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Durkheim: Las reglas del método sociológico.

Prefacio a la segunda edición:


Durkheim elabora este segundo prólogo en respuesta a algunas críticas hechas luego de la primera edición de la
obra. Las objeciones hechas al método propuesto por Durkheim constituyen, a los ojos de él, un elemento positivo
en la medida en que ayudan al perfeccionamiento del mismo. Como todo método, es provisional y destinado a ser
superado progresivamente ya que los métodos cambian a medida que avanza la ciencia. Las fórmulas del mismo
en la medida en que fueron obtenidas "de una práctica personal y por fuerza restringida, deberán evolucionar
necesariamente a medida que se adquiera una experiencia más amplia y más profunda de la realidad social".
Trata los hechos sociales como cosas. Esta idea es la que constituye la base misma del método. Sin embargo, la
comprensión errónea de esta afirmación ha hecho necesaria una aclaración. Este "trato" significa otorgarle a los
hechos sociales un grado de realidad similar al que se le otorga a las cosas materiales. En ningún momento esto
implica que sean cosas materiales. Nosotros no decimos, en efecto, que los hechos sociales son cosas materiales,
sino cosas con el mismo derecho que las cosas materiales, aunque de otra manera. ¿Qué es una cosa? La cosa se
opone a la idea, como lo que se conoce exteriormente de lo que se conoce interiormente. Es cosa todo objeto de
conocimiento que no es naturalmente comprensible a la inteligencia; todo aquello de lo cual no podemos tener
una noción adecuada por un simple procedimiento de análisis mental; todo aquello que el espíritu sólo puede
llegar a comprender a condición de salir de sí mismo por vía de observaciones. Tratar hechos de un cierto orden
como cosas, no es, pues, clasificarlos en tal o cual categoría de lo real, es observar con ellos una determinada
actitud mental. Es abordar su estudio, partiendo del principio de que se ignorara de manera absoluta lo que son, y
que sus propiedades características, al igual que las causas desconocidas de que dependen. no pueden ser
descubiertas ni siquiera por la introspección más atenta. En este sentido puede afirmarse que todo objeto de
ciencia es una cosa, exceptuando los objetos matemáticos (ya que estos los creamos nosotros, solo basta
meternos en nuestro yo y analizar interiormente el proceso mental de donde provienen). Pero si se trata de
hechos propiamente dichos, cuando tratamos de hacer con ellos ciencia, son necesariamente para nosotros
incógnitas, ya que la representación que se haya podido tener de ellas en la vida, como se formaron sin método ni
crítica, carecen de todo valor científico y deben ser descartadas. Aunque estas ideas sean hechas de la psicología
individual y por ende sean interiores por definición, " la conciencia que tenemos de ellos no nos revela ni su
naturaleza interna ni su génesis. La conciencia nos los hace conocer hasta cierto punto, pero solamente como las
sensaciones nos hacen conocer el calor o la luz, el sonido o la electricidad; nos da de ellos impresiones confusas,
pasajeras, subjetivas, pero no nociones claras y distintas, conceptos explicativos. La idea de que la sociedad es la
resultante de una suma de individuos, una construcción en manos de estos, conlleva a pensarla de un modo
análogo a la mecánica inversa, desmantelarla, ver sus componentes y analizarlos para tener una idea de qué es y
cómo funciona. En consonancia con esta idea, con respecto a los hechos sociales, se objeta a la teoría de Durkheim
lo siguiente: "como ellos son obra nuestra, no tenemos más que darnos cuenta de nosotros mismos para saber lo
que en ellos hemos puesto y como los hemos formado". Sin embargo, de proceder de este modo no se
contemplarían dos elementos fundamentales: la mayor parte de las instituciones sociales provienen,
completamente formadas, de generaciones anteriores; nosotros no tuvimos la menor parte en su formación, y, por
ello, no es interrogándonos como podremos descubrir las causas que las engendraron. Además, aun cuando
hayamos colaborado en su génesis, apenas entrevemos - y todavía esto de una manera confusa y casi siempre
inexacta- las verdaderas razones que nos impulsaron a obrar y la naturaleza de nuestra acción.
Lo que sí exige es que el sociólogo ponga su espíritu al nivel del físico, del químico, del fisiólogo, cuando se
aventuran en una región, todavía inexplorada, de su dominio científico. Es preciso que al penetrar en el mundo
social se haga cargo de que penetra en lo desconocido; es necesario que se sienta frente a hechos cavas leyes, son
tan poco sospechadas como podían serlo las de la vida, cuando la biología aún no estaba constituida; es preciso
que se prepare a hacer descubrimientos que le sorprenderán y le desconcertarán. Y es necesario que la sociología
alcance este grado de madurez intelectual. De esta manera, el sociólogo cree que "se mueve en medio de cosas
inmediatamente transparentes para el espíritu. Con este modo de práctica "se cree poder alcanzar, en algunas
páginas, o en algunas frases, la esencia misma de los fenómenos más complejos. Es decir, que semejantes teorías
expresan no los hechos que podrían ser agotados con esa rapidez, sino la noción previa que tenía de ellos el autor
antes de la investigación. Y sin duda alguna, la idea que nos hacemos de las prácticas colectivas, de lo que ellos don
o deben ser, es un factor de su desarrollo. Pero esta idea es, en sí misma, un hecho que, para ser determinado
convenientemente, deber ser estudiado también desde fuera. Porque lo que importa saber no es la manera en que
tal pensador individualmente se representa tal institución, sino la concepción que de ella tiene el grupo; la única
concepción socialmente eficaz. Ahora bien, ella no se puede conocer mediante la simple observación interior
puesto que no está toda entera en ninguno de nosotros; por ello es necesario encontrar algunos signos exteriores
que la hagan sensible. Además ella no ha nacido de la nada; es en sí misma efecto de causas externas que hay que
conocer para poder apreciar su papel en el porvenir. Por tanto, hágase lo que se haga, hay que volver siempre al
mismo método."
II Los fenómenos sociales son externos a los individuos.
La vida social no tiene otro sustrato que la conciencia individual, de lo contrario, ella parecería descansar en el aire
y volar en el vacío. Además, lo que se presenta inmediatamente al observador no es la sociedad, sino los
individuos. Si bien existen cosas que son elementos integrantes de la sociedad, los individuos son sus únicos
elementos activos. Con respecto a los elementos y la resultante de su combinatoria existe una discrepancia entre
los hechos sociales y otros reinos de la naturaleza. "Todas las veces que en unos elementos cualesquiera
combinándose producen, por el hecho de su combinación, fenómenos nuevos, puede pensarse con razón que
estos fenómenos están situados no en los elementos sino en el todo formado por su unión. La célula viva no
contiene más que partículas minerales, lo mismo que la sociedad solo contiene individuos; y sin embargo, es
completamente imposible, sin duda alguna, que los fenómenos característicos de la vida residan en átomos de
hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno (...) La vida no podría descomponerse así; es una y, por tanto, no puede
tener por asiento más que la sustancia viva en su totalidad. Está en el todo y no en las partes." En el sólo suceso de
la combinación y en virtud del mismo surge un elemento nuevo, con propiedades sui generis.
Este mismo principio de la síntesis puede ser aplicado a las sociedades. "Esta síntesis sui generis que constituye
toda sociedad produce fenómenos nuevos, diferentes de los que hay en las conciencias solitarias, es preciso
admitir que estos hechos específicos residen en la sociedad misma que los produce y no en sus partes, es decir, en
sus miembros. Por tanto son, en este sentido, exteriores a las conciencias individuales, consideradas como tales,
de la misma manera que los caracteres distintivos de la vida son exteriores a las sustancias minerales que
componen el ser vivo. ". Del fenómeno de la síntesis, Durkheim desprende la distinción entre psicología individual
y sociología. Esto no implica que los hechos sociales no sean psíquicos, ya que son maneras de obrar o pensar.
"Pero los estados de conciencia colectiva son de otra naturaleza que los de la conciencia individual; son
representaciones de otra clase". Son sui generis, obedecen otras leyes, tienen otro sustrato, no evolucionan en el
mismo medio y no dependen de las mismas condiciones. En un principio los hechos sociales no son explicables a
partir de las conciencias individuales mediante la psicología. Para comprender la forma en que la sociedad se
representa a sí misma y al mundo que la rodea, hay que considerar la naturaleza de la sociedad, no la de los
particulares.
La vida social no pueda explicarse por factores puramente psicológicos, es decir, por estados de la conciencia
individual. En efecto las representaciones colectivas manifiestan cómo se piensa el grupo en sus relaciones con los
objetos que lo afectan. Ahora bien, el grupo está constituido de manera distinta que el individuo, las cosas que lo
afectan son de otra naturaleza. Para comprender cómo la sociedad se representa a sí misma v al mundo que la
rodea, es preciso considerar la naturaleza de esta sociedad, no la de los particulares. Los símbolos bajo los cuales
se piensa a sí misma cambian de acuerdo a lo que es. Pero una vez reconocida esta heterogeneidad, podemos
preguntar si las representaciones individuales y las colectivas no dejan de parecerse, sin embargo, en tanto que las
unas como las otras son representaciones y si, como consecuencia de estas, semejanzas, no serían posibles ciertas
leyes abstractas comunes a los dos reinos. La existencia de una psicología puramente formal, permitiría demostrar
que la relación entre representaciones (su atracción o repulsión) no se vincula necesariamente con su sustrato
material o la naturaleza de las sociedades, sino también con su calidad común de representaciones,
independientes de sus contenidos. Quizás tal vínculo sea en virtud de la contigüidad y semejanza o contrastes y
antagonismos lógicos. En lugar de que las similitudes en el volumen de población y el estado de los medios de
comunicación entre dos sociedades expliquen el estado de sus representaciones colectivas, por ejemplo religiosas,
Dukheim admite la posibilidad de que pueda explicarse a partir de su relación con otra representación. Este matiz
libera a su teoría de un determinismo cabal y hermético.
Sin embargo, el estado de desarrollo de las ciencias no otorgan las condiciones para la existencia de una psicología
formal. "En efecto, por una parte todo lo que sabemos sobre la forma en que se combinan las ideas individuales se
reduce a unas proposiciones, muy generales y vagas, llamadas comúnmente leyes de asociación de ideas. Y por lo
que se refiere a las leyes de ideación colectiva, son ignoradas todavía más completamente"
III Sobre la coerción de los hechos sociales

(da una definición de hecho social). Los hechos sociales son maneras de hacer o de pensar, reconocibles por la
particularidad de que son susceptibles de ejercer una influencia coercitiva sobre las conciencias particulares. En la
medida en que es una definición inicial, lo que es preciso "es que las características de que nos sirvamos sean
discernibles de un modo inmediato y puedan ser percibidas antes de la investigación”
Esta propiedad característica del hecho social no implica que sea la única. Lo que importa es elegir la que parezca
mejor para el fin que se propone. De este modo responde a la crítica que se le hacía, se le objetaba que hacía del
carácter coercitivo la propiedad única del hecho social, cuando en realidad era sólo la propiedad definitiva. Esta
propiedad varía de acuerdo al grado de desarrollo de la ciencia.
El hecho social como todo elemento moral, es expresado por dos nociones diferentes, más no por eso
contradictorias, el "bien" y el "deber". Mientras que la segunda refiere al carácter coercitivo del hecho social, la
primera hace referencia a la creencia o conveniencia que el individuo ve en el mismo. "Al mismo tiempo que las
instituciones se nos imponen, nos aferramos a ellas; ellas nos obligan y nosotros las amamos; ellas nos coaccionan
y nosotros vemos que nos conviene su funcionamiento e incluso esa coacción". Ambas nociones están presentes
en el hecho social, sin embargo como el "bien" es algo más interno, más íntimo que el deber, es por ello menos
susceptible de ser captado, mientras que el "deber" es un signo exterior fácilmente perceptible.
Ahondando más en la noción de coacción social Durkheim la desarrolla de una manera muy sucinta en un párrafo:
"Todo lo que es real tiene una naturaleza definida que se impone, con la que hay que contar y que, aun cuando se
consigue neutralizar, no es jamás vencida completamente. Y, en el fondo, eso es lo que de más esencial en la
noción de la coacción social. Porque todo lo que ella implica es que las formas colectivas de obrar o de pensar
tienen una realidad exterior a los individuos, que en cada momento concreto, se adaptan a ella. Son cosas que
tienen su existencia propia. El individuo las encuentra completamente formadas y no puede hacer que no sean o
que sean de otra manera; por consiguiente, está muy obligado a tenerlas en cuenta y le es tanto más difícil (no
decimos que imposible) modificarlas cuanto que, en diversos grados, participan de la supremacía material y moral
que la sociedad tiene sobre sus miembros. Sin duda el individuo desempeña un papel en su génesis. Pero para que
haya hecho social, es preciso que por lo menos varios individuos hayan mezclado sus acciones y que esta
combinación haya producido algo nuevo. Y como esta síntesis tiene lugar fuera de cada uno de nosotros (puesto
que entra en ella una pluralidad de conciencias); tiene necesariamente por efecto fijar, instituir fuera de nosotros
ciertas formas de obrar y ciertos juicios que no dependen de cada voluntad particular considerada por separado.
Como ya se ha hecho observar, hay una palabra que, aunque se extienda un poco a su acepción ordinaria, expresa
bastante bien esta forma de ser especial: es la palabra institución. En efecto, se puede llamar institución, sin
desnaturalizar el sentido de esta palabra, a todas las creencias y a todos los modos de conducta instituidos por la
colectividad; entonces se puede definir la sociología diciendo que es la ciencia de las instituciones, de su génesis y
de su funcionamiento (...) Del hecho de que las creencias y las prácticas sociales penetren en nosotros desde el
exterior no se reduce a que las recibamos pasivamente y sin hacerlas sufrir modificaciones. Al pensar en las
instituciones colectivas, al asimilarlas, las individualizamos, les damos más o menos nuestra marca personal (...) no
hay conformismo social que no lleve consigo toda una gama de matices individuales. Es también cierto que el
campo de las variaciones permitidas es limitado. Es nulo o muy débil en el círculo de los problemas religiosos y
morales donde la variación se convierte fácilmente en delito; es más amplio para todo lo que concierne a la vida
económica. Pero pronto o tarde, incluso en este último caso, se encuentra un límite que no puede ser franqueado"
La mayoría de las objeciones se derivan de no compartir la base del método sociológico, es decir la realidad
objetiva de los hechos sociales. Durkheim sostiene que la sociología "no podía nacer más que el día en que se
hubiese presentido que los fenómenos sociales, por el hecho de no ser materiales, no dejan de ser cosas reales
que exigen el estudio. Para llegar a pensar que había motivo de investigar lo que son, era preciso haber
comprendido que son de una manera definida, que
Tienen una manera de ser constante, una naturaleza que no depende del arbitrio individual y de la cual se derivan
relaciones necesarias". Esta idea choca contra el postulado antropocéntrico, que según Durkheim obstruye el
progreso de la ciencia. "Disgusta al hombre renunciar al poder ilimitado que él se ha atribuido durante largo tiemo
sobre el orden social (...) En vano le han enseñado repetidas experiencias que esta omnipotencia, en cuya ilusión
se entretiene complacido, ha sido siempre para él una causa de debilidad, que su imperio sobre las cosas no ha
comenzado realmente más que a partir del momento en que reconoció que ellas[las fuerzas colectivas] tienen una
naturaleza propia y en que se resignó a aprender de ellas lo que realmente son. Expulsado de todas las demás
ciencias, este deplorable prejuicio, se mantiene tercamente en sociología. Por lo tanto, no hay nada más urgente
que tratar de liberar definitivamente a nuestra ciencia, y es éste el fin principal de nuestros esfuerzos".
(1) sui géneris (Loc. Latina): De género o especie singular, excepcional o marcadamente peculiar: tiene una forma
bastante sui géneris de demostrar su alegría.
CAPITULO I :
¿Que es un hecho social?
El método de Durkheim se construye para estudiar los hechos sociales. Por lo tanto es del todo procedente que
destine el primer capítulo a la definición de los que él denomina hecho social. A su vez es fundamental ya que
constituye el objeto de estudio específico de la sociología que le permite ser una ciencia autónoma.
Definición del hecho social: "Es hecho social (I) toda manera de hacer, fija o no, susceptible de ejercer sobre el
individuo una coacción exterior; o también que (II) es general dentro de la extensión de una sociedad dada a la vez
que tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales."

Esta definición establece dos criterios de distinción para detectar un hecho social a partir de una definición a priori.
Estos no son más que dos formas de abordar al hecho social, se cruzan en muchos puntos y no son antagónicas, al
contrario, son solidarias.
I- Criterio de coerción II- Criterio de generalidad
I- Criterio de coerción
Por definición, coacción debe ser exterior. La exterioridad es una propiedad distintiva del hecho social. "Cuando yo
cumplo mis funciones de padre, esposo, o ciudadano, ejecuto los compromisos que he contraído lleno de deberes
que son definidos, fuera de mí y de mis actos, en el derecho y en las costumbres. Aun cuando están de acuerdo
con mis propios sentimientos y sienta interiormente su realidad, ésta no deja de ser objetiva; porque no soy yo
quien los ha hecho, sino que los he recibido por medio de la educación Del mismo ocurre con el sistema de signos
que se utiliza o la religión, si existían antes que el individuo es porque existían fuera de él.
El hecho social ejerce una coacción sobre el individuo. "Sin duda, cuando yo estoy completamente de acuerdo con
ellos, esta coacción no se hace sentir o lo hace levemente y por ello es inútil. Pero no deja de ser un carácter
intrínseco de estos hechos, y la prueba es que ella se afirma desde el momento en que intento resistir". Ya sea que
se manifieste como pena legal o condena moral, entre ambas no existe sino una diferencia de grado y de
consolidación. Incluso si se logra evitar la pena o la condena, el esfuerzo que requiere hacerlo es prueba suficiente
de su existencia.
En virtud de lo anterior, "no estando el individuo como su base, no pueden tener otro sustrato que la sociedad". es
por eso que este nuevo orden de fenómenos son los únicos que pueden recibir la calificación de sociales y
constituyen el dominio propio de la sociología. Sin embargo existen hechos sociales que todavía no cobran una
organización definida en un código penal, por ejemplo. "Hay otros hechos que sin prestar estas formas
cristalizadas, tienen la misma objetividad y el mismo ascendiente sobre el individuo. Es lo que se denomina
corrientes sociales". Cita como ejemplo de las mismas, las asambleas y el comportamiento del individuo en las
mismas. "Aun en el caso de que hayamos colaborado espontáneamente a la emoción común, la impresión que
hemos recibido es muy distinta de la que hubiésemos experimentado si hubiésemos estado solos. Además, una vez
que la asamblea de ha separado, que han cesado de obrar influencia sociales sobre nosotros y una vez que nos
encontramos de nuevo solos, los sentimientos que hemos tenido nos hacen el efecto de algo extraño, donde no
nos reconocemos". Estas corrientes pueden desarrollarse hasta convertirse en movimientos de opinión más
duraderos.
Una experiencia sencilla mediante la cual puede confirmarse este hecho es observar la educación de un niño. Se le
impone desde que es bebe formar de vivir, de pensar, de hacer y de hablar. Aunque, con el tiempo, deja de
sentirse esta coacción, es ella la que da poco a poco nacimiento a costumbres, a tendencias internas que la hacen
inútil, pero que no la reemplazan porque se derivan de ellas (...) La educación tiene cabalmente por objeto hacer al
ser social (...) Esta presión de todos los instantes que sufre el niño es la presión misma del medio social que tiende
a formarle a su imagen y semejanza, siendo los padres y los maestros nada mas que sus representantes e
intermediarios"

II Criterio de generalidad
Este segundo criterio sólo es concebible cuando se tiene conciencia de las propiedades enumeradas en el primer
criterio. La sola generalidad de un fenómeno es un criterio necesario, más no suficiente para calificarlo de social.
Aplicar ese calificativo a un fenómeno porque se encuentra en todas las conciencias individuales es confundir al
hecho social con sus encarnaciones individuales. Lejos de esto, lo que constituye al hecho social "son las creencias,
las tendencias, las prácticas del grupo tomado colectivamente; en cuanto a las formas que revisten los estado
colectivos reflejándose en los individuos son cosas de otra especie". Un hecho social " si es general, es porque es
colectivo (es decir, más o menos obligatorio) (...) Está en cada parte porque está en el todo, pero no está en el todo
porque esté en las partes". Esto es ostensible cuando se trata de creencias y prácticas heredadas por completo,
envestidas de una autoridad que la educación nos enseño a respetar y reconocer, pero también es válida para
aquellas creadas por nosotros. Un sentimiento colectivo que surge de una asamblea no expresa simplemente lo
que había de común entre todos los sentimientos individuales. Es la resultante de la vida común, un producto de
acciones y reacciones que se originan entre las conciencias individuales; y si encuentra eco en cada una de ellas es
en virtud de la energía especial que él debe precisamente a su origen colectivo. Si todos los corazones vibran al
unísono no es debido a una concordancia espontanea y preestablecida, sino a que una misma fuerza los mueve en
idéntico sentido".
Esta analogía con el fenómeno de la resonancia en física, explícita la diferencia entre el hecho social y sus
encarnaciones individuales. Un sonido de cierta longitud de onda hace que vibren al unísono todos los corazones, o
todas las copas que posean el mismo punto armónico. Pero no se debe confundir la vibración de las copas con el
sonido. Hace falta un método para aislarlo. La física lo tiene. En el seno de la sociedad algunas maneras de pensar o
de obrar " adquieren, debido a la repetición, una especie de consistencia que las precipita, por así decirlo, y las
aísla de los acontecimientos particulares que las reflejan. Toman así un cuerpo, una forma sensible que le es propia
y constituyen una realidad sui generis, muy distinta de los hechos individuales que la manifiestan". La química
tiene un método para separar el producto del proceso de la precipitación. La sociología no posee métodos
análogos a estos para "separar al hecho social de toda mezcla para observarlo en estado de pureza". Durkheim
propone la estadística. Al tomarlas numéricamente por la tasa media anual aísla al hecho social de sus
manifestaciones particulares. "Porque, como cada una de estas cifras comprende indistintamente todos los casos
particulares, las circunstancias individuales que pueden tener alguna intervención en la producción del fenómeno
se neutralizan allí mutuamente y, en consecuencia, no contribuyen a determinarlo. Lo que expresa es un estado
determinado del alma colectiva".
"Llegamos, pues, a representarnos de una manera precisa el campo de la sociología. No comprende más que un
grupo determinado de fenómenos. Un hecho social se reconoce por el poder de coacción externo que ejerce o es
susceptible de ejercer sobre los individuos; y la presencia de este poder se reconoce a su vez por la existencia de
una sanción determinada, sea por la resistencia que el hecho opone a toda empresa individual que tienda a
violarlo. Sin embargo, se le puede definir también por la difusión que presenta en el interior del grupo, a condición
de que, siguiendo las observaciones precedentes, se tenga cuidado de añadir como característica segunda y
esencial que existe independientemente de las formas individuales que toma al difundirse. Este último criterio es
incluso, en ciertos casos, más fácil de aplicar que el anterior. En efecto, la coacción es fácil de comprobar cuando se
traduce al exterior, como ocurre con el derecho, la moral, las creencias, las costumbres, incluso las modas. Pero
cuando no es más que indirecta, como la que ejerce la organización económica, no siempre se deja percibir tan
claramente. La generalidad combinada por la objetividad puede ser más fáciles entonces de establecer. Por otra
parte, esta segunda definición no es más que otra forma de la primera; porque si una manera de conducirse, que
existe fuera de las conciencias individuales, se generaliza, no puede ser más que imponiéndose". En este punto
critica el sistema de la imitación de Tarde como motor de la génesis de los hechos colectivos.

Durkheim finaliza el capítulo con una aclaración sobre la diferencia entre maneras de ser y maneras de hacer. Los
hechos sociales que poseen como base las maneras de hacer, se los denomina de orden fisiológico. Las maneras de
ser hacen referencia al sustrato de la vida colectiva (las formas de vivienda, la distribución de la población, las vías
de comunicación, etc.) y los hechos sociales que tienen como base estas maneras de ser, se denominan de orden
morfológico. Estas presentan el mismo rasgo que las maneras de hacer, se le imponen al individuo. "Si la población
se amontona en nuestras ciudades en lugar de dispersarse por los campos, es porque hay una corriente de
opinión, un impulso colectivo que impone a los individuos esta concentración". De este modo se ve que entre
hechos de orden morfológico y de orden fisiológico no hay más que una diferencia de grado. "Hay así toda una
gama de matices que, sin solución de continuidad, vincula los hechos más caracterizados de estructura a estas
corrientes libres de la vida social que no han sido todavía formadas en ningún molde definido. Es, por lo tanto, que
no hay entre ellos más que diferencias en el grado de consolidación que presentan. Los unos y las otras no son más
que vida más o menos cristalizada. Sin duda, puede haber interés en reservar el nombre de morfológicos para los
hechos sociales que conciernen al sustrato social, pero a condición de no perder de vista que son de la misma
naturaleza que los otros".

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