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Firmes y Dignos.

Muy buenos días en el SEÑOR

Soy Myriam Consuelo Reyes de la ciudad de Bogotá, Colombia

Comparto con ustedes, compañeros en éste proceso de formación, los resultados del ejercicio de
la encuesta, expresando en primer lugar lo gratificante y enriquecedor que fue este encuentro, en
el que se derivaron reflexiones valiosas realizadas por las diferentes personas que aceptaron mi
invitación a contestar la pregunta.

Vivo emociones encontradas de alegría, admiración y respeto por cada hermano en Dios, que
aceptó la invitación. Para ellos, mis más sinceros agradecimientos y a todo el equipo de DOMUS
por llevarnos a tener esta experiencia inolvidable.

Entrando en materia, las personas encuestadas oscilan entre 14 y 67 años; son estudiantes,
profesionales, empleados, madres y padres de familia, solteros, y adultos mayores. Ellos dejaron
ver una amalgama de respuestas, que en su análisis me permiten construir un panorama general,
de lógicas ante la vida para afrontar los problemas.

Percibo que la respuesta de todos y de cada uno, está muy relacionada con la cosmovisión que se
tenga de la vida, la etapa de desarrollo en la que se encuentre y su quehacer cotidiano:

En primer lugar, están quienes de entrada reconocen que responden o respondieron en algún
momento de su vida, con angustia, ansiedad, dolor, ira, silencio, indiferencia hacia el otro.
Utilizan gritos para mostrar su poder y acallar al otro; lloran, patalean, hacen berrinche y llegan a
veces a vociferar, maldecir, pelear, ofuscarse y hasta tirar objetos. No se descarta que afloran
sentimientos de venganza o de evasión esperando, como dice una colega: que todo fluya y no
influya. Se puede ver que prevalece el componente emocional.

En segundo lugar, quienes dejan ver que en ellos, lo importante es actuar desde la razón. Tomarse
un tiempo, con ello, evitan involucrar las emociones, analizan la situación con cabeza fría para
tomar una decisión cercana a lo neutral, buscan no dejarse influir por las manifestaciones
corporales de rechazo del otro. A lo anterior, se le une el analizar el conflicto, desde sus raíces o
causas, consecuencias y soluciones; precisar alternativas o estrategias de acción para resolverlo,
negociar, hacer compromisos y seguimiento para minimizar el impacto. Aquí observamos que
domina el componente racional.

En tercer lugar, están aquellas personas que, la puerta para resolver la situación difícil, es
confiar en Dios. Orar o rezar, tener Fe que el SEÑOR proporciona desde su misericordia una
excelente y maravillosa orientación, para lograr lo mejor para todos los implicados en el
problema. Su primera acción es entrar en Diálogo con Dios pidiéndole ayuda para poner en
práctica su amor, saber escuchar, comprender, tener paciencia y serenidad, para esperar que se
calmen los ánimos, poner la cara, reconocer lo propio y lo positivo del otro, perdonar y actuar con
decisión y fraternidad. Siempre pidiéndole al Espíritu Santo su ayuda, para saber cuál es la
voluntad de Dios y no actuar sólo bajo deseos o caprichos propios. Poder hacer lo que le
corresponde a cada uno y dejar en manos de Dios el resto, porque para Él, nada es imposible.
Reina, entonces para este grupo, el componente espiritual.

Ahora, quiero señalar que las acciones – reacciones se pueden presentar en forma mezclada y que
una vez se ha superado lo emocional y hace presencia la serenidad, se consigue organizar las
siguientes fases:

1. Reconocer que existe el conflicto y buscar tomar distancia para verlo de forma objetiva y sin
desconocer la subjetividad.

2. Comprender el problema. Es decir analizarlo desde diferentes puntos de vista.

3. Identificar a las personas que se encuentran involucradas teniendo en cuenta su diversidad en


su ser, en su hacer y en su contexto.

4. Reflexionar en silencio, con la almohada, con alguien de confianza o con Dios

5. Tomar decisión personal de actuar.

6. Dialogar: lo que implica, escuchar al otro, - mostrar el punto de vista propio - discutir con
argumentos, - mirar causas y consecuencias y buscar y acordar conjuntamente alternativas de
solución teniendo en cuenta: los derechos y las responsabilidades de cada uno además de los
conocimientos.

7. Si es necesario, pedir ayuda o consejo a alguien de confianza o algún profesional, hacerlo

Otro aspecto que rescato a tener en cuenta, es que la reacción o acción ante el conflicto, depende
de su naturaleza, de la situación, del tipo de problema, o persona. No es lo mismo con la familia,
ni con los amigos, ni en el campo laboral o con extraños, pero en todos los casos es importante
no alterarse, respirar profundo, comprender la situación, buscar alternativas de solución y decidir
qué hacer en los mejores términos. Si el problema no depende directamente de uno se puede ser
mediador y si la solución no está en manos propias no complicarse.

Finalmente, analizo que la forma de afrontar las situaciones problemáticas en la vida, es muy
compleja y diversa. En cada persona se conjuga la edad, las experiencias previas de éxito o
fracaso, el recorrido de vida que se ha realizado, los conocimientos, la madurez adquirida hasta
prevalecer la espiritualidad. Pero, lo más importante, es tener la voluntad de solucionarlo, sentir
que sí se puede, que tenemos capacidad creativa para buscar alternativas de solución y que con la
ayuda de Dios todo saldrá mejor.

Mil gracias por la atención. El SEÑOR los bendiga. Paz y Bien para todos.

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