“El ejemplo que Cristo ha dado al mundo prohíbe toda liviandad y vulgaridad; y si la vida ha de ser he-
cha fragante por la gracia de Dios, no aparecerán esos elementos. Una alegría genuina, una influencia
elevadora, fluirán de todos los que aman a Dios y guardan sus mandamientos. Y esto trae consigo un
poder convincente que convierte. ‘Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor’ (Fil. 2:12), dice
el apóstol. ¿Por qué con temor y temblor? Para que vuestra voluntad no represente falsamente de nin-
guna manera vuestra fe santa mediante liviandad, por medio de chanzas, bromas o chistes, dando así a
otros la impresión de que la verdad que profesáis no tiene una influencia santificadora sobre el carácter
(Youth's Instructor, 14-7-1898)”. AFC:140.
“Muchos están en el territorio encantado del enemigo. Cosas superfluas como fiestas fatuas, cantos,
bromas y chistes ocupan sus mentes, de modo que sirven a Dios con corazón dividido. Cuando hacen
estas cosas un ser invisible se encuentra entre ustedes. Satanás está presente con regocijo infernal. No
se presta atención a esta declaración de Cristo: ‘Ninguno puede servir a dos señores’. (Mat. 6:24)”.
CDCD:10.
“Según la luz que me ha dado el Señor, nuestras hermanas debieran comportarse de otro modo. Debie-
ran ser más reservadas, menos atrevidas, y fomentar entre ellas ‘pudor y modestia’. Tanto los hermanos
como las hermanas se complacen en mantener charlas demasiado joviales cuando están juntos. Mujeres
que profesan santidad participan en demasiadas bromas, chistes y risas. Esto es impropio y entristece al
Espíritu de Dios. Estas exhibiciones revelan una falta del verdadero refinamiento cristiano. No fortale-
cen el alma en Dios, sino acarrean gran oscuridad; alejan los puros y refinados ángeles celestiales y re-
bajan a un nivel inferior a los que practican estos errores lamentables. Nuestras hermanas siempre de-
bieran desarrollar una mansedumbre genuina; no debieran ser audaces, conversadoras y atrevidas, sino
modestas y recatadas, cuidadosas al hablar. Deben fomentar la cortesía. Ser bondadosas y tiernas, com-
pasivas, perdonadoras y humildes sería apropiado y muy agradable a Dios. Si tienen este comporta-
miento, los caballeros no las molestarán con una atención indebida, ya sea en la iglesia o afuera. Todos
notarán que hay un sagrado círculo de pureza que rodea a estas mujeres temerosas de Dios, el cual las
protege de cualquiera de estas licencias injustificables”. CSS:571-572.
“Obrad siempre movidos por buenos principios, y nunca por impulso. Moderad la impetuosidad natural
de vuestro ser con mansedumbre y dulzura. No deis lugar a la liviandad ni a la frivolidad. No broten
chistes vulgares de vuestros labios. Ni siquiera deis rienda suelta a vuestros pensamientos. Deben ser
contenidos y sometidos a la obediencia de Cristo. Consagradlos siempre a cosas santas. De este modo,
mediante la gracia de Cristo, serán puros y sinceros”. MC:391-392.
“Donde el corazón está purificado y refinado, y está listo para la morada interior del Espíritu Santo, la
lengua será santificada para gloria de Dios... Podéis rodear vuestra alma con una atmósfera semejante a
las brisas del Edén celestial. Abrid vuestro corazón al Señor Jesús. Guardad vuestra lengua. No dejéis
que vuestra lengua corra al azar entre chistes y bromas. Esto significa que vuestro corazón necesita ser
purificado de su contaminación”. HHD:182.
“Si el Señor Jesús habita en el alma de los alumnos cuando éstos se sientan a la mesa, saldrán del teso-
ro de su corazón palabras puras y elevadoras; si Cristo no habita allí, se hallará en la frivolidad, en las
Pág. 2
chanzas y en los chistes una satisfacción que estorbará el crecimiento espiritual y causará pesar a los
ángeles de Dios. La lengua es un miembro ingobernable; pero no debiera ser así. Se la debe convertir,
pues el talento del habla es valiosísimo. Cristo está siempre dispuesto a impartir sus riquezas y nosotros
debiéramos adquirir las joyas que proceden de él, a fin de que cuando hablemos esas joyas se despren-
dan de nuestros labios”. 2JT:439.
“Es deber de los jóvenes estimular la sobriedad. La ligereza, las bromas y los chistes resultarán en in-
sensibilidad del alma, y la pérdida del favor de Dios. Muchos de ustedes no ejercen una mala influencia
en otros, y por lo tanto, se sienten satisfechos en cierta medida; pero, ¿ejercen una influencia para el
bien? ¿Procuran guiar a otros al Salvador, por medio de vuestra conversación y vuestros actos, o, si
ellos profesan conocer a Cristo, tratan de conducirlos a andar más estrechamente con él?”. 2T:236-237.
“El divino maestro, no usaba ilustraciones que proyectaran la más mínima sombra en el alma. Sus pa-
labras eran del más puro y elevado carácter. Nunca condescendió a pronunciar algo cómico, con el fin
de llamar la atención del público”. RH, 06-08-1895.
“Escuche las conversaciones vanas y frívolas; escuche la risa, las bromas, los chistes. ¿Es esto imitar al
Modelo? Siga escuchando, ¿se menciona el nombre de Jesús? ¿Es la verdad el tema de conversación?
¿Están los oyentes gloriándose en la cruz de Cristo?”. 1T:505.
“Aun bajo la tentación, nuestro lenguaje debería ser de fe, esperanza y valor. Pero no debemos espa-
ciarnos en las ligerezas ni las bromas; de nuestros labios no se deben escapar los chistes de baja natura-
leza, porque esas cosas le dan gran ventaja a Satanás”. RH, 13-05-1884.
“Nunca los ministros serán demasiado cautelosos, especialmente delante de los jóvenes. No deben
mostrar ligereza de palabras, ni usar bromas o chistes, sino recordar que están en lugar de Cristo que
deben ilustrar por su ejemplo la vida de Cristo”. 1T:380-381.
“Eliminen los pastores los chistes y las bromas de su conversas pero que sus sermones sean sazonados
con gracia, que la luz y el amor de Jesús brillen por medio de su ejemplo y precepto, para que, se pue-
den: ganar almas para el Maestro”. RH, 05-07-1892.
“El temor de la conversación sostenida en muchas reuniones sociales revela qué es lo que interesa al
corazón. La conversación trivial, los chistes tontos, que sólo tienen por objeto provocar risa, no repre-
sentan debidamente a Cristo. Aquellos que los han expresado no estarían dispuestos a verse frente a
frente con una crónica de sus palabras. Los que escuchan reciben una mala impresión, y se arroja una
ofensa sobre Cristo. ¡Ojala los jóvenes cuidasen bien sus palabras, porque por ellas serán justificados o
condenados! Recordad que Jesús está a vuestro lado dondequiera que vayáis observando vuestras ac-
ciones y escuchando vuestras palabras. ¿Os avergonzaría oír su voz y saber que él escucha vuestra con-
versación?”. MJ:386.
“No hemos de ser charlatanes, o chismosos, o cuenteros; no hemos de dar falso testimonio. Dios nos
prohíbe ocuparnos en conversaciones frívolas o necias, en hacer chistes o bromas, o en hablar palabras
vanas. Hemos de dar cuenta a Dios de lo que decimos. Seremos llevados a juicio por nuestras palabras
apresuradas que no hacen bien ni al que habla ni al que oye. Hablemos todos palabras que tiendan a la
edificación. Recuerde que usted tiene valor ante Dios. No permitan que conversaciones vulgares o ne-
cias, o principios equivocados constituyan su experiencia cristiana. FE:458 (1897)”. 1MCP:116.
Pág. 3
“Las bromas, los chistes y la conversación mundana pertenecen al mundo. Los cristianos que tienen la
paz de Dios en sus corazones, estarán alegres y felices sin entregarse a la ligereza o frivolidad. Mien-
tras velen en oración, tendrán una serenidad y paz que los elevarán por encima de todas las superflui-
dades. El misterio de la piedad, revelado a la mente del ministro de Cristo, le levantará por encima de
los goces terrenos y sensuales. Será participe de la naturaleza divina, habiendo escapado a la corrup-
ción que reina en el mundo por la concupiscencia. La comunicación abierta entre Dios y su alma lo ha-
rá fructífero en el conocimiento de la voluntad de Dios, y abrirá ante él tesoros de temas prácticos que
él podrá presentar a la gente, sin que causen ligereza ni la sombra de una sonrisa, sino que serenarán la
mente, conmoverán el corazón, y despertarán las sensibilidades morales acerca de los derechos sagra-
dos que tiene Dios sobre los afectos y la vida. Los que trabajan en palabra y doctrina deben ser hom-
bres de Dios, de vida y corazón puros. 3T:241”. OE:135-136.
“Cuando un predicador que lleva el solemne mensaje de amonestación al mundo, recibe las hospitala-
rias cortesías de amigos y hermanos, y descuida los deberes de pastor del rebaño, demostrando negli-
gencia en su ejemplo y conducta, entregándose con los jóvenes a conversaciones triviales, bromas y
chistes, y relatando anécdotas jocosas para hacer reír, es indigno de ser ministro del Evangelio, y nece-
sita convertirse antes de que se le confíe el cuidado de las ovejas y de los corderos. Los predicadores
que descuidan los deberes que incumben a un fiel pastor, dan pruebas de que no están santificados por
las verdades que presentan a otros, y no deben ser sostenidos como obreros en la viña del Señor antes
de tener un alto sentimiento del carácter sagrado de la obra del predicador. 3T:233”. OE:137-138.
“Existe el peligro de no dar la debida atención a las cosas pequeñas de la vida. El predicador no debe
descuidar el decir palabras bondadosas y alentadoras en el círculo de la familia. Hermanos míos en el
ministerio, ¿demostráis en el círculo del hogar brusquedad, dureza, descortesía? Si lo hacéis, no impor-
ta cuán sublime sea lo que profeséis, estáis violando los mandamientos. No importa cuán fervientemen-
te prediquéis a otros, si dejáis de manifestar el amor de Cristo en vuestra vida en el hogar, quedáis por
debajo de la norma fijada para vosotros. No penséis que es representante de Cristo el hombre que al ba-
jar del púlpito incurre en observaciones duras y sarcásticas, o en chistes y bromas. El amor de Dios no
está en él. Su corazón está lleno de amor hacia sí mismo, de engreimiento, y demuestra que no tiene
verdadera estimación por las cosas sagradas. Cristo no está en él, y no siente el peso del solemne men-
saje de la verdad para este tiempo”. OE:216-217.
“‘Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza’. Es co-
rrecto ser alegre y jovial; es correcto cultivar la alegría de espíritu mediante la santificación de la ver-
dad; pero no es correcto complacerse en necias bromas y chistes, en liviandades y frivolidades, en pa-
labras de crítica y condenación a otros”. 7CBA:950.
“En los mundanos se espera ver liviandad, vulgaridad vanidad, inmortalidad, chanzas y bromas, pero
estas cosa ni siquiera deberían nombrarse entre vosotros que habéis resucitado con Cristo... El tiempo
en el que vivimos está lleno de realidades eternas. Ahora debemos eleva nuestros pensamientos y
aprender en la escuela del Maestro”. AFC:309.
“La apariencia exterior es un índice del corazón. Cuando los corazones son afectados por la verdad,
mueren para el mundo: y los que están muertos para el mundo no se conmoverán por la risa, las bromas
o las burlas de los incrédulos. Experimentarán un ansioso deseo de ser como su Maestro, separados del
mundo. No imitarán sus modas ni costumbres. Procurarán constantemente glorificar a Dios y obtener la
herencia inmortal (RH, 09-09-1884)”. AFC:314.
Pág. 4
“Muchas reuniones tales me han sido presentadas. He visto la alegría, la ostentación de la indumenta-
ria, el atavío personal. Todos quieren ser considerados brillantes y se entregan a la hilaridad, a las bro-
mas insensatas, a la adulación baja y grosera y a las risas ruidosas. Los ojos chispean, las mejillas están
rojas, la conciencia duerme. Comen, beben y se alegran, y hacen cuanto pueden para olvidarse de Dios.
La escena de placer es su paraíso. Y el cielo mira, viéndolo y oyéndolo todo”. CMPA:323-324.
“Los que no creen que es su deber religioso disciplinar la mente para que se espacie sobre temas gozo-
sos, generalmente se encontrarán en uno de dos extremos: se sentirán exaltados por una serie de diver-
siones entusiasmadoras, participarán de conversaciones frívolas, reirán y harán bromas, o bien se senti-
rán deprimidos, tendrán grandes pruebas y conflictos mentales, que piensan que pocas personas han
experimentado o pueden comprender. Estos pueden ser cristianos profesos, pero engañan sus propias
almas”. CSS:630.
“Nuestro Salvador fue profunda e intensamente serio, pero nunca sombrío o huraño. La vida de los que
lo imitan estará por cierto llena de propósitos serios; tendrán un profundo sentido de su responsabilidad
personal. Reprimirán la inconsiderada liviandad; entre ellos no habrá júbilo tumultuoso, ni bromas gro-
seras; pues la religión de Jesús da paz como un río. No extingue la luz del gozo, ni impide la jovialidad,
ni oscurece el rostro alegre y sonriente. Cristo no vino para ser servido sino para servir; y cuando su
amor reine en nuestro corazón, seguiremos su ejemplo”. CC:122.
nes. Las palabras pronunciadas deben tener autoridad para que el Espíritu Santo pueda grabarlas en las
mentes. El orador que es controlado por el espíritu de Dios tiene una dignidad sagrada y sus palabras
poseen un sabor de vida para dar vida. No se introduzcan en el discurso ilustraciones o anécdotas
inapropiadas. Que las palabras que se pronuncian sean para la edificación de los oyentes (Carta 19,
1901).
Las ilustraciones que Cristo usó.-
[Cristo] variaba sus mensajes de misericordia para adaptarlos a su auditorio. Sabia "hablar en sazón pa-
labra al cansado", porque la gracias se derramaba de sus labios, a fin de inculcar en los hombres los te-
soros de la verdad de la manera más atrayente. Tenía tacto para tratar con los espíritus llenos de prejui-
cios, y los sorprendías con ilustraciones que conquistaban su atención.
Mediante la imaginación, llegaba al corazón. Sacaba sus ilustraciones de las cosas de la vida diaria, y
aunque eran sencillas, tenían una admirable profundidad de significado. Las aves del aire, los lirios del
campo, la semilla, el pastor y las ovejas, eran objetos con los cuales Cristo ilustraba la verdad inmortal
y desde entonces, siempre que sus oyentes veían estas cosas de la naturaleza, recordaban sus palabras.
Las ilustraciones de Cristo repetían constantemente sus lecciones (DTG:219. Año 1898).
Rebajar el mensaje.-
No queremos perder de vista la santidad peculiar de esta misión de ministrar la palabra y la doctrina a
la gente. Es la obra del pastor la de hablar las palabras de verdad a la gente, la verdad solemne y sagra-
da. Algunos forman el hábito de relatar anécdotas en sus discursos, las cuales tienen la tendencia a di-
vertir y quitar de la mente de los oyentes el carácter sagrado de la Palabra que están impartiendo. Tales
personas deberían considerar que no están dando a la gente la Palabra del Señor. Demasiadas son las
ilustraciones que no tienen una influencia correcta; empequeñecen la sagrada dignidad que siempre de-
be ser mantenida en la presentación de la Palabra de Dios a la gente (RH, 22 de Febrero de 1887).
Alimento inferior.-
Hay hombres que se presentan en el púlpito como pastores, profesan alimentar el rebaño, mientras las
ovejas están pereciendo por falta del pan de vida. Hay discursos largos y fastidiosos, mayormente com-
puestos de relatos y anécdotas; pero los corazones de los oyentes no son tocados. Los sentimientos de
algunos pueden resultar conmovidos, pueden derramarse algunas lágrimas, pero sus corazones no son
quebrantados. El Señor Jesús ha estado presente cuando han estado dando aquello que llamaban ser-
mones, pero sus palabras estaban destituidas del rocío y de la lluvia del cielo. Evidenciaban que los un-
gidos ("hijos de aceite") descritos por Zacarías (véase el capítulo 4) no les habían ministrado para que
ellos pudieran ministrar a otros. Cuando los hijos de aceite se vaciaban a través de los canales de oro, el
aceite dorado manaba de ellos hacia los vasos de oro, para fluir hacia las lámparas, las iglesias. Esta es
la obra de todo verdadero y consagrado siervo del Dios viviente. El Señor Dios del cielo no puede
aprobar mucho de lo que traen al púlpito aquellos que profesan hablar la Palabra del Señor. No incul-
can ideas que serán una bendición para los que la escuchan. Hay forraje barato, muy barato colocado
ante el pueblo (TM:342. Año 1896).
Fuego extraño.-
El objeto de vuestras labores ministeriales no es divertir. No es presentar tan sólo información, no es
meramente convencer el intelecto. La predicación de la Palabra debe apelar al intelecto a partir del co-
nocimiento, pero abarca mucho más que esto. El corazón del ministro debe alcanzar los corazones de
los oyentes. Algunos han adoptado un estilo de predicación que no tiene la debida influencia...
El pastor esta usando fuego extraño cuando mezcla la presentación de relatos con sus discursos. Tenéis
hombres de toda clase de intelecto a los cuales hacer frente, y cuando tratáis con la Sagrada Palabra,
debéis manifestar fervor, respeto y reverencia. No se produzca sobre mente alguna la impresión de que
sois oradores vulgares y superficiales. Erradicad los cuentos de vuestros discursos. Exaltad la Palabra.
Habríais tenido más gavillas para el Maestro si hubieras predicado constantemente la Palabra. Poco en-
tendéis la gran necesidad y el anhelo del alma. Algunos están luchando a brazo partido con la duda; se
hallan casi en la desesperación, casi sin esperanza...
Pág. 6
Dios es ofendido cuando sus representantes descienden al uso de palabras triviales y frívolas. La causa
de la verdad es deshonrada. Los hombres juzgan a todo el ministerio por el hombre a quien escuchan, y
los enemigos de la verdad sacarán el máximo provecho de sus errores (Carta 61, 1896).
Hambre por el pan de vida.-
Guarde sus anécdotas para Ud. mismo. La gente no siente en su alma hambre por ellas, sino que necesi-
ta el pan de vida, la Palabra que vive y permanece, para siempre. ¿Qué es la paja de comparación con
el trigo? (Carta 61, 1896).
Muchos pierden la convicción a causa de las vulgaridades.-
Después que se ha hecho buena obra, los que han sido despertados a un sentido del pecado, deben ser
enseñados a asirse del brazo del Señor. Pero si las buenas impresiones no se siguen cultivando con es-
fuerzos verdaderos y fervientes, no se realiza ningún bien permanente. El resultado podría ser muy di-
ferente, si el deseo de diversión no distrajera la mente de la contemplación de las cosas serias. . .
Las cosas dichas para divertir no deben ser entretejidas con la instrucción de las Escrituras. Cuando se
hace esto los oyentes, divertidos por alguna vulgaridad, pierden la carga de la convicción. La oportuni-
dad pasa y nadie es atraído por las cuerdas del amor hacia el Salvador (Manuscrito 83, 1901).
Rehuid las expresiones vulgares y comunes.-
Los mensajes de verdad han de mantenerse enteramente libres de las palabras vulgares y comunes. Así
se harán fuertes impresiones sobre el corazón. No alberguen nuestros ministros la idea de que deben
presentar algo nuevo y extraño, o que las expresiones vulgares y comunes les darán gran influencia.
Los pastores han de ser portavoces de Dios, y deben erradicar de su discurso toda expresión que sea
vulgar o común. Sean cuidadosos, no sea que por intentar hacer reír durante su discurso, deshonren a
Dios.
Nuestro mensaje es solemne y sagrado, y debemos velar en oración. Las palabras pronunciadas deben
ser de tal carácter que por medio de ellas Dios pueda hacer una impresión sobre el corazón y la mente.
Santifíquense por medio de la verdad los ministros del Evangelio (Carta 356,1906)”. Ev:154-157.
pueblo manifiesta solidez, fortaleza y firmeza de carácter, y cuando tiene una disposición gozosa, feliz
y confiada...
Si la mente se fija en las cosas celestiales la conversación correrá por el mismo canal. El corazón des-
bordará en la contemplación de la esperanza cristiana, la incomparablemente grande y preciosa prome-
sa registrada para animarnos; y nuestro regocijo en vista de la misericordia y la bondad de Dios no ne-
cesita ser reprimido; es un gozo que nadie puede quitarnos (RH, 10 de Junio de 1884).
Pastores joviales y divertidos.-
En su asociación hay un hombre (no conozco su nombre) que no debiera estar en la asociación como
pastor, porque es desfavorable la influencia que ejerce sobre las mentes de los que buscan la verdad.
Se me llamó la atención hacia él y se pronunciaron estas palabras: "La casa de Dios no necesita pasto-
res joviales y divertidos. El espíritu de este hombre no está de ningún modo en armonía con la obra so-
lemne en la que nos hemos comprometido". La verdad que profesamos creer no necesita hombres frí-
volos para que la presenten. Un hombre con una disposición liviana, jovial y divertida hará más para
echar a perder las iglesias con el mismo espíritu que lo que pueden hacer diez hombres piadoso para
quitar ese efecto...
El poder convertidor de Dios debe descender sobre los corazones de los pastores, o bien éstos deben
dedicarse a otra vocación. Si los embajadores de Cristo comprenden la solemnidad de la tarea de pre-
sentar la verdad a la gente, serán obreros juntamente con Dios, serios y juiciosos. Si poseen una exacta
apreciación de la comisión que Cristo dio a sus discípulos abrirán con reverencia la Palabra de Dios y
escucharán la instrucción del Señor, pidiendo sabiduría del cielo para que, al estar entre los vivos y los
muertos, puedan comprender que deben rendir cuenta a Dios de la obra que sale de sus manos.
¿Qué podría hacer el ministro sin Jesús? En verdad, no podría hacer nada. Luego, si es un hombre frí-
volo y acostumbrado a decir bromas, no está preparado para llevar a cabo el deber que el Señor le ha
encomendado. Cristo dijo: "Porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5). Las palabras irre-
flexivas que pronuncia, las anécdotas frívolas, las palabras dichas para hacer reír, todo esto es condena-
do por la Palabra de Dios y está completamente fuera de lugar en el púlpito sagrado...
A menos que los pastores sean hombres convertidos, las iglesias enfermarán y estarán a punto de morir.
Únicamente el poder de Dios puede cambiar el corazón humano y llenarlo con el amor de Cristo. So-
lamente el poder de Dios puede corregir y dominar las pasiones y santificar los afectos. Todos los que
ministran deben humillar sus corazones orgullosos, someter sus voluntades a la voluntad de Dios y
ocultar sus vidas con Cristo en Dios.
¿Cuál es el objeto del ministerio? ¿Consiste en mezclar lo cómico con lo religioso? El teatro es el lugar
para tales exhibiciones. Si Cristo se ha formado en lo interior, si la verdad con su poder santificador es
llevada al santuario interior del alma, entonces no tendremos hombres joviales y divertidos, ni tampoco
tendremos hombres descontentos, de mal genio y malhumorados para predicar las preciosas lecciones
de Cristo a las almas que perecen (Carta 15, 1890).
Hay que andar con circunspección.-
Toda la "sangre fría", que es tan común, los gestos teatrales, toda liviandad y frivolidad, todo el uso de
chanzas y bromas, deben ser considerados por el que lleva el yugo de Cristo como "cosas que no con-
vienen" (Rom. 1:28), como una ofensa a Dios y una negación de Cristo. Esto incapacita la mente para
pensar con seriedad y para llevar a cabo una labor sólida. Hace a los hombres ineficaces, superficiales y
enfermos en sentido espiritual...
Sea serio y formal cada pastor. Al estudiar la vida de Cristo verá que es necesario andar con cautela.
Sin embargo, si está relacionado con el Sol de justicia podrá ser, y será, alegre y feliz, y alabará a
Aquel que lo llamó de las tinieblas a su luz admirable. La conversación será pura y estará completa-
mente libre de expresiones vulgares (Manuscrito 8A, 1888)”. Ev:465-467.
“¿No tenemos todo lo necesario para que nuestras mentes estén dirigidas al cielo? ¿No tenemos todo lo
necesario para hacernos salir de esta mundanalidad y sensualidad, esta charla barata y sin sentido, estas
Pág. 8
bromas y chanzas, este falso testimonio, charlatanería y suposiciones malignas? ¡Pongan todo eso a un
lado! ¡Es una desgracia para la iglesia! La enferma y debilita.
Sea nuestra conversación santa. Como Dios es santo en su esfera, seamos santos en la nuestra. Regoci-
jémonos en el precioso Salvador, que murió para redimirnos, y reflejemos la gloria a Dios. Unámonos
con el cielo en nuestras alabanzas aquí y unámonos a los cánticos de los ángeles celestiales en la ciudad
de nuestro Dios”. FO:80-81.
“Donde el corazón está purificado y refinado, y está listo para la morada interior del Espíritu Santo, la
lengua será santificada para gloria de Dios... Podéis rodear vuestra alma con una atmósfera semejante a
las brisas del Edén celestial. Abrid vuestro corazón al Señor Jesús. Guardad vuestra lengua. No dejéis
que vuestra lengua corra al azar entre chistes y bromas. Esto significa que vuestro corazón necesita ser
purificado de su contaminación”. HHD:182.
“Es deber de los jóvenes estimular la sobriedad. La liviandad y las bromas causarán aridez al alma y
harán perder el favor de Dios. Muchos de vosotros pensáis que no ejercéis mala in fluencia sobre los
demás, y así os sentís satisfechos en cierta medida; pero ¿ejercéis influencia para el bien? ¿Procuráis
por medio de vuestra conversación y vuestros actos conducir a otros al Salvador, o, si profesan creer en
Cristo, los inducís a caminar cerca de él?”. 1JT:236.
“Entre nuestro pueblo hay más reuniones dedicadas al canto que a la oración. Pero aun estas reuniones
pueden ser dirigidas con reverencia acompañada de alegría para que ejerzan buena influencia. Sin em-
bargo, hay demasiadas bromas, ociosa conversación y chismes para que estos momentos resulten bene-
ficiosos para elevar los pensamientos y refinar los modales”. 1JT:461.
“Si pudiesen abrirse nuestros ojos para ver obrar a los agentes buenos y malos, no habría trivialidades,
ni vanidad ni bromas. Si cada uno quisiera revestirse de toda la armadura de Dios y pelear virilmente
las batallas del Señor, se ganarían victorias que harían temblar el reino de las tinieblas”. 2JT:380.
“No tenemos tiempo para las diversiones frívolas ni para satisfacer nuestras tendencias egoístas. Es
tiempo de que nos ocupemos en cosas y pensamientos serios. No podemos contemplar el sacrificio y la
abnegación del Redentor del mundo, y seguir hallando placer en las cosas livianas, en las bromas e in-
sensateces. Necesitamos grandemente una experiencia práctica de la vida cristiana. Necesitamos for-
mar nuestro espíritu teniendo en vista la obra de Dios. Nuestra experiencia religiosa queda determina-
da en gran medida por el carácter de los libros que leemos en nuestros momentos libres.
Si amamos las Escrituras, si las escudriñamos cada vez que tengamos ocasión de hacerlo, para enrique-
cernos con los tesoros que contiene, podemos tener la seguridad de que Jesús nos atrae hacia él”.
3JT:188.
en contacto. Es mejor hablar palabras que sirvan de bendición y ayuda. Ellas serán de tanta bendición
para nosotros, como para aquellos a quienes son dirigidas (Ms 93, 1901).
La conversación frívola.-
Cultive el precioso don del habla, como una agencia que Dios le ha confiado. No introduzca temas de
conversación frívolos, ni sin sentido. Hable de tal manera que los que no son de nuestra fe, reciban la
impresión que el habla correcta y los principios sólidos han introducido en su educación. "Vosotros
sois la luz del mundo". ¿Quiénes son de esta manera honrados? Los que han aprovechado sus oportu-
nidades de aprender a servir al Señor, con el don del habla (Ms 74, 1897).
La conversación vulgar.-
Jóvenes amigos, ¿queréis empezar vuestra vida cristiana como quienes tienen en su corazón, el calor
del amor de Jesús? Nunca sabréis, cuánto bien podéis hacer a los que no se consideran hijos de Dios,
dirigiéndoles palabras tiernamente razonables y serias, en cuanto a la salvación de sus almas. Por otra
parte, quizás nunca sepáis, hasta el día del juicio, cuántas oportunidades de ser testigos de Cristo habéis
dejado pasar, sin aprovechar. Quizás nunca sepáis en este mundo, el daño que, habéis hecho a algún
Pág. 10
alma, por vuestros pequeños actos de frivolidad, vuestra conversación vulgar, vuestra liviandad, com-
pletamente inconsecuentes con vuestra santa fe (MJ:199).
Ni frivolidad ni trivialidad.-
Toda frivolidad, toda vulgaridad en la conversación, todo chiste y broma, debilita el alma, y separa el
corazón de la oración. Como Pablo, los verdaderos seguidores de Cristo llevarán siempre en su cuerpo,
Pág. 12
la muerte del Señor Jesús; ellos no pueden tener en mente lo que Cristo sufrió por ellos, y ser frívolos y
bromistas al mismo tiempo (OE:233).
La conversación necia.-
Pocos se dan cuenta, de que ahuyentan al Espíritu de Dios con sus pensamientos y sentimientos egoís-
tas, y su conversación necia y frívola... Si la gracia de Cristo fuera plantada en sus corazones, e hicieran
penetrar sus raíces profundamente en el buen terreno, llevarían frutos de características diferentes por
completo... Sólo el poder convertidor de Dios es suficiente, para establecer principios puros en el cora-
zón, para que el maligno no pueda encontrar nada que asaltar... La pureza en la conversación y la ver-
dadera cortesía cristiana, deberían practicarse constantemente (Carta 74, 1896).
La vana conversación.-
Escuche las conversaciones vanas y frívolas; escuche la risa, las bromas, los chistes. ¿Es esto imitar al
Modelo? Siga escuchando, ¿se menciona el nombre de Jesús? ¿Es la verdad el tema de conversación?
¿Están los oyentes gloriándose en la cruz de Cristo? (1T:505).
La exageración al hablar.-
Nuestros pensamientos producen nuestras palabras, y nuestras palabras tienen una reacción sobre nues-
tros pensamientos. Si un hombre forma el hábito de usar palabras sagradas reverentemente, adquirirá la
costumbre de hablar cuidadosamente, sabiendo que hay un Testigo de cada palabra que pronuncia.
Cuando los sentimientos se excitan, y el habla se exagera, el modo de hablar siempre es extremo. Actúa
y reacciona sobre nosotros mismos.
Pág. 13
La Palabra declara que "por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mat.
12:37). Si nuestras palabras actúan sobre nosotros, actúan más poderosamente sobre otros. Hay un gran
daño que hacen las palabras pronunciadas. Sólo Dios mide y conoce el resultado del modo de hablar
descuidado y exagerado. Hay mucha blasfemia efectuada en espíritu (AFC:139).
El voto judicial.-
Vi que las palabras de nuestro Señor: "No juréis en ninguna manera", no se refieren al voto judicial.
"Sino que vuestro 'sí' sea 'sí', y vuestro 'no' sea 'no'. Lo que pasa de esto, procede del maligno". Esto se
refiere a la conversación común. Algunos exageran al hablar. Algunos juran por su vida; otros juran por
su cabeza, tan seguros como que viven; tan seguros como que tienen cabeza. Algunos ponen de testigo
al cielo y a la tierra, de que lo que dicen es así. Algunos esperan que Dios les quite la existencia, si lo
que dicen no es verdad. Esta es la clase de juramentos comunes, contra los cuales Jesús advierte a sus
discípulos (1T:201)”. La Voz: Su Educación y Uso Correcto:135-143.
“Aun bajo la tentación, nuestro lenguaje debería ser de fe, esperanza y valor. Pero no debemos espa-
ciarnos en las ligerezas ni las bromas; de nuestros labios no se deben escapar los chistes de baja natura-
leza, porque esas cosas le dan gran ventaja a Satanás (RH, 13-05-1884)”. La Voz: Su Educación y
Uso Correcto:178-179.
“Toda la "sangre fría", que es tan común, los gestos teatrales, toda liviandad y frivolidad, todo el uso de
chanzas y bromas, deben ser considerados por el que lleva el yugo de Cristo como, "cosas que no con-
vienen", como una ofensa a Dios y una negación de Cristo.
Esto incapacita la mente para pensar con seriedad, y para llevar a cabo una labor sólida. Hace a los
hombres ineficaces, superficiales y enfermos en sentido espiritual (Ev:467)”. La Voz: Su Educación y
Uso Correcto:187.
La frivolidad es inapropiada.-
El ministro de Dios no debe hablar palabras que provoquen frivolidad. Hemos sido comprados al precio
de un gran sacrificio, hasta el sacrificio del unigénito Hijo de Dios (MS 199, 1910).
En lugar de Cristo.-
Nunca los ministros serán demasiado cautelosos, especialmente delante de los jóvenes. No deben mos-
trar ligereza de palabras, ni usar bromas o chistes, sino recordar que están en lugar de Cristo que deben
ilustrar por su ejemplo la, vida de Cristo (1T:380-381).
cia. Los pastores han de ser portavoces de Dios, y deben erradicar de su discurso, toda expresión que
sea vulgar o común. Sean cuidadosos, no sea que por intentar hacer reír durante su discurso, deshonren
a Dios.
Nuestro mensaje es solemne y sagrado, y debemos velar en oración. Las palabras pronunciadas deben
ser de tal carácter que por medio de ellas, Dios pueda hacer una impresión sobre el corazón y la mente.
Santifíquense por medio de la verdad, los ministros del Evangelio (Ev:157).
Ilustraciones evidentes.-
Sería bueno que los pastores que trabajan en palabra o doctrina, pudieran dedicar parte del día al ejerci-
cio físico con los estudiantes. Podrían hacer como hacía Cristo, usando lecciones de la naturaleza, para
ilustrar las verdades de la Biblia (FEC:325).
Niños en entendimiento.-
El maestro debería tener constantemente por meta, la sencillez y la eficiencia. Debería enseñar princi-
palmente con ilustraciones, y, aun al tratar con alumnos mayores, debería tener cuidado de que todas
sus explicaciones sean claras y sencillas. Muchos alumnos de más edad son niños en entendimiento
(Ed:233).
La dignidad de la palabra.-
Demasiadas son las ilustraciones, que no tienen una influencia correcta; empequeñecen la sagrada dig-
nidad que siempre debe ser mantenida en la presentación de la Palabra de Dios a la gente (Ev:156).
Fuego extraño.-
El pastor está usando fuego extraño, cuando mezcla la presentación de relatos con sus discursos... Te-
néis hombres de toda clase de intelecto a los cuales hacer frente, y cuando tratáis con la Sagrada Pala-
bra, debéis manifestar fervor, respeto y reverencia. No se produzca sobre mente alguna la impresión de
que sois oradores vulgares y superficiales. Erradicad los cuentos de vuestros discursos. Predicad la Pa-
labra. Habríais tenido más gavillas para el Maestro, si hubierais predicado constantemente la Palabra.
Poco entendéis la gran necesidad y el anhelo del alma. Algunos están luchando a brazo partido con la
duda; se hallan casi en la desesperación, casi sin esperanza (Ev:156).
Pág. 18
El adiestramiento de la memoria.-
El uso de ilustraciones, pizarrones, mapas y figuras ayudará a explicar estas lecciones y grabarlas en la
memoria. Los padres y maestros deberían buscar constantemente métodos mejores (Ed:186).
“Aquellos que profesan creer en el mensaje del tercer ángel, perjudican con frecuencia la causa de Dios
con su ligereza, sus bromas y su superficialidad. Me fue mostrado que este mal había invadido todas
nuestras filas. Vi que debería haber una humillación delante del Señor. El Israel de Dios debería rasgar
el corazón y no los vestidos. Rara vez se ve una sencillez infantil; se piensa más en la aprobación del
hombre que en el desagrado de Dios.
Dijo el ángel: "Poned en orden vuestro corazón, no sea que Dios os visite en juicio, y el frágil hilo de la
vida se corte y caigáis en el sepulcro sin protección, sin preparación para el juicio. O si no descendéis
al sepulcro, a menos que hagáis pronto paz con Dios y os apartéis del mundo, vuestros corazones se
endurecerán, y os apoyaréis en un sostén falso, en una preparación supuesta, y descubriréis vuestro
error demasiado tarde para obtener una esperanza bien fundada" (1T:127-134)”. MJ:127.
“Muchos jóvenes reciben la impresión de que sus primeros años no han de ser para llevar responsabili-
dades, sino para desperdiciarlos en deportes ociosos, en bromas y en placeres necios. Algunos no pien-
san más que en la satisfacción momentánea que va ligada a las necedades y a la complacencia de los
sentidos a que están entregados en ese momento. Su deseo de diversión, su amor a las compañías, la
charla y las risas, van en aumento a medida que se dedican a esas cosas y van perdiendo todo placer en
las realidades serias de la vida y todo interés en los deberes del hogar. No hallan bastante variación pa-
ra sus mentes y se ponen inquietos, quisquillosos e irritables. Estos jóvenes deberían considerar un de-
ber el hacer feliz y alegre el hogar”. MJ:338.
“A la vista de Dios estamos sin excusa si participamos en diversiones que tienden a inhabilitarnos para
el desempeño fiel de los deberes ordinarios de la vida y disminuyen así nuestro gusto por la contempla-
ción de Dios y de las cosas celestiales. La religión de Cristo es de influencia animadora y elevadora.
Está por encima de todo lo que sea bromas y diarias vanas y frívolas. En todos nuestros momentos de
recreación debiéramos obtener de la Fuente Divina de fuerza, nuevo valor y poder para elevar con más
éxito nuestras vidas hacia la pureza, la verdadera bondad y la santidad”. MJ:362.
“No hemos de ser charlatanes, o chismosos, o cuenteros; no hemos de dar falso testimonio. Dios nos
prohíbe ocuparnos en conversaciones frívolas o necias, en hacer chistes o bromas, o en hablar palabras
vanas. Hemos de dar cuenta a Dios de lo que decimos. Seremos llevados a juicio por nuestras palabras
apresuradas que no hacen bien ni al que habla ni al que oye. Hablemos todos palabras que tiendan a la
edificación. Recuerde que usted tiene valor ante Dios. No permitan que conversaciones vulgares o ne-
cias, o principios equivocados constituyan su experiencia cristiana. FE:458 (1897)”. 1MCP:116.
“Padres y madres, esposos y esposas, les ruego que no se dejen dominar por pensamientos bajos y len-
guaje vulgar. Las palabras rudas, las bromas bajas, la falta de cortesía en la vida de hogar, dejarán una
impresión sobre ustedes, y si se repiten con frecuencia suficiente, llegarán a ser una segunda naturaleza.
El hogar es un lugar demasiado sagrado como para contaminarlo con vulgaridad, sensualidad y recri-
minaciones. Hay un Testigo que declara: "Conozco tus obras". Permitan que el amor, la verdad, la bon-
dad y la paciencia sean las plantas que se cultiven en el jardín del corazón. Carta 18b, 1891”.
1MCP:161.
“Hay quienes no creen que sea un deber religioso disciplinar la mente para que se espacie en temas
alegres, de manera que puedan reflejar luz en lugar de tinieblas y lobreguez. Esta clase de mentes pre-
Pág. 20
ferirán buscar su propio placer: conversaciones frívolas, con risas y bromas, y con la mente continua-
mente excitada por una ronda de entretenimientos; o estarán deprimidas, con grandes dificultades y
conflictos mentales, que ellas creen que pocos han experimentado alguna vez o pueden comprender.
Esas personas pueden profesar ser cristianas, pero sólo se engañan a sí mismas. No poseen el Cristia-
nismo genuino. RH, Marzo de 1872”. 2MCP:420.
“Los estudiantes que se dedican totalmente al trabajo intelectual en el aula, perjudican toda la maquina-
ria viviente como consecuencia de vivir encerrados. El cerebro se cansa, y Satanás les presenta una lista
completa de tentaciones para inducirlos a entregarse a complacencias prohibidas a fin de dejar salir, a
manera de cambio, un poco de vapor. Al ceder a esas tentaciones, hacen cosas malas que los perjudican
y dañan a los demás. Pueden hacerlo sólo por diversión. El cerebro está activo y quisieran hacer algu-
nas bromas. Pero luego, alguien debe deshacer el daño que causaron cuando cayeron en la tentación.-
Carta 103, 1897”. 2MCP:525.
“Las bromas, los chistes y la conversación mundana pertenecen al mundo. Los cristianos que tienen la
paz de Dios en sus corazones, estarán alegres y felices sin entregarse a la ligereza o frivolidad. Mien-
tras velen en oración, tendrán una serenidad y paz que los elevarán por encima de todas las superflui-
dades. El misterio de la piedad, revelado a la mente del ministro de Cristo, le levantará por encima de
los goces terrenos y sensuales. Será participe de la naturaleza divina, habiendo escapado a la corrup-
ción que reina en el mundo por la concupiscencia. La comunicación abierta entre Dios y su alma lo ha-
rá fructífero en el conocimiento de la voluntad de Dios, y abrirá ante él tesoros de temas prácticos que
él podrá presentar a la gente, sin que causen ligereza ni la sombra de una sonrisa, sino que serenarán la
mente, conmoverán el corazón, y despertarán las sensibilidades morales acerca de los derechos sagra-
dos que tiene Dios sobre los afectos y la vida. Los que trabajan en palabra y doctrina deben ser hom-
bres de Dios, de vida y corazón puros. 3T:241”. OE:135-136.
“Cuando un predicador que lleva el solemne mensaje de amonestación al mundo, recibe las hospitala-
rias cortesías de amigos y hermanos, y descuida los deberes de pastor del rebaño, demostrando negli-
gencia en su ejemplo y conducta, entregándose con los jóvenes a conversaciones triviales, bromas y
chistes, y relatando anécdotas jocosas para hacer reír, es indigno de ser ministro del Evangelio, y nece-
sita convertirse antes de que se le confíe el cuidado de las ovejas y de los corderos. Los predicadores
que descuidan los deberes que incumben a un fiel pastor, dan pruebas de que no están santificados por
las verdades que presentan a otros, y no deben ser sostenidos como obreros en la viña del Señor antes
de tener un alto sentimiento del carácter sagrado de la obra del predicador. 3T:233”. OE:137-138.
“Existe el peligro de no dar la debida atención a las cosas pequeñas de la vida. El predicador no debe
descuidar el decir palabras bondadosas y alentadoras en el círculo de la familia. Hermanos míos en el
ministerio, ¿demostráis en el círculo del hogar brusquedad, dureza, descortesía? Si lo hacéis, no impor-
ta cuán sublime sea lo que profeséis, estáis violando los mandamientos. No importa cuán fervientemen-
te prediquéis a otros, si dejáis de manifestar el amor de Cristo en vuestra vida en el hogar, quedáis por
debajo de la norma fijada para vosotros. No penséis que es representante de Cristo el hombre que al ba-
jar del púlpito incurre en observaciones duras y sarcásticas, o en chistes y bromas. El amor de Dios no
está en él. Su corazón está lleno de amor hacia sí mismo, de engreimiento, y demuestra que no tiene
verdadera estimación por las cosas sagradas. Cristo no está en él, y no siente el peso del solemne men-
saje de la verdad para este tiempo”. OE:216-217.