüisticos. Para Bd.joint
(2000:193), no obstante, estä präctica es consecuencia de una tendencia general
que se da en los diccionarios tradicionales:
"On the whole semantic relationship are not always satisfactorily represented
in the traditional dictionary, because entries tend to focus on similarities of
form rather than on similarities of meaning" (Böjoint, 2000:193).
351 Para un acercamiento al estado de la cuestiön sobre las relaciones semänticas de las UF, vease
Penades Martinez (1997b:352-354, 2000:9-20 y en prensa b).
279
realizar el estudio a partir de un corpus lingüistico, y clasificar las unidades segün
criterios morfolögicos que permitan ordenar el estudio de los posibles campos
lexicos incluidos en cada clase (Penades Martinez, 1997b:357-358).
A excepciön de este primer estudio, en todos los demäs trabajos Penades
Martinez hace hincapie en la viabilidad de usar las relaciones semänticas que las
UF establecen como un recurso didäctico en la ensefianza del espafiol. Esta posibi-
lidad ha sido sefialada, asimismo, en otros trabajos tanto desde un punto de vista
teörico (Skultety, 1980:293-294 y Gutierrez Cuadrado, 1999:87-89), como desde
una perspectiva präctica (Sevilla Mufioz y Gonzälez Rodriguez, 1994-1995:173).
Quizäs la aportaciön fundamental de Penades Martinez se encuentre en su
trabajo del 2000, dedicado al estudio de la hiponimia en las UF, esencialmente en
las LV. En el, se analiza de manera profunda la relaciön semäntica de hiponimia-
hiperonimia entre locuciones y lexemas. En dicho anälisis, se tienen en cuenta
cuestiones diversas como el alcance de la distinciön gdnero/especie en las UF, el
modo de formaciön de las unidades fraseolögicas hipönimas, los tipos de oposi-
ciön que se pueden dar tanto entre UF hipönimas como entre UF hipönimas y su
correspondiente hiperönimo, y la naturaleza motivada de esta UF. Por otra parte,
tambien son dignas de notar las cuestiones que sefiala Penadds Martinez en su
trabajo del 2002-2003, debido a su relevancia para la lexicografia y para la fra-
seografia352. En este articulo, donde se explica la elaboraciön del DICLOCVER, se
trae a colaciön una serie de cuestiones importantes para el tratamiento lexicogräfi-
co de las relaciones de sinonimia y antonimia de las UF. Son algunas de esas cues-
tiones:
a) el hecho de que el tipo de usuario al que va destinada la obra juega un papel
fundamental a la hora de presentar las informaciones sobre estos tipos de relaciön.
En el caso del DICLOCVER, su publico principal, estudiantes y profesores de E/LE,
ha determinado que no se tuviera en cuenta la distinciön que puede haber entre
variaciön lexica y sinonimia o que se hayan vinculado, a traves de esta relaciön
semäntica, LV que pueden considerarse pertenecientes a distinta lengua funcional,
como:
352 Vdase tambidn Penadds Martinez (2005a:17-19), a propösito de la elaboraciön del DICLO-
CADV y del tratamiento dispensado a las relaciones de sinonimia y antonimia de las locucio-
nes adverbiales.
280
estirar la pata infor [alguien]
exhalar eUsu espiritu [alguien] (DICLOCVER, pp. 42, 61, 62, 71, 75, respecti-
vamente)353,
353 Las locuciones que no llevan ninguna marca diafäsica pueden pertenecer a un nivel formal,
no marcado en el DICLOCVER, o a un nivel neutro.
354 La locuciön que encabeza la serie, que es la que aparece registrada en primer lugar en el dic-
cionario, va precedida de un asterisco (*) en negrita, el cual, ademäs de remitir al apdndice
"Locuciones sin6nimas y antönimas" donde estän ordenadas todas las unidades de esta serie,
sirve tambidn como recurso de remisiön en las entradas, dado que indica la existencia de otra
unidad relacionada semänticamente.
281
d) La referencia al hecho de que un correcto tratamiento lexicogräfico de las rela-
ciones semänticas de las UF estä subordinado a la soluciön de problemas concer-
nientes a la teoria lingüistica o a la fraseologia teörica. Pese a ello, opina la autora
que la confecciön de una obra de caräcter aplicado, como es el DICLOCVER, no
debe ser postergada de forma indefinida, a la espera de la resoluciön de los pro-
blemas teöricos.
282
by-product of linguistics" (Bejoint, 2000:169)355. Por otra parte, estä el relativo
retraso que los estudios semänticos y lexicos han sufrido durante mucho tiempo.
Como explica Bejoint (2000:169):
c) No hay que olvidar tampoco, que, tanto en el pasado como en el presente, las
conexiones entre la lexicografia y la lingüistica son muy intrincadas y comple-
• 357
Jas , de modo que el tema de las relaciones semänticas representa sölo una punta
283
del iceberg. De acuerdo con 136joint (2000:177), la lexicografla modema no puede
ignorar las aportaciones lingülsticas, aunque estas, evidentemente, no ofrecen so-
luciön a todos los problemas y cuestiones pendientes. Algunas de las reflexiones
que hace este autor conducen, de hecho, a un punto clave en este asunto:
358 Algunas referencias sobre este tema pueden encontrarse, por ejemplo, en Conca i Martinez
(1998:162) y Cermäk (1998: 136).
284
formas a la hora de presentarlas: distribuirlas entre las subentradas que correspon-
den a las diferentes acepciones de un lema (lo que tiene la ventaja de que se pre-
sentan de forma seguida, despues de la definici6n o traducciön, todas las unidades
que tienen relaci6n paradigmätica con el lema) o reunirlas en una ünica amplia-
ci6n paradigmätica, al final del articulo (lo que supone no sobrecargar las suben-
tradas). Estos procedimientos parecen ser mäs comünmente aplicados a las ULS.
En lo que se refiere a las UF, no se suelen indicar con frecuencia o sistematicidad
sus relaciones semänticas. Existen, no obstante, honrosas excepciones, especial-
mente en el ämbito de los diccionarios fraseol6gicos, como es el caso del DICLOC-
VER, del DICLOCADV y del Diccionario Akal del espahol coloquial: 1492 expre-
siones y mäs (citado por Penades Martinez, 2003:9). Al final de este capitulo, se
retoma esta cuestiön y se presentan algunas de las formas en que las relaciones
semänticas de las UF aparecen representadas en los diccionarios.
359 Asi, "En el discurso es frecuente que la variaciön anime a los hablantes a usar como cuasisi-
n6nimos algunos hiper6nimos o cohip6nimos" (Gutierrez Cuadrado, 1999:91). Lo que no Be-
be llevar, sin embargo, a la confusiön de la parasinonimia con las relaciones de sinonimia e
hiperonimia-hiponimia. Vdase, al respecto, Casas Gömez (1999:71-80).
285
semänticas en general. Por ello, concluye este autor que "desde una perspectiva
te6rica no es necesario preguntar si los sinönimos deben aparecer en los dicciona-
rios sino c6mo deben aparecer" (Gutierrez Cuadrado, 1999:90).
d) Se hace hincapie en la idea de que las relaciones semänticas que una UL esta-
blece con otras UL en la lengua es uno de los factores que contribuyen a la caracte-
rizaciön de su significado (Jackson, 2002:17, Jackson y Amvela, 2000:181). Aun-
que estas relaciones no se traten de forma explicita, queda patente su trascenden-
cia debido al hecho de que se suele establecer una estrecha conexiön entre estas y
la definici6n lexicogräfica (Werner, 1982b:276-279, Benson et al., 1986:203 y
206-207, Svensen, 1993:118-119, Diaz Cama, 1998: 214, Bajo Perez, 2000:52,
Jackson, 2002:94 y 96-98). Asi, Lewandowska-Tomaszczyk (1990:181), por
ejemplo, hace referencia a la diferencia entre sinonimia sintetica (entre palabras) y
sinonimia analitica (pares sinönimos paradigmäticos, como el definiendum y su
correspondiente definiens). Por otra parte, Diaz Cama (1998:214) sefiala la impor-
tancia de la relaciön de hiperonimia-hiponimia para la definiciön lexicogräfica "ya
que en la praxis la definici6n por genero pr6ximo y diferencia especifica, inclusi-
va, aristotelica o hiperonimica constituye el tipo mäs frecuente y, como bien seria-
la Bosque (...), "el hipotetico diccionario que estuviera constituido önicamente
por definiciones hiperonimicas con un indice minimo de circularidad seria proba-
blemente el diccionario perfecto'"'.
Aunque el concepto de sinonimia analitica permite entender una definici6n
como un equivalente sinonimico, cabe hablar, ademäs, de definici6n sinonimica
("Alba. Amanecer"), definiciön parasinonimica (que corresponde a una definici6n
por hiperönimo o cohip6nimo) ("Maroma. Cuerda"), definici6n perifrästica sus-
tancial de tipo incluyente positiva, tambien llamada hiperonimica ("Casa. Edificio
para habitar") y definiciön perifrästica sustancial excluyente o antonimica ("Im-
posible. No posible")36° (Porto Dapena, 2002:285-294). Asi, en estos casos, en lo
que se refiere a las UF, los tipos de definiciön empleados con mäs frecuencia son
el sinonimico (irse al traste = fracasar), el parasinonimico (callar la boca = ca-
llar) y el perifrästico sustancial de tipo incluyente positivo (hablar como un libro
= hablar con propiedad).
Las relaciones semänticas de las UF han sido tenidas en cuenta desde perspectivas
diversas: tanto fraseölogos como frase6grafos y lexic6grafos las han sefialado. No
obstante, no todas las cuestiones consideradas en la fraseologia han recibido aten-
360 Si bien la definiciön perifrästica sustancial del tipo incluyente negativa ("impropiedad. Falta
de propiedad", Porto Dapena, 2000:293) tambi6n es considerada por Varo Varo (1998:203-
206) un tipo de definiciön antonimica.
286
ciön en la fraseograffa o en la lexicografia. Ad, la nociön de variaciön por trans-
formaciön o modificaciön, que corresponde, en parte, tal como se ha sefialado, a
los sinönimos estructurales (Corpas Pastor, 1996a:29), parece no tener repercu-
siön en el tratamiento lexicogräfico de las UF. Unidades como tomar el pelo o
tomadura de pelo, que ejemplifican la variaciön por transformaciön, segün Zu-
luaga (1980), figuran registradas en las entradas correspondientes, sin se que se
estabiezca ningün tipo de relaciön entre ellas, ya sea estructural ya sea semäntica
(vdase, por ejemplo, el DEA, el DFDEA o el DRAE). Tampoco la variaciön por trans-
formaciön se ve como una relaciön de sinonimia. Respecto a los ejemplos de este
tipo de variaciön, presentados por Zuluaga (1980), se observa que, por una parte,
la mayoria de los diccionarios recoge solamente la locuciön echar una cana al
aire. Por otra, en las obras donde se tiene en cuenta la variante echar una canita
al aire (el DEA y el DICLOCVER, por ejemplo) no se establece una relaciön de sino-
nimia entre dsta y echar una cana al aire. De hecho, el lema presentado en cada
obra es echar una cana, o una canita, al aire (DEA, p. 835) y echar una cana
/canita al aire (DICLOCVER, p. 67).
De todos modos, pese a la dificultad inherente al tratamiento de las rela-
ciones semänticas en las UF se intenta dar cuenta de ellas en los diversos tipos de
diccionarios. Parece haber, no obstante, un claro predominio de referencias a la
sinonimia frente a los otros tipos de relaciones. A continuaciön, se presentan las
formas mäs usuales de proporcionar informaci6n sobre las relaciones semänticas
de las UF:
del coraz6n; ref esp. a la prensa o a una revista, que recoge sucesos relativos
a personas famosas, esp. los de su vida privada. ❑ KNAN. [rosa (CLAVE, p.
536).
cuello de ütero; parte mäs baja del ütero, que sobresale en la vagina y tiene
un estrecho canal que conecta las partes bajas y altas del aparato reproductor
femenino. ❑ SINÖN. [cerviz (CLAVE, p. 574).
cuerpo del delito; objeto con el que se ha cometido un delito (...) ❑ SINÖN.
[corpus delicti (CLAVE, p. 577).
abrir boca v. (a) infor. [alguien] Abrir el apetito con algün alimento o bebi-
da: He preparado unos langostinos y un vino blanco para ir abriendo boca.
hacer boca (DICLOCVER, p. 27).
287
abrir la puerta v. (a) [algo/alguien, a algo] Hacer posible una cosa: El presi-
dente abriö la puerta a las negociaciones con el pais enemigo. cerrar la
puerta (DICLOCVER, p. 27).
mirar (a) las musaraftas v. (s) infor. [alguienj Estar distraido o despistado:
Paseö por las inmediaciones del quiosco donde sonaba la müsica, propinan-
do puntapds a las castan'ias locas, o mirando a las musaranas; Puede pasar-
se todas las tardes diridoles patadas al balön, jugando a las cartas con otro
o mirando las musarailas. *estar con la berza (DICLOCVER, p. 111).
a diestro y siniestro adv. 1 (a) Hacia todos los lados: Desinfectaba la casa y
la escalera y sacaban brillo a diestro y siniestro (...) a troche y moche
(DICLOCADV, p. 34).
con la frente levantada adv. (s) inform. Sin avergonzarse: Marchemos uni-
dos y con la frente levantada. *con la cabeza levantada (DICLOCADV, p. 81).
con la gorra adv. (a) inform. Con gran facilidad: A aste lo crias tu con la go-
rra —exclattW. Lo dije para animarla, pero ni yo me lo cre., ---> a duras pe-
nas. (DICLOCADV, p. 81).
por cabeza, cada uno; para cada uno: tenemos que poner mucho dinero por
cabeza; hay seis trozos y somos tres, luego tocamos a dos por cabeza.
barba (DIPELE, p. 171).
dar cabezadas, fam., dejar caer la cabeza, cuando se duerme sin tenerla apo-
yada: Ramdn tenia suefio y no tardö en ponerse a dar cabezadas en el cine.
cabecear (DIPELE, p. 171).
darse cabezazos contra la pared/las paredes, fam., estar muy enfadado por
haber fracasado o por no haber acertado en una decisibn: cuando se dio cuen-
ta de que habia sido engatlado, se daba cabezazos contra las paredes. ca-
bezada (DIPELE, p. 171).
echar un cable, fam., prestar ayuda a una persona que la necesita: estoy en
un gran apuro, i&hame un cable! = cabo, capote, mano (DIPELE, p. 171).
288
cuando sölo hay dos unidades antönimas361. En el caso de que la unidad forme
parte de una serie, figura precedida por un asterisco (*) en negrita. En el Akal, se
ofrece, en la parte final de cada articulo, un conjunto de unidades sinönimas (Pe-
nad8s Martinez, 2003:9).
En el prölogo del CLAVE, se informa de que "Se recogen los principales si-
n6nimos del espafiol actual, que van a continuaci6n de la acepci6n que les corres-
ponde" (CLAVE, p. xxi). Estos sin6nimos figuran, asi, en un apartado propio, pre-
cedido del marbete "SINÖN.". Este procedimiento se aplica de modo asistemätico,
en el caso de las UF, ya que, muchas veces, no se facilita la unidad sinönima, sölo
en algunos casos se hace, aunque sin aparente justificaciön. Parece haber, no obs-
tante, una tendencia a suministrar este tipo de informaciön respecto a las locucio-
nes nominales que pertenecen a lenguas de especialidad.
En lo que se refiere al DIPELE, tambien en su pr6logo se hace referencia a
la präctica de "dar indicaciones sobre la relaciön semäntica que ciertas unidades
mantienen con otras" (DIPELE, p. xvii) y al hecho de que, ofreciendo estas indica-
ciones, no se ha procedido de forma exhaustiva. Sin embargo, al menos en el caso
de las UF, se observa una cierta confusiön en la aplicaci6n de los procedimientos.
Por una parte, se usa el mismo simbolo, una doble flecha tanto para indicar
una remisiön a otra entrada con la que la acepciän definida estä relacionada de
algün modo como para indicar las relaciones semänticas. En este sentido, en dar
cabezadas = cabecear, la flecha remite a una unidad sin6nima, mientras que, en
confucionismo = confucianismo, remite a otra entrada donde se encuentra la
definici6n. Por otra parte, este simbolo se usa, asimismo, para mostrar la variaciön
18xica (por cabeza = barba, darse cabezazos contra la pared/las paredes
cabezada y echar un cable = cabo, capote, mano). La confusiön aumenta porque
en esta obra se usa, ademäs, otro procedimiento para indicar este tipo de varia-
ciön, como se ve en calentarse/romperse la cabeza y atar/juntar/unir cabos
(DIPELE, p. 170 y 172, respectivamente). Esta manera de proceder ratifica la
proximidad de los conceptos de sinonimia y variaciön 18xica en la präctica lexico-
gräfica.
361 Como ya se ha sefialado, este procedimiento sirve tambidn como remisiön o referencia cruza-
da.
289
rendir el alma, o rendir el alma a Dios. 1. frs. dar el alma
(DRAE, p. 114).
362 En el DSLE, a su vez, se pone en präctica un cuidadoso sistema de remisiones con el que se
intenta solucionar el problema de la lematizaci6n de las unidades pluriverbales. Asi, en prin-
cipio, una UF puede buscarse por cualquiera de sus palabras claves (sustantivo, adjetivo, ver-
bo), ya que se recoge en todas ellas y el lema de la entrada donde la unidad se define aparece
sefialado con un asterisco.
290
da, no es recomendada por la RAE (como sicosis), a la variante recomendada (en
este caso, psicosis). Otras veces, el empleo de este recurso parece tener un objeti-
vo distinto, dado que con el uso de la remisi6n, en vocablos como acantio, toba y
cardo borriquero (en este caso, en la entrada de los dos primeros vocablos se re-
mite a la entrada de cardo borriquero), se indica claramente una sinonimia entre
ellos e, implicitamente, se sefiala el mäs frecuente. No obstante, en lo que se refie-
re a las UF, los procedimientos de referencia cruzada usados inducen a la duda en
cuanto a sus objetivos. Sea la entrada del lema alma: en ocasiones, se remite de
una UF a otra UF (como en rendir el alma o rendir el alma a Dios, donde se re-
mite a dar el alma, o encomendar el alma, donde se remite a recomendar el
alma), lo que puede dar a entender que la segunda forma, sea o no una variante
ldxica, es la mäs frecuente. Repärese en que la unidad encomendar el alma pre-
cede, segün el orden alfabdtico, a la que remite, por lo que podria haber sido defi-
nida antes, pero, asi y todo, se remite a recomendar el alma, lo que ratifica el
supuesto de que esta forma se considera la mäs frecuente. Pero, en otros casos, se
remite de una UF a una ULS, como en romper la crisma, donde se remite a desca-
labrar, y tambidn en
En estos casos, no obstante, no queda completamente claro por qud se procede asi:
subsiste la duda de si las ULS ofrecidas son mäs frecuentes o no que las UF en
cuesti6n, y por eso no se ha procedido a ofrecer simplemente una definiciön de
estas ültimas. En principio, queda descartado que se haya buscado con esta präcti-
ca ahorrar espacio, por cuanto la aclaraciön semäntica que sigue a las formas cita-
das anteriormente, descalabrar y condenarse, y que corresponde a una de sus
acepciones, podria sustituirlas perfectamente, sin necesidad de registrarlas.
En el DUE, se observa, asimismo, cierta irregularidad en el tratamiento de
la relaciön de sinonimia o en la indicaciön de palabras afines y relacionadas363.
Asi, en algunos casos el asterisco (*), usado para indicar ciertas relaciones semän-
ticas, remite efectivamente a una entrada en la que se expresa claramente una re-
laciön de este tipo entre dos UL. Esto se da, por ejemplo, en la entrada del vocablo
alma (DUE, p. 138-139): en la definici6n de la unidad alma de cäntaro figuran dos
palabras precedidas de asterisco, cernicalo e insensible. Este asterisco remite,
363 En el DUE se presenta, aunque no en todas las entradas, un apartado especifico con palabras
sinönimas y eines. En este sentido, este diccionario podia incluirse tambidn en el bloque an-
terior, entre los diccionarios que usan procedimientos de indicaciön directa sobre las relacio-
nes semänticas.
291
pues, a las entradas de estas dos palabras, en las que, a su vez, se encuentra reco-
gida, en la acepciön que le corresponde, la locuciön alma de cdntaro, de modo
que queda claro que esta unidad puede entenderse como sinönima de cernicalo e
insensible, en la acepciön en la que se inserta364. No obstante, en otros casos, el
asterisco remite a una entrada en la que dicha relaciön no se demuestra. Asi, en la
misma entrada del vocablo alma, en la definiciön de la UF arrancar el alma, la
palabra matar figura precedida de un asterisco. Sin embargo, esta locuciön no
aparece recogida en la entrada de ese verbo ni se indica exactamente qu6 acepciön
de este verbo se corresponde con esta UF365.
ser algo la Ultima gota/la gota que colma el vaso (GDLE, p. 1006).
364 En estos casos, la UF en cuestiön aparece recogida en un apartado propio, en el que se insertan
todas las UL sin6nimas o afines al lema que encabeza el articulo.
365 No obstante, se puede considerar positiva la präctica de incluir UF relacionadas con el lema en
el catälogo de palabras afines que figura en el DUE al fmal de ciertos articulos. En el caso del
ejemplo citado, figuran, por ejemplo, cortar la cabeza, dar la puntilla, quitar de en medio,
dejar seco [en el sitio], entre otras.
292
Obrar en poder (o manos) de (LDPL, p. 173).
293
Capitulo 9 — Consideraciones finales
En este ultimo capitulo, quisieramos presentar, en primer lugar, una breve re-
flexien sobre la parte introductoria366 de los diccionarios. Como ya se ha sefialado
en la introducci6n, la disposici6n de los capitulos de este libro busca seguir el
supuesto orden observado en la confecci6n de un diccionario. Por ello, esta re-
flexiön viene al final y sirve de colofön a todo lo que se ha dicho antes sobre el
tratamiento lexicogräfico de las UF. En segundo lugar, retomamos los diversos
puntos investigados y ofrecemos unas conclusiones que dan cuenta de los proble-
mas que se nos han planteado y, a la vez, constituyen una especie de resumen de
lo que se ha expuesto en la obra.
"Normally the front matter is not as a whole a function part of the dictionary,
but rather an arbitrary set of functional text parts. Accordingly, the front mat-
ter of different dictionaries may contain very different functional text parts"
(Hausmann y Wiegand, 1989:330).
366 Este t6rmino se utiliza aqui de modo general, por lo que se aplica no solo a lo que se conoce
como prefacio, presentacidn, prdlogo, notas preliminares o introduccidn, sino tambi6n a las
guias de usuario, instrucciones para el usuario, advertencias, reglas para el uso del diccio-
nario, entre otros törminos similares.
295
ducciön, una somera comparaci6n entre dos obras lexicogräficas muestra que es
posible que aquella tenga una estructura que puede llegar a ser completamente
distinta en cada una ellas. Como se desprende, asimismo, de las palabras de la
primera autora (Kirkpatrick, 1989:760), parece ser que no existen modelos esta-
blecidos para la parte introductoria, de modo que cabe pensar que la referida va-
riaci6n se da debido a la falta de normalizaciön.
De este modo, se puede explicar la ausencia de determinadas informacio-
nes en la introducciön de un diccionario. Considerese, por ejemplo, la situaci6n de
las UF. Se ha averiguado que la informaciön presentada en las introducciones so-
bre estas unidades suele ser defectuosa en cualquier tipo de diccionario, ya sea
este monolingüe o bilingüe, fraseolögico o general. Asi, faltan datos sobre la se-
lecciön y la ubicaciön de las unidades (Santamaria Perez, 1998:306 y 2000a:2342,
Nunes, 1998:123), se les dedica poco espacio (Bargallö Escrivi et al., 1999:249 y
253), no se mencionan los datos bibliogräficos de los diccionarios anteriores que
fueron consultados, en este caso los diccionarios fraseolögicos, ni los datos de las
fuentes de donde se sacaron los ejemplos (Nunes, 1998:123). Esta situaci6n puede
ser aun peor respecto a determinados tipos de UF, como las colocaciones. Por ello,
se considera que esta es una de las cuestiones que evidencia la falta de rigor cien-
tifico en su tratamiento. Por otra parte, no se puede negar que siempre se ha hecho
algün tipo de referencia a las UF en la parte introductoria367. Alvar Ezquerra
(2002:283) informa de que las UF aparecen mencionadas en el pr6logo del primer
diccionario de la Academia, en el que se hace referencia a la lematizaciön de estas
unidades. Afirma el autor que, a partir de la 5' edici6n del diccionario (1817), se
aplicaron normas rigidas para la colocaciön de las uF:
"Fueron expuestas [las normas] en los prölogos de esa entrega y de las dos
siguientes (1822 y 1832), y a partir de la octava edici6n (1837) ocuparon un
espacio independiente entre las notas preliminares de la obra, si bien sin en-
cabezamiento ninguno hasta la unddcima edici6n (1869) en que se les puso el
de "Advertencia" (Alvar Ezquerra, 2002:283).
367 Como ya se ha sefialado, Cameado Mord (1989), cuando habla de la tercera etapa en el desa-
rrollo de la fraseografia, cita, como caracteristica de esta etapa, el predominio de pr6logos
complejos, en los que cuestiones relacionadas con la fraseologia son tratadas con detalle.
296
terizan por un verdadero optimismo respecto al alcance y la representatividad de
la obra (Bejoint, 2000:107, Alzola Farifias, 2001), y ello se aplica tambien a la
forma en que se hace referencia a las UF: se garantiza una selecciön rigurosa y un
gran nümero de entradas, lo que, muchas veces, no se corresponde con la präctica
llevada a cabo. Ahora bien, como ya han apuntado Bargallö Escrivä et al.
(1999:253), algunos de los problemas detectados en la introducciön de los diccio-
narios, en lo que se refiere al tratamiento UF, se justifican por las lagunas existen-
tes en los estudios teöricos fraseol6gicos. Toda esta cuesti6n viene a acoplarse a
una situaci6n mäs general que caracteriza el tratamiento de las UF en la actualidad.
En lo que se refiere a la funciön de la parte introductoria, muchos autores
coinciden en selialar que esta sirve para describir, de forma explicativa y al alcan-
ce de un usuario no especializado, la microestructura y la macroestructura del dic-
cionario, su objetivo, enfoque y alcance. Sirve, asimismo, para mostrar al usuario
c6mo interpretar las informaciones dadas y proporcionar pistas que faciliten la
localizaci6n de lo que se busca (Landau, 1989:116, Svensen, 1993:230). Para Be-
joint (2000:107), la parte introductoria de una obra revela lo que sus autores han
intentado alcanzar. Sin embargo, como ha indicado Alzola Faririas (2001), respec-
to a los diccionarios escolares, no suele haber correspondencia entre lo que se
ofrece en la macroestructura y microestructura y lo que se explica en la parte in-
troductoria de las obras. De acuerdo con este autor, esta situaci6n se refleja de la
siguiente forma en el tratamiento dispensado a las locuciones en los pr6logos de
algunos diccionarios escolares actuales368:
"Es tal la dificultad que ofrece la explicaciön de los criterios que se siguen
para la inclusi6n de las locuciones, que hay diccionarios que prefieren, sim-
plemente, no mencionarlas en su parte introductoria, dejando la labor en ma-
nos de los educadores (o del descubrimiento casual del usuario)" (Alzola Fa-
rifias, 2001).
368 Alzola Farifias (2001), basändose en Haensch, examina los catorce aspectos que deberian ser
contemplados en la parte introductoria de un diccionario e incluye entre estos las locuciones.
297
cismos propios de la materia, como qud es una entrada, cömo buscar una palabra,
etc.; considera, ademäs, que es ütil incluir una parte esquemätica con ejemplos de
uso en la que se indique dönde buscar la informaciön. Como estos dos ültimos
tipos de procedimientos no abundan, recomienda que se preste mayor atenciön a
cömo ensefiar a usar el diccionario, principalmente a los usuarios que estän ini-
ciändose en esa tarea. Sin embargo, no siempre la separaciön entre prölogos diri-
gidos a usuarios comunes y a especialistas ha estado bien fijada en la präctica
lexicogräfica, por ello Alzola Farifias (2001) considera como uno de los puntos
negativos de los prölogos de los diccionarios escolares escritos hasta 1990 el
hecho de que se incluyan en estos informaciones tdcnicas que no estän acordes
con el nivel de los usuarios a los que van dirigidos. Afirma este autor que los prö-
logos de estos diccionarios, muchas veces, no tienen mucho que ver con la obra,
dado que se utilizan
"a menudo el mismo [prologo] para varios diccionarios de una misma edito-
rial o porque tratan asuntos de lingüistica general o de lexicografia que para
nada interesan al usuario (ya que no estän adaptados a su nivel)" (Alzola Fa-
dlias, 2001).
En lo que se refiere a las UF, parece ser que las informaciones ofrecidas en la parte
introductoria de los diccionarios suelen ir dirigidas a usuarios no especializados,
dado que apenas se incide en aspectos teöricos relacionados con estas unidades,
tales como la cuestiön terminolögica. No obstante, autores como B. Wotjak
(1998:353), por ejemplo, Ilegan incluso a sugerir que se den explicaciones sobre
el concepto de UF manejado en la obra lexicogräfica y la clasificaciön utilizada.
Cabria destacar, en este sentido, el procedimiento llevado a cabo en el DFEM, por
cuanto se adivina un intento de delimitaciön y caracterizaciön de las UF, algo poco
usual incluso en diccionarios fraseolögicos369.
Predomina, entre los estudiosos, la opiniön de que la parte introductoria de
un diccionario debe ser amplia y clara, de modo que se suministren todas las in-
formaciones necesarias para su correcta utilizaciön. De hecho, se llega a afirmar
que, para que un usuario obtenga el mäximo provecho de una obra, es necesario
que conozca bien esta parte. De ahi, la idea de que su lectura es una necesidad
ineludible (Haensch, 1982a:458, Alzola Farifias, 2001). La realidad, no obstante,
parece ser otra, dado que, por un lado, las introducciones de los diccionarios no
369 En este sentido, es digna de menciön la postura de Penades Martinez, quien ha escrito dos
articulos dirigidos a especialistas, en los que explica la elaboraciön del DICLOCVER y del DI-
CLOCADV. Aclara, asi, la autora que "Si bien el Diccionario de locuciones verbales para la
enseilanza del espanol va precedido de una "Presentacion" y de unas "Instrucciones para el
uso del diccionario", estos apartados estän concebidos como una guia präctica para el usuario
y, en consecuencia, no son los adecuados para iniciar desde ellos una discusiön cientifica so-
bre lexicografia y fraseografia (...)" (Penades Martinez, 2002-2003:97).
298
suelen estar bien estructuradas, por lo que no presentan suficiente informaciön, y,
por otro lado, los usuarios, en la mayoria de las ocasiones, no suelen leerlas
(Kirkpatrick, 1989:754-755 y 760, Landau, 1989:116, Svensen, 1993:230, Maldo-
nado Gonzälez, 1998:44)37°. Teniendo en cuenta este ultimo punto, Kirkpatrick
(1989:755) se pregunta por que los lexicögrafos y lingüistas, aun a sabiendas de
que casi siempre se ignora la introducciön de los diccionarios, siguen moleständo-
se en suministrar prefacios y material introductorio. Afirma, pues, que
En esta misma linea, Svensen (1993:230) tambien reconoce que las instrucciones
de uso que se presentan al principio de los diccionarios son poco leidas, y menos
aün memorizadas, y que no es fäcil decir c6mo este problema puede ser superado.
Opina este autor que
"One possible way is to make the instructions more accessible than hitherto,
in particular more clear, and not any more detailed than is absolutely neces-
sary" (Svensen, 1993:230).
Todas estas cuestiones alcanzan una gran complejidad en el caso de las unidades
pluriverbales, puesto que los datos presentados sobre estas en la parte introducto-
ria de los diccionarios tienen mucha importancia tanto desde el punto de vista
te6rico como präctico. Respecto al primer aspecto, tal como Tristä Perez
(1998c:298) ha subrayado, la exposici6n en los prölogos de los criterios seguidos
en el tratamiento de las UF puede ser de gran utilidad para el desarrollo de la fra-
seografia y de la fraseologia. En efecto, la parte introductoria de una obra sirve,
muchas veces, de punto de partida para cualquier estudio critico (Landau,
1989:116). En lo que se refiere al segundo aspecto, basta con considerar las difi-
cultades involucradas en la lematizaciön de estas unidades, para tener una idea de
la relevancia que puede tener para un usuario el acceso a una informaciön adecua-
da. De hecho, para muchos autores la cuestiön de la ubicaci6n de las UF es un pun-
to clave que debe ser indicado en los prölogos (Haensch, 1982a:458, Gates,
1988:105, Roberts, 1996:186). Si no se aclaran los criterios que se han seguido
respecto a los diversos aspectos que ataficn al tratamiento lexicogräfico de estas
unidades, puede ser muy complicado, o engorroso, descubrir cömo se ha procedi-
370 Carbonell Basset (1998:225), a raiz de esta situaciön, adopta una posici6n extremada y afirma
que estä en contra de largos prefacios explicativos (y de las listas de abreviaturas) que, segün
e, el lector no lee nunca.
299
do en cada caso. En este sentido, Bargallö Escrivä (2003:31-32) ilama la atenciön
sobre el hecho de que los lexicögrafos se limitan a indicar dönde han registrado
los elementos fraseolögicos y no suelen poner de manifiesto cualquiere reflexiön
sobre los procedimientos lexicogräficos involucrados en el registro de esos ele-
mentos. De acuerdo con la autora, en los prölogos "nada se dice sobre los criterios
utilizados para llevar a cabo la distinciön entre hechos gramaticales y hechos fra-
seolögicos". Todas estas cuestiones, desde luego, afectan tanto a los usuarios es-
pecializados como a los no especializados.
De acuerdo con Kirkpatrick (1989:757) el diserio de la parte introductoria
de los diccionarios ha ido cambiando a lo largo de los tiempos: esta pasö de dis-
cursiva -la autora considera que el diccionario de Samuel Johnson es el modelo
prototipico de esta tendencia37I-, a ser mäs visual y esquemätica. Una de las con-
secuencias de este cambio ha sido el surgimiento de las guias de consulta räpidas.
Sin embargo, dicha mudanza conlleva un aspecto problemätico, que es el de ofre-
cer en un espacio minimo explicaciones de hechos muy complejos. Todo ello
afecta muy de cerca a las UF, dado que, tanto en los prölogos mäs discursivos co-
mo en los mäs esquemäticos, estas unidades, por su naturaleza, deberian recibir
una atenciön especial. Como quiera que sea, parece ser que, por lo general, las
excelencias o los defectos de la parte introductoria de los diccionarios han sido
estimadas teniendo como foco de atenciön principal las ULS. Asi, se observa que,
en muchas ocasiones, no se puede saber si lo que se explica en esa parte se aplica
ünicamente a las ULS o si tambien es välido, sin excepciones, para las UF372. Con-
siddrense, concretamente, las informaciones que suelen presentarse sobre la orde-
naciön de las acepciones, la marcaciön o el contorno definicional. Esto ocurre
porque las UF parecen no tener un estatus definido en las obras lexicogräficas, por
lo que ora reciben un tratamiento diferenciado, como si se tratara de elementos
espurios o andcdotas lingüisticas, ora reciben un tratamiento semejante al que se
da a las ULS. Sin embargo, como hemos tenido oportunidad de comprobar a lo
largo de esta obra, algunos de los problemas detectados en la parte introductoria, y
relacionados con el tratamiento de las ULS, se aplican tambien a las UF. Se ha vis-
to, asi, cömo el contenido de los diccionarios analizados no coincide, a veces, con
lo que se anuncia en su introducciön, como ocurre, tan frecuentemente, con los
procedimientos adoptados en la lematizaciön y ubicaciön de las UF. De igual for-
ma, se ha podido observar cömo aspectos tan fundamentales relacionados con el
tratamiento de las UF, como, por ejemplo, su definiciön o sus relaciones semänti-
cas, reciben poca o ninguna atenciön en la parte introductoria.
300
Se presentan, a continuaciön, los aspectos que aparecen en la parte introductoria
de los diccionarios mäs manejados para esta investigaciön y que estän expresa-
mente relacionados con las UF. Con el fm de no repetir datos ya discutidos, en lo
que se refiere a los puntos positivos y negativos que reciben dichos aspectos, ya
sea por su presencia o ausencia en la parte introductoria, ya sea por su tratamiento
a lo largo del diccionario, hemos preferido ofrecer ünicamente, de modo esquemä-
tico, cuäles son los puntos abordados y cuäles no lo son. En el examen de este
esquema, se debe tener en cuenta el hecho de que muchas de las caracteristicas de
la parte introductoria de los diccionarios dependen del tipo de diccionario.
301
302
F.T.■
=
G.4
X
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Prologo (pot G. Garcia Preämbulo, caracteristi- Sobre este diccionario,
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Märquez), presentacidn cas del diccionario, guia cömo usar el diccionario,
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3
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(por la editorial), texto del lector, transcripciön abreviaturas y signos
sobre la variedad y la fonolög-ica, abreviaturas y u sa dos, g los ar io de
unidad del espafiol (por signos usados. terminos y guia de consulta.
Humberto Hernändez),
Informaciones ejemplos de uso, abreviatu-
ras y simbolos.
sobre las UFI
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No se hace referencia. Se hace referencia al Solo se alude a lema de las Se hace referencia a la Se dan informaciones
modo de indicar las locuciones tomadas de indicaciön de los elementos sobre el tratamiento
Sobre cllema variantes. una lengua extranjera. facultativos y al registro de dispensado al lema de
la variaciön. las unidades.
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Se lema tiz a p or la De acuerdo, con lo que se Se lematiza por una palabra
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estructura Pres en tac iön, Guia para consultar la obra, Preämbulo, datos sobre la Real
Presentaciön, instrucciones
de la parte para el uso deldiccionario, lista instrucciones para el uso pr6logo (por Manuel Gala Academia Espafiola, datos sobre las
introductoria de abreviaturas y signo s deldiccionario, lista de Murioz), presentaciön (por Academias correspondientes, täbula
utilizados en eldiccionario. abreviaturas y signos F. Moreno Femändez), nota gratulatoria, datos sobre la vigesima
u t il iza do s e n e l del editor, abreviaturas segunda edici6n delDRAE y
informaciones
diccionario. utilizadas en eldiccionario y advertenc ias para el uso del
sobre las UFI fonötica. diccionario.
Se expresa con precisiön el Se explica el proceso de De forma indirecta, alude a No hay una referencia directa a la
proceso de selecciön Ilevado a selecciön llevado a cabo: la presencia de fraseologia, selecciön de las UF, pero se hace
cabo: LV propias del espariol locuciones adverbiales, es decir, locuciones o referencia a la inclusi6n de formas
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Se tratan los tipos de marcaciön Se hace referencia a los No se hace referencia. No se hace referencia.
usados: la diasträtica / diafäsica, tipos de marcaciön usados:
sobre la la que indica el nivelde la diasträtica / diafäsica, la
marcaciön ensefianza de la unidad y la que indica el nivel de
marca gramatical. ensefianza de la unidad y la
marca gramatical.
Se alude a la fuente de los Se hace referencia a la De modo indirecto, se hace No se hace referencia.
sobre la ejemplos citados y se explica su fuente de los ejemplos referencia al uso de ejemplos.
ejemplifica- funciön. citados y se explica su
ciön funciön.
Se dedica un apartado a las Se dedica un apartado a las No se hace referencia. No se hace referencia.
sobre las re- relaciones semänticas de las relaciones semänticas de
locuciones en el que se explica el las locuciones. Ahi se
laciones
sistema de referencias usado. explica detalladamente el
semänticas sistema de referen cias
usado.
En la parte introductoria, se hace Se re cogen asp ectos Sölo se ofrece una definiciön Solo se explica ei concepto de
aspectos referencia a diversos aspectos teöricos relacionados con la de lo que se considera formas complejas.
teöricos que atafien no solo a la fr aseo log ia y con la locuciön.
teöricos fraseologia sino tambien a la fraseografia.
305
fraseografia.
306
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estructura
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Introducciön y signos y abreviaturas deldiccionario. Presentaciön, colaboraciones, obras In tro duc c iön y
de la parte utilizadas y preliminares (abreviatu- abreviaturas utilizadas.
introductoria ras, advertencias ütiles para el
manejo deldiccionario, relaciön de
articulos con desarrollo gramatical,
relaciön con formas de expresiön,
informaciones relaciön de expresiones adverbiales-
o o
prepositivo-conjuntivas y signos y
sobre las UI
tipos de letra).
Se informa de que se incluyen locuciones, frases De modo indirecto, se alude a la Se informa de que se No se hace
hechas y refranes. inclusiön de colocaciones y incluyen locuciones, referencia.
sobre la locuciones. Asimismo, se informa frases hechas, refranes y
selecciön de que se han incluido modismos otros tipos de UF, aunque
que no constaban en el DRAE. no se aclaran cuäles.
No se hace
sobre el lema No se hace referencia. No se hace referencia. No se hace referencia. referencia.
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Segün la clase de UF que se distinguen en eldicciona- No se hace referencia. Se informa de que se
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0 4,
0 d
2 T,
rio, pueden figurar alfinal del articulo, deträs de la ubican en un apartado
sobre la ültima acepciön, y bajo el marbete Frases y locuciones, denominado LOC.
dentro de una acepciönnumerada.
ubicaciön
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4
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Las UF, de acuerdo con la introducciön, Se explica, por una parte, el sistema aplicado No se hace No se hace
van ordenadas alfabeticamente. Se a las frases y modismos (que varia segün la referencia. referencia.
4 C.J
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0 I.
sw
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tienen en cuenta los espacios en blanco. relaciön entre la UF y la palabra que encabeza
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C
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el articulo) y, por otra, el sistema seguido en la
ordenaciön de las acepciones (aunque no
queda claro si este ultimo se aplica a las UF).
Sölo se indica que algunos tipos de UF, No se hace referencia. No se hace No se hace
las Ilamadas locuciones de lema y referencia. referencia.
sobre la locuciones de acepcidn idiomäticas,
definiciön siempre son definidos. Las locuciones de
acepciönno idiomäticas no se definen.
De modo indirecto, se alude al uso de No se hace referencia. No se hace No se hace
marcas pragmäticas con expresiones, referencia. referencia.
sobre la refranes, algunas frases y locuciones.
marcaciön Tambien se informa de que las locuciones
de lema Ilevan una marca de nivel de uso.
Se informa de que las locuciones de No se hace referencia. Sölo se alude al No se hace referencia.
lema van acompafiadas de, al menos, hecho de que con
sobre la un ejemplo. frecuenc ia se
ejemplificaciön incluyen ejemplos
o en el apartado
destinado a las UF.
No se hace referencia. Se hace referencia al registro de UF afines No se hace No se hace referencia.
sobre las
relaciones equivalentes a o tras UL, y a que van referencia.
semänticas reunidas en un apartado especifico.
Se dedica un apartado a la explicaciön No se hace referencia. No se hace Alo largo del prölogo, se
de las clases de frases y locuciones referencia. intenta, de modo bastante
recogidas en el diccionario. superficial, dar cuenta de
..,
IM, .0
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0
el ..
unidades recogidas.
o
2. Conclusiones
308
su tratamiento lexicogräfico, establecen las pautas para ese tratamiento, y, de este
modo, contribuyen a la conformaciön de una teoria fraseogräfica.
La critica fraseogräfica no ha alcanzado un nivel öptimo de desarrollo y se
encuentra, mäs bien, en un estado embrionario. Esta situaciön puede explicarse a
partir de tres puntos: la ausencia sistemätica de principios fraseogräficos en los
prölogos de las obras, la ausencia de diälogo entre fraseölogos y fraseögrafos o
lexicögrafos y la carencia de un interes legitimo por este asunto. Sin embargo,
considerando sus funciones y valores, es necesario que la critica fraseogräfica se
consolide. En el marco de la fraseografia esta cuestiön cobra especial importancia
cuando consideramos: la gran cantidad de obras lexicogräficas en las que se reco-
gen unidades fraseolögicas que se vienen publicando; el hecho de que muchos
usuarios, especialmente los profesores y estudiantes de lenguas extranjeras, des-
conocen los criterios que puedan guiarlos en la adquisiciön de una obra, y la pro-
pia situaciön de la teoria y präctica fraseogräfica, que exige una actitud critica que
permita la reflexiön y el consecuente perfeccionamiento del tratamiento lexicogrä-
fico de los elementos fraseolögicos. Muchos trabajos que abordan este tratamiento
no siguen los presupuestos de la critica fraseogräfica, segün lo establecido por
algunos teöricos. La inexistencia de una critica fraseogräfica tiene como conse-
cuencia directa la permanencia de algunos problemas präcticos relacionados con
la descripciön lexicogräfica de las unidades pluriverbales. Los trabajos que se
acercan a la critica fraseogräfica son bastante genericos y muy desiguales entre si,
tanto en lo que se refiere a los procedimientos utilizados como a los resultados
alcanzados. No se observan criterios objetivos de evaluaciön y escasean los traba-
jos basados en situaciones reales de uso. Por todo ello, como directrices generales
podrian ser tenidas en cuenta en la critica fraseogräfica:: la necesidad de conside-
rar la presentaciön o el disetio de las obras lexicogräficas; su contenido y la pers-
pectiva del usuario, y la adecuaciön de la obra a sus propösitos.
En cuanto a la situaciön de la investigaciön fraseogräfica, es posible afir-
mar que esta vertiente de la fraseografia no se encuentra desarrollada. Un ejemplo
de ello, en lengua espatiola, es la ausencia de investigaciones que traten el uso del
diccionario y la fraseologia. Teniendo en cuenta algunos postulados establecidos
en la lexicografla, hay algunos aspectos que deben considerarse en el desarrollo
de im proyecto de investigaciön en fraseografia, a saber: la delimitaciön del tema
especifico dentro del universo fraseolögico, el establecimiento del apoyo teörico
que fundamente el trabajo y la definiciön del metodo o metodos que se vaya a
utilizar; la determinaciön de la perspectiva desde la cual se vaya a enfocar el tra-
bajo, si histörica, critica, etc., y la aplicabilidad de los resultados alcanzados.
Por lo que se refiere a la teoria fraseogräfica a partir de los instituido en la
praxis fraseogräfica, algunos factores que deben considerarse en la constituciön de
esta teoria, son: la tradiciön, el plagio, el academicismo, el didactismo y la imagen
del diccionario como un depositario del idioma, por una parte, y el hecho de que
las aportaciones teöricas de la lexicografla y de la fraseologia no se han incorpo-
309
rado a esta praxis. Todo ello ha tenido como consecuencia que, en la actualidad,
se observe una ausencia de principios fraseogräficos generales, la persistencia de
ciertos problemas fraseogräficos y, por ende, la acumulaciön de retos para la fra-
seografla.
Del examen de estos puntos: la selecciön de las unidades fraseolögicas; el
establecimiento de su forma canönica; la ubicaciön en la macroestructura o en la
microestructura, su lematizaciön y ordenaciön en el interior del articulo; su defini-
ciön; la marcaciön; la ejemplificaciön, y sus relaciones semänticas, con el fin de
perfilar algunas pautas de la teoria fraseogräfica se deducen las siguientes conclu-
siones generales:
a) la fraseologia y el conocimiento fraseolögico del autor del diccionario ejercen
una enorme influencia en el desarrollo y aplicaciön de los procedimientos fraseo-
gräficos.
b) La tradiciön lexicogräfica tambidn es un factor de peso en la praxis fraseogräfi-
ca.
c) Los procedimientos fraseogräficos utilizados no suelen emplearse de modo
homogdneo, ni siquiera dentro de una misma obra.
d) Los criterios elegidos para la confecciön de los diccionarios, sus objetivos y la
variedad lingüistica con la que se trabaja influyen en la präctica fraseogräfica.
e) Los usuarios del diccionario representan un elemento fundamental en el desa-
rrollo de una praxis fraseogräfica.
El establecimiento del lema o forma canönica, bäsica o clave de las unidades fra-
seolögicas. El establecimiento del lema para una unidad es un proceso complica-
do, ya sea en virtud de la variaciön fraseolögica, ya sea como consecuencia de la
complejidad formal de la unidad. Ello se comprueba en la diversidad de procedi-
mientos que se observan en los diccionarios. Ademäs, la complejidad estructural
310
de las unidades fraseolögicas dificulta su asociaciön con el concepto de lema y,
como consecuencia, obstaculiza su registro en la macroestructura de los dicciona-
rios. La falta de reflexiones, desde la lexicografla, sobre la cuestiön de la forma
canönica de las unidades fraseolögicas tiene algunas repercusiones evidentes para
la präctica, como la inexistencia de un procedimiento ünico para la indicaciön de
los elementos altemativos o facultativos que aparecen en el lema de una unidad.
Existen dos cuestiones que atafien al tratamiento lexicogräfico del lema de las
unidades fraseolögicas: (a) su delimitaciön y (b) la variaciön fraseolögica. Res-
pecto a (a), hay dos aspectos que interfieren en el proceso de delimitaciön del le-
ma: la inclusiön de elementos ajenos a el (como determinados verbos, preposicio-
nes y los elementos del contorno) y la presencia de elementos, el no y el se, que se
registran ora como obligatorios ora como facultativos, segün cada obra. La inser-
ciön de verbos distorsiona la forma bäsica de la unidad, repercute en su recepciön
por parte del usuario e influye en la atribuciön de la categoria gramatical correcta.
Por otra parte, ciertas preposiciones que figuran en el lema de algunas unidades no
forman parte de este y sirven para introducir el complemento de regimen de la
unidad. Aunque esten relacionadas con los elementos del contorno, se diferencian
de estos porque son categorias exigidas gramaticalmente y no dependen del con-
texto. La introducciön de los elementos del contorno en el lema de las unidades
parece explicarse debido a su complejidad estructural, aunque no deberia darre en
el propio lema, sino en un apartado especifico. Por su parte, la inclusiön o exclu-
siön del no y del se interfiere en el funcionamiento de la unidad fraseolögica y,
por ende, en su tratamiento lexicogräfico. La particula no, por ejemplo, influye en
la ubicaciön y localizaciön de una unidad, condiciona su definiciön y ejemplifica-
ciön. La presencia o ausencia del elemento se puede desencadenar cambios en el
significado diatetico de la unidad, en su significado lexico o en su combinatoria
sintagmätica. La ausencia de criterios en el tratamiento de estos elementos se rela-
ciona con cuestiones lexicogräficas präcticas y cuestiones fraseolögicas.
En cuanto a (b), no todas los tipos de variaciön fraseolögica que se han estableci-
do en los estudios fraseolögicos quedan expresados en los diccionarios. De igual
forma, en la präctica lexicogräfica no se tienen en cuenta ciertos aspectos que en
la fraseologia se distinguen. Asi, aunque todas las clases de variantes en sentido
estricto se encuentran representadas en los diccionarios, en la präctica no importa
si el elemento que varia es una palabra con significado gramatical o lexico, o si la
variaciön es fruto de un cambio morfolögico, lo que si se distingue en la fraseolo-
gia. Sölo importa diferenciar entre elementos alternativos y facultativos. En lo que
se refiere a las clases de variantes en sentido amplio, ha quedado demostrado que
las unidades fraseolögicas con casillas libres tienen un tratamiento lexicogräfico
muy irregular, tanto en los diccionarios generales como en los fraseolögicos, dado
que las posibilidades de variaciön de esas unidades son ignoradas o mal presenta-
311
das. Hay un tipo intermedio de unidad fraseolögica, entre lo que se considera uni-
dad con casilla vacia y esquema fraseolögico, el cual no suele registrarse en los
diccionarios y, cuando se recoge, tiene un tratamiento que diverge mucho de una
obra a otra. En cuanto al tratamiento lexicogräfico de las series fraseolögicas, los
problemas existentes son consecuencia del hecho de que, en muchos diccionarios,
tanto generales como sintagmäticos, se hace caso omiso de las diferencias de sig-
nificado que presentan las unidades que integran series y estas se tratan conjunta-
mente, es decir, con un ünico lema, definiciön y ejemplificaciön.
312
Considerando el tratamiento dado a la definiciön en varios diccionarios, ha que-
dado patente la necesidad de usar de forma conjunta recursos como los corpora y
las obras lexicogräficas, a fin de aclarar ciertas cuestiones, como la separaciön de
acepciones que figuran juntas en una sola definiciön, la vigencia de las acepciones
presentadas y la determinaciön del significado de una unidad. Asimismo, las in-
formaciones sobre el contorno definicional deben ser vistas como una necesidad
inherente al tratamiento lexicogräfico de las unidades fraseolögicas: la falta de
coherencia en el tratamiento del contorno puede conducir a la confusiön en la des-
cripciön de su significado y, en consecuencia, puede interferir en la distinciön de
acepciones. Por otra parte, parece haber una estrecha relaciön entre la inserciön de
los elementos del contorno en el lema y la explicitaciän del contorno definicional;
las caracteristicas sintäctico-semänticas del definiens parecen influir, asimismo, en
la especificaciön de los elementos del contorno. En el caso de las unidades fraseo-
lögicas, y sobre todo de las locuciones verbales, existe una falta de coherencia en
el tratamiento del contorno definicional, puesto que se deja de informar acerca de
este elemento o este no se distingue de la definiciön de la unidad.
313
dificultad de examinar este tipo de marcaciön, en funciön de la ausencia de infor-
maciones en los prölogos de los diccionarios sobre este tema; el predominio de
este tipo de marca en los diccionarios generales; la relaciön entre esta marcaciön y
el proceso de selecciön de las unidades; la dificultad en seleccionar o identificar
las unidades que estän vigentes o son frecuentes; el empleo de demasiadas abre-
viaturas, cuyo valores no estän bien determinados dentro de una misma obra y
pueden cambiar respecto a otra. (ii) En la marcaciön diatöpica, llama la atenciön
su irregularidad en la aplicaciön al tratamiento de las unidades fraseolögicas, aun-
que desde la fraseologia y de la fraseografla se recomienda su utilizaciön. (iii) En
la marcaciön diasträtica y diafäsica, tambidn se da una profusiön terminolögica
que va acompaliada de una falta de precisiön definitoria. La falta de informacio-
nes en el prölogo de las obras sobre este tema dificulta la situaciön. La escasez de
datos sobre la variaciön diafäsica y diasträtica de estas unidades perjudica, de
igual manera, este tipo de marcaciön. No obstante, hay una marcada tendencia a
aplicar las marcas diasträticas y diafäsicas en la descripciön lexicogräfica de las
unidades fraseolögicas;
314
(f) En la marcaciön normativa: la escasa aplicaciön de este tipo de marca a las
unidades fraseolögicas y su utilidad en un diccionario didäctico dirigido a extran-
jeros. Este tipo de marcaciön parece acercarse a la marcaciön gramatical.
315
frecuencia o sistematicidad sus relaciones semänticas. Cuando se hace alguna re-
ferencia al tema, parece haber, no obstante, un claro predominio de referencias a
la sinonimia frente a los otros tipos de relaciones Ademäs, no todas las cuestiones
consideradas en la fraseologia han recibido atenci6n en la fraseografia o en la
lexicografia. La noci6n de variaciön por transformaci6n o modificaci6n, que co-
rresponde, en parte, a los llamados sin6nimos estructurales, por ejemplo, parece
no tener repercusi6n en el tratamiento lexicogräfico de las unidades fraseolögicas.
Los procedimientos mäs usuales de proporcionar informaciön sobre las relaciones
semänticas de estas unidades son: indicaciön directa, mediante uso de una marca o
inclusiön de las unidades en relaci6n en un apartado propio; remisiones o referen-
cias cruzadas; empleo de una barra o el uso de la conjunci6n o; indicaciön de la
variaciön lexica, e introducci6n de una unidad sin6nima en la definici6n.
316
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