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ESCUELA NORMAL SUPERIOR “JME”

INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE NRO. 163

PROFESORADO DE LENGUA Y LITERATURA

MATERIA: TEORÍA LITERARIA III

PROFESOR: María Cristina Murray

ALUMNA: Gregorini Iván

AÑO: 2019

“El Aleph” es un cuento de Jorge Luis Borges, publicado en la revista Sur en 1945 y en el libro
homónimo en el año 1949. El personaje de este cuento se encuentra ante el eterno recuerdo de
una mujer que amó y que acaso ama aun después de muerta.

La muerte de esta mujer, Beatriz Viterbo, junto al dolor inmenso que alberga el narrador, da
inicio al cuento. Borges concurre cada año a la casa de Beatriz y está con la familia de ella ya
que, de esa forma, la recuerda y la mantiene viva en su memoria. Carlos Argentino Daneri, primo
de Beatriz, recibe al narrador, Borges, cada vez que los visita; lentamente van forjando una
relación de cortesía y de un extraño trato donde ninguno está suficientemente cómodo, pero
que será necesario para que, posteriormente, Borges conozca el Aleph.

Narrado en primera persona, el cuento genera que la voz del narrador se identifique con la del
autor y el protagonista del cuento, Borges: "Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz
querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges". De esta manera, el autor consigue
ser parte del cuento, hacerse ficción y a la vez escribirla.

Desde un marco temporal, el cuento está situado temporalmente entre febrero de 1929 cuando
murió Beatriz y el primero de marzo de 1943, fecha en la cual se escribiría la postdata, pero trata
sobre todo de hechos acontecidos entre el 30 de abril de 1941 y los últimos días de octubre del
mismo año.

El tiempo cronológico aparece como un enemigo para Borges. Él ve en los retratos de la casa de
Beatriz, a Beatriz misma, y el tiempo del cuento se tiene reposando en un espacio atemporal
para el personaje y le duele saber que en realidad el tiempo sigue avanzado en la calle y los
carteles de cigarrillos. El eje que mueve al relato, de esta forma, es la necesidad del protagonista
en no olvidar a su amada ante el inexorable paso del tiempo que se lleva consigo a los recuerdos.
Podemos encontrar, de esta manera, tres nudos narrativos que mueven al relato como un
sistema estructuralista. El primero en relación con la veneración del protagonista, Borges, hacia
la difunta Beatriz Viterbo. Esta relación funcionaría como el marco para el desarrollo
argumental, al propiciar el ritualismo de Borges como la fuente principal del segundo nudo: la
rivalidad entre Borges y Daneri que, como dijimos, funciona como parte argumental previa para
la historia fantástica del Aleph, que es el tercer nudo y núcleo de la narración. Los diferentes
nudos se irían cerrando, abriendo y cerrando en orden progresivo; desde la perspectiva de
Barthes, la cobertura funcional del relato impone una organización de pausas, cuya unidad de
base no puede ser más que un pequeño grupo de funciones que se llama secuencia, es decir,
una sucesión lógica de núcleos unidos entre sí por una relación de solidaridad, terminando
nuevamente con una alusión de Borges al inevitable paso del tiempo y la falibilidad del
conocimiento humano: “Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y
perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz”, frente a la categórica
afirmación inicial “Cambiará el universo pero yo no”.

Borges le otorga eternidad al cuento, a través del elemento fantástico, causándole duda al lector
si lo que ha leído es real o ficción, si realmente existe un Aleph o no. Primero se afirma la
existencia: «Por increíble que parezca, yo creo que hay (o que hubo) otro Aleph, yo creo que el
Aleph de la calle Garay era un falso Aleph», pero luego se le deja al lector con la duda: «¿Existe
ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado?».
Precisamente es la duda sobre la posible existencia de tal objeto lo que hace que el final del
cuento transgreda el tiempo y se coloque en la mente de los lectores. Nos referimos a que, por
un lado, tendrá un final diferente según el lector, algunos creerán en la existencia del Aleph,
otros no y otros permanecerán con la duda, por otro, ese final es indefinido ya que persistirá en
el porvenir siempre que haya un lector que abra «El Aleph».
BIBLIOGRAFÍA

GENETTE, GERARD (1998) “Nuevo discurso del relato”

BARTHES, ROLAD (1966) “Análisis estructural del relato”

TODOROV, TZVETAN (1971) “Poética estructuralista”

BORGES, JORGE LUIS (1945) “El Aleph”.

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