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Al introducir la creatividad en la ecuación, todo cambia.

Por ejemplo, ¿qué hay de divertido en pasar horas sirviendo alcohol


a una panda de borrachos nocturnos?
Pues si ves la película Cocktail cambiarás de idea. Tan pronto como
el personaje interpretado por Tom Cruise aprende los trucos de la
coctelería acrobática o flairing, la cosa se pone tan divertida como
glamurosa.
Y todo se basa en mantener tu cerebro enganchado con un nivel
de reto óptimo para él.
Como ya dijimos previamente, ¿cuál es el problema de tantos trabajos
alienantes? Que nos infrautilizan. Nos obligan a realizar actividades
para las cuales estamos sobrecapacitados.
¿El truco? Busca formas de aumentar el reto.
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¿Te queda claro que darlo todo es más divertido que quedarte
a medias?
Por eso, si te quieres:
No anhelarás menos problemas, sino más habilidades
para enfrentarte a ellos.
Y entenderás lo que ya te dijimos páginas atrás:
Que la felicidad está en el proceso, en el esfuerzo. Y que
la ley del mínimo esfuerzo desemboca inexorablemente
en la mínima felicidad.
Desmotivator: ¡Qué rollazo de gente!
Distractator: Sí, ¿te has fijado? Sólo saben hablar de
trabajo.
Tu Mejor Tú: No os equivoquéis.
Hablamos de la vida.
De hecho, en el amor y la amistad se aplica exactamente el mismo
principio:
Como amante, pide más de ti de lo que puede pedirte tu
pareja. Como padre o como madre, espera más de ti de
lo que puedan esperar tus hijos. Etcétera.
Excusator: Ya, claro… ¿Y si mi pareja es un déspota?
Mario Luna: Cambia de pareja.
Desmotivator: ¿Y si mi hijo es un poco cabronazo?
Tu Mejor Tú: Cambia de hijo.
Es coña. Edúcalo, joder. Que hay que explicártelo todo.
Lo que está claro es que vas a ser tu propio jefe, a exigirte más de
lo que ninguna persona razonable te exigiría y echar toda la carne
en el asador.
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Eso facilitará el estado de flujo. Hará las cosas más entretenidas y
estimulantes a corto plazo. Pero también a la larga.
Porque:
Cuando persigues la excelencia en todo lo que haces, tu
vida comienza a ser interesante.
Empiezan a pasar cosas.
Aquellos músculos que creías que no existían comienzan a asomar
la cabecita. Como un caracol tras

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