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A principios de año, varios testimonios dijeron haber sido víctimas de abusos sexuales, entre los

años 72-99, cuando eran menores de edad. Apuntaban como responsable al monje Andreu M.
Soler, quien fue responsable del grupo de escoltas de la abadía de Montserrat durante más de 30
años.

Ante esta situación, el actual abad de Montserrat constituyó una comisión para estudiar
exhaustivamente lo sucedido. Los resultados de dicha comisión, hechos públicos por la propia
abadía, confirman que Soler cometió los abusos por los que fue denunciado y lo califican de
“depredador sexual”. Además, a raíz de esta investigación, dos nuevos casos de abusos, este caso
en la escolanía, han sido destapados.

La actuación de la abadía ante lo sucedido ha sido clara: ha apoyado a la víctimas, les ha pedido
perdón en nombre de la institución por la actuación anterior y además ha decidido nombrar un
“delegado de protecció de menors”, cargo que hasta ahora no existía, y que será desarrollado por
un profesional externo al centro. Esta nueva medida pretende ayudar a prevenir, evitar y actuar con
mayor eficacia en caso de que algo sucediera.

Realizar una investigación cuando hay sospechas, en vez de tratar de ocultar o justificar lo sucedido,
contribuye a limpiar las instituciones de los peores abusadores y les demuestra a la víctimas que no
están solas y que denunciar sirve también para que lo que ellas han padecido no les suceda a otras
personas. Por el contrario, la falta de investigaciones, sobre todo cuando hay “rumores”, no quiere
decir que nada suceda, simplemente que la institución no está actuando, poniéndose así del lado
de los acusadores y no del lado de las víctimas. Porque como dijo XXX si no eres parte de la
solución, eres parte del problema.

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