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Comentario:

Solo en Chile, durante este año, se han cometido decenas femicidios


que no sé a cuánto ascenderá esta cifra al momento en que sea
publicada. Mujeres que ya no están con nosotras y que han perdido la
vida en manos de hombres que consideraron que ellas debían ser
maltratadas y asesinadas por el simple hecho de considerarlas como un
objeto de pertenencia.
Con profundo pesar también debo decir que nos hemos encontrado con
una sociedad que no entiende por qué el asesinato femicida se distingue
(y debe distinguirse) de cualquier otro asesinato, no porque haya vidas
más valiosas que otras o asesinatos más condenables que otros, sino
porque debemos denunciarlo como lo que es, un acto de odio
deleznable que se sostiene única y exclusivamente en la discriminación
hacia las mujeres arraigados y sostenidos en nuestra cultura patriarcal.

Una sociedad que responsabiliza a la mujer de los actos de violencia


que padece, “algo habrá hecho”, “si aguantó que la boxearan sin hacer
nada, ella es responsable”, “ella instauró la desconfianza”, “lo engañó”,
entre miles de otras afirmaciones dolorosas que sólo dan cuenta de la
profunda ignorancia que tenemos de la dinámica de la violencia y de su
perpetuación social e individual.
Con profunda indignación, también debo decir que nos hemos
encontrado con medios de prensa que en vez de contrarrestar estos
prejuicios e informar, confunden a la opinión pública, atribuyendo a
estos actos un romanticismo que no tiene.

En Chile, las mujeres sufren violencia física, sexual, institucional,


económica y psicológica; son maltratadas, torturadas y asesinadas con
ensañamiento.

Nos está resultando demasiado difícil combatir los prejuicios de género


y restituir a las mujeres su lugar en la sociedad como ciudadanas en
plena dignidad, igualdad y derechos. Nos está costando mucho salir de
una lógica que valida la violencia como un modo de relación social entre
sus miembros. Es una tarea que no puede seguir esperando. Las
mujeres de Chile piden un estado de alerta de género nacional y
debemos, todos, todas, y todes estar a la altura de ello.

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