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Barrabás estaba inscrito, pero no se presentó.

El estárter Pilatos, sacando su cronómetro de agua o clepsidra, que le mojó las manos, a
menos que simplemente hubiera escupido en ellas, dio la salida.
Jesús salió a toda velocidad.
En aquellos tiempos, según el buen cronista deportivo San Mateo, era costumbre de flagelar
antes de la carrera a los ciclistas, como hacen nuestros cocheros con sus hipomotores. El
látigo es a la vez un estimulante y un masaje higiénico. Así pues, Jesús, en plena forma,
inició la escapada, pero rápidamente tuvo un pinchazo en un neumático. Las espinas
sembradas por toda la carretera le acribillaron toda la rueda delantera.
Hoy día se puede ver la reproducción de esta auténtica corona de espinas en los escaparates
de los fabricantes de bicicletas, como reclamo de sus neumáticos impinchables. Los de
Jesús, unos single-tube de pista ordinarios, no eran de esa clase.
Los dos ladrones, que se entendían como si estuviesen en una fiesta, tomaron la delantera.
Es falso que hubieran clavos. Los tres representados en las imágenes son el
desmontaneumáticos llamado "un minuto".
Pero es conveniente que nos refiramos primero a las caídas. Y que describamos en unas
pocas palabras la máquina.
El cuadro es de invención relativamente reciente. Es en 1890 cuando vieron la luz las
primeras bicicletas con cuadro. Anteriormente, el cuerpo de la máquina se componía de dos
tubos soldados perpendicularmente uno al otro. Es lo que se denominaba como bicicleta de
cuerpo derecho o de cruz. Así, Jesús, después de su incidente con los neumáticos, subió la
montaña a pie, llevando al hombro su cuadro o, si lo prefieren, su cruz.
Hay grabados de época que reproducen fielmente esta escena, basados en fotografías. Pero
parece que las carreras ciclistas, como consecuencia del accidente bien conocido que coronó
de manera tan desagradable la carrera de la Pasión, y que ha puesto de actualidad el
accidente similar del conde Zborowski en la escalada de la Turbie, fueron prohibidas cierto
tiempo por decreto de la prefectura. Esto explica que en las revistas ilustradas, que
reproducen la célebre escena, figuren bicicletas del todo fantásticas. Confundieron la cruz
del cuerpo de la máquina con la otra cruz, la del manillar. Representaron a Jesús con las
dos manos extendidas sobre su manillar, y hagamos notar a este propósito que Jesús corría
tendido de espaldas, para disminuir la resistencia del aire.
Hagamos constar también que el cuadro o cruz de la máquina, como ciertas llantas
actuales, era de madera.
Algunos han insinuado, erróneamente, que la máquina de Jesús era una "draisiana"
(modelo inventado por el barón Drais de Sanerbron en 1818), instrumento bien inverosímil
en una carrera de montaña, en escalada. Según los antiguos hagiógrafos ciclófilos Santa
Brígida, Gregorio de Tours e Ireneo, la cruz estaba dotada de un dispositivo que ellos
denominan "suppedaneum". No es necesario ser un gran filólogo para traducir: "pedal".
Justo Lipsio, Justino, Bosius y Erycius Puteanus describieron otro accesorio que todavía se
encuentra, según informa Cornelius Curtius en 1634, en las cruces de Japón: un saliente de
la cruz, de madera o de cuero, sobre el cual el ciclista se monta a caballo: se trata,
evidentemente, del sillín.
Estas descripciones, por otro lado, no son menos fieles que la definición que dan hoy día los
chinos de la bicicleta: "Pequeña mula que se conduce por las orejas y que uno hace avanzar
dando golpes con los pies".
Abreviaremos el relato de la carrera en sí, relatada con todo lujo de detalles en las obras
especializadas, y expuesta por la escultura y la pintura en los monumentos "ad hoc".
En la dura subida al Gólgota hay catorce curvas. Fue en la tercera en la que Jesús sufrió la
primera caída. Su madre, en las tribunas, se alarmó.
El famoso entrenador Simón el Cireneo, que hubiera tenido la función, de no haber sido por
el incidente de las espinas, de "tirar" delante de Jesús y cortarle el viento, cargó entonces
con la máquina.
Jesús, aunque no transportaba nada, sudaba. No es cierto que una espectadora le secara el
rostro, pero sí es exacto que la reportera Verónica, con su kodak, le tomó una instantánea.
La segunda caída tuvo lugar en el séptimo viraje, debido al pavimento demasiado grasiento.
Jesús derrapó por tercera vez, sobre un raíl, en la décimoprimera curva.
Las mujeres de mala vida de Israel agitaron sus pañuelos en la octava.
El deplorable accidente de todos conocido tuvo lugar en la curva número doce. En ese
momento, Jesús estaba esforzándose a muerte junto a los dos ladrones. Se sabe también
que continuó la carrera como aviador... pero esa es una historia que se escapa de nuestro
tema.

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