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APROXIMACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS

El CONSUMO CULTURAL: Por otra parte, de vez en cuando se hacen sondeos cuantita-
UNA PROPUESTA TEÓRICA tivos de mercado y audiencia para las empresas periodísticas, de
radio y televisión. Pero los datos —que suelen reducirse a los volú-
menes de público- quedan guardados en el organismo que los
Néstor García Canclini
encargó. Tales estudios no se suman, ni son defácil acceso, como
para contribuir a evaluar globalmente las políticas culturales. En
Cabe preguntarse qué significa el hecho deque casi no existan unos pocoscasos,la investigación de las escuelas de comunicación
investigaciones sobre públicos, consumo y recepción de bienes ha ofrecido informaciones razonadas sobre las estructuras y mo-
culturales en América Latina. Llama la atención que en un país vimientos de las audiencias”.
como México, donde —al menos desde los gobiernos posrevolucio- Enlas instituciones gubernamentales no existe un ordena-
narios— se manifiesta una intensa preocupación por extenderlos miento sistemático y comparativo delas estadísticas culturales, ni
_ vínculos del arte y la cultura hacia las masas. ¿Las acciones difu- algún organismo dedicadoal estudio del consumo en este campo.
soras representan algo más que gestos voluntaristas si no se ocu- Lascifras aisladas de asistencia a espectáculos, museosy bibliote-
pan de diagnosticar las necesidades de los receptores y registrar cas, registradas por el Anuario que publica el Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática, con frecuencia resultan rebati-
cómo se apropian de los mensajes?
das cuando consultamosdirectamentea las instituciones. Éstas sue-
len advertir a la vez, sobre la baja confiabilidad de sus propios
Públicos convocados, no conocidos datos, que tampoco pueden agruparse con los restantes del mis-
mo sector porque no haycriterios unificados de registro que ho-
Tal vez fue en México dondese realizó el primer estudio latinoa- mogenicen la información reunida pordiferentes organismos.
mericano sobre público de museos”. Sin embargo, esa experiencia ¿Por qué un país como México, cuya infraestructura electróni-
precursora no tuvo continuidad ni contagió a otras áreasde la cul- ca es una de las más desarrolladas de América Latina y cuyo apa-
tura. En la bibliografía sobre museos,prolífica en análisis y debates rato institucional posee una continuidad y unaoferta cultural sin
sobre cómo mejorar la comunicación y la recepción, sólo encontra- parangón en el continente, no cuenta con informaciones organi-
mosotras dos investigaciones publicadas”. Cuando uno consulta zadas y fidedignas sobre la circulación desus productos culturales,
a las instituciones que se ocupan de difusión cultural, éstas sólo comoocurre por ejemplo en Brasil, Argentina, Chile o Venezuela?
muestran proyectos, propagandasy ecos periodísticos de las inau- ¿Cómoexplicar esto en el actual proceso modernizador? Hay una
guraciones; pero es habitual que no existan evaluaciones sobre su contradicción entre la búsqueda de eficiencia empresarial y opti-
mización de recursos, y, por otro lado, el desinterés por conocer
relación con las necesidadesy las demandas,salvo las que realizan
los efectos de las acciones culturales. Tal vez una delas explicacio-
los directores en sus informes burocráticos.
nes posibles sea que “el desarrollo electrónico parecería obrar más
a favor del control social, es decir del ocultamiento de los datos,
20 Monzón,A. “Bases para incrementar el público que visita el Museo Nacional que de su difusión”?,
de Antropología”, en Anales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, tomo
VL, Za. Parte, INAH, 1952,
21 Merefiero al artículo de Rita Eder y otros, “El público de arte en México:los: 22 Juárez M., R. E. publicó recientemente un balance: “Los medios masivosy el
espectadores de la exposición Hammer”, en Plural, Vol. IV, No. 70, julio de estudio de la recepción”, en Renglones, Año 5, No. 15, Guadalajara, diciembre
1977, y el libro de E. Cimet, M. Dujovne, N. García Canclini, ]. Gullco, C. Men- de 1989, pp. 12-18. -
doza, F. Reyes Palma y G. Soltero, El público como propuesta: cuatro estudios socio- 23 Piccini, M. “Tiempos modernos; políticas culturales y nuevas tecnologías”, po-
lógicos en museos de arte, INBA, México, 1987. Juan Acha publicó una reflexión nencia presentada en la reunión Comunicación y prácticas culturales, Universi-
estética en este campo, El consumoartístico y sus efectos, Trillas, México, 1988. dad Iberoamericana, México, D. F., marzo de 1990.

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Este tipo de estudios resulta decisivo si se quieren conocer las necesitan es comida””. En otros casos, proceden de mirar a los
necesidades y demandasde la población, evaluar los efectos de las sectores populares desde la evocación nostálgica de formas cam-
acciones estatales y privadas, y saber en qué dirección está mo- pesinas o premodernas, mientras muchos productores y consumi-
viéndose el mercado simbólico. dores populares son los primeros interesados en reformular sus
patrones simbólicos e insertarse mejor en las condiciones contem-
El consumo: del moralismoa la teoría social poráneas de desarrollo”,
Lacrítica aristocrática de algunosestudiosos dela cultura *no-
Además de los obstáculos político-institucionales citados, existen ble” coincide así con la de especialistas en la cultura tradicional: el
dificultades teóricas e ideológicas para avanzar en el estudio del consumosería el escenario aprovechado por quienes controlan el
consumo cultural. Una deellas es la asociación de este término con poderpolítico y económico para manipular a las masas y alinear-
la comercialización de los bienes “espirituales”, y con lo que en el las en la persecución desatisfacciones fútiles que las distraerían de
lenguaje ordinario se denomina “consumismo” o “sociedad de sus necesidades básicas. Esta mezcla de exigencias ascéticas e ideali-
consumo”. Si se trata de laalta cultura,las concepcionesidealistas zación aristocrática, esta confusión entre consumo y consumismo,
y aristocráticas juzgan que la multiplicación masiva de los consu- obstruye el tratamiento de un espacio que, sin embargo,las prin-
midores distorsiona el valor de las experiencias artísticas. Pese a cipales teorías consideran indispensable para la reproducción de
que algunos museos y obras literarias tienen públicos multitudina- la sociedad, o para su simple existencia.
rios”, los especialistas de esos campos se niegan a aceptar como Es necesario, entonces, comenzar precisando qué puede en-
parte del desarrollo del arte la organización masiva de su comuni- tenderse por consumo y por consumocultural en el estado actual
cación. delas ciencias sociales. Por la citada escasez de investigaciones,las
Por otro lado, los discursos sobre las clases medias y populares teorías sobre el consumo son pococonsistentes y han generado un
suelen identificar el consumo con gastos suntuarios y dispendio. débil consenso,limitado casi siemprea la disciplina en que se pro-
Ante el desconocimiento delas leyes socioculturales que rigen el ducen. Una hipótesis inicial del presente trabajo es que debemos
acceso masivo a los bienes,se recurre a un psicologismo moralista. poner en relación estos enfoques parciales: lo que la economía sos-
La avidez irreflexiva de las masas, exacerbada por la publicidad, tiene acerca de la racionalidadde los intercambios económicos
las llevaría a abalanzarse obsesivamente sobre objetos innecesa-
rios: la compra de televisores o gadgets, la realización de fiestas
25 Douglas, M. y Baron Isherwood. El mundo delos bienes. Hacia una antropología
“superfluas” cuando se carece de vivienda u otros bienesbásicos.
del consumo, Grijalbo/cnca (Los Noventa), México, p. 114.
Estos juicios se deben a menudo, dicen Mary Douglas y Baron 26 Varios estudios sobre la producción artesanal en la última década muestran a
Isherwood, “al prejuicio veterinario de que lo que los pobres más pueblos indígenas —comolos pintores nahuas de amate en Ameyaltepec, Gue-
rrero, y los alfareros purépechas de Ocumicho, Michoacán— que modifican los
diseños y aprendentácticas de interacción con el comercio urbanoy el turismo
—en parte para vincularse mejor con consumidores modernos, en parte porque
24 Unos pocos ejemplos. Varias exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo sus hábitos de consumo incorporan bienes industriales y mensajes de los me-
Rufino Tamayo y del Centro de Arte Contemporáneo,en la ciudad de México, dios masivos-, sin que eso debilite las prácticas antiguas que los distinguen.
recibieron más de medio millón de visitantes (por ejernplo, las de Picasso y Precisamente las ganancias obtenidas mediante sus exitosas adaptacionesal
Diego Rivera). Los libros de García Márquez, Rulfo y otros escritores “cultos” mercado moderno les permiten mantener actividades campesinas ya poco
superan el millón de ejemplares.Si a estas cifras agregamosla creciente inser- lucrativas y ceremonias étnicas que requieren gastos elevados. Véanse, sobre
ción de esos y otros artistas en los medios electrónicos, y la reelaboración de los gruposcitados, los libros de Catherine Good Eshelman, Haciendo la lucha.
sus imágenes públicas de acuerdo con la lógica de la comunicación masiva, es Arte y comercio nahuas de Guerrero, FCE, México, 1988, y de Néstor García Cancli-
difícil seguir pensandoel arte y la literatura como simples fenómenosespiri- ni, Las culturas populares en el capitalismo, Nueva imagen, 4a. ed., México, 1989,
tuales y minoritarios. cap. VL

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con lo que antropólogos y sociólogos dicen sobre las reglas de la Pese a las acusacionescontra las industrias culturales de homo-
convivencia y los conflictos, y con lo quelas ciencias de la comu- geneizar los públicos, el estudio de los consumos presenta una
nicación estudian respecto al uso de los bienes como transmi- estructura fragmentada. ¿Cómo pensar juntas las conductas dis-
siones de información y significado. (Se verá que algunos de los persas, en una visión compleja del conjunto social? ¿Tiene sentido
autores que más nos ayudan a reelaborar la problemática del con- en nuestras atomizadas sociedades, donde circulan simultánea-
mente mensajes tradicionales, modernos y posmodernos,reunir,
sumo —Pierre Bourdieu, Mary Douglas y Michel de Certeau— son
quienes se sitúan en observatorios transdisciplinarios para estu- no bajo un modelo teórico sino en una perspectiva multifocal, lo
diar estos procesos).
que la gente hace en el trabajo y en los tiempos de ocio, en espa-
La desconexión entre estas miradas de lo social no sólo se debe cios urbanos desconectados y en generaciones alejadas? ¿Cómo
articular lo que la economía y las ciencias de la comunicación des-
a la compartimentación delas disciplinas que lo estudian. Tiene
criben sobre las estrategias transnacionales de las empresas y la
su correlato, sobre todo en las grandes ciudades, en la fragmenta-
publicidad, con la visión microsocial que la antropología ofrece al
ción de las conductas. La gente consume en escenarios de escala
observar grupos pequeños? Esta necesidad de estudiar conjunta-
diferente y con lógicas distintas, desde la tiendade la esquinay el
mente los múltiples tipos de consumo se vuelve más imperiosa
mercadobarrial hasta el supermercado y los macrocentros comercia-
cuandose diseñan políticas culturales que, de algún modo, deben
les. Sin embargo, comolas interacciones multitudinarias y anóni- plantearse la cuestión dela totalidad social.
masde los malls y la televisión se hallan cada vez más entrelazadas
con las interacciones pequeñas y personales, se vuelve necesario
pensarlas en relación. Por qué aumenta o disminuye el consumo
Cabeaclarar que la organización multitudinaria y anónima de
la cultura no lleva fatalmente a su uniformidad. El'problemaprin- Respondera esta pregunta exige plantearse previamente qué en-
cipal con quenos confronta la masificación de los consumos no es tendemos por consumir y por qué consumela gente. Los econo-
el de la homogeneización,sino el de las interacciones entre grupos mistas han desarrollado las teorías formalmente más sofisticadas
sociales distantes en medio de una trama comunicacional muy sobre esta cuestión, vinculando los comportamientos de los con-
segmentada. Las grandes redes de comercialización presentan sumidores con las relaciones entre precios y salarios, con la infla-
ofertas heterogéneas que se relacionan con hábitos y gustos dispa- ción, las leyes de expansión y contracción de los mercados”. Pero
res. En la ciudad de México hallamos grupos bien diferenciádos cuandoestas explicaciones resultan insuficientes —lo cual sucede
entre los consumidores. Para hablar únicamente de las preferen- apenasse requiere superarlasprevisiones de corto plazo—los ana-
cias musicales, es entre las personas con más edad y menornivel listas económicos incorporan “argumentaciones” psicológicas so-
escolar donde aparece el mayor número de seguidores de las can- bre las ambiciones humanas, las oscilaciones del gusto o la
cionestropicales y rancheras; la música clásica y el jazz atraen, so- persuasión publicitaria que los especialistas desechan hoy porru-
bre todo, a los profesionales de edad media y los estudiantes más dimentarias. Algo semejante ha ocurrido con los estudios funcio-
avanzados,el rock a los jóvenes y adolescentes. Las personas van
ubicándose en ciertos gustos musicales y en modosdivergentes de
elaboración sensible según lasbrechas generacionales, las distan- (Continuación Nota 27)
cias económicas y educativas”. entre los trabajadores domésticos (43,5%) y entre los pensionados(34,4%), los
boleros son preferidos principalmente por las amas de casa (27,8%), mientras
el rock y “la canción de moda” —Yuri, Emmanuel- encuentran la mayoría de sus
27 Estas afirmaciones se basan en una investigación que incluyó una encuesta seguidores entre los jóvenes (23 al 30%).
sobre consumocultural en 1.500 hogares dela ciudad de México entre septiembre 28 Véase, como por ejemplo, el libro de H. A. John Green, La teoría del consumo,
y octubre de 1989. Allí encontramos que la música ranchera es más escuchada Alianza, Madrid, 1976.

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nalistas y conductistas sobre “usos” y “gratificaciones”: preten- ¿Qué podemoshacer, entonces? Poner en relación brevemente
dían entender los efectos de los medios masivos con una visión las teorías más atendibles en el actual debate sobre el consumo y
técnicamente compleja de la comunicación, pero demasiado sim- señalar algunas de sus limitaciones o dificultades. Para restringir
ple respecto de la estructura social, los procesos psíquicos de los un poco las comparaciones posibles me concentraré en las dos
sujetos y, sobre todo, de las múltiples mediaciones lingúísticas, cuestiones ya indicadas: qué se entiende por consumo y por qué
institucionales y grupales que intervienen en la comunicación”. consume —más o menos- la gente. Voy a ocuparmede seis mode-
A la inversa, los especialistas en las ciencias sociales blandas —an- los teóricos, provenientes de diversas disciplinas, que tal vez sean
tropología, sociología, psicoanálisis- construimos interpretacio-
los másfértiles en la actualidad. Pero antes es preciso despejar el
nes másatentas al aspecto cualitativo de las interaccionessociales camino y recordar que la construcción de los modelos más elabo-
rados ha sido posible a partir de la crítica a dos nociones: la de
que ocurren cuandola gente compra ropa o alimentos, mira tantas
necesidadesy la de bienes.
horas por día televisión, va o no al teatro. Pero casi nunca toma- Debe descartarse, ante todo,la concepción naturalista de las nece-
mosen cuenta la estructura de los mercados,las políticas macroe-
sidades. Puesto que no existe una naturaleza humana inmutable,
conómicas, O partimos de algunos lugares comunes sobre esos no podemos hablar de necesidades naturales, ni siquiera para
condicionamientos divulgados hace varias décadas. En los mejo- referirnos a esas necesidades básicas que parecen universales: co-
res casos, perseguimospistas keynesianas o marxistas, cuandola mer, bebex, dormir, tener relaciones sexuales. La necesidad bioló-
economía mundial piensa ya en la posibilidad de superar a Milton gica de comer, por ejemplo, es elaborada con tal variedad de
Friedman. prácticas culturales (comemos sentados o parados; con uno,tres,
Pareciera que no estamos aún en condiciones de proponer ex- seis cubiertos, o sin ellos; tantas veces por día; con distintos ritua-
plicaciones transdisciplinarias. Sería elegante invocar aquílas di- les) que hablar de una necesidad universal es decir casi nada. Lo
ficultades generadas por la multiplicación de investigaciones en que llamamosnecesidades —aun las de mayor base biológica— sur-
cada ciencia social, las exigencias de especialización que hacen di- gen en sus diversas “presentaciones” culturales como resultado de
fícil estar informado de lo que sucede fuera de la propia disciplina la interiorización de determinaciones de la sociedad y dela elabo-
(o del área que unocultiva), y encimala crisis de paradigmas que ración psicosocial de los deseos. La clase,la etnia o el grupo al que
vuelve inseguro el conocimiento. Todo esto influye, sin duda, en pertenecemos nos acostumbra a necesitar tales objetos y a apro-
los estudios internacionales sobre consumo; pero en México —y en piarlos de cierta manera. Y como sabemos, lo que se considera
necesario cambia históricamente, aun dentro de una mismasocie-
América Latina— hay una explicación más elemental: ¿Cómo vamos
a encarar los problemas pluridisciplinarios en este campo,si casi dad. El carácter construido de las necesidades se vuelve evidente
cuando advertimos cómo se convirtieron en objetos de uso nor-
no existen investigadores especializados en el consumo? Ante la
mal bienes que hace 30 o 40 años no existían: ¿Cómo podían vivir
preocupación por hallar en México algún economista de la cultura nuestros padres sin televisor, refrigerador ni lavadora?
cuando organizaba este seminario, debí resignarme a que nues- Luego, debe cuestionarse el correlato de la noción naturalista
tras afirmaciones sobre lo que esa dimensión implica en el consu- de necesidad, quees la concepción instrumentalista de los bienes. En el
mo queden como hipótesis sin interlocutores con datos o teoría sentido común se supone quelos bienes serían producidos por su
para refutarlas. valor de uso, parasatisfacer necesidades: los autos servirían para
viajar, los alimentos para nutrirse. Se imagina una organización
“natural” en la producción de mercancías, acorde con un reperto-
29 Se encontrará unacrítica elaborada en conexión con las condiciones sociales y
comunicacionales lationamericanas en el libro de Jesús Martín-Barbero, De los
rio fijo de necesidades. A la crítica novecentista que descubrió la
medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Gustavo Gili, México, frecuencia con que el valor de cambios prevalece sobre el de uso,
1987. nuestrosiglo añade otras esferas de valor -simbólicas— que condi-
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cionan la existencia,la circulación y el uso de los objetos. Éstos se fuerza laboral de los trabajadores y ampliar las ganancias de los
hallan organizados, en su abundancia y su escasez, según los ob- productores. En esta perspectiva, no es la demandala que suscita
jetivos de reproducción ampliada del capital y de distinción entre la oferta, no son las necesidades individuales ni colectivas las que
las clases y los grupos. ¿Por qué predominan los autos sobre el determinan la producción de bienesy su distribución. Las “nece-
transporte colectivo? No es la necesidad detrasladarse,ni la lógica sidades” de los trabajadores, su comida, su descanso, los horarios
del valor de uso,sino la lógica de la ganancia de los productores y de tiempolibre y las maneras de consumir durante éstos, se orga-
de las diferencias entre los viajeros lo que rige.-esa opción. nizan segúnla estrategia mercantil de los grupos hegemónicos. La
Al desechar la concepción naturalista de las necesidades y la incitación publicitaria a consumir, y a consumir determinados ob-
visión instrumentalista de los bienes, se vuelve evidente la simple- jetos, el hecho de que cada tanto se los declare obsoletos y sean
za de los conductistas cuando definen el consumo comola rela- remplazadosporotros, se explican por la tendencia expansiva del
ción que se establece entre un conjunto de bienes creados para capital que busca multiplicar sus ganancias.
satisfacer un paquete de necesidades, como una relación estímu- Ésta es una de las explicaciones de por qué ciertos artículos,
lo-respuesta. No existe correspondencia mecánica o natural entre suntuarios cuando aparecen en el mercado, al poco tiempo se
necesidades y objetos supuestamente diseñados y producidos vuelven de primera necesidad: los televisores, las videocaseteras,
para satisfacerlas. la ropa de moda. Sin embargo,el aislamiento de este aspecto en la
Para tomar en cuentala variedad defactores que interviene en organización del consumo lleva al economicismo y a una visión
este campo, podemosdefinir inicialmente el consumo comoel con- maquiavélica: conduce a analizar los procedimientos a través de
Junto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los los cuales el capital, o “las clases dominantes”, provocan en las
usos de los productos. Esta ubicación del consumo como parte del dominadas necesidades “artificiales” y establecen modosdesatis-
ciclo de producción y circulación de los bienes permite hacer visi- facerlas en función de sus intereses”. Si no hay necesidades natu-
ble, según se notará en seguida, aspectos más complejos que los rales, tampoco existen las artificiales; o digamos que todas lo son
encerrados en “la compulsión consumista”. También ayudaa re- en tanto resultan de condicionamientossocioculturales.
gistrar en los estudios bastante más que los repertorios de gustos Por eso, la dimensión cultural del consumo y las formas de
y actitudesque catalogan las encuestas de mercado. Pero esta ubi- apropiación y usos deben ser tan centrales en la investigación
cación del consumoen el proceso global de la producción no sólo comolas estrategias del mercado. Entendemosel estudio del con-
ofrece ventajas sino dificultades: la lógica económica, que concibe sumo no sólo como la indagación estadística del modo en que se
en forma sucesiva la producción,la circulación y el consumo, sue- compran las mercancías, sino también como el conocimiento de
le colocar a este último como momento terminal del ciclo; se vuel- las operaciones con que los usuarios seleccionan y combinan los
ve arduo conciliar este modelo con otras teorías, comolas de la productos y los mensajes. Para decirlo con Michel de Certeau:
recepciónliteraria, que señalan la interacción entre productores y cómo los consumidores mezclanlas estrategias de quienes fabrican
consumidores. No oculto cierta incomodidad ante el término con- y comercian los bienes con las tácticas necesarias para adaptarlos a
sumo, excesivamente cargado por su origen económico; pese a su la dinámica de la vida cotidiana”. Es necesario conocerla forma
insuficiencia, lo veo como el más potente para abarcar las dimen- en quese articula la racionalidad de los productores con la racio-
siones no económicas en relación con otras nocionesafines: recep- nalidad de los consumidores: éste es el ámbito donde puede ins-
ción, apropiación, audiencias o usos.

Modelo 1: el consumo es el lugar de reproducción de la fuerza de trabajo 30 Esta lógica explicativa prevalece en los autores marxistas: véanse los textos de
y de expansión del capital. Todas las prácticas de consumo —actos Jean-Pierre Terrail, Edmond Preteceille y Patrice Grevet en Necesidad y consumo
psicosociales tan diversos como habitar una casa, comer, divertir en la sociedad capitalista actual, Grijalbo, México, 1977.
- 31 De Certeau, Michel. L'invention du quotidien. Arts de faire, Unión Générale
se- pueden entenderse, en parte, como medios para renovar la d'Éditions, París, 1980; véanse especialmente las páginas 19-29 y 77-89.

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talarsela colaboración de la economía con el saber antropológico hijos, cuáles son los rituales con que se come, qué programasde
y con los estudios sobre recepción. espectáculos se prefieren. Contribuye a este papel decisivo del
consumo cultural el hecho de que muchas distinciones entre las
Modelo 2: el consumoes el lugar dondelas clases y los grupos compiten clases y fracciones se manifiestan, más que en los bienes materia-
por la apropiación del producto social. Si bien desde la perspectiva de les ligados a la producción (tener una fábrica o un banco), en las
los productores y de la reproducción del capital el incremento maneras de transmutar en signos los objetos consumidos. Estu-
del consumo es consecuencia de la búsqueda de un lucro mayor, dios como los de Pierre Bourdieu” revelan que, para ocultar las
desde el ángulo de los consumidores el aumento de los objetos y diferencias por las posesiones económicas, se busca justificar la
de su circulación deriva del crecimiento de las demandas. Como distinción social por los gustos que separan a unos grupos de
escribió Manuel Castells, el consumoes el lugar en dondelos con- otros. Unadificultad suele presentarse en estas investigaciones so- *
flictos entre clases, originadospor la desigual participación en la bre el consumo, debido a que se ocupan preferentemente de cómo
estructura productiva, se continúa a propósito de la distribución se construyela distinción de arriba hacia abajo: las obras de arte y
y apropiación de los bienes”. Este giro de la mirada sirve para los bienes de lujo hacen posible separar a los que tienen de los
rectificar el enfoque unidireccional expuesto en el modelo ante- desposeídos. Pero también si consideramos las fiestas populares,
rior. De ver al consumo como un canal de imposiciones verticales, sus gastos suntuarios y sus maneras propias de elaboración sim-
pasamosa considerarlo un escenario de disputas por aquello que bólica, es posible percibir cuánto de la diferenciación de “los de
la sociedad produce y por las maneras de usarlo. Reconocer este abajo” se configura en los procesos significantes y no sólo en las
carácter interactivo del consumo y su importancia en la vida coti- interacciones materiales. Tanto en las clases hegemónicas como en
diana, ha contribuido a que los movimientos políticos no se que- las populares el consumo desborda lo que podría entenderse
den sólo en las luchas laborales e incorporen demandasreferidas como necesidades,si las definimos como lo indispensable para la
ala apropiación de los bienes (agrupaciones de consumidores,lu- supervivencia. La desigualdad económica hace depender más a
chas porel salario indirecto, etc.). No obstante, la sobrestimación los sectores subalternos de lo material, a experimentarlo como ne-
de este nivel de la conflictualidad social —por la orientación unila- cesidad y hasta como urgencia; pero su distancia respecto de los
teral de ciertos movimientos o por la reducción homogénea de los grupos hegemónicos se construye también por las diferencias
salarios impuesta por el neoliberalismo— lleva en ocasiones a per- simbólicas. :
der de vista el imbricamiento entre el consumoy la producción.
Modelo 4: el consumo como sistema de integración y comunicación. No
Modelo 3: el consumo como lugar de diferenciación social y distinción siempre el consumo funciona comoseparadorentrelas clases y los
simbólica entre los grupos. En sociedades que se pretenden demo- grupos. En México es fácil dar casos contrastantes en los que se
cráticas, basadas por tanto en la premisa de que los hombres nacen aprecia cómolas relaciones con los bienes culturales sirven para
iguales (sin superioridades de sangre ni de nobleza), el consumo diferenciar, por ejemplo, a quienes gustan de la poesía de Octavio
es el área fundamental para construir y comunicar las diferencias Paz y los que prefieren las películas de la India María. Pero hay
sociales. Ante la masificación de la mayoría de los bienes generada otros bienes —las canciones de Agustín Lara, las tortillas y el mole,
por la modernidad —educación, alimentos, televisión—, las diferen- los murales de Diego Rivera— con los que se vinculan todas las
cias se producen cada vez más no por los objetos que se poseen clases, aunque la apropiación sea diversa. Advertimos entonces
sino porla forma en quese los utiliza: a qué escuela se envía a los que el consumo puede ser también un escenario de integración y
comunicación. Esto puede confirmarse observandoprácticas coti-

32 Castells, M. La cuestión urbana, Siglo xx1, México, 1976, apéndicea la 2a. ed., pp.
498-504. 33 Cf. especialmente La distinción, Taurus, Madrid, 1988.

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dianas: en todaslas clases sociales, reunirse para comer, salir a ver casa la asocian a los ceniceros, sabrán siempre qué regalarnos para
aparadores, ir en grupo al cine o a compraralgo, son comporta- mostrarnos su afecto”. Los ceniceros se habían vuelto, como mu-
mientos de consumo que favorecen la sociabilidad. chos objetos domésticos, “un patrón de valores de cambio afecti-
Aun en los casos en que el consumo se presenta como recurso vos, pues por la rareza de un cenicero regalado, por su calidad o
de diferenciación, constituye, al mismo tiempo, un sistema de sig- por su valor estético, medirían sin mayores complicacionesel afec-
nificados comprensible tanto para los incluidos como para los ex- to recibido”*,
cluidos. Si los miembros de una sociedad no compartieran los Quizá esto es aún más evidente en el consumo de ropa, de
sentidos asignadosa los bienes, su posesión no serviría para dis- música y del espacio urbano. A través de las maneras en que nos
tinguirlos: un diploma universitario o la vivienda en cierto barrio vestimos (diferentes en la casa, el trabajo, el deporte, las ceremo-
diferencian a los poseedores si su valor es admitido por quienes nias) nos presentamosa los demás, somosidentificadosy recono-
no lo tienen. Consumir es también, por tanto, intercambiar signifi- cidos, construimos el personaje que deseamosser, transmitimos
cados. : información sobre nosotros y sobre las relaciones que esperamos
“A travésde las cosas es posible mantenery crear las relaciones establecer con los demás. ¿No representan los shopping centers
entre las personas, dar un sentido y un orden al ambiente en el -con su amplia gama de ofertas de diseño (culturales) para satis-
cual vivimos”, afirma Luisa Leonini. Lo demostró al estudiar a facer las mismas necesidades(físicas)- un juego simultáneo de in-
quienes habían sufrido robos en su casa y hallar que los afectaba, tercambios y distinciones, un sistema de comunicación que nos
tanto o más que la pérdida económica, la de su inviolabilidad y sitúa según donde compramos, e incluso según donde entramos
seguridad, por lo cual la adquisición de objetos idénticos no logra- y de dondesalimos?
ba reparar completamente el daño; por eso mismo,enla jerarquía
de los bienes substraídos colocaban más alto los que represen- Modelo 5: el consumo comoescenario de objetivación de los deseos. Ade-
taban su identidad personal y grupal —aquellos queles facilitaban más de tener necesidades culturalmente elaboradas, actuamos
su arraigo y comunicación—y no los que tenían más valor de uso siguiendo deseos sin objeto, impulsos que no apuntan a la pose-
o de cambio. Concluye, entonces, que es tan fundamental en el sión de cosas precisas o a la relación con personas determinadas.
consumola posesión de objetos y la satisfacción de necesidades, Lo vimos,en parte,en la actitud ante robos y en quienescoleccio-
comola definición y reconfirmación de significados y valores co- naban ceniceros. El deseo es errático, insaciable por las institucio-
munes”, nesque aspiran a contenerlo. Las comidas satisfacen la necesidad
En otra investigación, efectuada en España, una familia en la de alimentarse, pero no el deseo de comer, el cual se vincula, más
que nadie fumaba disponía de una colección enormede ceniceros, queconel valor material de los alimentos, con el sentido simbólico
vulgares unos, raros otros, caros o toscos, esparcidos por todoslos de los rituales en que los ingerimos. Lo mismo puede afirmarse
rincones. ¿Por qué tiene queexistir tal variedad de un objeto cuya del deseo sexual, inabarcable porla institución matrimonial, y de
función es muy simple? Y lo que aún es más sorprendente: ¿Por otros que exceden incesantementelas formas sociales en que se los
qué coleccionan ese tipo de objetos, tan diversos, en una casa don- actúa.
de los habitantes no los utilizan? Esto no lo explica ni el valor de ¿Cuál es el deseo básico? De Hegel a Lacanse afirma que esel
uso, ni de cambio,ni la satisfacción de necesidades “básicas” de los deseo deser reconocido y amado. Pero esto es decir poco en rela-
dueños. Los participantes en la entrevista definieron así el sentido . ción con las mil modalidades que esa aspiración adopta entre las
que les atribuían: “Ienemos muchos parientes, y como nuestra

35 Piñuel Rigada,J. L., José Gaitán Moya y José L García-Lomas Taboada.El con-
34 Leonini, L. “1 consumi: desideri, simboli, sostegni”, en Rassegna Italiana de So- sumo cultural, Fundamentos/Instituto Nacional del Consumo, Madrid, 1987,
ciología, Año 23, No. 2, 1 Mulino, Bolonia, 1982. pp. 41-42. :

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proliferantes ofertas del consumo.Sin embargo, pese a ser difícil- Al contrario de lo que suele oírse sobre la irracionalidad de los
mente aprehensible, el deseo no puede ser ignorado cuando se consumidores, en su estudio de antropología económica estos au-
analizan las formas de consumir. Tampocola dificultad de insertar tores demuestran que todo consumidor, cuando selecciona, com-
esta cuestión en el estudio social nos disculpa de omitir, en el exa-
pra y utiliza, está contribuyendoa la construcción de un universo
men del consumo, un ingrediente tan utilizado porel diseño, la inteligible con los bienes que elige. Además de satisfacer necesida-
des o deseos, apropiarse de los objetos es cargarlos de significados.
producción y la publicidad de los objetos, que juega un papel in-
Los bienes ayudan a jerarquizar los actos y configurar su sentido:
soslayable en la configuración semiótica de las relaciones sociales.
“Las mercancías sirven para pensar””,
Tan riesgoso como olvidar el deseo, puedeser la construcción
de una teoría sobre el consumo son plantearse que su ejercicio se
cumple en condiciones socioeconómicasparticulares. Este otro ol- Consumos culturales
vido debilita estudios incisivos comolos de Jean Baudrillard, y los
«reduce —-sobre todo en sus últimos textos- a ocurrencias subjeti- ¿Qué hacer con estos seis modelos? Quizá quede claro porlo di-
vas, a observaciones puntuales sobre las variaciones microgrupa- cho sobre cada uno, quelos seis son necesarios para explicar aspec-
les de los consumos. tos del consumo. Ningunoes autosuficiente y, sin embargo, aún es
difícil establecer principios teóricos y metodológicos transversales
Modelo6: el consumo como proceso ritual. Ninguna sociedad soporta que los combinen.
demasiado tiempola irrupción errática y diseminada del deseo. Sin embargo, son modelos generales, aplicables a todo tipo de
Ni tampocola consiguiente incertidumbredelos significados. Por consumo. ¿Tienen los consumos llamados culturales una proble-
eso, se crean los rituales. ¿Cómo diferenciar las formasdel gasto mática específica? Si la apropiación de cualquier bien es un acto
que contribuyen a la reproducción de una sociedad,delas que la que distingue simbólicamente, integra y comunica, objetiva los
deseos y ritualiza su satisfacción, si decimos que consumir, en
disipan y disgregan? ¿Es posible organizar las satisfacciones que
suma,sirve para pensar, todos los actos de consumo —y no sólo las
los bienes proporcionan a los deseos de modo que sean coheren-
relaciones con el arte o el saber— son hechos culturales. ¿Por qué
tes con la lógica de producción y usode esos bienes, y garanticen
separar, entonces, lo que sucede en conexión con ciertos bienes o
así la continuidad del orden social? Eso es, al menos, lo que inten-
actividades y denominarlo consumocultural?
tan los rituales. A través deellos, la sociedad seleccionay fija, me- Esta distinción se justifica teórica y metodológicamente debido
diante acuerdos colectivos, los significados que la regulan. Los a la parcial independencia lograda por los camposartísticos e in-
rituales, explican Douglas e Isherwood,“sirven para contenerel telectuales en la modernidad. Desde el Renacimiento en Europay
curso delos significados” y hacer explícitas las definiciones públi- desde fines del siglo XIX en América Latina, algunas áreas de la
cas de lo que el consenso general juzga valioso. Pero los rituales producción cultural se desarrollan con relativa autonomía —el
más eficaces utilizan objetos materiales para establecer los senti- arte, la literatura, la ciencia—, liberándose del control religioso y
dos y las prácticas que los preservan. Cuanto más costosos sean político que les imponía criterios heterónomos de valoración. La
esos bienes, más fuerte serála ritualización quefije los significados independencia de estos campos se produce, en parte, por una se-
quese les asocian. Por esto, ellos definen a los bienes como “acce- cularización global de la sociedad; pero también por transforma-
sorios rituales”, y al consumo como “un proceso ritual cuya fun- ciones radicales en la circulación y el consumo. La expansión de la
ción primaria consiste en darle sentido al rudimentarioflujo de los burguesía y los sectores medios, así como la educación generaliza-
acontecimientos”?, da, van formando públicos específicos para el arte y la literatura

36 Douglas, M. y Baron Isherwood,op.cit., p. 80. 37 Ibíd., p.77.


án 41
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que configuran mercados diferenciales donde las obras son selec- televisión) o por la dependencia de un sistemareligioso (las arte-
cionadas y consagradas por méritosestéticos. Algo equivalente sanías y las danzas indígenas), pero cuya elaboración y cuyo con-
sucede conla ciencia, cuya legitimación depende delos logros en sumo requieren un entrenamiento prolongado en estructuras
el conocimiento. Un conjunto de instituciones especializadas -las simbólicas de relativa independencia. Se sabe que esta autonomía
galerías de arte y los museos,las editoriales y las revistas, las uni- es mayor cuanto más integrados al mundo modernose hallen los
versidades y los centros de investigación— ofrecen circuitos inde- productores y los públicos. Los artesanos y danzantes cuyos obje-
pendientes para la producción y circulación de estos bienes. tos y ceremonias se producen y apropian dentro de un sistema de
Los productos denominadosculturales tienen valores de uso y autoconsumo, en comunidades étnicas casi desvinculadas de la
de cambio, contribuyen a la reproducción de la sociedad y a veces sociedad nacional, tienen su vida simbólica entrelazada con prác-
a la expansión del capital, pero en ellos los valores simbólicos pre- ticas económicas, religiosas y políticas: en tales casos, el estudio
valecen sobre los utilitarios y mercantiles. Un automóvil usado del consumo no puedediferenciar nítidamente la dimensión cul-
para transportarse incluye aspectos culturales; sin embargo, se tural. Pero cada vez son más numerososlos artesanos que adaptan
inscribe en un registro distinto que el automóvil que esa misma su producción para venderla a sectores modernosque no compar-
persona —-supongamosque es un artista— coloca en una exposición ten sus creencias, ni sus hábitos productivos, ni su organización
o usa en un performance: en este segundo caso, los aspectos cultu- social; o sea, a quienes aprecian esos bienes, aun cuando les den
rales, simbólicos, estéticos, predominansobre los utilitarios y mer- usos prácticos, sobre todo por su sentido simbólico o estético. De
cantiles. Aun enla radio,la televisión y el cine, donde las presiones manera que si analizamosesta franja del consumo debienestra-
económicas influyen fuertemente en los estilos de los bienes y en dicionales, también es legítimo concebirla como un sistemarelati-
las reglas de circulación, éstos poseen unacierta autonomía en vamente autónomo del resto. de la sociedad que originalmente
relación conel resto de la producción,exigida por la dinámica pro- contextualizaba estos objetos?"
pia de sus procesos de generación y consumo. Un editor o un pro- De todas manera, cabe destacar que el peculiar carácter de la
ductor de televisión que sólo toman en cuenta el valor mercantil modernidad, en México y en América Latina, donde los mercados
y se olvidan de los méritos simbólicos de lo que producen, aunque artísticos y científicos sólo logran una independencia parcial de
ocasionalmente realicen buenos negocios, pierden legitimidad los condicionamientosreligiosos y políticos, genera estructuras de
ante los públicosy la crítica especializados. Existen conjuntos de consumocultural distintas de las metrópolis. La diferencia es no-
consumidores con formación particular en la historia de cada table, sobre todo en relación con países europeos que presentan
campo cultural —-mayor en el caso dela ciencia, la literatura y el una integración nacional más compacta y homogénea. La sub-
arte, aunque también en el de las telenovelas o las artesanías— que sistencia de vastas áreas de producción y consumo tradicionales
orientan su consumo por un aprendizaje del gusto regido por —artesanías, fiestas, etc.—, que son significativas no sólo para sus
prescripciones específicamente culturales.
Portanto, es posible definir la particularidad del consumocul-
tural comoel conjunto de procesos de apropiación y usos de productos 38 Este principio teórico y metodológico, derivado del reconocimiento de que en
un país como México la.mayoría de las formas de consumose hallan reguladas
en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, porun sistema sociocultural moderno, no implica que en las políticas culturales
o donde al menosestos últimos se configuran subordinados a la dimensión y de investigación no deban tomarse en cuenta las diversas modalidades de
simbólica, consumo.Es decir: si se estudia una zona multiétnica, con diversos grados de
Esta definición permite incluir en el ámbito peculiar del consu- integración al mercado nacional, deberá considerarse una escala que va desde
mo cultural no sólo los bienes con mayor autonomía: el conoci- el autoconsumotradicional hasta formas de producción moderna y autónoma;
del mismo modo, una hipotética exposición nacional sobre el consumoartísti-
miento universitario, las artes que circulan en museos, salas de co en un museo debería abarcar pluralmente desde los modos de consumo
concierto y teatros. También abarca aquellos productos muy con- práctico y ceremonial indígena hasta las modalidades de distinción altamente 7
dicionados por sus implicaciones mercantiles (los programas de especializadas delas “tribus” artísticas contemporáneas.

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productores antiguos sino para capas amplias de consumidores después de cinco siglos de integración colonial y modernización
modernos,revela la existencia de una heterogeneidad multitemporal independiente, de homogeneizaciones escolares, mediáticas y po-
en la constitución presente de nuestras sociedades. Esta heteroge- líticas? Conviene colocar los dos interrogantes juntos, porquela
neidad,resultado de la coexistencia de formacionesculturales ori- respuesta es la misma. La historia de los consumos muestra una
ginadas en diversas épocas, propicia cruces e hibridaciones que se interacción dinámica, abierta y creativa entre (varios) proyectos
manifiestan en el consumo con más intensidad que en las metró- de modelación social y (varios) estilos de apropiación y uso de los
polis. productos.
Noes extraño que en los gustos de consumidores de todas las Según afirman los estudios sobre “audiencias activas””las teo-
clases convivan bienes de diferentes tiempos y grupos. En una rías que concebían la dominación como una acción vertical y uni-
colección doméstica de discos y casetes solemos encontrar la salsa direccional de los emisores sobre los receptores se han mostrado
juntoal rock, la música ranchera mezclada con Beethoveny eljazz. incapaces de entender los complejos procesos de interdependen-
_ Alrededor, mueblescoloniales y artesanales forman conjuntos que cia entre unosy otros. En el consumo,contrariamente a las conno-
nadie siente incoherentes con otros modernos, con aparatoselec- taciones pasivas que esa fórmula aún tiene para muchos, ocurren
trónicos y posters que anuncian a la vez conciertos de vanguardia movimientosde asimilación, rechazo, negociación y refuncionáli-
y corridas de toros igualmente entrañables para los habitantes de zación de aquello que los emisores proponen. Entre los programas
la casa. Estos elementos, dispares si los miramos desde una pers- detelevisión, los discursos políticos o los diseños impresos por los
pectiva histórica evolucionista -según la cual el progreso sustituiría fabricantes en los productos, y lo que los consumidores leen y
unas tendencias estéticas por otras—, funcionan para la reproduc- usan de ellos, intervienen escenarios decodificadores y reinterpre-
ción cultural y social, sirven a la integración y comunicación,a la tadores: la familia, la escuela barrial o grupal y otras instancias
ritualización ordenadadelas prácticas. microsociales. Cada objeto destinado a ser consumido es un texto
Por cierto, estos cruces frecuentes no eliminan las diversas y abierto, que exige la cooperación del lector, del espectador, del
desiguales apropiaciones de los bienes culturales. Las hibridacio-
usuario, para ser completado y significado. Todo bien es un estí-
nes de los consumos no son homogéneas. Las diferencias sociales
mulo para pensar y al mismo tiempo un lugar impensado,parcial-
se manifiestan y reproducenenlas distinciones simbólicas que
mente en blanco,en el cual los consumidores, cuando lo insertan
separan a los consumidores: a quienes asisten a los museos y con-
en sus redescotidianas, engendran sentidos inesperados. Es sabi-
ciertos de los que no van; a quienes usan las artesanías pragmáti-
do quelos bienes se producen con instrucciones más o menosve-
camente de los que se detienen en sus connotaciones simbólicas,
ladas, dispositivos prácticos y retóricos, que inducen lecturas y
las rechazan o las incorporan a su estética cotidiana a través de
restringen la actividad del usuario. El consumidor nunca es un
unaelaboración “culta” capaz de abarcar los productos máscalifi-
creador puro, pero tampocoel emisor es omnipotente.
cados de las culturas populares.

Se convoca al público. Responden los grupos, 39 De aquí en adelante consumo libremente los aportes realizados a esta cuestión
por Stuart Hall y sus seguidores en el Centro de Estudios Culturales Contem-
las familias, los individuos poráneos de Birmingham (cf. S. Hall, Dorothy Hobson, Andrew Lowe y Paul
Willis (eds.), Culture, Media, Language, Hutchinson, Londres, 1980); los cultural
¿Cómoes posible que exista una nación —y un sistema de consumo studies ingleses y norteamericanos sobre audiencias activas (otro ejemplo: Ja-
cultural integrado analizable en conjunto—- en una sociedad seg- mes Lull (ed.), World Families Watch Television, Sage, Newbury Park, California,
1988); y la estética de la recepción desarrollada en Alemania, Inglaterra y Esta-
mentada, multicultural, con varias temporalidades, tipos de tradi-
a dos Unidos (Robert Jauss, Pour une esthétique de la réception, Gallimard, París,
ción y de modernidad? Se puede formular también una pregunta 1978; Wolfang Iser, The Act of Reading: a Theory ofAesthetic Response, Routledge
inversa: ¿Cómoexplicar la persistencia de esta diversidad cultural 8 Kegan/The Johns Hopkins University Press, Londres, 1978).

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En consecuencia, así como es inapropiado hablar de política cul- Necesidades, consumo y modernización.
tural en singular —a veces una sola empresa, Televisa, tiene varias
estrategias comunicativas—, también es impertinente la noción de Para entender los procesos actuales de consumo parece clave
público para designar lo que ocurre en el consumo. El público no hacer cargo de esta tensión entre una estructura nacional históri-
existe sipor esa denominación entendemos un conjunto homogéneo camente consolidada y los cambios generados por las políticas
con comportamientos constantes, o la simple adición de conduc- modernizadoras. Por unaparte, la integración, comunicación y
tas individuales apiladas. Sobre todo en sociedades pluricultu- diferenciación entre clases y etnias, que parecía resuelta porla ins-
rales, con diversas combinaciones de tradición y modernidad los titucionalización nacionalista, se revela en crisis ante la multiplici-
variados tipos de recepción y apropiación se organizan en grupos dad de procesos sociales que la desafían. Para referirnos sólo a lo
y sectores en tensión”. relacionado con nuestro tema, mencionaré los movimientos de
¿Cómoexplicar entonces que, pese a esta diversidad conflicti- afirmación regional que impugnan la distribución centralista de
va de consumidores y consumos, existan sociedades y naciones? los bienes culturales y las desigualdades que fomenta en el acceso
Porque toda nación es, entre otras cosas, resultado de lo que los a los mismos. Otros signos de cuestionamiento se hallan en los
crecientes movimientos sociales que demandan una mejor repar-
especialistas en estética de la recepción llaman pactos de lectura:
tición de los bienes en los sectores poco integrados al consumo
acuerdos entre productores, instituciones, mercados y receptores
moderno: buenas viviendas y servicios urbanos, educación califi-
acerca de lo que es comunicable, compartible y verosímil en una.
cada, tiendas con descuento, acceso más fluido y libre a los medios
época determinada. Una nación es, en parte, una comunidad herme- de información y comunicación.
néutica de consumidores. Aun los bienes que no son compartidos por Por otro lado,en las políticas gubernamentales se observa un giro
todos son significativos para la mayoría. Las diferencias y desi- conceptual. La convergencia de las críticas al modelo económico de
gualdades se asientan en un régimen de transacciones que hace desarrollo estabilizador y al modelo populista del consumo prote-
posible la coexistencia entre etnias, clases y grupos. gido, indica el propósito de establecer un nuevo pacto, no sólo de
Mealejo en esta definición de lo nacional de las conceptualiza- concertación económica sino cultural. Nuevas reglas en la repro-
ciones territoriales y políticas prevalecientes en la bibliografía so- ducción de la fuerza de trabajo en la expansión del capital, nuevos
bre la cuestión. No olvido el peso de esos ingredientes, pero al modos de competencia entre los grupos por la apropiación del
refinarme a la nación como comunidad hermenéutica de consu- producto social, nuevas pautas de diferenciación simbólica, gene-
midores aludo a formas de experimentar lo nacional en la vida ran unareestructuración de los consumos. ¿Llevará este cambio a
cotidiana, que tal vez se han vuelto centrales en su redefinición formasdistintas de integración y comunicación o acentuarála de-
posnacionalista: cuando las culturas se desterritorializan y mu- sigualdad y las diferencias en el acceso de los bienes?
chas prácticas políticas son subordinadasa las reglas industriales La respuesta pasa por un análisis de cómo se establecen las
de la comunicación masiva. necesidadesprioritarias en esta etapa regida por la supuesta auto-
rregulación del mercado. El neoliberalismo hegemónico, actuali-
zandola vieja concepción según la cual las leyes “objetivas” de la
oferta y la demandaserían el mecanismo más sano para ordenar
40 Este cuestionamiento de la noción de público relativizael exagerado valor que la economía, promueve una concentración de los consumos en
suele darse a las encuestas. Esa técnica permite construir mapas globales de sectores cada vez más restringidos. La reorganización privatiza-
cómo consume una sociedad; pero dice poco o mal cómo se formaron los há- dora y selectiva es en ocasiones tan severa que hace descender las
bitos cuya manifestación capta en el momento dela entrevista (casi siempre
artificial) si no la combinamoscon estudios cualitativos que registren procesos
demandasa los niveles biológicos de supervivencia: para los am-
de media o larga duración, así como los conflictos en que se constituyen los plios sectores “de pobreza extrema” las necesidades en torno de
gustos. las cuales deben organizarse son las de comida y empleo. Una

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visión más estructural puede ubicar el debate sobre el tipo de de- ¿Cómo puede encararse un proceso de modernización tecnoló-
sarrollo en función del interés público y la participación democrá- gica, que supone una mayorcalificación laboral, si aumenta la
tica, deserción escolar y se limita el accesoa la información máscalifi-
¿Significa el descrédito del Estado como administradordeal- cada? Es necesario estimar qué significa para la democratización
gunas áreas de la producción que la administración exclusiva- política y la participación de la mayoría que se agudice la segmen-
mente privada del producto social hará posible una distribución y tación desigual de los consumos: por un lado, un modelo de in-
un consumo más equitativos? Las cifras sobre el empobrecimiento formación que permite actuar, basado en la suscripción particular
relativo delos salarios y la disminución de los consumos —mate- a redes exclusivas de televisión y a bancos de datos, y cuya priva-
riales y culturales— de las mayorías, desde queseinició la ola pri- tización suele convertir éstos en recursos para minorías; por otro,
vatizadora, indican lo contrario. un modelo comunicativo de masas organizado según las leyes
Algunossectores organizan su réplica a esa política hegemóni- mercantiles del entretenimiento, las cuales reducen a espectáculo
cas buscandola restauración del pacto integrador previo y del tipo incluso las decisiones políticas.
de Estado que lo representaba. Otros ven posibilidades de resis- El estudio del consumo cultural aparece, así, como un lugar
tencia en el impulso de las formastradicionales, artesanales y mi- estratégico para repensar el tipo de sociedad que deseamos,el lu-
crogrupales que aún pueden tener valor para la reproducción gar que tocará a cada sector, el papel del poder público como ga-
particular de ciertos grupos, pero que se han mostrado ineficaces rante de queel interés público no sea despreciado. Conocerlo que
para erigir alternativas globales. Quizá estas opciones tengan to- ocurre en los consumoses interrogarse sobre la eficacia de las po-
davía bastante capacidad para organizar y promover movilizacio- líticas, sobre el destino de lo que producimosentre todos, sobre las
nes significativas; pero cualquier proyecto diferente, si aspira a manerasy las proporciones en que participamos en la construc-
intervenir en el reordenamiento modernizador, debiera conside- ción social del sentido.
rar el ámbito estatal como un territorio clave. No porque el Estado
sea un buen administrador o porque puedan esperarse de él nue-
vas donaciones populistas. Su papel se hallaría en un espacio don-
de pueda hacerse valer el interés público frente a la reducción de
los consumidores a simples compradores de objetos privados.
El estudio y la discusión sobre el consumo puedeser, en esta
perspectiva, un lugar donde entender mejor el significado de la
modernización y promoverla participación de amplios sectores.
En parte, para reivindicar a quienesla reestructuración económica
expulsa del acceso a los bienes básicos (desempleados, la mayoría
de los jóvenes, los grupos discriminados); pero también para dis-
cutir los nuevos mecanismosde inclusión y exclusión respecto de
los bienes estratégicos en la actual etapa modernizadora.
En cuanto al consumocultural, si bien es aún necesario recla-
mar una democratización del arte y el saber clásicos, la moder-
nización nos confronta con nuevas exigencias. La visión global
que propusimos sobre el papel del consumo como escenario de
reproducción social, expansión del producto nacional y com-
petencia y diferenciación entre los grupos, lleva a preguntar qué
significan para el futuro las políticas restrictivas de los consumos.
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