Está en la página 1de 5

“Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria de los miserables,

aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres”


Bertolt Brecht

En Colombia decir que la guerra no ha alcanzado sus objetivos, o que no hay un consenso sobre los
orígenes de la misma, sus causas y el hecho de que se haya mantenido durante más de 50 años;
parecen argumentos facilistas para uno de los capítulos más trágicos de la vida política y social del
país que todavía no hemos podido cerrar. Sin embargo la aceptación de estas premisas por parte
de los principales actores del conflicto, siendo el Estado Colombiano, su Subordinación Estratégica
a Estado Unidos desde mediados del siglo XX, y la guerrilla de las FARC, ha constituido un paso
fundamental e histórico hacia una negociación que hoy por hoy parece ser un hecho en el
pergamino.

Por lo tanto, indicar que los conflictos colombianos pueden rastrearse hasta la época de la
Conquista, es remontarse demasiado atrás en el tiempo. Pero sí es relevante saber que en el siglo
XIX y hasta los primeros años del XX hubo unos niveles muy intensos de violencia fratricida que
marcaron el futuro de Colombia, con decenas de miles de muertos. En esta etapa se deciden
aspectos centrales de nuestra historia: el modelo capitalista en desarrollo, el carácter de nuestras
instituciones estatales, las relaciones inter-partidistas, los límites del reformismo, los grupos de
poder, el sentido moderno de la política y la cultura, los rasgos constitutivos de la cultura política y
ciertos imaginarios de nuestras identidades culturales.

Al analizar las causas este conflicto armado en nuestro país, así como las variables que lo han
prolongado y el impacto que ha tenido sobre la población civil, es importante reconocer que
Estados Unidos no es una mera influencia externa, sino un actor directo del conflicto y que a pesar
de que su participación sea minimizada por un carácter encubierto, resulta evidente su relación
con Colombia, desigual y asimétrica que se asume como una subordinación estratégica más que
pragmática.

Sin embargo, no hay un acuerdo generalizado sobre el período exacto del inicio del actual conflicto
armado, a pesar de ser el conflicto interno más antiguo del hemisferio occidental por más de
cinco décadas, el Dr. Sergio de Zubiría, en su informe a la Comisión Histórica del Conflicto y sus
Víctimas, considera que la protogénesis del conflicto armado en Colombia, corresponde al
período entre 1929/30 y 1957/1958, y otros comisionados como Darío Fajardo, Javier Giraldo y
Julio Estrada coinciden en afirmar que en la década del 20 se dieron los primeros enfrentamientos
violentos a raíz de la lucha por la tierra, la cual también constituye un problema fundamental del
conflicto y quizá el más sobresaliente. De igual manera hay quienes colocan el inicio del mismo a
finales del Frente Nacional e incluso a principios de la década del 80 con el auge del narcotráfico.

Entre las tendencias históricas de la política exterior colombiana, la cercanía a los Estados Unidos
es, sin duda, una de las más destacadas. Desde la perdida de Panamá, Colombia ha buscado
satisfacer sus objetivos diplomáticos principalmente por medio de la asociación con el país del
norte, que además de ser un receptor entusiasta de las decisiones políticas estadounidenses, las
interacciones de nuestro país con el resto del mundo han estado fuertemente mediadas por sus
vínculos con Washington. Colombia constituye un ejemplo singular de "intervención por
invitación" en América Latina en donde el mismo gobierno ha liderado una estrategia de intensa
asociación con la potencia que ha tenido como objetivo principal la injerencia de Estados Unidos
en la crisis interna del país, durante el períodos presidenciales de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe
se intensificó la asociación colombiana con Estados Unidos, pues se solicitó la intromisión de ese
país en asuntos domésticos relacionados con la lucha antidrogas y contrainsurgente.

En ese sentido, contrainsurgencia y subversión fueron inherentes al orden social capitalista


imperante en nuestro país. Si la subversión asumió también la expresión de la rebelión armada,
ello se explica esencialmente por las condiciones histórico-concretas de constitución y
reproducción de ese orden social.

La tierra, es quizá el mayor punto de encuentro sobre cuál ha sido la causa más significativa de
este conflicto. Entre los diferentes enfoques de los comisionados, Darío Fajardo (Comisión
Histórica del Conflicto y sus Víctimas), coloca el factor agrario como “desencadenante” de los
enfrentamientos entre el Estado y las guerrillas. Por su parte el padre Javier Giraldo, partiendo de
un enfoque que comprende el conflicto “dentro de la tradición jurídica del derecho a la rebelión”,
coloca el problema de la tierra como eje fundamental para entender el conflicto, “ya que la
tenencia de la misma está directamente relacionada con tres necesidades básicas, vivienda,
alimentación y trabajo/ingreso”. En la medida que el Estado falla en garantizar dichas necesidades,
legitima el derecho a la rebelión de los ciudadanos que, siendo llevado a su punto máximo, explica
el surgimiento de la insurgencia.

Desafortunadamente Colombia es un país extremadamente excluyente. Basta una mirada


desprevenida a los listados de desigualdad para darse cuenta que en cuanto a ingresos, tierras,
servicios estatales y muchas otras estadísticas las brechas son enormes. No es extraño entonces
que la exclusión haya sido una de las causas más citadas del conflicto. Pero la realidad es más
compleja que eso. La desigualdad no necesariamente causa insubordinación, mucho menos una
insubordinación violenta. No hace falta citar otros casos, en la misma Colombia proliferan
sociedades muy desiguales que han resistido el paso del tiempo con muy poca violencia. Se
necesitaron entonces otras causas y otras variables para que en Colombia surgiera un conflicto
armado; El capitalismo es otra causa explicativa señalada por varios expertos, entre ellos Víctor
Moncayo (Profesor emérito de la Universidad Nacional), quien sostiene que la lucha de clases
derivada de la imposición de un orden capitalista engendra conflictos sociales profundos que para
Colombia significaron el surgimiento de los ejércitos insurgentes.

Luego de que cuando triunfa la Revolución Cubana en 1959, el objetivo claro de Estados Unidos
fue impedir que una situación similar se presentara en algún otro país de América Latina. Eran los
tiempos de la Guerra Fría y el fantasma del comunismo o de otras expresiones de izquierda
rondaba por el continente. En diversas naciones fueron surgiendo grupos armados con el objetivo
de la toma del poder, desde México a la Patagonia, y en Washington se extremaron los esfuerzos
para impedir una segunda Cuba en América Latina. Es decir, La justificación para que Washington
fuera un permanente aliado de los gobiernos colombianos era su propia política exterior
claramente en contravía con la expansión del comunismo, de ahí la política de subordinación, las
intervenciones militares y las estrategias de contra-insurgencia que se han evidenciado e
incrementado más y más a lo largo de los años.

Ahora bien, a mediados de los años 70 mientras se desarrollaba esta alianza entre EEUU y
Colombia, fue surgiendo otro escenario desencadenante de violencia en nuestro país que es se
convierte en uno de los métodos de financiación de las guerrillas, el narcotráfico; pues en esa
década, en distintas regiones de Colombia se fueron formando carteles del narcotráfico, que se
volvieron cada vez más lesivos para la seguridad ciudadana y para la economía norteamericana.
Hay quienes colocan al narcotráfico como el “factor de mayor mutación del conflicto”, no solo
porque financió a los movimientos insurgentes y contrainsurgentes, sino porque además permeó
las esferas del Estado. En ese sentido se considera destacable el afianzamiento de las políticas
neoliberales durante la década de los 90, que debilitaron considerablemente al campesinado
propiciando que este se volcara a la criminalidad mediante la siembra de cultivos ilícitos y bajo el
control de paramilitares y guerrilleros

Las múltiples causas y la persistencia del conflicto han tenido impactos cuantitativos y cualitativos
en la población a lo largo del tiempo. Cada vez afecta más dimensiones de la totalidad social y la
intensidad de sus manifestaciones se han ido incrementando durante los años. Al lado de los
procesos de victimización, se han presentado efectos como: instauración de la violencia como
representación de lo político y lo social, lo que en los primeros años del siglo XX, se le conoció
como contra insurgencia nativa (un periodo de represión de las protestas sociales y destrucción de
movimientos políticos de izquierda que aún se mantiene), incremento del autoritarismo,
degradación de los fundamentos morales de la acción política, crisis de legitimidad del sistema
político y electoral, deslegitimación de la justicia y las fuerzas armadas, negación de la democracia
social y política, eliminación de los proyectos políticos alternativos, entre otras.

En todo caso es importante mencionar que el factor de las “fallas geológicas” del Estado, ya que el
conjunto de la debilidad institucional, la falta de pluralismo político y el auge de la
contrainsurgencia, generó una desconfianza entre el Estado y la guerrilla que hasta el día de hoy
ha truncado 11 procesos de paz.

Tras varios gobiernos igualmente subordinados a la potencia mundial, se abrió camino otro
momento clave de la historia reciente: la era Pastrana y su accidentado proceso de paz en la
región del Caguán (Caquetá). Para esa época, 1998, ya Colombia vivía una situación nefasta. Las
guerrillas, especialmente las FARC-EP ejercían un poder que les permitía grandes ataques a
unidades militares, mientras el paramilitarismo, asociado con el narcotráfico, dejaba un rastro de
barbarie sin nombre. Andrés Pastrana se la jugó por la paz y al mismo tiempo que ordenó el
despeje militar de 42.000 kilómetros cuadrados para adelantar diálogos de paz con la insurgencia,
interesó al gobierno de los Estados Unidos para que apoyara la iniciativa. Pero luego de ciertos
sucesos que atentaban contra ese proceso de paz que adelantaba el gobierno vigente, se enfrían
las negociaciones y EEUU en lugar de apoyar ese deteriorado proceso de paz, priorizan la puesta
en marcha del “Plan Colombia” en el que se aprueba por parte del gobierno estadounidense una
ayuda superior a 800 millones de dólares para fortalecer a las Fuerzas Militares Colombianas en
su lucha contra el narcotráfico y la insurgencia, que termina por convertirse tras el fracaso del
proceso de paz en el Caguan, en un blindaje para la Fuerza Pública en Colombia. Cuando concluye
la era de Pastrana y llega la época de la Seguridad Democrática del actual Senador Álvaro Uribe
Vélez, Estados Unidos pasaba por un atentado terrorista con las Torres Gemelas y es cuando
cambia la identidad de sus enemigos a sus políticas exteriores y la amenaza comunista de los años
60 o el narcotraficante de los 80 de Colombia, se reeditaba con nuevos frentes de intervención.

De cualquier manera, el gobierno de Uribe alcanza los mayores niveles de sumisión a Estados
Unidos, que se evidencia cuando autoriza siete bases militares que se instauran en nuestro país,
además de permitirse acceso al espacio marítimo y aéreo a embarcaciones y aviones de Estados
Unidos; se les exime del pago de impuestos y derechos de aduana, sin mencionar que se les
concede impunidad al personal estadounidense ante crímenes cometidos por fuera del servicio.
En este sentido, el abandono del lenguaje de la paz y su reemplazo con un fuerte discurso
antiterrorista por parte del gobierno Uribe permitió corregir las incompatibilidades, por lo menos
formales, que habían existido entre el marcado contenido militar del Plan Colombia y la realización
de un proceso de paz con las FARC por parte de la administración Pastrana. Este acercamiento
entre los discursos, objetivos y estrategias de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos se
reflejó en un primer momento en una aplicación más enérgica de la "guerra contra las drogas" en
el plano interno y una alineación con Washington en su "guerra contra el terrorismo" a nivel
internacional. Ambas posturas reflejaron la convicción de que Estados Unidos era un aliado
indispensable y que la relación "especial" con éste debía cultivarse por todos los medios posibles.

Se reconocen entonces algunos factores que desencadenan más de cinco décadas de violencia y
grupos insurgentes, narcotráfico y paramilitarismo; la herencia de La Violencia, desigualdad
agraria creada a través de la asignación política de los derechos de propiedad, exclusiones
institucionales del campesinado por debajo del nivel del régimen político, dinámicas centrífugas y
bloqueadoras dentro del sistema político, y la reapertura del acceso a la provisión privada de la
seguridad. Básicamente estos grupos paramilitares y guerrilleros se mantuvieron durante el
tiempo dado que se concentraron en la persistencia; sus patrones de violencia de contra los
civiles, la masiva provisión privada de la seguridad, la articulación de ésta a orientaciones
estratégicas de agencias nacionales, y articulación densa entre actores legales e ilegales dentro del
sistema político trae consecuencias que para el país son devastadoras.

En definitiva, el texto que nos comparte el Historiador y Profesor de la Universidad Nacional y


ganador del premio El Libertador concedido en Venezuela en el año 2008, el Sr. Renan Vega
Cantor; sobre “Dimensión Internacional del Conflicto Social y Armado en Colombia, Injerencia de
Estados Unido, Contrainsurgencia y Terrorismo de Estado”, es uno de los escritos con mayor
profundidad que se ha escrito frente al tema y uno de los más sobresalientes.
Durante el texto mencionado anteriormente y la precaria síntesis que se realiza en este escrito, se
evidencia como Estados Unidos a pesar de alcanzar una alianza que se ha mantenido por décadas
con Colombia y que en ciertos sentidos les ha favorecido, hoy dicha alianza estratégica ha
perjudicado a las mayorías sociales en nuestro país. Los estados colombianos se han lucrado por
los préstamos y las ayudas militares, por tal motivo han subordinado a toda una nación y
mantenido una dependencia incondicional, mientras que los estados unidos controlan diversos
aspectos de la sociedad y política colombiana.

Los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos de las últimas siete décadas han sido responsables
directos de la perpetuación del conflicto armado en Colombia, en la medida en que han
promovido la contrainsurgencia en todas sus manifestaciones, estimulado y armado a las Fuerzas
Armadas con sus métodos despóticos para minimizar a los “enemigos internos”. Esas políticas
contrainsurgentes en pro del anti-comunismo; han ocasionado la desaparición de movimientos
sociales y sindicales, partidos políticos como la Unión Patriótica y candidatos presidenciales en la
época del Bogotazo, sin mencionar los millones de campesinos que han sido víctimas de la
violencia y despojados de sus tierras, la destrucción económica de económica de los mismos y a la
vez de los indígenas en diversos lugares de Colombia.

También podría gustarte