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LA INFLUENCIA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL SOBRE LAS

COMPETENCIAS LABORALES

La inteligencia emocional puede ser definida como el conjunto de habilidades que

nos permiten comprender, expresar, controlar y gestionar las emociones propias,

así como entender el impacto positivo o negativo que éstas causan en los demás.

Aunque es fundamental que toda persona aprenda a desarrollar esta inteligencia,

pues las diferentes facetas de su existencia y los problemas que enfrente lo llevan

a saber manejar sus emociones, es claro que ciertos ámbitos de la vida requieren

demostrarla aún más. El mundo laboral por ejemplo, debido a la cantidad de

personas que involucra y al estrés que puede generar, conlleva inevitablemente a

que sepamos manejar nuestras emociones.

Uno de los mayores inconvenientes organizacionales es el manejo de las

diferencias interpersonales, motivadas en gran medida por la falta de comprensión

y tolerancia entre compañeros de trabajo. Estas diferencias al no abordarse y

solucionarse prontamente pueden transformarse en conflictos internos que

disminuyen la productividad, pues las personas cuando trabajan bajo el efecto de

emociones negativas pierden el horizonte laboral, afectándose a nivel individual y

colectivo.

De acuerdo con lo planteado por Moon y Hur (2011) es claro que los individuos

con mayor inteligencia emocional lograrán mayores índices de satisfacción laboral


y sortearán mejor las situaciones que en este ámbito se les lleguen a presentar.

Sin embargo es preciso acotar que además del desarrollo de la inteligencia

emocional es necesario que el individuo demuestre tener competencias laborales.

Siguiendo el planteamiento de autores como García (2005), Alles (2006) y Gil

(2007) definiríamos las competencias laborales como los atributos, conocimientos,

habilidades y cualidades que posee un trabajador y que pueden ser asociadas a

un desempeño excelente en su puesto de trabajo. Estas cualidades además son

susceptibles de ser desarrolladas, medidas y calificadas a través de resultados

concretos. Algunas de estas competencias tienen que ver con el liderazgo, la

responsabilidad, la capacidad de aprendizaje o el dinamismo, entre otras.

A los planteamientos anteriores, Swanson y Zobisch (2014) agregan que las

competencias, entendidas como acciones humanas, son inseparables de los

sentimientos y las emociones; por tanto toda competencia laboral expresa en

mayor o menor medida emociones de agrado, desagrado, insatisfacción o

felicidad, entre otras.

La inteligencia emocional entraría entonces a potenciar las competencias

laborales del individuo, siempre que éste emplee sus emociones en pro del

beneficio laboral a nivel personal y colectivo.

Seguidamente en el artículo se plantean dos hipótesis con el objetivo de

comprobar la relación entre la inteligencia emocional y las competencias laborales:


la hipótesis 1 enuncia que la aptitud personal de los empleados (la forma en que

una persona se relaciona consigo mismo) influye positivamente en el desarrollo de

sus competencias laborales. La hipótesis 2 dice que la aptitud social (la forma en

que una persona se relaciona con las demás) influye positivamente en el

desarrollo de sus competencias laborales.

Acto seguido se realizó un cuestionario aplicado a los estudiantes de maestría de

la Facultad de Ciencias de la Administración de la Universidad del Valle. Un total

de 122 estudiantes, quienes ya tenían una experiencia laboral de mínimo tres

años. Los ítems del cuestionario tenían contenidos relacionados con la expresión

de las emociones, la identificación de las emociones negativas y positivas, el

autoestima, la orientación al logro, entre otros. Se pudo concluir que aquellos que

tienen la capacidad de gestionar sus emociones y sentimientos pueden desarrollar

con mayor eficacia algunas competencias laborales como el liderazgo, el trabajo

colectivo, la productividad, entre otras.

Considero que los planteamientos del artículo son válidos, incluso no solamente

en el ámbito laboral. La inteligencia emocional es una capacidad que debe

permear nuestro quehacer personal, familiar, interpersonal, etc. Cuando no

tenemos la capacidad de gestionar y controlar nuestras emociones tendemos a

originar una serie de conflictos que podrían ser llevaderos. Ser competente en el

ámbito laboral en muchas ocasiones no está solamente relacionado con la

aplicación de conocimientos o técnicas adquiridos en la formación universitaria.

Consiste sobretodo en saber resolver problemas surgidos en el entorno laboral,


haciéndolo de manera autónoma e integrando otras cualidades como por ejemplo

el trabajo en equipo.

Se requiere entonces que las empresas fomenten espacios en el entorno laboral

que permitan a los empleados adquirir estas habilidades emocionales y las

puedan poner en contexto en la propia compañía. Una empresa que consigue que

la inteligencia emocional en el trabajo sea una constante, logra que sus

empleados puedan desarrollar sus tareas juntos con la máxima eficacia y aumenta

sus probabilidades de alcanzar el éxito en sus resultados.

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