EDICIONES POMAIRE
SANTIAGO DE CHILE / BUENOS AIRES / MÉXICO
MADRID / BARCELONA
Traducción de
XIMENA GARCÉS DE ARTECHE
Título original
MYSTERIEUX OBJECTS CELESTES
© 1958 BY B. ARTHAUD
© 1963 BY EDITORIAL POMAIRE LDA.
BULNES, 80 - SANTIAGO DE CHILE
Printed in Spain
EMEGE - Enrique Granados, 91 - BARCELONA
Dep. legal: B. 22.139-1964
Núm. de Registro: 2.946-64
Portada de
WILL FABER
A MONIQUE
Nuestra inteligencia tiene, en el orden de las cosas
inteligibles, el mismo rango que nuestro cuerpo en el reino de
la naturaleza.
Pascal, Pensée, II, 72.
PRÓLOGO
Varias veces hemos aludido en este libro a esta ingeniosa teoría. He aquí
un breve resumen de ella.
Cuando se encontraba en Indochina, Plantier se preguntó a qué se parecería
una máquina que funcionara por simple manipulación del campo
gravitacional. Profundizando esta hipótesis, llegó a una descripción que es
exactamente la que hacen los testigos que dicen haber visto Discos Voladores.
Ahora bien: Plantier, en esa época, ¡jamás había oído hablar de esas
máquinas!
La experiencia diaria nos enseña que todo objeto privado de su punto de
apoyo cae hacia el centro de la Tierra: es la manzana de Newton. Se llama
gravitación a esa fuerza que hace caer la manzana. Supongamos que, gracias a
algún descubrimiento, cuya posibilidad apenas podemos ver por ahora, se
llega a dominar esa fuerza, a anularla, a dirigirla, a multiplicarla mediante la
voluntad. ¿Qué ocurriría?
1.º Bastaría con dirigir esa fuerza hacia arriba y hacerla más intensa que la
atracción terrestre para que un objeto que estuviera allí colocado volara, o
más exactamente cayera hacia arriba.
2.º En lugar de caer hacia arriba, se podría, orientando la fuerza, obtener
una «caída» en cualquier dirección.
3.º El aire que rodea al objeto, arrebatado en el campo de fuerza, seguiría
al objeto en su trayectoria. El objeto no rozaría el aire. Por este motivo, ni se
produciría un calentamiento, ni ruido (la bala del fusil silba porque roza el
aire), ni el ban-bang transónico. He aquí cómo se explicaría el silencio de las
descabelladas maniobras que se atribuyen a los Discos Voladores y su
resistencia térmica aparentemente ilimitada.
Más aún: los ocupantes de la máquina, arrastrados, llevados también por el
campo de fuerza, caen con él: Así, pues, ni son aplastados ni maltratados por
las partidas, detenciones y bruscos virajes.
La teoría del capitán Plantier explica también las nubes que se forman, a
veces, alrededor o sobre esas máquinas inmóviles. En la práctica, ella explica
todo. Por supuesto, no está al abrigo de objeciones de orden científico. Se le
puede reprochar, sobre todo, que no toma en cuenta el principio de la igualdad
de la acción y de la reacción. Los curiosos lectores que deseen saber cómo
Plantier discute esas objeciones leerán con provecho su libro La propulsion
des Soucoupes Volantes (Mame, editor, París).
BIBLIOGRAFÍA