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Mujeres y educaciéa supecioe ea el Oldxico det siglo XIX ~ Syc2 Arranque de un proceso. @ ia. Ma. de Lourdes Alvarado,(CESU-UNAM) Con la colaboracién de Elizabeth Becerril Guzman. Los prolegémenos La integraci6n de las mujeres al estudio y ejercicio de las, carreras liberales €? en México no fue tarea cil. Como en otras partes del mundo, este proceso impli largo tiempo y, sobre eee todo, el pujanteesfuergo de una minoria para enfrentar la serie fu aH UNE de prejuicios que durante siglos impidieron el avane intelectual Selim Las catsrsinasd — y profesional de este sexo. En nuestro pais fue hasta bien avancado este siglo cuando las mexicanas irtumpieron de manera significativa en las aulas universitarias. Sin embargo, los antecedentes de esta especie de conquiste elas profesiones "masculinas" se remontan a las postrimerias del XIX, cuando un reducido grupo de ‘mujeres, "contra viento y marea” logré abrirse paso en las escuelas superiores =? de aquella época. Con ello, no sélo dieron la primera batalla contra quienes temian que su entrada al mundo cultural ylaboral raseulino rompiera el "equilibrio”existente, sino que su ejemplo contribuyé a abrir la brecha por Ia que habrian de transitarlas nuevas generaciones. Tales fueron los casos de Matilde Montoya, Columba Rivera, Guadalupe Sancher, Soledad Regules, Ma, Asunci6n Sandoval de Zarco y Dolores Rubio Avila, cuyas dificiles trayectorias aca ieas€! representan un hito en ls historia cultural del pais. El retraso con que se inicié y desarrollé dicho proceso no se debié a circunstaneias easuales 0 aisladas; fue consecueneia directa de la concepeidn socio-cultural vigente que, bajo reglas mas implicitas que explicitas, impidié el acceso de las mujeres a la educaci6n superior formal. Un ejemplo representativo de esta corriente de pensamiento es JOSE DAZ COVARRUBIAS, a cargo del Ministerio de Justicia ¢ Instruccién Pablica€®! hacia mediados de los setenta de la pasada centuria y franco partidario dela modernizacién det sistema educativo, Desde su punto de vista, la educacién femenina no debfa orientarse hacia las carreras profesionales, pues consideraba que atin no existfan las condiciones necesarias para compartir con ese sexo “ia alta direccion de la inteligencia y de la actividad”. Prueba de ello, decia, era la naturalidad con que ellas ‘mismas asumfan dicha situaein, al abstenerse de tomar parte en "las funciones sociales de los hombres, no obstante que con excepeién de las costumbres, nada les prohiiria hacerlo on muchas de las esferas de la actividad varonil”. Por tanto, concluia el politico yescritor de manera por demas simplista, dos eran las, razones del rettaimiento profesional del "bello sexo": su "organizacién fisiol6giea” y su tradicional "lugar en sociedad’, jnicio muy a tono con su tiempo y con el que se justificaba la continuidad del statu quo. n efecto, de acuerdo con las leyes de Instruecién Publica de 1867 y 1869, no existian impedimentos formales que prohibieran a las mexicanas matricularse en la Escuela Nacional Preparatoria y, una vez, acreditados dichos estudios, optar por alguna de las escuelas profesionales =" existentes. Aquel plantel nunca se defini6 como exclasivamente masculino sien sus primeros afios de vida funciond como ta, fe debido ala presion social yal peso de la tradicion, abiertamente en contra de la presencia femenina en dominios varoniles. Ello explica la posicin de Diaz Covarrubias, pues cuando publie6 su obra sobre la instruceién piblica en México (1875), las mujeres continuaban excluidas de las aulas preparatorianas. No _____ seria sino hasta las siguientes décadas cuando ese sexo se atrevi6 a franquear las trincheras de la instruceién superior. En contraste, desde las esferas oficial y privada, se impulsé el acceso femenino a la carrera magisterial, al punto que, hacia finales de siglo, la matricula de la Escuela Normal de Profesoras era bastante superior ala registrada en la Normal de Profesores, no obstante los diversos incentivos ofrecidos a los varones para que se sumaran a las filas del magisterio, Entre los argumentos esgrimidos para justificar tal politica destaca la conviecién de esta generacidn en la supuesta capacidad innata de las mujeres para las tareas educativas, para el cuidado moral y material de la tsigie Sniffer; "a todo prefieren esto, afirmaba Sierra, para nada son mis spa Cheese aptas"! Ghipe de nia: y mass, pa CESU-AN UMADE, fond ‘Tal estereotipo venia com anillo al dedo a la clase dirigente, enfrentada a la urgente necesidad de educara un pueblo mayoritariamente analfabeta, tarea para Ja que se requerian mentores mejor preparados que los improvisados de otros tiempos. También, aunque con serias cortapisas, habia interés por preparar a las mujeres de clase media, para que, en caso necesario, pudieran ganarse la vida dignamente y para ello nada mejor que el magisterio, actividad que encajaba ala perfeecién con el esquema ideolégico y simbélico de la sociedad porfiista, En el proceso de "feminizacién€2 de la carrera magisterial también se observan intereses de orden econdmico, pues las profesoras recibfan sueldos mas bajes que North, "cuszsr'* | sus compaiieros varones, lo que redundaba en un attactivo ahiorro para las | Finanzas plilieas, Diaz Covarrubias reconocfa que las jovenes egresodas de las Tiocierieirtrercts escuelas normales resultaban "mas baratas”y redituables que sts eolegas del sexo ‘24 opuesto, ya que ademés de recibir sueldos més bajos que éstos, por las cualidades de su earacter y por falta de otras opciones laborales, se entregaban en forma més completa y prolongada al servicio de sus escuelas, KE Si bien esta fue la principal tendencia oficial en favor de la edueacién femenina, no todos las acciones gubernamentales se ajustaron fielmente a dicho esquema. A raiz de la promulgacion, dela Ley de Instruccién Pablica de 1867, en las esferas del poder se observa cierto interés por abrir el abanico formativo de las mujeres. Expresién de esta preocupacién fue el establecimiento de la Escuela Secundaria para personas del sexo femenino, cuyas metas no se redujeron a formar profesoras de educacion elemental o a capacitar a las alumnas para el desempefio de algiin oficio, como pretendié hacerse en la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres. La Secundaria femenina, contempordnea a la Nacional Preparatoria, tuvo intenciones més amplias. Ademais de moralizat alas altmnas y darles "ocupacién en sociedad”, pretendia "proporcionarles los conocimientos generales que las pongan al tanto de los adelantos dela época." B Como la consabida falta de recursos impidi6 que la fundacién de la escuela normal, prometida por el ‘codigo del 67, se hiciera realidad, la Secundatia y la Escuela Nacional Preparatoria debieron suplir tales funciones. Con este fin incluyeron en sus respectivos planes de estudio la asignatura de "métodos de enserianza comparados" para los alumnos 0 alumnas, segiin fuera el caso, que desearan dedicarse al magisterio, Pero las pretensiones iniciales de sendas instituciones iban mis alld de ese objetivo, de ahi la denominacién de Secundaria de Nifias y no el de Normal de Profesoras con que pudo haberse identificado al plantel femenino si esta hubiera sido su inteneién vertebral. Al menos en teoria, pues su inauguracién tuvo que esperar dos afios, la creacién de la Secundaria represent6 el primer intento oficial, a nivel nacional, de otorgar a las mexicanas una cultura “superior”, cuyo plan de estudios llegé a incluir materias cientificas inexistentes en algin otro establecimiento educativo para mujeres. Sin embargo, en la prictica las cosas fueron muy distintas y pese a las expectativas de sus fundadores, las metas iniciales de la Secundaria cedieron ante la demanda social. Desde sus primeros aiios de vida, ésta se perfilé como un "semillero” de maestras, hasta que, por decreto del 4 de junio de 1888, quedd definitivamente convertida en la Escuela Normal de Profesoras. N¥ Como expresara Ezequiel A. Chavez al referirse a la Secundaria, su caracter hfbrido, la heterogeneidad de los conocimientos que impattia, "tenian ‘que dispersar las enery evitando se concentrara en la formacién del profesorado todo el esfuerzo. material, intelectual y pecuniario”. Estas deficiencias explican su transformacién en normal y el abandono de su caracter inicial como escuela de estudios secundarios o "superiores". Sin embargo, la importancia que la Secundaria de Nifias Heg6 a tener fue tal que, cuando en abril de 1881, Justo Sierra presenté ante la Camara su "Proyecto de creacion de una universidad”, la incluyé entre las eseuelas constitutivas de dicha institueién, otorgandole igual jerarquia que al resto de los planteles nacionales y de los que habrian de crearse para dicho efecto. MY Para evitar cualquier duda al respecto, el politico precisaba que las mujeres tendrian derecho a cursar “todas las clases de las escuelas profesionales, obteniendo al fin de la carrera diplomas especiales de la escuela Normal y de Altos Estudios”. Afiadia que en esta tiltimo plantel, ‘considerado por el futuro secretario de Instrueei6n Paiblica como pindculo de los estudios universitarios, las mexicanas podrfan obtener los mismos titulos que los varones, lo que equival inusitado reconocimiento de la capacidad intelectual y profesional del sexo opuesto, Sibien este primer proyecto universitario no tuvo eco en los medios politicos e intelectuales, muestra la disposicién de un sector por promover la superacién educativa de las mexicanas. Pero la transformacin de la Secundaria de Nifias en Normal de Profesoras no liquids las posibilidades femeninas de cursar otro tipo de estudios superiores e incluso alguna carrera profesional, como empez6 a suceder hacia mediados de los ochenta. Paulatinamente, las mujeres fueron reivindicando su derecho a estudiar en la Nacional Preparatoria, Un acercamiento ala "Seccién Inscripeiones” del Fondo Escuela Nacional Preparatoria arroja datos de interés al respeeto. Hasta donde tenemos noticias, fue a partir de los ‘ochenta cuando arribaron las primeras alumnas a dicho plantel. Matilde Montoya encabeza el listado de preparatorianas en 1882, N' seguida un afio después (1883) por Luz Bonequi, ¥ Concepeién Morales y Dolores Morales (1883), aunque de estas ditimas, probablemente hermanas, iimicamente se conocen los certificados de instruccién primaria y de buena conducta que presentaron a la direccién de la escuela, pero ‘no consta que fueran aceptadas. NW Del 84 y por una nota hemerografica se conoce el nombre de Guadalupe Castafiares, a quien siguié un pequefo grupo, eonformado por Herlinda e Ignacia Garcia, Paz, Gomez y Carmen Sastré, cuyos nombres aparecen a partir del 85, NI mientras que Francisca Parra, Ynés Vazquez, Maria Sandoval, Maria Najera y Herlinda Rangel fueron inscritas entre 87 y 89. Con excepcidn de Luz Bonequi, matriculada en telegraffa, Paz, Gémez, cuyo destino profesional no fue anotado con claridad, Guadalupe Castaiiares citada por El Tiempo debido a su aetivismo politico y las hermanas Morales, cl resto de las alumnas-9 en total- coinciden en su interés por la medicina. BE Entre 1891 y 1900 el niimero de preparatorianas aumenté considerablemente. Hasta el momento hemos localizado un total de 58 jovenes inscritas, originarias de distintas regiones de la repiblica mas dos extranjeras, una cubana (Sara de la Rosa Vézquez) y otra norteamericana (Irene Oliendorf). Tenian caricter “numerario” aquellas que habfan aprobado todas las materias del curso anterior, “supernumerario" las que adeudaban alguna asignatura o no habfan presentado completa la documentacién requerida por la ireccién del plantel, y "oyentes”, las que simultaneamente estaban inseritas en alguna otra escuela oficial y completaban su formacion asistiendo a alguna edtedra en San Idefonso. Tales fueron los easos de Candelaria Manzano, de la Escuela Nacional de Bellas Artes! y Ma. de Jestis Martinez o Etelvina R. Osorio del Conservatorio Nacional. sorprendente para la época fue la presencia de una viuda de 32 afios de edad, quien solicitaba inseripeién para el primer curso semestral de estudios preparatorios,/ seguramente conveneida de la necesidad de mejorar su preparaci6n, asi como la de Maria Jiménez de Muiioz, bastante mas joven (22 afios) y casada. FE De acuerdo con la informacién disponible, la mayor parte de las alumnas sélo permanecié6 uno 0 dos afios en a escuela, pero hubo otras mas perseverantes como Maria Alvarez (1892-1896), Ana Ma. Barrera, (1801-04), N Blena Carrera (1895-1900), Juana Davalos (1891-1895), Luz Coyro (1894-97), 8 Juana Diaz (1896-1903), NS Asuncidn Walker (1896-1901) y Gudelia Fernéndez (1897-1900), quien al terminar sus estudios, obtuvo el "certificado general para medicina",N’ 9 también quienes, al completar el ciclo preparatorio, lograron matricularse en una de las escuelas superiores y cursar una carrera profesional. Entre estas tiltimas destacan Maria Sandoval, alumna de la Preparatoria de 1887 a 1891; §¥ Eloisa Santoyo de 1800 a 1895, Guadalupe Sénchez, de 1890 a 94 My Soledad de Régules de 1896 a 1899, Mia primera inscrita posteriormente en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y las tres iitimas en la de Medicina, Aunque no en todos los casos, la documentacién consultada refleja las preferencias profesionales de estas primeras © preparatorianas. De un total de 72 alumnas localizadas en las ultimas dos décadas del siglo pasado, 33 se inclinaban por la medicina, siete por farmacia, dos pretendian llegar a ser abogadas, una mis notaria, otra de ellas manifestaba particular interés por la ingenieria y s6lo dos por la telegrafia. ®¥ Del resto, 20 no precisan alguna preferencia diseiplinaria, la vocacién de una mis es legible, 3 eran oyentes adscritas a otra institucién y dos més silo se conoeen por sus estudios previos No obstante que tanto estas j6venes como sus familiares representaban al grupo mas progresista de la comtnidad, reproducfan Ios patrones culturales predominantes y precisamente era el drea de la salud la que garantizaba mayor aceptacién social, tanto por la larga tradicién femenina en este campo (enfermeras y parteras), como por la identificacion entre el estereotipo femenino vigente y as aptitudes que se adjudicaban al desempefio profesional de la medicina, FU Prueba de ello son algunos eseritos de la prensa liberal que colaboraban a “aireat” el tema y a flexibilizar la rigida posicidn de la ciudadania. Desde inicios de los setenta y en tono critico, El Monitor Republicano se referia a la reaccién de los estudiantes de medicina "de algunos lugares de Inglaterra” ante la creciente presencia femenina en sus respectivos establecimientos. Para el articulista, el motivo de fondo que animaba alos ineonformes era el temor a perder parte de su clientela potencial,™¥ denuncia que ademés de informar sobre el hecho, invitaba a la reflexién peo desde el entorno mexicano. El mismo cotidiano, s6lo que varios afios después, publicaba algunas cifras interesantes sobre la aficién femenina por los estudios médicos; de tun total de 114 alumnas inseritas en la Escuela de Medicina de Paris, 12 eran francesas, 1 americana, 8 inglesas, 1 austriaca, 1 griega, 1 turca y 90 rusas. M! Un rotativo mas mencionaba que de los 139 estudiantes de mediina de la Universidad de Zurich, el 70% eran mujeres, las que no dejaban duda alguna de su empeno y capacidad. Pero, segtin el escrito, era en Japén donde "el feminismo” hacia mayores progresos; gracias al movimiento eneabezado por la séfiora Hayotamo, mujer de un antiguo ministro, se habfan formado cuatro importantes sociedades "para la elevacién y cultura de la mujer desde el punto de vista moral, intelectual, fisico y social”. NE Fue también a través de la prensa como la sociedad porfirista se enter6 de las vicisitudes que Matilde ‘Montoya tuvo que enfrentar para acreditar, mediante exdmenes extraordinarios, los estudios preparatorios ¥continuar con los de medicina hasta convertirse en la primera médica titulada. Asimismo, se ocupé de difundir las conquistas académicas de algunas mexicanas en el extranjero, como Laura Mantec6n de Gonailez, esposa del expresidente de la Repiblica, Manuel Gonzalez, quien obtuvo el titulo de doctora en medicina en una universidad norteamericanalt 0 el dela "Srita, Toral”, quien una vez terminados los studios médicos en Cincinatti, se proponfa retomar a su pais para ejercer la profesién. Aunque se trataba de casos aislados, este tipo de informacion contribufa a la discusién ptiblica del tema y, aunque entamente, a modificar los arraigados patrones culturales de las sociedad ) mexicana. Pauilatinamente surgian nuevas voces en favor de la incorporacién femeniina a la Preparatoria, El Correo de las Doce, por ejemplo, tomaba partido en favor de Matilde Montoya, quien -opinaba- habia sido injustamente evaluada por neiseo Rivas, profesor de légica, no obstante que la alumna habia dado suficientes muestras de “ilustraci6n y talento”, N' El Diario del Hogar invitaba ala poblacién femenina que deseara alcanzar "mayor honra y provecho" a seguir eLejemplo de la primera médica, opinién a la que se sumaba El Correo de las Doce, el que responsabilizaba a algunos empleados y funcionarios del gobierno de Ja escasa presencia femenina en las institueiones de educacién media y superior. Eran ellos -acusaba el articulista-, los que "prevalidos de su posicién social en los establecimiontos de ensefianza secundaria procuran estorbar el ingreso [de] las as i508 jOvenes'", tal y como recientemente habia acontecido al negarseles inscripeién en UAH tnvaa, el plantela "varias jévenes de intachable reputacién ¥ notorias aptitudes ¢ Payal & Chie? intelectuales”. Prejuicios tales, conclufa el escrito, representaban una verdadera aberracién. Conforme pasaba el tiempo, la mujeres se atrevieron a incursionar en las disciplinas tradicionalmente rascillinas; de ah las tres eandidatas a seguir estudios de Derecho y la primera aspirante a la carrera de Ingenieria. A esta toma simbélica de las aula prepratorianas seguiria la conquista de las profesiones iberales€2!, mucho més dificil quizés por la carga de intereses que, desde diversas posiciones y niveles, se oponia a redefinir las areas de accién femeninas y masculinas. Pese a ello, fue en las postrimerias del siglo XIXy en la primera década del XX cuando surgieron las pioneras de este nivel educativo en México. I"Abriendo brecha” Hacia mediados de los ochenta del siglo pasado, se present un hecho significativo en el émbito cultural del pais. Los dias 24 v'25 de agosto de 1887 tuvo lugar en la Escuela Nacional de Medicina el examen profesional de Matilde Montoya, quien tras enfrentar toda clase de obstculos, logré concluir los estudios superiores y responder con "entereza, sangre fria y aplomo” IN’ a las preguntas de los sinodales. El hecho revestin particular importancia pues rompia tna barrera de siglos y contribuia a modificar las representaciones de género tradicionales. No casualmente la eseritora Laureana Wright deseribia a la médica como una auténtica heroina, quien "a fuerza de constancia habia logrado vencer a la envidia y dominar a la cien igiada autora -Concepci6n Gimeno de Flaquer- la definia como libertadora de su género y conquistadora del progreso. MB mientras otra pre Por supuesto, Matilde Montoya no fue el sinico caso; aunque en niimero reducido, otras j6venes seguirian su ejemplo, conformando la primera generacion de profesionistas mexicanas. Si bien predominan las médicas, también hubo algunas odont6logas, una abogada y una egresada de la Escuela Nacional de Ingenieros. Dentro del primer grupo, ademas de Montoya, estin Columba Rivera, quien presenté el examen profesional de médica cirujana y obstetra en 1900, Guadalupe Sanchez en 1903, Soledad de Régules Iglesias ‘en 1907 Antonia Urstia en 1908, Rosario Martinez fue un caso especial, pues aunque terminé sus estudios en noviembre de 1906, no se recibié sino varios aftos después (1911). Pero el nfimero de alumnas debio ser ‘mayor, slo que, posiblemente, no todas pudieron concluir la carrera; segiin Milada Bazant, hacia 1900, la Escuela de Medicina contaba con 18 alumnas de un total de 356 estudiantes, ME aunque es probable que en dicha cifra, la autora incluyera a las estudiantes de obstetricia, earrera que atraia a mayor niimero de ‘mujeres, putes para obtener el titulo respeetivo sélo se exigia haber cursado la primaria superior y dos afios de estudios en la Eseuela de Medicina. Basta recordar que tinicamente en 1903, se graduaron 7 nuevas parteras: Francisca Garcia, Adela Vaca Vda. de Mata, Rosario Rojas, Natalia Lamadrid, Francisea Campos, Isabel Pereda de Ruiz y Maria E. Ramirez, Nv Las primeras candidatas a la earrera de medicina contaron con la simpatia y el apoyo econémico de las autoridades educativas y gubernamentales. Al decir del Hogar, Matilde Montoya habia arrancado sus estudios méclicos en Puebla, pero el presidente Diaz la invit6 a finalizarlos en la capital de la reptiblica, pues consideraba que nada més justo ni mejor que la primera doctora mexicana se titulara en esta ciudad. N Con posterioridad y gracias a su travectoria aeadémica, cont con el auxilio de Joaquin Baranda, secretario de Justicia e Instrucciéa Pablica, a quien ella misma calificara como "mi bondadoso protector”™ y que en todo momento la ayud6 a "vencer las dificultades que encontraba”. Por su parte, el gobierno federal le concedié una mensualidad de $40 y los gobernadores de Morelos, Hidalgo, Puebla y Oaxaca hicieron lo propio, al sefialarle "pequefias pero utilisimas pensiones". SI Los casos de Columba Rivera y Guadalupe Sanchez son semejantes; a la primera se le asigné wna subvencién mensual de $15 a fo largo de sus carrera (1894-1900), mientras que esta dltima obtuvo $20 durante sus estudios preparatorios y $15 en los profesionales, siempre en atenci6n al resultado de sus evaluaciones. Aunque Soledad Régulles parece haber disfrutado de una condicion economica mas cémoda, también goz6 del apoyo oficial. Tras finalizar los cursos de la Nacional Preparatoria en 1900 y de radicar wn aiio en Europa, inicié la carrera de medicina, en cuya dltima parte recibi6 $30 al mes; una vez titulada, la Secretaria de Instruecién Piiblica le otorg6 una beea para realizar estudios de posgrado en el extranjero, posiblemente la primera mexicana que lleg6 a este nivel escolar: La Secretaria de Instrucci6n Pablica y Bellas Artes, sabedora del aprovechamiento y dela condueta intachable de la nueva doctora, acordé pensionarla para que por espacio de dos afios viva en Europa y se perfeccione all en la carrera cuyo titulo acaba de adquiri. La seftorita Régules marcharé a Paris, probablemente dentro de poco tiempo, y alli concurrir& a las linicas de hospitales famosos o de médicos renombrados, pues no le faltarin recomendaciones eficaces para lograr aproximarse a las celebridades cientificas de aquel centro universitario del saber. NB Ala par que estas pioneras de la medlicina, pcan jévenes mis decides que se atrevieron a ineursionar en éreas del conocimiento consideradas como exchusivamente maseulinas. Egresada de la Nacional Prepariora, Marla SandoyaFGupsslycnera-deabogada entre 1852 y 1897, durante lo cual disfruto de una pensién mensual péte-“fomento de sus estudios", no obstante que en alguna ocasi6n sus calificaciones fueron inferiores #1as exigidas alos y las alumnas becadas. Incluso, recibié $45 para “expensar los gastos de recepcién en dicha escuela”, lo que muestra la disposicién oficial favorable hacia las estudiantes. Sin embargo, esta "simpatia" no dio lugar a un trato de excepei6n; en términos generales, las faturas profesionistas se atuvieron a las mismas reglas que sus eompafieros v, si oeasionalmente gozaron de algiin beneficio, fe dentro de lo estipulado por la legislacin y a préctica escolar, © El examen profesional de Maria Sandoval (julio de 1898) atrajo el interés de la prensa. El Impareial ademés de referirse a su corta edad, que "apenas ocultara unos 22 afios de edad’ y a su agradable presencia, subrayaba el acierto y precision de sus respuestas, prueba -decia- de los “profundos conocimientos que ha dquitido en derecho”. De acuerdo con algunos abogados asistentes al acto latesis profesional de la joven cra "una verdadera pieza juridica”, reflejo del brillante papel que habia hecho durante su praictica como pasante, en la que destacaba particular mente el juicio en que Sandoval logré demostrar la inocencia de una mujer acusada de asesinato. El Mundo aprovechaba el "inusitado acto” para atacar "la doctrina antifeminista’, partidaria de la di sexual del trabajo y apoyar el valor de estas primeras profesionistas, cuyo empuje le resulta digno de ejemplo, pues les permitia emanciparse de la tutela masculina, bastarse a s{ mismas y procurarse, mediante elestudio y el trabajo, una posieién digna y medios para subsistit. En tono realista observaba que "Ia mujer come igual que el hombre" y, como él, debia de estar suficientemente preparada para enfrentarse a la vida: Por eso, cuando una Matilde Montoya o una Marfa Asuncién Sandoval se sobreponen a esas preocupaciones, estudian, pasan exaimenes y conquistan un titulo profesional, las aplaudimos, Jas felicitamos, y las consideramos como los apéstoles y las precursoras de la rehabilitacién de la mujer". Otro escritor atraido por el tena fue "Juvenal”, quien en el Monitor Republicano comentaba la novedosa presencia de algunas alumnas en la Escuela de Jurisprudencia, futuras abogadas que fungirian como jueces, magistrados o representantes del Ministerio Paiblico y que por su capacidad intelectual y “sexto sentido” atemorizaban a sus colegas del sexo opuesto. Lo importante, decia, es que “en nuestra patria, la mujer ya ocupa la tribuna, ya diserta, ya perora; iquien quita que andando el tiempo la veamos en los escaiios del Congreso predicando en contra de la reeleccién!"I Aunque no queda claro si en el escrito de Juvenal predomina el temor o gusto por el avanee femenino, lo cierto es que, poco a poco, la opinién piblica se iba acostumbrando a la ereciente partieipacion de las mexicanas en cuestiones de caricter pibtico. © La profesora Dolores Correa Zapata, representativa de la vanguardia intelectual ¥ profesfonal que a través de la revista La Mujer Mexicana luchaba por la superacidn femenina, era bast&nte fais critica. Lejos de coneretarse a celebrat los méritos de la primera abogada, cuestionaba a suycontefpordneos con una pregunta dificil de contestar: épor qué en un pais de 12 millones de habitajttes, de los cuales siete millones eran mujeres, sélo habia una abogada? Correa Zapata aprovechaba la trayectoria académica de Maria Sandoval para denunciar las mitiples dificultades que impedian el desarvollo profesional de las mexicanas, pero -aclaraba-, no para perderse en “initiles lamentaciones’, sino para que su experiencia y ejemplo ampliaran los horizontes culturales y laborales femeninos, tnica forma de contribuir al futuro progreso de énero, BE su género. Igualmente comentada fue la inscripcién de Dolores Rubio Avila en la carrera de ingenieria en 1910, pues s6lo habia el precedente de otra joven atraida por los estudios de ensayador de metales, "pero que desert {en} lo mejor de la carrera’. ¥ Nacida en Chihuahua, Dolores debié pertenecer a una familia de pocos Tecursos, pues para contintar sus estudios en la Nacional Preparatoria solicit6 al ministro de Justicia Instruecién Paiblica wna pensidn o una clase en alguna escuela primaria nocturna, A mancra de Justificacién, la estudiante destacaba una condueta y calificaciones irreprochables a mas de amplios conocimientos, certiticados por varios profesores, sobre métodos pedagégicos. Finalizado el ciclo preparatorio en abril de 1920, Avila opté por la carrera de metalurgista y solicité una de las cuatro becas torgadas alos estudiantes de ingenieria de minas , pese a que no era su especialidad, Se desconoce el resultado de esta gestién, pero en cambio se sabe que, dos afios después, la joven habia cubierto el plan de estudios de la carrera de ensayador y tinicamente adeudaba la parte prictica que, al parecer, realiz6 en la ‘Casa de Moneda. ‘Tampoco se conoce la identidad de las otras estudiantes de Jurisprudencia que menciona "Juvenal’, asf como la trayeetoria profesional, en caso de que hmbieran ejercido, de Maria Sandoval y de Dolores Rubio. Habra que esperar nuevos estudios sobre la matrfcuia femenina de las distintas escuelas nacionales para poder tener una idea més precisa de estas primeras generaciones de mujeres profesionistas. 8 La informacién recabada hasta el momento refleja que, a partir de la déeada de los ochenta del siglo pasado, se empez6 a perfilar un cambio en el comportamiento educativo de las mexicanas, quienes por ver primera se atrevieron a pisar las aulas de la Escuela Nacional Preparatoria y de las escuelas superiores. Gracias al apoyo que les brindaron algunas autoridades educativas, al espiritu progresista de sus familiares y al valor y perseverancia de las jovenes, paulatinamente, ante la sorpresa y no pocas veces inconformidad de la sociedad porfirista, se empezaton a fracturar las estructuras ideol6gicas que por siglos impidieron a las ‘mexicanas ¢] acceso al estudio y ejercicio de las profesiones liberales. La brecha estaba abierta, lo demas seria cuestién de tiempo. a

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