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‘’AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN E

IMPUNIDAD’’

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

ASIGNATURA: DERECHO DE SUCESIONES

TEMA: LA SUCESIÓN A TÍTULO SINGULAR Y


U UNIVERSAL, LA HERENCIA Y LOS SUCESORES LEGALES

DOCENTE: CORDERO HUAMANI, ARTEMIO

ALUMNO: DIAZ ALATRISTA, BILLCLINTON CHAYANNE

CICLO ACADÉMICO: V GRUPO: B

AYACUCHO-PERÚ
2019
INDICE

PRESENTACIÓN ....................................................................5

MARCO TEORICO ..................................................................6

CAPITULO I ..........................................................................7

LA HERENCIA .......................................................................7

POR EL OBJETO SOBRE EL QUE RECAE ............................... 10

Sucesión Universal ........................................................ 11

CAPITULO II....................................................................... 13

Herencia Singular o particular ......................................... 13

2.1.3. Sucesión mortis causa a título universal y a título


particular .............................................................................. 16

LOS SUCESORES LEGALES................................................... 17

LEGAL: ........................................................................ 17

Intestada: .................................................................... 17

Forzosa ........................................................................ 23

Bibliografía ........................................................................ 30
DEDICATORIA

Dedico este trabajo ante todo


a Dios por darme la capacidad y
sabiduría para realizar esta
investigación, también se la
dedico a todas aquellas personas
que de alguna u otra manera
lograron incentivar esta
investigación la cual me dio
nuevos conocimientos.
AGRADECIMIENTO

El agradecimiento sincero y
fraterno a los Docente de la
universidad ULADECH, por
motivarme en el arte de la
investigación, por sus
conocimientos y experiencias
que me permiten
desarrollarme, tentándome a
disfrutar de una lectura
enriquecedora.
PRESENTACIÓN

Este trabajo fue realizado por mi persona, en el marco de


cumplimiento de la asignación indicada por el Docente del V ciclo,
del curso de Derecho de Sucesiones, de la facultad de Derecho y
Ciencias Políticas, este trabajo contiene los conceptos referidos a
los temas sobre: La herencia, La sucesión a título Singular y título
Universal, y los sucesores legales.

Para realizar esta monografía realicé las investigaciones


correspondientes para entender más a fondo sobre estos temas que
son de gran importancia, dejando así plasmado los conocimientos
de diferentes autores y su gran aportación en cuanto a impartirnos
sus conocimientos sobre los temas indicados, que estos
contribuirán en impartirnos nuevos conocimientos y además en
nuestra formación como estudiantes de Derecho.

La presente monografía consta de II capítulos en los cuales se


encuentras los temas mencionados, sin embargo espero que este
trabajo pueda ser considerado como una base mínima sobre el cual
apoyarnos y que de ahí, todo cambio nos conducirá a ser mejores
estudiantes.
MARCO TEORICO

La persona previene su muerte. El fin natural del hombre es la


muerte, en la que se dejan para siempre honores y riquezas.
Después solamente un recuerdo unirá a los vivos y al difunto. La
persona también previene su muerte en el dilatado campo del
Derecho y, para ello, dispone una serie de actos que se denominan
“última voluntad”. En la formación y constitución de la propiedad
intervienen tres factores: la actividad individual, la colaboración de
la familia, y la tutela del Estado. Cuando por la muerte del titular se
resuelve el complejo derecho de propiedad, cada elemento debe
obtener su parte: el individuo, mediante el respeto que la sociedad
debe guardar a su última voluntad; la familia, mediante la
percepción de lo que legítimamente le corresponde, y el Estado,
percibiendo el impuesto de sucesión.

El respeto a la última voluntad del finado tiene un fundamento


racional y está aconsejado por razones de conveniencia social,
puesto que constituye un acicate poderoso para el trabajo y para el
ahorro

Teniendo como premisa lo indicado, debo decir que durante el


desarrollo del presente trabajo de investigación, he podido
entender, que el Derecho de Sucesiones, es una rama con mucha
implicancia en la sociedad, ya que cuando una persona fallece se
desencadena un proceso de sucesión que inicia desde el momento
mismo de la muerte y termina con la aceptación de la herencia, y
estas relaciones familiares se hacen más tolerantes si es que existe
un testamento. Pero que sucede si el causante no ha dejado
testamento alguno, las relaciones familiares entre los descendientes
o beneficiarios con la masa hereditaria se tornan, muchas veces
agresivos.
CAPITULO I
LA HERENCIA

Siendo la herencia el objeto de la sucesión hereditaria es


imprescindible delimitar su significado. Atendiendo a su etimología,
Castán señala que la palabra herencia deriva del latín hereditas,
en relación con herus, dueño.

Dentro de este contexto Castán y Valverde concuerdan en


señalar que la herencia puede considerarse bien en sentido
subjetivo, o sea el hecho jurídico que representa la acción de
suceder, en el que el heredero viene a ponerse en el lugar del
difunto, y en sentido objetivo, o sea el complejo de derechos y
obligaciones patrimoniales. Debe entenderse entonces que cuando
se habla de herencia en sentido subjetivo se está utilizando el
término en sentido amplio, es decir como sinónimo de sucesión,
referido al proceso mediante el cual se realiza la sustitución en la
titularidad del patrimonio del que ha fallecido, o sea la sucesión
mortis causa. Sin embargo, cuando se habla de herencia en sentido
objetivo el término se refiere a la masa o conjunto de bienes y
relaciones patrimoniales que serán objeto de la transmisión, es
decir la herencia propiamente dicha. (Castán Tobeñas, 1956)

Siendo el sentido objetivo de la palabra herencia el que interesa


precisar, Magallón, citando a Ruggiero, dice que la herencia es
todo el patrimonio del difunto considerado como una unidad que
abarca y comprende toda relación jurídica del causante
independientemente de los elementos singulares que lo integren. Es
una universitas que comprende tanto cosas y derechos, como
créditos y deudas y que puede ser bien un patrimonio activo si los
elementos activos superan a los pasivos (lucrativa hereditas), o un
patrimonio pasivo en el caso inverso (damnosa hereditas).
Concebida como una abstracción, la herencia puede estimarse un
nomen juris, un puro concepto jurídico iuris intellectum habet. El
heredero sucede en esta universitas ocupando el puesto del difunto
y convirtiéndose en titular de todas las relaciones jurídicas
constitutivas de la universitas; la transmisión de las relaciones se
produce en su totalidad, per universitatem, en virtud de un hecho
adquisitivo único y en forma que la adquisición no implique
mutación o modificación de las relaciones que integran la
universitas; el heredero sucede en el universitum ius del difunto, en
la posición jurídica de éste, y como consecuencia de esta
sustitución pasa a ser el sujeto de las singulares relaciones; éstas,
en cuanto que sobreviven a la muerte del titular originario, se
transmiten intactas al sucesor, quien de modo continúa la
personalidad jurídica del difunto, representa al auctor127 y forma
con él una sola persona. (Megallón Ibarra, 1990)

Puig Peña dice que esta significación objetiva de la herencia


hace relación únicamente al bloque económico transmitido, la
hereditas, como dice Ruggiero, parece abrazar y comprender la
totalidad de las relaciones patrimoniales legadas por virtud de un
vínculo que da al conjunto un carácter unitario y que hace tal
conjunto independiente de su efectivo contenido.

Esta es la concepción romana de la herencia, en la cual se


concibe que ésta comprende todos los bienes, derechos y
obligaciones de una persona, es decir se presenta como una
unidad, la sucesión es universal.

Sin embargo, el referido autor afirma que “todavía cabría


aceptar un sentido objetivo más estricto de la herencia, de posible
referencia germánica y conforme al cual sólo debe entenderse por
herencia el remanente de los bienes y derechos del causante,
después de satisfechas las deudas y obligaciones.

Se está entonces, frente a la concepción germánica de la


herencia, en la cual, a diferencia de la concepción romanista que
concibe la herencia como una sucesión en la totalidad de las
relaciones del difunto, en esta exclusivamente se sucede en el
remanente de bienes que quedan del causante, una vez pagados
los legados y las deudas hereditarias. (Puig Peña, 1974)

Para terminar con la discusión sobre cuál de los dos conceptos de


herencia es el más acertado, Diez-Picazo y Gullón manifiestan
que la idea comúnmente aceptada concibe la herencia como un
conjunto de bienes, derechos y obligaciones, en la que las cosas
legadas forman parte de ella, pagándose y satisfaciéndose las
deudas hereditarias con cargo también a ella desde luego,
prescindiendo ahora de que por las modalidades de la aceptación de
la herencia el heredero responda también con sus bienes propios al
cumplimiento de dichas deudas. (Diez Picazo, 1986)

Valverde finalmente aterriza en que “la concepción romana es


más profunda y más técnica, siquiera sea algo artificiosa, razón por
la cual ha obtenido en las legislaciones un triunfo casi universal

De lo considerado, es preciso puntualizar que cuando se habla de


herencia en sentido amplio, usualmente se utiliza el término como
sinónimo de sucesión. Sin embargo, en sentido restringido la
herencia comprende el conjunto de bienes, derechos y obligaciones
que conforman el patrimonio de una persona y que son
transmitidos al momento de su muerte a quienes le sobrevivan, ya
sea como universalidad o remanente, según sea la concepción,
romana o germana, que se tenga de la herencia.
De lo considerado, es preciso puntualizar que cuando se habla de
herencia en sentido amplio, usualmente se utiliza el término como
sinónimo de sucesión. Sin embargo, en sentido restringido la
herencia comprende el conjunto de bienes, derechos y obligaciones
que conforman el patrimonio de una persona y que son
transmitidos al momento de su muerte a quienes le sobrevivan, ya
sea como universalidad o remanente, según sea la concepción,
romana o germana, que se tenga de la herencia.

POR EL OBJETO SOBRE EL QUE RECAE

Albaladejo señala que dentro de la sucesión, caben dos


posibilidades, el sucesor puede serlo en dos formas: a) Recibiendo
globalmente o en bloque la herencia, o bien, b) Recibiendo sólo
bienes singulares que el causante, apartándolos de la masa de
aquélla, le dejó.

En este orden de ideas, en el primer caso se está ante una


sucesión a título universal puesto que el título sucesorio concede al
sucesor, quien recibe el nombre de heredero, derecho a la
universalidad o generalidad de la masa hereditaria; mientras que
en el segundo se está frente a una sucesión a título particular o
singular, puesto que el sucesor, quien recibe el nombre de
legatario, es nombrado para recibir bienes concretos o
determinados, lo que no impide de ninguna forma que se puedan
recibir varios, pero no la totalidad de ellos.

De estas formas de sucesión se hablará a continuación,


empezando por la sucesión a título universal.
Sucesión Universal

Señala el Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual que la


sucesión universal o a título universal es aquella que “comprende la
totalidad de un patrimonio o parte proporcional del mismo. La
sucesión universal equivale a la herencia en sentido estricto; y el
sucesor universal, al heredero (v.) por antonomasia.”

Córdoba, Levy, Solari, Wagmaister refieren que en la época


del Derecho romano la sucesión mortis causa se dividía en
successio per universitatem o successio universalis y successio in
singulam rem o successio singularis. El successor universalis era
aquel que sucedía al difunto activa y pasivamente en todos sus
derechos y obligaciones, mientras que el successor singularis era
aquel que sólo sucedía al autor activamente, en uno, en varios o en
todos sus derechos. El successor universalis mortis causa, era pues,
aquel que continuaba la persona del difunto y que lo sucedía en
todos sus derechos y obligaciones, en tanto que el successor
singularis mortis causa no continuaba la persona del difunto sino
que lo sucedía en sus derechos.

Por su parte Bravo y Bravo señalan que la sucesión universal es


una forma de la adquisitio per universitatem, adquisición universal,
que se realiza por medio de un acto jurídico personal en virtud del
cual el heredero adquiere el patrimonio del difunto, es decir, el
patrimonio pasa en bloque al heredero, manteniendo su unidad,
conservándose indiviso. Cada heredero hereda todo el patrimonio,
si son varios, se divide la herencia en partes alícuotas y no en
porciones reales. En la sucesión universal hereditaria se transfieren
también las obligaciones, por lo que el heredero universal pasa a
ser también deudor de los acreedores que dejó el difunto y si sólo
de deudas se compone el patrimonio, igualmente éstas pasan al
heredero. (Valdés, 2007)

Para Diez-Picazo y Gullón y Maffia la sucesión universal o a


título universal implica un llamamiento o transmisión de la totalidad
de los bienes o una parte alícuota de los mismos. Así el primero de
los autores menciona como ejemplos los siguientes: instituyo por
heredero de todos mis bienes a Juan; instituyo heredero de mis
bienes a Juan en una tercera parte; dejo todos mis bienes a Juan.

Para explicar aún más la unidad conceptual del patrimonio como


universalidad Puig Brutau explica que una persona adquiere los
bienes que conforman su patrimonio mediante títulos distintos, es
decir cada uno de los bienes por él adquiridos es independiente con
títulos perfectamente individualizados, conformando un conjunto de
relaciones jurídicas que sólo tienen en común su pertenencia a un
mismo sujeto. Sin embargo, al morir, esta pertenencia unitaria
pasa al heredero, quien adquiere diversas cosas, pero en un acto y
por un solo título. Lo que el causante había adquirido por diversos
títulos, tal vez mediante un título diferente por cada uno de los
bienes que formaban su patrimonio, el heredero ha de adquirirlo en
bloque de una sola vez. En un solo acto ha de poder adquirir una
serie de bienes, derechos y obligaciones cuya adquisición por
separado hubiese exigido una serie de actos de transmisión
específica. Por tanto, en la sucesión a título universal el heredero o
herederos adquieren en un solo acto el conjunto de las relaciones
jurídicas transmisibles del causante. (Puig Brutau, 1975)

Más aún Barassi, Maffia y Valverde comparten el mismo


criterio al señalar que la nota esencial que caracteriza la sucesión
universal es que el sucesor sea llamado a la totalidad o, si son
varios herederos, a una fracción o parte alícuota del patrimonio del
difunto.

Lo anterior significa que de resultar varios coherederos llamados


a la totalidad de los bienes que conforman la herencia, éstos
heredarán una parte en relación con el todo (por ejemplo un tercio,
un sexto de la totalidad de la herencia), y por tanto, para cada uno
de los coherederos sigue siendo exacta la referencia al concepto
puro y simple del patrimonio en su totalidad, comprensivo también
de las deudas.

Al decir de Baqueiro y Buenrostro, la sucesión universal se


caracteriza por lo siguiente: a) Efectuarse sólo por causa de muerte
del titular o sucesión mortis causa; y, b) Ser gratuita, ello debido a
toda transmisión mortis causa es gratuita. (Buenrostro Báez, 1990)

Haciendo una síntesis de lo expuesto, se puede decir entonces


que la sucesión universal o a título universal, es por tanto, aquella
en la que una o varias personas, llamadas herederos, suceden al
difunto en la totalidad o en una parte alícuota de sus relaciones
jurídicas transmisibles, es decir que reciben en bloque, en un solo
acto, el conjunto de bienes, derechos y obligaciones que conforman
la herencia.
CAPITULO II

Herencia Singular o particular

El Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual conceptualiza


la sucesión particular o a título particular como aquella que “recae
sobre cosas especialmente determinadas o genéricas, pero que no
son ni la totalidad de la herencia ni cuota parte de la misma. La
sucesión a título singular o particular constituye el legado y el
sucesor se llama legatario (v.). Se contrapone esta transmisión
hereditaria a la sucesión a título universal.”

Dentro de este contexto Lacruz indica que junto al


nombramiento de heredero, el causante puede disponer en su
testamento que determinados bienes se atribuyan, como una
especie de regalo o donativo, a ciertas personas. A esto se le llama
sucesión a título particular, expresión aplicable sobre todo a las
adquisiciones inter vivos: la que se hace todos los días del periódico
o del pan, o la compra de un vehículo o apartamento, dan lugar a
sucesiones a título particular, es decir, en una cosa concreta.
Dentro de las sucesiones a título particular mortis causa la
fundamental es el legado: regalo de cosas suyas o a costa de la
herencia que el testador hace a una persona para cuando él muera,
por ejemplo: el piano, determinada cantidad de dinero o un
inmueble en específico.

De lo anterior se colige que la sucesión particular es


característica de la sucesión testamentaria, puesto que únicamente
a merced de la existencia de testamento puede disponerse que
determinados bienes concretos pasen a X, Y o Z persona.

Según exponen Diez-Picazzo y Gullón la sucesión a título


particular significa que el legatario sucede en determinadas y
concretas relaciones del causante, y a manera de ejemplos
señalan: lego mi casa a Pedro; lego a Enrique mi colección de
cuadros. No obstante, hay que advertir que no siempre el legado es
sucesión. Es posible que el legatario no suceda en ninguna relación
jurídica del causante. Así, por ejemplo, piénsese en un legado de
renta anual que el testador impone a su heredero en favor de un
tercero; en un legado de cosa ajena, en un legado de usufructo de
un bien a una persona y de la nuda propiedad a otra.

Sin embargo, Albaladejo señala que si bien es cierto que en la


sucesión a título particular o singular se es nombrado para recibir
bienes singulares o concretos, esto no impide que se puedan recibir
varios, cuando se es nombrado para suceder en distintos bienes
singulares. Así, por ejemplo, se puede nombrar heredero a A, y a B
se le deja no sólo la casa de campo, sino también otra casa y
determinada joya, a título de legado.

Por su parte Zannoni destaca que la diferencia entre sucesión


universal y particular radica básicamente en el objeto sobre el cual
recae la transmisión. En ese sentido explica que cuando se trata de
la transmisión y consecuente adquisición por el sucesor de
relaciones jurídicas singularmente consideradas (por ejemplo el
dominio sobre determinado bien, la titularidad de determinado
crédito, etc.), se dice que opera una sucesión particular o singular,
porque de ella, la sucesión o transmisión, interesa sólo el contenido
de esas concretas relaciones jurídicas. Mientras tanto, en la
sucesión universal, las relaciones jurídicas singulares aparecen
integradas en el conjunto de titularidades transmisibles del
causante mediante su consideración a título universal, es decir,
como universalidad.

Según refiere Baqueiro y Buenrostro la sucesión particular a su


vez puede ser: a) En vida del primitivo titular, es decir sucesión
inter vivos: bajo la figura de compraventa y donación; b) Por la
muerte del primer titular: únicamente como legado; c) A título
oneroso: en el caso de la compraventa; y, d) A título gratuito, en el
caso de la donación y legado.
Entonces se puede concluir que la sucesión particular o a título
particular (llamada también singular) es aquella en la que una o
varias personas, llamadas legatarios, suceden al difunto en uno a
varios bienes determinados de éste, es decir que suceden a éste en
una o varias relaciones concretas, particulares e individualizadas.

2.1.3. Sucesión mortis causa a título universal y a título


particular
En su oportunidad se dio un concepto de sucesión en sentido
amplio, diciendo que por sucesión debía entenderse la sustitución
de una persona por otra. Asimismo, se dio un concepto de sucesión
en sentido restringido, diciendo pues que por sucesión debía
entenderse el reemplazo o sustitución de una persona, llamada
sucesor, en los bienes, derechos y obligaciones transmisibles
dejados a su muerte por otra, llamada causante.

Este último concepto, el restringido, es el de sucesión mortis


causa o por causa de muerte, la cual puede producirse, como se vio
con antelación, ya sea a título universal o particular.

Mientras que la sucesión mortis causa a título universal, es decir


a título de heredero, consiste en la transmisión del patrimonio o
conjunto de relaciones jurídico patrimoniales de una persona, ya
sea en la totalidad o una parte alícuota, la sucesión mortis causa a
título particular, es decir a título de legado, se refiere a la
transferencia de uno o varios concretos del difunto al sucesor, pero
no la totalidad de ellos, porque de lo contrario se estaría ante una
sucesión universal.
LOS SUCESORES LEGALES

LEGAL:
la sucesión legal, dentro de la cual, refiere Valverde, se
comprende la sucesión intestada, ab intestato o legítima, que de
todas estas maneras se la denomina, por cuya forma la sucesión es
deferida por la ley, así como la sucesión forzosa. Se tratará en
primer término de la sucesión intestada y luego de la forzosa.

Intestada:

Se ha dicho que en el Derecho romano la delación de la herencia


se podía efectuar de diferentes maneras, siguiendo la voluntad del
causante conforme a lo que hubiera dispuesto en su testamento o
en defecto de éste, la ley suplía la voluntad del de cuius,
estableciendo quiénes eran los herederos y cómo debía repartirse la
herencia. En el primer caso se trata de sucesión o vía
testamentaria, en el segundo, de sucesión intestada (ab intestato o
legítima como también se le conoce).

Es importante señalar que en cuanto a la denominación de


sucesión legítima, Asprón la considera poco afortunada, puesto que
si bien es cierto su nombre se debe a que las reglas para suceder
provienen de la ley, también es cierto que dicha denominación da a
entender que la sucesión testamentaria fuese ilegítima, es por ello
que prefiere que se le denomine sucesión intestada y no legítima, lo
cual da la impresión de que la regla es la testamentaria, como lo
es. Asimismo, señala que la denominación de sucesión legítima
tiene su razón de ser en las legislaciones en que hay que reservar
una porción para los herederos, que la ley establece como forzosos,
por ejemplo, el artículo 806 del Código Civil español dispone:
“Legítima es la porción de bienes de que el testador no puede
disponer por haberla reservado la ley a determinados herederos,
llamados por esto herederos forzosos.”

A manera de antecedente, Morineau e Iglesias manifiestan


que, en el Derecho romano la sucesión intestada tenía lugar cuando
no había testamento, cuando, habiéndolo, no fuera válido, o el
heredero testamentario no quisiera o no pudiera aceptar la
herencia, como en el caso de que hubiera muerto antes que el
testador. La sucesión legítima quedó consagrada en el Derecho
romano antiguo en la legislación de las XII Tablas. Posteriormente
fue corregida por el pretor y también por el derecho imperial, para
terminar con la reglamentación que de ella hizo Justiniano, quien
reglamentó casi todo lo relativo a esta materia en sus Novelas 118
y 127, sustituyendo de forma definitiva a la agnación por la
cognación, equiparando en este aspecto a hombres y mujeres, al
tomar en cuenta el parentesco por ambas líneas. Estableció cuatro
órdenes de herederos: en primer lugar, los descendientes; en su
defecto, llamaba en segundo lugar al padre, a la madre, a los
demás ascendientes o a los hermanos carnales. En tercer lugar
sucederían los medios hermanos y, por último, los demás
colaterales. No se menciona aquí al cónyuge superviviente; sin
embargo, la viuda o el viudo quedaron incluidos en la Novela 53,
siempre que no hubiera habido divorcio y a falta de los demás
familiares. En la Novela 89 incluyó a los hijos naturales y a la
concubina, concediéndoles una sexta parte de la herencia, a
condición de que no hubiera viuda ni descendientes legítimos, en
cuyo caso sólo tendrían derecho a una pensión alimenticia.
(Morienau Iduarte, 2002)

El Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual señala que la


sucesión legítima, como también se le denomina, es aquella
“deferida por disposición de la ley a ciertos parientes del difunto, y
en último caso al Estado, cuando se muere sin testamento alguno o
carece de eficacia el hecho.” (Americana, 1958)
Por su parte Rojina señala que la sucesión intestada es aquella
en virtud de la cual el patrimonio del de cujus se transmite, a falta
de testamento, por disposición de la ley llamando a los parientes
más próximos, que excluyen a los más lejanos.

De distinta forma, pero en un mismo sentido, define Espín la


sucesión intestada, y al efecto señala que la sucesión legítima es “la
delación hereditaria en la sucesión de una persona, cuando por falta
de disposición testamentaria, total o parcial, o invalidez o ineficacia
de la misma, no ha ordenado aquélla el destino de su patrimonio, o
éste no se ha agotado en favor de los llamados por testamento.”

Característica especial de la sucesión intestada, según se puede


observar de las definiciones dadas por los distintos autores
consultados, es que siempre tiene lugar cuando falta total o
parcialmente una disposición testamentaria que regule el destino
del patrimonio transmisible del causante, y se le denomina legítima
o legal, según indica Diez-Picazo y Gullón, en virtud de hallarse
establecida por la ley.

Pero no solo la falta total o parcial de una disposición


testamentaria origina la sucesión intestada. En este sentido Borda
señala que esta forma de sucesión tiene lugar en los siguientes
casos: a) cuando el causante no ha testado; b) cuando el
testamento es revocado por el testador o declarado nulo; c) cuando
el heredero ha sido declarado indigno; y, d) cuando el heredero
testamentario ha renunciado la herencia.

Así, mientras la sucesión testamentaria tiene su fuente en el


testamento mediante el cual se hacen llamamientos específicos,
reconociéndose así la voluntad del titular del patrimonio para
disponer en ese carácter para después de su muerte, la sucesión
intestada tiene su fuente en el llamamiento que hace directamente
la ley.

Sobre el fundamento este tipo de sucesión se han formulado


diferentes opiniones en la doctrina. Diez-Picazo y Gullón y Espín
se refieren a ellas como: presunción de la voluntad del difunto o en
principios de orden familiar. En favor del primero, algunos autores
aducen que la sucesión intestada viene a ser una especie de
testamento hecho por la ley con arreglo a lo que podría ser la
presumible última voluntad del causante, es decir que este criterio
basa la sucesión intestada en la voluntad presunta del causante,
como si fuera un testamento tácito.

A esta teoría se le ha objetado, según manifiesta Diez-Picazo y


Gullón392, que esa presunta voluntad, referida a todos los
testadores, no pasa de ser una ficción pues en ella existe un
ordenamiento independiente de todo testamento.

En razón de esa apreciación, Espín señala que, aunque esta


teoría alcanzó gran notoriedad en algún tiempo, hoy cuenta con
menos partidarios (Sánchez Román, Manresa, entre otros).

Para otros autores, explica Diez-Picazo y Gullón, la sucesión


intestada encuentra su fundamento jurídico en principios de orden
familiar, que, según unos, son de carácter sociológico y según
otros, de carácter ético. Así, unos hacen hincapié más en el
carácter sociológicamente familiar que el patrimonio tiene, mientras
que otros piensan sobre todo en la existencia de deberes de
carácter ético y social, en virtud de los cuales el individuo ha de
proveer a las exigencias económicas de la familia no sólo durante
su vida sino también después de su muerte.
A esta teoría se le critica, según el referido autor, el hecho que el
fundamento familiar de la sucesión ab intestato es insuficiente para
explicarla, pues contempla únicamente la sucesión en favor de los
parientes, y deja sin aclarar la sucesión en favor del Estado y el
hecho de que el Estado sea preferido a muchas personas que en un
sentido amplio se encuentran dentro del círculo familiar.

En razón de ello, Diez-Picazo y Gullón es del criterio que el


fundamento de la sucesión intestada es el mismo fundamento que
el del fenómeno sucesorio en general y al efecto argumenta que la
sucesión intestada no es más que una consecuencia de la
preferencia otorgada, desde el punto jurídico, a la sucesión
testamentaria. Supuesta esta preferencia, dice el autor, el carácter
de la sucesión legítima o ab intestato es el de un régimen de
derecho supletorio o dispositivo, que funciona en defecto de la
voluntad del causante con el fin de llenar la laguna que crea la
ausencia de testamento eficaz. Distinto es preguntarse el por qué
los llamamientos ab intestato se hacen en favor de unas personas y
no de otras. El autor refiere por una parte razones derivadas de una
voluntad tácita o presunta o de lo que es normal que los causantes
quieran (por ejemplo: preferir a los hijos o descendientes, etc.), y a
razones de política legislativa y de política social, como pueden ser
la protección de los intereses familiares en virtud de la idea de que
la protección de la familia se considera como socialmente
conveniente. En este sentido, no cabe duda que la evolución misma
de la familia, su estrechamiento y sus crisis, imponen reajustes en
el ordenamiento sucesorio. El más claro de ellos es la progresiva
limitación del cuadro de los parientes con derecho a heredar, que
hoy está colocado en el cuarto grado y que podría restringirse aún
más. Cabe, además, pensar que la evolución que sigue la familia
hacia un tipo de familia exclusivamente conyugal o nuclear impone
también alguna mutación en el orden de preferencia de los
llamamientos (por ejemplo: preferencia del cónyuge respecto de los
ascendientes, salvo quizá en los bienes troncales de la familia).

En su oportunidad se vio que la denominada sucesión


testamentaria puede ser a título universal, al instituirse herederos,
o a título particular, al instituirse legatarios. No ocurre lo mismo en
la sucesión intestada.

Según indica Rojina, la sucesión intestada siempre origina una


transmisión a título universal, ello debido que por la ley únicamente
pueden crearse herederos, nunca legatarios, éstos últimos son
creación exclusiva del testador. Sin embargo, puede darse el caso
que el testador disponga únicamente de una parte de su
patrimonio, de manera que por lo que se refiere al resto deba
abrirse la sucesión intestada, originando así una sucesión mixta
(testamentaria por lo que toca a los bienes designados en el
testamento e intestada por lo que concierne al resto de los bienes
que no fueron adjudicados por el testamento). En la sucesión
legítima la ley interpreta la voluntad del testador y respetando las
legítimas expectativas de los miembros de la familia que
constituyen una especie de patrimonio familiar, considera que a
falta de testamento debe transmitirse el patrimonio a los parientes
más próximos. Toma en cuenta parientes consanguíneos y por
adopción, y no al parentesco por afinidad. Incluye al cónyuge, que
no es pariente, pero que para los efectos de la herencia tiene los
mismos derechos de un hijo.

Por último el referido autor distingue el Derecho germánico del


de los países inspirados en el Derecho romano en que en el primero
se considera que por virtud del testamento sólo puede instituirse
legatarios; que los herederos los instituye Dios reconociendo el
derecho de la sangre y, por lo tanto, la ley es propiamente la que
viene a crear o instituir a los herederos. De allí que el carácter de
heredero en el derecho germánico no dependa de la voluntad del
testador, sino de la sangre, y este derecho de la sangre es
respetado por la ley independientemente de la voluntad del
testador, y entonces la función del testamento es propiamente
instituir con el carácter de legatarios a terceros, para transmitirles
bienes determinados.

De todo lo anterior se puede decir entonces que la sucesión


intestada, ab intestato o legítima es aquella sucesión mortis causa
que opera en virtud de llamamientos provenientes de la ley, la que
a falta de testamento válido, juega un papel supletivo de la
presunta voluntad del causante. (Rojina Villegas, 1990)

Forzosa

Antes de entrar a tratar la sucesión forzosa conviene formular


una aclaración referente a la terminología, en virtud que el término
sucesión legítima, como también se le conoce a la sucesión
intestada, frecuentemente suele confundirse con la sucesión forzosa
o la legítima, como también se le denomina a ésta última.

En este sentido, según expresa Maffia, sucesión legítima y


sucesión de los legitimarios podrían confundirse, ello debido a que
los términos empleados para designar a ambas tienen en común
que encuentran su fundamento, no en el testamento, sino en la ley;
sin embargo, la primera es sucesión legítima, mientras que la
segunda es sucesión en la legítima, de modo que en el primer caso
legítima es adjetivo, y en el segundo sustantivo.
Al respecto Maffia señala que la legítima es un derecho de
sucesión sobre determinada porción del patrimonio del causante,
protegido por la ley. Así, Rébora, citado por el referido autor, ha
sostenido que este derecho no es idéntico a la vocación hereditaria,
con la cual, sin embargo, conviene: la vocación hereditaria que la
ley atribuye tanto a los descendientes, a los ascendientes o al
cónyuge, como a los parientes colaterales, es un llamamiento a la
sucesión formulado sin tener en cuenta desprendimientos que se
hayan operado por anteriores enajenaciones a título gratuito o que
deban operarse, abierto el juicio sucesorio, por causa de
disposiciones adoptadas en el testamento; el derecho a la legítima
es la afirmación de ese llamamiento en términos según los cuales el
derecho que abarca no puede ser afectado por desprendimientos
resultantes de enajenaciones anteriores, ni por desprendimientos
que puedan resultar de disposiciones contenidas en el testamento
del causante.

Habiendo aclarado este extremo se entrará a tratar el tema de


forma muy puntual y concreta, empezando por mencionar algunos
de sus antecedentes históricos en el Derecho romano y germano.

Según relata Maffia, en el primitivo Derecho romano, la voluntad


del causante no tenía límite alguno y podía disponer de sus bienes
para después de su muerte con la más absoluta libertad. Sin
embargo, más tarde, pareció contrario a los sentimientos naturales
que los parientes en línea recta pudieran desheredarse
mutuamente y donar o legar todos sus bienes a otras personas.
Derivado de ello, surgieron restricciones dirigidas a limitar los
poderes del causante. Como primer paso, se exigió la
desheredación expresa de los sui heredes403, los que no podían ser
olvidados por el testador, llegándose con posterioridad a
prescribirse la desheredación nominal para todos los sui y liberi405.
Sin embargo, relata el citado autor406, este derecho a la
herencia forzosa formal no ofrecía, ni en la regulación civil, ni en la
pretoria, una garantía segura contra el arbitrio del testador. La
necesidad de una reforma se pone de manifiesto cuando
desaparece la idea de la sucesión en la potestad doméstica y en la
propiedad familiar. Así es como aparece la nueva concepción
testamentaria, que impone la necesidad de dejar algo a los
herederos forzosos (porción legítima), la que cobra vigencia a fines
de la época republicana. Se abre paso, entonces, la idea de que el
testamento que no favorecía en nada o en parte muy pequeña a los
parientes más próximos del testador era contrario a la piedad,
inofficiosum407, y por tanto impugnable a través de la acción
especial de la querela inofficiosi testamenti408, que anulaba el
testamento en su totalidad como si su autor hubiera estado privado
de razón, quasi non sanae mentis fuisset409.

Para atenuar sus efectos se decidió, más tarde, que la


querela410 quedaba eliminada cuando el testador había dejado a
su heredero natural un cuarto, como mínimo, de su parte ab
intestato. Este cuarto era la legítima, portio legisbus debita411.
Más tarde, Justiniano aumentó la cuantía de la legítima en favor de
los descendientes, estableciéndola en un tercio cuando había cuatro
hijos y en la mitad cuando el número era superior. Sin embargo,
esa anulación del testamento pareció una sanción demasiado
rigurosa para ser aplicada en todos los casos. Se decidió que
cuando el heredero recibía algo, pero menos de su porción legítima,
estaba dotado únicamente de una condictio ex lege, simple acción
personal para obtener el complemento de su legítima. La legítima
fue conocida por los romanos como pars bonorum y tuvo un
carácter distinto de la sucesión mortis causa, ya que se confería
para defender los derechos nacidos del vínculo de sangre,
independientemente de la calidad de heredero, puesto que el titular
del derecho, aun renunciando a la herencia, conservaba su derecho
a la legítima, porque ésta le correspondía por causa distinta de la
sucesoria.412

Junto a esta concepción romana, en el Derecho germano surge


otra llamada la reserva, cuya denominación, en el Derecho
consuetudinario, se refiere a una parte de la herencia de la cual el
causante no podía disponer. Tal como lo destaca Guaglianone,
citado por Maffia413, la reserva feudal, unida a las reglas paterna
paternis, materna maternis414, y propres ne remontent point415,
son los pilares del sistema político y familiar de la Edad Media,
defendido por los señores contra la tendencia a las disposiciones
piadosas, que a su vez eran favorecidas por la influencia del clero.
La reserva, así, no era otra cosa que la herencia ab intestato, o sea,
la trasmisión hereditaria legal, sobre la cual no podía operarse
ninguna modificación mediante testamento. Quien la recibía, por
tanto, debía investir necesariamente la calidad de heredero, y era
imprescindible integrarla con bienes hereditarios. Por estos dos
matices esenciales se la calificaba de pars hereditatis416. Que
quiere decir. (Maffia, 1999)

Al decir de Zannoni diversos factores que marcan la evolución


del Derecho Hereditario han considerado poco prudente librar la
transmisión hereditaria a la exclusiva voluntad del testador. Desde
tiempo atrás se ha considerado a la sucesión intestada como la más
conveniente para preservar la continuidad de las relaciones
jurídicas que tuvo por titular al causante, respetándose un orden en
el llamamiento juzgado como imperativo: voluntad presunta del
causante, en las relaciones de parentesco, la copropiedad familiar o
la razón natural, etcétera. Tradicionalmente, tanto en la tradición
romanista como en los pueblos germanos, se ha admitido la
libertad de testar. Sin embargo, se ha ido delineando,
gradualmente, una tendencia a restringir esa libertad, limitando así
la autonomía de la voluntad del testador para disponer de sus
bienes para después de su muerte. Es un tema de discusión si el
régimen de la sucesión intestada es o no en realidad supletorio de
esa voluntad expresamente manifestada en un testamento, pero lo
cierto es que dicho régimen resulta imperativo cuando la ley, aun
en contra de lo dispuesto por el causante en su testamento,
garantiza, aún en contra de lo dispuesto por el testador, a ciertos
sucesores su derecho a una parte de los bienes (pars bonorutri) o a
una cuota de la herencia (pars hereditatis) que por fallecimiento del
de cuius se defiere. (Zannoni, 1989)

Dentro de este contexto, algunos autores mencionan otra forma


sucesoria, la que según refiere Espín, es la sucesión necesaria o
sucesión forzosa, constituida por la parte de la herencia que la ley
reserva a determinados parientes del testador, llamados
legitimarios419, y de la cual no puede disponer libremente el
testador, por lo que si no reciben dicha porción hereditaria los
legitimarios o herederos forzosos, la sucesión testamentaria será
anulada o al menos corregida en parte, para dar cumplimiento a
dichas normas de protección familiar. Sin embargo, según indica el
referido autor, la sucesión forzosa no debe considerarse una tercera
forma sucesoria en sí, sino como un límite a la libre disponibilidad
de los bienes manifestada en el testamento. No es un modo de
suplir la falta de voluntad testamentaria, es más bien un modo de
corregir dicha voluntad, limitándola. Por tanto, si se descarta la
sucesión voluntaria procedente del contrato en los países que
siguen la tradición romanista, quedan solamente, dos sucesorias: la
sucesión por voluntad unilateral del causante manifestada en
testamento o sucesión testamentaria y sucesión intestada, también
llamada legítima o sucesión ab intestato, por referencia al papel
supletorio del testamento, que en Derecho romano tenía.
Según indica Aguilar, respecto a los sistemas de sucesión
forzosa, se pueden enumerar tres sistemas básicos: a) El sistema
de libertad absoluta, sin sucesión forzosa, que siguen los Derechos
anglosajones, por ejemplo, Estados Unidos y Reino Unido; b) El
sistema de reserva con parcial libertad de testar, representado por
el sistema germánico del BGB que ha determinado esencialmente la
normativo del Código Civil francés e italiano; y c) Sistema de
libertad de testar, con legítima, a favor de determinados parientes
y el cónyuge.

El Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual se refiere a la


sucesión forzosa en los siguientes términos “la determinada por ley
o contrato de manera imperativa, sin que pueda el testador
modificarla en la parte y con respecto a las personas que favorezca.
(Americana, 1967)

Autores como Barbero y Lanatta señalan que la legítima es la


parte intangible de los bienes del testador de la que éste no puede
disponer libremente, porque en virtud de la ley está reservada a
ciertos herederos, los que según el último autor reciben
comúnmente el nombre de herederos forzosos, legitimarios o
necesarios. (Doménico, 1967)

Para Diez-Picazo y Gullón, la legítima (o sea la sucesión


forzosa) está concebida como un freno a la libertad dispositiva del
causante, quien no puede disponer de la cuota o porción legitimaria
en favor de persona que no reúna la cualidad de legitimario. No
tiene, como dice Sánchez Román, un carácter sustantivo y esencial,
como entidad de propia naturaleza, sino más bien negativo y de
limitación mayor o menor de la libertad de ius disponendi por causa
de muerte. El causante, pues, está limitado en su facultad de
disposición sobre la porción legitimaria, en tanto que ha de
disponer de ella en favor de los legitimarios y en caso de que
olvide, ignore o contradiga, la sucesión del legitimario tiene lugar
por ministerio de la ley (sucesión intestada), como regla general.

De lo expuesto se deduce que la sucesión forzosa o necesaria,


que viene a ser una subespecie de la sucesión intestada porque al
igual que ésta viene de la voluntad de la ley, es aquella que viene a
limitar la libertad absoluta del testador, mediante la reserva de una
cuota o porción de sus bienes (llamada la legítima) a favor de sus
herederos forzosos o necesarios (conocidos como legitimarios), de
la que no puede disponer.
Bibliografía

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Zannoni, E. A. (1989). Derecho de Sucesiones. Buenos Aires:
Astrea.
EXPEDIENTE : 00001
SECRETARIO : BEDRILLANA ARAUJO, Arturo
ESCRITO : 09-2019
SUMILLA : DEMANDA DE PETICIÓN DE
HERENCIA Y DECLARACIÓN DE HEREDERO

SEÑOR JUEZ ESPECIALIZADO EN LO CIVIL DE HUAMANGA

BILLCLINTON CHAYANNE DÍAZ ALATRISTA, con DNI


N° 75165981, con domicilio real ubicado en la asociación
ciudad de las Américas Mz G. Lote 11 B, Distrito de San
Juan Bautista y con domicilio procesal ubicado en Jr.
Garcilazo de la Vega N° 455; a Ud., respetuosamente,
digo

I.- DEL DEMANDADO Y SU DIRECCIÓN

JONATHAN DÍAZ ALARCÓN con domicilio para notificaciones en la Av.


Mariscal Caceres N°180 urbanización Valdiviezo.

II.- PETITORIO

Como pretensión principal, en mi calidad de hijo legal, solicito se me


declare como heredero de la posesión de los bienes que conforman la masa
hereditaria del causante, EUSEBIO DÍAZ HUAMANÍ, a mi favor, excluyendo
de dicha herencia al Sr. JONATHAN DIAZ ALARCÓN, o se me permita
concurrir con él en la referida posesión.

Como pretensión accesoria, pago de costos y costas del proceso.

III.- FUNDAMENTOS DE HECHO

1. En mérito a sucesión intestada soy heredero de quien en vida fue mi


padre.
2. El causante antes de fallecer era propietario de los siguientes bienes:
5 hectáreas de terreno, una empresa, cinco autos y dos casas.
3. Es del caso que dichos bienes estaban indebidamente en posesión
del demandado quien es mi hermanastro.
4. Adicionalmente, le solicitamos se sirva declararnos heredero por
hacerme falta el título que lo reconozca al ser hijo legítimo.
IV.- FUNDAMENTOS DE DERECHO

El artículo 664 del Código Civil indica «El derecho de petición de


herencia corresponde al heredero que no posee los bienes que
considera que le pertenecen, y se dirige contra quien los posea en todo
o parte a título sucesorio, para excluirlo o para concurrir con él. Ala
pretensión a que se refiere el párrafo anterior, puede acumularse la de
declarar heredero al peticionante si, habiéndose pronunciado
declaración judicial de herederos, considera que con ella se han
preterido sus derechos. Las pretensiones a que se refieren este
artículo son imprescriptibles y se tramitan como proceso de
conocimiento. »

V.- MONTO DEL PETITORIO

No tiene cuantía económica.

VI.- MEDIOS PROBATORIOS

1.- Sucesión intestada donde se verifica que no se me consideró como


heredero.

2.- Acta de defunción para acreditar el fallecimiento del causante.

3.- Acta de nacimiento que me acredite como hijo del causante.

4.- Partida registrales de los bienes materia de posesión para acreditar


que los mismos son del causante.

VII.- ANEXOS

1-A Copia de mi DNI


1-B donde se verifica que no se me considero como heredero.

1-C Acta de defunción para acreditar el fallecimiento del causante.


1-D Acta del Nacimiento que me acredita como hijo del causante.
1-E Partidas Registrales de los bienes materia de posesión para acreditar
que los mismo son del causante.

POR LO EXPUESTO

A UD. Pido admitir a trámite mi demanda.

PRIMERO OTROSI.- Si bien no es requisito la presente demanda se


tramitará en la vía del proceso de conocimiento.

Ayacucho, 23 de Mayo de 2019


ANEXOS DEL TRABAJO REALIZADO

1.- Fotografía tomada en la biblioteca en la cual se está


buscando información sobre el respectivo tema de trabajo.
2.- Fotografía tomada en el estudio de mi casa, realizando
una investigación sobre mi tema.
3.- Fotografía tomada en la biblioteca de la universidad,
tratando de investigar sobre nuestro respectivo tema.

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