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Capitulo 3 ETNIAS Y SOCIEDADES (1930-1979) ! Richard N. Adams Dos «TRADICIONES» DE CONQUISTA 2 Patrones precolombinos Los pueblos modernos de Centroamérica est4n compuestos del re- siduo de los pueblos invasores. Pocos restos se han encontrado de las sociedades mds tempranas, juntando gente cuyos ancestros vinieron a través de los estrechos de Bering y cuyos descendientes pueblan Sura- mérica. Los primeros agricultores aparecieron en el Formativo Tem- prano entre 1500 y 1000 a.C. Influencias de Teotihuacan aparecen en el Clasico Temprano, entre el 200 y el 400 a.C., y se cree que apareci6 poco después un importante lenguaje quiché. Es también en esta época cuando los nahuas pudieron haber descendido a través de El Salvador hacia Nicaragua y Costa Rica. Alrededor del 1000 a.C. invasiones gue- rreras de la costa del golfo trajeron a los ancestros de los jefes quiché, quienes se enfrentarian a los espafioles *. Un crucial resultado de las invasiones de los pueblos mexicanos fue que la parte norte del istmo —ahora conocida como «Mesoamérica»— * experimenté un complejo nivel de desarrollo sociopolitico, que derivé de los reinos e imperios que llegaban hasta el norte del valle de México. Estos estados organizaron un alto grado el trabajo, como se evidencia por las grandes construcciones que dominan esta regién y por la can- tidad de produccién agricola necesaria para sostener a tal poblacién. La costa atlantica de Honduras, Nicaragua y de toda Costa Rica y Panama estaba relacionada lingitisticamente con las sociedades de Su- ramérica. En contraste con los estados mesoamericanos, permanecie- ron menos desarrollados polfticamente y probablemente sostenian a una poblacién menor. Aqui, la politica principal era la jefatura, organi- zaciones segmentales que variaron en tamafo y en grado de ceptraliza- 166 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA cién. Aunque eran capaces de concentrar mano de obra para proyectos mayores su control sobre los trabajadores era mas descentralizado que en Mesoameérica, tal como lo eran las sociedades en si mismas. E] que la poblacién de Mesoamérica estuvo mas acostumbrada a trabajar subyugada se relaciona con el hecho de que sus estados tuvie- ron poblaciones mas grandes y a menudo mas densas. Las organizacio- nes mas complejas de estos estados no fueron, sin embargo, un simple producto de la densidad. Mas bien, el mantenimiento de la organiza- cién del Estado requirié tanto de las personas como del control, ambas cosas tendieron a mantener a la regién en un estado de guerra endémica. Divergencias de la Conquista Mientras que las diferencias sociales entre el norte y el sur de Cen- troamérica variaron gradualmente, estuvieron amalgamadas por el he- cho de que la naturaleza de las invasiones espanolas en las dos areas también fueron diferentes. Las tierras altas y las porciones pacificas de Mesoamérica fucron sojuzgadas por un solo conquistador, Pedro de Al- varado. La conquista del terriotorio restante (hoy dia Alta Verapaz, El Petén, Belice, y la costa atlantica) fue postergada. En contraste, el sureste fue invadido por diferentes conquistadores. Pedrarias envié a Francisco Hernandez de Cordova desde Panama a conquistar Nicaragua, para empatar con el avance de Alvarado desde el norte, y luego en 1526 iria él mismo. Por otro lado, Gil Gonzalez Davila exploré en 1522 la costa pacifica, desde la bahia de Fonseca hasta Nicoya, y a partir de alli siguieron una serie de esfuerzos con- flictivos que se «caracterizaron por la confusion, ya que las zonas de influencia estaban definidas en medio de contradicciones» °, Una consecuencia importante de los distintos patrones de conquista fue que las historias de despoblacién de las dos regiones serian muy diferentes. Mientras que todos los pueblos natives fueron diezmados por las enfermedades, que a menudo les Hegaban antes de tener con- tacto directa con los espanoles, estos ultimos rapidamente esclavizaron a los pueblos sobrevivientes del sureste para enviarlos como trabaja dores a Panama y al Perd. Entre tanto la esclavitud que se llevé a cabo en el norte no fue tan drastica y finalizé tempranamente °. La combi- naci6n de diversos niveles y formas de las poblaciones precolombinas de la sociedad en Mesvamérica, con diferentes practicas de conquista, dejo una poblacién bastante grande, acostumbrada a estar atada al Estado. El Cuadro 3.1 expresa algo sobre la diferencia en los niveles de poblacién al momento del arribo de los espanoles, y cémo los distintos patrones de conquista produjeron diversos grados de supervivencia y de declinacion de la pobl. Cuadro 3.1 167 Cambios en la poblacién maya, de la conquista a 1900, por patrones de conquista y regiones precolombinos tradicionales 7 Tamaiio de las poblaciones aborigenes Porcentaje sobreviviente Region Conquista ca. 1550 ca. 1800 ca. 1550 ca. 1800 Mesoamerica: Conquista desde el norte Chiapas 275.000 114.000 53.000 42% 19% Guatemala . 2.000.000 427.850 275.203 21% 14% El Salvador 400.000 59.000 83.010 15% 21% Soconusco... 80.000 7.000 4.200 9% 5% Mesoamérica: Conquista desde el sur Honduras (Oeste/Cen). 600.000 32.000 32.635 5% 5% agua (Mesoam).. 546.570 43.732 31.596 8% 6% icoya .. 62.692 2.640 650 4% 1% Sureste de C.A.: Conquista desde el sur Nicaragua 178.838 20.738 12% Costa Rica . 400.000 80.000 8.281 20% Panama 1.000.000 85.000 9% Sureste de C. jo Conquistado Nicaragua ... 38.148 30.075 79% Este de Honduras....... 200.000 100.000 30.037 50% 15% Conquista desde el sur 8.000 3.057 No conquistado........... 92.000 27.000 Total 5.781.248 866.622 654.425 19% 11% Asi, la destruccién de los patrones precolombinos por las diferentes formas de conquista establecieron dos tradiciones distintivas —la Me- soamericana y la del sureste— que han sobrevivido hasta el dia de hoy. Curiosamente, las demarcaciones administrativas coloniales espaiolas reconocieron poco esta variable, y la Audiencia de Guatemala se exten- dié desde Chiapas hasta Panama. Como lo analiza MacLeod 8 Ja region entera sufri6 de una falta de recursos exportables que produjeran 168 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA riqueza, pero el sureste especificamente nunca tuvo realmente una base exportable para el desarrollo econémico hasta el café en el siglo XIX. La «tradicién de conquista» de Mesoamérica Los espafioles en Mesoamérica desarrollaron un continuo sistema de trabajo forzado que, a pesar de una escasez de exportaciones, les permitfa un nivel de vida mas alto y confortable de Jo que era posible en el sureste, donde la mano de obra era casi imposible de conseguir. Segun Lutz y Lovell °, el asentamiento espanol en Guatemala miré pri- mordialmente hacia el oeste y al sur de su capital, Santiago de Gua- temala. Las comunidades indigenas ubicadas en el espectro de los in- tereses espafioles se encontraron desde muy temprano bajo presiones ladinizantes, las que no estuvieron presentes en el noroeste de Guate- mala. De alguna manera, El Salvador fue una continuacién de este temprano interés espafiol, y el] despertar de las sociedades indigenas salvadorefias fue resultado de esto. La caracteristica sobresaliente de la tradicion mesoamericana en Centroamérica fue que los indigenas continuaron constituyendo una mayoria de la poblacién total. La caida poblacional de la posconquista Nev6 a la importacién de algunos africanos, y aunque el declive indi- gena se agudiz6 en el siglo XVIII, éstos continuaron Henando las nece- sidades laborales mas grandes. Eso fue especialmente cierto en Chiapas y en el oeste de Guatemala y un tanto menos en el este de Guatemala y El Salvador. Como resultado, Mesoamérica reprodujo relaciones en las que cada una de las etnias temia Ja violencia potencial y el terror que la otra podia Ievar a cabo. Los indfgenas acusaron profundamente la continua represion eco- nomica, politica y militar, y retenfan la esperanza de que el estado de conquista no fuera definitive. Su temor a los ladinos, como aquellos capaces de ejercer recriminaciones violentas, fue relorzado regularmen- te. La aprension ladina hacia los indigenas partia de su absoluta de- pendencia de ellos para el trabajo, aparej con la visién de una san- grienta revuelta indigena en la que ellos estarian en fuerte desventaja numérica. De igual manera que la preocupacién de la Corona espanola por el bienestar de los indige estuvo unida a la necesidad del tri- buto, asf el interés de los Jadinos estuvo ligado a la necesidad de mano de obra. Mientras que las revueltas mayas rara vez ocurrieron despues de 1870: fueron sofocadas duramente, como se atestiguo en San Juan Ixcoy en 1898 !°. En la raiz de este temor mutuo estaba el fracaso espanol por asi- milar a los maya: nblemente dejaron una poblacion con identi- dades divididas. Los espaioles asumieron que Ja hegemonia sobre Ame- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 169 rica se habia establecido de facto por la Bula Papal de Alejandro VI en 1543, que dividio la region entre Espana y Portugal. Bricker |’ argu- menta que esto determiné un «mito de pacificacion». Los espanoles asumieron que los aborigenes ya estaban subordinados a la Corona y que debian de actuar como un pueblo conquistado. El resistirse no fue visto como una reacci6n natural sino como una traicién calculada con- tra el soberano. Por su parte, los mayas rechazaron la nocién de que la Conquista era un asunto acabado. Mantuvieron su amargura viva en las danzas de la Conquista y en las de Moros y Cristianos, que eran y continian siendo repetidas anualmente en las comunidades mayas. Sin embargo, aprendieron francamente a temer la propensién espafola y su habili- dad por la violencia y el terror. La Independencia de Espana no puso fin a esto y las reformas guatemaltecas y salvadorefias de las décadas de 1870 y 1880 incluyeron la profesionalizacién de los militares y, con- secuentemente, la capacidad de utilizar la fuerza para controlar la tie- tra y la mano de obra, sin importar el costo humano. En las reformas liberales los dos estados mesoamericanos tomaron medidas extremas para proveer los factores de produccién necesarios para asegurar el desarrollo exitoso de las exportaciones de café. En El Salvador la mano de obra era abundante y estaba disponible; el pro- blema era liberar la tenencia de esa tierra indigena, deseable para la produccién de exportacion. Dos medidas legales tuvieron éxito para destruir los controles indigenas. Como Browning '? sugiere y Pérez Bri- gnoli '? demuestra, esta pérdida de tierra fue sentida sobre todo por los indigenas de Ahuachapén y Sonsonate y fueron esos pueblos los mas activos en la revuelta de 1932. De hecho, en Guatemala por largo tiempo fue reprimida la reaccién indigena a estas pérdidas de tierras, pais donde la tierra fue un pro- blema menor, las Reformas de 1870 fueron disefiadas para forzar a la poblacion maya a hacer frente a las necesidades laborales de la expor- tacion cafetalera. McCreery observ que, como reaccién, «violentos bro- tes ocurrieron, pero nunca de la proporcidn ni con el éxito de las dé- cadas de 1830 y 1840. Y aquellos que se llevaron a cabo y que pueden ligarse al café, la mayorfa ocurrieron... a mediados de la década de 1870, antes de que el nuevo régimen consolidara su control» '*, No podemos dejar este planteamiento introductorio sin tomar en cuenta que hasta la terminologia, la nomenclatura para tas etnias, de- rivan de estas diferencias mesoamericanas. «Ladino» es una designa- cién étnica que es usada solo en la region de los pueblos indigenas mesoamericanos, por ejemplo, de Chiapas a El Salvador, el oeste de Honduras y ocasionalmente en Nicaragua. No es usada en la mayor parte del sureste. Mientras que su uso colonial original se referia a los indigenas que adoptaban particularidades «latinas» —especificamente 170 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA el lenguaje y la religion— gradualmente vino a denotar un segmento aparte de la poblacién, mas o menos al equivalente del «mestizo». Era, sin embargo, especificamente un asunto de cultura, no de raza. Un maya racialmente puro podfa convertirse en ladino. A veces estos en- tremedios culturales eran motivo de burla tanto de los indigenas como de los blancos y legalmente eran excluidos de los derechos de uno y del otrc. Atin hoy el término es étnicamente confuso; aquellos que son Namados /adinos encuentran il definir una nica identidad para la colectividad '*. La «tradicion» del sureste Samuel Stone '¢ ha contrastado la naturaleza de los sistemas poli- ticos nacionales en estas dos regiones, argumentando que una mayor riqueza era posible en Mesoamérica, debido tanto a que habia recursos naturales abundantes al igual que mano de obra, rapidamente accesi- ble y barata. La necesidad de controlar esta fuerza laboral favorecié a regimenes dictatoriales —hasta despéticos—. Regimenes que garanti- zaron fuerza laboral para la produccién de exportacién. De hecho, la reciente eleccién de Cristiani como presidente de El Salvador fue la primera ruptura de esta tradicién en ta historia moderna salvadorena. En el sureste, por contraste, el sector terrateniente jug6 un papel mucho mas directo en el gobierno. Hasta que el café aparecié en escena la produecién econédmica era menos una base de poder de lo que era el poder politico asociado con la categoria aristocratica tradicional. Asi, la relacion entre el trabajador y el patrono fue paralela a aquella entre el lider politico y el seguidor. El éxito tanto para patronos como para los lideres politicos dependia de cultivar un seguimiento; el des- potismo produciria poco para cualquiera de ellos y la amenaza de la fuerza seria contraprodueente. Algunas de estas cualidades se extendieron a las relaciones etnicas. Las sociedades espanolas, las eriollas y las mes! evolucionaron con poca dependencia en la mano de obra indigena. En vez de relaciones étnicas imbuidas de un miedo sumergido, las poblaciones nacionales de Nicaragua, Honduras, Costa Riea y Panama vieron a los indigenas subrevivientes como gente rustica, tal vez primitiv: gente cuyos inte- reses se podian generalmente marginar o ignorar, pero cuyas voces debian ser escuchadas de cuando en cuando. Un dato importante respecto de los indigenas de la eosta atlantica es que nunca fueron conquistados. Después de la despoblacion inicial, debido a enfermedades que siguieron a la llegada de los espafoles, eran demasiado pocos en ntimero y el ambiente tropical en el que vi poco atractivo para el trabajo. Los esfuerzos espanoles para evangeli- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISTS (1945-1979) 171 zar las tierras bajas del Atlantico usualmente terminaron en un desas- tre. De hecho, los ingleses, que se acercaron a la costa del Caribe, en- contraron a la gente, especialmente a los kuna y a los miskitos, hostiles a los espafioles y dispuestos a ayudar a atacar sus asentamientos. Una importante consecuencia de este patrén historico es que las revueltas de los indigenas en el sureste, tal como las de los kuna pana- menos en 1925 y de los miskitos nicaragtienses en la década de 1980, han sido resueltas por la negociacién y no por represalias violentas. Esto aparece como un claro contraste con las masacres que han mar- cado las relaciones étnicas mesoamericanas en tiempos recientes —como en El Salvador en 1932, y en Guatemala en Patzicia en 1944, en Panzos en 1978, y a todo lo largo del altiplano del noroeste de Gua- temala, entre 1979 y 1984. Las relaciones entre las poblaciones indi- genas y las no-indigenas en el resto de Centroamérica no tienen esta calidad sangrienta. Tres contrastantes casos son especialmente expresivos. Primero, en Belice, donde hay tanto kekchi como mopan hablando maya, la rela- cién con la dominante poblacién criolla anglohablante nada tiene de la calidad sangrienta de la conquista de dominaci6n tan caracteristica de Guatemala. Segundo, en la region de la costa pacifica de Nicaragua hay dos importantes barrios indigenas de tradicién mesoamericana, Subtiaba en Leén y Monimbé en Masaya; a diferencia de los indigenas de la costa atlantica ayudaron a los revolucionarios sandinistas contra el gobierno de Somoza. Tercero, donde los indfgenas de la tradicion del suroeste se han rebelado, las relaciones étnicas subsecuentes no han estado marcadas por la violencia en Mesoamérica. Hasta hoy, los kuna han disfrutado por casi tres cuartos de siglo un grado de gobierno independiente des- conocido en otros lugares de Centroamérica, y el gobierno sandinista de Nicaragua respondié a la resistencia de los miskitos con un plan de autonomia. Finalmente, mientras que los mayas de Chiapas y Yucatan se rebe- Jaron varias veces durante los pasados siglos, las politicas que surgie- ron de la Revolucién Mexicana sentaron la base para establecer gra- dualmente una era de relaciones étnicas completamente nueva para la region. No es que las relaciones étnicas en Chiapas hayan encontrado una solucién libre de conflictos, totalmente pacifica a sus problemas, pero es importante que en general el Estado mexicano ha visto su papel como mediador, al buscar soluciones sin violencia. Sin embargo, cost6 una revolucién hacer esto. Guatemala y El Salvador no han conocido reformas revolucionarias permanentes. Estos dos vastos y diferentes patrones histéricos, el mesoamericano y el del sureste, condicionan muchas de las decisiones politicas y eco- nomicas que afectan a los estados y a los indigenas descritos en lo que 172 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA ahora sigue. Pero debe tenerse presente que cuando las tradiciones se manifiestan es porque resulta ventajoso para el bienestar de alguien. Asi sucede con estas dos. Las tradiciones cambian cuando ya no hay ventajas que las retengan. Asi la Revolucién Mexicana introdujo cam- bios que, aparentemente, ni en Guatemala ni en El Salvador se consi- deran posibles. LA TRADICION MESOAMERICANA (1930-1979) Etnicidad y Estado en El Salvador La situacién en 1930 La década de 1920 vio una continuacién de las épocas de las refor- mas liberales que se ‘on en la década de 1870 en Guatemala y El Salvador, y que habfan evolucionado esencialmente hacia sistemas de trabajo forzado usualmente bajo regimenes dictatoriales. La meta del Estado era mantener un alto grado de orden en la poblacion trabaja- dora que permitiera a los intereses agroexportadores —especialmente a los cafetaleros y a los beneficiadores— proseguir sus actividades eco- némicas sin que fueran paralizadas por el malestar social. Sin embar- go, los eventos en otras partes del mundo —especificamente la Revo- lucién Rusa y la depresion mundial— impusieron nuevas condicion que tuvicron importantes consecuencias para las sociedades centro- americanas. Antes de tratar con estos factores externos, sera util, sin embargo, revisar la naturaleza de las condiciones laborales en esta época. En febrero de 1932 la legaci: naen San Salvador informo a Was- hington sobre las condiciones locates. Escogimos esta fuente en vez de aquellas de contemporancos que fucron participantes mas directos y cuyos puntos de vista —a favor |? o en contra '*— podrian por lo tanto resultar sospechosos de ser parciales. Eseribié el sehor MeCafh S. Se han expresado opiniones de que el verdadero comunism no podia prosperar en debido al clima benigno y a la abundancia de comida, a la ausencia de necesidad por mucha ropa ¥ techo. Durante las semanas recienti n embargo, se ha hecho mas y mas evidente que los lideres comunistas, muchos de ellos extranjeres, con la ayuda de Ja propaganda comunista impresa sobre todo en Estados Unidos, se han aprove lo del descontento creciente entre los trabajadores de las plantaviones de cafe. Las condiciones que han permitido el sur- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 173 gimiento bastante sorpresivo del asi Ilamado comunismo son bien co- nocidas. A los trabajadores de las fincas a menudo se les ha pagado miserablemente y han estado trabajando en condiciones ciertamente intolerables en algunas fincas. En las fincas de muchos de los terra- tenientes mas ricos de El Salvador, las condiciones han sido las peo- res. No ha habido atencién médica disponible, los trabajadores han sido forzados a comprar sus pocas necesidades a precios altos en las tiendas mantenidas por los propietarios de la finca. Frecuentemente se ha afirmado que un animal de la finca es mucho mas valioso para el propietario que el trabajador, ya que generalmente hay una gran oferta de estos ultimos '9. El café habia sido durante largo tiempo Ja exportacién central de El Salvador y Guatemala y las condiciones descritas por McCafferty serian, con alguna variacién, aplicadas igualmente a muchas fincas guatemaltecas de la época. En ambos paises, las poblaciones de las regiones productoras de café mas importantes eran fuertemente indi- genas. En El Salvador, como se describira, habia también muchos cam- pesinos cuya identidad étnica no era clara. En Guatemala, sin duda, la inmensa mayoria de los recolectores de café eran mayas. Pocas sugerencias hay sobre que las condiciones laborales o de vi- vienda hayan mejorado, en lo material, desde la imposicién de las leyes laborales de Ja reforma guatemalteca, y desde que las tierras comuna- les fueron usurpadas a los indigenas salvadorefios en la década de 1870. Sin embargo, con e] éxito de la Revolucién Rusa muchos latinoameri- canos, tanto del centro industrial como de las regiones agrarias, fueron atraidos por el potencial de cambio que ofrecia la experiencia rusa. Desde la incursién de Estados Unidos en Panama para construir el canal, el papel econémico imperialista del gigante del norte se habia hecho cada vez mas ostentoso, con intervenciones en Nicaragua, Haiti, Republica Dominicana y México. Augusto César Sandino se convirtid en el ejemplo viviente de cémo un patriota centroamericano debia con- frontar la combinacion del imperialismo de Estados Unidos y de las oligarquias orientadas a la exportacién local. La matanza en El Salvador La depresién mundial de 1930 fue catastrofica para las economias exportadoras de Centroamérica. La demanda de café cay6 a la mitad y la mano de obra, tanto en Guatemala como en EI Salvador, hizo frente a una caida desastrosa de lo que era ya un ingreso inadecuado. Los precios del café, durante los peores anos, no podian siquiera pagar los costos de produccién de la mano de obra. De los dos paises, sin embargo, fueron los trabajadores salvadorefios los que mas sufrieron 174 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA porque relativamente un numero mayor de ellos habian sido separados de sus propias tierras por mds tiempo. Muchos mayas guatemaltecos, sin embargo, aun podian sobrevivir a través de su propia produccién de subsistencia. Bajo tales condiciones, los organizadores radicales nativos, tal como Miguel Marmol ”° y los agitadores extranjeros visitantes, como Jorge Fernandez Anaya 7! comenzaron a recibir una aceptacion creciente, en- tre tanto que Farabundo Marti, quien habia estado al lado de Sandino, recibio mayor atencién. Comparando ambos paises, Anaya observé que encontraba mucho més facil hacer crecer el interés en E] Salvador porque a la mayoria de los mayas guatemaltecos simplemente no se les podia hablar en espanol 2. Los gobiernos impuestos en ambos paises a principios de la década de los treinta fueron incapaces de ajustarse a las tensiones y demandas creadas por la depresién mundial. En cada uno de éstos, un oficial militar con ambiciones politicas tomé las riendas del gobierno. Los eventos en El Salvador, sin embargo, alcanzaron un punto critico en el cual los lideres comunistas habian decidido que era el momento para una rebelién contra el gobierno. Entre las areas en que se organizaron estaban los departamentos del veste de Auachapan y Sonsonate, donde las comunidades indigenas habian mantenido un grado relativamente alto de solidaridad étnica. La trayectoria de los eventos fue tragicu. Los esfuerzos organizati- vos de los comunistas pronto Hegaron a oidos del gobierno, y los lideres principales, incluyendo Marti, fueron capturados y asesinados. La re- vuelta, ahora totalmente comprometida, procedié de todas maneras a darse en el campo. Mas tarde, en ese mes, las comunidades indigenas en los dos departamentos del surveste se rebelaron. Durante los prime- ros dias capturaron siete alde: atacaron severamente a otras ocho. Ya alertado, el gobierno respondié despachando tropas que sistemati- camente procedicron a asesinar a hombres, mujeres y nifos indigenas, despoblando eficientemente a comunidades enteras y dejando a toda Ja regién en aun estado de trauma fisico y psicoldgico del que, simple- mente, nunca se ha recuperado. Estimaciones de los muertos varian entre 6.000 a 35.000, y a dife- rencia de las matanzas de 1980 en Guatemala, el gobierno salvadoreho no hizo esfuerzo serio alguno para esconder el proceso. Fue realizada la matanza tanto como una forma de deshacerse de los «comunistas» como leccion para futuras generaciones de indigenas. Fue el enunciado de apertura y concluyente del general Hernandez Martinez —respon- sable de la matanza y luego dictador del pais— en lo concerniente a las reglas que gobernarian las relaciones étnicas en El Salvador en el futuro predecible. Hay algun desacuerdo sobre el papel de las comunidades indigenas TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 175 en la revuelta. Los comunistas dan poco crédito a la etnicidad. Dalton se refiere a los participantes indigenas como componentes corruptos y sobrevivientes de la cultura indigena (nahuas ladinizados) 2?, Marmol menciona a su abuela como indigena, siendo él —duefo de una zapa- teria— y algunos de sus companeros trabajadores el centro de la insu- rreccién. Sin embargo, al hablar sobre la revuelta se refiere sobre todo a la de campesinos, proletarios y trabajadores, nunca colectivamente de indios o indigenas. Especificamente, en lo que concierne al lider de Izalco que fue colgado, dijo: «(Feliciano) Ama se hab{fa unido al comu- nismo y los mas puros de nuestros ciudadanos hab{an cerrado filas con él. Pero Ama no se habia unido a la lucha como indigena sino como un hombre explotado» ?*. Anderson, quien ha hecho uno de los pocos estudios inclusivos sobre la revuelta, parece sostener el punto de que el papel indigena fue orquestado por los organizadores comunistas 7°. Abelardo Torres indica un aspecto importante, al sefalar que en la campania presidencial de 1931 uno de los partidarios de Arturo Araujo, quien subsecuentemente gan6, habia sugerido que su candidato dividi- rfa las tierras entre los campesinos si votaban por él. Torres ve esto como una provocacién que confundia y Ievaba a un alzamiento agra- rio, ya que de hecho Araujo no hizo nada para realizarlo 7°. Sin em- bargo, no atribuye este proceso a los indigenas sino a los campesinos en general. Por su parte, Pérez Brignoli asegura que los unicos ataques activos de toda la insurreccién agraria fueron Ilevados a cabo por los indigenas de Ahuachapan y Sonsonate, y més atin, que actuaron después de que los Iideres comunistas fueron puestos en prisiGn y la revuelta fue sofo- cada en las ciudades 7’. Kincaid argumenta que, aunque seguramente influida por los esfuerzos propagandisticos comunistas, «uno no debie- ra exagerar... el grado de control politico izquierdista 0 ideolégico s bre los grupos indigenas», dandole més crédito a la autonomia organi- zada de las comunidades indigenas ”*. Antes de la matanza La «matanza» de 1932 en El Salvador fue el evento aislado mas significativo en las relaciones entre un Estado mesoamericano y una poblacién indigena en este siglo, al menos hasta que el gobierno gua- temalteco efectué sus matanzas en 1979-1984, Ahora, mas de medio siglo después, sus consecuencias continian sintiéndose en El Salvador, y —de otras formas— en Guatemala. En El Salvador no solo un seg- mento importante de la poblacién indigena fue exterminado, sino que el estigma de «comunista» fue mds o menos unido permanentemente a las expresiones abiertas de los intereses indigenas y campesinos. La leccién aprendida por los indigenas salvadorenos no seria sdlo 176 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA que dejaran de pensar en recuperar las tierras que perdieron en la década de 1880, sino que deberian probablemente dejar de ser indige- nas. En el transcurso de Ja masacre ser indigena era suficiente para asegurarle a uno la muerte. La situacién de los indigenas habia sido desventajosa durante largo tiempo. Histéricamente los nahuas y los pipiles de El Salvador sufrieron una ladinizacién mas rapidamente que los indfgenas del oeste de Guatemala. Para 1807 constituian ya menos de la mitad del total de la poblacién ?°. Condicién que argumenta que Guatemala puede no haber alcanzado atin o de hecho podria ser que nunca la alcance del todo. En la década de 1920 el porcentaje que aparentemente se usaba popularmente para senalar el tamano de la poblacién indigena era de un 20% del total °°. Antes de continuar con el estado de la sociedad y cultura indigenas de El Salvador resulta relevante un comentario sobre el material de- mografico. El ultimo censo salvadorefo que incluyé un censo de los indfgenas fue hecho en 1930, e informé de 79.573 personas indigenas, un 5,6% de la poblacién; casi el 70% de ellos estaba concentrado en Ahuachapan y Sonsonate. El] hecho de que ningtn otro censo oficial fuera realizado otra vez simplemente refleja el ya antiguo punto de vista oficial (véase abajo), por ejemplo, de que oficialmente no habia més indigenas en El Salvador. En 1940, al mismo tiempo que el go- bierno estaba climinandy a los indigenas de los archivos oficiales, ci- nicamente envio un representante al establecimiento del Congreso In- digenista Interamericano en PAtzcuaro, México; ademas, firmé y rati ficé la Convencién Internacional que fundé el Instituto Indigenista Latinoamericano *'. Desde la matanza hasta los anos de la década de los ochenta del presente siglo, los indigenas en El Salvador tuvieron éxito al conver- tirse en poco menos que invisibles. Los ladinos, que generalmente los consideraban como irracionales, traicioneros, perezosos ahora cada vez mas los juzgaban como campesinos, aunque «jindio!» continua siendo un nombre peyorativo. Marroquin * informa que hasta cierto punto los mismos indigenas han aceptado, de una manera gramsciana clasica, esta imagen negativa de ellos mismos y desprecian sus origenes indi- genas. Por lo tanto, su continua invisibilidad hoy puede partir tanto de la vergiienza hacia su pobreza obvia y mala educacion generalizada, como de su temor avivado por la violencia gubernamental de hace medio siglo. Contrastando con el punto de vista popular, los estudiosos general- mente creen que hay un nimero significative de indigenas en El Sal- vador. Antes de la publicacién del censo de 1930, Baron Castro estimo un 20% para 1940 *3, alrededor de 375.000 personas. Estimaciones pos- teriores (Adams en 1955 “, Marroquin en 196035, Montes en 1977 °°, Maxwell en 1978-1980 *7, La Asociacién Nacional Indigena Salvadore- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 177 fia en 1985 **, y Chapin en 1989 °°) fueron todas —con excepcién de Marroquin, cuyas cifras fueron considerablemente mas bajas— del mis- mo orden de magnitud. Las cifras absolutas han crecido —las ultimas legan a 500.000 personas— pero el porcentaje de la poblacién total indigena ha descendido. Como a este ensayo supuestamente le concierne la historia, debe sefialarse que poca informacién sobre los indigenas salvadorefos, entre 1932 y finales de los cincuenta se encuentra archivada. Después de esto, comenzaron a publicarse los importantes estudios sociolégicos del in- telectual salvadorefo Alejandro Marroquin “°, continuados por traba- jos posteriores de Clara de Guevara *', y de Segundo Montes **. En los afios sesenta, sin embargo, el interés por Ja herencia cultural comenzé a aumentar y en los setenta el gobierno patrociné una Comision sobre la Herencia Nacional para estudiar las raices culturales ¥. En 1985 el Ministerio de Cultura y Comunicaciones fue establecido para comenzar a actuar en este campo. Tal vez lo mas importante haya sido la fundacién en 1980 de la Asociacién Nacional de Indigenas Sal- vadorerios (ANIS), que ha tenido su sede central en Sonsonate bajo la direccién de Adrian Esquino. La meta principal de la mayoria de estos esfuerzos recientes ha sido rescatar el uso del nahua, idioma que atin se habla en unas cuantas areas rurales, pero que ha sufrido un declive considerable **. Etnicidad y Estado en Guatemala E] Estado de Ubico Tanto en Guatemala como en El Salvador la naturaleza de los even- tos durante esta época marcaron la tradicion mesoamericana como di- ferente de la del sureste. Desde las reformas del siglo XIX ambos esta- dos se han dedicado a asegurarse de que el sector exportador tuviera los recursos necesarios para el desarrollo econémico del pais, y esto requeria garantizar que habia mano de obra disponible. Los indigenas fueron criticos hacia ambos estados, pero en El Salvador la mayor fa- dinizacién y la indivisibilidad que siguié a la Matanza, signific6 que los campesinos ladinos rurales también tenian que compartir esta carga. La inestabilidad de principios de los treinta en El Salvador fue con- trolada por el general Hernandez Martinez después del éxito que tuvo en aplastar la revuelta de 1932. El general Jorge Ubico tomo el poder en Guatemala en 1931. Aunque la depresién se sumé a la deplorable pobreza de la mano de obra maya y campesina, en ambos paises hubo diferencias significativas. Primero, los mayas de Guatemala estaban 178 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA mas integrados y eran econémicamente autosuficientes. El gobierno intencionalmente no habfa destruido Ja base de subsistencia de las co- munidades, ya que queria tanto una fuerte reserva de mano de obra como la produccién de alimentos de las comunidades. Mientras que a principios de la década de 1870 el Estado liberal habia creado un ejér- cito ladino, como un mecanismo de control, gradualmente las unidades militares se incrementaron para caer sobre las comunidades mayas. Finalmente, los mayas de Guatemala constituian mas de la mitad de la poblacién total y aun estaba presente la visién de El] Salvador —la revuelta indigena era todavia més aterrorizante para los ladinos gua- temaltecos que para los salvadorefiios—. Para anadir calor y color, la amenaza del bolchevismo asustaba a los sectores altos y medios de Guatemala tanto como lo hizo en E] Salvador. Ademas, ta revuelta salvadorefia sugiere que los intentos comunistas para hacer la revolu- cién eran posibles. Después de todo, treinta y cinco blancos y ladinos habian muerto en la Matanza. Una de las metas de Ubico era retener !a estabilidad de la poblacion campesina. Aunque los asesinatos fueron una forma aceptable de lidiar con las rebeliones mayas, Ubico sabia que tales excesos podian desatar reacciones mas violentas de ellos y que tal violencia desestabilizaba el bienestar de la economia exportadora del pais. Era mejor evitar la solucin salvadorena y encontrar maneras mas pacificas de promover el bienestar del Estado. Ubico vio a los mayas como un pueblo orgulloso que no queria ser explotado. No consideré el trabajo en las fincas 0 en los caminos como una explotacién porque el papel apropiado de un maya era ser agricul- tor o suldado. Supuso correctamente que si permitia una autonomia considerable en su vida comunitaria local no estarian muy abiertos a Ja propaganda comunista. En 1938 escribié a uno de sus intendentes que: «Ustedes son los verdaderos responsables de la facilidad con que pegan las ideas comunistas. El que se ve explotado, sacrificado, victima de los abusos, tiene que busear una tabla de salvacién y no le importa acudir al delito. No volvamos al tiempo de los encomenderos espanoles que es crear un positivo peligro social» 4°. Es mas, estaba convencido de que si se les trataba correctamente los mayas serian un ba nN importante contra el comunismo. Hernan- dez de Leén describié el argumento de Ja siguiente manera: Hemos considerado Jo que significaria un movimiento comunista en nuestra tierra; esos indios que se presentan con las armas en la mano Y que son lus mismos que labran | , serian la barrera insal- vable, un verdadero muralion contra el avance de Ja disolvencia social y Ja amenaza de nuestras instituciones. El indio en esta forma viene a desempeiiar el doble cometide de sostener las instituciones sociales, s tie TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 179 mediante el trabajo; y, llegado el momento, con las armas en la mano... *°. Ubico se preocup6é mucho por crear una especie de relacién popu- lista con los lideres de las comunidades mayas. Supuso que los peligros de los levantamientos se desprendian, en parte, del hecho de que el aislamiento de las comunidades y de las fincas de exportacion prote- gian eficazmente a aquellos que quisieran explotar a los mayas. Insti- tuy6 un importante programa de construccién de carreteras para hacer posible que el gobierno central extendiera su alcance, e hizo viajes anuales visitando todos los puntos del pais. Esto le permitié obtener una retroalimentaci6n directa de la gente del campo sobre los abusos y, al mismo tiempo, hacer favores benévolamente de manera directa a las comunidades locales. El aislamiento regional existente habia permitido a los lideres lo- cales y a los finqueros el convertirse en pequefios déspotas, para con- trolar elecciones locales y asi perpetuar sus intereses de explotacién. Por lo tanto abolié el sistema de eleccién de alcaldes, e instituyé un régimen de intendentes nombrados para gobernar a nivel municipal. NombrAndolos directamente desde el gobierno federal, para asegurarse atin mas de estar terminando con los abusos que se habian hecho créni- cos. Sus preocupaciones por la educacién de los mayas estaba en armo- nia con esta posicién general: «Ubico insistia en que los maestros de las escuelas de los pueblos indigenas deberian ser indios, porque los ladinos ponian a los indios a sembrar sus milpas, so pretexto de tra- bajos manuales. Ubico enunciaba su polftica indigenista reconviniendo a los ladinos: —Es preciso que se quiten la costumbre de explotar al indio y abatirlo por malos instintos—. Es necesario, agregaba: “Sacar al indio de las filas de las bestias y que entre en la familia de los hombres”» 4”. Sin embargo, también le preocupaba que los ladinos no ensefaran a los mayas a hacerse los listos en la subterfugios legales; Ubico queria que sus indigenas fueran capaces, pero no queria que se hicieran adictos del embuste legal que tanto detestaba en la poblacién ladina. Otra ilustracién de cémo Ubico llevé poder de la periferia al centro fue descrita por la manera en que manej6 una disputa de tierras en San Martin Jilotepeque durante uno de los «viajes presidenciales: «Un maya se quejaba de que la municipalidad habia usurpado tierras indi- genas comunales y que habia prohibido a los mayas usarlas. Ubico pregunt6 si habia titulos comunales. “¢Titulos? No, tata presidente, por Ja costumbre”. El alcalde, sin embargo, quien reclamaba las tierras para la municipalidad y acusaba al indigena de estar mintiendo, no podia presentar tampoco titulo alguno. La decisién de Ubico fue: —Ni 180 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA bienes comunales, ni bienes ejidales. Son bienes destinados al servicio del Estado y son parte de su patrimonio... No hay mas disputa. El gobierno resolvera la organizacion en la siembra de los terrenos, que hardn los particulares; y el municipio quedara con su astillero, para servicio del pueblo. Vamos a meter orden en las siembras y la Muni- cipalidad cuidara de que los vecinos saquen su lea para uso perso- nal...» *8, Asi, evadiendo el proceso legal, tomé control de las tierras para el Estado. También estaba celoso de la autoridad del Estado guatemalteco y buscé eliminar las influencias extranjeras que distrajeran al indigena de su papel asignado. El indio se ha liberado del patrono arbitrario y despotico, se le han dado calidades de ente, capaz de discernir sobre su situacién econd- mica y elegir el contrato que mejor le parezca. Sin congresos, sin conferencias, sin liricos anhelos, se va realizando la empresa de reden- cién del indio, sin ese indigenismo romantico e infructuose que se ha creado, mds que por elevar la condicién del indio, por colocar una barrera a la invasién del hispanismo, deformado por cierto, a las ul- timas, por razones de politica ocasional *”, La referencia a «congresos» y «conferencias» se refiere probable- mente de manera directa al esfuerzo de la Conferencia Mexicana en Patzcuaro para establecer el Instituto Indigenista Interamericano. El ministro guatemalteco que se reunié con otros ministros latino- americanos para crear el nuevo institute aconsejé a los presentes que Guatemala no podia unirse porque, «en Guatemala no hay problema ind{gena» °°. Mientras que era dificilmente convincente la respuesta de Ubico a la iniciativa fue bastante mas honrada que la de Hernandez Martinez en El Salvador. Ya que Ubico queria tener a los jefes mayas como una especi clientela personal, buscé desalentar cualquier organizacién poli dependiente. Visitando Patzicia en 1942, rechazo establecer un Club Liberal Progresista de Indigenas local que lo apoyara. Expl «En tiempos de paz y orden, no hay mas clubs que los del trabajo; juntense para trabajar que es la mejor manera de servir a la patria y de servir- me, Cuando hayan elecciones 0 necesidad de defender a la patria, y se juntardn ustedes en forma politica o militar. Por ahora, trabajo es lo que quiero» *! Ubico estaba particularmente orgulloso de haber abolido la deuda de servidumbre llamada habilitaciones que habia sido establecida cuan- do los mandamientos fueron derogados olicialmente en 1894. Lo hizo como una forma de impedir que las municipalidades explotaran a la mano de obra maya y para evitar que los finqueros eselavizaran efi- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 18] cientemente a Ja gente por deudas. Sin embargo, para hacerlo simul- taneamente promulg6 una Ley de Vigilancia revisada, que garantizaba que cualquiera que no podia probar estar trabajando para si mismo serfa requerido para trabajar en las fincas de exportacién. La naturaleza fundamental de las «mejoras» de Ubico era conseguir trabajo mas eficiente y mayor produccién de la gente del pais. El ob- jetivo al eliminar la corrupcién, la explotacién y los abusos era que la gente podia trabajar mucho mejor. Las innovaciones materialmente progresivas tales como el programa de construccién de carreteras eran hechas a costas de los pobres del campo, la mayorfa de los cuales era indigena. El impuesto de Vialidad que requerfa que todos en Guate- mala pagaran dos quetzales al afio para la construccién de carreteras era para-facilitar el viajar y la accién del gobierno; aquellos que no tenian el dinero podfan pagarlo trabajando a un quetzal por semana. Con salarios de diez centavos al dia, obviamente la vasta mayoria de los mayas pobres sin tierra se encontraba construyendo carreteras. Debe sefialarse, sin embargo, que las leyes no eran tan parciales contra los mayas, aunque su pobreza comun los hacia mas vulnerables a los re- querimientos de la mano de obra fisica. La sustitucién de la ley de Vagancia por la de habilitaciones impli- caba una regulacién adicional que requeria que todos aquellos que eran dueftos de menos de un cierto minimo de tierra tenian que llevar una Libreta de Jornales >*. En esta libreta se apuntaba el tipo de tra- bajo que el portador habia Ievado a cabo en las plantaciones y en otros lugares para probar que habia cumplido con los requerimientos anua- les. Los abusos a esto eran muchos. Mientras que la historia no esta del todo clara parece ser que la institucién de la libreta en Nebaj puede haber resultado en disturbios, incluyendo la quema de fincas °°. Sin embargo, Ubico era capaz también de ejecutar actos arbitrarios de tirania. Encontré la «ley fuga» —por ejemplo, permitiendo a un sospechoso que escapara y luego matandolo de un tiro— un implemen- to de justicia inmensamente util. Su odio al comunismo era tan ardien- te como el de Hernandez Martfnez y su visién de Guatemala como de una familia debidamente ordenada, en la que a los mayas irrevocable- mente les eran asignados los papeles de trabajador agricola, campesino y soldado. La comparacién de Hernandez de Leén de Ubico con Reyna Barrios capta algo de esta calidad: Fue el error del general Reina Barrios, animado de un vivo deseo de redencién; pero el gobernante se fue por los campos de la fantasia y, de haber seguido su empresa, es posible que habria logrado crear uni- camente el indio metido y profesional, leido y escribido, azote en su propia familia y amenaza para el resto de la sociedad. Lo que busca 182 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA el presidente Ubico es hacer del indio elemento indispensable en la maquina social del pafs: sacar al trabajador, no al letrado. El indio es de] campo; acciona en sus propios terrenos y debe hacérsele sentir el carifio con que responde la tierra a sus afanes ©, La actitud general, concerniente a la poblacién indigena en este periodo no diferia grandemente de aquella de Ja primera parte del si- glo, Esencialmente el unico tema que concernia a los mayas en los periédicos de la época era el indigenismo. Una gran variedad de Pposi- ciones y argumentos aparecia en la literatura indigenista. Lo que es comtn a todas es la aseveracién condescendiente de que la poblacién indigena es incapaz de desarrollar una forma de vida coherente y sa- tisfactoria, aparte de ser integrada dentro de la sociedad y cultura na- cionales del ladino. Mientras que la sociedad ladina ampliamente des- preciaba a los mayas, los indigenistas argumentaban que los mayas habian sido una vez una gran civilizacién, y que la poblacién ladina de ese momento tenia la responsabilidad de levantarlos de su actual condicién depravada, de civilizarlos, y de integrarlos dentro de la so- ciedad nacional. Muchas de estas ideas se llevaron a cabo de una u otra manera, y de hecho, la filosofia completa de Ubico era una afir- maci6n indigenista bastante tipica. Uno de los tratados mas influyentes fue la publicacién de Judrez Mufioz que, entre otras cosas, apoyaba firmemente una ley de vagancia ya que, argumentaba, los mayas son inherentemente vagos **, Tam! condenaba el uso del alcohol como un terrible vicio que era promovido Por su uso en la religién y por el hecho de que su venta cra monopolio del Estado. Concluia, sin embargo, que dificilmente podia esperarse que el Estado dejara de percibir sus ganancias simplemente purque los ma- yas bebieran demasiado “° —de lo que podemos coneluir, supongo, que mantener borrachos a los mayas era necesario para beneficio del Estado. El indigenismo, como se ha manifestado en estos aios, expresaba una filosofia ladina de culpa y esperanzas, llena de posiciones conflic- tivas y automoral Habia, sin embargo, muchos asuntos sobre los cuales, ultimadamente, prevalecian una u otra posicién indigenista. Un conflicto sin fin en el Estado liberal era el asunto de cuanta aten- cién especial debia darsele a los mayas. En un extremo esta la posicion de los primeros regimenes liberales del siglo XIX, como por ejemplo Jas leyes promulgadas por Galvez, que sustenian que todos debian ser tratados como iguales y que ninguna atencién especial debia permitir- sele legalmente a sector alguno. Contraria a ésta era la posicion del gobierno colonia] (renovada bajo Carrera), que consideraba, genuina- mente, que el acceso igualitario no era posible dadas las distintas pro- veniencias y que el Estado te! que hacer esfuerzos especiales para proveer al maya con justicia y cou derechos. TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 183 El asunto aparecié de nuevo en 1945 cuando se realiz6 un debate encarnizado sobre una propuesta constitucional para incluir en la Cons- titucién los especiales «Estatutos Indigenas» que contenian provisiones para proteger las tierras mayas individuales y comunales, promovien- do cooperativas y favoreciendo instruccién intensiva en la lengua espa- fiola. Las dos posiciones recibieron mucha atencién porque eran el caba- Ilo de batalla de los editores de los dos periédicos de mayor circula- cién, El Imparcial y La Hora. Finalmente, la propuesta fue derrotada con el argumento de que como la inmensa mayoria de la poblacién era maya en la Constitucién no deberia darsele especial atencién, sino asig- narle la responsabilidad de manejar cualquier duda particular al Mi- nisterio de Educacién *7. Otro aspecto del indigenismo involucraba el valor del turismo y del folklore. Fue en esta época que el hotel turistico mas importante fue establecido para centrarse en los mayas como atracci6n turistica, el Mayan Inn en Chichicastenango. Para promover el turismo fue planea- da la feria nacional en Ciudad de Guatemala con escenas vivientes de distintas aldeas, los mayas con el traje tipico completo, requerido para lucir ante los turistas extranjeros. Sin duda result6 bien hecho, los jefes politicos departamentales fueron instruidos para seleccionar cuidado- samente cuales mayas participarian y qué artefactos mostrarian **. El papel apropiado del maya ahora se expandia de ser agricultor y solda- do para también ser objeto de interés turistico. EI indigenismo también racionalizé la practica establecida de utilizar principalmente a los indigenas conscriptos para el ejército. El periédico de Ubico, El Liberal Progresista, argumentaba que el maya se haria mas civilizado a través del servicio militar. Llegaria con sombrero de paja, caites y traje; se iria con un sombrero de fieltro, un vestido entero de lana y zapatos nuevos, habiendo aprendido sobre higiene y a ser letrado, ..en otras palabras, «eran incorporados dentro de la civilizacién...» os La era revolucionaria (1944-1954) Aunque pocos mayas pensaran asi en ese momento, la renuncia de Ubico seguida por la Revolucion de Octubre de 1944 introdujo una era completamente nueva. Al principio, el papel de la poblacién maya pa- recia contradictorio. Por un lado, eran infelices con la vialidad que los obligaba a trabajar en las fincas, y cada vez eran més conscientes de que no se les proveia con las escuelas y los servicios que estaban dis- ponibles para los Jadinos. Por otro lado, su experiencia habia sido que el Estado, en especial el presidente, estaba en la posicién de hacer favores y de hecho éste era el tinico lugar del que podian esperar favo- res. Sin embargo, las cosas no funcionaron facilmente. 184 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA 34 JUAN JOSE AREVALO, PRESIDENT DL GUATEMALA (1945-1900 En julio de 1944 Ubico renuncié y poco tiempo después un gobierno interino fue establecido por el general Federico Ponce Vaides, uno de los generales de Ubico. Algo de la calidad de Ponce es sugerida cuando leemos que como jefe politico de Ubico en el Petén, en 1939, fue tan brutal al forzar el trabajo de los extractores de chicle, que Ubico lo removié del puesto °°. Sin embargo, el movimiento revolucionario es- taba en manos de los mas jovenes y de los demécratas y liberales de clase media, cansados de las tiranias y de las peculiaridades del man- dato de Ubico en cular. Buscaban y encontraron un candidato adecuado en Juan José Arévalo. Ponce, sin embargo, queria retener la presidencia y decidio transar con el favoritismo condescendiente de Ubico; envid recados a los mayas por medio de los organizadores del Partido Liberal Progresista de que, si era elegido, las fincas cafetaleras alemanas intervenidas durante la Segunda Guerra Mundial serian divididas entre ellos. Organizé una manifestacion en La Aurora, en el limite sureste de Ciudad de Gua- temala en septiembre, ¢ hizo desfilar a los indigenas como una ame- naza a los ladinos urbanos que se le oponian. No queda claro cuan lejos geograficamente aleanzaron sus promesas, ni cudntos 6 s realmente TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 185 le creyeron. Lo que si es evidente es que a lo largo de una parte del altiplano occidental, especialmente en Chimaitenango, El Quiché y Que- zaltenango, los ladinos se pusieron cada vez mas nerviosos en relacién con los rumores sobre una revuelta que los mayas planeaban. Si algu- nos se daban cuenta de que las promesas de Ponce se asemejaban a aquellas de los seguidores de Araujo en la campajia salvadorefia de 1931 se desconoce, pero dadas las crecientes frustraciones de los mayas por un lado, y las aspiraciones de los ladinos de un nuevo gobierno, habia razones de sobra para que crecieran las tensiones. Dos dias después de la eleccién de octubre, la explosién critica ocu- rrié en la aldea de Patzicia, donde ladinos nerviosos balearon a dos mayas. Los indigenas enardecidos perdieron el control y masacraron a catorce ladinos con machetes, hachas y palos. Los ladinos, creyendo virtualmente que estaban siendo testigos de Ja revuelta indigena que habian temido por tanto tiempo, apelaron inmediatamente a la ayuda de los ladinos de aldeas cercanas. Siguié una matanza que duré tres dias y noches, durante la cual todos los mayas adultos que se encon- traron fueron muertos sumariamente. Fue, en miniatura, una réplica de la Matanza salvadorefia. Cifras del namero de los mayas muertos oscilan entre los ciento cincuenta y los novecientos °'; El Imparcial sélo informé que habia, «un incontable numero de caddveres indios» °. En los dias siguientes egaron informes de insurrecciones o amena- zas de insurreccién en San Juan Ostuncalco, Chichicastenango, Quezal- tenango, Olopa, Camotan, San Juan Sacatepéquez, Villa Canales y Ra- binal. La mayorfa nunca se materializé, pero una si se Hevé a cabo en San Andrés Iztapa, dejando como saldo un muerto ©. Con todo, el juicio de Ubico en lo concerniente al giro conservador en los procesos politicos y en las lealtades indigenas era, en alguna medida, producto de Jos eventos en 1944. No es facil descubrir, sin embargo, qué podia haber estado pensando el resto de los mayas. Para la poblacién ladina, todo el asunto de la matanza se archivé, de ahi en adelante se hizo muy poca mencién de esto. El nuevo gobierno comenzé a trabajar como si no hubiera habido matanza alguna, y de vez en cuando se tomaban en cuenta asuntos que concernian directamente a los mayas. Mientras que a los mayas no se les daba ninguna categoria constitucional especial, la nueva Constitu- cién si estipulaba permitir a las culturas indigenas existentes ciertos derechos, ademas de que seguiria «una politica integral para el avance econémico, social y cultural de los grupos indigenas» °*. Uno de los primeros hechos que si pusieron especial! atencién en la poblacion maya fue revertir la politica de Ubico y unirse a la Conven- cién Internacional en apoyo al Instituto Indigenista Interamericano, fundando en 1945 el Instituto Indigenista Nacional (IN), en Ciudad de Guatemala, bajo la direccion de Antonio Goubaud Carrera, en ese mo- 186 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA a SALIO DEL PAIS ESTA MANANA Aleurin Kin fat Preto id Las bee Renseen’ Ante Les’ ‘Nacvas ts VW 3.2. PERIODICO SALVADORENO ANUNCIANDO LA CAIDA DE MANIMILIANO HERNANDEZ MARTINEZ (1944) mento el unico antropdloge con experiencia en Guatemala. Goubaud Carrera habia trabajado durante anos con antropdlogos norteamerica- nos, y aunque se alejaba de alguna manera de las posiciones indigenis- tas mas extremas, aun representaba claramente una orientacién bastante conservadora que buscaba un cambio progresivo (en vez de «revolucionario») para las comunidades mayas. En los afos que inmediatamente siguieron, el IIN inicié estudios de las comunidades mayas, si estaban alfabetizados o no, idiomas, vivien- da, nutrici6n, turismo, agricultura, censos, educacién, y otros. Su carta constitutiva estaba escrita de tal manera que permitia un grado bas- tante extensive de ingenieria social: «Para poder modificar, dirigir y controlar los habitos adquiridos en el trans: o de una vida, a fin de ajustarlos a normas consideradas universalmente como mas deseables: mayor rendimiento econémico, mayor proteccién contra los elementos, un grado mayor de salud y mejor relacién de identifieacion social, ten- dremos que saber cuales son estos habitos y costumbres» © En un contexto mayor, las reformas mas importantes rapidamente introducidas por el gobierno dispensarian la mano de obra de la Via- jad, y aunque Ia Ley de Vagancia y la Libreta de Jornales continua- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 187 ron por un tiempo, fueron ignoradas eficientemente hasta que el nuevo Cédigo de Trabajo fue emitido en 1947 ©. Por primera vez en casi tres cuartos de siglo, los mayas de Guatemala eran libres para cuidar de sus propios intereses econdmicos. La principal excepcién fue el conti- nuo y discriminatorio alistamiento de los jovenes mayas en el ejército, practica que continua aun hoy dia, casi medio siglo después. Handy ha sefialado que las reformas mas importantes tomadas du- rante el gobierno de Arévalo no tendieron, de hecho, a centralizar mas el poder del Estado ®’. Removiendo lo que quedaba de la mano de obra forzada, instituyendo elecciones democraticas a nivel municipal, apo- yando el sistema de competencia de partidos politicos —todo esto ten- dia a distribuir el poder mas ampliamente—. Es més, la mayoria de las reformas revolucionarias del gobierno que afectaba a los mayas no estaba dirigida particularmente al sector étnico, sino mas bien a los campesinos en general. Los mayas, como todo ciudadano, fueron alen- tados a participar en el gobierno local, en los sindicatos, en las orga- nizaciones campesinas y otras organizaciones de masas. El gobierno si inicié esfuerzos por dar una educacion bilingiie —proceso que no se llevé a cabo de manera eficiente por muchos afios— y por expandir la educacién rural en general. No hay duda, sin embargo, que uno de los pasos mas importantes de la era revolucionaria —y de seguro el mas controversial— y que afectaria a todos los campesinos fue el Decreto n° 900, la Ley de Re- forma Agraria que emitié el presidente Arbenz en junio de 1952 °°. Durante los dos intensos afios que siguieron al paso de este decreto —que terminé con la caida de Arbenz en junio de 1954— mas de 745.000 manzanas fueron expropiadas de alrededor de ochocientas fincas pri- vadas, veinte fincas nacionales (principalmente fincas alemanas inter- venidas durante la Segunda Guerra Mundial) y 90.000 lotes de tierra fueron distribuidos a Jos beneficiarios, cerca de 100.000 familias. Como sehala Handy, esto significa que tal vez 500.000 personas se beneficia- ron de un total de la poblacién de 3.000.000 de habitantes. Los mecanismos propuestos para llevar a cabo esta inmensa trans- ferencia de tierra se llevaron a cabo a través de los Comités Agrarios, que se establecian localmente en cada municipio y aldea donde habia tierra que cumplia con las definiciones de la Reforma Agraria. Los miembros de la Liga Nacional Campesina aumentaron como los de los sindicatos rurales. Los partidos politicos, que se centraron en captar Jas oficinas municipales locales ahora se involucraron profundamente en promover y en ganar concursos en la transferencia de tierra. Los problemas que emergian en esta extraordinaria época mostraban las antiquisimas disputas territoriales y los abusos que todavia tenian que ser corregidos. Los reclamos involucraron no solamente a aquellos cam- pesinos sin tierra en las propiedades de los terratenientes, sino también 188 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA 33. JACOBO ARBENZ GUZMAN, PRESIDENTE DF GUATEMALA (1951 1984) a individuos contra comunidades y municipios, a comunidades que re clamaban tierras ilegalmente usurpadas siglos atras y muchos otros. Uno de los aspectos mas contenciosos de la ley era que todas las tierras municipales se hacfan accesibles a las comunidades. Clasica- mente, al menos desde la Reforma de 1871, los municipios estuvieron controlados por ladinos, y declarar a las tierras comunales indigenas como pertenecientes al municipio era la manera clasica de desemba- razarse del control indigena. El Decreto 900 especificaba que donde hubiera und disputa por tierras entre un municipio y una comunidad, esta ultima automaticamente ganaria. Aunque la revolucién —y especificamente la Reforma Agraria— pro- vocé la ira de Estados Unidos hacia el gobierno de Arbenz, puso en movimiento cambios que continuaron siendo centrales en la vida de Guatemala. Uno de éstos fue la institucién de partidos politicos com- petitivos. Los sistemas electorales anteriores, donde los tadinos locales que ostentaban el poder permanecian dominantes explotando a las po- blaciones locales indefinidamente, habian sido rotos por Ubico con los intendentes. Estos ultimos, sin embargo, no representaban del todo los intereses locales y eran casi siempre ladinos, a veces oficiales militares. TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 189 También, las comunidades mayas cl4sicamente habian permanecido bajo el control de principales, u ocasionalmente bajo caciques autoes- tilados. Las verdaderas elecciones pusieron en escena a los lideres j6- venes, y los antiguos detentadores del poder local tuvieron que hacer grandes ajustes si querian sobrevivir de alguna manera. El estudio de Silvert de 1952 encontré que de cuarenta y cinco comunidades estu- diadas por el Instituto Indigenista Nacional, para 1948 veintisiete ha- bian elegido alcaldes mayas °°. Sin embargo, el asunto siempre fue debatido. En Quezaltenango, una ciudad importante donde existe ma- yoritariamente una poblacién maya, los ladinos aun controlaron los puestos municipales hasta finales de 1965 7°. La revolucién en Guatemala fue abortada en 1954 por los esfuerzos combinados de los intereses terratenientes y burgueses guatemaltecos con el apoyo material de Estados Unidos. El titulo de Piero Gleijeses sobre su defuncién —«Esperanza Rota»— refleja bien el punto de vista de cientos de miles de personas que se habian beneficiado de la misma en ese momento. El uso racional como para permitir la Matanza hacia dos décadas en El! Salvador, la amenaza del comunismo, fueron las mismas excusas utilizadas para destruir a la revolucién guatemalteca. Los mayas no eran los favorecidos especiales de la revolucién, las re- formas beneficiaron sobre todo a los campesinos y por consiguiente a la mayoria de los mayas involucrados en aquella manera de vida. La derrota de la revolucién sugeria que el largo retorno de los mayas des- de la Conquista no iba a ser facil. Haciéndolo solos (1954-1970) El periodo entre el fin de la revoluci6n y el comienzo de los masivos ataques del Estado a las comunidades mayas en el altiplano occidental, en 1979, es uno de los mas importantes en el crecimiento de la comu- nidad maya. Para los mayas, el Estado de Ubico y la Revolucién tenfan una caracteristica en comin muy importante: en ambos, el Estado de- finia las reglas del juego y Jos mayas hacian lo que se les ordenaba. Bajo los regimenes de la Reforma Liberal los cambios se encontraban en los detalles, pero se puede discutir si algunos de estos detalles de Ubico tuvieron alguna consecuencia. La revolucién, sin embargo, habia introducido toda una serie de nuevas posibilidades que, hasta cuando se perdieron con la «Liberacién» de 1954, habian abierto tos ojos y las mentes del grueso de la poblacion. Mientras que el gobierno revolucionario abrié vastas oportunidades sentaba en gran medida la direccion de como debian hacerse las cosas. La operacién de Reforma Agraria fue disefiada por el Estado; mientras que los agraristas locales estaban dispuestos a tomar la iniciativa al formar los Comités Agrarios, el patrén de cémo y qué hacer era prepa- 190 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA 3.4 GRABADO ALEGORICO DE R ROLDAN F (1982), 38. GRABADO ALEGORICO DE RINA LAZO 982) rado por el Estado. La diferencia, ahora, era que el régimen revolucio- nario prometia beneficios mucho mayores. Si Ubico mantuve la puerta abierta un poco, la revolucién la abrié de par en par ¢ incité a la gente a cruzarla, Si los reformistas liberales nada les habian ofrecido a los mayas sino que les exigié mucho y la revolucién les ofrecié mas de lo que podia sostener, el gobierno posrevolucionario ni ofrecié ni demando. El nuevo presidente, Carlos Castillo Armas, revirtié muchas de las mas importantes reformas de los regimenes previos. Sin embargo, una vez que éstas se aleanzaron, los mayas no fueron severamente presionados para que se conformaran con las nuevas demandas, de una u otra ma- nera. El desarrollo comunal, la educacién basica, ta salud, la nutricion, el saneamiento y muchos otros programas de bienestar y desarrollo fueron y vinieron, Este fue el ritmo de las cosas a lo largo del resto de los afos cin- cuenta. Aunque, inicialmente, se echaran atras por los reveses de la revoluci6n, los mayas aprendieron cada vez mas como manejarse los limitados recursos de la democracia que el Estado ponia a su disposi- cidn: partidos politicos, elecciones, propaganda, el trate con la buro- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 191 cracia, etc. Fue necesario aprender hasta cémo sobornar y ser corrup- tos, ya que estas practicas fueron severamente limitadas bajo Ubico. Para los mayas dos desarrollos en el Estado tuvieron consecuencias durante este periodo. Uno de ellos fue la derogacién por parte de Cas- tillo Armas de la prohibicién liberal, largamente mantenida, sobre la cantidad del clero permitido en el pais. En pocos afios cientos de nue- vos curas extranjeros Henaron las parroquias que no habian tenido clero residente desde la Reforma 7’, Debido a que estos curas eran casi todos extranjeros, necesariamente resultaron novedosos. El otro fue que la revolucion se habia derrumbado a pesar de los militares y a causa de los mismos. El Ejército guatemalteco se sintié profundamente deshonrado de estar subordinado a las fuerzas de «li- beracion» de Castillo Armas, e intenté corregir la situacion. El pensa- miento militar que prevalecia fue el de autodesarrollarse y asi ser ca- paces de llegar a manejar al gobierno si fuera necesario. Tras el asesinato de Castillo Armas se realizaron elecciones, que gano el general Ydigoras Fuentes, otro de los antiguos generales de Ubico con una reputacién parecida a la de Ponce Vaides; su historial como jefe politico de Ubico estaba relacionado con una matanza de mayas en Tacana en 1937, que nunca fue oficialmente investigada ”. Igual que gobiernos anteriores, Jos proyectos de bienestar social y co- munitario se iniciaron, pero una vez mas con nula atencién especial para los mayas. El gobierno de Ydigoras Fuentes puede ser recordado mas por la escalada de corrupcién que porque su inefectividad incitara tanto la revuelta como un golpe militar que inicio un largo periodo de regimenes militares. En 1959 otro evento externo tuvo un fuerte impacto, no sdélo en Guatemala sino en toda Centroamérica: Fidel Castro desplaz6 a un clasico dictador latinoamericano y poco después instalé un régimen abiertamente comunista en Cuba. El fantasma del comunismo que ini- cié la Matanza y que aborté la revolucién guatemalteca ahora se le- vantaba a sélo unas pocas millas en el Caribe. El efecto fue electrizante. Los nacientes revolucionarios en toda América Latina vieron que una , 1943), pag. 417. 50. Boletin del Instituto Indigenista Nacional, vol 1, n2 1, Guatemala (1945), pag. 8. 51. Hernandez de Leon, 1940: t. I, pag. 329-331. 52, El 24 de septiembre de 1935; Skinner-Klée, Jorge, Legislacion Indigenista de Guatemala, recopilacién de Jorge Skinner-Klée. (México: Ediciones Especiales del Ins- tituto Indigenista Interamericano, 1954), pags. 118-119. 236 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA 53. Este es un avance tentativo del trabajo que actualmente realiza Enrique Gordi- Ho. 54, Hernandez de Leén, 1940: t. IL, pags. 413. 55. Juarez Muniz, J. Fernando, El indio guatemalteco; ensayo de sociologta nacio- nalista (Guatemala, 1913), pags. 123-132. 56. Ibid., pags. 81-85 y 159-166. 57. HM. Vazquez, La Hora (27 de febrero de 1945). 58. EI Liberal Progresista (7 de agosto de 1936). Archivo General de Centroamérica {AGCA). 59. El Liberal Progresista (3 de enero de 1938), AGCA. 60. Schwartz, Norman B., Forest Society: A Social History of Petén, Guatemala (Phi- ladelphia: University of Pennsylvania Press, 1990), pag. 188. 61. Los informes publicados son pocos, sobre todo los de Hernandez Sifontes, 1965, 264 ff.; un estudio mas detallado se esta Hevando a cabo en estos momentos: Adams, Richard N., «The Patzicia Massacres of 1944: a Reinterpretation* (1990), inédito. 62. El Imparcial, 8 de noviembre de 1944. 63. Handy, Jim, «‘A Sea of Indians’. Ethnic Conflict and the Guatemalan Revolu- tion, 1944-1952» en The Americas, vol. XLVI, n# 2 (1989), pags. 189-204; y Adams, Richard N., «Ethnic Images and Strategies in 1944» en Guatemalan Indians and the State: 1540 to 1988, Carol Smith editora. (Austin: University of Texas Press, 1990), pags. 143-145, 64, Articulo 137, Pérrafo 15, reproducido en Silvert, Kalman. Un estudio de gobier- no: Guatemala. Seminario de Integracién Social, tomo XXVI (Guatemala: Editorial «José de Pineda Ibarra», 1964) (version original en ingles, 1954.}, pag. 227. 68. Bolettn del Instituto Nacional Indigenista Nacional, vol. 1, n (1945), pag. 6. 66. Gleijeses, Piero, Shattered Hope: The Guatemalan Revolution and the United Sta- tes, 1944-1954. (Princeton University Press, 1991.) 67. Handy, Jim, «The Corporate Community, Campesino Organizations, and Agra- rian Reform: 1950-1954» en Carol Smith (ed.), Guatemalan Indians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990), pags. 167-168. 1, Guatemala 68. Este tema se centra fundamentalmente sobre Hundy, 1990. 69. Silvert, 1964. 70. Hupp, Bruce, The Urban Indians of Quezaltenango, Guatemala, Tesis (Austin: University of Texas 1969). Inédito. 71. Holleran, Mary, Church and State in Guatemala (New York Octagon Books 1949).; y Adams, Richard Newbold, Crucifiction by Power: Essays on Guatemalan Na- tional Social Structure, 1944-1966 (Austin: University of Texas Press, 1970). 72. Carta al Safor Procuradur de la Nacién, de once citdadanes de Tacana, 2 de diciembre de 1945, AGCA, Ministerio Publico, gobernacion. Leg. 32502. 73. Este tema se centra sobre todo en Al Guatemala’s Violent Tran , Arturo, «Changing Indian Identity tion to Modernity» en Carol Stmith (ed), Guatemalan In TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 237 dians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990); y Falla, 1978, para el andlisis de la época 1960-79. 74. Ja C’Amabal I’b, «La primera gran confrontacién: El movimiento campesino indigena del altiplano guatemalteco», monografia presentada a la Subcomisién de las Naciones Unidas sobre Minorias Etnicas (Ginebra, agosto, 1984). Citada por Arias, 1990: 241. 7S. Falla, Ricardo, «Hacia la revolucién verde: adopcién y dependencia del ferti- lizante quimico en un municipio del Quiché, Guatemala» en Estudios Sociales, Guate- mala, n 6, 1972, pags. 16-51; y Falla, Ricardo, Quiché Rebelde: Estudio de un movi- miento de conversién religiosa, rebelde a las creencias tradicionales en San Antonio Ilote- nango. Coleccién «Realidad Nuestra», vol. VII. (Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala, 1978). 76. Porras, Gustavo, «Guatemala: la profundizaci6n de las relaciones capitalistas» en Estudios Centroamericanos, n° 353 (1978), pags. 374-406. Citado por Arias, 1990. 77. Carmack, Robert M. «State and community in Nineteenth-Century Guatemala: The Momostenango Case» en Carol Stmith (ed.), Guatemalan Indians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press. 1990.) 78. Adams, 1970; y Calder, Bruce Johnson, «Crecimiento y Cambio de la Iglesia Catélica Guatemalteca, 1944-1966» en Estudios Centroamericanos, n° 6, Seminario de Integraci6n Social Guatemalteca. Guatemala (1970). 79. Falla, 1978; Brintnell, Douglas, Revolt against the Dead: the Modernization of a Mayan Community in the Highlands of Guatemala. New York: Gordon and Breach. 1979; Cabarris, Carlos Rafael, La cosmovisién k’ekchi’ en proceso de cambio (San Salvador: UCA Editores, 1979). 80. Falla, 1978. 81. Gaitan Alvarez, José Miguel, «El movimiento cooperativista de Guatemala: desarrollo de la Federacién Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito» en Estudios Sociales, n.°7, 1972, Universidad Rafael Landivar, pags. 33-62 y 43-45. 82, Ja C’Amabal I’b, 1984, citado en Arias, 1990: 235. 83, Falla, 1978: 455. 84. Brintnell, 1979. 85. Falla, 1978: 444. 86. Ibid. 87. Fuentes para Cuadro 3.2: a) Hough, Richard, John Kelley, Steven Miller, Ru- sell DeRossier, Fred L. Mann y Michell A. Seligson, Land and Labor in Guatemala: an Assessment (U.S. Agency for International Development, report: Guatemala, 1982). b) Figueroa Ibarra, Carlos, El proletariado rural en el agro guatemalteco (Guatemala: Edi- torial Rumbos Nuevos. 1980), después del II Cerso Agropecuario, Guatemala, 1964. 88. Ya que no hay datos especificos sobre la tenencia de la tierra para los distintos grupos étnicos, la situacién puede ser aproximada comparando las cifras de los tres departamentos: departamentos mayas son aquellos en los que la poblacién indigena es 70% del total o mas, por ejemplo, Totonicapan, Solol4, Alta Verapaz, El Quiché, Chimaltenango, Huehuetenango y San Marcos. Los departamentos ladinos seran aque- les con un 70% 0 mas de poblacién ladina, por ejemplo, el Petén, Jutiapa, Zacapa, 238 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA Guatemala, Escuintla, Izabal, Santa Rosa, y El Progreso. Los restantes, Jalapa, Saca- tepéquez, Retalhuleu, Baja Verapaz, Chiquimula, Suchitepéquez, y Quezaltenango son departamentos mixtos. Para datos utiles, es conveniente excluir el Petén de los cAlculos. 89. Fuentes para Cuadro 3.3: Censos Agropecuarios de 1950 y 1980. 90. EI indice Gini mide la concentracién de la tenencia de la tierra: un indice de uno significa tener toda la tierra en manos de una persona. Una fraccién baja indica que la tierra est4 ampliamente distribuida. 91. Fuente: Hough, Richard, 1982: Cuadro 1. 92. Payeras, Mario, Los dias de la selva (México: Editorial Nuestro Tiempo, 1981). 93. Burgos, Elizabeth, Me llamo Rigoberta Menchti y asf me nacié la conciencia (México: Siglo XX1, 1985). 94, Mendizabel P., Ana Beatriz, «Estado y politicas de desarrollo agrario: la ma- sacre campesina de Panzés» en Polftica y Sociedad, n° 6 (julio-diciembre, 1978), pags. 69-121. 95. Arias, Jorge, «Historia censual de Guatemala» en Jorge Lujan Muiioz, Econo- mia de Guatemala, 1750-1940, Antologia de Lecturas y Materiales. Tomo I (Guatemala: Universidad de San Carlos, Facultad de Humanidades, 1980), pags. 171-180. 96. Early, John D., «Revision of Ladino and Maya Census Population of Guatema- la, 1950 and 1964» en Demography, n2 11 (1974), pags. 105-117; Early, John D., «The Changing Proportion of Maya Indian and Ladino in the Population of Guatemala, 1945-1969» en American Ethnologist, vol. 1], n.* 2 (1975), pags. 261-269; Early, John D., «Some Demographic Characteristics of Peasant Systems: The Guatemalan Case» en Carmack, R.M., J. Early and C. Lutz, eds., Tae Historical Demography of Highland Guatemala, publicacién n° 6 (Albany: State University of New York, Institute for Me- soamerican Studies, 1982), pigs. 169-181; Early, John D., The Demographic Structure and Evolution of a Peasant System: The Guatemalan Population (Boca Raton, Florida: A Florida Atlantic University Book, 1982). 97. Fuentes: Datus para todos los totales de poblaciones numeradas (excepto datos 1981) son de Jorge Arias, 1980: 171-180. Porcentajes indigenas son calculados de cifras de censos aproximados ya que tenemos pocas correcciones para sectores etnicos. Los datos de 1778 y 1880 de Arias (1980), Los datos tomados de la publicacién del Censo datan del 2 de febrero de 1953. Los datos de Early son de Early, John D., «Revision of Ladino and Maya Census Populations of Guatemala, 1950 and 1964+ en Demography. ne 11 (1974), pags. 105-117. 98. Melville, Thomas, and Marjorie Melville, Guatemala: The Politics of Land Ow- nership (New York: The Free Press, 1971). 99. Este ensayo no cubre la época de la politica de tierra arrasada del gobierno de 1979-1983. 100, Esto deja claro que mi afirmacién sobre que habria una perdida relative continua de la poblacion indigena no esta verificada. Vease a Adams, 1957 101, Lutz y Lovell, 1990. 102, Smith, Carol, «Class Position and Class Consciousness in an Indian Commu- nity: Totonicapdn in the 1970s» en Carol Smith (ed.), Guatemalan Indians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990), pag. 213. TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 239 103. Schmidt, Lester, The Role of Seasonal Labor in the Economic Development of Guatemala (Madison, Wisconsin: Land Tenure Center. 1986), pag. 88. Inédito. 104, Hernandez de Leén, 1940: 184. 105. De Villa, Gonzalo, Estudio sobre la migracién en Guatemala, 1893 a 1981 (Gua- temala: AVANCSO, 1991). Inédito. 106. Smith, Carol, 1990. 107. Smith, Carol, «Origins of the National Question in Guatemala» en Carol Smith (ed), Guatemalan Indians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990), pag. 74. 108. Lutz y Lovell, 1990. 109. Tax, Sol, «The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala» en American Anthropologist, vol. XXXIX, n.° 3 (1937), pags. 423-444, 110. McCreery, 1990. 111. Smith, Carol, 1990; Watanabe, John M., «Enduring yet Ineffable Community in the Western Periphery of Guatemala» en Carol Smith (ed.), Guatemalan Indians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990); Handy, Jim, 1990. 112. Wolf, Eric., «Closed Corporate Peasant Communities in Mesoamerica and Cen- tral Java» en Southwestern Journal of Anthropology. vol. XII, n.° 1 (1957), pags. 11-18. 113. Smith, 1990; 218. Smith luego argumenta que esta unidad comunitaria es equivalente a la clase social, argumento que no encuentro convincente. 114. Watanabe, 1990; 184. 115. Swetnam, John, «What else did indians have to do with their time? Alterna- tives to Labor Migration in Prerevolutionary Guatemala» en Economic Development and Culture Change, vol. XXXVII, n2 1 (1989), pags. 89-112. Véase también Schmidt, 1968; Pansini, J. Jude. «Indian seasonal plantation work in Guatemala» en Cultural Survival Quarterly, vol. VIL, n 1 (1983), pags. 17-19. 116. Earle, Duncan, en Robert M. Carmack, editor, Harvest of Violence (Norman: University of Oklahoma Press, 1988). Guatemala: cosecha de violencias, Robert M. Car- mack, compilador (San José, Costa Rica: FLACSO; 1991), pags. 417-446 117. «Spelling of Mayan language names follows that of the Academia de las Len- guas Mayas de Guatemala», se encuentra en England, Nora C., y Stephen R. Elliot, Lecturas sobre la lingiistica maya (Antigua Guatemala: CIRMA, 1990). 118. Ronald Wilhelm, comunicacién personal sobre investigacion que actualmente se Ileva a cabo. 119. Cojti Cuxil, Demetrio, «Lingiistica e idiomas mayas en Guatemala, 1970- 1988» en Cuadernos de Investigacion, n° 4-88, Direccién General de Investigacion, Uni- versidad de San Carlos de Guatemala. Guatemala, 1987; Sam Colop, Enrique, «La educacién bilingiie y los idiomas mayas en Guatemala», Presentado en la XIV Latin American Studies Association, New Orleans (1988). Inédito. 120. Fundacién Friedrich Ebert y FLACSO, 1988. 121. Otzoy, Irma, Identity and higher education among Mayan women (University of Iowa, 1988). Tesis inédita. 240 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA 122. Un tratamiento general puede encontrarse en Rojas Lima, Flavio, La cofradia: reducto cultural indigena (Guatemala: Seminario de Integracién Social, 1988). 123. Montes, 1977. 124, Adams, 1957. 125. Este material fue tomado de una presentacién de Jesus Garcia Ruiz en la Latin American Studies Association, Washington, D.C. (abril de 1991). 126. Adams, Richard N., «Political Changes in Guatemalan Indian Communities» en Middle American Research Institute, Publication n.* 24, New Orleans (1957), pags. 1-57, 127. Falla, 1978. 128. Cabarnis, La Cosmovisién (1979); Tedlock, Barbara, Time and the Highland Maya (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1981). Tedlock da una descrip- cin detallada de la iglesia de Momostenango. En estos momentos, Jesis Garcia Ruiz est4 haciendo un estudio a fondo sobre el tema. 129, Una tratamiento extensive sobre el maya puede encuntrarse en la fundacién Friedrich Ebert y FLACSO, 1988. 130. Estos datos sobre desarrollos recientes son tomados de una presentacién de Jestis Garcia Ruiz en la Latin American Studies Association, Washington, D.C. (abril de 1991). El material dado aqui se aplica mas a los ochenta que a los setenta. Garcia Ruiz esta investigando sobre el tema en estos momentos. 131, Una excepcién son las colonias mesoamericanas establecidas en la costa ca- ribefa de lo que hoy es Costa Rica. Para referencias de investigaciones sobre estas colonias, véase tomo I y Il, y a M. W. Helms, «Introduction» en Frontier Adaptations (Institute for the Study of Human Issues, 1976). Para una clasificacién linguistica com- pleta de estos pueblos en el momento de la conquista espaiola, y de un mapa muy util, véase D. Stone, «Synthesis of Lower Central American Ethnohistory» en Handbook of Middle American Indians (1966). 132, Los pueblos indigenas de origen sureio que vivian en las tierras altas cen- wales calzaban mas directamente bajo mandato colonial y republicano, ¥ tenian menos recursos para resistir el ataque asimilacionista, Sus ancestros, los chorotegas y los huctares de Costa Rica, los matagalpas de Nicaragua, ¥ los lencas de Honduras, para 1979 sobrevivieron solo en pequeho numero, y fueron altamente asimilades por Ja cultura ni . No habra inas referencia a ellos en el analisis que sigue, 133. Por ejemplo, basado en el censo de Costa Rica de 1927, Michael Olen informa que el departamento. ibeno) de Limén tenia u 1 de 2,2 «extranjeros» Por cada costarricense. «The Adaptation of West Indian Blacks to North American and Hispanic Culture in Costa Rica» en Peseatello (ed.), Old Roots in New Lands (Green wood, 1977), pag. 140. 134. Barry, T. y D. Preuseh, The Central American Fact Book (Grove Press, 1980), pay. 177, 135. Por ejemplo, con base en inve: nes Hevadas a cabo al este de Nicaragua y Honduras a finales de los veinte, Edward Conzemius identifica a dos tribus existentes (kukra y bawilrka) que desde entonces han dejada de existir, y a seis mas que recien- temente se extinguieron. Ethnographic Survey of the Miskita and Sun Indians of Ni- TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 241 caragua and Honduras (Smithsonian Institution Bureau of Ethnography, Bulletin 106), pags. 14-15. 136. En el periodo revolucionario en Nicaragua la demografia miskito se convirtié en tema de gran controversia politica. Para consultar un esfuerzo hecho por resumir las estimaciones de la poblacién miskita a través del tiempo, véase Demografia Costefia. (Managua: CIDCA, 1982.) 137. Todos los datos sobre Costa Rica vienen de CONAI. 138, Demografia Costeria, 1982. Estos datos son extrapolaciones del precenso de 1980, que identificaba lugares de residencia para ser visitados luego. Aunque amplia- mente consistente con estimaciones pasadas, fueron vigorosamente cuestionados en el periodo pos-1981, cuando la demografia se convirtié en un asunto politizado. Dada la desarticulacién causada por la guerra, la confirmacién se hizo imposible. Aunque creo que éstos son los datos mas exactos disponibles, es posible que estén levemente subes- timados, en especial el estimado miskito de (67.000). He informado del dato de los miskito como un espectro para permitir una posibilidad tal. 139. El término sumu empezé a ser usado a mediados del siglo XIX para referirse colectivamente a un grupo diferente de indios no-miskitas. Desde 1980 tres subgrupos sumu distintos permanecieron en Nicaragua —los ulwa, twahka y panamaka— que juntos totalizaban cerca de 5.000 personas; cerca de 700 twahka sumu viven en peque- fis asentamientos a lo largo del rio Patuka de Honduras. 140. Los datos sobre los jicaque y los paya son de Cruz Sandoval, F., «Los Indios de Honduras y la Situacién de sus Recursos Naturales» en América Indigena, vol. LXIV, n23, pag. 427. Para un breve informe de los sumu de Honduras, véase «Tawahka Sumu: A Delicate Balance in Mosquitia» en P.H. Herlihy y A.P. Leake, Cultural Survival Quarterly, vol. XIV, n 4 (1990), pags. 13-16. 141, Véase CONAI, Reservas Indigenas de Costa Rica, 1988, y Maria E. Bozzoli de Willie, El Indigena costarricense y su ambiente natural (San José, Costa Rica: Editorial Porvenir, 1986). 142. Para un andlisis general de la expansién de la frontera agricola, véase Wi- lliams, R. Export Agriculture and the Crisis in Central America (University of North Carolina Press, 1986). 143. Para mayor informacion sobre estos inmigrantes mayas en Belice, véase el numero especial de América Indigena dedicado a ese tema vol. LXVII, n° 1 (1987), y la proxima disertacién de Michael C. Stone Anthropology, University of Texas 144. No hay un intento sistematico para documentar la presencia demografica de los inmigrantes chinos en las Ianuras de Centroamérica, sin mencionar su impacto dentro de estas sociedades. 145. De hecho, Belice es una excepcién para mucho de lo que sigue, ya que el Estado y la sociedad dominante no es ni mestiza, ni hasta 1981 completamente inde- pendiente. La sociedad belicefia y su gente merecen atencién mucho més especifica que la que se le puede dedicar aqui. 146. Tal generalizacién no deberfa oscurecer, sin embargo, las acciones significa- tivas de violencia del Estado contra los pueblos de las Ilanuras durante este periodo. Para una breve referencia a la masacre del gobierno hondurefio contra el pueblo gari- 242 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA funa en 1937, véase Gonzalez, N. Sojoumers of the Caribbean University of Illinois Press (1988), pag. 137, cita no 9 147. Jorge Jureidini, Presidente de CODECA (Comisién para el Desarrollo de la Costa Atlantica). Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, n° 68 (mayo de 1966), pag. 32. 148. En este asunto sobre Costa Rica, véase Bourgois, P, Ethnicity at Work Johns Hopkins University Press (1989), pgs. 79-110; y Olien, M., op. cit; para ejemplos de este discurso en Nicaragua, véase F. Ruiz y Ruiz, Informe sobre la costa atléntica (Ma- nagua, 1925); referencias sucltas de medidas antinegras similares en Honduras pueden encontrarse en Posas, M., Luchas del Movimiento Obrero Hondureno (San José, Costa Rica: EDUCA, 1981). 149. Véase M.W. Helms, 1976: 18. El argumento referente a la importancia estra- tégica de la matrifocalidad cn la reproduccién cultural se desarrolla atin mas en «Do- mestic Organization in Eastern Central America: The San Blas Cuna, Miskito, and Black Carib Compared» en Wester Canadian Journal of Anthropology, vol. V1, n° 3, pags. 133-63. 150. Para detalles, véase Bulmer-Thomas, V., The political economy of Central Ame- rica since 1920 (Cambridge, 1987). La politica econdémica de Centroamérica desde 1920 (San José, Costa Rica: BCIE-EDUCA, 1989), cap. VIII. 151. Olien, 1977: 147-50. Lus datus de Olien también demuestran una relacion inversa entre la edad y el porcentaje de anglohablantes, que sugiere que ta tendencia se acelerara, 152. P, Bourgois, 1989: 110. 153. Una tendencia contrastante que enfauzaba el orgullo y la militancia negra 6 en los aiius setenta; pero ya en 1979, no habia ganado el apoyo de los miem. ‘ores y may establecidos de la comunidad crivlla. Para mayor informacion, véase E. T. Gordon, «History, Identity, Consciousness, and Revolution: Afro-Nicara- guans and the Nicaraguan Revolutions en Ethnic Groups and the Nation State, Deve- lopment Study Unit (1987) 154. Este argumento se presenta en mayor detalle en C. R. Hale, Contradictory Cultures of Resistance: Miskitu Indians and the Nicaraguan State in the Era of U.S. Hegemony. Stanford University Press, en preparacion, capitulo V. 155. Casi no existen fuentes sobre los miskitus en Honduras. Estas pocas frases son conjeturas derivadas de Ia informacién provista por G. T. Woodward, Gractas a Dios: Change and Development in Honduran La Mosquitia (Latin American Studies, University of Texas, 1988), Tesis. 156, Gonzalez, 1988: 195-207. 157, Ghidinelli, A. y P. Massajoli, «Resumen etnogratico de los caribes negros (ga- rilunas) de Honduras» en America Indigena, vol. XLIV, n° 3 (1984), Stone, M., «The Afro-Caribbean Presence in Central America» en Belizean Studies, vol. XVI, nums. 2 y 3.990); y E. T. Gordon, comunicacion personal 158. E. T. Gordon, 1987 y comu ion personal 159. 161. 162. TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) Hale, C. R., op. cit. Gonzalez, 1988: 211. Ibid., pag. 73 (pie de pag. 15). Thid., pag. 164. 243 APENDICE 1 EL PROBLEMA DE LA HISTORIA DE LA POBLACION MAYA * Richard N. Adams Escribir historia en Centroamérica siempre ha estado enmarcado en funcién de la relevancia de los hechos con el desarrollo del Estado y con aquellas personas més interesadas en él. La historia de los mayas, junto a la de las minorias étnicas y muchos otros temas, han sido su- bordinados al interés por el Estado. Los mayas atin deben escribir su historia; cuando lo hagan, el Estado podra ser visto desde una pers- pectiva apropiada. Es imposible avin evitar el prejuicio del Estado, porque hasta los conocimientos disponibles —los archivos, las fuentes donde el escritor de historia busca datos— han sido en su mayorfa creados y trasladados a nosotros por escritores orientados hacia el Estado. En ningin mo- mento esto es mas evidente que con el material histérico disponible sobre los mayas desde 1870. Nuestra época, apenas hasta ahora, co- mienza a dar estudiosos mayas que seleccionen y archiven los hechos que son significativos para su etnia. Mientras tanto, los hechos concer- nientes a los pueblos indigenas contintian Ilegando a los archivos his- téricos —periédicos, informes del gobierno, diarios privados, etc.— solo cuando tienen un impacto en el Estado o en la sociedad ladina y a menudo ni siquiera eso. De hecho, esto ha significado que la informa- cién esté Ilena de rebeliones, insurgencia social y problemas laborales, etc., pero casi nada contiene desde la perspectiva de las sociedades indigenas. En la época colonial y extendiéndonos a las reformas liberales entre las décadas de 1870 y 1880, importantes informes escritos sobre los mayas fueron guardados por el clero catélico. Pero las reformas libe- * Adams, Richard Newbold. «Internal and external ethnicities: with special refe- rence to Central America» en Estado, democratizacién y desarrollo en Centroamérica y Panamé. Asociacién Centroamericana de Sociologia (ACAS). (Guatemala: Impresa Ser- viprensa, 1989) pags. 475-499. 246 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA rales incapacitaron a la Iglesia para continuarlos. La informacién oral y la memoria, importantes fuentes historicas para los mayas, han sido hasta el momento muy poco utilizadas por los historiadores. Para even- tos que anteceden las memorias de los vivos, sin embargo, las fuentes orales tienen una cualidad de autocorreccién que a menudo los hace dificiles de evaluar. En ausencia de datos para proveer un balance ideal, este capitulo se ocup6 de eventos que los escritores creen que han afectado a la trayectoria de la sociedad maya y también sobre los que tenemos al- guna informacién substancial. Es, sin embargo, explicitamente un pun- to de vista «externo» 2, por ejemplo, una perspectiva fuera de las sociedades indigenas. Por las razones dadas no puede trazar las cam- biantes dindmicas internas de estas sociedades, aunque intenta dar in- trospecciones sugeridas por los datos disponibles. APENDICE 2 REFLEXIONES PARA TERMINAR Héctor Pérez Brignoli 1979 cerré un ciclo de la historia centroamericana. Aquel que se abrié hacia 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, y que se caracteriz6 por un progreso sombrio, en que dominaron las desigual- dades y las exclusiones. Lo mAs vistoso de ese cierre fue la revolucién nicaragiiense, triunfante a la caida de Somoza en julio de 1979. Y en la misma cuenta hay que acreditar el ascenso de la insurgencia gue- rrillera y la lucha de masas en Guatemala, y sobre todo en El Salvador. Un segundo aspecto fue lo relativo a la crisis econdmica e institucional. La caida en los precios de las exportaciones y la crisis de la deuda externa se combinaron para abrir paso a un retroceso violento, slo comparable a la contraccién de los afios treinta. El agotamiento de muchas instituciones estatales fue otro elemento importante e igual- mente novedoso. Ponia en cuestién mucho de lo construido en las dé- cadas anteriores. Por debajo, como un rio profundo y sordo, aparecie- ron también otros limites: lo que prodriamos llamar una crisis de los recursos y de la energia. Al final del recorrido podemos intentar reconstruir los horizontes mentales, que dieron sustento, en cada momento, tanto a las interpre- taciones académicas como a las interpretaciones politicas predominantes. Durante la posguerra imperé el reformismo socialdemoécrata, encar- nado en politicos como Arévalo o Figueres. Ideoldégica y practicamente, esta corriente habia bebido tanto en las realizaciones de la revolucion mexicana, cuanto en las utopias del APRA de Haya de la Torre. Desde la derecha recibié la agria oposicién de un conservadurismo tradicio- nal, representado por la vieja guardia de Ubico, Somoza Garcia, 0 el dominicano Trujillo, mientras que desde la izquierda, los partidos co- munistas oscilaron entre un apoyo decidido y una oposicion mas o menos critica. El correlato académico de las corrientes socialdemécra- tas puede encontrarse tanto en la sociologia y la antropologia de la modernizacion, cuanto en la prédica econémica de la CEPAL. 248 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA El horizonte cambié notablemente alrededor de los afios sesenta. La Revolucién Cubana, la guerra de Vietnam, y las sucesivas crisis en el Préximo Oriente colocaron los problemas del Tercer Mundo en el pri- mer plano de la atencidn. A ello se agregaron los movimientos de pro- testa estudiantil en Europa (mayo de 1968) y Estados Unidos. Todo esto trajo una nueva perspectiva, centrada en un antiimperialismo renova- do y un neomarxismo que dominé, durante parte de la década de 1970, casi todos los debates intelectuales. Por otra parte, los cambios en el seno de la Iglesia catdlica originados en el Concilio Vaticano II, y el desarrollo de la Teologia de la Liberacién, produjeron una nueva inter- pretaci6n, cristiana y radical, de los problemas de la pobreza, el sub- desarrollo y la dominacién. Académicamente, casi todas estas tenden- cias quedaron sistematizadas por las distintas versiones del concepto de dependencia (Cardoso-Faletto; Gunder Frank, sistema mundial de Wallerstein). Desde la derecha, estas nuevas corrientes fueron desafia- das por un anticomunismo radical, unificado por los militares profe- sionales, y robustecido por las nuevas doctrinas de la «seguridad na- cional». En la izquierda predominaron la fragmentacién y el radicalis- mo. Grupos guerrilleros de diversas filiaciones ideolégicas desplazaron a los viejos partidos comunistas alineados con Moscti. La idea del cam- bio revolucionario condujo a un retroceso, y en mas de un caso a un llano desprecio, de los reformismos. SANDINISTAS EN METAGALPA, TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 249 Estas tendencias persistieron, agudizadas, durante el primer quin- quenio de la década de 1980 y sdlo empezaron a cambiar, en forma progresiva, durante el segundo quinquenio; hacia 1990-91 fue evidente que se estaba produciendo una inversién completa. Eso, sin embargo, cae fuera de Jas preocupaciones de este tomo y es objeto de tratamiento en el proximo, destinado a examinar la crisis centroamericana en todas sus perspectivas. Me interesa destacar, sin embargo, dos o tres corrien- tes de interpretacién derivadas en parte de los horizontes mentales de las décadas de 1960 y 1970, pero notoriamente reformuladas en el cur- so de la década de 1980. Me refiero a un nuevo indigenismo, valorizado primero por los grupos guerrilleros guatemaltecos, pero adoptado en- seguida por antropélogos, socidlogos y escritores. Me refiero también al ecologismo y la defensa del medio ambiente, vinculado ahora con el tema de la paz y los derechos humanos, y al importante tema de! fe- minismo. Estas tres corrientes se adicionan, por el momento, a las ten- dencias anteriores; quizds den lugar, en los proximos afios, a un nuevo horizonte interpretativo. APENDICE 3 ORGANIZACIONES E INSTITUCIONES Academia de la Lengua Quiché (Guatemala) Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala Accién Catélica Accién Nacional Conservadora (Nicaragua) Agencia Internacional para el Desarroilo, AID American Federation Labor-Congress of Industrial Organizations —AFLCIO— Asociacién de Comerciantes Importadores y Mayoristas (Costa Rica) Asociacién de Trabajadores del Campo (Guatemala) Asociacién de Trabajadores en Calzado (Guatemala) Asociacién General de Empleados Particulares (Guatemala) Asociacién General de Agricultores —AGA— (Guatemala) Asociacién Indigena Pro Maya-Quiché (Guatemala) Asociacién Nacional de Campesinos Hondureiios —ANACH— Asociacién Nacional de la Empresa Privada —ANEP— (El Salvador) Asociacién Nacional de Educadores Salvadorefos 21 de junio —ANDES— Asociacién Nacional de Maestros —ANM— (Guatemala) Banco Atlantida (Honduras) Banco Central de Costa Rica Banco Central de Honduras Banco Central de Nicaragua Banco Central de Reserva de El Salvador Banco Centroamericano de Integracién Econémica —BCIE— Banco Crédito Agricola de Cartago (Costa Rica) Banco de Centroamérica (Nicaragua) Banco de Guatemala Banco de la Vivienda de Nicaragua, BAVINIC Banco Hipotecario de El Salvador 252 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA. Banco Industrial de Guatemala Banco Interamericano de Desarrollo, BID Banco Mundial —BM— Banco Nacional Agrario (Guatemala) Banco Nacional de Costa Rica Banco Nacional de Desarrollo Agricola (Honduras) Banco Nacional de Desarrollo Agricola (Guatemala) Banco Nacional de Fomento —BANAFOM (Honduras) Banco Nacional de Nicaragua Banco Nacional de la Vivienda (Guatemala) Banco Nicaragiiense —BANIC— Bank of America Caja Costarricense de Seguro Social Caja Nacional de Crédito Popular (Nicaragua) Camara de Comercio y de Industrias de Cortés (Honduras) Central Nacional de Trabajadores —CNT— (Guatemala) Central de Trabajadores Federados —CTF— (Guatemala) Central de Trabajadores de Nicaragua —CTN— Centro Obrero de Albaniles (Guatemala) Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales (Costa Rica) Club Liberal Progresista de Indigenas (Guatemala) Comercializadora Multinacional de Banano —-COMUNBANA— Comisi6n de Telecomunicaciones Centroamericanas on Econémica para América Latina —CEPAL— on Coie del le a Comité Central de Ios Trabajadores (NauragiDh. Comité Central de Unificacién Campesina (Honduras) de Accién y Unidad Sindical —CAUS— (Nicaragua) Comité de Cooperacién Econdmica del Istmo Centroamericano —CCE— Comité de Reorganizacion Sindical —CROS— (El Salvador) Comité de Unidad Campesina —CUC— (Guatemala) Interamericano de Desarrollo Agricola ité Nacional de Defensa contra el Comunismo (Guatemala) Comité Nacional de Unidad Sindical CNUS— (Guatemala) Comité Pro-defensa de los Derechos Laborales (El Salvador) Comité Sindical de Enlace (Costa Ri Comités Ag Comités Civicos Populares (Nicara Compania Nacional de Fuerza y Luz (Costa Rica) Compania Salvadoreita de C: Comunidad Economica y Social de Centroameérica TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 253 Confederacién Costarricense de Trabajadores Democraticos —CCTD— Confederacién Costarricense de Trabajadores Rerum Novarum —CCTRN— Confederacién Latinoamericana de Trabajadores —CLAT— Confederacién de Maestros Democraticos de Nicaragua Confederacién de Trabajadores de Costa Rica —CTCR— Confederacién de Trabajadores de Guatemala —CTG— Confederacién de Trabajadores de Honduras —CTH— Confederacién de Trabajadores de Nicaragua —CTN— Confederacién de Unificacién Sindical —CUS— (Nicaragua) Confederacién General Campesina de Guatemala CNCG— Conferacién de Trabajadores de América Latina —CTAL— Confederacién General de Trabajadores Costarricenses —CGTC— Confederacién General de Trabajadores de El Salvador —CGTS— Confederacién General de Trabajadores de Guatemala —CGTG— Confederacién General de Trabajadores de Honduras —CGTH— Confederacién General de Trabajadores independiente —CTGi— (Nicaragua) Confederacién General de Sindicatos —CGS— (E] Salvador) Confederacién Nacional Campesina de Guatemala Confederacién Sindical de Guatemala —CONSIGUA— Consejo Econémico Centroamericano Consejo Episcopal Latinoamericano —CELAM— Consejo Monetario Centroamericano Consejo Hondureijio de la Empresa Privada —COHEP— Consejo Intergremial Obrero —CIO— (Nicaragua) Consejo Nacional de Consulta Sindical —-CNCS— (Guatemala) Consejo Nacional de Produccion —CNP— (Costa Rica) Consejo Nacional de Planificacién Econémica —CNPE— (Guatemala) Consejo Sindical (Guatemala) Consejo Superior de las Fuerzas Armadas —COSUFA— (Honduras) Consejo Superior de la Defensa Nacional (Guatemala) Consejo Superior de la Defensa Nacional (Honduras) Consejo Superior de la Empresa Privada —COSEP— (Nicaragua) Consejo Superior de Planificacion Economica — CONSUPLANE— (Honduras) Consejo Superior Universitario Centroamericano —-CSUCA— Cooperativa Algodonera Salvadorena Corporacién Centroamericana de Servicios de Navegacién Aérea Corporacién Costarricense de Desarrollo —CODESA— Corporacion Financiera Nacional —CORFINA— (Guatemala) Corporacién Hondurefia de Desarrollo Forestal (Honduras) Corporacion Nacional! de Inversiones —CONADI— (Honduras) Corte Internacional] de La Haya 254 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA Departamento Agrario Nacional (Guatemala) Departamento de Agricultura de Estados Unidos Direccién General de Caminos (Guatemala) Ejército Guerrillero de los Pobres —EGP— (Guatemala) Ejército de Liberacién (Guatemala) Electric Bond & Share Co. Empresa Eléctrica de Guatemala Federacion Auténoma Sindical de Guatemala —FASGUA— Federacion Campesina de Guatemala —FCG— Federacién Central de Sindicatos de Trabajadores Libres de Honduras —FECESITLIH— Federacién Central de Trabajadores de Guatemala —FECETRAG— Federacién Cristiana de Campesinos Salvadoreios —FECCAS— Federacién de Obreros y Campesinos Cristianos Costarricenses Federacién de Trabajadores de Guatemala —FTG— Federacién de Trabajadores de Managua —FTM— Federacién Nacional de Campesinos Hondurenos —FENACH— Federacién Nacional de Comunidades Agricolas e Indigenas —FENCAI— (Guatemala) Federacién Nacional de Obreros del Transporte (Guatemala) Federacién Nacional de Organizaciones Campesinas —FENOCAM— (Guatemala) Federacion Nacional de Trabajadores del Campo (Honduras) Federacién Sindical de Trabajadores Norteios de Honduras —FESITRANH— Federacién Sindical de Empleados Bancarios —FESEB— (Guatemala) Federacién Unitaria Sindical Salvadorefia —FUSS— Financiera Nacional de Ja Vivienda (Honduras) Financiera Nacional Ja Vivienda de El Salvador Fondo Monetario Internacional —FMI— Foro Popular (El Salvador) Frente Agrario de la Region Oriental —FARO— (El Salvador) Frente Amplio Opositor —FAO— (Nicaragua) Frente Cristiano de Trabajadores de Guatemala Frente de Integracion Nacional —FIN— (Guatemala) Frente Democratico Estudiantil (El Salvador) Frente Demoeratico Nacional —FDN— (Guatemala) Frente Estudiantil Revolucionario —FER— (Nicaragua) Frente Federative Sindical —FFS— (Guatemala) Frente Guerrillero 20 de Octubre (Guatemala) Frente Guerrillero Edgar Ibarra (Guatemala) Frente Liberaci6n Nacional (Nicaragua) TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 255 Frente Nacional de Oposicién (Guatemala) Frente Nacional Magisterial (Guatemala) Frente Obrero —FO— (Nicaragua) Frente Sandinista de Liberacién Nacional —FSLN— (Nicaragua) Frente Social Republicano —FSR— (El Salvador) Frente Unido de Accién Revolucionaria —FUAR— (El Salvador) Frente Unido de la Resistencia (Guatemala) Frente Unido de la Revolucién —FUR— (Guatemala) Frente Unido Democratico FUD— (El Salvador) Frente Unido Democratico Independiente —FUDI— (El Salvador) Fuerza de Seguridad Publica —FUSEP— (Honduras) Fuerzas Armadas Rebeldes —FAR— (Guatemala) Fuerzas Armadas de Liberacién Anticomunista —FALANGE— Fuerzas Populares de Liberacién Farabundo Marti —FPL— Gremio de Barberos (Guatemala) Guerra Popular Prolongada —GPP— (Nicaragua) Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre —IASDL— Instituto Centroamericano de Administracién Publica —ICAP— Instituto Centroamericano de Investigacion y Tecnologia Industrial —ICAITI— Instituto Costarricense de Electricidad —ICE— Instituto de Colonizaci6n Rural —ICR— (EI Salvador) Instituto de Formacién Profesional (Honduras) Instituto de Nutricién de Centroamérica y Panama —INCAP— Instituto de Seguro Social (El Salvador) Instituto de Vivienda Urbana —IVU— (El Salvador) Instituto Guatemalteco de Seguridad Social —IGSS— Instituto Indigenista Interamericano Instituto Indigenista Nacional (Guatemala) Instituto Nacional Agrario —INA— (Honduras) Instituto Nacional de Fomento de la Produccién —INFOP— (Guatemala) Instituto de Fomento Nacional de Nicaragua Instituto Nacional de Reforma Agraria (Honduras) Instituto Nacional para la Vivienda (Guatemala) Instituto Nicaragiiense de la Vivienda Instituto Salvadorefio de Fomento de la Produccién Instituto Salvadorefio de Fomento Industrial Instituto Salvadoreno de Transformacién Agraria —ISTA— International Cooperation Administration —ICcA— International Railways of Central América —IRCA— (Guatemala) 256 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA Junta Administrativa para el Desarrollo de Ja Vertiente Atlantica (Costa Rica) Klein & Saks —K & S— Mercado Comin Centroamericano —MCCA— Movimiento de Accién Nacionalista Organizado —MANO— (Guatemala) Movimiento de Accién Popular Marxista Leninista —-MAP-ML— (Nicaragua) Movimiento 12 de Abril (Guatemala) Movimiento 20 de Octubre (Guatemala) Movimiento de Liberacién Nacional —-MLN— (Guatemala) Movimiento Democratico Nacional —MDN— (Guatemala) Movimiento Democratico Nicaragtiense —MDN— Movimiento Liberal Constitucionalista (Nicaragua) Movimiento Nacional Reformista (Honduras) Movimiento Nacional Revolucionario —-MNR— (El Salvador) Movimiento Pueblo Unido —MPU— (Nicaragua) Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre —MR-13— (Guatemala) Movimiento Revolucionario del Pueblo (Costa Rica) Organizaci6n de Estados Americanos —OEA— Organizacién de Estados Centroamericanus —ODECA— Organizacién Democratica Nacionalista —ORDEN— (El Salvador) Organizacién Regional Interamericana del Trabajo —ORIT— Partido Accion Democratica —PAD— (E] Salvador) Partido Accién Democrética Popular (Costa Rica) Partido Accién Nacional —PAN— (El Salvador) Partido Accién Renovadora —PAR— (El Salvador) Partido Accién Revolucionaria —PAR— (Guatemala) Partido Agrario Salvadoreno —PAISA— Partido Auténtico Constitucionalista —PAC— (El! Salvador) Partido Conciliacién Nacional —PCN— (EI Salvador) Partido Conservador Auténtico (Nicaragua) vador (Nicaragua) rtido Conservador de Nicaragua tido Conservador Nacionalista (Nicaragua) Partido Comunista de Nicaragua —PCN— Partido Comunista Hondureho —PCH— Partido Comur Salvadorefio —PCS— ; Partido de la Revolucién Guatemalteca —PRG— | Partido del Pueblo Salvadoreio —PPS— TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 257 Partido Democracia Cristiana —PDC— (Guatemala) Partido Demécrata Cristiano —PDC— (El Salvador) Partido Democratico Revolucionario Hondureno —PDRH— Partido Fraternal Progresista —PFP— (El Salvador) Partido Guatemalteco del Trabajo —PGT— Partido Independiente (Costa Rica) Partido Institucional Democratico —PID— (E] Salvador) Partido Institucional Democratico —PID— (Guatemala) Partido Liberal (Honduras) Partido Liberal Independiente —PLI— (Nicaragua) Partido Liberacién Nacional —PLN— (Costa Rica) Partido Liberal Nacionalista (Nicaragua) Partido Movilizacién Republicana (Nicaragua) Partido Nacional (Honduras) Partido Nacional Reformista (Honduras) Partido Popular Salvadorefio —PPS— Partido Popular Social Cristiano —PPSC— (Nicaragua) Partido Reconciliacién Democratica Nacional (Guatemala) Partido Renovacién Nacional —PRN— (Guatemala) Partido Renovacioén Nacional —PRN— (Nicaragua) Partido Revolucionario —PR— (Guatemala) Partido Revolucionario Auténtico —PRA— (Guatemala) Partido Revolucionario de Abril y Mayo —PRAM— (El Salvador) Partido Revolucionario Institucional —PRI— (México) Partido Revolucionario de Unificacion Democratica —PRUD— (El Salvador) Partido Social Cristiano —PSC— (Nicaragua) Partido Social Demécrata —PSD— (El Salvador) Partido Socialista Costarricense —PSC— Partido Socialista Democratico —PSD— (Guatemala) Partido Socialista Nicaragtiense —PSN— Partido Unificacion Social Democratica —PUSD— (El Salvador) Partido Unionista Centroamericano — PUCA— (El Salvador) Secretaria Permanente del Tratado Sindicato de Accién y Mejoramiento Ferrocarrilero —SAMF— (Guatemala) Sindicato de Carpinteros, Albaniles, Armadores y Similares —SCAAS— (Nicaragua) Sindicato de la Compafifa Industrial del Atlantico (Guatemala) Sindicato de Trabajadores de Autotransportes de la Republica (Guatemala) Sindicato de Trabajadores de la Tela Rairoad Company —SITRATERCO— (Honduras) 258 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA Sistema Nacional de Ahorro y Préstamo de Nicaragua Sistema Nacional de Asociaciones de Ahorro y Préstamo para la Vivienda (El Salvador) Sociedad de Artes Graficas (Guatemala) Sociedad de Auxilio Mutuo Ferrocarrilero (Guatemala) Sociedad de Empleados en Hoteles, Cantinas y Restaurantes (Guatemala) Standard Fruit Company Tela Railroad Company Trujillo Raildroad Company Unién Democratica de Liberacién —UDEL— (Nicaragua) Unién Democratica Nacionalista —UDN— (El Salvador) Unién de Paises Exportadores de Banano, UPEB Unién Nacional Opositora —UNO— (EI Salvador) Unién Nacional Opositora —UNO— (Nicaragua) Unién Monetaria Centroamericana Unién Guerrera Blanca —UGB— (El Salvador) Unién Nacional (Honduras) Union Nacional de Campesinos —UNC— (Honduras) Unién Nacional de Electricistas (Guatemala) Unién Nacional de Panificadores (Guatemala) Unién Nacional de Trabajadores —UNT— (El Salvador) Union de Partidos Democrdticos —UDP— (El Salvador) Unidn Social de Trabajadores en Hechura y Confeccién de Ropa (Guatemala) United Fruit Company —UFCO— United Brands Co. 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Ha ejercido su profesidn en las universidades de Michigan y la de Texas. En la actua- lidad es profesor de Artes Liberales y director del Institute of Latin American Stu- dies, en la Universidad de Texas. Tiene una vasta experiencia en investigacion de campo en América Latina, En Centroamérica se ha especializado en Guatemala. De este pais, tiene investigaciones sobre las comunidades indigenas, una inspeccién de la cultura ladina, ademas de un estudio comparativo de los cambios politicos de la sociedad guatemalteca. Es autor de inumerables artfculos entre sus principales obras se encuentra Crucifixion by power: Essays on Guatemalan national social es- tructure, 1944-1966 (1970). Actualmente prepara un trabajo sobre los indigenas y politicos en Centroamérica. ALFREDO GUERRA BORGES. Guatemalteco. Reconocido economista con larga experiencia en la investigacién y participacién en instituciones cientificas y de politica econémica. Experto en el tema de la integracién centroamericana y desarrollo industrial. Ha sido consultor de la SIECA y CEPAL. Ex profesor de la Universidad de San Carlos de Guatemala y, en la actualidad, es investigador titular del Instituto de Investigaciones Econd- micas de la Universidad Nacional Auténoma de México, pais donde reside. Autor de numerosas obras entre las que sobresalen Geografia Econémica de Guatemala (1969), Desarrollo e integracion en Centroamérica: del pasado a las perspectivas (1988); recientemente publicé Integracién en América Latina (1991). CHARLES R. HALE. Norteamericano, Doctor por la Universidad de Stanford, California. Es profesor asistente de Antropologia en Davis, en la Universidad de California; ha recibido diversas becas y distinciones. Actualmente disfruta una beca postdoctoral en Paz y Seguridad Internacional de la SSRC-Mac Arthur Foundation. Ha publicado Ethnic Militancy and U.S. hegemony in the Miskite political consciousness, en F. V. Harrison 272 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA (ed) Decolonizing Anthropology, Washington, 1991, de proxima publicacion Contra- dictory Consciousness: Miskitu Indians, the Nicaraguan State and the Struggle for Autonomy 1880-1987, Stanford University Press, 1992. HEcTOR PEREZ BRIGNOLI. Costarricense, Ph.D. en Historia en la Universidad de Parfs I. Profesor de Historia en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica. Tiene una vasta experiencia académica y de investigacién, Actualmente es miembro del Centro de Investigaciones Histéricas y del Instituto de Investigaciones Sociales en la mencionada Universidad. Ha sido editor del Anuario de Estudios Centroame- ricanos. Ha publicado diversos libros y articulos sobre metodologia histérica, asi como de historia de Centroamérica y América Latina. Junto a Ciro Cardoso, Cen- troamérica y la economia occidental, 1520-1930 (Costa Rica, 1986) e Historia Econd- mica de América Latina (Barcelona, 1979); su dltima obra fue Breve historia de Cen- troamérica (Madrid, 1985, traducida al inglés e italiano), MANUEL Rovas. Costarricense. Obtuvo el Doctorado en Sociologia por la Universidad Nacional Au- tonoma de México. Es especialista en temas de sociologia y politica. Ha sido Di- rector de] Programa Centroamericano de Ciencias Sociales, -CSUCA—, Coordina- dor de investigacién del Instituto Centroamericano de Administracién Publica —ICAP—. Actualmente es catedrAtico en la Universidad de Costa Rica, investigador del Centro de Estudios para la Accién Social —CEPAS— en su pais y miembro de la Coordinadora Regional de Investigaciones —CRIES— con sede en Nicaragua. Es autor del libro Lucha social y Guerra Civil en Costa Rica, 1940-1948, ademas de numerosas publicaciones en Costa Rica y en el extranjero. LISTADO DE FIGURAS Capitulo 1 Figura 1.1. Tiburcio Carfas Andino, presidente de Honduras (1933-1948). Figura 1.2. El empresario bananero Sam Zemurray, Bitter Fruit. (Eliet Elisofon, Life, 1951.) Figura 1.3. Grabado alegérico de Oscar J. Barrientos sobre la Ruta hacia el Atlantico en Guatemala, 1951-1952. Figura 1.4. Grabado alegérico de Juan J. Farfan sobre la Ruta hacia el Atlantico en Guatemala, 1951-1952. Figura 1.5. Grabado alegérico de Luis A. Zaldivar sobre la Ruta hacia el Atl4ntico en Guatemala, 1951-1952. Figura 1,6. Mujeres solidarias con la huelga bananera, El Progreso, Honduras, 1954. Figura 1.7. Mario Echandi, presidente de Costa Rica (1958-1962) compartiendo con Luis y Anastasio Somoza Debayle. Figura 1.8. Estudiantes de secundaria apoyan la protesta contra la transnacional ALCOA, San José, Costa Rica, abril 1970. Capitulo 2 Figura 2.1. Rafael Angel Calderén Guardia, presidente de Costa Rica (1940-1944), en la firma del decreto de creacién de la Universidad de Costa Rica, 1940. Figura 2.2. Monsenor Victor M. Sanabria, arzobispo de Costa Rica, en la firma del decreto de creacién de la Universidad de Costa Rica, 1940. Figura 2.3. José Figueres Ferrer dando el «mazazo» contra uno de los muros del cuartel de Bellavista, simbotizando la abolicién del ejército, 1949. Figura 2.4. Toma de posesién de Ramén Villeda Morales, Honduras, 1957. Figura 2.5. Anastasio Somoza Debayle en una conferencia de prensa, 30 de enero de 197. 274 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA Figura 2.6. Combates en Esteli, 25 de enero de 1978. Figura 2.7. Entierro de estudiantes asesinados por la Guardia Nacional nicaragiiense, Jinotepe, 10 de julio de 1978. Figura 2.8. Manifestacién de apoyo al Grupo de los Doce, Managua 5 de julio de 1978. Figura 2.9. Manifestacion pro Somoza, Managua 11 de julio de 1978. Capitulo 3 Figura 3.1. Doctor Juan José Arévalo, presidente de Guatemala (1945-1950). (Rafael Morales.) Figura 3.2. Periédico salvadoreno anunciando la caida de Maximiliano Hernandez Mar- tinez, 1944. Figura 3.3. Jacobo Arbenz Guzman, presidente de Guatemala (1951-1954). Figura 3.4. Grabado alegérico de R. Roldan E. sobre el Decreto n° 900 y Ia Reforma Agraria de 1952 en Guatemala. Figura 3.5. Grabado alegérico de Rina Lazo sobre la Reforma Agraria de 1952 en Guatemala. Apéndice 2 Sandinistas en Metagalpa. (Susan Meiselas, Nicaragua, San José: EDUCA, 1983.) INDICE ANALITICO Acuerdos, 55. Acuerdo de la Camara de Compensacién Centroamericana, 55. Acuerdo de Panama, 71. Acuerdo del Fondo Centroamericano de Estabilizacién Monetaria, 55. Aguado, Enoc, 114. Aguero, Carlos, 136. Aguero, Fernando, 134, 135, 148. Aguilar, Juan de Dios, 120. Aguirre, Osmin, coronel, 104, 105. Alejandro VI, 169. Alemania, 88, 91. Alfonso XIII, 52. Alianza para el progreso, 57, 77, 116, 120, 124, 131, 137, 138, 192, 193, 228. Alonso Rosales, Rubén, mayor, 123. Alvarado, Pedro de, 166. Alvarez, Domingo, teniente coronel, 147. Ama, Feliciano, 175. Amador, Edmundo, 115. Andino, Mario Antonio, 145. anticomunismo, 78, 100-102, 110, 139, 144, 178, 181, 192, 193, 248. ideologia anticomunista, 192. Ley de Defensa del Régimen Democré- tico, 107, 110. Ley de Defensa del Orden Democratico y Constitucional, 106. Ley de la Defensa y Garantia del Orden Publico, 144. Arana, Francisco Javier, mayor, 96-98, 118. Arana Osorio, Carlos, general, 120, 140, 141, 198, Araujo, Arturo, 175, 185. Arbenz Guzmén, Jacobo, capitan, 24, 25, 60, 62, 64-67, 96-102, 110, 117, 118, 187, 188, 192, 226. Arévalo, Juan José, 24, 61, 93, 94, 96-99, 118, 120, 184, 187, 247. Argentina, 96. Argiello, Leonardo, 114. Avelar, Feliciano, 123. Batista, coronel, 137. Bélgica, 216. Belice, 207, 222, 224. Bolafios, Oscar, mayor, 104. Borge, Tomas, 134, 150. Brintnell, 195. Bueso Arias, Jorge, 132. Buitrago, Julio, 136. Caballeros, Jorge Lucas, general, 140. Cabot Lodge, Henry, 24. Calderén Guardia, Rafael Angel, 16, 87-89, 91, 93, 95 - Canada, 127. Canessa, Roberto E., 107. Caraccioli, Héctor, coronel, 11}. Carazo, Rodrigo, 157. Carias Andino, Tiburcio, general, 86, 108, 109, 111, 130. Carpio, Salvador Cayetano, 142. Carranza Amaya, Rafael, 107. 276 Carrera, 182. Carter, James, 144, 150. Casariego, Mario, monsejior, 140. Castaneda Castro, Salvador, general, 103-106. Castillo Armas, Carlos, coronel, 101, 102, 117, 118, 190, 191, 194. Castillo, Fabio, 123, 125. Castillo, José Maria (Chema), 150. Castillo, Miguel Angel, teniente coronel, 123. Castro Cervantes, Fernando, 94. Castro, Cipriano, 103. Castro, Fidel, 191. Castro Moran, Mariano, mayor, 124. Chamorro, Emiliano, general, 114, 115. Chamorro, Pedro Juaquin, 134, 148, 149, 151, 152. Chavez, Adrian, 196. Checoslovaquia, 101. China, 194. Claramount Roseville, Ernesto, 144 . Codigo de Trabajo, 89, 91, 92, 97, 98, 102, 110, 113, 124, 129, 187. cofradia, 194, 195, 197, 212, 218, 219. Colom Argueta, Manuel, 140. Colombia, 71. comunidad comunidad campesina, 47, 60, 63, 173, 175, 176, 187, 189, 192, 201, 202, 209, 224. comunidad corporativa, 213. comunidad indigena, 63, 168, 174, 175, 193, 211-213, 219, 221-224, 227, 244, 245. comunidad maya, 169, 178, 179, 186, 189, 193-195-200, 212-214, 217. comunismo, 64, 87, 90-92, 99, 101, 102, 109, 113, 130, 139, 142, 149, 172-175, 178, 191, 192, 200, 218, 248, convenios, 48, 49, 52. Convenio Centroamericano sobre Equi- paracién de Gravamenes a la impor- tacion, 50. Convenio Centroamericane de Incenti- vos Fiscales al Desarrollo Industrial, 39, 40. Convenio Constitutive del Banco Cen- HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA troamericano de Integracién Econé- mica, 56. Convenio de Cuotas de Café, 88. cooperativas, 59, 192, 194-196, 198, Cooperativa Agropecuaria de Servicios Multiples «Guanchias Limitada», 58, 131. Cooperativa Algodonera Salvadorefia, 30. Cordero Reyes, Manuel, 112. Cordoba, Manuel de J., teniente coronel, 104. Cordén, Rodolfo Eusebio, 124. Cortés, Leon, 89, 91, 92. Costa, Humberto, 104. Costa Rica, 14, 16, 17, 22-25, 28, 34. 37, 38, 40, 42-52, 56, 68, 71, 73-76, 86, 87, -93, 113, 114, 116, 134, 136-140, 151, 153, 155-157, 165, 170, 220, 223-225, 227, 228. costumbre, 186, 195. crédito, 15, 36, 43, 46, 55, 60, 63, 65, 68, 75. bancario, 16, 20, 46, 47, 194, 198. institucional, 20. Cristiani, 170. Cruz Uclés, Ramén Ernesto, 58, 130. 132, 133, 152. Cuba, 77, 78, 118, 119, 191. cultura maya, 196, 210. cuna, los, 171. Davis, Nathaniel, 92. Declaracién de El Poy, 51. demografia, 14, 76, 166, 167, 203. colonial, 168, 170, 71. indigena (El Salvador), 171, 173. indigena (Guatemala), 171, 173, 177, 182. ladina, 63, 185, 202-208. maya, 183, 185, 202, 203, 205-208 deuda externa, 68, 73-70, 247. endeudamiento externo, 18, 75, 76, 157. Diaz, Carlos Enrique, coronel, 102. Donnelly, Walter J., 92. Duarte, Napoledn, 127. 170, Ecuador, 71. TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) educacién indigena, 179, 183, 186, 187, 199, 214-216. Ejercito, 58, 59, 85, 87, 91, 94, 108, 111, 117, 128-130, 132-134, 139, 140, 146, 147, 150, 169, 187, 188, 191, 198-201. Guardia Nacional (Nicaragua), 111, 112, 114, 116, 118, 127, 134-136, 148-154. guatemalteco, 97, 98, 101, 102, 117-120, 140, 142, 191, 192. salvadorefio, 103, 104, 107, 123, 126, 132, 144, 145. El Salvador, 17, 18, 22, 23, 27-31, 35-38, 40-42, 45-52, 56, 67, 69-72, 75, 77, 78, 86, 87, 102-108, 111, 123-128, 132, 140, 142-145, 165, 168-178, 180, 189, 199, 203, 204, 211, 212, 215, 218, 247. enclave, 27, 205, 226, 228. Escobar, José Benito, comandante, 151. Espafa, 52, 169, 201, 218, 225. Espifiola Castro, Mauro, general, 104. Esquino, Adridn, 177. Estados Unidos, 16, 22, 33, 34, 38, 53, 70, 75, 77, 85, 87, 89, 91, 92, 99-103, 112, 114, 117, 120, 124, 127, 144, 148, 150, 154, 156, 172, 173, 188, 189, 192, 214, 219, 225, 227, 230, 231, 248. estructura agraria, 21, 26, 86. etnia, 165, 168-171, 174, 175, 187, 196, 202, 203, 210, 211, 213, 220, 224, 226, 227, 229, 231, 244. Facio, Rodrigo, 90. Falla, Ricardo, 123, 195. Fernandez Anaya, Jorge, 174. Figueres Ferrer, José, 90, 93-95, 134, 157, 228, 247. Flores Valeriano, Enrique, 147. Fonseca Amador, Carlos, 134-136, 150, 151. Fortin, René, 123. Foster Dulles, John, 24. Fuentes Mohr, Alberto, 141. Fuentes Peruccini, 140. Galindo Pohl, Reynaldo, 104, 105, 127. Galvez, Juan Manuel, 108, 109, 111, 130, 182. Galvez, Roberto, mayor, 111. 277 Gautama Fonseca, 52, 133. Gleijeses, Piero, 189. gobierno, 16, 25, 58. civil, 194, 198. democratico, 13, 85, 86, 97, 99, 104, 105, 123, 150. militar, 59, 69, 85, 86, 95, 96, 102, 104, 108, 113, 115, 140, 145, 146, 148, 150-156, 170, 172, 191, 201. municipal, 179, 194, 200, 212. Goldsmith, Raymond, 41. Gomez, Estanislao, 61. Gomez, Felipe, 61. Gonzalez Davila, Gil, 166. Gonzalez Lépez, Luis Arturo, 118. Gonzdlez, Ranulfo, 119. Goubaud Carrera, Antonio, 185, 186. Grupo de los Doce, 150-152. Guatemala, 16-18, 22, 25, 27-31, 35-37, 40, 42-50, 52, 54, 56, 57, 60, 61, 63, 67-69, 71, 72, 75-77, 86, 87, 93-102, 104, 108, 111, 116-121, 135, 140-142, 154, 168, 169, 171-202, 209-213, 215,216, 218, 220, 222, 224, 227-230, 247. guerras, 14, 15, 16, 41, 56, 87, 88, 91, 94, 119, 127, 139, 166. guerra civil, 70, 85, 86, 94, 95, 130. guerra de las cien horas, 126, 132. guerra del banano, 71. guerra del fitbol, 199; véase guerra de las cien horas. guerrilla, 77, 116, 119, 121, 133-136, 141, 142, 199-201, 228, 248, 249. Guerrero, Lorenzo, 135. Gutiérrez, Jaime Abdul, 145. Habilitaciones, 214. Haiti, 173. Haya de la Torre, 247. Hernandez de Cérdova, Francisco, 166. Hernandez Martinez, Maximiliano, gene- ral, 102, 103, 112, 174, 177, 180, 181,218. Herndndez, Plutarco, 136. Honduras, 14, 17, 18, 22, 24, 25, 28, 29, 32, 38, 40-42, 44-48, 50-52, 56, 57, 67-69, 70-72, 75-77, 86, 87, 101, 108-111, 126-135, 140, 145-147, 165, 169, 170, 199, 220-225, 229, 230. 278 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA huipil, 217. Identidad, 173. identidad ladina, 170. identidad maya, 195, 196, 199, 202, 203, 210-220, 226. indigena, 142, 169, 170, 173, 176, 179, 180, 184, 185, 201, 208, 209, 211, 218-224, 226, 227, 244. indigenismo, 180, 182, 183, 186, 189, 216, 217, 249. Inglaterra, 220. integracion centroamericana, 48, 52-54, 56, 137. econémica, 13, 37, 38, 47-56, 72, 74, 106, 124, 126, 157, 193, 195, 199. intendente, 179. inversi6n extranjera, 22, 27, 40, 44, 68, 9, 192, 193. Italia, 91. Japén, 88, 91. Jiménez, Ricardo, 87. Johnson, embajador, 92. Kekchi, los, 171. Kennedy, John F., 77, 135. La Matanza, 175-178, 185, 189, 191, 210, 218. Lacayo Farfan, Enrique, 134. Lacayo Sacasa, Benjamin, 114. ladinizacién, 175, 176, 199, 203, 210, 215, 219. Larios, Bernardino, coronel, 153. Laugerud, Kjell Eugenio, general, 141, 199. ad Lemus, José Maria, coronel, 50, 107, 123. lenguas arawak, 221, 222, cakchiquel, 215. chorti, 205, kekchf, 210, 215. macro-chibchas, 220. mam, 210, 215. mayas, 171, 200, 210, 212, 214, 216, 219. miskita, 148. nabua, 177, 210, 212. pipil, 212. pocomam, 205. quiché, 165, 196, 210, 215. xinea, 212. Le6n, Alejandro D., 119. Ley de Reforma Agraria, 24, 58, 59,62, 64, 66, 99, 100, 129, 146, 197. Ley de Vagancia, 61, 97, 181, 182, 186. Ley de Vialidad, 181, 183, 186. Libreta de Jomales, 181, 186. ligas campesinas, 59, 192. Lima, Francisco Roberto, 124, 127. Lombardo Toledano, Vicente, 92. Lopez Arellano, Oswaldo, coronel, 58, 59, 111, 128, 130-134, 146, 147. Lopez Pérez, Rigoberto, 115. Lozano Diaz, Julio, 109-111, 128. Lucas Garcia, Romeo, general, 142, 200. Lugo Marenco, Juan José, $1. Magafia Menéndez, Enrique, 107. Majano, Adolfo, coronel, 145. Maldonado Munoz, Mario, teniente coro- nel, 147. mandamientos, 180, 214. Mantica, Felipe, 151, 152. Marin, Rufo, 136, Marmol, Miguel, 174, 175. Marroquin, Alejandro Dagoberto, 103. Marti, Farabundo, 174, Martinez, Alvaro, 126. Martinez Hernandez, 86. masacre de Panzés, 142, 171. masacre de Patzicia, 171, 185, 209. mayas, 168, 169, 171, 173, 174, 177-180, 182-185, 187, 189-203, 205, 206, 208-212, 214-220, 244. Mayorga, Romén, 145. Mayorga, Silvio, 134. Medrano, «Chele», 127. Mejia, Benjamin, coronel, 128. Melgar Castro, Juan Alberto, 59, Melgar Castro, Juan Alberto, coronel, 146, 147, Méndez Montenegro, Julio Cesar, 120 Méndez Montenegro, Mario, 118, 120. Menendez I, Andres, general, 103, 104. Menendez, José Ascensio, coronel, 105. TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) Mesoamérica, 165-220, 225. mexicanos, 165. México, 77, 94, 135, 136, 173, 176, 199, 206, 208, 209, 215. migracion, 14, 208, 209, 224, 228, 230. migracién maya interna, 209, 212. migracion maya internacional, 209, 210, 214, 222. miskitos, 171, 220, 222, 223, 226, 227, 229. Molina, Arturo Armando, coronel, 127, 144, Molina Espinoza, Hugo, 30. Molina Espinoza, Milton, 30. Monz6n, Elfego, coronel, 102. Moors Cabot, John, 24. mopan, 171. Mufioz, Juarez, 182. Nahuas, 175, 176, 211, 215. Nicaragua, 17, 18, 22, 23, 26-32, 35, 38, 40, 42-52, 56, 69-72, 74-77, 86, 94, 111-116, 133-136, 140, 147, 148-157, 165, 166, 169-171, 173, 220-225, 227-231. Nomenclatura Arancelaria Unificada Cen- troamericana (NAUCA), 50. Obando y Bravo, Miguel, monsefior, 151, 152. Obregon, Enrique, 138. Orlich, Francisco, 138. Ortega, Camilo, 152. Ortega, Daniel, 150. Ortega, Humberto, 136. Ortiz Passarelli, Miguel, 118. Osorio, Oscar, mayor, 104-107, 123. Pactos politicos, 133. pacto Agiero-Somoza o Kupia-Kumi, 148. pacto de los generales, 115. pacto del Caribe, 93. pacto Somoza-Cuadra Pasos, 114. patio de Agua, 156. Panama, 24, 72, 115, 165-167, 170, 173. Paraguay, 216. Pastora, Edén, 152. Patterson, embajador, 99. Paz Garcia, Policarpo, coronel, 147. 279 Pazos, Carlos, 112. Pedrarias, 166. Peralta Azurdia, Enrique, coronel, 120, 121, 142, 192. Peralta Méndez, Ricardo, general, 142. Peri, 166. Picado, Teodoro, 91, 92. Pineda, general, 95. pipiles, 176, 215. Ponce Vaides, Federico, general, 95, 96, 184, 191. Ponciano, Miguel Angel, coronel, 120. Portillo, Anibal, coronel, 123. Portugal, 169. Posas, Mario, 59. produccién agricola, 14, 24, 25, 27, 29, 30, 32, 36, 38, 70, 71, 74, 165, 169, 172, 193, 195, 209, 210, 228. agropecuaria, 19-23, 32-34, 65, 95, 108. alimentaria, 20, 39, 60. industrial, 14, 15, 19, 37, 38, 41. protestantismo, 195, 197, 221. Protocolo de San José, 133. Quichés, 165. Rasgos culturales ladinos, 211. Reagan, Ronald, 147. rebelién, 190. indigena, 168, 178, 185, 198. ladina, 191, 198, 199. reforma agraria, 57-68, 86, 97-99, 101, 130, 147, 169, 187, 188, 189, 212, 214. «Bonos de la Reforma Agraria», 64, 100. reformas sociales, 16, 86-91, 130, 140, 172, 187, 244. Régimen de Industrias Centroamericanas de Integracion, 49, 50, 52. religion maya, 193, 198, 212, 218-220. Repiiblica Dominicana, 154, 173. Revolucién Cubana, 77, 85, 116, 123, 134, 137, 138, 142, 191, 192, 248. Revolucion de 1944, 94-102, 183, 192, 210-212, 214, 218. Revolucion de 1948, 105. revolucin guatemalteca, 24, 60, 63, 67, 68, 117, 118, 189, 191, 219. 280 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA Revolucién Mexicana, 171, 172, 247. Reyna Barrios, 181. Rios Montt, Efrain, general, 141, 199. Rivera, Julio Adalberto, teniente coronel, 123-125, 127. Rivera, Roque J., general, 111. Robelo, Alfonso, 151, 152. Rodas Alvarado, Modesto, 130. Rodriguez, Abraham, 125. Rodriguez Porth, José Antonio, 123, 124, 127. Roman Reyes, Victor, 114. Romero, Arturo, 103, 104. Romero, Carlos Humberto, general, 144, 145, Rossi, Jorge, 138. Ruiz y Ruiz, Frutes, 226, 228. Sacasa, Ramiro, 149. Salazar, José Luis, 118. Sanabria, Victor M., monsefior, 89, 92. Sanchez Hern4ndez, Fidel, general, 125-127. Sandino, Augusto César, 173, 174, 228. Santos Lépez, coronel, 134. Schick, René, 134, 135. sindicatos, 60, 61, 64, 67, 92, 95, 97, 99, 106, 109, 113, 120, 121, 125, 131, 133, 134, 139, 145, 148-151, 192. Solis, Rufino, general, 108. Somarriba, Rafael, 134. Somoza Debayle, Anastasio, general, 114-116, 135, 136. Somoza Debayle, Luis, 115, 116, 136 Somoza Garcia, Anastasio, gencral, 93-95, 111-115, 136, 148-151, 153-155, 171, 225, 229,247, + Suiza, 101, 216. Tierras, 14, 19-21, 24, 28, 33, 35, 61-63, 66, 100, 103, 187, 196, 213, 214, 223, comunales, 179, 180, 183, 188, 211 ejidales, 57-59, 180, 211. nacionales, 57-59, 63, 179, 180. Tirado, Victor, 135. Tohon, Tezahuic, 200. Toriello Garrido, Jorge, 96. Torres, Abelardo, 175. tratados, 47-49, 52-56, 69. Tratado de Asociacién Econémica, 51, 52. Tratado General de Integracién Econ6- mica Centroamericana, 52, 53, 68. Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integracién Econémica, 49-52. Trujillo, 93, 94, 247. Turcios Lima, Luis Augusto, teniente, 119, 135. Ubico. Jorge, general, 86, 95-97, 112, 177-185, 188-192, 194, 197, 202, 209, 212, 246, 247. Ulate, Otilio, 92-94. Ungo, Guillermo Manuel, 126, 145. Uni6n Soviética, 92, 101. Valiente, José Francisco, 123, 124. Venezuela, 92, 153. Viera, Napoleon, 103. Villagran, general, 95. Villeda Morales, Ramén, 51, 58, 109, 128-130, 134. Williams Calderén, Abraham, 108, 109. Xinca, los, 215. Yanez, coronel Cesar, 123. Ydigoras Fuentes, Miguel, general, 50, 96, 99, 118, 119, 191, 192. Yon Sosa, Marco Antonio, 119. Zelaya Rodriguez, Amilear 147 Zuiiga Augustinus, Ricardo, teniente co- ronel, 130, 133. Zuitiga Huete, Angel. 108. {INDICE NOTA PRELIMINAR Héctor Pérez Brignoli CAPITULO 1. EL DESARROLLO ECONOMICO Alfredo Guerra Borges EL ESCENARIO INICIAL ‘Los ANOS DE LA EXPANSION ACELERADA «...s+00 La expansion de la produccién agropecuaria Los cultivos de exportacién tradicional Los nuevos cultives . Algodén Cafia de azticar Ganaderi: Consecuencias sociales de tos nuevos cultivo: El desarrollo industrial en los arios de expansio El desarrollo de la intermediacién financiera Los bancos centrales Los bancos comerciales .. El Mercado Comutn Centroamericano ‘Los PROBLEMAS AGRARIOS... La reforma agraria en Honduras La reforma agraria en Guatemala. La ley de reforma agraria . La contrapropuesta terrateniente . 282 Los beneficios de la reforma agraria Conflicto social, poder y reforma agraria Los ANOS DE CRECIMIENTO PERTURBADO .... Una economta bajo signos contradictorios .. La inflacién y sus efectos . El repunte de las exportaciones El deterioro del Mercado Comin El empalme con los arios ochenta: la deuda externa COoNCLUSIONES .. Notas... CAPITULO 2. LA POLITICA Manuel Rojas Bolajios..... La POSGUERRA Y LOS INTENTOS DE MODERNIZACION POLITICA (1944-1959)... Costa Rica: los vientos reformistas ... La Revoluci6n de 1944 en Guatemala El Salvador: el Golpe de los Mayores Honduras: un ejemplo de transicién ordenada La Nicaragua de Somoza: el ascenso de la din tia . REACCION Y REVOLUCION: LAS LUCHAS CAMBIAN DI. CARACTER (1959-1969), La contrarrevoluciot guatemalteca . El Salvador: los tiltimos intentos reformistas Honduras: reformismo “liberal” y reformismo militar Nicaragua: el inicio de la guerrilla Costa Rica: ui ejemplo de estabilizacién social .. Los NUEVOS ACTORES SOCIALES (1970-1979) El Estado militar en Guatemala El Salvador: hacia la gnerra ci El reformismo militar en Honduras La Nicaragua de Somoza: el derrumbe de la dinastia . Costa Rica: la crisis de un modelo de desarrollo ... Notas.... 68 68 69 7 72 74 7 79 86 87 95 102 108. Wi 116 7 123 128 133 136 139 140 142 145 148 156 158 CAPITULO 3. ETNIAS Y SOCIEDADES (1930-1979) Richard N. Adams..... Dos “TRADICIONES” DE CONQUISTA Patrones precolombinos .. Divergencias de la Conquist La “tradicion de conquista” La “tradicién" del sureste ..... La “TRADICION” MESOAMERICANA (1930-1979) Etnicidad y Estado en El Salvador La situacién en 1930.. La matanza en El Salvador Antes de la matanza... Etnicidad y Estado en Guatemala El Estado de Ubico La era revolucionaria (1944-1954) Haciéndolo solos (1954-1970) Un camino de colisién (1970-1979) La cambiante poblacién maya... El crecimiento de la poblacién may: La polarizacién geografica de las etnias Cultura indigena mesoamericana e identidad Cultura, simbolismo e identidad Comunidad Lenguaje Vestido Religion Las “TRADICIONES” DEL SURESTE Y DEL CARIBE (1930-1979) Charles R. Hale ... Las etnias de la vertiente atldntica .. Notas... APENDICE 1. EL PROBLEMA DE LA HISTORIA DE LA POBLACION MAYA Richard N. Adams...... APENDICE 2. REFLEXIONES PARA TERMINAR Héctor Pérez Brignoli ........... 283 165 165 165 166 168 170 172 172 172 173 175 177 177 183 189 198 202 202 203 210 210 211 215 216 218 220 224 232 245 284 APENDICE 3. ORGANIZACIONES E INSTITUCIONES ..... BIBLIOGRAFIA .... COLABORADORES DEL TOMO V ..... LISTADO DE FIGURAS INDICE ANALITICO.... INDICE... 251 259 Los seis tomos que componen la Historia General de Centroamérica son producto de un ambicioso proyecto, cuyo resultado es un compendio global de la historia centroamericana, dividido en varios voltimenes, tarea que no se habia emprendido desde hace un siglo, Obra de sintesis. Desde la historia antigua hasta los dias mas cercanos, cuando la regi6n adquirié una doliente y esperanzadora actualidad, y en la cual las historias nacionales no se yuxtaponen unas a otras sino que expresan los elementos comparativos de una compleja realidad. Producto de un esfuerzo colectivo, lejos de ser homogénea 0 completa, incorpora con espiritu critico los nuevos modos de trabajo de los historiadores y las interrogaciones actuales,

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