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ACLARACIONES DE SPINOZA SOBRE LOS SERES VIVOS EN EL COSMOS

Chapter · February 2019

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César Albornoz
Central University of Ecuador
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ACLARACIONES DE SPINOZA SOBRE LOS SERES
VIVOS EN EL COSMOS

A pesar de su panteísmo y de no negar la existencia de vida racional en otros mundos, el


filósofo holandés Baruch Spinoza (1632─1677) en su Ética claramente da a entender
que, hasta su tiempo, de lo que se sabe, los únicos seres racionales que se conocen son los
humanos. Al menos él, uno de los intelectuales mejor enterados de su tiempo, no ha
sabido de visitas de extraterrestres, ni siquiera de los divinos, fenómenos a los que califica
de supersticiones y producto de la ignorancia. Es más, afirma que no hay indicios de otros
seres dotados de alma en la naturaleza, que, como los humanos, podamos disponer de ella
a nuestra conveniencia:

Fuera de los hombres, no conocemos en la naturaleza ninguna cosa singular de cuya


alma podamos gozar, uniéndola a nosotros por la amistad o por algún otro género de
asociación. Por ello, no exige la regla de nuestra utilidad propia que conservemos todo

1
lo que hay en la naturaleza, aparte de los hombres, pues tal regla nos enseña, bien a
conservarlo para usos diversos, bien a destruirlo o adaptarlo a nuestras conveniencias de
cualquier manera.1

En su obra clásica, además, califica lapidariamente a muchos de los teólogos, los


charlatanes de su época, calificación que podría hacerse extensiva para los de todos los
tiempos: «quien investiga las verdaderas causas de los milagros, y procura, tocante a las
cosas naturales, entenderlas como sabio, y no admirarlas como necio, sea considerado
hereje e impío, y proclamado tal por
aquellos a quien el vulgo adora como
intérpretes de la naturaleza y de los dioses.
Porque ellos saben que, suprimida la
ignorancia, se suprime la estúpida
admiración, esto es, se les quita el único
medio que tienen de argumentar y de
preservar su autoridad.»2
Es mucho más directo y frontal en su
polémico Tratado teológico–político
─publicado anónimamente en 1670 por
temor a las represalias de todas las iglesias
que le combatían─ en contra de los
argumentos tomados de la Biblia, que muchos de los ufólogos actuales, convierten en
“testimonios” irrefutables de las supuestas visitas de extraterrestres a nuestro planeta.
Espinosa ─como prefieren escribir su nombre los españoles en su afán de rescatarlo como
pensador de sus raíces culturales─ anticipándose a los malos usos de las leyendas bíblicas
que podrían darse en el futuro, aclara que esas visitas celestiales y otros fenómenos
sobrenaturales no son más que simples representaciones imaginarias. Pero mejor que él
mismo nos explique:

Pues es indudable que en la Escritura se han dado y tenido por reales puras
representaciones imaginarias, como por ejemplo, que Dios (el ser en sí) bajase del cielo;
que el Sinaí humease, porque Dios bajase a él envuelto en vivo fuego; que Elías subió al
cielo en un carro de fuego y con caballos encendidos. Estas cosas no pasan de ser
representaciones imaginarias adecuadas al pensamiento del que las narra, que, en efecto,
las describe tal y como las vio, y juzgándolas como reales.3

1
Baruch de Espinosa, Etica, Editora Nacional, segunda edición, Madrid, 1979, p.346.
2
Ibíd., p. 100.
3
Baruch Spinoza, Tratado teológico – político, Ediciones Orbis S.A., Barcelona, 1985, p. 90.

2
Allí también se refiere a la
dificultad que tienen los teólogos
para entender la esencia de lo divino
que, en su criterio, lo han logrado los
filósofos que se esfuerzan por
comprender las cosas por nociones
claras y no por milagros, los que
hacen consistir la verdadera
felicidad solamente en la virtud y
tranquilidad espiritual; y, finalmente,
los que quieren obedecer a la
naturaleza y no violentarla ni
imponerse a ella, porque ellos, dice,
«saben perfectamente que Dios la dirige según las leyes universales y no según las
especiales de la naturaleza humana; en una palabra, que Dios es no solamente el Dios
del género humano, sino el de toda la naturaleza.»4
En su estudio Principios de filosofía de Descartes demostrados según el método
geométrico, al exponer las bases racionales del entendimiento del mundo en que
vivimos y entender la naturaleza de las plantas y del hombre, es decir de los seres vivos,
sugiere que es necesario encontrar unos principios muy simples y fáciles de conocer,
«de suerte que demostremos que de ellos, a modo de ciertas semillas, pudieron surgir
los astros y la tierra y, finalmente, cuantas cosas descubrimos en este mundo visible,
aunque no sepamos jamás si han surgido realmente».5 Así llega a la conclusión que todo
lo existente está constituido por la misma sustancia: «la materia ─dice─ es indefinida y
que es una y la misma en el cielo y en la tierra». 6 En esa materia, explica más adelante,
«no hay nada más que estructuras y operaciones mecánicas». 7 Y llega a su panteísmo de
Deus sive natura ─Dios o naturaleza─ que tanto influenció en la filosofía alemana:
todos los cuerpos del universo están dotados de vida no sólo aquellos en que el alma y

4
Ibíd., p. 87.
5
Spinoza, Tratado de la reforma del entendimiento/ Principios de la filosofía de Descartes
/Pensamientos metafísicos, Alianza Editorial, Madrid, 1988, pp.222-223.
6
Ibíd., p. 225.
7
Ibíd., p. 260.

3
el cuerpo están unidos, porque de ello resultaría que únicamente los hombres y los
brutos la tendrían, en tanto que las almas y Dios, no.
A la gran pregunta de todos los tiempos ¿qué es la vida y que es la vida en
Dios? responde: «nosotros entendemos por vida la fuerza por las que las cosas
perseveran en su ser. Y como esa fuerza es distinta de las cosas mismas, decimos con
propiedad que las cosas tienen vida».8

8
Ibíd., p. 261.

4
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