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CASAS

QUE
MUEVEN

HISTORIAS Y EXPERIENCIAS
DE LAS CASAS DISTRITALES DE
CULTURA DE BARRANQUILLA
CASAS
QUE
MUEVEN
HISTORIAS Y EXPERIENCIAS
DE LAS CASAS DISTRITALES
DE CULTURA DE BARRANQUILLA

UN PROGRAMA DE LA SECRETARIA DE CULTURA, PATRIMONIO Y TURISMO DEL DISTRITO DE BARRANQUILLA


1
Hijo de Momo, sale pintado / 25
De las flores las más hermosas son las que cantan en La Arenosa… / 30
“Bobos”, pero vivos / 37
Píntenla, que Baltasar la colorea / 43
Localidad

2
 
Norte El despertar de la casa fantasma / 52
Alcaldía Distrital de Barranquilla Centro La enseñanza que nos dejó García Márquez / 57
Elsa Noguera De la Espriella Histórico
Alcaldesa Mayor D.E.I.P de Barranquilla 20 Manos que sí ven, corazón que también siente / 60
Afif Simán Slebi El break dance: un amor para toda la vida / 67
Secretario de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla De tal palo, tal astilla… / 70
Equipo Casas Distritales de Cultura
Localidad
Riomar
48
Paola Sarabia Marrugo
Asesora de despacho

3
Secretaria de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla
Rodrigo Montoya Espitia El retrato del fotógrafo adolescente / 81
Profesional
Secretaria de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla Las maravillas que pueden salir de un simple nido de pochoclo / 84
Equipo editorial La otra vida del señor sombrero / 88
Gina Benavides Jorge Retroceder nunca, dejar de bailar jamás / 93
Coordinación institucional
Alfredo Baldovino Barrios
Localidad

4
Textos Metropolitana
Alfonso Cervantes 76 El gran combo de Los Olivos:
Fotografías ¡Sí hay cama pa’ tanta gente! / 104
Enrique Dávila Martínez No me digan que es muy tarde ya… / 109
Revisión de textos
Los ojos bellos del alma / 112
Marco Robayo
Diseño de mapas Por las rutas del totumo / 117
Localidad
Manuel Alzamora
Asesor de Comunicaciones Suroccidente
Concepto gráfico, diseño y diagramación
98

5
Mauricio Mogollón / Beatriz Osuna
Periscopio Lisandro Polo: un rey con sentido social / 126
Agradecimientos por su colaboración editorial
El costurero de la seño Clementina / 131
Jaime Abello Banfi
José Antonio Carbonell El clan de los contadores milleros / 134
Agradecemos a la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta (CLENA) El canto, remedio infalible / 138
por su apoyo a esta publicación.

ISBN: 978-958-57899-4-4
Localidad
Suroriente Mapa de las Casas Distritales de Cultura / 143
122
Agradecimientos especiales / 144
E
l programa Casas de Cultura, que surgió en Barranquilla como un anhelo del sector cul-
tural, comenzó a materializarse a principios de la década de los noventa, cuando inicial-
mente se concibió como un escenario adecuado para desarrollar procesos de formación y
sensibilización artística, así como una estrategia para estimular una mayor participación
de las comunidades locales en el Carnaval.

Desde el momento en que asumí como alcaldesa de Barranquilla, tuve claro el enorme potencial de
esta iniciativa para fortalecer la participación comunitaria; garantizar el acceso general a la oferta de
bienes y servicios culturales, en especial a los sectores menos favorecidos; y posibilitar a través de sus
Palabras Elsa dinámicas el avance hacia una ciudadanía democrática cultural.

La declaratoria de Barranquilla como Capital Americana de la Cultura 2013 por parte del Bureau
Internacional de Capitales Culturales, con fundamento en “la voluntad decidida de la ciudad de
hacer de la cultura un elemento estratégico de cohesión social, dinamización ciudadana, desarrollo
económico y proyección internacional”, según lo manifestó en su oportunidad Xavier Tudela, pre-
sidente del Bureau, guarda estrecha correspondencia con los enormes esfuerzos que realizamos para
convertir a las Casas de Cultura en puntos clave para la construcción de lo público, desde donde se
visibilizan los procesos comunitarios de creación e interacción social.

El gran éxito que demuestran las Casas de Cultura en la actualidad se debe no solo a la voluntad
administrativa, que permitió triplicar el presupuesto destinado para su funcionamiento y dotación,
sino también a la decisión de articular su trabajo con la fortalecida infraestructura educativa distrital,

Presentación
factores que sumados han contribuido al logro de los mayores niveles de cobertura del programa en
toda su historia, la ampliación de su oferta formativa en artes y la generación de oportunidades en
materia de emprendimiento cultural.
Elsa Noguera De la Espriella
Alcaldesa de Barranquilla Así mismo, las Casas Distritales de Cultura se han convertido en espacios alternativos de aprendizaje
libre, en permanente contacto con las demás instancias formativas de nuestra sociedad como la
familia, la escuela y los medios de comunicación, que cobran cada vez mayor liderazgo en materia de
fomento y desarrollo cultural de la ciudadanía.

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Casas para que nuestra gente florezca


Toda mi literatura viene de la cultura popular del Caribe” fue la pista que me compartió Gabriel
García Márquez, entre nostálgico y tajante, mientras recorríamos el centro de la ciudad, en la épo-
ca en que preparaba sus memorias, yendo en una camioneta de vidrios polarizados al reencuentro
de los lugares donde había vivido y trabajado en su época de reportero feliz e indocumentado.

No cabe duda de que la poderosa cultura de mestizaje de múltiples orígenes, con una impronta mayori-
taria legada por los esclavizados de África, a la que se refería Gabo, es el verdadero polo del magnetismo
cultural de Barranquilla. Esta aporta una matriz simbólica de identidad, que no viene de la élite sino
que surge desde abajo, del pueblo llano, el cual transmuta día a día, con gran dignidad y capacidad de
aguante, la pobreza y desigualdad en increíble riqueza cultural. Se manifiesta de muchas maneras en la
vida cotidiana. Por ejemplo, en los sonidos del bullicio, de la música y del habla callejera; en los colores
luminosos y abigarrados de nuestras paredes y vestidos; en los valores de conducta que tienden a la
vitalidad y la solidaridad; en el sentido del humor que le mama gallo a la adversidad; en una creatividad
que se aplica tanto al rebusque como al arte popular; en la oralidad que le sirve tanto al chisme como
a la transmisión de historias. Su expresión local más afortunada es la fiesta pública que cada año nos
convoca a todos, sin distinciones sociales, a revivir una fuente de alegría pura y ancestral, un generoso
derroche de folclor y fantasía: el Carnaval de Barranquilla, que nos enorgullece por haber sido la primera
manifestación cultural colombiana declarada patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la
UNESCO el 7 de noviembre de 2003.

Prólogo En esta época la relación entre cultura y desarrollo se reconoce como tema de creciente interés para
la investigación académica y para el planteamiento de políticas públicas. La oferta y el consumo de
Jaime Abello Banfi bienes y servicios culturales pesan cada vez más en los ingresos de las economías locales y nacionales. Se
Director General de la Fundación Gabriel García Márquez multiplican en el mundo los ejemplos de ciudades y regiones que se deciden a hacer apuestas a fondo
para el Nuevo Periodismo Iberoamericano
por proyectos culturales para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, estimular nuevos emprendi-
mientos, generar polos de revitalización urbana y atraer flujos de turismo cultural a partir del valor de
sus patrimonios físicos e intangibles.

8 9
Felizmente, también en la capital del Departamento buye a la realización efectiva de los derechos culturales,
del Atlántico, la fuerte cultura que nace de las raíces sociales y económicos de los ciudadanos, acorde con
del pueblo se ha convertido en los últimos años en el el concepto de las Naciones Unidas, según el cual la
eje y campo de actuación de una interesante estrate- expresión cultural plena de toda la gente es en sí mismo
gia de desarrollo humano. Se trata de un programa un importante objetivo del desarrollo.
en el que convergen tres aspectos: un reconocimiento
efectivo del derecho a la cultura, un aprovechamiento Esa oferta respeta, se inspira y aprovecha los recursos
costo-eficiente de recursos físicos y humanos del sector y patrones de nuestra cultura popular, contribuyendo
educativo, y el propósito de brindar formación básica así a la valoración y salvaguardia patrimonial, espe-
inicial para el trabajo artístico y artesanal. cialmente alrededor del Carnaval, pero a la vez abre
puertas a la creación, el trabajo y el emprendimiento
El programa de Casas Distritales de Cultura que impul- individuales.
sa la Alcaldía de Barranquilla a través de su Secretaría
de Cultura, Patrimonio y Turismo presta directamente La alianza entre cultura y educación que impulsa el
a las comunidades de distintos barrios un conjunto de programa de Casas Distritales de la Cultura de Barran-
servicios culturales consistentes en formación en artes quilla apunta a la propuesta de los Objetivos Globales
plásticas, teatro, música, danza, artesanías, expresiones de Desarrollo Sostenible acogidos por las Naciones
artísticas de carácter popular-urbano, y formación en Unidas en 2015, en lo referente al objetivo de “garan-
valores de cultura, ciudadanía y convivencia. tizar una educación inclusiva y equitativa de calidad a las bellas artes, que en los años sesenta fue origina- socioculturales y de interacción ciudadana para los
y promover oportunidades de aprendizaje permanente do en Francia y adoptado en muchos países como el grupos más vulnerables.
Hablamos de un programa de educación artística po- para todos”, lo que es un derecho humano fundamen- nuestro. Ese modelo fue repensado, dinamizado y
tenciado en su dimensión de inclusión social y eco- tal y una condición para el desarrollo sostenible. En ge- ampliado desde el año 2012, con base en un ejercicio Una evaluación que se hizo al programa de Casas Dis-
nómico que ofrece a personas de todas las edades, en neral, la educación y las oportunidades de aprendizaje de diagnóstico, concertación y rediseño que involucró tritales de la Cultura muestra una serie de resultados
forma gratuita y sin barreras de acceso, una serie de continuo a lo largo del ciclo de vida se reconocen como a la población beneficiaria, gestores culturales de los positivos:
oportunidades esparcidas en las cinco localidades en factores clave para mejorar las condiciones sociales, barrios y funcionarios de la Administración. Teniendo
que se divide la geografía administrativa de la urbe, económicas y culturales de las comunidades. en cuenta la urgente necesidad de acometer proyectos • Se han fortalecido espacios culturales en las insti-
para generarles nuevas capacidades que les faciliten para mitigar la exclusión social, la estrategia se enfocó a tuciones educativas distritales, dotándolas de ins-
elegir, acceder, consumir, apropiarse, reinterpretar, Como se explica en la introducción de este libro, en ampliar la actividad cultural del Distrito con procesos tructores, herramientas y materiales para ofrecer los
producir, trasmitir y expresar prácticas, contenidos, Barranquilla se partió del modelo de Casas de Cultura de formación artística y cultural que descentralizaran procesos de capacitación en la diferentes disciplinas
bienes y servicios culturales. De esa manera se contri- centrado en una educación artística de “acercamiento” la agenda de servicios culturales y propiciaran espacios estéticas y de formación de ciudadanía.

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• Se ha adelantado una ejecución descentralizada en las cinco localidades, especialmen- cativa del grupo de servidores del programa, compuesto las graves carencias y riesgos en medio de las cuales vi-
te en los barrios con mayores índices de violencia donde anteriormente no llegaba por instructores y coordinadores en las localidades, en ven los beneficiarios del programa , pero su lectura in-
oferta cultural ninguna, con un máximo aprovechamiento de los recursos técnicos, su mayoría profesionales de diferentes áreas artísticas, vita también al optimismo, porque se comprueba que
materiales y financieros asignados, para garantizar el acceso equitativo e incluyente encargados de las actividades de formación, funciona- las semillas de solución sembradas a costo presupuestal
a niños y niñas, jóvenes de ambos sexos, adultos, adultos mayores y población en rios de la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo, relativamente bajo en los terrenos de las Casas Distri-
situación de discapacidad. responsables de la ejecución de las políticas públicas, tales de Cultura de Barranquilla florecen rápidamente
• Se han generado puestos de trabajos para los artistas que se desempeñan como ins- rectores y docentes de las instituciones educativas que en nuestra gente, que está ávida de salir adelante, de
tructores. participan, colaboradores de las organizaciones no gu- aprovechar sus talentos naturales, de expresarse y de se-
• Se han trasmitido saberes tradicionales que contribuyen a la salvaguarda del Carnaval bernamentales y juntas de acción comunal que apoyan. guir sumando con alegría, desde las perspectivas indivi-
de Barranquilla como patrimonio cultural oral e inmaterial de la humanidad. duales, al flujo creativo de una de las culturas populares
• Se han mejorado los ingresos de las madres cabezas de hogar que participan como Son testimonios vívidos que invitan a la reflexión sobre más jubilosas del mundo.
alumnas en los programas de artes y oficios.
• Se han impulsado emprendimientos culturales.
• El talento cultural de los barrios ha entrado a la oferta cultural de la ciudad, y se ha
promovido el intercambio y rotación de la misma en las distintas localidades.
• Se ha fortalecido el tejido social, ya que el programa se ha convertido en un plan familiar
en el cual se puede ver a padres y madres participando en actividades junto a sus hijos.

Es de indudable utilidad que se visibilicen y compartan los casos de innovación y buenas


prácticas en la gestión cultural territorial, más aún en el contexto de un país que busca
alternativas de intervención para la construcción de paz en el escenario post-acuerdo. De
allí la importancia de este libro con datos e historias del programa de Casas Distritales
de la Cultura de Barranquilla.

Nada mejor que mirar, escuchar, sentir a los protagonistas para comprender los retos
abordados y valorar los logros obtenidos. Los testimonios convertidos en crónicas por
el periodista Alfredo Baldovino y las acciones plasmadas en imágenes por el fotógrafo
Alfonso Cervantes, nos transmiten en este libro las experiencias y sentimientos de una
muestra representativa de la diversidad de la comunidad compuesta por los miles de
usuarios que viven a lo largo y ancho de la ciudad. Así mismo, las de una muestra signifi-

12 13
E
l arte como expresión cultural y movilizador de sentimientos, al provenir de las entrañas de la sociedad,
es herramienta poderosa al servicio del bienestar colectivo. En el arte como herramienta, y no como fin,
encontramos una función social más allá de lo estético, pues se convierte entonces en instrumento de
construcción o transformación positiva del colectivo de donde proviene. Y por ser artefacto poderoso, el
arte en particular y la cultura en general han dejado de ser bienes suntuarios, de los que solo disfrutaba una élite,
para convertirse en factores clave en el desarrollo de los pueblos.

El carácter complejo de la humanidad es directamente proporcional al número de seres que habitan el globo
terráqueo. A mayor número de personas más complicada se torna la vida en nuestro planeta, al que estamos
íntimamente conectados, el que nos condiciona, moldea, reta y limita. Precisamente, es una limitación, la espacial,
la que hace que cada día sea menos sostenible nuestra existencia como sociedades separadas. Si bien el paso del
hombre de nómada-cazador a agricultor-recolector pudo ser una opción dentro de un proceso evolutivo que
terminó con su asentamiento en ciudades, hoy, segunda década del siglo XXI, cuando somos más de siete mil
millones de seres humanos, vivir en comunidad es no solo una opción, sino una certeza de nuestra condición
humana. Nos multiplicamos en un mundo que no aumenta su tamaño, donde el reto de cada país y cada ciudad
es desarrollarse sostenible, armónica y felizmente, superando los conflictos propios de esta cohabitación. En este
escenario es imprescindible la ejecución de una política cultural equilibrada y eficaz, que cohesione a todos los
actores de la sociedad.

Introducción
¿Cuál debe ser entonces el papel de los estados frente a la cultura? Las teorías y prácticas de las políticas culturales
han variado en cada país y en cada época. Desde modelos de cero o muy poca intervención estatal, en los cuales
el sector privado es el gran “mecenas” que financia el arte y en los que casi siempre prima el valor “estético”, hasta
Afif Simán Slebi modelos en los que un estado fuerte decide lo que es arte y lo usa para moldear su propia visión de la cultura como
Secretario de Cultura, Patrimonio y Turismo forjadora de la identidad nacional, muchas veces desconociendo su propio acervo cultural. Para que la cultura
del Distrito de Barranquilla pueda ser esa herramienta eficiente de construcción y reconstrucción de sociedades felices, les corresponde a los
estados locales adoptar el papel de dinamizadores con un modelo balanceado que apoye e impulse proyectos cul-
turales de la sociedad civil, y que, como método de transformación, invierta directamente en el fortalecimiento del

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patrimonio y de la riqueza cultural en los sectores de la con más de novecientos eventos anuales y, de otra, le tarles a las Casas de Cultura como nuestro principal bargo, en un programa de las características descritas,
población más vulnerables. Desde luego, siempre debe apostamos a trabajar directamente con la población de programa de intervención sociocultural enfocado hacia cuyo aspecto vivencial es lo importante, era necesario
generarse una fluida interacción entre ambas aristas. nuestros barrios para brindarle acceso a una formación la educación en artes y hacia el fortalecimiento del te- superar las limitaciones de infraestructura cultural para
cultural gratuita, variada y de calidad potenciando el jido social, especialmente en los sectores menos favore- llegar a un mayor número de personas y de barrios, al-
Barranquilla, cuna de los grandes desarrollos de la mo- acervo y el patrimonio cultural presente en ella. Es en cidos de nuestra ciudad. En este sentido, el programa gunos de los cuales nunca habían contado con este tipo
dernidad en Colombia, crisol de culturas a través de las esta última línea de acción donde se enmarca nuestro atravesó un proceso de reestructuración que buscaba de programas. Por eso, decidimos recurrir a la forta-
distintas migraciones que la han convertido en cosmo- programa ‘Casas de Cultura’. cumplir con dos propósitos básicos: canalizar el talento lecida infraestructura de los colegios públicos, lugares
polita y multicultural, celebra la fiesta más importante presente en nuestros barrios brindándoles la oportu- donde se ubica el setenta y cinco por ciento de nuestras
de nuestro país, su afamado Carnaval, reconocido por Las Casas de Cultura (Maisons de la Culture), término nidad a aquellas personas que quisieran desarrollar su Casas de Cultura. En estos espacios, apropiados por la
la Unesco como “patrimonio cultural inmaterial de la acuñado en Francia durante el gobierno de Charles de potencial artístico como proyecto de vida, y poniendo comunidad, que se ha familiarizado con ellos gracias a
humanidad” y, además, es una urbe donde el talento Gaulle por André Malraux, ministro de Asuntos Cultu- a su disposición las bases formativas necesarias; y crear vínculos establecidos durante generaciones, cada rector
está presente en toda su área geográfica. Basados en ese rales, en un principio fueron concebidas como espacios espacios incluyentes de interacción social positiva en seleccionó a uno de sus docentes como enlace, lo cual
talento y en todo el potencial creativo que tiene nuestra para la democratización de la cultura, en una relación los que el arte sea la “excusa” para propiciar un en- facilitó la articulación del programa con su infraes-
ciudad y, sobre todo, pensando en el papel de la cul- emisor-receptor, artista-público. Para Malraux, estas cuentro entre individuos capaces de entablar diálogos tructura. En aquellas áreas donde no había colegios
tura como generadora de tejido social y de desarrollo “catedrales del siglo XX”, como las llamó, le abrían la permanentes mas allá de sus diferencias y similitudes, disponibles, recurrimos a casas de la juventud, salones
y como instrumento para afrontar los retos que tiene posibilidad a franceses de las principales ciudades pro- lo que les facilitará conocerse a sí mismos y a quienes comunitarios, fundaciones, bibliotecas u hogares in-
nuestra sociedad en el mundo contemporáneo, en el vinciales a acceder a las grandes obras del arte que hasta los rodean y comprender su lugar en el mundo. Ambos fantiles, lo que permitió llegar a sitios tradicionalmente
2012 decidimos implementar un modelo de desarrollo entonces solo podían admirarse en París. Hoy, luego propósitos conducen a una dinamización de la vida marginados. Además de estos recintos, donde de lunes
cultural con el que, de una parte, apoyamos el forta- de años de evolución, este concepto, emulado desde cultural y social de los barrios en los que las Casas de a domingo tienen lugar las clases, las casas de cultura se
lecimiento de los procesos que emanan de la sociedad la década de los sesenta del siglo pasado en múltiples Cultura son el primer peldaño para el desarrollo del “toman” los espacios públicos con muestras culturales,
civil, que son los principales aportantes de una agenda lugares, se ha ampliado y, en el caso de Barranquilla, artista –y, por ende, de una economía creativa– y, en lo cual estimula la formación de grupos y colectivos
ha adquirido nuevo y vigoroso significado para la vida tanto generan tejido social, dadoras de opciones para la como forma de validación y promoción de los procesos
cultural de sus barrios. utilización positiva del tiempo libre. ante la comunidad. “Casas al Parque”, como los hemos
denominado, son también espacios para fortalecer a
Las casas de cultura se Las Casas Distritales de Cultura fueron establecidas en Hablar de casas de cultura genera automáticamente la aquellos grupos sobresalientes en cada una de las áreas,
“toman” los espacios nuestra ciudad en la década de los noventa como proce- idea de un lugar físico, pues quizá pensamos en una a los que se les brinda la oportunidad de participar en
so de formación artística en un punto de intervención, construcción, idea que se refuerza con el concepto ori- eventos de la agenda cultural de la ciudad. En el 2015,
públicos con muestras y han venido creciendo paulatinamente a lo largo de los ginal de Malraux, en el que el recinto físico adquiere ochocientos estudiantes de Casas de Cultura participa-
culturales años. En el 2012, reconociendo el inmenso potencial y preponderancia, y la interacción de la comunidad con ron en el Carnaval de Barranquilla, y a lo largo del año
la aceptación que tenía esta iniciativa, decidimos apos- el arte es más contemplativa que participativa. Sin em- se han presentado, en ochenta y tres oportunidades,

16 17
ensambles de música, bandas, obras de teatro, exposiciones artesanales y grupos de
danza en eventos locales, regionales y de talla internacional.

Superado el paradigma de que la oferta cultural depende de la infraestructura, en el


2013 se duplicó el número de casas hasta alcanzar en el 2015 un tope de setenta y
cinco puntos de intervención repartidos en las cinco localidades del Distrito. Se hizo
un gran esfuerzo para poner a funcionar nuevas casas, sobre todo en los diecisiete
barrios con mayores índices de inseguridad. Pero así como crecieron los puntos de in-
tervención, también lo hizo la oferta de modalidades artísticas, las cuales responden a
las preferencias de las comunidades, en especial a su acervo cultural. En este momento
se ofrecen veintitrés modalidades que incluye las áreas de danza, arte dramático, artes
plásticas, artes audiovisuales, música, literatura, y artes y oficios, entre otras. Ciento
nueve profesores especializados en estas áreas, entre los que se encuentran portadores
de las tradiciones de nuestro folclor, transmiten a más de trece mil barranquilleros de
todas las edades sus conocimientos, en tanto generan espacios para la construcción
de ciudadanía cultural propiciando encuentros intergeneracionales que fortalecen el
núcleo familiar.

Ver a un padre y a un hijo que juntos aprenden a tocar el saxofón, a una madre que
estudia manualidades mientras sus hijas están en el salón contiguo en danza moder-
na, a un grupo de adultas mayores que practican el canto con la ilusión de formar
su propia agrupación de cantaoras del río son imágenes que se repiten durante casi
once meses al año en toda nuestra geografía. Cada niño, adolescente, adulto y adulto
mayor, interactuando entre ellos al lado de sus profesores, comparten sus experien-
cias de vida por medio del arte, crean vínculos de afecto y solidaridad, y se abren
caminos de superación esperanzados en un futuro mejor. Por eso, hablar de las Casas
de Cultura de Barranquilla es un ejercicio de contar historias, cada una de ellas única
e irrepetible como sus protagonistas, cada una de ellas inspiradora. He aquí algunas.

18 19
1
Localidad Norte Centro Histórico

Habitantes
Hijo de Momo, sale pintado 190.257

Límites
Al nororiente con el río Magdalena; al norte con la acera sur de la carrera 46, autopista
De las flores las más hermosas paralela al mar hasta la calle 84 siguiendo hasta la calle 82 con carrera 64 hasta empal-
son las que cantan en La Arenosa… mar con el río Magdalena; al sur con la carrera 38, carretera del Algodón; al occidente
con la carretera Circunvalar, incluyendo la zona de expansión urbana y rural.

“Bobos”, pero vivos Historia


En esta localidad están ubicados el zoológico, el parque Cultural del Caribe, el barrio
Abajo, la iglesia de San Nicolás, el complejo cultural de la antigua Aduana, la catedral
María Reina, el edificio de la antigua Intendencia Fluvial, la Casa del Carnaval, la
Píntenla, que Baltasar la colorea Alianza Francesa, el Museo Bolivariano y los teatros Amira de la Rosa y José Con-
suegra Higgins, tesoros del patrimonio cultural de Barranquilla, varios de los cuales
hacen parte de su circuito cultural.

También se encuentra el viejo barrio El Prado, que se constituyó en la década de los


años veinte del siglo pasado como la primera urbanización en Colombia, con un
estilo semejante al de las mejores urbes estadounidenses.

En el barrio Abajo aún podemos encontrar casas de bahareque y techo de paja.


Gracias a su vegetación, la temperatura del zoológico de Barranquilla, es, al menos,
dos grados menor que el de cualquier otro lugar de Barranquilla.

20 21
Barrios
Abajo Colombia La Campiña · 5 Modelo
Altos del Prado Norte · 1 El Castillo La Concepción Montecristo
América El Golf La Cumbre Nuevo Horizonte
Barlovento El Poblado · 2 Las Delicias Paraíso · 8
Bellavista El Porvenir Las Mercedes Riomar · 9
Bethania El Prado Las Tres Avemarías · 6 San Francisco N
Boston El Recreo · 3 Los Alpes Santa Ana O E
Campo Alegre El Rosario Los Jobos Villa Country S
Centro El Tabor Los Nogales Villanueva
Ciudad Jardín Granadillo · 4 Miramar · 7

Barrios compartidos con la localidad Riomar: 1, 2, 4, 5, 6, 8, 9


Barrios compartidos con la localidad Suroccidente: 3
No registrado: 7

En esta localidad se puede encontrar: 6

Barrios / 39
Localidad
Comisarías de familia / 1
IED / 29 Estaciones de policía / 1
Norte
7

Parques / 35 CAI / 11 8
Pasos / 2 Casas de Cultura / 10
Centro 5 3

Histórico
2

1 4

Casas de cultura 9
10

Funcionan en instituciones educativas del Distrito,


en fundaciones o en sedes comunitarias o propias.

1 Biblioteca Piloto Parque Cultural del Caribe Barlovento Calle 36 46-66


2 Fundación Nace una Estrella Prado Calle 70 44-84, 2º p.
3 IED Artística y Cultural Alejandro Obregón Montecristo Calle 52 55-21
4 IED Brisas del Río Barlovento Vía 40 46A-50
5 IED Codeba Boston Calle 68 47-64
6 IED El Paraíso Paraíso Calle 80 71-14
7 IED para el Desarrollo Humano y Cultural del Caribe Santa Ana Carrera 68 71-41
8 IED Pestalozzi Bellavista Carrera 60 68-108
9 IED Técnico de Comercio Barranquilla El Rosario Calle 39 38-39
10 Sede Comunal Fundaport Villanueva Carrera 42 2-45

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Hijo de Momo,
sale pintado

A
Orgullo y prejuicio
Domingo Cuello no le gustaba el maquillaje. Puede que fuera muy
artístico y todo lo que uno quisiera, pero nada, bróder: a metros.
Qué irían a decir los pelaos de la esquina cuando lo vieran sacar su
paleta de colores del morral, el polvo para la cara, los tarritos con
escarcha, al tiempo que buscaba su billetera para pagar la carrera al mototaxista:
“¡Erda, qué, Domingo! ¿Floripondio?”. Pero cuando empezó a darse cuenta de que a
su hermana Ayleen le iba de perlas maquillando, que fácilmente en carnavales podía
reunir en una sola semana un monto equivalente a varios sueldos mínimos, y que
en algunas ocasiones le faltaban manos para atender a una clientela que crecía de día
en día, Domingo, de diecinueve años en ese entonces, decidió cambiar de opinión.

Tímidamente cogió su primer pincel de maquillaje, buscó un rostro que le sirviera de
modelo, y aprovechando sus conocimientos en artes plásticas, dio, bajo la dirección
de Ayleen, sus primeros pasos en el oficio. Pero incluso entonces seguía manteniendo
sus prevenciones. Solamente condescendía a desenfundar su paleta si se trataba de
mujeres, refiere su madre, Luz Dary Gutiérrez. Si no, nada.

—Pero eso de poco me servía —refiere Domingo—. Yo llegaba a maquillar en una


casa y cuando ya habíamos cogido un poco de confianza la cliente me preguntaba:
“Oye, niño. ¿A ti se te moja la canoa?”. “Nada de eso —respondía yo—. A mí me
gustan las mujeres”.

24 25
Porque el común de la gente piensa que el maquillaje porque decían que no estaban preparados para pintar
es un oficio exclusivo de las mujeres. Que los hombres modelos desnudos, que se iban a corromper y todo
no pueden permitirse la debilidad de mostrarse sen- ese cuento.
sibles ante la belleza. Que las manos deben emplear-
se en movimientos rudos y no en los trazos delicados Cuando por fin cumplieron la edad requerida, los
de los pinceles sobre el rostro de una persona. Con el hermanos decidieron repetir el curso. Aprendieron a
tiempo, Domingo fue venciendo ese prejuicio. Hom- dibujar en carboncillo, a tallar la madera, a moldear
bres y mujeres pasaban por sus manos sin ningún tipo figuras con plastilina industrial, a pintar al óleo y en
de miramientos. En fiestas de disfraces, “horas locas” y acrílico, y a utilizar técnicas mixtas, entre otras cosas.
carnavales. Hoy, a sus veinticuatro años, Domingo es, Pero, sobre todo, dice Domingo, lo que más le quedó
junto a Ayleen, una de las grandes promesas del ma- de su paso por la Escuela Distrital de Artes fue la invi-
quillaje artístico local. tación de los profesores a buscar su propio estilo. Así,
sin haber cumplido aún la mayoría de edad, Domin-
Un talento precoz go y Ayleen se graduaron en la Escuela Distrital de
La formación artística de los hermanos Cuello empezó Artes como tecnólogos en arte. En el cuadro que ex-
desde la infancia. El padre, Domingo Miguel Cuello, pusieron como trabajo final pintaron un congo, una
descubrió el talento de los niños para el dibujo cuan- marimonda, un monocuco, un bailarín de la danza
do Ayleen tenía cinco años y Domingo siete. Tratan- del torito y otro de garabato, y en todo el centro una
do de encontrar un modo de potenciar ese talento, los pareja de bailadores de cumbia. Casualmente, sería
inscribió en una Casa Distrital de Cultura. Durante esa pasión por el baile la que llevaría a Ayleen a incur-
esa época, recuerda Ayleen, cosecharon toda clase de sionar en el maquillaje artístico.
triunfos en los distintos concursos en que alcanzaron a
participar. Cinco años después, ingresaron a la Escuela —Yo tenía dieciséis años y bailaba en la comparsa de
Distrital de Artes en calidad de asistentes. Marlenis Cortés. En las presentaciones de la comparsa
empecé maquillando a mis compañeras y luego a mu-
El padre, Domingo Miguel Cuello, descubrió
—En ese entonces se les exigía a los estudiantes de jeres de otras danzas. De alguna manera, el paso de la el talento de los niños para el dibujo cuando
la Escuela Distrital de Artes un mínimo de edad de pintura al maquillaje me resultó fácil, porque para mí
catorce años para poder asistir a las clases —cuenta el cuerpo humano era el lienzo y los colores de la paleta
Ayleen tenía cinco años y Domingo siete
Luz Dary— pero con los pelaos hicieron una excep- el vinilo que yo utilizaba para pintar mis cuadros.
ción. Claro está, pusieron algunas trabas al comienzo,

26 27
Poco tiempo después, con escasos veintiún años, en que aparecían programadas, y en la celebración del
Ayleen fue vinculada como profesora de maquillaje Carnaval de los Niños maquilló, junto a Domingo, al
en las Casas Distritales de Cultura. Su propósito, dice, Rey Momo infantil. Además, fungieron como los ma-
era demostrarles a sus estudiantes que el maquillaje, quilladores de la comparsa África mía.
contrariamente a lo que muchas personas creen, podía
convertirse eventualmente en un medio de sustento. Comparsa que se respete, dice Juan B. Prada, direc-
Si no, mírenla a ella, que costea sus estudios de diseño tor de la comparsa África mía, sale al escenario con sus
gráfico gracias a lo que ha aprendido con una paleta de mejores galas. Un atuendo llamativo, una coreografía
maquillaje. vistosa y, sobre todo, un buen maquillaje. El proceso
de maquillaje, de hecho, constituye la antesala de toda
Quien se pinta es quien lo goza presentación, el primero de los pasos que llevan al bai-
Halloween y carnavales son las épocas de mayor acti- larín a entrar en la carne de otro personaje. Sobre todo
vidad para los Cuello. En ambos casos, su madre es la en las comparsas, que cifran el éxito de sus presenta-
encargada de anotar sus compromisos en una agenda, ciones en la parafernalia con que aparecen frente a los
para que no se vayan a enredar, y de registrar los ingre- espectadores, en la exuberancia de las plumas, en las
sos y gastos que van teniendo. lentejuelas y en todo aquello que destelle con los rayos
del sol o con los reflectores nocturnos.
—En la Fiesta de las Brujitas del año pasado, por ejem-
plo, mi mamá era nuestro camión de la Brinks —dice —El maquillaje no solo busca resaltar la belleza de los
Domingo—. Como tuvimos trabajo desde la mañana bailarines, sino que quiere dar a entender algo. Noso-
en distintas partes de la ciudad, ella pasaba en un taxi a tros, por ejemplo, tratamos de transmitir la fuerza de
recoger la plata que habíamos hecho para que no fué- las tribus africanas —dice Juan B. —, la agresividad de
ramos a buscar una mala hora por ahí. los animales salvajes, el misterio de la selva. Un maqui-
llaje mal hecho puede tirarse el montaje. Para nosotros,

Poco tiempo después, con escasos veintiún años, En los carnavales del 2015, Ayleen fue designada ma- el maquillaje es un elemento integrador de toda la es-
quilladora oficial de las chicas del grupo de danza de las cenificación, y con los hermanos Cuello hemos podido
Ayleen fue vinculada como profesora de maquillaje Casas Distritales de Cultura para los distintos eventos hacer una propuesta llamativa para el Carnaval 2015.

en las Casas Distritales de Cultura

28 29
De las flores las más hermosas
son las que cantan en La Arenosa…

L
as mujeres están organizadas en dos grupos, con las polleras agarradas por
los extremos, esperando una señal del coreógrafo para empezar a moverse.
Llevan collares, aretes de colores y turbantes con un moño de trapo a falta
de cayenas. La mitad tiene la apariencia de abuelas bondadosas: cabello
corto y blanco como ala de ganso y un pliegue de arrugas que encuentra en su des-
censo hasta el cuello el trazo perfecto de una sonrisa. Otras, un poco más jóvenes,
están impacientes por poner a mover sus polleras. Entre ellas, Juanita la Cumbiam-
bera –nombre que ella misma se ha dado–, sobresale con sus manos en las caderas.
Ahora, el coreógrafo, un moreno de sudadera y bíceps tonificados, oprime un botón
y a renglón seguido se escucha en los parlantes la voz desdentada de la Niña Emilia,
preguntando por el domicilio de un pez insensible:

–¿Aquí es donde vive el coroncoro?


Y las mujeres contestan al unísono, levantando los brazos, con un grito capaz de
sobresaltar al más distraído de los espectadores:
–¡Sííiiiiiiii!

Lo demás es una entrada al centro del patio, entre la multitud de espectadores que
hemos venido a verlas, contoneo de caderas, repetición del coro en voz alta (“¡Déjala
moríiii!”), figuras trazadas con los sucesivos cambios de posiciones de las bailarinas.
Se trata del último ensayo del grupo Las Flores de Barranquilla, en el patio de la Casa
del Carnaval, para su presentación en la lectura del bando, dentro de cuatro días,
junto a la máxima soberana de las fiestas locales. El fuerte del grupo, a decir verdad,

Fotografía: Salwa Amashta

30 31
es el canto: bullerengues, fandangos, tamboras, chandés, vallenatos y hasta boleros.
Pero cuando toca enfundarse la pollera para sacudir el esqueleto no se le arrugan al
reto. Si naces en el Caribe y cuentas con el don del canto, necesariamente debes saber
llevar el ritmo con los hombros y con los pies. Bien lo saben Las Flores de Barran-
quilla ahora cuando el coreógrafo arma grupos de dos en dos que van describiendo el
curso de una culebra a su paso por el patio.

–No se me aburran, niñas, que esta es la vida del artista.

–El grupo Las Flores de Barranquilla surgió hace siete años en la Casa Distrital del
barrio Montecristo –refiere su directora, Lina Babilonia–. Yo empecé a darme cuenta
de que el adulto mayor tenía poco protagonismo en la escena cultural de la ciudad,
que las abuelas eran vistas como las personas encargadas de cuidar a los nietos mien-
tras los hijos salían a divertirse, y me dije que eso no podía continuar así.

Les habló entonces de su proyecto a varios profesores de las Casas Distritales de Cul-
tura y estos, a su vez, multiplicaron la invitación entre sus estudiantes de la tercera
edad. Amparo Montiel, por ejemplo, madre de familia de sesenta y dos años, que
tomaba clases de tambor alegre, llegó recomendada por su profesor desde la Casa
Distrital del barrio Las Flores. Ana García, de sesenta y cuatro, asistió a su primer
ensayo cuando una conocida le dijo que estaban necesitando “señoritas viejas” para
cantar. Orfilia Flores, de sesenta y tres, jamás en su vida había hecho parte de un
grupo folclórico ni de nada por el estilo. Un día observó el ensayo de la profesora
Babilonia en un parque con un grupo de niñas, preguntó si había algún espacio para
ella entre las clases que la profesora dictaba, y ahora es uno de los miembros más
puntuales del grupo. Después, una mujer le dijo a la otra, la otra a la otra, hasta que
reunieron a un grupo de veinticinco cayenas. Pero el caso más curioso fue el de las
señoras reclutadas en el coro de la iglesia de la Virgen del Carmen.

32 33
–Yo hablé con el padre, y el padre le comentó el proyecto a las señoras del coro –
cuenta Lina Babilonia.

Pero las mujeres no tenían una idea clara de qué se trataba todo aquello y la profesora
tampoco quería adelantarles nada. Vaya sorpresa que se llevaron cuando en vez del
Aleluya, de Händel o del Ave María, de Schubert, les propusieron cantar el Cundé,
cundé, cundé, de la Niña Emilia. ¿De qué se trataba todo ese relajo? No, señor. Esta-
ban hablando con las personas equivocadas si pensaban que ellas estaban dispuestas
a dejarse ver con una pollera cantando música mundana. Qué diría la gente. Ni locas
que estuvieran.

–Y míralas ahora –dice la profesora–. Dime tú si no están felices.

Como cantadoras, Las Flores de Barranquilla han asistido a varios festivales, algunos
desarrollados fuera de la ciudad. En ese caso, dice la profesora Babilonia, a ella le toca
hacer el papel de madre del resto de mujeres.

–Del grupo ya se nos han muerto tres –prosigue la líder de las cantaoras–. Sin em-
bargo, el grupo continúa con el mismo ánimo, porque nosotros celebramos la vida,
no la muerte. Una de las señoras, incluso, asiste a las presentaciones en silla de ruedas
porque es paralítica de nacimiento.

–Yo fui una de las primeras mujeres del grupo –dice una mujer de cabello corto, de
ochenta y dos años–. Estoy aquí porque estoy agotando mis últimos cartuchos.
–¡Niña, no digas eso!
El grupo Las Flores de Barranquilla surgió hace siete
–¿Cuál de todas ustedes es la mayor? –les pregunto. años en la Casa Distrital del barrio Montecristo
Y entonces todas responden al unísono:
–¡Ningunaaa!

34 35
“Bobos”, pero vivos
Mi sueño es…

L
os niños de la clase de teatro del colegio Brisas supone que la tomadura de pelo no siempre pretende
del Río se notan un poco reticentes con las desmoralizar al otro. Aquí no convences a nadie con tu
primeras preguntas que les dirijo. Es apenas cara de cuchillo. Y la burla es la mejor manera de conju-
natural: no me conocen y por mucho que tra- rar cualquier atisbo de mal humor. La mayoría procede
te de ganarme su simpatía la mayoría se repliega en sí de tres lugares cercanos: Barlovento, La Islita y La Ben-
misma en un desconfiado retroceso de caracol. Pero la dición de Dios.
situación no tarda mucho en cambiar. Cuando pregun-
to qué les gustaría ser cuando crezcan, Yuré Jaime, un –¿Por qué el barrio se llama La Bendición de Dios? –
niño de trece años, que está sentado al fondo del salón, pregunto.
manifiesta en voz alta que actor de telenovelas.
–Porque muchas familias no tenían donde vivir cuan-
–Si no estoy mal –digo para romper el hielo–, me pare- do llegaron allá. Y mi mamá dice que no hay bendición
ce que te he visto en televisión. más grande que tener una casa.

–Sí, profesor –responde otro niño–: en El Chavo. ¿No –La policía ha llegado a sacarnos diciendo que el terreno
le ve los cachetes? tiene su propio dueño, pero nosotros nos hemos que-
dado porque no tenemos otro lugar para dónde coger.
Risas. Yuré achina los ojos como el emoticón incrédulo
que aparece en el tablero de WhatsApp. Su mirada pa- –Profesor –dice otro niño–, yo también quiero decir
reciera decir, como Kiko cuando la Chilindrina lo hace cuál es mi sueño —me ha dicho con anticipación que
quedar mal ante la clase del profesor Jirafales: “No me su mamá es ama de casa y que su papá fue asesinado.
simpatizas”. Pero no está enojado. En el salón de clases
reina, más bien, un ambiente festivo. En todo caso, es- –¿Qué te gustaría ser cuándo seas grande?
tás en el Caribe, y eso se nota desde que eres niño. Se –Futbolista del Real Madrid.

36 37
Los chicos de La Islita
Diariamente, Benys, Teresa, Camilo y Daniela deben dar un largo rodeo y cruzar un
puente para llegar al Colegio Brisas del Río, o pagar 400 pesos (que no siempre tienen), al
remero de una canoa para cruzar un caño de aguas cetrinas. Viven en La Islita, un sector
poblado por pequeñas parcelas en el que abundan cocoteros y árboles de mango. Benys
y Teresa son hermanas. Su madre es ama de casa y su padre estibador. A Benys, que tiene
diez años, le gustaría diseñar ropita para bebés cuando sea grande. Teresa, dos años mayor,
quisiera ser chef, médica o diseñadora de modas.

38 39
Camilo y Daniela también son hermanos. La función habitual de su madre es velar Cecilio, para proponer didácticas que se tradujeran en una reducción de los niveles
porque la casa esté limpia y la comida a tiempo, mientras el padre se encarga de cuidar de agresividad de los estudiantes.
las máquinas que dragan el caño. Camilo, de catorce años, se pinta en el futuro jugando
fútbol en un equipo importante. Daniela, que no ha cumplido los trece, sueña con ser –Entre los chicos se llamaban siempre por apodos. Permanecían con el codo levan-
enfermera. Los cuatro son habilidosos en el manejo de la cinta con la que la profesora tado, a la expectativa de “quién es el que me va a atacar para darle yo primero”. En
Soraya suele comenzar las clases. La toman por un extremo y la agitan en el aire al consecuencia, yo también tenía que estar con el tono arriba. Pero lo mío no es el
tiempo que se desplazan por el salón con movimientos acompasados. No se ven como autoritarismo. Así que implementé la metodología de las narraciones, una crítica de
actores en el futuro, dicen, pero se gozan las clases mientras duran. Aprenden divirtién- pensamiento y dinámicas participativas con los cuentos, en los que hablaba sobre la
dose y rompen con la monotonía del resto de asignaturas. aceptación y el respeto.

El teatro como herramienta social Los llevó al Museo de Arte Moderno de Barranquilla para que miraran la exposición
–El teatro es una de las áreas que necesitan un trato especial en las Casas Distritales de un chico que investigaba el tema de las pandillas. La exposición se llamaba ‘Los
de Cultura –dice la profesora Soraya Varela Ortega–. Yo creo que las artes no están más vivos’. Al final hicieron un foro en el que los muchachos y muchachas, a propó-
solamente para producir un goce estético, sino que sirven también como pretexto sito de  la expresión “los más vivos”, alusiva a jóvenes que habían muerto por escoger
para propiciar espacios donde haya valores, donde se integre el convivir, los procesos el camino del crimen, asociaban los casos estudiados con otros que ellos conocían en
de paz, la unidad familiar. En el caso particular de estos niños, me he ido un poco ha- sus propios barrios. Pero si de eso dependía mantenerse uno con sus huesos en buen
cia lo que ellos saben hacer para que no haya una ruptura. Ellos vienen cantando rap, estado, entonces era preferible pertenecer al gremio de los bobos, aunque ninguno
champeta, y traen propuestas de su contexto social a partir de las cuales yo elaboro tuviera un pelo de ingenuo.
didácticas en función de determinados valores que me interesa transmitir.
–Ellos empezaron a hacer comparaciones y llegaron a la conclusión de que no hay
Cuando llegó al Colegio Brisas del Río, la situación era bastante complicada. La que pasar por la experiencia del crimen para saber lo que les puede acontecer. Esos
población era agresiva y no respetaba los turnos. Imperaba la mentalidad del capis- procesos son los que tienen significado. Con el tiempo ya me reconocen; me aceptan.
mo. Si se le preguntaba a un chico qué quería ser cuando fuera grande, respondía Les he enseñado que detrás de cada historia que estudiamos hay un mensaje. Hay
que un capo. Lo mismo valía para las chicas. Cierta vez, la profesora Soraya hizo que tener vocación y paciencia para creer que estos chicos merecen la oportunidad.
una didáctica en la que cada grupo elegía un nombre, y el resultado fue preocu- A mí no me interesa el arte por el arte: el teatro tiene que ser social o, de lo contrario,
pante. Los nombres eran: ‘Las temibles’, ‘Las arañas asesinas’, ‘Los escorpiones’. no tiene ningún sentido.
Empezó entonces a hacer observación y se unió al profesor de artes plásticas, Nitho

40 41
Píntenla, que
Baltasar la colorea

N
o crean que Baltasar ha llegado hasta donde está por su linda cara.
Todo lo contrario, pues lo suyo ha sido un ascender cuesta arriba con
un saco de concreto en cada hombro. A sus diecisiete años, Baltasar sa-
lió de Palomino, un pequeño corregimiento con trazas de aldea, perte-
neciente al municipio de Pinillos, en el departamento de Bolívar, tratando de labrarse
un futuro en Barranquilla. Pero, como suele ocurrir en este tipo de casos, una cosa
es lo que te dice la imaginación y otra lo que te enseñan los hechos. En el pueblo, si
no tienes nada que echar a la olla vas al río y tiras un anzuelo. O buscas unos huevos
en el gallinero, fías unos bollos limpios, preparas un jugo con los mangos o guayabas
del patio, y listo el pollo. Chicharrón resuelto. Si quieres visitar a cualquier persona,
emprendes la marcha a pie, agitando la mano para responder a los saludos que te
dirigen por donde pasas. Pero en la ciudad las cosas son a otro precio. Nadie te regala
nada. O trabajas o te friegas. De modo que Baltasar –quien vivía en casa de un tío
en esa época– hizo de todo un poco para subsistir. Ayudaba a descargar los bultos de
tubérculos y hortalizas que llegaban al mercado de Barranquilla, vendió tomates en
un puesto callejero, se empleó como albañil y fungió como técnico en electricidad y
mantenimiento y como operario de plantas eléctricas.

Pero su fuerte siempre fueron las artes. De niño, recuerda, hacía caballitos con el
barro que recogía a orillas del río, y de adulto recibió una capacitación para ha-

42 43
cer máscaras artesanales en la Fundación Mario Santo Domingo. Fascinado por la
música folclórica de su terruño, se inscribió en las Casas Distritales de Cultura y
aprendió a tocar el alegre, la tambora, el guache y la gaita. Posteriormente, estudió
artes plásticas en la Escuela Distrital de Artes. De tarde en tarde, Baltasar recordaba
el río, las colchas de taruya, el olor a bosta de vaca que se respiraba por las mañana
en su pueblo, entre los gritos del gallo, mientras salía de la hornilla el olor dulzón del
café, y también la alegría de las danzas ribereñas que había conocido en los festivales
folclóricos de la zona. Baltasar tuvo una idea: llevar dos de esas danzas al Carnaval
de Barranquilla (la de los coyongos y la de los indios farotos) para que la nostalgia
fuera menor. Como premio a una gestión cultural que le ha llevado casi toda la vida,
Baltasar fue designado Rey Momo en los carnavales del 2012.

Como profesor de artes plásticas, Baltasar lleva ocho años en las Casas Distritales de
Cultura. Sus clases empiezan con dibujos básicos, que van ganando complejidad a
medida que los estudiantes logran demostrar un apropiamiento de la técnica. El pri-
mer material utilizado es la cartulina, de la cartulina pasan al cartón paja y finalmente
al lienzo. Usan en su orden lápices, vinilo y acrílico. La meta es terminar uno o dos
cuadros para exponerlos al final del semestre.

Las clases de los jueves se dictan en la biblioteca infantil del Parque Cultural del Ca-
ribe. El grupo está compuesto en su totalidad por colegiales de ambos sexos. No se
puede imaginar un ambiente más tranquilo, pues cada quien está en silencio, llevan-
do el pincel hasta el tarro del vinilo y pasándolo después por el cartón paja. Baltasar,
que no sabe estarse pierna sobre pierna, trabaja en su propio cuadro como cualquier
Como premio a una gestión cultural que le ha llevado otro estudiante. A ratos se interrumpe para explicar cómo se debe hacer determinado
trazo, cómo se deben mezclar los colores primarios para obtener otros en su lugar,
casi toda la vida, Baltasar fue designado Rey Momo pero después regresa a sus pinceles. Como aquel tocayo suyo que llevó un puñado
en los carnavales del 2012 de mirra al nacimiento de Jesús, Baltasar también llegó de tierras lejanas siguiendo el
curso de una estrella; esa que sigue alumbrando su camino y el de todas esas personas
que se han beneficiado de sus enseñanzas.

44 45
75 Casas
Distritales de Cultura
6 coordinadores
109 profesores

46 47
2
Localidad Riomar
Habitantes
81. 415
El despertar de la casa fantasma
Límites
Al norte con el río Magdalena; al occidente con el municipio de Puerto Colombia; al
sur con la acera norte de la carrera 46 autopista al mar hasta la calle 84; al oriente con
La enseñanza que nos dejó
la acera occidental de la calle 84 hasta la carrera 70, continuando por la calle 82 hasta
García Márquez el río Magdalena. Incluye el corregimiento Eduardo Santos La Playa.

Historia
Manos que sí ven, En esta localidad se encuentra el punto justo de la desembocadura del río Magdalena
corazón que también siente en el mar Caribe a través de un canal artificial construido en los años treinta del siglo
pasado.

El break dance: Riomar es una de las zonas con mayor crecimiento urbanístico en los últimos años, lo
un amor para toda la vida que refleja la pujanza y el desarrollo de la ciudad.

Existen evidencias de hallazgos de un cementerio indígena en esta localidad, específica-


De tal palo, tal astilla… mente en el sector de Siape.

En el sector de Las Flores, se puede apreciar las diferentes “artes de pesca”, dado que el
barrio convive con el mar, la ciénaga y el río.

Riomar es sede de importantes iniciativas de radio comunitaria, como Impacto Estéreo


y Playa Caribe.

48 49
Barrios
Altamira Granadillo · 3 San Vicente
Altos del Prado · 1 La Floresta Santa Mónica
Altos de Riomar Las Tres Avemarías · 4 Siape N
Altos del Limón La Campiña · 5 Urbanización La Playa O E
Altos del Parque Las Flores Villa Campestre
S
Andalucía Norte Villa Carolina · 8
Corregimiento La Playa Paraíso · 6 Villa del Este

Localidad
El Limoncito Riomar · 7 Villa Santos
San Salvador
Riomar
El Poblado · 2
2
1
5

Barrios compartidos con la localidad norte centro histórico: 1-7 3


7
No registrado: 8 6

En esta localidad se puede encontrar:


Barrios / 26
Caminos / 1
Casas de Cultura / 7
Centros de Vida / 1
IED / 11
Parques / 29
Pasos / 3
Universidades a tu Barrio / 2

Casas de cultura
Funcionan en instituciones educativas del Distrito, en fundaciones
o en sedes comunitarias o propias.

1 Casa Distrital de Cultura Las Flores Las Flores Carrera 81A 107-10
2 Colegio Libertador Simón Bolívar Las Flores Calle 106 carrera 85
3 IED Eduardo Santos La Playa Calle 19 8A-103, sede 2
4 IED Inedissa Sede A San Salvador Carrera 80 82-48
5 IED Las Flores Las Flores Carrera 82 107-55
6 IED Pies Descalzos La Playa Calle 14 17-80
7 IED San Vicente de Paul La Playa Carrera 10 5-136

50 51
El despertar
de la casa fantasma
La restauración

L
a Casa de la Cultura del barrio Las Flores es una construcción de dos pisos,
pintada de vino tinto, con varias palmeras en la entrada. En la planta supe-
rior hay una puerta de hojas dobles y un balcón con balaustrada, protegido
por una carpa de lona. En la inferior, una puerta de madera y un pequeño
jardín con flores de trinitarias. Llaman la atención las ventanas de ambos pisos: unas
amplias, de más de un metro de altura, y otras pequeñas, en la parte superior, a
manera de buhardillas.

La sola presencia de la casa transporta al espectador a otra época y lugar, pues el


diseño, aunque data de la década de los noventa, tiene rasgos inequívocos de la arqui-
tectura republicana. Pero no siempre fue así. Unas fotografías de hace más o menos
diez años la muestran en un estado de notoria decrepitud. La balaustrada del balcón
aparece destrozada y algunas partes del interior están a punto de caerse. De alguna
manera, la casa reflejaba la situación misma de descomposición social del barrio,
como La casa Usher en el cuento de Poe.

Pero las cosas han cambiado para bien últimamente. Hace algunos años, se iniciaron
las obras de remodelación de la casa, bajo la dirección de la Secretaría de Cultura,
Patrimonio y Turismo de Barranquilla, y hoy funciona como punto de encuentro
de las personas que se benefician de los distintos programas ofrecidos por las Casas
Distritales de Cultura.

52 53
¡Nos vamos pa’ la Guacherna! hacer trabajo comunitario. Dije que sí, y con el tiempo
recibí la invitación de la Secretaría de Cultura para ha-
Dentro de pocos días se celebrará el desfile de la Gua- cer parte del programa de Casas Distritales.
cherna, y Marcos de Ávila, profesor de artes plásticas,
trabaja codo a codo con sus estudiantes en la elabora- Marcos recibe semanalmente a un número aproxima- Marcos recibe semanalmente a un número apro-
ción de una carroza. En un estante de vidrio y madera, do de trescientos estudiantes. Ven de todo un poco: ximado de trescientos estudiantes. Ven de todo un
adosado en un extremo del lugar, puede apreciarse una artesanías, dibujo, estampado y arte reciclable. Oficios
pequeña muestra del talento del maestro y sus talleris- con los que los estudiantes, además de entretenerse, poco: artesanías, dibujo, estampado y arte recicla-
tas: peces de colores sostenidos en una base de icopor, obtienen algo de dinero. En cualquier época del año, ble. Oficios con los que los estudiantes, además de
caballitos de mar, un jarrón, máscaras de animales y cualquier estudiante puede recibir el encargo de estam-
un cuadro con una escena natural, inspiraciones to- par una camiseta con tal o cual diseño, un cuadro para
entretenerse, obtienen algo de dinero
madas, en su mayoría, de los alrededores del mismo ser colgado en la sala de la casa, o vender una artesanía
barrio, el último arrabal con que se topan los visitantes a uno de los tantos turistas que llegan al barrio a comer
cuando quieren ver el encuentro del río y el mar en pescado antes de encaminarse a Bocas de Ceniza. Todo
Bocas de Ceniza. Frascos de pegante. Mesas mancha- eso se da. Pero el agosto de todo artista plástico son los
das con vinilo. Tijeras. Trozos de tela. Armazones de carnavales. pueda retomarlas. José Carlos es el más joven de todo el los faroles de la carroza. Impregnada de la vitalidad
alambres listos para ser forrados. La laboriosidad de grupo, pero no el menos laborioso. A sus escasos nueve de quienes laboran en ella, la casa pareciera tener su
que da cuenta la disposición de los objetos del lugar, Hoy los estudiantes que acompañan a Marcos recibirán años, se le ve acercarse al bicicoche en el que llegan propia respiración. Sus ventanas como ojos, el tejado
hace juego con el ensimismamiento de los artistas, que una paga por participar en la elaboración de la carroza nuevas partes de la carroza para echárselas al hombro y de su frente, su firme osamenta de varillas y cemento.
apenas sí interrumpen su labor de cuando en cuando encargada por la coreógrafa Mónica Lindo. Se trata de llevarlas hasta el lugar indicado por el maestro. Le gusta Nunca antes fue tan cierto aquel dicho que reza que
para comentarle algo a la persona que tienen al lado. unos faroles. Gabriel Pérez, por ejemplo, está forrando el trabajo con papel maché y recibe por aparte clases las paredes tienen oídos. Pero esta casa va un poco más
un esqueleto de varillas. Tiene diecinueve años y asiste de percusión folclórica los sábados por la mañana. Su allá. Como la vieja historia del Fénix, no solamente
El maestro a las clases de artes plásticas desde hace diez. Ha gana- tía Ana María, por su lado, es una de las alumnas más ha resurgido de sus escombros para escuchar la voz de
do concursos de pintura y ha expuesto su trabajo en el aventajadas y polifacéticas del profesor Marcos. Pinta quienes la habitan de continuo, sino que ella misma es
–Yo tengo nueve años trabajando aquí –dice Marcos–. Museo del Caribe. Unos metros más allá, haciendo la acuarelas inspiradas en motivos naturales y le va de per- un grito contra la desidia de los enemigos de la cultu-
En ese tiempo la Casa de la Cultura se había quedado misma labor, está Nelsy de Ávila. Madre de tres niños, las haciendo máscaras de carnaval. De allí que la tarea ra, y un mensaje de aliento para quienes ven en el arte
sin profesor de artes plásticas, y como la gente del ba- con casi treinta y ocho años, confiesa con una sonrisa que le ha sido encomendada sea un poco más exigente: una oportunidad de mejorar sus ingresos económicos
rrio me conocía como “el pintor”, los miembros de la que se identifica más con la música. Ha tomado clases coser setecientos metros de tela con que se van a forrar y un medio para expresar su propia visión del mundo.
Junta Comunal me preguntaron si estaba interesado en de guitarra en Casas Distritales y no ve la hora en la que

54 55
La enseñanza que nos dejó
García Márquez

L
a historia es bastante conocida: cuando a Gabriel García Márquez le anun-
ciaron que había ganado el premio Nobel de Literatura de 1982, quiso que
en la ceremonia de entrega estuviera presente un nutrido grupo de músicos
y bailarines costeños. Un video muestra al Nobel exultante, vestido con el
tradicional liquilique, abriendo campo con un sombrero vueltiao a una exuberante
morena al son de la caña de millo.

–Yo soy la que aparece en el video –recuerda con orgullo la profesora Matilde Herrera
en la Casa Distrital de Cultura del barrio Las Flores–, aunque, claro está –sonríe–,
con unos años menos.

Es domingo por la mañana y los niños y jóvenes empiezan a llegar a la sala de ensa-
yos usando ropa para la ocasión: pantalonetas o sudaderas ceñidas, franelas, blusas
ligeras, zapatos tenis y uno que otro (incluyendo a la profesora) con el pie desnudo.
El grupo es variopinto. Hay niños que aún no han cumplido los diez años, y mujeres
que pasan de los setenta; hay hombres hechos y derechos, de corte militar, y otros
con looks de cantantes de reggaetón, todos unidos por una misma pasión: la música
africana y el folclor costeño.

–A García Márquez le llamaba mucho la atención que yo hablara en lengua palen-


quera. Era un tipo muy sencillo y gracioso que se la pasó todo el tiempo echando
cuentos. ¡Bueno, jóvenes, acérquense que vamos a empezar con el ensayo!

56 57
Maciza, toda ella rizos y ritmo puro, toda ella carne lustrosa ños, afirma, llegaron a ser grandes bailarines. La mayor me fue orientando y me ayudó a conseguir una beca.
y palpitante, Matilde Herrera, para dirigir el calentamien- satisfacción de ese proceso fue el cariño que llegaron a Mi papá es mecánico y mi mamá ama de casa, y los dos
to, se ubica de espaldas al grupo de bailarines, enfundada cogerle. Ellos la veían pasar por la calle y la saludaban a están orgullosos de que yo haya conseguido las cosas
en un suéter amarillo y una sudadera de franela gris. De voz en cuello: “¡Adiós, tía!”. por mí misma. Aquí en el barrio hay peladas de mi
la grabadora del rincón sale un pegajoso tema africano co- edad que ya tienen dos y tres hijos, pero yo, gracias a la
nocido por todo verbenero que se ufane de serlo: Mobali –Nosotros, inicialmente, nos reuníamos los sábados, danza, no he tomado un mal camino. Hace unos días
Na Nai Wana, o La bollona (¡y es malo, chichi!). Giros de pero tuvimos que cambiar de día, porque todos los sá- una sobrina de once años le dijo a mi mamá que cuan-
cintura. Movimientos pélvicos. Dos pasos a los lados, salto bados mataban a alguien y los niños se ausentaban para do fuera grande quería ser como yo. No tengo palabras
y palmas. Quién sabe si algún día podrán estar como su poder acompañar a sus padres en el sepelio. Pero hoy el para decir lo que significa para mí saber que me estoy
maestra en la ceremonia de entrega de un premio Nobel, barrio es más tranquilo y sus habitantes son muy bue- convirtiendo en ejemplo para otros jóvenes.
pero poco importa a cuántos aviones puedan subirse en un nos. No tiene nada de raro que yo me ponga a caminar
futuro cercano: los bailarines están en el eterno presente de por las calles y algún señor me diga: “¡Seño, venga y Natalia es una de las alumnas más aventajadas de la
la danza, embrujados por los punteos de la guitarra eléctrica. llévese este pescao para su casa!”. profesora Matilde, y es toda sonrisa de dientes blancos
Con todo, los ensayos no siempre han sido así de tranquilos, y parejos y toda sensualidad cuando sigue los pasos de
en un espacio propicio para hacer piruetas y revolcarse por el A través de las comunidades negras y de becas conse- su mentora en la pista de baile. En ella podría pensarse
suelo como habrá de ocurrir en un momento. guidas con fundaciones, la profesora Matilde ha ayuda- cuando Gibran Jalil dice: “El alma de la bailarina late
Gibran Jalil dice: do a muchos jóvenes de las Casas Distritales del barrio en todo su cuerpo”. Como ella, manifiesta la profeso-
“El alma de la bailarina –Cuando yo llegué a Las Flores, hará cosa de quince años, Las Flores a terminar una carrera universitaria. Natalia ra Matilde, ha habido otros muchachos que llegaron
ni siquiera teníamos un lugar estable donde reunirnos –re- Mejía ha sido una de ellas. Morena, de cuerpo bien a su clase para perfeccionar su técnica de baile y que
late en todo su cuerpo” fiere la profesora Matilde–. Unas veces ensayábamos en un formado y gajos serpentinos pintados de rojo, Natalia hoy son ingenieros o profesores, o dirigen su propia
parque y otras en mitad de la calle con el equipo de sonido se precia de ser una de las estudiantes más antiguas de escuela de baile.
que nos prestaba una vecina de esta cuadra. Matilde. Llegó al programa de danza a los ocho años y
ahora tiene veintidós. Antes, ni siquiera tenía un em- –Algo me quedó de la reunión con García Márquez.
Era una época para dejar en el olvido. Matilde llegaba al pleo, hoy trabaja como supervisora en un call center y Recuerdo que nos dijo, cuando veníamos en el avión:
barrio a cumplir con su acostumbrada jornada de ensayos y puede sacar pecho con el cartón de licenciada en Edu- “Cómo son las cosas de la vida. Pensar que yo vengo de
encontraba a niños recicladores esculcando entre las bolsas cación Artística que acaba de recibir. un pueblo como Aracataca y miren ahora hasta dónde
de basura que la gente dejaba en las esquinas. Ella se detenía he llegado. Eso es para que ustedes se den cuenta de
a conversar con ellos, los bañaba, les daba algo de comer y –Yo entré a la universidad gracias a la profesora Matil- que pueden llegar al lugar que se propongan”. Y tenía
luego hablaba con sus padres para que consintieran en que de. Después de terminar el bachillerato no tenía claro razón. Fue uno de los momentos más bonitos que me
los niños asistieran a las clases de danza. Muchos de esos ni- qué era lo que quería hacer con mi vida, pero la profe ha regalado la danza, uno de los más memorables.

58 59
Manos que sí ven,
corazón que también siente
Una receta equivocada

L
eonardo Prías perdió el sentido de la audición a los tres meses de nacido. Se
le había diagnosticado una otitis y el médico que lo examinó le recetó tres
mil unidades de una oxitocina nueva, cuando trescientas eran suficientes
para tratar a un adulto. En consecuencia, el niño sufrió un daño neurosen-
sorial bilateral que destrozó completamente sus nervios auditivos. Lo que no perdió
fue la alegría, dice su madre, Teresa Prías, porque Leonardo siempre fue un niño
entusiasta, creativo y con notoria habilidad para las manualidades.

–Le encantaba fabricar carritos desde los seis años de edad –dice Teresa–. Ocurría
que íbamos caminando por una calle y que Leonardo me hacía parar el tiempo que
considerara necesario para analizar un carro que le había gustado. Al llegar a la casa lo
pintaba de memoria. Iba a la carpintería del barrio, recogía madera y luego elaboraba
una réplica en miniatura del carro que habíamos visto.

Cuando cumplió diez años, Leonardo empezó a tener un comportamiento extraño.


Iba caminando con su madre por el centro de la ciudad, cuando de repente se le daba
por derribar la montaña de naranjas que un vendedor había apilado sobre su carreta.
Y lo peor era la burla. Esa sonrisa nerviosa que se dibujaba en su rostro cuando Teresa
lo increpaba por su atrevimiento. Un día, caminando por una acera, Teresa escuchó

60 61
un ruido secó a sus espaldas. Era Leonardo que acababa de darse de cabeza contra
un poste de luz. Alarmada, lo ayudó a ponerse de pie y al ver su mirada perdida en el
vacío, Teresa se llevó las manos a la boca.

–¡Dios mío –exclamó– el niño se está quedando ciego!

En busca de la felicidad
Le diagnosticaron retinitis pigmentosa y pérdida irreversible de la visión debido a las
secuelas que la oxitocina había dejado en su cerebro. Madre soltera y con la respon-
sabilidad adicional de mantener a sus padres y hermanos, Teresa resolvió matricular a
Leonardo en una escuela para ciegos para que tuviera algo en que emplear el tiempo
mientras ella salía a trabajar. Pronto se echó de ver que el talento de Leonardo para las
manualidades seguía intacto. En una clase de tejido, a la edad de trece años, elaboró
un suéter con un complejo diseño geométrico que dejó boquiabierta a la maestra.
Aprendió a nadar. Y consiguió una medalla de plata en unos juegos paraolímpicos.

En el 2008, la situación laboral de Teresa era complicada. Leonardo siempre había


regresado solo a casa de la escuela para ciegos, pero un día extravió el rumbo y no
lo encontraron sino hasta el día siguiente. Teresa se prometió que jamás volvería a
dejarlo solo y renunció al trabajo que tenía. Y allí fue donde se puso el barro duro.
Concibió entonces una forma de sustento que le permitiera mantenerse al lado de
Leonardo: la venta de cintillos, fabricados por este último, en tiempos de carnavales. trabajaba, qué otras cosas hacía además de cintillos. El El primer reto
Pero como no todos los días son de Santa Lucía, reaparecían las goteras en el tejado resto hace pensar en el final de la película En busca de Leonardo tuvo su primer trabajo en el Centro de Re-
una vez pasada la temporada de fiestas. la felicidad, cuando el protagonista, después de haber habilitación para el Infante El Oasis. Lo que se buscaba
pasado por mil y una situaciones difíciles, recibe una era que los jóvenes reclusos recibieran una lección de
Cierta tarde, una funcionaria de la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo supo noticia que lo hace llorar de alegría. Acababan de pro- vida a partir de su experiencia, y que, además, aprendie-
del talento de Leonardo para el tejido. Madre e hijo fueron convocados a una oficina. ponerle a Teresa Prías la vinculación oficial de Leonar- ran un oficio que les sirviera para ganarse la vida honra-
“Siéntense. ¿Cómo les ha ido? ¿Les provoca un café?”. La funcionaria quiso saber do a la plantilla de profesores de las Casas Distritales damente. Fue una experiencia enriquecedora, dice Te-
todo sobre Leonardo, de dónde le venía esa destreza para el tejido, con qué materiales de Cultura. resa, aunque no exenta de complicaciones. Porque así

62 63
como podía transcurrir la clase sin ningún problema, nado la tensión de las extremidades, todo el mundo se
también se daba el caso de que los muchachos llegaban sienta con su bola de hilo sobre las piernas esperando
con poca disposición para la escucha. Una tarde, por las instrucciones del profesor. Leonardo tiene fama de
ejemplo, dejaron claro con sus acciones que no querían exigente. Si no le gusta lo que haces, te pide desarmar el
recibir clases. Así, mientras unos tendían los pies sobre tejido. “Pero de que enseña, enseña”, dice Dianis. Ella,
las sillas, como si se encontraran tomando el sol en la por ejemplo, teje con dos agujas. Ha tejido vestidos,
playa, otros le quitaban las medias y los zapatos a Leo- mochilas, bolsos y manillas, que vende por encargo.
nardo para que los acompañara en su descanso.
El presente
–Leonardo me preguntó qué estaba pasando y se lo Durante cuatro días a la semana, Leonardo imparte
expliqué –rememora Teresa–. Entonces se paró de la clases en los barrios San Salvador, Las Flores y La Pla-
silla y les dijo a través de señas que él estaba allí para ya. La falta de vista, de voz y de oído ha aprendido a
enseñar y ellos para aprender. Todos se quedaron en suplirla con el desarrollo de la sensibilidad. Todas las
silencio y no supieron qué contestarle. Al final trataron semanas asiste a la piscina olímpica a continuar con sus
de congraciarse con él, pero Leonardo se mantuvo en entrenamientos de natación, y también pinta acuarelas
su sitio, no se dejó contentar. Si no, le habrían perdido en sus ratos libres. Siente la música a través del tacto y
el respeto. un simple apretón de manos puede bastarle para entre-
garle o no su amistad a una persona.
Un testimonio
Dianis de Jesús Barrios tiene treinta y nueve años, y Cómo cambian las cosas. Ahora tiene alumnos que
supo de las clases de tejido de Leonardo gracias a un lo respetan y que se sirven de su ejemplo para ver en
folleto. Primero llegó con su hija Andrea Vanessa, de su desgracia personal una simple picada de mosquito
nueve años, y luego con una compañerita de clases de frente a lo que a él le ha tocado padecer. Le escriben
su hija, Kerlin Altamar. Las clases de Leonardo, cuenta cientos de cartas que su madre le traduce con un singu-

El profesor Leonardo tiene fama de exigente. Dianis, empiezan con un calentamiento. Hay que es- lar tamborileo de dedos sobre sus brazos, y Leonardo,
tirar los brazos hacia adelante y hacer círculos con las el hombre que mira con las manos, parece disfrutarlo
Si no le gusta lo que haces, te pide desarmar el muñecas. Hay que agarrarse el codo extendido con la enormemente.

tejido. “Pero de que enseña, enseña” otra mano y luego sacudir los dedos. Habiendo elimi-

64
64
El break dance:
un amor para toda la vida
El bailarín desconocido

N
ada hasta ese momento había logrado atraer la atención del niño. Des-
pués del himno nacional y de la lectura de las actividades que se iban
a llevar a cabo en el colegio esa mañana, su atención derivaba hacia
otras cuestiones: una pelotica de papel lanzada a un compañero des-
prevenido, una broma sobre los moños de la chica que estaba cantando, los planes
para el partido de fútbol del viernes por la mañana. Pero cuando el encargado del
sonido puso algo de música moderna para que los chicos se divirtieran un poco,
las distracciones quedaron a un lado. Los muchachos más grandes —el niño tenía
ocho años—habían armado una ronda en una parte despejada del patio para exhi-
bir sus mejores pasos. Entonces apareció un pelado con porte altivo pidiéndoles a
los mirones que ensancharan el círculo. Cuando la ronda estaba del tamaño que él
quería, hizo una acrobacia que dejó a todo el mundo boquiabierto. Era break dance
en su máxima expresión, bro. No sé cómo será en otras partes. El Presidente será el
mandamás en la Casa de Nariño, pero el que se lleva a todas las chicas en el barrio,
el man al que todo el mundo le quiere regalar una gaseosa con un pan de 500 pesos,
es el bailarín. La escena tenía lugar en un colegio de Montería y ninguno de los que
se había acercado a mirar la ronda había visto un estilo parecido. Qué destreza, men,
qué forma de mover los brazos con el estilo robotizado. Los ojos de Brayan parecían
colgar fuera de las órbitas como los del lobo de la Warner Bros.

66 67
—No había nada que hacer —dice Brayan, ahora de —Los directores de los colegios tenían esa misma pre-
22 años—: yo había encontrado al amor de mi vida. vención. Si queríamos presentarnos en un algún evento
No al hombre —aclara sonriendo—sino al break dance. teníamos que redactarles una carta explicando lo que
íbamos a hacer. Pero con el tiempo se invirtieron los
El camino papeles. Nos dimos a conocer por todas partes y ya
del aprendizaje eran los colegios los que nos mandaban invitaciones.
Brayan demoró una semana tratando de repetir en su Desatábamos la locura donde quiera que llegáramos.
cuarto los pases del bailarín misterioso hasta que se dio Una vez, incluso, la rectora de un colegio de mujeres
por vencido. Se mudó para Barranquilla. Reemplazó tuvo que encerrarnos en un salón, porque las estudian-
sus pantalones cortos por otros más largos. Cursaba oc- tes no querían dejarnos salir. Parecía que hubieran vis-
tavo grado cuando conoció a otros pelados que, como to a Michael Jackson o quién sabe a quién. Y eso que
él, querían aprender a bailar break dance. Pero en esos no teníamos vestuario ni el nivel que hemos alcanzado
tiempos no era como ahora, bro, que tú entras a la pá- ahora. Si no, hubiéramos tenido que volarnos la pare-
gina de YouTube y puedes mirar los videos que quieras dilla para salir de allí.
y detenerlos en el punto que te plazca para pillarte bien
los pases. Nada de eso. Era más difícil. Una estrategia
para resolver conflictos
—Como en el barrio de nosotros no había parques, Desde hace dos años Brayan trabaja como instructor
teníamos que trasladarnos a barrios donde si los hu- de break dance en las Casas Distritales de Cultura.
biera para poder ensayar —cuenta Brayan—. Alguien Atrás quedaron los días en los que tenía que recorrer
nos habló de un pelado que sabía full de break dance y largas distancias buscando un lugar donde ensayar. hechos. Es más, Brayan mismo ha podido evidenciar trarle al otro que su nivel es superior, pero una vez
nosotros le pedimos que nos enseñara. Ahora los lugares de encuentro son los gimnasios de que la conducta agresiva de algunos estudiantes suyos acabado el enfrentamiento se dan un apretón de ma-
los colegios, las canchas de basquetbol, los salones de ha podido canalizarse a través del baile. Es lo que mu- nos y un abrazo.
Así fue como Brayan armó su primer grupo. Sin embar- danza. Devenga mensualmente un sueldo por su tra- cha gente no entiende, dice, que el break dance, más
go, no todo era felicidad. Los vecinos del barrio mur- bajo y los estudiantes lo tratan con respeto, a pesar que un baile, es una cultura de paz, pues permite la —En este barrio hay fronteras de tipo social, pero la
muraban cada cosa sobre ellos. Que el break dance lo de su juventud. Todo evoluciona y el break dance no resolución de conflictos de manera no violenta. Acaso clase de break dance les brinda la oportunidad a los
bailaban los pandilleros. Que porque no se dedicaban puede ser la excepción. El estigma que pesaba sobre los eso pueda verse reflejado en los duelos que los B-boys chicos de integrarse en una sola familia, de hablar un
mejor a hacer algo productivo. Que pilas con dejar que B-boys —nombre con el que los bailarines del break sostienen entre sí cada tanto tiempo. En la ronda, los mismo idioma, de convivir como hermanos, indepen-
sus hijos se juntaran con esa partida de vagabundos. dance se reconocen unos a otros—, lo han borrado los bailarines son adversarios y se esfuerzan por demos- dientemente del lugar de donde vengan.

68 69
De tal palo, tal astilla…

S
antiago Padilla siempre quiso ser músico. Tocar el acordeón en un famo-
so grupo vallenato o ejecutar la guitarra con destreza hasta ganarse un
nombre en el gremio. Si eso no era posible se conformaba con que sus
composiciones fueran interpretadas por algún cantante reconocido. Ni
una cosa ni la otra fue posible, y Santiago, por cosas de la vida, terminó trabajando
como técnico de sonido de un picó. Iba de caseta en caseta, por distintos pueblos de
la Costa, cuadrando ecualizadores, diseñando placas o reemplazando al picotero mo-
mentáneamente mientras este iba al baño. Para no perder la costumbre, aprovechaba
los ratos de descanso, entre toque y toque, y se dedicaba a componer canciones que
algún día haría llegar a las manos de algún cantante famoso. Pasó el tiempo. Se casó,
tuvo una niña, y cambió la vida ajetreada de los picós por la apacible del hogar. Para
su sorpresa, el nuevo miembro de la familia dio muestras, desde temprana edad, de
su inclinación por la música.

70 71
–Nosotros le compramos una lira a Shaddy –dice Shei- de canto, en las que padre e hija se inscribieron ini-
la Herrera– y un día nos dimos cuenta de que estaba cialmente, eran niños. De modo que era curioso ver a
tocando de oído Estrellita dónde estás. aquel hombretón de treinta y siete años, en medio del
salón de clases, entonando un do de pecho o dibujando
Sheila es morena, de estatura mediana, con un vien- en su cuaderno la figura de las notas musicales. Shaddy,
tre prominente en el que late el cuerpecito del próxi- por su parte, sucumbió a la misma fascinación de otros
mo hermanito de Shaddy. Canta como solista en una niños cuando conocen el programa de Casas Distritales
iglesia evangélica. Primos, primas y tías suyos son pia- de Cultura: querer matricularse en todos los cursos.
nistas, guitarristas o cantantes. Así que cuando la niña
pidió una guitarra de regalo ninguno de sus padres se –Cuando pasábamos por los salones, Shaddy me de-
opuso. Pero sin un profesor de música era muy poco cía: “¡Papi, méteme a clases de pintura! ¡Papi, yo quiero
lo que podía avanzar. Y Santiago, que trabajaba arre- estar en clases de danza. ¡Papi, llévame a las clases de
glando celulares y vendiendo carcazas en la antesala de teatro!”. Después, cuando nos pasamos al colegio San
su casa, no tenía cómo pagarlo. Una mañana, pasó por Vicente de Paul, nos inscribimos en clases de guitarra.
el colegio Pies Descalzos y vio a un grupo de niños Lo curioso del caso –añade Santiago con una sonrisa–
entrando con sus guitarras. Lo ganó la curiosidad. Le es que ella aprendió y yo no.
preguntó al profesor encargado de qué se trataba todo
aquello y le dijeron que de Casas Distritales de Cul- –Shaddy nació para ser artista –dice Sheila–. Los ju-
tura. No tenía que pagar un solo peso por Shaddy ni guetes que nos ha pedido siempre son instrumentos
presentarse a un casting para obtener un cupo en el musicales. Después de la lira vinieron la flauta, una gui-
programa, le dijeron. tarra y el piano, que le compramos hace poco. Ahora
quiere un acordeón. Como nosotros estamos constru-
El programa de las Casas de Cultura está presente en las –¿Yo también puedo asistir? –preguntó Santiago. yendo nuestra propia casa, ella me ha dicho en varias
ocasiones: “Mami, yo quiero que me hagas un cuarto
5 localidades de la ciudad, lo que permite que todos los
Claro que sí. Buena voluntad y deseos de aprender son de artista, donde tenga mis instrumentos musicales y
ciudadanos tengan acceso a ellas los únicos requisitos que les exigimos a los aspirantes, dibuje lo que quiera en las paredes sin que tú me digas
respondió el profesor. Todos los alumnos de la clase nada”. Y nosotros se lo vamos a hacer.

72 73
13.875
beneficiarios
2015

74 75
Localidad Metropolitana

3
Habitantes
258.205

Límites
El retrato del fotógrafo adolescente Al noroccidente con la acera este de la carretera de la Cordialidad empalmando con
la acera oeste de la calle Murillo (45) con carrera 21; al suroccidente con la avenida
Circunvalar. Incluye zonas de expansión urbana y rural.

Las maravillas que pueden salir


Historia
de un simple nido de pochoclo Barranquilla es la orgullosa Casa de la Selección Colombia y del estadio Metropolitano
Roberto Meléndez.

La otra vida del señor sombrero Los primeros ocupantes del popular barrio 7 de Abril, lo llamaron Realengo, nombre
utilizado en una célebre telenovela de la época para referirse a unos terrenos que se
disputaban en la trama.

Retroceder nunca, Los barrios de esta localidad han contribuido al progreso de nuestra ciudad, pues le ha
dejar de bailar jamás aportado diestros albañiles, operarios y maestros de obra.

Algunos de esos barrios emergieron por iniciativas de familias sin techo, y, gracias a un
alto nivel de autogestión comunitaria, poco a poco fueron conformando su desarrollo.

Esta localidad cuenta con residentes ilustres, como el reconocido maestro de la canción
y de nuestros ritmos más populares Aníbal ‘Sensación’ Velásquez.

En ella se halla una de las urbanizaciones más grandes del país. La Ciudadela 20 de
Julio, en la que habitan unas nueve mil personas.

76 77
Barrios
Buenos Aires · 1
La Alboraya · 4 Las Granjas Santo Domingo de Guzmán
Carrizal
La Sierra · 5 Los Continentes 7 de Abril
Cevillar · 2
La Sierrita Los Girasoles 20 de Julio
Ciudadela 20 de Julio · 3
La Victoria · 6 San José · 8 Villa de San Carlos · 9
El Santuario
Las Américas San Luis Villa de San Pedro N
Kennedy
Las Gardenias · 7 Santa María Villa de Sevilla
O E
Barrios compartidos con la localidad Riomar: 1, 2, 4, 5, 6, 8, 9 S
Barrios compartidos con la localidad Suroccidente: 3
No registrado: 7

En esta localidad se puede encontrar:


Barrios / 24 IED / 40
Caminos / 1 Parques / 30
Casas de Cultura / 17 Pasos / 4
Centros de Vida / 5

Casas de cultura
Funcionan en instituciones educativas del Distrito,
en fundaciones o en sedes comunitarias o propias.

1 Casa de La Juventud Santuario Calle 47B 8D-30


2 Centro Educativo Jaipris Carrizal Calle 49E 3-51
3 Fundación Infancia Feliz 7 de Abril Carrera 9 sur 66-34
4 Fundación Sembrando Sonrisa Ciudadela 20 de Julio Calle 47A 1 sur-28
5 Hogar Infantil La Victoria La Victoria Carrera 10C 45-47
6 IED de Carrizal Carrizal Calle 50D 3-15
7 IED Despertar del Sur Las Américas Carrera 3B 52B-28
8
8 IED Gabriel García Márquez San José Calle 45D 19-120 17

9 IED Germán Vargas Cantillo Cayenas Carrera 15 sur 46-500 5


13
10 IED Jesús de Nazaret La Sierrita Carrera 6 54A-149 10 1

11 IED Jesús Misericordioso Santa María Carrera 4 sur 99-39


7
12 IED Jorge Robledo Ortiz 7 de abril Carrera 15 sur 74-170 16 6 2

13 IED La Victoria La Victoria Carrera10C 45-46 11


4
14 IED Las Granjas Las Granjas Carrera 16 sur 91-15 15

Localidad
3
12
15 IED Pablo Neruda Ciudadela 20 de Julio Carrera 4A sur 48F-47 14
9

16 IED Simón Bolívar Cevillar Calle 46B 14-27 Metropolitana


17 IED Santo Domingo de Guzmán Santo Domingo Carrera 2 78-36

78 79
El retrato del fotógrafo
adolescente

L
a relación entre Maximiliano y su padre se parecía un poco a la del prota-
gonista de No se aceptan devoluciones con el suyo. Pues, si bien nunca fue
obligado a saltar al mar desde lo alto de un acantilado ni se orinó en los
pantalones por el temor que le daba dormir en un cementerio, sí logró de-
sarrollar un carácter independiente desde temprana edad gracias a la educación que
recibió de su tutor.

Como no quería que fuera criado como un niño mimado, su padre lo enviaba solo al
centro de Barranquilla desde los nueve años, y le explicaba por cuáles lugares podía
meterse y por cuáles no. La idea era que se familiarizara con el mundo en el que le iba
a tocar vivir: un mundo donde la gente lo empujaría y las calles no siempre olerían
a rosas. Un mundo en el que podría desorientarse fácilmente si olvidaba por un mo-
mento cuál era su meta, y en el que la diferencia entre un billete falso y uno original
podía representar un viaje en autobús o la posibilidad –vergonzosa– de pedir dinero
a la gente en la calle para no devolverse caminando. También le enseñó que los demás
no deben ser los chivos expiatorios de las crisis de mal humor a las que todos sucum-
bíamos de vez en cuando, y que es mejor enseñar a pescar que regalar el pescado. El
padre de Maximiliano era fotógrafo. Cuando tenía un rato libre, lo llamaba a su lado
para enseñarle todo lo que puede hacerse con una cámara.

–Hoy estamos juntos –solía decirle su padre–, pero puede que mañana esto no sea
así. Escucha entonces todo lo que estoy diciéndote porque algún día te va a servir de
mucho.

80 81
Maximiliano lo oía sin mucha convicción. Cuando se es joven, según el viejo cliché,
se cree que puede cogerse el toro por los cuernos y que la muerte es una abstracción.
Maximiliano, sin ser adinerado, recibía diariamente sus tres comidas, iba al colegio y
había empezado a estudiar la guitarra que su padre le había regalado. ¿Qué podía im-
portarle entonces todo lo demás? En el 2011, su padre murió de cáncer cerebral, y su
vida dio un vuelco. Primero vino el dolor, y luego la aceptación del acontecimiento.
Como el muchacho de Karate Kid 1, aplicó una a una todas las enseñanzas imparti-
das, consideradas en el pasado reciente como algo innecesario. Aprendió a moverse
solo por cualquier parte de la ciudad, a no mostrarse débil, a luchar por lo que quería.

Un día, Maximiliano abrió una vieja maleta y despertó a las cámaras que dormían
en su interior de una larga siesta de polvo y telarañas. Sus dos hermanas menores se
convirtieron en sus top models. Paseo al parque del barrio: foto. Desfile en traje de
negrita puloy: foto. Trajecito azul y moños tirados hacia arriba: foto. Una amiga suya
vio las fotografías en Facebook, y le preguntó con quién estaba tomando clases. “Con
nadie”, respondió Maximiliano. De dónde flores, si no hay jardín. Fue así como se
enteró de las clases gratuitas que el profesor Haroldo Varela impartía en las Casas
Distritales de Cultura.

Maximiliano vive en el barrio El Concord, del municipio de Malambo, en una casa


de una planta, junto a su madre, hermanas, tías, tíos, primos, más tíos y más primos,
y no le resultó fácil, en principio, el desplazamiento a Barranquilla, no tanto por
la distancia, sino por la dificultad de conseguir el dinero para transportarse hasta buscar fotos con efectos novedosos. Por propia iniciati- ver que sus consejos no fueron monedas echadas en
el barrio El Santuario. Pero porfió y, una vez inscrito en el programa de las Casas va, incluso, ha trabajado con desnudos de una calidad bolsillo roto, que no perdería la compostura, aunque la
Distritales de Cultura, fue asiduo asistente a las clases de fotografía. Empezó así la estética encomiable, asunto al que cualquier muchacho gente lo tropezara por las calles, ni evadiría callejones
otra etapa de su aprendizaje, cuenta, pues Varela le enseñó a mirar la vida cotidiana de su edad no se atrevería a meterle el diente. Última- nauseabundos, si era necesario pasar por ellos, y que
con otros ojos, a encontrar el acontecimiento (o, mejor aún, a producirlo) en aquello mente, Maximiliano, que está en último año de ba- habría de tomarse a pecho la misión de honrar su me-
que no revestía, a primera vista, la menor importancia. Como el vuelo de una mosca chillerato, consigue la mayor parte de sus ingresos to- moria con la que ha llegado a convertirse en su tercera
o la abominable silueta de una cucaracha. Para tener quince años, asegura Varela, mando fotografías. Su fuerte es la cobertura de eventos pupila: la cámara fotográfica que encontró una tarde
Maximiliano promete mucho en la fotografía. Es ambicioso, le gusta experimentar y musicales. Lástima que su padre no esté presente para en una maleta repleta de recuerdos.

82 83
Las maravillas que pueden salir
de un simple nido de pochoclo

T
odo fue repentino. Los hombres tumbaron la puerta de la casa y, en cues-
tión de segundos, toda la familia estaba en la sala temblando de miedo
ante los fusiles con que la apuntaban. Los hombres tenían los rostros cu-
biertos con pasamontañas y era evidente que no estaban jugando. Eran
seis personas en total las que habitaban la casa: Johaida, de nueve años; su hermana
Paula; la madre; dos tías y un tío. Sacaron al tío a empellones y le dijeron al resto
de la familia que tenía pocas horas para abandonar el pueblo. Si se empecinaban en
hacer lo contrario, ya sabían a lo que podían atenerse. La familia no necesitaba una
segunda advertencia. Con las escasas pertenencias que pudieron llevar consigo y unos
cuantos pesos ahorrados, se trasladó a casa de un pariente en Malambo, Atlántico.

–Llegamos sin nada: con una mano adelante y una mano detrás –cuenta Johaida.
Pasó el tiempo. Johaida terminó su bachillerato, se casó y tuvo dos hijos, pero no
pudo acceder a la universidad por falta de recursos. Tampoco tenía trabajo. Un día
estaba sentada a la puerta de su casa, tomando el fresco de la tarde, cuando vio pasar
a una vecina con un collar precioso. Johaida le preguntó dónde lo había comprado y
la vecina la sorprendió con lo que le dijo: ella misma lo había confeccionado a partir
de las clases de bisutería que recibía en la Casa Distrital de Cultura del colegio El
Castillo de la Alboraya. Johaida empezó a ir todos los sábados y, de paso, llevaba a
las clases de danza a su hija de cinco años, cuyos problemas motrices empezaron a
disminuir desde entonces.

84 85
–En poco tiempo estaba haciendo de todo: collares, binchas, artesanías. Lo curioso
es que a mí me encanta hacer accesorios, pero no me gusta usarlos. Como quien dice,
“en casa de herrero cuchillo de palo”.

Todas las compañeras de Johaida están pendientes de su llegada, dice la profesora


Delia Guzmán, porque siempre lleva nuevos proyectos. Y como en el bolso que carga
tiene de todo, pero en desorden, cuando las compañeras necesitan que les preste algo,
una aguja, unas cuentecillas de abalorios, una piedra, se refieren a su bolso como el
nido de pochoclo.

El pochoclo, para quien no está al tanto, es un pájaro que empolla sus huevos en un
nido fabricado con un conjunto abigarrado de objetos.

El marido de Johaida es taxista, y antes corría con todos los gastos de la casa. Pero
ahora ella ayuda con algunos, gracias a los accesorios que vende. No se puede quejar,
dice. De un collar en el que invierte 10.000 pesos, puede sacar 15.000 o más de
ganancia. Y su trabajo es tan reputado por su original diseño que su clientela crece
día a día. Si el producto encargado por el comprador con indicaciones específicas
empieza a presentarle complicaciones, se comunica con la profesora Guzmán para
pedirle asesoría. Su avance ha llegado a tal punto que actualmente dicta clases de
bisutería en una fundación. No es mucho dinero el que devenga por las clases, dice
Johaida, pero algo es algo. Ya no es el miedo, pues, el que llama a la puerta de su
casa para interrumpir su sueño, sino la esperanza. Y Johaida, estirando los brazos
El arte es visto como una herramienta
para desperezarse y metiendo los pies en sus chancletas, se ha puesto de pie y ha y un medio para la regeneración de tejido social
corrido a abrirle.

86 87
La otra vida
del señor sombrero

C
uidadito con ponerte el sombrero que está sobre el pupitre de la seño
Adriana. A menos, claro está, de que estés dispuesto a dejar de ser tú
por un momento, como el protagonista de la película La máscara, para
convertirte en otro personaje. Si con todo lo que se te ha dicho decides
seguir adelante, prepárate entonces para que las manos empiecen a movérsete solitas.
Disponte a hechizar a tu público, como un encantador de serpientes, haciendo las
veces de un contador de historias.

Sergio tiene nueve años y no se deja intimidar por el sombrero; antes bien, extiende
el brazo y se lo encasqueta sobre las sienes con gesto teatral. Todos somos testigos en-
tonces de la trasformación que ha sufrido. La cara es la misma que sus compañeritos
ven todos los días, pero su voz se ha llenado de resonancias misteriosas. El volumen
sube y baja, como un carrito en la montaña rusa, dependiendo de la impresión que
quiera transmitir a sus espectadores:

“Érase una vez un hombre al que le gustaba mirar a las mujeres cuando se bañaban
desnudas en el río. Entonces fue a donde un brujo para que lo ayudara, y el brujo le
dio dos frascos: uno rojo para convertirse en caimán y otro blanco para convertirse en
hombre. Desde ese momento, el hombre acostumbraba a echarse las goticas de color
rojo en el cuerpo para ver a las mujeres desnudas en el río sin que ellas lo vieran a él.
Y como los caimanes tienen unas manos pequeñitas, que no pueden manejar como
quisieran, el hombre caimán iba a donde un amigo para que lo ayudara a convertirse
en humano nuevamente con las goticas de color blanco”.

88 89
gio ha ido a repantigarse en su puesto. Wilson tiene la halo de misterio. Todo misterio implica una pregunta,
misma edad de Sergio y no opone resistencia al llamado y toda pregunta trae implícito el prurito de querer sa-
del sombrero. Ladeándoselo en la cabeza, con gesto de ber la respuesta.
vaquero, se prepara para contar una historia tétrica con
la actitud misteriosa de los chicos que se sientan alrede- No está de más decir que la profesora Adriana no se
dor de la hoguera en ¿Le temes a la oscuridad? queda solamente con la lúdica del sombrero. O, dicho
con otras palabras, que tiene otras cartas en el sombre-
“Érase una vez una mujer en Puerto Colombia que es- ro de su imaginación para transmitirles a los niños el
taba muy enamorada de su novio. El novio le preguntó amor por las narraciones. También trabaja con traba-
si quería casarse con él y ella le respondió que sí. Pero el lenguas y talleres de cuento y de poesía. El año pasado
día de la boda, el hombre no apareció por ningún lado hizo un taller de artes plásticas, en el que cada niño
y la novia murió de tristeza al enterarse de que el hom- diseñaba una máscara con el rasgo de su personalidad
bre estaba enamorado de otra mujer. Desde ese mo- que le interesaba resaltar. Al final todos quedaron muy
mento empezó a verse por las noches, en las carreteras contentos con el ejercicio.
cercanas a Puerto Colombia, a una mujer en traje de
La seño Adriana es socióloga, y se sorprende por lo que rrios, profesora de tiempo completo de la Institución novia pidiéndoles a los hombres que la llevaran. Como El sombrero ha quedado otra vez solitario sobre la su-
acaba de escuchar. La historia se la había referido a los Educativa La Victoria – ha sido positivo, pues los de- la mujer se veía muy triste, los carros le paraban, pero perficie del pupitre. Ni siquiera hay que mirar los nom-
niños el año pasado, y Sergio ha logrado rememorarla más docentes se han visto beneficiados de los adelantos cuando ella se sentaba en la silla, se le cambiaba la cara bres en la lista para decidir quién será su próximo pro-
con asombrosa fidelidad. La del sombrero es una de que han mostrado los niños en materia de lectura. Lo que tenía por otra que daba miedo”. pietario. Como un imán, atrae todas las miradas sobre
las numerosas estrategias utilizadas por ella para incul- más extraño es que algunos alumnos, reconocidos por él. Hasta que alguien se levanta de la silla, da algunos
carles a los niños el amor por la lectura y fortalecer la el desinterés que muestran hacia otras asignaturas, son –Los chicos –dice la profesora Adriana – sienten predi- pasos hacia el pupitre de la seño Adriana y lo deja caer
oralidad. Con la inquietud por las historias, surge el los más participativos en la clase de la seño Adriana”. lección por historias que les dicen algo sobre su contex- sobre su cabeza:
interés por otro tipo de narrativas, y luego ellos mismos to, sobre todo por aquellas que están envueltas por un “Érase una vez un niñito que…”.
piden libros para leer. “El resultado –dice Janeth Ba- Ahora el sombrero ha quedado libre nuevamente, y Ser-

90 91
Retroceder nunca,
dejar de bailar jamás
Un sueño posible

A
l comienzo de la película aparece un joven hablando ante una cámara
manual, como si se tratara del trabajo exploratorio de un documentalis-
ta en ciernes. Dice llamarse Luke y sentirse interesado en saber por qué
los jóvenes a los que va a entrevistar sienten tanta pasión por el baile.

–Porque es como respirar.


–Cuando bailo no estoy fingiendo.
–Soy yo misma cuando bailo.
–Bailo para convertirme en otra persona.
–Hay muchas cosas en la vida que te oprimen, pero cuando bailas eres libre.

Los chicos y las chicas que responden a las preguntas son menores de treinta años
y visten ropa de calle. Todos dicen provenir de entornos difíciles en Londres, Ar-
gentina, Uganda y los Estados Unidos. Todos reconocen haberse montado al bote
salvavidas de la danza cuando la vida no les ofrecía mayores oportunidades. Después
empieza la verdadera historia: dos grupos de música callejera (los Piratas y los Samu-
rái) compiten por ser los mejores. El encuentro definitivo será en el World Jam, un
prestigioso torneo al que solo asisten los más experimentados. Los Piratas, el grupo
de Luke, deben ganar para pagar la hipoteca de la casa que les sirve de refugio. La
pelea es difícil, pero, a la larga, logran llevarse los 100.000 dólares de premio en una
final de infarto.

92 93
Del otro lado de la pantalla, mientras aparecen los cré- mundo gritaba y aplaudía. Ellos siguieron acompañán- te conoce, puedes darte por robado. Los muchachos de –Yo en el break dance he aprendido valores como la
ditos finales de Step up, un grupo de muchachos de un donos por iniciativa propia en otras presentaciones de ese barrio tienen problemas con los del barrio vecino, y humildad y la tolerancia –dice Cristian Trespalacios,
barrio popular de Barranquilla asume el mensaje final Casas al parque, desatando la misma euforia entre los los enfrentamientos a pedradas cada vez que llueve son asistente de Diego en el programa de Casas Distrita-
de la película como una invitación. ¿Y si ellos armaban adolescentes, y entonces nos dimos cuenta de que ha- el pan de cada día. les–. Aquí todos somos amigos y no juzgamos a na-
su propio grupo de baile allí mismo en el barrio? Tiem- bía que hacer algo con el break dance en Barranquilla. die. Si alguien se cae tratando de hacer una jugada, no
po libre para aprender había de sobra. Nunca habían –Uno de los pelaos del barrio que abandonó las ma- nos burlamos, sino que lo ayudamos a que se levante.
bailado break dance, pero estaban dispuestos a hacer Diego Aguirre, líder de los Bad Boys, pegaba botones las andanzas gracias al break dance fue Luis –cuenta Aprendes también que la vida está hecha de golpes.
cualquier cosa con tal de aprender. Empezaron a mirar en una microempresa del barrio 7 de Abril, para ganar- Diego—. Él andaba con la banda de los Tasmania y Porque el break dance es así: solamente puede aprender
videos por internet y a ensayar todos los días. Cubrie- se la vida, cuando lo llamaron por teléfono para vincu- atracaba desde los doce años. Pero desde que empezó a bailarlo quien esté dispuesto a golpearse y a intentarlo
ron con una alfombra el piso de la casa en la que se larlo al programa de Casas Distritales como instructor a ensayar con nosotros no tuvo tiempo para otra cosa nuevamente hasta que pueda hacer la maniobra de una
reunían a ver películas y se pusieron a practicar. En de break dance. Recibió una capacitación de Vandal, que no fuera el break dance. manera limpia.
cualquier momento alguien llegaba con la noticia de el famoso bailarín del grupo Crew Peligrosos, traído
que en el barrio tal y cual había un grupo de break exclusivamente desde Medellín para ese solo fin, y a
dance, y pronto los chicos mandaban a un delegado en renglón seguido fue incorporado como instructor en
búsqueda de nuevos pasos. Fue así como nacieron los la localidad Metropolitana. Hoy dispone de uno de los
Bad Boy. grupos más numerosos de la localidad: ciento cincuen-
ta niños de distintos sexos y edades distribuidos en tres
De “chicos malos” escuelas diferentes.
a chicos buenos
–Muchos de los chicos a quienes se les ha dado clases
–La primera vez que vimos a los Bad Boy fue en Casas en las Casas Distritales de Cultura ya tienen armados
al parque, uno de los eventos que la Secretaría de Cul- sus propios grupos e incluso manejan sus propias ta-
tura organiza periódicamente en las localidades don- rifas para presentarse en quinceañeros –refiere Diego.
de funcionan las Casas Distritales para promocionar
los distintos programas –dice el secretario de cultura Diego no sabe qué hubiera sido de él y de sus compa-
Afif Simán–. Los chicos llegaron hasta donde estába- ñeros de no haber sido por el break dance. Las cosas
mos nosotros y nos preguntaron si podíamos darles un en el barrio donde vive, como la de los chicos de la
chance para hacer su presentación. Les dijimos que no película que vieron en casa de su amigo Cristian Tres-
había ningún problema, y eso fue una locura. Todo el palacios, no son nada fáciles. Si llegas por allí y nadie

94 95
96 97
4
Localidad Suroccidente
Habitantes
El gran combo de Los Olivos: 372.530

¡Sí hay cama pa’ tanta gente!


Límites
Al norte con la carrera 38; al suroriente con la acera oeste de la carretera de la Cordia-
lidad; al este con la acera oeste de la calle Murillo; al suroccidente con los límites del
No me digan que es muy tarde ya… municipio de Galapa, incluyendo zonas de expansión urbana y rural y el corregimiento
de Juan Mina.

Historia
Los ojos bellos del alma Se afirma que este sector de Barranquilla tiene forma de triángulo, y que sus lados son
la carretera de la Cordialidad, la avenida Circunvalar y el arroyo de Las Malvinas.

Juan Mina es uno de los dos corregimiento que tiene Barranquilla en su zona rural (el
Por las rutas del totumo otro es La Playa).

El barrio El Bosque surgió y tomó su nombre por la ocupación, en el transcurso de la


década de los cincuenta del siglo pasado, de los terrenos destinados al proyecto Parque
Nacional El Bosque, que estaría ubicado en Barranquilla.

Un aspecto esencial en esta localidad es la presencia de la comunidad de palenqueros y


afrodescendientes, que llegaron en un primer momento al barrio Abajo y que a partir
de la década de los cincuenta emigraron a otros sectores, como El Bosque y El Valle.

98 99
De las festividades de esta localidad, una de las de mayor traición y trascendencia es la Barrios
dedicada a san Martín de Loba, que comenzó a organizarse hace más de cuarenta años. Alfonso López · 1 El Rubí Las Estrellas Pinar del Río · 10
Bernardo Hoyos · 2 El Silencio Las Malvinas Por Fin
Además, cuenta con el conocido Carnaval del Suroccidente, que tiene veinte años de
Buena Esperanza El Valle Las Mercedes Sur Pumarejo
estar llevando las expresiones culturales a los habitantes del sector. California Evaristo Sourdís Las Terrazas Recreo · 11
Carlos Meisel Juan Mina Lipaya San José · 12
Cevillar · 3 Kalamary · 7 Loma Fresca San Felipe
La localidad destaca también por su gastronomía, a la que la comunidad afrodescen-
Chiquinquirá · 4 Gerlein y Villate Los Andes San Isidro
diente ha aportado dulces, enyucados, almojábanas, alegrías, caballitos y bollos de ma- Ciudad Modesto La Ceiba Los Ángeles · 9 Santo Domingo
zorca y angelito. Ciudadela de la Salud La Esmeralda Los Olivos I 7 de Agosto
Colina Campestre · 5 La Florida Los Olivos II Terrenos Pastoral Social
Cordialidad La Gloria Los Pinos Villa San Pedro I
Cuchilla de Villate La Libertad Los Rosales Villa San Pedro III
El Bosque La Manga Lucero Villa del Rosario
El Carmen La Paz Me Quejo Villas de San Pablo · 13
El Edén · 6 La Pradera Nueva Colombia Villa Flor
El Pueblo La Sierra · 8 Nueva Granada Villate
El Romance Las Colinas Olaya

Barrios compartidos con la localidad Suroriente: 1, 4, 12


Barrios compartidos con la localidad Metropolitana: 3, 8, 12
Barrio compartido con la localidad Norte Centro Histórico: 11
No registrados: 2, 5, 6, 7, 9, 10, 13

En esta localidad se puede encontrar:


Barrios / 67 Comisarías de familia / 2
CAI / 3 Estaciones de policía / 1
Caminos / 2 Hospitales / 3
Casas de Cultura / 21 IED / 83
Casas de Justicia / 1 Parques / 44
CDI / 2 Pasos / 3
Centros de Vida / 9

100 101
Casas de cultura
Funcionan en instituciones educativas del Distrito, en fundaciones o en sedes comunitarias o propias.

1 Biblioteca La Paz La Paz Carrera 13 100-75 N


2 Biblioteca Popular La Manga La Manga Carrera 21 84-37 O E
3 Casa de la Juventud Ciudad Modesto Ciudad Modesto Calle 87 12A-65 S
4 Centro de Vida Lipaya Carrera 10 73E-101
5 Colegio Fe y Alegría Pinar del Río Juan Mina Carrera 34 135A-20
6 Fundación Los Querubines de Jesús La Esmeralda Carrera 13 73F-34
7 IED Betsabé Espinosa La Pradera Calle 120 25-77
8 IED Hilda Muñoz San Felipe Calle 70C 24B-24
9 IED Inocencio Chinca Inedich Los Andes Calle 53D 21B-181
10 IED Javier Sánchez Pumarejo(Buena Esperanza) Calle 63C 20B-28
11 IED Juan Acosta Solera Los Olivos Calle 112 B 24-14
12 IED La Libertad La Libertad Carrera 26A 73-387
13 IED Las Malvinas Las Malvinas Carrera 8 87-116
14 IED Lestonnac El Bosque Carrera 8 72A- 47
15 IED Los Pinos Los Pinos Carrera 25B 55-30
16 IED Manuel Elkin Patarroyo Por Fin Carrera. 26 85-61
17 IED Meira del Mar La Ceiba Carrera 13 56-21
18 IED para el Desarrollo del Talento Humano Los Pinos Carrera 26 56A-17
19 IED Salvador Entrega El Carmen Calle 58 20B-40
20 ED Sofía Camargo de Lleras El Carmen Calle 53D 21B-36 7
16
12
18
8 15
21 Villas de San Pablo Juan Mina Carrera 29 143C-57 11
2
9
10 19 20
5 1 6
3
4

21 17

13 14

Localidad
Suroccidente

102 103
El gran combo de
Los Olivos:
¡Sí hay cama pa’ tanta gente!
– ¡Edwin Enrique, bájate de ahí!
–¡Brayan, no corras!
–¡Andrés, acúñate la camiseta!
–¡Amparo, te vas a despelucar!
–¡Jorgito, ojo con la moto!

Sábado, 1:45 p.m. Día soleado. Dieciséis niños de una misma cuadra se disponen a
recorrer en gavilla el trayecto que los separa de la Casa Distrital de Cultura del barrio
Los Olivos. Organizarlos lleva su tiempo y es una tarea donde solo participan las
mujeres: estirar el cabello de las niñas para sujetarlo con una moña, cerciorarse de
que no falta ningún chico, controlar a los más inquietos y, cómo no, velar porque
la manguera que está llenando el tanque del patio sea cerrada a tiempo para que el
agua no empiece a desbordarse por la sala. En el colegio donde se reúnen los conocen
como “El gran combo”, por razones que está de más explicar, y representan un por-
centaje considerable de la totalidad de la clase.

El punto de reunión es la residencia de Angélica, una casa pequeña, en medio de una


calle sin pavimentar, donde lo mismo puede comprarse una rosquita de queso que
hacer una llamada por celular.

104 105
–Me enteré del programa de Casas Distritales gracias –Para que los niños anden por ahí cogiendo malas ma- que le permitiera ganar su confianza. Después vino la profesor, sino como un hermano mayor que los cuida
a la seño Marelvis –dice Angélica–. Ella me dijo que ñas –dice Nair–, es mejor que vengan a clases de lectu- lectura conjunta acompañada de dibujos. y se deja cuidar de ellos.
había clases de pintura, teatro, música y lectura, y yo ra. Los míos siempre llegan a la casa mostrando el sapo
pensé de una vez en la clase de lectura. Empecé llevan- que pintaron, que la rana, que el paisaje. –A ellos les gustan mucho las imágenes –refiere Jona- La clase ha terminado. De entre todos los niños que
do primero a mis dos hijos, y como vi los resultados than–. Sin embargo, no les impongo nada. Yo preparo empiezan a buscar la puerta de salida, hay un grupo
hablé con las mamás de otros niños de la cuadra para El tránsito por las calles de tierra es tranquilo hasta una clase en la casa, y a veces tengo que transformarla que comienza a encontrarse con la mirada para formar
que los llevaran también. cuando el grupo llega a un punto en el que el tráfico porque ellos me sugieren otros caminos. Trabajamos un solo contingente. Dos madres aguardan sentadas
vehicular es mayor. Entonces la mujer que encabeza con temas de actualidad, que si el 20 de julio, que si el en una larga banqueta como las que se encuentran en
Por lo general, son dos las madres que se encargan de la marcha se pone un imaginario uniforme de policía Día de la Madre. Pero también hablamos sobre proble- las iglesias. La profesora Marelvis se pone una mano al
llevar a los niños, y dos más las que se turnan para de tránsito y se planta en medio de la carretera con las mas sociales como la drogadicción para que vayan sa- lado de la boca a manera de bocina y dice:
recogerlos. Una mujer marcha a la cabecera del grupo, palmas de las manos extendidas hacia un lado y otro de biendo qué es lo bueno y qué lo malo. Aquí no hay día
pendiente de que no vengan motocicletas, y otra va la vía para impedir el paso de los carros. Habiendo con- malo. A veces vengo afligido de mi casa y estos niños –¡El gran combo!
al costado, pendiente de que se guarde la compostura trolado el flujo vehicular, da una señal al combo para me levantan el ánimo. Por eso no me siento como su Salen.
mientras avanzan por una calle y luego por otra. Los que siga adelante. Unas calles más arriba los espera la
niños, por su parte, forman varios cordones tomándo- coordinadora del colegio, Marelvis Herrera, para darles
se de las manos. Hoy, sin embargo, el grupo de madres la bienvenida.
ha crecido y la marcha tiene el aspecto de una curiosa –Me gusta que mi hija
procesión. –¡Llegó El gran combo! –dice, haciéndose a un lado.
venga porque desde que está
–Me gusta que mi hija venga porque desde que está La cuadrilla cruza el fondo del patio y franquea la en- recibiendo clases ha mejorado
recibiendo clases ha mejorado la comprensión de lec- trada de un salón de clases con aire acondicionado. In-
tura –dice Noralva Martínez, de treinta y nueve años y quietos, parlanchines, el resto de compañeritos aguarda
la comprensión de lectura –
madre soltera. el comienzo de la lectura en sillas adosadas a las paredes dice Noralva Martínez, de
de forma tal que nadie aparece dándoles la espalda a los
–Yo tengo dos niños en el combo –dice Yésica Cabar- demás. Cuando el profesor Jonathan de los Reyes llegó
treinta y nueve años y
cas–. No tengo necesidad de obligarlos a que vengan. al colegio por primera vez, encontró a los niños con madre soltera
Cuando llega el sábado, ellos mismos me dicen des- un alarmante déficit de lectura. Empezó a trabajar des-
pués del almuerzo: “Mami, hoy tenemos clases con el de cero, llevándoles trabalenguas, canciones, dichos,
profesor”. adivinanzas, propuestas pedagógicas, en suma, todo lo

106 107
No me digan que es muy
tarde ya…
Una buena razón

– ¿Por qué quiere ingresar a la Escuela Distrital de Artes? –le preguntaron a Juan
Cantillo en el examen de admisión.
–Sencillo: porque me gusta el arte.

No solo desde ese momento le hubiera gustado decirle al encargado, sino desde cuan-
do era niño. Cuando vivía en su natal Sabanagrande y le iba a llevar el almuerzo a su
papá al puerto de las chalupas, le gustaba quedarse cerca del río recogiendo trozos de
madera para tallarlos posteriormente en su casa. Después se casó, vinieron los hijos,
y no pudo dedicarse a lo que quería. Pero bueno: era inútil explayarse en una larga
explicación. Con eso era suficiente. A lo que Dios quisiera.

La persona que estaba al frente no parecía muy convencida. Juan tenía cuarenta años
y era el mayor de un grupo de aspirantes en el que sobresalían los rostros jóvenes.
Trabajaba como técnico en una empresa de teléfonos que estaba a punto de ser liqui-
dada, y había serios motivos para pensar que se trataba de un simple capricho, algo
en qué ocupar el tiempo después del cierre de la empresa. ¿Y si le estaba quitando el
cupo a un muchacho que de verdad iba a aprovecharlo? Ese era el gran dilema en el
que se debatía el funcionario.

108 109
Pero finalmente no hubo otra opción que aprobar su tenía en mente, nadie se atreve a juzgarlo. Sin embar- El amor por la naturaleza
solicitud, vistas las capacidades de Juan para las artes go, de cuando en cuando surgen niños talentosos, y Por otro lado, Juan trata de inculcarles a sus alumnos –También les hago ver a los niños que la naturaleza
plásticas. Habiendo conseguido el título de tecnólogo entonces el profesor les transmite otro tipo de técnicas. el amor por la naturaleza. El planeta, les dice, no está tiene muchas cosas qué enseñarnos. Por eso me los lle-
en artes, tres años más tarde, Juan fue invitado a su- Como el pequeño Pedro, señala Juan, un niño intro- pasando por un buen momento y si nosotros aprende- vo para el patio del colegio para que cada uno vea con
marse a la planta de profesores de las Casas Distritales vertido que poco a poco fue soltándose más y más con mos a reciclar, no solo le estaremos dando una mano al una lupa cómo laboran las hormigas. La idea es que
de Cultura. Hoy tiene cincuenta años y trabaja en las sus compañeros. medioambiente, sino que podremos hacer arte con él. se den cuenta de que cuando uno trabaja en equipo
localidades Suroriente y Suroccidente. De allí su interés por organizar pequeñas expediciones puede conseguir muchas más cosas de las que obtiene
–La mayoría de los adultos no le prestamos atención a con sus alumnos, para enseñarles arte reciclable. trabajando solo.
Pinte aunque no pinte lo que hacen los niños –dice Juan–. Pero ellos siempre
Acostados en el piso del salón de clases de la Casa Dis- están tratando de decirnos algo, aunque no sea con pa-
trital del barrio El Bosque, o apoyados en el brazo de labras. En el caso de Pedrito he podido darme cuenta
la silla, un conjunto aproximado de veinte niños, con de que su tema preferido de trabajo es la mujer. El otro
edades que van desde los tres hasta los doce años, tra- día, por ejemplo, dibujó una casa preciosa y yo le pre-
baja sobre motivos navideños en sendas hojas de papel. gunté que para qué la había hecho. “Para que viva una
–La educación que yo trato de darles a los niños no mujer”, respondió Pedrito. “Y para qué quieres que esa
está pensada solamente para desarrollar una destreza mujer viva ahí”, volví a interrogarlo. Y Pedrito me res-
manual –dice Juan–, sino, también, para saber ser. Si pondió: “Para que ningún hombre la maltrate”.
estamos trabajando sobre la Navidad, por ejemplo, tra-
to que en las tarjetas que se le escriben al Niño Dios los La edad tampoco es una limitante para hacer parte de
niños no se limiten a pedir, sino que también ofrezcan las clases de Juan. Para la muestra un botón: Mabel
algo de sí mismos. Márquez tiene treinta y ocho años y asiste religiosa-
mente los sábados por la mañana al colegio Lestonnac
Las clases de artes plásticas, como tal, no tienen como en compañía de sus hijos de dos, tres y once.
finalidad exclusiva encontrar futuros prospectos de Pi-
casso. Tomando prestado el nombre de la famosa sec- –A mí siempre me ha gustado dibujar –dice Mabel–,
ción del recordado programa de televisión El show de pero nunca había podido hacerlo. Ahora, con las clases
Jimmy, las clases de Juan Cantillo podrían denominar- del profesor, he empezado a trabajar la talla, y solo estoy
se ‘Pinte aunque no pinte’. Así, aunque un niño no esperando el momento de hacer mi propia exposición.
pueda plasmar de forma clara en el papel el tema que

110 111
Los ojos bellos del alma

E
l presentador dio unos pasos sobre la tarima Francisco El Hombre para leer
en voz alta el nombre del ganador en la modalidad de ‘Canción inédita’,
durante la edición del Festival Vallenato del 2011. A Carmen González
Ortega, que había viajado a Valledupar desde Barranquilla para interpre-
tar una canción junto a Juan David Atencia, le sudaban las manos por la ansiedad.

–Y el ganador es… –silencio, expectación, nerviosismo– ¡Adrián Villamizar, por su


canción Ciegos nosotros!

¡Dios mío! ¡Era la canción que ellos habían interpretado! Tamaña forma de estrenarse
en un festival de tanta tradición. Ayudada por su madre, Carmen, quien es ciega de
nacimiento, subió al escenario en compañía del resto de músicos y del compositor
para recibir el aplauso del público. En el video que está en YouTube aparece enfun-
dada en un vestido blanco, balanceándose suavemente a un lado y al otro, al tiempo
que vuelven a salir de su garganta los versos de la canción.

Con la parte del premio que le correspondió (1.200.000 pesos), Carmen adquirió,
entre tantas otras cosas, una guitarra, y empezó a recibir clases en la Casa Distrital de
Cultura del colegio Simón Bolívar. Pero pronto abandonó el instrumento (no era su
momento, dice), y se pasó a clases de técnica vocal.

–Es curioso –dice Carmen– que la gente prefiera pagar 50.000 pesos en una clase de
canto antes que gastarse los 3.200 pesos que te cobra el bus por llevarte a una Casa

112 113
de Cultura, donde vas a aprender a valorar más tu tierra, a conocer más tu tierra, a
cantar la música de tu tierra. Porque yo no puedo pretender que venga un gringo a
cantar lo mío. Este proyecto de las Casas Distritales de Cultura está hecho para ense-
ñarnos a amar la música de Barranquilla la Bella.

Antes de interesarse por la música, cuenta su madre, Yolima Ortega, Carmen fue
cuentera. La llevaban a una reunión familiar o a cualquier evento donde hubiera pú-
blico, y en el momento menos pensado ya estaba reuniendo a la gente a su alrededor
para contarle un cuento. Un día, un funcionario de la Alcaldía de Barranquilla, im-
presionado por el talento de Carmen, la llamó para vincularla a un proyecto: contar
cuentos a otros niños en las novenas organizadas en vísperas de Navidad. Actual-
mente está en otro cuento: el de la música, pero aún conserva sus dotes de narradora.
Cuando habla, se cuida muy bien de pronunciar cada palabra con claridad. Y si el
tema de conversación llega a apasionarla le prende candela a la veladora de su voz y la
pone a flamear en el aire como una bailarina en una rueda de cumbia.

–Para mí hay un antes y un después de las Casas de Cultura –dice Carmen–, sobre
todo después de que conocí a mi maestra, Deysi Ortega, una de esas personas a las
que tú empiezas a querer desde el mismo momento en el que te la presentan. Con
ella aprendí a escuchar la música, a no cantar por cantar. Ahora, si una canción no
me dice nada, no la canto; así de sencillo.

Pareciera que Carmen hubiera nacido en la época equivocada, pues adora la música
de Ana y Jaime, Claudia de Colombia y Vicky. Ah: y el jazz. A Carmen le encanta –Todo el tiempo me dijeron en la iglesia cristiana a cuando Dios manda, hasta el diablo obedece. Si la mú-
escuchar jazz. Se toma en serio el oficio, de eso no queda la menor duda. El año la que asistía que la música folclórica era del diablo. sica quiere que yo la cante, bendita sea la música: yo la
pasado ocupó el segundo puesto en el concurso Quilla canta y se compró un piano Y resulta que cuando yo llego a las Casas Distritales canto. Si la música quiere que yo la toque, bendita sea
con el dinero recibido. de Cultura lo que me encuentro son cumbias, pullas, la música: yo la toco. Si la música quiere que me calle,
bullerengues, mejor dicho: la música del Carnaval. bendita se la música: yo me callo. La música es mi mo-
Dios y la música, dice, son sus grandes amores. Pero está lejos de satanizar las expre- Entonces empiezo a darme cuenta de que no toda esa tor, estoy rendida a los pies de la música y hago lo que
siones culturales del Caribe por ese simple hecho. música es tan mala como mucha gente cree, porque ella me mande.

114 115
Por las rutas del totumo

A
primera vista, una excursión organizada para salir a buscar totumos no
tiene nada de llamativo. Debes caminar por el monte con el ojo avizor
para no ser picado por una culebra, y mover las piernas con tiento para
no embarrarte los zapatos con alguna indeseable bosta de desechos
humanos. Y al final, cuando estás frente al árbol de totumo, empiezas a sospechar
que todo ha sido en vano; que el esfuerzo hecho ha sido desmedido en comparación
con el premio alcanzado.

Pero la excursión de esta tarde es diferente. Alrededor de quince mujeres, lideradas


por la profesora Daneida Ortega, emprenden la travesía con talante festivo. Se trata
de las asistentes al taller de bisutería que la profesora imparte en la biblioteca del
barrio La Manga. No es una salida común y corriente. Lo que se quiere, dice la pro-
fesora, es que las alumnas se integren más con el trabajo, que se enamoren de lo que
hacen a partir del acompañamiento del proceso que va de la obtención de la materia
prima hasta la elaboración final de la artesanía. Y claro, la evasión de la rutina a través
de una salida de campo que las pone en contacto con la naturaleza.

Muchas de las asistentes, nacidas en diferentes poblaciones del Caribe, ceden al im-
pulso de evocar sucesos de su infancia cuando caminan por los senderos bordeados
de pringamozas. Cubiertos los rostros por las viseras de sus gorras para protegerse del
sol, las mujeres, llevando sendas bolsas colgadas en los hombros, siguen a la profesora
hasta el primer árbol que encuentran.

–Hay dos formas de obtener el totumo –dice la profesora Daneida–: una es retirán-
dolo del árbol con cuidado, y otra encontrándolo en el piso sin que el fruto se haya
afectado por el golpe.

116 117
Las mujeres no pierden una coma. Dos de ellas se acercan a la rama más baja y
descuelgan un par de totumos. Todas saben el trato que deberán darles más tarde:
abrirlos con delicadeza, sacarles las tripas, ponerlos a cocinar y proceder a elaborar el
producto que tienen en mente: un collar, unos aretes, un bolso. La profesora Danei-
da también les ha dado instrucciones precisas sobre la estrategia que deben imple-
mentar para que el negocio sea rentable. Porque todas deben saber cuánto se gastan
para saber si la actividad vale la pena. Y además de laborar con el totumo disponen
de una amplia gama de elementos para trabajar la bisutería. Elvira Díaz, por ejemplo,
vende monederos, frutas artesanales y bolsos. No ha cumplido aún los cuarenta y dos
años y ya tiene cinco hijos. Yisela Carrillo hace unas pulseras preciosas y unos bolsos
de totumo que no tienen nada que envidiarles a los que hace la profesora Daneida. A
sus treinta y dos es madre de un niño y de dos niñas.

La señora Evelyn es la que parece disfrutar más la salida. Con un par de movimientos
rápidos se despoja de los zapatos y trepa al tronco del árbol.

–Mira bien dónde vas a pisar –le dice la profesora Daneida–. Acuérdate de que las
ramas del totumo son quebradizas.

Pero es demasiado tarde. Primero se escucha un crujido y luego un golpe sordo en


el piso. Las demás mujeres se acercan para ver si Evelyn se ha hecho daño, pero la
encuentran sana y salva y muriéndose de la risa. Al final de la tarde el balance ha sido
positivo. Tras dos horas de trabajo, cada mujer ha logrado llenar hasta el tope la bolsa
que ha cargado. Llega entonces la merecida hora del descanso y del pronto regreso a
sus hogares.

118 119
Las Casas Distritales
de Cultura cumplen
un papel incluyen-
te, ya que participan
desde niños hasta
adul­tos mayores

120 121
5
Localidad Suroriente
Habitantes
Lisandro Polo: 291.545

un rey con sentido social


Límites
Al norte con la carrera 38, al suroriente con el río Magdalena, al suroccidente con la
acera este de la avenida Murillo, y al sur con los límites del municipio de Soledad
El costurero de la seño Clementina
Historia
En su territorio alberga a algunos de los primeros barrios de la ciudad, como Rebolo.

El clan de los contadores milleros En muchos de los barrios de esta localidad, sus habitantes aún se orientan por el nom-
bre de las calles, carreras y callejones y no por el número de la nomenclatura moderna.
Aquí se encuentra el Estadio Moderno, cuna del fútbol de Barranquilla. No solo fue
el primer escenario deportivo de Barranquilla, sino del país, y, como tal, en él, el 7 de
El canto, remedio infalible agosto de 1922, se jugó el primer partido oficial de fútbol en Colombia, entre los Co-
lorados y los Azules.

“Caño de la luz” es llamada así también porque en el pasado una arrocera y aserraderos
cercanos les prendían fuego a cerros de virutas de aserrín y cascarilla de arroz para redu-
cirlas cenizas. A distancia se veía solo una “gran luz.”

Hace más de setenta años los terrenos de algunos de los barrios de esta localidad eran
fincas de ganado y de producción lechera.

122 123
Barrios
Alfonso López · 1 José Antonio Galán Los Laureles I Etapa Santa Helena
Atlántico La Alboraya · 5 Los Trupillos Simón Bolívar
Bella Arena La Chinita Moderno · 7 Tayrona
Boyacá La Luz Montes Universal I
Buenos Aires · 2 La Magdalena Pasadena Universal II
Chiquinquirá · 3 La Unión Primero de Mayo - Zona Ferry Villa Blanca
Ciudadela 20 de Julio · 4 La Victoria · 6 Rebolo Villa del Carmen
El Campito Las Dunas San José · 8
N
El Limón Las Nieves San Nicolás
El Milagro Las Palmas San Roque O E

Barrios compartidos con la localidad Suroccidente: 1,3, 8 S


Barrios compartidos con la localidad Metropolitana: 2, 4, 5, 6, 8
No registrado: 7

En esta localidad se puede encontrar:


Barrios / 37 CDI / 4 IED / 57
CAI / 7 Centros de Vida / 3 Parques / 41
Caminos / 2 Comisarías de familia / 1 Pasos / 11
Casas de Cultura / 20 Estaciones de policía / 2 Puntos Vive Digital / 3
Casas de Justicia / 1 Hospitales / 1 Universidades a tu Barrio / 5

Casas de cultura
Funcionan en instituciones educativas del Distrito, en fundaciones o en sedes comunitarias o propias.
1 Centro de Atención Superar La Unión Carrera 14 31-52
2 Centro de Educación Básica y Media nº 132 Universal Etapa I Calle 34B 2C-47
3 El Oasis Soledad Calle 10 41A-286
4 Fundación Senderos de Sabiduría Rebolo Calle 17 25-90
5 Fundaport La Luz Carrera 20 14-10 19
6 Hogar Infantil La Unión La Unión Carrera 14 35-24 11

7 IED El Campito Campito Calle 37C 8D-57


8 IED El Castillo de La Alboraya Alboraya Calle 41 8A-62 4
18
9 IED José Martí Simón Bolívar Calle 17 8B-05 5

10 IED La Magdalena La Magdalena Calle 41 7-07 12 6 1


13

11 IED La Presentación San Roque Calle 31 33-157 7 16 9


20
8
12 IED La Unión La Unión Calle 35B 14-10 17
10
13 IED Luis Carlos Galán La Chinita Calle 14 15-16 14
2
14 IED Marco Fidel Suárez Las Palmas Carrera 6B 36B-46
15
15 IED Octavio Paz Bellarena Carrera 1F 41B-05
Localidad
3

16 IED para el Desarrollo Humano María Cano Las Palmas Carrera 8G 35A-83
17 IED Rodolfo Llinás Riascos Las Palmas Calle 35 7B-40 Suroriente
18 IED San José San José Calle 39 21-10
19 Jardín Infantil Mi Pequeña Fantasía Chiquinquirá Carrera 35 42-41
20 Sede Nuevo Amanecer Cancha Techada Polideportivo Pasadena Carrera 7D 1 2A-56
124 125
Lisandro Polo:
un rey con sentido social

L
isandro Polo no necesita presentación en la escena musical barranquillera.
Es una de las figuras más visibles del grupo Tambó y un folclorista acucioso
con una amplia trayectoria en la gestión cultural. Ha frecuentado los fes-
tivales folclóricos habidos y por haber en la Costa Atlántica como partici-
pante y como jurado. Que hay un festival de gaitas en Oveja, allí está Lisandro. Que
falta poco para el Festival Nacional de Pito Atravesao en Morroa, espérenlo también
por esos lados. Para él, la pasión por la percusión fue algo genético. Muy probable-
mente si alguien acercara el rostro a un microscopio para ver el ADN de Lisandro
sentiría de inmediato que la pupila empieza a palpitarle como si siguiera el ritmo de
un tambor invisible.

–Yo llego a la música atendiendo un llamado de nuestros antepasados indígenas y


africanos –afirma Lisandro–, obedeciendo esa orden que nos dejaron nuestros ma-
yores de perpetuar su memoria. Eso fue, precisamente, lo que nos llevó a fundar
el Grupo Tambó, pues éramos un grupo de jóvenes preocupados por conservar la
tradición. Así que se nos dio por investigar, por ir a los pueblos a beber directamente
de la fuente. Viajamos por la Depresión Momposina, por las faldas de los Montes de
María, El Banco, Morroa y un largo etcétera.

Una de las gestiones más reconocidas de Lisandro, como director del Grupo Tambó,
ha sido la organización de la llamada Noche de Tambó, celebrada la víspera de la Ba-
talla de Flores, desde 1995, y considerada, hoy por hoy, el evento público de mayor
convocatoria popular durante los carnavales. En el 2015, por ejemplo, superando

126 127
el número de años anteriores, la Noche de Tambó lo- –Este ha sido un proceso bastante satisfactorio –dice Li-
gró reunir la exorbitante cifra de quince mil asistentes. sandro–. Muchos de los niños a los que yo les he dado
‘Que no Muera la Cumbia’ es el nombre de otro de los clase en Casas Distritales de Cultura, actualmente son
proyectos abanderados por Lisandro y el Grupo Tambó licenciados en música o intérpretes reconocidos de sus
en las escuelas de Barranquilla y del departamento. La respectivos instrumentos que han pasado por estudios
lista, por lo demás, sigue y sigue, aunque ninguno con de graduación. He estado en sectores subnormales,
tanta repercusión como la Noche de Tambó. como Los Tres Postes, El Bosque, La Chinita, Las Amé-
ricas. Sectores bravos con graves problemáticas de droga
–La Noche de Tambó nace para darle importancia al y delincuencia. Sin embargo, a través de las Casas Dis-
músico como actor del Carnaval –afirma Lisandro–. El tritales de Cultura, Dios me ha puesto en el camino de
músico es el alma del Carnaval, porque sin su presen- los niños y niñas que residen allí para transmitirles otra
cia nuestras máximas fiestas serían un sepelio lleno de visión de la vida a través del arte. Ese es el mayor premio
colores. Quisimos entonces ponerlo en primer plano, que se puede llevar uno con este programa.
reviviendo, de paso, las auténticas ruedas de cumbia,
que en Barranquilla habían desaparecido. Este año, la elección del Rey Momo del Carnaval de
Barranquilla 2016 estuvo bastante reñida. Se presen-
Desde hace doce años, Lisandro ha venido trabajan- taron veinte candidatos con hojas de vida impecables.
do como instructor de música en las Casas Distrita- Había de dónde escoger: directores de danzas, intér-
les de Cultura. Se ha paseado por todas las localidades pretes de disfraces emblemáticos, gestores culturales. El sin olvidarme de otras manifestaciones, como el teatro, –A mí me gustaría tener en mi coronación cien flaute-
de Barranquilla aleccionando a niños y jóvenes en los día en que se conocería la decisión de la Junta del Car- la danza, las letanías y todo lo que tenga que ver con ros, cien tamboreros, muchos niños y niñas bailarines.
tejemanejes del folclor. En ese proceso, ni siquiera las naval había gran expectativa en el medio. Finalmente, las artes. Sobre todo eso: niños y niñas, porque ellos son el futu-
madres que acompañan a los niños y niñas han esca- se anunció el nombre de Lisandro como Rey Momo ro de la sociedad, y el futuro es lo que se está haciendo
pado a los encantos de la cumbia. Llegan al comienzo del Carnaval 2016 y nadie tuvo argumentos para im- En ese sentido, los programas de las Casas Distritales ahora en las Casas Distritales de Cultura por construir
en plan de espectadoras, se quedan afuera del salón o pugnar la decisión. de Cultura y de la Escuela Distrital de Arte tendrán un tejido social. Ser Rey Momo es ser un agente de paz,
se repantigan en una silla mientras transcurren los en- espacio especial en el Carnaval de Barranquilla 2016, porque el Carnaval es el laboratorio de paz más grande
sayos, pero con el estímulo de Lisandro pasan a hacer –Este es el mayor honor que puede recibir un amante si bien en los carnavales de años anteriores también se del país: aquí no hay distingo de razas ni de clases so-
los coros de las canciones y luego ellas mismas salen al del folclor de nuestra tierra. Desde ya tengo pensado han hecho presentes en eventos como el desfile de La ciales. Aquí todos constituimos una sola familia.
frente y agarran las baquetas de la tambora. seguir dándole realce a la música tradicional; claro está, Guacherna y el Carnaval de los Niños.

128 129
El costurero de
la seño Clementina
Una cura contra la ansiedad

O
nilsa está desesperada. Faltan siete horas para que su hija regrese de
España, después de una ausencia de cinco años, y no ve el momento
en que pueda tenerla entre sus brazos. Se sirve un pocillo de café, en-
ciende el televisor y lo apaga al instante, mira involuntariamente el
reloj de pared preguntándose por qué rayos las manecillas no se mueven con una pri-
sa mayor para que esa bendita desazón desaparezca de una vez por todas, pero nada:
la impaciencia continúa marcando el compás como una gotera en el tejado. Entonces
a Onilsa, que tiene sesenta y cuatro años, se le enciende el bombillo. Y contrariando
los planes trazados desde por la mañana, echa dos bolas de hilo macramé en su bolso
de mano, alista su equipo de agujas y enfila hacia las clases de tejido que recibe en la
Casa Distrital de Cultura del barrio El Campito. Le basta cruzar la puerta del salón
de clases y tomar un lugar junto a sus compañeras para que la ansiedad desaparezca
como por ensalmo. Ya no se siente atormentada por el andar cansino del reloj. En
ese momento solo existe el presente. Y en el presente está ella sosteniendo la aguja de
tejer entre sus manos mientras la seño Clementina pasa por el puesto de cada mujer
resolviendo todo tipo de inquietudes.

–Cuando tejes tu mente se pone en blanco –dice Onilsa, embebida en el ancestral


oficio de las arañas–. He vendido algunas cosas que he tejido, pero la verdad es que
no tejo por eso. Tejo porque tejer me da tranquilidad. Es una especie de meditación;
por lo menos así lo veo yo.

130 131
llego a mi casa y quiero seguir tejiendo. Aquí nos diver- Yolanda Llanos tiene setenta y seis años. Durante bue-
Otras razones timos lo que usted no tiene idea. Eso sí, somos bastante na parte de su vida trabajó como conserje de un colegio
Como Onilsa, son varias las mujeres que acuden los tacañas, porque nunca hacemos la vaca para hacer un al lado de su esposo. Después vino el descanso prolon-
sábados a las clases de la seño Clementina en la Insti- compartir. gado. Algo sabía ella de tejido cuando alguien le habló
tución Educativa Distrital El Campito, aunque, dicho de las clases de la seño Clementina. Cuál no sería su
sea de paso, no por las mismas razones. Josefa Álvarez, Mirla Bolívar, de treinta y nueve años, ríe a mandíbula sorpresa cuando reconoció en la mujer que la recibió
por ejemplo, tiene cincuenta y dos años y vive de la batiente. Gloria tiene razón, dice, tejer es una manera en la sala de profesores de la Institución Educativa El
venta de artesanías. En el local que sostiene junto a su de salir de la rutina de los sábados. De lo contrario, Campito a la misma niña de once años que correteaba
madre, un hermano y un sobrino, puede conseguirse ¿qué supone que estaría haciendo ella en su casa en este por todo el colegio, a pesar de ser invidente.
desde un sombrero vueltiao hasta una mochila tejida. momento?. Pero, claro, no todo se limita a un simple
Previamente, había tomado clases de tejido con dos pasatiempo. Mirla (como el pájaro cantor) también –¡Señora Yolanda! –dijo la seño Clementina tomándole
agujas con el profesor Leonardo Prías en la localidad ha sabido sacarle un provecho económico a lo que ha las manos– ¡Cuánto tiempo sin saber nada de usted!
Norte Centro Histórico, pero ya lleva dos años en el aprendido, vendiendo ropita para bebés entre sus ve- –Lo mismo digo yo, Clementina. Qué digo Clementi-
taller de la seño Clementina. cinas y conocidas. De esa manera puede ayudarle a su na: seño Clementina.
compañero en la manutención de sus tres hijos.
–También recibo clases de bisutería por las mañanas La seño Clementina
en el Colegio El Castillo –dice Josefa–. Así que yo sí –Yo soy Martina Niño. Pero Niño sin niño, porque lo La seño Clementina perdió primero la visión del ojo
puedo decir que le he sacado el jugo al programa. El que tuve fue una niña –bromea una mujer de sesenta y izquierdo y luego la del derecho. Cuando era niña su
que no las aprovecha es porque no quiere. cinco años sentada cerca de la puerta. mamá le compraba vestidos tejidos y ella quiso apren-
der cómo se hacían. Sería en el Instituto Nacional para
El esposo de Gloria González, por su parte, no se cam- A Martina, dicen sus compañeras, le va muy bien ha- Ciegos, refiere, donde recibió sus primeras clases de
bia por nadie desde que ella frecuenta las clases de la ciendo ropa para bebés. El otro día fue invitada a llevar tejido. Después complementó su instrucción con una
seño Clementina. Por fin, dice, podrá su esposa darle un parte de su trabajo a una de las tantas muestras organi- profesora particular que jamás le pidió un solo peso
descanso a ese bendito televisor. Es que ya estaba bue- zadas por la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turis- a cambio. La seño Clementina también es abogada
En las Casas no. Siempre con el control remoto en la mano. Gloria, mo de Barranquilla. Martina, que no tenía muchas co- titulada de la Universidad del Atlántico, y se graduó

participan desde niños una mujer del interior de Colombia, de cuarenta y cinco sas que llevar, puso sobre la mesa unas botas diminutas. recientemente en teología. Pero, definitivamente, vibra
años, no para de reír mientras cuenta la historia. –Pero tuvo que guardarlas enseguida –dice la seño más con el tejido. Un amigo suyo, que también coordi-
hasta adultos mayores Clementina sin poder reprimir una sonora carcajada–, naba una localidad en las Casas Distritales de Cultura,
–Sí –dice Gloria–: tejer es una terapia. Uno llega aquí porque todo el mundo se las quería comprar y esas bo- la recomendó hace algunos años y allí se quedó. Hasta
y se olvida de todos sus problemas. Yo, por ejemplo, ticas las había tejido para su nieto. cuando Dios lo disponga, dice. Y así será.

132 133
El clan de los
contadores milleros

Q
uién sabe qué cosas en común pueden tener la música de millo y la
contaduría pública. De hecho, cuesta imaginar de entrada dos ocu-
paciones tan disímiles. Nadie imagina a un contador llegando a la
oficina con cotizas y sombrero vueltiao ni a un millero en una Bata-
lla de Flores vestido con mocasines y ropa de oficinista. La calculadora, amiga fiel del
contador, no puede dar lugar a equívocos: su veredicto debe ser exacto, inapelable.
La flauta de millo, en cambio, aunque maneja sus propias tonalidades, difícilmente
alcanza la afinación de los instrumentos temperados y se queda en el casi casi. La una
huele a fábrica; la otra a río. Por supuesto, cualquiera podría forzar el hallazgo de
similitudes (la música, como la contaduría, es matemática), pero, en esencia, se trata
de dos ocupaciones completamente diferentes.

Vaya, pues, a saber uno qué se traía el azar entre manos cuando reunió a cuatro
contadores de profesión en las clases de millo del profesor Sergio Zambrano. Tienta
creer que este le contó a aquel y aquel al otro, pero lo cierto es que no fue así. Cada
quien llegó por su propia cuenta, y ninguno se conocía con los demás. El caso más
curioso es el de Nubia Alba Herrera una mujer de cincuenta y cuatro años que asiste
a las clases del profesor Sergio desde hace ocho meses. Treinta años atrás, Nubia se
fue a probar suerte a los Estados Unidos. Las cosas le salieron tan bien que no solo
consiguió empleo al poco tiempo de haber llegado, sino que, de paso, pudo adquirir
la ciudadanía estadounidense. Sin embargo, Nubia regresaba a Barranquilla ocasio-
nalmente para reencontrarse con sus padres en el barrio Modelo. En el 2013, viajó

134 135
desde Nueva Jersey a gozarse los carnavales, sin saber cara que irán a poner sus amistades cuando la vean ale- A pesar de que tiene músicos entre sus parientes, Ed- Mendoza sobre lo que es la música del Carnaval. Du-
que estaba a punto de contraer una fiebre –benigna, grando el desfile. Para eso ensaya tan duro, para poder gardo Moya, contador público de cincuenta y nueve rante dieciocho años seguidos, Iveth hizo parte de una
por cierto– de la que no ha podido curarse hasta el vivir ese momento, aunque sea una vez, una sola vez años, admite no haber tocado nunca un instrumento cumbiamba y recorrió los desfiles más importantes de
momento. en la vida. musical. Pero un día fue a la Institución Educativa El las fiestas locales. Pero, debido a su trabajo como con-
Campito a recibir el boletín de su nieto, y el profesor tadora pública, se fue alejando de la cumbiamba. Se
–Fue en la Noche de Tambó –recuerda Nubia–. A mí Lo más parecido a un grupo musical del que hubiera Salazar, encargado de hacer el enlace entre el colegio y conformaba con ver los ensayos de pasada cuando re-
siempre me había gustado la flauta de millo, pero nun- hecho parte alguna vez Miriam Sanabria Marín, era –si la Secretaría de Cultura, le habló de las clases ofrecidas gresaba del trabajo y a saludar rápidamente a sus anti-
ca la había escuchado como ese día. El sonido me pa- es que cuenta– la banda de guerra del colegio en la que por las Casas Distritales de Cultura, y él no dudó en guos compañeros de parranda. Nada más. Este año una
reció tan alegre, tan bonito, que en ese momento me enarbolaba la batuta. De allá para acá, números y más inclinarse por la de instrumentos de viento. amiga le habló de los programas de Casas Distritales de
dije que tenía que aprender a tocarla como fuera. Así números en la pantalla de su calculadora. A Miriam Cultura, e Iveth se inscribió de una vez en la clase de
que llegué hasta donde estaba un muchachito vestido siempre le gustó la música, pero su trabajo como con- –Apenas estoy empezando y no me ha sido fácil. Sin vientos del profesor Sergio Zambrano.
de cumbiambero y le pregunté cómo había hecho para tadora pública en la Corporación Country Club no le embargo, el profesor Sergio ha sido bastante pacien-
aprender. Entonces escuché hablar por primera vez de daba tiempo para otra cosa que no fueran los deberes te con nosotros. Ese apoyo ha sido fundamental para –Tengo cuarenta y cinco años y jamás en mi vida había
los programas de las Casas Distritales de Cultura. de la oficina. Después llegaron los hijos y el cerco de que uno siga adelante y no deje el proyecto tirado por tocado la gaita ni la flauta de millo. Pero esto no es de
compromisos se fue cerrando. Sin embargo, una vez la mitad. De pronto hasta termina siendo mentira – edad; es de corazón. Me gusta porque son los instru-
Llorada la muerte de Joselito con puñados de maice- recibida su pensión por treinta y dos años de trabajo agrega bromeando– eso que dicen por ahí de que “loro mentos que nos dejaron nuestros antepasados aboríge-
na y ríos de aguardiente, Nubia regresó a los Estados ininterrumpido, Miriam, que está próxima a cumplir viejo no aprende a hablar”. nes. Y porque es algo que te hace bailar, porque cuando
Unidos. Sin embargo, un año después estuvo de vuelta sesenta años, resolvió ingresar a las clases de música de suena una flauta de millo hasta los muertos se paran a
en su ciudad natal y entonces sí empezó a tomar lec- las Casas Distritales de Cultura. Tú no puedes venir a echarle cuento a Iveth Muñoz bailar. Dígame usted si no es así.
ciones intensivas de millo: los jueves con el profesor
Sergio Zambrano, los sábados con el profesor Joaquín –He tomado clases de percusión folclórica, guitarra y
Pérez, y como si fuera poco, reforzaba lo aprendido con piano, además de instrumentos de viento. Tengo todos
las clases particulares impartidas por el mismo mucha- esos instrumentos en mi casa, además de una guitarra
Cuando me pensioné no hacía otra cosa en mi casa
chito que se había encontrado aquella vez en la rueda eléctrica, pero el año que viene tengo pensado com-
de cumbia. Por eso no tiene nada de raro escuchar el prarme un clarinete. Aprendí, incluso, a hacer décimas, que ver televisión, pero ahora lo que he aprendido
alarido de su flauta cuando alguien pasa en cualquier y le enseñé a mi nieto de cuatro años a tocar la tambo-
con los profesores y las personas que he conocido
momento por la casa de sus padres. Es que nada más ra. Cuando me pensioné no hacía otra cosa en mi casa
se pinta en una Batalla de Flores sacándole melodías que ver televisión, pero ahora lo que he aprendido con me han ayudado a llenar ese vacío
a su flauta de millo mientras los bailarines de cumbia los profesores y las personas que he conocido me han
gritan el ¡uepajé! a voz en cuello. Nada más imagina la ayudado a llenar ese vacío.

136 137
El canto, remedio infalible
Querer es poder

D
iana Serna estaba recibiendo una clase de estudios bíblicos en la sala
de su casa, de parte de una pareja de testigos de Jehová cuando le pre-
guntaron, a propósito de los planes que Dios tiene con cada uno de
nosotros, qué era lo que más le gustaba hacer.
–Cantar –respondió.
–¿Y nunca has pensado en tomar clases de canto?
Por supuesto que lo había pensado, dijo Diana, pero el problema era que sus padres
no ganaban el dinero suficiente para pagarle las clases a un profesor.
–Eso no es ningún problema –le dijeron–. Para eso están las Casas Distritales de
Cultura.

Diana no tenía la menor idea del asunto, pero una de sus interlocutoras le comentó
que se trataba de un programa gratuito financiado por la Secretaría de Cultura, Patri-
monio y Turismo de Barranquilla, y que en el barrio Simón Bolívar, a escasos veinte
minutos de donde ella vivía, se daban clases los sábados por la mañana. Esa misma
semana, acompañada por su madre, Diana fue al Colegio José Martí y se inscribió en
clases de guitarra, si bien no tardó en darse cuenta de que eso no era lo suyo por lo
que recaló en las clases de técnica vocal.

138 139
En un principio, solo le gustaba la música romántica. recorrer cortas distancias dentro de la casa apoyándose
Pero un día la chica que cantaba con el grupo de mú- en las paredes, o en una silla de ruedas cuando debe
sica folclórica no pudo asistir a una presentación en el salir a ensayos o presentaciones. Entonces pliega su silla
Teatro Amira de la Rosa, y el profesor Lisandro Polo le de ruedas y sube a un bicicoche. Sin la ayuda de los
pidió a Diana que la reemplazara. La cosa gustó tanto compañeros que la esperan a la entrada del colegio, su
al público y a los muchachos del grupo que a partir de permanencia en el taller habría sido imposible.
ese momento Diana empezó un proceso de descubri- –Nosotros en las clases somos como hermanos –dice
miento y reconciliación con sus raíces a través de su Diana–. Apenas llego al colegio todo el mundo es “Dia-
vinculación al grupo de música folclórica. nita por aquí, Dianita por allá”. Yo les digo cuando los
veo: “Ah, no. Si no es de besitos mejor no me saluden”.
–Los sábados soy muy romántica –dice–. Me gusta Casimiro Pérez, profesor de guitarra del colegio José
cantar temas de Magneto y de Ax. Pero los domingos Martí, admira la pasión de Diana por el canto. Lisan-
sí me vuelvo folclórica –y aquí no pudo evitar sonreír–. dro Polo aplaude su optimismo, pues tiene una sonrisa
Me gusta la música de Irene Martínez, de Petrona y de en el rostro que contagia a los demás. Con todo, la
Totó la Momposina. Te voy a cantar un pedazo de un asistencia de Diana a los talleres está condicionada a
tema de Totó: su estado de su salud. Hay semanas en que todo anda
bien, y asiste asiduamente a clases. Y hay semanas en
En la playa blanca las que los dolores del cuerpo hacen impensable cual-
De arena caliente (bis) quier desplazamiento. En esos casos, comenta su ma-
Hay rumor de cumbia dre, las llamadas de sus compañeros son fundamentales
Y olor a aguardiente (bis). para que no se le caiga el ánimo.

Cuando Diana tenía tres años, su pie izquierdo se puso El canto, dice Diana, es la vida misma. Cantar le per- tender que un artista no es solamente el que pinta un un colegio y que no pudo pegar el ojo en toda la noche
enorme, y los médicos decidieron amputárselo para mite expresarse, ser ella. La gente del barrio la busca cuadro o toca un instrumento, sino el que puede hacer por la mamadera de gallo que tenían sus compañeros
salvarle la vida. Se le había diagnosticado síndrome para que cante en los quinceañeros y, aunque no le den de su vida una obra de arte. de cuarto. Su mayor aspiración es llegar lo más lejos
de Proteus, extraña enfermedad que provoca un cre- dinero a cambio, a ella eso la tiene sin cuidado. Como posible con el canto, que las salas a donde llegue a pre-
cimiento desordenado de huesos y piel. La patología estamos en vacaciones, no ve la hora en que vuelvan Adora las presentaciones, sobre todo si son fuera de la sentarse estén llenas a más no poder y que los aplausos
es tan inusual que son contados los casos en el mundo a reanudarse las clases. Los fines de semana no son lo ciudad. La más memorable fue una que tuvo junto a tarden en desvanecerse cuando ella se acerque al centro
desde su descubrimiento en 1979. Además, sufre es- mismo, desde que se clausuraron. Gracias al programa, sus compañeros en un festival folclórico en Guacama- del escenario para inclinar la espalda hacia adelante en
coliosis, hipertrofia y elefantiasis. Así que solo puede reconoce, ha podido mejorar su técnica de canto y en- yal. Recuerda con una carcajada que los instalaron en señal de reverencia.

140 141
Localidad Norte Centro Histórico Localidad Suroccidente N
Mapa de las
1 Biblioteca Piloto Parque Cultural del Caribe 1 Biblioteca LaPaz
2 Fundación Nace una Estrella 2 Biblioteca Popular La Manga O E

Casas Distritales
3 IED Artística y Cultural Alejandro Obregón 3 Casa de la Juventud Ciudad Modesto
S
4 IED Brisas del Río 4 Centro de Vida

de Cultura
5 IED Codeba 5 Colegio Fe y Alegría Pinar del Río
6 IED El Paraíso 6 Fundación Los Querubines de Jesús
7 IED para el Desarrollo Humano y Cultural del Caribe 7 IED Betsabé Espinosa
8 IED Pestalozzi 8 IED Hilda Muñoz
2
9 IED Técnico de Comercio Barranquilla 9 IED Inocencio Chinca Inedich 1
5
10 Sede Comunal Fundaport 10 IED Javier Sánchez
11 IED Juan Acosta Solera 3
7
12 IED La Libertad 6
Localidad Riomar 13 IED Las Malvinas
4
1 Casa Distrital de Cultura Las Flores 14 IED Lestonnac
2 Colegio Libertador Simón Bolívar 15 IED Los Pinos
16 IED Manuel Elkin Patarroyo 6
3 IED Eduardo Santos
4 IED Inedissa Sede A 17 IED Meira del Mar
5 IED Las Flores 18 IED para el Desarrollo del Talento Humano
7
6 IED Pies Descalzos 19 IED Salvador Entrega
7 IED San Vicente de Paul 20 ED Sofía Camargo de Lleras 8
21 Villas de San Pablo
5 3
2
Localidad Metropolitana
1 Casa de La Juventud Localidad Suroriente 1 4

2 Centro Educativo Jaipris 1 Centro de Atención Superar 9


10
3 Fundación Infancia Feliz 2 Centro de Educación Básica y Media nº 132
3 El Oasis 7 12 19
4 Fundación Sembrando Sonrisa 16 18
8 15 11
5 Hogar Infantil La Victoria 4 Fundación Senderos de Sabiduría 11
2
5 Fundaport 9
6 IED de Carrizal 10 19 20
7 IED Despertar del Sur 6 Hogar Infantil La Unión 5 1
3 6 4
8 IED Gabriel García Márquez 7 IED El Campito 4
8 18
9 IED Germán Vargas Cantillo 8 IED El Castillo de La Alboraya 21 17 17 5

10 IED Jesús de Nazaret 9 IED José Martí 13


13 14 5 12 6 1
11 IED Jesús Misericordioso 10 IED La Magdalena 13
1 7 16 9
11 IED La Presentación 10 20
12 IED Jorge Robledo Ortiz 8
13 IED La Victoria 12 IED La Unión 17
10
13 IED Luis Carlos Galán 14
14 IED Las Granjas 7
14 IED Marco Fidel Suárez 6 2 2
15 IED Pablo Neruda 16
16 IED Simón Bolívar 15 IED Octavio Paz 11 15
16 IED para el Desarrollo Humano María Cano 4 3
17 IED Santo Domingo de Guzmán 15
17 IED Rodolfo Llinás Riascos 3
14 12
18 IED San José 9
19 Jardín Infantil Mi Pequeña Fantasía
20 Sede Nuevo Amanecer Cancha Techada

142 143
Agradecimientos especiales 12 Ayllen Virginia Cuello Gutiérrez
13 Baltasar Sosa Noguera
45 Gonzalo García Barrios
46 Harol Germán Pérez Tovar
78 Malka Irina Vizcaíno Vargas
79 Marays Mercedes Alsina Vargas
El programa de las Casas Distritales de Cultura ha sido 14 Billyb Yoel Ponce Pallares 47 Haroldo Varela Gómez 80 Marco José De Ávila Arrieta
posible gracias al compromiso, dedicación y entusiasmo 15 Brayan Lozano Guzmán 48 Heydy Esther Mercado Pérez 81 María Claudia Pérez Millán
del personal docente y administrativo integrado por: 16 César David Rodríguez Orozco 49 Hugo del Cristo Contreras Acosta 82 María Concepción Cervantes Castillo
17 Charles Enrique De Moya Lara 50 Indhira Rosa Dávila Ávila 83 Mariano Enrique Brito Bermejo
18 Clara Nivis Cáceres Julio 51 Jair de Jesús Avendaño Figueroa 84 Maribel Sierra Ortiz
Coordinadores 19 Claudio Rafael De La Cruz Mozo 52 Jairo Libardo Cisneros De La Rosa 85 Martha de Jesús Cañas Daking
• Angélica María Galván Garcés 20 Clementina Llanos Ramos 53 Javier Enrique Urina Cantillo 86 Matilde Herrera Hernández
Localidad Riomar 21 Dairo Efrén Barriosnuevo Marín 54 Javier Jesús Jiménez García 87 Mazal Ady Blanco Labouz
• Marta Cecilia Primo Soto 22 Daneida Rosio Ortega Valera 55 Jazmín Esther More Bustillo 88 Mery Esther Sánchez de Gámez
Localidad Suroccidente 23 Deisy Suárez Gamero 56 Jenny María Moreno López 89 Miguel Enrique Nisperuza Palma
• Valeria María Criales Henao 24 Deivis Rafael Márquez Pérez 57 Jhony Castilla Ortega 90 Mylis Eliana Colón Olivero
Artes y Oficios 25 Delia Osiris Guzmán de Arellana 58 Joan Manuel Yépez Ojeda 91 Nidia Alicia Lozano de Rodríguez
• Wendy Mesa Orozco 26 Diana Carolina Roncancio Acendra 59 Joaquín Jacob Pérez Arzuza 92 Pedro José Toscano Cantillo
Localidad Metropolitana 27 Diana María Naraina Medrano 60 Jonathan Kevin De los Reyes Manotas 93 Reymers Roberto Rocha Gómez
• William Alfonso González 28 Diego Armando Aguirre Maldonado 61 Jorge Luis Ávila Murillo 94 Ruby Stella Bolaño Vargas
Localidad Suroriente 29 Domingo Salvador Cuello Gutiérrez 62 Jorge Luis Domínguez Orozco 95 Ruth Mary Benítez Salom
• Yennifer Bernal Lucas 30 Donny Peter Pinedo Romo 63 José Gabriel Serrano Naraina 96 Samuel De La Hoz Arias
Localidad Norte Centro Histórico 31 Eder Luis Hernández Martínez 64 José Luis Bayona Noño 97 Sergio Enrique Zambrano De León
32 Edilberto Alejandro Benítez Tordecillo 65 José Miguel Pérez Cáceres 98 Sindy Karina Floriam Carrascal
Profesores 33 Edwin Jairo Álvarez Barrios 66 José Santiago Blanco Durán 99 Sonny Eduardo Toloza Romero
1 Abel José Martínez Bolaño 34 Elba Mercedes González De La Torre 67 Juan Camilo Carranza Martínez 100 Soraya Esneider Varela Ortega
2 Adolfo León Coll Castro 35 Eliana Niebles Obredor 68 Juan Francisco Cantillo Carrillo 101 Viviana Margarita Martínez Mojica
3 Adriana Carolina Castro Betancur 36 Elías de Jesús Peñalosa García 69 Julián Martínez Villalba 102 Walter José Uribe Cervantes
4 Alberto Escobar Ospino 37 Enrique Carlos Acosta Moreno 70 Leonardo Andrés Prías 103 Yeison de Jesús Vargas Caraballo
5 Álvaro Gómez Angulo 38 Enrique del Carmen Madera Niño 71 Leopoldo Alfredo Machuca Valeta 104 Yilda Esther Fruto Marimón
6 Amparo Gertrudis Madero de Castillo 39 Esmeiro Díaz Meléndez 72 Leticia Cáceres Herrera 105 Yina Núñez Vente
7 Andrés Francisco Bohórquez Noriega 40 Esther Cecilia Píñeres Herrera 73 Lina Margarita Babilonia Herrera 106 Yolanda Paulina Palacio Pertuz
8 Angélica María Herrera Miranda 41 Fabio Elmo Duarte Mass 74 Lisandro Antonio Polo Rodríguez 107 Zamara Arias Rodríguez
9 Aracely Esther Guerrero Pertuz 42 Fernando Elías Beltrán Soto 75 Luis Alberto Hernández Vergara 108 Zulay Patricia Martínez Vides
10 Armando Rafael Arjona Varela 43 Gabriel de Jesús Vélez Martínez 76 Luis Yacet Charris De Ávila 109 Zulma María Ramos de Peña
11 Arnulfo Martínez Tejeda 44 Genol Enrique De La Hoz Blanquicet 77 Luvis del Socorro Vergara Sáenz

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Barranquilla
Distrito Especial, Industrial y Portuario
Colombia
Año 2015
150

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