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22 de Octubre de 1844

Mientras Jesús era elevado en las nubes, mientras ellos miraban hacia arriba, dos ángeles
se pusieron al lado de ellos y les dijeron: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al
cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le
habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:10-11).

La promesa del segundo advenimiento de Cristo ha sido una gran esperanza de los
cristianos en todas las épocas. De hecho, es el centro de todas las profecías bíblicas desde
los tiempos antiguos hasta nuestros días. Tal profecía fue intensamente proclamada por
los apóstoles que rápidamente aguardaron su cumplimiento. Y a lo largo de los siglos se
volvió la profecía más estudiada de la Palabra de Dios.
A principios del siglo 19, se desarrolló simultáneamente en muchos países la proclamación
de la segunda venida de Cristo a la tierra. Guillermo Miller, un predicador bautista que
realizaba su labor como laico, fue militar, agricultor y estudiante de historia y
profecía bíblica, que después de sus estudios comenzó a predicar en 1831 el
inminente segundo advenimiento de Cristo.
Mediante un estudio diligente de Miller en el pasaje bíblico de Daniel 8:14 "Hasta dos mil
y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario." Se creyó que la
tierra, o alguna parte de ella, era el santuario, que la purificación del santuario era la
purificación de la tierra por medio del fuego consumidor. Muchos cristianos de esa época:
bautistas, presbiterianos, metodistas, luteranos, anglicanos, episcopales,
congregacionalistas y discípulos de Cristo, creían que Jesús regresaría a la tierra con
grande poder y gloria para recompensar a cada uno según fuere su obra. Por medio de
una explicación se quedó dichamente demostrado que aquellos días proféticos
terminarían en el otoño del año de 1844. Pero el tiempo señalado pasó, y el Señor no
había aparecido.
El 22 de octubre y el amanecer del 23 de octubre, se convirtieron en la gran decepción de
los habían escuchado el mensaje que había sido predicado por Miller y las personas que lo
acompañaban. Un hombre llamado Hiram Edson escribió sobre lo que había sucedido
"Nuestras más profundas esperanzas y expectativas fueron destrozadas, y un espíritu de
angustia vino sobre nosotros como nunca antes experimentado... lloramos y lloramos
hasta el atardecer."
-¿Cómo llegaron a la conclusión que Jesús regresaría a la tierra el 22 de Octubre de 1844?
Miller, el pregonero del advenimiento, llegó a saber que un día en la profecía simbólica
representa un año (Núm. 14:34; Ez. 4:6); vio que el período de los 2,300 días proféticos
representaban años literales, y que se extendía mucho más allá de la era judaica y por lo
tanto no podía referirse al Santuario de aquel entorno y época. Miller aceptaba la creencia
general de que durante la era cristiana la tierra era el santuario y dedujo por consiguiente
que la expresión: “el Santuario será purificado” de Daniel 8:14, representaba la purificación
de la tierra. ¿Cómo se purifican las cosas incluyendo nuestro planeta? por el fuego, y
¿Cuándo sucederá eso? Pues en ocasión de la segunda venida de Cristo.

Miller llegó a la conclusión de que si podía encontrar el punto de


partida de los 2,300 días o años, sería fácil fijar el tiempo del
segundo advenimiento de Cristo a la tierra.
Siguió escudriñando las Escrituras con mayor empeño que nunca pero no
encontró en Daniel 8 la respuesta a su interrogante. Sin embargo
descubrió que en la revelación del ángel a Daniel del capítulo 8 había
algo que había quedado inconcluso y que Daniel mismo no había podido
comprender de la visión por lo que había quedado “sin fuerzas” y “enfermo
algunos días” (Dan. 8: 26,27). Entonces fue al capítulo 9 de Daniel y
encontró que el ángel vuelve a Daniel para darle la explicación de la
visión de los 2,300 días o años del capítulo anterior que no había
comprendido. El ángel le dice a Daniel: “Daniel, ahora he salido para
darte sabiduría y entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la
orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado.
Entiende, pues, la orden, y entiende la visión (se refiere a la visión
del capítulo 8 de los 2,300 días)” (esto lo encontramos en Dan. 9:22-
23).

El ángel le dice a Daniel: “Setenta semanas están determinadas sobre tu


pueblo y sobre tu santa ciudad…sabe pues y entiende que desde la salida
de la orden para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías
príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; tornaráse a
edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, y no por sí…Y en
otra semana confirmará el pacto a muchos, y a la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la ofrenda” (Dan. 9: 24-27).
La palabra traducida aquí por “determinadas”, significa literalmente
“Descontadas” o “cortadas”. El ángel declara que las 70 semanas o 490
años, debían ser descontadas por pertenecer especialmente a los judíos.
Pero, ¿descontadas de qué o de dónde? Miller comprendió que el único
punto de referencia eran los 2,300 días o años de Daniel 8:14; por lo
tanto las 70 semanas deben ser descontadas de los 2,300 días o años y
que ambos períodos deben comenzar juntos. El ángel le había declarado
a Daniel que las 70 semanas debían comenzar a contarse desde el momento
en que se diera el edicto para reedificar a Jerusalén; por lo tanto
concluyó que si se podía fechar el inicio de ese edicto, sería fácil
llegar al fin de las 70 semanas y por consiguiente de los 2,300 días o
años. Al hacerlo, se podría saber la fecha de la purificación del
santuario.
Basado en Esdras 6: 14; 7: 12 – 26, encontró que de los tres intentos
de decretos para la restauración de Jerusalén (Ciro, Darío y
Artajerjes), el de Artajerjes fue cuando finalmente fue completado.
Éste, sucedió en el otoño del 457 a.C. Por lo tanto, tomando esa fecha
de partida, las 70 semanas o 490 años llevan al otoño del año 34 d.C.

Veamos las cuentas:


2, 300 días = realmente son = 2 300 años.
Las 70 semanas en realidad son = 490 años. (1 semana tiene 7 días y si
lo multiplicamos por las 70 semanas: 7 X 70 = 490)

Estos 490 años estaban cortados o descontados de la profecía mayor, es


decir los 2, 300 años, por lo tanto lo que Miller hizo fue: Partiendo
del año 457 a.C. sumó 490 años (de las 70 semanas) le llevaron al año
33 d.C.

457 a. C. 2 300años año 33 d.C.


+ 490 años - 490 años + 1810 años
= 33 d. C. año 1,810 año 1843 d.C.

Al descontar los 490 años (de las 70 semanas) de la profecía mayor, (la
de los 2,300 días o años) quedaban 1,810 años. Al seguir contando,
partiendo del año 33, los 1,810 años le llevaron a 1843. Por lo tanto
Miller concluyó que Jesús purificaría la tierra en otoño de 1843. Cuando
la fecha pasó, Miller expresó su decepción de que Cristo no había
venido, pero instó a los creyentes a seguir aguardando la pronta venida
del Señor. En Febrero de 1844 un grupo de predicadores adventistas, que
no incluía a Miller, concluyó que la profecía no terminaría sino hasta
el otoño de 1844. Llegaron a esa conclusión porque notaron que Miller
había contado el año cero; es decir, en la era antes de Cristo, los
años se contaban de manera decreciente: 5, 4, 3, 2, 1 a.C. al pasar a
la era cristiana Miller contó un año cero y luego continuó 1, 2, 3, 4,
5 d.C. por eso le llevó al año 1843. Pero el grupo de adventistas
pasaron del año 1 a.C. al año 1 d.C. y los llevó al año 1844.

457 a. C. 2 300años año 34 d.C.


+ 490 años - 490 años + 1810 años
= 34 d. C. año 1,810 año 1844 d.C.

El 22 de Octubre se calculó sobre la base de la fecha para el día de


expiación judío, en el séptimo mes del calendario judío Karaíta. La
fecha del 22 de Octubre se aceptó lentamente; Miller mismo decidió que
el 22 de Octubre de 1844 era la fecha correcta apenas dos semanas antes
del día decisivo.
Hacia una comprensión más completa del Ministerio de Cristo
El cálculo había sido correcto, la profecía era clara y el cómputo
exacto; ¿Cuál pues había sido el error? el problema fue en la
interpretación de qué significaba el santuario y qué acontecimiento
sucedería al fin de ese período profético, es decir, qué significaba la
expresión: “el santuario será purificado”.
Como resultado de la decepción pasada, muchos abandonaron el estudio de
la Biblia y su fe, pero otros decidieron en oración, seguir estudiando
el significado de esta profecía y el ministerio de Cristo a favor de la
humanidad. Los esfuerzos fueron recompensados con una mejor comprensión
del ministerio de Cristo en el santuario celestial y su decepción fue
transformada en esperanza y gozo.
El 23 de Octubre de 1844, Hiram Edson y un amigo millerita decidieron
animar a quienes, como ellos, se habían chasqueado. Mientras cruzaban
el maizal de Edson después de orar juntos, Edson tuvo una iluminación
en forma repentina. “Le pareció que una mano le tocaba el hombro. Alzó
los ojos y vio, como en una visión, los cielos abiertos y a Cristo en
el santuario entrando en el lugar santísimo para comenzar su ministerio
de intercesión a favor de su pueblo, en vez de salir del santuario para
purificar el mundo por fuego.” Los milleristas habían pensado que el
Santuario que debía ser purificado (Dan. 8:14) era la iglesia en la
tierra, la que sería purificada del pecado en la segunda venida de
Cristo. Ahora Edson comprendió que el Santuario que debía ser purificado
no estaba en la tierra sino en el cielo; el 22 de Octubre marcaba el
comienzo, no el fin, del día antitípico de expiación. Jesús había
entrado en el lugar santísimo del Santuario celestial para realizar una
obra especial antes de venir a esta tierra. El Santuario era el cielo
no la tierra.
Edson y sus amigos milleritas reexaminaron las Escrituras guiados por
esta convicción. En 1845 Owen R.L. Crosier elaboró el punto de vista de
Edson, articulando más tarde la posición adoptada por los Adventistas
del Séptimo Día. El 22 de octubre marcó el comienzo de la purificación
del Santuario celestial y la iniciación del juicio investigador previo
al advenimiento; la segunda venida de Cristo a la tierra estaba en el
futuro. Encontraron además que no se debía fijar ninguna fecha
específica para ello.
¿Por qué debe realizarse un juicio investigador anterior al
advenimiento?
Este juicio no es para beneficio de la Dios. Es primariamente para
beneficio del universo, puesto que refuta las acusaciones de Satanás y
provee para la creación no caída la seguridad de que Dios permitirá
entrar en su reino únicamente a los que estén verdaderamente
convertidos. De modo que abre los libros de registro para una inspección
imparcial (Dan. 7, 9,10)
Los seres humanos pertenecen a una de estas tres clases: (1) los
malvados, que rechazan la autoridad de Dios, (2) los creyentes genuinos,
que confiando en los méritos de Cristo por la fe viven en obediencia a
la ley de Dios, y (3) los que parecen creyentes genuinos pero no los
son.
Los seres no caídos pueden distinguir fácilmente quienes pertenecen a
la primera clase. Pero, ¿quién es un verdadero creyente y quién no lo
es? Ambos grupos están escritos en el libro de la vida, que contiene
los nombres de todos los que alguna vez han pasado a estar al servicio
de Dios (Luc. 10: 20; Fil. 4: 3; Dan. 12: 1; Apoc. 21: 27). La misma
iglesia contiene el trigo y la cizaña (Mat. 13: 28-30).
Los seres no caídos de la creación no son omniscientes; no pueden leer
el corazón. Por eso se necesita un juicio – antes de la segunda venida
de Cristo – para separar lo verdadero de lo falso y demostrar al universo
interesado, la justicia de Dios que salva al creyente sincero. Requiere
que se abran los libros de registro y que se revele la verdadera
naturaleza de los que han profesado fe y cuyos nombres han sido entrados
en el libro de la vida.
El día 22 de Octubre que se conoce como “El Gran Chasco”, aunque fue
una experiencia difícil para los pioneros adventistas, en realidad fue
el inicio de la comprensión de una gran noticia y esperanza: El inicio
del Juicio investigador. El juicio de un Dios justo y bueno a favor de
todos aquellos que han aceptado a Jesús como su Salvador. El llamado
es: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado;
y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de
las aguas” (Ap. 14: 7). El mensaje que como iglesia predicamos, tiene
como centro el mensaje de los tres ángeles. Una predicación que proclama
un mensaje de esperanza y amor. Mensaje que es un llamado a adorar a
Dios y vivir de tal manera que podamos dar gloria a Dios con nuestro
estilo de vida siempre. Mensaje que exalta una entrega diaria al Dios
Triuno, creador del cielo, la tierra y todo cuanto existe.
Los adventistas aprendieron la amarga pero correcta posición no
establecer fechas para la venida de Cristo, sino estar preparados
siempre para su retorno. Entendieron también, que la profecía tenía que
ver con el cielo y no con la tierra. Comprendieron el valor del estudio
profundo y sincero de las Escrituras y la sensibilidad a escuchar y
obedecer las indicaciones de Dios. ¡Que podamos nosotros también
aprender lo mismo!

-¿Por qué Jesús no regresó en 1844?


Bien, citamos éste versículo en Mateo 24:36: “Pero del día y la hora (del regreso de Cristo
a la tierra) nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”. Cristo cuando
dijo estás palabras, aseguró que nadie sabría cuando Él vendría. Inclusive se escribe en
Mateo 24:42-44: “Por tanto, estad atentos, porque no sabéis en qué día vendrá su Señor.
Pero comprended esto: que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a
venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa. Por eso,
también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del
Hombre.”

Sabemos que Jesús no regresaría en esa fecha

-¿Cuál era la razón para que se predicase que Jesús regresaría en 1844? ¿Estaba
equivocada la profecía bíblica?

+Los creyentes sabían que la Palabra de Dios no podía fallar; su interpretación de la


profecía debía estar pues errada; ¿pero dónde estaba el error? Muchos cortaron sin más
ni más el nudo de la dificultad negando que los 2.300 días terminasen en 1844. Este aserto
no podía apoyarse con prueba alguna, a no ser con la de que Cristo no había venido en el
momento en que se le esperaba. Alegábase que si los días proféticos hubiesen terminado
en 1844, Cristo habría vuelto entonces para limpiar el santuario mediante la purificación
de la tierra por fuego, y que como no había venido, los días no podían haber terminado.
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Miller parecía creer que la Segunda Venida de Cristo aún iba a tener lugar, que "el año de
expectativa estaba de acuerdo a la profecía; pero... que debía de haber algún error en la
cronología de la Biblia, que provenía de algún error humano, que podría haber desechado
alguna fecha y que esto de alguna forma contará para la discrepancia."

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