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ADICTOS A LA INTERNET.
En 2012 Australia fue el primer país en añadir la adicción a Internet a su Manual
de Psiquiatría. En la Argentina, las consultas sobre esta patología comenzaron a
inicios del milenio, en plena época de cibercafé y Counter Strike, y crecieron en los
últimos cinco años. “Como toda adicción, Internet puede ser el detonante de otros
problemas (depresión, ansiedad, ludopatía). El uso excesivo puede vincularse con
la calma de un malestar. Alivia, pero después vuelve el malestar y entonces se
genera la tolerancia: necesito aumentar el uso para lograr el mismo efecto”,
explica Laura Jurkowski directora de un centro argentino especializado en este
tipo de ciberdependencia.
Además cada edad tiene sus propios riesgos. Los principales inconvenientes de
los chicos son generados por los juegos y el cyberbullying. En la adolescencia
crece la dependencia de las redes sociales. En los adultos, se suman la
pornografía y el casino virtual.
En los últimos años, dos servicios en auge aportaron su grano de arena. En primer
lugar los smartphones hacen que el acceso Internet esté permanentemente
disponible. A toda hora y en todo lugar, el mundo está a un clic de distancia. Uno
de los trastornos más recientes es el de los crackberries, personas que revisan
cerca de 400 veces por día sus mensajes en el celular. El otro factor lo
representan las redes sociales, que posibilitan el intercambio instantáneo de
mensajes.
Más allá de los números, el índice de dependencia no lo dan las horas frente a las
pantallas. En realidad, la culpa y la impotencia trazan la frontera entre el uso y la
adicción. Según Jurkowski, “la línea se cruza cuando uno es consciente de los
problemas causados por Internet en la familia, en el trabajo y en la escuela, pero
no puede hacer nada para modificar la situación”.