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DEL MISMO ALJrOR
por nuestro seUo edilDTiaJ

EL CABALLO CRIOLLO .-------­


Fernando O. Assungao

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PILCHAS

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CRIOLLAS

( Usos y COSruMBRES DEL GAUCHO


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IlustTaciones

de Federico Reilly

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Liceo Mun1ci¡:,al

Antonio Fuentr:! 5 de l Arco

Emecé
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tl. ~!J A mis queridas hijas Margarita y Cecilia,

lY lX­. Le "l flores de un a77lO1" con tres hondüs rafees:


Dios, Patria y Familia, dedico este ensayo
de exaltación de nuestro pasado, como mensaje
\r-..J. j de fe y esperanza en ro presente que serd
nuestro futuro ...
F.OA.
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27 102

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DOS PALABRAS

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Rever la propia obra siempre es un privilegio. Satisface reexa­
)
minar conceptos, ideas, temas. Cuando , además, esta revisión es

consecuencia de que el trabajo ha recibido el favor del público, en )


forma continuada y muy especial, y en consecuencia merece una )
nueva edición, agotadas las anter iores, el sentimiento es de satisfac­
)
ción . La íntima satisfacción de habe cumplido, cabalmente , con
un propósito: el de transmitir , adecuadamente, conocimientos y vi­ )
vencias . Participar a los demás, hacerles entrega, del fruto de inves­ )
tigaciones y estudios de muchos años y muchos desvelos y recibir la
compensación, impagable por cierto, de esa recepción positiva , )
ale ntadora de nuevos esfuerzos. )
Pl lchas Cn'ollas, recibió , en el momento de su primera edición,
)
el máximo galardón, como Ensa yo Edito , en los concursos del Minis ­
:erio de Educación y Cultura d el Uruguay y d e la Intende ncia .\ -luni · )

I
( :? a l de \!ontevideo. Pero no fu e nunca una obra escrita sólo para
los o rie ntales, sino para los rioplatenses en gen eral, involucrando en
l3. denominación, también a los hermanos brasileños riogrand e ns es .
... ')

qu e con los argentinos y los uruguayos comparten al gaucho, a sus )


I usos. costumbres, orígenes y modos culturales. Repprtorio material y
)
i e"5piritual de bienes que nos asemejan y, también, en los pequeños
c:c talles c0stumbristas, nos di ferencian. Todo eso , con profundo ca­ )
ri ño por ese protagonista gaucho , fue puesto en las" Pilchas", como
una suerte de adelanto a los tiempos que a hora afrontamos . Por eso,
J
na die como el propio autor recibe con mayor ;,tlegría esta nueva edi­
ció n de Pzlchas Criollas, impulsada por un sello de tanto prestigio
In ternacional como EMECÉ, y espe ra que sigan haciendo camino e n
la receptividad de los cultores de nuestras tradiciones y del público
que desea conocer mejor las cualidades, las esencias , el ser y el
quehacer de lo sencillo, hombres y mujeres rurales de esta privile­ )
gi ada región de la tierra, de las pampas inmensas, las praderas férti­
les y los ganados abundosos, y puedan así aprpc;ar esa fraterna )
un ión a que hice referencia en el reconocimiento dc prer.das y usos
comunes. en una viva corriente simpática de unIón espiritual.

¡-;I A U/(1 ¡ . 1992


)

)
" --' "": .'

Como no hnn<>s tU estudiar la hisroria ajena


para f ormDr n<ullro rol tU nación. stria uril
conoce- r la nlU'.Jt'rQ a fin de no dar lugar a que
tU f <uro n," impongan una lección que nos
humille ...
Juan M. BJane.
PiJa. 2 tU dicinnbre tU 1900.

PROLOGO
DE LA PRIMERA EDICION

Como pórtico de este trabajo, que aspira a mostrar aspectos


fu n dame ntales de la cultura propia de nuestro país, de sus gentes,
incluso en sus diferencias caracterizantes que la distinguen en la
gran cuenca gaucha, en el gran vientre verde sudamericano ba­
ñado por el sistema del Plata y el Atlántico, área que compartimos
con argentinos (entrerrianos y correntinos) y brasileños (riogran­
dense s), hemos puesto parte de una carta, inédita hasta hoy, del
doctor Elías Regules al doctor Pedro Figari. Esto es, de l fundador
del movimiento tradicionalista o criollista, en el Uruguay y en
América del Sur, a Figari, uno de los hombres más .notables que ha
dado nuestra nación: un humanista, filósofo, ju rista, escritor y pin­
tor, pero, por sobre todo, uno de los hombres que mejor vi6 al país
:- definió e l concepto de nacionalidad oriental.
Pensamos que con sólo ese pórtico b astaba, de sobra, a justifi­
carse nuestro esfuerzo y el reconocimiento que significa esta ed i­
ción.
Si para alguien no fuera así, o quizás por reafirmar ideas que
consideramos capitales en la hora que vivimos como nación, inter­
namente, y en nuestra relación con los países hermanos de Amé­
rica y el resto del mundo, vamos a agregar algunos conceptos,
sobre lo que consideramos como valor trascendente de este tipo de
investigaciones y ensayos.
Hemos dicho que nuestro país, el más pequeño territorial ­
mente y el más joven en el tiempo en disfrutar de la indepen­
dencia como nación soberana en el continente, tiene, no obstante,
antecedentes culturales e histÓricos (por consiguiente aval moral y
espiritual) iguales o mayores que cualquier otro, a gozar o a recla­
mar el derecho al goce pleno, total, sin cortapisas, sin títulos
diminutorios de "país péndulo", "país tapón", etc., de esa autono­
mía_ Autonomía individual, diferencial, que lo hace ser, indisolu­
ble, infusionable, a despecho de su numéricamente pequeña po­
blación, máxime frente a los volúmenes de la gigantocracia de las
masas, que manejan las super potencias materialistas, sean las de la
dictadura burócrata marxista oriental, o del capitalismo liberal de­
mócrata-formalista occidental.

11
)
)
Basados en ello es que consideramos oportuna la cita del Pa ra mí, poco o nada cu e nta lo que se haga en el trillo ajeno;
pensamiento, de los rumbos, trazados con su actividad creativa y
vital, por los brillantes integrantes de una generación de orientales
que debieron enfrentar una coyuntura histórica con una problemá­
I
es en el surco propio qu e debemos sembrar, para que sea nuestro
y legítimo el fruto.
)
)
tica esencial muy semejante a la actual. Porque ese modelo resulta justamente, lo que no nos permitía ver claro era que mirá­ )
muy apto para nuestras necesidades vitales de hoy, como nación bamos nuestra leyenda, nuestro ambiente, nuestras tradiciones y
que debe y desea reafirmarse como lo que es, como un organismo demás elementos nativos bajo el prisma egipcio, griego o romano . )
social con personalidad propia e inconfundible más allá del frater­ Recuerdo la resistencia que nos ofrecían los artistas nuestros cuan­
)
nal acercamiento con los pueblos hermanos y vecinos, con raices do trataba de interesados en nuestros caminos. Se encogían de

comunes, con orígenes semejantes ; más allá de una integración hombros, como si dijera una necedad . "Si aquí no hay paisaje; no )

que propiciamos en lo que significa de mejoramiento de las con­ hay asuntos; no hay carácter, nada hay". Claro, no había lo que

diciones de existencia y coexistencia. Por eso entendemos valiosa ellos buscaban, esto es, el carácter ajeno. ¡Y cómo había de haber­ )

la cita, el reencuentro cognoscible con aquella generación que, lo' .. . Precisamente por eso es que tiene , y bien acentuado, su

frente a un país que en su tiempo necesitaba definirse, en su carácter propio, o sea, lo mismo que es preciso comprender hon­
aspecto material-político como nación estable y organizada, y fren­ dumente , para idealizarlo y transportarlo al arte .

te a una sociedad que debía reencontrarse con sus esencias cul­


turales, para no ser llevada por 'el viento o soterrada por la avalan­ Si pecho a pecho hubieran de medirse un criollo con un ro­
cha de una masiva migración europea - positiva por lo laboriosa y mano , un griego o un egipcio, ¿habríamos de tomar boletos al

porque básicamente pertenecía a nuestros mismos radicales espiri­ extranjero? ¡De dónde! No sólo sería int;erosímil, sino ridícttlo y

tuales y de cultura: cristianos, latinos, occidentales - generación expuesto a hacemos perder. Es criterio colonial ése: ni colonial

decimos, que se irguió altiva, nacionalista, casi chauvinista, y no le s iqu iera , puesto que ya en esos d ías in iciales se v ió la gra n ga rra

tememos al vocablo. ): la nizo unánimemente, a despecho de las e mancipadora, aut6noma, en los que se alistaron formando las
)
discrepancias ideológicas que en otros aspectos, muchos de los le giones que ofrecen hayal mundo una esperanza grande, que es

hombres que la integraban mantuvieron entre sí. Fue en apariencia


un antigringuismo casi visceral, pero en realidad era un pro-uru­
guayismo de la mejor estirpe.
,
preci so no d efraudar. .

Po r de pronto, una raza, pu eblo o perso na qu e no coma con­


1 tú:: to consigo mismo , está en berlin a, y nada seri o ni f ec undo deja

Integraron aquel grupo brillante: ZorrilIa de San :\fartin, Bla­ esperar. Es una forma automática que acciona con brazos ajenos,

nes, Latorre , Rodó, Acevedo Díaz, Reyles, OrdoñaDa., Regules,


Lussich, José Pedro Vare la, Florencia Sánchez, Vaz Ferreira, Fi­
1
y s in cabeza ni criterio, que es lo peor.

)
gari, y una larga y rutilante lista de etcéteras . En dicha gestión, es cierto que hay grat;es dificultades. Se
Hoy, como entonces, se hace imperiosamente necesario cul­ corre el riesgo de empequeiiecerse en lo lugareñ o; o, al revés , de )
tivar y fomentar un patriotismo sano, vital, vigoroso, auténtico, inflar ranas, para que parezcan bueyes ; pero no es el riesgo ni la
)
constructivo, viril, optimista, sólidamente apoyado en las tradicio­ dificultad lo que ha de am edrentar a un pueblo que quiere presen­
nes espirituales y culturales que definen nuestro ser como nación, tarse como tal, dignamente , sino al contrario: es preciso reducir

en el pleno conocimiento de esas tradiciones y en la consciente los obstáculos y edificar sobre sus cenizas , para que la obra sea

participación e integración a ese ser. fuerte, triunfal y meritoria . )

Orgullosos de formar parte de él, sin la vanidad agresiva del )


Sosotros hemos comenzado por sonreir de nosotros mismos,
fanatismo, que es, paradojalmente, la presa más fácil de otros ismos
de nuestra tradición . de nuestro ambiente, sobre los tiempos herói­ )
que la excitan y se valen de su superficialidad materialista para
cos, magníficos, gl~riosos, humeantes aún. Se comprende. Iban
inducir a los más graves desvíos, que terminan en los peores )
llegando italianos y españoles, hablando de las grandezas de sus

renunciamientos y caídas, de los valores que se decía defender o


tierras, y al comparar el Cabildo con el Escorial, y la Matriz con
)
exaltar. la Catedral de Milán, había que sonreir piadosamente. Pero, Fran­
Por eso, a modo de positiva respuesta a la carta de Regules klin, cuando vino al Viejo Mundo en embajada , al notar que )
que u~amos como pórtico, vamos a transcribir fragmentos de una miraban su calzado, y sus ropas con maliciosa ironía , dijo más O
t;lel :loctor Pedro Figari a Zum Fclde: menos esto: "Cierto; todavía nuestras indu strias nacionales están
)
así, pero , tranquilícense Uds., no se tardará en mi país en ela­ )
borar paños y cueros tan buenos como los de Uds. sino m ejores".
Esto es dig nidad y es patriotismo. )
')

12 13
\
En este sentido es menester dirigi r la mentalidad lj la ética de Por último, el que quizás deb imos señalar como p rimordial
los pueblos nuestros, si estamos anhelosos de eficiencia, en vez de mé rito que agregamos a las in formaciones e h ipótes is, recopilacio­
conf ormamos con damos corte con lo que hacen los demás; (.·no le nes documentales y ob servaciones que constituye n nuestro trabajo,
parece? que ca li ficam os, sin ambages, de la mitad más atractiva de este
libro, las ilu straciones, que e specialmente como parte de es ta obra,
Desde aquí creo vislumbrar un prof undo anhelo en este orden ha realizado con su reconocido oficio , capacidad técnica y b uen
de ideas, en mi pueblo ... gusto, e l artis ta compatriota don Federico Re illy que , en conse­
cuenc ia y con verdadero orgullo, consideramos asociado a este
sincero esfuerzo destinado a que nuestros compatriotas y los ex­
tranjeras conozcan mejor los aspectos más ll amativos de mayor
(Revista "La Pluma". Volúmen III - Noviembre de 1927. Páginas 29 y 30. valor económico-funcional, más pintorescos, más caracterizantes Y
Carta de Pedro Figari a Alberto Zum Felde, fechada en París, Setiembre de más emotivamente ín timos del devenir cultural de nuestro pueblo
1927). rural, e l más olvidado, humi lde y a la vez auténtico Y sólido
cimiento Y baluarte de la nacionalidad.
Como un homenaje a aquella generación de orientales, hemos
puesto, como acápite a diferentes temas y capítulos, versos de "Los
Tres Gauchos Orientales" de Antonio D. Lussich, que hacen refe­
rencias a las pilchas. Fórmula para contribuir a un mejor conoci­ Fernando Q. Assu n 9ao
miento de esa ob ra matriz de nuestra poesía gauchesca, y recono­ diciembre de 1975
cimiento a aquel hombre, que habiendo llegado a ser un revolu­
cionario que empuñó las armas en defensa de sus ideales, fue, ante Año de la Orientalidad
todo, un constructor de la Patria, nunca un destructor, y nos legó
como maravilloso símbolo de su actitud de sembrador fecundo, el
parque y bosque de Punta Ballena.

Digamos, para finalizar, que a cualquier mérito que , como


investi gación sistémica y comparada, y planteo de hipótesis iné­
ditas sobre un tema de conocimiento de formas culturales, naciona­
les y regionales, pudiera tener este ensayo, agregamos los, innega­
bles, de dar a conocer íntegra, una interesante correspon dencia del
poeta nativista sanducero; Juan Escayola -que con el seudónimo
de "Juan Tarara" integra el positivo acervo de las letras naciona­
les con su libro "Cansera de Tiempo", siendo autor de la exacta
hipótesis etimológica sobre el origen de la palabra gaucho, que
dimos a conocer en nuestra obra "El Gaucho", de 196:>- corres­
pondencia comentando a Vicente Rossi, los artículos que, entre
1933 y 1935 publicara en La Prensa de Buenos Aires, un por
entonces joven especialista argentino, Justo P. Sáenz (h.), que fue­
ron la base, nada menos, de su obra cumbre "Equitación Gaucha
en la Pampa y Mesopotamia" que, cinco ediciones mediante, con­
sagró a Sáenz como un experto en la materia, de relieve interna­
cional.
Agregamos también, la transcripción de una carta de Juan M.
Blanes, muy graciosa y finamente ilustrada por él, con minuciosa
descripción del vestuario y apero del gaucho "porteño", hacia
mediados del pasado siglo. Carta cuya copia fotostática poseemos
merced a la especial gentileza de nuestro buen amigo y también
especialista argentino don Juan W. \faguire, y que si bien ya édita,
sigue siendo muy poco conocida y de un interés que casi resulta
obvio destacar.

15
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BlundellJ.!lIe rlilfruwJo pn trU~t de Cauchu ,
elc. ... Guardia d . 1 P'¡ur del Cerro Largo 3 / de )
",a/ju de /i98 .
')
)
INTRODUCCION
)

Dos palabras forman el título de este ensayo. Un substantivo y


)
un adjetivo . Y pensamos que resultan suficientemente explícitas
para hacer necesarias más aclaraciones sobre su significado o para
que resulte comprensible el tema así rotulado . :-..ro obstante, como )
iiempre hemos sostenido que nada es obvio, vamos, escueta y )
simplemente, a dar el significado de ambos vocablos, que justifica,
claramente, su elección para titular este trabaja. Y vamos a hacerlo )
';aliéndonos, nada menos, que del "Vocabulario Río Platense Razo­
nado", de nuestro. ilustrado compatriota -gallego de nacimiento­
el Dr. Daniel Granada, otra destacada personalidad de nuestra )
sociedad finisecular. (Segunda Edición, con prólogos críticos de )
Alejandro Magariños Cervantes y Juan Valera, Imprenta Rural,
\Iontevideo, 1890).
Di ce Granada (pág. 319): "PILCHA, F .- Prenda de uso ", y
pág. 162 Y 163): "CRIOLLO", Ha, adj.- Dícese del descendiente
de ex tranjeros, no siendo americanos, nacido en las regiones del )
Plata. U.t.c.s. - Aplicase a los animales o productos que, proce­
diendo originariamente de regiones no americanas, han venido a
se r como especiales de las del Plata, por cualquiera circunstanc ia
que los distinga de los ~xtraños".
"En Salvá, también con aplicación á cosas".
Si mucho se ha dicho y sobre todo escrito sobre el gaucho ,
)
como tipo humano, dentro de ello muchas páginas han sido dedi­
cadas a su especial modo de vestir. Pero si en el estudio del
hombre han sido más los errores que los aciertos, productos en su
mayoría de una visión restringida, parcial y unívoca de su origen y )
proceso, confundiendo lo real con lo literario o legendario, cuando )
no subjetivándolo desde un ángulo sólo histórico; en el tema de
costumbres y vestuario, se han cometido parecidos errores . Mirán­
dolo aisladamente, sin tener en cuenta su carácter de producto
)
axial de la cultura vacuna de las grandes áreas verdes de la cuenca
platense sudamericana, destacando o extasiándose más en el pinto­ )
resquismo de los detalles, que haciendo investigación comparada,
Que permitiera conocer los orígenes, los porqués de los usos y de )
las p re ndas. )
)
17
)

)
Lo dicho vale no sólo para el hombre y su ajuar, sino también 5.°) La in fl uencia crecie n te, como centros de difusión de mo­
para su mujer o circunstan cial compañera, n o por en apariencia das, de las primeras super-urbes de Europa: París y Londres, res­
sec u ndaria en una sociedad mascu lina cuan titativa y cualitativa­ pectivamente en lo femenino y mascu li no. La primera, Paris , desde
m ente h ablando; y pa ra las prendas de l caball o, los útiles de tra­ 1700 (advenimiento de los Borbones al trono es pañol) j usto cuan­
bajo, las armas; e l reducido repertorio de bienes del hogar (s i se do se inicia la colonización h u mana de n uestro territorio, infl uyen­
puede llamar tal al rancho), etc. do claramente sobre España y sus co lon ias. La segu nda, Londres,
No sólo los trabajOS que he realizado en la investigación del por su creciente poderio militar, maríti mo y comercial (consecuen­
cias recíprocas unos respecto de los otros); de ahí su influencia
gaucho, tanto en nuestro territorio como en el Sur de Brasil y
li toral-pampeano argentino, en conjunto su gran área de origen y re lativa en lo referente a la moda y usos, principalmente mascu­
linos, desde el reinado de Carlos 11 en adelante.
dispersión, sino aquellos comparado!\, respecto de otros tipos de
jinetes popu laress de América, en Chile, Perú, México y, particu­
lannente, el primitivo vaquero del Oeste hisp ánico en los Estados PARTICULARIDADES .- Entre los facto res particulares regio­
Unidos de Norte América -antecesor del cow-boy- , me permiten nales o nacionales, que habrán de influir claramente en los carac­
afinnar, sin dudas, que para poder explicar y comprender la evolu­ teres de nuestra cultura rural y por ende en los usos y modos de
ción del vestuario y usos en nuestro medio rural desde el Siglo vestir de sus gentes, hemos de señalar:
XVIII hasta la actualidad, es imprescindible tener en cuenta facto­
res propios de la cultura general del medio que son esencialmente 1.0) La entrada de los ganados antes de l establecimiento de los
comunes a todas las naciones hispano-americanas y otros, particu~ europeos en poblaciones organizadas en nuestro territorio. Causa
lares, que son los tics o modoS caractensticos de la formación primera y fundamental para la formación de una cultura regional
regional y aún de la nuestra, nacionales, tan importantes como de caracterís ti cas 'muy propias, la cu ltura vacuna del litoral platen­
aquellos. se, cuya región central fue, precisamente, la antigua Banda Orien­
ta l, de la que nuestro actua l territorio era el epicentro.
2.°) Lo tardío de la colonización humana, de ese mismo terri­
GENERALIDADES .- Entre los factores generales de mayor
torio. En 1680, establecimiento portugués de la Co lonia del Sacra­
trascendencia, vamos a señalar en síntesis muy apretada:
mento; desde 1724-26, pob lación militar-civi l española, de Monte­
\·ideo. Ambas característicamente ciudades-puertos, de personali­
1.0) El carácter de provincia ultramarina o colonia de España,
dad castrense y mercantil, que dejan vacío el interior a sus espal­
de nuestro territorio, hasta la segunda década del Siglo XIX.
Jas, a lo sumo, propendiendo al super-latifundio del reparto de
2.°) El carácter general hispánico de la formación cultural de la tierras en "es tancias".
América española, con desaparición de los tics o modos provincia­
3.°) Esa misma dualidad de origen (hispano y lusitano) , que
nos y regionales, propios de España.
traerá como consec uencia duras luchas mil itares de origen político
3.°) La formación de la sociedad hispanoamericana, en los por la fijación de límites y derechos entre ambas potencias con­
niveles populares en general y, especialmente, en los ambientes quistadoras que darán un carácter eminentemente fronterizo a
rurales, sobre la base de gentecillas del bajo pueblo español y nuestro territorio y población, con interpolaciones idiomáticas, en­
mucha gente de otras regiones de Europa que estaban entonces tre otros fenómenos de interrelación cultural, característicos.
integradas a aquel enorme Imperio (p. ej., Alta Alemania, Flandes,
4.°) Hay que sumar a esa doble precipitación humana de ori­
Italia). Mayoritariamente soldados y marineros, algunos enrolados gen luso y español, la presencia al norte del territorio de los
voluntarios como aventureros que eran, en busca de horizontes estab lecimientos misionales, verdaderos e importantes pueblos de
nuevos y fortunas más o menos fáciles. Luego muchos indultados tan sui-generis. organización social, de los Jesuítas, agrupando in­
por vagabundos y malentretenidos, y otros delitos menores. Y la
dios de cultura guaraní, que, primero por razon es económicas (dis­
mestización, más o menos activa, con los indios locales y aporte de persión, pastoreo y recogida de ganado para su consumo), y luego
los bienes culturales propios de éstos, más lo que, aún en menor
en razón de un conflicto militar, consecuencia también de aquella
grado, pudo influir, en algunos aspectos, el negro, inmigrante for­ vieja lucha de límites entre las dos C.oronas íberas (la Guerra
zoso, traído para servir de esclavo, desde su Africa natal. Guaranítica) y de la expulsión de los jesuítas, habrían de ade ntrar­
4 .°) Los lentos medios de comunicación entre Europa y Amé­ se en nuestro territorio, incidi endo como un nuevo ingrediente , en
rica, que hacían llegar tardíamente, los cambios de la moda. la definición de la cultura rural (1756-1768).

18 19
)

)
5.0) Por las \'arias causas anterionnente apuntadas, una sacie· todo lo fueron, en un pasado reciente (siglos XVII, XVIII y XIX)
dad y población mayoritariamente masculina, no sólo en número, los soldados, a los que sólo el desarrollo del unifonne desde Luis )
sino en carácter, en particular en las campañas, sólo transitadas, al XIV en adelante, quitó la variedad fantástica en el vestir, pero no )
comienzo de la época colonial, por hombres sueltos dedicados a la lo llamativo y acentuante de los rasgos viriles que fué, y es aún,

caza de ganados vacunos y grandes redadas de yegunos y mulares;, expresamente buscado en sus trajes, en particular los de gala o )

hombres sin hogar ni familia, y, cama señalan los documentos parada. Y no tenemos que olvidar que soldados y marineros, deser­

coetáneos, sin ley y sin Dios. La mujer es muy escasa en la tores siempre, fueron dos anchas vertientes que nutrieron una

campaña, sobre todo la mujer 'blanca, buena parte de la naciente gauchería en el siglo XVIII y la rela­

ción o pas'aje gaucho-soldado- gaucho casi sin solución de continui­

6,°) La ausencia casi total de influencias o herencias de las dad, fué un fenómeno permanente y característico desde fines de

culturas indígenas locales, sólo explicable por ef muy escaso nú­ dicho siglo hasta fines del XIX, siendo sólo sustituída, al producir­ )

mero de la población aborigen en nUE:stro territorio al comenzar la se el cambio cultural regional y la marginalización y desintegra­

conquista, apenas unas 4 a 5.000 almas en total, divididas en varios ción del gaucho, por la relación paisano a orillero-soldado. )
grupos étnicos y lingüísticos (charrúas, minuanes, guenoas, cha­
naes), aunque de similar condición cultural (cazadores-recolectores
nómades, del mesolítico), con carencia de expresiones tan impor­ BUSCANDO UN MODELO.- Para que se comprenda mejor a )
tantes de ia cultura como la metalisteria, la tejeduria; los cultivos y qué nos referimos cuando señalamos las dificultades existentes
labranzas; la cría de animales domésticos, la talla de madera (la para definir el modo de vestir y costumbres, consecuencia de la ')
ausencia de grandes bosques también lo explica); muy poca y ele­ cultura propia del medio, del gaucho y su compañera (cuando la
mental cerámica, sin arquitechlra y sus artes derivadas (labrado de tu vo), vamos a recurrir a una hipótesis ilustrativa, cuya idea toma­
la piedra, etc.). mos de un trabajito que el extinto musicólogo argentino Carlos )
\"e ga, presentara en 1958, al Primer Congreso Internacional de
7. °) La pobreza original de las poblaciones de nuestro país, y Tradi cionalismo, efectuado en nuestra ciudad. ~
la mayor aú n , si cabe, de su ámbito rural.
Hemos de imaginar un hombre mental y físicamente desnudo, )
LAS DIFICCLTADES.- Pero a pesar de todo io señalado, l o mo un recién nacido, sin ideas conscientes ni tics culturales de
\
hemos de destacar, con total sinceridad, las muchas dificultades­ l' bse a lguna, ni vello ni cabelio. Sobre esta base, como sobre una

que exi sten para lograr un correcto enfoque del tema, al tratarse pe lícula virgen, podemos imprimir el personaje que nos plazca, si )

por sobre todo, de artefactos y modos de expresión cultural propios le dotamos del habla, de las costumbres, los conocimientos del

de gentes rurales que por su modo de vida vagabundo o errático, campo, la cultura propia, en fin, de nuestro medio rural a media­

tomaban los vestidos sin orden alguno y sin seguir, desde luego, dos del pasado siglo, si le agregamos larga cabellera y no menos )

las prácticas sociales y los dictados de la moda, propios de los largos bigotes y barba, si lo vestimos con bota de potro, calzonci­

habitantes urbanos; ni siquiera las prácticas más austeras, estrictas llos cribados, chiripá, etc., estaríamos ofreciendo un buen modelo )
y tradicionales que caracterizan a las comunidades agricolas. de gaucho. Y, si como en el Génesis dispusiéramos de la figura de
una mujer, como él, carente de toda particularidad cultural o física,
J
Todo ello unido a un afán por lo colorido, por lo recargado y )
)' le injertamos caracteristicas culturales semejantes a las de él,
por lo espectacular o llamativo, en lo que a los hombres y su pero propias de su sexo, la vestimos con una camisa basta de lino,
vestuario se refiere, muy propio de quien es el arquetipo culhlral )
de mangas muy cortas y una amplia pollerá, al tobillo, de una tela
de una organización super-patriarcal, del tipo clan varonil, donde de poco costo y color vivo, descalza, con una abundante y muy )
el hombre es el eje y el brazo, en una palabra, lo es todo y donde larga cabellera negra trenzada, tendremos una compañera casi
la mujer, ocupa un lugar menos que secundario, lo más del tiempo ideal, para el anterior personaje. Si los colocamos en lo alto de una )
el de un catalizador dinámico, un excitante apenas. cuchilla, en el centro de un playa libre de pastos y malezas.
rodeado de un cerco de pitas, junta- a dos palenques, a la sombra
del alero de un rancho de adobe , puerta de cuero y t'echo de paja )
Clanes varoniles típicos son los constituídos por los ladrones
del deslert r ) en Arabia y Noráfrica, obviamente espeCtaculares en qUinchada, les habremos dado un hogar, tan característlco, tan
el vestir masculino; también lo son los marinos de todo el mundo, Prototipico como ellos mismos , pero, nos apresuramos a decirlo
tan falso, o cuando menos tan pasibl e de objeciones o de aclara­ )
y conocido es su afán de ostentación física que ha tenido y aún
tiene sus rasgos más salientes en el uso de aretes en las orejas y la ciones, como ellos mism os. El hombre no será nunca "el" gancho,
)
profllsión de t.at~¡ajE:s en torso y brazos; también 10 son y. sobre si no cuando mucho " u n " gaucho o " u n" pai san o (que es parecido
)
)
20 21
)
pero no lo m ismo que e l gaucho ), pe ro en d eterm inado lugar, e /1 L, tercera etapa se co rresponde co n el pe ri odo mi lita rista e
determ inado ti empo hi stórico y en d eterminado tiempo vital (hora instit uciona lista . Es e l [in de los ca udi ll os rura le s. La e ra de la
d el d ía, d ía de la semana), segú n lo que acaba de hacer, o lo que incJustíia ~. la tecnificac ión. E l alambrado de los ca mpos. La re fi na­
se p repara para hacer. ci(}n de las especies de ganad os. E l ingreso mas ivo de " gringos" a
y lo mi smo ocurrirá con e lla. Y con su habitácu lo y los ense­ la campaña. E l desarro llo de la agricultura. E l ant i-gringu ismo lite­
res del m ismo, con e l apero del ca ball o, los úti les, las armas. rario ~ . ciudad an o. La muerte y la tra nsfi guración de l gaucho, e n
A cualquier ge neralización podrá oponerse, con fundamentos, paisano, en orill ero o en ma trero . La era de la bombacha y la bota
fuerte . Triunfo de l "Remington " sobre la lanza. Es e l paso del
un no, o cuando menos un pero.
sa ladero a l frigorífico .

TRES EPOCAS.- Recién ahora, hecha esta aclaración, hemos


de an im arnos a entrar de lleno en materia y, tomando como base
espacial la d imens ión geográfica d el país, e n sus áreas rurales, nos
a trevemos a ensayar, como único métod o para hace r comprensible
el tema, como único sistema de vulgarización inteligible de la
cuestión, una división tem poral, en períodos históricos q ue coinci­
den, con relativa ap roximación, con etapas del devenir cultural de
nuestro medio.
La p rimera época la haremos abarcar desde el último tercio de l
siglo XVIII, (1770-80) hasta el comienzo del ciclo emancipador o
período de la Patria Vieja, entre 1810 y 1820.
La segunda época abarcará desde entonces hasta poco más de
la Guerra Grande y conflictos internos subsiguientes hasta cerca de
1870.
La tercera }' ú ltima desde ah í hasta la segunda década del siglo
actua l, 1918-20, dirííJ,mos , por fijar una fecha.
El primer periodo corresponde estrictamente a la desintegra­
ción de la sociedad colonial de acuerdo a los padrones españoles
a su definición "criolla" o nacional, sin dejar de lado las grandes
herencias culturales de la Madre Patria. Es, además, el final de la
edad del cuero y el cambio hacia la era de la carne salada. Es el
pasaje de la economía cimarrona a la cria y engorde de ganados. Es
el paso de la bucólica sociedad patriarcalista del coloniaje, a los
conflictos sociales y económicos entre puertos y entre éstos o la
ciudad y las campañas, el inicio de los años fermentales y de
guerras de la independencia . Es el tiempo del desjarretador y la
boleadora.
El segundo responde al período de la conformación o consoli­
dación nacional. De las guerras civiles. Del caudillismo desenfre­
nado. El abierto enfrentamiento por el dominio del país, entre
"dotares" y caudillos rurales, pero no como cuestión económ ica
sino como estrategia político-militar. Es la edad de la carne salada,
del comercio, del comienzo de la inmigración pobladora europea .
Es el tiempo en que el país se despobló de ganados y se pobló de
lanzas .
.~ -

22 ~.1
)
I
)
PRIMERA EPOCA - 1780-182 )
)

J
./. INTRODUCCION.- Aconseiamos al lector. para una meior
}
comprensión del tema, la lectura de nuestra obra "El Gaucho,
estudio socio-cultural". (Ed. Universidad de la Repúhlica, Monte­ )
video, 1978-79).
)
Hemos dicho gráficamente, parafraseando el Génesis, que )
nuestra región, al comienzo, estaba constituida por unas inmensas
praderas verdes, baldías, de clima templado y abundantemente )
re gadas por cursos de agua, transitadas apenas por grupos escasos )
de ind ios nómades; luego vino el ganado y tras él, todo.
)
Pero esta frase se hace necesario aclararla y definir estricta­ )
: ll vl lteq u é ganado y qué fue ese todo que ocurrió despu és.
)
El es tablecimiento periférico a la regIOn que nos ocupa de )
pnh l,\c ione s d e blancos o encabezadas por éstos, desde m e düdos
de l siglo XVI, a saber, en la banda occidental, Bu e nos Aires, )
C1 rcloba . San ta Fé, Corr ie nteS, y aún ambos lados d e la Cordillera: \
'i.lllti,1g0 de Chile y \-lendoza, etc.; al norte, junto a los grandes
rlo .; . .\ sunc ió n y los establecimientos de ~lisiones de los P.P. )
Jes u itas, y por el este San Vic e nte, San Pabl o, Laguna y luego el )
descu brimiento de las riquezas minerales de Minas Gemís, en el
corazón mismo del Brasil, crean dos movimientos sucesivos y rela­ )
c ionados.
)
1. 0) De aquellos establecimientos del litoral occidental y de las )
~!isiones, por distintas causas y modos, más o menos naturales o
pro\'ocados que no es del caso analizar, se produce la sa'lida, aban­ )
dono y dispersión de ganados,. particularmente los mayores de más )
agre si vidad y resistencia, que librados al puro estado fisiológico en
con diciones óptimas de ambi~nte se reproducen de manera fan­ )
t,istica y llenan aquellas praderas de ambas bandas orientales, la
)
del.Paraná (hoy Provincia de Entre Ríos) y la del Uruguay (hoy

República Oriental del Uruguay y Estado de Río Grande), de sus )

hijos, qu e olvidada la domesticación se hacen cimarrones o regre­

sados a una condición salvaje y libre. )

Pero, la economía de las sociedades e uropeas coloniales de )


ambas naciones íberas, giraba, en mayor o menor medida, alrede­ )
dor de los yacimientos de metales y piedras preciosas del Alto
Perú (Bo liv ia) y Minas Gera is (Brasil). )
)

25
)
2.°) Para estas expl otaci ones, los españoles primero y los por­ E l lector tal vez se esté pregu ntando a estas alturas e l por qué
tugueses luego, necesitaban animales de transporte y carga, fuertes de tanta d e tenci ón e n este tema de los arrieros de mu las y esta
y sufridos, capaces de andar por las escarpaduras montañosas y co ndi ción cu ltural. Es que all í estaba la sem ill a d e los p rimeros
terre n os pe d regosos ; estos animales, para el e uro peo e ran, natural­ ga uchos . Ya en e l siglo XVIII (el XVII fue el del auge de la c ultura
mente, los as nos y mejor aún, los m ul ares, mu las y macho s, (a ún de la mula), no es 'extraño ve r q ue los vagabundos de campo. chan­
con e l inconveniente de su esterilidad ) por talla, fue rza y manse­ gadores y gauderios, que andaban cruzando nuestro te rritorio, eran
du mb re . Pero la cria, más o menos natural, de grandes manadas de Tucumanos, San tiagueños , Me n docinos y hasta Chi lenos, además
mu lares, producto de la cruza de asnos con yeguas, era imposible de Santafecinos Y Riograndenses o Paulistas.
en las zonas sub-tropicales de Minas, o en las montañas del Ande; Es que lo que podríamos llamar pre-gauchos o ur-gauchos,
en consecuencia, primero los españoles y luego los portugueses
eran esos arrieros, productos de esa cultura de la mula, anterior a
habrían de dirigir sus miradas hacia las prad eras verdes de la
la del caballo y el vacuno. Matriz de una serie de coordenadas
cue nca del Plata. Allí estaba el habitat ideal para esa cría y allí,
cu lturales de la mayor trascendencia por la impronta y la herencia
detennin ismo fantástico, Yi1 se criaban naturalmente, en cantidades que habrían de dejar sobre la gauchería que habrá de suceder a los
fabulosas, los an imales que ellos precisaban. primitivos acem il eros, algunos de cuyos b ienes culturales son , a
saber: la b ota de potro ; el sombrero panza de bu rra; el recado ­
Desde Lima y el Alto Perú, anti¡.¡;uos soldados, aventureros y
hasta viejos acemileros en su España natal, provenientes principal­ que es en realidad como explicaremos a su tiempo, no una silla de
montar, sino una derivación de las albardas y bastos de los asnos,
mente de aquellas regiones donde el burro es el gran medio de
en España-; los estribos de madera, llamados de "baúl" o "trom­
transporte (Asturias, León, Castilla la Vieja, Galicia) bajaron al Sur
pa de chancho" ; el freno de goznes, de bocado articulado, para ani­
a la búsqu eda de las mulas, de las que se formaron grandes arrea­
males de boca duu, llamado, precisamente "freno mulero", y el
das hacia el Norte. Pronto se organi zó toda una cu ltu ra, que unía
esos puntos distantes del "Virreinato del Perú", a través de una arreador, entre otros.
ruta zigzagueante por quebradas y desiertos del noroeste argentino. Para que se comprenda mejor lo que venimos indicando, va­
La ruta de las mulas . La ruta del agua, como muy acertadamente la mos a transcribir una descripción de un viajero por el Perú, ya en
llamó don Justo P. Sáenz (h.), pues iba cosiendo aquellos puntos e l Siglo XIX, que describe a un arriero de mulas, con más aspecto
donde era posib le disponer del vital elemento. A los arrieros se de ladrón de caminos que de otra cosa, cuyo retrato es idéntico al
agregarían, pronto, las otras necesidadess del comercio interno, de cualquiera de n uestros primitivos gauchos:
debido a las prohibiciones de la España de los Habsburgos que no
au torizaban el comercio Atlántico desde Buenos Aires; así los pro­ "Descripción de los arrieros de mulas: se van balanceando
ductos europeos y otros de la tierra, llegaban desde los Andes sobre sus sillas, fumando su cigarrillo, uno con la vigüela a media
hasta el litoral, por las mismas vías y a lomo de mula y vientre de espalda, mascando hojas de coca mezcladas de betel. Su rostro bajo
carretas, y cuero, sebo, trigo, etc., iban desde el Litoral hacia Lima la sombra de un gran sombrero de paja Guayaquil colocado sobre
y Santiago por iguales caminos y modos. un pañuelo estampado que le encerraba los cabellos y le caía en
punta sobre la espalda, parecido a las redes de los majos españo­
En el centro de aquellas rutas había un punto, una población, les o a los cubrecabezas de las mujeres de la Provence. Una cha­
Córdoba del Tucumán, que por su equidistancia relativa con la queta corta de tela liviana le cubría el busto y sujetaba sus pantal"o­
zona de producción (praderas templadas del sureste) y de consumo nes de rana gruesa debajo de los cuales aparecían enormes botas
(Litoral del Pacífico y Minas de Potosí), pronto se convirtió en el de cuero de mula llamadas "Polainas", formando este calzado de
gran emporio del comercio de mulares, el gran mercado o feria de las piernas delanteras del animal, se preparan así: Se hace un corte
mulas. y lo fue a un punto tal que, su famosa Universidad se a la piel cerca del codillo, después se va descubriendo la epider­
levantó con los diezmos provenientes de tal comercio y se le llamó, mis hacia abajo justo hacia el vaso, que se corta netamente. La piel
no sin ironía, la Universidad de las Mulas. Para quien desee inter­ es entonces engrasada, salada, limpia (pelada) de una y otra cara
narse algo más en este pintoresco tema histórico, le recomenda­ (por dentro y por fuera) y expuesta al sol. Cuando está por secarse,
mos la lectura de ese sabroso libro, auténtica joya del estilo pica­ el arriero la calza en su propia· pierna sobre la que se adapta
resco en nuestra América, que es el "Lazarillo de Ciegos Cami­ completamente. Pero a poco ella se moldea, se pliega en el talón y
nantes, desde Buenos Aires a Lima" escrito bajo el Seudónimo de termina siendo una sola con la pierna del hombre, solamente el
Calixto Bustamante Carlos Inca (a) Concolorcorvo, por Don Alfonso dedo gordo queda al descubierto por el corte practicado cerca del
Carrió de la Bandera, Comisario de Correos y Postas (1773). vaso".

27
26
)

Agrega nuestro vIajero que, adormilado durante la marcha, riendas (sólo 2) con placas y pasadores me túlicos y el pretal o )
sentía a veces: "Demonios, carajas y puñeteros". pechera con las mismas características; el cinto de faltriqut:ras
llamado luego de "tirador"; los juegos de barajas o naipes; las
)
Fueron también estos arrieros de mulas los grandes disperso­ carreras de sortijas y los juegos de cañas (pruebas de agilidad )

res de prendas de origen indígena, como los sombreros blancos de e cuestre herencia de los antiguos torneos de la caballería espa­

Cuzco (que se venden en las pulperías de toda la ruta); y de ese ¡iola).

mestizo cultural que se llama manta o poncho, desde Nuevo Méxi­


co, y California hasta la Patagonia y el Estrecho de Magallanes. De los flamencos, el tipo de cuchillos y dagas y el modo de
Híbrido de la manta y capa españolas (en particular el capote de la lle\·arlos . De los alto-alemanes, las grandes espuelas que aquí se
marinería del Mediterráneo, de tantas influencias Norafricanas) llamarán más tarde "nazarenas", "chilenas", y "lloronas", y los
que fue la que le dió el nombre, seguramente, y las prendas simi­ )
es tribos, de un carácter también muy especial, conocidos como de

lares de origen indígena, de las que tomaría los gustos y colores, corona y 1/2 corona o de piquería, que más tarde se llamaron "de ')

por ser en sus telares que habrán de fabricarse después de inicia­ campana".

da la colonización. )
y ya que hemos mencionado a la marineria, esa marinería De los usos rurales españoles habrá de heredar, nuestro primi­ )
del Mediterráneo. en la que convergen herencias' de no menos de ti \'o poblador rural: la garrocha O desjarre tador, propio de los cui­
veintiocho culturas del perímetro de aquel viejo Mare Nostrum, dadores de toros de lidia; el lazo o reata (también vinculado a la
ella, a la que ya señalamos como una de las grandes vertientes m.\Tinería); casi todo su ajuar personal original: calzones, calzon c i­ ')
humanas que contribuirá a la formación de la gauchería en el Siglo llos anchos con cribos y flecos; las chaquetas , chupas, armadore s y
XVIII, dejará grandes herencias culturales en nuestro medio rural, chalecos; las fajas y ceñidores; el sombrero gacho de grandes a las
entre las que indicamos ahora, al pasar, las siguientes: las palabras, b landas (éste también del gusto de los soldados); el uso de un
rancho (por lugar de abrigo, donde se comía, en los antiguos vele­ ~ra n pañuelo bajo el sombrero, para protege rse del sol, del rocío y
ros de puente abierto); flete, antiguo barco muy veloz, aplicado al del pol\'o; las abarcas o botas de potro, ya señaladas a propósito de
caballo de las mismas cond iciones; isla de árboles, ensenada del : Ih a rrieros y todos los elementos allí indicados; la guitarra, \'igü e la
)
campo, costa de un monte o de un alambrado; banda; poncho, ya \ tlmple o tiple, llamado aqu í "chan ga ngo" o "charango"; las ch o­
señalada; los trenzados en sogas de cáñamo o cuerda, Que se co Llte ras de cobre batido que se tra nsforma n e n calderillas pa ra los .\
tr:lnsfieren a las tiras de cuero crudo o tientos; los aretes en las rr0pe ros; el mortero de madera; el asador, espeto ü fierro; las
)
orejas; las largas medias tejidas de color; los calzoncillos anchos y :n.lrcas de ganado, y una larga lista de e tcéte ras.
larp;os (aunque esta también es herencia rural provinciana espa­ )
ñob); el juego de la taba o astrágalo; el pañuelo atado a la cabeza; De los indios locales tomará un arma y útil de caza q ue
los gorros de media o manga, etc. ..! kanzará en sus manos el mayor des a rrollo y rendimiento: la bo­
J

Dijimos también, antes, que la soldadesca de la conquista, fue leadora, de dos bolas y sin forrar las piedras, que nuestro gaucho )

otra Je las grandes vertientes que nutrió los orígenes de la gauche­ lIe \'ará a tres ramales y con retobo , aumentando su seguridad y

e ficacia, tanto para la captura de \'ac un os y caballares, como de


)
ria. Y aquí hemos de detenernos a considerar cuando comenzó esa
conquista en el área rioplatense y de qué origen eran esos solda­ ñandú es, etc. Y el mate, continente y contenido, la bebida nacio nal ')

por antonomasia.

dos. )
El ler. Adelantado Don Pedro de Mendoza, comienza la con­
quista y colonización del Plata hacia 1540, con la Primera funda­ )
ción del Puerto de la Trinidad y Fuerte de Santa María del Buen 2. LA VESTIMENTA DEL CH.4..\"CADOR, GAUDERIO r )
Aire . Le acompañaban , además de españoles, soldados flamencos y GAUCHO._ y vamos, por fin, a describir la \'estirnenta del hOI11­
alto-alemanes (bávaros) . De aquellos soldados españoles, es decir, bre de nuestros campos, fuera un \'erdadero ga ucho, o su imi­ )
de uso militar o de su origen, quedarán a los gauchos y en los tador de todos los tiempos, el estanc iero, o por e l contrari o U Il )
usos rurales d e la región, his siguientes herencias culturales, entre si mp le peón conchabado y casi sedentario. Sin d ejar de repe ti r, por
otras: e l fre no de argolla, con copas y pontezuela, llamado de "can­ las razones que apuntam os , lo arbitrario de la solución, nos vamos )
d ad o" o fre n o de la jineta, al que nos habremos de referir con todo ;¡ referir a un prototipo y las vari an tes, como bien lo señalaba

detalle en su momento; la jáquima o collar, al que se denominará BI~nes en unos apuntes , todo es cuestión de mús o menos mugre o
Olcls o menos rotoso.
aqu í boza lejo , d el mis mo orige n del a nte rior; como las cabezadas y
)

28 29
Felizmente ab u ndantes son las fuentes documentales escritas a

citiéndose a los riñones u na jerga que llaman "c hiripá " y s i tienen
que podemos recurrir e n esta época prácticame nte huérfana de tes ­

timonios iconográficos, aunque las acuarelas de Emeric Essex Vi­


algo de lo dic ho, es si n remuda, an drajOSO y puerco, pero nunca les
dal, pueden b ien asim ilarse al vestuario y usos tí picos de la misma,
falt¿n los calzonci llos blancos, sombrero , "poncho" para tapa rse y
p u esto que fueron rea lizadas entre 1816 y 1819.
unaS bo tas de med io pie, sacadas de las piernas de los caba ll os y
\·acas " .
Los VIaJe ros, extasiados como los turistas de hoy en e l deta lle En la p in to resca "Causa de l Ladrón Crim inoso contra la Per­
pin toresco, son los prim e ros a que vamos a recurrir para ob tener so na de José Salinas" de l año 1797, que se encuentra en e l Archivo
una colorida pintura del tipo y su modo de vestir. de l J uzgado Departamental de Soriano y' fue publicado en la rev is­
ta "AS I R", hace ya a lgunos años, y que es un notable testimonio
En e l " Viaje de las Corbetas Desc u bierta y Atrevida" al mando de las hazañas de unos matreros que atraviesan nuestro territorio
del marino italiano Alejandro Malaspina , que anduvo por estas en b usca de caballadas para ven der a 105 portugueses , se dice, con
ti erras por 1789, e l naturalis ta de la exped ición, el marino guate­ referencia a una pulpería que e ll os asaltan: "tenía muchos ponchos
ma lteco Anton io de Pineda y Ramírez de l Pulga r, en sus apuntes \. gergas porque recién av ian ven ido de Bs. Ayres" . Asaltan tam­
costumbristas, describe as í a n uestro hombre de campo : bién a u nos peones y a otro " le quitaron la chamarra, rOVaron un
chapeado de p lata buena y dos frenos co n copas y dos Ponchos
"Una bota de medio pie, unas espuelas de latón (bronce) de Balandranes, un Freno con copas, unas Espuelas de Plata, dos
Pe llones Co lorados y unas Gergas, y toda cuanta ropa avía .. . y un
peso de dos o tres libras, que llaman nazarenas, un calzonci ll o con
som brero blanco".
fleco suelto, un calzón de tripe azulo colorado, abierto hasta más
arriba de medio musl o, que deje lucir el ca lzoncillo, de c uya cinta En un sumario instruído en 1785, en e l embargo de u na tienda
está preso e l cuchillo flamenco; un armador, una chaqueta, un I pulpería) de 105 alrededores de Montevideo, cuyo inventario se
sombrero redondo de ala muy corta con su barbiquejO, un pañuelo rea li za, se seña la la existencia de las siguientes prendas que coin ­
de seda de color y un poncho ordinario es la ga la del más ga lán de cide n con las descripciones anteriores y van comp letando la indu­
los gauderios ... ". "S i es verano, se van detrás del rancho a la mentaria del gaucho de la época : .... . ponchos santiagueños de
sombra y se tumban , si im'i emo juegan o cantan unas raras ~egu i­ '. .nios colores, ca lzones de tri pe ordinário encarnados y uno azul.
di llas que llaman de cade'na, o e l Pericón o \lalambo. acompañán­ t
l,¡ mi,as de lienzo de lino ordinario, calzoncillos de lienzo de Gali­
dose con una desacordada guitarrilla que siempre es un timple ... " L'IJ ordinario, de crea y de algodón; Gorros de Pisón azu les (es tos
t:fJn seguramente gorros de manga pues Pisón es localidad galle­

En "El Lazarillo de Ciegos Caminantes" de Alfonso Carrió, va 14.11; sombreros blancos de Panza de Burra ... otro entrefino negro,
mencionado , se describe el gaucho del siguiente modo : harbijos de seda negra, patluelos negros y de colores, c~ñidores de
,eda, bainas de suela para cuch ill os, mazos de cuerda de guitarra,
"\lala camisa y peor \'estido, procuran encubrir con uno o bom billas de lata para tomar mate, cuchillos desolladores, ba ieta
dos ponchos". de la tierra azu l, etc ".
En el Archi\'o General de la ]\;ación, también, en Tribunales ,
Por su parte Don Félix de Azara, el eminel1te naturali,ta ~.
Juzgado Civil de 1er. Turno, año 1799, en el juiciO referido a
minucioso observador, da este retrato de nuestros hombres de
.\!anuel Ces pes (a) "Val ien te" por haber matado a Lorenzo Peña­
campo, en su "\Iemoria sobre e l Estado Rural del RIO cito' la Plata".
losa, santiagueño, en una pulperia, se describe así al criminal cuya
que aunque escrita en 1801, tiene plena \'alldez p.U<l lo~ atio~
captura se solicita: "Alto de cuerpo, cerrado de barba, pelo largo
inmediatos posteriores y anteriores, por las pocas \ ariantes que
trenzado, a lgo trigueño, como españo l, chaqueta azul, armador c()­
sufrió su \'eshlario por aque ll os tiempos:
Iorado, calzón de pana \'e rde , sombrero blanco \'iejo, descalzo \.
con botas de yegua" .
"Los que son acomodados usan chup'l o chamarra, ch.lieco, También en el mismo Archivo, yen un proceso de fccha 23 de
calzones, calzonci ll os, sombrero, ca lzado y un "poncho" que es un Julio ele 1798, iniciado por un grupo de hacendados contra linos
pedazo de tela de lana o a lgodón fahricado en las provincias de "male\'os" ele la campaña. ya presos, un testigo a l que estos desnu­
arriba, ancho s iete cuartas, largo doce y con L1na raja en medio para daron en el asalto a una plllperia, dice que "al \'erlo sólo en
sacar la cabeza. Y los peones, jornaleros y gente pobre no gastan ca lzoncillos, otro le dió un chirip¡í o medio poncho, para qlle se
zapatos. los más no tiencn chaleco, chupa ni camisa v ca lzones, l'lIbnese".

30 31
En el año 180:2, de un tal Mathías Ribayne ra , que prometió Finalmente trae a colación el uso de trenzas en el pelo, por
casamiento a Petrona Gómez en Buenos Aires y luego desaparec ió los gauchos, al transcribir el relato de un testigo de un hecho
e n la Banda Ori e ntal, se da la siguiente des cripción para su re mi ­ c riminal en 1791: "Le cortaron la trenza única del pelo con el
sión: " Es de edad como de treinta años: de crecida y gruesa sab le y que tiene presente que este fue Tomás al decirle: ahora te
estatura; ojos pardos; color blanco; pelo castaño claro y poco, algo he de tuzar como caballo ... ".
crespo, y suele frecuentemente traer la cabeza atada con un pañu e­
lo blanco; su trage chupa y calzón de paño azul, con poncho listado Para que no se diga que sólo nos hemos referido a gauchos
y descalzo; no tiene oficio, pero su tragin es de Estancia a Caba­ \'agabundos y más o menos delincuentes, vamos a señalar en esta
llo". serie de transcripciones, la descripción que de Pancho Candioti, el
llamado príncipe de los estancieros de Santa Fé, patriota artiguista, )
En el Archivo Provincial de Córdoba, en el año 1782, en un hizo J. Parish Robertson, hacia 1810: "Sus atavíos, a la moda y
Expediente Criminal, Legajo 36, Expte. 1, se describen las prendas )
estilo del país, eran magníficos. El poncho había sido hecho en el
del imputado: "una camisa de lienzo usada con sintas azules en los Perú y además de ser del material más rico, estaba soberbiamen-te
Puños unos Calzoncillos de lienzo con una guardita arrasgada bordado en campo blanco. Tenía una chaqueta de la más rica tela
(quiere deci r que eran con cribas) unos calzones de tripe viejos sin de la Ind ia, sobre un chaleco de raso blanco que, como el poncho,
forro y remendados en los fundillos con tripe de otra clase y con era bellamente bordado y adornado con botoncitos de oro, pen­ )
señas de haber tenido charreteras (esto es ligas de galón en las dientes de un pequeño eslabón del mismo metal. No usaba corbata
botamangas ), unas Calzetas blancas de lana y una faxa que según y el cuello y pechera de la camisa ostentaban primorosos bordados )
él dice era colorada y vieja, la faxa y cal zetas dice que las dio a un paraguayos en fino cambray francés . Su pantalón era de terciopelo
Peón de una tropa puntano por un tiradorcito de Corda van pintado, negro, abierto en la rodilla y , co mo e l chaleco, adornado co n
y por un poncha que tenía azul usado .. .", etc. botones de oro, pendientes también de pequeños eslabones, que )
En otros expedientes similares del mismo Archivo hay referen­ e \'iden temente, nunca se habían pensado \\Sar en los ojales . Debaj o
)
cias a "un poncho azul de a peine", y a un fulano que andaba de esta parte de su traje se veían la~ extremidades , con Oecos y
"desnudo, sin camisa, con unos calzoncillos de baye ta blanca y con c ribados. de un par de calzoncillos de delicada tela paraguaya.
un pon cho az ul hecho pedazos". Era n amplios co mo pantalones de turcoman o, blancos como la
nie \e y llegaban a la pantorrilla , lo bastante como para dejar \'e r un \
Archivo Histórico de Córdoba, Sección Criminal, Legajo N.O
40, Año líB6, Expediente 36 - "Córdoba, Bartolomé. Robos de I pa r de medias oscuras, hechas en Perú, de la mejor lana de vicuña . )
Las botas de potro del señor Candioti ajustaban los pies y tobill os
Hacienda" , 1786, dice uno de los testigos: "También le consta a )
como un guante francés ajusta la mano, y las cañas arrolladas dú­
este declarante que haviendo estado en su casa Thomas Barrera
ban les el aspecto de borceguíes. A estas botas estaban adherida s
donniendo, le robo dicho reo Cordova una chupa de' paño , un
un par de pesadas espuelas de plata. brillantemente bruñidas . Para
sombrero, un pañuelo, una camisa y calzoncillos ... ". )
completar su atavío, el principesco gaucho I1e\'aba un gran sombre­
ro de paja del Perú, rodeado por una cinta de terCiopelo ne gro. y
Ricardo Rodríguez Molas en su trabajo "La indumentaria del
su ci ntura ceñida cr)J1 una rica faja de seda punzó, destin ad a al
.)
gau cho en los Siglos XVIlI y XIX (in Revista de la Universidad de
triple objeto de cinturón de montar, de tirantes y de cinto para un
la Plata, Año 1, N.O 1) nos trae las siguientes interesantes trans­
gran cuchillo con vaina marroquí, de la que salía el mango de pl a ta
cripciones, en 1799: "Jacinto Chana es de estatura baja, regordete
maciza". Conviene aclarar que ese era el traje " de diario" de don
;.
de cuerpo, pelo grueso y mucho; rizos cortos, desertor de Blanden­
Francisco Candioti.
)
gue s de ~Ialdo na do, ojos grandes y mui vivos, cejisjunto a el

cerrarse , delgada nariz empinada, carrillos llenos de poca barba,


Apuntamos que a los sesenta indios guaraní es de las anti guas )
pi es ch icos ca lzón azul de paño, armador de terciopelo negro, pon­
~1isiones, que trabajaban e n las Reales Obras de Montevide o, la
)
c hillo cordobés azul, camisa de bretaña gruesa"; otro e n el mismo
autoridad les suministró, en el mes de marzo de 1780 el siguiente
expe di e nte d ice así:' " chaqueta y calzones de paño azul, y armador
ve stuario, a cada uno: "Un chaleco de Pañete o Cordellate, Un par
de bre taTia y cam isa de bretaña gruesa, poncho santiague ño con el
de calmnes de lo mism o, Dos camisas de lino o Algodón , Dos
cam po amarillo, cinta en la b oca de dicho poncho atisn ada azul ... ".
)
pares de Calzoncillos de lo mismo; Un gorro de Pisó n encamado,

En 1792 de un tal Sim ón Pérez, heridor de otro, "gaucho de esta


Un Poncho Cordov és ordinario, Un cuchillo" (Archivo Gen eral de )

Band a ", se dice : " ... e l ve stido: chu pa azul, calz ones e ncarl1<'ldos ,
la Nación , Mon tev ideo, Caja 99, Año 1780, Carpeta 7a., Docu­
esp ue las de pla ta, bota b lan ca d e gato" .
mento 83, Buenos Aires). . )

32 33

Entre la lista de los productos que vendían las pulperías de


campaña de la jurisdicción de Montevideo, el año 1788, encontra­
mos los siguientes: "Ponch os, gergas, cal~onc ill os , cuchi Jlos, es­
puelas Amarillas, fren os, chalecos, p iezas de lienzo de algodón,
pi ezas de lienzo de li no, calzones, cintas de hilera, Botones para
Puños, camisas dé li no, Pellones Azu les, chalecos blancos, sombre­
ros, asador, ch'lpas, coginillos de camero", etc.
Finalmente vamos a transcribir parte de la "Sumaria Informa­
ción hecha de la aprensión de ocho Cargas de Tavaco" por la
Guardia del Pilar de l Cerro Largo, el 31 de mayó de 1798, opera­
ción a cargo del Cabo de Blandengues Pedro Amador Femández y
~ 1I partida. En las declaraciones de los integrantes de la partida,
dice el Baqueano de la Guardia, Pablo Giles·: " .. .estando en el
citado Puesto de Ponayte bio bajar el que declara un jinete por
una cuchilla y a [in de reconocerlo y que no sospechase abia
Partida dispusieron mandar un Blandengue disfrasado en traje de
Gaucho a preguntarl e de donde venía y adonde se d irigía, se
encontró el Blandengue con el Jinete que bajaba a el Arroyo de
Sarand í. .. " .
El Cabo Fernández dice: ..... bi endo por una cuch illa benir un
Jlnete a lo que el citado determinó ocultar su Partida , y dispuso se
dlsfrasase un so ldado en trage de Gaucho... " (el soldado se en­
t llentra con el jinete arroyo por medio) y prosigue : " .. .y preguntán­
dnl/:' f'1 gaucho a el Blandengue, qué· novedades havía, y le res­
pundió el soldado no savía ningunas ... "; ..... y que le preguntó e l
Gaucho si havía Partida en el Fraile Muerto respondió el Blanden­
~lle que no que ya se havia retirado, y le preguntó al gaucho qué
Baqueano andava en la Partida le respondió el Blandengue que un
[ndiecito Regordete, y entonces le dijo el Gaucho ese será Pablo
Giles, a lo q ue le respondió el Blandengue que quien era ese
P.lblo Giles que no lo conocía, y entonces ese mismo gaucho le dió
las señas .. ."
El Blandengue Benito Cardozo declaró: " ... que siguiendo la
marcha a lo de Ponayte donde llegaron y al día siguiente. divisaron
!Jt~nir un jinete por una cuchilla a caer a el paso del Sarandí a lo
que determinó el cavo se ocultase la jente y mandó al Blandengue
\Iartín Correa se disfrazase de Gaucho ... " , etc.
Aparte de lo pintoresco de los diálogos, etc., que aparecen
transcritos en las declaraciones, el mayor interés de este docu­
mento, uno de cuyos fragmentos hemos puesto como acápite de
este trabajo, radica en el hecho de que, más allá de las salvedades
-=-.'Re¡\\'t \Obre prendas, usos y momentos, que hemos hecho hasta aquí, ya a
Cbanga¿or~s. fines del siglo XVIII, existía, aún entre la gente de la campaña, el
g.ud~rios o concepto de la existencia de UN TRAJE DE GAUCHO, es decir.
gauchos . c. 1780· 1ROO
~dna ;::~timenta caracterizada por el tipo cultural, hasta el punto de
l,Suct..z.a
H
r , como señala el expediente, eso es . camuflar a un Blan­

35
34
,
dengue, para que le confundiera aquel que era un verdaderQ gau­ )
atada a la cintura con una cuerda.. Muchos de ellos no llevan
cho. Es claro que todo hace suponer que no habrán sido muchos los camisa, pero usan sombrero, calzoncillos blancos, un poncho y )
cambios. Aún admitiendo que aquel fuera bien uniformado, bien cortas botas hechas de cuero de potro y ternero; otros usan para
pudo quedarse con los calzones rojos, calzoncillos y botas de potro, este fin cuero de gato montés. Como no hay barberos, se afeitan
)
sacándose el chaleco y chupa azul con vueltas carmesí .del unifor­ muy pocas veces y e's tas con su cuchillo; generalmenté usan largas )

me, tapando su torso con un poncho ordinario cualquiera y ponién­ barbas . Las mujeres van descalzas y son muy sucias. Sus vestidu­

dose pañuelo y sombrero gacho en la cabeza. ras consisten comunmente, de una camisa sin mangas sujeta por un )
cinturón a la cintura; muy a menudo, no tiene más que la puesta".
Juan y Guillermo Parish Robertson en "Cartas de Sud Améri­ y ahora sí, finalmente, hemos llegado al momento de poder
ca" - Primera Serie - Andanzas por el Litoral Argentino (1815­ )
describir el vestuario del gaucho y paisano oriental, entre los años
1816). Traducción, Prólogo y Notas de José Luis Busaniche. Emecé que hemos señalado como la l.a EPOCA, si lo encontráramos )
Editores. Buenos Aires, 1950, dicen: cruzando por la campaña, de un pago a otro,durmiendo sobre el
)
(Pág. 203 y sig.): "El capataz -comandante en jefe de la recado, y en día no demasiado caluroso.
tropa-, montado en hermoso caballo, toma su último mate a la De los pies a la cabeza: )
puerta de la estancia, antes de emprender la marcha, habla con el
Botas de fabricación propia, no comerciales, de carácter estric·· )
dueño de casa y su familia, al parecer muy indiferente pero en
realidad vigilando con ojo avizor todos los movimientos de sus tamente funcional, confeccionadas en cuero, lonjeado o no, de vaca )
hombres que se preparan a partir" . o ternera, de yegua o potro o de gato. Generalmente cortadas a
medio pie, esto quiere decir dejando todos los dedos al descu­
"Por último' se despide y da la voz de mando para la marcha, bierto, en cuyo caso, que era también lo más frecuentE, sir- iT: = dia ~:.
poniendose luego al frente de la tropa, grave y sosegado, fumando )
su cigarro. La indumentaria del capataz tiene algo de estanciero Si se trataba de un estanciero o de un hombre más prolijo o
criollo y algo de militar. Viste chaqueta azul, pantalones de lana y delicado, la bota era cerrada y usaba medias de lana o de algodón,
botas de potro, chaleco de felpa, rojo, con botones de metal; ancho hasta las rodillas, de uno o vanos colores. Las cañas de las botas °
y lujoso cinturón de cuero que ostenta monedas españolas y un iban estiradas y sujetas con una guasca o una cinta con b orlas', de
puente de eslabón de plata, como los botones de camisa que se ~ej ido de color vivo, llamadas ligas, o se doblaban cdsi al tuLillo. A
usaban, antiguamente; a un lado del cinturón lleva una pistola de L' St.a S botas iban sujetas, siempre que el hombre e,taba ,obré el

gran tamaño y en el otro un cuchillo con mango de plata repujada. caballo o en pie de marcha, unas grandes y pe~adas espuelas, de
Luce pesadas espuelas de plata y rebenque del mismo metal, bronce amarillo, de plata, o de hierro forjado Le más frecuente, en
l',>t.a época, eran las de bronce, llamado por los españoles latón,
que cuelga de su mano derecha; en el brazo izquierdo tiene un )
poncho de fabricación indígena; lleva atado un pañuelo de seda y metal amarillo, o las de buena plata del Perú.
encima un sombrero pequeño asegurado con barboquejo de tercio­ De la cintura hacia abaja cubría su cuerpo con dos prendas )
pelo negro. Tal era la indumentari.a de don Manuel, el capataz, que 'i uperpuestas : la interior, un calzoncillo, de piernas largas hasta la )
había sido en sus buenos tiempos estanciero no muy rico, pero si pantorrilla, de algodón o de hilo (lino), con o sin calados, o cribas y
respetado por todos en la provincia". con un f1eco en sus bajos, también de largo \·ariable. )
y en página 205: "Finalmente, cerrando la fila, van los bueyes )
Sobre los calzoncillos, unos calzones de corte dl' la época, es
de remuda, arreados por cinco o seis gauchos bien montados y
decir, ajustados a las caderas y muslos, largos hasta lá rodilla y con )
vestidos con chiripá, calzoncillos de algodón, botas de potro, cha­
un corte lateral desde el bajo hasta el medio muslo, curte con
queta, poncho y sombrero pequeño, de paja" . )
ojales y can botones de metal, latón, plata y, excepcionaIJ1lf'nte, de
Emeric Essex Vidal en las "Ilustraciones Pintorescas de Bue­ oro. Se confeccionaban de un pañete de lana , aunque lus más )
nos Aires y Montevideo" (Londres, 1820. Traducción de Carlos comunes lo eran de tripe (especie de terciopelo de ;an :L gcpcral­
)
Muzio Sáenz Peña. Ed. VIAU, Buenos Aires, 1943), señala: "Es­ mente rojo o azul); de bayeta o de pana. Los coiores rnús frecller,·

tancia de San Pedro (Colonia). Vestuario de las Gentes de Campo. tes eran los ya mencionados, el negro , el castaño v el \"f::rde . En el
)
(Pág. 23): Los mayordomos , capataces o propietarios, y en general periodo que estudiamos y cada vez con mayor frecuencia, estu ~

todos los que pueden comprarlo, usan un jubón, chaleco, calzones, cal zones eran sustituidos por un rectángulo de tela u jerga, al que )
calzoncillos. sombrero, zapatos y poncho. Sus peones , en cambio, se le daba el nombre de ch iripá o medio pOlLcho. Sujeto a b
)
usan solame nte el ch iripá, q ue es un trozo d e burda tela de lana ci ntura y e nrollad o a las caderas, como un ma ¡:dil 1) !T1<.Lntdla, pero
(
)
36 37
}
p uesto de atrás hacia adelante, con e l cruce ab ierto sobre la pienltl Ya sobre las postrimerías de este período se extend ió, po r
derecha. influencia mil itar, el uso de un poncho de bayeta azul , con forro.
Tan to los calzones com o el chiripá, se sujetab an a la cintura co lorado que, los naciona lismos nacientes , al ser dado po r el Esta­
do lIamarian "Patria" .
con un ceñidor (una cinta ancha de 10 cms. aproximadamente) de
seda, con fl ecos o borlas en los extremos, o faja, de lana tej ida en A veces en la oabeza sólo llevaba el pañuelo, o un gorro de
telar como los ponch os. manga, con ocido también ·como de Pisón, de uso militar y, entre
los ind ios al servicio del Rey y la marinería, de paño azu l o colora­
Sobre esa faja o ceñidor iba, a veces, el cinto propiamen te do, aunque también los hubo verdes .
dicho, ll amado tirador, con fe ccionado en tela (seda, terciopelo) o
de cuero fino (tafilete, gamuza), o de ambos materiales combina­ Vamos a señalar ahora algunas variantes en esta vestimenta,
dos, con un gran bolsillo atrás y otros dos a los lados, cerrado al que serán más de circunstancias o actividad que por otras causas .
frente con varias hebillas o con abotonaduras de metal (p lata, E! mismo hombre, así vestido como lo vimos, al llegar a unas
latón), llamadas más tarde "rastras". "casas" y apearse hará las sigu ientes operaciones: si llevaba puesto
El ceñidor y el tirador servían para sujetar el c uchillo o daga o el poncho, se lo quitará y lo dejará e n el caballo, o, más proba­
puñal, siempre sobre los riñones y envainado de de recha a izq uier­ blemente lo doblará sobre e l hombro. Al hacerlo, tuvo que quitarse
da y de arriba abajo, de tal modo que el codo derecho flexionado, el sombrero y con él el pañuelo de la cabeza el que dejará simple­
fác ilmente tocase el extremo de la empuñadura. men te anudado al cuello, vo lviéndose a poner el sombrero -la
urbanidad no exigía n i exige aún quitárselos en el campo ni en e l
"patio", alero o en el rancho del "personal"; en cambio esa misma
Cubrían el tOl:SO con una camisa también de crea, de algodón o urban idad le exigía quitarse las espue las y co lgarlas en el recado
de lino (h ilo), cuyas características habran de ser descritas luego de l caball o, en el palenque o en el cabo del propio cuch ill o, con e l
pormenorizadamente. Encima de la camisa, el armador o chaleco, rebenque que no se le caería de las manos mientras estaba a
de pañete, de seda, de terciopelo, de tripe , de bayeta, etc. Encima caballo.
de l chaleco, especialmen te en inviprno, una chaqueta, chupa o
chamarra. En la cabeza, de cabellera larga y genera lm ente trenzada Si está en la vaquería, corriendo ganado para desjarretarlo, se
en un a trenza atrás o coleta, un pañuelo grande de seda o de ' Iuitará, posiblemente, la chaqueta, aún los calzones (preferirá el
a lgodón, de colores vivos, sujeto en triángulo cubriendo el casco y l' hiripá ) ali'-"ianándose a veces hasta del ponc.ho. Lo mismo ocurrirá
frente y atadas sus puntas a la nuca, o flotante alrededor de cabeza para bolear potros o avestruces, y entonces lo ve remos con las
y cara y atado bajo el mentón. Sobre el pañue lb o sobre el cabello holas a la cintura y cuando carga más de un juego, con otras en
cuando no habia pañuelo, un sombrero de castor o fi e ltro, gacho, banderola, en vez de llevarlas de "gurupa" en el recado .
de anchas alas y copa relativamente baja, o un "panza de burra" de
alta copa y alas cortas, o un sombrero blanco de "Cuzco", casi un En la cuereada y la sebeada, lo veremos descalzo, sin chaque­
galerín de copa redonda y alas cortas, hecho con una pasta de lana ta, poncho, ni cha leco, el pañuelo al cue ll o (para atajar el sudor),
de llama y vicuña blanca. 0, finalmente, en verano, un pajilla con chiripá, arremangados los calzoncillos hasta el mus lo, y el
venido del Ecuador o de Panamá, de tejido de palma, de anchas culero puesto delante, como mandi l. Si lo vemos pronto' para jine­
alas y copa más bien alta (lo que ahora consideraríamos una "clo­ tear o domar un bagual, lo veremos sin sombrero, bien sujeta la
che" horma sin planchado especial). Todos con barbiquejo o bar­ melena por el pañuelo, como "vincha"; sin poncho , chaqu e ta 111
bijo, lo más frecuente de cinta de seda negra >' una borla en el chaleco, bien colocado el culero para proteger el ca lzón o el chlTl ­
extremo, el corredor de madera forrada :!c hilo , de seda, o de p,¡ de los roces violentos en las posaderas. Amarrada s con ti e nto.;
metal. las espuelas , bien " fijas", para aumentar su poder.
Si va a correr una carrera, se habrá despOjado tambi é n del
Salvo por lucirse, paquetear, o cuando estaba por llegar a casa poncho, sombrero, chaqueta, chaleco y hasta de los calzones y de
conocida, o cuando lo llevaba sobre el caballo, en espera de que se
las botas (llevará las espuelas sujetas a los pies), proc urand o " ali ­
le secase después de alguna lluvia en la que le sirviera de imper­ \ianarse" .
meable, iba siempre el hombre, de a caballo, cúbierto con su pon­
cho, las más de las veces hecho en los telares de las provincias "de Si tuviera que pelear en duelo a cuchillo , se quitaní el poncho
arriba" (las del noroeste argentino), llamados: cordobés, santiague­ ~. ~as espuelas, se ajustará el barbijo con el sombrero hacia atnís
ño, balandrán, vichará, etc. eVItando que le pueda perjudicar la visual, o se lo quita d. El

38 :39
poncho lo arrollará en su antebrazo izquierdo para que le sirva de II
protección. Tambi én se arremangará los calzoncillos.
)
y el mismo jinete, vestido como le vimos al comienzo de esta DESCRIPCION DE LAS "PILCHAS"

deSCripción, si en vez de llegar a unas "casas" (aunque fueran


ranchos) lo hiciera a una pulpería, y más si en ésta hubiera algunas PRINCIPALES - LA BOTA DE POTRO

damiselas como aquellas de la venta del Quijote, amables con los )


viajeros y paseantes, también se quitará el poncho y lo doblará )
sobre el hombro, pero lo dejará bien a lo largo, arrastrando uno de
sus extremos; lejos de quitarse las espuelas, entrará con ellas de )
arrastro, haciéndolas sonar fuerte; no dejará el rebenque y de la
)
muñeca lo hará deslizar hasta la mano, entre cuyos dedos quedará
tomada la "manija", haciéndolo balancear. En fin, se acomodará las Sobre este elemento del vestuario del gaucho, uno de los más )
"pilchas" para que luzca el "tirador" si lo tenía y, en especial, el caracterizantes a pesar de que su área de dispersión iberoameri­
mango del facón y su porte general de "macho". )
cana excedió en mucho, en la época col onial e inmediata post­
Agregarnos para completar el "retrato" de nuestro personaje colonial en el Siglo .' (IX, a la del gaucho, existe una monografía de
q 11e, más por dificultad para afeitárselos que por moda, el bigote y lectura fundamental para quien aspire a profundizar en tal tema:
)
las barbas los llevaban siempre largos, y un arete en una o las dos " LA BOTA DE POTRO - FOLKLORE ARGENTI NO IV" por

orejas. Roberto Lehmann-Nitsche. Buenos Aires, Impr. de Coni Hnos ., )

1916.

La denominación genérica "bota de potro" se aplicó (y usamos


el tiempo pasado porque prácticamente ha desaparecido su uso y
~u confección ) a un tipo de calzado rústico, funcional, que fue
¡Isatlo por nUtsrra gente mral desde e l siglo XVII cuando men os
\ flue fu e común a los a rrieros de mulas d e Chile y Perú, a los )
primi ti\'os vaqueros y sebeadores del litoral occidental platense, a
lus changadores tle la Banda Oriental y a los cruzadores paulistas y )
la gl.l n istas que arreaban mulas hacia \Iinas ~. luego depredaban el
\'acuno en las praderas de la Vaquería del \[ar (v. "El Gaucho, su )
Espacio y su Tiempo" , del autor, ARCA , 19691. Esta denominación
, . .. .:.::::- ~
,...- --.;:;:::: "" gen érica se refería ent'onces a e~e calzado car..H,terístico, consisten­
,r . . . , . .. ,.~.
l . <'.. ~ ':/ \ ....
te las más de las veces en un tuho de cuero ancho, sin costuras,

~~
~ ;~ - '.-- ~" \"r
que ajustaba pierna y pit:, sacado de las extremidades posteriores
de burras, potros, temer3S, vacas y yegu a ~ , y, a \'eces, hechas con
)
. ~ \" .-::- ,~
cuero de gato montés o pajero, o con las patas traseras del puma o )
0 - ·
:..J \. . , ~. el yélguareté .
".,. . / ,1-­ )
~.....'~" ' : ,,
• 1

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)
Como indicamos en la Introducción de este ensayo, se trata de
una herencia cultural europea, más exactamente mediterránea, re­
cibida por el gaucho a través de sus genitores españoles, parti­
cularmente vinculada a la cultura de la mula o de los arrieros,
probablemente emparentada con usos provincianos de Asturias,
Galicia y León, vinculados a la utilización de asnos y mulares
Como animales de silla y carga. Tendría así similares orígenes
directos a los del sombrero "panza de burra" , au nque con raíces
culturales muy an tiguas en el mundo del viejo \1 c: diterránco.

40 41
moda y costo produjeron semejantes efectos en el mundo ant iguo
con la d iferencia de que allí "no se extingu ió, sino que se mod ifi­
có, poco a poco, a form as que apenas permiten reconocer e l origen
primitivo".
A nuestro ju icio, la evolución de este calzado en nuestra Amé­
rica y en e l Río de la Plata, en especial, fue la sigui ente : al
com ienzo se sacó el cu ero de las patas (extre m idad es posteriores)
de las burras, cuyo cuero ya se estropeaba al q ui tarles el redondel
de la panza, para los sombreros; animales de poco interés, de pelo
generalmente gris claro o b la nco en las extremidades, lo que daba
un cuero de buen aspecto , También de los potros (animales ma­
chos enteros de poca edad), cuya disminuc ión también se procu­
raba pan~ consegui r el apareo de las yeguas con los burros hecho­
80,. griega
res·, a fin de obtener mulas y machos (mu los), como se sabe hibri­
dos incapaces de dar hijos.
BO(d dt" Moisl'S
de M i¡(ud An¡.:e l Poco a poco, con el enorme desarrollo del vacuno, en la Banda
m~Jit'\dl
Oriental, principalmente en aquella extrao rdinaria Vaquer ía de l
~far, la gran reserva organizada por los Jesuítas, desde sus Ylisio­
nes del Alto Uruguay, en las invernadas natura les al sur del Río
:\egro, abarcando las cuencas de l Yí, el Santa L ucía, el Cebollati, y
Como lo ha demostrado acabadamente Lehmann-Nitsche, los principalmente los valles entre las sierras de los actuales Deoarta­
orígenes de la bota natural de cuero crudo quitado de las extremi­ men ta s de Treinta y T res, Lavalleja y ~Ia l donado, sustituyeron
dades posteriores de animales vacunos (y asnos, agregamos por dque llos por las terneras y vacas, sacrificadas para la sebeada,
nuestra cuenta) son muy antiguos y, cuando menos, fue usada, por: l' U~'OS cueros pequeños y ne poco peso, no tenían el interés comer­
los antiguos Hebreos, Medos, Troyanos, Griegos antiguos, Etrus­ cial que e l de los toros y novillos, Luego, por razones del cambio
cos, Romanos, Galoromanos, Escitas, Francos de la época de los económico producido por el pasaje de la economía mostrenca de­
c~olingios, Escandinavos, Alemanes, Franceses, Suizos, Ingleses, predadora de los ganados cimarrones para consumo só lo de cueros
Escoceses e Irlandeses, · Polacos, Griegos del Siglo XVI, Italianos, v grasas, a la de cría y engorde con destino a la industria de l tasajo
etc. Y concluyó este autor: "La bota desaparece en el mundo I fundación de saladeros desde 1780) y por expresa prohibición de
antiguo al fin del Siglo XVI, justamente en la época en la cual fue las autoridades, se vuelve otra vez a la bota de caba ll ar, pero ahora
trasladada, por los Conquistadores, a América; pero allí , sólo en los no a la de potro, primitiva, sino principalmente a la de yegua,
países del Plata, en el Brasil del Sur y en Chile, puede compro­ ,¡nimal de muy poco va lor en el campo en aque ll os tiempos .
barse todavía (1916) su existencia, condenada aún aquí a pronta
extinción. Mientras que en las citadas partes de América se conser­ El bando a que nos referimos , del Gobernador Don Joaqu'ín
va en su forma arcaica, e insignificantes son las modificaciones que del Pino, dado en Montevideo el 19 de setiembre de 1785, dice:
en uno u otro caso aislado ha sufrido (partición longitudinal a lo .. Por cuanto es Notorio y se tiene larga experiencia de la destru~­
largo del empeine para ajustar e l cuero al pie por medio de cor­ ('ión que causa en los Ganados Bacunos el uso de las botas de
dones, refuerzo de la suela por medio de una plantilla de cuero), ternera, ternero o Baca que, generalmente usa la Gente Campes­
en los países donde es originaria, la bota se modificó en un grado tre y a fin de que en lo susesibo se ebite igual Abuso y desorden
tal que ya no merece este nombre. En América ya no sufrirá e n perjUicio de los Asendados y del estado en birtud del Presente
modificaciones, a excepción de las ya indicadas; los motivos de su proibo el uso de las espresadas votas y cf . solo se us e n de yegua y
pronta desaparición en América son ... los altos precios que han sus crías embras y ha efecto de que la citada proibision tenga e l
alcanzado los cueros del ganado caballar y vacuno"... y agregamos devido Cumplimiento desde Primero de Noviembre del presente
nosotros el desarrollo de los calzados industriales de uso rural, de año, librense Iguales edictos que este a los ComisioAados del a
bajo costo y fácil obtención, la bota de confección, de cuero curti­ Campaña para qe, en sus respectivos pagos lo agan saber y qL' .
do y, sobre todo, su verdadera heredera entre la gente más modes­ cuiden deq. fenecido el término q .< se señala. Recojan yncontinen­
ta, la alpargata. Con Lehmann coincidimos en qu e motivas de ti todas las botas de ternero, Ternera o Baca y que asiendolas

42 43
)

con du cir a esta ciudad se q ue me n publicamente extramuros de ella T an cierto que durante ese tiempo se volvieron a hacer las )
y qu e e n Adelante person a Alguna las Use vajo multa de ocho antes prohibidas " hotas de tiaca" , que durante aquel aciago perío­
do de la Cisplatina, apenas instalado el gobierno portugués en )
pesos C( , se exigiran al c( se encuentre con ellas de que semedara
cuen ta ap licados p. mitad Camara y Gastos de Justicia y en caso nues tra Patria, Carlos Federico Lecor, Barón de la Laguna, en su )
de No te n erlos se le lmpon dní la pena de cuatro meses.de Prisión bando del 27 de octubre de 1820, en su artículo 3.9 , dice: "Se
en los trabajos de estas Re s. obras". prohibe rigurosamente el uso de botas de ganado vacuno, y el )
contraventor será perseguido y castigado con la multa de ocho )
pesos por cada vez aplicados a la Caja de Hacendados" (Archivo
La prohibición tuvo su efecto, pero este no fue completo, ni General de la Nación, Juzgado Civil, 1821. Impreso), )
meno s a ún permanente . Don Félix de Azara, lo señala en términos
agri os e n su "\-Iemoria sobre e l estado rural del Río de la Plata en )
180 1" : " prohibiendo usen los campestres las indecentes botas que La "bota de potro" con su denominación genenca, sigue, co­
)
hoy hacen sacando entero el cuero de las piernas de las vacas y mo ninguna otra prenda de su uso, el ciclo vital del gaucho. Cada
yegu as , matando para esto trei nta mil reses anuales, y perdiéndose \'e z que el tipo revive ella adquiere otra vez uso intenso, cuando el )
su p rocreo y el cuero". Durante las guerras de la Independencia \ t' rdadero gaucho desaparece definitivamente, ella también lo ha­
q ue se desataron en nuestro territorio de 1811 en adelante, la ce . Transpasa los umbrales del periodo que venimos estudiando y
anarq uía imperante hizo otra vez retroceder las cosas y así como .laarca todo el siguiente, con especial auge en aquel momento )
re vita lizó al 'gauchaje , que agon izaba antes ante el cambio socio­ histó rico en que la anarquía campea otra vez en nuestro territorio,

tpoca negra, terribles años, que conocemos con el nombre de


)
cultu ral de la economía del cuero a la del tasajo, dándole razón y
me ta a su quehacer y tran sformándolo de cazador de ganados "G uerra Grande" . Conflicto, concebido desde fuera, alimentado
)
faen e ro-miliciano de fronte ras , en soldado neto, en guerrero, así desde fuera, prolongado por servir inte reses ajenos; que excitó las

volvió a usarse la bota de te rnera, de ternero y de vaca. p,¡sio nes, las ambiciones, las debilidades de los buenos orientales )

\ puso en juego todo lo mezquino que pudiera haber en los malos,

e n los que renegaban de la Patria, y consumió al país y a nuestro


)
Isidoro de :\1 aria, puntual cronista de nuestras tradiciones na­
¡llle b lo en un incendio horrible del que salimos desangrados, mal­

cional e s, nos da una idea d e có mo se fueron desarrollando parte de


"echo s, doloridos , pero al fin, salimos Orientales!

estos hechos y cómo la bota de potro, con su usario el gaucho, ')


consiguió trasponer los umbrales del Siglo XVIII y adentrarse en
el XIX : "El gauchaje le buscó la vuelta a la prohibiciún de la bota :\compañó las últimas explosiones de aquellos resentimientos )
de vaca, apelando a la de potro, que era la única permitida por el acunados en ese período, las salidas de madre de los caudillos y el
)
Cabildo, y las yeguadas empezaron a hacer el gasto; como quien lZau chaje que los seguía, justo hasta su fin, es decir hasta los

dic~' a pagar el pato, para sacarles la piel para tales botas, que al co mienzos de la Tercera Epoca en que hemos dividido nuestro

decir de los campesinos, bien sobadas, eran más suaves que las de tra bajo, que coincide con el militarismo, la pacificación y, el orden

)
vaca" , e n lo s campos y la tecnificaci6n rural. De ahí en más, la bota de

po tro desaparece rápidamente del usn. Sólo los troperos la usan


)
"La bota de potro, pues, con su abertura en la punta para durante algunos años más, algunos viejos carreros aferrados a un
poder sacar los dedos y ho rq ue tearlos sobre el estribo de palo en pasado que se perdía en los horizontes de la patria con sus entol­
)
el que :;e afirmaba el jinete tIlle la llevaba, reemplazó desde enton­ dados gliptodontes, cuyas huellas trazaron los capítulos augurales

ces en el LISO, a la bota de vaca y de ternera, que no necesitaban de )


de nu estra historia, y algunos jinetes, equi~'ocadamente llamados
zapatero, viniendo así a gen e ralizarse en el criollaje de lazo i' bolas "domadores", en el lujo de unas "criollas". Así puede decirse que )
con manija, q ue lo m is mo se le sentaban con ellas al redomón , que en los primeros años de este siglo ya eran una rareza en nuestra
bailaban un pericón, si se ofrec ía, con la china". )
campaña. Después, sólo los tradicionalistas y nativistas, en el culto
ortodoxo de la exterioridad gauchi-criolla, las hicieron reaparecer, )
" y no di gamos que su uso no pasó Gel siglo pasado. No , Que incluso en el dobl e anacronismo de la condición de infantes, o 10
que es peor de choferes, en las ruedas sociales de asado, canto y
)
con la bota d e potro andando el tiempo, se florearon los soldados
de la Patria Vieja en las campañas de la Independencia, con el bailes .
)
corvo a la c intu ra y la chuza en ristre por esas cuchillas de Dios , )
embromando a los e nem igos " , ("Tradiciones y recuerdos , Montevi­ \-amos a explicar ahora el modo de p:eparación de las botas d e

d eo Antigu o". :\lonte vi deo 1895. IV). po tro , \'aria n tes y liSO .
)
)

44 45
~
Como sei1alamos, consisten bás icamente en el tubo de cuero Cump lida la ope raClO Il d e des ca rn e, torna a darse vue lta e l
sacado de las extremidades poste riores (patas) de caba ll ares o vacu­ tubo d e cue ro, dejú n dolo otra vez con e l pelo hac ia afuera , Si va a
n os. Para obtenerlo se hacen dos cortes transversa les en el animal se r despajado de éste, como ocurría e n la mayoría de los casos, la
muerto, u n o en e l mu slo lo más arriba pos ib le (a-a), el otro e n la operación que s igue y es la de qui tarle el pe lo, se denomin a
pierna poco más arriba de l pichico (b-b). lonj ead o, Se hace manten iéndo lo bien mojado y afei tando e l pe lo
co n e l filo de un c uchi lli to ch ico (ve rijero o capado r) m uy bi en
afilado y sigui e ndo la d irección de l pe lo, es decir "al pelo" y no a
contra-pelo.
! CONFECCION y FORMA
Terminada es ta ope rac ión, disponemos de dos tubos de cue ro ,

~(¡
DE LA BOTA DE POTRO pelado y descarnado, con una abertura grande (a-a) arriba y otra
ch ica (b-b ) abaja, con un ángulo muy obtuso(c) entre los dos
\
terc ios superiores y el tercio inferior.
)
La primera tare a de amol de se hace sobre las prop ias piernas
de l us uario,

Engrasando los pies y piernas para facilitar la entrada y sal ida,


."" se ca lzan ambas "botas", metiendo el pie por la abertura mayor,
hasta que la punta del dedo gordo amenaza con salir por la aber­
\ tura menor, o cuando menos, cuando el talón queda bien calzado

H --- -­ en el p unto (c) correspondiente al garrón del an ima l. Se le hace un


par de agujero s próximos el sitió en que es tá la punta de l pie y allí
se enjareta un tien to, cerrando la bota apretadamente para que el
tubo tome la forma de l pie , lu ego, e l mismo tiento largo se va
(' atando, primero alrededo r del e mpeine, luego del tobillo, de la
pantorrilla, y te rmin a ac tu ando como liga, de bajo de la rodilla ,
"/
De este modo todo e l tubo de cuero queda adaptado a la forma
I! del pie y la pi erna d e su futuro usuario. Se le puede poner incl uso
una plantilla de sue la interior, bajO la planta del pie, para mejo rar
aú n esta operación de moldeo. Con las " botas" as í calzadas , hay
que andar con e ll as, manoseándo las de la cara exterior, hasta que
Se quita tironeándolo y dándole vuelta de arriba abajo . Se hace comienzan a secarse . Entonces, an tes de que representen un pe li­
necesario, la mayO! parte de las veces para una ex tracción correc­ gro (e l cuero al secar se con trae enOlmemente y se pone rígido ),
ta, ir aflojando o desprendiendo con e l cuchillo y la mano, el cuero hay que quitárse las (se sacan d<Índo les vuelta como una media ),
d e los tejidos subcutáneos y cortarle los vasos o pezuñas a l animal, \'oh-erlas a hum edece r y vo lverlas a calzar . Esto hay que repe tirl o
para que el tubo de cuero salga perfectamente. Tenemos ya ambos \'arias \'eces hasta que estén lo bastante amoldadas ; desde ese
tubos sacados, con el pelo hacia ade ntro y la supenicie intersticial momento la operación que sigue es la que procurará da rl es Oexi ­
hacia afuera. La primera operación a cumplir, mientras se halla bdidad ~' terminación caracterís ti cas, que es e l sobeo y el maceteo.
fresco, incluso mojándolo, es de'spojarlo de todos los restos del
tejido subcutáneo, raspándolo cuidadosamente con e l cuchillo y El sobeo se hace restregando el cuero contra sí mismo, por
tironeándolo con los dedos, que actúan como pinzas. Esta opera­ sectores, hasta dejarlo bien blando , Esta ope ración se hace más
ción se llama descarne. Se ha dicho que sólo se dejan los tejidos difícil a medida que se seca el cuero (y se cansan las manos) y se
subcutáneos de la cara posterior del segmento que va del garrón a complementa con otra llamada macetear, que se hace con un palo o
la abertura menor del tubo (c-b) que es lo que va a ofic iar de suela maceta de madera sobre otra madera o metiendo otro palo dentro
de la bota, para darle mayor dureza y resist·e ncia. Discrepamos , de ia bota. Con este golpeteo se ablanda más y se afina el cuero.
incluso por experiencia personal, de esta teoría, pues el sobado de Luego se vuelve a sobar. E l sobeo con leche, e l agregado de un
la bota requiere una plasticidad igual de toda e ll a y lo mismo para poco de sal común y de alumbre, ayuda a blanquear las botas , pero
conseguir que calce bien una vez terminada . el ideal, para que resulten b ien blancas, es que el cuero provenga

46 47
)
de un animal calzado o bragado, de un overo o de un tordillo usa para el talón, y de la parte donde se corta bajo la rodilla sale

blanco, ú un blanco porcelanó (albino). Este cuero, bien trabajado, el dedo gordo del pie, el cud se pone en el estribo. Los indios )

da unas botas de t.¡n hermoso color marfileño y bien sobadas que­ traen las botas al mercado secas y endurecidas, pero antes de

dan como una cabritilla y bien ajmtadas al pie al que calzan como usarlas se las ablanda con grasa".

un guante. )
Nos faltó señalar que, cuando ya la bota está amoldada y )
subada, al extremo del piel, o se le quita el tiento y se le hace un
corte neto para que queden fuera los dedos, con lo que a la bota se )
le llama de medio pie. 0, en caso de que se le quiera cerrada,
)
también se quita aquel tiento y se le hace una de dos operaciones,
se le deja una lengüeta más larga en el extremo de la planta la que )
se dobla hacia arriba y se cierra sobre los dedos, con un botón de
)
tientos (cierre de cartera), o simplemente se hace un corte netu
siguiendo el borde anterior del pie (punta de dedos) y se cose
cuidadosamente con un tiento muy fino (tiento dI" potrillo).
)
Era fama que las botas de vacuno (vaca o ternera) eran más
f1exibles y hermosas que las de potro. )

Hemos indicado que , además de las botas de las patas de


Botas de po tro cerm ,n.¿.,
'.'acuno (¡ cabalhr. <;e usaron bajo la genérica denominación rle
botas de potro, orra.> hechas con el cuero enterizo de gato (montés
o pajcrol, también con el pelo o si:1 él, o hechas con las patas de
puma o de tigre. Estas variantes eran predilectas ,:ntre los indio, :\PE.\DICE 1. - Descripción de las Botas de Potro y el modo
(charrúas. min\lanes, tapes, pampas, tehuelchcs 1 más r¡ue entre los de hacerlas. Según Arsene Isabelle, "Voyage a Buenos-Ayres et
ga:Jchús. aunqUi:' éstos también las usaran, a \ ",Ct'S, flor lujo O por Po rto-Alegre par la Banda Oriental, etc." 1830-1834. Ha\'fe 1¡;':35.
~
LliItasear. ,I Ca p. :\:1\' - pág. 322: "las botas de potro fabricadas con la piel, [10
curtida , de la pierna del caballo, de manera de dejar los dedos de
Cnandú a las botas de potro se les dejaba el pelu, se pr~;feria la los pies libres; el codo de la pata forma el talón de la bota. Otros,
piel de un :lllim:d brazado, lo que daha Iln herrnosn contraste de principalmente en Entre-Ríos se sirven de cueros de gato sc..lvaje
una bota COil el frente y lado interno blancos, contra 05Cllro, zain0 (botas de gato). Ocurre seguido que un gaucho mata un potro
o cnlorad,), a las que se llamó botas con delantal. (potrillo ) únicamente por hacerse unas botas. Pela, afeita bien el
Por último di~amos '111l:, el borde superior generalmente ancho pelo con su cuchillo, siempre bien afilado, hasta que ellas quedan
dem,b, el que se ajustaha bajo la rodilla 'mediante IIn ti'c'nt(l o una bi en sua\·es. COIl esta dase de calzado, muy con\'eniente, por otra
liga (ésta dt, hilo tejido en varios cr)l()re,>, con hnrla'i en !0" p.xtre­ parte, p a ra un prolongado ejercicio a caballo, es tos hombres son
mas que se o':'jabcUl colg~\rodo al frente\, se snlia cortar ,,'n onda"

i
in c:1pace s de soportar una larga marcha a pie , y por esto, C()Ill( '
con perfordcinn l' s, ,-' en flt'cos, pdra dalle mejor aspedo ~. hacerlo he dicho antes, es que son los peores infantes del mundo, pt·rn ,\
miÍs ~ldaptable, caballo, widado!".
Corno también indicam0s, cuando la bota en ,~ erracla . se !leva­
ban medias debajo, y la caña se doblaba al tobillo para que ·se APEXDICE 11.- Abarca, es, según el Diccionario de la len­

\'¡eran éstas. gua, el calzado de cuero crudo que cubre la planta, los dedos 0 la

mayor parte del pie y se asegura con cuerdas o correas sobre el

Emeric Fssex Vida!, en sus "llu~trac;ones PintoresClS de Bue ­


empeine y el tobillo. En Asturias, la abarca se llama coriza.

lluS \ires y .\Iolltevideo". Londres, 1820. Traducción de Carlos


\Iuzio Súenz Peña. Ed. VIAU. Buenos Aires, 1943, dice "S. . :-'Iúleo (mulleus calceus). Es, según el mismo Diccionario, el

Botas de las que Sé usan generalmente p.ntre lás clases bajas en el calzado que usaban los patricios romanos, puntiagudo, con la punta

<:ampo, hec~as con la piel de las patas traseras de potro, la cual se vuelta hacia arriba, teñido de púrpura, y por el talón subía hasta la

corta e n tiras, desde la parte superior del anca hasta un p0CO mús mitad de la pierna. De acuerdo al Diccionario, Zumeles , llámanse

:l hajo de la rodilla, :<lspándoles la cerda. La cur.:]. d .:· ~ :l rodilla se en Chil e a las botas de potro. .

·t8 49
APEND / CE IlI. - Vo lviendo a recomendar la lectura del "En Ch ile, las botas de potro se ll amaban z umeles , ch umeles,
trabaj a de Le h mann-Nitsche, citado varias veces, especialmente la jumeles, ume les (en plu ral), cornlpc ión de la antigua voz castella na
inves ti gación h istórica sobre e l origen de las botas de potro y la jumeles (pág. 21 6). Para Bo li via, no hay com probante di recto de su
parte etimo lóg ica (p ágs . 259 a 295), vamos a transcribir íntegra su ex isten cia (pág. 217)"
últi ma parte o Resume n (págs . 296 a 3(0):
"En e l Bras il austral, la bota se ll ama perneira, generalmente
"Res umen . - En la "Introducción y Defin ic iór:" (pág. 183 a en plural (pág. 218)" .
193), va lo indispe nsable para e mpezar un resume n; invitamos al
lector a repasar las citadas pági nas". "El ch iripá (pág. 219-232) es el complemento de la bota gau­
chesca; es un pedazo rectangular de género cuyo costado corto es
"Agregamos aquí un detall e importante que hemos averiguado sujetado alrededo r de las caderas con una faja de hilo, dos veces
después de impresas las páginas anteriores. Para ajustar la bota, se vuelta alrededor del cuerpo y cuyas extremidades, term inando en
usa generalmen te un tiento de lgado de cuero crudo que se ata borlas o flecos, llegan a colgar a lo largo del muslo izqu ierdo .
alred edor de la pierna, debajO de la rodilla y encima de la panto­ Como la exte nsión del cos tado corto del chiripá es mayor a la
rri lla, y qu e se cierra adelante con un simple nudo (co mp. el circunferencia de l tronco h umano, la región abdominal, entre am­
pauper nodus de Sidonius Apoll inaris, nota f, p ág. 272). En algu nas bas caderas, llega a ser cubierta dos veces, por ambas extremida­
partes de las provincias de Santa Fé y de Entre Ríos, por ejemplo des de l costado corto de l chiripá. Como tal, no es otra cosa que una
en Gualeguay, el tien to tiene u n largo de un metro y 'medi o y más, po ll era larga y abierta, y es la ves timenta primitiva de muchos
y se lo ata alrededor de toda la pierna; empezando abajO en la ind ios, llamada chamal entre los Araucanos; hay gauchos que tam­
región de los tobi ll os se lleva el tien to hacia arriba, cruzándolo b ién la usan de este modo (chiripá a lo oriental, pág. 221)" .
como u na venda alrededor de la p ierna para cerrarlo, con un
simp le nudo, ade lante, abajo de la rodilla (fig . 34). Este sistema "Generalmente, la parte posterio r del género es alzad o, entre
parece ser idéntico a Jos fascolis de los Godos y se observa tam­ las piernas, por d elan te hacia arriba; después es puesta y fijada,
bién entre la gente del Rey Carlos el Calvo (pág. 275 )". abajO d e la ya citada faja, la parte ce ntral del borde que se ha
alzado, mientras que sus extremidades quedan colgando . Según
este modo muy genera l de usar aquel gé nero rectangular, merece
"En e l P lata, antiguamente fue usada la bota de vaca, ternera o la designación qu ichua chiripa para el fn'o, voz con acento grave en
ternero hasta que el Cabildo de Montevideo, en 1785, prohib ió su Chile y las regiones andinas de la Argentina, m ientras que en las
uso; recomendando la bota de yegua, la autoridad previsora quiso otras partes argentinas, ll egó a ser aguda (chiripá ), sometida a la
matar dos páj aros de un sólo tiro, salvando el ganado bovino tan
influencia del id ioma guaraní" .
útil y destruyendo la rriucha yeguada que no daba uti lidad alguna
(pág. 193 a 198). Antiguamente en Buenos Aires, la bota de potro "E l chiripá es llevado encima de los calzoncillos cribados de
era artículo de mercado, puesto en venta por los indios; el compra­ origen es paño l; es moda indígena, por lo menos cuando es ll evado
dor hJvo que untarla con grasa antes de usarla (pág. 199). En a la oriental; puede ser que la manera de levantar el borde inferior
a lgunos casos, se empleó el correspondiente cuero del gato salvaje o posterior hacia adelante y arriba, entre las piernas, y atarlo abaja
(botas de gato) para calzado (pág. 199). Las citaciones de autores de la faja sobre el vientre (a la porteña), es una modificación
rioplatenses o viajeros, comprueban nuestras propias investigacio­ gaucha, introducida por la necesidad de andar a caballo e indispen­
nes, pero no son basl:4!nte exactas para que persona que nunca haya sab le en este caso. La indumentaria en cuestión, es, o más bien
visto la bota rústica, puede hacerse idea de ella (pág . 129 a 211)". dic ho fue usada en Chile, la Argentina y el sur del Brasil" .
"La bota de potro ha entrado en los siguientes refrants y
"Los gauchos, probablemente cautivos, enseñaron a los indios locuciones populares (pág. 232-235): No es para todos la bota de
el uso de la bota; para los Tehuelches de la Patagonia, queda potro; ya no se dan potrillos para botas; más criolla que la bota de
comprobado desde mediados del siglo XVIII (pág. 212); los Arau­ potro; flojo como bota de potro bien sobada; la frase: ponerse las
canos que hoy la usan, tampoco antes la conocieron (pág. 213­ botas, puede compararse con el latín calce os posere".
215)".
"En la poesía popular rioplatense (pág. 235-252), bota de potro
"El uso de la bota del alce por los indios Hurones de Norte y chiripá desempeñan un papel importante; sirven para glorificar a
América, es un problema curioso; tal vez ellos hayan adoptado esta lo antiguo, a la vida campestre, al gaucho y a sus modalidades;
costumbre de los trapper que andaban calzados de Lederstrumpf frecuentes son las quejas de la desaparición del gaucho y de su
(pág. 215)". traje" .

50 51
('\ t¡'emidad inferior hum ana, el pantalón. Expl ícase Id etimolog¡ó{ )
" El origen de la bota de potro (pág. 252-281) es rioplatense y
gauchesco según Leguizamón (pá,ll;. 253-257), o tehuelche según de los nombres Rauchfuss , Lierse, Larsen, etc., com ') también del )
I
,¡ Segovia (pág. 257); Sarmiento ha estado en la pista sin seguirla tUl:1ino \ ulgar Rauhbei:1 (pág. 287-290).
)
:1 (pág. 258): que la bota de potro es una supervivencia del mundo anti­ "La voz esti\'al es quivalente al inglés stifle , la región de:
~
;1 guo. Los descubrimientos del autor al respecto (pág. 258-281)". mu sl o hasta el corvejón, principalmente del caballo cu yo cuero )
!..,I se rv ía para bota (pág. 291 )".
"Los antiguos griegos usaron la bota bovina, que llamaron )
embas, endromis o cqrbatina, pero sabían perfeccionarla, abriéndo­ "Las voces zueco (pág. 291-292), coturno (pág. 293) Y calzado
la anteriormente, e agregándole plantillas, o cortándole el bord e (págs . 293-295) , pueden explicarse del mismo modo! significan o
)
superior, e:l parte (semi-bota) o totalmente". deben haber significado cierta región de la extremidad posterior de )

"Entre los antiguos romanos, godos y longobardos (pág. 270­ animales, inclusive el cue ro, y después, en segunda acepción, el

275), usábase el pero, es decir, la bota de potro (pero equinus), no ab rigo para pie y pierna, hecho de este cuero" .

lonjeada (pilosus, setosus), atado bajo la rodilla por un tientito de ".-\d\·ertimos al fin, que las figuras reproducidas de otras obras, )
cuero crudo (pauper nodus, pág. 272). Un verso de Virgilio está al so n re producciones hechas a mano y po r consiguiente, no abs oluta­
parecer mutilado (págs. 272-273). La bota de los longobardos era, al )
mente e xactas" .
parecer, de yeguas blancas (pág. 274-275)". )
"En la Edad \1edia (pág. 275-281), la bota queda comprobada )
por representaciones iconográficas. Estas últimas indican que ha APENDICE IV. - H. Armaignac, en sus "Viajes por las Pam­
·c
o sido calzado común del mundo antiguo en general (pág . 277-278) , pas Argentinas", entre 1869-74, (E U DEBA, Bue nos Aires , 1974),
P­ p ara des ap arecer al fi n del siglo XVI , ép oca do nde fu e tras lad ada, de scr ibe as í las b otas de potro y el modo de confeccionarla s (pág.
117); "E ste e xtraño calzado , m uy usado también por los gauchos )
por los conquistad ores, a América. La desaparición de ella, es más
bien una modificación y evolución hacia la actual bota, hecha de (é l autor se re fi e re a los in d ios pampas), se hac e simpl e mente con )
varias p iezas independientes (pág. 2 79-280 ). E l borde superior e l c ue ro d e las pa tas trase ras de un potrilla de dos o tre s me ses , al
arremangado, alcanza formas fantásticas en la época de la guerra de ' ill e ma tan só lo para eso . Este c uero se a rranca de una so la p ie za ,
los Tre in ta Años (pág. 280). La liga o el ~iento con que se ata la (!.í ndo le \'u e lta de l rev és, co mo u n d edo de guant e. se le afe ita

~
.% bota de potro debajo ele la rodilla, se conserva como adorno sin cu idad osamen te mi e ntras estú fresco , y luego se lo pone a secar a
la so mbra . Durante es a operaci ón se tiene cuidad o de sobarl o )
'.g función y muchas veces queda su recuerdo por un bordado, por
ejemplo , e n el actual calzado militar de los húsares, etc .; en la \'arias \ 'ece s con las manos o hacerlo pasar por una argolla d esp ués
)
- O
.:,- '" orden inglesa de la jarretera, ha alcanzado el carácter de un alto de ha be rlo \'uelto del revés . Este cuero resulta una especi e de
j <1 distinti\·o (pág. 280-281 )" ma ngu ito mur flexible , abierto sólo en ambas extremidade s y com­ )
'"0
bado e n la parte que corresponde al garrón del animal, esto es lo
"Resumiendo nuestras investigacioneo etimológicas (pág. 281­ que \'ie ne a formar la curvatura del talón de la bota . Este calzado a
)
295), puede decirse lo siguiente ; El cuero de ~as diferentes seccio­ \' eces e stá ad ornado con bordados y va sujeto a la altura de la
nes de la extremidad pusterior de los animales, lle va nombres )

pa nto rrilla p o r medio de largas li gas de lana o d e se da" .

distintos (b ota, huesa, stifle, socke ) que se aplican también a los )


objetos hec hos de ellos, por ejell1plo, a los abrigos para pie y
pierna . Explícan~e así estos términos sin dificultad alguna". ')
)
"La voz bota, deriva del griego Bous, latín bos, que al mismo
tiempo significa cuero bovino . Las palabras bote (embarcación ) )
bota, bote, boto, pote y sus derivados (receptáculos para líquidos
etc. ), bota, botín , etc., (calzado), derivan de la misma raíz '~ue dice )
cuero bovino (pág. 281-287) " . )
"La voz huesa está rel acionada con la palabra horse (caballo); )
h u esa significa cierta región de la extremidad posterior de ese
a nimal y también el correspo ndiente cuero, empleado como recep­ )
táculo para líquidos o como calzado; con la desaparición de este
.g .~
ú lt im o, la \'oz h ue sa fue apl icada a otra clase de abrigo de la

"U'
~J
( 52 53
)
III
LAS ESPUELAS

La espuela es, por lo menos desde la Edad Media, desde los


tiempos de la Caballería, atributo fundamental del jinete o caballe­
ro, mucho más que simple instrumento para accionar o comandar al
caballo. En efecto, dentro de las tradiciones de la Caballería, dos
actos annaban realmente a un caballero: ceñirle al cinto la espada
v calzar en su pie las espuelas, y también no había modo más
term inante y gráfico de degradarl o y denigrado, que romper su
espada sobre su cabeza, después de q ui tarl e las espuelas. Como los
bastones de mando antiguos, e l arreador fue en manos del hombre
de nuestro campo símbo lo de jefatura, de l caudillo, de macho capo
entre varones. Así, nuestro gaucho , sin conocer aquellas tradiciones
de la caballería, con su concepto tan particular de altivez y de
machismo, annó, como e l gallo, sus talones con aque ll os poderosos
espolones que recibieron los nombres de chile nas, nazarenas o
lloronas. .
Es imposible encontrar la menor relación formal entre las
espue las de la escuela de la jineta o marroquí, llamadas ac icates ,
que no eran más q ue unas largas púas de metal, con aque ll as
comp licadas grandes espue las "de latón de peso de dos a tres
libras", de enonnes rodajas que son características de nuestra gen­
te campera desde e l siglo XVII, cuando menos. Hay que buscar su
origen en otra de las vertientes culturales que la España Imperial
de Carlos V y Fe lipe II, precipitó sobre América. La escuela
alemana de la brida o estrad iota, desde mediados del siglo XVI,
cuando menos, usa unas espuelas con pihue la y rodaja. Todas las
primitivas (incluso las usadas co n pesadas armaduras), eran de
espolón o acicate.
Tanto los alemanes como los ingleses adoptan aq uel nuevo
tipo de espuela y la desarrollan , definitivamente, hacia sus forma s
más modernas . Constituyen estas espuelas las siguientes partes o
elemen tos:
1) El cuerpo o arco, constitu ído a su vez por dos secto res más
o menos diferenciados: a) el arco propiamente, que es el tercio
curvo que ajusta el calcañar. y b), las piernas que son los dos
tercios que siguen los costados del pie. Casi en los extremos las
piernas tienen un doble corte u ojal horizontal de unos dos a tres
centímetros que permite el paso de las correas que sujetan la
espue la al pie, pasando bajo la planta y sobre el empeine donde se
ajustan con una hebilla.

55
)
2) El pihut'lú o pigüelo, \·oz derivada de pihuela, que eran los
griilos de hierro que se ponían a los prisioneros para trabarles los )
pies.
3) La rodaja, rueda de hierro de rayos independientes o púas, "
o simple disco de borde dentado, calado o no, que era la parte para
espolear el caballo.
4) En la mayoría de los casos entre el arco y el pih ,jelo se )
desarrolla un elemento tanto de adorno, como protección y que )
sirve para sujetar en él las alzaprimas, cadenillas o cabrestillos, que
son elementos de cuero o metal que mantienen la espuela en
posición más o menos horizontal cuando el pie está apoyado en el
suelo. Este elemento consiste en un disco metalico grueso, tangen­
te al centro del arco, en cuyo centro se inserta el pihuela .
Esta espuela, con ligeras variantes o características de gusto
local, la encontramos en toda América hispana, desde California y
Texas hasta el Sur de Chile. Como ya hemQs señalado, estas espue­
las se hacían de bronce o latón, de hierro forjado o de acero y, aquí
en América del Sur y en particular en el área rioplatense y cisan­
din a , de buena plata potosina.
Podemos establecer dos variedades bastante bien diferencia­
das , en las formas originales de estas espuelas: las nazaren as y las
chilenas.
;')
La nazarena, de hierro, de latón o de plata responde esencial­
mente a las características ya descriptas. El arco está constituido
por un fleje metalico, de sección rectang~llar, cuya cara interior es Espuelas criollas
de placa y hierro
lisa (y a la exterior se le labra) y cuyo borde también se recorta, nazarenas y )
extrangulándose, generalmente entre el arco propiamente dicho y lloronas
k,s piernas, en cuyos extremos se abren los ojales para las correas.
El rodete es grande, de .5 a 8 cms. de diámetro, de borde liso u -)
ondulado; generalme!'1te toda su forma, labrados ~. caladuras, re­
cuerdan una rosa (1 un rosetón como los que en arquitectura daban
luz a los coros de las iglesias (v. gr. estilo gótico) .
El pihuela curvado hacia abajo, es ancho y no muy largo, su
base generalmente es de sección redonda y maciza, se abre luego
para abrazar la rodaja y se ensancha y se hace calado. La rodaja,
también de tamaño variable (de 5 a 10 cms.), suele tener forma de
rosa con borde dentado, o de estrella, con grandes radios o púas .
Más frecuente el primer tipo en las de plata y el segundo en las
de hierro. Las de plata. protegen y adornan la rodaja con dos discos
de plata, de chapa muy fina y lisos, de diámetro algo menor al de
la rodaja, llamados ·'guardapolvos" . Las alzaprimas prendidas directa­
mente al terciQ central y superior del borde del rodete, eran o
simples ti e nt0~ (en hs d~ lató n j ' hlerro ) o cadenas de chapas de

57

36
)
p lata, d e canebones o de malla, con un cierre ce ntral para graduar me nte q ue esto no significa compart ir la tota li dad de sus ob se rva­
su longi tud, y servían, como se dijo, para levantar o bajar las ciones sino, y fundam entalmente, reconoce r e l interés, in negab le
espuelas para que quedaran más o menos calzadas y, para evitar, interés, doc umenta l que e llas revisten , y por ese carácter de nove ­
desde luego, que se destalOnaran. dad que su ined itez les agre ga ,

La chilena, la típica de este nombre, que es característica de Con referenc ia al artículo de l 1.0 de julio de 1934, donde
esa República hermana y de la región de Cuyo en ia Argentina, se Sáenz se oc upa de las espue las d e l gaucho, escribió Escayola : "E n
construye aSÍ: el c uerpo o arco es de hierro o acero, de sección lo tocante a las espue las, só lo refiere el artic ulista a las porteñas
semi-circular, con la cara plana hacia adentro y la convexa hacia simp lemente, como lo demuestra al decir que se abstiene d e des­
afuera. El pi huelo, corto y recto, sin rodete. Se sosten ían al pie con cribir las esp uelas de don Francisco Hemández por pertenecer al
una ancha ti ra de suela, primorosamente repujada o con esterilla­ tipo entrpííiano; como que hasta llevan cincelado el escudo de
dos O bordados con hilos de color (o en crin coloreada), con una dicha provincia , Lo singular es que se ocupe solamente de la
fue rte hebilla d e plata. Las rodajas muy grandes , del tipo estre lla, " nazarena" como tipo clásico de la llanura porteña y no mencion e
con púas o rayos independientes hasta el eje. Estos rayos, de otro tipo. Parecería qu e unicamente haya sido e sa la espu ela que
puntas a veces romas, gruesos, de sección c uadrada, redonda u se usó en aque ll a región; y sin e mbargo creo que lo mi smo q ue
octogonal, tenían, como el arco en su cara exterior, incrustaciones aqu í se habrían llevado otras, como ser la " llorona", que en
de p lata, llamadas bandas, que denotan la in fl uencia española de nuestro país compartió e l constante uso con la nazarena, la ch il ena,
raíz aráb iga, tan característica en toda la cu ltu ra ecuestre del país etc" sien d o casi imposible decir a cua l de e llas se le podr ía dec ir
trasandino. No tenían alzaprimas o cabresti llos . clás ica oriental " ,
Por último, aunque ya lo dij imos con an terioridad al referimos "La figura 1 es la llorona y la figura 2 es la ch il ena",
al vestuario en general , digamos que nue stro gaucho, y mucho " Por lo demás, en cuanto a los tamaños, dibujos y ornatos \'
m enos nuestro paisano en épocas posteriores, lejos estuvieron de mismo la calidad de las que se han usado en nu es tro país, no \ eo
andar siempre calzando las pesadas espuelas , La urbanidad les diferencia aprec iable con las que llama po rteñas. De las de hi erro,
obligaba a despojarse. de ellas en cuanto echaban pie a tierra, en por ejemp lo, existen en el Museo Históri co de ~10nte\' i deo un par
"las casas" para que las rodajas no "araran" los bien barridos fJue doné e l año 1890. las que fueron de mi uso e n trabaj os de
"patios", o los prolijeados pisos de "cupí" de los ranchos , ca mpo, y que son iguales, en formato y dibujo, a las dos colocadas
y esta repetición la dedicamos a aquellos autodenom inados en los extremos de la segunda lí nea de l prim e r cuadro superio r
conjuntos tradicionali stas o nativistas, de ba il e, que suelen presen­ izq ui erdo de la página que comen to" ,
tar a sus "gauchos" sin sombrero (!) y calzando grandes espuelas " Las espue las conocidas por m í, como de mayores dimensio­
(en las que suelen enredarse y desgarrar las polleras y enaguas de nes, son las llo ronas y las nazarenas, siguiéndolas las chilenas ,
sus compañeras, cuando no en movimientos descomedidos se las Creo que no hayan habido en toda América otras que las puedan
muestran agresivamente, casi por las caras, en un levantar de pier­ haber superado y con la curi osa circunstanc ia de preferencia, sobre
nas muy de coristas y muy para acompañar esos cribados transfor­ todas las demás, en el uso generalizado, a pesar de una \'a riedad
mados en femeniles enagüitas de varios volados, con chiripasitos inmensa del tipo mediano".
rabones, modelo tanga!) . Pobre gaucho con semejantes emulacio­
nes" Como muy bien lo señalara don Máximo Aguirre en un artícu­ "Cualqui er persona desconocedora de la modalidad gaucha
lo titulado precisamente "Espuelas Criollas" ("La Prensa", Buenos que \'isitara un museo, al ver la diferencia de aquellas enormes
Aires, 25 de febrero de 1973): "Pero con estas expresiones folklóri­ espuelas. comparadas con las de uso corriente hoy día, pensaría
cas donde hasta las mujeres zapatean, pareciera estar creándose que el gaucho Rioplatense debió ser un hombre gigantesco o por
una nueva tradición". lo menos un ser sobrenatu ral" ,
Como adelantamos en el Prólogo, en lo que se refiere a algu­ "Sabido es que la os tentación en el uso de espuelas de dimen­
nas pilchas propias de la equitación criolla, vamos a dar a conocer siones extraord inarias era solamente una gala. Si se dijera que
los comentarios, hasta hoy inéditos, que el poeta gauchesco sandu­ aprovechaban del tamaño como seguridad sobre el bagual que
cero, Juan Escayola, escribiera en fonna de correspondencia a montaban, a los efectos del sostenimiento y equ il ibriO, porque las
Vicente Rossi, compatriota residente en la Argentina, a propósito calzasen por debajo del an im al, tendría su explicación; pero no era
de una serie de artículos. que, entre 1933 y 1934, publicara "La así, pues con rarísimas excepc ion es se ve ía a un jinete recurrir a
Prensa" de Buenos Aires, finnados por Justo P. Sáenz (h.). Natural­ este extremo en algún trance forzado, que por Jo dem;is, era recur­

59
58
y. / . .. .. )

1ft.~'4~~ " )
r/.. ~, _ , '. ',
so de maturrangos o chapetones, que servían de ludibrio de los '/ J ~
IV
>. '

camperos, ya que la mayor ostentación era llevar las piernas sueltas


iJlo~- ,
(;j¡fi?
, ;"

desde la rodilla para abajo para espu~liar (sic por espolear) libre­
mente de las paletas o Jos......i jares". OTRAS PILCIIAS ~ \-- ,)
~ c~., ~,'. >
"A título de curiosidad acompaño un dibujo de una espuela de 1,\: - ~ -: ,' ~ < r'
~:;::::::--C7 "J
:,1;
A - - LOS CALZONCILLOS CRIBADOS
los indios tehuelches d e la Gobernación de Río Negro. Esta espue­
la la usan todavía y siemp re llevan una. sola calzada en el pie
izquierdo. Parece que hasta allí no llegó la moda porteña tan Constituyeron una herencia provinciana española. Eran de
antigua, ni siquiera una ma la imitación. No seri esta una segunda crea, de algodón o de lino (hilo). Sus piernas largas, pero no tanto
etapa de la que usaban los charrúas , hecha con un cuernito de como más tarde, no llegaban al tobillo como ocurrió ya adentrado
venado?" el Siglo XIX, sino que alcanzaban apenas a la media pierna . La
parte superior era muy semejante a la moderna. La pretina, adelan­
te, con tres o cuatro botones y, atrás, una doble presilla para
regu lar el ancho de la cintura. Las piernas muy anchas terminaban
en un fleco, de largo y espesor muy variabies, generalmente deshi­
lado de la propia tela. También con cierta frecuencia, a unos 10 O
1:2 centímetros del borde de las piernas, había una franja deshil ada
de la tela y luego bordada. Esta franja solía de ser de ancho
también variable , entre 3 y 8 centímetros . ,\-Iuchas veces, sin ll egar
a ten er deshilados, esta parte de las piernas te nía bordados en el
mismo hilo. Todo este trabaja de los calzoncillos respondí a a una
tradición de artesanías femeninas de la península y era en todo
sim il ar a lo que se hacíae'n las camisas (de hombre y d e m uje r) y
en la ropa blanca de la casa, sábanas y toallas.
l ' na p re s illa en el borde inferior y al centro de la pec he ra d e
la ca m isa. servía para unir esta con el calzoncillo, dentro del cual )
se metía n los faldones de aquella, de modo que ambas prendas

qu eda b a n así unidas. )

C4 1.o nci llo


« Ibad o )
)

Modelo de
cr ibo )

60
61
El ca lzoncillo salía p or el bajo de los ca lzones y como estos
eran muy justos aparecía parte de sus pie rnas, acampanadas . Rara
vez, y sólo por comodidad en ciertas faenas o por preservarlo de la
suciedad, la parte inferior de l calzoncillo se metió en la bota de
potro, estira,ndo la caña de esta bien hacia arriba. Lo normal es que
quedara fu era de la bota. Pantalón o
"Tienen anchos pantalones (calzoncillos) de una tela de algo­ calzó n
dón casero y el extremo de cada pierna se termina. con cribo s o
pu ntillas, por encima de cuyos deshilados hay, muchas veces , un
trabajo de bordado". (Auguste de Saint-Hilaire, "Voyage aRio
Grande do Sul", 1816-22; Orleans. 1887: Cap. VI, " Santa Teresa,
Castill os, Rocha", pág. 151).
Julian Mellet.- "Viajes por el Interior de la América Meridio­
nal" . 1808-1820. (Ed. del Pacífico S.A. Santiago de Chile, 1959,
traducido de la 2da. Edición francesa de 1824; Pág. 19):

"CAPITULO Il.- Maldonado. Montevideo. Recepción que se


nos hizo en esta ciudad. La Aguada y el Miguelete. Las Piedras y
e l Ca nelón. Caza de T igres. Santa Lucía. La Colon ia del Sacramen­
to: Sus habitantes, cuyas casas están en parte cubiertas de cueros,
visten muy ligeramente: la vestimenta consiste en un par de calzo­
nes de gruesa tela de algodón , muy anchos y con franjas de encaje
en sus extrem idades; además usan cinturones de diversos colores El corte era como sigue: la cintura sin pretina, IllUy aju stado a
donde llevan su puñal" . !-I, cade ras y muslos, sin pinzas, ni raya, ni bo lsillos . La abertura
.. ... Estos cazad ores (l os gauchos tigreros) ll evan por toda vesti­ de ade lante se cubría con una pie za de forma d e pentágono in ver ­
menta u na camisa y pantalón muy anchos (calzonCillos), con cin tu­ tido (un a verdadera tapa) cosida sólo en los dos lados de abajo , que
rón donde colocan su puñal o cuchillo de caza". se cerraba como una tapa - la verdadera bragueta-, con dos bo­
tones que abrochaban en sus ojales de los dos ángu lo s superiores .
"El calzoncillo es un ancho calzón blanco cribado o bordado Las piernas ll egaban justo al borde inferior de la rod ill a . A ~ os
e n los bajos " (Arsene Isabe ll e , "Voyage a Buenos Ayres et a Porto costados y has ta casi el medio mus lo tenían un corte que se podía
Alegre par la Banda Oriental, etc." 1830-1834 . Havre, 1835. Págs . cerrar con botones pero que e l hombre de campo siempre usó
321-322) . abierto, por donde salía el calzonci ll o. Este co rte y e l borde infe­
rior, a veces lle vaban bordados. Este borde inferior muchas veces
se ajustaba con una cinta enriquecida con galón de plata u oro, y
B- EL CALZO N
una hebilla, especie de liga, ll amada charretera o jarretera. Esto
particu larmente en los calzones de un ifonnes de oficiales .
Los calzones, de uso general en todos los niveles sociales y en
los uniformes militares, en el Siglo XVIII, se hacían de una tela de
grosor variable, según el destinatario y el momento de su uso. De El francés Auguste de Sain t Hi laire, que anduvo por nuestro
todas maneras, los que hal:nian de llegar a las manos o mejor a las país y Río Grande del Sur, entre 1816 y 1822 e n los finales del
extremidades inferiores de nuestros hombres de campo, eran, los período que hemos tomado como 1.0 en nuestro trabajo. y que,
más bastos, de bretaña ordinaria, como los que se entregaban a repetidamente se ha referido a los calzoncillos cribados, describe
guisa de uniforme de trabajo a los indios tapes que trabajaban en así el pantalón (Cap. VI -A rroyo de José Ignacio, 16 de octubre,
las Reales Obras de Montevideo; de mpe colorado o azul (los más pág. 160); "Hice alto en una casa hecha de tierra que no anuncia
comunes), en todo semejantes a los de los cuerpos de milicias; signo de indigencia, pero cuyos habitantes están decentemente
de bayeta (azul , roja, castaña, verde); o de pana (también de distin­ vestidos . \1uchos hombres llevan, encima del pantalón con cribos
tos colores) . (calzoncillos) que he descrito, . otro, de terciopelo de algodón".

62 63

e- EL CHALEC;::O También por comodidad, especialmente por causa del cabalgar

continuado Y por influencia de la marinería, ya señalada, sobre las


)
El chaleco es, originalmente, largo hasta más abajo de la pos trimerías del siglo XVIII, la chaqueta se hizo mucho más corta,

ci!'tura, muy entallado y con una pequeña faldeta, con bolsillos, las más de las veces apenas si sobrepasaba la cintura, en el largo. )

muchas veces con tapa y botón para cerrarlos, siempre la espalda Con cuello y pequeñas solapas y bolsillos laterales, también bas­

de una tela más liviana y de menor calidad, y el frente de la misma tante chicos y con tapitas. Las telas, las que surgen de las descrip­
)
tela de los calzones y chaqueta, o de otra más fina (en calidad y ciones de los viajeros, tripe, bayeta, pana, etc., a veces el cu ello y )

grosor), generalmente seda o terciopelo, cuando no una simple I.\S vueltas de color diferente al resto.

bretaña, con bordados y aplicaciones de trencillas muy del gusto )


provinciano español. )

ChJquelO '
)

~ #f Chal eco s • ti ~ _ 77 )

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II I ~.\.2e.\\y
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.LI chaq ue ta Uaqueta) -s ic-, peq u'e ña casaca corta CO !110 la


:, . ll n marino, es azul, roja o verde, sea de paño u otro mat e ri al. En
¡"J..!, e l partido de Rosas e n Buenos Aires , había adoptado este
)
traje. del todo pintoresco: chaqueta verde, chaleco rojo; pantalón

hlanco y sombrero redondo con una escarapela azul y blanca"

Arse ne Isabelle- ibidem. Pág. 323) .

E - CAMISA
C e rraban mu} alto y, a veces, se dejaban los dos boton es )
Para cubrir el torso, como señalamos antes, y debajo de la
superiores (tenían entre 8 y 10) desprendidos y esa parte abierta a )
chaqu e ta, se usaba una camisa, de algodón, de crea o de lin o (hilo),
guisa de solapas. Poco a poco, se fueron acortando, para uso más
más o menos basta o más o menos fina, según las pOSibilidades y )
práctico en la campaña y especialmente pdra que no molestara la
cuyo corte y descripción es la siguiente: cuello enterizo y Yolcado
faja o ceñidor y el cinto, y también se fu~ron haciendo más abier­ )
tipo blusa), formando una sola pieza con los hombros cos id os
tos, con las variantes de la moda a poco de iniciado el siglo XIX. horizontalmente a varios centímetros hacia el frente, espalda y )
mangas, formando "religiosa" . La unión de la pechera, espalda y
mangas , se hace en pliegues o frunces, en la pechera, a veces, )
D - L A CHAQUETA
es tos pliegues se marcaban más, como tablas. La abertura iba )
desde el cuello'hasta el esternón (la camisa se metía por la cabe za)

También la chaqueta, com o el chaleco, fue variando de l Siglo


y se cerraba con botones, de concha, de hueso o de guampa (a )

XVIII a comienzos del XIX. P rimero fue bastante larga, ceñida a la


veces forrados en la propia tela) o con cordones . En el extremo

cintura, con cuello y ampl ios faldones y dos grandes bolsillos con )
Inferior de la abertura, una pieza horizontal, con dos ojales en

tapa y botón. Se cerraba al fren te con una larga serie de botones y


sus extre mos, y otra ve rtical, largo variable, te rminada en una

a veces se dejaba abierta, doblados los frentes, formando solapas.

64 65 )
)
Centurión .
Porque nunca jf tacaño.
Traiba un gran poncho de parlo.
Qu~ me alcan::.aba al tobillo .

V
EL PONCHO

Varias veces nos hemos referido a esta prenda como la infalta­


ble y, sin duda, la más característica del hombre de nuestra campa­
ña. Como fuente bibliográfica, citaremos al iniciar esta descripCión,
el trabajo de la señora María D. Millán de Palavecino , "E l Poncho,
estudio etnográfico", Buenos Aires, 1954.

El poncho es una prenda que puede considerarse de uso uni­


versal, pues fue conocido por antiguas culturas de todos los conti­
nentes, Eurasia, Africa, Australasia (Melanesia y Polinesia) y Meso
y Sur América.

El español parece haberl o rec ibido de las viejas cu lturas medi ­


terráneas y según Cámara Cascudo. etnógrafo brasileño, no es sino
la pénula romana, capa de viaje y de guerra . (Luis da Cámara
Cascudo "Diccionario do Folclore Brasileiro" , Min isterio de Edu ­
ca9ao e Cultura, 1954, Rio de Jane iro).

Como lo señalamos antes, la herencia española recibió, a poco


de iniciada la conquista, la influencia de las altas culturas tejedoras
de México, Centro América y e l espinazo Andino del Continente
sur, y, con los gustos propios de estas síntesis cu ltu rales y fabrica­
do en los telares indígenas y mestizos, tuvo amplísima difusión
como prenda de uso en campaña y aún en la ciudad. En e l Siglo
XVIII, lo encontramos desde California y Nuevo México hasta el
Estrecho de Magallanes. En nuestro territorio, en la época que nos
ocupa (1780-1820), los ponchos siempre vinieron de las "provincias
de arriba" (esto es las del Noroeste argentino) y eran, mayorita­
riamente, cordobeses y santiagueños .

..... y ponchos a rayas de diferentes colores entre los que domina


el azul. Estos ponchos se hacen en Córdoba" (A. de Saint Hilaire,
idem. Cap. VI. Santa Teresa, Castillos, Rocha, pág. 148). A algunos
POnchos se les caracteriza por su modo de fabricarlos, como los "a
r.ala " (hechos en telar con "pala"), y otros por su aspecto, como el
balandrán" o el "vichará", o por el material de que se hacen,
como los de "bayeta" . También por lo s dibuíos caracterizantes,

69
)
como los "pampas". En su "Histoire d'un voyage aux isles Maloui­ )
nes" dice Dom Pernetty, que estuvo por estos pagos entre 1763 y
64: "En cuanto al vestir de la gente del pueblo... llevan en vez de )
capa una especie de género rayado, con bandas de diferentes )
colores, abierta solamente al medio para pasar la cabeza.. Este r . . : :. . :' ~ : ,J
abrigo cae sobre los hombros y cubre hasta los puños, descendien: .:-u )
I do por atrás y adelante hasta más abajo de la rodilla, teniendo
)
I además flecos a su alrededor; se le da el nombre de poncho ...". y
más adelante agrega: "El Señor Gobernador (se refiere a de Viana) )
nos mostró un poncho bordado en oro y plata, que le había costado
trescientos y tantos pesos .. :: )
)
Sobre el origen del nombre de esta prenda, señalaremos que,.
hasta no hace mucho, como ocurría con su origen que se creía )
indígena americano, la opinión más generalizada le atribuía un )
origen araucano, del vocablo "pontho". Sin embargo, así como'
Cámara Cascudo y quien esto escribe, respecto de la prenda, Mar: )
cos A. Morinigo, en un interesante artículo publicado en la "Nueva
Revista de Filología Hispánica", año IX, enero-marzo de 1955 (el
Colegio de México), N.O 1, en la pág. 33 Y sigo se encarga
demostrar lo absurdo de la hipótesis antes indicada y cree ..
)
que descartar el origen americano del poncho" . Y subraya : "Su
procedencia peninsular me parece indudable. Quizá sea voz del .)
léxico de la marinería española del Mediterráneo". Y hace caudal
de las declaraciones en el juicio a Gaboto.
:#J
Dice Emeric Essex Vidal. - "Ilustraciones Pintorescas de
Buenos Aires y \1ontevideo". Londres, 1820. Traducción de Carlos
MlJzio Saenz Peña. Ed. Viau, Buenos Aires. 1943:

"1 - El "poncho" o sea la prenda exterior usada por todos los


campesinos de estas provincias. Se compone de dos pedazos de
tela, de siete pies de largo por dos de ancho, cosidos entre sí a lo )
largo menos en el centro, donde se deja un hueco suficiente para I
que por él puede meterse la cabeza. La palabra, en castellano, signi­
fica "haragán", y se aplica a esta prenda por juzgarla inconveniente
--1
)
para realizar cualquier trabajo, para cuyo fin siempre se saca. Aun­
que el poncho es de uso tan difundido, se cree que en toda la )
extensión de la provincia de Buenos Aires no existe una sola
fábrica criolla de este artículo. En Salta, Perú, que es famosa por la
fa bricación de ponchos, se les hace de algodón, y muy hermosoS Y )
Po ncho
d e altos precios; pero los he chos por los modestos indios de las ['la tri a
Pa m pas (llanuras) son de lana, tan fuertes y tupidos que resisten I
las lluvias más copiosas y son también de original y hermoSO )
dib ujo; su color es, por regla. general, sobrio y muy duradero,
aunque los indios poseen tintes brillantes que aplican para otroS ")
artículos. Los indios, sin embargo , no usan mucho el poncho". :;:.í.2e.\\y
)
)

70 71 )
')
Alexan d er Caldle ugh - "Viajes por América del Sur" "Río de "Ue\'an, por encima, la capa, cuando hace frío , o bien el
la P lata - 182 1" , Traducc ión y pró logo de José L uis Busaniche. poncho, cuyo origen es amer icano (sic). E l de Corrientes de una
Ed. Solar. Buenos Aires, 1943. Capítulo n. (Pág. 46) da esta des­ pieza de géne ro de alre d edo r de siete p ies de .largo por cua tro de
c ri pción: .IIlCho, co n una abertura ) o ngi~d in a l en el med io, para pod er pasar
"Por e l momen to no hay ninguna especie de manufacturas en la cabezall " ' . y en la llamada dice: 11) " Se fabrica e n .Córdoba la
Buenos Aires ... " 1ll.1\·oría de los p on chos usados en Corrientes; so n más o menos
fjll~S y generalmente grises con rayas rojas y azul es. Hay también
" ... otros artículos, como ponchos y mantas rústicas, se traen de otros co lores y de distintas telas. Los co lores más usados son el
del interior. No será raro que en pocos años más, algún artícu lo de azul, el rc;>jo y el verde. Las mujeres hacen en Corrientes ponchos
fabricación inglesa viniera a reemplazar el poncho aunque hasta de lana, adornad os de vivos colores y que son de una gran solidez .
hoy no hemos podido hacer nada que lo iguale" (!). Se emplean como mordentes el alumbre y los orines putrefactos .
Ellas tejen también ponchos de algodón, de un tejido muy ce rrado
Arsene Isabelle, Viajero y naturalista fra ncés, que nos vis itara \. casi impermeable, rayado alternativamente de blanco y azu l".
en tre 1830 y 1834, al que hemos recurrido ya tantas veces, nos dice Sobre las variedades de esta prenda, hemos de señalar breve­
lo que sigue: "El poncho es una prenda de vestir no menos indis­
mente, las siguientes y sus caracterís ti cas : :'Apala", poncho de
pensable que el resto (se refiere a los ape ros del caballo), para
lanilla de color natu ral o vicuña, a listas más claras y oscuras, y,
viajar por estas llanuras, pues él protege a la vez de la lluvia, del
por extensión, cualqu ier poncho castaño o amarronado claro con
polvo, del calor y del frío. Es una pieza de lana o de algodón, o de ra~'as amarillentas.
lana mezclada con algodón, pero más corrientemente de pura lana,
rayada de diversos colores ; tiene siete palmos de ancho y doce de "Patria" - El clásico poncho de bayeta adoptado por los ejér­
largo , con una abertura de un pie en el medio, para pasar la citos nacionales, con e l anverso azu l y e l reverso de la misma tela,
cabeza . El poncho recuerda la casulla de u n cura y está, general­ co lorada.
mente , forrado de otra te la, azul cielo, verde o escarlata. Hay El poncho "ca la maco", es un ponchito ord inario, redondeado,
tambi én muchos ponchos de paño con un cuello q ue se levanta ,o rtón . y de color rojizo, y el poncho "¡;jchará" es también un
(los patria, agregamos nosotros), pero son los ricos (sic) los que los pOllcho de pobre, de tej ido basto, gris oscuro o azu l, con franja
usan, la plebe gasta ponchos ordinarios fabricados en el interior" Ilt:~ra o más oscura.
(ibidem., pág. 320 y 32 1).

Más adelante , a propósito de su propio vestuario, agregará una


observación del mayor interés, dice que al desembarcar en Pay­
sandú, vestido de gaucho, llevaba "negligentemente doblado sobre
su hombro izquierdo, un poncho inglés" , lo que demuestra que ya
en los albores de la nacionalidad, mucho antes del medio siglo,
llegaban hasta aquí ponchos fabricados por las tejedurías de aquel
país, que luego tendrían un gran auge hasta las primeras décadas
del presente siglo, en ambas márgenes del Plata, cumpliéndose así
la predicción de Caldleugh .

Alcides D'Orbigny : "CORRIENTéS y SUS HABITANTES".


' ~-:
-', a..l,l¿"',''\-­
JI
- (Pág. 355): "Cada hombre posee, además, su poncho, que lo usa
como capa. Cuando va a pie se lo envuelve alrededor del cuerpo, a
manera de los antiguos para defenderse del frío y de la lluvia ; y
/l '.
1 ~ t.¡p.Á./2
,~ , 6_,~
2. \~
cuando el tiempo es bueno se lo echa a la espalda. Cuando anda a ~ , 'V'l.t4 I .\

caballo, en el primer caso .pasa la cabeza por el agujero y el \" .- .


poncho lo cubre por delante y por detrás, como una casulla; en el '~~.
,, .' -""") . . ..
segundo, se lo enrolla alrededor de la cintura. El Poncho es, en -~ .;..:;;-;-::.: .'
todo tiempo, la manta de noche".

72 73
VI

EL PAÑUELO Y EL SOMBREH

A- EL PAÑUELO

Repetidamente en nuestras propias observaciones o en las


tTJ.nscripciones Y citas de documentos y viajeros nos hemos refe­
rido al uso, por parte de nuestros hombres de campo, de un gran
pañuelo, (cuadrado de 75 a 85 centímetros de lado), estampado o
liso, de seda u otra tela liviana, llamado, en el primer caso "pañue­
lo de hierbas", siempre de colores muy vivos: rojo, azul-cielo,
verde, amarillo, blanco.
Este pañuelo tenía varios usos . Generalmente colocado sobre
la cabeza, atado a ésta, a la marinera o corsaria o anudado bajo e l
mentón, serenero, siempre bajo el sombrero, o como vincha para suje­
tar las largas guedejas. En el primer caso hacía las veces del gorro o
red, que el hombre de pueblo, rural o urbano, español, gastaba p?ra
mantener sujetos, cubiertos y protegidos del polvo y el sol y, si se
quiere, ordenados, los cabellos, peinados generalmente con una tren­
za o coleta atrás, cuyo largo variaba de acuerdo a la longitud de aque­
llos.
Este modo de usarlo es herencia tanto de los marinos c()mo de
los campesinos peninsulares.
El otro modo de uso, de herencia tamhién campesina con
reminiscencias árabes, proteje cabeza, mejillas y nuca del sol du­
rante el día, y, a las orejas, del roCÍo y el frío en las madrugadas y
atarrleceres ; también de la lluvia, el viento y el fría invernales.
Siempre del polvo.
En ambos casos, cuando no se trataba de hacer largas marchas
que era cuando se llevaba de "serenero", o de realizar duras
faenas a caballo (boleadas, enlazadas, desjarretamientos) o en la
g-üerra o en el duelo, o en faenas y cuadre ras (que era cuando se le
colocaba a la marinera o como vincha) el pañuelo se dejaba caer,
simplemente, alrededor del cuello, cubriendo hombros y espalda
como un simple adorno, para el paseo, la pulpería, o el bailongo de
candil, o e n faenas a pie, yerra, etc., para atajar el sudor del rostro
y enjugárselo. Puesto así al cuello se le dio en llamar de golilla o
golilla, pues equivalía al gran cuello clásico español, plano y an­
cho, blanco y almidonado, de uso desde fines del si g lo XVII, entre
los mi litares , alcaldes, cabildantes, nob les y burguese s .

75
Un viaje ro in glés , en época bastante poste ri or a la que nos
oc upa, nos d ejÓ no obstante , u na fie l descr ipción de l modo de
ll evar e l pañ ue lo nues tros gauc hos . Se tram de T homas Woodb iñe
Hin chl ifT ("Viaje al Plam en 186 1", Ed. Hache tte, Bue nos Aires ,
Serenero
1955), que se ex p resa así (Cap . XI , pág . 242) : "Con tod o, yo andu­
ve varias ve ces a caball o, a p unto de las d oce, y en día de los más
ca lurosos, sin senti r n in gu na mo lesti a, para lo cual me arreglé la
cabeza a la moda gaucha, que consiste senc illam ente en dob lar
Pañue lo
diago na lmen te un pañuelo y atarl o fl Ojo bajo la barbill a, d ejando
__ iocha las otras pu ntas que cuelguen sobre la nuca. Enc ima se pone el
som brero, y el pañuelo, a l moverse con la b risa, produce un aire
fresco m uy agradab le".

B - EL SOMBRE RO

Q u izás y sin quizás, la prenda de uso entre nues tros hombres


de campo q ue tuvo más formas, texturas y variantes, fu e su tocado,
s u cub recabezas, o su som brero :
Golilla
Si damos una rápida revisión a las ci tas documenm les y de
\'iajeros sob re vestuario gene ral , qu e hemos usado en e ste mi smo
trabajo, vamos a encontramos con.: " ... un sombrero redon do de ala
muy corta co n su barbiq uejo" (Ramírez d el Pu lgar , 1789); " ...
~ ombre ro" (Fé lix de Azara, 1801 ); ..... u n somb rero bl a nco" (ca usa
.1 José Sali nas , 1797); " ... gorros de Pisón azu les ... sombreros blan ­
(f), de Pa nza d e Burra .. . otro entre fin o negro y ba rbijos de seda

nt'rrra" (em b argo a una p ul pe ría , 1785); " ... somb re ro b lanco \'iejo "
Jaime h. \Iolins, especia li sm argentino en temas d e tradició n Juicio a \ lan ue l C e spes, 1799); " ... un gra n so m b re ro de Paja del
criolla y referidos al gaucho, dio una inte re sante h ipótesis, de Perú" (Pa rish Robe rtson , 18 10); ... .. un gorro de Pisón encam ado"
origen semejante pero más restri ng ido, para su de nominación, en \'estuario de los indios en las Reales Obras, 1780); " .. . un somb re­
un artículo publicado en "La Prensa" de Buenos A i r~s el 11 de ro pequeño asegurado con barbiquejo de te rc iopelo negro" (Ro­
octubre de 1950. Indica que el Gobernador Don Pedro de Ceva­ hertson, 1815); .. .. . hay los que cubren su cabeza co n un pailuelo,
11 0s, en \'Ísperas de su campana contra los portugueses que culmi­ otros con un gorro puntiagudo, o con u n sombrero redo ndo " (lo de
nó con la toma de la Colonia, Río Grande del Sur, etc. (1762-63), redondo se ap licaba para indicar que no era tri c.:o rni o), (Xav ier de
impuso a los Cabildantes el uso obligatorio de la golilla (el cuello, \lam1Íer "Lettres sur L'Amerique", 1850); ..... bajo un so mbre ro de
antes mencionado), como parte de su traje o uniforme, en las paja blanca" (ibidem); ... .. se tocan con un sombre rito en forma de
ceremonias oficia les de cualquier clase. Esm golilla, la de uso Pdn de azúcar" (Alcides D'Orbigny, "Viaje a la América \Ieridio­
europeo , ya había dado lugar a po lémicas sobre su uso o no, en na l", 1826-33); " ... se cubren la cabeza con un sombrero de fieltro
España, coincidentes con las levanmdas por la prohibición del uso de lana negra" (idem); .. ... el tocado del gauc.:ho consiste, en la
del sombrero chambergo o gacho, y de la larga capa. Pues bien: Banda Oriental, en un sombrero redondo de anchas alas planas, y
según Molins la obligatoriedad de gasmr aquella suerte de cuello en Buenos Aires en un sombrerito de copa elevada y alas cortas,
acartonado y con gasas, despertó la máxima protesta en los presun­ 2olocado, ladeado sobre un pañuelo blanco anudado en triúngulo
tos usuarios y, seguramente, dio lugar a toda clase de chuscadas holgado, bajo el mentón, el sombrero está sujeto por una cinta
entre el populacho criollo siempre dispuesto a tomar a chacom a negra. Un gran número de Gauchos, tanto de la Banda Oriental
los godos y sus usos. Así al gaucho de nom, compadrón, que apa­ como de Buenos Aires, llevan un bonete o gorro frigio, rojo orlado
recía en la pulperia con su enorme pañuelo colorido al cuello, de verde y adornado de cintas tricolores en su extremo" (Arsene
también se le diría en tono de guasa : "se ha venido de golilla, Isabell e , "Voyage a Buenos Ayres et a Porte-Alegre par la Banda
fulano!!''' . Oriental, etc." - 1830-34).

76 77
)

Teniendo en cuenta esta variedad de tocado, cuando hicimos formación de nuestra cultura rural, dio en usar, sobre todo eT.tre los )
la descripción del vestuario tipo de nuestro hombre de campo, diji­ militares , sombreros enfáticos, de alas muy anchas, con doblados

mos al respecto que llevaba, "un sombrero de castor o fieltro en éstas Y adornos de cintas, galones y plumas. Fue precisamente '>

gacho de anchas alas y copa relativamente baja, o un panza ck el Conde Armand-Frederic de Schomberg (despuéS duque y maris­

cal de Francia), héroe de la Guerra de los Treinta Años, al servicio


)
burra de alta copa y alas muy cortas, o un sombrero blanco, del
de la Francia de Richelieu y Luis XIV, quien adoptó, como parte )
Cuzco, casi un galerín, de copa redonda y alas cortas, hecho con
una pasta de lana de llama o vicuña blanca. 0, finalmente, en de los uniformes militares de los que fue uno de los creadores, )
verano, un pajilla venido del Ecuador o de Panamá, de tejido de este tipo de sombrero blando, de copa relativamente baja, con una
palma, de anchas alas y copa más bien alta (lo que ahora considera­ ala doblada y sujeta a la copa con una presilla, con galones y plu­ ')

ríamos una c10che u horma sin planchado especial). Todos con ma, y quien, como a la casaca y otras prendas acabó por darles
)
barbiquejp o barbijo, lo más frecuentemente de seda negra y una nombre, en España, a pesar de su carácter de militar enemigo.
)
borla en el extremo, el corredor de madera forrada de hilo, de seda
o de metal". En efecto, Schomberg fue destinado por Luis XIV, para ayudar
d. portugal en su ya por entonces larga guerra de secesión e inde­

En concreto tenemos, cuando menos, cinco "tipos" de sombre­ pendencia de ESl?aña (1661-1668), Y fue el reorganizador de la

ros usados por n~ stro hombre de campo en esta primel a época de ~aba1lería lusitana y factor decisivo para los logros portugueses,

que nos ocupamos, a saber: 1) el chambergo o gachO', de confec­ principalmente por su victoria en Montes-Claros (1665), enfrentan­

ción de herencia general o provinciana, española y aún europea, do a 0". Juan de Austria, batalla donde se consagró como Capitán )

sobre cuyo origen, etimología y características hemos de extender­ de la caballería portuguesa, don Manuel Lobo, destinado luego a

nos enseguida, siguiendo, fundamentalmente, el trabajo de Roberto fundar la Colonia del Sacramento en nuestro territorio .

Lehmann-Nitsche.
Schomberg nació en Heidelberg en 1615 y murió en el Comba­

2) El panza de burra, herencia provinciana de la cultura de los te de la Boyne, el 11 de julio de 1690, a la avanzada edad de 75

arrierQs y acem ileros, usado tOdo a lo largo de las regiones monta·


ñosas de la América española, desde México a Chile; sobre el que .¡ños.

también nos extenderemos en lo referente a sus características, De acuerdo a las investigaciones de Lehmann-Nitsche, el Dic­

fonna y modo de confeccionarlo. cio nario de la Lengua de la Real Academia Española, en su La

3) Sombrero blanco de Cuzco, imitación del gacho español, edi ción de 1729, dice:

"Chamberga. s.f. Casaca ancha, cuya longitud pasaba de las


cuyo origen y forma ya explicamos.
4) Los pajillas.
~--' .
..........., .. ., ... "

rodillas: su aforro. volvía sobre la tela de que era la casaca, con una
faxa de quatro a seis dedos de ancho de arriba abaxo por ambos
5) Los gorros de Pisón, o gorros frigios, conocidos vulgarmente lados: las mangas algo más anchas de lo que se usan ahora, y más )
en la campaña como gorros de manga. Sobre los que también nos cortas, tambyen con una vuelta del mismo aforro. Diósele este
extenderemos oportunamente. nombre por haver trahido este traje con sus tropas el Mariscal de )
Vamos a comenzar pues por: Chamberg (sic), quando vino de Francia a la Guerra de Portugal" . )
y en la cuarta acepción, dice: "Chambergo. usado como adj.: Se
entiende por extensión de otras cosas : como sombrero chambergo, f
1) EL GACHO O CHAMBERGO. - Como lo indicamos antes, casaca chamberga, etc.".
utilizaremos en el presente parágrafo, parte de la documentación )
manejada por Roberto Lehmann-Nitsche en su opúsculo "El Es, sin embargo en la 2. 3 acepción, que da la clave o explica­ )
Chambergo" (Imp. Coni. Hnos., Buenos Aires, 1916). ción de todo: )
"Chamberga. Se llamó también a un Regimiento, que se fonnó
Por nuestra cuenta aclararemos, en primero término, que som­ en ~ladrid en la menor edad del Rey Don Carlos 1I, Gobernando
)
brero quiere decir que hace sombra. Ya en las antiguas Grecia y los Reinos Doña Mariana de Austria su madre, para su guardia; del

Roma usóse un sombrero de solo de viaje, de alas bien anchas, qual, en su primera formación fue Coronel el Rey y después el

que es el que se ve normalmente en las representaciones de ~Iarqués de Aitóna, e tc". "Diósele este nombre porque trahian los

Hermes o Mercurio, al que se dio el nombre de petasos. Europa, Oficial es y soldados las casácas como las chambergas" .

en el s iglo XVII, que es el primero que importa a los efectos de la


\
)
79 )
78
que se entienden todos los que viven de sus rentas y haciend as, o por campesinos y mi litares, un sombrero redondo, blando, de fiel­
de salarios de sus emp leos o exercic ios h onoríficos y otros seme­ tro de lana u otro pelo de mejor cal idad (castor, nutria), de anchas
jante s , y sus domésti cos y criados que no traigan lib rea de las que alas y copa regular, generalmente con un lalgo barb ijo (de cinta de
se u san precisamente de capa corta (que a lo menos le falte una seda, de terciopelo, etc. ), que se denominó gacho (por la forma de
quarta para llegar al suelo), e tc."... "baxo de la pena por la p rimera las alas ) o chambergo (vocablo cuyo origen ya exp¡¡'camos). Por
vez d e seis ducados, o doce días de cárce l, y por la segunda doce efecto de disposiciones legales que lo vinculaban a la costumbre
ducados, o veinte y q uatro días de cárcel , y por la tercera quatro de embozarse con grandes mantas o capotes, p rop ia de guapos ,
años de destierro a diez leguas de esta Corte y Sitios Reales, etc" valento nes, ladrones y malentretenidos, pasó a ser símbolo de
... "pero quiero, no se entiendan las dichas penas con los arrieros, gentes de vida poco recomendable.
trajineros , u otros que conducen víveres a la Corte, que son tran­ Atributo de masculinidad por excelencia y necesidad impres­
seúntes, como anden en su propio traje y no embozados; pero sí
ci ndib le como protección para la cabeza, del hombre de a caballo,
los tales se detuvieren en la Corte a algún negocio, aunque sea en pasó, aquí en el Plata, a ser uno de los símbolos cu lturales exterio­
posadas o mesones, por más tie mpo de tres días, hayan de usar del res del gaucho, que lo usó de formas diversas, pero siempre con
sombrero de tres picos, y no de l redondo, o de monteras permiti­ barbijo y volcado al costao, sobre una oreja y hacia la frente
das, y descubíerto el rostro , baxo las mismas penas" . (Bando publi­ (sombra para proteger los ojos).
do en Madrid a 10 de marzD de 1766, Ley XIII , Título XIX, Libro
111). Basándonos en las descripciones de viajeros, y aún en la icono­
grafía, parece ser que en nuestro territorio y la zona del litoral
La nota referidit al as terisco, d ice: "Por la citada Real orden y argentino (Entre Ríos y Santa Fé) se usó, en el período que nos
consiguiente bando se mandó, que ninguna persona, de cualquier ocupa, el gacho (que fue la denominación más usual), de alas
estado, grado o distinción, fuese ni concurriese a pie ni en coche anchas, curvadas en diversas formas, con la copa med iana y tam­
embozado con capa larga, montera o sombrero, o gorro ni otro bién abollada al gusto del usuario. Y en Buenos Aires, con el ala
g é ne ro de e mbozo, e tc." corta y la copa alta, dándosele habitualmente el nombre de cham­
M ás tarde , el 22 de enero de 1766, dio el Rey D. Carlos 111, la bergo.
si gui e nte Real O rden : " Prohibición de usar capa larga, sombrero
re dondo ni e mboz o los emp leados en el servicio y oficinas Rea­
le s" , etc. Por último , e l Consejo por circ u lar de l 11 de junio de
Gorro d<
1770 y D . Carlos IV por reso lución de diciembre 18 de 1804, maoga
d iero n lugar a las di sposiciones que transcribimos (Ley XV, título
XIII, libro VI): " ProhibiCi ón de sombre ro s gach os o ch ambe rgos a
tod os los que vi stan h áb itos largos d e sotan a y man teo" .

"S ie ndo co nve ni e nte al bu en ord e n de la Rep úb lica, y notori a­


me nte ú til es a su bi en es tar, los e fecto s q ue ha produ ci d o e l no uso
de los so m b reros gacho s o c hambe rgos, com o ind ece nte s y nada
con formes a la d eb id a circun spección de las p e rso nas; p roporciona­ __O=::>
d os so la m ente a las acc iones oscuras y no p ocas veces delincuen­
tes, e tc .".
La iconografía regional de la ép oca, no hace sin o confimlar, (
Ch. m bcr¡;o,
I
cono seña lamos antes, las pre fe renc ias y cadc ter de tales sombre­ /
ros, prohibidos por las dispos iciones rese ñadas, pero, tal vez por
eso m ismo, defendidos, co mo parte de su patrimonio cultura l por la
tradic ión popular, particularmente en esta parte de Amér ica .

+=" .~etl\y
Concluyendo, desde los comi e nzos mism os de la colonización,
usóse po r parte de nues tros homb res, de c iudad y campo, como
herencia cultural de añejo cuño europeo, trasmiti da en igual grado

82 83
)

2) EL GORRO DE PISON, DE MANGA O FRIGIO. - Fue de )


Confección
frecuente uso, de acuerdo a la documentación manejada, en el dd panza )
período que estamos estudiando, este tipo de tocado masculino de bu rra
(que, sin embargo, alcanzará su mayor auge en el período siguien­ )
te) consistente en una especie de cono o tronco de cono, de tela )
gruesa y basta (lana, tripe, bayeta, punto) de un color fuerte (rojo,
verde, azul) y ribeteado o forrado en contraste vivo, cuyo origen
"".,,-,­
hay que buscarlo, precisamente en aquel antiguo pueblo de Asia ,
que le prestó el nombre (los frigios), de extendido uso en Grecia y ,, )

Roma y en las varias culturas marineras del Mediterráneo europeo, )


retomado, con carácter simbólico, por los revolucionarios franceses
que derrocaron a Luis XVI, relacionado con la idea de libertad. )
,) )
El nombre de "pisón", con que figuran estos gorros en docu­
mentos dieciochescos rioplatenses, puede explicarse por su origen )
(Pisón es una localidad gallega), o por su forma. El pisón es un
)
instrumento de forma de cono truncado, labrado en madera dura y
por ende pesada, al que se agregaba un mango de largo variable. )
Las motivaciones culturales de carácter m'ás o menos político o
de bando o facciones , sobrevinientes a las independencias, agregó
como adorno y distintivo, a estos gorros, escarapelas o simples )
cintas, de color blanco y celeste; celeste, blanco y colorado; celeste
)
y colorado, etc.
)
3) EL SOMBRERO "PANZA DE BURRA". - Este sombrero, 4) SOMBREROS BLANCOS DEL C(:ZCO y PAJILLAS DE
que por mucho tiempo ha sido considerado entre quienes no han JIPIJAPA . - Dos hijos americanos tuvo el chambergo o gacho
)
hecho estudios científicos y menos comparados sobre estos temas, español, ambos confeccionados con materiales propios de las tie­ )

corno un atributo propio, característico y caracterizante del gaucho rras del Nuevo MlIndo. Uno es el redondo sombrero de alas an­

rioplatense, especialmente en la época de las independencias na­ chas, llamado del Cuzco, que no es sino un gacho cuya horma se )
cionales, y que nosotros hemos encontrado en uso en la América fabricaba con pelo de vicuña y llama de ese color.
española desde México a Chile, y al que hemos definido en sus )
orígenes, como herencia cultural europea, particularmente, de los El otro es el conocido como pajilla, en el Río de la Plata, cuya )
arrieros y acemileros de Asturias y León, recibe su nombre por el honna fue moldeada, como la de los chambergos europeos , al gusto
material con el que se le confeccionaba. Este se obtenía cortando )
de sus consumidores del área. gauderios, gauchos y semejantes
en redondo el cuero de la barriga de las burras, normalmente de dándose así variantes, como los muy pequeños, de alas cortas y )
color blanco o blanquizco. Luego, este redondel de cuero, con copa chata, muy usados en Buenos Ai:"es, o los de ala corta y copa
pelo, de forma ya naturalmente abombada, se colocaba sobre el alta y cónica, preferidos en Entre Ríos y nuestra Banda, o los
)
extremo de un poste, estirándolo y moldeándolo, hasta darle forma predilectos de este lado los de copa baja y alas anchas. )
cónica, y se le ataba un tiento en redondo, para mantener esa
forma, y se le doblaba el borde de manera de formarle el ala, que Se fabricaban con finas hojas de palma, secas y blanqueadas, 1
siempre era angosta e irregularmente cambrada. cortadas en delgadas tiras entretejidas siguiendo un entramado
circular, desde el centro de la copa hasta el borde del ala. Lleva­ )
Después de seco, como la bota de potro, todo era cuestión de ban habitualmente un largo barbijo de seda negra, rematado en )
ir amoldándolo con e l uso . Debido a la brevedad de las alas se una borla. Los sombreros de pajilla, más que ningún otro, tal vez
usaba generalmente volcado sobre la frente y el barbijo, que tam­ por su color o por su mayor uso en la época estival , gustó el )
bién e ra de cuero, habitualmente tejido de finos tientos de potrilla, gaucho de adornarlos con una pluma de color vivo (incluso de los )
se ll e vaba sujeto hacia atrás de la cabeza (de retranca) , o de bajo de importados pavos reales), a lo que se llamó a la charrúa, o con una
la nariz . o vari as fl ores silvestres , particularmente las rojas margaritas cam- )
)
85 )
84
Ba/ lent e.
pesi nas (o verbenas), que tan to abu ndaban en nuestra campaña EIIIl es Sil prelldu qu endu
Ella ~s 51J sue rio dumllt'lIcJó
por entonces, al punto de ju stificar el poético títu lo de " tierra pur­
púrea" que con sen tido de parábola le d io Hudso n,
VII

EL VESTUARIO DE LA MUJER

EN EL CAMPO - l,a EPOCA

Todo lo que indicamos en la In troducc ión de este trabajo


respecto a or ígenes y características, modo de arribo, etc" respecto
de las pilchas masculinas en nuestro med io rura l y pa rt icu larmen te
en el período que nos ocupa, al que podemos llamar "colonial",
-", y:{;... -- .,.­ \'ale también para la m ujer, con algunas lógicas salvedades que
/ ,.f derivan, naturalmente, de su sexo , actividad, número e importancia
I / I
socia l.
Como lo expresamos en la menc ionada Introducc ión y Genera­
Sumh ct:'ru Mode los lidades, para poder exp li car y compre nder las características y
d d Cuzco de pajilla> evolución de l ves tuario femenin o en nues tro medio, u rbano y ru­
ral , eri la época que nos ocupa, es imprescindible que tengamos e n
cuen ta factores culturales generales y particu lares a los que enton­
'>.".
~
' ~;
ces nos refer imos extensamente, De todos modos, aún a riesgo de
-,\1' : ~- resultar machacon es, co n el deseo de ev itar al lector u n regre so el
páginas anteriores, vamos a repetir somerame nte , Entre los factores
ge nera les, comunes a todas J a~ naciones hispano-americanas, Jos

V
~
de mayor trascendenc ia son :
1.0) E l carácter de pro\'incia u ltramarina o colon ia de España,
de nuestro territorio hasta la segunda década del Siglo XIX, abar­
cando, en consecuencia, la mayor parte del periodo que estudia­
mos (1780-1820),
2,°) La influencia crec iente de París como centro difusor el!::
;: ,~e,\\y
modas, que, desde 1700 (ad\'enim iento de los Barbones al trono
español) , es decir, justo cllando se inicia la colonización humana
de nuestro territorio, se hace sen tir c laramente sobre Espaí'la y SIIS
Co lonias,
3.0) El carúcter genera l hispánico de la fo rmaci ón cu ltural de
Amér ica, con desapariCión de lo s tics o modos pro\'incianos regio­
nales de España, Esto (a despecho de que los llamad os trajes
regionales, de las provincias o regiones de Espal"w, tienen, los mús
notorios or ígenes de sus prendas, precisamente en el Siglo X\ 'II l)
adqu iere espec ial importancia respecto del traje rural femenino en
el Plata, que no hereda ninguna particularidad fO~f.if:'\ española,
aunque tenga un c:arúcter notoriamente rural. l' ~~
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4.°) Los lentos medios de comunicación entre Europa y Amé­ la realidad, de la existencia de un traje o disfraz (como solía
rica, que harían llegar tardíamente, aún a las ciudades-puertos, los llamarse a los modos de vestir campesinos o urbanos de fuerte tono
cambios de la moda. Con mucha mayor razón a los medios campe­ folklórico y aspecto sui generis, contradictorio con las modas de
sinos. las elites cortesanas ), propio del gaucho (ver pág. 35 ), nunca la
Entre los factores particulares volvemos a señalar: hubo, en cambio, porque en verdad éste no existió con carácter
propio , sobre la existencia de un traje de la paisana o mujer de
1. 0) La entrada de los ganados antes del establecimiento del campo . Erróneamente, los llamados nativistas, en la presentación
europeo en poblaciones, en nuestro territorio (colonización vacuna) de sus conjuntos O grupos de baile, llaman al vestuario femenino
y 10 tardío de la colonización humana (1680, Colonia del Sacramen­ traje de china, confundiendo los términos y adjudicando, en una
to; 1724-26, Montevideo), con ciudades-puertos de carácter emi­ ¡zeneralización poco feliz, el calificativo de china a todas las inuje­
nentemente militar y mercantil, dejando el interior casi vacío. ~es de nuestro campo, siendo que éste se aplicó originalmente a un
tipo femenino bien definido, que deambulaba con los soldados,
2.°) Por las causas recién anotadas, el desarrollo de una pobla­ etc., de costumbres y profesión, bastante más que dudosas .
ción y una sociedad numérica y culturalmente masculina, en espe­
cial en la campaña, transitada sólo por hombres sueltos, desertores En otros casos, se hace aparecer a las damas con delantales,
de los cuarteles y varios aventureros criollos sin oficio, e indios; para bailar, siendo esto tanto o más disparatado que el uso de las
sin hijos ni familia, sin ley ni Dios, los propiamente dichos gau­ espuelas en los hombres . En efecto, el delantal es un elemento de
chos. Y como consecuencia, marcada escasez de mujeres. que las trabajo y por lo tanto se lo quitaban, aún cuando estuvieran poco
convirtió en un elemento mucho más buscado, diríamos raro, y que, antes cumpliendo tareas culinarias (preparación de pasteles, etc.),
por contraste, acentuó la espectacularidad (más o meno~Fur"i0nal en cuanto iban a la sala de baile . Ni hablar de que los tales
O fantasiosa) de aquellos hombres-gallos, necesitados de destacarse delantales, para colmo de disparates se confeccionan en organza u
fre nte a la sencillez de los usos femeninos, su sobriedad. su carác­ otras telas suntuosas y propias de la lingerie urbana, antes que de
ter más "europeo" e incluso, su pulcritud, que unidos a la belleza las rusticidades campesinas . El uso de una cinta en el cabello,
natural de las criollas, no dejaron de llamar la atención de los llamada impropiamente vincha, con carácter uniforme, es otro bo­
viajeros europeos, según veremos enseguida. tón más en el muestrario de estos desaciertos. )
3.°) La ausencia de influencias indígenas en el vestir femeni­ Dejemos este siempre lamentable tema de señalar errore s,
no, como en otros tantos aspectos de la cultura ' local, al faltar la aunque tenga carácter docente, y vayamos a lo que dijeron los
tejeduría nativa, por las características culturales de nuestros indios viajeros, )
(charrúas, minuanes, etc.).
Félix de Azara ("Memoria sobre el estado rural del Río de la
4.°) La pobreza original de las poblaciones de nuestro país y la Plata en 1801"; Ed . Bajel, Buenos Aires, 1943) las describe así )
mayor aún, de !>u ámbito rural. (pág, 3 y 4) :
)
Con todo lo dicho podemos hacer la descripción del modo de
" Por supuesto que las mujeres van descalzas . puercas yandra­
vestir de las mujeres en la campaña oriental, en el período que
josas, asemejándose en un todo á sus padres y maridos, sin coser ni .)
venimos estudiando (1780-1820), y para ello vamos a recurrir, pri­
hilar nada " .
mero a los viajeros y luego a los documentos, especialmente inven­
)
tarios de época. y en la "Descripción e Historia del Paraguay y del Rio de la )
Como el del hombre, aunque, y lo repetimos por la importan, Plata", 1790 (Ed. Bajel Buenos Aires, 1943), se había referido a
cia que reviste, dentro de parámetros mucho más sencillos y sim­ ellas en estos términos (pág. 200):
ples , variará según ].a estación, la hora del día y las circunstancias "Sus mujeres son puercas y van descalzas sin más vestido que
de la ocasión. Esto de las circunstancias de la (1casión, hace que el tipós é camisa que dije de las indias en el capítulo 13 núm . 18" .
digamos que, como en el vesh.1ario del hombre se hall c(lmetido y Dice 8.lií: " Daban por vestido a los varones un gorr.}, una camisa,
se ~ometen, en aras de un seudo tradicionalismo sin base ni e~hl­ calzones y poncho, todo de lienzo de algodón grueso. claro y
dio, graves errores, tanto formales como de concepto. En primer ordinario. les hacían cortar raso ei cabello, sin permitirle calzado.
término así como desde la propia época colonial (Siglo XVIII), en Tampoco lo permihan a las mujeres , reduciénnose todo su vestido
plena definición del tipo y en su auge como producto axial de la 2.1 Tipós o camisa sin ma;¡gas del citado lienzo, ceñido á la cintura .
cultural local. existirá el cOnceptcl, la idea, perfcda¡;1C'1te ajustada a I..a ::: precisa ban a hacer de ~ u ..:abello u,:a 'colet;) C0T!1f) I.os soldados ,

88 89
osa, \isten, como su madre , un vestido de in di ana Y un chal de
y cí des hacerla al e n tra r en el tem pl o para ll evar e l pe lo ten d ido,
,-' l . "Igod , tienen los cabellos trenzados Y sos tenidos hacia arr iba co n
s in n ada que cubriese la cabeza ". "Las más no la tienen de rem u­
ón
un peinetón. La madre ll eva med ias y zapatos, las hijas están
da, y se la qu itan, lava n y tienden a l so l, y enjuta vuelven con e ll a

en descalzas . (A uguste de Saint-H il aire, "Voyage a Rio G rande d o


p u esta de l río cí su casa. Sus ocupaciones son por lo común, b arrer,

hacer fuego para asar la carne , y calentar el agua para tomar el


Sul" _Orleans, 1887, 18 16-182.2- Cap . VI - Santa Teresa, Casti­
<; .
mate, sin h ilar ni coser" . ...
lI us- Rocha , CastiJlos, octu bre 6, pág . 148).
JJ t
"Por lo genera l, las m ujeres son encantadoras; hablan el caste­ En la pág. 151, completa, refiriéndose a la fo rma de vesti r de
r¡v llano con mucha corrección y gusto; pero lo qu'e infl uye en sus la gente de nuestro campo: "No hay aquí proporción a lguna entre
.;~ atractivos es la irresis ti ble inclinación que tienen por toda especie el vest ir de los hombres y el de las mujeres; éstas visten como
de bebidas (sic) y por e l tabaco; han contraído de tal suerte esta damas, los. hombres apenas un poco mejor que nuestros paisanos de
id: costumbre que no la dejan sino con la muerte". Qulián Me ll et, Francia" . y agrega (pág. 152.) "Allá encontré tres mujeres muy bien
"Viaje por el Interior de la América ~eridionar". 1808-1820. (Ed. puestas que me recib ieron perfectamemte y se pus ieron a conver­
"1:
de l Pacífico S.A., Santiago d e Chile, 1959, trad. de la 2,3 edic ión sar conmigo . Con excepción de una que es muy linda, todas han
uc fra n cesa de 1824) -Capítulo 11- Maldonado, Montevideo) . pasado la primera juventud, pero tienen gracia y clase en s u s
maneras, cortesía sin afectació n, en una palabra, poco menoS q ue
"Las mujeres van descalzas y son muy sucias. Sus vestiduras los modos de nuestras castellanas bien enseñadas . Los hombres , al
c onsisten com u nmente de una camisa sin mangas, sujeta por un contrario, me han hablado poco, son de maneras vulgares y no me
cinturón a la cintura: muy a menudo no tienen más que la puesta" . han hecho cumplidos .. ." "S iempre el chiripá y los pantalones (cal ­
a, (Emeric E. Vidal -Ilustraciones Pintorescas de Buenos Aires y zoncillos), q ue he descripto .. .", etc.
Montevideo". Londres 182~ Traducción de Carlos Muzio Saenz El 15 de Octubre, en la ig lesia de Roch a (pág. 156), dice : "Las
4p' Peña - Ed. VIAU, Bue nos Aires- 1943, Estancia de San Pedro,
muje res estaban muy bien puestas, los hombres 10 estaban muy
Jn. Colonia -Vestuario de las gentes de campo, pág. 23).
ma l".
in' " ... \-Ii huésped de Santa Teresa, y el teniente de la Angostura, Atravesando la campaña de San José, hacia la Colonia, describe
oJe. me han acompañado a una legua de aquí, a un lugar llamado por .\sí sus costumbres : "Están siempre a caball o, van a caba ll o a. la
L~
los portugueses, del nombre de su propietario, Casa de Malina" . pulpería, a caballo se hacen las compras, se busca la carne y el
agua, hasta a misa se va a caballo . Encontré en las calles de San
"Esta casa es un rancho como los ele los portugueses, pero más
José algunas mujeres que ll evaban vestidos de seda y según 10 que
limpio y menos desprovisto . La sala donde fuí recibido está ador­
me dijeron los mismos oficiales, al¡¡;unas son amables, pero los
nada con bancos y sillas y en-unO de sus ángulos un gran aparador, hombres son, en general, groseros y sin educación, y se ven a veces
'n en forma de annario, cuyas puertas abiertas dejaban ver una gran
en los bailes, mujeres y h ombres de chiripú" . (San José, 3 de
.e cantidad de fuentes y platos de loza ... " .... . De esta casa depende
-una pulpería, donde estaban estibados varios sacos de yerba mate diciembre, púg. 2.11).
proveniente de la Capitanía de Río Grande , un gran saco de pi ­ Se detiene en San Juan (Departamento de Co lonia), el 14 de
mienta, algunas mercaderías europeas y ponchos rayados de distin ­ diciembre, y noS indica (púg. 224): "El dueilo de casa (se refiere al
tos colores entre los cuales domina el azul. Estos ponchos se hacen propietario de la estancia) lleva una chaqueta deshilachada y no
·d? en Córdoba" . tiene sino el aspecto de un paisano; su mujer, por el contrario, estú
.1\..
"Hice alto en una estancia que pertenece a la hennana de \'estida como u na dama , la pulcritud person ificada".
.:
Angelo Nuñez, y se compone de varios ranchos bajos, construídos \'a completando su imagen de las mujeres en la call\p,u'Ü\
hÚ de barro grisáceo y entre las cuales apenas si se distingue la casa oriental. sin duda la m.ís minuciosa que noS dejó ele e llas \iaJero
p, del propietario. En la sala en que me introdujeron hay dos camas alguno , en la épocas que noS ocupa, Y en una estancia próxima a
de madera, igual número de mesas y sillas de paja pintadas de rojo, Las Víboras , todavía en Colonia, el 19 de diciembre (púg 231 ), IlOS
nt. y sobre una de las mesas uno de esos pequeños oratorios portátiles, rio
describe así a la duei'la de casa (mujer de Don Grego ) \ su
tal como los que tienen los portugueses" ... "Cuando entré encontré hermana : ..... \oli huéspeda y su hermana parecen habe r sido mu y
en esta habitación al dueño y a la dueña de casa y varias jovencitas bien cri,Hlas; conversan Illuy bien y muestran es,\ cortesÍ<\, e se
de diez a quince años, de caritas realmente angelicales, piel fina, deseo ele agradar sin rnezcla de afectación , qu e yo no he \'isto sino
mejillas ruborosas, grandes ojos negros, boca pequeña, cabellos
eHtre las hisp,\11o<unericanas"
castaños oscuros . Estas personitas que son las hijas del dueño de

91
90
~-

VIII

VESTUARIO MASCULINO
2. a EPOCA - 1820-1870

~ o \'3moS a insistir en la reiteración de conceptos vel


la Introducción y Generalidades, al iniciar el estudio de
)\Unda época del vestuario de nuestros hombres de campe
.lceptado lo arbitrario de esta división que, como lo ex]
extensamente, tiende sólo a facilitar el estudio tipológico)
matizar e l tema .
La primera época, ya estudiada, responde a los tipos d
~ador , gauderio y gaucho, en la Edad del Cuero, o de la E
Cimarrona, de la depredación de las reservas naturales de
\' las arreadas de yegunos y mulares, con destino a un c
~ ás clandes ti no que legal , por parte de cuadrill as de 1
sueltos , desertores del ejército y la marina coloniales ; indi
desprendidos de las Misiones, etc.
Re mata con el comienzo de la Era del Tasajo, o del el
cría de vacunos y de las guerras por la independencia
que sucesivamente por razones socio-económicas y luego ~
liticas, producen un activo cambio cultural, que transfon
gauchos de cazadores de ganados cimarrones, en pastores­
j"e rarquizando Tlna serie de sus mejores condiciones cultu
pertrofiando peligrosamente otras e, incluso, exaltando ca
temente algunos de sus defectos .
Sigue siendo el gaucho, en todo ese período, el eje, el
to arquetípico de la cultura local por antonomasia, el
axial de nuestra sociedad, nunca el marginal que, en notori
c dencia, nos han querido mostrar los tecnócratas teó ric
a actividad agraria, o los ideólogos del materialismo dialécti
p
xismo), disfrazado de seudo-nacionalismo intelectual.
v
il Aquélla, dijimos, es la época de la bota de potro , el d
z dar, las boleadoras,
e La época que ahora vamos a estudiar, es, esencialrr
d Culminación y la hipertrofia también, en el tiempo, y en
res culturales, positivos y negativos , del final de la etapa
Hay, un estancamiento y, si se qui e re un retroceso apare r
n proce so de cambio cultural, pero, en realidad hay una ace
e provocada, a pesar de los largos conflictos de armas que se
c lIan a través de todo el período, p or la consolidación naci o
s~ mi graciones masivas, principalmente de vascos españoles

9
ses, ita lianos, ingleses, escoceses, irlandeses , etc ., que si en algu­
nos aspectos des lava n virtu des esencia les de la cultura regional y SJlada , del comercio in ternacional, ele l comienzo de la gran inmi ­
nac ional, flexibi li zan el cuerpo soc ial, lo d inamizan y favorecen su ~rac i ónpob ladora europea . Es, como señalamos, el tiempo en que
adaptación a las cond iciones de una nueva cultura que habrá de el país se despob ló de gana dos y se pobló de lanzas .
participar, por igual, de e leme n tos tradiciona les y de otros, produc­
Como es n atu ra l, el ves tuario de nuestros h ombres de ca mpo
tos de un proceso d e endoculturac ión, donde la asim il ac ión no
sufrió camb ios, much os de los cuales ya se venían prod uciendo
siempre es pa reja y sin consecuencias traumáticas, pero q ue, en
desde el período an terior. Algunas p re ndas, al desaparecer de l uso
definitiva, se va haciendo total y tendiente a una adecuada integra­
c ión nacional. social genera l, desaparecen también de l uso en campaña. Otras, en
camb io, adquieren particular importancia. Finalmente, empiezan a
El gaucho deja de ser un cazador de ganados, a veces pastor y adoptarse algunas que habrán de perpetuarse en el uso rural, hasta
a veces so ldado (m il icias), para ser, antes que nada, un guerrero, nuestros tiempos, por sus excelencias funcionales.
que cuando puede, en los intervalos de paz, se va sedentarizando
en el pastoreo engordador de vacu nos , a los que se suman, cada En este sentido, en el de las excelencias funcionales, es nece­
vez más, los lanares, pero que, a ratos también, vuelve a se r un sario que destaquemos que hay una prenda que atraviesa todo a lo
cazador rebarbari zado, depre dador impen itente, por los avatares de largo y ancho las distintas etapas del ser y el quehacer de nuestros
las contiendas, consideradas, generalmente intestinas o civiles, y hombres de campo y permanece hasta hoy, ins ustitu íble en sus
mayoritariamente provocadas o alentadas por un intervencionismo mú ltiples ventajas como abrigo de los fríos, impermeable a las llu­
externo, que si a veces pudo tener la apariencia de una contribu­ vias, protector de los soles y los vientos, como manta de cama, etc.:
ción a l desarrollo, muchas mostró la descamada garra de un neo­ es el poncho.
colon ialismo, cul tural, económico o, aún, directo, en afanes de Vamos pues, a repasar brevemente el vestuario que dimos
acrecentamiento territoria l. Lo lamentable, y vaya esto dich o entre como característico de la etapa anterior y referirnos a la susti tución
paréntesis, es que esos atrope ll os a la soberanía e independencia de alguna de sus prendas por otras, o la alternancia de uso de otras
naciona l, hayan sido fomentados por los pusilánimes o los traidores junto a aquellas.
de adentro, los eternos buscadores de patrias grandes, de protec­
ciones, o integraciones terri toriales, descreidos de los va lores pro­ Empezaremos, otra vez; por los pies.
p ios de una patria que no supieron amar sin reservas, como verda­
deros hijos. Lamentab lemente, fe nómeno Idéntico al que hemos A pesar de todas las prohibiciones legales, ya ensayadas en el
tenido que sufrir, en los tiempos presentes. período éolonial-español y reiteradas ahora, sobre todo durante la
Cisplatina, la bota de potro (de yegua) y aún la de vaca, siguió
Esta etapa, que empieza en e l momento culminante de las siendo la dueña y señora de los pies de nuestros hombres de
guerras por la independencia, la maravillosa gesta de los orientales campo. Senci lla, adecuada para quien estaba todo el día sobre el
solos, la cruzada de 1825, sigue con el proceso de 1826-28, que caballo, relativamente cómodll y básicamente barata, en el caos
incluye episodios tan trascendentes como la Campaña de ~1isiones . general de costumbres que fue signo exterior evidente de este
Y, desde 1833 hasta el 65, con muy pequeños intervalos de paz, es, largo período de luchas, la "bota de potro" se mantuvo comu
una sucesión de conflictos internos, con intervenciones exteriores, predilecta indiscutible, tanto en el uso rural, estrictamente, como
en que los orientales siguen demostrando un valor a toda prueba y entre las tropas nacionales. Sólo fue, poco a poco, despla'zada en
una perseverante voluntad del ser nacional que resistía todas las
las preferencias de estancieros, mayordomos y oficiales, por las
agresiones y soportaba estoicamente todas las adversidades .
botas fuertes, de confección, de uso obligado entre estos últimos
nombrados, que eran generalmente los primeros en los momentos
Lo dijimos, sintéticamente antes, y lo reiteramos ahora, es el
de guerra. Botas de cuero curtido, de caña semi-dura (relativamen
período duro, dificil, angustioso, dramático, rojo de sangre y lumi ­
te blanda en el tobillo), con un corte en su borde superior y
noso de heroísmo, de la consolidación nacional. De las guerras
posterior (corva), y cordón con una o dos borlas, al frente o en su
civiles, del caudillismo desenfrenado. De las intervenciones y pro­
tecciones externas. El abierto enfrentamiento por el dominio del cara externa, conocidas como granaderas o currutacas.
país entre los dotores, representantes de la intelligentzia montevi­
La forma del pie bastante aguda pero con la punta roma, casi
deana, europeizan tes, y los botudos, los caudillos rurales o gau­
mocha y tacones bastante altos. Siempre negras.
chos, estereotipos de 'un nacionalismo a veces retrógrado y salvaje,
pero, generalmente, sano y trascendente. Es la edad de la carne En cuanto a los más modestos peones u hombres de tropa de
línea, no había para ellos nada más barato fuera de la bota de potro

98
99
)
que la propia piel , es decir, que iban a pie desnudo (] de pata en el )
suelo. bajos con cintas o cordon es , a los tobillos. Este calzoncillu se usa
metido de ntro de las botas (de potro o de confecc ión), y muchas
)
En la segunda mitad de este períudo aparece un nuevo tipo de \Tce s se pone en ci.ma de él el cribado, que se usa mús pur IlIjo que

calzado popular de uso rural, la alpargata, aportada como bien por otra razón . )

cultural propio por los vascos, cuya difusión se irá acentuando a


fines de esta etapa y, principalmente en la siguiente, y a la que El calzón español, corto a la rodilla, justo y abierto hasta el )
oportunamente nos referiremos in-extenso. med io muslo, pierde toda vigencia y es sustituido, definitivamt:lIte, )
Las espuelas mantienen sus características formales, pero se va por otra prenda que habiendo empezado a usarse en el C<l.npo
dejando de fabricarlas en ldtón o bronce, sustituidas por las de desde el último tercio del siglo XVIII, se convierte en una de las pr!.;n­ )
hierro, y las de plata siguen siendo las de mayor uso como lujo, das más características del vestuario mas culino nlral , y aún IIrhano, en )
sobre todo entre los más pudientes. nuestro medio, durante toda la época que ahora estudiamos. Nos
referimos al chiripá, que habrá de merecer un capítulo especial en )
es te estudio . Es originalmente un rectángulo de tela, más o menos
El blanco calzoncillo, de hilo o algodón, de herencia hispáni­ I!ru esa y basta (gerga de lana tejida, tripe , bayeta, e tc.), ¿l ' colnr )
ca, con franjas o cribas y desflecado en su bord e inferior, mantien e \'i\'o, con o sin franjas de otro tono, sujeto alrededor de la cintura y )
su riqueza y uso universal entre las distintas cl ase s, en el ámbito cade ras, co mo un mandil o una falda, largo poco más o menos has ta
rural. las rodillas, que luego, sobre todo por fu ncionalidad para el jin e te )
\. de spués para suplir la a us en cia del calzoncill o (frecu e ntem e nte )
e ntre los más pobres y en las guerras), se alarga y se cruza en tre

las piernas , a modo de un 'pañal O bragas (infl uencia tambi én ele los )

ind ios " pampas " , en la región bonaerense).

)
Como e l antiguo calzón, se seguirá sujetando a la cintura con )
tina faja de tejido de lana o de algodón, también de colores vivos, y
e ncima de ésta se continúa usando un cinto ancho, de cu ero, o de
tl- I.l, o de ~l m bos mate ri ale s combinados, con bo lsillos, llam ado
l into de tirad or o tirador. Que suele cerrarse al frente con una
~tb oto n a dura h ec ha generalmente con dos o cuatro (o varias) gran­ )
eles monedas, originalmente de plata de las de circulación corrien­ )
te, llamada rastra. También estas dos prendas, el tirador y la rastra,

merecerán un capítulo especial. )

La camisa mantiene las mismas características, material es y }


fomta de la etapa anterior.
.)
El chaleco idem , Sólo cambia, en algo, su forma, por las va­
)
riante9 de la moda en los medios urbano s, que se, trasladan al
ámbito rural. Así los bolsillos se simplifican y pierden las tapas. Se
usa más corto l" de abertura mayor. Disminuye el número de sus
botones. Se ciñe aún más, si cabe, al torso. Las solapas se hacen de )
otro material y con bordados . Aparecen los chal ecos con solapas )
Podemos señalar, simplemente, que se alarga, qesde la media redond as, yo abertura también redonda casi hasta e l este rnón, cruza­
pierna, como era originalmente, casi hasta los pies y ensancha dos , e tc. Las te las predi lectas para su confecc ión son la seda, e l
exageradamente abajo. Las franjas o cribas, verdaderos entredo's, mordor é, la pana y e l terciopelo, incluso e l te rciopelo labrado, e tc.
deshilados de la propia tela, y luego con bordados superpuestos, Los bordados, finos y pequeños , Son e n colores y hasta e n hilos de
acentúan su lujo y calidad, con motivos florales y, a veces, con oro y p lata. Los boton e s o son forrados o son de metal o d e concha
ini cia les y palabras completas. Poco a poco se va extendie ndo (nácar), teñ id os de color, yo muchas veces colgantes a modo d e
el uso de. otro calzoncillo, largo también como éste, y de tela gemelos. Se hace n tamhi én con monedas pequeñas de p lata , y
igualmente liviana, pero de piernas angostas , q ue se atan en los más tarde, COIl sus im itacio ne s (botones " gau che scos " ). )
)
100 101 )
01\ i~ls

4S Pa ñu e lo de
corba tí n

Chaleco

1:1 chaqueta, siempre corta, q ue apenas llega a la cintura,


genealmente con cue ll o y solapas pequeñas, mantie ne sus caracte­
rístias de forma y materiales de confecc ión (bayeta, casimir, lan i­
lla, mciopelo, etc. y se le aplican pequeños bordados, o, con
ma)'. frecuenc ia, adornos de trenc illa ("pinos") .

ir mantiene el uso de l pañuelo, en la cabeza, o en e l cuel lo,


con J.s características y las fonnas de llevarlo que ya fueron descri ·
tas pra la etapa anterior. No obstante y entre los m il itares, estan­
ciera y mayordomos, se define, a menudo, el uso de un corbatón,
O paiuelo más pequeño usado como tal, generalmente de seda y
otra tela liviana, hecho un moño o en nudo de corbatin con dos
puntas.
sombrero sigue siendo gacho o chambergo de fieltro o de
en verano, con su barbijo o barboquejo. Al que las guerras y
contktos políticos le agregan una cinta en la base de la copa, de
col~ con una inscripción bordada, alusiva y a \'eces injuriosa:
"Vi\3lla Patria" - "Vencer o Morir" - "Dios v Patria" - "Defensor +=".Qet\\y
de lis Leyes" - "~fueran los salvajes ":-j ue~osos unitarios", etc .,
llamda dit;isa.
GolerJ '

los militares de rango y estanciertos (y sus mujeres cuando


van _ caballo) adoptan en este período, muchas veces, como som­
bre",el de copa o galera, generalmente de felpa y habitualmente
nega. de origen inglés, y en sus fonnas tronco-cónica y de chime­
neul que se le ponía barbijo de seda y divisa, y en ocasiones, en
la cilta, una gran hebilla de plata u oro .

103
10'2
)
Se acentúa, especialmente entre algunos cuerpos militares, el El sabio fran cés Alcides D'Orbigny, que describió como nadie
13s costumbres Y usos de nuestras gentes, describe así el seudo­ )
uso del gorro frigio o de manga, al que se le agregan cintas o
ribetes de color y cocardas con significado político. tlniforme de un grupo de milicianos y blandengues que le acompa­ )
¡"¡;.in e n su viaje por la Provincia de Buenos Aires, en estos mismos

.111 05 : "Nu resultará ... uná sorpresa decir que había sido difícil )

Hacia la mitad de este período, aparece una especie de gorra reunir, en el escuadrón que noS acompañaba, diez hombres unifor­

chata, de uso entre los marinos franceses, y los vascos : la boina, )


Ine rn ente vestidos; unos llevaban pantalones, otros calzoncillos con
generalmente con un pompón, sujeto en su centro por un cordón, chiripás de diferentes colores; muchos tenían la cabeza cubierta de
más o menos largo. Esta boina adquiere un creciente uso rural, en ~ombreros de copa y la mayoría llevaban ceñida la frente con un
este período. pañuelo, costumbre generalizada entre los hombres de pueblo; casi
Poco a poco van perdiendo vigencia el sombrero panza de todos iban con los pies desnudos y algunos calzaban botas de )
burra y los de fieltro blanco ("del Cuzco"). potro, finalmente, casi todos estaban cubiertos de ponchos diversa­
mente coloreados en listas y dibujos, lo que daba a la tropa un
)
Como señalamos al comienzo, el poncho mantiene pleno uso y .lspecto completamente extravagante". ("Viaje a la América Meri­
)
vigencia, si e ndo que, cada vez más se generalizan los ponchos de di onal", 2.0 Tomo, Buenos Aires, Las Pampas, etc., Pág. 519).
confección industrial europea (ingles~s), tanto los de lana de in­ )
vierno, como los de algodón y aún de seda, livianos de verano. )
Pero, más que ninguno, adquiere uso universal , particularmente Otro, el norteam ericano SamlJel Greene Amold, en su "Viaje
entre los militares, el poncho grueso, con cuello en la boca, de )
por América del Sur, 1847-1848", traducción de Clara el e la Rosa,
bayeta azul, forrado de rojo, llamado "patria'·, al que ya nos referi ·· Ed . EMECE, Buenos Aires, 1951, describe así el vestuario de un
mas oportunamente. (v. Cap. V). gaucho soldado al servicio de Oribe, e n su camp o sitiador de
... \Iontevideo, en 1848: "Pronto aparecieron dos hombres a caballo ,
Resumie ndo, la vestimenta di:: nuestro homb,e de campo en lino desmontó y se acercÓ a nosotroS. Llevaba puesta una chaqueta
esta épúca, variantes más o menos, es, de pies a cabeza: botas de el e tela roja Y chaleco azul, ambos abiertos mostrando una h e rmos a
potro, a veces botas fuertes de confección, calzoncillos largos, con camis a, anchos calzones blancos deshilachados en lo bajo y abier­
cribas y flecos y/o atados al tobillo; chiripá, de mandil o entre las to s unas 5 o 6 pulgadas y atados con cordones; una espe cie de
piernas, de largo variable, en el p,illler caso apenas ahajo la rodilla, mandil (chiripá) o una variedad de pantalones turcos envueltos
el otro desde la media pierna hasta el tobillu; los estancieros y alrededor de la cintura, llegando hasta más abajo de la rodilla, de }
mayordomos cambian el calzón, no tanto jJor el chiripá como por una tela roja d e mantel de mesa con figuras blancas, un ancho
un pantalón de tipo militar de caballería y luego (desde 1835-38) )
cinto de cuero donde generalmente usan el cuchillo detrás, gran­

en adelante por la bombacha; faja de lana, de algodón o de seda y des espuelas españolas (sic), un sombrero blanco de fieltro , con

de colores, larga y a veces con flecos en los extremos; cinto de una banda de seda que llevaba estampada en negro la ley e nda

tirador; camisa, chaleco, chaqueta; pañuelo al cuello o en la cabe­ "Defensor de las Leyes ~ ', todo esto componía el traje d e e ste
)
za; sombrero gacho, pajilla, gane' de manga, boina, galera; poncho. soldado que mostraba una barba enorme". )

DESCRIPCIONES QUE DEL VESTUARIO DEL GAUCHO )


EN ESTE PERIODO, HICIERON DIVERSOS VIAJEROS. _ . Co­
El sueco C. Skogman, muy poco después, entre 1851 Y 1853 )
menzaremos por Alexander Caldleugh, ya citado, quien da una
visión concisa del vestir de los homh~¡;s Je campo por 1823: "En (" Viaje de la Fragata Sueca Eugenia, Brasil, Uruguay, Arge ntina, )
c uanto al vestido, no se le presta mucha atención. Los hombres de Chile, Perú; traducc. Kjell Henrichsen, Ed. Solar, Bu e nos Aires,

campo usan el poncho -ya descrito- y con el cuero de las patas 1942), nos da su propia y colorida versión de estos ve stuarios, )

traseras de un caballo se fabrican una elegante bota, sin necesidad refiriéndose a un joven conductor de carretones en el puerto d e

)
d e intermediarios; las espuelas enormes y un cuchillo grande en la \Iontevideo : "El conductor monta sobre uno de los animales , viste
cintura, completan la indumer.taria gencr::t; del gaucho . Sólo en la pintoresca indumentaria d e la región y demuestra Illucha d estre­ )
determinadas ocasiones, el calzoncillo 1Ie\ a adornos más ab'.I!1dan­ za e n su oficio, aun q ue sin el menor asomo de compasión haci a las
bestias . La ves timenta consiste en un par de amplísimos pantalo­
)
tes a la altura de la rodilla·. ("Viajes por América del Sur, Río de
la Plata" , traducción y prólogo de José Luis Busaniche, Ed. Solar, nes bl a ncos, cuya parte inferior remata en flecos, un trozo de pal10 )

B uenos Aire s, 1943, C a p . IT , Pá.g. 53). de tono sub id o qu e rodea los muslos y sujeto en la cintura m e d ian­
)

105
104 )
\
te una correa; un ponch o [( 1) " Trozo rectangu lar de tejido con una .,¡/q~ (~,h ~7Y j~ ~ 11fflJ~~",)~ -
abertura en el centro por la cua l se in trod uce la eabeza"],de vivos
colores q ue cuelga de los hombros y un somb rero incli nado o bien e e¿t; $i,
~r t.. ..J-- dA - J-.d... "/ ~ .-
un gorro rojo terminado en p unta" . (Cap . lB , pág. 47). el..- ~ V~ t.j~~ . ,( Ú JlUo-ck /.1,/.... ~"- ¿ UU-_ I _

I!. czd.j'"' el f" - -nc> -;), »t~'" ~c.L.' d_ U1"<


Poco después co m pleta la descripc ión d e los vestuari os regio­
nales, así : ~... aparece de repente un soldado de la milicia local, ~ ~IJ .u>_ ~\ j0.c ~~!~nt,e,J... t ./t~
avan zando con paso inseguro. Su vestimenta es sim ilar a la ya des­ ckru-c-la-, r ~ ~~\~ au?.J~ , ~ ¿ ~,I]a-nr._
cripta de los conductores de carretas, con algunas diferencias en
los colores"... "Dos enormes espuelas cuelgan de .sus talones y gol­
'
J.a< ~
Lo
~'
~ -:u> '-"- I~;'" 'Yoe-Itf"'l- ,. :Ji' u).q._

pean sobre los adoquines" . dJ- ~ ~t- ~.. .,.". ~ 'L '¡"';'er"s..
' 1
(UAI )
I I ' (.'

/~ P ~' .< • . UeI ~)?U- ~ ~/t~~7./c


¿. ~j.a:~ ~_ 9'~ 4- 6x:~/.'-. ~t'rS--/,,".f/la. a./~\
Fi n almente el inglés Robert Elwes, en "A Sketcher's Tour
Round the World" (London, Hurst and Blackett, 1854, in "La
Argentina Vista por Viajeros Ingleses: 1810-1860", por S. Samuel
Trifilo, Coleec. Platan ia, Buenos Aires, 1959), describe así el
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vestuario del ga ucho, a mediados del pasado siglo: "Usan unos
calzones muy anchos forrados (SiC) que llaman calzoncill os, ¿ '"""'"
adornados preciosamente de la rodilla para abaja con desh ilado y . ' c: ' . /~-.-, I \
a veces con un volante (fleco) de seda que les cae sobre los pies . / M' ~ a-ud ~f¿. ""~ w.J,;; -'UU«(Lc:'---­
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Al rededor de la cintura se atan un chirípá, un poncho de algún . .' ,
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color vivo que cae suelto entre las p iernas, formando una especie 1 Ir (¡ ­
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de ampli os pantalones bolsudos. Una chaqueta corta y un ancho
cin hu6n de piel con bol sill os, completan su atuendo. E l cinturón,
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al que llaman tirador se abrocha por detrás (sic) con tres o cuatro
dólares (sic) engarzados ; en él se cuelga un largo cuchillo, que a .~ , ~ . ';';t. ,~u ¿ ~t-k, u,u. «47"tV~ (O- !t ~
menudo tiene e l mango y la vaina de plata. Las botas, abiertas en
la punta, son blancas, hechas con gran cuidado de la piel de la
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pata del caballo ... .. . "El sombrero es de paja Panamá y de ala (.«.4 .... (> «n:-- hl_,/:.-e-Yr:> ':1«<1{.
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corta, adornado por una cinta roja y ll evan grandes espuelas de • • J--
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de la nacionalidad, en unos sabrosos apuntes (si no hubiera sido el -!i.L<. '01 t;{.P t2 ¿,....)... J
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gran pintor que fue hubiera sido seguramente un gran escritor), .1} u4 ~-;-¡,,:.: ,t. ¿. fw. ..¡j~ _ ¡,.,,, J .f""'U- .:.... ,..,,'t-< ~"''''
bajo el singular título de costumbres porteñas, nos dejó una mag­
nífica e ilustrada de scripción del vestir del gaucho a fines de esta
época (hacia 1860-(0), (Orig. Colec. Jban W. Magoire):

107

106
:\ continuación se da la lista de lvs tabacos más importantes,
llamado "bálsamo tranquilo" y "la tintura odontálgica" utilizada <.:on indicación de su riqueza en nicotina: Habano, '2%; Puerto
contra el dolor de dientes o muelas. Rico. 2,:25%; Santo Domingo, 2,5%; Java , 2,7%; Filipino, 2,8%;
La planta de la nicotiana también es, además, emética, acre y Brasil, 2.8%; Húngaro, 2,9%; Rio Grande del Sur, 2,9%; Sumatra,
drástica. .t9'70 ; Kentucky, 5%; Paraguay, 6%.
La nicotiana rustica, ha ' sido abundantemente empleada como­ La producción de tabaco, como es natL!ral, depende de las con­
purgante. No olvidemos la importancia que tuvieron los purgantes diciones de temperatura, humedad, y características del suelo, así
en medicina en los siglos XVII y XVIII, pues mediante su uso se como de las diferentes variedades que se cultivan, según sus con­
lograba la expulsión de los humores nocivos y elementos líquidos diciones intrínsecas. Según datos proporcionados por la F.A.O., la
venenosos, negativos para el cuerpo humano, según se decía. producción fue, en los principales países productores, para la zafra
1959/60, la sigui~nte, en miles de toneladas métricas: EE.UU.:
Se da vulgarmente el nombre de tabaco a la hoja de la nicotia-'
HlS,l; China: 422; Indin: 267,2; Rusia: s/datos, aunque' en 1949 su
na tabacum, curada y preparada para sus diversos usos y también al
producc ió n representaba el 5,1% del total mundial, ocupando el 4.°
polvo a que se reducen estas hojas secas para tomarlo por las
lu gar; Brasil: 143,9; Japón : 129,9; Turquía: 124,7; Pakistán: 99,6;
narices. Itali a: 83 ,8; Greci a: 78,8; Canadá: 70,8; Filipinas: 56,9; Francia:

El cultivo de la especíe principal (nicotiana tabacum), ya des­ 51,1 ; Yugo sl avia: 48,2 ; Cuba: 41,1 ; Argen tina : 34; España: 21,1.

crita, ha producido muchas variedades que se conocen, fundamen­


ta lmente, por el nombre del país o región de donde provienen, y El tabaco de consumo tradicional en nuestro país, desde la
todas han llegado a adquirir, en Europa y prácticamente en todo el época co lonial, provino casi únicamente de tres orígenes bien de­
mu ndo, una gran popularidad, al principio en razón d e las propie­ fi nidos y a ellos vamos a re ferim os e n lo que h ace a su cultivo y
da de s medicinales que se les atribuían, como veremos oportuna­ \'arie dades : de Cuba, de Bahía y de Rí'o Grande del Sur, merecien­
me nte, y después, por el conocido uso que se hace de sus hojas, do este último un párrafo muy especial por ser el llamado tabaco
sc gú n también veremos en su momento. /l eg ro o tabaco en cuerda, o naco .
Las hojas del tabaco, cuando están verdes, e xhalan un olor Con res pec to a Cuba, tradicionalmente el llamado tabaco Ha­
fue rte y desagradable, que se modifica luego por la fermentación, y hano pro\'e nía de cinco zonas : Vuelta Abajo, Semi-Vuelta, Partido,
q ue , al fin, se convierte en un aroma suave, muy característico, el Ori e nte y Remedios. Los tabacos de mayor consumo en. nuestro
ll a m ado "perfume" del tabaco, que participa en realidad muy poco país, de los cubanos, provenían precisamente de este último distri­
de aquellos señalados principios activos enérgicos que entran en to, en la provincia de Santa Clara, que, según veremos oportuna­
su composición química. , mente , fue la zona en donde la gente de Colón descubrió el tabaco
de uso indigena Y lo dio como aporte a la civilización occidental.
Como ya señalamos, casi todas las especies congéneres son
o riginarias de América, y¡ particularmente de América del Sur, el El cultivo de la planta, también tradicional, se efectúa en tres
Caribe (Antillas) y Centro o Meso-América, si bien, como también etapas: siembra, preparación y recolección. La siembra se realiza
he mos señalado, su cultivo se ha universalizado a través de los pOI: trasplante de las matas criadas en semilleros . Según la época
s ig los. en que se lleva a cabo la siembra, los tabacos son llamados: tem­
Como ya indicamos, muchas son las especies del género Nico­ pranos, tardíos o de medio tiempo. La preparación, o segunda
ti a na, y cada una de ellas comprende un gran número de varieda­ etapa, consiste en deshijar y desbotonar las plantas, quitándoles los
d es ; no obstante vamos a destacar como las más importantes, las brotes que les consumen elementos nutritivos Y se les eliminan
ci t:\das Nicotiana Tabacum, con las variedades: tabaco común de también ins ectos Y parásitos que atacan a las matas desde el semi­
La H abana, tabaco de Virginia ordinario, tabaco de Virginia de hoja llero. La tercera etapa o recolección, comprende el corte en el
e sh·e cha. tabaco de Virginia de grandes pencas; tabaco americano o campo y la desecació n, que se reali za en las casas de los propios
gou ndi; tabaco de Friedrich Sthal; la Nicotiana macrophylla, ya sitios de p roducción, lo que allí llaman curar el tabaco .
me ncionada, que comprende las variedades : tabaco de Maryland A los terrenos donde se cultiva el tabaco se les da el nombre,
de hoja larga, tabaco de Maryland de hojas muy an chas, tabaco de muy español , de vegas, de donde viene el nombre de vegueros
M a ry la nd de hOjas cortas, o de Honduras, O tabaco Griego; la que se da a los cultivadores y, tambi én en España, a los propios
Nico ti ana Bhinensis (tabaco de China o tabaco turco); la Nicotiana cigarros puros. Cada vega tabacalera es pequeña en exten sión Y
Rú stica (tabaco rustico del Brasil, turco, etc.).

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112
característico de las tierras secas Y se caracteriza po r se r muy fuerte
requ iere grandes cui dados. La recol ección se hace e ntre mayo y \' de un olor acre caracte rísti co: catingudo.
j u n io y e l vegu e ro ven d ía el tabaco en bruto, ta l como sale de la
desecac ión, o lo clas ificaba p reviamente . En e l prim er caso pasaba El "Sertao", como su p rop io nombre lo indica, es e l tabaco
a mano d e los escoge dores, e speciali stas qu e se pa ran las disti ntas del noroeste (sur-oes te del Estado de Bah ía), la zona de mayor
clases d e hojas que en tran e n el todo ori ginal y que p od ían ser,
producci ón.
tradicion alm ente, hasta d iez.
El "Nazareth" , es el tabaco del litoral marítimo hacia el Sur de
Como antes d ijimos, desde tiempos colon iales se usó y conoció Bah ía y fue tradicionalmente el predilecto para el consumo en el
el tabaco habano en nuestro país. No olvidemos que su uso estaba
Plata.
generali zado en España desde los siglos XVI y XVII. F ue , pues,
traído por los conqu istadores y colon os, y e ll os mismos lo difund ie­ Nos queda por mencionar, exprofeso, el tabaco negro en cuer­
ron como parte misma de sus costumbres, como in tegrante de su da, el de mayor importancia cultural tradicional en nuestro país y
cu ltura. particu larmente en el medio ru ral.
El tabaco por excelencia de co nsumo en la campaña de la La di fusión del tabaco negro en cuerda en nuestros campos, es
antigua Band a Oriental, fue, y en alguna medida lo es aún, el la consecuencia natural de la inmensa fron tera seca y, particular­
tabaco de origen brasileño. mente, de l comercio clandestino, oficio original de la gauchería
que ya mencionamos, por ser en el actual estado de Río Gran d e en
i\' o d e bemos olvidar q ue la fu nción económica por an tonoma­
sia de la cultura rural original platense, causa de la formación de la el Bras il , la región de ese país donde mejor y más intensamente se
gaucheria, fue la vaquería de los ganados cimarrones y la trapeada cu ltiva.
o arreo de yegunos, mu lares y bovinos, pero, en sentido contrario y Nuestros gauchos y paisanos se acostumbraron a fumarlo desde
en la inmensa y fluctuan te frontera seca h ispano-lusitana, ep icentro los tiempos de la colonia, y, más aún, desde las campañas de la
m ismo de l territorio natal de l gauch o, lo fue el comercio de los independencia Y esto exp lica, sin necesidad de otros comentarios.
cueros ~. sebo, producto de aquellas faenas, por e l alcohol y el que haya sido imposible de destronar en esas preferencias, aún
tabaco, productos del in genio agríco la subtropical de l Brasil. hasta bie n entrado nuestro siglo, ni siquiera por los más prácti cos
Las mismas funciones económicas, dibá mos lo de paso, de l pr i­ productos de la industria cigarrillera.
mitivo \'aquero, también hispa no-mestizo de la última frontera de l E l tabaco negro, en cuerda o picado, es un tabaco fuerte,
viejo Imperio en el contineLte norteamerica no, vaquero, texano o aromático y con un sabor muy característico, con la particularidad
nuevo-mexicano, que comerciaba, en el siglo XVIII, alcohol co n de ser originario y de producción exclusivamente su ramericana. Se
los franceses de Lou isiana, y tabaco con los ingleses de Vi rginia . cultiva en todo el Brasil y tamb ién en Paraguay, y en las provincias
argentinas de Corrientes y Misiones .
La primera región prod uctora de tabaco en el Brasil fue Bahía .
Allí, como en Cuba, la historia de l tabaco es la historia misma de la Se prepara de una forma también tradicional y característica
. conquista y co lonizac ión. Ya en 1570, según describe el croriista que difiere mucho de la de los otros tabacos. Las plantas se cortan
Gabriel Soares, se habían hecho en Bahía ensayos positivos de antes de alcanzar su total madurez de modo que el producto con­
cul ti \"0 de tabaco . serva toda su sustancia; se cuelgan entonces al aire hasta que se
marchitan pero no se las somete a la fermentación, por la que se
Aún hoy, a despecho de que el tabaco se produce en casi todo hace pasar a todos los otros tabacos que se preparan de hojas,
el Brasil , conserva Bahía un especial prestigio en la mate-ia, ci­ incluído el famoso rapé. Cuando las hojas asi al aire amarillean, se
mentado en ciertas peculiaridades cualitativas, que hacen su pro­ les quita el tallo, se las despapilla y se las arrolla en forma de
ducción inconfundible . El tabaco de Bahía, en efecto, es apto tanto cuerda por medio de unoS típicos tomos de madera. Es esta la
para la fabricación de cigarros puros, como para consumirlo en etapa fundamental y la de mayor trabajo y cuidado de la prepa­
hebra o aún para dar "cuerpo " a otros tabacos , en las mezcl as de ración del tabaco negro, pues durante noventa días seguidos y
fabricaci ó n de cigarrillos.' siempre mediante el uso de los mencionados tomos, movidos a
La subdivisión clásica de los tabacos de Bahía, es en cuatro mano, hay que desenrollar y volver a enrollar la cuerda, de modo
variedades llamadas: "Matas''', "Catinga" , "Nazareth" y "Sertao" . que el tabaco se vaya curando por la acción química de su propio
El "\tI atas" se produce en el recóncavo, en la propia San Salvador, jugo e impregnándose de la melaza que destila en ese estado al
y e s la calidad más pura de la región. El "Catingas", es el tabaco

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II - HISTORIA DEL TABACO
tiempo que elimina la parte acuosa con lo que se evitan y previe­
nen los procesos de fermentación y de descomposición .
Cuando Colón y sus gentes en nombre de los Reyes Cat ólicos
La calidad especial de las herras de Río Grande del Sur, de España, descubrieron Am érica, en aquella gloriosa alborada de
pesadas, arcillosas y compactas, que producen naturalmente taba­ Guanahani, ya los indígenas, desde tiempo inmemorial, hacían uso
cos fuertes, de coloración oscura y buen cuerpo y lo que se llama del tabaco , tanto en las islas como en la América continental sien­
en lenguaje tabacalero mucha "liga", definen este tabaco, el predi­ do conocida la planta con los nombres de petún, voz guaraní, o
lecto del paisanaje dedicado a las rudas faenas rurales de la gana­ pecietl voz ncí.huatL Los adivinos o brujos de las tribus aspiraban el
dería, tanto allí, como en el litoral argentino y en nuestra campaña. hul110 por la boca con el auxilio de un tubo, y la finalidad era
conocer el futuro.
Según el diccionario, tabaco negro es el que, "aderezado con . Según algunos cronistas fue . en . el .mismo octubre de 14S12,

miel (?), se elabora en forma de mecha retorcida y flexible para cuando Rodrigo de Jerez y Luis de Torre, dos de los exploradores

picarlo y fumarlo en papel o pipa". que Colón enviara a la conquista de la isla de Cuba, al internarse

en lo que es provincia de Santa Clara, encontraron el uso del

APDIDICE SOBRE TOXICOLOCIA DEL TABACO tabaco, en las márgenes del río Caumán. Agregan que los indige­

nas lo llamaban cohivá o cojivá y aspiraban el humo que despren­


En casos ai slados la acciÓn tó xica del tabaco ha llegado a ~r mortal , provocando accidentes dían las hojas quemándolas sobre brasas y utilizando para ello un
se mejantes a los que produce la nico tina en su condición d ~ alcal oide : vértigo, ce fal .., excitación
ce rebral, n,\ useas, si ncopes, acel e ración de la respiración y del pul so; acciÓn excito-motriz d~ las
tubo O implemento de succión al que ellos denominaban tabll go .
fibras lisas y estriadas, pues ésta es, reconocidamente un tó xico t~t:a nizante , de acción muy potente: Esto del tabago, parece más leyenda que verdad, y sirvi ó , tradicio­
una gob de nicotina pura mata a un perro y ocho a un caballo. siempre con convulsion es generales.
nalm e nte para explicar la e timología de la voz tabaco, a la qu e ,
Natural m e nte Que esa acción tóxi ca del tabaco se ve rapidamente neu tra liz.o!da o cuando menos
siguiendo a Corominas, ya nos referimos en el parágrafo anterior.
se nsiblemente ate nuada como consecu encia del hábito o acos tumbramiento a su consumo. No Otros cronistas dicen que al ll e gar Colón a la isla d e Sa n
obsta nte, los efectos fisi ológicos se manifi es tan en form a muv clara en los no acostumbrados, en la
forma de tabaqu ismo agudo, náuseas y vóm itos, ma lestar, embnaguez especial, dimea, estado Salvador, varios hombres de su tri pulac ión d e ron qu e los habitan­
sincopal. constri cc iÓn torácica. diarrea. Co mo dijim os . la co stumbre ate nú a prontamente estos efectos te s de aquel país, así hombres como mujeres, solían llevar en sus
pero una intoxicaci ó n tabacal aguda puede ll egar a " " de e fecto s fulminantes. Los sintoma s son
digestivos y n ervi o~os y llama ta mbien la atenciÓ n la brAd icardia ~ arritmi a. E s preciso ten er en man os una especie de tizón, encendido e n un extremo, qu e es to
cuenta que . e l Que fuma . junto a la nicotina abso rbe ÓXI do de carbono, ácido Cianhídrico (2 les pareci ó , y chupaban del extremo opu es to , aspirando e l h u mo, ya
mili!(ramos por cada 100 gramo s de tabaco), amoniaco , . Ide h,do fórmlcc y arséni co.
es te tizón llamaban aquellos indios, tabaco .
En individu os Que abu sa n del tabaco, o segt'o n su idi os inc racla e~ los predis puestos , e l tabaquis·
rnO cró ni co pue de ll egar a constituir un verdadero estad o de intoxi cación . El mencionado tizón estaba formado con las h oj as secas y arrO­
lladas d.e una plar:ta a la que los mismos indígenas llamaban cajil)(Í
La acció n n oci va de l tab aco se ejerce. prefere ntemen te. sob ~ ~I sis tem a nen,¡oso en forma de
ve rti ¡(os , d ismin ució n de la me moria, temblore s.
o cahit:á. Dicen las crónicas , también, que otros indi os mascaban
Al con tra rio, e n dos is mode radas, produce excitación intelectual .
las dichas hojas, otros aspiraban el humo de éstas quemadas sobre
T am b ie- n se ejerce sob re la circulación. prov ocando palpl td.CIO neS, hipotenSió n, y, en casos brasas (según ya se dijo) ; otros usaban tubos de barro, made ra o
ex rrem os, angi n a de pecho favoreciendo la artcrioe scleros is. caña, que rellenaban con la hierba picada y, finalmente , otros
La acción con tin uad a de la nicotina sobre el si stema nerv ioso \.egetativo apareja que la reg ul a­ reducían la s hojas secas a polvo, qu e aspirab a n por la nariz, todo lo
Ció n cin:u laturia sea deficie nte y en el COrazó n produce una si nto m atolo gfa variJ.da. c:o nocida como
co razó n t.:..lb,i.quico ( pa lpi tacio ne s. extr.lsís tnl es, etc .).
cual dice muy a las claras de lo difundido que estaba el u so del
tabaco, y consecuentemente su cultivo y beneficio, e ntre los indí­
Resp ec to d e l apara to re sp iratorio. produce irrit."lc ión lari ngea y ca tarro bronquial. y en la s vias genas de las .islas del Carib e.
diges tiv as p ro\"cx'¡;l ~pngivitl s . farin g iti s , trastOnl OS en la dige stIó n . El ta baco suele di smi nu ir el
;I pe titn ~. ha " t."~a do a cx'asi on ar no só lo un sensib le ad e l gaza m ien to t onse<,: u enC'1 3 de ¡;!3stntis) si no. Por último otros autores , aunque a nuestro juicio con atras o
en caso s e;~tr e It1OS . casos de caque xia. l::stá demostrado en cambi o. que ba!ita dejar de turnar para
ganar peso r.ip idam e nte. En senhdo positivo . en cambio. fa\"or toce la t:'"" acuació n del es tómago. e n
injustificado y sospechoso de parc ialidad, dice n q\l e e n 1~20, los
ra zón de la an tec; mencionada e xcitación de las fibras li sas. por lo qu e es cosa ad mitida que un españoles encontraron plantas d e ta baco e n el Yuca tún, cerca d e
t'i garro des pu éS d e las comidas, Facilita la d igestión. Taba sco, de donde hay cre e nci a que se originó e l nombre d e e sta
A pt'sar de todo lo señ alado, afio a año aume nta con siderable mente la cantidad d" fum adores y
es ~i f.1"
e\ te ndido uni versa lmen te el consumo de ta baco y e l h.. b,to de fu mar (y todo. de s~c ho de planta. Es e v idente, como ad e la ntam os, la contradicción co n la
lo s al to", ~ra\.;i.me nes y las campañas higieni stas) q ue es pr~iso re<,"()noce r. sinceramente. que el hi storia, pu.es cuan do e sta isla fu e ocupada por lo s holan deses ,
""m ero de los a fectados gravemente por e l tA baco es muy ~u~ o en r~lación con el enorme
vo lumen de lo, q ue se exponen a sus peligros. recién en 1632, hacía ya mucho más de cien años (unos ci e nto
E n lo pr.ktica terapeutica actual han cas i de s.pa~cid o muchos de los us os del tabaco, mante­ cu arenta, por se r mús p recis es) qu e el tabaco e ra bi e n conoc id o y
ni éndose no obstante. en lo s enemas (en infus ión) contra la obstruCCión intestinal; como antiasm<\tico usado por los e spai;ol e~ 1:0 ~ó¡o e n Amé ri ca , sino en E uropa .
co n el agre¡;:ado de bell.dona )' ,"stra moni o y la reconoci da acció n ¿el ra pt como estomudatorio.

117
116
Segú n parece, y seguimos siempre e n el campo de las conjetu­ futuro y homenajear y hacer propicios a sus dioses, así como con
ras h istó ricas, aunque algunas más probables que otras , fue uno de fines medi camentosos para la cura de do lencias físicas y aún de
los compañe ros de l Almirante en su segundo viaje (en 1496), e l estados depres ivos sico-s omáticos, o alteraciones nerviosas, "ma­
portugués Jua n Ponce de León, quien llevó a su regreso a Portu­ les" , en especial en el sentido de espíritus negativos infl uyendo
gal sem illas de la planta, y fue desde Lisboa que en verdad parece
haber comenzado la gran difusión europea y universal del tabaco, sobre los pac ientes.
según luego veremos. De lo q ue no pueden caber dudas es de que los indios te n ían
e n gran aprecio e l beneficio y uso del tabaco, y que como presen te
En 1502, e l P. Bartolomé de las Casas, dió a conocer el tabaco de especial valor lo ofrecían a los dioses y a sus caciques y brujos,
en sus crónicas, y señala por cierto en forma muy elocuente: "que y que en tal aprecio y valor lo ofrecieron también a los conquista­
los españoles se acostumbraban al tabaco de tal manera que, cuan­
dores españoles a su arribo.
do se les reprendía por tan feo vicio, ellos respondían que no
A un lado los detalles de si fue Ponce de León o Fray Roma­
nO Pane, no hay que d u dar que el vicio entró en E~paña p or lbS
estaba en su mano el dejarlo".
Es decir, que d iez años apenas transcurridos d el descubri­ puertos de Sevilla, Cádiz y Sanlúcar, a donde volv ían, contraído ya
miento y ya tenemos a los conquistadores conqui stados, o por éste en las Antillas o Mesoamérica, los marinos, descubridores y
mejor decirlo , tomados del vicio del tabaco. conqu istadores; que España y Portugal fueron los primeros en
recibir tabaco, usarlo y ensayar su cultivo, y que de la península
Según algunos , Hernán Cortés, y según los más el fraile misio­ ibérica pasó a Francia y luego al resto de Europa y Oriente.
nero Romano Pane, en 1518, envió al Emperador Carlos V semillas Como ya ind'icamos antes, hacia 1560-61, el Embajador francés
de tabaco, que éste mandó sembrar y cul tivar con sumo esmero, y, en Lisboa, Monsieur Jean Nicot, llevó de regreso a su país, como
si no aceptamos aquellas que diz llevó Ponce de León a Lisboa,· regalo a la reina Catalina de Médicis, plantas y tabaco elaborado.
debemos tomar esta fecha como la de la introducción del cu ltivo La reina y e l gran prior Francisco de Lorena fueron los entusiastas
del tabaco en Europa. difusores de su uso, recomendándolo en polvo (rapé), como estor­
El eximio cronista de Indias, Fernández de Oviedo y Valdes, nudatorio, y las hojas verdes para la curación de heridas Y úlceras
en 1535, en su "H istoria natural de las Indias", da pormenorizada de las piernas; de donde provinieron los nombres de "H ierba de la
descripción de la planta, su beneficio y uso que de ella hacen los Reina" y "Hierba del Prior", que se d ieron vulgarm ente al tabaco
indígenas. Dice Oviedo que éstos usaban el producto en po lvo, en Francia y aún en parte de Europa Occidental .
torc ido, en p ipa y mascado , y, no sin sorpresa, destaca la afición
que muchos espanoles y otros cristianos mostraban ya por el con­ Posteriormente, según unos Linneo y según otros De la
sumo del tabaco . Champ, recordaron al inefable Nicot, bautizando con el nombre
genérico de Nicotina (según se explicó extensamente en el pará­
Si hubiera podido prever Oviedo, entonces, la difusión univer­
sal que en poco tiempo adquiriría la famosa hierba, hasta convertir­ grafo anterior) a estas plantas .
se en el único artículo de uso en todas las culturas y en todos los Misioneros españoles introdujeron, muy tempranamente, e l
estratos sociales! cultivo del tabaco, procedente de México, en las Filipinas . Por su
parte los portugueses lo ll evaron al Japón en el año de 1573, pro­
Posteriormente gran número de viajeros y cron istas, tanto espa­
ñoles como portugueses, holandeses, franceses, ingleses, etc., dan pagándolo después por China.
largas, aunque muchas veces contradictori.:lS noticias sobre el taba­ Fue introducido desde Lisboa en Italia por el Cardenal Prós­
co y las costumbres indígenas de : ... uso en México, Brasil, La pero de Santa Croce, y otro Cardenal, Tornabona, hizo conocer su
Florida y Virginia, además, naturalmente, de aquellos primeros de cu ltivo en Roma . Tenemos pues a la Iglesia Católica y las Ordenes
las Antillas. como difusores principales del vicio del tabac) en el n.undo cris­
De todos ellos, concluimos que 105 indígenas no sólo aspiraban tiano y pagano .
el humo, en forma individual, con aquellos "tizones a modo de El rey de las Dos Sicilias introdujo el tabaco en Calabria y
mosquetes", antecesores ciertos de los luego tan famosos habanos, Cerdeña.
como destaca el Padre de las Casas, sino como señala en 1513, Por el año 1586, Drake, el famoso "almirante pirata", hizo
Gonzalo Balden, también lo empleaban en sus ceremonias religio­ conocer la "divina y sagrada hierba de los aborígene s de Am ér ica",
sas, a modo de un incienso o humo que les permitía conocer el trayéndola de Virgina a Inglaterra en cuya corte , Sir Walter Raleigh

118 119
y otros de sus compa iw lO s de igualo parecido prestigio, difundie­ dar de Cuba, Jan Juan de Salamanca, p(rmitió el cultivo del
ron su uso y consum o . t..'lbaco sin excepciones, es decir, a discreción, en todn el territorio
Esto indujo a la r('i na Isabel a ordenar a sus Ministros de de la id,'
Justicia, que se aprop i¡" c n de todo el tabaco en polvo en carác­ El tabaco en polvo se conducía originalmente a España desde
ter de decomiso. las islas de Cuba y Santo Domingo, hasta que, en 1670, se estable­
En Alemania lo in trodujeron las tropas españolas de Carlos V. ció en Sevilla la fábrica, que había de ser tan famosa, a la que se
remitían las hojas para ser elaboradas en las formas requeridas
Volviendo a Ingl Cl tc rra, Jacobo 1, en 1604, publicó su "Coun-' según las convenienc ias de las ventas . Al comienzo se adoptó, para
terblaste to Tabaco", ve rdadero anatema contra su uso, apesar de su explotación, el sistema del arriendo, que antes del fin de! siglo
lo cual éste extendién do se como mancha de aceite sobre el agua, al XVII, producía más de 7.000.000 de reales. Pero bien pronto hubo
punto que dicen histor iadores, llegaron, en esa época, a ser tan de desecharse el sistema, por los fraudes a que daba lugar, dando
abundantes las tabaquerí as como las tabernas. motivo a la Real Cédula de 9 de abril de 1701, para que se
A las bulas y prohibiciones en la letra, siguieron, en casi todas encargase a la Real Hacienda de la Administración de la Renta,
partes, severas penali dades. aunque esto tardó algunos años en :I e \ ~irse a la pr~\ctica, dictúndo··
se entonces, para poder corregir las defraudaciones a que se presta­
El Papa Urbano Vl 11 , prohibió el uso del.rapé en las iglesias, ba, por los elevados precios de venta dél tabaco, la Real Cédula
excomulgando, en 1624 a ciertos sacerdotes que tomaban rapé del 18 de noviembre de 1719 y la Instruo::ción de 1. U de noviembre
mientras decían misa . Re negaba así la Iglesia, después de haber de 1726, normas reguladoras de la adm:nistlJción de 1<1. misma
sido difusora, como antes vimos, del tabaco en el mundo, e impul­
renta .
sada por los más asc é ticos de sus in tegrantes, todo a lo largo del
sig lo XVII, y a p arti r de aq ue lla fec ha, me nudearon las prohib ic io­ La severidad en la re¡;reSlOn llegó h<.1slc. imponer la pena :le
nes impartidas por bulas pontificias . muerte a los defraudadores, la que, e n 1830, fue conmutada por la
de prisión y multa.
E 1 Gran Duque de Moscovia, e n la lejana Rusia zarista, y el
Con anterioridad , en 1817, E spaña hah ía uecrcwdo e l dt ', es­
Rey de Prusia, condenaron a que se les cortara la nariz a los fuma­
dores, y, bastante más lejos y más violentamente, llegó el Shah de tan co del tabaco.
Abbas de Persia, imponiendo la pena de muerte (cortándoles la En todo caso, para casi todo..; los países el monopolio del
cabeza y no la nariz) a aquellos de sus súbditos que usaran el tabaco ha constituído un manantial ele rI<¡uezas, habiendo ~lsí ocu­
tabaco, en cualquiera de sus formas. rrido para los gobiernos de Austria , Italia, Francia , España y Por­
En Turquía los sacerdotes musulmanes señalaron el vicio de tugal.
fumar como pecado irremediable y como consecuencia de ello los Han sido a son lihre s su culti\ú J' q >nt:.l en Rusia, Alemania,
sultanes condenaron el tabaco. Holanda y Bélgica. En Inglaterra esh prohibido su culti\·o. pero
Con tantas prohibiciones, ordenanzas reales y severos castigos, son libres. la fabricaci ó n y la venta
creóse un excelente ambiente de expectativas que ni en una bien
planificada campaña promocional, con el resultado inmediato de A modo de anécdotas digamos q ue , proclamada su indepen­
una difusión, cada vez mayor del uso del tabaco en todo el mundo, dencia, el Estado de Connecticut, en los Estados Unidos d e :\orte
occidental y oriental, en Europa como en Aménca y Asia. América, incluyó a los consumidores de tabaco en el código penal.
Y, lo que es realmente digno de uno de esos " créase O no" , en el
Por lo que hace a España y sus ..:olonias americanas, fue en Cantón de Berna, la Iglesia Protestante Suiza, prohibió el uso del
principio libre el abasto del tabaco, pero ya en 1611 se gravó su tabaco, incluyéndolo en el Séptimo de los \Iandamientos de la Le y
introducción con un impuesto. Y, en 1632, fué decretada la exclusi­ de Dios, sin que hasta el presente se haya en contrado el teólogo
vidad de su venta por la Hacienda en'las cortes de ese año, según capaz de explicar la relación qu e existe entre fumar o sorbe r rapé y
otros en las de 1636, considerando así la renta como un:l regalía de levantar falsos testimonios.
la Corona y dictándose el primer documento sobre el estclnco por
la C ircular del 9 de mayo de 1634. Sin que exista el estanco o e l monopoliO, e n nue stro país ha
sido, y es, el consumo de tabaco importantísima fu e nte de recursos
Pudo considerarse como un paso decisivo hacia la abolición de
much as eJe las trabas que imperaban, cuando, ';C;r: 1669. el G()berna­ fiscales.

121
120
Fue la ley de l 11 de enero de 1896, e l pri mer gravamen
interno a l consumo de tabaco, c igarros y cigarrillos. Gravó al tabaco Ya vimos que en América, cun¡¡. del tabaco , ex istiero r.
. \ ',
e lab o rado (e n paquetes) co n un impuesto interno de $0,40 el quilo­ fonnas clásicas de u ti lizarlo para fuma r: en ro ll o, verdaderos,
g ramo y con $0,02 y 0 ,01 las cajillas de 20 y 10 cigarrill os, respec­ rrO S o puros prim itivos, o e n pipa, sin perjui cio de que los inl
tivamente. Posteriorm e nte, e l 10 de d iciembre de 1900, se dicta aspiraban e l polvo de tabaco, con fines medicinales y, aún, l
una nu eva ley que red uce el derech o espec ífico que pagaba el carácter ceremonial procurando la acción extática del alcaloide.
tab aco negro en cuerda, establece una se rie de normas re la tivas a Señalemos primeramente, que ú tiles para fumar se han en­
facilitar la fiscalización de impuestos al tabaco y mod ifica las dis­ contrado en tumbas itálicas y galorromanas (en Neufville-le Pollet,
posiciones contenidas en el Art. 9.° de la Ley de 1896, dictando en el Sena Inferior) y hasta en sepulcros prehistóricos de diversas
mucho más severas penas para quien~s infrinjan las disposiciones regiones de Europa, como horn ill os o braserillos de pipa, fabrica­
sobre pago del impuesto.
dos en arcilla, en hierro y en bronce, que, desde un punto de vista
Por último señalemos que , el 26 de diciembre de 1914, se es trictamente formal no presentan grandes diferencias , o mejor
promulga una nueva ley que duplicó el impuesto cread o por la de aún, que son muy se mejantes, a las que se usaron después de la
1896 en lo referente a los cigarrillos y aumentó en un 50% e l que introducción del tabaco desde América (Siglo XVII). En regiones
gravaba los paq uetes de tabaco de 50 grms . De ahí en adelante, de España e Irlanda -principalmente en las cercanías de las forti­
siempre ha sido el impuesto al consumo de tabaco y cigarrillos una ficacio ne s-, se han encontrado con cierta frecue ncia úti les para
fundamental fuente de recursos presupuestales para un país, en fumar de carácter prehistórico y aún primitivo histórico.
que durante décadas, sólo e l aumento de la burocracia pudo supe­ Este tipo de utensilios preh istóricos han sido de'lcubiertos,
rar la curva siempre ascendente del aumento de fumadores. asimismo, en cantidades importantes, en la muralla de Adriano y
en los montículos fune rarios o túmulos de Ho landa y de la época
romana en Suiza, en el Jura de Berna y en la mis m a Roma. Sabe­
III . CIGARROS, CIGARRILLOS, PIPAS, TABACO EN ROLLO
mos , sin dudas, que utilizaron pipas de barro los legionarios roma­
Y PICADURA
nos originarios de ciertos países orientales, a lo que nos referire­
mos pronto concretamente a propósito de las pipas.
También Plinio, citando a Apolodoro, dice de los bárbaros que
Como quedó indicado el modo de fumar que podemos consi­ fumaban un junco (cáñamo) cuyo humo les infundía ánimo y vigor.
derar como estrictamen te tradicional en n uestro medio rural es el Los escitas se embriagaban con el polvo del cáñamo que pulveri­
de cigarros o, por mejor decir, cigarrillos hechos a mano por el zaban sobre piedras calientes y, aún hoy, en el Oriente se fuman
propio consumidor utilizando para ello, en e l pasado, tabaco negro preparados de oáñamo, la difusión de algunos de los cuales al
ero rollo, pi~ado por él mismo y envolviendo esa picadura en hoja mundo occidental tiene graves connotaciones socio-culturales y de
de chala (del maíz) y posteriormente en hojillas de papel de fabri­ salubridad sobre la juventud, pues no otra cosa es la marihuana, o
cación industrial y, modernamente, con tabaco (siempre negro) en "hierba".
hebra o picadura industrial.
Fumábanse también en la antigüedad varias hierbas, como la
párpara o uña de caballo, como remedio curativo, aspirando su
No obstante ello debemos admitir que, primitiva-mente, se fu­ humo por medio de un tubo.
maron en nuestro campo tanto cigarros de hoja, hechos de modo
casero o importados, pipas o cachimbas, y aún, entre algunos per­ Tal vez este empleo medicinal, el cual en tiempos de un
sonajes rurales (estancieros, pulperos y curas) se estiló el uso del pasado reciente se vió repuesto en práctica para combatir el asma,
rapé estornudatorio, sin descartar, dados los orígenes marineros de con los cigarrillos de estramonio, debe su remoto origen a que se
mucha de nuestra gauchería en las primeras décadas del siglo buscaban (y siguen buscándose) toda clase de hierbas para sabo­
XVIII, sobre todo, el uso del tabaco de mascar. rear su humo, al modo que después se ha hecho con los pétalos de
la rosa y de la violeta, y hasta con las hojas de la papa.
Es por eso que, yendo como siempre de lo más amplio a lo
más restringido, vamos a referimos somera pero genéricamente, a Hasta los indios americanos (los sioux), para los que los utensi­
los modos y utensilios de fumar a través de la historia, para luego lios para fumar son objetos sagrados que no pueden faltar en cere­
concretamos a lo que ocurrió en nuestro país y, en particular, en monia alguna religiosa, utilizan para fumar las materias más diver­
nuestra campaña. sas y toda clase de hierbas narcóticas, y, particularmente, la corte­
za de una especie de sauce rojo.

122
123
A medida que se produjo la introducción del tabaco, desde el pleno vigor la pipa, según vimos a
descubrimiento de América en adelante , en los diferentes pueblos por parte de los sioux.
y naciones, se ha ido vulgarizando el uso de los útiles para fumar, )
entre ellos, principalmente, la pipa, viniendo ésta a ser el utensilio La pipa está también representada en las esculturas
universal para fumar tabaco. )
lieves de Nuevo México y de los mayas .
LA PIPA.- Aunque tuvo poca difusión entre la gente de nuestra Qué antigüedad tenga la pipa en América es cosa qu
campaña, y menor aún entre el gauchaje, que siempre fumó ciga­ hoy no se ha podido determinar, aunque sí se sabe que
rros y , sobre todo, cigarrillos; negros y gringos, y entre los criollos usaban los mountbuilders (sambaquíes).
y europeos, los pulperos (españoles y, especialmente, POrtugueses),
utilizaron con frecuencia y hasta con preferencia la pipa o pito, En todo caso fue en Africa donde la pipa se desarrolló con
para fumar. mayor variedad y tipos, desde las pipas hechas con un montículo
de tierra en cuyo centro se formaba el hornillo, hasta el ya mencio­
Pipa, viene del latín vulgar pipa, flautilla. a su vez derivada de nado narguilé, y una gran cantidad de forma s en los más diversos
pipare, piar. Es, según la definición de los diccionarios el utensi­ materiales : barro, maderas, marfil, etc.
lio de uso común para fumar tabaco de hoja y otras hierbas.
El mismo origen etimológico, justifica los vocablos empleados La denominación popular cachimbo que se da en el lenguaje
en el castellano vulgar, no sólo peninsular, sino, particularmente, popular de nuestro país a la pipa, parece tener, como cachimba
americano, a saber: pito, equivalente a pipa de fumar muy ordina­ (pozo de agua poco profundo, ojo de agua, manantial), origen por­
ria, a la que también se llama, en nuestro país, cachimbo; pitar, tugués y éste, a su vez, africano (bantu), vinculado probablemente
fumar, ya sea en pito, cachimbo o pipa, ya sea cigarro. Discucr:o y a esos hoyos practicados en la tierra, tanto para obtener agua
J?ita/j)ita y discurre,/y luego pide un mate. (A. Bello, "El Proscri­ filtrada de la napa superficial, como para fun'ar según ya hemos
to) ; pitada, fumada, porción de tabaco justo para una pipa o un expresado .
cigarrillo de armar.
EL RAPE .- Fuera del tabaco en rollo , de pic~lT, para armar
cigarrillos, quizás y sin quizás, en tietnpos de la colonia y aún en
Como señalamos con anterioridad, utilizaron ya pipas de barro,
los legionarios romanos originarios de Oriente cercano y medio, y, los primeros de la independencia, la ma yor forma de consumo del
tabaco en nuestro país, especialmente entre las clases altas, c<lbil ­ ~
más tarde, se sirvieron de ellas, con variedad de formas, los árabes
y los habitantes de otros países musulmanes. Entre las variantes
dantes, alcaldes y religiosos, haya sido la del polvo estomudatorio
propias del Oriente, es de destacar la pipa turca o chíbuc y la pipa llamado rapé, el mismo que provocó excomuniones en Roma y
de agua, llamada narguilé, narguile o narguillé, voz que deriva del severas penas legales en Europa desde el siglo XVI en adelante, el
persa, narguil, nuez de coco, por usarse ésta en las primitivas pipas mismo que se convirtió en símbolo de elegan c ia, entre hombres, y
de este tipo. En la pipa persa, indostánica y turca, compuesta de aún entre mujeres, en la corte de Luis XIV, y que sirvió de pau sa
un tubo largo flexible, la cazoleta (el antiguo coco), donde se en las intrigas palaciegas, en la diplomacia tan rebuscada de los
quema el tabaco (u otras h ierbas) y de un vaso a tarro de loza, siglos XVII y XVIII y aún en las antesalas galantes del b<lrroco y el
rococó. .)
cerámica o vidrio, lleno de agua perfumada, al través de la cual se
aspira el humo. )
Se llama rapé al polvo de tabaco, algo más grueso y oscuro c¡ue
el ordinariQ y elaborado con hOjas cortadas algún tiempo después
La moderna difusión de la pipa en Europa se debió a los
de madur<..s.
portugueses, que la importaron de América del Sur, continente de

donde procede, Como ya dijimos, el tabaco, y en el cual tenía una


El sistema de preparación es el si guiente: a una adecuada
relativa generalización su uso . En realidad, a la circunstancia de
mezcla de hojas de tabaco fuerte, maduras como se ha dicho, se le
ser América la patria del tabaco responde sólo en parte la riqueza
moja con agua salada, se corta groseramente y luego se deja fer­
en formas de pipas . En América del Sur, la pipa fue poco usada
mentar en grandes masas , por espacio de tres meses; durante e ste
por Jos indígenas. y aún hoy, a nivel folk y etnográfico, su uso es
tiempo la temperatura de la masa de tabaco en fermentación llega
relativ3.mente restringido. a elevarse hasta 80°, se ennegrece y se le desarroll a un aroma
especial. Estas masas se muelen luego de secas, en molinillos
En la América Central, Cristóbal Colón no encontró sino fuma­

dores eh:- cigarro~; únicamente en América d e l Norte estaba e n

semejantes a los de moler café; mójase de nuevo el rapé y sufre


entonces una segunda fermentación, esta vez amoniacal, e n unas

124
125 )
gra nde s cám aras ce rrad as , por deb ida. La capa es u n a d e taba
esp acio de nue ve o diez mes es, co muy esco gido que env uelv e
cab o de los cua les se ha des arro al con junt o Y se dob la y peg a por el
llad o tota lme nte el auté ntic o rapé uno de sus extr emo s, al que se
.
El rap é se exp end ía en cajas de llama peri lla.
mad era y, par ticu larm ente , en Para e labo rar los ciga rros pur
lata s. El usu ario lo frac cion aba os, las hojas se som e ten a un
y ll eva ba en una caji ta con su tapa proceso que se den om ina devana
llam ada rap eter a, gen eral men te , r; esto es, se les quit a las nerv a­
de plat a u oro, con esm alte s, pie­ duras grue sas que dan do las hoja
dra s, cinc elad as, etc. , seg ún el s muc ho más pare jas, fl exib les
gus to y riqu eza del usu ario . y
despojad as de esta par te incó mod
Se tom aba una raci ón o pulg arad a Y de arom a men os fino .
del pul gar qu e ofic iaba com o a, entr e el índ ice y la yem a
una cuc hari lla, y con esta últi ma LOS CIG ARR ILL OS .- Ya hem os
intr odu cía, ráp ida y suc esiv ame se señ alad o, exte nsa men te, el
nte, el polv o en las nari nas , lo por qué de la pre dile cció n, entr
pro duc ía un casi inm edia to efec que e nue stro s hom bres de cam po,
to esto mud ator io, así com o tam fumar cigarrillOS arm ado s por de
exc itan te. bién ello s mis mos y/o por sus muj eres
hechos con taba co neg ro en roll ,
o o tren za, con env oltu ra de cha
prim itiv ame nte, y lueg o con el la,
LO S CIG ARR OS. - Com o se ha pap el de fum ar.
fum ar taba co que apr ecia ron dich o, la prim era form a de Sob re el orig en Y mod o de e
Col ón y sus com pañ ero s entr labo rac ión del taba co neg ro en
e los r01l0 ya nos exte ndi mos en el resp
ind íge nas anti llan os, fuer on aqu ecti vo pará graf o por lo que aho
ello s largos tizo nes de hoja s arro se hac e imp roc ede nte insi stir ra
llad as a lo!' que lueg o se llam ­
en ello .

ó pur os (todo taba co) o ciga rros


pal abr a ciga rro par ece der ivad . La Dig amo s sim ple men te que el
a de cigarra, sea por su form a pica r el taba co de rollo, es tam
rec uer da la de esto s inse ctos , que bién de uso pro vin cian o colo nial ­
sea por que en las plan taci one , en Esp aña y por tuga l Y en casi
taba co se cria ban ésto s en abu s de toda Am éric a hisp ana y lusi tana
nda ncia . Cig arra les llam áro nse Y tam bién lo es el env olv er
hue rtos de cult ivo de taba co. los p'icadur a en la hoja de la maz orca la
del maí z, que aqu í en el Plat a se
llamó y llam a chala. Cab e des taca
En nue stro país , com o en todo r que al roll o de taba co, llam ado
s los de Am éric a hisp ana , el uso negro, más que por su colo r, por
de los ciga rros pur os fue casi su pro ced enc ia bras ileñ a y por
univ ersa l, a niv el.c iud ada no dur negros qui ene s lo cult ivab an ser
la épo ca colo nial , y sigu ió sien ante y. trat aba n, se le llam ó en Esp
do pred ilec to en las clas es aco mod chicote, o cue rda , igua l que aqu aña
das aún has ta casi los albo res a­ í y que el arm ar los ciga rrill os
de nue stro siglo. Com o ya señ alam cigarros, com o se ha señ alad o, o
no ocu rrió lo mis mo en el med os tuvo tam bién cará cter folk lóri co
io rura l, don de fun dam enta lme nte la Pen insu la, en par ticu lar en en
amp lia fronter& seca , con el Bra la algu nas regi one s com o Ast uria
sil, favoreció des de los albores- s,

la colo nia un com erci o tan inte de Galic ia y Leó n .

nso com o ileg al, bas ado en la riqu Com o éste será tem a abu nda nte
za gan ade ra de nue stro terr itor e­
en el resp ecti vo pará graf o del

io, que hizo de los prim itiv os arte de fum ar de nue stro s gaucho
bun dos de cam po, gau deri os, vaga­ S y pais ano s, aqu í le deja mos .

changador~s y gau cho s (fue


orig inar ios de tier ras lusi tana ran éstos
s o espa ñola s) pro tago nist as de
com erci o, por tado res de cue ros ese
IV - EL YESQUERO

y seb o de nue stro terr itor io


can jeab an por taba co y alco hol que
bras ileñ o. Fen óm eno casi idén
~o es el de per cus ión , a pes ar de la univ ersa
al que ocu rrió en las llan uras tico

ver des de Nor team éric a en la regi


de la anti gua últi ma fron tera , en ón lida d de la Eda d
que los anti guo s prim itiv os vaq de Pied ra, el más anti guo ni men
ros de orig en hisp ano , vag abu ndo ue­ os aún el más difu ndid o sist ema
s y caza dore s de gan ado tam bién util izad o por los pue blo s primitivo
en lo que hoy son los esta dos , S para obt ene r el fueg o.
de Nue vo Méx ico y Tex as, inte
biar an cue ros y seb o de los rcam ­ El frot ami ento y la perf orac ión,
vac uno s cim arro nes (lon g-h oms emp leán dos e en amb os caso s
alco hol de Lou isia na y taba co ) por la mad era (y no la pie dra com o
de Virg inia , con fran cese s e ingl suje to acti vo Y pasivo), son los
sas, resp ecti vam ent e. e­ prin cipi os fun dam enta les sob re dos
los cua les se bas aron los sist ema
emp lead os por casi tod os los s
Los ciga rros pur os, que fum aron pue blos prim itiv os para obt ene
r el
y per son ajes tan imp orta ntes nue stro s prim ero s ciud ada nos fueg o .
a la form ació n nac iona l, com o Com pre nde n esto s dos sist ema
Bla nes , p . ejem plo , se com pon un s men cion ado s las sigu ient es
en de un núc leo llam ado títu
una env oltu ra a la que se de'l lo y formas :
omi na capa. El títu lo, por su part
está form ado de troz os de hOja e, 1) FUEGO POR SURCO.- Prac tíca
s apre tado s (tripa), env uelt os por se una hen ded ura long itud i­
hoja , llam ada cepillo, que los una nal en un tron co seco Y lueg o
suje ta y da al con junt o la form se frota por ella , con toda la fuer
a za

126 127
posible y en ambos sentidos, un palo más bien fino, de modo que En Europa y Asia Oriental, en cambio, se utilizó extensamente )
por ese frotamiento del palo contra las paredes del surco éste la percusión del hierro o acero (elemento activo) contra la piedra
forma aserrín el que, a su vez, se enciende por el calor desarro­ (elemento pasivo), produciendo así chispas que al caer sobre la J
llado por la propia acción de . frotar. La propagación del fuego se yesca la encendían. )
procuraba por la yesca que se ponía en la hendedura.
Encontramos entonces un elemento que es común denomina­ ')
Este sistema se empleó en Fenicia antigua, y también en las dor a todos los sistemas primitivos de encender fuego, inclusive el
culturas primitivas de Polinesia, Micronesia y Borneo. de percusión que a nosotros interesa, que es la yesca, y como tal )
protagonista a ella nos habremos de referir en primer término en el
2) FUEGO POR TALA DRA ,'.fIENTO.- Se hace en un palo o )
conjunto de elementos que constituyen el sistema de encender
tabla secos, un surco pequeño, el cual le sirve de punto de rotación fuego por percusión. )
a la varilla perforadora que, no sólo es más fina y de extremo
aguzado, sino también de madera considerablemente más dura. Se LA YESCA.- La palabra parece viene del latín esca, comida o )
clava la varilla en posición vertical en dicho surco o hueco, tenien­ alimento, por ser la yesca el alimento del fuego . Genéricamente se
do el palo o tabla fijo por medio de un pie o rodilla que la aguante refiere a cualquier materia muy seca y preparada de modo que al
contra el suelo, y entonces se da vueltas a la varilla a la mayor caer chispas sobre ella se prenda. Se hace comúnmente de hongos
velocidad posible entre las palmas de las manos planas. El extremo secos, trapos quemados o cardo .
agudo de la varilla se va encajando en el hueco o hendedura, Al arte de encenderla por medio del pedernal y el eslabón. se
)
saliendo entonces aserrín fino, o polvillo, caliente, que al caer le dice "echar una yesca" . )
sobre yesca , allí colocada exprofeso, la inflama. Fue empleado este
procedimiento por los a ntiguos arios y los primitivos pobladores de Tipos de yesca .- Como antes señalam'Js, la clásicél yesca era el
las islas C a naria s, o guanches así C0 8Ll por d;ferentes pueblos de producto obtenido de algunas especiE.s dE hongos, tales corr.o los
Africa, Australia y América. "Polyporius fomentarius" y "Polyporius igniarius", que aparecen Y
se desarrollan sobre distintos árboles, tales como cerezos, sauces, )
Evolucionó; en algunos casos, tomando la varilla la forma de
encinas y tilos de Europa, a los que a efectos de que sirvan como
parauso o berbiquí. Para ello se coloca el extremo superior, o romo,
;'esca se hace necesario someterlos a las operaciones siguientes:
de la varilla, contra el pecho o más fuertemente contra la frente,
protegiendo a ésta con un pedazo de cuero, se hace presión con Se pelan los hongos despojándolos de su dura cutícula exte­
fuerza sobre la varilla, que debe ser flexible, de modo de hacetIa rior, se cortan en tiras que se introducen en agua Y se golpean )
formar una comba muy pronunciada, se la toma entonces con una fuertemente hasta ablandarlas. Se ponen luego a secar y se vuelven
)
mano por el centro de la comba y como ~uien da vueltas a una a humedecer hasta que dichas tiras adquieren suficiente suavidad
manija, se le imprime un rapidísimo movimiento circular. y blandura.
N uestros indígenas (charrúas y minuanes) parece que utiliza­ La mejor yesca es la que se prepara con el hongo "Polyporius )
ron este procedimiento para encender fuego, el cual a su vez fue fomentdrius", que arde con extrema facilidad y es inodora, además
)
tomado por los gauderios y gauchos en determinadas circunstancias de sua\'e, blanda y flexible, siendo su color rojizo leonado, de tono

en que carecían de los avíos de fumar para encenderlo. variable, esto es, más o menos oscuro. En cambio la vesca de
)
"polyporius igniarius", es mucho más ordinaria y áspera.
Pero como dijimos antes, el sistema que a nosotros nos intere­ )
sa, por ser el que se usó por nuestro pueblo folk es el que se usó Pero la yesca común de uso universalizado en el siglo pasado )
en todo el mundo europeo y asiático (parece que de allí se introdu­ (y mismo en el XVIII), se preparaba con esponja y, sobre todo,
jo en Europa), es el de obtención de fuego por percusión. trapo quemado, o por mejor decir, tostado, también cardo e incluso
)
Como también dijimos, la universalidad de la Edad de Piedra, y aún principalmente, otro hongo llamado agárico, que es el "Bole­

>
con todas las técnicas de choque y frotamiento de piedra contra tus igniarius" de los naturalistas, que como los "Polyporius", cre­

piedra, parecería indicar que este sistema de producir chispas y ce en el tronco de algunos árboles, en carácter de parásito, princi­ )
por ende fuego, debió ser también universal. No fu~ así, sin em- ' palmente de la encina. Obtenido el hongo se le deja secar y, como
)
bar~o, y parece que sólo los pobladores del antiguo M éjico y los en los casos anteriores, se le pela de su cubierta o cutícula super­

esquimales y aleubanos, en el hemisferio norte, y los tehuelches y ficial. Queda entonces a la vista la parte esponjosa, que es de color

fueguinos . en el sur, lo utilizaron . pardo-amarillento. Una vez mondado se corta en tiras finas que se

128 129
golpea n con un mazo de madera sobre un tronco hasta dejarla tado, enamorada ,perdida pro Dn. Qu ijote, son fumadoras de
suave y fáci l de rasgar C011 los dedos, característica que se procu­ oficio" . (1)
raba siempre en la yesca cualquiera fuera su origen o el material "Otras le proveen de yesca (j) hecha de algodón, ó de retazos
empleado para hacerla. I nd ustrial mente, para hace r infl amab les a de alguna enagua hi lachosa; cuya memoria la acepta, como un
dive rsas sustancias se emplea ác ido nítrico, lo que da a muchas favo r disti nguido i como un con fortahvo de su flaca debilidad
"yescas" u na coloración que va del amari ll en to subido al pardo y virtud, el marrajo y aventurero gaucho. Le provis ionan la
oscuro, llega ndo a ser casi negra.
maleta con alguna yerva mate, papel pa. cigarros, algún fiam­
bre asado, etc... ".,
E l mismó Muñiz, agrega a su pintoresco si que truculento y
Regularmente se hace hervir la yesca de hongo, en una disolu­
ción concentrada de nitrato de potasa, operación que con secados exagerado relato, una serie de notas que va señalando con sucesi­
intermedios, se repi te varias veces. En la yesca de trapo, general­ vas letras, y que constituyen a la postre, el verdadero "vocabula­
mente la más usada por nuestra gente de campaña, llamada tam­ rio" que tanto interés reviste hoy, por la época en que fue escrito
bién yesca negra, al trapo previamente tostado o quemado y ma­ (1845).
chacado, se le empapa de pólvora (también negra), para lo que se En la nota (i) del trozo que ahora nos ocupa, referente a la
disuelve la pólvora en agua en la que se sumerge, dejándola secar chuspa, dice:
a la sombra, con lo que la yesca así tratada adquiere un alto poder "Es la vejiga de baca -alguna vez el buche de l avestruz, bien
inflamable. sobados. Usan la chuspa con una jareta en la boca, ó b ien
atada, solamente. Es el receptáculo del tabaco, papel pa. ciga­
rros, i avías de encender."
Es o era tradición entre nuestra gente de campo que la mejor y en la siguiente llamada (j), respecto de la yesca, que es la
yesca era de camiseta de lana vieja; aunque mucho se apreciaba (y
que en verdad nos importa, como protagonista ahora, señala:
aquí entendemos que con un valor simbó lico-folklórico de origen
sico-sexual) la yesca hecha con un trozo de enagua de hilado "que guardan en un recipiente (llamado yesquero) construído
grueso, pero donde la "virtud", naturalmente radicaba en ser dona­ de la punta de un cuerno, i tapado con un pedacillo circular,
ción de su donosa dueña, de tan íntima prenda que traía intrínseco de cuero de baca ó de zuela. El yesquero i sus agregados son
el calor de su cuerpo. Tal vez por aquello de que el hombre es un precioso talismán, que nunca se separan, que duermen i
fuego y la mujer estopa... viene el diab lo y sopla. amanecen mui junto al gaucho . Aunque privadas estas reli­
quias del honor del eslabón i pedernal, que figuran en el
escudo de Felipe 2.0 de Borgoña, i sin ' el epigrafe que les
En el "Vocabulario Rioplatense" de Francisco Javier Muñíz,

(edición prologada y comentada por Milcíades Alejo Vignati, Bue­


impuso -Ante perit, quam flamma muer- los avías del gaucho
nos Aires, 1937), en la descripción que hace de los gauchos, trae a
son de tal eficacia, que en un mismo instante hieren, emiten
propósito una divertida referencia a la yesca (pp. 440 y 441):
luz é inflaman. Su utilidad, pa. ellos, es invalorable, no solo
"Si es gaucho alzado ó que no puede llegar s.ino á casas de su para encender el cigarro, gran consuelo para un fumador oculto
confianza; porque haya cometido algún gran desaguizado, co­ entre las pajas, ó marchando desabrigado en una noche ó día
de frío: sino pa. procurarse lumbre con que asar alguna per­
mo dar muerte á alguno, en justa o injusta lucha; haber pelea­
diz, mulita, peludo ó alón de avestruz."
do a la Justicia, i quizá despachado al otro mundo al Alcalde
que le perseguía; si es gaucho de este jaez, eszita desde luego El coronel Muñiz, nos ha dado pie para seguir con los otros
mas qe. en otro caso la simpatía del dueño de casa é interesa i elementos que forman parte del yesquero, o elemento de encender
mueve, sobre todo, la tierna sensibilidad de las damiselas se­ el fuego, entre los avías de fumar del gaucho y paisano.
mihombrunas, fragantes á hunto y requesón, que han admirado Le corresponde, naturalmente, el lugar siguiente a la yesca, al
con vivo entusiasmo sus ponderadas hazañas. Estas piadosas recipiente en que esta se guarda y enciende, que no es sino el
mugeres le hacen con un mal encubierto rubor sus presentes ji yesquero, propiamente dicho.
la despedida. Esta noble y generosa demostración aumenta,
(1) NOTA. - El propio Vignati pone las cosas en su sitio con esta nota que dice:
como es de presumir, la gratitud del héroe qe. Con estudiada "Bien precario y por demás vago era el recuerdo que del Quijote quedaba en la
melancolía se ausenta de ellas. Le piden afanosas unas la memoria de Muñiz. Casi superfluo es rectificar sus inexactitudes, ya que, bien
rugosa chuspa (i) para surtirla de tabaco; supuesto que tan se sabe, el castillo encantado nunca dejÓ de ser venta; que entre todas sus virtu­
poco melindrosas Maritornes la doncella del castillo encan­ des y buenas costumbres Maritonnes no tenía la de fumar, y que no era a Don
Quijote sino al arriero a quien ella "irfa a buscar y satisfacerle el gusto" (Qui­
jote, XVI)".

130
131
)

YESQUERO.- Desde remotos tiempos el hornillo o yesquero de mate (calabaza, fruto seco de la "Iagenaria vulgaris"), y, en lo s )
propiamente, fue el extremo de un cuerno, generalmente de vacu­ nl,is paquetes, no necesariamente lujosos, con esa tapita, soajes, )
no o de bisonte, esto, cuando menos , en Europa occidental y meri­ cadenillas, etc., de buena plata potosina . Tamhién se hicieron yes­

dional. La explicación de la preferencia por tal elemento o material queros con matecitos enteros con sus cvmplementos de plata (el de )

consiste en la forma, característica, solidez y peso del propio ele­ nuestro héroe el Gral. Rivera era de éstos); Y aún de maderas duras
)
mento elegido. En efecto el extremo del cuerno de VaCllno, y más ' con sus agregados de metal fino, liso o labrado.
en las razas europeas antiguas, reúne las siguientes características,
cortado en un largo no mayor de 6 a 8 cms.: es un tronco de Cono
ligeramente curvado, con un hueco poco profundo en el extremo
ancho o base, lo que permite rellenar ese hue'co con la yesca .y ' )
taparlo, con un trozo de suela o de madera (no olvidar que segui­
mos refiriéndonos al artefacto europeo), perfectamente adaptado a )
su boca y luego, en el momento de encender la yesca. sostener el ')
cuernito en cuestión en el hueco de la mano izquierda, aguan­
Lm.J.o el extremo agudo, en virtud de su curva, entre los dedos )
meñique y anular, mientras pulgar e índice sostienen el pedernal y )
se maneja, golpe : indolo, el eslabón sujeto en la .-na no derecha.
Operación que se explicará más en detalle en el momento O?ortu­ )
no. Hay que agregar que el cuerno es un matErial duro y compacto,
poco combustible fa vorece, complementariamente, ese destino Que
se le daDa. )

Los portugueses, grandes difusores del fumar en el orbe, como )


ya vimos, trajeron de Asia, yesqueros de marfí! preciosísimamente
tallados, en .trabajos casi afil.igranados, hechos en la punta de los
colmillos, y, mu chas veces, con la tapa, no del mismo material, \
sino de plata. No siempre estos yesqueros asiáticos fueron de la )
punta del colmillo, muchas veces lo eran de cualquier otra parte
maciza de éste y en ese caso eran no sólo cónicos, sino redondea­
dos, semicilíndricos y aún casi esféricos. También de Oriente vi­
nieron a Europa yesqueros enteramente de plata y, aún, de plata y
.',,)),.,\.
\o ,' ."
.-.oO.·
. " ,\~~'~\~'
.. •
J

oro, finamente cincelados. )


)
No sabemos con certeza si fue por la influencia asiática, o no,
pero lo cierto es que en Europa también se hicieron, desde el siglo )
XVIII cuando menos, yesqueros de colmillo de foca y de jabalí. Pero f-oe en estas tierras que el sentido de funcionalidad tan )
cuando no de madera dura, con aplicaciones (soajes) de plata o de agudo en el gaucho, encontró el material ideal para hacer los más
oro. funcionales yesqueros (y también más hermosos y hoy más busca­ :'
Introducido el yesquero en América, como una especie de dos como piezas de colección): la cob de la mulita o del peludo.

rebote del préstamo cultural que ésta le hizo a Europa con el Este apéndice, como toda la caparazón dorsal de los simpáticos

tabaco, fue lógico que, -en unas regiones donde el ganado mayor d~ animalitos nativos, con sus fuert es y duras placas articuladas, que

origen europeo se desarrolló tan abundantemente, hasta hacerse una vez seco adquiere un aspecto amarfilado y queda hueco, total­
)
cimarrón (islas del Caribe, México, Texas, California, :-.Juevo Méxi­ mente enroscado sobre sí en el extremo distal o agudo, re pite, pero
co, Venezuela, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, etc.) se hicie­ muy mejorada, la idea del cuernito (v. dibujo) . Y a estos yesque­ )
ron siguiendo la mejor tradición original, mayoritariamente los yes­ ros de cola de peludo o de tatú, les agregó la platería criolla toda la )
queros de cuerno y guampa, con su tapita de suela, de madera, o, belleza de soajes, tapa, cadenillas y hasta e ._ ~ precioso
variante suramencana y especialmente rioplatense, con un trocito metal (v. dibujo). ./7'V~;J r,lu t¡¡~..

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132 1( t :.1#~·d't;. r 133
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c<Jnten ida en el yesquero, pero tamb ién, hasta princ i pio~ del s iglo
So n, como dij imos, los más funci onales, hermosos y hoy rarqs ~ \1X, se utilizaron fusiles y pistolas en que se usaba esta variedad
buscad os , de todos los antiguos yesqueros regionales. La misma de pedernal para dar fuego al arma, que era de cargar por la boca
pla tería cri oll a los imitó, total mente en el argénteq material, y (armas de perCUSió n).
les dio en ton ces facund ia y carácter de cu e rnos d~ abu
una ma n ita en e l extremo agudo, etc. Si en el siglo XVIII Y aún en e l pasado , era bueno p ara u n
gaUCho o paisano, encontrarse u na o unas bi en p ulidas p iedras de
Del cuerpo del yesquero solían salir una, dos y hasta tres
boleadoras, originales de los indios o antiguos habitantes de l terri ­
cad eni llas o correítas (en nuestro medio incluso de fina trenza de
torio, con las que podía hacerse él mismo unas boleadoras para cazar
tientos de potri ll a). La primera para sujetar la tapa, la segunda para
potros o ñandúes o para la pelea, mejor aún le era encontrar un
el pedernal, la otra, cuando la había, para e l eslabón.
trOZO de pun ta de flecha o de lanza, de excelente sílice, con el cual
y bien, ya que a ellos nos he mos referido, vamos a tratar ahora., se agenciaba de un especial pedernal que le aseguraba pode r hacer
como merecen, estos otros consti tuyentes del yesquero como arte­ fuego, no só lo para fumar, sino para comer, cale ntar el agua del
facto o conj unto des tinado a prod uci r fuego por percusión. mate, Y una larga lista de etcéteras que, segú n las circunstancias

podían incluir; sacar una mulita de su cueva, incendiar un campo,

PEDERNAL.- La palabra pedernal deviene, por me tátesis, de hacer señales de humo o mantener, con hogueras, un jaguar alejado

pedrenal, derivado de p iedra, por ser, precisamente, una piedra la


llamada gráficamente , tamb ién, "piedra de chispa" . Es en realidad de los caballos en la noche.

una variedad de cuarzo y de la calcedonia, llamado también "silex Tiene la geografía uruguaya varios recuerdos en su nomencla­

pirómaco" . Su composición es el sílice con muy pequeñas cantida­ tura para el pedernal, lo que no hace sino calificar la importancia

des de agua y al úmina, exactamente en lOO, 2 o 3 de agua y 1 de cultural de que disfrutó en tiempos en que hacer fuego' era u na

al úmina. Su peso específico no excede de 2,6 r su dureza es de operacióll difícil y engorrosa y, ocasionalmente, agotadora.

grado 7. Pedernal es un arroyo del departamento de Canelones, cerca


En la naturaleza se presenta en masas bastante frágiles, de de l Tala, cuyo principal afl uente es e l Pedernal Chico. Tambié n es
fractura característicamente concoidea, siendo su aspecto traslúcido Pedernal, un cerrO del departamento de Lavalleja, pero el más
y su color variable, del gris ceniza a veces amari ll ento, a veces famoso de nuestros "pedernales" , es el Pedernal de Tacuarembó,
parduzco, y hasta casi negro. Se encuentra en las formaciones sobre la margen izquierda del arroyo Salsipuedes, en una de las
terciarias y en forma principal en el cretáceo, razón por la cual regiones de más agreste bell eza del país. All í el 8 de setiemhre de
contiene restos de animales marinos de aquella época ~eológica. a 1863, tuvo lugar un sangriento combate entre 600 hombres a las
saber: foraminíferos, diatemáceas, espículas de esponjas, y otros. El órdenes del caudillo blanco Timoteo Aparicio y 200 a las del co­
pedernal fosforece por frotamiento y entonces desprende un. carac­ ronel Gregario Suárez, colorado. Se produjO entonces uno de los
terístico olor ligeramente bituminoso. tantos épicos combates personales entre nuestros viejos caudillos,
grandes lanceros, en el que salió vencedor "Goyo" Suúrez, pero
Se acepta la existencia de dos variedades de pedernal. llevándose, como trofeos o condecoraciones, una respetable canti­
La primera, que es la que interesa a efectos del presente dad de chuzasos.
estudio, es la llamada piedra de chispa o cuarzo-sílex, y se caracte­
riza, fundamentalmente, por su estructura relativamente poco com­ ESLABON.- Nos queda por describir la menos romántica, la
pacta. Su color varia desde el amarillo agrisado al pardo ahumado, más sencilla, y no obstante la parte más activa, dinámicamente, de
y hasta blanco amarillento. Otra característica es un brillo como de aquellas partes que en su conjunto constituyen nuestro artefacto
cera y su aspecto lapídeo. No cristaliza nunca. Resulta traslúcido para encender fuego : el eslabón.
sólo en los bordes, siendo su fractura concoidea y astillosa. Posee,
además, cualidades sonoras muy especiales, resultando su sonido Para percutir (percusión con frotamiento) el pedernal o piedra
muy parecido al de una campana metálica de buena calidad, en la de chispa, se usó como dijimos, desde prehistóricos tiempos, en
relativa escala de tamaño, naturalmente. Europa y Asia Oriental, un trozO de hierro duro O hierro acerado, o
acero, llamado eslabón. Probablemente porque en viejos tiempos
Como dijimos antes, la piedra de chispas se usó desde remotos fue un pedazo de eslabón de aquellas duras cadenas, que tanto
tiempos, en Europa y Asia Oriental, para producir chispas por servían de grillos, como para levantar un puente o manejar una
percusión con un trozo de hierro o acero y hacer fuego. En el caso
maza (bola de hierro con pinchos) .
que a nosotros interesa, con estas chispas se encendra la yesca

135
134
En lo que a nosotros interesa, es decir, e n lo que usaron más
frecu e nte mente nuestros gauchos y paisano s, se trata de un trozo Estos si5!;uen s iendo, hoy día, los típicos encendedores o "yes­
reckU1gular de acero o hierro acerado (much as vece s UIl pedazo de queros", como aún les llaman algunos paisanos viejos , de nu e stros
lim a), alargado y no muy grueso, sus medidas más . habitualmente hombres de campo.
un os 4 a ,') cms . de largo, 1 1/2 a 2 de alto y 1/2 c m . de e spesor, C0n
el bord e superior o anterior, ligeramente có nca vo ~ ' con rayaduras O
di e ntes (para aumentar la capacidad de fricci ón t'n E·I golpe al filo
d e l p e dernal), parcialmente cubierto, abra zado o sujeto por una ' v - MODO DE FUMAR DEL GAUCHO Y DEL PAISANO
env o ltura de plata, que servía para tenerlo a Sll vez por una cade­
nill a d e l mismo metal fino, al yesquero propi am ent e dicho u hor­ Ya hemos ido presentando, uno a uno, los distintos integrantes
ni 1I0 .
de los avías de fumar, protagonistas más o menos principales del
Para terminar vamos a dar la descripc ió n del yesquero del arte de echar humo, que el gaucho llamara lisa, llana y genérica­
" Príncipe de los Gauchos", don Pancho C a nd io ti , al{uel famoso mente , "los vicios". Vamos ahora a mostrarles en su conjunto,
e sta nc iero Santafesino, tan partidario y ami g(' d e Ilu e stro General com o cosa armoniosa que eran, en su funciunalidad, y Juego, con la
.\rtigas . hec ha por los hermanos J,P. y G. P , Rob e rtson, en sus mi nuc iosidad pachorrie1'1ta que correspond e , vamos a estudiar ese
conoc idas "Cartas " : arte o modo de usarlos y fumar, nuestro hombre de campo, tan
moros o o paciente en sus lahoriosas operaciones, casi impregnadas
~e fl1 a ntu \' o sobre el ...·lballo y entabl e, u na cnarh familiar con de un preciosismo , que constit~¡yen el flagrante aspecto de cultura
tvelos L,) s quc le rodeaban De cu a ndo en cuando e ncendía un Folk que carac teriza a esta función,
c iga rro sacandv fuego con pedernal d e ace ro, en yesca guardada en Como hemos visto, los avías o elementos, un o a uno, son: el
u n a pu nta de cuerno pulido, adorn ado de p la ta co n un a ca d e na de tTO ::O d .:! rolb d ::: tr.bacn, o " n ::::::')", '~ o:r. :) ~ e le E2.ma gr:-.cios8. j ' :;r:'!­
o ro adherid a , de que colgaba la tapa o más bien el apagador, fi camente, por s us remi!liscen c ias, a aquel pedazo de tabaco negro
cuando s e us a ba el yesquero" .
de (,'uerda, duro, negmzco ,' y brillante, como acaramelado o ,dqu i­
tranado ~n su exte rior y, en apariencia, sec o, reci o y de col or casta­
E \'OLCCI ON DEL YESQ UERO EN CA.\fPA.\'A- C on poste­
1.10 os cu ro en s u interi or o corazón, que se ve en el corte neto del
rio ridad al uso del yesqu ero que ha sid o de sc rito, se d ifundi ó en
cuchil lo. e n el e xtremo que se va consumi e ndo pa ra li a r cada ci ga­
nu e stra c ampal1 a otro, cuyo uso Y difusión fue uni\'e rsal casi . hasta
rrill o,
e l p re se nte. E s un aparato que sustituye el pedernal y eslabón
in d e p endi e ntes por una rueda dentada de ace ro o hierro ac~rado Luego vienen las hojillas de "chala ". Fueron sin duda las
qlle gira sobre un eje horizontal y por frotamiento saca chispas de hojas de maíz, la envoltura más tradicional y co mún en nuestro
una " piedra d e yesquero", composición especial de producción campo para e l tabaco o armado del cigarro o cigarrillo .
indu s trial, hecha en pequeños cilindros qu e se colocan en un
Se elegían entre las más próximas a la mazorca, las más pega­
hu eco e s pecial en el mismo artefacto. Las chispa s obtenidas p or
das al gra no por ser las más suaves y finas. Naturalmente que no se
fro ta mi e nto hac iendo girar la rueda con un golpe se co dado gene­ us aba la hoja según recién salía, sino que se la curaba, esto es, se le
ralm e nte c on e l filo de la mano, daban fuego a una mec ha, que er:1
dejab a secar adecuadamente, y se le pulía quitándole las nervadu­
un a larga cu e rda o cordón con una cubierta de tejid o d e algod ó n,
ras con el filo del cuchillo (proceso de su ave raspado) y se le
con el a lma formada por una serie de hilos, tambi én de algodón,
sobaba (suavizaba) con el lomo del mismo cuchillo, También se le
reto rcidos y químicamente tratados para facilitar su combustión.

recortaba para darle una apropiada forma re ctan gular de unos -1


También d e estos "yesqueros" v en ce ndedores, los hubo de cms . de ancho y unos 12 a 15 de largo , Tomando un milito atado
lujo, con el tubo de plata finamente cincelada, aunq ue los "paque­ con una tirilla de la propia chala, se llevaba ésta con los demás
tes" nunca tuvieron la importancia y difusión que, con anteriori­ avías , pero siempre inseparable del tabaco.
dad, tuvieron los auténticos yesqueros ,
Más tarde la chala fue su stituida por el papel de fumar en
hojillas formando lihrillos, el que aún , con mu y pocas variantes se
Finalmente llegaron .al campo los en cendedore s d e "be ncina" sigue usando para liar los cigarrillos con tabaco en he bra (negro o
O n a ft a . El cl á sico tubo transversalmente aplastado , Con su tap a de amarelinho).
quita y pon , con el depósito de combustible e n la base, su rueda y
su p ie d ra, qu e e ncendía n un a mechita de algod ó n, Luego venía :1Uestro ya conocido el " yesquero", con ,todos sus
implementos, a saber: homillo con yesca, :Jede rn al y eslabón .

1:36
137
Por último , el continente, para guardar el todo. Era original~ D en tro d e la tabaquera o chuspa e l ga ucho o e l paisano sue len
mente una bolsa hecha de vej iga de algún animal, o, lo más fre­ pon er unos ab rojos, como modo ·d e conservar la humedad de l
cuente, la pie l del cogote de un avestruz, muy bien sobada, cerra­ tabaco, en particular c uando se generali zó el cons umo de tabaco en
da en un extremo con una costura de fino tiento de potrilla y en el hebra. Con el tabaco en hebra, que se ven día en latas, se hizo
otro, la boca, con una trencita, también de tiento, pasando por una comú n también e n e l campo, ya e n tiempos d el encendedor de
jareta, con una p laca de cuero crudo en uno de sus extremos, benci na, y, por supuesto, del pape l en hojillas , el uso de u na taba­
donde, con tiento finísimo se esterillaba o bordaba un corazón, o quera de goma colorada, redonda, con la boca fru ncida, que se
las iniciales o la marca d e su dueño (v. dibujo). cerraba dándole un giro. En su interior e l negro o e l ama relinho,
mucho más aquel que éste, se cOl)servaba fresco con los famosos
abrojos .
El armar (que así se llama a tan laboriosa operación) un piti­
llo, cigarro, o pucho, que todos estos nombres se le han dado y
dan al cigarri llo entre n ue stra gente, fue siempre una morosa tarea,
con algo de cienc ia, un tanto de paciencia, y un mucho de sicolo­
gía, y folklore.
Sin lugar a dudas era un momento de gran d isfrute, u na espe­
cie de "relax" sico-somático, en que, como en la conqu ista amoro­
sa, todas las maniobras previas, preludian y se degustan tanto o
más que e l placer que se ha de d isfrutar después .

--
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1 1., )'o f.;
" ( ,1

Esta bolsa · recibía el nombre de "chuspa", aunque en la Ar­


gentina algunos le llaman "guayaca".
r"­
Cuando quedaha poco tabaco se le enrollaba parCialmente so­
bre sí misma.
La chuspa o tabaquera la llevaba nuestro criollo a la cintura, y \ amos ya a ello. Imaginemos a nuestro hombre en pleno
entre la faja y el cuerpo, entre los pliegues del chiripá o el borde trabajo de campo . Hace una pausa, después de habe r vuelto al
de las bombachas, y, con mayor frecuencia, sobre la cabeza debajO rodeo a un animal chúcaro y enloquecido que atropelló campo
del sombrero (entre éste y el pañuelo cuando esta prenda se ataba afuera, con sus aspas co mo cuchillos, y al que trajo "palete<Índolo,
a la cabeza) lugar el más seguro y donde se conservaban en seco y a gritos , pechadas y lonjazos, después de "cortarlo" con suprema
sin riesgos tan valiosos implementos. habilidad tendido e l caba ll o, avezado y d iestro, en toda la \'eloci­

138 1:39
)
dad de la carn:ra . El animal , humea ndo de sudur, medio flojona ')
la ne sgos a y no exe nta de pa SlO n . Y entonc es, tras una pausa pare­
cincha , respira anhela nte, restr egan do la pata del freno y la carreti­
ci da a la de un suspiro , viene lo mejor , () lo peor, según se mire.
lla contra la rodilla de una de sus manos. El jinete se seca el )
sudor Pre nderl o.
qe la cara con el gran "pañue lo de hierbas ", que el viento
arre­ )

molina alrede dor de su cuello y espalda . Cruza la pierna derech Para darle lumbre , Sac.l d e la chuspa los a\'ÍoS, sujeta el cuerni­
a

sobre la cabeza da dela'rÍtera del lomillo , sujetan do con ella las to del yesque ro con la man o izquier da y entre los dedos y subre )

rien­ el
da s, bien apoyad o en el estribo del h do de montar , se saca lom ill o, el pedern al. Toma decidid ament e el eslabó n con la
el dere
)

sombr ero y de la copa extrae la chuspa con los avíos. cha, y medio curvad o, "atajan do" el viento con las manos,
con
Coloca do otra vez el sombre ro en la testa , algo echado hacia gu ipes secOS golpea a aquel y le saca chi spas con el eslabón . )
la Sopla
nu ca, la desenr olla, parsim onioso , sin pe rder con la vista el para " avivar" la yesca en el hornill o (para lo cual con un golpe
movi­ de )
miento de los animal es. len gua llevó e l cigarri llo hacia una comisu ra) y ahora , seguro
,
\'uelto e l cigarri llo al centro de la boca, introdu ce la punta )
Lo primer o, es lo primer o, y lo primer o es elegir una buena en el
homill o y chupa . Chu pa concie nzudam ente, chupa profun damen
hojilla de chala, que ensegu ida, abierta , se sujeta pegada te, )
a la chupa cas i furiosa mente , chupa co mo si en ello le fuera la
comisu ra izquier da del labio inferior . vida,
ha sta q ue el éxito co rona sus es fuerzos y una nubeci ta de )
humo
azulado se le escapa por la boca y narices y brota del propi
D c inmedi ato, pero sin prisa, se agarra el 'naco" y sosteni én­ o
\'esque ro. Entonc es se yergue , fe liz y satisfec ho, envuel to en )
la hu­
dolo con la mano izquier da, sobre la palrr.a, se saca el cuchill
o que ~areda de un par más de fuertes chupad as, dadas para "asegu rar" )
e s t[tba e¡wain ado en la cintura, junto a los riñones , con el la brasa, guarda los avías, y despu és d e echar una rápida ojeada
puño a
cerca del codo derech o y tománd olo por la hoja , bastan te cerca los an imales , cada vez más re vueltos y bravos, entre el torear )
de de
la pU ltta, cona vanas " tajadita s " de aquel, las suficie ntes para lo s perros, deja que por un momen to se le pierda la mirada
una en la )
"pitad a" o "armad a". Vuelto s naco y cuchill o a sus lugares lejan ía de qui én sabe q ué e nsue ño s, ante el h orizont e abierto
de , y se
origen , a la porció n de tabaco que descan sa en e l hu eco rep ite . quizás casi sin saberl o, aque ll o siempr e sentido m<Í.s )
de la CJue
mano izquie rda se le somete , con la palma d e la mano de dic ho por nue stra gen te campe ra Y de a caballo , en tale s trances
recha, :

op u es tos los d",dos de ambas, a una delicad a y nada corta ,cosa linda , pitar v mirar lejos'.

opera­
ció n d e "sobeo ", para conver tir aquell a especi e de "picad ura
irre­
Si se repasa mental m e nte tal cúmul o de operac iones, con un

g ular", por este mdodo , en algo parecid o a h ebras o polvo


de algo de trab ajo de alquim ista)' una pizca de pases de magia
tab aco, acepta ble y adapta ble como relleno del futuro cigarro , CJue )

. Esta ' e nos diga que no estaba bien di cho en aquello s tiempu s
es quizás la operac ión más deleito sa, la que tiene más sentido lo del

casi )

ritual, e s como si ya se fumara a cuenta , a través de la piel. arte de fumar.


Para
evitar que el sudor de las manos le humed eciera de más, altema )

ti­ A alguno s de nuestro s prohom bres, eran sus mujere


s las que
\'amen te la picadu ra queda en una u otra mano y a la que
queda les hacian sus cigarro s . Así al grande Frutos Rivera, eran las manos )
libre se le seca y limpia la palma contra el chiripá (o la bomba amo rosas de su amada y casi siempr e lejana Bernar dina las que
­ le
cha más tarde) . Cuand o con ojo crítico y sabedo r entiend e hacía n los cigarros. Así queda e n claro de la corresp ondenc )
que el ia, el
ta baco está bien "doma do" o '''sobad o'', se deja en la
palma más conmo vedor conjun to docum ental de nuestra historia,
izquie rda y con la mano derech a toma la hojilla de chala, e ntre )
que ambos .
pared a olvida da colgan do de la comisu ra izquier da del labio
infe­ " Durazn o , abril 29 d e 1833. " ":-'1i amado Rivera : )
rior. Hacien do cuenco con la izqui e rda se vierte el tabaco
en la ....... .... . de sde que te fuiste que ha ce ccrca rle

hojilla que está sujeta forman do un canal o media caña entre )


los un mes, no se ha pasado dos dí as sin llover; el Yi estú hast
dedos de la derech a y que se acomod a, a medida qu'e va caye a
ndo, afuera, y los dem ás arro yos lo propio, desde que te has ido )
co n e l índice de la misma . Distrib uído el tabaco y libre la nada he sabido de :-.1ontevideo sólo de abes tuve carta pero
mano
izqui e rda, toma la hojilla con los dedos de am bas y proced )
e a nada dice, en la primer a que me escriba s dime cuanto ocurra
arrolla rla , o formar el cigarro , bien apretad o. Le saca enton ces Y
u na tambié n para cuándo tendré esperan zas de verte, te remito por )
tirilla a la chala, todo a lo largo y de spuéS de lamer cuidad
osa­ el dador unos calzon cillos de franela y unos cigar,o s hechos de
mente e l borde libre de esta, te rmina de cerrarl o con una )
gracia mi mano , son pocos porque es el único tabaco que se ha
casi balletí stica, átalo ensegu ida con di c ha tirill a y le coloca encont rado en el Durazn o, pero he encarg ado adentro , y cuan­
en la )
boca. Hay una expres ión satisfec ha y casi alegre en su
rostro. do \ e n ga te ndré una satis facció n e n ocupar me e n hacer!0s pa
Co mo la de quien aC;'lha de dar términ o él una tarea fundam ra
e ntal, tí' ...

140 14 ;
)
... 11. La litera tu ra gauchesca y aún la nativista o la sólo costumbrista cada cual y la forma en que cada cual trata y soporta la aflicción .
loca l, ha recogido, con profusión de detalles este arte de fumar de Despu és de aquella espera, antes de golpear e l avío, Serró n quiere
nuestra gente rura l. amartillar de nuevo la expectativa del auditorio:
De en tre la verdadera "densa humareda" de tanta página escri­ "En mis buenos tiempos, otro gallo cantaba.
'~I'
ta a p ro pósito del "vicio" de nu estra gente campera, por aquello de
pl "Castiga fuerte la rueda del yesquero, arrancando una lluvia
que "para muestra basta un b otón", hemos seleccionado un trozo.
de chispas que caen sobre el tizón ceniciento de. la yesca y, al
Un verdadero modelo escrito por uno de los autores, Julio C. da
me notar ya restablecido el silencio, toca la primera alerta para la
Rosa, que con más propiedad y comprensiva ternura, frente a esta
.;:!)
pequeña debilidad humana, ha tratado e! tema, que casi es un leit­ próxima descarga:
motiven sus cuentos, relatos y novelas. Me gustaba margullar. ' r '

qu
De una de éstas, "Mundo Chico", seleccionamos, para que "Sopla la yesca para avivar la' brasa; sigue:
sirva como remate o colofón, a estas páginas, este fragmento:
"- En varias leguas alrededor, no había laguna con fondo des­
"Don Bra ulio beb ió e l primer trago del segundo vaso de caña,
conoc ido para mí.
echó mano a la tabaquera, arrancó la hoj illa, pellizcó el tabaco, lo
de estuvo desparramando, tosió, guardó la tabaq uera, sacó el yesquero "Algunos mirones comienzan a hacer buches con la risa; a los
Jn, y tenién d olo sujeto en e l hueco de la mallO derecha, siguió tra­ más tentados se les escapa alguno que otro sonidito nasal. Y viene
bajando en el armado. el segundo alerta del narrador:
an
.1
"-jQuembromar con el agua!.. -dijo, como para anunciar que " -Capaz que nó me creen, si digo que tenía contados los
empezaba la función, y siguió en su tarea manual; recién cuando la bagres y las tarariras ...
rin hoja de papel, después de dar su primera vue lta, mordió la camada "Sopla otra vez, pero la gente ya no aguanta; ha comenzado a
de tabaco, dio e l viejo un segundo pasito en su quehacer oral: generalizarse una especie de tiroteo de tentaciones insubordina­
v " -Yo, en mi juventú, supe ser un algo bastantito aficionau al das ; ya se oyen carcajadas a boca llena. Entonces el campeón
el agua... decide dar el toque de apertura de todos los diques:

va "Terminó la envoltura; faltaba sólo lamer la hOja y pegarla; no "- ... contados de a uno, los tenía, machos y hembras, pa más
lamió para decir : datos.
y

"- .. . Ahora estoy muy bichoco...


"y ahora sí el viejo se pone a encender tranquilamente su
s . cigarro en unos chupones hondos y larguísimos que le estiran la
"Lamió pero no pegó para completar:
.......
p iel de la cara hasta marcarle los huesos de la calavera. Mientras
"- ... nado cuatro o cinco leguas y me quedo con la lengua
tanto, se va descargando aquella tormenta contenida del auditorio.
R afuera.

"Bien calculada como estaba la carga explosiva de la frase a la "Es un cuadro digno de filmarse en movimiento retardado: a
1"
carcajada coral, ésta se desploma enseguida con fuerza de agua­ algunos la risa les viborea de largo a largo y se sacuden como si los
:s cero. atacara una corriente eléctrica; a otros se les localiza arriba, aga­
rrándoles cabezas y pescuezos en algo así como un borbollón de
'Ti' "Para el hombre campesino la risa es tanto una expresión sangre y gritos, con un pantalleo oscilatorio en el que hasta las
lié anímica como una explosión fiSiológica; cuando le viene y lo inun­ orejas intervienen; no falta aquel a quien se le arremolina en el
da, la deja salir no más por donde sea, sin oponerle dique alguno: pecho convertida en un torbellino de toses y carraspeos; para un
'aft hay gente que deshace una silla o se orina riéndose. Mientras se gran ñúmero parecería asunto del tubo digestivo, de sólo' ver al
expande aquella explosión, el narrador tiene tiempo de pegar el tentado correrse la mano en vaivén desde la boca del estómago al
cigarro, desenvolver con toda parsimonia el metro.y pico de yesea bajo vientre. Hay quien llora riéndose, quien se mea, quien se
oc' que cubre el encendedor, tirar el botón de tapa de éste, enfrentar queja, quien se retuerce y corcovea hasta desensillarse, para termi­
la cabeza quemada de la yesca a la juntura donde nace la chispa y nar a las patadas, tratando de sacarse la tentación como se saca­
e ahí se detiene a esperar, porque sigue el ataque de risa; es un ría las botas; abundan los que se hacen un arco hacia atrás o hacia
fu ataque unánime todavía, aunque ya comienzan a distinguirse las adelante, tal cual si fueran víctimas de un cuadro renal, pulmonar,
características individuales, por el lugar del cuerpo que afecta a intestinal o cardíaco.

142
143
Es el mismo Vidal, el que, en sus hermosas acuarelas, con Un ,\1 ucho más ade\¡
prenda tan simple \. cóm()da , especial algo surrealista, nos deja testimonio fiel del uso de los calzones, teS y sus habitantes"
\10 y en particular en aquellas largas jor del chiripá, y del uso simultáneo, por algunos .estancieros del rio de los correntino
ele la Vaquería del :\Iar, e'n nuestro actu chiripá sobre los calzones. de lana, generalmen
;) pies de largo y de
Pero hay más: hasta el nombre a Contemporáneamente, el naturalista f,ancés Auguste de Saint alrededor de la cinh:
misionero-guaraní. En nuestra lengua Hilaire, otro minucioso observador de nuestras costumbres entre v que se sostiene r
cosa de poca monta o valor, casual, 1816-22 ("Voyage a Río Grande do Sul" -Orleans- 1887, Cap. V, tejida por las mujer€
Resultaría así que para los Padres, lo Límites entre Río Grande y Montevideo, pág. 131), dice: "Estancia de destacar que es::
vestidos de chiripa. Es sabido que el i del Corral Grande, 27 de setiembre ... He visto ya en esta estancia rodillas; mientras qu
decir que termina acentuando siempre españoles (se refiere a nuestros criollos, naturalmente). Ellos llevan Aires desciende hasl
sílaba. Así, el chiripa en español, pa el chiripá, especie de faja que desciende casi hasta las rodillas, a tiene cuando es cort
propios usuarios. manera de una pequeña falda, y que está hecha de ese tejido
Producida la expulsión de los J esu groscrCl que se emplea para los ponchos". (Traducción del autor). Otro incansable
pora ele tapes por nuestro territorio y En el Capítulo siguiente, VI, completa su descripción (Santa Tere­ casi contemporánean
Ríos, en el último tercio del Siglo XVII sa, Castillos, Rocha, pág. 131): "Los hombres que hay aquí y los lsabelle ("Voyage a
prenda característica, y la trajeron ya, e Oriental, Les MissiOl
que he encontrado, llevan un chiripá trozo de tela de lana burda
Su!", 1830 a 1834: H
Como una simple falda sujeta a I con el que se hacen una faja y que cubre los muslos, descendiendo
vestir del gaucho (C
media al cuerpo (simple por detrás y hasta las rodillas como una faldeta",, ; (pág. 152): "Siempre el chiri­
de Barquín- El Sal
hasta la media pierna, y tambi é n, en la pá y los pantalones (calzoncillos), Olle ya h~ descripto : ~;n embargo
visto y ser tratado ce
~ste traje no es el del dueño de casa (estanciero), estos llevan, con
apta para la equitación: un rectángulo el chirípá, los calzor
sujetas sus cuatro puntas a la cintura, al una chaqueta corta un pantalón (calzón), ordinariamente de paño
truosas" . y agrega: "
de algodón". Y agrega aún (pág. 155): "Las vastas campañas que
rojo, azul o verde, ji
recorro están habitadas en gran parte p or Indios civilizados y más
Además de toda la documentación d los riñones, caE por
a ún por mestiws que no tienen propiedad alguna (gauchos), van
ver, nos afirmó definitivamente en nue sujeta por encima d(
de una estancia a otra, se unen sin ceremonia a los habitantes de la
siones del antropólogo brasileño, Egon • casa y comen carne con ellos, tanta como les viene en gana. De de cuero, por el Cti'
libro "Aspectos Fundamentaes da Cultul vez en cuando estos hombres ayudan a los estancieros en sus mano en su vaina.
Alma do Brasil". Difusao Europeia do labores y son pigados con largueza excesiva, pero nunca ahorran chiripá del chal de
Después de largas explicaciones sobre a
territorio brasileño, justamente desPué . nada. Cuando tienen un chiripá y un poncho, su ambición está
satisfecha y todo el resto de su dinero lo dilapidan jugando o be­
guitarra en la mano
coplas rimadas que
Jesuítas (y lógicamente de aquella larga
cipalmente en los Estados de Paraná, ,
Pablo (úreas costeras) y de la supervi
J biendo aguardiente". (Traducción del autor). pulpería" .
Finalmente, de
Al pasar por San José (el 3 de diciembre), completa esta obser­ el calzón corto (pág
culturales, particularmente los religiosos
vaciones, con una realmente notable sobre el uso del chiripá (pág. vestido así: chaque
ocioso enumerar, en el capítulo referen
211): " ... pero los hombres son en general groseros y sin educación zoncillo con cribos,
textualmente (traduc. del autor), (pág.
y se ven a veces en los bailes, mujeres y hombres de chiripá". poncho inglés colo
piezas fundamentales de la indumentari
(Traducción del autor). 00, además el cigarr
los Kayová: el Trirípá, el Trumbé y el
el cinto de mi chi
hechas de hilo de algodón (mandydjú i
Otro naturalista francés , el talentoso y famoso Alcides D'Orbig­ Tenía a fe mía, el
propios indios. El trabajo de hilado , ti
mujeres. Hoy en día, entretanto, se vUI ny ("Viaje a la América Meridional" -1826-33, Ed. Futuro, Colee. autor).
estos :utefactos de la india Kayová. La g Eurindia, 1945), en el Capítulo IV, " Viaje por la Provincia de la Un joven nort
acuerda del tiempo en que muchos us Banda Oriental", observa (pág. 70):' "La vestimenta de los soldados aventurero y curi
desapi,recer. Y no está muy lejana la ép; gauchos consiste en un calzón blanco o calzoncillo, un chiripá de Greene Amold, "V
rias, para cualquiera que p::l !iicipase en color azul o rojo escarlata, pieza que les envuelve la cintura y las de la Rosa, Ed. E
no, en Dourados, las ostenta aún com piern as: un poncho a zu l forrado de rojo, que pliegan sobre sus ción de un soldad
fiesta d e l bautismo del m(!íz y en ntr hombro s .. .", e tc . Oribe, durante la (
especialmente en ias de iniciacinn de n

150
146
1 '
guay-70-Cerrito- 1848, pág, 129-30): "Pron to aparecieron 2 hombres Poco despuéS, 1851, es un sueco, C. Skogman , qu ien, al descri­
e~
a caballo, uno desmontó y se acercó a nosotros . Llevaba puesta una b ir a un co nductor de carre tones en el pue rto de Mon tevi d eo, nos
chaqueta de tela roja y c ha leco azu l, ambos abiertos mostrando una da una pintoresca versión de su traje y se refiere al ch iripá ("V iaje
l' hermosa camisa, anchos calzones blancos des h ilac hados en lo bajo de la F ragata Sueca Eugenia, 1851-53, Brasil-Uruguay-Argentina­
tO~ y abiertos un as 5 o 6 p ul gadas y atados con cordones ; una especie Chile-Pe rú , T raducción de Kje ll Henrichsen, Ed, Solar, Buenos
o de mandil o una variedad de pan talones turcos envueltos alred edor Aires, 1942): "La vestimenta consiste en ilñ pár de ampl ísimos
'1" de la c int ura ll egando has ta más abaj o de las rodi ll as, de una tela pantalones blancos- (calzoncill os), cuya parte in ferior re mata e n
.el roja de mantel de mesa co n figuras b lancas", etc, Y poco después flecos, un trozo de paño de tono subido que rodea los m uslos y
agrega, respecto a la guardia en el mismo campamento de Oribe: sujeto a la cintura mediante una correa; un poncho de vivos colores
;er "Algunos estaban formados en parada y quedaban muy bien con que cuelga de los h ombros y un sombrero inclinado o bien un
':v sus chaquetas y gorras rojas sus mandiles a lo oriental y calzonci­ gorrp rojo terminado en pun ta" (Cap. .III -Montevideo- Pág, 47 ,

ur
r llos o pantalones blancos",
.
Por último, otro francés, un médico que 'se radicara en la
Es notable como a Amold los ch iripás entre las p iernas le Argentina, más precisamente en la Provincia de Buenos Ai res,
parecían "un tipo de pantalón turco O ma nd il oriental", que explica muy entre 1869-1876, en una descripción de l gaucho que ya corres pon ­
a bien, por qué cuando los fabricantes ingleses de Liverpoo l, etc., de a lo que llamamos la "Tercera Epoca", que se refiere también
resolvieron proveer a las pulperías de otro artículo de vestuario al uso de la bombacha, H, Armaignac ("Viaje por las Pampas
rural, ademéls de los ponchos, tomaron como modelo los anchos Argentinas", Ed, EUDEBA, Buenos Aires, 1974), dice: "La indu­
~s . pantalones de los turcos, que, por otra pa rte, ya servían de modelo mentaria de los paisanos o gauchos se compone generalmen te de
. ah.. m il itar para sus tropas , como a las francesas, en los conflictos y dos elementos principales: e l poncho y el chiripá, E l primero sirve
misiones en el .\fed iterníneo Oriental anter iores a la Guerra de de abrigo; e l segundo reemp laza los pantalones y cubre los calzon ­
el Crimea, a todo lo cua l nos referiremos por extenso al tratar de la ci llos , E l poncho y el chiripá están hechos, uno y otro, de u n trozo
~,
bombacha. En cuanto al dibujo del chiripá que menciona en pri­ cuadrado de lana o de algodón" "oo , El chiripá se coloca alrededor
'O mer término, "de una tela roja de mante l de mesa l'on figuras de la cintura, envuelve los muslos y la parte superior de las pier­
blancas", s ign ifica , a nuestro juicio, que es una tela gruesa, como nas y se sujeta por medio de una angosta faja de lana, seda o
IV
una carpeta de mesa, algo así como un terciope lo de lana o un algodón, Por encima de ésta se coloca el cinturón ancho llamado
paño lenci, y con bordados en blanco, tirador.. ," etc . (Pág. 104) ,
im
Convencidos de que las transcripciones hechas son mús que
Otro franc és, no menos famoso, Xavier de .\Iarmier, que llegó a

elocuentes y dan idea terminante de la evolución de fom1a y uso


ser Miembro de la Academia de Par ís, y que anduvo por estas

m, del chiripá, así como las características de color y telas de éste , lo


tierras en 1850, nos va comp letando estas coloridas y sabrosas

que muy bien queda complementado por la iconografía, va mos no


descr ipciones sob re el chirip;í ("Lettres Sur L'Amerique", París,

obstante, a decir algunas palabras fina les a 'estos respecto s:


'11" Arthus Bertrand, Editeur, Tom e Ir, Chapitre VIII, Buenos-Aires ,

e J pág, 225): " ,,, el gaucho tiene un traje y una actitud que chocan

1.0) El primer tipo de chiripá, es el de forma de mandilo de


simplemente a nuestros ojos, Bajo su sombrero de paja blanca,

')
aparece un rostro viril bronceado por el so l, enmarcado por una
faldeta o mantilla, Consiste en un rectángulo de tela de telar, de
lana o de algodón , o de bayeta, tr'ipe, etc., de un solo co lor vivo ,
masa de cabe llos negros, una chaqueta de color brillante cubre su

-~
torso, un poncho de lana tejido en la chacra flota sobre sus espal­
sus medidas son, de largo el suficiente como para dar una vue lta y
J I das, dejando en libertad de movimie,,:~os a sus brazos, sobre sus media a la cintura y caderas en la forma señalada, cruzándose en
riñones un cinto de cuero, llevando en una cara e l largo cuchillo forma total en la delantera, y el ancho, como para llegarle al
del que habrá de servirse con la misma facilidad para despedazar un usuario desde la cintura a un poco por debajO de las rodillas,
.c. buey o degollar a un enemigo, constelado de la otra cara por los siendo que, a veces su borde superior se doblaba hacia afuera,
patacones o las piezas de oro que Son su fortuna ... Sus muslos como un refuerzo en la cintura,
'ul están envueltos en el chiripá rojo, especie de manta oblonga sujeta
él su tall e y que cae en pliegues triangulares sobre sus rodilla; de Es pues incorrecta la versión de algunos ' "nativistas" que lo
estos pliegues salen las piernas anchas bordadas o desflecadas de llevan más corto que a las rodillas, una especie de "mini chiripú" ,
a ( su pantalón blanco" (calzoncillo), (Traducción del autor), Téngase en cuenta que el propio Blanes, tan minucioso en estos

152
153
temas, al baqueano, An¡ capital en efectivo, retorr
Juramento de los 33", Es claro que, más allá de todas estas entre los pueblos d e l Me(
Hernández, en los ver y herencias culturales, son rasgos propios (árabes, etc.) se cosieron
conocer bien este tipo gauchos! masculina, presuntuosa, amiga e monedas de plata (patacon
urquicistas, dice con cie\ mativo , rasgos típicos de hombres-gallos , fueran de cuño español, el
escaso el chiripá", no oti in-extenso varias veces en este trabajo y na!. Otras monedas . de t;
res (v. El Gaucho; El gaucho su espacio ~ botones de camisa, de cha
· . - muc h alI
E ste c h Inpa, los bailes tradicionales en el Uruguay), qul dos, uniéndolos mediante
cuando menos una tre n toda esta cargazón de elementos decor usaron tanto como cierre,
dibujos o bordados, si no espectacularidad de los tiradores y las ra el cuello de las chaquetas
ángulos inferiores delan mos parte del segundo apéndice, después de menor tamaño), etc . E :
liso y bien vivo: rojo, coso sal, dio origen a una ve
pocas veces, al ser de la: ponchos, los mates y las p
Como lo hemos hecho con las otras ~

algunos ponchos, tambiél década del pasado siglo. .


ahora algunas citas de viajeros, varias ya al

botones militares, tomaron


rencia al cinto de nuestros hombres de c~

2.°) El chiripá coloc\ circulación sudamericana,


uso algo más tardío, c o ~ tantes aquí , en especial SL
Julián Mellet, entre 1808-1820 ("ViaJ~ ron a fabricar, en serie, be
principio, un poncho o América Meridional", Ed. Pacífico S.A., S
naturalmente, tenía flec l resultabar: iguales a los h~
dice en el Capítulo II, Maldonado, Mon (lu e , por 511 h:'ljn prlO' cio, il
fondo, con listas o rayas habitan tes - cuyas casas e stán en parte c las casas de moneda de al,
-b' . l esas y a ~I ten muy ligeramente: la vestimenta consist Chile, fabricaron botones
F ancas Ing de gruesa tela de algodón muy anchos y 5
en algodón), hiciera tela1 precioso (platú
sO extremidad; además usan cinturones de
palmente tipo "apala", ~ llevan su puñal".
del ancho adecuado para
dependía de la altura de Los hermanos Robertson (Juan y GU~'
observadores de nuestra vida rural en la s
Agreguemos que el c XIX (op. cit.) en su Carta XIII, pág. 203 y ,
da de uso entre los hom indumentaria del capataz tiene algo de es
changadores y peones, d militar. 'Viste chaqueta azul, pantalones de'l
mayordomos y hacendado chaleco de felpa rojo, con botones de meta,
pánico hasta bien avanza' rón de cuero que ostenta monedas español ~ Ras rr a ~

cuando menos (1830). bón de plata (rastra), como los botones del hf] l on~ ) ~ ~ UCh ~'S l O"

antiguamente (gemelos); a un lado del cinl


Hubo una suerte de de gran tamaño y en el otro un cuchillc¡
agregaron sobre el calzón, repujada" . i
fines, proteger los mulos El americano Samuel Greene Amold I
110, quizás por parecerse describir a un soldado del General Oribe, s
mentas en que el crecie de cuero donde generalmente usan el cuc~
nacidos, empezaba a des
que simbolizara valores c
30). i
U na de las más minuciosél6 descripciol
La difusión del uso ocupa, correspondiente, además, a la époci
chiripá entre las tropas ros pertenece al francés Xavier de Marmier (op
otro bando, en estas márge 225): "Sobre sus riñones tiene un cinto de c
bien marcadas: una respec\ cara un largo cuchillo del que se servía con 1\
mente destinadas a la faq despedazar un buey o degollar un enemigo, Cd
10$ pata~ ones ') los es cudos (onzas) de oro d.
~::o de lana, de un '010 \ r el juego de las pulperías , si la' suerte le es I

166
162
"El escudo de armas del Estado será un óvalo coronado por
"BOTONES CON CUÑO ESPAÑOL" un sol y cuarteado, con una balanza por símbolo de la Igual­
dad y la Justicia, colocada sobre el esmalte azul, en el campo
"Fueron éstos los primeros enviados a Francia para ser
superior de la derecha; en el de la izquierda, e l Cerro de
dos por ser la moneda que mayormente con el rostro de
~lontevideo, como símbolo de la Fuerza, en campo de plata;
ci rculaba e n el Río de la P lata" .
en el cuadro in ferior de la derecha, un caballo suelto como
"Los primeros acuñados eran fiel reproducción de la m
símbolo de la Libertad, en campo de plata; y en el de la
anverso y reverso y el anillo era aplicado en cualquiera de las'
izquierda, sobre esmalte azul, un buey como símbolo de la
caras. Más adelante acuñaban sólo cara o escudo, y en el
Abundancia. Adornado el escudo con trofeos militares de
ponían sus marcas los fabricantes. Hay también de cara dobl
marina y símbolos de comercio".
escudo doble . Tomando de padrón el duro, acuñaron piezas
"Este escudo fue interpretado por e l dibujante Besnes Irigo­
tamaño de un peso con el valor de ocho reales".
yen, agregándole al óvalo del escudo la leyenda "República Orien­
"General mente la fecha no significa que sea la de su acuña'.. tal del Uruguay".
ción sino la de la moneda reproducida". "Creemos que sea este botón fiel representación del padrón
"Una de las piezas reproducidas en metal blanco nene en el desaparecido y obra de cuño de Augusto Jouve" .
anverso el rostro de Carlos UlI con la leyenda Dei Gratia 1795, "Consideramos esta pieza de los primeros años de la patria, el
pero con c inco números romanos en vez de cuatro, error de la más antiguo 'de todos los botones . No imita moneda, porque no la
fábrica que la acuñó, pues es evidente que representa a Carlos IV tuv imos hasta 1840, Y ésta en cobre. Por eso los botones uruguayos
y es facsímil de moneda de la época, No puede aludir a Carlos tienen el escudo nacional aunque con distintas marcas en su reverso".
María Isidro de Barbón, Conde de Malina, el Carlos V, Carlista
eterno pretendiente. que apoyándose en la ley sálica contra Isabel "En cuanto al botón uruguayo de Sarandí, ltuzaingó Y Rincón,

Segunda ensangrentó a España él y sus descendientes en pos de que el doctor Leguizamón llama de Lavalleja, olvidando la inter­

una corona nunca ceñida". vención del Gene ral Rivera en Rincón, Sarandí y en la campaña de

Misiones, que obligó al Emperador don Pedro 1.0 a hacer la paz

"Entre estos botones hay variantes de peso, tamaño, letras más que dio independencia a nuestro país. Ese botón no es contempo­

o menos grandes en sos leyendas, acuñación más o menos artística, ráneo de esas campañas, sino posterior a 1844, cuando el orfebre

cantos diversos." Jouve, autor del cuño de los famosos pesos del sitio, labró el

"Comparando los botones sin marcas con los que tienen, se escudo de esos pesos igual al de los botones para un ensayo en

puede deducir qué fábrica los acuñó; en mayoría fue la T W y W plomo de esas piezas".
de París." "Desde esa época sirvió el ensayo de padrón para todos los
botones con escudo uruguayo que dice Estado en vez de Repú­
"Hay cantidad de monedas falsas españolas coloniales y ameri­
blica y que son posteriores a 1845, cuando la casa TW y W los
canas a las que se les agregó un anillo como pie que pueden con­
acuñó por primera vez con su marca. El botón igual con la fecha
fundirse con los verdaderos botones. Por 1892, con motivo del 4.°
1830, es de la misma época que el anterior. En ambos se ha
Centenario del descubrimiento de América, se vendían en las fe­
rias y en las calles por vendedores ambulantes, cantidad de piezas querido recordar fastos gloriosos de nuestra patria"
fabricadas en Alemania con los escudos uruguayos, argentinos,
brasileños, monárquicos, y republicanos, mejicanos, y también con "BOTONES MIXTOS"
el busto de Colón, que pueden confundirsE" con los verdaderos
botones. Esfas piezas suelen tener las si::-_1entes marcas: Best Qua-' "Tienen por una cara el escudo uruguayo con la leyenda Estado
lity, Eingtr Fabrik Zeichen - Nuremberg Spillmuze Mark Gounter Oriental del Uruguay, y la otra el escudo imperial brasileño . El
u alguna otra, todas alemanas." otro tiene en una cara el escudo uruguayo igual al anterior y en la
otra el escudo español de la ceca de Méjico 4 R FM - Lo cita H.
"BOTONES URUGUAYOS - BRONCE" Fonrobert N.O 10151. Los dos son errores de la fabrica que los
acuñó, que en lugar de la marca pusieron en el reverso en un caso,
"El escudo nacional fue decretado con fecha 14 de marzo de el escudo brasileño y en el otro el español, como pudiera haber
1829 con arreglo a un dibujo que posteriormente se perdió . El sido el de cualquier otro de los botones" .
decreto decía así:
169
168
los adamas macizos de plata, siempre ha estado muy difundido en
"Por similitud con otros semejantes 4R de 1798 de M, pensa­ Sudam érica y es cosa de todos los dfas encontrar en un país donde
mos que la marca debió -ser París T". todo lo necesario para la vida se paga con billetes sucios de papel,
.. N o debe esto extrañar tratándose de piezas comerciales, pues hermosas monedas de plata (grandes como las coronas inglesas)
conOcen lOS d caso de un botón de uniforme de nuestro ejércitó usadas a manera de botones".
que en la parte del anillo tenía el nombre de una casa de Uni­
formes d e Bolivia como si allí hubiese sido fabricado".
"Creemos con toda seguridad que la casa de botones de
donde también se acuñaron para el ejército boliviano, al hacer los
de nuestro país utilizó por error el pie de los correspondientes a
Bolivia, o lo hizo a sabiendas para aprovechar un sobrante. Absur:
do pensar que hace cincuenta años pudiera fabricarse en Bolivia;
cuando hoy mismo son nulas nuestras relaciones comerciales con
aquel país" .

"BOTON DE LA SOCIEDAD CRIOLLA"

"Anverso, en el campo un ombú, el sol en el horizonte y un


cahallo suelto. Leyenda Sociedad Criolla 25 de Mayo de 1894.
ReverSO, liso con un anillo . Metal blanco. Diámetro 28 mm".
"En el "Comercio del Plata", de 4. de Octubre de 1847, y el
"Conservador" de 24 de enero de 1848, encontramos avisos de
Remate por Courras, Smith y Cia., en la calle Sarandí 149, que
ofrecen entre otras cosas, botones de tirador y de la Patria".

LA RASTR:\. - La rastra o abotonadura especial del tirador,


tiene su origen en los mencionados botones gauchescos. En efecto,
aquel cierre de dos o cuatro patacones o chapones, pronto se fue
haciendo más complicado, se alargaron las cadenas que los unían,
se agregaron a éstas, nuevas monedas o botones hasta formar ras­
tras, que pendían sobre el abdomen del usuario; muchas veces a
falta o supliendo a las monedas, simplemente se le colgaban cade­
nillas con bolitas de plata o pequeñas borlas de hilo plateado, que += .~e\\\y
justificaban ampliamente su nombre de "rastra".

Poco a poco los plateros, siguiendo las apetencias del gusto de Respecto de la rastra y su lujoso origen, el norteamericano
los propios usuarios, o sus propias inspiraciones, fueron aumentan­ Samuel Greene Amold (op . cit.) 1847-48 nos dice (pág. 182): "En
do las dimensiones de las rastras. la casa no hay mús que dos o tres vasos Y éstos sirven para todos
los que están en la mesa; sin embargo, el dueño de casa está
Se las dotó de una pieza, chapa o florón central. Redon90, ricamente vestido de traje gaucho y los botones de su cinto de
cuadrado, rectangular. Con f¡gura~ en relieve : gaucho a caballo,
gaucho a caballo bebiendo en un chifle; cabeza de caballo; escudo cuero son 4 onzas de om".
nacional; cabeza de mujer; motivos zoomorfos o fitomorfos (pájaros, El francés H. Armaignac, (op. cit.) hace las siguientes referen­
flores, etc.); marca de estancia; monograma; etc.. cias al tema que nos ocupa (págs . 59 y 60): " ... y le s ciñe el cuerpo
un ancho cinturón llamado tirador, 'adornado a guisa de botones
con monedas de plata o de oro a las que se les hace soldar unas
Thomas Woodbine Hinchliff (op . cit.), nos da la siguiente con­ presillas de metal para poder abrocharlos ... El tirador del ponre se
creta referencia a los botones g::\Uchescos (pág. 89): "El gusto por

171
170
suj eta por lo general con dos o tres pares de botones confecciona.
Cent"rión: ,Sabe que cuando un purl<ll
dos Con patacones (monedas de plata de cinco francos de valor) Dentra con juena en el ~cho
unidos por una cadenita. El del rico ostenta onzas de oro (moneda Cae ti sutlo uno deshecho
de ochenta francos) en lugar de patacones y Una hermosa rastra. de Po · t i ptso de agudo mal'
plata realzada con oro; por lo general está completamente rodeado
por un adorno hecho Con monedas españolas." '1, XII
O tro inglés, Robert Elwes (op. cit., pág. 102), se. refiere al
tirador y 1, rastra así: "El cinturón, al que l1aman tirador se abro­ EL CUCHILLO
cha por detrás (Sic) Con monedas engarzadas... etc."

Parece ser éste, en que acabamos de referirnos al ti rador o


cinto del gaucho . y e stamos describiendo el modo de vestir de
nuestros hombre·s de campo en esta segunda época que abarca, sin
lugar a dudas, lo más trascendente de su deve nir socio-histórico
como el tipo axial de nuestra c ul tura, el momento mejor, e l más
adecuado para referirnos a un objeto, prenda, instrumento, útil o
anna, que todo esto lo fue simultáneamente, · que quizás y sin
quizás, como ningún otro de su ajuar, lo representó mejor. Fue su
más valioso complemento. Parte casi de su propio ser: el cuchi llo.
Bajo cualquiera de las formas , variedades o tipos que constituyeron
su rica gama de manifestaciones en nuestro ámbito campesino a
través de los tiempos .
Imaginar a un gaucho sin su cuch illo es más difícil aún , si
cabe, que imaginarlo sin caballo. En efecto, para nuestro tipo rural el
cuchillo fue algo así como una prolongación o variante de su
propio brazo derecho y quitarle aquél, equivalía casi a amputarle
éste. Hasta sin caballo, si tenía el cuchillo, podía el gaucho inge­
niársela para agenciarse uno, pero sin su arma, la situación era más
que triste, lamentable. Por eso, porque para él lo fue todo: cuchillo
y tenedor para comer, mondadientes, elemento para matar el ani­
mal, instrumento para cuerear, útil de toda su artesanía (tientos,
trenzas, repujado, lonjeado, etc.) y herramienta de todas las tareas y
arma defensiva y ofensiva, recibió con propiedad el merecido título
de: el compañero. Porque lo era, más que el caballo, más que el
mate, que las bolas, o el lazo, o el poncho.
De él escribió.Sanniento en su "Facundo": "El cuchillo, a más
de un arma, es un instrumento que le sirve para todas las ocupa­
ciones; no puede vivir sin él; es como la trompa del elefante, su
brazo; su mano, su dedo, su todo".
El cuchillo en nuestro hombre de campo es herencia cultural
europea llegada con los primeros conquistadores del Plata. Más
que hispánica flamenca si nos atenemos a las características del
arma y al modo de portarla : en la bota, en la cintura sobre los
riñones con el mango asomando hacia la derecha, (en el cuadro
172

173
"Lo s Bor rach os" de Vel ázq uez dern ás para jes púb lico s", de la
, se apre cia que el que va a ser cua l dare mos algu nos artí cu los
nad o por Bac o, llev a de esta guis coro­ inte rés (Re gist ro Ofi cial de la de
a una gran dag a, muy "ga uch esc Pro vinc ia de Bue nos Aire s, Año
por cier to) .
a"
1821/ 24 , pág . 161):

"Ar t. 1. Que da pro hib ido abs olu


tam ente carg
Ma rio A. Lóp ez Oso rnio , folk
loró logo arg enti no, auto r de t.an dag a y toda arm a cort a en la ciud ar cuc hill o, puñ al,
inte resa nte s trab ajos sob re cos ad, sub urb ios y pue ­
tum bres y uso s del med io rura blos de la cam pañ a.
pla ten se, en su obr a "Es grim a l rio- ~
crio lla" (Bs. As . 1942) trae a refe
cia una cart a de Iral a, que fuer ren­
a gob ern ado r de Asu nció n y lleg "Ar t. 2. No son com pre ndi dos
a esta s tier ras con el ler. Ade ara en el artí culo ante rios los carn
lant ado don . Ped ro de Men doz cero s, pes cad ore s, verd uler os y i­
d()I lde éste dic e al Rey en 155 a, toda per son a cuy o ejer­
6: "Sa cma . Ces áre a Maj esta d ciCio recl ame el uso de esta
prim era hab itac ión de Bue nos en la clas e de arm as, qui ene s
Ayr es, sien do com o era ven ido pod rán llev arla s en la form a que
Esp aña con don Ped ro de Men de pre scri be el Gob ier-
doz a, y sien do un pob re estu dian no" .
que no sab ía ofic io nin gun o cosa te
algu na, vist a la nec esid ad que
aqu el tiem po hab ía, hice anz en
uelo s ... hice , asim ism o, pein es, "Art. 3. La per son a que se enc
en uen
tiem pos que par a pein arse la
pei ne ... Des pué s de esto , hice
bar ba no alca nza ban los hom bre
s un ~.rrnas , a más de la pér did a tre con algu na de dich as
de la que llev e serfl des
cuc hill os amo lado s y enc aba dos tina da a los trab ajos púb lico s ­
mod o de los que trae:1 de Fla al por un mes .
nde s ... he hec ho dag as, que han
nec esa rias .. .". sido
"Ar t. 4. Por el solo acto de saca
. r cua lqu iera de dich as arm as en
El cuc hill o, com o diji mos ante pel ea con mir a ofen siva , incu
s, lo fue todo par a el gau-::ho, rrir á en la per1a de un
con ste q ue bajo su den omi nac y a"i. c -=n los trab ajos púb lico
ión gen éric a eng lob amo s todo s.
tipo s que él usó . Ant erio rme s los
nte dim os una vers ión al pas
alg uno s de eso s uso s; vam os ar de
aho ra a hac er una enu mer ació
n más " Art. 5. Ser á des tina da por dos año s a los mis mos trab ajos la
com ple ta, clar a y raci ona l de ello per son a que hiri ere , aun que leve
s. Com o arm a de def ens a y ataq men te , con algu na de
en el due lo per son al, o en la ue
luch a con tra las fier as. Par a mar dich as arm as .
un ene mig o o des pen ar a un car a
ami go mor ibu ndo . Par a las faen
cas trar , mat ar, cha rqu ear, seb as: Que da bie n en clar o, cóm o pre
ear, cue rear , carn ear. Par a tusa ocu pab a a las auto rida des , la
cab allo o rest reg arle el lomo r el inv eter ada cos tum bre , el háb ito
des pué s de una mar cha con el cult ural , de por tar cuc hill o y
dev olv erle la circ ulac ión y evit fin de faci lida d con que éste salí a de la
ar la apa rici ón de "na cido s" . Asim su vain a por renc illa s circ uns tanc
mo par a "de sva sarl o" o reco is­
les, man teni énd ose , aún en los ia­

rtar le los vaso s. Par a hac er tien cen tros urb ano s, la trad ició n
ojal es y tod o trab ajo en cue ro tos, del
. gau cha je.
Com o en las otra s "pil cha s", vam
Par a com er, com o cuc hill o pro os a recu rrir a las cita s doc u­
piam ente , cort ar y trin cha r. Co­ men tale s y fun dam enta lme nte,
mo mo nda die nte s . Par a mon tear a los viaj eros , para dar una idea
. Par a cort ar ram as para leña , hac dire cta, fres ca, una pin tura vívi
palo s, esta cas y en gen eral trab er da del uso del Guchillo entr e nue
ajos en mad era par a todo uso . tros gau cho s y pais ano s.

pre par ar el "po ron go" o cala baz Par a
a del mat e. Par a pica r el taba co La doc ume ntac ión colo nial es riqu
roll o o nac o a los efec tos "lia r" del
ísim a, prin cipa lme nte en "Tr i­

un ciga rrill o, y cort ar la cha la. bun ales ", en ejem plo s dire ctos
ens arta r en su pun ta la bras a del Par a de los dram as que term inab an o
fogón para enc end erlo . Par a cort pez aba n en la pun ta de uno de em­

los ".te rwn es" par a fabr icar


el ranc ho y tam bién par a cort
ar aqn ello s gian des cuchillo~ que
ar y vab an los gau der ios atra ves ado lle­
pre par ar la paja par a el tech s sob re los riño nes . En muc hos
o. Par a cort ar alam bra das (alg ello s, se saca una plan tilla o de
ten ían mu esc as en el lom o, en uno s silu eta del arm a hom icid a. y
su par te más anc ha, esp ecia lme " mar ca may or", esto es, los de los de
par a ~dlo) . En su med icin a prim nte dim ens ion es med iana s, entr e 25
itiv a par a sus sen cill as "op erac 35 cms , a 40 eros de hoja , con Y
nes ". Ena stad o, com o pun ta de io­ la mar ca bie n visi ble en su cara
lanz a. Y muc has otra s apli cac ione izqu ierd a, esta ban a la ord en del
que serí a eng orro so enu mer ar. s día. Gra n aco pio de esOS cuc hill
de "marca may or" , ord enó hac os
er Arti gas, en los pro 1eg 0me nos
El 27 de nov iem bre de 1821, la rev olu ción orie ntal , revo luci de
la Hon ora ble Jun ta de Rep rese ón rura l por anto nom asia , en
tant es de la Pro vin cia de Bue n­ Con ello s ena stad os, se con stru 181 l.
nos Aire s, pro mul gó una ley "so yer on las lanz as par a arm ar la
uso de ann as blan cas y pala bras bre ller ía patr iota q ue dio la prim cab a­
obc enas pro feri das en pul per ías era gran vict oria a la revo luci
y ón

174
175
I Testigo ANDRES MARTINEZ t rubricado. / En 'esta dicha mi
emancipadora, en campos de Las Piedras,el 18 de mayo. Pero esá
Hazienda e n el mi smo dia mes y año para la sumaria información
prevenida h ice com parece J sic I á Don Ju~ Agustín Llana, de
es ya otra historia. !:
.r
En la nuestra, más humilde, más sencilla, más cotidiana, va: quien p or ante mi y testigos le rezivi juramento qúe' ~izo y celebró
mas a tomar al azar, uno entre tantos, un proceso criminal del año por Dios Nuestro St ñor y una señal de Cruz' I 'entre líneas: de
1794, "Contra Juan Bautista Guayanes por una muerte alevosa a Cruz I sigun forma de derecho so cuio cargo prometio decir verdad
José Ferreira" (Arch. H istórico de Córdoba, Secc. Criminal, Legajo de lo que supiere y se le fuere preguntado, Y dixo si juro' Y amen.
N.O 61, año 1794, Expediente 8), de donde extraemos la descrip­ y siéndol e por el tenor del interrogatorio q.el -auto precedente".
~.' ~ .L. ,"', j.
ción, llena de dramático colorido, de los siguientes hechos: '. .t ""

"l.a _ a la primera _ primera (siC) pregunta aixo que conoce á


"Don Bartolomé de Echegoyen Juez, comisionado por el Señor Juan Bauptista Guayanes, que es. .nacido Y criado en este
don Rafael Sovremonte Marques de Sovremonte, Coronel de Exer­ pago, que es soltero, que n6 tiene ofic!o. ni ve~efici6, y que
cito y Govemador Intendente de esta Provincia digo que por cuan­ es su pariente, pero ­
to se me da noticia que Juan Bautista Guayanes dio muerte alevosa "Z ,a _ que no por esto faltara á la fidelidad del juramento que

a puñaladas a José Ferreyra, y q ue desde sus tiernos años hasta el tiene fecho. y responde a la segunda preguntá dixo que

día ha cometido atroces delitos. Para que semejantes excesos no save Y le consta que dicho Juan Bauptista Guayanes mató

queden sin el condigno castigo, devia de mandar y mando se haga alevosamente a José Ferreyra cerca de la casa del declaran­
en caveza de proceso á cuio tenor sean examinados los testigos que te hace quatro o cinco años I entrelíneas: hace quatro o

de ello supiesen baja de juramento". cinco años I y que aunque no le vio por no h~verse hallado

en su casa, pero que haviendo regresado á I testado: su I

"1. 8 - Si conocen a Juan Bauptista Gliayanes, de donde es natural ella á los tres días después de este acaecimiento vio la
si es casado o soltero, qué oficio tiene, y si le comprenden sangre en el lugar que le quitó la vida, y que asi mismo vio
las generales de la ley," también la ropa, y que en la camisa reconociÓ que la herida
"2. a - Item si saven y les consta o han oido decir de publica voz fue en el corazón y con cuchillo de marca mayor, Y siendo
y fama que el dicho Juan Bauptista ha perpetrado en años preguntado quien o quienes presenciaron dicha muerte, o
pasados una muerte alevosa, a quien y como, y en qué le dijerron, dixo que una cuñada del que declara llamada
paraje" . Doña Susana Ferreyra, la muger del/testado: que I pa­
ciente, Y demás de casa le contaron I testado: que I haverla
"3,a - Item si saven y les consta que desde sus tiernos años su visto, Y que se hallaron también presentes un criado de
común morada han sido los bosques, y si pasa, o no su vida Don Vizente Calderón, y otro llamado Chico residente en
rovando haciendas de campo y otras expecias, jugando, y lo de los Machados , Y que á este le pidió el cavallo dicien­
amancebado escandalosamente" , do prestame tu cavallo para alcanzar á aquel hijo de puta
"4. a - Item si saven y les consta si alguna o algunas veces ha sido en sazón de que el finado Ferreyra hiva á traer leiña (siC),
preso antes, o después de haver cometido la muerte alevo­ y que no haviendole querido prestar dicho Chico, que
sa, y si ha tenido enmienda o no" , montó en el suio y alcanzó a José Ferreyra, y que haviendo
corrido á este, se apeó para huir, y haviendo hecho la
"5. a _ Item si saven y les consta que ha proferido que la justicia lo
misma diligencia el citado Guayanes, que este le tiró con
podrá cojer muerto, pero que vivo no" ,
una piedra Y dándole sobre el ojo, le derrivó, y que luego
"6,a - Item si saven y les consta que decia que de repente havia ledio con el cuchillo una herida en el corazón, y limpiando
de hacer una compañía de quatro para perseguir a los jue­ el cuchillo en la din del cavallo que profirio estas palabras
zes, ya que ellos los perseguían", curate de esta,· hijo de puta. Y haviendole preguntado al
que declara si save, le consta ó a oido decir que José
"Para que en su vista se proceda contra la persona de dicho Ferreyra en aquel lance o en otro se apeo pa.ra herir o
Guayanes, dandose las providencias que correspondan en justicia. defenderse, o solamente para huir de Guayanes, dijo
Así lo proveí mande y firme yo dicho Juez en esta mi hazienda de que sabe y le consta (aunque no lo vió) que se apeó
Guayascate en dos días del mes de Junio de mil setecientos noven­ para refugiarse en las casas, por ser indefenso Y por que le
ta y quatro años con testigos á falta de escrivano y en este papel tenia recelo con motivo de que llevava á mal el que dicho
común por la del sellado. BARTOLOME DE ECHEGOYEN I Guayanes le rovava sus bacas, y añade este que declara
rubricado , I Testigo GERONIMO PONZE DE LEON / rubricado,

177
176
)
que quatro meses poco más o menos antes de este lance le
quitó al contenido Ferreyra el cuchillo , y que le hirió 103 ~1ariano Tani del Rio Qu arto unas mulas y cavallos rava­
)
dedos, y que teniéndolo en el suelo lo quiso degolIar­ dos, que las mulas l<l s havia ll v('nd ido, y que andava en )
como que lo hirio en la garganta, y que esto mismo sia busca de cuatro cavallos morcillos que se les havian perdi­

embargo de haver visto el declarante las heridas, confiesa~'''''~ do, y que todos estos ech0s los refiere como jactandose: )

haverle referIdo al citado Juan Bauptista y que no lo m que las muge res que ha rovado son dns hijas del difunto
)
"3. a - por haverle gritado el paciente de que estava en pecado Marcos Luna que las tuvo mnchos dias e n el cerro grande
mortal. Y responde a la tercera pregunta. Dixo que save y de Yosoro, y que el mismo le contó que las tuvo diez dias : )
le consta que desde que lo Conoce o fue capaz de reflexion que de otros rovos no le consta pero que save y le consta )
que hara diez y seis años poco más o menos lo ha conocido por publica voz y fama que no cesa de rovar, y que por esto

/ estado: no / huiendo de sus padres y de la justicia roban­ tiene en grande consternazión á todo d partido y responde )

do continuamente haciendas de campo y mugeres , y siendo "4.3 - a la quarta pregunta. Dixo que save y le consta que antes
preguntado si ha oido de publi ca voz y fama, o le ha visto que hiciese la muerte alevosa, lo tu\'o preso el Juez Don
rovar, y á quien, y que mugeres á ·extraido, dixo que save y Di ego Quintero por las quexas del vecindario, y que jamás
le consta que / entrelíneas: que / aora a ño vendio una baca
a Don Enrique Llana, rovada por el citado Guayanes a "5. 3 - ha t~nido enmienda, y responde a la quinta pregunta. Dixo )
Doña Monica ' Quintero siendo es ta viuda, que saVé y le que le ha oido m uch as veces la justicia me cojera muerto )
consta que róvo una baca de Majar Loma, y la vendio a per(l no vivo, si me rodeas en al Alcalde lo he de asegurar

Rosa Carrera, cuia venta supo por vaca de él mismo y por primero, qu e cayendo él los so ldados no han de hacer )

la de la compradora: que le consta que a la Señora de nada, porque aunque mate diez / entrelíneas: diez / testa­

)
Piscoguasi rovó una oveja del corral y que el declarante dio do::.]gunos / más la misma pena he de tener, y que var ias
parte 3. dicha señora; (ya difunta) que save con certeza veces / entrelíneas: veces / le ha oido dec ir que hasta matar )
también rovó una cavra á la viuda Juana acompañado de a los Arces no havi a de hirse y que se hira si le da ganas, y
)
Pedro Seco, qUf: fue en ocasión que los corrieron la jente I ·'fi.c1 - responde a la sexta pregunta. Dixo que I tes tado: p / de
entrelíneas: jente I del Juez que actua, y que haviendo p0COS tiempos a esta parte le ha oido decir diversar (sic)
cojido a Pedro, se les fue Guayan: qlle save y le COnsta vec;;s que andava aburrido por los montes y que más b ien
que rovó un camero á / entrelíneas: á I José Ferreira (á quiere juntar tres o quatro para matar a los juezes qu e los
quién e l dicho Guayanes mató) que save y le consta que persiguen para andar con más descanso, y que quiere ser
rovó una muja a José Arce, y vendió á un santiagueño; y é l, capi tán de salteadores . Y responde que esta es la verdad
que todos estos / entrelíneas : estos / rovos save y le consta de lo que save y se la he preguntado y siéndole leida esta
hizo dicho Juan Bauptista Guayanes antes que matase á su de claración dijo que esta bi e n escrita que no tiene que
Ferreyra, á ecepción de la cavra de la viuda Juana : que quitar solo si que añadir que en una ocasion haviendo
posteriormente save y le consta no ha parado de rovar, )
hallado el Capitán Arc e y Don Jlisto Llana hermano del
pues que de ciencia cierta le consta que aora dos años y declarante una abeja mani ada que aguardaron en e l sitio á )
medio poco más o menos traia de avajo una tropa de sesen­ que fuesen por ella y vieron que dicho Juan Bautista fue /
ta cavallos rovados con más tres mulas y que le quitaron testado : por / donde estava y que lo corrieron: que en toda )
toda esta hacienda en Calchin haviendolo dejado por muer­ la demás declaración se afirma y ratifica vajo del juramento
to á dicho Guayanes de un volazo, que esto lo save por )
que tiene fecho, que es de edad de veinte y seis años poco
haver pasado por aquel paraje este que declara á los tres más O menos y firmó co nmigo y testi go s a falta de escriva­ )
días de este pasaje y / entrelíneas : y / que le contaron que no y en este papel común por la del sellado. Entre renglo­
estava mui enfermo, y que quando vino aqui le v"io la )
nes: de Cruz, hace quatro o cinco años, de, que, jente, á,

herida, y que el mismo le refirió lo mismo que hallá le estas, y, diez veces. Testado: su, que, s, algunas. Enmenda­ )

expresaron Con relación más circunstancia de que lo havían do: ella, q, ere . BARTOLOME DE ECHEGOYEN / rubri­

haviado (sic) los Reynosos en el Zanjon del Rio Tercero: cado. / JUAN AGUSTI N LLANA / rubricado / Testigo )
que le contaron también en el mismo paraje que el dia GERONIMO PONZE D E LEON / rubri cado . / Testigo )
antes de quitarle dicha hazienda rovó una baca á Don Juan ANDRES MARTINEZ / rubricado."
Manuel de la Fuente: que hace cerca de un ms le contó
" ... Luego incontinenti acompañado del Cavo de es q uadra Don

)
también el mismo Juan Bauptista q ue hav ia traido con
Juan Pedro Atay, Do n José Dionisia Casas, An selmo Rive- )

178
179

'1
ra, Juan Prado y Martín Lopez, pasé al paraje de Piscogua_ Este documento del año 1784 que vamos a transcribir fragmen­
ci, estancia donde trans itaba y parava dicho Juan Bauptista
tariamente, ejemplifica bien a las claras la tradición cuchillera, de
Cuayanes y no haviendolo hallado / testado: hallado / pasé la gente rural, dice: "El sargento que finna da parte a V.S.de
sin distención á la morada de su mad re en e l paraje de La
haber entregado en la real cárcel los presos Juan Amaro Fervor,
Toma, y hallandolo, y havenne á mi el Juez de de (sic) la ~{atfas Olariaga y Francisco de Acosta, el primero que' estaba rlrres­
causa divisado en distancia de media q uadra poco más o tado en la chacra de don Martfn José Altolaguirre por sindicado de
menos, mon tó en su cavallo y arrancando de la falda del salteador y desertor a quien se le quitó una pistola y los dos
lomillo un estoque, echó a correr diciendo a los de adelan_ restantes por gauderios, su cómplice Olariaga en unas puñaladas
te arrímense hijos de puta: se le siguió con el empeño de
que se dieron en una pulpería inmediata a dicha chacra y Acosta
que requería el lance a fin de no dexarlo hir a tal homicida por acompañarse con un pariente de otro salteador compañe.~o del
y destañidor del vezindario, por aquellos bosques y barran_o
Fervor, que a media noche andaban de pulperfa en pulpería, y se
cas, tirándole el lazo dos vezes y las bolas otras dos, y no
les arrestó en la de un tal Diego que estaba borracho, y otros con el
haviendolo podido enlazar ni volear por lo fragoso del este tal Diego es hombre perjudicial para pulpero según refieren
lugar y su espesura, y quedando enrredado los más entre en el partido por consentidor de pícaros en su casa y continuo
aquellos árboles espinosos le siguieron el Cavo de Esqua­ juego y borracheras .. .. . etc. (Buenos Aires, A.C .N., D.C., S.C. Cri­
dra Atay, y Casas, y dándole éste, alcance lo derrivo de un minales, legajo 9, N.O 6; in R. Rodríguez Molas, op. cit.).
garrotazo que le dio en la caveza (sin embargo de que iva
con su daga en la mano) dexose caer al tiempo que se El citado documento de autor anónimo recogido por el Prof.
levantaba Juan Bauptista siempre con su daga, lo agarró por Rogelio Brito Stífano, nos da una pintura, aunque algo cargada de
detrás, y estando luchando con él llegó Atay, le puso la tintas, muy vívida y completa sobre el asunto que nos ocupa:
espada al pecho amonestándole que se d iese: en los movi­
m ientos de la lucha le dio una herida leve en el pecho, y "El modo y el motivo de matar a un hombre en la campaña es
prosiguiendo en la lucha y teniéndole siempre la espada al de las cosas más monstruosas que se oyen en aquellos destinos, y
pecho, en uno de aquellos movimientos violentos se le para la cual apenas se atinará con la causa. Porque se mata a un
metio la espada en el cotazón o en la tetilla hizquierda) : hombre abriéndolo en canal como a un cerdo; y el fundamento de
entonces dixo Juan Bauptista ya me doy no me lastimen esta humanidad ha sido tan despreCiable que a veces no ha sido
apenas profirió estas palabras quando ya / testado: se / le otro que el antojo de matar. Hemos visto más de un reo que ha
sintieron espirar, como efectivamente quedó muerto, en el dado por razón de un homicidio atroz el deseo de ser ahorcado. El
paraje que llaman el Anzuelo distante como quarto y medio uso del cuchillo es irremediable en la campaña: el de la bebida es
de leguas de la morada de su madre á las dos de la tarde el más común deleite: la efusión de sangre es el único ejercicio en
de este dia y haviendo llegado yo luego con los otros tres que se ocupan: temor a las justicias no hay por qué tenerle: a Dios
que quedaron dispersos , lo hallé muerto . Al pasar por el no se lo conoce así: con que acostumbrada la vista y las manos de
patio donde su madre reside / entrelíneas: reside / (que es aquellos hombres a ver correr ríos de sangre, a lidiar con fieras, y a
de Apolinario Navarrete) viendo en / entrelíneas : en / el á vivir entre ellas, se les endurece el corazón, y votan lejOS de e ll os
José Antonio Llana, y Pasqual Peralta ociosos y perjudicia­ la humanidad y el amor fraterno que juzgan de la vida de sus
les, mandé a dicho Navarrete, a José Medina, á Balta de semejantes poco menos que de la vida de un novillo".
Yosoro, y a José Manuel Echenique que hallí se hallavan,
los asegurasen y me sigu iesen con ellos inmediatamente: Respecto de los viajeros, el joven marino y acuarelista inglés
llegados que fueron en presencia de todos rexistré las Emeric E. Vidal (op . cit.), hacia 1818, hace la siguiente 'escueta
heridas, y hallé como van referidas, y que ellas mismas referencia al cuchillo (pág. 30): "Todos ellos (los gauchos) están
declaran ser echas conforme ba relacionado y me expresa­ armados con largos cuchillos que llevan en vainas en la faja o
ron ambos dos que le dieron alcance; y preguntado á todos metidos en la bota, los cuales salen a relucir a la más mínima
los circunstantes . que lo fueron todos los nominados (á provocación" .
ecepción de Echenique) si aquel cadaver hera de Juan
Bauptista Cuayanes, respondieron ser el mismo, y les hice Siguiendo un cierto orden cronológico, el tantas veces mencio­
presentes las heridas para que en caso necesario declaren nado naturalista francés D'Orbigny (op. cit.), hacia 1828, en una de
en la manera que se hallan . Y para que conste lo pongo por sus inteligentes y minuciosas descripciones de costumbres, refi­
diligencia. BARTOLOME DE ECHECOYEN / rubricado." riéndose al trabajo con tientos, dice (pág. 158 Y sig.): "Los cortan (a

180
181
Xavier de Marmier (1850), otro viajero de juventud, que llegó a
los tientos) con maravillosa destreza: sabe n descamarlos, depilar_
los, suavizarlos, trenzarlos de mil modos , todo esto sin otro instru_ Académico de Francia (op. cit.), dice simplemente (pág. 225): "So­
mento que su cuchillo". " bre sus riñones un cinto de cuero llevando a un lado el ancho
(grande) cuchillo, del que habrá de servirse con la m.isma naturali­
Completa el tema en otra parte de su obra (pág. 615), donde el dad para despedazar un buey o degollar a un enemigo". ¡ ;
cuchillo reaparece, pero ya con un brillo distinto y, ciertamenté Once años después, en 1861, el inglés Thomas Woodbine
más siniestro : "Todas las peleas de los gauchos se ventilan con éÍ Hinchliff, durante su "Viaje al Plata" (cit.), va completando nuestra
cuchillo en la mano; sus duelos tienen lugar, de ordinario, en visión del tema, diciéndonos (pág. 90): "El último, pero no menos
presencia de testigos y están sometidos a ciertas leyes. Así les é~ importante entre los instrumentos necesari05 para la vida del cam­
pennitido llevar su poncho en la mano izquierda y hacer una po, es un cuchillo de hoja larga, muy útil, que se lleva siempre
especie de escudo: se baten muy difícilmente a muerte; sólo pu;: atrás, a la cintura y sirve para todos los destinos imaginables, desde
den tocarse encima de la cintura y, por lo común, todos sus esfuer':. el corte de una estaca, hasta el desquite que haya de tomarse por
zas se limitan a alcanzar al adversario en el rostro y dejarle un~
una ofensa personal".

hennosa cicatriz; es lo que llaman marcar al enemigo, por alusión


al ganado que se marca con hierro candente". ­ otro inglés, Robert Crawford, se refiere también al cuchillo en

su libro "A través de la Pampa y de los Andes" (Eudeba, 1974),

Charles Darwin, otro famoso .naturalista, que también muy donde desc~be sus andanzas por estas tierras entre 1871-1873 (pág.

joven anduvo por nuestras tierras (op. cit), en la descripción de una 126): "U na de las calamidades más grandes del país es el uso

pulpería en Minas, el 5 de julio de 1823, nos da esta elocuente terrible Y frecuente del cuchillo (mucho más grande que uno de

pintura (pág. 55): " Pasamos la noche en una p ulpería o tienda de los d e trinchar) aue todo gaucho lleva cruzado en e l cinco."

bebidas. Un gran número de gauchos acude all í por la noch e a Llegamos así a ese personaje romántico, que tanto quiso a

beber licores espiritosos y a fumar. Su aparienéia es chocante; son nuestro campo Y sus hombres, R.B. Cunninghame Graham ("El

por lo regular altos y guapos, pero tienen impresos en su rostro Rí o de la Plata", Londres , 1914, Hispani p); en el artículo dedicado

todos los si gnos de la altivez y del des enfreno; usan a menudo el precisamente a "El Gaucho" (cit.), hace esta colorida pintura de

bigote y el p e lo m uy la rgo s y este formand o bu cle s sobre la espalda, costumbres (pág. 10 y 11): "Era en los bailes en donde aparecía el

Sus trajes d e brillantes colores, sus formidables espue las sonan­ improvisador (a quien los gauchos llamaban Payador) en toda su

do en sus talones, sus facones colocados en la faja a guisa de dagas, gloria; pespunteaba la guitarra, cantaba sus coplas en falsete de lga­

facones de los que hace n uso con gran fre cuencia , le s dan un do, prolongando la última nota de cada verso para darse tiempo de

aspecto por completo difé rente del que podría hacer suponer su comenzar el siguiente con un nu e vo epigrama. Si por mala suerte

nombre de gau chos o simples campesinos . Son en extremo corte­ se presentaba otro payador, éste aprovechaba la ocasión para con­

ses; nunca beben una copa sin invitaros a que los acompañéis; testar en competencia, hasta que, como a veces sucedía, el que
pero tanto que os hacen un gracioso saludo, puede decirse que se agotaba primero su inspiración, rasgueaba de un golpe todas las
ha llan dispuestos a acuchillaros si se presentara la ocasión". cuerdas de su guitarra y poniéndola en el suelo , se incorporaba
diciendo: "Ya basta, ahijuna, vamos a ver quién toca mejor con el
\>hís adelante (pág. 158), completa e ste re trato de los gauchos, cuchillo", y sacando el facón con un revés de muñeca, se ponía en
con estas frases, que no nos resisitimos a transcribir y en las que, guardia. Generalmente el otro payador, no tardaba en imitarlo en­
una vez más, sale a relucir el cuchillo: "Los gauchos, o campesi­ tonces entrambos contendores , después de envolverse los ponchos
nos, son muy s uperi ores a los habitantes de las ciudades. Invaria­ apretadamente en el antebrazo izquierdo, que mantenían al nivel
blemente , el gaucho es mu y obsequioso :dUy cortés , muy hospita­ del pecho para proteger las partes vitales, adelantaban el pie iz­
lario; jamás he visto un caso de gro!:,- f1a o de inhospita lidad. Ueno quierdo, cargándose con todo el cuerpO sobre el derecho, y empe­
de modestia cuando habla de él o de su país, es al mismo tiempo zaba la lucha. Se inclinaban a derecha e izquierda, recogiendo a
atrevido y bravo. Por otra parte, se oye habl ar constantemente de veces puñados de polvo o de tierra que trataban de echar a los ojos
robos y homicidi os, s ien do la causa prin c ipal de estos últimos la de su enemigo, para arrojarse sobre él".
costu mb re de ir siempre a rmados d e facó n. Es dep lorabl e p ensar
. Más adelante, en el artículo "Los Ind ios", va completando el
e n el número de hom ici dios qu e son d e bidos a insi g nificantes
tema (pág. 30): "Eso de degollar era asunto de inagotable chocarre­
quere ll as . Cada uno d e los conte ndi e ntes procura alca nza r a su
ría entre gauchos y entre indios . Aquellos lo llamaban "hacer la
r ival e n e l rostro, muti la rl e la na riz o dañarl e los ojos; y la pru e ba
obra santa", y de un cobarde se decía qu e " me zquir¡aba la ga r ­
d e esto e stá e n las h o rr i bl e~ cicatrices que osten tan casi todos".

183
182
~ ..", ,>'--­
f. r" ~LL,..l~. '..'
Francisco Javier Mu ñ iz (op . cit. ) lo describe as í; XIII , t'iJ.... .. _ .-r-;. . l '
" ~~~~\.;:;- ~
"Arma de dos filos i de puntá. Gene ralmente tiene media vara
de largo, de una hOj a fue rte i de una empuñadura fi rme i segu ra.
Buscan, con p refere nc ia, las hOjas de espadas toleda nas, para cons­
LA B'O LEADORA \\~4 ·,.~'
~Osr+ F\" ~
¡'
truir con e ll as los facones. Cuando el facón pasa de media vara de · ·rri ""'\.,~~"'l"!d .""
largo , acostumbran trae rl o bajo la fa lda o ala de l recado". Este 'L ~.~;ro~-
último es el caronero.
CARONERO.- Era como decíamos un facón de grandes di­ Después de 'referirnos al cuch illo, justo es que nos dedique­
mensiones, hasta 80 centímetros de hOja, propio para montear o mos ahora a otra amía y utensilio, que enrollado en su cintura, fue
como arma o como para matar reses, que por su propio tamaño era tan importante en su cultura, .como para recibir el simbólico y
imposib le llevarl o sobre sí y lo llevaba el gaucho horizontal entre poético nombre 'de "Tres Marias" y despertar el mayor interés de
las caronas de l recado, de ahí su nom bre, o entre el lomillo y el viajeros y estudiosos de las costumbres del gaucho.
cojinillo, pasando por u na pres illa de aquel. La hOja se hacía De entre todos los utensilios de caza y/o armas uti li zados por
generalmente con un sable o bayoneta.
el tipo rural rioplatense, ni~guno más característico, más prop io,
más diferencial, qu~é' la boleadora. Junto al chiripá, la bota de potro
VERIjERO.- Era un cuchillito de hOja pequeña que suplía al y el poncho, constituyen los cuatro ángulos más salientes y aparen­
facón en los menesteres en que éste por su tamaño resultaba muy tes de su personalidad exterior.
incómodo; v. gr. castrar, p icar el tabaco, etc. Por eso mismo sus
fines y pos ibilidades eran limitadas. Era un " lujo" y se llevaba 1.- HISTORIA.- La boleadora es herencia cultural q ue las
adelante co n e l mango hacia el flanco derecho pasando por la tribus autóctonas sudamericanas de la región platense dejan al
delantera de l "tirador" j unto a la rastra, con la que competía mu­ gaucho, ese europeo rebarbarizado que, enfrentado a un paisaje
chas veces en brillo con su mango de plata labrada. nuevo, hostil, en muchos aspectos regresa y a la vez se adapta a él.
Un trabajo muy importante se ha publicado sobre este elemen­
CUCHILLO .- Este vino a sustituir, a mediados del siglo pasa­ to fundamental de caza y guerra: "La boleadora", del cual es autor
do, el · facón que por sus propias características caía en desuso. De el arqueólogo argentino don Alberto Rex González, que en una
hoja ancha, de unos vein ti cinco centímetros de largo, sin gavilán, monografía de casi trescientas páginas, prácticamente agota el te­
con filo y punta hacia arriba. El lomo ancho j unto a la empuñadura. ma. Desde luego que los conceptos capitales que habremos de dar
Era el arma y el instrumento ideal que el hombre de campo en este primer parágrafo que servirá a modo de síntesis histórica
precisaba. Se lleva como el facón, atravesado sobre los riñones con de las boleadoras, están basados en las conclusiones de tan enjun ­
el mango junto al codo derecho.
dioso estudio.
El Dr. Roberto Bouton ("La Vida Rural en el Uruguay"), anota No pueden existir dudas en cuanto a que los españoles, los
sobre él la siguiente interesante costumbre: "Siendo el gaucho tan europeos en general para mejor puntualizar, desconocían totalmen­
generoso, al que no se le puede ponderar una prenda sin que la te, al iniciar la conquista, el uso de la boleadora.
ofrezca enseguida, para el cuchillo guarda la superstición de que
aceptar tal obsequio, aún del más amigo, le trae mala suerte (la Oviedo, en su "Historia General y Natural de las Indias", 1,
amistad se quebrantará más tarde o más temprano) y está tan libro VI, capítulo XLV, señala al respecto: "Mas tengo por cierto
encarnada esta creencia que si por casualidad se pondera un cuchi­ que de aquella arma.... que los indios usan en las comarcas y costas
llo al amigo y éste por delicadeza lo ofrece con las palabras de del Rio Paranaguac;u, (alias Rio de la Plata). nunca los chripstianos
siempre "está a su disposición", creo que no se dé el caso de ser la supieron ni leyeron. ni · Ios moros la alcanc;aron, ni antiguos
aceptado, como vemos todos los días de aceptar otras prendas." ovieron della noticia, ni se ha oydo ni visto otra en todas las armas
ofensivas tan dificultosa de exercitar; porque aún donde los hom ­
bres la usan, los menos son hábiles para la exerc;er".
Aunque las investigaciones arqueológicas permiten afirmar
que su uso fue "conocido en Eurasia y Africa. es evidente que tal
aconteció con anterioridad a las que llamamos culturas clásicas o
por mejor decir, corresponde a etapas prehistóricas . habiéndose a
poste riori perdido tal antecedente c ultural.

186
187
)
El ya mencionado Oviedo (op. cit.) libro XXIII, Cap. V., pág.
También en Norte América y otras regiones del Nuevo 183, describe así su uso y características : "Toman una pelota re­
nente ocurrió algo similar, de tal modo que al iniciarse la donda de un guijarro pelado, tamaña o mayor que un puño de la
ta, á excepción del _espacio territorial que denominaremos área _ ~..
ma!10 cerrada, y, aquella piedra atada a una cuerda de cabuya,
la boleadora, de fronteras evidentemente difíciles de delimitar gruesa como medio dedo, y tan luenga como cien passo s , poco más )
forma muy precisa., cosa que intentaremos de inmediato, pero o menos, y el otro cabo de la cuerda átanlo a la muñeca del brac;o
de todos modos ocupa una buena parte del territorio meridional )
derecho, y en él revuelto la restante de la cuerda, excepto quatro 6
la América del Sur; sólo los esquimales de Groenlandia con cinCO palmos della, que con la piedra rodean é traen alrededor,
el uso de tal inshumento, pero de muchas piedras, mucho coma suelen ha<;er los que tiran con hondas; pero como el de la
livianas, utilizán.d91as, para la caza de aves al vuelo. honda rodea el bra<;o una 6 dos veces antes que se suelte la piedra,
• -:1 .. - ,... .;
El área de la b6leadora .puede delimitarse así: Imperio In~ estos otros la mueven alrededor en el aire con aquel cabo de la J
co y sus zonas de , ~nfltiéncia, "desde Ecuador, Perú y Bolivia; todO cuerda diez 6 doce o más vueltas, para que con más fuer<;a salga la
pelota é mas furiosa vaya. ~ quanto la sueltan, va a donde la guian

)
el actual territorio argentino; todo el territorio uruguayo, y la Parte
sur del estado brasileño de Río Grande del Sur. 6 enderes<;an, y en el instante soltándola, extiende el brac;o el
)
indio que la tira, porque la cuerda salga y proceda libremente,

En Chile aunque se han hallado bolas de piedra en yacimientos' )


descogiéndose sin detenencia ni estorbo para la piedra" ,

arqueológicos del No'rte, y aunque es sabido el uso que de esta )


arma hicieron los araucanos en la región pampeana, es evidente
que no se usaba al momento de la conquista. ' Centenera; como lo señala muy acertadamente Rex González,
indica claramente el efecto o "fin traumatizante" de la bola perdi­
Las zonas culturales del. Imperio Incás,ico perdieron su uso da lanzada, bien .diferente de las de dos o tre s piedras d e fin
poco después del comienzo 'de la conquista y colonización; sólo
envo1vente·o de traba, cuando dice:
algunas tribus selvícolas de Bolivia, aymarás y urus, v. gr., conti­
núan usando un arma del tipo de la esquimal que hemos descrito "y tienen en la mano tal destreza
antes, para la caza de aves. que aciertan con la bola en la cabeza" .
Hay pue's, una zona fundamental, históricamente, dentro del (Canto X, "La Argentina").
área de la boleadora: es la constituída por las regiones sureñas y )
pampeanas mesopotámicas y litoráneas y las llanuras verdes y las Señalemos finalmente que el "Diario" de Aguirre, nos "tira un )
cuchillas uruguayo-riograndenses._
pial" necesario, y nos da no s610 la correcta descripción de forma
Allí la boleadora; convertida en primera arma de guerra por los )
y uso de la bola perdida, sino también, lo que es muy importante,
grupos indígenas que se hacen caballeros: chaITÚa-minuanes, pam­ las diferencias esenciales existentes entre dicha arma india Y la )
pas (con todos sus componentes), guaraníes, chanás y tapes; será
boleadora de dos o tres bolas. )
bien pronto recibida por el nuevo elemento rural, mestizo o criollo,
como herencia cultural de primer orden, sólo comparable en im­ Dice: "La bola llamada perdida, es de piedra o de metal )
portancia etnográfica y económica al mate. trabajada por ellos, del tamaño de una de trucos , Le atan un
')
pedazo de lazo largo como vara o poco más y en el otro extremo
que es por donde la toman para manejarla, le ponen plumas de
I1 .- TIPOS DE BOLEADORAS.- Dos tipos bien diferencia­
dos de bolas usaban los indígenas al momento de la conquista: la avestruz" .
llamada bola perdida y la boleadora de dos o tres bolas. La primera
es la boleadora de una sola piedra la cual podía ser redonda, "La volan sobre la cabeza como la honda y la despiden con
ovoidal o, con mucha frecuencia en especial entre los charrúas de acierto a bastante distancia. Lo que llaman aquí comúnmente bolas
nuestro territorio, una piedra erizada con múltiples mamelones son dos de piedra o madera, puestas en un lazo largo como los
puntiagudos de las l!~!,I1adas "rompecabezas·'. otros y estos solo sirven para en:-edar los anhnales".
La soga de esta b1:)}-a era relativamente corta y se utilizaba
tanto para arrOjarla a modó: de honda (efecto simplemene de gol­ Muchos testimonios tenemoS del uso de la bola de dos piedras
pear a distancia), o para mantenerla asida a la muñeca usándola a
modo de macana para herir. por parte de los indígenas platenses .

189
188
Ulrico Schmi dl, el singula r soldad o-histo riador de la expedi_ indios de esas region es, que eviden tement e conserv aban aún
en
ad
ción de Mendo za, es el primer o que, aunque con cierta oscurid esa época sus usos tradici onales. Por tratarse de una exposic ión
en el capítul o VIII d~
nos da una versión del uso de dicha arma;
una bola de detalla da y comple ta, no me he resistid o a la tentaci ón de trans­
n usan
su obra indica: "Dicho s queran dís... tambié
en cribirla integra merite en lo que se refiere al uso de las bolead oras
piedra , sujeta a un largo cordel, como las plomad as que usamos y el lazo. Dice así: "Tiene n dos manera s diferen tes de captura rlos
de las patas de un caballo o. he
Alema nia. Arrojan esta bola alrede dor
esta bola he (se refiere a los caballo s cimarr ones) cada una de las cuales
de un venado , de tal modo que éste debe caer; con increíb le destrez a. La primer a es con una lonja
he vistó practic ar con
visto dar muerte a nuestro referid o capitán y a los hidalgo s lo de cuero de .caball o de una o dos pulgad as de ancho y cincue
nta
visto con mis propio s ojos". pies de largo con un nudo corredi zo en un extrem o. Este nudo lo
y el otro extrem o con la izquier da,
sostien en con su mano derech a
es
El segund o testimo nio, éste gráfico y de induda ble valor, es el hasta que se aproxi man a unas pocas yardas de la bestia y entonc
toda velocid ad
grabad o de la obra de Otssen . arrojan el nudo corred izo por sobre su cabeza , aún a es
y aguant an fuertem ente la otra punta con la izquier da. La bestia
Más tarde, tenemo s el siguien te, -en una carta al Rey, del . El otro método es con una angost a
a en pronto detenid a y tomada
Gober nador Diego Rodríg uez Valdez y de la Banda, fechad correa de cuero de caballo , de unos doce pies de largo en cada uno
dose a los indios: "no es
Bueno s Aires en 1599, que dice refirién
fiar, pelean con arcos y con dos bolas de de cuyos extrem os está atada una bola redond a de hierro de unas
gente de quien se puede
dos libras de peso. Cuand o están a una cierta distanc ia de la presa,
piedra s asidas en una cuerda como de dos bra~as y teniend
o la
or las tiran con tanta revolea n una bola varias veces por sobre su cabeza hasta que toma
una bola en la mano y trayend o la otra alreded o
un suficie nte vuelo, y luego la arrojan a las patas del caballo soltand
destret ;a que a cien pasos enreda n un caballo y un hombr e, , lo cual rara vez falla
z y en el aire alguno s abes de cuerpo como la bola de la mano izquier da al mismo bem'po
benad o y un abestru en trabar sus patas y voltear los al suelo".
son patos y otras semeja ntes".
Fray Regina ldo de Lizárraga, en una descrip ción colonia l de "Los indios eran tambié n muy diestro s para matar pájaros con
que esas bolas, que arrojab an al aire a gran altura" .
fecha aproxi mada a 1595, nos cuenta con respect o a los indios
de Córdob a a Santa Fé : "usan de unos
morab an en el camino Esta última parte de la noticia, demue stra la igualda d de usos
cordel es ... de tres ramale s, en el fin del ramal, una bola de piedra con respect o a tribus tan alejada s como las isleñas del río Paraná
y
horada da que va corrien do y le atan de pies y manos con la vuelta que sin émbarg o, según. hemos visto anterio rmente , no sólo daban
sin
que dan las bolas, y dan con el caballo y el caballe ro en berra, el mismo uso a las bolas en lo que respect a al ganado mayor sino
poders e menea r".
para la caza de aves al vuelo.
Ya en el siglo siguien te, encont ramos una noticia de interés a Sobre la bolead ora de tres piedras , la que usó normal mente el
este respec to en las cartas del Gobern ador Góngora, escrita s duran­ gaucho para la captur a del ganado de talla y más tarde en la guerra,
ría
te la visita efectua da a las reducc iones de la jurisdi cción de Bueno
s es algo difícil de estable cer claram ente su origen, aunque parece
o a los indios de la o de opinio nes, que se trata de un invento del tipo
Aires el 2 de marzo de 1620. Dice con respect en mayor númer
no
reducc ión. del caciqu e Juan Bagual: "Andan sobre unos pellejo
s
rural, basado en la bolead ora de dos ramale s de los indígen as, y
alguno s con frenos ... usan de alguna s volas a de una herenc ia cultura l de éstos.

con estrivo s. de palo y


maner a de ondas y de unos arcos con flechas " .

Martin iano Leguiz amón ("Etno grafía del Plata. El origen de


A pesar de ser posteri or a la fecha que estamo s estudia ndo, es las bolead oras y el lazo", Fac. de Filosof ía y Letras de Bueno
s
sus
eviden te que esta noticia se refiere a los indios que conselVan Aires, apartad o del Tomo XLI de la "Revis ta de la Univer sidad" ,
aunqu e ya comien za a notarse un
usos y costum bres origina les, Bueno s Aires 1919) es categó rico al afirmar : "Tengo para mí que la
o, digamo s, en lo que se refiere al modo de
cierto agauch amient
montar . bolead ora indíge na se compo nía sólo de dos piedras , una mayor
que
que era la que gitaba en torno a la cabeza y la menor o manija
esto explica la diferen cia de
Más tarde, ya en pleno siglo XVIII, en la relació n de los se retenía en la mano hasta arrojarl a;
a, guarda siem­
ñe­ ovoida l o esféric
peligro s y desven turas que sobrell evo Isaac Morris y sus compa tamaño y forma; en que la mayor
ina,
ros, un grupo de náufrag os inglese s en la costa Sur de la Argent pre .propor ción con la menor c¡ue servía de manIja, de forma piri­
los ora
encont ramos una interes ante descrip ción de las costum bres de forme o convex a para adapta rla a la mano. Este tipo de bolead

190 191
{"~~-
-~

charrúa se reproduce en la Pampa, donde hasta hace poco se deno­


minaba bola pampa a la boleadora de dos piedras, de las cuales
poseo dos ejemplares de piedra rosada y blanca de las sierr:u ~ )
Bayas, sin retobo y con surco; una con una planchuela de plata _ Ñanducera
para substituir al tiento que se ajustaba a la bola, y la otra COn )
una tira overa de cuero de lagarto".

"Las boleadoras de tres piedras son invencion del gaucho y de


ahí -el nombre de las Tres Marias con que las denominó en su '
hablar pintoresco",
)
Rex Gon~ález;aunque en parte parece basarse en esta opinióri Ooleadora,
y en la de Silva Valdés, es mucho más cauto y dice simplemente a la )
sin comprometer opinión definitiva al tespecto: "Es inuy difícil c intur a
)
decidir si realmente fue una invención local en las regiones del
Plata o si constituyó una aculturación llegada de la región andina, )
donde existen indudables pruebas arqueológicas de que este tipo
se usó en épocas prehíspánicas", )

111.- LA BOLEADOR.4. DEL GAUCHO.- FORMA y USO.­


Según dijimos en líneas anteriores la boleadora usada generalmen­
te por nuestro hombre de campo desde el siglo XVIII, sin ninguna \\
1
duda, es la de -tres ramales y tres bolas, llamada también "bola de
potro" o "potreadora" o "Tres Marfas", en contraposición con la de \
dos ramales o "avestrucera" o "ñanducera" " )

Consistia básicamente el1 tres pesas de forma esférica o pirifor­


me, de piedra (piedras indias o cantos rodados), madera dura,
metal (hierro, bronce o plomo) muchas veces antiguas balas; cuer­
no (guampa) en este caso moldeadas y rellenas de plomo, y marfil )
(de lujo, sin uso práctico de trabajo) . )

Estas tres unidades se equilibraban recíprocamente en volumen


y peso del modo siguiente: una más pequeña y mucho más liviana,
que es la que permanece en la mano hasta el momento mismo del
lanzamiento, es con más frecuencia de forma de pera o lenticular
para permitir mejor su sujeción. Las otras dos son de peso similar, )
nunca idéntico, para que al girar se separen bien.
)

Las de piedra, salvo raras veces (en el caso de ~sarse piedras )


indias) se aforraban (retobaban) de cuero: cuero crudo del garrón, )
bolsa de testículos de toro, y muchas veces lagarto. En el otro caso R etobO
hs tientos pasaban por los surcos de las piedras al modo indígena. de l. )
bola ~.Qe,\\y
A veces el forro era una verdadera cesta de tientos primorosamente
tejidos,

193
192
Los ramales, sogas o torzales , tampoco eran idénticos, siendo
más corto e.I de la "manija". Eran de uno, dos o tres tientos,
torcidos o trenzados y el material era sacado de cuero de potro
cogote de toro o guanaco, y aún de león bayo o de tigre. .,
El manejo de la boleadora no es sencillo ni fácil. Desde siem­
pre se le consideró como muy sutil y propio de q uienes estaban
muy adiestrados o aptos para e llo. Ya lo señaló el citado Oviedo: :vIodu de
¡ra r !;u
"Decían estos españoles que aquí aportaron, que en tanto número bol.ador.,
de chripstianos como fueron á aquella tierra, habiendo muchos de
ellos sueltos y mañosos, ninguno, supo tirar aquellas piedras, se­
gún los indios, aunque infinitas veces muchos españoles la probaron.
A mi parecer cosa es extremada tal arma en el mundo para los
hombres""
Como trescientos años después, un hombre joven, de más que
despejada inteligencia y dotes mentales, como lo era Charles Dar­
win, experimentó en carne propia la más ridícula impotencia para
hacer un tiro de bolas, con el desastroso resultado de fajar su
propio caballol· El mismo, lo relata así: "Allí los gauchos se pere­
cían de risa y gritaban que hasta entonces habían visto agarrar con
las boleadoras toda clase de animales, pero nunca un hombre
bolearse a sí mismo."
Las boleadoras las llevaba el gaucho antiguamente siempre a
la cintura, en número de uno o más juegos, a veces uno de ellos en
bandolera, cuando salía de caza o a merodear. Siempre la manija
sobre el flanco derecho y listas para quitarlas de un tirón y tenerlas Bole.dor..
prontas. en hondo,"r ..

Antes de terminar con esta parte del tema. vamos a realizar p.JfJ"d n
transcripciones de viajeros y autores que hicieron observaciones de el (ir o
"visu" a lo largo del siglo pasado, y, en nuestro país, a principios d. bol.,
del presente.
El primero de los viajeros a que vamos a recurrir es Julián
Mellet, francés, quien en su ya mencionada obra: "Viajes por el
interior de la América Meridional", 1808-1820 (Ed. El Pacífico
S.A., Santiago de Chile, 1959), dice en una descripción de gauchos
"tigreros" o cazadores de jaguares a caballo, con lazo y boleadoras:
"si en las primeras tiradas del lazo fallan, emplean en seguida
otros más cortos y delgados en cuyas extremidades hay tres pie­
dras, dos de las cuales son del grueso de una naranja, cosidas en la
punta de un cordón de cuerdas tejidas en forma de cadena de
reloj; cogen una de esas piedras, es decir, la más chica -lo menos la
mitad de las otras- cubierta con una especie de vejiga por todas
partes, y después de pasar la cuerda entre los dedos con un movi­ ;; .Qe ,\\y
miento de brazo semejante al de disparar la honda, arrojan el todo
sobre el tigre y logran así maniatarlo hasta la distanciá de tres­
cientos pasos".
" -.:.­

195
194
Emeric E. Vidal (op. cit.), describe minuciosamente el origen y )
uso de las bolea.doras (pág. 25); "Los primeros colonos españoles longitud. Cuando percibe la pieza, lanza su cabalgadura al galope, )
encontraron muy en uso entre los indios de las cercanías del Pla~ sosteniendo una de las bolas en la mano derecha, mientras hace
esa extraña arma. llamada las boleadoras que empleaban para cazar remolinear las otras por encima de su cabeza. Cuando se considera
avestruces. Los españoles la adoptaron de buen grado, tanto para la a tiro las dispara al animal, al que generalmente dan alcance,
caza de dichas aves, como para la de caballos, y ningún hombre de silbando por el aire; y por poco que le peguen en las patas, el
campo da un paso ahora sin llevarlas colgadas a un costado. Con­ animal está perdido, porque se le enredan, lo hacen caer y el
siste esta arma de dos piedras redondas, cada una de las cuales cazador lo captura vivo"
pesa una mediu libra, cosidas dentro de una cubierta de cuero y
unidas por un tira de cuero de cuatro a cinco yardas de largo, bien Finalmente, nos da D'Orbigny el uso de pequeñas boleadoras )
engrasada para que sea flexible. Las piedras son traídas desde para la caza de aves al vuelo, tal como las w,aban los indios antes
de la conquista, pero en manos de paisanos en Corrientes (pág.
)
grandes distandas en el interior por los indios, que también fabri­
can estas armas y las traen a vender a Buenos Aires". 137): "Otra arma, no menos ingeniosa, les sirve para cazar pájaros )

grandes. Consiste en tres bolitas de plomo, atadas al extremo de

"Al usarlas, una de las piedras se toma en la mano Con el otras tantas correas unidas . En cuanto el cazador divisa una banda­

tiento enrollado en espirales, los cuales se van soltando gradual­ da de cigüeñas, patos o aún pájaros aislados, corre hacia ellos,
)
me:1te mientras la otra piedra se hace girar en torno de la cabeza. haciendo girar las bolas sobre su cabeza y lanzándohs sobre la

pieza cuyas alas enlazan por efecto del impulso recibido, en forma )

Cuando se está bastante cerca del blanco, es decir a unas veinte o


treinta yardas, se suelta la bola de la mano y va a reunirse con la que el pobre animal, detenido en su vuelo, cae a tierra donde lo

otra, la cual ha adquirido una increíble velocidad al girar sobre la atrapa e I cazador".

cabeza, hasta que ambas alcanzan el objeto que se persigue, en Su colega, el inglés Charles Darwin. de quien ya contamos
cuyo momento la correa toca las piernas y las dos piedras se enros­ una anécdota risueña, (op. cit.) las describe aSÍ : "Hay dos especies )
can a ella en direcciones opuestas, enredando al animal. Cuando se de boleadoras; las más sencillas empleadas para cazar avestruces,
las emplea contra los caballos se usan tres bolas, dos que giran consisten en dos piedras redondas' récubiertas de cuero y reunidas
simultáneamente en tomo de la cabeza, produciendo una mayor por uria cuerda delgada y trenzada de unos 8 pies de longitud _ Las
velocidad y probabilidades de enredar a la víctima. otras difieren solamente de las primeras en que están compuestas
)
"El caballo más cerril de las llanuras es capturado con las de tres bolas reunidas por cuerdas a un centro común. El gaucho
boleadoras que, ya lo arrojan a tierra o bien se enroscan en una tiene en la mano la más pequeña de las tres bolas y hace dar
pata, impiden su marcha, y lo lastiman a cada salto, hasta que es vueltas a las otras dos en torno a su cabeza; y luego de haber
alcanzado y le arrojan un lazo a la cabeza". apuntado, la~ lanza, yendo las bolas, a través del espacio, dando
vueltas sobre sí mismas como las antiguas balas de cañón unidas
Alcides D'Orbigny (op. cit.), nos da sobre este, como sobre por una cadena. Así que las bolas tropiezan con un objeto, cual­
otros tantos apuntes de costumbres de nuestro campo, una descrip­ quiera que sea, se enrollan alrededor de él entrecruzándose y anu·
ción minuciosa y exacta.
dándose fuertemente . El tamar.o )' e l pes o de las bolas varía según
Refiriéndose n tropas del país, dice (pág. 71): "Como armas el fin a que están destinadas; hechas de piedra y apenas del tama­
tienen un sable, una carabina y a veces pistolas; pero todos están ño de una manzana, chocan con tanta fuerza, que algunas veces
munidos del terrible lazo (1)... así como de las no menos peligro­ rompen la pata del caballo en torno a la cual se enrollan; se hacen
sas bolas (2)". Y en la nota correspondiente a la llamada (2) dice: también de madera, para apoderarse de los animales sin herirlos.
"Dos o tres bolas unidas a un eje común mediante otras tantas Algunas veces las bolas son de hierro, y son éstas las lJ.ue alc:anzan
correas de más de un metro de largo, que se usan para detener a la mayor distancia. La principal dificultad para servirse del lazo o
los caballos en plena carrera, derribándolos", de las boleac1oras consiste en monLtr tan bien a caballo, que se
pueda mientras se corre a galope, o camhiando de prOnto de direc­
Más adelante amplía sus observaCiones (pág. 129): "La forma
ción, hacerlos girar lo bastante igualmente alrededor de la cabeza
de bolear parece a los europeos extraordinaria: ya la he descrito,
para poder apuntar; a pie se aprendería muy pronto a manejarlos".
pero hay detalles sobre los que debe volver el lector muchas veces
No olvida aquel episodio relatado antes.
para familiarizarse con la operación. El cazador se arma con dos o
tres bolas de plomo o piedra. atadas al extremo de otras tantas
Francisce Javier Muñi7. en su inten' sank ''Vocabulario Ri ,)pla­
correa , que se unen a -.m ;;entro común, formando brazos de igual
tense" (Buenos Aires, 1937); recopilado por Milcía-les .<\lcjü Vig­

196
197
enledio, po r vigoroso que sea en una corta distancia, á no ser que
nati , baja el tí tul o de "Bolas de potro", dice: "Son 3 piedras como
~ste amaestrado á correr boleado, ó puesta la manea en las patas" .
el pu ño, forradas en cuero y atadas a un centro com ún con fuertes
cuerdas de lo mismo largas más de una vara. La usan tomando la .. .. . Aque llo es una arma te rri ble en manos de los campes inos,
más pequeña que llaman manija y haciendo girar sobre la cabeza cuando persiguen á caval lo. El hombre solo é indefenso que se ve
las otras dos que llaman voladoras las despiden a las patas del repen ti name nte asaltado en medio de l cam po, au nque montando
animal, cavallo ó vaca, q quieren enredar. Debe ecsistir cierta \'entajosamente, caerá en man os de sus verdu gos, si logran aprisio­
rel ación entre e l menor peso de la man ija y el mayor de las volad.s nar su cavallo con las bolas. La esperanza de salvar en un gue­
q.e debe ser igual entre sí. Sin esta circunstanc.a al arrojar las rrero valiente i bien montado que se retira o huye en una fatal
bolas, las voleadoras arrastrarían, sin contrapeso, á la manija, lo que derrota, queda frustrada, quizás por una mano vil i cobarde, que
perjudicaría á la seguridad i buen efecto del tiro". desde lejos i por la espalda, para de golpe su cavallo que le
co nducía generoso a la libertad".
"Las tres bolas se aforran en cuero de potro sacado, por que es Otro VIaJero, e l inglés Thomas Woodbine Hinch liff, en su
mucho más propio, de l vacío del animal - í el lazillo de las bolas "Viaje al Plata en 1861" (Ed. Hachette, Buenos Aires, 1955), se
que es compuesto ya de dos ó tres tientos ó soguillas es hecho de refiere a las boleadoras en los sigui e ntes términos (pág. 54): "Mu­
la porción del mismo cuero q corresponde a las costillas. Es prácti­ chos pilluelos acuden a estos lugares (se está refiriendo a los mata­
ca no estaquearlo, sino estirarlo simplemente, í cortarlo a lo largo, deros) y se ejercitan sobre las gav iotas en el ejercicio del arma
pOrque en redondo este cuero, á diferencia del de baca, no tiene nacional, las boleadoras, que consisten en tres bolas unidas por
consistencia". correas, las cuales son arrojadas hacié ndolas girar con habilidad y
enredan así las patas de las bestias o las alas del pájaro contra las
"El lazo de la manija es algo más corto que el de las volado­
ras, el que siendo igual p.a cada una de estas bolas es sin embargo, cuales se dirigen" .
algo más largo que el de aquella. Este (suelé) tener un poco más El francés H. Armaignac (op. ci t. , 1869-74), hace, por su parte,
de tres cuartas, i los de aquellas una vara o más. El peso de las la siguiente descripción (págs. 117-118) : "Las boleadoras, que
voladoras ó voleadoras, que, por lo comun es de seis ú ocho onzas igualmente emplean los gauchos, como lo veremos más ade lante,
cada una, se proporciona también a la fuerza del brazo que debe se componen simp lemente de dos bolas pequeñas de p lomo, de
manejar este instrumento". hierro o de piedra, recub iertas con un trozo de cuero fuerte y
fijadas a los dos extremos de una cuerda de se is o siete pies de
"Los tiros.de bola se distinguen, en tiros de tres vueltas, que largo, hechas con tiento de cuero retorcido. Es el arma exclusiva
es el más largo que puede hacer un hombre, probablemente á la del indio para sus cacerías; los pampas no cuentan con otra, pero a
distancia de 20 varas. Un tiro más largo, es un tiro de azar. El de ésta la manejan con grandísima destreza. La forma de e mplearla es
dos vueltas (que es el regular) de quince varas, más o menos. El de sumamente sencilla: empuñan una de las bolas con la mano, revo­
una vuelta, que comprende la mitad de esfe tiro. Todavía, se lean la otra por sobre su cabeza y luego arrojan ambas contra e l
puede llamar tiro de media vuelta aquel en que se pilla tan cerca, animal que persiguen a galope tendido. Las bolas siguen dando
el animal a volear, que poco hai q revolear p.a enredarlo en las vueltas en el aire, la cuerda se enrolla, en tomo de las patas del
bolas. Esto se llama, tomar el animal bajo el freno". animal perseguido y detienen de inmediato su fuga" ... "No se vaya
a creer que esa arma es exclusividad de los indios; todos los
"El retobo ó cuero que envuelve las bolas, como el que forma
criollos y hasta muchos extranjeros la manejan con igual destreza
los lazos, debe estar siempre bien engrasado é flecsible".
que ellos y la emplean a diario, no sólo para cazar avestruces y
"Es' bien difícil parar un tiro ,;~ bolas; sin embargo, los hom­ ciervos, sino también para alcanzar un animal cualquiera, carnero,
bres que tienen posesión del cavallo i sangre fría, asiendo con caballo, buey, etc. Yo he visto más de una vez a los chiquillos
fuerza el poncho, más o menos plegado por una extremidad; lo cazar pajaritos y patos salvajes con sus boleadoras" .
echan, inclinándose hacia atrás, cuanto pueden por sobre la anca i
cola del caballo, de modo que caiga hasta abajo, lo más apartado "Las boleadoras no son todas hechas de la misma manera y
posible. Las bolas se enredan entonces en el poncho, i el cavallo difieren según el animal a que están destinadas. Así vemos que las
queda libre". (v. dibujO). que deben servir para cazar avestruces, gamos Y otros animales
relativamente pequeños, tienen más o menos el tamaño de un
"Este es el único arbitrio conocido de evitar, si se maneja
huevo de gallina, mientras que las empleadas para los animales
bien, un golpe, que trabando al caballo por las patas le rinde, sin

199
198
una bala asesina. Es una verdadera matanza en la que los perros
grandes, como el caballo o el toro, tienen el tamaño de un puño o de
una naranja grande. Estas últimas son de piedra o de madera v. aportan su eficaz ayuda".
constan de tres bolas en Lugar de dos: la tercera, más chica que las "Resulta inútil decir que para esas cacerías los gauchoS em­
otras, es la que uno sujeta en la mano . Esta bola esta sólidamente plean sus Tejares pingos, Y que no es raro que ocurran rodadas o
amarrada al extremo de una cuerda de tres a cuatro pies de largo; _ accidentes .
unida a su vez al medio mismo de la que une a las otras bolas". Otro viajero inglés, Robert Crawford (op. cit.), entre 1871 y

"Tanto los indios como los gauchos se ejercitan desde su 1873, tuvo oportunidad de ver a los paisanos usando, esta arma, tan

primera infancia a lanzar las boleadoras. Para esto se emplea una extraña para los extranjeros, Y lo cuenta así (pág. 66): "Las boleado-'

pequeña estaca colocada a cierta distancia, en torno de la cual ras mencionadas constituyen el anna universal de los gauchos ... ,

debe enrollarse la cuerda. Más tarde, las ovejas, las gallinas y hasta que las usan con la destreza y puntería que solamente puede dar

los perros, son las víctimas de sus ensayos y, hacia los diez o doce una práctica constante" .
años, es raro que esos muchachitos no sean capaces de cazar ñan­ "Por lo general se componen de tres bolas, aproximadamente

dúes, o corzos. Con la costumbre van adquiriendo una gran des­ de unoS 5 centímetros de diámetro, pero que a menudo es mucho

treza. más pequeña. Dos de ellas son pesadas y están hechas de piedra o

... "He conocido muchos gauchos que, por fanfarronada, se tira­ a veces de plomo, sobre todo en el caso de las de menor tamaño; la

ban del caballo en pleno galope, y luego lo apresaban en su rápida tercera tiene más o menOS el mismo grandor, pero e s de un mate­

carrera lanzándole las boleadoras a las pat;Js" . rial más liviano que las otras. Cada bola se halla unida. al extremo

de una guasca de cuero trenzado, de casi dos m etros cada una; los

Más adelante hace una minucioséI (l~scr;::,ción de una gran otroS extremos de estas correas se atan juntos fonnando un nudo.
boleada de avestruces y ciervos en plena pampa (págs. 176-177): Para usarlas, se empuña la bola más liviana y se las hace girar con ,)
"En el camino encontramos muchos avestruces y ciervos, y el jefe rapidez sobre la cabeza, de modo que las dos bolas sueltas den
vueltas en la punta de la guasca. Cuando se ha obtenido velocidad
de la expedición autorizó hacer una boleada, es decir, una cacería
en regla, en ·la cual, como siempre, se emplean las boleadoras para suficiente , todo el arma puede arrojarse a considerable distanóa
sobre la víctima a la que se quiere dar cata, cuyas patas difícil­
capturar la presa".
mente se salvan de quedar enredadas, pues las bolas se van enro­
"Los gauchos .... se reúnen muy seguido en grupos que a veces llando desde direcciones opuestas y las ligan con finneza. Las
pasan del centenar y organizan esas cacerías que duran varios boleadoras descriptas se emplean por lo general para apreender
días". vacunos y equinos, o animales salvajes grandes, mientras que para
"Las boleadas tienen lugar en las regiones desprovistas de cazar avestruces se usan boleadoras mucho más pequeñas, com­
)
hacienda, a fin de no espantar y dispersar las vacas y los caballos. puestas por dos bolas y no por tres".
Es una de las más grandes distracciones del gaucho" ... )
Roberto Cunninghame Graham (op . cit.) dice: ("La Pampa" ­
"Para hacer esta clase de cacerías o corridas de avestruces, los - l l - Traduce. de s. Pérez Triana, pág. 17): "Las boleadoras, que
cazadores parten de un punto en que se encuentran todos reunidos los gauchos llamaban las tres M arías eran el anna característica de
y a caballo, y se dirigen hacia un lado y hacia el otro, en sentido aquellas llanuras; con ellas los indios mataron a muchos soldados
inverso, de modo de ir formando un inmenso arco de varios kiló­ de Don Pedro de Mendoza, durante la primera expedición cristia­
metros de radio cuyas extremidades no tarda:1 en juntarse. Enton­ nizante del Río de la Plata; con ellas también las bravas tropas
ces van estrechando el círculo más y n::is; pronto todos los anima­ gauchas que se levantaron al mando de Elío y Liniers, les tritura­
les que están en el interior se enICuentran rodeados y no pueden ron el cráneo a muchos ingleses luteranos -así llamados por el
escapar sino pasando lo bastante cerca de los hombres como para bueno del Deán Funes en su historia- que á las órdenes de
que éstos puedan perseguirlos y alcanzarlos con sus boleadoras . Whitelock, habían atacado la ciudad".
Cuando el movimiento ha sido bien ejecutado y se ha elegido un El Conde de Saint-Foix ('La Republique Orientalc de rUru­
sitio donde abunda la caza, es realmente curioso ver a veces varios guay", Histoire, Geógraphie, Moeurs et Costumes, etc . París, Li­
cientos de avestruces, ciervos y zorros, correr enloquecidos por braire Leopold Cerf. 1892, pág. 310), nos ilustra así : "En el primer
entre los cazadores. Por todos lados las boleadoras rasgan el aire descanso, aperc ibimos colgadas de una de las paredes exteriores de
con su giro, para ir a enroscarse con precisión matemática en las la casa de postas, las bolas. de las que se sirven para agarrar
patas ¡Jt: los anima le s que caen al instante como fulminados por
201
200
animales, caballos, bueyes o aves truces , Este proyectil consiste en
tres bolas de piedras o de plomo recubiertas de cuero y unidas entre luga r de acoll arar las dos gra ndes), de manera que basta tomar la
ellas por cuerdas también. de cuero trenzado, de alrededor de" tres manija y revo lear, para que se desenreden solas, Esta manera de
metros de largo; dos de estas bolas son de l tamaño de Una de Jtar las bo leadoras, sirve lo mismo para ll evarlas en la cintura como
billar, la tercera, más pequ,eña, es sosteni da por el gauch o en su debajo de los cojinillos" ,
mano, haciendo girar las otras dos por encima de su cabeza, des­ "E l gauch o, en el manejo de las bo leadoras, es de una de s­
pués suelta e l conjunto, y las cuerdas, encontrando la meta, se treza asombrosa",
enredan alrededo r del objeto que él quería alcanzar",
"Cuando se ti ran las boleadoras de a caballo (conviene para
Edward Montet ("Brésil et Argentina", Notes et Impressions de mejor afirmarse, acortar un poco el estribo del lado de en lazar),
voyage -2eme Edition - Genéve - París- C. 1896, págs. 232-233) poniendo el caballo a la carrera, con viento favorable, van a una
dice: "Más no podéis juzgar al ga ucho cuando está a pié, es nece­ distancia de 70 o más varas. Al soltarlas, después de revoleadas,
sario ve rl o en uno de sus rápidos cruceros pampeanos, que no \'an dando vueltas en el aire y se abren en forma de Y griega, y así
co nocen otro aire que el galope. Entonces él es verdaderamente \'an dando vueltas en e l aire hasta caer y enredarse en las patas del
admirable. No es sino a caballo que a él le gusta trabajar, armado animal",
del lazo o de las bolas, (1) para cortar el paso y voltear en tierra "Para bolear al caballo, debe tirársele las boleadoras de mane ­
caballos, toros, venados o avestruces". y en la llamada dice : (1): ra que caigan sobre el anca, ya que e l animal al sentirlas, apura la
"Se da el nombre de bolas a tres bolas de piedra o de metal, carrera y des lizándose las bolas, se enredan fácilmente en las
suspendidas de tres correas de largo desigual y atadas en conjunto, patas, Al avestruz se le tira al pescuezo, que al sentirlas baja la
El boleador, reteniendo en su mano la bola cuya correa es más cabeza y ayuda a que se enreden las bolas , Bolear perros, es de las
corta, hace girar rápidamente las otras dos por encima de su cabe­ boleadas más difíci les, pero la vaquía de nuestros criollos' hace que
za, y en e l momento deseado las suelta en la direcc ión por él caigan enredados en las bolas y para e ll o procuran que las bolea­
designada. Hemos visto a gauchos matar así, desde lo alto de su doras piquen en e l suelo, a una d istancia prudencial del perro
caballo,
de caza",perdices, a pesar de la pequeñez relativa de estos animales perseguido y en el bote, caigan cruzándolo, que en la carrera él
s610 se manea" .
El Dr. Roberto Bouton, autor de extraordinarias observaciones
sobre "La vida rural en el Uruguay", publicadas por la "Re­ IV.- CONCLUSIONES SOBRE SU IMPORTANCIA , La pri­
vista Histórica" en una recopilación del Prof, Lauro Ayestarán, en mitiva área indígena de la bol eadora se redujo después de la
cuyo capítulo lII, Indumentaria, Armas y Castigos, parágrafo 37 conquista y co lonización, pero, por decirlo así, se tipificó mejor, se
titulado: "Boleadoras" (págs, 93 y sig,) señala: "Antiguamente el acentuó en profundidad, haciéndose instmmento de caza y guerra
gaucho usaba las boleadoras, atadas a la cintura" pues de esa mane­ de primera magnitud, atributo de la más alta calificación de l tipo
ra siempre las tenía a mano, hasta para el caso ~e no quedar a pie rural ecuestre, en las llanuras verdes, en las pampas y cuchillas
y detener al montao, que dispara a raíz de una rodada, etc, en donde el gaucho tuvo sus habitat natural, que era donde lógica­
aquellos campos inmensos y abiertos",
mente podía prosperar tal tipo de útil.
Adaptada y adoptada por el gaucho, por aquellos cruzadores de
"Hoy, es más común llevarlas debajo de los cOjinillos, siempre
atadas de modo de estar en condiciones en cualquier momento, la tierra, merodeadores de ganados y de hombres, la boleadora
adquirió en el siglo XVIII su máxima jerarquía como útil precioso
de poder hacer uso de ellas, Para eso se arrolla la soga de las dos
para un oficio que definió y defendió todo un sistema económico,
bolas y la envuelve con la de la manija, que al terminar, cmza por
negativo o no, esto es lo discutible, pero que innegablemente
entre las otras. De llevarlas en la cintura, se cruza, una vez en­
predestinó históricamente a una de las regiones más fértiles, ricas
vueltas, una soga en la otra, en un medio nudo, sobre el lado
y de mayor importancia social-política en el Nuevo Mundo.
izquierdo de la cintura, de manera que en caso necesario, el gau­
cho, tomando la manija con la mano derecha, no tiene más que El gauchd primitivo, el gauderio, era un tipo que desde los
desenredar con la izquierda las otras y pasar la manija por entre los primeros tiempos se definió para el hombre de la ciuda.d O el
ramales largos, y ya está pronto para revolear y hacer su tiro". europeo, por una exótica personalidad con atributos intrínsecos y
exteriores, entre estos últimos la boleadora, Ya lo señala, y es todo
"Para evitar tener que desenredar la manija, algunos al arrollar
las boleadoras, ponen la manija con una de las piedras grandes (en un testimonio, una comunicación de Antonio Pérez Dávila, dada en

el Campamento de Acevedo en San Antonio de Areco en 1771,

202
203
)
hol eelclof<'S en la cintura Y en bandolera , C UO'l() parte de su equip O )
domle dice: "Remito presos a Pedro Sambrano, Juan Alarcón
Simón Falcón, el primero conocido gauderio y ladrón de de gue rra .
por último a modo de colofón , vamos a traer hasta el lector un<l
especie de ganado y acusado deste delito ante los Alcaldes de de scripción de cómo fue muerte un anciano guerrero, un hérCle de
Partido, y los otros por aberlos cüjido en su compañía con LoS .-\ndes, el General Anacleto Medina, para que se vea hasta
lazos, maneas y cuchillos', armas propias de Cauderios y dó nde y hasta cuándo, siguieron siendo las bolas una temible arma

nes ... ". en la gu e rra gaucha, Se trata de un artículo publicado en la revista


)
"Rojo'! Blanco" (Montevideo, 22 de julio de 1900, Año 1, r\ .o 6,

Don Diego de Alvear tuvo exacta noción dE. su valor e impor­ púg, l36 '7) con la finna del Teniente José Luciano Martínez , quien
)
tancia como arma de guerra, junto con el lazo, y lo señala terrni- ~ refiere que: "Hace dos años, en una de las largas y sabrosas charlas

nante: "Una milicia constituida sobre el pie de montura, lazo y>< co n el General don Gregorio Castro .. , se tocÓ el episodio de' la
bolas de los Cauchos 'ó Cauderios (así llaman a los hOlnbres de: muerte del Ceneral Medina, ., y .. me narrÓ, punto ínás, punto
campo ) por la ligereza de estas armas, nada expuestas al orín, que ' menoS , lo que voy a repetir. .." . Después de describir el estado
excusan el peso y gastos de las municiones, su segura prontitud a ' )
ge neral de las cosas sobre el finell de IJ. hatalla de \llanantiales ya
obrar en todos tiempos, secos ú de lluvia; y finalmente por su
mayor alcance, nos hace presumir, pudría sacar alguna ventaja
1
~uando la derrota revolucionaria era un hecho dice: "Se produjo el )
choque con impetuOSidad. Medina se puso en retirada, siguiendo
sobre el Sable de la Caballería de Europa, en algunas circunstan­ )
el mov imiento disperso de sus compañeros. Al mismo tiempO que
cias de la guerra, no tiene duda. que sería utilísima; y a lo menos , el \-layor Sabat, en un tiro certero de boleadoras fajaba el caballo
la novedad no dexaría de sorprehender, y causar su efecto en las
primeras funciones . w fogosidad de los Caballos Europeos no ,
de~ledina, e l Mayor Feliciano Viera atravesaba con su lanza al
sabría conserva:- su fonnación ;i I·:·s pocos tiros d E. bolas; y el sable, viejo soldado".
Hoy día la boleadora es, en nuestro país, un recuerdo , una )
ni la bayoneta, impedir los estragos del lazo",
reliquia; pero no una pi e za polvorienta de mus e o o de desván. Es
Este consejo no lo supieron apr"vechar sus compatriotas, y un re c uerdo vivo , reliquia o mejor relic:~Hio <l,ue se sigue usand o,
algunos años después , iniciado el ciclo emancipador, volvieron a qu izás a modo d e amuleto o en señal de vene rac iún. M uchas ve ces
sab e r -dec imos vo lvieron a saher, porque ya las holeadoras habían he mos \'isto un brillo especial relampaguear en la mirada adorme­ )
conseguido en las llanuras platenses, en manos de aquellos rudos y cida de soles, de algún viejo paisano, al nombrarla en su presencia.
primitivos i'1dígenas desnudos, lo que no habían conseguido las Un brillo iluminado quién sabe pu r qué \t;juras y henchido <l,uién
fuerzas de los más grandes Imperios, de los hijos del 501 de las sabe por qué bravoS sones.
altas cumbres, 'en meso y sudamérica: detener a las montadas y l\uestro paisano de hoy, el de ley , cuando ensilla su pingo de
aceradas huestes victoriosas de la soberbia Castilla, desmontar y lujO con pi\chas de dominguear , nunca olvida poner las bolas "de
rendir aquellos centauros monstruosos de hierro y fuego- volvie­ gurupa" . Son su orgullo, son un símbolo. como lo fueron hace )
ron a saber, repetimos, de la ignominia de morder el polvo de la mucho anudando la cintura de un abuelo heroico, que las llevaba
llanura o quebrarse el pescuezo en las duras cuchillas, fajado el como atributo, como lleva la dama del frigio gorro las trozadas
airoso corcel por aquella fatídica y tremenda serpiente voladora, cadenas en las muñecas, representación formal de su carácter Y su
tricéfala y contundente. altivez de libérrimo dueño y señor de su destino,

En el entrevero subsiguiente a la carga de la montonera heroi­


ca, cuando la lanza ya había Sido rota o había quedado engarzando
el rubí sangriento de una entraña abierta, las boleadoras manejadas
a modo de maza, eran más que útiles en el cuerpo a cuerpo de a
caballo, y luego, en la victoria, el elemento necesario para detener
la carrera del enemigo en fuga,
Más tarde en las guerras civiles, continuó siendo arma de
primer orden de liSO en la caballería gaucha, y de su im'portancia
como ejemplo de aculturación general, lo tenemos en el hecho
que, la caballería de heroicos guaraníes que la valentía paraguaya
opuso a las huestes d e la Triple Alianza, llevaba varios juegos de
205

204
XIV
EL VESTUARIO FEMENINO
2. a EPOCA - 1820-1870

No vamos a repetir otra vez todas las consideraciones que ya


hemos hecho hasta el cansancio respecto a lo arbitrario que signifi­
ca hacer esta división temporal y generalizaciones a que ella da
lugar, a despecho de la necesidad de hacerla, por obvias razones
didácticas. Sólo que, en el caso que ahora vamos a abordar se hace
imprescindible subdividir este extenso período, de cincuenta años,
en otros dos, más breves, que nos permitan, entonces, aún con
aquellas reservas, hacer generalizaciones más exactas, en lo que al
vestuario femenino se refiere, teniendo en cuenta variantes de la
moda que, sobre todo por creciente "afrancesamiento" cultural
de nuestra sociedad se hizo sentir, aún en los más apartados y
modestos ambientes campesinos .

El primer sub-período, que llamaremos "A", abarcará entonces


desde 1820 hasta 1850, aproximadamente coincidiendo con el fin
de la llamada "Guerra Grande", el segundo, al que hemos de
denominar "B", desde esa fecha hasta el final de esta 2. a época, es
decir hasta 1870.

Al comienzo del período "A", la manera de vestir de las muje­


res de nuestra campaña casi no difiere del anterior. Podemos seña­
lar, groso modo, dos tipos o categorías de vestuarios bien defini­
dos: la camisa blanca sujeta a la cintura, de escote amplio o senci­
llamente cuadrado, casi sin mangas. A la que, cada vez más, se
agrega una falda de tela liviana, muselina u otra semejante, de
color vivo (rojo, verde, amarillo) con uno o dos galones de color en
su borde inferior, larga hasta la media pierna, ancha y ceñida en la
cintura. Este es el vestir típico de las paisanas modestas, pulperas,
etc. Se le agrega un ponchito o una manta o rebozo grande, de
grosor variable según la época del año, puede tanto ser de algodón
con puntillas en verano, como abrigada lana cruda, tejida, en in­
vierno. Y un sombrero, para la intemperie, de pajilla en estación
es tival y de fieltro el resto del año. Siempre descalzas.

207
Pa isan a Las estancieras y mujeres algo acomodadas , o para "domin­ )
de guear", usaban sobre la camisa, una falda ancha, de tela de algodón
ch.que,"
y pollera o de lana, de un color liso, larga hasta la media pierna, también , y )
e. 1840.5ú una chaqueta de corte muy simple. El cuello redondo, del tipo
llamado "bebé", ceñida en el busto y cintura, con una faldeta corta

)
a la cadera. Las mangas anchas arriba en el brazo, de las llamadas )

jamonas, con el antebrazo muy ceñido, hasta el puño, ensanchado,

con o sin puntilla en su borde, que también llevaba, a veces, el

cuello y aún la pechera, donde se abotonaba con pequeños boto­


)
nes, muchas veces en pares, ge·neralmente forrados . Rara vez esta

chaqueta era del mismo color y material de la pollera . General­ )

mente era una tela de más calidad y de un tono más oscuro O vívo.
)
Podía ser una pana o terciopelo de lana, en la estación fría, y una
muselina lisa o estampada en verano. Siempre la manta para salir, )
v el sombrero, que después de 1830, es muchas veces una galera
de felpa, de tipo inglés, de las llamadas de "chimenea". )
)
Usaban zapatos de cuero liviano o de raso, de punta redondea­
da, casi sin tacos, y de atar con cordones o cintas hasta la media
)
pierna (v . dibujos) .
Desde 1850 en adelante, constituyendo lo que hemos dado )
en llamar el Período "B", de esta segunda época del vestuario
rural femenino , las crecientes influencias européas, que se tradu­ )
cen en un cambi o de costumbres, en una renovación cultural, que )
abarca desde la economía a los bailes populares. En este rubro,

valga por vía de ejemplo, poco a poco los valses, polcas, mazurcas }

Esca nci t' r.J en y ciotes , llegados de Europa, v::m desplazando a los prestigiosos
)
rr.:tje de m o nCilr pericones y cielitos y aún, a la intencionada media-caña, que
e. / 8 40· '¡ S
integraron la gran generación criolla de los bailes de rondas, de )
parejas sueltas e interdependientes, de compostura mas grave que
)
vivaz, de llamativo empaque y gran prestigio p.o pular. Ni qué decir
de la anterior, ya agónica, de los bailecitos picarescos de pareja )
suelta, como la Firmeza, El Gato o la Zamba-Refalosa.
L~ f1 Ur ; p O l.,J l ~rd t' )
Ira ;. oe fi esra Volviendo a los vestidos femeninos, en primer lugar, se gene­
ralizó el uso de la falda sobre la camisa. Esta falda se hace aún más )
amplia de vuelo y se alarga hasta el tobillo. A vece s se adopta un )
zócalo de otra tela o un volado y aún hasta dos. En tiempo de calor
se confeccionan de una tela de algodón liviano de color fuerte , y )
muchas veces, con las nuevas variedades llegadas de Europa, es­
tampada y aún a rayas.
)
)
Se mantiéne el uso de la chaqueta, amplia muchas veces y
sobre todo en tiempo de calor, se usa en su lugar una blusa. La )
chaqueta sigue teniendo el cuel10 redondo aunque, cuando es de
)
tela liviana, como en verano, puede ser, levantado y llevar volantes
..r.\.26d\y en la pechera. Continúa siendo ceñida al busto y cintura, y la )
faldeta es bien larga, a las .:aderas . Las mangas pierden algo de su
)
208
)
209
..

h inchazó n en el brazo y siguen una 1inea más natural. A veces no


ll egan a la muñeca, siendo de largo tres cuartos. Cuando se usa \1ás adelante, en las págs . 395 y 396, ya en Entre Ríos, el 5 de
blusa, ésta es de cuello redondo, abrochada al frente, y, a veces mayO de 1828, dice: "Hallé ab ierta la puerta... y ví a dos mujeres
ti ene vola ntes o puntillas . Muchas veces la chaqueta lleva un jabot con los pies desnudos, bastantes mal vesti das .. . Me ofrecieron un
de encajes . asiento con bastante gracia, porque las mujeres americanas son en
todas partes las mismas ; en casa de ellas se descubre esa bondad
cordial, esa amab il idad tan rara en sus maridos y q ue contrasta de
E l zapato de cuero fino, siempre, o de tela, con tacos bajos. una manera impresionante con la rusticidad habitual de estos últi­
Hacia el final del período empiezan a generalizarse de uso entre mos. Ese sexo conserva constantemente, desde la civilización más
las mujeres, como entre los hombres, las alpargatas, de origen avanzada, hasta el estado salvaje más simple, pasando por todos los
vascuense, hechas de loneta y con la sue la de yu te o cáñamo. Este grados intermedios, un lenguaje de lo más afable y maneras que
calzado sufrido, sobre cuyo origen hemos de extendemos y u€ ya endu lzan y hasta hacen olvidar los malos procederes de algunos
descripción daremos Oportunamente, se convirtió, en pocos años hombres".
más, en una de las pi Ichas más típicas de nuestro medio rural, de
uso universal; sufrida y hum il de. El inglés Samuel Haigh, en 1831, nos da su propia y personal
versió n d el vestuario de las mujeres de nuestro campo ("Sketches
of Buenos Ayres, Chile and Peru", London, 1831, en "La Argenti­
Se difu nde cada vez más, el uso de medias. Generalmente de na Vista por Viajeros Ingleses" , por S. Samuel Trifilo, Colec. Plata­
algodón y, poco a poco, 'sobre todo entre las más pudientes, las nia, Buenos Aires, 1959, pág. 101): "Las mujeres gauchas se visten
medias de seda que París distribuía al mundo todo. con camisa de algodón burdo, sayas de bayeta o paño azul, sus bra­
Como en los otros temas, vamos ahora a transcribir conceptos zos y cuell os quedan al descubierto; cuando salen llevan pañoletas,
de diferentes viajeros, que anduvieron por estas tierras en la época o chales, hechos de bayeta de colores vivos y sombrero de hombre,
que nos Ocupa, entre 1820 y 1870, y que estamparon su propia de paja o de lana". Quizás y sin quizás, la más concisa y a la vez
visión, a veces asombrada, a veces risueña, siempre interesante, de exacta descripción del vestir de las mujeres de nuestro campo en
las costumbres y usos que encontraban. el pe riodo que estudiamos.
El joven norteamericano, apasionado y muchas veces poco
Empezaremos, como tantas otras veces , por el ilustrado francés objetivo en sus juicios, Samuel Greene Amold, hacia 1848 (op. cit.)
Alcides D'Orbigny (op. ci t. ), en la pág. 356, describiendo usos y nos da la siguiente visión (pág.193): "Recuero conoce aqu í una
costumbres que pudo apreciar en COI:Tientes, con muy pocas dife­ familia (en Fraile Muerto, Córdoba), que nos recibió con la acos­
rencias, debidas, sobre todo, al clima, los mismos de nuestra cam­ tumbrada hospitalidad; se nos hizo pasar a un cuarto grande y se
paña, dice: "En el campo, hombres y mujeres van con los pies nos sirvió en mates de plata. La señora ha sido una belleza, usa el
desnudos, con muy pocas excepciones ... ", "no. es raro ver a una cabello en dos trenzas muy largas sobre la espalda, conversa bien
mujer bastante bien vestida no llevarlo " (el calzado). "La costum­ y, al partir, nos dio a cada uno dos pastelillos".
bre de llevar medias ha hecho menos progresos, porque exige más Por 1861, Thomas Woodbine Hinch li ff, (op. cito Cap . IX, Para­
gasto. Puede creerse, sin embargo, que se generalizará, porque
ná y Santa Fé), se refiere así al tema que nos ocupa (pág. 212):
muchas mujeres han comenzado a llevarlas . Los hombres dejan,
"Los vestidos de estas mujeres jóvenes eran algo raros : de museli­
por lo general, crecer sus cabellos y hacen con ellos una trenza
na, bastante charros y de corte muy ajustado en el busto, hasta las
que les cae sobre los hombros. Las mujeres se los unen en un
caderas, donde se ensanchaban de súbido con enormes miriña­
rodete que atan con una cintilla de color, carmesí por lo común.
ques" .
Cuando ellas vuelven del baño los dejan flotar sobre las espaldas,

con una coquetería tanto más calculada cuanto que son de hermoso
Finalmente el francés H. Annaignac ("Viajes por las Pampas
color negro... ". "Desde hace algún tiempo, esas faldas, muy costo­
Argentinas", 1869-74), nos brinda una descripción pormenorizada,
sas debido al trabajo que exigen, son reemplazadas- por faldillas de
escrita justamente en el momento en que nosotros cerramos esta
muselina inglesa, adornadas de un bordado verde o rojo. Esta falda
segunda época, esto es en el año 1870 (pág. 155-156): "No tennina­
nunca es larga; cae solamente hasta la mitad de la pierna. La manta
remos esta breve descripción del gaucho sin decir algunas palabras
o paño, de cinco a seis pies de largo, por un pie y medio de ancho,
sobre las mujeres del campo, por más que éstas no conservan
y hecha del mismo tejido, está más o menos cargada de punti­
actualmente más que un interés muy secundario. En efecto, antaño
llas ... ", etc. los gauchos vivían casi aislados y a muy grandes distancias unos de
otros . Educaban a sus mujeres e hijas en la misma forma que ellos

210
211
medias, y su vestido -ciertamente muy limpi(}- era de una tela
(sic), y a menudo les hacían compartir sus trabajos . He conocido de algodón de un estam~ado tan desteñido que era imposible dis­
mujeres ya viejas que montaban a caballo como el mejor jinete y tinguir el dibujo. La única muestra que pudiera llamarse arreglo
enlazaban con rara maestría. Más de una vez tuvieron que enlazar era una angosta cinta azul ceñida a su blanco cuello de lirio".
en pleno campo algún toro salvaje y, luego de haberlo volteado' y
desollado, volvieron a su rancho, llevando la carne sobre la grupa' ~1ás adelante, en el Capítulo XXIV, "El misterio de la maripo­
de su caballo. A medida que los campos se pueblan, las dificul­ sa verde", da esta descripción de otro de los personajes femeninos ,
tades de la vida material van disminuyendo; las casas de comercio Demetria (pág. 348): "Llevaba un vestido de seda del color de las
y las pulperías se han multiplicado; el gusto por el lujo y el arregld hierbas, de una hechura que nunca había visto antes: sumamente
personal se ha generalizado, y actualmente el viajero que recorrié­ alto de talle, abollonado en los hombros y con enormes mangas
ra la pampa, quedaría bastante· sorprendido al encontrar, hasta e;¡ acampanadas que llegaban a los codos; todo estaba abundantemen ·
las cabañas (ranchos) más pobres, mujeres trajeadas con vestidos y' te adornado con finísimos encajes de color crema, su larga y abun­
tapados hechos en París y calzadas con elegantes botitas de lasting dante cabellera, que siempre había llevado en pesadas trenzas que
azulo rosado con tacos Luis XV. Hay que añadir, no obstante, que caían por su espalda, estaba ahora levantado en grandes rodetes
el gusto que preside su atavío nada tiene de parisiense, y que sobre su cabeza, coronado por una peineta de carey de por lo
muchas veces encontramos en ellas las combinaciones de colores menos una cuarta de alto, que se ensanchaba hacia arriba hasta
más raras y singulares. Añadamos a esto que no siempre (o deci­ alcanzar unas tres cuartas de ancho en su borde superior Y semeja­
mos nosotros, casi nunca), tienen las primicias de la moda. Lo ba una inmensa cresta colocada en su cabeza. De sus orejas colga­
mismo que los hombres, las mujeres del campo son muy aficiona­ ban curiosos pendientes de filigrana de oro, los que negaban hasta
das a los ricos aperos, a las riendas chapeadas de plata, :;l J(!~ 5115 hombros desnudos: también llevaba un collar de me dios doblo­
frenos, ~str;bos ., ieQenques del mismo metal. Antes usaban recado nes de oro, unidos unoS a otros en forma de cadena.. ."
(pero, agregamos, iban sentadas a mujeriegas); ahora casi todas
usan montura de mujer" . y co mpleta su descripción así (pág. 352): "Observé que en sus
dedos h abía diversos hermosOS anillos y que el pañuelo que
" Entre las paisanas se encuentran más o menos todos los tipos:
sostenía contra sus ojos era pequeño, delicadamente bordado y con
las rubias. a decir verdad, son muy pocas y tienen ascendencia
la orilla de encaje, pues todo su atavío de esa noche era completo y
europea más o menos cercana; por el contrario, las morenas forman
armonizaba. Hasta los curiosos zapatitos que llevaba estaban borda­
la inmensa mayoría y representan el tipo .americano. Son por lo
dos con hebras de plata y mostraban grandes rosetas de adorno".
general de mediana estatura, muy bien formadas y a menudo muy
bonitas, tienen hermoso pelo negro, ojos muy expresivos y dientes
de notable blancura. Pese a su falta de instrucción y de educación,
son relativamente ingeniosas, muy atentas y muy agraciadas, pero
generalmente tímidas, serias y reservadas con los desconocidos".
"La principal ocupación de las mujeres de campo consiste en
cocinar, lavar y remendar la ropa, cebar el mate y pisar maíz para
hacer una papilla llamada mazamorra, que se come con leche y
que gusta mucho a los criollos. Algunas se ocupan también de
ordeñar las vacas lecheras y hacer manteca y quesos" .
Como única excepción, a lo que hemos tomado como regla, de
usar sólo los juicios o descripciones de los viajeros y no de los
narradores o novelistas, vamos a tomar algunas citas del anglo~
argentino Guillermo E. Hudson, en su famoso relato "Tierra Pur­
púrea", por considerarlo más una descripción de costumbres y
paisajes , semejante a las de los viajeros, que una creación roman­
cesca, entre los años 1860-1870.
En el Capítulo VII, titulado "El amor por lo bello", describe
así a uno de los personajes femeninos (pág. 93): "la dulce criatura,
cuyo nombre era Margarita, a pesar de estar calzada no llevaba
213
212
j/llián : Vava listé ellsillando el mate .
Para que ansí mi go: nate
Pueda corre r d iligen te'

XV
EL MATE
Habiendo terminado' el capítulo refere nte al vestir femenino
en nuestra campaña en la que hemos ll amado 2.a Epoca (1820­
1870), nos parece és te el momento más indicado para refe rirn os al
mate, la bebi da nacional por anto nomas ia, cuya p reparación y fo l­
klore tan ligados han estado siempre a las manos habilidosas y a l
quehacer material y espiritual de las mujeres, no obstante su carác­
ter universal en nuestra soc iedad y e l de compañe ro inseparable
del so litario gaucho prim itivo en su deambular por ll anos y cuchi­
llas, o de los troperos , carreros y so ldados de la patr ia en su
igualmente la rgo vivaq uear de pago en pago, o en las sufridas
campañas que , durante casi un siglo, caracterizaron nu es tro deve­
nir histórico .
La realidad socio-económica d e l mate hoy día, se basa e n una
larga e intrincada historia de cuatro siglos, ll ena de confl ictos y de
azarosas marc has y contramarchas, historia que hu nd ió profundas
raíces en la más auténtica cultura regional , dejando también recia
impronta en sus valore s espirituales.
Vamos a empezar, pues, por el principi o y el principio es:
1. LA YERBA MATE .- Que, primero, debe se r p resen tada con
su filiac ión y descripción física .
Así, como en cua lqu ier formulario burocrático, digamo s q u e su
nombre le fue dado en 1823 por el sabio natura li sta francés Augus­
to de Saint Hilaire: "Ilex-Paraguariensis" (y no Paragua iensis como
equivocadamen te a lgunos escriben) o tambi én, como lo cons ignara
el mismo sabio, "I lex mate" . Pertenece esta planta al géne ro Il ex,
fam ilia de las aquifoliáceas, espec ie de las siempre ve rdes (es decir
hojas perennes, o no caducas). Es un árbol bastante parecido al
laurel, de tronco color gris blanquizco de un diámetro normal de
30 a 40 ems. aunque puede alcanzar, en ejemplares muy viejos,
hasta unos 40 a 45 ems . de diámetro. Sus ramas son alternas. De
altura variab le, osc il a promedialmente entre los 4 y los 6 metros ,
aunque en estado salvaje, en ejemplares añosos y sin podas puede
alcanzar hasta 10 ms. y aún más .
La parte que más nos interesa, desde que es con ella que se
hace nuestra bebida nacional, son las hojas . Estas hojas son alter­
nas, oblongas, de base estrecha y borde dentado, bien parecidas a
las del laurel. El borde dentado se ext iende desde la mitad del

215
)
limbo hasta la extrem;dad de la hoja . El tamaño normal promedio
de las hojas varía de 8 a 10 cms . de lalgo por 3 a 4 cms. de ancho. ')
Tiene. nervaduras marcadas y de dibujo bien característico. ')
El fruto del Ilex es una bolita pequeña, que forma racimitos Ilex ma,e :
rama, flor. hoja Y
alargados; cada bolita no tiene más de 6 a 8 milímetros de diá­
fru,o
metro, algo maym por lo tanto que un grano de pimienta. Su color
es verdoso al principio, toma luego un característico y fuerte matiz
rojo-violado , y finalmente se hace violeta oscuro. Es muy parecido ,)
al fruto del "gratego" tan común como planta para setos y )
en nuestros jardines.
)
Su cáscara o piel es una fina cutícula. lisa y brillante, que )
contiene una carne o pulpa gelatinosa en cuyo centro se encuentran l
las semillas. Y hay que ver lo que han dado que hablar estas )
semillas -según veremos más adelante- que son capaces de per­ )
malJecer muchos meses}' aún años e n la ·tierra, sin germinar. De
las cuatro semillas que contiene cada fruto, normalmente sólo una
es capaz d e germinar, aunque a veces se ha logrado hacer germinar
)
hasta dos.
Esta planta es dioiea, es decir q\!e tiene sexos separados en
indi';iduos , l éase flores, distintos . En una palabra, que hay machos
y hembras , aunque esto, naturalmente, nada tenga que ver con las
diabólicas virtudes afrodisíacas que atribuyera a la yerba una espe­ )
cie de Savonarola que andaba por Asunción en tiempos de la )
colonia y que ve remos en el lugar debido para no salimos ahora
del tema.
)
Estas florec itas , que nacen en las axilas de las hOjas en forma La familia vegetal a la que pertenece la yerba mate, abarca una
cantidad de cerca de 280 especies, casi todas ellas del género Ilex. )
arracimada (como vimos lo son los frutos), poseen un cáliz gamosé­
palo regular, con cuatro divisiones y corola formada por cuatro Por ejemplo : Ilex gigantea, Ilex amara, I1ex thezan. La auténtica, )
pétalos blancos . Tiene además cuatro estambres y un ovario libre, la Ilex paraguariensis, por su parte, tiene también numerosas varie­
ca rno~o , cerrado, uniovular; el estilo es nulo y el estigma -como dades, clasificadas por el propio Saint Hilaire, comO obtusifolias )
señalamos- de cuatro divisiones o lóbulos . (de hojas largas y obtusas); acutifolias (de hojas estrechas, agudas y )
en punta); angustifolias (de hojas angostas y comprimidas). Los

yerbateros, por su parte, distinguen (desde tiempo inmemorial), el

La planta del mate nace , desde lejanos tiempos precolombinos , caá-miní (de hoja pequeña) y el caá común, ésta distinguible a su

en zona~ boscosas subtropicales y templadas, de lluvias alternadas vez en caá-blanca, o amarilla, o colorada, colores con que distin­

en todo el año ; en tierras rojas y mesetif0':":des, altas hasta unos 400 guen las tres variedades antes mencionadas, clasificadas por el

IllS. sobre el Ilivel del mar, éon tem~daturas de 17 a 20° centígra­


dos . Tales tierras se sitúan, en nuestra América, entre los 20 y 30 ilustre botánico francés .
grados de latitud sur y en territorios que ibarcan las zonas del Sur
del Chaco (boliviano, paraguayo y argentino), la República del Las mejores tierras para la yerba mate son, como dijimos, las
Paraguay, las \1isiones (hoy Argentina, Paraguay y Bras'il), y en los coloradas, gordas y profundas. Allí las raíces alcanzan un desarrollo

estados de Río Grande del Sur, Santa Catalina. Paraná y Mato en profundidad y volumen, equivalente al árbol en altura y frondo­

Grüsso en Brasil , y' nuestros departamentos de Tacuarembó y sidad. lo que explica la longevidad de estas plantas cuyo período

Treinta y Tres , aunque existen algunas piantas en otros del 110r­ de producción se cree llega fáCilmente a los 150 añoS. .

~ste Ul'llgUCI :; ().

217

216
\'itami C deb ió provocarles disturbios graves (escorbuto, etc.)
COMPOSICION QUIMICA y PROPIEDADES DE LA YERBA como losna q ue sufrieron los marinos en otro.s tiempoS. De todo ello
se ha concluido que era la costumbre de beber mate amargo abun ­
Mf..TE.- Desde ' épocas precolombinas los ind ios guaraníes COno­ dantemente , la que les proporcionaba las cantidades mín imas im­
cían la yerba mate y le atribuían poderes excitantes y tónicos de prescin d ibles de vitam ina e, al par que favorecía la transformación
carácter mágico, q ue jus tifi caban con un origen cuasi-d ivino. De de las proteí nas en azúcares asegu rando la capacidad de asi mi la­
acuerdo a las concl usiones de los científicos franceses Martille t y
Rocne bru ne, la cultura peruana también habría conocido la yerba y ción de los alimentos .

por su parte, la encuesta sobre nutrición realizada en nuestro

sus propiedades desde hace unos mi l años . Se basan en haber


encontrado hojas de yerba en tumbas precolombinas de Ancón, país con la cooperación de técn icos del "Comité Interdepartamen­

cerca de Lima. Hallazgo que también significaría que le atribuían tal de Nutrición de los Estados Unidos" y bajo la dirección del

"Departamento de Nutrición" de la División Higiene del Ministe­

poderes especiales o alimenticios o excitantes, de carácter semi­


rio de Salud Públic¡¡, entre el 8 de marzo y el 27 de abril de 1962,

mágico.
estableció que el efecto estimul ante producido por la yerba mate

Hoy día sabemos perfectamente q ue la infusión de yerba, en ingerida por las personas encuestadas se debía a su contenido

cualquiera de sus formas de mate o como t é (mate cocido y tereré, cafeínico, habiendo quedado en claro como resultado de los análi­

de los p araguayos), es realmente estimulante y tónica. Tanto botá­ sis químicos efectuados en extractos acuOSOS de yerba mate , la

nicos, como higienistas y químicos vienen confirmando desde mu­ presencia concentrada de elementos de elevado tenor nutritivo.

cho atrás estas conclusiones, que incluyen, además , en lugar de


Por otra parte los graves trastornOS gastrointestinales que carac­

destaque, no sólo e l poder excitante del alcaloide (cafeína, llamada


más propiamente mateína), sino también el vitamínico. terizaron a los ejércitos de todo el mundo a través de toda la

historia de las guerras, hasta el descubrimiento de los antibióticos,

El Dr. Doublet, realizó, hace ya muchos años, un estudio fueron desconocidos entre nuestros soldados-gauchos debido a

sobre los efectos fisiológicos ejercidos por el uso del mate, a los que, gracias al mate, prácticamente no consumían aguas crud as,

que clasificó así: generalmen te contaminadas, sino sólo el agua hervida para la infu­
1.0 ) Acción económica. Repone de la fatiga y excita al trabajo y sión .
la actividad. Es por lo tanto un importante dinamóforo.
CULTIVO DE LA YERBA MATE- E l conocimiento del mate
2.°) Acción calorífera y sobre la ci rculación y respiración . Es lo debieron los españoles Y los portugueses a los indígenas (posi ­
un acelerador del ribno cardíaco y elemento que ayuda a disminuir blemente guaraníes), tal como ocurrió con tantas otras plantas ali­
la tensión arterial. Su acción se localiza fundamentalmente sobre el menticias Y seudo-alimenticias de origen americano Y que hoy
gran simpático, sin perturbar, como el café, el funcionamiento representan para la humanidad artículos de primerísima necesidad :
bulbo-medular. No produce insomnio y actúa principalmente sobre
el maíz, la mandioca, la papa, el cacao, etc.
el sistema locomotor.
Tanto los indígenas, que no la cultivaron, como los primeros
3.0) Acción sobre el tubo digestivo. Activa los movim ientos colonos que tuvieron conocimiento de la planta, creían que la
peristálticos del intestino; favorece la evacuación y la micción y yerba mate sólo podía reproducirse espontáneamente y que era
actúa como estimulante de las contracciones del estómago. refractaria al cultivo. Creían que no era suficiente con la humedad
4.°) Acción nutritiva. En resumen tiene dos aspectos: retarda la y la acc ión de los elementos del suelo para provocar su germina­
desasimilación y a la vez contiene elementos resinosos y albumi­ ción y que era necesario que pasase un comienzo de digestión en
noides capaces de ser asimilados. Es un anti-consumidor y un el estómago de un pájaro afecto a comer los frutos del Ilex-\1ate.
dinamógeno. Fueron los Padres Jesuítas, que habían empezado a fines del
Se ha comprobado, que en las largas jornadas que realizaban siglo XVI y comienzOS de l XVII el establecimiento de sus Misio­
las carretas y viajeros en general, quienes hacían el viaje desde nes de catequesis de los indios comarcanos a ambas márgenes del
Lima a Buenos Aires por tierra, no ingerían, comúnmente, otra alto Uruguay, quienes después de ensayos y estudios -que inclu­
cosa que mate y carne asada o hervida. Lo mismo ocurrió luego yeron la reproducción por medio de injertos Y sometiendo las
durante nuestras guerras por la independencia y las guerras civiles, semillas a la acción del agua calentada o a diferentes temperatu­
y en las campañas del desierto contra los indios pdmpas en la ras- obtuvieron almácigos y plantaciones como de cualquier otra
Argentina. No incluía, pues semejante dieta, ni hidratos de carbo­ planta cuya reproducción se controla. La mejor forma de asegurarse
110, ni cítricos, ni verduras frescas , por lo cual la ausencia total de
219

218
la germinación de las semillas parece ser recoger los frutos frescos
bien maduros (color violado oscuro) y macerarlos en agua fría, colar techo a dos aguas y abierto en su perímetro; dentro , y sobre un )
los ollejos y luego sembrarlas al voleo (entre marzo y abril). La emparrillado de canas o tientos, se coloca la pila de yerba forman­
do bó\cda por medio de una cañería. En el "carijó" el fuego estcí
)
recolección comienza entre los 4 y 5 años de edad de la planta,
cuando ésta ha alcanzado una altura media de unos 2 metros corno directamente debajo del depÓSito . )
máximo . La cosecha consiste en quitar a los árboles sus ramas para La yerba tipo Paraná, predilecta de los uruguayos, es amari­ )
aprovechar las hOjas y los ramúnculos .
llenta, sin palo, dulce y flojona y con bajo porcentaje de extracto
acuosO.
)
La llamada yerba mate está en realidad formada únicamente
por las hOjas, las ramitas tiernas y los pecíolos y pedúriculos del _ La paraguaya (y la misionera) es de color verde oscuro, amarga )
árbol, parcialmente deshidratados y triturados o molidos . Cuando fuerte y su extracto acuoso anda por el 30%. )
sobre la cantidad de hoja molida predominan los pecíolos y rami­
tas, se dice que es yerba Con "palo", tipo preferido en Río Grande El canchado propiamente, que es la siguiente operación, con­
sistía ,\lltiguamente, en colocar la yerba formando una delgada capa
)
del Sur. Nuestros materos, en cambio, prefieren la mayor abundan­
cia de hOja molida. sobre lonas o arpilleras . Allí era golpeada con palos y machetones )

de madera hasta transformarla en pequeños fragmentos y polvo.

Antes de ser comerciable y llegar al consumidor, la yerba mate )


Hoy día, la operación se hace en una pequeña era cercada y por
es sometida a dos ciclos o fases de preparación, llamados respec­ medio de una gran pieza tronco-cónica con dientes (de madera o )
tivamente : canchado o canchamiento y elaboración. El primer ciclo de hierro) , la que gira sobre un eje, como una noria, tirada por un
o canchado, está integrado por las siguientes operaciones : corte, caballo o una mula. )
chamL\scado (el pasaje de las ramas por un fu e go hecho por el reco­
La yerba luego se coloca en amplios depó~itos (nnques) c1p )
iector antes de preparar el fardo); secado (o tostado); machacado
(canchado propiamente) y cernimiento. La primera operación lla­ madera o de material , bien aereados, donde debe e,,'itarse la
)
mada chamuscada o sapecado, se efectúa hoy con criterio indus­ humedad , pues allí, realmente termina su secado y adquiereia
"madurac ión" que le da calidad. )
trial y tiene por objeto hacer que las hOjas pierdan rápidamente su
e:\c e so de humedad y fijar la clorofila. Con ello las hOjas adquieren El ciclo de elaboración, que e s la segunda fase, se efectúa en )
un aroma característico y también un agradahle y parejo color mode rnos molinos yerbateros y es un auténtic0 proceso de indus­
verde-amarillento. )
trial izac ión.
Sapeca proviene del guaraní: Zá, ojos y mbecá, abrir. Literal­
HISTORIA DE LA YERBA.- Un azaroso camino recorrió el )
mente abrir los ojos, es decir, romper los vasos de la savia y favo­
mate en el período histórico o post-colombino, durante cuatro lar­ )
recer la deshidratación. La operación, que consiste en la perma­
gos y agitados siglos . Arduo camino signado, fundamentalmente,
nencia de las hOjas al aire calentado a 250 0 durante unos 30 segun­
por las opiniones tendenciosas de panegiristas y detractores, quie­
dos, se realiza en una especie de tostadorgrancÍe de forma cilíndri­
nes lo calificaron, alternativamente, de infusión mágica y llena de
ca hecho COn tela metálica y que gira lentamente en plano inclina­
)
virtudes o de vicio abominable y sucio .
do sobre el fuego. Las hOjas se vierten por un extremo del cilindro
)
Y se recogen por el otro, y así, corno salen, humeantes, se las lleva

Soportó el mate desde principios de la conquista terribles ana­


a un galpón donde se estiban sobre arpilleras O lonas para favore­
temas, propios de la más severa Inquisición, y aunque rehabilitado )
cer aún más la deshidratación. Felizmente, se va suprimiendo de los
por largos períodos. no faltan, aún hoy día, quienes sostienen que
su consumu habitual es factor muy a tener en cuenta para com­
)
yerbat:1les el transporte por el "raído"; red de tientos para una

carga de unas 10 arrobas y que una vez formado el fardo el peón


prender esa "mentalidad criolla" que sirve a los simplistas para )

sujeta desde su frente por una correa. explicar, tergiversando la razón de la sinrazón de nuestro subdesa­

rrollo, nuestra escasa productividad, nuestra aptitud para jubilar­ )

nos ... , etc.


)
El secado o torrefacción de ra yerba se realiza por dos clásicos
procedimientos, poco diferentes en realidad, uno del arra. El "Ca­ Cuando Gaboto bautizó a nuestro gran río padre. con el nom­
)
rijó", utilizado en Brasil (Paraná) y la "Barbacuá" (o barbacoa) en hre que quedaría para la historia por siempre como '.-akdero, lo
Paraguay y Misiones (Argentina). hizo creyendo a pie juntillas que, navegando las aguas de aquellos )
sus poderosos afluentes hacia sus fuentes , encontraría en el seno
En la barbacuá el calor se trasmite al depósito por medio de }
de las lejanas selvas el famoso "El Dorado", la tierra de la plata.
una cañería. El depósito es una especie de e mpalizada alta con
Las riquezas en precioso metal que, regresadas aguas abajo por el )

220 -)
221 )
dició ll de que casaran con algun a de sus h ijas, qu e al parecer
comercio, co nvertir ían al caudaloso sistema en un argéntico torren_ fueron tll uchas. De este moJo lograba : a) acen tuar su pode r, co n­
te q ue haría de estas ti erras las más privilegiadas y ricas de España \'irti e nd o a s us enem igos en yernos; b) casar bien a sus hijas com o
en América . Se equivocó. .\ns sob remanera todo buen padre ; c) casa rlas con hidalgos lo que
ia
extendía sobre la sangre mes tiza de ellas una especie de salvoco n­
No obstante, en las regione.s donde se van formando los gran­
des ríos d e l sistema p latense -al oriente de los Andes, al septen­ ducto futuro, hacien d o más sólidas las alianzas co n los caciques
tri ón d el Atlántico, entre los 20° y 30° de latitud sur- la madre .l!Jut:'lo, () p rimos ele las clesposael,\s gen ti les .
natura leza escondía una riqueza que si no de reflejOS de plata hubo A esta sociedad, en particular a su jefe, es gene ralmente acep­
de teñ ir de verdor esperanzado las aguas abajo, en un comercio tildo que se debe la difus ión del mate en las colonias españolas, así
que brindó grandes riquezas y también produjo enormes tragedias. co mO suS primeros intentos de explotación, elaboración y comercio .
La fiebre del oro verde fue casi tan nefasta como la del amarillo. Esto na con tradice lo afirmado por Martill et y Rocheb rune respec­
to al conocim iento de la yerba por parte de los indios peruanos ,
Todo comenzó con la fundac ión de Nuestra Señora de la Asun­
puesto que e l tiempo tran scu rrido pudo Il e\'arlos a aban don ar su
ción, originada en el fracaso de San ta María de los Buenos Aires .
uso, sustituido por la más exci tante coca. En todo casO no trasm i­
El proceso co loniza d or en e l Plata se in icia cuando Pedro de
\>1endoza funda en 1534 Bue nos Aires, destruída, luego de un tieron a los conquistadores del Perú el manejo de la yerba mate.
Po r el contrario, cuando Irala inició en 1554 una expedición al

largo asedio, por los indios querandíes y sus aliados. Los maltre­
Este, a las tierras de l Guairá _actualmente estado brasileña de

chos restos de la exped ición se dividen: unos zarpan de regreso a


España llevando al Adelantado moribundo; el resto, al mando de Paranú-, con el fin de ampliar los dominios de la Corona Española,

que eran a la vez sus propios d ominios, aprendió de los ind ígenas

Ayolas, remonta los ríos Paraná y Paraguay en pequeñas embarca­


c iones y aún en balsas. Con el último, heroico y desesperado im­ el uso de la yerba mate .
pulso de que disponen, fundan en un lugar donde los indios En tierras del Guairá fueron recibidos sus oficiales con extre­
loca les, los guaraníes, les resultan amistosos y la alimentación madas muestras de afecto y simpatía como nunca antes habían
abundante, e l pueb lo de la Asunción. F ue esta la única prueba logrado, por parte de los miles de guaraníes que allí pob laban .
valedera y constante que en materia de conquista alcanzó España Llamó la atención de los españo les la buena talla , vigor físico y
exce lente es tado de sa lud de los indi os, su buen carácter \" S ll
nahlra l alegría. E l sec reto de tantas buenas cualidades, segú~ los
en esta zona de l Continen te . Yeso debido sobre todo a la capaci­
dad, tozudez, va lor y a las dotes guerreras, diplomáticas y hasta
sexuales, de un vasco tremendo: Domingo Martínez de Irala. A la guaraníes, radicaba en que bebían en calabazas naturales, por me­
muerte de Ayolas en una expedición contra los indios, enemigos dios de canutos de caña, una infusión de hojas prove nientes de un
de sus aliados comarcanos, es Irala quien toma el mando y em­ ,ú'bo l. CCltÍ . 1,1s que a "eces simp lemente mC\st icaban. Seglll1 e ll os su
prende la colonización . clios. TupiÍ. había concedido ese ¡írbol como don de salud \" \i go r a
los antiguos Payés (hechiceros ) de la tribu . Enterados de tantas
La integración, tanto racial como cultural,. constituye el recio virtudes y de su mágico origen, probaron los españoles la infusión,
basamento de la vigorosa nacionalidad paraguaya y probablemente caá-i y com probaron con regocijo los e fectos positivos que ten ia
tiene sus verdaderos orígenes en aquel llamado "paraíso de Maho­ sobre sus organismos, agotados por las forzadas marchas a travé s de
ma" que el tenaz vasco !rala inaugura en Asunción con sus múlti­ la selva. El efecto de aquella "hierba", que por tal y no por hoj a de
ples bodas con las hijas de los caciques guaraníes . Según cuenta árbol la tomaron al principio, los impulsó a llevar de regreso a
nuestro primer cronista rioplatense, el soldado y aventurero alto­ Asunción buena cantidad de hojas tostadas (sapecadas) . De este
alemán Ulrico Schmidel, así empezó todo: "y regalaron a nuestro modo, y entre la soldadesca, los mestizos, criollos pobres e indiada
capitán ... seis muchachitas, la mayor como de 18 años de edad... y comenzó el consumo de la "hierba de TupA" cuya estimación fue
regalaron a cada hombre de guerra dos mujeres para que cuidaran
de nosotros, cocinaran, lavaran y atendieran a todo cuanto más nos creciendo sin cesar.
hiciera falta". El incremento del consumo queda señalado por una carta del
P . Mariano Lorenzanas dirigida al Rey en 1600, donde señala, alar­
Así se inició el largo y personalista gobierno de Irala, al que mado, que en Asunción se había llegado a la utilización de 345
no contribuyeron poco los frutos, literales y figurados de sus bodas . kilogramos por persona Y por año, lo que hace casi un kilogramo
Cada vez que un grupo de oficiales jóvenes organizaba un motín por día. Aconsejaba que como acto de buen gobierno destinado a
para sacarlo del poder, su bien montado sistema de espionaje le prevenir males mayores irreparables, se tomaran medidas para
permitía averiguarlo de antemano, apresando a los culpables y combatir un abuso de tal naturaleza. Fueron inúti le s las medidas
condenándolos a muerte . Posteriormente los indultaba con la con­

223
222
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~í l- ¡>; / O

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Y- "'v¡:-.
co,=rciti\'as, órdenes y reales disposiciones de los gobiernos para
detener un vicio que comenzó a extenderse a las comarcas vecinas La reacción no se hizo esperar. Sobre el filo de los s !O XVI f\ '\
y demás ciudades del Virreinato del Perú. v XVII llegó a Asunción el enviado especial del Rey !i egit.HonNll
don Francisco de Alfara, encargado de comprobar si er ~ o el
Sólo faltaba esto a AsunciólI . Ya se la consideraba buen mode­ calamitoso estado de cosas en la colonia asunceña del q ~:
lo de las "virtudes" que Cervantes atribuyera, en genera!, a I~ llegado noticias a la metrópoli. Su presencia consiguió re
)
Indias: "refugio y amparo de los desesperados, iglesia de los alzados : algo el consumo de yerba mate y especialmente se atenu~,
salvoconducto de Jos homicidas, añagaza de mujeres libres". Pari demasiado, la explotación del indio en los yerbatales. Quien real­
completar este cuadro, sus habitantes se dedicaban ahora a cons~_~ mente inició la verdadera lucha contra lo que entendía como un
mir en grandes dosis un brebaje demoníaco, hecho con una hierba' comercio perjudicial, fue el famoso gobernador Hernandarias, el )
diabólica que el propio Lucifer (Tupá) había entregado a los hech mismo que introdujo vacunos y otros ganados menores en nuestro
ceros guaraníes. Aquí entró a tallar la Iglesia, imponiendo su mil territorio. )
severa pena a los consumidores de yerba: la excomuniÓn. Conside-'
rancio el origen de la infusión y del úrbol c(JlÍ, don de UI) dios Volvía Hernando Arias de Saavedra de una inspección a la
,
pagano a sus brujos, así como sus cualidades estimulantes, los región yerbatera de Maracajú, en el tiempo de su primer gobierno .
)
religiosos franciscanos de Asunción anatemizaron la h;erba, la cali­ Venía impresionado y amargado . Había visto los indios esclaviza­

ficaron de cosa del demonio y la prohibieron. dos, consumidos por las fiebres, los castigos corporales y el esfuer·

w desproporcionado del trabajo) sin compensación adecuada de

alimentación y descanso. Los había visto morir por decenas. Des­

El resultado del anatema fue desastroso. Después de corto cubre entonces, sobre la borda del barco que lo conducía de vuelta )

tiempo hubo que revocar la condena ante el peligro de que la a Buenos Aires (ciudad que Juan de Garay había vuelto a fundar

Iglesia quedara sin fieles, especialmente entre las clases humildes en 1580) unos sacos o bolsas ae yerba traídas desde Maracajú por )
que hicieron oídos sordos y siguieron, impávidamente, sorbiendo los indios remeros de su embdrcación, aficionados como otros tan­
la infusión. Fue menor el problema entre la gente principal. No tos a su consumo o deseosos de comerciarlos en Buenos Aires.
porque dejaran de beber mate, sino porque obtenían la dispensa
autori zada por la Iglesia: la tomaban por prescripción médica. No bien desembarcado en la joven ciudad, Hernandarias otde­
nó que las bolsas de yerba fueran quemadas públicamente en la )
Entre los argumentos de esta primera gran campaña contra el plaza. La yerba para él era la culpabie de la destrucción y muerte
mate, merece recordarse el utilizado por un fraile domínico que lo de los indios guaraníes en las lejanas selvas. Desde entonces fue el
acusó de afrodisíaco, y por lo tanto contrario a los principios de más tenaz perseguidor de la explotación y por ende del consumo
continencia cristiana. No previó que, dado el clima moral reinante del mate. Pero Hernandarias no pudo cambiar en este asunto el
en Asunción, sus palabras podían tener un efecto contrario: aumen­ curso de la historia, como tampoco pudo hacerlo con referencia a
tó el consumo de yerba mate y el buen fraile quedó como autor de los jóvenes "vagos y malentretenidos" de las campiñas de Santa
la primera "campaña de expectativa" en el cOntinente. Fé, o sea los primeros gauchos, a los que intentó poner "de SlI
mano al trabajo".
Pero sería iustamente el desorbitado aumento del consumo el
En 1617, cuando ya la infusión de yerba mate tenía consumi­ ")
mayor enemigo del mate. Provocó una verdadera fiebre de explota­
dores en casi todas las grandes ciudades del Virreinato del Perú,
ción ~'I) los yerbatales naturales. Los indios sometidos a encomienda
Hemandarias, que estaba en su segundo gobierno, publicitó "los
)
por el régimen español impuesto por Irala, fueron explotados por los
grandes inconvenientes que hay en beberla y el uso de tomarla, el )
"encomenderos" en muy diversos tipos de actividad, pero no hubo cual ha cundido hasta el Perú, porque en esta provincia y la de
ninguna, en la zona, más brutal que la extracción de yerba mate. A Tucumán es muy general este vicio; por demás de ser 's in provecho
golpe de machete se abrieron nuevos caminos hacia el corazÓn de y que consumen y gastan sus haciendas en comprarla, hace a los
los antiguos yerbatales en el Guairá, ~aracajú, Iraí y Alto Uruguay, hombres viciosos, haraganes y abominables". Pocos años antes
caminos que se regaron de sudor y sangre y se consolidaron con había merecido juicio semejante de su colega el gobernador Marín
osamentas de indios. Los indígenas, esclavizados en condiciones Negrón, quien estimaba "vicio abominable y sucio, que es tomar )
infrahumanas, fueron los extractores y portadores, con el uso del algunas veces en el día la yerba con gran .::antidad de agua ca­

"raído". de los fardos de yerba. En contraposición, el suplicio y liente". )

muerte de los indios acarreaba el enriquecimiento descomllm~1 de


los "encollle n deros" y ASlllTfión crecía en población e importancia. En esta época sin err.bargo, aunque así atacado, el mate vence )
las resistencias clasistas 'l lugareflas y pasa a ser bebida predilecta,
)
224
225
)
no sólo de las clases hum il d es, sino de las super iores: las distin_
ca rn e \' acuna que el in dio por entonces ya apreciaba mucho, y la
guidas y aus teras matronas, los emp ingorotados fu ncionarios, los
linajudos hijosdalgos, comi enzan a beberl o en sus sa lones, tanto los "erba mate .
de la mes tiza Asunción o la pobreton a Bue nos Aires de e nto nces Para d ispone r de abundancia de carne, los jesu itas cump lieron
1;
C 0l110 en los aristocrúticos de San ti ago y en los arch i- Iujos os de
Li ma de los Virreyes . ¿Como oc urr i(í?
!Ina tarea pac iente, ll evando hatos de ganado hacia el sur, metién ­
dose en nu estro territorio hasta el río Negro y el Yí y convirtién­
do lo en u na inme nsa esta nc ia o pradera de cría y engorde de sus
Según el folklorista bras ileño Barbosa Lessa, a poco de la
ganados . Con la yerba mate el problema era más fúc il y a la vez
muerte de Hernandarias, un teniente general de Asunción y el
más difíc il.
gobernador del Obispado del Paraguay, "rompiendo todos los prel
ju icios, se entregaron desembozadamente al uso de la yerba mate"; Quitarle el vic io a los indios parecía imposible y modo seguro
y prec isa: "hasta entonces la be b ida gua raní hab ía conqu istado de insp irarles an imosidades . Se optó por la solución de "cristianar"
únicamente la repu lsa de la aristocracia colonia l; pero con aquel el uso del mate, a imagen de lo que se hacía con los propios indí­
acto se ab rieron los palacios y las iglesias para recibir los benefi­ genas , y aquella bebida que fuera considerada pagana y hasta
c ios de la beb ida de Tupá". Para tal interpretación se apoya Barbosa diabólica pasó a ser otorgada a los indios no por T upá sino por
Lessa en las palabras del padre Lozano en su Conquista del Río de Dios, el Dios de los cristianos, desde luego, Segú n otra var i¡.mte,
la P lata : "y todo el pueblo fuese detrás de ellos: propagóse en por Santo Tomás -San Tomé- cuya existencia fue prolongada en
pocos años el uso y abuso de la hierba de modo que só lo en la algunos siglos, a qu ien se hizo viajar a través de los mares, para
ciudad de Asunción se consumieron entre 14 y 15 mil arrobas en el concederle a los indios el beneficio de la yerba. l •
año de 1620".
Como ya fueta señalado, los jesuitas no se limitaron a explotar
Nosotros creemos que fue el interés económ ico de los minis­ los yerba les naturales' de l Alto Uruguay. Luego de varios ensayos
tros de- la Iglesia en la explotación de los yerba tales del Alto lograron hacer germinar las semillas y comenzaron e l cu ltivo de los
Paraguay, e l q ue provocó ese cambio de actitud respecto al consu­ ,¡rbo les de yerba en gran d es plantaciones , Al mismo tiempo fueron
mo de la yerba mate en los grupos o clases superiores de las los jesuitas \'erdaderos pioneros del tratamiento y comercialización
poblaciones colon iaies. La fundación de las M isiones Orientales de de la yerba mate logrando grandes be neficios materia les y consi­
Uruguay por parte de sacerdotes jesuítas camb ió, en muchos aspec­ guientemente prestigio y valor estratég ico en el j uego de los inte­
tos, el panorama social, politico y económico de las colonias espa­ re ses de las dos potencias co loniales : España y Portugal.
ñolas y portuguesas: entre estos cambios está el relativo a la explo­
tación, comercio y consumo de la yerba mate. Era pre\'isible, por lo tanto, que los jesu itas, a diferencia de los
anteriores representantes de la Iglesia, abandonaran la idea de ana­
La acción política de las Mis iones, fundadas en el momento de temizar e l consumo de yerba mate . Por e l contrario, se transfor­
fusión de ambas coronas -española y portuguesa- bajo el mona r­ maron en sus exa ltados propagandistas . El monopol io prú<.:t icamen­
ca español, no se hizo espectacular hasta que, separados ambos te total del C"omercio de la yerba y su poder terrena l cada vez
reinos otra vez en el último tercio del siglo XVII, aquéllas se mayor, les \'alieron acuerdos favorab les y concesiones excepciona­
presentaron como un tercer estado, una república independiente les de los goberlladores de Buenos Aires. Sobre la yerba mate se
enclavada entre las tierras de los dos monarcas . A lo largo de un basó buena parte del poder temporal de las :-'Iisiones; y sobre el
siglo habían llevado a cabo la fundación de distintos estableci­ poder de las \Iisiones, particularmente en su aspecto espiritual, se
mientos misionales: San Francisco de Borja, San Nicolás, San Mi­ basó el creciente consumo de yerba mate en la zona austral de l
guel, San Luis Gonzaga, San Lorenzo, etc. La atracción del nativo Continente ,
se obtenía en estos pueblos, demostrándole cabalmente que no se Creemos que la primera mención escrita referente al mate y su
aplicarían contra él ninguno de los arbitrarios procedimientos de Consumo está en la indicada obra del padre Lozano, citando a
justicia que eran propios de las tribus, y muchos menos la crueldad Diego de Zeballos en su "Tratado del recto uso de la yerba del
brutal y despiadada de la soldadesca conquistadora o de los odia­ Paraguay", Lima 1667. Se irá mencionando cada vez más el tema
dos encomenderos . Luego, para lograr que el indio se acostumbra­ en las Cartas Annuas de los padres jesuitas. Fue precisamente un
ra a vivir en la Misión, se le concedía seguridad y comodidad, otor­ jesuita educado en Córdoba, el presbítero Francisco José Sánchez.
gándole un mínimo de bienes materiales indispensables : casa, or­ ( 1) Apo<ler.indose . si del Pa i ZUIll ~ 'indi¡¡ena. 1" le"ellda d el dio, 1> 1.lI1t'O , l.ey,,"d. en la q\le
den social (aunque siempre dentro de una pirámide comandada alg unos :\ ntro p/)Io~os hílll creido ver e l re' (:uerdo de 1.1 prt."senc.:i.\ J(O mhlonero..¡ \' lkln~O'i t;'U tlcrra ,
p., r" Ku.\ ~ ,1 ) en ~ P(><: .l precolomb in.\. a In r¡u e \ endri.\ c\ d.n r:lz6 11 .dJ.lllno." re d t' nt t" h.dl.l z ~n . . ,IUJ" t'O'
por el Padre), y relativa abundsncia de alimentos, en particular la
Il\l(it"" , (:-; , de l Antnr) ,

226
227
:>
Labrador, el primero que a nuestro,JulCIO se ocupó del aspecto ca sobre la conquista española en estas regiones. Al describir el )
científico de la elaboración de la yerba mate. En un trabajo efeC: Consejo convocado por el cacique Ibitupuá, en ocasión de consi­

tuado en 1774, después de referirse a los distintos tipos de yerba. derar el levantamiento de Diego de Mendoza contra el Virrey del )

alude a quienes afirman que los jesuitas imponían secreto acerca Perú y las propuestas de aquél, refiere que dicho consejo se cele­
)
del tratamiento de la yerba, y dice: "De los españoles aprendieron! bró con grandes libaciones de chicha:
los misioneros a beneficiarla. Buen secreto, por cierto, cosa sabida' "Las tazas andan tales y los mates

en toda una provincia y entablada en ella antes de que llegasen al que el acuerdo se vuelve en vocería"l )

Paraguay los jesuitas . Los españoles aprendieron de los indios gua­


raníes, que usaban de esta bebida; cOnque españoles e indios' Poro y Porongo, son, también, castel1anizaciones de los voca­ )
pondrán cuidado en ocultar la forma de las hojas, cuando los ár~_ blos quechuas puru y . ptlrungu, que se refieren en general a la
calabaza y el segundo en particular a la de dimensio~1es mayores. )
boles están todos patentes. Lo que los jesuitas hicieron fue domes:
ticar los árboles de la hierba, formando cerca de las reducciones Si esa útil y antigua auxiliar del historiador que es la semánti­ )
plantíos hermosos, para alivio de sus neófitos y así evitar los viajes ca, noS condujo a los dominios del Inca, más amplio será el pano­
)
de centenares de legu:J.s que hacían yéndola a buscar a los bosques rama que descubrimos con la ayuda de la arqt~(;()log ía: Y la etno­

" -, logía. Empecemos por aclarar que las famosas calabazas no son

Es casi innecesario que señalemos la Importancia que tuvo su más que los frutos secos y despojados de las semillas , de la " lage­

naria vulgJ.ris·' o "calahacera". Ei estudio de los orígenes de esta


)
consumo en nuestro país, tanto en el medio nUd.1 como en el
urbano, desde los comienzos de la época colonial hasta los albores planta en nuestro Continente resulta tan importante para las inves­ )

de la nacionalidad y posteriormente en la Independencia. No exis­ tigac:on ;c: s de :uq:.leólogos Y etnólogos resp :::ctc (! las 11l <l" ·.'.ntigua~

culturas costeras del Pacífico sudamericano , que se ha I;egado el )

te inventario de pulpería, almacén o "boliche" de extra o intra­


muros, en el cual no figure como mercadería de primera importan­ considerar como prueba de cultura oc eánica en la Am e:rica del Sur.
)
cia por su volumen, los sacos o barricas de yerba mate. Don Diego En las antiguas culturas preincaicas , costeras , d el Pacífico Su­

Cardoso, maestro director de obras de la Ciudadela r el Fuerte de dam e ricano, se utilizaron las calabazas de la "lcl'~E'nari;t" pJ.ra ma­

Montevideo en calidad de jefe ingeniero, hombre de carác:.ter difí­ ndacturar diversos objetos, de uso dom éstico \ funerario, se6 ún

cil que vivió en perpetua disputa con el primer gobernador, Viana, prueban los hallazgl)~ realizados en Paran.s y en los cementerios

destaca la frugalidad de los primeros gauchos que andaban va­ de los primitivos pescadores de la zona de Arica. También se han )
gueando por nuestros campos. Los define certamente como "hom­ encontrado numerosas calabazas o "mates" e n enterraderos Y anti­ )
bres cimarrones que andan por estas campañas tras de las chinas, guas viviendas del período prehispánico en di\'ersas zonas del
vacas y caballos" y los reclama para peones de sus obras en lugar noroeste argentino: Jujuy, Salta, San Juan, Puno, etc. )
de los indios tapes que le habían enviado de las Misiones. Pide Concretando, desde remotos estados culturales, incluso ante­ )
que pongan bajo su mando algunos de "tantos vagabundos como
riures a la labor de los metales (cobre, plata. oro', las culturas abo­
andan por estas campañas y que son estos malentretenidos gentes
rígenes de las áreas costeras del noroeste y el oeste de nuestro
(que) trabajan lo mismo pagándoles que dejándoles de pagar por el
continente utilizaron las cortezas secas de los fruto s de la calaba­ )
poco aprecio que hacen de la plata, pues en teniendo su yerba
cera para los mús div e rsos usos. Nuestro Zum Felde llamó en
para el mate trabajardn". )
acertada s íntesis, a nu e stro siglo XVIII, la Edad del Cuero de
nuestra cultura, por las múltiples aplicaciones qu e se daba a est: )
3. EL MATE Y LA BOMBILLA.- Si la historia de la yerba ha material en la "ida JOl11l'stica, social y económica ele la coloni,\.
sido larga y plena de azares, no menos lo han sido la del reci­ Bien podríamos señalar, recordándolo, que en las regiones co~teras
)
piente para tomar la infusión,-que conocemos genéricamente y centrales del noroeste y el oeste de la América \leridional, hubo
como el "mate"-, y la del canuto para sorberla o "bombilla", Si el )
un período o cultura del "mate" o la calabaza. Se hicieron con

conocimiento de aquélla por parte de los indígenas de ' nuestra ellos: vasos, recipientes para coca, sonajeros para las "guagtla:>", )
América nos ha llevado, a través de los siglos, a épocas precolom­ fuentes, flotadores de navegación, urnas funera rias, cucharas , etc.

binas, más lejos todavía, en el tiempo y en el espacio, nos ha de


llevar el estudio del famoso recipiente. Sus formas, suaves, rotundas y llenas, y el entre opacado y

brillante (mate, precisamente) de su tersa epidemlÍs , fuef0n, sin

Su nombre, "mate" es castellanización del vocablo quechua


mati que significa, literalmente, vaso. Ese sentido le da Del Barco
(1) Amaro Villanu ev, . El ~t,le . Arte de cehar. B• . As . 1960.
Centenera en su inmortal poema La Argentina, primer poerria épi­

229
.~2·';¡
Mate
porongo
d u da, e l modelo ancestra l de la primitiva cerámica de esos Pue­ burilado
b los . Así lo destacó el Prof. Jul io C. Te ll o, verdadero precursor en
la invest igación arqueológ ica y fol klórica del noroeste, cuando se­
ña la que la ce rámica de l área de Huaylas toma sus formas , motivos
decorativos y técnicas, de los dis tin tos tipos de lagenarias y los
modos d e d ecorarlas . Dice concretamente: "Considero q ue en es­
tas vas ijas y e n otras de sus derivadas la superficie se halla decora­
da CO I1 téc n ica negativa, en manc has aisladas o e n bandas, como si
sus autores imitaran la decoración pirograbada o pirocarbonizada
de la lagenaria, técnica que parece existir desde la más remota
antigüedad" . Por su parte, Alfred Metraux, ha realizado interesantí_
s imos estudios comparados sobre las técn icas de decoración de las
lagenarias, particularmente en los Ch iri guanos (del Chaco) y las
culturas andinas .

Gracias a ellos se puede afirmar que las técnicas de la decora­


ción de la corteza de los "mates", en pirograbados, negativos,
burilados, pictograbados, teñidos y espec ialmente el pirocarboni­
zado, son independ ientes y por lo tanto cas i seguramente anterio­
res a la cultura de los metales.

En la zona del Pacífico y en h~janísimos tiempos precolombi­


nos, el decorado de los "mates" fue arte en el cual llegaron a bellí­ Sea que haya sido anterior o posterior a la conquista, o como
simas expres iones los artesanos indígenas del Perú. Dentro de esta nosotros creemos, que se haya rei terado en ambos períodos, el
artesanía, la máxima expresión la tuvi eron las rituales "poncheras" encuentro de las d9 s grandes corrientes culturales, la incaica Y la
para la dorada chicha, en cuyo seno flotaba el vasillo para las guaranítica, unió para siempre dos elementos que parecían aguar­
libaciones ll amado "el cojudito". Este vaso 110 era, muchas veces, dar desde el fondo de los tiempos el instante de maridarse: la
más grande que un dedal. no obstante, ambos, ponchera y vasillo, calabaza, "mate" y la "yerba"; la corteza del fruto seco de la "la­
se coloreaban y grababan con los más bellos motivos. Y, a los genaria vulgaris" con la infusión de las hojas machacadas y tosta­
coloridos y nacarados y tornasolados, a los escu lpidos y burilados, das del "ilex paraguariensis" . Así recibieron los "mates" la heren­
sutiles y afiligranados, se un ieron las chapas de áureo y argénteo cia de aquella estupenda artesanía peruana: el pirograbado, el buri­
metal, también primorosamente labradas, y las incrustaciones de lado, la aplicación de ornamentos de metal precioso Y de las no
piedras de color. Además de guardas y formas geométricas más o menos bellas aI1es popu lares guaraníticas con sus elaborados vivos
menos puras, se hicieron frecuentes las decoraciones zoomorfas y y la vieja tradición paraguayJ3. de atar con fibras vegetales a los
antropomorfas. "mates", en e l período de maduración del fruto, imprimiéndol es
así hermosas y vistosas deformaciones lobulares. Parecida técnica
la empleaban con los pedúnculos o cabitos a los que convertían en
Los indios del área de la "yerba mate" al parecer conocieron preciosas asas naturales de las más variadas y graciosas formas .
la "lagenaria" desde tiempos precolombinos. El Padre Sánchez La­
brador, que tan interesantes detalles nos dejara sobre la "yerba", También de influencia paraguaya son los esterillados o tejidos
también nos habla de los "mates" ("Paraguay Natural"), a los que con fibras vegetales, sustituídos en el área platense con tientos
los guaraníes llamaban "caiguá"; literalmente, "recipiente para (finos hilos de cuero crudo) que cubren parte o la total idad de la
beber Caá" (la yerba). Dice: "Los indios Mbayos conservan el calabaza. A estas viejas técnicas de decoración de origen indoame­
tabaco para fumar en unos poronguitos o calabacitas muy donosos ricano se han de ir sumando, al correr los tiempos, nuevos modos,
que pintan y aforran con una redecilla de varios colores. Los indios motivos, materiales Y diseñoS aportados por los europeos o produc­
guaraníes y otras gentes dibujan bellamente las calabazas que lla­ tos de los procesos de endoculturación iberoamerindioS en las
man "caiguá" o mates en que se bebe la infusión de la hierba del regiones del Plata.
Paraguay, o té del Sud."
231
230
)

Antiguamente sólo se empleaban guardas y guirnaldas, algunas )


Ma l"
dedicatorias amorosas, unas iniciales, dos corazonES entrelazados.
( on .C"

Lu ego se desarrollaron los temas nativistas en un arte ingenuo Y


)
na exento de atractivos: una doma, una yerra, dos criollos matean­ )
do en el fogón y otros muchos, que incluyen, naturalmente, el
rancho y el ombú, o aun escenas Y divisas de contenido patriótico­ )
político, con vivas y mueras. Incluso hemos visto la reproducción )
completa, en una superficie extremadamente pequeña, del enonne
cuadro-mural de Blanes. "El Juramento de los Treinta y Tres" . )
'. )
Esto explica, clara y abundantemente, la reiterada presencia de

elementos decorativos zoomorfos y fitomorfos tales como: serpien­


)
tes , loros , g;:¡llos , palomas, pavos, avestru ces, leoncitos, etc . Tanto
)
en pequeños elementos decorativos, como abarcando la totalidad

del rec ipiente Y transformándolo bastante. A ve ces son simples


)
aplicaciones; otras abarcan el material íntegro que constituye el
)
"mate'. )
.\I.ltl" Jll hu l.,J lI
)
cn n .l)J ~ pJ'.J~'< "J\
;: \.?e, \ \ y
)
)
)
Ya lo s jes uítas que intentaron transfonnar la VIej a costumbre
indígena de tomar mate y sustifuir los "caiguá" guaraníes por ver­ )
dadera s " tazas " , para beberlo como té, iniciaron a los artesanos
indios -como lo hicieron en el arte religioso y en la música )
instrumental europea- en la fabricación de recipientes de "coco­ )
bolo" al modo afro-asiático, que ellos conocían bien por sus otros
establecimient()s misionales anteriores a los americanos. Simultá­ MJ. (t:' JI,,'
)
neament e las de coraciones fueron influídas por los modelos mozá­ ¡:" llel"
)
plro.,:rdb..lJD
rabes cuandv se aplicaban a sll~~ancias de dureza similar al marfil
M ... J.
ü las maderas duras, siendo asimismo trabajados a la gubia. p.J l .Jrlf fJ
)
)
Pero en el área platense, del mismo modo qlle la cultura
vacuna sustituyé> las fibras vegetales por tiras de c uero cDldo (tien­ )
tos) para estcrillar la "gu;;¡mp¡¡", que fue el material predilecto
)
para múltiples 'tareas artesanales, sustituyé> ::.. la madera o al "coco­
bolo" e n la confección de labrados rr :.;(es. Como a s us antecesores )
de "Iagenaria", se les coloreó muy hennosamente. No sólo los
materi a le s varian; también los motivos o gustos en la decoración. )
Los intrincados motivos geométricos, las simplificaciones)' esque­ )
matizaciones antropomonas y zoomorfas de origen incaico serán
sustituídas, en el propio Pe rú, por motivos floral es y frutales y por
paisajes y esce nas enteras de carácter más o menos naturalista,
aunque d e e vidente banalidad. Esta habrá d e acentuarse en la
decoración "gauchesca" rioplatense, de los mates de calabaza.

233
232
La influencia de la platería religiosa, principalmente de origen y si bien al pr incipio imitan los ant iguos ' modelos peruanos
portugués, habrá de hacerse sentir en el arte criollo desde fines del
(a unque p ierdan por ejemplo su tapita tí p ica, o tamb ié n las patas
siglo XVII y, en especial durante el siglo XVIII, tanto en la fabrica.
corto nas, ch uecas e independie ntes, prop ias de la artesan ía verná­
ción de mates de metal precioso, como en otras muchas mani.
festac iones de la artesanía. cula, p or u nas más largas, más fin as y unidas por soajes , verdade ros
soportes q ue recibe n e l nombre de " pataguay") , mu y pronto apor­
E l oficio de p latero en lós viejos tiempos de la Colo nia, estaba tan lo suyo propi o a la evol uc ión del ma te de plate ría. As í nacen
íntimamente ligado al culto religioso. Los primeros plateros llega. los mates con formas similares a los objetos de culto re ligioso. En
dos al Río de la Plata, -cronológicamente: a Buenos Aires, a la primer término los llamados mates de "cáliz", que afectan casi por
Colonia del Sacramento, terminando muchos luego en Buenos Ai. en tero la forma de los ccílices de l c u lto.
res, y, finalmente, a Montevideo- lo hicieron, inicialmente como Tambié n el liSO de sím bolos católicos como la paloma ele l Espíritu
agregados a la Iglesia, para realizar o arreglar los objetos del culto, Santo (hasta con alas movibles) formando todo un mate, o simple­
tradicionalmente de metales preciosos: cálices, patenas, copones, mente como e lemento decorativo de la bombilla, o ap li cada a la
custodias, lámparas, incensarios, candelabros. Ellos traían su arte y boquilla o al asa de la calabaza.
sus modelos. Pero como estos humildes y a veces muy excelentes
artesanos no p odían vivir exclusivamente de lo que fabricaban para En el ámbito rioplatense la artesanía de los metales preciosos
las Iglesias y capillas, cada vez COn mayor frecuencia produjeron alcanzó sus cumbres -en concepción y en realización- e n dos
útiles domésticos, generalmente funcionales, aunque de aspecto rubros : por un lado los aperos de l caballo, motívando su hipertro­
suntuario por el rico metal empleado. Entre ellos el mate, desde fia y por ende su transformac ión en elementos exclus ivamente
que había pasado a ser elemento imprescindible en toda vajilla suntuarios, con pérdida de su valor funcional; por otra el mate,
hogareña de l Río de la Plata.
tanto la calabaza como la bombi ll a.

El tiempo cambia las cosas, los gustos y las apetencias hu ­


manas, aunque a ese tiempo lo ayudan cas i s iempre elementos de
presión de tipo económico . Y si las maderas aromiÍticas y duras, los
"cocobo los" y hasta los materiales arcillosos y cerúmicos, en deter­
minado momento sustituyero n a las au ténticas calahazas para e l
"mate", también la "guampa" o e l cuerno y los metal es preciosos,
en especial la plata, fueron sustituídos desde mediados de l siglo
pasado por otros, fundamenta lmente el peltre y los ll amados meta­
les blancos. Del mismo modo que Inglaterra fabricaba te la para
ch iripás y ponchos de producción medlllica imita ndo los ori ginales
"a pala", y como Francia o Aleman ia hicieron los llam ados "boto­
nes gauchescos" réplicas de viejas mon edas de plata, en latón y
con pie, que servirían de adorno a cintos, "tiradores", "rastras",
M.,. d e blusas, y como importan tes fábricas de esos países produjeron en
{aliz
serie cabezadas para "recados", esp uelas "nazarenas" y estr ibos de
"campana" para los aperos, también se dedicaron a producir mates
MUIC de en metal blanco, sobre los mode los enviados desde América del
mela! Sur. Se trató en los hechos de réplicas baratas de los mates de
blanco
"cáliz" y de las demás formas usuales en nuestra platería cri olla .
Simultáneamente los talleres europeos de loza y porcelana
;:-Qetl\y empezaron a fabricar con estos materiales muy lindos mates : por su
forma recordaban a las regordetas calabazas o a los espigados cáli­
ces, pero su decorado es romántico O más o menos rococó según e l
gusto de epoca. La palabra "<1mor" que la tosca mano de l paisano
grababa de continuo en las lustrosas calabazas aparece ahora borda­
da en oro sobre el blanco satinado de la porcelana, junto a las

234
235
)
en san ch am ien to en
an le ha br ía ag reg ad o lue go un tre ­

)
d" . A ellas se ag reg pe rfe cc ion am ien to
as fibras ve ge tal es en

lab ras "a mi sta d" , "fi de lid ad ", "fe lic ida do s (lo s fam oso s se de for ma esf éri ca , he ch o co n fin na ció n ap are nte ­
pa es do rad os o co lor ea la ba oc o" . De est a de no mi
flo res , an ge lot en SU s e se lla mó "c nje tur as
gu irn ald as de so sti en e tej ida s, al qu int ere san tes co
en cu yo pie un am orc ill o ­ pá nic a sac a alg un as la )

"m ate s de l an ge lit o" be za s fem en ina s y has me nte po ste rio r e his z ay ma rá alu die nd o a
es ho mb ros el rec ipi en te) , he rm os as ca pla ten ses . La imagi_ Vi lla nu ev a: po dr ía de riv ar de la vo
n alg un os fru tos )

dé bil s rio Am aro la" co


y vis tas de las ciu da de mu y he rm os os au nq ue red on do de la "b om bil
ta esc ud os , ret rat os gó a int en tar los sim ili tud de l ex tre mo la pa lm era ; o po drí a ori gin ars e en la )
tes lle to d€;
na ció n de los fab ric an l (M ura no ) co n su s
co rre sp on die nte s ! secoS pa rec ido s al fru rad os , pa ra los
s ca rac ter íst ica s, pe rfo hu a "k ok ko "
s ma tes d e cri sta de fru tos de esa
pombco ill ti/e
¡j as. uti liz ac ión lab ra qu ec
bo dr ía de riv ar de la pa
pri me ros filtros; o po fue rte de jun co ". Es tas
s a me dio s mo de s­ o tej ido o tre nz ad o
ro e n est os pa go s, co mo co rre sp on die nte tro sa y ac ari cia da qu e sig nif ica "ju nc o má s la pa lab ra gu ní "ta ara cu ap í" co n la
Pe vieja, lus íst ica s,
sig uió ap eg ad o a la esp ec ula cio ne s lin gü ión ind ige nó fil a, o
tos y au tén tic os , se bo mb ill a se ga sta ba mu ch
o el
la bo mb ill a lo inc lin an a la po sic .
)
do po r el roc e de la me nte qu e se de sig na cre ad a po r los ind ios
ca lab az a. Cu an
tob ab a" (aforrabo. a) de cu ero , ge ne ral
la co nv icc ión de qu e la bo mb ill a fue )
pa isa no la "re sea
, el
Con 18. bo lsa testi c~d
frl nd o ar de l va cu no ma ch
tom ab an ma te co mo
ari a so sti en e qu e los ind ios s, )
La tes is co ntr co rta da s co mo cu en co
mu y div ers as en ca da Ai res y el
reg ión . En
us ión frí a o ca si frí a uti liz an do ca lab az as lad o de l rec ipi en te, )
az a Son inf un
La s for ma s de la ca lab de Bu en os ret ab an la ye rba en
en te en la pro vin cia al me dio . Pa ra eso ap lga r, y, ap oy an do el lab
io
Ar ge n tin a, pr inc ipa lm de bo ca tam bié n ch ica , en forma ibl em en te co n la ay ud a de l pu
tan to el lab io )
, la ca lab az a es pe qu eñ a, no rte SOn pr es um
O p.xtremo , so rbí
an de mo do qu e
Li tor al
me nte ac ha tad a. En el litoral 3u pz ri8 r ~r. . el nIT
í ve nd ría la ac us ac ión de
de pe ra Con la ba se lig éra lob uli fo es . En el ab an de filtro . De all e )
asa na tur al, de l pe dú nc ulo , y rm si­ co mo los die nte s of iti qu e se en jui cia ra est a co stu mb re, y el qu
co mu ne s las de
ron go de bo ca mu y ab ier ta e im po "a bo mi na ble vic io" co n fuera un "v om iti ­
Rí o Gr an de de l Su r el gra n po
el pe dú nc ulo o la pa rte
pa ño les al co me nz ar a pra cti ca rlo ría en la bo ca
su ex tre mo inf eri or es y pa ra mu ch os es
nte me nte mu ch a ye
rba en tra
ble d e pa rar po r qu e lab az a: és tos Son an ch os , gra nd es, bo co ne s vo ", da do qu e ev ide est a inc om od ida d qu e los
ha de la ca all eta ", o pa ra ev ita r
mú s es tre c los ori en tal es pre fie ren
la "'g
be bie nd o de es e mo do . Se ría ing res ar el ma te )
"ra bu do s" . En el Ur ug u ay
os y de bo ca má s bie n -cr iol los ha brí an inv en tad o, al
ad a, ac ha tad a a los lad esp añ o les o his pa no do "ap art ad or" . Er a
se a la for ma red on de
n po ros y po ron go s en
de la cla se alt a, un ap ara tito lla ma cu al se ret en ía la
)

eñoa. "b Sin emro" ba rgo en el no res te se usa " los sal on es
y pe qu eñ a pa lan ca co
n el
pe qu
el es til ras ile . un a me zc la de cu ch ara se so rbí a la inf us ión po r el otro. Re cié n )
de ca mb ios la lad o mi en tra s
mate, si lar ga y ple namb ill a qu e se ye rba a un a, de plata.
his tor ia br ía cre ad o la bo mb ill
Si ard ua ha sid o la
la de la bo po ste rio rm en te se ha y su pa rte tod av ía
bi é n lo ha sid o tiv ne n sus bu en as ba ses
d e su rec ipi e nteaqtam rio s mo os. sis tie
em pa rel lta co n ué lla s po r va La s do s hip óte il y lóg ica de l pu nto
nte cre em os más ve ros ím
vid ad : ha y qu ien es
la dis cu tid a. No ob sta na ce r a la bo mb iU a en
po r su po sib le lon ge ara níe s tom an do la seg un da , la qu e ha ce re su ori ge n,
En pr im er tér mi no los gu de vis ta cu ltu ral , a la his pá nic a. Se a cu al fue
ina e im ag ina n a a, y a la co nq uis ta
un ca nu to de pla ta,
asegUT:.\n pr ec olo mb de ca ña ("t ac ua pí" de taCIl<l , cañ a hu ec ép oc a po ste rio r
la bo mb ill a fue ron :
)
os y un a alt ura de 18
i" Ul1 tub ito el Pa rag ua y), y os ori gin ale s de
infll Si( CO n
ill a en los tip
mh re qu e aú n se ap lic a a la bo mb lus o a los de un diá me tro de 5 a 6 mi lím etr era hu ec a
)
ap í, lis a, no
e l inv en to a los esp añ ole s e inc red on do ,
en su ex tre mo inf eri or po r un a esf
ha y qu ien es atr ibu ye n
te de na te. ce ntí me tro s, rem ata do o de cañ a hu ec a, )
cri oll us , en un ard ien na de pe rfo rac ion es; un tub
inv en to de la de l mi sm o me tal lle ata do en el ex tre mo
me ra ve rsi ón , o sea el a, po de mo s las mi sm as me did as, rem
po r la pri ap rox im ad am en te de ido en finas he bra s de
Si !las inc lin am os pre co lom bin tam bié n red on do , tej
inf eri or po r un ce sti llo ne s de ca ba llo , en un eje mp lo de ne
to
íge na s en la ép oc a n
bo mb ill a po r los ind ia. De ntr o de la st: rie de inv en cic me s co o co n cri
his tor co n­ fib ra ve ge tal
rec on str uir así su do "_ la ye rba pa ra
41.1e e:l ind io fij e me
jor an Jo - - "b ell efi c ian
y ag rad
o' · (tostado), la
ab le, est á el "s~pecad y ,:.1 us o de l
ca rác ter ga uc ho .
su mi rla en for ma fác il
ag ua ca lie nte nu me ros as va ria nte s:
jas, ia uti liz aci ón de pla ta se int rod uje ron
trihJJae:i ún de las ho mo les tia qu e le pro vo ca ría
el En las bo mb ill as de bo mb ill a pa ra me jor
so rbe r la
n.: cipi t:~ ntc de ca las peo. /le ña s partíctl hs dp. ye rba lo ha brí a a de­
as CO n hfJca. La la bo ca de la
lab az lle va el ap las tam ien to en l mi sm o me tal ,
pa sad ore s o vir ola s de
ur, tub o n~hlral, jU'
ien tos ,
co nti n llO Cli ll1erse 1cQ () ca ña hu ec inf us ión ; los en gro sam en dra da d.e l "c oc o"
Me ro s de l e los de do s; la forma alm r­
utili:>: :l. r pri
·'je me " de largo (tallo dE: ita r qu em ars de bo mb ill a y de "a pa
1 nLí~ l) me no s lIn
do a pa ra ev
1e rio di, im dr o :1i do . En pla n -! me jor ma ne jar la ye rba , ya qu e ofi cia
pecjl d ií(] pa ra
Clla") pa ra :; UC Cion:lr
"m ero sta cll is arg irelle
237
23 6
tador" a la vez. Todas estas variantes fueron dictadas por la nece_
sidad de completar su fu ncionalidad, u n idas a veces al deseo de 4. t:L FOLKLORE DEL MATE. - Rodean al mate y a la ce re­
e m bellecerla; los adornos zoomorfos o "asitas" para mejor tomada, monia de tomarlo, num erosas supersti ciones y creencias. Algunas,
las curvaturas en su línea para enfriar algo el agua e impedir la como la del "santiguado" antes de come nzar, resabio de los tiem­
subida de la yerba pero tamb ién para hacer esa línea más atrac­ pos en que se lo persegu ía. Por lo mi smo se cree popularmente en
ti va y grácil que la simple reCta. el "daño" que se puede hacer a una persona por med io del mate,
lo que equivale a "e ngualicharlo " o " hechizarlo" med iante un acto
de bmjería realizado al aprontarle el mate .
También es creencia popu lar que cuando alguna brasa del
res coldo del fogón se pega en e l fondo de la caldera, eso anuncia
"visitas que llegan". Si se pegara en el borde, a eso se agrega que

/1
f
r los visitantes son gentes conversadoras y pesadas : si en e l centro,
gente al.egre o divertida.
El saber popu lar y la tradic ión secu lar, unidos, han hecho del
mate sujeto o protagonista de un folklore li te rario de enorme rique­
za: leyendas, cuentos, sucedidos, coplas, relaciones, refranes, di­
chos, se acumulan en torno al mate.

~ Entre las leyendas, las más antiguas e importantes son las


destinadas a expl icar el origen de la yerba. Según una, precolom ­

~:"
bina, e l dios, Tupá, entregó la yerba, Caá, a los hechiceros, Payés,

e 1800
l para que éstos conocieran su poder y virtudes y la usaran entre sus
fieles guaraníes. Otra variante cuenta que un viejo indio guaran í,
impedido por los años de ir al monte a la caza de l yaguareté y a las
guerras con otras tribus, tenía a su lado como ún ico sostén en su
soledad a una ún ica hija, la bella doncella Yari. Una tarde recibió
D,· la vis ita de un viajero al que padre e hija colmaro., de atenciones.
lar. Antes de partir, a la mañana siguiente, después de dormir arru ll ado
/),.
( 1871) (1 por el canto de la bella Yarí, el extraño confesó ser un enviado de
rl.(d

( 1')00

Tupá y le instó a que pidiese algo para que pudiera recompensar


~I
O,· su bondad . Dijo entonces e l viejo que su único deseo era encontrar
Idton
alguien o algo que le acompañase y reconfortase en sus últimos

l
C. /880
años, para así dejar en libertad a su hija Yari de casarse con alguno
de los valientes guerreros y cazadores de la tribu que la codicia­
ban. Los dones de Tupá fueron dos : una verde rama tupida de
(j' hOjas, del árbol de Ca<Í, como don y fortificante para 1'1 anciano
indio y como compañero fiel y perenne; en cuanto a Yarí le otorgó
Iiom billd e l don de ser símbolo o la diosa de la yerba como protectora de su
d~
raña
raza . Así pasó ella a llamarse Caá-YaTÍ, y a ser señora de los yerba­
( m ISlon~ra )
ta les y de los yerbateros.
Su existencia dio origen a un sinfin de otras leyendas . Aunque
diosa, era mujer que no perdonaba infidelidades. Del mismo modo
que hechizaba a los recolectores de la yerba, a lo s que le e ran
La bombilla de lata fue, durante muchísimos años, la bombilla fieles les aliviaba e l peso del farclo , cuando cargaban el "raído':, y
del PObrería. Era un tubo recto de latón, rematando en su extremo se los aumentaba en el momento de ser. pesado en la balanza para
inferior por una "almendra" perforada del mismo material. Las que recibieran mejor paga. En cambio cumplía operaciones contra­
medidas eran m¡Ís o menos iguales que en las bombillas de plata. rias, aumentaba sus fatigas y disminuía el peso del fardo en la
balanza, con aquellos que andaban tras mujeres, a los cuales ade­
238
239
)

Santo Tomé iba un día )


mús perseguía con desgracias, enfermedades, hasta orillas del Paraguay, )
locura y la muerte. aprendiendo el guaraní

, ;n~ 1. para poder predicar.


.. )
Otra leyenda nos habla de Yasí, la luna, como la hermos':-'­ 1
I
Los jaguares y los pumas
joven diosa que favorece al cazador que le salvó la vida al encon:'-~
no le hacían ningún mal, )
trarla en peligro en los bosques donde había ido a bañarse.,. : Le!.
ni los jejenes y avispas
hace el don de Caá, la yerba que le daría vigor y lo mantendrf;/ )
siempre alerta en sus cacerías. Una suerte de contrapartida del ni la serpiente coral.
mito greco-latino de Diana y Acteón. )
Los chontas y los motacúes
palmito y sombra le dan; )
Sobre la base de las leyendas precolombinas, los sacerdotes ' el mangangá le convida )
jesuítas edificaron versiones cristianas, que muchas veces fueron a catar de su panal.
meras variantes mecánicas de las historias indígenas. Así, respecto '>
al origen del mate, la leyenda cristiana cuenta que Jesucristo bajó a Santo Tomé los bendice )
la tierra acompañ:?do de los apóstoles San Juan y San Pedro y se y bendice al Paraguay;
dedicó a recorru las selvas americanas. Una noche se detuvieron ya los indios guaraníes )
ante un mísero rancho que un viejo indio había levantado en lo le proclaman capitán.
hondo y en lo bravo del monte. Fueron cariñosamente atendidos )
por el humilde viejo y su bella hija. Al día siguiente, antes de Santo Tomé les responde: ')
partir, Jesús se dió a conocer como hijo de Dios y en recompensa " Os tengo que abandonar
por su hospitalidad le dijo que le hiciera una petición, que le sería porque Cristo me ha mandado )
concedida. El viejo indio contó entonces que el demonio, Añán, otras tierras visitar. )
se había apoderado ·de aquellas tierras y de las almas de los indios,
quienes se consagraban a la guerra y a los vicios carnales. ,Sabedor " En recuerdo de mi estada )
de su próxima muerte, su único deseo era <]ue su bella hija se una merced os he de dar ,
conservase siempre buena, pura y linda. Jesús le concedió el pedi­ que es la yerba paraguaya
do, transformando a la doncella en el árbol de Caá, árbol que que por mi bendita está" ")
siempre renacería, que traerfa fuerza e inteligencia y prudencia a
)
los guaraníes, que siempre sería bello en sus formas y puro en la Santo Tomé entró en el río
blancura de sus flores. y en peana de cristal )
las aguas se lo llevaron
)
a las llanuras del mar.
Otra leyenda jesuítica sobre el origen de la yerba mate es la de
Santo Tomús en América" tan antigua que ya es mencionada por
Los indios, de su partida,

Diego de Zeballos en su "Tratado sobre el recto uso de la yerba


no se pueden consolar,

del Paraguay". Según ella, Santo Tomás, a quien los indios llama· y a Dios siempre están pidiendo

ban Pai-Tume, vino a predicar a estas tierras de América antes que


que vuelva Santo Tomás.

los mi:;ioTtéros. Enseñó entonces a los indios a usar las hojas del
Caú qlle ellos creían venenosas, y merced a sus propiedades cura­
tivas lús salvó de la terrible peste que los asolaba. Otros muchos mate, son innumera­
En cuanto a las coplas inspiradas por el
hechos milagrosos se atribuyen al santo en estas leyendas, y de él
se conservaha la huella de su pie en una piedro. a orillas del río bIes en el área nacional:
Piquirí. La china que ando buscando
ha de ser como la yerba
\'arial1te de esta leyenda es un antiguo romance, procedente rendidora ... en el amor
seguramente de~ texto de cánticos que utilizaban los indios en las .1
y que de palos ... no sepa.
Mision·.'!s :
241

240
La m ujer es como e l mate
y hay que tenerle cu idado: Es famoso as imismo e l cuen to de l "r..late de l alemán" . Un
cébela con yerba n ueva alemán de ofi c io lo mill e ro se estab leció en nuestra frontera con e l
si quiere ser adorado. Brasil. Se destacab a tanto por su hab il idad para fabr icar lom ill os y
magn íficos recados de montar, como por su d ific ul tad pa ra ap re n­
Decime si me querís der e l " españo lés", esa mezc la de cas tellano y portugués típ ica de
y no me tengas penando la fronte ra. Ap rovechando es ta difi cul tad un pardito vivaz y p ícaro
como mate sobre el agua a quien el ingenuo alemán tomara com o ayudante, resolvió gastarle
una broma. Sabido es que, en rueda de mate, basta con decir
dagüeltando; dagüeltando.
"gracias" al devolve r e l mate al cebador para no seguir tomando.
En cambio, decir que el agua no está bastante caliente resulta casi
De la zona riograndense, citamos dos, dentro de un repertorio \'ejalllen para quien desea agasajar a su visita y se pre<: ia de "<:e­
muy variado:
ba r" b ien .
Menina dos olh os verdes E l morocho sabandija le exp l icó a su patrón que cuando no
me dá mate pra beber quis iera tomar un mate en casa ajena, bastaba con que d ijera al viv iente
nao e sede, nao e nada, que se lo cebaba: "Más caliente".
e vontade de te ver.
A los pocos días el alemán, de vis ita en casa de un estanciero
Cuia de prata lavrada brasileño de la fron tera para quien hiciera un hermoso recado, vio
bomba d e prata de lei el previsto ofrecim iento de l mate, bebida que no e ra de su agrado ,
e de prata e tem lavo res El estanciero era homhre poderoso, de baú les llenos de libras y
certo amor que só eu sei. bolivianos, y padre de una hermosa hija q ue con sab iduría maestra
se encargaba de cebarl e el mate, Recién empezaba la rue d a. E l
De la nutrida serie de cuentos sobre el mate el más famoso, alemán, después de tomar por respeto el mate que le ofrecieron,
seguramente , es el del "Mate de las Morales" de l cua l hay versión agradeció , sonriente y bobo: "~Lís caliente". El viejo se puso
argentina y uruguaya, y que en su variante riograndense se titula verde como la yerba, la hij a roja como su vestido. Corrió a la
"Mate de }oao Cardoso" . Cuenta la historia de un mate muy ofreci­ cocina , casi hirvió el agua, lo cebó de nuevo con cuidado y vo lvió a
do y que nunca ~e sirvió, pues la oferta no fue más que un señuelo ofrecerlo al forastero . Es te, sorprendido, pues creía haber termina­
para retener al forastero y obtener de él informes o "chismes". do con aquella bebida amarga a la que le costaba acostumbrarse, se
sintió ob ligado a ingerirla y vo lvió a'decir ya inqui e to pero todavía
Parece que las señoras Morales eran unas damas, hermanas , ingenuo: "Más caliente" . El viejo pasó del blanco al morado y
que v ivían en una quinta de los alrededores de la ciudad, sobre el so ltó un rugido . La hija, en pleno ataq ue de rahia, corrió a la
camino que era pasaje obligado de carruajes y caball eros, para salir cocina. Vejada en su justa fam a de buena cebadora y por un
o entrar a la ciudad luego de un largo viaje por caminos inhóspitos. "gringo", decidió vengarse : hirvió el agua y le cebó el mate por la
Nada más tentador, para oídos y gargantas de viajeros fatigados, bombilla que, como era de plata, quedó como si la hubieran puesto
que el convite que les hacían " las Morales": entrar a reposar un al fuego . Con siniestra sonrisa lo ofreció de nueyo al forastero,
poco a la sombra y tomar unos mates para refrescarse. Este mate quien sin entender ya nada de lo que pasaba e incapaz de resistir
era el pretexto para retenerlos y recibir todas las noticias posibles. el ofrecimiento, ll evó maquinalmente la bombilla a los labios.
Si el mate se hubiera servido, los viajeros hubieran retomado Escupió la cebadura sobre el lomo del gato case ro, cuyo aullido de
rápidamente su camino y la conversación habría sido breve e ine­ dolor fue cosa del otro mundo; e l estanciero bramó su sorpresa; la
fectiva . Por eso ofrecían el mate durante hora o más sin llegar hija rió; los perros ladraron, y e l alemán desorbitados los ojos,
nunca a servirlo, retrasando su entrega con solícitas preguntas: si lo abrasados los labios y e l paladar por el metal y el agua ardiente,
querían amargo o dulce, con canela o con naranja, fuerte o flojo, apenas podía repetir: "iOh brasileira burra, yo le dije: Más calien­
Con palos o sin ellos, en calabaza, en recipiente de loza o de plata, te . .
'"
Con yerba brasileña o paraguaya. Pero la promesa del mate nu nca Del dicho popular "el mate del estribo" nació un caso de
se real izaba para exasperación del viajero. Esto dio origen al dicho: bastante difusión en la campaña. Un peón de campo, solo yaburri­
"Como el mate de las Morales", con el cual se indica una promesa do en su casa un domingo , pensó en allegarse a las casas de una
siempre incumplida.
estancia vecina para encontra r gente con quien prosiar. A su Ilega­

242 243
)
Con azúcar quemada: simpati.zo contigo .
da y encalmada la perrada después de los saludos de rigor - "Ave Con cáscara de naranja: ven a buscarme . )
María Purísima. Sin pecado concebida. Abajesé"- fue invitado a
Con té: indiferencia. )
pasar. Quedó solo, fuera de la casa, un rato, "afluejando" la cincha
Con café: ofensa perdonada.
y dándole una revisadita a las garras. Descubrió entonces un par Con melaza: me aflige tu tristeza. )
de hermosos estribos colgados de un clavo en la pared vecina. Con leche: estima.
Tentado por el diablo se apoderó de ellos y los escondió en su \1uy caliente: así estoy de amor por tí. )
maleta. Después entró en la cocina donde estuvo mateando un rato
Hirviendo: odio )
con la familia del "encargao", pero, nervioso por la sustracción, Lavado: calabazas o rechazo.
apuró la retirada. Cuando ya iba a montar salió la señora y ofre­ Con cedrón: consiento. )
ciéndole sonriente el último cimarrón le dijo: "Tome don, pa'l Con miel: casamiento.
estribo". Creyéndose descubierto y ante la sorpresa de todos, ex­ )
Tapado: rechazo.
trajo los estribos de la maleta diciendo: "No doña, si jue de jugan­ Espumoso : cariño verdadero. )
do" y disparó campo afuera. Encimado: mala voluntad. )
También el mate circula en el refranero popular. Una breve Con ombú : equi\'ale a. echarle fuera .
sdección muestra sus posibilidades creativas : Cebado por la bombilla: antipatia . )
"Más manoseada que mate de velorio": se aplica a la mujer Hay también cantidad de "relaciones" de las que antiguamente se )
liviana. decían en diferentes bailes tradicionales, que tienen al mate comu )
"Voló como cascarón de mate": se refiere a las viejas calabazas tema. A h . res;;:Jectiva Y07- de mando del bastonero, en pericones, cha­
marritas, polcas y mazurcas o rancheras, las parejas se dirigen cuartetas )
de mate, arrojadas a los basurales y que el viento lleva. Se aplica a
;:t !guien también huído o fugado. alusivas. )
\'eamos algunos ejemplos: )
"Calentar el agua pa' que otro tome'l mate": hacer arrumacos y El: Al ':erla ansina Ramona
regalos mientras otro recibe los favores. Hay otros muchos ejem­ )
con su vestido floreao,
plos de refranes con contenido picarescú como éste: se me hace mate cebao )
"Diande yerba, puros palos": se refiere a la cebadura de mala con la espuma cope tona.
)
calidad y se aplica a algo de poco valor o para indicar situación de
pohreza. E !la: AII l1l{lle la espuma lo tiente )
este mate tiene "mico"
"Pa semejante bombilla, mejor es tomar a tragos" : alude a cosa )
no se vaya a dir de pico
sin vator O miserable .
mire qu'es para la gente. )
" El mate es como las botas, las mús lindas son las rotas"; o "El
mate se cura cebando": ambos aluden a lJ.ue el mate, como muchas )
El: Cna mañana temprano
otras cosas, requieren tiempo y paciencia para hacerse agradables o un ranchito y un ombú, )
llegar al estado o punto que pueda desearse. una calandria cantando
y en el ranchito yo y tú. )
Existe todo un lenguaje del mate. En la sabiduría popular
expresa los estados de animo o los mensajes que se envían en
silencio a quien se le ofrece. Se manifiestan por el cómo o el con Ella : Una mañana temprano,
qué se lo ceba. A ellos dedicó un atento estudio el investigador y
vos con tu perro Y tu pingo
yo te alcanzo un mate amargo
poeta argentino Amaro Villanueva.
y vos me besás: ¡qué lindo!
Mate amargo: indiferencia.
Mate dulce: amistad.
El: Tengo rancho, tengo pingo,
MUj dulce: habla con mis padres.
tengo yerba pa'matiar,
Mate frío: desprecio, indiferencia.
Con toronjil: disgusto.
Con canela : Ocupas mis pensamientos .
.. . sólo me falta una pr~nda
que me quiera acompañar.

245
244
Ella : Si la prenda que b uscás,
naban a paso lento o b ien permanecían sentados junto al fuego sobre
puedo yo proporcionarte,
una cabeza de vaca y fum ando cigarril los de pape!.. ."
aprontá nomás la yerba

pa'dir a ce barte el mate.


Como en ta ntos otros te mas de tipos y cos tum bres de nuestro
medio rura l, es Alcides D'Orbign y (op . cit. ), qu ien nos brinda u na más
comp leta, minuciosa y acertada descripción del mate (pág. 127 Y 128):
"Para los pobl adores·de la comarca e l" mate es de una necesidad no
También el mate ha generado bue n número de adivinanzas que
men os indispensable que la mi sma comida. Se sen ti rían enfermos si no
util izan los distintos objetos -calabaza, bombilla, caldera, pava-, como
acertij os. lo tomaran a d istintas horas del día; pero e l matutino es, de todos, e l
más necesario . El mate es la infusión de la hoja de un árbol, desecada
Una primera, que es una antigua seguidilla que recuerda a las que al fuego y luego pulverizada, que se conoce en el comercio bajo e l
acompañan a lgunos bailes populares: nombre de Yerba del Paraguay'~II [ (11 "es el Ilex Paraguariensis, de
Vue la la gorda madre, Aug. de Saint Hilaire" J."Puede comparárse le a nuestro té. Se prepara
dijo la prima una calabacita o en u n vaso de p lata también llamado mate , donde se
¿Dónde está Don Mateo in troduce primero la yerba con azúcar; luego se echa encima agua
que no se arrima? caliente y la preparación está lista; pero como el polvo de l vege tal
(El Mate) podria resultar desagradab le, en lugar de b~berse se la succiona me­
diante un tubo o sifón de plata, denominado bombilla, munido de mu­
o esta brevísima : chos agujeritos que sólo dejan pasar el líquido. En cuanto uno ha ab­
sorbido e l conten ido del vaso, se vuelve a poner agua y azúcar, se lo
Verde verdeo pasa a otro, que lo vacía a su turno y así sucesivamente, mientras la
ya lo saboreo yerba conserve un poco de ese ligero sabor amargo que constituye su
(E l Mate) atrac ti vo . Es por lo general, con el cigarro, lo primero que se ofrece al
extraño que entra en una casa" .
o ésta :
.\L·is adelante (pág. 343), en una nota, (2), dice "La palabra mate,
Una niña linda y bella que muchos extranjeros apl ican a la Yerba del Paraguay, designa sola­
todos la besan mente e l vaso en que se sirve . No debe buscarse el origen de ese nom ­
pero no duermen con ella. bre en la lengua guaraní . Proviene de la de los Incas o quichuas . Es
(La bombilla) una corrupc ión de la pa labra mati, que quiere decir calabaza y que
designa el vaso en el cual se toma cierta clase de té, porque los prime­
Entre un monte espeso ros españoles sólo lo bebían en calabazas. El nombre guaraní de esa
estira largo el pescuezo misma calabaza es, yerí-a, pero el que se da más particularm ente al
v suena Como hueso mate es cahí-gua". Y sigue luego en el texto: .... . especie de calabaza
. (El mate y la bombilla) empleada en la vida casera y reemplazado a menudo por un vaso de
p lata que lleva el mismo nombre. Se pone en él una porción de Yerba
5. EL MATE VISTO POR LOS VIAjEROS._ Como en otros ejem­
de I Paraguay y otra de azúcar y se echa agua hirviendo sobre el conjun­
plos manejados en esta obra, vamos a seguir un orden cronológico. Los
to; para comprobar si el líquido está bastante dulce se chupan algunos
primeros que vamos a citar Son los hermanos Robertson (op. cit.),
tragos a través del tubito (bombilla) que sirve para beber, costumbre
en su carta XIII (pág. 212 y sig.), que hacia 1815, describen, en un vivac
generalizada en todos los países donde se toma mate" .
de carretas, la rueda del mate: "Al mismo tiempo, dentro de la rueda

Y finalmente en la pág. 348, completa así sus observac iones: "Una


de las carretas, iban encendiéndose grandes fogones en el suelo; cre­

pitaba la leña y las llamas iluminaban la escena destacando Con inten­


vez servido el cigarro, se sirve el mate, que se ofrece al visitante; éste
sidad todos los objetos mientras se extinguía la luz del sol. La primera
bebe chupando la bombilla, conversando y fumando alternativamente
distracción del gaucho, después de cumplido su afanoso trabajo, es el
hasta que se termina el mate, que se llena de nuevo y se ofrece sucesi­
vamente a todas las personas de la casa; luego vuelve a las mismas ma­
mate . De manera, que, tan pronto como terminaban las tareas, y colga­

nos, después de haber pasado por todas las bocas, inclusive por las de
dos en su lugar todos los arreos y pertrechos de las carretas, salían a

relucir las rústicas y abolladas calderitas yen seguida podía verse a los los criados, lo que no puede ser más repugnante para el extranjero no
hombres llenando los mates o chupando las bombillas, mientras cami­ ac:oshlmbrado a ese hábito. Los habitantes de Corrientes están habitua­
f dos a tal punto al mate, sobre todo las mujeres, que constituye para ellos
,j
246
J 247
)

viente, que se va chupando en circulo por medio de un tubit) de metal )


un objeto de primera necesidad. En la ciudad, se lo toma azucarado. que puede ser de latón , plata y hasta oro, termin ado en forma de Oor )
pero mucha gente del campo, o los pobres, lo toman sin azúcar, lo qu~ de regadera en el extremo que se sumerge en el líquido . Se dice cebar
llaman mate cimarrón . El sabor del mate es algo amargo y bastante un mate, tomar un mate, para aludir a dicha infusión (*)". (*) "Es )
agradable. Se lo bebe tan caliente, que es menester ser hecho especial_ sabido que e! mate, o yerba mate o té del Paraguay, se obtiene con las
mente para él para no quemarse el paladar y ese calor extremo podría hojas y las ramas tostadas Y pulverizadas de una planta que crece en el
dañar los dientes . No posee sin embargo ninguna propiedad nociva, Paraguay y también en algunas provincias de la República Argentina Y
pero tomado a toda hora del día, debe debilitar el estómago, y en efec­ que en botánica es llamada Ilex Paraguaiensis" (sic). "A veces es la
to, las enfermedades del estómago son las que más atacan a los habi­ dueña o alguna de las señoritas de la casa quien ceba el mate, otras
tantesIJ" .[("J "El I1ex Praguariensis (Aug. St. Hil.), nombre que se daa _ veces es una criada . Después de haber puesto en la calabaza una cierta. )
la yerba de! Paraguay, especie de acebo bastante alto, con follaje de - ..;:: cantidad de yerba, se termina de llenarla con agua hirviente, se chupa
castaño, no se prepara como el té: la hoja y el tallo son triturados .~ suavemente para ubicar debidamente el tubito o bombilla hasta que )
después de secados, sobre un fuego de plantas aromáticas. Se encuen­ deje de pasar el polvillo por los agujeros de 12 Oor de regadera. Logra­
tra en las islas del Paran á, arriba de Corrientes, pero es principalmente do esto. se llena completamente el mate y se lo ofrece en primer
en el territorio de Misiones que ex:sten grandes bosques, así como térm;no a la persona que se considera más importante de la reunión.
sobre una y otra orilla del Paraná y del Uruguay. Desde que el tirano Esta aspira poco a poco , para no quemarse la bo ca , la infusión arom áti­
Francia cerró los puertos del Paraguay, los brasileños de Paranaguá lo ca y, cuando el rezongo característico anuncia que la yerha ha queda­
preparan y de~arrollan hoy un comercio que se extiende a todas las do en seco, le devuelve la calabaza a la persona encargada de servir
regiones centrales de América, pero la del Brasil no vale tanto como la un<\ nuC'!a dosis c1-: 3.~U? hi'["'lieJlte , Y a ,¡ e~es varias dosi; a cada uno de
del Paraguay. Se la mete en grandes bolsas de cuero cocido () tercios d<c los presentes. Sería de muy mala educac ión no aceptar e l brebaje ya
lSC a 200 1ibras de peso '¡j. uno le siguen ofreciendo nuevoS matu hasta que diga: Gracias ; pe ro
En 1861, el inglés Thomas WooJbine Hinchliff (Op. cit.), en el pcede 0currir que alguien re ciba sólo una rac ión o corra el riesgo de
Capítulo 1, pág. 34, dice: "La famosa ycrb", o té del Paraguay, hecha de ahsorber infinidad de mates, ya sea qu e agradezc a en primer término o
las hojas de una especie de Ilex que crecen e s te lujuriante clima , se 'Iue guarde silencio' por ignorar tal formalid~,d. En casa de las fatnilias
vende en grandes cantidades para hacer la bebida n acional; otro ar­ criollas y hasta entre los extranjeros S t.: tom a ,~ on frecuencia mate para
tículo muy principal es una calahacilla con un tronco pequeño que pasar el tiempo o para atender d. las \'isitas, C' Js a que a vece, ocurre
sirve de agarradera: hace las veces de taza y se llama M a te; de e!la sale. durante horas enteras; por esO el consumo d e e sta yerba suma varios
como en el refresco de Jerez, la bombilla, o tubo de plata que se pone millones de kilos solamente en la Repúblic a Argcntin.\. El mate, tal
dentro del mate antes de echar el agua caliente. Se trata d e una bebida comO acabo de describirlo, es el mate común o cimarrón que es el mat e
muy generalizada entre ambos sexos yen todas las clases de la socie­ de los verdaderos aficionados; pero las señoras han aporta.do varias
dad y se acepta a cualquier hora del día, lo mismo en la ciudad que en modificaciones a esta preparac ión que se pretende estomacal, y suele
la campaña. En cuanto a mí, debo decir que no podía soportarla , pero scr.írsel e dulce o con leche en lugM de agua".
me veía obligado a participar de ella constantemente. En el interior
Finalmente , otro puntual y afectuoso cro n ista de nuestra cultura
del país yen cada rancho donde se detiene un viajero con su caballo, la
popular hacia fines del siglo pasado, entre lP>SO-S.'?, R. B. Cunningha­
buena mujer de la casa se retira en se.~lida para hacer el mate y para ofre­
me Graham (op. cit,), nos pinta, con su particular estilo . el siguiente
cerlo al recién llegado, que sería tomado por un salvaje si rechazara tal
c uadro (púg. 8:): "Aparecía una china, Ó UIIa negra , lev antando el cuero
de yegua tendido ú guisa de puerta y despu es de hacer sus venia~ ,
delicadeza; por eso tomé el partido de quemarme los labios tranquila­
mente con la bombilla y chupar torpemente, Ilenúnd om e la boca con
palito~ quemantes; luego volvía la vasija a la señora con todo el buen
recibia la yerha tomada de un sacO hecho ele un buche d e avestruz,
p'mía la caldera al hiego, se sentaba en un b anco, ahrienoo h s rodill,\s
tajante y la aparente lib e rtad que habí~ ~ , mulado para la ocasión".
como si fuera a partirse en dos, y se inclinaba panl soplar vi fllego;
Otro perspicaz observador de costumbres rioplatenses, el francés cuando el agc:a hervía, ponía la yerba en el mate, ajust ando la bom billa
H . Armaignac, hacia 1870 (Op. cit., pág. 41), dice: "Un uso muy genera­ Je IaUt l:: n posición vertical, operación q ue re q lll.:ría algun,l habiliJao ,
lizado en la mayoría de los países de América del Sur, p e ro especial­ y deSpLlt\S de verter ,J agua, empezaha a chupar el t\lbó, "'scupÍ<\ <tI
mente en b Argentina y el lTruguay, es el del mate a que acabo de suelo los prim e ros chupos, hasta deja:· el <tparato corrient,; luc r.;o, des­
aludir. Digamos en primer lugar que la palabra mate carece un tanto de pués de tomar un mate por su propia cuenta. lu pas,\ba de manu '-' 11
precisión y designa varias cosas que convergen a un mismo fin : así es mano entre los convidados , con cierta nirni :.l distin c i,')!l de c'ltegorL:,s .
\1ientras todos c~upaban el brebaje, h asta dejar el ¡'late scc , la 111U­
o
como se dice un mate para indicar una pequeña calabaza ahuecada y
en la que se coloca la yerba (llamada también yerba-mate ) yagUa hit­
:, '249
'~

248 i
cha ch a, de pié tod o el tiempo solía des liza r la mano d istraídamente \1.is tarde, por la tercera década de l sig lo pasado, se empezaron a
en tre sus largos cabellos ó entre sus motas negras, como en busca de
lI11portar un as imitaciones fahricadas e n Ing laterra , genera lment e de
a lgo, en ta nto que COn u n p ie descalzo, se rascaba la otra pierna. LuegO
I. ltÓn o mi smo de cob re , o hasta de chapa negra . :-'!ús adelante a ún , ya
vo lvía a ponerse en cuc lill as, ll e na ba e l mate, y después de l chuPÓn
in ev itab le para ce rciorarse del tiro de la bombi lla, comenzaba de nue­ .;obre fines de i s ig lo, se empezaro n a hacer en el país, de h oja lata
vo cí p asarlo á la redonda. Esto se ll amaba "servir (cebar) el mate" y la
rchapa ga lvanizada) y en fonna dejarritas que se siguen usando, por los
muchacha que 10 servía, g uardaba, durante la ceremonia, un silenciO troperos, hasta e l presente.
solemne, como si cumpliera algún rito. Si el dueño de casa no tenía Las primitivas, de cob re, il ustres antepasadas, p ues, de la hum il de
hija, ó mujer, ó muchacha, servía él mismo el mate, pero no lo pasaba \ servicial ca ldera del tropero, el último ejemplar humano de la tipo lo­
de mano en mano; sentado junto al fuego lo llenaba, veía si ti raba bien gía rural que podemos consi d erar he redero de buena parte de l bagaje
y se 10 pasaba a otro. El mate circulaba hasta que la yerba perdía su cu ltural del gaucho, fonnaron parte de las pilchas o ajuar personal, en
sabor, que era áspero, amargo y acre, y que, en e l campo, nunca se esa suerte de h ogar ambu lante que él mismo y su caballo constituían,
tomaba Con az úcar, sino cimarrón". en su aus tera economía vita l, y éste la lle vaba, integrando su funciona l
menaje Uunto al chifle y e l vaso o ch ambao, e l cuchillo, y el mate)
APENDICE - LA CALDERA DEL TROPERO co lgada de la barriguera de la c incha.
Los hemlanos Robertson (op. cit.), hacia 1816, nos informan conci­
Durante toda la época colonial y también avanzado el Siglo XIX,
,a \. c larame nt e, so bre este utens ili o, de larg;l prosapia}' ta n ligado a las
fue de uso un iversal en la campaña, para calentar el agua para el mate,
coshlll1b res de Ilu estra gente rural a las q ue, adecuadamente, cali fi can
una calderilla de cobre batido, de una sola pieza, Con asa del mismo
de "l'l'lsticas \ abo ll adas ca lderitas", (púg . 213, ll amada (1 ): "Un a tetera
meta l, parecida a un jarrito o teterilla, más que a una caldera, que nor­

() \'asija rústica de cobre , h\bricada e n Cata luña, pero que los manufac­
malmente eran , en la península hispúnica, chocola teras, de fabrica­ tureros de Birll1ingham pronto empezaron a imitar. Las enviaron, al
ción catalana, aunque muchas veces los artesanos que las hacian eran principio, de aparienc ia muy superior, pu lid as yo brillantes como las
gitanos de la región de Anda lucía.
nuestras , pero los gauchos no las encontraron de su agrado; nada que­
rian saber con e l pulimento ni con la afectada delicadeza de contornos
de la mercancía de Birmingham. Co n ta l experienc ia, los manufac tu­
reros empezaron , entonces, a enviar cop ias de las calderas rústi cas ca­
talanas , Cjue parecía n c urtid as por la intemperie yo así desalOjaron del
campo a las auténticas. D esde entonces proveen por mil es a la deman­
Cd li..h.rl(J, .. da sudame ricana de calderillas de tipo catalán" .
li<­
tr""'t:rr)

-= .Red\y

2.'iO
¿
251
)

XVI
VESTUARIO RURAL MASCULINO )
:'
- . 3,a EPOCA - 1871-1920 )

- ,
,.
. ~ ­

Durante esta época, podemos decir que conviven, durante buena


parte de ella, prendas y usos correspondientes a los dos grandes ciclos
vitales del hombre rural rioplatense: el del gaucho y el del paisano. Si
tuviéramos que d, [¡nirlos por ellas, podríamos decir que al primero lo
caracterizan: las botas de potro, el chi!"ipá, el facón y el sombrero ga­
cho, con pañuelo atado, debajo. Al segundo, la bota fuerte y la alparga­
ta; la bombacha; el pañuelo hecho galleta, al cuello y la boi:1a de vasco. )

En esta etapa se dan sin excepción, casi todas las combinaciones )


posibles entre las prendas caracterizan tes de ambos Ciclos.
Así entre los peones troperos, carreros, etc., los que podríamos
considerar los más modestos trabajadores del campo, podremos
encontrar hombres vestidos: a) de botas de potro, calzol.~:!lo largo,
chiripá de apala y de bolsa (de arpillera), faja de lana, camiseta de
lana, chaleco, pañuelo al cuello y chambergo o boina de vasco. b) )
De botas fuertes; calzoncillo, y chiripá idem ; faja y cinto "chan-. )
cheró' ;camisa (a rayas, a cuadros, o lisa); blusa "corralera"; pañuelo;

chambergo o boina. c) Botas fuertes; bombachas: faja y cinto

"chanchero"; camiseta o camisa; saco o "corralera"; pañuelo;

chambergo o boina. d) Alpargatas; calzoncillo de lana; chiripá de

bolsa; faja; camiseta; chaleco; pañuelo; chambergo o boina. e) Al­ )

pargatas; calzoncillo cribado; chiripá de chal; cinto de tirador;

camisa; chaleco; saco; pañuelo; chambergo. f) Alpargatas; bomba­ )


chas; faja; pañuelo; b"oina. y una interminable serie más de variantes )
que seria engorroso o, sin exagerar, casi imposible enumerar y
describir. )
Capataces, mayordomos, administradores y hacendados o estan­ )
cieros, vestirán; con las lógicas diferencias de un cierto lujo las mi smas
prendas de los anteriores, también en diversas combinaciones, aun­ )
que no sin lógica, con alguna mayor unidad de criterio: a) Botas fuer­ )
tes; calzoncillos; chiripá de merino negro con trencilla; faja; cinto;
camisa; chaleco; saco: pañuelo; chambergo. b) Botas fuertes; bom­
bacha; cinto; camisa; chaleco; saco; pañuelo; chambergo . Todos Si :l )
excepción agregarán, corno complemento indispensable, liviano o

de invierno, la única pilcha de uso verdaderamente universal del '>

medio rural rioplatense, la que atravesó, como u na bandera triun­

fante todas las épocas y todos los estratos sociales: el poncho.


)

253

P~n
C. 1890
Todo lo anterior vaya dicho como una especie de admonición a
los tradicionalistas "ortodoxos", los que sbstienen que tal prenda debe
ser usada con tal otra, a los mismos que he oIdo afinnar, y quedarse tan
serios, que tales paisanos iban "muy mal vestidos". Como si en el
vestir, espontáneo y fu ncional, decorativo, acompadrado, cursi, simple
rudo, colorido y sencillo, de nuestros hombres de campo, hubieran
cánones, pragmatismos, reglas o modas, en la natural expresiÓn de una
escala de valores propios de su cultura, donde la función, la practici­
I
>
")
) dad y la fantasía fueron siempre aliados inseparables de la neces.idad,
S 1\ el háb ito y la ocasión. Así de simple, en tan variada serie de imponde­
f \\ rables, tan difíciles de casar entre sí. .°1 :.­

eP~n1 d ~ campo \~ .,\ ~ , -....:;::_~-;ÍrI


'- -'
, .'
Muchas de las pilchas que hemos mencionado en estos esquemas
. 870 '2
'- ~("\
'.)'1- '"¿
' " \ ~,."
~\ '1 f
descri ptivos de vestuario, de uso en esta 3. a Epoca, ya han sido objeto
de un tratamiento especial, sobre su origen, características, etc., en
"':¡\ \ ; "­ capítulos anteriores . Otras no. A éstas vamos a dedicar los parágrafos
~\~ ~\ siguientes a efectos de ilustrar a los lectores en_ fonna más clara y
completa, a pesar de la casi contemporaneidad actual de su uso en
1 j~)l nuestra campaña. Como de costumbre, vamos de los pies a la cabeza.

\iJ \~
;, (h
1. LA ALPARGATA.- No cabe ninguna duda que esta prenda,
que como la boina, trajeron los vascos, españoles o franceses, al Plata,
hacia la tercera década del siglo pasado, es la heredera funcional de la
botá de potro. Prenda de trabajo, pero, sobre todo, predilecta para la
práctica del famoso juego de pelota, tan popularizado en nuestro cam­
po por aquellos fuertes, animosos y heroicos hijos de Vizcaya. Esto sin
dejar de lado que, esta especie de zapatilla de fuerte loneta con suela
de cuerda de yute o cáñamo, enrollado; al par liviana, elástica, resis­

_. tente, sólida y de buen "agarre" al piso, tuvo uso bastante generalizado


en otras regiones de España, como Cataluña, de donde no sólo provi­
no, también, un buen número de inmigrantes, sino distintos útiles y
;:-Red\y
bienes de consumo, en los últimos años, del período colonial y aun en
los primeros del ciclo independiente.
\U: Consta que, al margen de aquellas que traían los propios usuarios
y se iban "acrioll¡mdo", desde los años treinta y tantos del pasado
\' siglo, llegaron al Río de la Plata las primeras "fonnales" importaciones
de la útil pilcha, ya reclamada intensamente en los medios rurales,
alrededor de 1865. Como los ponchos, las telas para chiripás,las bom­
billas,las calderas, y una larga lista de etcéteras, venían de Inglaterra,
donde, naturalmente, no se usaban las alpargatas, pero cuya industria
P~n en pleno "boom" expansivo no perdía rubro donde emplear su ener­
C. 1920 gía, en el sentido literal de la palabra, y venían consignadas a repre­
sentantes de finnas de aquel país .
Pero a diferencia de lo que ocurrió con muchas de aquellas otras
prendas y útiles, para cuyo abastecimiento durante muchos años se­
guimos dependiendo de la manufactura europea, en general, y la bri­
tánica en particular, la humilde alp¡¡.rgata encontraría en los entusias­
mos, la iniciativa y la característica tosudez de un coterráneo, el vasco

254
255
)
don Juan Etchegaray, desde 1870, una fuente de producción local. En
efecto, desde ese año , yen su local insül!ado en Buenos Aires, en calle
La Larga (hoy ~ontes de Oéa);- con lona adquirida a la firma Douglas
Frazer and Sons, de Arbroath ~ Escocia, espeualistas en la fabricación
de dichos materiales pai'á' o/ellfs? 'Y cón esparto para las suelas, traí­

do de la España natal, empezó la fabricación de alpargatas en el Río de

la Plata, La que continuó en nuestro Montevjdeo, desde 1890,


>
E,tanciero
C. 1910 • -..-t •••• )
. ú ¡Q¿ ')~H
)
)
)
)
)
)
)

E 1 mercado aumentó, según el mejor principio económico, con la


(l ferta, segura, permanente, inmediata y a buen precio y, de entoncl'S
)
en más, las doblemente vascas zapatillas de Etchegaray, se convirtie­
j ron en pilcha infaltable, en ambos sexos, en todo el ámbito de la re­ )
f gión, siendo, sin duda alguna, predilecta de varias generaciones dé
c riollos y la compañera inseparable de la bombacha,
)
)
Etimológicamente, alpargata está relacionada con el vocablo es­
1 pañol, abarca. )

I
2. L\ BO,HBACHA .- En nuestro libro "El Gaucho" (1963), a
propós ita de esta prenda y su origen, dimos la siguiente versión: "Don )
Juan Lindolfo Cuestas señala la aparición de esté\. prenda unos cinco
años después del fin de la Guerra Grande. Su origen sería el siguiente:

Francia e Inglaterra, aliados de Turquía, cuya existencia como nación )

europea había pretendido terminar Rusia, inician contra ésta la llam,l­

da Guerra de Crimea . Con un criterio muy de la época equipan el las


)
tropas aliadas con uniformes similares a los de los turcos, adoptando,

como correspondía a soldados que iban a pelear en aquellas exóticas

regiones, los ampliOS, anchísimos pantalones de estos últimos.'" )

Caporal
C. 1880 "Terminada esa guerra, antes de lo previ'sto por los sastres y fabri­ )
car.tes de uniformes de esos países, qu e produjeron cantidades e xce si­
vas de Jos referidos pan'talones, ese excedente de guerra es expolt,ldo

)
al mercado rioplatense, tan exótico para ellos como la propia guerra ele )

+=",Red\y Crimea y continuamente agitado. por conflictos bt-lic:os y por tant\! ,

necesitando siempre- de"' es os 'materiales . De ahí l1\;estros soldados )


)
256
)
257
equipados con aq uellas espectaculares bombachas y polainas. Pero Senturion 6 ponchos de paño vuenos c.; omo p.a Gefes entre los cuales
como parece que e l material era mucho para las raleadas tropas locales uno para mi qu.· cea vueno. y unacapita lijera po' q.'como te indico la q.'
lo que sobró fue a engrosar los stocks de bric-a-brac de nuestras pulpe~ ten ia se la mande a Blanco; trompeta se asencorrer Ypierden el poncho
rías de campaña, con la in mediata consecuencia de su adopción por el ojala q.' todos fueran como nuestro yjo Santiago q.' dejo en peñadas sus
paisanaje". Y tenninábamos entonces aquellas líneas con esta útil pre ndas en poder de urquisa y Yo deje las mias en poder de Servando a
aclaración: "No he podido investigar muy a fondo las posibilidades de quien ando moliendo ase dias po' q.' melas de vuelva yel pillo ce es
esta hipótesis así planteada, pero hay que reconocer que se non é cusa alegando q," Yo las deje avandonadas en el Arroyo Grande".
vero..... No pueden caber dudas que, en fecha tan lejana y anterior a la que
Bien. Muchas veces también, por escrito y en conferencias y Cur­ suponía Cuestas de 1855-56, el gran caudillo se refería a las bomba­
sos, hemos sostenido que el verdadero investigador es el que está chas que ya habían aparecido por Montevideo, Y que no tardarían
dispuesto, en actitud crítica y cuando los hechos así lo orienten, a Con­ mucho en popularizarse entre nuestros militares en campaña y, poco a
tradecir sus propiasafinnaciones y revisar sus hipótesis, y este es un poco, e ntre los paisanos. Estos cambia, sin dudas, la fec.;ha y algunos
caso típico. Algún tiempo después de escrito y publicado lo antes otros aspectos de la hipótesis antes mencionada. Otros no.
transcrito, releyendo con cuidado la emotiva y apasionante correspon­ Recapitulemos razonadamente: en primer lugar no caben du­

dencia entre el General Fructuoso Rivera, artífice de nuestra indepen­ das que se mantiene la idea del origen, turco o genéricamente

dencia como nación y aquella virtuosa dama, émula de las matronas otomano. de la prenda, lo que puede muy bien ser comprobado por

romanas, que fue su amada esposa Bemardina, encontramos lo si­ quien visi te aquel país en nuestra época. como nos lo señaló muy

guiente escrito por el héroe, con fecha 15 de febrero de 1843: gentilmente nuestro amigo y compatriota el ingeniero Carlos A.

" ... una comedia la en presa delos muchachos q." ampesar q.' la Voulminot, a raíz de un viaje realizado a aquellas tierras.

partida enemiga les dis pararon algunos tiros ellos se les echavan en Variaría si, con la fecha de su arribo, el motivo de su impor­
cima asta q.' los icieron asotar a S." Lucía". tación a nuestras tierras. Estábamos en los prolegómenos de la
a
"Pronto estaremos du eños de todos los puevlos tendremos pronto llamada Guerra Grande. En esos años finales de la 4. década del
la incorporación de Baes y todas sus fuersas pondre en seguridad las siglo, Inglaterra venía aumentando su comercio con el Plata y su
familias y las cavalladas ytmtonces nuestra col una podra estar acuadras industria, en plena expansión, ya enviaba ponchos y otras prendas
dela de Orib e q.' tiene poca cavallería yfloja" . típicas de uso rural a nuestras tierras. Los viajeros ingleses, que
cada vez con más frecuencia y casi siempre con intereses comer­
"Nos faltaron rrecursos pero estos el Co." de Montero nos los
ciales visitaban estas tierras, se referían en sus escritos al chi­
fasilitara ynosotros les daremos ganado esperaremos a oribe y asi se ira
ripá y a los calzoncillos de los gauchos, como una "vestimenta a la
llevando esto adelante:"
turca"; especie de "anchos pantalones como los que usan los tur­
"Necesito un la pis van ita para el volcilIo yunas tenas itas para cos", y otros semejantes etcéteras. Desde las guerras napoleónicas
tomar el cigarro tan vien von ita". en adelante, la misma Inglaterra fue aumentando su presencia
"mandame unos calsones de merino mordore von vachas o como colonialista en tierras del Mediterráneo oriental, norafricano, eu­
generalmente cedice alo chino, el Cen. 1 medina me ametido en esto y ropeo y en Asia (incluso la India), ya sus tropas coloniales venían
por esta rrason te dio este petardo. no te olvides de mandarme las adoptando el uso de aquellos "bombachos" o "pantalones turcos".
vatas" . Cuando menos, ellos, como los franceses, los conocían muy bien.
Aquellas referencias de los viajeros, sus crecientes intereses en el
Anuestra familia mil cosas ylomismo a Pavlito Ytu rrecive el verda­ Plata y la presencia de "legionarios" en los prolegómenos del
dero cariño de tu amante esposo q.' verte y avrasarte decea. conflicto a que recién hicimos referencia, explican que, ya en 1843,
se vendieran "pantalones turcos" en los comercios de Montevideo
Fructuoso "Rivera y que Rivera le pidiera su remisión a Doña Bemardina.
"S." Lucia chica La historia restante es más o menos la que ya dimos y es
Fe." 15-1843 conocida. Agreguemos, simplemente, que aquel establecimiento
P.D. El día q: perciguieron anuestra Bag.a le quitaron el poncho a fabril que fundara el vasco Etchegaray, en su expansión de rubros,
mi compadre Blanco, hoy tuve q.' mandarle la capa yrne equedado con al servicio de la gente de campo, fue uno de los que, entre dos
el ponchito pequeño q.' tengo Mieres esta cin poncho Fausto Aguilar siglos, más contribuyó a la universalización del uso de la bomba­
tanvien cies q.' in porta," agas decir a D. Pedro aneto q." me mande po' cha en nuestros campos.

259
258
Digamos, finalmente, que en la campaña de Buenos Aires y categoría o de fi es ta o d e "dominguear", los paisanos tuvieron su
la zona pampeana en general, la bombacha siempre se usó de "dos­ tTajecito "paquete", con el que, hasta no hace muchos años era
paños"., sensiblemente más angosta que la que se usó en nuestn) factible verlos por Montevideo, sobre todo en las cercanías de la
medio y en Entre Ríos, conocida como bombacha "oriental", estación de ferrocarril "central": un chambergo de alas más bien
ancha, de ;' tres paños". anchas y planas , de fieltro n e gro, con un ·' barbijo de cinta de seda
con borla y pasador forrado . La copa más bien en punta, alta, con
Los "gustos" predilectos, siempre fueron el gris mezclilla o~ cuatro abollones. Camisa blanca, pañuelo de seda idem, o celeste o
curo, sufrido; el negro; el "bataraz" o "pied de ¡;oule" y, más colorado (con ánimo de divisa política); saco, chaleco y bombachas
tarde. el "gabardina". ~ J..!i
(bien anchas), negros ; éstas últimas sujetas con un buen cinto tipo
tirador, con todo y pistolera, confeccionado en cuero de carpincho
Para compadrear, en nuestro medio, cuando se usaban alpargá.: o "chancho de agua", de ahí el nombre de "chanchero", que
tas, se dejó el botón de la botamanga de la bombacha desprendido; también se le daba, cerrado con una fuerte hebilla de plata labrada
con lo cual se cubría casi por completo el pie. o metal blanco, con pequeñas aplicaciones de oro; cuidadosamente
doblado al hombro un poncho, " toda estación". Entre el bolsillo y
3. OTRAS PILCHAS.- a) El saco o americana: El fundamen­ los botones del chaleco, lucía la cadena, de plata, de la "cebolla" o
tal cambio en la moda masculina, con el abandono del chaqué, los reloj, enchapado en el mismo met2.L
cascones, redingotes, etc. , y la adopción de la mucho más práctica,
cómoda y simple, "americana", o saco, junto a los rectos pantalones y
el infaltable chaleco, revertió, como siempre, en un cambio en los
usos rurales. Poco a poco, primerq los estancieros, mayordomos y
capataces, y después los demás vivientes masculinos , fueron adopta-
tanda, con el chiripá de merino o las bombacha~, de uso para cubrir
su torso: la americana, con o sin chaleco debajo.

Con el tiempo, los propietarios y otros pe rsonajes "principa­


les" , se mandaron hacer sus "conjuntos", americana, chaleco y
bombachas, haciendo juego, que, con las altas y flexibles botas de
cabritilla, ajustadas bajo las rodillas con correÍnes, el gacho de
buen fieltro "al tono", y el pañuelo de pura seda al cuello, cons­
tituyeron, con un ponchito de "vicuña", el elegante vestuario,
equivalente novecentista de aquellas delicadezas que usara, casi
cien años antes, Pancho Candioti.

Los sacos eran, al comienzo, de solapas muy cortas y anchas,


derechos, con cuatro botones, grandes bolsillos laterales de corte
horizontal o diagonal, muchas veces sobrepuestos o aplacados,
sueltos, en ocasiones con una "martingala" a la espalda, marcando
la cintura . Los de invierno, telas , encorpadas tipo "casimir", de
°
lana y colores oscuros, generalmente negros, gris oscuro ultrama­
rino, muchas veces de gusto "sport", a cuadros. En verano, de telas
livianas, mezclillas de algodón , blanco, crema o gris perla. El
chaleco, derecho o cruzado, siempre haciendo juego. Algunas ve­
ces, saco y chaleco eran ribeteados con una trencilla de seda al·
tono .

Pero no se crea que esto era privativo de gente rica. Cada vez
más, y con predominio siempre del negro, considerado color de

261
260
b) La corra/era . En la Prov incia de Buenos Aires y penetrando d) La boina . También con anterioridad y varias veces, nos
en el litoral y en n ues tro territorio, traji nada por troperos y do~ hemos referido a esta prenda que llegó a nuestro medio rural
dores, comenzó a usa rse desde e l último tercio del pasado siglo, durante y después de la Guerra Grande, siendo que su mayor
una chaqueta corta -no llegaba a la cintura- , de tela liViana. difusión corrió de cuenta de sus usuarios originales, los vascos
abierta, con un c ue ll o muy pequeñ o, levantado, como el de los (españoles y franceses), emigrantes, que agauchados como pocos
militares, o sin cuello, abrochada só lo arriba COn una "abotonadura en .todo lo demás del vestir, se res istieron, no obstante, con su
gauchesca", a veces con puños dobles cerrados con gemelos; gene­ porfiada tosudez característica y como clásico mecanismo de defen­
ralmente sin bolsillos; ribeteada con trencilla, ya la que se le bordaban sa cultural, a desprenderse de esta prenda que es un verdadero
"pinos" o "eses", con la misma trencilla al frente ya los lados, y a ve~ símbolo material de su ser nacional . Es un gorro redondo, de tela
iniciales (cuando tenía bolsillo chico superior a la izquierda, para pa_ de lana, o tejido, aplastado, que ajusta perfectamente al perímetro
ñuelo), muchas veces con otros pequeños bordados de color al frente; craneano y se lleva o echado adelante o volcado sobre una u otra
otras con tablas, plisados, nido de abeja, botoncilIos, etc. Por su practi­ oreja. En .su centro un cordoncillo, antiguamente largo y tenninado
cidad (al ser corta no corría riesgos de suciedad en el trabajO del corral), en una borla o pompón, que caía lateralmente, contribuyendo a la
su uso rural, etc., se le llamó "camperita", "campera" o "corraJera", y elegancia de esta pilcha. Sus colores más comunes eran negro, rojo
por su forma "voladora". El probable origen de esta prenda es la adap­ blanco o azul ultramar. La borla, muchas veces era de color con­
tación o "in terpretación" fabril, para uso del gauchaje, tomando como trastante.
modelo las antiguas chaquetillas mili tares que ellos usaban, despren­
didas.

c) El cinto. Heredero del "tirador" clásico, con rastra, ya nos


hemos referido a él en diversas ocasiones. Se cierra al frente con
una gran hebilla o con otras dos más pequeñas, generalmente éstas
de metal fino (plata o metal blanco, con aplicaciones de oro). Posee
un gran bolsil lo dorsal, central. Otro de tamaño mediano sobre el
costado izquierdo; a la derecha, bien al flanco, la pistolera
(nuestros hombres de campo de mediados del pasado siglo en
adelante, cada vez más usaron arma de fuego, primero pistolas I

Lefaucheux, de fulminante, y luego de tambor y balas con per­


cutor. Después "Smith and Wesson", "Eibar", etc.), y, más adelan­
te, sobre el mismo lado, un bolsillo pequeño, adecuado para el
reloj, o Ilaves, o "el papel con la marca", documento que obliga­
toriamente debían llevar los troper()s.

APENDICE. EL VESTUARIO RURAL MASCULINO ENTRE

1870 Y 1920, SEGUN LO DESCRIBIERON VIAJEROS

Y OBSERVADORES

Comenzaremos con el francés H. Annaignac, tantas veces cita­


do, quien en su obra (cit.) escrita entre 1870 y 74, vio así a
nuestros hombres de campo: "Los clientes eran gauchos, o sea
habitantes del campo, cuyo traje pintoresco merece que le dedi­
quemos algunas frases. Visten los gauchos un poncho y un chiripá
- ..... ..
~
y les ciñe el cuerpo un ·ancho cinturón llamado tirador, adorna­
do a guisa de botones con monedas de plata o de oro a las que se

262 263
J
les hace soldar unas presillas de metal para poder abrocharlos. La
mayoría lleva la cabeza envuelta en un pañuelo de seda ) rojo' d e talle de su modo de vestir nacional y, sobre todo los vascos, )

anudado bajo la barbilla y cubierta por un chamoergo de anchas pocas veces renuncian a su boina tradicional."
)
alas . Algunos calzan botas de cuero, otros botas de potro. Aunque El inglés Cunninghame Graham (op. cit.), hacia 1880-85, des­
la vestimenta sea más o menos la misma para todos, n!sü1cii'~mu' cribe así el vestir de gauchos y paisanos: "Los hombres ... eran por )
fácil distinguir en ellos dos categorías: los ricos y los pobres. Los lo general altos, cenceños y nervudos , con no poca dosis de sangre \
primeros llevan prendas más limpias y de mejor calidad queJos _ india en sus enjutos y musculosos cuerpos".
segundos y calzan botas fuertes y lustradas, en lugar de potro. rPero _ ":: .
" ... Centauros delante del Señor, torpes a pié como caimanes
los objetos que marcan más la diferencia, son las espuelas, el látigo:
embarrancados, tenían, sin embargo, agilidad de relámpago cuando
o rebenque y el tirador. En efecto, mientras los pobres llevan ,UnaS

s
malas espuelas de hierros,~ los otros hacen sonar contrcl el ue'1o' las

era necesario ... "


gigantescas rodajas de sus espuelas de plata. No se vaya a creer'
... Tales eran los centauros de aquellos días , vestidos de
que esto sea de poca importancia. Yo he visto a menudo espuelas
poncho y chiripá. Calzaban botas de piel de potro, hechos los
de plata maciza que pesaban más de cinco libras (2 kgs y 1/2) 'y.
talones del corvejón, dejando salir los dedos para agarrar el estribo,
cuyo valor pasaba de los seiscientos francos" . .... - •. ,
formado por un nudo de cu e ro" .
,. S:. Completa su cuadro. no exento de románticos tono s (pigs. 17 f
Más adelante (pág. 104) va completando sus observaciones
18), así : "Nada más típico de la vida de hace cuarenta años e;l las )
sobre vestuario. así : "La indumentaria de los paisanos o gauchos se
Pampas, que el aspecto del gaucho vestido de ponch o y chiripá,
compone esencialmente de dos elementos principales : el poncho y
cogido el estribo en los dedos desnudos de los pies, reten idas las
el ch iri pá . El p rimero sirve de abrigo; e l se gundo reemplaza los
largas espuelas de hierro en su puesto -::on una correa de cuero,
pantalones y cubre los calzoncillos. El poncho y el chiripá están
pendientes de los calcañares ; el pelo encerrado en un pafluelo dE;
hechos , uno y otro, de un trozo cuadrado de lana o de algodón. El
se da rojo, chispeantes los ojos , el mango de plata del cuchillo
poncho tiene en su centro una abertura que sirve para pasar la
salido por entre la faja y el tirador, cerca del codo derecho, sobre
cabeza, de manera que toda la pa rte superior del cuerpo queda
su pingo de crin tusada y cola larga exte ndida al viento, haciendo
cubierta por ese ropaje que baja hasta las rodillas y proporciona un
g irar las tres Marias por e ncima de la cabeza, y corriendo como un
abrigo cómodo contra el frío y la lluvia. El chiripá se coloca alre­
re lámpago cerro abajo a una inclinación en donde un jinete euro­
dedor de la cintura, envuelve los muslos y la parte superior de las
peo hubiera considerado tal cosa como muerte segura .. ."
piernas y se sujeta por medio de una angosta faja de lima, seda o

Nos da luego, la des cripción típica del vestir de un paisano en


algodón . Por encima de ésta se coloca el cinturón ancho, llamado

la época que nos ocupa (pág. 53): "El propietario de la pulpería en


tirador, del que antes he hablado, que encierra en 'sus bolsillos el

dinero, los papeles, el tabaco y el revólver".


el Yí era un tal Eduardo Peña, una especie de cruce entre gaucho
y burgués; usaba ch aqueta (saco ) y chaleco, y no llevaba cuello en la
"Las personas de clase acomodada y los extranjeros reempla­ camisa. Llevaba bombachas muy sueltas, recogidas en las cañas de
zan a menudo el chiripá por un pantalón muy ancho, llamado bom­ sus altas botas de montar que tenían topes de charol marcados con
bacha; pero todo el mundo usa el poncho y el tirador". un águila bordada en hilo rojo " .
Aquel observador diplomático franc és acreditado en \1ontevi
Finalmente (pág. 154-155), define la idea de los cambios socia­ deo, el Conde de Saint-Foix (op. cit.) a quien ya hemos recurrido
les en la campaña y los nuevos usos, de la manera siguiente: "El reiteradas veces, da esta sintética y exacta descripción , hacia 1890:
campo .. , no está poblado solamente de ~'auchos; hay también un " Siempre a caballo, llevando anchos pantalones semejante s a los
número considerable de europeos: ..ascos, españoles, italianos, in­ de los suavos (bombachas), una chaqueta de paño negro, con un
gleses y alemanes; pero únicamente los criollos se ocupan de cinto en el que están pasados su cuchillo y su revólver, teniendo
ciertos b'abajos que se hacen a caballo, como el rodeo para marcar muchas veces hermosas botas de montar (bot::ts fuerte s) y por enci­
la hac ienda, la formación de tropas destinadas a los saladeros, .etcé-' ma de todo un poncho O cobertor de lana fina atraves ado en su
tera. Los extranjeros; por su parte, se ocupan de lo's ' trabajos 'qúe ,ser centro por un agujero para pasar la cabeza... ...
hacen a pie, como cavar zanjas o pozos, cultivar la quinta;l'e dificar
Su compatriota Edouard Montet (op. cit.), completa, aunque
las casas, fabricar ladrillos, esquilar y pastorear las ovejas,' No tardan '
confundiendo algunos aspectos, como cuando ve el chiripá junto y
estos últimos' en adoptar la forma de vida de los gauchos y una
encima de las bombachas , la des cripción anterior, casi contempo­
parte de su .indumentaria t .,in embargo, conservan siemp~algún __..~
ráneamente (1895), dice (pág. 230 y sigts .): "Vestido con una ('ha

264
;'65
XVII
queta corta y del poncho, lleva un ancho pantaló n ajustado en el
tob ill o, y cuya amplitud está crecida por el chiripá, p ieza de tela EL REBENQUE
gruesa cuadrangular artísticamente arreglada en forma de falda, por
encima de las botas o de simples alpargatas (especie de calzado de '"
c uerda ). Un ancho ci nturón de cuero, con bolsillos, ll amado t irador,
y adornado a veces con placas de plata, sostiene e l ch iripá, y sirve Nos parece ser este el momento para, por fin, referimos a esta
a l gaucho para guardar su tabaco, su din ero, sus cartas (barajas), y, pilcha, útil de trabajo y arma, que enarbolado en su mano o colgan­
antes que nada su cuchillo, que él sabe tamb ién manejar para do displicentemente de la misma muñeca, fue tan inseparable (y lo
vengar su honor en el acto, como para despedazar un camero o es aún), de la figura de nuestros hombres de campo, desde los
degollar una vaca. Agregad un pañuelo grande de color (vincha) changadores, gauderios y gauchos, a los paisanos, como el cham­
(sic), alrededor de su cuello, un sombrero de fieltro sobre su bergo, el poncho, o el cuchillo, sin olvidar a las espuelas, con las
cabeza, y, sobre todo, no olvidéis el cigarrillo e n sus labios, y que, en verdad consti tuye un binomio inseparable, el de las accio­
tendréis delan te vuestro el retrato au téntico del rey de la Pampa" . nes para alentar y dominar, a la mitad inferior de esa entelequia
que hizo de él un centauro : el caballo.
El médico compatriota Roberto Bouton, (op. cit.) q ue nos deja­
ra tan interesantes memorias sobre su vivir en nuestra campaña a
comienzos del siglo, resulta muy adecuado para terminar el presen­ Si las espuelas en sus pies fueron un símbolo, eJ rebenque en

te capítulo, (pág. 46): "Presume cual una mujer; para su indumen­ su mano diestra también lo fue. No se concibe, aún hoy, a un

taria, gasta anchas bombachas, tan anchas que cubren los flancos jinete criollo despojado de este atributo.

de su flete, como si fueran polleras, o un chiripá de merino negro,


bien bordado. Y lo que digo de las bombachas y del chiripá, digo
del enorme pañuelo-golilla". Vamos a comenzar por describir el rebenque propiamente di­

"El, al ataviarse, sea para ir a unas carreras o ir a ver a la novia cho, el tipo más primitivo que se usara en nuestro medio, con sus

o a un baile, se perfuma con aceite de oriza y con vieja Agua variantes Y tipos, y seguiremos con el "arreador", su contemporá­

Florida (los perfumes en moda de aquellos tiempos) conocidos por neo, para terminar con taleros, guachas, látigos y lagartos , sus des­
todos nuestros paiSanos". cendientes, parientes Y variantes.
Más ade lante, sobre festejOs, refiriéndose a la concurrencia a
una misa de campaña, anota (pág. 347): "¿Y los mozos? Todos 1. EL REBENQUE CLASICO O DE ARGOLLA.- Este es el

querían presentarse paquetes a pesar de sus sacos bolsudos; uno tipo más primitivo, Y que aún sigue siendo el predilecto por anto­

llevaba saco de brin blanco y pantalón de paño negro y de golilla nomasia para el trabajo de campo de a caballo, incluso por troperos

un pañuelo color verde cotorra; otros bombachas y calzando zuecos


(era pleno verano) de los llamados zuecos carreros y calzando y domadores.
espuelines; ¿y los muchos de botín elástico y con las medias sobre
el pantalón? .." . Y más adelante aún, describiendo un baile, com­ Consta de las siguientes partes: mango, llamado también cuer­

pleta (pág. 377 y 378): "En todo y para todo se hacía gala de
po o cabo. la azotera, la argolla y la manija.

sobresalir: hasta (a) los mismos mozos les llegaba el momento de


lucir un hermoso chiripá bordado, con ribetes de cinta o con flecos, El mango o el cuerpo, es de una longitud variable entre los 15

sus primorosos cribos, sus tiradores de rastra, sus pañuelos de goli­ y 35 centímetros, grueso de un diámetro parejo de 3 a 4 centí­

lla, bordados con "No me olvides" o corazones" . metros. Era generalmente de madera dura, aunque también podía

ser de hierro. Generalmente se aforra o retoba de cuerO crudo, con

costura doble. Otras veces se recubre con un trenzado o esterillado

de finos tientos de potrilla, con pasadores del mismo material. Las

variantes de lujo podían tener un pasador largo de plata o metal

blanco, parecido a los de estribera, que lo cubría casi totalmente, o

un pasador con una bomba ceJ'ltral, o una o dos virolas, de los me­
tales antedichos, con aplicaciones de oro, o sin ellas.

tY.Ji}:a~
~~.iA.'1
266 ~~~¿~
f
I

El extremo superior del mango está perforado diametralmente


atravesado por una gran argolla de 6 o más centímetros de diáme­
tro. En los más sencillos, esta argolla es de hierro o de bronce; en
los de cierto lujo es de metal blanco o de plata. Y en los más
lujosos, no es un simple círculo sino un anillo muy pesado, de
plata (o de plata y oro) ornamentado con una traba o chapa hori­
zontal, del mismo metal, en la que se grababa o ponían aplicadas
"
en relieve las iniciales del dueño.
)
De esta argolla se suspendía una pulsera enteriza ele cuero )
crudo , liso o de tientos trenzados, llamada la "manija", que sirve
)
para colgar el rebenque de la ml:ñeca, o del clavo o percha cuando

no se lisa. )
)
La azotera, que está sujeta o embebida en el otro extremo del
mango, es la parte que re~lmente se emplea para castigar el ani­ )
mal, aunque muchas veces el gaucho se la envolvió en el puño y
tomando así al rebenque utilizó mango y argo lila como arma ofen­ )
f
.
~.
, . :¡

~:
~
s i\·o-de fensi va. o sim plemente la usó para " liquidar" al caballo
cuando se le desbocaba, dándole un "mangazo" entre las dos
orejas. Siempre la azotera se hi¡;o de un cuero crudo, particular­
m e nte fuerte y grueso, generalmente sacado del cuello del toro, o )
t de cuero de anta o tapir. Su ancho unos S centímetros , y el largo el
r:
1: doble del ma ngo.
f.:
I ¡
'1 Como dijimos, el paisano lleva el rebenque colgado de la
)

¡:/, , :1
)'l';'1
f
"l;

l' . I
Illuñeca por la manija , pero cuando nec esita tener libres ambas
manos, lo cuelga del mango del cuchillo, que asoma sobre su
flanco d e recho.
)

~' f¡
"
Hay una variante del reb e nque de argolla, que se hace todo en
:':: ~:
I 1 11' ;" gruesos tientos de sección cuadrada, en un trenzado especial lla­
!-:, Jo, , ,''
"
mado caracol, cuyo mango que asi resulta lógicamente flexible se
'~
.. ' I
:~
, . .'
, ,' ; pro longa en una azotera también trenzada, en redondo, con una
!:/: ' ! ,¡ . ,

Ir
.¡ azoterita propiamente dicha, en su extremo, de cuero crudo y de
j' l.:} I Ir;' " .
, .:
¡

~
l \"

unos 15 a 18 centímetros de largo. Se le denomina "cola de tatúO> .


,i ~..
1, "1
"
~
j o! • (: ,.,.' t ;· 2. EL REBENQUE COMUN.- Es en realidad un clásÍco "láti­ )
in",; 1(1 I
. :.r ,j
"'-.:.-':'1,/
....
go" O "fusta", de origen europeo, adaptado a las características que
definen a la cultura local, tan especial en todo lo que a la equita­ )
¡' .
t ·,,,l
Col.
Re~nq" " ción se refiere. Sus partes son: cuerpo o cabo, el pomo o cabeza, la
)
1
.
úe
1, ~: }
r"tu
de manija y la azotera.
¡¡i f ",golla
)
:, ~: í':'J
. , :'! Naturalmente, el peso, largo y ancho del mango, dependen
mucho del usuario, incluso no es lo mismo un rebenque de hom­
'-A
-' l , I
.
TJI~r" +=".Red\y bre que de mujer o de niño. Si el rebenque de argolla es, en
Argoll a " términos generales , característicamente de trabaj0, éste es , mucho
. hoen . Re~nque /)e
úe de
d~ marfil lujo argolla Re be nqu e más, de paquetear.
lujo eon
26~ bomba
;,
;,
'l
-.:
-..

269
El tipo más Común tiene un cabo de unos 40 a 50 centímetros
y de. 3 a 4 centímetros de ancho. E ste cabo puede ser de madera o El talero, excelente para la doma, es además por su peso, etc.,
de metal, en cuyos casos es gene,"lmen'e cubierto o ,"'obado en un anna terrib le esgrimido por la azotera.
Cuero crudo, o en víbora o en lagarto; o Con un entretejido de Existen taleros, más paquetes, que tienen el mango cubierto
tie ntos de potrilIo, teniendo muchas veces un pasador ce ntral y dos de finos esterillados d e tiento de potrillo y la bocha o cabeza hecha
virolas o simplemente un par de virolas. A veces el cuerpo es de con una bola de billar de marfil.
"bal/ena". El pomo o cabeza es un ensanchamiento P"i fo ,
también forrado de cuero, esterillado, o es un pomo, comonoe de Existe una variante del talero, muy de uso en las provincias
bastón, de cabeza redonda, de plata o metal blanco, con o sin argentinas de Entre Ríos y Corrientes, llamada guacha. Es en
aplicaciones de oro. En el extremo superior del pomo o cabeza, en reali dad un talero de mango corto y grueso y de azotera anchísima
su centro, hay una argoI1ita soldada u ojal, por donde pasa la y también muy corta.
manija, que es relativamente fina, de una guasquita de cuero cru­
do, pomo.
del de tientos trenzados (con o sin botón), o de cadenilla del metal
4. LOS LAGARTOS. - Eran rebenques totalmente hechos de
gruesa trenza de tientos, sin "corazón" o mango, ni azotera diferen­
En los de más lujo todo el cuerpo está cubierto de malla de ciada, simplemen te van afinando de arriba hacia el extreqlO y su
plataaplicaciones
con y el pomo yde virolas (o pasador), SOn de este metal, a veces
lasoro. longitud es variable, aunque solía estar entre 80 y 120 centímetros.
Podían o no, tener manija. Muy fuertes para castigar, fueron espe­
cialmente usados por los cuarteadores de las antiguas diligencias.
En los pomos de metal se solían poner, en relieve, las iniciales
y, a veces, la marca del dueño. En algunos casos el pomo se
desprende del cuerpo -que en realidad actúa como una vaina- y 5. EL ARREADOR. ~ Tentados estuvimos de poner: "Su Ma­
lleva unida una hOja de estoque, de sección plana o cuadrangular, jestad el Arreador", Es el jefe entre los látigos y rebenques, y es el
rebenque o látigo de los "jefes". Símbolo y atributo de mando, su
La azotera, de cuero fuerte, como la de los rebenques de argo­ genealogía tiene raíces comunes con los cetros reales, los bastones
Ha, es de ancho proporCionado al rebenque y de largo una vez a y varas de hechiceros y magos, la batuta de los conductores de
una vez y media el largo del cúerpo. orquesta y los bastones de mariscales y generales .

En nuestras tierras distinguió al propietario, al mayordomo, al


En la Provincia de Buenos Aires, dentro de esa serie de pil­ capataz, al capo o jefe de gauchos, pero, sobre todo, al caudillo, al
chas tan especiales de su equitación criolla, se ha desarrollado el conductor natural y nato, y fue, a la vez, distinguido por éstos
uso de un rebenque cuyo mango, algo más corto, es un garra tl to, como pilcha de especial valor y predilección. Casi todos nuestros
todo redondeado, tronco-cónico, totalmente forrado de cuero crudo caudillos y jefes militares de los heroicos tiempos de la indepen­
O curtido blanco, y cuya manija pasa por un ojal que atraviesa el
dencia y la consolidación nacionales, lo llevaron como un atributo,
mango en su extremo Superior (no tiene pomo o cabeza diferencia_
pero entre ellos hubo uno, uno de los grandes, el General Fruc­
da); la azotera mantiene la proporción anterior. tuoso Rivera, en cuyas manos el arreador, que nunca se alejó de
ellas, fue, como dijimos antes, a la vez, bastón de mando y batuta
3. TALERO. - Es una variante, también relativamente moder­
genial, vara mágica y hasta democrático y fraternal cetro.
na, pero ordinaria o de trabaja, del rebenque clásico. El mango es

bastante largo, 45 a 50 centímetros y grueso, 5 centímetros de

diámetro, de madera, retobado en cuero crudo, COn una cabeza o


En nuestro medio rural casi cimarrón del siglo XIX, el arreador
en mano de jefes y caudillos, fue el índice del mentor que guía y,
bocha, tallada también en la madera, a modo de pomo, retobada

como el mango, y por debajo de ésta, ancha y abierta en ojal,


en ocasiones, el pulgar del César que condena.
pasaba la manija, consecuentemente mucho más dura y fuerte que

El arreador consta esencíalmente de dos partes : el mango y la


la de los otros rebenques. La azo,.,., ancha, es del mismo 1.,,0 ya

veces más corta que el mango. trenza o azotera. A diferencia de lo que ocurre entre todos los otros
tipos de látigos hasta aquí descritos, totalmente separables uno de
la otra.
270

271
C3bo de
ballen3
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cahezd Muchas son las variantes de forma y calidad de los mangos de
d~ arreador; no obstante, en términos generales, podemos muy bien
Pl',-ro
tipificar tres partes diferenciadas en el mango: la cabeza o pomo, el
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:f cuerpo propiamente dicho y la puntera o contera.
a) La cab~z~( ~r'd~l'"4~~ta'r, de guampa o de marfil. Las de metal
/:

Cabo o son de plata, o de plata y oro, de metal blanco o de


todo
pl3t. ~ bronce.

v Generalmente forma un ángulo recto, como las empuñadu­

ras de látigos europeoS' o antiguos bastones. Este ángulo O

gancho tiene una explicación, pues servía para que el usua­

rio, desde el éaballo, recogiera las boleadoras del suelo

~
cuando erraba un )tiro.

~Ienos frecuentemente esa cabeza era en forma de p0l110

común rematado en una bocha.

Los pomos de ángulo que hemos conocido asumen hs si­


guientes formas: cabeza de caballo; cabeza de perro; mano
o guantelete; gárgola; mano de caballo; pierna de mujer
mujer desnuda, acostada; delfín; etc.

b) El cuerpo, es de madera fina, de ballena o de ca ña, e n


cuyos casos el pasador central es del mismo metal que e l
.. I pomo y la puntera. A veces el cuerpo, de mad e ra, es forrado
11 de un esterillado de finos tientos y, con más frecuenc ia, de
1: una malla de hilos de plata. En este caso el pomo, el pasa­
dor y la puntera son de ese mism o metal, a veces con apli­
11 caciones de oro.
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I También con cierta frecuencia pomo y cuerpo se separan,
¡ sirviendo este último de vaina y aqu é l de empuñadura a un
estoque.

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cabo de caña y bien diferenciadas, a saber: la yapa o prendedor, la trenza propia­
madera , pla ra mente dicha y la azotera, propiamente .
retobada )"
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El prendedor ' o yapa consta de una presilia con un botón
simple o doble ' (gemelo), de metal o de tiento que sirve para
y'C +==.Re'\\y prender a la argolla temina! de la puntera de! mango, y un tramo
de trenza redonda, de tientos, rematado en otra argolla. Tramo de
unos 15 a 20 centímetros en total
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272
273
El tipo más común tiene un cabo de unos 40 a 50 centímetros
y de. 3 a 4 centímetros de ancho. Este cabo puede ser de madera o El talero, excelente para la doma, es además por su peso, etc.,
de metal, en cuyo, ca,o, e, gene"lmente cubierto ° , etobado en un arma terrible esgrimido por la azotera.
cuero crudo, o en víbora o en lagarto; o con un entretejido de Existen taleros, más paquetes, que tienen el mango cubierto
tientos de potrilla, teniendo muchas veces un pasador central y dos de finos esterillados de tiento de potrillo y la bocha o cabeza hecha
virolas o simplemente un par de virolas. A veces el cuerpo es de con una bola de billar de marfil.
"ballena", El pomo ° cabeza e, un en,.nehamiento pi'¡fo ,
también forrado de cuero, esterillado, o es un pomo, comonoe de Existe una variante del talero, muy de uso en las provincias
bastón, de cabeza redonda, de plata o metal blanco, con o sin argentinas de Entre Ríos y Corrientes, llamada guacha. Es en
aplicaciones de oro. En el extremo Superior del pomo o cabeza, en realidad un talero de mango corto y grueso y de azotera anchísima
su centro, hay una argolIita soldada u Ojal, por donde pasa la y también muy corta.
manija, que es relativamente fina, de una guasquita de cuero cru­
do, pomo.
del de tientos trenzados (con o sin botón), o de cadenilla del metal
4. LOS LAGARTOS. - Eran rebenques totalmente hechos de
gruesa trenza de tientos, sin "corazón" o mango, ni azotera diferen­
En los de más lujo todo el cuerpo está cubierto de malIa de ciada, simplemente van afinando de arriba hacia el extremo y su
plata y el pomosyde
con aplicacione' virolas (o pasador), son de este metal, a veces
lasoro. longitud es variable, aunque solía estar entre 80 y 120 centímetros .
Podían o no, tener manija. Muy fuertes para castigar, fueron espe­
cialmente usados por los cuarteadores de las antiguas diligencias
En los pomos de metal se solían poner, en relieve, las iniciales
y, a veces, la marca del dueño. En algunos casos el pomo se
desprende del cuerpo -que en real idad actúa Como una vajna- y 5. EL ARREADOR. -..... Tentados estuvimos de poner: "Su Ma­
lleva unida una hOja de estoque, de sección plana o cuadrangular. jestad el Arreador". Es el jefe entre los látigos y rebenques, y es el
rebenque o látigo de los "jefes". Símbolo y atributo de mando, su
La azotera, de cuero fuerte, como la de los rebenques de argo­ genealogía tiene raíces comu nes con los cetros reales, los bastones
lla, es de ancho proporCionado al rebenque y de largo una vez a y varas de hechiceros y magos, la batuta de los conductores de
una vez y media el largo del cUerpo. orquesta y los bastones de mariscales y generales.

En nuestras tierras distinguió al propietario, al mayordomo, al


En la Provincia de Buenos Aires, dentro de esa serie de pil­ capataz, al capo o jefe de gauchos, pero, sobre todo, al caudillo, al
chas tan especiales de su equitación criolla, se ha desarrollado el conductor natural y nato, y fue, a la vez, distinguido por éstos
uso de Un rebenque cuyo mango, algo más corto, es un garrOtlto, como pilcha de especial valor y predilección. Casi todos nuestros
todo redondeado, tronCO-Cónico, totalmente forrado de cuero crudo caudillos y jefes militares de los heroicos tiempos de la indepen­
o curtido blanco, y cuya manija pasa por un ojal que atraviesa el
dencia y la consolidación nacionales, lo llevaron como un atributo,
mango en su extremo superior (no tiene pomo o cabeza diferencia_
pero entre ellos hubo uno, uno de los grandes, el General Fruc­
da); la azotera mantiene la proporción anterior. tuoso Rivera, en cuyas manos el arreador, que nunca se alejÓ de
ellas, fue, como dijimos antes, a la vez, bastón de mando y batuta
3. TALERO. - Es una variante, también relativamente moder­
genial, vara mágica y hasta democrático y fraternal cetro.
na, pero ordinaria o de trabajo, del rebenque clásico. El mango es

bastante largo, 45 a 50 centímetros y grueso, 5 centímetros de

diámetro, de madera, retobado en cuero crudo, COn Una cabeza o


En nuestro medio rural casi cimarrón del siglo XIX, el arreador
en mano de jefes y caudillos, fue el índice del mentor que guía y,
bocha, tallada también en la madera. a modo de pomo, retobada

como el mango, y por debajo de ésta, ancha y abierta en ojal,


en ocasiones, el pulgar del César que condena.
pasaba la manija, consecuentemente mucho más dura y fuerte que

El arreador consta esencialmente de dos partes: el mango y la


la de lo,
veces másotro, rebenque"
corta La azote,., ancha, e, del m;,mo I.,go ya

que el mango. trenza o azotera. A diferencia de lo que ocurre entre todos los otros
tipos de látigos hasta aquí descritos, totalmente separables uno de
la otra.
270

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(dheztJ Muchas son las variantes de forma y calidad de los mangos da
de arreador; no obstante, en términos generales, podemos muy bien
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tipificar tres partes diferenciadas en el mango : la cabeza o pomo, el
cuerpo propiamente dicho y la puntera o contera.
a) La cabez;t ~~!1J~f'~~ta'r, dé guampa o de marfil. Las de metal
Cabo o son de plata, o de plata y oro, de metal blanco o de
codo bronce.
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Generalmente forma un ángulo recto, como las empuñadu­

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~ ras de látigos europeoS" o antiguos bastones . Este ángulo o
gancho tiene una explicación, pues ,servía para que el usua­
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guientes formas: cabeza de cabal1ú; cabe za de perro; man u

o guantelete; gárgola; mano de C':.iballo; pierna de muier


mujer desnuda, acostada; delfín; etc.

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b) El cuerpo, es de madera fina, de ballena o de caña, e n
cuyos casos e l pasador central e s del mismo metal qu e e l
pomo y la puntera. A veces el c uerpo, de madera, es for rad o
de un esterillado de finos tientos y, con m<Ís frecuencia, de
una malla de hilos de plata. En e ste caso el pomo, el pasa­

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También con cierta frecuencia pomo y cuerpo se separa n,
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mango y que remata en una argoll a donde se prende, me­
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simple o doble ' (gemelo), de metal o de tiento que sirv e para
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de trenza redonda, de tientos, rematado en otra argolla. Tramo de
unos 15 a 20 centímetros en total
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273
tro campo con e l nombre 'de freno de candado. De piernas
Ambos térm inos , en su uso primitivo, sirven para denominar !o
relativamente cortas, pero de gran palanca, en fomla de S
mismo: e l conju nto de piezas que constituyen e l atalaje del caba­ o 5 ; puttnte muy al to, en U inve rti da; con barbada circula r
llo; pero m ien tras e l pr imero, apero, de orige n clarame nte m¡ls o de argolla de hierro, un ida a dicho puente, y pon tezue la
popular - tiene sus antecedentes e n lo s "aperos" de labranza de fija y dos argoll as para las riendas Y otras dos para las
los primeros colonos- no cambió es te valor, e l segu ndo, recado,
cabezadas. Tambié n la cabezada simple Y las riendas sen ­
nacido en los medios más cu ltos -conjunto de objetos necesarios
cill as, separadas o si mplemente uni das con una trabilla ;
para hacer ciertas cosas, "recado de esc rib ir", etc., se fue especia­
tam bi én el petral al que nuestra gente llamó "pretal" y el
li zando ef) su uso y a poco pasó a ser únicamente la pieza principal
.-.. fiador o cogotera, pariente de la "jáq uima" arábiga . y un
del apero, es decir, el lomillo o basto.
motivo de adorno, de origen religioso árabe, q ue se repro­
y con esto ya vamos entrando directamente en tema. duce mucho en la p latería criolla: la media lu na con las
Los conq ui stadores y colonos de nuestro territorio tanto espa­ pu n tas hacia abajo que adorna tanto la bocha de l fiador,
ñoles como lusitanos, traían las dos escue las de eq uitación de uso como el florón central del pretal o la pechera.
en la Peníns u la y, en general, e n la Europa de la época, con Sus 2 .0) Tampoco puede h ablarse de un dom inio de la escuela de
ata lajes correspondientes . Estas escuelas eran : la jin eta, de origen la bri d a, aunque el gaucho estribe largo, con las piernas
e n la caballería ligera árabe, cuyos in tegrantes eran denominados extendidas a plomo. y aunque los estribos de "corona" y
"xenetes " , y la proveniente de Europa Central, llamada escuela de "media-corona", antecesores de los más tardíos llamados
la brida o estradiota . "de campana" (una h ipertrofia de aquéllos) y las grandes
espuelas de rodaja, sean, como veremos en detalle más
Las características principales de la escuela de la jineta, eran: adelante, herencias de la escuela de equitación de los
silla de arzones muy levantados, espec ialmen te el pomo delantero hombres de caballería alemanes que llegaron para la con­
muy alto, lo que hací a que e l caba ll ero quedara li tera lmente enca­ quista del Plata; pues e l freno; el número, forma y modo
jonado e n ella; estribada corta y el estribo peq ueño;. freno muy de usar las riendas; la silla, etc., nada tienen que ver con
fuerte y riendas ll evadas en una sola mano y muy levan tada s. las de la brida o estradiota.
La brida, si bien no tiene grandes diferencias en cuanto a las 3.0) Porque por su propio origen, a lo que ya nos hemos referido
características de la silla, co n arzones algo más bajos, usa la estriba­ extensamente antes, si b ien recibe las más var iadas in­
da larga, a toda la extensión de la pierna, e l pie ca lzado en un fluencias culturales de soldados, arrieros y campesinos es ­
estribo mús a ncho de arco; freno más liviano, articulado, la mano pañoles, de la mari ne ría, etc.; el gaucho no es, n i puede
más baja y las riendas ll evadas muchas veces con ambas manos y ser, como jinete, un producto de "escuela" de eq Uitación,
en número de cuatro (dos de cada pata del freno ). sino un equitador natural, instintivo, que adapta y transfor­
ma los elementos de l apero de que puede disponer o
Muchos autores han pretendido ver en la eq uitación del gau­ dispuso en sus orígenes, a las condicion es del medio, que
cho características de un a u otra escuela en fomla dominante, o de hace una verdadera ecología ecuestre, co mpletamente di ­
ambas a la vez . Nosotros no creemos mucho en ninguno de e~tos ferente, por ejemplo, del huaso ch il eno o del charro meji ­
extremos, por las razones que hemos expuesto ex tensamente en la cano, que reciben influencias fundamentales de la escuela
Introducción del presente trabajo y por los detalles siguientes: española (tanto de la jineta como de la brida), a tr8.\'és de
l.0) No puede hablarse de elementos dominantes de la escuela la escuela andaluza.
de la jineta, desde que el gaucho estriba muy largo, y
notoriamente mucho más ango!'t::- que ninguna de las es­ Resumiendo : ¿cuáles son las prinCipales características del mo­
cuelas de equitación euror _as, debido al uso de las botas do de montar y ensillar del gaucho y por qué?
abiertas o de medio pie. Sus espuelas no asemejan en a) Aún aceptando la adopción de algunas partes de los aperos
nada a las árabes de púa o pico de ave . La silla, que como de las escuelas de la jineta y brida, traídas por los soldados
se verá en nada se parece a ninguna de las usadas por las conquistadores, españoles Y alto-alemanes, pronto se aban­
escuelas europeas, nada tiene que le asemeje a la de la donan muchas de las características más salientes de ellas,
debido a factores de fundamental importancia, histórica y
jineta.
Quedan en pie, como herencia de esta fonna de equitación ambiental. No olvidemos, antes que nada, todo lo que seña
lamas con anterioridad sobre la influencia de los arrieros y
venida de Espai'la, el freno, evidentemente hijo del marro­
acem il e ros, de origen español, pero penetrados al Plata des-
quí, con muy pequeñas variantes , que se conoció en nues­

279
278
J

)
Como ya señalamos, el conjunto de prendas que fOrlllan el )
de el Pacífic() alllE'ricano, en la formacion cultural del primi­ "recaudo" o "recado" de montar del gau cho , es complicado y
ti vo tipo de arriero, tropero y vaque ro, de la s úreas \·erdes v abigarrado. Comenzaremos por las que forman el asiento ° silla, es
templadas, antece~or dire cto de changadores, gaud e rios ~ decir que van sobre los lomos del ani mal, de abajo hacia arriba :
gau chos Ad c m:ls es la cuen ca del Plata y territorios ady~­ primero se pone una "s udadera", es decir un elemento que yendo
centes, según tambié·n ya vimos, el área de la boleadora ~ la directamente contra el pelo, absúrba e l su dor del animal, podía )
tierra de las llanuras , cuchillas y quebradas traicioneras, co~ ser de tela o un cuerito lanar de pelo corto; luego dos o hasta tres
l"s mú, o iIlenos ocu ltas cuevas de vi zcachas, tucos, mulitas v mantas, jergas o jergones de tejido de luna, qu e completaban aque­
peludos y los no menos desmoronahles hormigueros, tod~s lId función y, s·obre todo, evitaban el roce de las prendas de cuero
ellos elementos que (lficiaron como trampa s peligrosas y que lastimaran el lomo a la cabalgadura; encima, sobre todo anti­
hasta mortales, provoca noo las ,rodadas de los caballos. La )
guamente (siglo XVIII y primera mitad del XIX), se ponía un cuero
boleada de los equinos por parte de los indios locales , que de vaca, cnldo con su pelo, cortado e n un rect,\.ngulo, era la llama­ )
aún desconoci e ndo e l caballo como el resto de los de Amé­ da "carona de abajo" o íjar; después otra manta c.le "entre caronas",
rica, lo enfrentaron con el arma poderosa que usaban como para evitar el deslizamiento de las piezas de cuero entre sí; lu ego )
cazadores de guanacos, ciervos o avestruces, pro vocando la carona propiamente dicha, un rectán g ulo de cuero curtido ü
casi el fraca so de la que fue la pr in cipa l a rma d e la Con­ )
sue la, fornndo de dos mitades o alas cosidas por e l 10111 0. Tenía bs
quista hispan a, la que con su sola pres e ncia sojuzgó a los cuatro puntas en <'lngu lo, o sólo las d os d e atrás y se le re pujaba,
dos g raneles imperios de América indíge na, v esos otros -::;omo adorno; encima va e l lom illo, basto o recado propiam e nte
factores natura le s se ñalados , todo , lI ev(·) a los es pañol es en dicho, lo que podemos considerar la ve rdadera "silla de montar";
e l Plata, muchos pescuezos ro tos de por med io,. a conven­ tc".lo ~ste conjunto se suje ta al caball o por medio de la cincha;
cers e de la nece sidad de e stri bar largo y suel to y usar una :;ob re ello y para ablandar e l as ie nto se co locan los cojinillos e n
s ill a funcional, de arzones bajOS y sin pom o delantero, todo número de 1, :7. o 3, a los que se llama tambi én pellones; encima \ ·,1
lo cual les pe rm it iera zafa r fúcilm en tE' d e l a nimal cuando f:, 1 sobrepuesto o manta de· arriba y es to se vuelve a s ujetar por
rodaba y sa lir "parado" o de pie, lo que con el tiempo,
habría de co m·ertirse en quinta-es e ncia d e la habilidad IllPd io de la sobrecincha.
e cu est re del jinete criollo. Lo s es trihos y es~riheras van unid os a1 lomillo por una corr l' a
trdi15\·ersal, con dos anillos en los ex trem os.
b) E l alidar trashumante vagabund ea nd o () trop ea ndo , o a la p¡\[(1 e·¡itar que el recado o IOlllii!o se co rra haci a atrús, se IIS,I
vaquería, por e noml es · extensi o nes, de clima templado , si, una prenda de correas de cuero llamada petral y por nos otros
pero sierilpre a l aire libre, le s obli gó a ll eva r una cama 0, lo ··pretal", (1 una pechera.
qu e es más, una es p ec ie d e hogar ambulante sobre e l caba­
C01Wo cincha, se usa una cabezada simple, el fren o fuerte o ele
llo, lo que condujo a una adaptación v multi p licación de
candado y dos riendas. Un anillo o collar de cuero alre de d or de l
el e me ntos en e l ape ro, de doble y ha sta triple funcionalidad.
arranque del cuello, llamado "fiador" ° cogotera. Y prendido ,11
,lI1i llo doc hierro de éste, la mane<\ y e l ex tremo del manc<ldor o
el N o o b stant e , re sulta útil consen·ar e l freno de la jineta, l1Iuy cahrcstu atador. Mús tarde se sustituve el fi ,ldof por el \107.,11. \ el
fuerte y qu e p ermite g ran libertad de acción con la s manos
y facilita e l rapidísimo suj e tar y revo lver e l a nimal, tan
cabresto simple. -
nece sar io en e l desja rretadero -persecusión y matanza de El Benedictino ]oseph Antoine Dom Pernetty, que estu\·o por
los vacunos co rtúndoles el garrón con una media luna de nuestro país entre los ,\líos 1763 y 64 , de scribe así e l ap ero de los
hierro e nastada en una lanza" .f:Jalo no mu y largo-­ en el changadores y gauderios en su· "Histoire d'un voyage <lUX isl es
aparte, en la enlazada y en la boleada. \Ialouines": "Los arneses eran también muy difere ntes de los qu e
se usan en Europa. Ponen primero sobre el caballo desnuelo una
g ruesa tela blanda y de un tejido abierto, que ll aman slIc!udem, por
e ncima una cincha (siC), después un cue ro bastante fuert e del
Vam os él dar ahora, e l conjunto de pre ndas que co ns.t ituye n e l a ncho de la silla qu e sobresale h acia la grupa, que sirv e ele afma­
ap e ro y re cado de m¿ntar de nuestro gau cho y haremos refe rencia zón. Se le llama carneros" . (Seguramente Dom Pern etty transform(¡
som e ra a los cambios que éste sufri6 con e l ti e mpo . Luego recurri­ quién sabe por qué proce dimie n to lin gü ísti co , "carona" e n "ca r­
re mos a c itas docurn·e ntales de los si glos XVII I y XIX, que se , neros").
refiere n él e ste apero y, finalment e , a los testimonios de viajeros. .:..,...-. .!I

28 1
280
\
MODO DE ENSILLAR
EL GAUCHO
"Sobre es te cuero se coloca la si lla, hecha como los bastos en
nuestros caballos de carga y por encima una o varias pieles de
carnero con la lana cos ida e ntre sí y teñidos de uno o varios
colores. Es et pellón. Finalmente otra cinch a o sobrecincha para
sujetar todo sobre el caballo. Los estribos son pequeños y es tre­
chos, porque no meten sino la punta d el calzado y los que van a pie
desnudo no meten llláS que el dedo gordo" .

A su vez, Juan Francisco de Aguirre, en su célebre "Diario"


de fines del mismo siglo XVIII, dice: "El recado de montar es
diferente del de España; el bocado del freno es mucho más fuerte
y capaz de sujetar un toro; por si lla se pone lomillo que en su
as iento se parece algo a la silla inglesa; sobre él se cruza la cincha
y encima se pone e l pellón; el lomillo tiene estribos, nunca (sic)
batic~la y sólo petral, cuando se quiere lucir un chapeado de
plata .
Con referencia a los documentos, en un Expediente Inventario
de Bienes de Difunto de 1754, dice: It. Un freno viejo. It. unos
lomillos chilenos usados. It. Un mandil azul de sarga bordado con
4"")oioiw~~
hilo blanco. It. Un par de estribos de metal amarillo viejos con sus

I~';)'-
hebillas de hierro".
\ :1 En el "Inventario de los bienes de Dn. Francisco Atay", Paraje
\. " de l Chipitin, 7 de marzo de 1759, Expte . del Archivo Provincial de
El recado y \ I ¡
la cincha
"'O""'' ]) , !I

.j' ¿:j
Có rdoba, dice: "It. Un lom illo viejo co n sus armellitas de yerro en
las cabezas" (se refiere a las chapas de hierro que cubrían los
<-J I
arzones.) "It. Un par de estribos usados de metal bueno. It. Una
'-' c.:;
cincha vieja con tres argollas de hierro. It. Un pellón azu l nuebo .
It. Un par de espuelas de hierro viejas . It. Un par de espuelas de
plata con sus hebillas, que pesaron dos marcos y cinco onzas. It. Un
freno de cadenilla con sus copas de p lata lIanitas" (quiere decir
que no eran labradas) . "It. Unas cabezadas que se componen de
treinta y nueve piezas de plata, que son ocho hebill as , ocho pasa­
""":. dores, ocho conteras, dos mascarones, una medialuna con su cade­
nilla, dos argollas y otras figuritas" .
El 5 de Feb.O de 1783, en el in ventario de los bienes de Dn.
José de Allende -tambi én en Córdoba- dice: "Prim ." un par de
estribos de plata p .:J de silla. It. Otro más de mucho uso . It. Unas
cabezas de freno en oja con diez piezas. lt. Otro freno que consta
de once piececitas, y sus copitas, usado . It. Otro freno con sus
cabezas que tiene cuatro hebillas con dos copas bien delgadas . It.
Un recado de montar. It. Silla de montar aderezo amarillo mandil y
tapafundas bordadas de realce en terciopelo carmesí" . (Leg. 411,
Exp. 6).
Sobr~puestO
y
En nuestro Archivo General de la Nación, Tribunales, Civil
sobrecincha
1.0, en el Inventario de D.a Gregoria Mas de Ayala, en 1790, dice :
"Un par de estribos de plata. Un freno completo con sus copas de

282
Lj 283
)
sobre el lomo del caballo; una manta gruesa (sudadera), tlestinada
plata. Un lomillo con su carona. Un par de espuelas de plata con )
a impedir que el sudor penetre y ensucie las otras piezas; una o
sus hebillas idem". Finalmente, en otro inventario, de 1814, dice:
"It. Un apero para montar nuevo en cinco pesos de su costo. It. Un dos mantas Uergas), de las cuales la más fina y adornada se coloca
)
sobre la otra; una pieza de cuero oblongo (carona), cubierta de bor­
pellón azul de ilo de lana bien obrado y nuevo se tasó en diez
dados y dibujos impresos Y cuyas dimensiones están calculadas de )
pesos. It. Un cinchador bordado de lana en blanco de algodón se
manera de dejar ver el adorno de la manta que está debajo:' Esta
tasó en diez pesos. It. Un freno con copas de plata, sus canuto; y
pieza se reduce, para las gentes pobres, a un cuero de vaca, cortado
ocho piezas de cada lado de Idem., todo nuevo, y la pechera, se le'
dió en diez y siete pesos de su costo. It. Un par de estribos de en cuadrilongo; por encima se extiende un aparejo (el recado )
bronce con sus virolas de Plata sus hebillas y arcioneras" (sic. propiamente dicho), cuyas cabeceras son de madera y el interior de
junco, todo cubierto de cuero y adornado igualmente de dibujos )
debió decir accioneras) "nuevos en seis pesos cuatro reales de su
costo". impresos. Al recado se agregan los estribos, que los habitantes )
usan muy pequeños, poniendo la extremidad del pie y, a veces,
Empezamos ahora con las descripciones de los viajeros. En tomando la barra del estribo entre el dedo grueso y el siguiente. El )
1821, el inglés Alexander Caldleugh ("Viajes por América del Sur", recado se fija sobre el caballo por medio de una cincha, compuesta
"Río de la Plata-1821, cit. Buenos Aires, 1943) en la pág. J05, dice: )
de dos piezas: una para el lomo y la otra para el vientre . La

"Adquirí un recadQ portcño, cuyas prendas sirven también para primera es generalmente de cuero, adornada éomo la carona y el )

formar una cama basta:lte pasadera. Colocándose primero, sobre el _ recado, y la segunda, de un trozo de la parte más fuerte de un

caballo, varias mantas de lana, dobladas, para que no pase el sudor cuero de vaca pelado , o bien trencillas de correhuela de cuero de )

que es excesivo debido al fuerte calor y al rudo trabajo del animal; caballo depilado, ;gualmentc fijadas, por cada una de sus e xtre­

sobre las mantas se pone una pieza de cuero curtido, con variados' midades, a U:12. fue'ie piez? de cue ro . y reunidas a las otras por

adornos y e ncima la silla o recado. Este se pal'ZCi' ... lel silla que trenzas transversales. Las dos piezas de la cincha están ur~jdas por
>
usan los carnkeros en Inglaterra. Una cincha fuerte, con dos argo- medio de un gran anillo de hierro y lleva cada una e n el extremo )
llas de hierro, asegura e l recado al lomo del caballo. Un cuero de opuesto, otro anillo semejante: el de la pieza superior sirve para
oveja, teñido de azul (el pellón) y una pieza de cuero blanco (el atar una fuerte correa que se hace pasar al anillo de la inferior;
cuerito), apretada por otra correa (\a sobrecincha) completan el luego alternativamente de la una a la otra, cuando se cincha el
equipo de montar. Los estribos son pequeños y se usan ml~y )
caballo, lo que se hace más o menoS bajo al medio del vientre.
largos. El freno es muy diferente al de Inglaterra; una argolla Encima del recado se pone un cuero de oveja, con su lana, teñido
grande pasa por el centro del bocado y sobre ella accionan las de azulo de negro (cojinillo o pell ón); luego un cuerito curtido de
'>
piernas del freno, dándole a este mucha fuerza. Las riendas son de vaca, adornado de una orladura impresa (sobrepellón); y sobre el ,

')

cuero torcido y sus extremos sirven de látigo. Ninguna otra especie conjunto, una ligera cincha de tejido de lana. Tal es la montura

de freno sería bastante fuerte para sujetar caballos apenas domados completa. Cuando se viaja se coloca, a veces, una sábana doblada

o que no han sido ensillados nunca". bajo el pellón. La cincha de las gentes del campo y de los traba­ )
jadores está provista de otro anillo, ubicado al lado del de la )
::-.J uestro viejo conocido el naturalista galo Alcides D'Orbigny derecha de la pieza superior y destinado a fijar la extremidad del
(oc. cit.), nos da muchos e interesantes datos sohre los recados : lazo, o cualquier correa, cuando el jinete quiere arrastrar un fatdo.
'los pobladore s de la campaña afluyen a la ciudad por todos los El aparejo lleva también, sobre la parte superior, numerosas correi­
caminos. Grandes propietarios con caballos cubiertos de plata ..... tas que sin/en para atar objetos menudos que se llevan durante el
(pág. 10.5) .... "luego, muy lentamente, le coloca suce~ivamente viaje; allí se ata la lanza, cuando no se usa, Y algunas veces, )
sobre el lomo las diversas piezas que componen la silla del país o también las boleadoras, aunque por lo común se cuelgan de la
recado. El lujo de ésta consiste sobre todo en la piel de arriba o cintura. Las mantas son de lana, diversamente tejidas , pintarrajea­ }
pellón, más o menos fino, según que su propietario sea más o das de diversos colores y a menudo con franjas (flecos) y bordados .
menos opulento, y en la cincha superior o sobre-cincha, que debe Se fabrican en Córdoba y constituyen un artículo d e comercio tle
ser ricamente bordada y adornada de vivos colore!:' El jinete lleva los indios pampas y chilenos. Los estribos de los pobres son de
siempre espuelas de plata macizas y pesadas". madera, de h ierro o de latón ; los de los rico s son de plata y, por lo
\lás adelante aún (págs. 498 y SOO), completa la descripción, general, de un trabajo pesado y grosero".
con detalles, según su costumbre : " El recado, como ya lo he dicho,
"El jinete coloca en el pescuezo de su caballo un gran anillo
sirve de caJlla; se compone de las siguientes piezas: uno <) dos
de cuero trenzado (fiador), al cual se une un anillo de hierro o de
cueros dc ('¡Vcja o an'l manta grose;a, que se coloca di~ectarncnte

285
284
10m-o; pe ro, en cambio, tiene la ventaja de ofrecer al hombre que lo
c uero, que sirve para colgar las trabas (manea) y fijar la larga correa monta un as iento más suave Y !TIenos resbaladizo, y servirle de
'r '
J:>
o cabestro (maneador), por med io de la cual se ata e l caballo al lecho" .
ronzal, para que pueda comer, en los altos que hacen en pleno
campo" . Otro francés, Arse ne Isabelle (op. cit. ) entre 1830 y 1834,
:JO) describe así e l recado de n ues tros gauchos (págs. 317 a 320): "ha­
"El freno es siempre de hierro y está, por lo común, provisto biendo obtenido un alojamiento en casa de un compatriota, M.
de dos ruedeci llas (copas) de plata. La barbada, bien d istinta de las Danguy, establecido poco antes en Paysandu, descendimos a tierra
1 T
nuestras, es un gran an illo q ue cubre la quijada inferior. La testera todos nuestros bagajes y nos instalamos lo menos mal posible" ".
n · (bozal) (sic-cabezada) está generalmente adornada de pequeñas "Digo lo menos mal posible, porque en Paysandú, donde no había
piezas de plata; es la parte en que la gente rica de la campaña a la un h otel, las camas eran un objeto de lujo. Felizmente estábamos
;n 1 manera de los indios (diriamos en realidad los indios al modo de munidos, cada uno, de un recado, silla del país, que sirve aI'mismo
na los criollos), prodiga todo su lujo". tiempo de cama. He aquí de cuáles piezas se compone un recado:
1.0 dos jergas, piezas de lana , largas como una pequeña manta,
"La brida (rienda) es ge neralmente de trenzas de cuero de poniéndose, plegadas en cuatro, sobre el lomo de l caballo. 2.° una
caballo y semejante por la fonna a la que nosotros llamamos a la carona, pieza de cuero curtido, adornado de numerosos dibujos,
F húsar. Está provista también de anillos y de cañitas de plata; y se repujados a martillo, larga de cuatro pies y ancha de dos y medio;
dl ve todavía algunos antiguos arreos con un pretal cubierto de análo­ la carona se coloca sobre las jergas, 3.° el recado, especie de basto,
gos adornos". que es propiamente la silla, cuyos costJdos están cubiertos de
el cuero repujado, como la carona. 4.° la cincha, tira de cuero, muy
"Las gentes del país montan, por lo común, sin espuelas, sobre
todo los caballos diestros y mansos ; y emplean en ese caso el ancha, repujada en la parte que se pone sobre el recado; ella pasa
rebenque, especie de martinete. A menudo se usa en vez del baja el vientré, y, por medio de dos fuertes anillos (argollas), en
,05 hierro o en cobre, se ajusta lo más posible la larga correa de la
mango de madera, una barra- de hierro, lo que hace de la fusta un
arma peligrosa, de la que los pobladores se sirven con mucha cincha'- 5.0 un pellón, piel de carnero curtida con la lana, teñida de
rfp
habil idad, sea para su defensa, sea para matar serpientes y otros azul o b ien una piel de ternero curtida y repujada (siC); el pellón
~a. se coloca sobre la cincha. 6.° un sobre-pellón, otra piel curtida, más
animalitos que se encuentran en el campo . Sólo se usan, por lo
general, las espuelas para domar o montar caballos fogosos y re­ corta sin pelo, muchas veces recortada con flecos u ondas o ador­
v •
cientemente amansados . Las que se usan para ese fin son de hierro, nada con bordados en seda, hechos a mano, etc. 7.° una sobre-cin­
. I.l.
muy grandes y. pesadas; las barras son largas y llevan una rondana cha, es una barriguera de lana, más o menos fina, destinada a
o estrella cuyas puntas, muy agudas, tienen hasta dos centimetros. sostener el pellón, y el sobre-pellón. Para terminar de describir el
cid aperaje del caballo, debo hablar de la brida: ella es muy simple,
Sirven al jinete para fijar los talones en la carona y asegurarse un
pOnto de resistencia para todas las corvetas y saltos del caballo pero al mismo tiempo sólida y de tal naturaleza como para garan­
lp .
brioso" . tizar al caballero contra todo capricho del caballo; el freno es el
lb, usado en Chile (sic) y es sin contradicción el mejor que se conoZ­
"Las gentes del país usan estriberas muy alargadas, de manera ca; jamás el caballo puede morderlo ni sujetarlo por los dientes;
-tp que la punta del pie se incline hacia el suelo; montan igualmente porque en vez de cadenillas como barbada, tiene un anillo de
.ln bien sin estribos, saltando, con la mayor ligereza y de una vez sola, hierro pasante por la parte más elevada del centro y viniendo a
sobre el lomo del caballo, tomando la crin del animal con la mano sujetar la mandíbula inferior. Esta parte levantada del freno está
te izquierda y colocando la derecha sobre la cruz, en el momento de colocada horizontalmente en la boca del caballo, en tanto no se
,.JI. tomar impulso, ejercicio muy difícil para los europeos. Se mantie­ ejerza fuerza alguna en las riendas, pero desde el momento que la
1. nen firmes a toda prueba, tanto sobre el caballo en pelo como resistencia del caballo obliga a actuar al freno, es suficiente tirar
!ni ensillado". fuertemente de la brida para detenerlo de golpe o sentarlo (hacerlo
Se tarda tiempo en colocar el recado y, a menudo, hay que rayar); porque entonces el caballo es torturado a la vez en el pa­
desmontar para apretar la cincha, que tiende siempre a aflOjarse y ladar y en el labio inferior por efecto del freno, el cual poniéndose
deslizarse hacia atrás, lo que resulta muy peligroso si el animal lo perpendicularmente contra el paladar, tira necesariamente del ani­
siente en el bajo vientre, porque entonces se desboca irimediata­ llo, que hace fuerza sobre la mandíbula inferior. Con este freno, la
mente, arroja coces y hace saltos furiosos, hasta desembarazarse de cabecera (cabezada-sic), no tiene necesidad de ser ni complicada ni
la montura y del jinete. El recado tiene también el inconveniente muy fuerte; así lo más comúnmente, no es más que una ligera cinta
por su poca flexibilidad, de henr muy a menudo al animal en el
287
286
XIX

EL RECADO Y LAS GARRAS

Con este' título vamos a estudiar, en primer lugar, y por su


interés e importancia el asiento propiamente dicho, lomillo o basto,
y luego todas las 'demás prendas que constituyen con él, en conjunto,
la silla de montar del gaucho y el paisano.
. .
1. EL RECADO O LOMILLO.- Nos vamos a referir pues , en
particular, a la pieza central, fundamental o corazón del asiento, o
sea el llamado lomillo, basto o recado.
Es, quizás y sin quizás, la más particul ar y de mayor persona­
lidad o carácter de entre las piezas de l apero criollo.
Como habíamos esbozado en el Capítulo anterior, en el Río de
la Plata y ya desde mediados del siglo XVII empieza a abandonar­
se el uso de las clásicas sillas de montar de los conquistadores.
tanto la de la jineta como la de la brida, que hasta ese entonces
aparecen en casi toda la documentación y a sustituirlas por un
nuevo elemento al que se designa en la mayor parte de los docu­
mentos del Siglo XVIII, como lom ill o, otras veces como recado y
más tarde como basto. ¿Cuál es el or ige n de estas denominaciones
y de la prenda misma?
La zona del Río de la Plata se convirtió desde principios del
Siglo XVIII y aún antes, en un gran criadero de mulares y equinos,
que servían para el transporte hacia el Pacífico, según viinos con
extensión y detalle en la Introducción y el Capítulo referente a la
bota de potro, dentro de las influencias de la cultura de los acemi­
leros y arrieros de mulas de origen español. Este tráfico, se hizo
por la misma época muy intenso en nuestro territorio pero en razón
de los contrabandos de animales en píe hacia las zonas mineras
del Brasil (en 1731 salió una gigantesca tropa de la Colonia- del
Sacramento, conducida por el bandeirante Cristobal de Abreu, y
llegó a las Minas Geraes en 1735). Este uso com lin, como bestias
de carga y silla, original de aquellos primitivos arrieros de mulas,
unido a los factores ambientales (uso de la boleadora, etc.) que
señalamos y a las características de quienes constituían la clase
gaucha original: hombres de baja extracción, muchos de ellos sol­
dados desertores , nos explica a nuestro juicio en forma clara y
definitiva, el origen y denominación de esta prenda.
Dos elementos se usan en la Península Ibérica para la carga de
equinos y asnos, tanto para transporte por parte de campesinos y
acemileros, como en el ejército para el del equipo militar : la

295
albarda ("pero dime, Sancho, ¿aquélla a que á mi me pareció

albarda , que tu aderezaste, era silla rasa o sillón? No era, respondió

Sancho, sino silla á la jineta, con una cubierta de campo, que vale ~~"

la mitad de un reino, según es de rica". Cervantes , "Don Quijote

y el basto. Ambos de características muy similares.


La albarda era : "El aparejo que ponen a las bestias de carga.

Consiste en una almohada sujeta por el vientre por medio de una

cincha, para evitar que las lastime la carga que se les hecha enci­

ma. Generalmente va colocada sobre el fuste o arzón, al que van

sujetos e l petral, grupera y .baticola". Por su parte, el lomillo era: . :'~r=

parte superior de la albarda, en la cual por lo interior queda

hueco proporcionado al lomo de la caballería", y en plural: "~pa- •


Lomillo
antiguo

rejo con dos almohadillas largas y estrechas que dejan libre el

lomo y que se pone a las caballerías de carga" . 1

Baste o basto (del griego "bastazein" - portear) era en milici~~ Recordemos que Dom Pemetty dice que esta silla está "hecha
"El órgano esencial del aparejo para la carga a lomo... se compone como los bastos en nuestros caballos de carga" (1763); que Cald­
del armazón, formado por dos piezas cóncavas de madera (camones !eugh asevera que el recado "se parece a la silla que usan los
"
delantero y trasero) enlazadas por planchas o refuerzos de los
carniceros en Inglaterra" (1821), y que D'Orbigny dice : " el recado,
mismos, y el cortezón, que vien e a constitui r un a lmohad illa do y se especie de basto, que es propiamente la siÍla" (1828).

apoya directami:!nte sobre el lomo del animal. El baste se mantiene Esta pllcha, de origen tan il1odc-stc., se adaptó ráp idame nte a
en su sitio gracias a la cincha y sobrecincha que lo sujeta a la tarria las necesidades de la equitación, dejando, poco a poco, las de
Y petral, que no le permiten correrse ni adela nte ni atrás". Por llevar carga. Por la abundancia que de plata había en nuestro conti­
camones se entienden "los arcos de madera o arzones que llevan, a nente, desde el comienzo de la conquista" sustituyó las chapas de
veces, chapa de hierro o bronce". y por .cortezón, el almohadillo hierro o bronce de los arzones, por otras de plata.
del basto que se hacía primitivamente de barra de lana, pero que
por pesado se sustituyó por uno de crin y luego de paja, hecho en Aunque en la segunda mitad del siglo XIX volverán, industria
dos, dejando una canal mismo sobre el lomo .
.europea de por medio, a hacerse, para la gente de menos recursos,
Por último ·señalaremos que lomillo. quiere decir también: "la­ de metal blanco, en chapa estampada y hasta fundidos.
bor de costura o bordado hecho con dos puntadas cruzadas". Los primitivos lomillos que aparecen en la iconografía del P .
Todo lo antedicho nos permite afirmar que el primitivo lomi­ Florian Paucke ("Hacia allá y para acá"), tanto los fabricados por
llo, basto o recado, de nuestra equitación gaucha fue tomado, casi los indios entre los años 1749 y 1767, como los españoles de la
seguramente, del atalaje de las caballerías de carga principalmente misma época, son muy parecidos a la albarda de los asnos en la
jumentos y mulares (campesinos o militares) y tal como lo descri­ Península, contemporáneamente, según puede comprobarse por un
bía en 1845, don Francisco Javier Muñiz, .en su tan útil "Vocabula­ grabado correspondiente a una edición española del Quijote del
rio Rioplatense", consistía en: "Montura cubierta enteramente de año 1787. En la zona pampeana argentina, quizás por influencia de
zuela con faldas de lo mismo labradas con más o menos primor. El talabarteros que quisieron acentuar el poder de adaptación de los
asiento lo forman 2 bastos. bien apret.' de hunco ó de una paja bastos a un animal de lomo muy ancho, o por la intensidad, en las
dura q: llaman simbor a cuyo término hai dos cabezadas semicir­ grandes llanuras, de los factores ecológicos que hemos apuntado
cul : más o menos altas formad: interiormente de madera fuerte _ (vizcacheras y otras cuevas, guadales, etc.) se fueron independi­
las que suelen llevar sobre la suela chapas de plata. Una tira de zando cada vez más las almohadillas o "chorizos", dejándolas uni­
zuela fuerte 4 dedos de ancha y media vara de largo-- cruzada y das únicamente por el tiento cruzado en "puntada de lomillo". Estos
cosida hacia la parte ant.' del asiento y oj"llada en sus extre!TIOs , "chorizos"; sin arzones de madera, sin cubierta central de suela y
soporta las estriveras". casi sin alas o faldas, y así independizadus, llevando un chapón de
plata "circular en cada uno de sus cuatro extremos, constituyen el
De ahí que otros observadores de época, ic hayan reconocido
inmediatamente esta g~nealogía t ! origen , se::;ún se d esprende de actualmente . llamado "basto porteño· ·; evidenteinente feo, y sin
sus afirm"lciones . tradición en nuestro país , donde sin que haya ninguna explicación
válida _para ello, lo hemos visto usado, con equivocado "1rgulk,

296
297
como "pilcha
nalistas" . de lujo " , por algunos (]ue se autotitll Jan
los troperos que tomados por Jangor avanzaban estirados en las
caronas, apoyadas las cabezas en los serigotes con el rostro vuelto
hacia e l cielo."
"Es una escena.. del inte rior minero (de Minas Gerais). Este
trozo puede ser le ído' en 'Pelo Sertao' el primer libro y que dio tan
merecida fama a Alfonso Arino".
"En 'Ensayos de Geografía Lingüística' el Comandante Euge­
nio de Castro delimita convencionalmente las áreas generadoras de
la lengua nacional, en dos provincias lingüísticas fundamentales, el
sertón y el litoral. En el sertón, que se confunde con el área
Basto dt: ganadera, se encuentran los centros naturales de fijación del len­
chorizos
guaje. y el mismo autor enumera después el vocabulario propio de
las respectivas áreas. Allí se encuentran en la provincia del sertón,
También en nuestro país, can el tiempo, el primitivo lomillo
sufrió sus alternativas. O por influencia brasileña, por factores del entre otras, las piezas de montonería usadas en el Brasil 'Seligotes
medio - terreno más quebrado procurando sujetar más el jinete (ou serigotes), bastos, socadinhos (ou sacados), cutucas, lomb i­
al asiento- o por influencia directa de algún lomillero, el hecho Ihos .. .'."
es que sus arzones o cabezadas se elevaron y dejando la clásica "Muy acertadamente Justo P. Sáenz (hijo) sospechaba 'tener
forma semicircular o de media lu na, baja y re lativamente pequeña, un origen portugués y habemos llegado del BrasiJ'."
adoptaron la de dos grandes V invertidas, así JI., , Con los extremos
"Para nosotros la etimología está perfectamente encuadrada, en
curvados hacia afuera, cargadamente enchapadas de labrada plata
la evolución tradicional de la lengua."
con oro. Este recado de dos cabezadas levantadas se ha dado en
llamar "sirigote~', "serigote" o "cerigote". El origen de esta deno­ "Cualquier diccionario comün registra selote, selagote, selegao
minación lo deberíamos, según el historiador brasi leño P. Tes­ selim .. . como sillas (selas) menores (o de menor calidad o estifPe, agre­
chauer, a un famoso lomillero alemán, establecido en la Zona f~on­ gamos nosotros) . Derivan pues de 'sela' (silla) evidentemente" .
teriza de nuestro país y el Estado brasileño de Río Grande del Sur, "Esta conforme nos enseña el profesor Carlos Caes sabemos se
quien calificaría los recados salidos de su talabartería, con la expre­ origina de la raíz sánscrita SAD que a través del latín dio la raíz
sión alemana "Das ist sehr gut" (Esta es una buena silla). De sehr­ universitaria SED, que significa tomar asiento, sentarse. Llegó a
gut, a serigote,
distancia fonética.en el habla de los paisanos, no habría mucha SELA (por sed-I-a, asimilando la O en L, aumentada con la desi­
nencia característica de la forma femenina. Por eso en la grafía
antigua, etimológica, se debía escribir con dos L (como nosotros lo
hacemos en español: SILLA)".
Como en muchos otros casos, debemos señalar ahora, a la luz "Todos los derivados de SELA existentes en los diccionarios
de nuevas investigaciones, que la hipótesis etimológica arriba son diminutivos por indicar piezas comparativamente menores.
apuntada, no tiene validez ninguna. El colega brasileño Dr. Paulo Aun SELAGÁO con toda su excepcionalidad. Los sufijos 1M y
Xavier, autor de diversos trabajos· de investigación sobre estos te­
OTE son bien expresivos. Normalmente el sufija ÁO es aumenta­
mas, publicó en 1972 un artículo titulado "Origem de Serigote",
tivo, no obstante, en casos especiales, funciona como diminutivo.
que recién en 1976 hemos llegado a conocer por gentileza suya,
Recordamos, para ejemplificar, estos casos semejantes: cuerda ­
en el cual, a nuestro entender, queda definitivamente demostra­
cordón; carta - cartón (tarjeta de visita). ASÍ: sela- selagao".
do y documentado, que serigote es vocablo portugués, arcaico,

de uso universal en· las "áreas rurales brasileñas, y que vale por silla
"Pero véase como se fue complicando: sela-selim-selote-sele­
(de montar) o lo que en" español se llamaba sillón o silla de
gao-seligote-serigote. La G fue introducida como infijo eufónico. Y
albarda. Pero es mejor.que nos atengamos a lo que señala el autor
luego la transformación de la L en R por otro fenómeno lingüístico
de esta hipótesis: "En 'la literatura abundan ejemplos del uso del tér­
conocido como rotacismo, tendencia por otra parte común en las
mino serigote fuera de los límites riograndenses. Como esta cita: "Las
personas de poca ilustración (maRvado por maLvado)."
estrellas en divina hechi.cenékhurtaban el brillo a las miradas de
"En nuestro apoyo debemos recordar también al primer lexicó­
logo regionalista, el Prof. Antonio Alvares Pereira Coruja. Pues
298
299
lfi7 ' .
Ifi7.7 .\IARIA DE LOS SA"1TOS (L. 8408):
Coruja publicó una 'Colección de vocablos y frases usados en la L."ZARO ~IATOS SILVEYRA (Leg.. Lomillos de \·aqllet¡l.
Provincia de San Pedro del Río Grade del Sur', escrita en 1851. No l7-\5): lln ;,\ si ll~ brida y lln arc:¡.tbuz
registra sin embargo SERIGOTE. Ahora bien, si el término fuese con su fr,\sco .
regionalista sin duda que estaría incorporado. Pero aparece LOM­ 1673 , . " ·,,.'1."'"
BILHO (lomillo), efectivamente como la forma usada entre noso­ 1OJO
CRISTOBAL DE LA ~IANCHA y VE­
tros para indicar esa piez<i de los arreos del gaucho". HER\:\\DO CABALL.ERO BAZAN (L.
LAZCO. Obispo de Buenos Aires (Ts.
.5335): Una si ll. brida. freno y espue­ P . ?7 . f. 139): Una sillo ('00 su ('ap«­
y -lo importante- Coruja para explicar y definir el término 1<'5 razón de terciopelo morado. con SllS
usado por los ríograndenses, redacta así el respectivo item.: 'LOM­ estrihos de ba'des . Viejo todo.
BILHO- s.m. apero perteneciente a los arreos usados en la Provin­ 11>19

cia: sustituye a sela, selim o serigote'." FRA\CISCO DE ZALDIVAR (L. 84(8):

1685
Sillc:l que e r,\ un fuste con malos es­

"Entonces, concluimos, SERIGOTE era término ya muy COno­ tribos. freno y espuelas (18 pesos).

FRA1\CISCA \'ALERA (L. 8731): Una


cido en el Brasil. Por eso el autor lo refiere para identificar al 'lom­ si lla de brocato .:amlesi. de montar a
bilho' (de origen platen'se) como término regionalista incluído en caball n .
el vocabulario de Río Grande." l6-1 3

LL' IS CA YT A:: (Ts. Prot. 27 . fcilio 139):

"Por tanto no podemos considerar SERIGOTE pieza orígi!1aria L'na sil!., Drilh, freno Y e s puel as .
169l
del regionalismo gaúcho". SA:-:TIACO PEREYRA (L. 77or:): UnoS
10n,;lI os de va<¡lIeta. con su cojinill o
16-17
de l0rdob.in, un frena de caballo y un
.'Coruja lo conocía veinte años antes de la invención del lomi­ F RA\CISC:\ DE ~lELCAREJO (L.

p <r r'k· espuelas .


II e ro germano". .5336): L' na .,illa brinda con su freno.

\I\\L'EL PI~lIENT.'\ IL. 77(0): Unos


l€-l8 IOT11illos US Ados dt.' . . a(lut:-ta, sin cojini ­
Posteriormente en nuestros medios rurales, aparece el llamado
C.~ S PAR DE CAETE ( L. 5?41): Cuatro 11 0 . co n estribos de palo escoplado.
"recado-montura" . ,dlas bridas. mús u n jaez bordado y
rtJdu recadu de si lla ji neru. con c.\be­
ud,\> v a(lcates d e plata. e l herraje.

159'.
l56? L UCAS ~tACIEL (L. 7146): linoS lomi­
LlCAS DE SOSA (L. 7700): Una silla llos de vaqlleta con sus estribos de
de c-abal ¡¡ar con su caparazón Y :;>:\larni­ fierros trlljilhlnos.
Recado
d ones y e stribos . Un sombrero de
montura
b rida.

s ,d" X\'l/l

1707.
1700 PEDRO FER:-:A1\DEZ DE \'ELAZCO
Jl'A"1 DE ESPI\OZA y RO XAS (L. iL. 'jIlól!) : Lomillo, dd Pen', _ estri¡'~r.1
SINTESIS DOCUME!'ITAL DE LA EVOLUCION DE LOS TER.\1INOS

$71l t.::1 recado de /,,,,,ill,,... j"'rlu ij y t'i\ht"7.:;\(.h, t\c p'"t~ Y su <:aparazt"lI'


APLICADOS A LAS SILLAS DE MONTAR Y A LOS APEROS

eiJlIu;,fus IlWY hien tr.\ti\da.


por RAÚL ALEJANDRO MOLlN ....

5iJl./0 XVII
. '. ~ "~ -k­
1701
/ ' J.f ' 1. ,of~·!..

Jl' :~:.; üE CASTRO y S:dt\ \'IA IT·. P !70Ol • ....


1610 J6X:? f7l1. r. l::.:~) : l : lloS 10111;110:-;, frenOS y ~:-. ­ ESTEBA:-: DE VALDlVIA (L. 8731):
SEBAST IA~; SANCHEZ (T, . Le¡¡: 8-108): HLAS DE MORA (Ts. L. IHS) : Una si- p\lt"h\'; ... '- tudo ('{'(ludo 1111('("0 !J Iml'­ llll prt'tal dt" e\'(j(,"~I . n,,~\'O.
l "IHI. 'iilJ:l. hrida vif"j;\, un rrer;l; y espue- Ili-l brida con Su fre no y una es('ope­
110 .
1" ." tilla de ;orzó: ..

~Ol

300
170.5
JE R01'\I.\fO DE GAETE (L. 6;~~9): Ulla
, il/" el.. ho .. " ...< folTarl.• <'11 f~ /p". fl o­
rr "0" ..
fi ..rro. Urr.. .<i l/. " ,icid 'tri"...... ... 1719 17~()

hron('e y "rra Yllnta d~ <'Hball d~ ""­ A.\TO:<l1O VA LLEJO (69-J6~): UII" sill. MIGUEL CUELLO ( 1. 53Ji;): Un "'('(1­
cadu ra d~ St'( ~1 \'t"rde .'" II n Il1Hndi l y dar. ns
dt' 1)o1Tt'1l~~ dt' monhu. (,'011 (:i\~\QlZñll do di' It/(Hl rur (1 ('(J lwll" '1"" .tt coml'0­
,·a /><,z.."". " .\ I riho. In.jil/allos d" ¡¡"rm. v mll"d il d .. f.. lpa...stribos y d~m.L, IIr de' lom illlo. en rOlla, e.Jt rilJO.J. fr~,w.
IIn par d t" p ísto la.1I!: bron'~adu, JhH'e~
~dherent ..s. hi..n tratado•. Tasado ~n U r$I' ''''¡'''' d~ I' lrl/" ('(/ 11 .fII·' 1"l> ill" .•.
(¡traJana\", ("011 !'IIIS (IInMs f'n las .~ iJJ;I.~. 17/2 80 pesns. Orden" se entre¡n . ~n o ". h ijo.
m il pr.. la l d .. lo lIIislIIO. Vn~ sil/.. alc>­ MARTIN DE SEGURA. .\1. de CampO
lIIil/..da eOn horrenes d .. p lata lisa y (L. 84(8) : C " "renla P¡¡res de ~.tribao 179~
<.:apnr.:Zt'". dt" "aq uef'l y Sil bordarlo. ha •.".... del T"(·"m:in. \'~inti'-'n ~ 1720
1/01110 ~. ('Ojillil/o de: f~/pa \·~rd .. y Sil
LUIS MATAS DEL CORRO (L. 5536):

d .. lomi llos d..1 T'~.m.in. ('on todo. PEDRO CONSTANZA (7a- I0'2): Un lo­
S"S adherentes.
Un.... ,·"heudlL'. hOt'odo y p r..tal. todo

jáquima de vaq ueta y hebilla de plata millo jl\•• m~ddo de pl.to con ~s !Tibe­ (,lIhi~rto d.. plota (S 110). Un pa' d..

(150 S). Un 10lllillo COn SIlS <'Hhezas de


rd d .. lo m ismo. ",plI.. las d .. pl.ta (S 74). Un par d.. h..­
plalll llIa("iza. e.tribos y h..billas d .. lo
m iMlIO. (.'apar"'t\Zón sobre \'QfJueta bor.
-
17/3
J ACINTO LADRaN DE GUEVARA (P_
,. billos de plabl ('On t'harr~l ..ras (S 4).

Un par de .. stribos d.. m~ta l con abra­

dado de r..ak.. de 'oro y cojinillo d~ 67. T. BO): Vna si lla de brida COn .... 1126 Z>ldenL' de plabl ( S 16) . Dos coji nill os:
felpa IIIIIS,I('d )1 caida (S ;'..(0). Otro par tribera d .. hi"rro tn'jillana y e l cojini_ A:<IDRES CANZIO DE LA VEGA (L. lino t...jido y otro d~ Cllero... nvue/tos
de lomillo. ordin..r ios COn Sil ..stribe l/o de cordob;in. COn Su fr~no (.. baIlar. ,5335): Una silla d.. monlar de t..rcio­ .. n I"" ' iopelo ('am,.. s ; y pIón de plata
ra
d .. palo )1 fielTo y (·"Pilr.zon de paño. Unos lomillos d.. TuC"Un"in. si n t'Oji­ pelo C'lInnesi . bi..n tratada sin estribos. (S 48). Un poncho AZul y olro pampa.
Indo '"allrMado (16 S). Un par de ~stn­ n il/o y ..stribera d .. palo \'i~jo y ~no
" os de p lata (S 16). m" llIr.
179~
1129
FRANCISCO CASCO DE MENDOZA
17 / 3 CORDERO MATAGOA (1. 5336): Unos
(L. .5333): Un re(,.do con cRrona. li no
DOMINGO GONZALEZ CABEZAS (!l lomillos de \'a'1lleta IIsados con ..stri­
1707 d .. I/obl de s ll ~lo. IIn mandil d~ tripe
CRISTOBAL RE ,'iDON (L. 8127): Vnos 11. P. ~~. f. ;?-20): Una silla CUn ludo •• bos d~ bronce. "SPII~IRS y freno ordi­
azul con pión de seda. una j .. rga vi....
recado y estriheras d.. plata sobre ba¡,,­ narios . II n caparazón blanco.
10lll, I/ os pen ,le ro, ('O n SIIS éRbeus d.. ja• •111 p .. II,·m az ul . linos .. stribos ba.\­

p lat.L. . )' deuuí'f r~cu lldu. la caparazón


le.• . bien tratada Jo' nu..' ....
I~s ,'On coot..ras d .. p lata y bolon..s d..

d" la na abisp.da d .. aZ1I1 y amarillo 1732 plata .. n las ..strib..ras . unRS ..sp" .. las

y IInas estriber",. de l Pe,,',. L' n par d~ 17/4


d .. p lala. IIn c hapeRdito y IIn pr.. ta l

(I1.3.3;~):
AGUSTIN CABRERA (L. 6336) : Lomi­
e'p"e l"s de plata. Un. nllrla de paso Un re('ibo d .. d"pc\.ilo L'n.
ll os de! \'II'1U.. ta maltrallldos con ClIpa­ cbrrespondi..nl'" CJu.. uno y otro po­

en qlle mont•• h. t e l difllnto. .filla d~ mO" ' ar a cuballo III1~l:U CUn


dr-.in len ..r d .. 9 a JO onus de plata.
razón . fr~no y .. spu.. las de bronce.
ludu r~c((du. 1II~1I0$ los ~slribu,.
170,lj
PABLO GONZALEZ DE LA CUADRA 17/5
(Ts. R. 11. P. 1. r I:~.¡): Lomillos (con FRANCISCO TRASLA \'J'\'A 111. 3.351):
,·..h"z,,) rl~ platd tom~ada. Tudu '"cudu d" lIIonlur a cabal/u V
dos "jslulus.
Señalamos, al comienzo de este Capitulo, como "garras" a las
1709 17/6 pilchas del recado -en sentido genérico y amplio- que constitu­
JUA.\: ESTEBAN HaLLO y ECHE\'E_ RIC.~RDO MART/.'J. Dir....-tnr del yen, con el lomillo, el asiento del jinete y que, en el antiguo apero
RRLo\ (11. 1. 741): Vn lomillo ¡n 'a m.... Asienlo cl~ esclR"OS de Inl//aterr.. (L. de nuestro hombre de campo eran, en el orden en que se colocan
drlo de p /ala ('011 "" e.tribera. ¡n'••m .... 7/~6); Seis frenos h.....hos "n !nl//nt....
en el lomo del animal: sudaderas y jergas; carona de abajo; jerga
dda d~ collch a • dr:' car~y. Con IIn ,.• p.o _ m. mil SIr.. riendas y <'Hbezad.r. d.. 'a­
r,'Zón forrdcio rle realces. Otro (C-dpard_ '1"1;'1... Vna si lla d .. montar a ClIballo entre caronas; carona de arriba; el lomillo -ya descrito-; la cin­
z,ill) de felpa n.k... y otro. d .. fi~/lro d~ ('OrdohlÍn COn fund.s d.. pistolas .v cha; el o los cojinillos; la encimera o sobrepuesto, y la sobrecincha.
forrado. Amho~ ('On su rr~no murar y estrihos. usuda.
){lIume,·idos. Oo. p.. r~, d~ "'plI~/"s d~ Hemos dejado de hablar, no obstante, de tres elementos que
plata . tienen referencia directa con el lomillo, basto o recado (en sentido
17/6
ANTONIO ROCHA LOBO (69-:~/8):

restringido), y que en realidad le son accesorios. Estos elementos


17/0

ANTONIO RODRIGVEZ HUERTA (11.


Una fllShl d.. ClIballo bu.. na COn <'HronR
son.: la accionera a asidera; las estriberas y los estribos.
1. 7~ 1): r ~I r""udo de ''''dar u cuho­
h"""A ;.. ..Striber-d tn.jil/ana.. Dos par..s

A. ACCIONERA O ASIDERA.- Es una tira doble (para darle


l/o. T.....do ~II 5R p ..sos.
d ..... tribo. d .. azorar. lo. unos d~ silla

hridll. lo. olros d~ jin~bI. COn tres fr~­


mayor fortaleza) de cuero crudo o de suela, de unos cuatro dedos
1711 no.. , lino frioón ('O" cl.\·os bronceados.
de ancho (6 a 8 cms) y de unos 40 a 45 cms de largo, que va cosida
Olro mular buen~ y otro caballar.

SEBASTlAN CABRAL DE AYALA (P. al tercio anterior del lomillo, detrás de la cabezada delantera; tiene
n. r. 398): Vnos lomillos COn C'llbezlU
en cada extremo una argolla de hierro o de bronce (y hasta de
17/8
de p lala. ,·ojinillo. d .. t"rciope/o car­

ISABEL PONCE DE LEaN (DotP) (11. plata), gruesa, de un diámetro de unos 4 a 5 cms a veces retobada
"'..si. ~'trih"m. "'..."... ¡n.am.....id•• d..

1. I~~): Lomillo. (de C'Mheza) tom~.­


en cuero, que sirve para pasar y prender en ella a la e.stribera
dos de plllta.

correspondiente. ­
302

303
pe rp en dic ula r al ex tre
mo
for ma do po r los pro pio de la est rib era , o un pa lito , o un tri án gu lo
s
°
po r do nd e se me tía el tie nto s, co mo ojal; po r ésto s Y un pa lito
de do go rdo de l pie . ,
for ma do po r un se gm A ve ce s est e ojal est ab
Acc ion era en to de gu am pa . a

'.

__ t

.. _..r.'. .. '.:I.t.!{,
. . . . -,1ttt';
B. ES TR IB ER A :··;J ~
so ste nía los es tri bo s est rib era era la tir a
su sp en did os de sd e la de cu ero cru do qu e
b.tr lno \
Se pa sa ba do ble po arg oll a de la acc ion era J(: bu.( on
r el oja l de ést a y el .

reg ula r su lar go al pie de l est rib o, y lue go


de la pie rn a de l jin ete de
laz ad a o nu do . Se ad or , se le afi nn ab a co n un
na a
o sim ple me nte co n est ba la est rib era co n bo rda do s en hil os de co
eri lla do s de tie nto s, es lor
es tri bo s era n de "p ali pe cia lm en te cu an do los
to" , de "c ue rn ito ", o

de los "c ha pe ad os " o de "b otó n" . La s est rib


ap ero s de luj o iba n pa era s

ter cio o mi tad má s ce rci


rca ria al es tri bo , co n un alm en te cu bie rta s en su
de un os 12 a 25 cm s de ca nu to o pa sad or de pla
lar go , qu e a ve ce s era ta,
lar ) ya ve ce s tub ula r ch ato (se cci ón rec tan gu
(se cc ión cir cu lar u oc tog ­

de es te pa sa do r. era on al) . El ad orn o pri nc


n do s gu ard ita s lab ipa l

mu ch as ve ce s, un ros rad as en su s ex tre mó


etó n de l mi sm o me tal s }',
r
do --a ve ce s co n ap pri m oro sam en te lab ra­
lic ac ión de oro o co
du eñ o- qu e en los n el mo no gra ma de
rec ad os ori en tal es se su F',crihl.:rJ'l

de l pa sad or, jun to al ap lic ab a en la pa rte


ba ja
ce ntr o de l pa sa do r. oja l de l est rib o, y en los po rte ño s iba
. .' en el

p~:)J.J(1rt.:'

Ca br ía ag reg ar qu e alg
ce nta r su "a pe rit o ca ún ga uc hit o pr es um ido
nto r", se ha cía un os , tra tan do de ad e­

"g ua mp a" pu lid a o pa sad ore s de est rib era


de hu es or uti liz an do de

tad as y bla nq uís im as a est os efe cto s las en


"c an ill as " de los eq uin ca nu ­
os .
C. ES TR IB OS .- · La:
ho mb re de nu es tro va rie da d en los est rib os us
ca mp o es inm en sa. ad os po r el
un a div isi ón fu nd am Co n En tre los de cie rto va
en tal en tre ' los qu e era tod o, po de mo s ha ce r co ron a" y au n de "c
lor est ab an pe qu eñ os
est rib os de "m ed ia
de po tro ab ier ta o de
me dio pie {o sim ple men pa ra us ar co n la bo ta tía n es tri ba r co n la
or on a" , de hie rro o de
bro nc e, qu e sól o pe rm
pie ca lza do . En ca da nte "e n pa ta" ) y los de pu nta de l pie , o en i­
div isi ón es pre cis o dis co sta do ex ter ior de l ga nc ha r' el pu lga r en
de tra ba jo, de los de tin gu ir los ord ina rio s arc a de l est rib o. Los el
luj o o pa qu ete s. o más pa qu ete s, era n co
: ? .. ~ r'"U . mo
De ntr o de los est rib ést os , pe ro de pia fa.
co mu ne s pa ra la fae Os de :: est rib ar co n
na era n :lo s:.l lar na do s los de do s, los má s
"e str ibo s de bo tón ", Aq uí de be mo s de ten
tro de los qu e ha y qu de n­ e rnoS pu es noS ha lla
e inc lui r no t sól o a los "g en ea lóg ico " de un mo s fre nte al dil em a
aq ue llo s cu yo pu nto pro tot ipi co s, es de cir a de las fon na s de
de ap oy o ' pa m ' ca lza r , co no cid as en nu est ro est rib o "d e luj o" má
se gu nd o de l pie , pa en tre el de do go rdo me dio , los lla ma do s s
sa nd d. la. ::e str ibe ra en y el po r su for ma , y en la est rib os de ('c am pa na
nu do de l pr op io tie tre ell os , era un bo tón Ar ge nti na , a raíz de ",
nto d~ .)a:q¡ls~ibera. o M art ini an o Le gu iza m6 un a ma la tra du cc ión
tie nto s tre nz ad os . Y En el ca so de "b otó n, "b ras ero s", po rqu e de
los qu e pa ra ell o lle va n" , de a un via jer o fra nc és se
ba n un pe qu eñ o hu esi le oc urr ió esc rib ir, pa
to ra ha ce r co mp ren sib le
su forma a sus co rop

304
305
trio tas, CJue és tos se parecía n a braseros (lo que resul ta cierto. si
vemos al estribo invertido). Durante años nos preocupó el desentrañar el origen de estos
E l disparateo llegó a tal ex tremo como para afirmarse, despre­ extraños especímenes del estri bo, que en los documentos antiguos,
jui ciadamente, que e l térm ino "braseros", se debía a que'en el particularmente del siglo XVIII, aparecen denominados como de
inter ior de a lgunos estribos realmente se ponían brasas. Más de "piquería" o de "media-piquería", y, más frecuentemente," de "co­
una vez comentamos risueñame nte con aque l sabio argentino que rona" o de "media-corona". Estas últimas denominacionesr""'-que
fue don J usto P. Sáenz (h.) cuánto tiempo hu biera durado a caballo podemos llamar "clásicas", o de la "caballerfa europea", obedecen,
quien llevara estribos así calentados (conociendo la capacidad de sin Jugar a dudas, a la forma de estos estribos antiguos,' qu~ in­
transmitir el calor de la plata) y rozara Con ellos la barriga del vertidos, recuerdan exactamente las formas que en heráldica- asu­
men la corona-real y la media-corona de marquesado.
pingo. Esto s in contar el anacronismo que significaría tal "delica­
deza" para los rudos pies de aque ll os hombrazos que pasaban más de Pero con esto tampoco desentrañamos su origen, ni aún sa­
la m itad de süs . vi das a la intemperie y en las condiciones de biendo que los nombres piquería y media-piquería se refieren a su
mayor rus tic idad. Por su parte, en nuestro medio, la denominación forma y tamaño cuando hechos en plata.
"de campana", que por su forma "acampanada" de los ejemplares
mayores se da a estos estribos, ha dado lugar, también, a parecidas No podíamos. encontrar entre los estribos españoles, tanto los
elucubraciones a las de los argentinos con sus "braseros", y no moriscos de la jh.leta, como los más comunes populares, incluidos
faltó alglln ' nativista de ocasión que afirmara, y hasta escribiera, los "baúles" o "cajones" de la cultura de los mulares, cosa que se
muy s uelto de cuerpo, q'ue el nombre se debió a que antigua­ asemejara o hubiera podido dar origen a los mentados estribos.
mente ll evaban un badajo. Una cosa es el suave y acompasado
tintinear de espuelas, fiador y chapón del pretal en el "tranco"
característico del pingo criollo, cuando se luce un buen "chapiao",
y otra serían estas especies de monaguillos de a caballo que anun­
c iarían vaya a saberse qué viáticos camperos. Tampoco el ser cul­
tural de nuestros gauchos era para tales "cascabeles", ni parece
muy convincen te que e l viandante anduviera anunciando su
ll egada a campanadas que sustituirían al tradicional: "Ave María
Pur ísima!" En fin, q ue de macaneos semejantes ha estado empedra­
do el camino sinuoso de los se udo-estudios a que han dado lugar
estos temas . Damos vuelta la página por respeto a nuestros lecto­
res .

Emibo de
piquería . C. 1790
."i ,l¿,·
.,
Hasta que un buen día, en el Museo Metropolitano de 'Nueva
York, vimos una armadura completa, de caballero y cabalgadura,
alemana del siglo XVI -época de Carlos V- y los estribos tienen,
exactamente la forma de los de media corona, tal como lo ilustra el
dibujo. Investigaciones posteriores sobre la tipología de los estri­
.-.~

306
307
te de uso con bota fuerte o pie calzado, la segunda di visión que
bos de la caballería alto-alemana (Bavaria, etc.) del SIglo XVI, nos
llevaron a la conclusión, que, como las grandes espuelas de rodaia."J:!I hicimoS para catalogarlos.
siempre primorosamente cincelados y calados en acero.. los
de corona fueron herencia cultural de ese origen y que
llegaron, como las dagas flamencas, abuelas de los facones,
inicio mismo de su conquista, con la expedición del malhadado~
Pedro de Mendoza, y traídos por Vlrico Schmidel y
compatriotas altoalemanes .

Estribo de
(,Jmpr1nJ

Estribo
alemán

;: .~e,\\'Y
Así como hemos expuesto esta hipótesis de trabajo sobre el
origen de estos estribos históricamente tan en boga en el área
rioplatense, no hesitamos en afirmar que el estribo "de campana",
el típicamente de esta forma, de grandes dimensiones y general­ En nuestro medio, de terrenos más quebrados que la pampa, y
mente adornado con llamativos labrados, es esencialmente un pro­ donde el trote fue el más característico aire de marcha, que exige
ducto de la platería criolla oriental, extendiéndose, con nuestros una cómoda estribada a fondo, es decir con todo el pie hasta el
hombres y caudillos rurales en su traspasar habitual de · fronteras, empeine, pronto se generalizó el uso de un estribo circular, o casi
como consecuencia de los conflictos intestinos, a las zonas vecinas circular, de hierro o aun de bronce y hasta de plata, muchas veces
de la Provincia Argentina de Entre Ríos y al Estado brasileño de una simple argolla del metal indicado en primer término, retobada
Río Grande del Sur. o no, que aún subsiste como el estribo predilecto de nuestros
paisanos, en lucha con el clásico estribo de equitación europeo,
La abundancia y el carácter de los plateros y orfebres en
moderno, o estribo "ingléS" .
nuestro país, muchos de origen portugués y luso-brasileños y aun
otros italianos, etc., su condición original de manufactureros de or­
Con esto damos por terminada la descripción de las partes
namentos eclesiásticos y, sobre todo, un innegable "gusto" local,
justifican el por qué de las características tan locales, tan orienta­ relacionadas con el lomillo, basto o recado propiamente dicho .
Antes de pasar a describir, por su orden, las otras "garras", pilchas
les, permít'lsenos la repetición, de esta prenda, incluso con esa
o piezas que constituían el asiento del antiguO apero, vamoS, como
apar:ltoSidad o aún hipertrofia que les asignan una tipología propia y
lo hemos hecho con anterioridad, a ver algunas opiniones de via­
única. :.... p "{ jeros, sobre el estribo de nuestra gente de campo, algunas de las
Dejemos pues, esta ya larga disquisición sobre este tipo nacio­ cuale s omitiremos ahora pues ya están incluídas en las transcrip­
nal de estribos, y volvamos a la clasificación general de esta pilcha, ciones, extensas, que dimos del recado o apero del gaucho.
refiriéndonos a los que, de aparición más tardía, fueron tlpicamen­
309
308
...
,. Estribo ,ipo
"Respecto a estos últi mos he co nocido de los tiempos de la
inglés . c. 1900

bota de potro á med io p ie, solame nte cuatro, exclusivos de estri­


bar entre los d edos y so n los de pi ch icos cortos pero de vacun o, los
botón redondo, los rosca de cuero y los de piedra de bo la" .

'!) "Los prim eros d os son como los pub licados en " La Pre n sa", el
tercero (agregamos nosotros el que resu lta verdaderamente intere­
-- sante y "novedoso") es una rueda de un di ámetro variable, entre
cinco y ocho centímetros, en forma de espira l ceñida y pasada la
punta, que servía de estribera, por los ojales al través de toda la
rueda en sentido diametral, de abajo hac ia arriba. Más o menos
como el diseño .. ... .
"El cuarto era una bola d e piedra o de madera del po rte de un
~ .Qe .l \",
huevo re tobado al igual que u na piedra de boleadoras" .


Esrribos
"En todos estos trabajos se destacaban la mayor o menor pre­
sencia del gaucho campero, en los corredores o cubiertas de tientos
de argolla que lucían" .
"Aparte de estos estribos se usaban tamb ién otros muy peque­
ños de fierro que he visto estribar con los dedos " .
1;
"Los diseños numerados 1-2-3, muestran tres clases de estribos
de fierro a l tamaño natural, que eran de estribar con la punta del
p ie, cuyos modelos muy antiguos ya no se ven en uso".

"En cuanto a los estribos de p lata pura y de. p lata y oro, juzgo
".,:.,, muy exacta la descripción que comen to, pero entre los orientales
eran de uso más corriente los llamados de campana, no habiéndo­
los oído llamar jamás de br-asero. Creo que desde muy antes del
Siglo XIX o por lo menos poco antes de este siglo, eran de uso
frecuente en toda la región oriental del Paraná, incluso Río Grande
del Sur, hasta el Atlántico. En cuanto a los tamaños los había desde los
de estribar con la punta del pie hasta los de desmedidas dimensiones y
,,"=­ El norteamericano Samuel Greene Arnokl, en su obra ya varias peso extraordinario y todavía recuerdo unos que vi en una estancia
veces citada "Viaje por América del Sur", 1847-1848, dice: (pág. de las costas del GlIalegllay (R.O.) que medían de altura desde la
176): "Los gauchos corren con brío, usan pequeños estribos, sólo base alojo, 40 centímetros (sic)".
del ancho necesario para la punta del dedo mayor del pie y fre­
d cuentemente llevan el estribo de 1"'':'dO entre el dedo mayor y el
h,
~J siguiente, apretando con él el estribo, en lugar de poner el pie en "Igualmente los pasadores de plata eran redondos, como tu­
él y aún a veces de andar sin ningún estribo". bos, otros octogonales y otros chatos o aplanados y todos con
71 larguras muy variables, llevando los últimos un rosetón que cubría
} En sus interesantes comentarios a los artículos de Sáenz en el ojo del estribo casi completamente" .
"La Prensa" de Buenos Aires, concretamente en -el-referido aI de
\! fecha 31 de diciembre de 1933, dice Escayola: "Los Estribos. En
lo refereQte a estribos es de todo punto exacto el detalle minucioso "Posteriormente al año 1890 dio prinCIpIO el uso de estribos
que trae "La Prensa", tanto en los de plata como en los que de forma como los de montura, de plata maciza y cubiertos de oro
llamaremos de trabajo". en toda la vuelta exterior del aro y son hoy día los más usuales
entre la gente adinerada".

310
311
"Otras formas ha habido y algunas mu y pr' Cincha
bordados de colores (casi siempre dominaba el blanco) sobre la
de

tipo como argollas de cincha, yen general las rel .


tela azul , roja o negra. Se ribeteaban con flecos de un par de centi­
los herreros a petición de los interesados , q métros de longitud, a veces con borlas en las puntas y algunas
estribos de calzar todo el pie, como los que \ veces -como en el caso de los tiradores de lujo- ~on lentejuélas
lista para endosarnos la fanfarronada (sic) d ~ o mostacilla, formando aplicaciones muy decorativas y vistosas. ,
teño se destaque como ningún otro en el
parado". H. SOBRECINCHA.- Servía para sujetar los cojinillos y el so­
brepuesto sobre las demás prendas del recado. Fue también pilcha
"-Porem -diría un riograndense- isto tomada del atalaje de las cabalgaduras de los conquistadores. Tenía
castellano" . en su construcción algunas de las características de la cincha, pero
Pasemos de una vez a las otras " garras". 1 naturalmente adecuadas a un trabajo de sujeción mucho más suave; '~
con un ancho mucho menor, tres o cuatro dedos y teniendo co­
D . JERGAS, SUDADERAS O ABAjERASI rreón, o látigo de unos 3 cms de ancho, sólo del lado de montar
bres se conoció y aún se conoce, a las parte~ (del lado del lazo, barriguera y encimera están unidas) y allí es
debajo de la carona, inmediatamente encima d donde se cincha o ajusta. La encimera de la sobrecincha era siem­
r¡ue pueden ser una, dos o hasta tres y cuya pre del mismo material e iguales características (en cuanto a borda­
servir de protección al animal del roce de lal dos, etc.) que el sobrepuesto. En cuanto a la barriguera era de
que van encima y del peso del jinete y, a la tientos trenzados o, a veces, enteriza, de cúero suave y sobado.
que el abundante sudor de la cabalgadura, na
campo" y sometidos a gra ndes esfuerzos y
desensillar, traspasara a las piezas de cuero ~ Respecto a esta oilcha., dice Escayola e n sus apunte s : " La
particular, atacara los "bastos" del lomillo . Su I cincha 1J la Sobrecincha. - La costumbre del cinchón de dos
finalidad indirecta, como la de tpdas las garras vueltas fue introducida aquí por los entrerrianos y correntinos,
ayudar a "hacer cama" al gaucho, sirviendo a pero no tuvo mayor aceptación".
abajo , "Los orientales usábamos el cinchón de una sola vuelta para el
Su origen lo e ncontramos en el he cho d e S trabajo ; pero hace muchos años que 11SClmos el "cinchador" como
Herías de silla como a las de carga, ponía n
directamente sobre el lomo , una jerga o manta,
de cierto grosor y tamaño proporcionado, protd
lamas, del sudor del animal, a las prendas d
impedir que el peso y/o roce de éstas le Provl
lIones y heridas o basteaduras ("basteras", pad
~
~l<.:íf¡.

,,1(, P
. i
prenda práctica, habiendo desterrado casi completamente el uso
de asidera que usábamos en la cincha".
"La sobrecincha está decayendo y sólo la llevan los que no
usan lazo y su descripción es la misma que hace el articulista y
como es natural, en general, hace juego con el sobrepuesto en cali­
dad y adornos".
Este uso se adoptó o mantuvo en el apero crl
zás por su baratura o por otras virtudes que e "El cinchador a que refiero anteriormente, es el que llaman en
pronto aprendió a reconocer, se sustituyó el s , la Argentina pegual o pehual, que lo creo de origen chileno. Según
uno de cuero de ovino, con la lana bien corta, d el articulista se usa con o sin asidera. En cambio nuestro cinchador
de las variedades nativas, de fama, estos últimol siempre lleva asidera y de ahí su nombre dando a entender que se
lonjeados, es decir, con el pelo. usa para cinchar, a la vez que sirve también de sobrecincha" .
Generalmente, como mayor pr~:ccción y 1. PRETAL, PECHERA Y BATlCOLA.- Son pilchas acceso­
encima una mantita o jerga, tejida de lana, de d
borlas en los cuatro extremos, doblada al
mayor, que sobresalía por el borde de la c
'1 rias del recado o silla de montar del gaucho, recibidas en herencia
directa de las escuelas de equitación europeas y, particularmente de
los aperos de montar de los soldados peninsulares. Todas fueron
también el roce y deslizamiemo. "cuero a cuer de uso restringido.
sudade ro,
A los de cuero. se les llamó generalmente l El pretal, llamado en realidad en español "petral", deformado
("pe legos " para nuestros paisanos) y a los de ~ el vocablo por metátesis de la r, tan común en el habla de nuestros
abajeras 1) jergones , paisanos, estaba desti nado a impedir que el recado se corriera

312 3 16
320
ríc
Cent ll rión : Frtn u ricu V de coscoja
~s Rirndas nllf!dtas, en hoju
,o r trenzadas con ~$JIleru

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1

.' ) ...; .
xx
Cl
LA BRIDA Y LAS SOGAS

)m
..

"'') 0
Vamos a empezar con la descripción de las pilchas que consti­
tuyen el tiro, acci ones , o brida propiamente dicha del recado de
.,~ .. nuestros gauchos y paisanos .
,
Sus diferentes partes son: el freno, la cabecera o cabez:ada y
Cl
las riendas . '
lS A ella se agregan, como "sogas" de sujeción de la cabalgadura:
l-'l , el fiador; el bozal; el maneador; el cabestro o cabresto, y la manea.

1. FRE.VO.- El antiguo freno, pieza fundamental del apero,


servía esencialmente, para transmitir, a través de las riendas, las
o t
órdenes del jinete a su montura. El común y original era, como ya
lo hemos señalado, una versión más o menos local, del freno de la
jineta o freno marroquí. Bien fuerte y sólido, especial para llevar
'01 , las riendas casi sueltas, con una sola mano, casi sin contacto con la
1,)1 boca y con la mano alta, bien levantada, pronto para detener brus­
camente o revolver violentamente al animal.
os
l .
Este freno que se llamó de candado, y equivocadamente por algu­
nos "mulero (que es bien diferente al articulado), constaba de
la las siguientes partes: el bocado propiamente dicho, de puente le­
vantado en forma de V invertida, en su centro, articulando en ese
r:le punto la gran argolla que constituía una verdadera barbada rígida, de
.C? ¡
gran potencia. Esta argolla era la que unida a la forma y fijeza de las
patas, daba carácter de "candado", es decir de cierre hermético de
~nl
gran fuerza, a este freno, pues al tirar el jinete de las riendas unidas a
.<L .
las patas del freno, el puente se levantaba y se trababa en el paladar y la
argolla hacia una "contrapalanca", opuesta en la quijada del animal
" '''' que quedaba con la boca aprisionada, y sentía un tremendo tirón de
~a~
contención, capaz, incluso, de casi quebrarle el cuello.
01,
Las patas, fijas, de forma de S o 5, llevaban cuatro argollas, dos
iq' arriba y dos abajo y las unía en su extremidad inferior una media
.1 luna o pontezuela, generalmente fija, de hierro o de bronce , que
servía para evitar que el caballo ensillado ramoneara, esto es,
comiera los pastos cortos alrededor del lugar donde quedaba atado.

323
que nuestras riendas de suela . La fue rza elel e
No eran raras las cabezadas de lujo con bozalejo de cadenillas
es enorme Y el trenzar los tientos e s un arte e
y monedas de plata.
sobresalen particularmente Y en el CJue mues
E n las notas de Juan Escayola, dice el autor de "Cansera 'de gusto . Las mejores riendas es tún hechas de E
Tiempo" (comentario a La Prensa de 11 de marzo de l~) :~;:La mentas unidos por fuertes argollas ele pura
cabezada común de cuero crudo es más O menos lo mismo que las belleza del trabajo hace CJue las riendas resul!
argentinas, las que usamos hoy día, no así las antiguas que tenían las compre puede estar seguro de que le dur8
generalmente desde dos hasta siete argollas, comprendida la qué~·t----:.. rigor el caballo con sus avios y ornamentos es
llevaba la testera. Todas ellas con sus respectivos corredores o pasa: sudamericanos y no se miran mucho en pag
dores hechos de cubiertas de tientos muy finos, en las camperas, y bien hecho". y todavía (pág. 89), agrega esta
usándose virolas de plata en forma de medias bombas, redondas y .. ir' hacían los tientos para los trenzados: "Los lazc
chatas, de plata en la generalidad de los casos, sin contar las la función de una soga o ten ga su forma, estúr
cabezadas de pura plata". manera: una pi e za de cuern se corta a manel
tiras de unos cien pie s o mús, que se hacen
3. LAS RIE.'VDAS.- Las riendas en la equitación criolla, como como seda, por las constantes aplicaciones d(
en la escuela de la jineta, siempre fueron en número de dos. allí mismo completa la descripciún de las rien
De cuern crudo, con un ojal y botón para prender en las se ,,'en algunas veces cargadas con plata, pere
argollas inferiores del freno; las más finas con esterillados o trenza_o época de mayor sent ido prMico, e st,¡ ya disn
dos, siempre haciendo juego con las otras pilchas de las bridas. 1 por estas inútiles y hasta perjudiCiales ost{
Como eran riendas independientes, en el caso de las de cúero injusto, sin duda , cargar con barras de p lata la
crudo, se unían con un simple nudo, y las trenzaJas o esterilladas que desempeña trab ajos tan fuertes" .
con una trabilla o travesaño con ojal y botón de tiento . . -",
• Por su parte .Escayola, en los comentari e
Generalmente constan de tres porciones: unu sección de unos c ribiend o, señ a la: "Las riendas también tuvi
25 cms próxima al freno, unida a éste por la presilla y terminada en za, (se refie re a las arge nti nas), sobre todo l a ~
una argolla, el cuerpo principal de la rienda de casi un metro de s ingularizó de spu és por el uso gene rali zado,
largo, desde aquella argolla a otra donde está la presilla o trabilla dos y tres yapas cortas y dos largo s" . E vident
que une ambas riendas , y desde esta argolla la "yapa" o látigo de a cada uno de los sectores, entre argollas,
las riendas , de largo variable (otro metro o más), que servían rienda .
incluso para azotar al caballo, pues terminaban en pequeñas azote­ "Lo mi smo las camperas que la s (!t-- P
ritas en número de tres por cada rienda.
Ile\'aban \'irolas e n ve z de ele corredores , fuem
Esta misma disposición tenían las de lujo, cuyas argollas eran forma, siendo de notar CJue toJas e llas, c
de plata y ten ían en las dos primeras secciones pasadores y bom­ tenían una presillita, pre cisamente clt: dOI
bas de plata. Las había también que, de acuerdo con la cabezada manejo, a efe cto de prenderlas cuando se el
eran, o enteramente de malla de plata, o de malla de plata con las "E ntre las rienda s de lujo usacla s ae¡ u i
yapas de finos tientos de potrillo trenzados. La malla de plata
de cadenas eslabonadas hechas d e pura
podía ser chata o cinta o "patria", o malla redonda, en el caso de la
presillas o bro ches y generalmente aC(llllp,\
malla redonda la hay simple o en encadenados de grosor y, por
tanto de peso variable . les, lo mismo que el pretal".
"Las riendas de domal fueron siempre
Algunas veces, tanto en las riendas de tiento trenzado, como
Río Grande, las mismas que él arti culista 11<
en las de lujo de malla de plata, las dos riendas terminan en la
las cuales van unidas por una argolla a \a ,
trabilla de unión y de allí sale una única "yapa" o IMigo con
ñan y tem1inando en una azotera, a vec
azoteras . palmeta d e cu e ro qu e sif','e para casti gar a l
El recién mencionado Woodbine Hinchliff (op. cit. pág. 88), para domar y todo gaucho las te n ía de su
dice: "Sin embargo, cU::llquiera sea la opinión que se tenga sobre 4. EL FIADOR.- El fi ador o cogo t
frl'n O
l a mp('ro
las ventajas de la silla de montar, pienso q¡le, sin duda, las riendas ve rsión perfe cc ionada de l co llar, es cle cir, ~
d ctll ;\ I criollas y la s cabezadas de cuero trenzado, 501"' infin itamente mejor

324 328
to utilizado por el hombre para sujetar a cualesquiera de las bestias
domésticas. En e l caso de nuestra equ itación gau cha es simpl e­
mente versión de la "jáqu ima" de la escue la de la jineta, de herencia
arúb iga. ,
En su forma más simp le era nada más que una tira de cuero Como ,. colo CJ
crudo, de c ierto ancho, y largo como para abarcar e l cogote del .1 fi.dor

caballo en la hase de la cabeza, con ojal y botón de tiento s, y Con


una argolla fuerte de hierro, para prender el máneador o colgar la
BII/d l
manea. El fiador fue, fundamentalmente, una prenda asociada a la LrC.: n/JJo
cabezada que, en los aperos de luj o, constituyó una de las pilchas de
mayor re lumbre. En efecto, ese ancho collar, cogotera como ya seña­
lames que tamb ién se llamó, ya fuera tachonado, ya de argollas o pasa­ 1- taJor dl' I u In
dores, ya d e es labones o todo de ma ll a de plata, u nido adelante de las C. IKII) P,. n,"koo
orejas de l caball o por una testeri lla (c uando la cabezada no la tenía),
otras veces prendido con cadenillas y presillitas a las argollas laterales
o terminares de la testerá de la cabezada. La argolla de abajo o argollón
del fiador, sustituído o rematado, en estos de lujo , en un hermoso
adorno característico en nuestro medio, parecido a un sonajero de
plata (sin badajO, aunque quizás primi tivamente fuera un cencerrito
que serv iría para localizar más fácilmente al pingo predilecto, como se
hacía con la yegua madrina) , y cuya fonna más frecuente fue la de
u na bocha aplastada lateralmente (lenticu lar) con una media luna
con las puntas hacia abajo, colgando,
Dice Escayola en su comun icación a Vicente Rossi (ci t.), res­ Fi.dor
pecto de esta pilcha: "E l fiador, hoy 1934 en desuso completo en dn[I~UO
oC' cUl.ro cruuO
nues tro país, fue prenda de distinción del tiempo gaucho y como
tal tuvo su predilección como prenda de lucimiento, que por ser de
plata, siempre su fabricación fue obra de los artífices , El mayor
lujO consistió en tener esta prenda haciendo juego completo con
hador J ,'
las cabezadas, las riendas y los pretales entre nosotros, y también cJnc:bonc'¡
con el rabicho o baticola entre los riograndenses", de plll'

"El todo de estos preparos con más los estribos de campana y


demás menesteres de montar era lo que constituía el Herraje de
Plata, Por lo general eran de un gusto rayano con la charrería, por
m<Í.s que, como he dicho, los había de gran gusto y arte" ,

"A este respecto no creo que haya habido diferenciación entre


estas prendas argentinas, uruguayas o brasileñas, aunque como
dice el articulista descollaban indudablemente los artífices urugua­
yos y riograndenses, con sus trabajOS afiligranados de gran gusto y
riqueza",
"El fiador de cuero, solo, no he tenido oportunidad de cono­
cerlo, aunque he visto ~sarlo de cuero con chapas de plata y con y ,~e.,\\y
cadenilla",
~anlp<ro
Bozal de 331
de cutro cr\\do
luio
330
~. EL BOZAL.- Como elemento de trabajo para sujetar al
caballo por la cabeza, el fiador cayó en desuso, stendo sustituido
por una pilcha especial para la doma pero que rúpidamente demos­ un poco tardía con relación a nuestros gauchos, que según parece
tró su aplicación subsiguiente y conjunta con la propia cabezada, ya usaban ese menester en los principios 'de 1800, tal vez porque
de la que no es sino una variante m<Ís completa y fuerte. en esta margen del Río Uruguay jamás faltó en qué at.ar un caballo,
en aquellos tiempos en que la mayor parle de los gauchos tenían
En efecto, durante la doma de abajo, se hace nec;s~rio suje~r el orgullo de andar en redomones". (subrayados nuestros).
fuertemente el caballo por la cabeza, con una tracci(¡n que no se
haga sólo en la garganta, sino que tenga su mayor palanca en el "Nuestros bozales comunes fueron los tres cuyos diseños van
hocico y obligue al animal a ir "de tiro" o cabestro (lo que tira de j más abajo. El primero con argollas y virolas de plata era y es el
la cabeza), también a bajar la cabeza, doblando fuertemente el mAs generalizado" (aquí discrepamos con "Juan Tarara", es el más
cuello hasta que la quijada toque el pecho. paquete o lujoso, pero igualmente el menos práctico y campero de
los bozales), que también se usaba y se usa con corredores de
En toda las escuelas chisicas de equitación (brida ojineta), se tientos".
usó una fuerte cabezada Con hociquera y cogotera, unidas o no por
una correa longitudinal con una fuerte argolla en su punto de "El segundo es el potreador hecho de cuero doblado, sin
unión Con la hociquera, destinada a los fines antedichos y que no costuras, y apropiado para palanquear baguales; también se usaba
estorbaba sino que contribuía a la mejor conducción, sujección y hecho de torzales". "Y el tercero es el bozalejo (sic) que igualmen­
hasta enseñanza del animal cuando ya se le ensillaba y montaba, te sirve para domar y para paseo cuando es hecho con virolas de
poniéndole como brida sólo la riencilla o bocado de cuero o el plata".
freno-bocado (que ya vimos) unidos a la quijada y a las riendas. "Por lo demás, no sabría decir si los bozales adornados con
En nuestro medio ru:-al la Simplicidad de la cabezada y e l hecho varios tiros que caen de la testera forrhando pie de gallo, en
de montar muy seguido en redomones, justificó ampliamente el trenzas muy finas, son argentinos o riograndenses, pues los prime­
desplazamiento del fiador que se COnservó sólo en los aperos de ros que conocí eran de esta última procedencia, en donde las
lujo, por el mús práctico, funcional y fuerte bozal. mujeres se dedican a trabajos de trenzas tan delicadas como creo
que pocos hombres las podrán hacer".
Dentro de lo "normal", las variantes' formales de 10s bozales
sQn mínimas y dependen m¡Ís que nada de la forma de los ramales 6. EL MANEADOR O ATADOR.- Recién dijimos que el fia­
que unen la testera COn la hociquera. y decimos "normales", porque dor servía, por medio de su argolla, para prender en ella el atador
como el antiestético y antifuncional "basto de chorizos", como el an­ o maneador.
tinatural tuse de las colas a la punta del "marlo" o más arriba, también En efecto, en Id época en que no existían ni alambrados ni
en la provincia de Buenos Aires, se le ha dado al bozal una dimensión cercos (los de "las casas" se formaban con pitas plantadas unas
desproporCionada, no práctica y antiestética (le agranda la cabeza al
junto a las otras), el gaucho debía buscar un medio seguro para
caballo y parece que se le saliera por el hocico).
tener el pingo de "fiar" o de confianza, siempre a la mano. Una
larga tira de cuero sacada en "redondo" del cogote de un novillo,
Escayola en sus interesantes comentarios a los articulas de
con una sola presilla en un extremo y el otro ensamblado en
S<ienz, dice: "En cuanto al bozal -dejando para otros la investi­
"azotera", algunas veces la guasca se "torcía" (se hacía torzal,
gación de su origen, Como el de todas las cacharpas camperas- no
como en los "sobeos"). Esto constituía propiamente "el atador", si
creo bien que se atribuya ni el actual bozal al gaucho argentino,
el extremo de la presilla se prendía al fiador o al bozalejo, de
pues no difiere mucho el bozal antiguo Con el moderno, sino en
cuero crudo, y la azotera se enterraba "horizontalmente" a pocos
detalles, que en nada modifican su primitiva estructura".
centímetros de la superficie, o se "clavaba" verticalmente, con la
ayuda del cuchillo . El tironeo rasante del animal pastando, no conse­
guía mover esta extraña estaca , pero bastaba un tirón, de abajo a arriba,
"En el cuadro de la "Batalla de las Piedras" de Juan Manuel del hombre, para tener el pingo pronto para una partida inesperada e
Blanes, año 1811, se pueden ver muchos caballos qúe llevan el inmediatamente. El atador llegaba a tener hasta 12 metros de longitud.
bozal; igualmente en el cuadro de la "Batalla de Sarandí", y hay
que convenir que Blanes era muy minucioso en todos estos deta­
La variante más simple, el maneador, de mucho mayor uso y
lles. Por lo ta.nto la divul'gación del bozal operada en los alrededo­
utilidad, tenía una presilla en cada extremo y su longitud era
res de los años 1855 a 1865 que es lo que sostenía S<Íenz, resulta sensiblemente menor (hasta 8 ms), y además de liso o torcido, en
algunos "preparos " de lujo, llegó a ser trenzado. Servía ' como el

.332
333
atador y además, en los casos muy frecuentes de animales redomo­
nes, bellacos, etc., su extremo distal (el otro iba. prendido a la. lidias de la doma), sustituido por el simple cabestro, que por
argolla del nadar o del bozal) se llevaba e n la mano derecha y: metátesis, como en el caso del pretal, nuestro paisano llamó, ca­
servía para trasmitir enérgicas órdenes al montado, sin tironearlo bresto. Es mucho más corto, (dos metros más o .menos), y su
en la boca Con las riendas (tal como hacen actualmente muchos bue­ fi nalidad principal es atar el caballo al palenque.
nos domadores), o para caer. de pie, Con ese extremo en la mano y Sin embargo, el homb re campero de hoy, sigue prefiriendo,
sujetar al animal en un posible intento de fuga. aún, lo que ellos llamancabresto-maneador, fuerte y útil para todo
uso, muy funcional, como todas las pilchas de l apero criollo de
trabajo, en verdad, un auténtico maneador (algo más corto), como
los antiguos.
M.neado r
de
1 E l extremo libre del cabresto se lleva, en los sencillos, hechos
pechera
de una lonja de cuero crudo, bajo los cojinillos, y en los trenzados
y los de lujo, teniendo una argolla, en su tercio anterior, se prende
con una presilla, dándole una vue lta a la base del cuello de la
ManHdo r
cabalgadura.
de
Juan Escayola, en sus apuntes a Vicente Rossi, nos da, como
gurupa

de las otras prendas del recado, una amplia e ilustrada explicación:


"EL ATADOR. No he conocido en nuestro país prenda de este
nombre, ni otra que la supliera, como no sea el "maneador" o
"cabresto", así como lo llamamos en criollo al cabestro".
"Según el articulista (Justo P. Sáenz (h» se trataría de una soga
-que aquí sólo se usa a falta de potrero o piquete- para atar el
caballo que ha de servir para recoger la tropilla al día siguiente
(nochero); en las estancias o en los ranchos; pero esta soga difiere
de l atador descrito en que siempre es hecha de un torzal o sobeo
-~~~.~::.-;~ ~
.,<~; Jt.- ~ .~ - " Moneador
de cuero, cuando no es hecha de cerda torcida, y en ambos casos
lleva un destorcedor de h ierro, cuya forma es la siguiente",
":f-i cI... do p.r. (ver página anterior)
purar • !o¡¡ D.srorr.dor
v
de l lIador Lo que sigue a continuación es buen ejemplo de lo que diji­
mos y repetimos, con anterioridad, respecto de los juicios y opinio­
nes de Escayola en este interesante tema. Son fruto de sus obser­
Servía también, y mucho, para trabar o "manear" el caballo, vaciones directas, son básicamente empíricas. Y como sus conoci­
tanto para dejarlo quieto y seguro, como cuando era uno en proce­ mientos "de visu" se remontan apenas a 1870 y algo, poco más o
so de amanse. Estas trabas o "maneas" (que le dieron el nombre menos, es evidente que todo lo anterior, como no fuera de oídas, lo
más común de "maneador"), adoptaban fonnas y posiciones di~­ desconocía y tampoco tuvo medios de investigarlo a fondo en otro
sas; variantes utilizadas para cada circunstancia, por nuestro criollo, tipo de fuentes. Su intuición, notable, le ayuda en sus buenos
tan hábil en estos menesteres: pie de amigo, manea redonda. etc. juicios, generalmente, pero esto no puede ser, ni es, una constante
Simplemente cU9~do paseaba, o por lUjo, el gaucho antiguo absoluta.
llevaba tanto el maneador como el atador, arrollado alrededor de la No leyó documentos, ni vio iconografía auténtica (Vidal ,
base del cuello y pecho del caballo, a veces trenzado allí, casi D'Hastrel, Palliere, Rugendas), de la época de la verdadera gau­
como un abarcador o pechera, lo que muestra la iconografía de la chería y ·por tanto no vio maneadores-atadores. Y al no haberlos
primera mitad del siglo XIX.
visto, duda del autor argentino, que, pocos años después, se consa­
grara como un especialista de relieve internacional en esta materia.
7. CABRESTO._ Con el uso del bozal, la aparición de potre­
ros alambrados, el montar más generalmente animales mansos que Vamos a lo que escribió Escayola: "Según explica, lo llevaban
redomones, etc., se fue dejando de usar el maneador (salvo en las (al atador) debajo de los cojinillos cuando se trataba de un chapea­
do siendo más que indispensable e n estos casos en que ninguno
334
335
)
de los arreos de la cabeza del caballo ofrecía mayor resistencia "En cuanto al maneador, como su nombre lo indica, sirve pre­
ferentemente para manear un potro 'o indistintamente para atar a )
para atarlo por ser generalmente de plata eslabonada, con lo cual
parece demostrar que atarían del pescuezo, cosa que entre nosotros soga o para poner un "pie de amigo" tal como lo indica La Prensa, )
no es capaz de atar caballo ningún campero". (sic) "Es a mi pare­ o en fonnas que se expresan a continuación".
)
cer una fantasía del articulista, que en el deseo de mostrarse "Con el maneador suple el gaucho cualquier necesidad, pues
conocedor de todas las costumbres gauchas, haciéndolos aparecer '}
si hubiera de tener para cada caso una prenda destinada. con uso
como muy previsores, recarga al gaucho con cosas y menesteres expreso, sena cuestión de recargarse de tantas menudencias que

innecesarios y que hasta por idiosincracia (sic), jamás han pensado un buen campero trata de suprimir hasta por comodidad".

en ellas". )
"He conocido gauchos del tiempo 'antiguo, domadores de ofi­

"Nuestros criollos al menos, por naturaleza, han sido ~uy cio, que 'su mayor alarde era desempeñarse en los diversoS trances

prácticos para el uso de sus prendas y jamás les gustó llevar otras con el menor y reducido número de menesteres posibles pero

que las muy necesarias, de trabaja o de paseo". Aquí hay una suficientes para llenar el objeto que querían".

flagrante contradicción, pues necesaria, no debe haber más de dos


"De tal manera es verdad qu~ nuestro gaucho al menoS, era

o tres pilchas en el complicado, pesado, sofisticado, nos atrevemos


a llamar, apero o herraje, de lujo , o paseo, de nuestros paisanos y parco en el uso de enseres de trabajo que apenas si llevaba consigo

lo más elemental. Un bozal y cabresto potriado!, riendas de domar,

estancieros de antes. )
maneador y rebenque, lazo a los tientos y las indispensables bolas

" Los que ensillaban con "herraje de plata", 1) simplemepte en la cintura, con más un recado cantor; comprendían las prendas

"h e rraje" (nombre común al apero de lujo en nuestra tierra), se necesarias para salir airoso en cualquier terreno".

servían de las maneas cortas de dos presillas, -;;, d caballo (.fu "A propósito de esto transcribo, una décima de La Corr;da de
manso, y de las " maneas de traba", si eran ariscos; pues no lleván­ "Cansera de Tiempo":
dose bozal de cuero, era poco menos que imposible confiar la
seguridad de un caballo, a. las prendas de plata encadenadas ;) "La c orrida ya se cierra
eslabona das, para atarle. Esto cuando viajaban en él montado; pero "y más de un criollo dispuesto
tratándose de viajp.s en que arreaban tropilla, llevaban siempre, por "viene en bagual de repuesto
lo menos un bozal, en la yegua madrina o en algún caballo, con "que lo ha boliao en la sierra: )
más el "maneador", porque nuestro hombre de campo, no ató "porque el gaucho de esta tierra
nunca su caballo del pescuezo, ni ensillado, ni puesto a soga, "tan diestramente se amaña
prefiriendo más bien la manea de traba", "que no precisa compaña
"pa' proporcionarse un potro
)
"Con respecto a los recados de trabajo nuestro gaucho era "ande talvez ningún otro
previsor en todas las necesidades y confiaba en la seguridad de sus "es capaz de tal hazaña" )
garras para asegurar el caballo en todo momento. A ninguno le
faltaba el bozal potreador, el de argollas o el bozalejO, siendo "Esto no es fantasía . Esto es la verdad pura, vista por mí en mi
cualquiera de ellos sobradamente fuerte para palanquear un ba­ juventud. Son los recuerdos de mi infancia, cuando la inmensidad
gual". ' de los campos no estaba limitada por alambrados, ni cercas de
"Los cabrestos eran generalmente de dos clases: el de dos piedra como lo está hoy".
presillas que medía dos metros más o menos y el de domar o 8. LA MANEA.- Se llamaba así a unas verdaderas esposas,
potreador que tenía una sola presilla. El primero cuando no era generalmente de cuero crudo, que el gaucho usaba para trabarle
trenzado, era de dos tiras planas pespunteadas, formando una sola juntas las manos al caballo: dos presillas alzadas unidas por una
tira de dos o tres centímetros y con dos argollas y a veces tres". argolla o un travesaño.
Maneando a la yegua madrina, se aseguraba el paisano el
tener a mano toda la tropilla. También de hierro se hicieron las
"El segundo era de torzales o bien de una sola tira de cuatro maneas. Igualmente de hierro se hicieron algunos bozalejos. Estos
centímetros y de largo variable. hasta de r.lIatro metros. Si era más tenían el siguiente objeto: siendo el bozalejo de hierro, rígido Y con
largo lo llamaban cabresto de caidor, por cuya razÓn raras veces lo su borde interior dentado, se impedía que, a campo abierto d u rante
usaban de m:1yor largura".

337
336
la noc he, el cab allo tiro nea ra o
"ca bre stea ra" vio lent ame nte, bus­
can do hui r, por el olo r acre (e
inso por tabl e para ellos, que los
enl oqu ecí a de terr or), de los
gra nde s felinos mer ode ado res fre­
cue nte s de la cam pañ a en aqu ello
s
tés) , com o .leo nes bay os (o pum tiem pos , tant o tigres (o yaguare­

as). Por su part e, las man eas de

hie rro, esa s sí ver dad eras esp osa


s con todo y llav e; tení an por obje
pro teg er el pin go pre dile cto, el to

mej or, el de mayores virt ude s y más


her mo so pela je, de otra clas e de

mer ode ado res, los de dos pies , que


dob lem ent e emp onc had os (en el

de pañ o y en la noc he) bus cab an


com o tam bié n era hab itua l en aqu
ello
aqu el pin go de ley, que cod icia ban s tiem pos bravíos, apo der arse d~
, o, sim plem ente , deja r de a pie a su
due ño, en med io del cam po, con
todas las con sec uen cias prev isib les
tan tris te situ ació n en esa épo ca. a

Tho mas Wo odb ine Hinchli

'.i {¡JI (cit. pág. 90), dic e refi rién dos e ff, en su "Vi aje al Plata en 1861"
tos criollos más útil es son las man
pod ria and ar por el cam po, sólo
se ve obl igad o a des mon tar. Con
nin gún cab allo pue de ava nza r
a la man ea: "Un o de los inst rum
en­
eas o trabas, sin las cua les nad ie
, por tem or de per der su cab allo
si
la man ea en las patas dela nter as
L .
I
y pocos son los que lo inte nta
n
1 siqu iera .

I\lan~.do

;=~el\\y

Los que más usa ron las man eas


"tur cos mer cac hifl es" (en real de hier ro, fueron los famosos
idad "Sir Fra ncis Hea d, reco rda ndo
que ade más del bur ro o el mat ung gen eral men te sirio-liban.eses) man eas en sus ave ntu ras por Sud
las gra nde s ventajas de esta s
o
llen os de mer cad ería s que aba rcab en que carg aba n sus "ca jon es" cho , pon erla s en uso en algu nas
amé rica , ha logrado no hac e mu­
an un esp ectr o amp lio des de el de nue stra s tropas de cab alle ría
agu a de olo r a las fajas y corp iños y
, de los bot one s a los cha les, sin dic e que han resu ltad o exc elen
olv ida r los "be ine s y bei net as" , tes" .
llev aba n de tiro un flete de prim "Ju an Tor ora ", hac e las sigu ient
ra par a org aniz ar. carr eras y, lóg e­ es ano taci one s resp ecto del
icam ente , al hac er noc he en el tem a: "LAS MA NE AS .- Ade más
cam po le pon ían la man ea de de las man eas que el hom bre de
hier ro par a evit ar se lo robaran. cam po aco stum bra a hac er con
Por lujo se hici ero n tam bién man el man ead or, cuya div ersi dad es
eas de malla de plat a. apli cab le seg ún los casos y de las
cua les dan idea las des crip tas en

338
339
de otras . A lo sumo existen diferencias de nombres en algunos
"La Prensa". Existen las llamadas maneas, simplemente, cuya va­ )
menesteres, pero lo s usos son los ' mismo s. Así por ejemplo el
riedad dentro de la misma forma de aplicación, depende del gusto "prendedor" es un " anillo de collera" a la manera d e l !"iador del )
de cada uno" . bozal. La "collera", simplemente dicha, so n dos anillos que llevan
"La manea de traba y la manea cruzada que el articulista' un destorneador como el dibujado anteriormente , o bien reempla­ )
describe como aplicable ' a la yegua madrina solamente, en nuestro zando a este último una tira de cuero doble con un ojal, que se
país la usan indistintamente para asegurar el caballo cuando es prende a un botó n de otra tira opuesta" .
arisco y no tienen lugar donde atarlo". )
"De la misma forma se acollaran los baguales por medio del
"Existen también las maneas de seno que como su nombre lo bozal, a la yegua madrin a o a otro caballo manso , para poderlo )
indica forman un seno entre las dos presillas cuando se prende una agarrar sin dificultades cada vez que tienen que lidiarlo".
en cada mano. Se .emplean para los animales disparadores, los Con la humilde, no siempre bien valorada y mu chas veces
que más cerca o más lejos tienen que meter una pata en el seno y ignorada manea , terminamos la descripción de las pilchas que
)
rodar infaliblemente, sin poderse parar hasta mientras no se les integraron, esen c ialmente , el apero o recado de nuestros gauchoS y
desprende la manea. Con igual fin se usan las maneas rodadoras, paisanos, los elemen tos funcionales y los lujos, que le echó encima
pero con mucho menor resultado que las de seno". a su caballo, a ese maravilloso compañero que Dios le puso en
"En cuanto al nombre de zapatillas, que el autor le atribuye estas tierras para que las hiciera " suyas", con el propósito de
no me parece acertado (en lo que concordamos totalmente, y en lo manejarlo, de servirse de él, pero también de embellecerlo . Nada
que sigue) y en este país no se ha usado llamarlas así". agradecía más y envanecía más a un gauc ho que un e log io a su pingo.
"Con el nombre de zapatillas se usan y son propiamente tales Lo comprendemos ...
las ;lue se preparan con un pedazo de cuero vacuno, cortado más
grande que los vasos del caballo y ojalé'.dos en todo el contorno, se
cierran frunciéndolos por medio de un tiento sobre los pichicos y
por debajo de las ranillas " .
)

)
)

¿.pa tillas

"El objeto de estas zapatillas es cuidar la vasadura de los


pareje ros contra el desgaste producido por las piedras o tierras muy
duras en nuestra campaña".
"Por lo demás -termina todas sus observaciones- las cos­
tumbres argentinas, así como las orientales y las brasileras en lo
que respecta al uso de los atavíos descriptos , en nada difieren unoS

341
340
XXI

EL LAZO

Si la boleadora fue elemento definitivo de la personalidad


., exterior del gaucho e instrumento que justificó o valorizó su activi­
dad económica en el siglo XVIII y la de guerrero en el sigu iente,
el lazo, aunque quizás sin la precisión de aquéllas o, si se prefiere,
con menor exotismo, no le fue en zaga en muchos aspectos y, tal
vez en algunos, la superó con largueza.
Dos citas históricas del Siglo XVII I, hechas en el Capítulo
destinado al estudio de las boleadoras, las hermanan con el lazo,
exactamente en los dos aspectos que señalamos igualándolos con
fidelidad y justicia, la del "Diario" de Diego de Alvear, y aquella
comunicación de 1771 en que se define a unos "gauderios" o
ladrones, que fueron apresados, precisamente por encontrarlos con
bolas y lazos.

1. HISTORIA. - Si oscuro resulta el origen de la boleadora


gaucha de tres bolas, las famosas "tres chinitas", en cuanto a que
no hay certeza de que sean una herencia indígena, directa, o
simplemente una invenc ión rural, mucho más difícil de desentra­
ñar es el origen del lazo.
Siguiendo el procedimiento clásico, veamos hasta donde nos
ayudan la etimología y la semántica en la solución del problema.
Lazo, proviene del latín "laqueus" y "laqueatores" eran, en el
circo romano, un tipo especial de gladiadores que intervenían en
una suerte de "corrida de toros", enlazando o cogiendo por las
astas a los toros y bisontes.
Por su parte el diccionario nos señala sobre su semántica: "La­
zada o nudo de cintas o cosa semejante que sirve de adorno" !I
"Cuerda de hilos de alambre retorcido con su lazada corrediza,
que, asegurada en el suelo con una estanquilla, sirve para coger
conejos. Hácese también de cerda para cazar perdices y otros pája­
ros" // "Cuerda o trenza con una lazada corrediza en uno de sus
extremos que sirve para sujetar a ciertos animales como toros,
caballos, etc., arrojándose la a los pies o a la cabeza". Y de lazar, la
acción de coger o sujetar con "lazo", señala: "Tauromaquia. Esta
suerte se ,hace á caballo y en campo abierto. Para lazar, e l jinete
lleva en la mano derecha arrollado el lazo o cintero, que consiste
en una cuerda de algunos metros de longitud, delgada y muy
resistente. Al empezar la persecución del toro va desarrollando el
lazo y haciéndolo girar sobre la cabeza, calculando al mismo tiem­

343
tenses, Y aquél la indica perfectamente así: "é los hombres van
po la distancia que le separa del animal y arrojándole la cuerda al
siguiendo su montería e matando los ciervos y avestruces, arro­
nacimiento de las astas cuando ha soltado la medida deseada.
jándoles unas bolas de piedra con trayllas ó pendientes de una
Después sigue el jinete corriendo algo distanciado y adelantado ..... ~..:
del toro en forma que parece que aquél conduce al cornúpeta , El cuerda como ya en otra parte la historia ha hecho mencion de tales
lazo () cintero tiene en el extremo libre una bola para facilitar el ;¡ti,:-"'; j.a;" armas". (Oviedo, op. cit, Lib. XXIII).
giro, siendo por lo tanto, distinto del que usan los gauchos y otroi ­ De lo que no hay dudas es de que el lazo de América no es,
cazadores americanos en las operaciones llamadas "jaripeo"; como las boleadoras, privativo de la región platense , sino que, por
"mangoneo" y "pedaleo", (Los subrayados son nuestros), , ;; ~ .-;:= ~ el contrario, aunque con diferencias relativamente pequeñaS en
técnica Y detalles de forma y material, se usa con la misma finali­
Pedaleo o pealeo, es la acción de pealar es decir trabar los pies I . '-','hA
del toro con el lazo, como mangoneo o manguear es trabarle las dad de coger el ganado mayor, no sólo por parte de nuestro gau­

cho, sino también de: los llaneros venezol'anos, huasos chilenos,

manos (Tauromaquia). Peal en castellano vale tanto como polaina"b- @t!IF ... . <

charros y vaqueros mejicanos, vaqueiros y sertanejos brasileños,

media sin pie. o:)


vaqueros y cow-boys norteamericanos. Es decir, por casi todos los

Volviendo a sus antecedentes de uso en el Viejo :-'fundo, '6 tipos de ji:letes rural-ganaderos de origen hispano o luso-america­
mejor en el Mundo Antiguo, más atrás aún del circo romano, no, de las tres Américas.

tenemos que los sagartios, aliados de los persas, eran guerrer6s


caballeros que usaban- como armas unas cuerdas de cuero trenzado
con un nud(J corredizo en uno de sus extremos; que arrOjaban a los ~osotros pensamos que nO hay más que dos pOSibilidades para
hombres y caballos para prenderlos y matarlos (segú n Herodoto). explicar el esa del lazo en América, ambas de raiz e1.! ropca. La
. I primer'a, basada silT'ple Y directamente en los antecedente s cultu­
,'Jo hay antecedente documental de que los e spañ oles lo h ayan rales, aunque algo remotos, sería que ei lazO, casi tal como lo
ua:Jo en su fo rm:! actualmente conocida, ni que al com ienzo de la conoc: emo hecho de cuerda, con su argolla de ~ierro, etc., fue
Q
,

Conquista se le usara con los fines de coger ganado, como por importado por los conquistadores Y colonizadores, españoles y por­
ejemplo, existe testimonio del uso del desjarretador (hacia 1500), tugnes es , pue s ya se usaría en la Pe nínsula, en las faenas gan.lde­
4ue, casi dos siglos después, sería instrumento fundamental en la ras de la cría le xtensiva, tan características en ella : < tan djferentes
vaquería riophtense. de las del resto de Europa occidental, o en los trabajos taurinos,
por decirlo m ás claramente, algo similar a lo que ocurriera con el
No ohstante, el entrerriano, literato y tradicionalista, don 11ar­
tiniano L e guizamón, en su obra póstuma "La cuna del gaucho" .........
desjarretador.
(Buenos Aires, 1935, p ágs. 27 y siguientes), nos trae una noticia
documental que, señala, le fue adelantada por don José Torre La otra hipótesis, menos concreta y directa, pero no por ello
Revello, que es la relación de un viajero anónimo, atribuida ~I descartable , sería la siguiente: considerando que es ley cultural
Padre Ocaña, fJue anduvo por Buenos AireS a fines de 1601, y en que pueblos de las region e s más apartadas, ante hechos, prohlemas
el cllal se describe, en las campañas que recorrió en viaje a Santa de economía y ecología similares , obtengan o recreen bienes cultu­
Fé, cómo se cogían los baguales : "para coger los potros van en rales de iguales o similares características , explicaría que el espa·
otros cavallos muy ligeros, y c orren los q.e van encima sin silla de ñol en América, en pleno proceso de adaptación, enfrentado a un
causa q.c t:l cavallo q.c llevan para coger los potros lleva atada al ambiente de detenninadas características, ante la necesidad de
cuerpo por detrás de los brazuelos una guasca el q.': va encima aprehender animales domésticos que se habían vuelto montaraces
lleva en la mano el cavo de la soga hecho lazo en una caña larga, y O cimarrones , haya, o adaptado algo que ya poseía (armadas y lazos
cuando llegan a dar alcance al potro erl-.dle aql lazo por la t:aveza y de la cacería menor) o simplemente reinventado (no tan difícil
el cavallo q.e ba tras el potro sic •• te luego quando esta assido y teniendo en cuenta el aporte a la conquista de los marinos, tan
para y haze piernas y tiene acia atras como si fuera una persona". hábiles en el :nanejo de sogas , hacer nudos ]' lazadas, ete.), un
artefacto o bien cultural, que en realidad había sido propio de
Lústima que el propio Leguizamón contribuye enseguida' a
pueblos eurasiáticos en períodos culturales anteriores, ante cir­
confundir el asunto cuando dice: "Esa lazada sería tal vez la úay­
lla que dice Ovi e Jo llevaban los indios del Río de la Plata para sus c unstanc ias o necesidades similares .
cacerías de q :nados ::: avestruces". El indio, lo afirmamos categóricamente, no tuvo ninguna in­
fluencia, directa o indirecta. en el origen del l1S 0 del lazo en
La traylLa de Oviedo es, sin lugar a dudas, la soga de la
boleadora d e dos piedr;:ts, de u so general entre los indius riopla­ Am éri ca.

J45
344
en sus extremos unos anillos de fie.rro; es de mucha fuerza, y con
Dejamos expresa constancia q ue tampoco está en nos otros la la prevención de tenerlo bien sobado con grasa, es muy dificultoso
idea de una cuasi ge neración espontánea, como con ese su entu­ que se rompa, por mucha oposición y resiste ncia que encuentre".
siasmo ta n caracte rís ti co y poco científico, parecía te nerl a el pro­
pio Leguizamón, cuando concluía terminantemente: " E l utensi lio Francisco Javier Muñiz, al que también nos hemos re ferido
campero debió brotar, p ues, como una id ea e lemental en e l cere­ con anterioridad, en su "Vocabulario" citado, noS da la siguiente
bro de l habitan te de la llanura y el monte, sugerida por la nece­ descri pción del lazo y su u so : "Lazo. Cuerda tre n zada de cuatro
sidad 'para proveerse d el e q uino salvaje (sic), q ue transformó en tientos de cuero vacuno, del grosor del dedo pulgar mui fuerte con
caball o para cazar a bola y a lazo al bovino cimarrón, al ñand ú y al una argolla de hierra en la punta p .• hacerlo corredizo - tiene de
venado que constituyeron su alimento". largo 20 a 30 c.S (codos)- Con el pillan al caballo ú toro q.~
'r
quieren tal vez á un tigre, perra cimarrón ú otro animal. Se hace
una lazada de mayor d iámetro Y otras menores en la q.~ entran la

.11. FORMA Y USO. - El lazo cons iste en una larga tira de


cuero 'crudo, torcida o trenzada en redondo (de dos, tres , cuatro y mayor árte del lazo, y en esta disposición reboleando ó girando el

hasta ocho tientos, gene ralme nte en trenzado romboi dal de sección lazo sobre la cabeza se arroja al animal á distancia de 8, 10 o dmás

varas y sugetan á la cincha del cavallo montado la otra estrer.n. p:

redonda, que le da su aspecto escamoso característico y, en este


una precilla fuerte ojalada y prendida á un botón fuerte . Por esto

ú ltimo caso, generalmente de cuero de burro, muy resistente).


se llama al lado derecho del cavallo - lado de enlazar- El lazo

Tiene d icha tira o soga un largo total de 17 a 20 metros. En un chileno se forma de una sola lonja de cuero vacuno torc ida".

extremo lleva una presilla que suele prenderse a la asidera, o sea


la corta pieza de cuero, rematada en argolla que va sujeta al lado III . EL LAZO VISTO POR LOS VIAJEROS . - Como hemos
derecho (contrario al de montar, que por esa razÓn se llama " lado
hecho con las otras pilchas, vamos a ver cómo describieron los
del lazo") de la encimera de la cincha o de l cinchón o pegual del
viajeros el uso del lazo en estas tierras, siguiendo un orde n cronó­
recado de montar.
lógico .
En el otro extremo, el más grueso, que se denomina yapa del Julián Mellet, en su libro citado, "Viajes por el interior de la
lazo, lleva una fuerta argolla de hierro, de unos 6 a 8 cms. de América ~eridional" - 1808-1820, en el Capítulo Il, Maldonado,
diámetro, que al par que sirve para formar la armada o lazada Montevideo, refiriéndose a la caza de tigres (yaguare t és) por parte
corrediza, por su propio peso facilita el vuelo o tiro del lazo y, de los gauchos, nos da esta pi n toresca Y fuerte descripción del uso
también, que la armada vaya b ien abierta. En e l "D iario" de Diego del lazo : "Cuarenta hombres, que llaman gauchos, y .algunas veces
de Alvear, q ue ci tamos a propósito de la boleadora, se le describe un mayor .número, se dirigen a caballo a los alrededores de sus
así: "El lazo no es otra cosa q.e un torzal fuerte y muy flexible, de guaridas, perfectamente conocidas de ellos, y logran con grandes
dos, tres ó cuatro huascas ó tiras de cuero, y de 9 a 10 brazas de gritos hacerlos salir de los escondrijos de las piedras donde se
largo; en uno de sus extremos tiene una presilla de correa doble con
encuentran. Asustados los tigres se lanzan al llano o a las cañadas;
su ojal y botón, por la q.e se prende á la cincha del caballo; y er.. el y entonces, esos hombres que manejan sus caball os con destreza
otro extremo se le pone una argolla de hierro, como de dos pulga­ incomparable, se dirigen a todo escape hacia los tigres para coger­
das de diámetro, y bastante gruesa, con q.e se forma el seno ó lazo los. Para este efecto, se sirven con habilidad sin igual de lazos de
corredizo, q.e se arroja las unas vez.' sobre la carrera del animal q.~ cuero de 18 a 20 brazas de largo y del grueso de una pulgada (sic);
se pretende enlazar. Para esto el ginete lo revolea con ayre sobre en la extremidad de cada lazo hay una lazada que arrojan al cogote
su cabeza desde alg.· distancia, y quando llega a punto, tira la del tigre . Si logran enlazarlo al tigre con la arrastrada; pero si en
malla abierta sobre la res. q.~ persigue, y corriendose la argolla, se las primeras tiradas del lazo fallan, emplean enseguida otros más
estrecha fuertemente el lazo, y queda presa, ya por sus hastas ó cortos y delgados, ·en cuyas extremidades hay tres piedras" ... etc.
cuello, q.e es lo mas comun, ya por algun pie o mano, y a vez.' los
dos á un tp.o.. ... Nuestro bien conocido D'Orbigny (op. cit.), también nos da
muy claras y amplias referencias del uso del lazo en nuestra cam­
Pocos años antes, Francisco MilIau y Miraval, que anduvo por paña (1826-30); en la pág. 57, "Vuelta Y nueva estada en Monte­
estas tierras en 1772 y realizó luego una "Descripción de la Pro­ video", en plena gesta emancipadora encabezada por Lavalleja,
vincia del Río de la Plata" (Buenos Aires, Espasa, 1947), lo descri­ hace estas sabrosas observaciones: "El coraje de los soldados pa­
bía así: "El lazo se hace o de una tira muy larga de cuero que triotas o gauchos, llevado a menudo hasta la temeridad, contras­
tuercen sola y queda del grueso de un dedo, o bien de algunas taba del modo más chocante con la pusilanimidad de los brasi­
tiras delgadas, que torcidas juntas componen el mismo, y le ponen

347
346
leños. Con frecuencia lIn gaucho se apoderaba de noche, e inclUsi_
ve de día, de un centinela avanzado, que enlazaba al pasar galo­ " Ya he descrito en parte este procL:dimiento" -se refiere,
pando a su lado, sin que éste atinara a defenderse". y describe 'así naturalmente al de enlazar-. "Así lanzado, el jinete hace girar el
(pág. 71) las armas de esos gauchos, soldados de la 'patria: "Como lazo sobre su cabeza y cuando se considera a tiro despide la corre¡l.
armas tienen un sable, una carabina y a veces pistolas; pero todos que rodea con su nudo corredizo los cuernos del <inimal. Al mismo
están munidos del terrible lazo (1), del que más de una vez tendré tiempo frena su caballo y le hace presentar el nanco al toro enla­
ocasión de hablar, así como de las no menos peligrosas bolas (2). zado . Este, detenido de golpe en plena carrera, cae por lo general
No existe algo más elegante que un gaucho al galope, alzado -éJ por efecto del mismo choque, en tanto que el caballo se dobla en
poncho, con la tercerola apoyada en el muslo y en actitud o!?licUá" sentido contrario para resistir mejor. \1ugiendo, el toro gira alre­
dedor del hombre tratando de escapar, pero es inútil; el jinete
En la nota (1), aclara: "El lazo es una trenza de cuero ~;i~ tiene buen cuidado de oponerle siempre el flanco del caballo, y
curtir, 'de doce a diez y ocho metros de longitud, uno dé -CÚYbS' mantener tenso el lazo, a fin de no ser desmontado por las terribles
extremos se ata a la montura, mientras que el otro tiene un ' aniIJ~ sacudidas que le imprime el animal; maniobra cuyo peligro es
de hierro que sirve para hacer el nudo corredizo. Describiré cori fácilmente concebible. No obstante, el toro, cada vez más irritado
mayor detención esta terrible arma, haciendo conocer sus aplica~ se agita y brinca. Hombres de a pie tratan entonces de enlazarle
ciones", ••
las patas traseras y al lograrlo se dejan arrastrar hasta que la acción
Cumple su promesa (pág. 151), con la siguiente, espléndida del lazo, combinándose con la propia haga caer al animal vencido" .
descripción: "Quince o diez y seis hombres- de a pie, con sus lazos
se preparan a enlazar por las patas los animales destinados a ser Otro conocido nuestro, eximio observador y, en buena medida,
marcados, operación llamada pialar, en el país . Muchos marcadores enamorado de nuestra tierra, Charles Darwin, en 1833 (op. cit.),
cale n ta b an los hi e rros que tienen las marcas de los distintos pro­ dice: "Se han escrito tantas ob ras descrip tivas acerca de ese país,
pietarios"...
que es casi superfluo describir el lazo o las boleadoras. El lazo
consiste en una cu e rda muy fuerte pero muy del gada, hecha en
cuero sin curtir, trenzado con cuidado. U no de los extremos estú
fijo a la ancha cincha qu e sostiene el complicado aparejo del
Enla 2ando
las ¡cuamp.s
recado: el otro termina por una pequeña anilla de hierro o de
cobre por medio de la cual se puede hac e r un nudo corredizo. El
gaucho en el momento de servirse del lazo, t:onserva en la mano
con que guía al caballo, una parte de la cuerda enrollada, en tanto
// que con la otra sostiene el nudo corredizo, que deja muy abierto,
I porque ordinariamente tiene un diámetro de unos ocho pies. Lo
hace girar alrededor de su cabeza teniendo cuidado, por medio de
un húbil mO\'imiento de muñeca, de tener abierto el nudo corredi­
zo después lo arroja y lo háce caer sobre el lugar elegido. Cuando
no se sirve del lazo lo enrolla y lo lleva, así fijo al borrén tra­
sero de la silla".
Samuel Greene Arnold, que también nos dejó otros interesan­
tes testimonios sobre pilch as del gaucho que usamos en nuestro
trabajo (op. cit.), por 1843, nos describe así el uso del lazo: '.'Era un
espectáculo bonito ver al joven gaucho que conducía los caballos
sueltos, cuando corría briosamente alrededor de ellos para mante­
/' ,

"" .
nerlos juntos, siempre atajando a alguno que intentaba escapar y
, . -t..
'f
..
~
revoleando la larga lonja de cuero o lazo cuando deseaba cap­
turarlos. Los caballos pa recen saber que es inlltil huir y cuando se
"
I I

;. \ , los trae para el reemplazo se amontonan para tratar de cortar el


" i. I
.'
,.. ,., '. ~ ;' =-: - lazo pero es en vano".
\ \ \ \ 1,
1,
.¡:;.Qel\\y
El sueco Skogman, otro viajero al que recurrimos con frecuen­
cia (op . ci t. , 1851-53), nos rel ata cómo saliendo de Montevideo,

:34S
349
la
a travesaro n el Migue lete y, por un inesperado accidente (léase
"E l terrible jaguar o tigre americano, ha term inado su vida
,-s­ mojadura de uno de sus compañeros) deben hacer un alto en una
en lazado en más de una ocas ión, no obstante su asombrosa agili ­
p u lpería; "Numerosos jinetes pasaron cerca de la fonda du rante
(e dad. En es tos países se acostumbra sujetar el lazo en un .cincho
n ues tra permanencia en la misma, ofreciéndonos un espectáculo
a ncho y muy resis tente, inmediatamente detrás de la rodill a dere­
l. su mamente pintoresco. Un jove n de aspecto magn ífico y montando
cha. C uand o no se utiliza, q ueda .enrollado sobre el anca del
un ágil y vivaz caballo arreaba u nas cua ntas cabezas de ganado"...
caballo, atado med iante u n par d e tie ntos cortos".
Si no fuera suficien te con sus precisas observaciones y visión
ou ... "Apenas nos habíamos alejado de l lugar, cuando nos encon_
'f'\
. tramos con una vaca perseguida por tres j inetes, dos de ellos
provist.os de lazo, anna muy utilizada aquí, que consiste en Una
comparada del lazo y sus áreas de uso y forma, termina Skogman
en una serie de conclusiones, sobre la importancia de su uso, que
bien podrían servir de cierre al presente Capítulo; "La detallada
,Ut cuerda trenzada de 20 a 40 yardas de largo, provista de un ojal descripción que he suministrado al lector de l lazo, no responde
.0, corredizo en un extremo y el otro sujeto en la montura. Durante únicamente a su originali dad y rareza, cons titu ye un elemento de
1 breves instantes desaparecieron tras un al to cerco de pita, para significado m ucho más vastó y representa para la explotación de
oh reaparecer cas i enseguida. E l vac un o era casi tan rápido como los ganado en las pampas que circundan el Plata, lo que el arado para
caballos y llevaba buena ventaja, de modo que la persecución se los lab radores de nuestra patria. Sin este sencillo, pero en manos
prolongó bastante y Con gran ve locidad. Dimos un pequeño rodeo expertas, eficaz implemento, sería casi imposible mantener un po­
para mejor apreciar el momento de la en lazada, pero los profundos co de orden en las inmensas cantidades de ganado que allí se
cr su rcos Producidos por las ll uvias, nos detenían por momentos y los
la encuentran. Con él se cazan los caballos que han de d omarse y los
al tos cardos a veces nos ocultaban por completo e l espectáculo. vacu nos que han de sacrificarse. El toro más irascible se convierte
Finalmen te pudimos ver cómo uno de los ji netes tiró su lazo y por e n un ser inofensivo a poco q ue se encuentra enlazado y voltead o
lei los corcovas que dio el vacuno nos dimos cuenta que no hab ía y e l temor que a los animales les inspira un j inete prov isto de un
...,~
errado su objetivo. Al rato se acercó al galope, trayendo a su lazo, hace que éste p ueda lanzarse sin peligro en medio de una
víctima, que por todos los medios trataba de sacar sus cuernos del tropilla de animales semi-salvajes ".
!da lazo. Con la ayuda de sus compañeros pronto llegaron al lugar
donde se inició la cacería, consistente en un espacio ab ierto al lado Woodbine Hinchliff (1861, op . cit.), hace referencia al lazo con
""
de
de u n par d e casas, hacia los cuales nos d irigimos todos. Allí una frase breve y concisa: "Los carniceros persiguen a los animales
esperaba un hombre cuch illo en mano. Con una en lazada a las a toda carrera; arrojan zumbando, el lazo fatal; en seguida sacan e l
patas voltearon al infeliz animal y acto seguido el hombre del animal al lugar donde debe caer... "
h· cuchillo se acerco cuidadosamente a la cabeza. La hoja desapareció

J , El francés Armaignac (1870, op. cit.), por su parte, dice respec­


en la nunca, aparentemente sin esfuerzo alguno y estirando sus
to a este tema (pág. 58): "El lazo es una larga trenza de cuero de
patas, el animal murió" .
quince a veinte metros de longitud, fonnada por cuatro tientos de
y poco después, Skogman pone de relieve un mérito casi cuero de toro y munida de una argolla de h ierro en uno de sus
1 (
único entre los viajeros observadores, sus conocimientos y capaci­ extremos, Se hace un nudo corredizo pasando la trenza por la
dad para hacer estudios comparados que, en el caso del lazo, argolla y se lo lanza al cuello del animal que uno quiere enlazar.
resu ltan particularmente útiles; ... .. En Méjico y en California tam­ Cuando el enlazador está de a pie, mantiene la otra extremidad del
JS
bién se acostumbra a tirar el lazo, que no está sujeto a la cincha, lazo con la mano; si va a caballo, esa misma punta la anuda a su
e!> sino que después se ata al fuerte pico de que están provistas las montura. Es indudable que esta trenza, del grosor de un dedo, no
monturas allí utilizadas. Su largo es mucho menar y su empleo podrá resistir una tensión demasiado fuerte o un contragolpe; sin
'1 ( menos generalizado, segün he podido averiguar. Ello no obstante, embargo, un hombre hábil puede, con este instrumento, mantener
u. se dice que en California acostumbran a cazar de ese modo a los
enlazado al toro más vi~oroso y más salvaje; basta como se dice
terribles osos grises . En los países del Plata y en Chile, es sin
proverbialmente en este país con ganar el tirón, es decir, prevenir
ov· embargo donde más difundido se halla el empleo del lazo y donde la sacudida y hacer de modo que el animal no tire nunca directa­
más hábilmente se maneja. Se encuentran hombres que indistinta­ mente en el sentido de la cuerda tendida, s'i no en fonna más O
m
mente enlazan los cuernos o el cogote del animal, sus patas trase­ menos oblicua. Esto lo logra teniendo la precaución de colocarse
rjp ras o delanteras, en fin, lo que más convenga y todas las veces que siempre al costado del animal, jamás detrás de él",
se quiera, errando el tiro sólo excepcionalmente y ello cuando el
:Ja . animal corcovea en forma sumamente violenta". Por último Cunninghame Graham, nos deja este testimomio
sobre el uso del lazo (op. cit., pág. 40 y 41) hacia 1885: "En un
instante hacía revolv
trenzada, con el anill manos del animal , que al seguir la carrel
relucientes y chispea armada. Cuando el pialador nota que ha
bien engrasada, el ca animal, echa a verija, es decir, hace un
ondulando como una piernas, la izquierda hacia atrás y la der
encajaba como por e rrando el lazo, sin dejar qué se corra entr
jinete, generalmente r quemadura de la mano por deslizamiento
para cualquier contin
soga toca ha los cuern~
quierda, porque el dej "Se piala o mejor dicho, hay diversas
en todos los distritos g un pial " .
y de pies, que mostra~ "Pial con todos los rollos del lazo. E
"El rechazo 1Iam cil, cuanto más lejos está el animal, por'
había galopado cosa d hace desde lejos" .
patas trasera s resbalaba "Píal de revés. Es cuando el animal
atesando la sog a. El an i y el revoleo de la armada, también se hac
azotaba los flancos co n cándose delante de las manos",
césped con las m anos "
" Pial de volcao. Este pial se tira de
" Si el animal estab chica, la argolla junto a la mano, sin rolle
n uir el trabajo d el tran l ñeca en el momento de arrojarlo, cosa qu
mente al último acto. S. las manos el animal" ...
destreza las embestidas, " Pial de valeta o cuchrzra. Para hae
de las piernas, de los fl debajo, contra' la paleta del animal".
éste fu era un man carrÓ.
v iendo e l lazo sobre ~ "Píal sobre costillar, En este pial, e
animal e nlazado y lo J costillar del animal, extendiéndose por
llegaban á distancia co hasta agarrar las manos".
estado arreando botaba
traseras". "Píal sobre el lomo. Puede hacerse es
los lados, derecho y revés. Es el tiro má
IV. OBSERVACION sido arrojado abierto, sobre el lomo del
CA. YOLA, SOBRE EL Ltj manos por el lado opuesto de donde se t
Escayola, "Juan Torora' LI"t\. par.1
ejemplo por la izquierda, la armada de
Jos artículos de Justo P. pa..d.u tercio, en la cruz del animal; el sobra
nos hemos referido y he derecha, chicoteará hacia abajo, abriéndo.
chos en correspondenci "Pialar de las patas . Pialar, como he
si bien no a título de obs manos del animal con el lazo, pero por c
cosecha", dice a Rossi, e pialar, el agarrar las dos patas" ...
marzo de 1936, respect
... "M aneras de llevar el lazo a los tie
campero era de trenza de .~
saliéndo al campo para los trabajos diario.
por m ás pareja, y gene
los tientos del recado . Sabemos que en
metros) , necesarias para l
recado, van tres tientos, colocados cada u
ras, brav ías y muy ligeras
en el medio, que se utilizan para atar el
tras , teni e ndo la yapa un
tas, etc. El tiento del lado de enlazar, es
"Además y solame nt formando u na armada chica (soltando do
mJng ueras se usaban ot del lazo e n rollos comunes, colgando tod
~
del animal" ...

352
356
"Son muy fuertes, aunque no de duración , pero St' resistenc ia
.-'-~ es tal, que puede aguantar fácilmente el ti rón de Ilna vaca. A

~
/ '::/'" /! ~

/- ~Cl:" ' :7I "---


,. . primera vista es fácil confundirlo con un sobeo de cllero".
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V. CONCLUSIONES SOBRE SU IMPORTANCIA. - El lazo,:

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' l' - j f
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l '' . •; b J:;.••. anna silente, rápida, ele grandes, extraordinarias posibilidades de
I '.'\ ' .
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aprehensión, liviana, fuerte y segura, tan inesperada como un dar­
. '\ '--- ;' l' í do o las propias boleadoras, tenía sobre éstas la desvl'ntaja de un
"_ ;;; . -..s.. " r,~// menor radio de alcance, pero menos dificultad de mant.jo y mayo­
\(/~1\ '(
res posibilidades de acierto, con todas las ventajas de um: caza "in
¡/r;( ~ ti
,.
¡', \
Mod'H d.
lIe .... ¡,r el Jazo
vivo" sobre las armas de fuego; no precisa, en verdad, ser elogiado'
en sus positivos atributos para la faena rural en el medio mOIltaraz
de nuestras cuchillas.
..."Pero una manera linda, elegante, presuntuosa si se quiere, Con el desjarretador, las bolas y el cuchillo, forman el blo­
es la de ll evarlo en el tiento del medio, formando una armada que que fundamental sobre el cual, con su poderoso brazo, su coraje y
llegue a media canilla del caballo, después dos o tres rollos que su espíritu libérrimo, el gaucho construyó una economía de la cual
chicoteen los garrones y parte inferior de la pierna, y una por era, a la vez, el producto humano imprescindible.
encima, sobre el anca, el resto del lazo arrollado en forma común. Pero si en la faena fue, y es aún hoy, útil de trabajo de prime­
Es una costumbre muy brasilera". (Nosotros decimos que es la rísima magnitud, protagonista indiscutido en vaquerías, arreadas,
fonna clásica o antigua de llevar el lazo nuestros gauchos y estan­ cuereadas, sebeadas, yerras, etc., etc., también en las guerras que
cieros, según lo demuestra la iconografía de la época) . tuvieron al gaucho como figura central y que abarcan casi un siglo
de nuestra historia, desde las Invasiones Ing lesas a 1900, poco más
..."Lazo mellado . Se dice cuando uno o más tientos de un lazo o menos , pasó el lazo a ser anna de primer orden.
están, por el roce, algo gastados a punto de cortar".
"Lazo ramaleado. Es cuando el lazo tiene uno o más tientos Ya en el Siglo XVIII, un soldado-poeta anónimo, antecesor de
cortados" . Bartolomé Hidalgo en el cantar de gesta local con aéento o con­
vención idiomática que recuerda la gauchi-parla, escribió respecto
de la celebrada campaña militar en la que don Pedro de Cevallos
Por último en la página 214, se refiere al humilde sobeo:
tomó la Colonia del Sacramento a los portugueses:
"Especie de lazo, que en lugar de ser hecho con tientos trenzados
"Aquí me pongo a cantar
se hace con tientos torcidos y más groseramente preparados; es
debajo de aquestos talas
más corto, más pesado, más grueso y más blando que el lazo, del mayor "guaina" del mundo
aunque muy fuerte, usándose para trabajos rudos, como cuando se los triunfos y las hazañas" ...
trabaja en la horqueta. En nuestro país, en el Sur del Brasil, en
Entre Ríos y en Comentes se le llama sobeo. En Córdoba le
llaman torzal y en Buenos Aires, lazo pampa... " Y más adelante describe:

"Puede hacerse con dos o trés tientos torcidos. Cuando se ha­ ..."Las bolas, cuchillo y lazo
cen con dos tientos (el más común) ':':>toS se cortan del ancho de en dicho país infiero
un dedo y medio y si se hace de tres tientos, basta cortarlos del que mucho más que el dine1'o
ancho de un dedo". para comer son del caso,
"También se hacen sobeos con la corteza del árbol llamado pues cualquiera que de paso
envira, cortándose tiras de su corteza, que es muy fuerte, ponién­ se le antoxa alguna res,
la bolea por los pies, ._ _ ,......p­ . '--l
dolas después en remojo, para poder trabajarlas, y para ir alargán­

2
dolas basta superponer un cabo encima de otro y seguir retorcien­ el lazo le arroxa al cuello
do la corteza, pero cuidando que siempre se mantenga humedeci­ entra el cuchillo al degüello
da .. . y se la come después" .

359
358
entre\ero subsiguiente a la carga de cclballería heroica, donde la
El investigador argentino Federico Oberti, dice a estos respec­
carne propia era lo que más generosamente se despilfarraba; gra­
tos: "Hasta España había llegado la fama del heroico comporta­
cias a la baquía del hombre y el vigor nunca desmentido de un
miento de nuestros soldados gauchos. Eran muchas las noticias de
caballito criollo, cuarteador nato, era capaz de llevarse, mudo e
sus extraflas proezas, de las bondades de su singular arrnamento,
inútil, como botin de guerra, el cañón , la más temida y temible
de la curiosa trilogía de sus armas de guerra y trabajo: el lazo, las
boleadoras y el cuchillo. (Nosotros pensamo.s que, en verdad la arma cl.el enemigo ...
trilogía estaba constituida por las bolas, el lazo y el desjarretador,
antecesor de la lanza. en manos de los gauchos, que, desde la toma
de la Colonia· del Sacramento en 1680, usado por los tapes misio­
neros, en adelante, pasó a ser, además de útil de trabajo, arma
fundamental, según veremos oportunamente). "Cuando con poste­
rioridad (guerras de la Independencia), ellos estuvieron de tumo,
hubo generales realistas que se mostraron ofendidos e indignados
por el empleo del lazo, calificándolo (con las boleadoras) de armas
innobles Id plebeyas, sin que por ello negasen los efectos que pro­
ducían en sus huestes" .
"No obstante los malos acuerdos que el virrey Sobremonte
había hecho en sus informes a España sobre las deficientes condi­
ciones de los gauchos como soldados (esto durante las Invasiones
Inglesas , o sea antes de lo señalado), la Junta de Sevilla ordena a
Cisneros el envío de mil de estos sujetos, provistos de sus lazos y
demás armas características".
"Parece ser que la Junta pensaba, con gran acierto tal vez,
emplear a nuestros hombres contra los ejércitos napoleónicos ... "
No olvidemos, ahora, la referencia que hace D'Orbigny sobre
el valor de nuestros gauchos y el empleo del lazo en la epopeya de
los Orientales solos contra el Imperio del BraSIl. Por su parte, en
1843, durante el Sitio de Montevideo, cuenta don Félix de San
Martín, que "un grupo de voluntarios extranjeros, al salir de la
ciudad, por la calle del Carmen, en una brumosa mañana de Abril,
se encontró con un escuadrón enemigo que valiéndose de la es­
casa visibilidad y aprovechando la circunstancia de haber· esta­
do oculto detrás de un cañaveral, los atacó por sorpresa. Casi sin
tiempo para reponerse, los voluntarios vieron a diez de sus com­
pañeros que eran arrastrados por los lazos de los jinetes de Oribe,
mientras otros de esos gauchos, atacaban por la derecha en aire
de carhga, dando alaridos y agitando en alto sus lazos. Ante el
horrible arrastre de los voluntarios . !.. compañía se dio a la fuga
volviendo a la ciudad. Al día siguiente, al salir las tropas, se
encontraron en una cuesta alineadas las cabezas y los cuerpos de
los diez voluntarios extranjeros enlazados la mañana anterior. Des­
pu és de esto, en todos los ataque s que llevaban a cabo los gauchos
de Oribe revoleando sus lazos, el enemi go disparaba gritando: ¡el
piolo!, ¡el piolo!".
Así fu e e l valor de esta entelequia, gaucho-lazo , que alargaba
el b razo d e l ce ntauro hasta darle magnitud épica , el que, en el

361
360
XXII

EL DES]ARRETADOR y LA LANZA

Vamos a estudiar juntos estos dos útiles y armas del gaucho, a


los que consideramos integrantes de una genealogía heroica y
estupenda que escribe la epopeya de la nacionalidad en dos tiem­
pos igualmente dramáticos y cenitales: la hecatombe multitudinaria
de la vaquería, qúe implicaba· el desbravamiento y la posesión
auténtica del territorio, sembrándolo de los nombres de aquellos
"accioneros" primitivos, y el sacrificio generoso de una estirpe que
tiñe de púrpura las cuchillas patrias y llena el olimpo oriental de
héroes de chiripá talar, que esgrimieron como un símbolo, en mil
combates, la lanza con el menguante fatídico de la moharra apun­
tando a un destino de muerte, para sellar la verdadera consolida­
ción nacional.

1. EL DESjARRETADOR. - La primitiva vaquería en nuestro


territorio, además de la simple arreada del vacuno para ll evar lo a
otro habitat (tal como hacían los tapes misionales o los paulistas),
compre nde la tropeada para su sacrificio, hecho en forma cas i masi ­
va, a los efectos, primitivamente de la cuereada y la sebeada o
graseada, y más tarde de la charqueada, es decir la conservación de
la carne salada. Esta actividad se realizó en forma extensiva e
intensiva en el Río de la Plata, ya desde la segunda mitad del siglo
XVII y constituyó la base primera, el cirriiento mismo de la metó­
dica depredación del bovino cOmo principio económico, aunque
naturalmente, negativo en esencia en múltip les aspectos y en sus
últimas consecuencias.
Esta vaquería y su instrumento, útil o pilcha fundamental, el
desjarretador, que dio fama a estas regiones y en muy buena
medida las caracterizó, tiene sus orígenes remotos en los principios
mismos de la Conquista.
En efecto, Argote de Molina, en su "Libro de la ~fontería "
(Sevilla, 1582), en la pág. 10 del Capítulo m, bajo e l título de
"Montería de los Toros Cimarrones en las Indi as Occidentales",
dice: "En las Indias Occidentales en las Islas de Santo Domingo,
Cuba, Puerto Rico, Tierrafirrne y Nueva España, es notable la
multitud de toros y vacas silvestres que la tierra produce, y la que
se tiene en montearlos; llámanse por común nombre es tos toros y
vacas, cimarrones, y aún es nombre co'mún en las Indias de todos
los animales silvestres, los cuales al tiempo que baxan de las
montañas y sierras que llaman Arcabucos... salen contra e llos gen­
tes de a caballo con garrochas· que en la punta tienen tina arma de

363
ble guerra de guerrillas, a los ejércitos combinados de Portugal y
España.
fierro de hechura d e media luna ... que llaman desja"etera, con la
cual acometen a las re ses e hiriéndolas en las corvas a los primeros Allí se estuvieron probando, delineando, abocetando, intuyen­
botes las desjarretan y apeúndose de los caballos, las acaban acu­ do, acaso, los usos, '¡as armas, las tácticas que harían eclosión, con
chillúndolas ... y quitúndoles la piel de que solamente se aprove­ la gauchería, en la gesta rural de 1811 , prólogo de glorias a la
chan, dejan la carne al monte" . independencia de nuestra Banda Oriental.
Coincide este relato o retrato de costumbres, exactamente con
3. LA LANZA. - Tres corrientes genealógicas podemos aSIg­
lo que habría de ocurrir en estas tierras del Plata, un siglo más
nar a la lanza de nuestros gauchos, a saber: 1.0) las lanzas propias
tarde. de la caballería española desde los tiempos de la Conquista. 2.°)
Vamos a decir dos palabras, ahora, que permitan al lecto~ La lanza corta, arrojadiza, del indio pedestre, corredor de llanuras,
comprender qué era el desjarretador y luego recurriremos a los local; 3.°) el desjarretador de la nquería, al que ya nos hemos
testimonios documentales que dan idea de las faenas , concurrentes referido con amplitud. .
de la vaquería, que con él se llevaban a cabo.
De las tres, a nuestro juicio son las fundamentales , las de real
y directa influencia, la 3. a y la 1.;J.
Ya vimos, en el estudio del lazo, de la boleadora y de l desja­
rretador, cómo su uso por la gauchería, el carácter casi guerrillero
. "
"1- ~,...~ L-,
1... _........

que ésta fue asumiendo a fines del siglo XVIII, su integración en


cue rpos de caballería de fronteras, como los blandengues, en nues ­
tra Banda, y s u actuación como soldados en las Invasiones Ingle­
, sas, están avalando, preludiando, preparando, lo que será su decisi­
'- . ~'
va actividad, su papel protagónico en la revolución emancipadora
,
.--. _... que amanece en Asencio, el 28 de febrero de 1811 .
¡,J
~'

Un documento anónimo del Siglo XVIII, recogido por el Prof.


Rogelio Brito Stífano en el Archivo de Indias, informe sobre el
arreglo de nuestras campañas, ya lo señalaba con sentido verdade­
ramente premonitorio. Primeramente define a los changadores o
gauchos, con términos claros y precisos : "Libres pues é indepen­
dientes de toda clase de potestad, acomodados á vivir sin casa ni
arraygo , acostumbrados a mudar de albergue cada día, surtidos de
unos cavallos velosicimos, dueños de un terreno que hace orizonte,
-''/ provistos de carne, regalada; vestidos de lo necesario, con estar
casi desnudos, y sobre todo manejando a su discreción d e un
tesoro inagotable como es el de los cueros, fácil es de conocer el
'\." )\s
~ - ,
-: ? , contento q.c dará esta vida a los q: la disfrutan sin temor de pen3
alguna".
O..":> j<.trrc,,-cJ.nJo
Y completa, con lo que parece ser una visión profética d e lo que
ocurrió una d écada más tarde cuando el pueblo reconoció es­
El desjarretador, instrumento propio de la ganadería extensiva pontáneamente en Artigas a su conductor: "si estos hombres se
agavillasen algllna vez con propósito de resistirse, sostendrían ur:a
ibérica, particulannente la vinculada a la tauromaquia, en tiempos
dt:feJlsa vigorosa, y costaría mucho sujetarlos, porque es un linaje
anteriores a la Conquista y probablemente de origen morisco o
de gente que :10 h a visto la cara al miedo, que tiene por oficio
arábigo, era una garrocha, es decir un palo ó vara de madera, de
lidiar con fieras bravas y burlarse de ellas con facilidad, y q ue
largo va riable pero no menor a los 2 o 2 1/2 metros, que, en lugar
de tener un aguijón en el extre mo, como las picanas, también tipo estiman sus vidas en muy poco, y quitan las de sus prójimos con la
n-.ism a serenidad que la d e un novillo .. ... "si por casualidad O
de garrochas usadas en estas tareas, tenía una media luna de
hi e rro, exactamente como la moharra de las lanzas, con el borde

368
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364
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.--o- e",
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.",. _, >--­ ~

Con el espíritu caballeresco que caracterizó a su ~iempo, mu­
chos jefes, durante el pasad o siglo, hacían las puntas de sus lanzas
con hojas de bayonetas de dos y cuatro sangradores, de gran poder
, de penetración, pero que evitaban, segtlfi se pensaba, la gangrena
en las heri das que producían (al sangrar estas co? abu.ndancia),
rle' I u, hdlo A propósito de la bolead ora, recordamos la anécdota de la
tll' m :lr (..l 1I 1. 1 \ Cl r
mue rte de Anacleto Medina, en Mananti ales de San Juan, Colonia,
fajado su caballo, y él muerto de un lanzaso, .
Pero hay otro episodio, tardío también, como que ocurrió en la
bien llamada "Revolución de las Lanzas", que pinta como ningún
otro lo que llegó a ser la lanza en manos de nuestros homb~es y su
importancia como símbolo de su valor personal tremendo,
Se trata de l due lo a lanza entre los jefes blanco y colorado,
respectivamente, José María Pampillón y Gil Aguirre, relatado por
e l General José L u ciano Martínez, en su libro "Laderas y Cum­
bres", y tomado por nosotros de su transcripción publicada en el
diario "E l Puebló", del 18 de mayo de 1939: "Haremos lo posible
porque surja con caracteres de verdadera realidad, el panorama de
esta narración a base de la mayor certeza histórica",
, J
\, ' </ "Fue en 1870, durante la revolución del General Timoteo
Aparicio".

Las bizarrías gauchas estaban en todo su esplendor. Los predi­


lectos del coraje criollo iban tomando sus puestos de avanzada en
las lín eas de las altivas fierezas paisanas, Entre los cultores del
empuje y de la emulación bravía, surgieron estos dos lanceros de
notoria temeridad: guapos, caball erescos y altivos los dos" ,
"Lucía cada uno de los protagonistas distinta divisa. Aguirre la
colorada. Pampillón la blanca. Esa era la única disparidad entre los
dos, porque en hombría, en convicciones, en el despredo por la
vida, en la pujanza de brazo y en el temple de alma, es'taban
moharrii
:l1l"tlt,l 11111 t colocados en e l mismo plano . Aguirre só lo conservaba una vista
pues la otra la había perdido siendo muy joven".
"Los contendores viéronse secundados por elementos de valía

notoria entre sus coterráneos, como que cada uno supo elegir, com­

PdlOlnCloi
rl.·
batientes probados y dispuestos a jugar la vida heroicamente en

Illl' r.1 todos los terrenos. Por rara co incidencia los dos eran maragatos,

nacidos en el departamento de San José, y la proeza épica debían


realizarla en ese mismo departamento de donde eran oriundos".
1.. 111/.1 di

l ' II L.ni,' Jl'


"El General Aparicio. había invadido en son de guerra por el
jet c
Salto; se internó en la República; peleó primero en Cerro Largo y
en Rincón de Ramírez con lucimiento y se retiró después en
marchas forzadas para San José. Al llegar a las puntas del Arroyo
Grande, recibió la incorporación del Comandante Pampillón, con
;:-\.2 eol\y un escuadrón perfectamente montado a la antigua usanza y, en su

370
371
)

nlÚs, desarrollado entre dos espíritus de heroica fiereza y de subli­ )


mayoría, luciendo chiripá, lanza y vincha. Presentaban la fiel ex­ madora energía; faltaba el episodio que pinta una raza; que exalta
presión de aquellos escuadrones famosos que nos trae al recuerdo los atributos de nuestros viejos soldados y prueba que no en vano
la fantasía evocadora, especie de torbellinos de lanzas, montados en' si Pampillón aprendió en la escuela de las impetuosidades indoma­
tropillas de "pelo", que se engrandecían en el campo de batalla ah ~ bles de Servando Gómez, Gil Aguirre fue a la vez discípulo de los
oir la voz de la carga!, de los Caraballo, los Fausto, los Suárez, los denuedos inquebrantables de la de VenancÍo Flores. Mientras las
Gómez, los Olid y la de todos los elegidos por la fibra y por el tropas sostenían el encarnizado combate, sus dos jefes, Aguirre Y
ímpetu". Pampillón, se trenzaron a lanza en el mismo Paso. Viéronse, sin­
"Al incorporarse Pampillón, Aparicio le dió destino con arregl tieron un solo latido en sus corazones, Y en los ojos un relán:­ )
a sus especiales aptitudes de guerrillero astuto y audaz debía .¡==:" pago. Desafiáronse con el gesto primero, con el ademán después. ")
ocupar el puesto de la extrema vanguardia, en servicio de explora­ Se cortaron solos, empuñando sus lanzas . Los bravOs de todas las
ción y enlace con la columna en marcha". " " , .. horas iban a dirimir su porfía con el arma de los furiosos entreve­ )
ros . Chocaron con alteza indómita; se convirtieron en fieras; no se
"Después de una jornada de quince leguas en la noche, el les oía ni un insulto, ni una imprecación, ni una reconvención, ni
escuadrón de Pampillón encontróse en la madrugada del 16 de una palabra. Hablaban con el gesto y la furiosidad (sic) y el encar­
mayo, sobre el pueblo de Porongos. Aparicio le había ordenado se nizamiento eran de fuego. Los caballos obedecían a los botes de

)
aproximara a la población; se hiciera sentir; tratar de conocer el lanza. Pasaban los minutos en ataques, arrestos, retroce sos Y avan­

número de su guarnición y le comunicara cualquier novedad. Todo' ces . Gil Aguirre pegó primero. Pampillón recibió un lanzaso en el

se hizo con suma actividad, como cuadra a la acción de la caballe­ pecho que le atravesó el pulmón, pero la herida brutal no le ano­

ría. El Capitún Manuel Surdo se· addantó a explorar, e inmediata­ nada, porque arremete casi con los mismos bríos. Corren unos
)
mente fue recibido d balazos". instantes y el Comandante Aguirre recibe un la nzaso en el cuello,
)
y la herida no hizo otra cosa que aumentar la ebullición de la

"Pampillón, cumpliendo lo dispuesto por su General, despren­


sangre para hacerle pegar otra vez. Los dos con suma destreza se

dió a su Ayudante el Teniente Higinio Vázquez, para que llegara a


arrojan de sus caballos, tiran las Janzas y continúan el duelo a
)
media rienda, a presencia del superior y le comunicara que te nía a
su frente al Comandante Gil Aguirre con un fuerte escuadrón. facón" .
.................... . ....... , . . .... . ...... . ......... . ...... . ... .
)
Regresó el ayudante y contestóle: "Ordena el General se sostenga
y obligue al enemigo a que haga pie". Se intensificaron las gue­ Digamos para terminar con este episodio digno de ser cantado
rrillas apretando el fuego de manera que cuando llegaron a Paso de por un Homero, que Gil Aguirre fue conducido, después del com­
Pache, a legua y media del pueblo; puede decirse que iban poco bate, en un carretón a Mercedes, y que a Pampillón lo asistieron
menos que entreveradas las dos fuerzas". de sus heridas en una estancia próxima al sitio del encuentro. y
que él mismo, relatándole el episodio al General ~tartínez (cuando
"Pampillón recibe aviso por el Teniente Justino Santos de que éste era muchacho) lo terminaba con esta frase elogiosa para el
el Comandante Justino Yluniz avanzaba en su protección . Era el adversario y que lo honraba en su propia caballerosidad y coraje:
momento en que se vadeaba el Paso . El Comandante Gil Aguirre
"¡Era guapo el tuerto!"
que se da cuenta del refuerzo que recibiría su enemigo. dispuso
que su escuadrón entrara en combate al arma blanca. Hizo replegar
En nuestra colección de pilchas criollas, tenemos una magnífi ­
los ti radores por retaguardia de su línea y ordenó la carga a
lanza y sable . El instante fue supremo; el campo propicio y espec­ ca lanza, de madera fina, con chuza hecha con una bayoneta de
tacular; los pechos, corazas y las almas de los combatientes reto­ cuatro sangradores, con todo y vaina y gran moharra de acero,
zaban de esplendor heroico, sin poderse contener en sus evolu­ virola de plata y escudo, que perteneció al Comandante Pampi­
ciones.. Eran orientales; nacieron en tierra charrúa; fueron paridos llón. Así como un enorme chifle (de dos litros de capacidad), que
de madre criolla; ostentaban el noble abolengo de la tradición y de tiene en reliev e e l Escudo Nacional Y la escena del duelo a lan za
la guapeza gaucha. Cayeron muertos y heridos de las dos partes". entre Aguirre y Pampil1ón.
"La gente de Pampillón fue obligada a echar pie ir tierra, pues
de lo contrario hubiera sido diezmada. Esta maniobra y la oportuna Para continuar con el criterio empleado con las otras pilchas,
protección d e M uniz evitó la completa derrota". vamos a transcribir lo que escribiera un viajero, Armai gnac, respec­
to de la lanza (o p. cit. pág. 118): "Esta arma ... se confeccionil de
"Pero la g randeza extraordinaria del hecho no terminó en los un a hoja de h ierro o de acero sacada de algún viejo cuchillo, de
muertos y h e ridos de la inmensa proeza. Faltaba un terrible cu adro

373
372
L uego (p,í¡..(. 93) agrega, e n el púrrÚo 35: "Chllza - Pa lo a
una espada, de u na bayonetl o de una tijera pa ra esquilar las ove­ man e ra d e lan za, muchas vece s ulla cai'! a tac uarn, con una púa de
jas, só li damente aj ustada al ex tremo de un bamb(1 o tacuara, de h ie rro o Ull a hoja a ngosta de cuch ill o o de tijera de esC]ui la r , en la
quin ce' a rl iec iocho pies de largo y perfectamen te recto, liviano y p u n ta . Usase co mo arma ofe ns iva y defensiva " .
pulido. Estos bambúes , de un a espec ie pa rti cular, pues no tienen
y e n e l 36 . "Fija. Es u na chuza, espec ial, usada por los pesca­
cavidad central ni m éd ula, crece n e n ciertas regiones de la Cordi­
llera de los Ande s" (caña coli hué) , d ores para atrapar cie rtos' pescados , co mo la tararira, q ue a la
hora de la siesta sale a la cos ta, dejando medio lomo de afuera para
Esta aseveración de Armaignac, que se refiere, fundame ntal­ tomar el sol, mientras due rme" .
mente, a la lanza de .Ios pampas y gauchos del sur argentino,
confirm a nuesfraS propias observaciones en el sen ti do de que las
lanzas de n uestros gauchos orientales, para tener la co ns istencia
adecuada fueron fundamentalmente de palo, y no de tacuara que
es una caña h ueca y frágil. Las de caña, en la región , eran muchas
veces colihués, que se pagaban a los pampas a precio de oro ,
Las lanzas tenían en e l ex tremo in ferior del astil un regató n de
hierro, aguzado en el extremo; este regatón se clavaba en el suelo
y cuando el hombre iba a caballo, se calzaba en el estribo del lado
del lazo, ya fuera en u n cuernito que se colgaba en la pata exterior
de éste , o en una cazoletita de cuero, que recibían e l nombre de
cuja, o en un an ill o u nido al propio estribo, de su mismo material.

4 . OBSERVACIONES DEL DR. ROBERTO BOUTON . - En


su interesante recopilación de datos sobre "La vida Rural en el
Uruguay", tan tas veces citada por nosotros, dice (pág. 92), respecto
de la lanza: "El amla más usada por nuestros gauchos en la guerra,
Compuesta por un palo o vara de madera fuerte, generalmente
"Batinga", muchas veces una simple caña tacuara, con una cuchi­
lla o hierro p un tiagudo y con filo, afianzado fuertemente e n uno de
los extremos por medio de tientos" ,

"La lanza es un instrumento propio .de los indios. Algunas de


e llas llevaban cerca de la contrera (sic-contera), una manija de
tiento, semejan te a la de los rebenques, que el indio empleaba
para llevar de arrastro la lanza, tratando de aliviar peso al caballo,
del que era tan cuidadoso, al tiempo que descansaba en él" .
"Las había de distinta forma así como de largo del cabo; y
éstos muchas veces eran adornados con virolas de plata" .
"Lanza de palometa. - Llamada así por la semejanza, en su
forma, a la del pez del mismo nombre",
"Lallza de media IUTla . - Así se llamaba la que tenía una
media luna de hierro, afilada, colocada en la parte que se coloca­
ba la cuchilla al cabo, Servía para quitar golpes y defender de los '.,»

tiros de bolas al caballo" ,


"Me dicen que en la Argentina (sic) se empleaba una lanza de
media luna, sin cuchilla, de cabo corto (una braza o braza y media)
que se empleaba para desjarretar o desgarronar animales".

374
')
)
XXIII
)
VESTUARIO RURAL FEMENINO )
Paisa na
3. a EPOCA - 1870 - 1920 C. 1880
)

Si para la segunda época destacamos cómo la influencia de la )


moda internacional va ejerciéndose en nuestros medios rurales y )
justificando cambios en el vestuario de las mujeres de nuestra
campaña, mucho más se acentuará ese fenómeno en este tercer
período . )
Por una parte la industria y comercio europeos que tratan de
)
penetrar, agresivamente, en la conquista de nuevos mercados (prin­
cipalmente por parte de Inglate rra y Francia), Por otra el aumento
de la población rural, y en especial la femenina, principalmente
por influencia de la inmigración , también europea, fundamen ta l­
mente italiana y española, francesa y, de estas dos ú ltimas nacio­
nes, los vascos, que tanto se integraron en nuestros medios campe­
sinos. Esto trajo como consecuencia otros dos factores , nada des ­
pre ciables : por L1n lado una mayor densidad y, consecuentemente,
cohesión social , que aumentó la vida de relación, las comunica­
".-,
..
'._';' ,~- ',*' -#
.:;.;.. f ' ~
~:' , ~ )

ciones entre familias y familias, y entre pueblo y pueblo. Por otro

~
f1.J: .
el cambio de técnica en la explotaciór. rural, principalmente él
desarrollo de la agricultura que, con sus siembras, cosechas y
trillas, también propende a una mayor relación y solidaridad soci al.
~ _. ~ .«­
Como si no alcanzaran 105 factores indicados, el telégrafo y e l ('~
./~ '\". "\I . "

~,)
~
ferrocarril. y luego los \'ehículos automotores, van acortando distan­ " "~.:'
cias y dinamizando las comunicaciones, con lo cual el conocimien­
to de los cambios en las urbes llega cada vez más aceleradamente
~¡ ~ ..~e\\\'i
al campo. '"'<" .....
E') ran cil: rol
"
~tu".: r de.:
) , ~ l .lnll';) ri.l . ( , 1'!Ull
C. 1KC ()
.( J \

Todo contribuye a "civilizar" a la mujer en el campo, a aum e n­ \


tar su deseo de lucimiento, de emulación, de competencia. su \
natural y femenina coquetería, Antes las mujére s brillaban por la \
ausencia, es decir, er.lli codiciadas por su escasez. Ahora las "grin­ \
guitas", con sus herencias culturale s europeas, donde la mujer es ;.

la que d e b e lucir, excitan la competencia de las criollas y. todo l . -. - \ _/:~


red undará e n un mejorami ento en el vestir, en un preoc uparse más ' ~~'~~
por la moda . e n cambios más rápidos, aunqu e casi siempre . todo se ..... J. ¡' . ,A

..
,
h aga en un nivel cultural muy rural, muy simple, generalmente
colorido de mús, de dudoso gu sto y con un algo de in ge nua cu r­
s ilería
·tI\· ~~ p... i>.ln .l
~, C. 1')21)

'- I \ , 377
:176
En lo que queda de l siglo la pol lera fem e nina se alarga hasta
el pie, s in deja r d e ser ancha, a u nq ue esto ocurre, fu ndamental_ lu to . O e l enterime nte b lanco para los bailes de "gra n ocasIón ­
mente, para fes tejos, o para cabalgar, o aún para "den tro de casa". in c luso cuando éstos duraban varios d ías y noche s , para " ba ilar los
La mujer que habita e l rancho en medio del campo, no la deja ba­ lance ros " , o sea en la jornada culminante de l mi smo- para el
j ar del tob ill o, para evitar se le ensucie, se le pren dan abrojos, e tc. " compromiso" y también, cada vez más, como vestido de boda.
La camisa, arri ba, es cubierta por un a blusa, generalmente de tela Los po ll erones, de montar a mujeriegas, hechos en forma de
muy liviana, con adornos en el trente, o pechera (Jacitos, tablas, cartera, con presillas de cuero, para fijarl os a la mo ntura, se confec­
bordados) y mangas largas, generalmente casi ceñ idas al brazo. cionan de telas encorpadas y de colores más sobrios, como azul
Sobre la blusa la chaqueta, con o sin faldeta completa, a veces marino, marrón, bord6, ve rde oscuro.
acuchillada, también solía tener ciertos adornos en la pechera y
hasta jabots, y, muchas veces, en las más acomodadas o para el
paseo, religiosa, que terminaba, en ocasiones, siendo una capita o Siempre segUlran usándose varias enaguas. Y en los percales
blancos, él azul, el almidón y el lustre, con las planchas de hierro
esclavina. Siempre el chalo rebozo en inviern¿, y, para cabalgar, calentadas con brasas o en las "cocinas económicas", serán un lujO
el sombrero de pajilla o de fieltro o la galera. Cada vez se usan especial de nuestras paisanas .
más las medias para paquetear. De algodón y aún de seda.
Hasta e l " maquillaje" llega a la campaña, y en los bailes la
El calzado Con botitas de elástico o COn botoncillos al costado harina empalidece los rostros (bastante tostaditos naturales); el
y, de entre casa, para el trabajo, o las menos pudientes, las al ­
carmín para labios y mej illas se obtiene mojando algún papel
pargatas blancas y Con bordados en la cape llada. colorado, como e l papel "crepé" que se usa para forrar y hacer las
guirnaldas y farolitos con que se adorna la sala, e l ale ro y el patio,
Hacia fines del siglo la falda se angosta considerablemente y, en ta les ocasiones . Un poco de hollín dramatiza ojeras, que la salu­
en los vestidos más paquetes se hace más larga atrás , can un poco bridad campes ina hace inexistentes y sombrea ojos, que de puro
de cola. Se le ponen piezas superpuestas y se le da un corte (a negros y br il lantes no lo necesitan.
veces can la ayuda de una almohadilla, l/amada polizón) que acen­
túa el perfil de los glúteos, buscando un algo "picante", que nues­ Al terminar este capítulo, e l ú ltimo dedicado a las pilchas de la
tras buenas criollas tenían muy natura/.. . mujer de nuestros campos, queremos agregarle unas frases que
condensen toda nuestra admiración por ellas.
Se tiende a afinar la cintura, y hasta la campaña ll egan jos
Corsés y otros medios ortopédicos o supercherías de la moda crea­ Desde el siglo XVIII y hasta casi los albores del presente,
dos en los centros más sofisticados del mundo occidental. fueron las auténticas "colonizadoras" y "civi lizadoras" de un me­
dio rural áspero, rudo, primitivo y hasta brutal.
Empiezan a usarse, cada vez más los vestidos enterizos, senci­
llos COn anchos cinturo nes de tela y abrochados en la espalda. Pusieron siempre su cuota de gracia, de ternura, de belleza,
para desarrugarle el ceño a una sociedad de hombres cas i bárbaros,
Hasta en el peinado se notan los nuevos aires y el o los moños,
alt ivos y groseros, a despecho de su natural hidalguía, sobriedad y
el cabello levantado adelante y "bombé", van desterrando a las
paciencia, no exenta de pachorrienta filosofía.
trenzas y pautando los gustos a la moda.
Supieron amar y ser fieles, sin tener como contrapartida más
La calidad de las telas, los bordados, cintas, aplicaciones de
que deseo sexual, costumbre, muchas veces malos tratos y borra­
lentejuelas, canutillos, azabaches, mostacillas, etc., todo dependerá,
cheras, cuando no frialdad e inconstanc ia, en los mejores casos
como es natural, de la condición económica de la Usuaria y de la
amistad y respeto, unido a la apetencia pasional; nunca romanticis­
ocasión del uso de las prendas.
mo; casi nunca una lisonja o piropo; muy pocas veces ternura, que,
de una forma u otra, alimentaran su espíritu, su sensibilidad na­
Con todo, en la campaña propiamente, entre las mujeres de tural.
puesteros y peones, peanas, sirvientas, pulperas, y otras, no tan
honestas, como carperas Y qUitanderas, etc., las telas predilectas Supieron ser madres y qué madres, que durante casi dos siglos
SOn los percales y las zarazas y, en ocasiones, mezclas de seda no hicieron más que parirle cachorros de tigres a una tierra que
estampada y, hasta panas. Siempre de colores muy vivos: los colo­ vivió engordada por la sangre ardiente de aquellos jóvenes, en
rados, celestes fuertes, amarillos, naranjas y verdes están a la orden perpetua guerra, reclamando víctimas a cada generación que aque­
can las clüsicas excepciones del vestido negro, para la boda o el llas heroicas mujeres concebían y amamantaban. No hablemos de
su abnegación. De su espíritu de sacrificio, de su frugalidad -sólo
378

379
)
O. Jlllitill: QII;("O //(ICe r '11' j.!orgclrito
l)tl ... 1 1>11(.,111:' fo lJit!t' (l J.!rito
)
comparable a 1.\ de sus horllbres- de la entereza de su ,;anícter ,wn/"(' te ligO li/JIpio el chip,? ,
se mejante al \·iril \aL>r de ellos. )
Cerraremos este Capítulo, citando al viajern francés H. Armaig­ )
nac (op. cit.) (jue así ,·io y describió a las mujer;: s t:n el campo en APENDICE:
este periodo (hacia 1874): "A medida que los campos se pueblan, )
las dificultades de la vida material van disminuyendo; las casas de EL CHIFLE Y EL VASO )
comercio y las pulperías se han multiplicado; el gusto por el lujo y
el arreglo personal se ha generalizado, y actualmente el viajero que )
recorriera la pampa, quedaría bastante sorprendido al encontrar,
)
hasta en las cabañas (ranchos) más pobres, mujeres trajeadas con
vestidos y tapados hechos en París y calzadas con elegantes botitas Aunque ambos útiles o pilchas fueron de uso común masculi­ )
de !astin g azulo rosado con tacos Luis XV". no, llevándose de a caballo entre gauchos y vaqueros, troperos y ,
)
"Hay qu e advertir , no obstante, que el gusto que preside su bomberos o sólo vagabundos,. así como por carreroS y otros que
atavío nada tien e d e parisiense y que mucha s ve ces encontramos andaban por los campos en los siglos XVIII y XIX, de acá para allá; )
e n e llas las co m binaci ones de colores más raras y singulares. Aña­ como ambos fueron también utensilios de la más que ex;gua vajilla
O ajuar hogareño , hemos elegido este lugar para referirnoS a ellos,
)
damos a e sto q ue no siempre (o casi nun ca) tien e n la s p rimic ias de
la moda. L o mi smo que los hombres, las mujeres del campo son mencionando como antecedente bibliográfico a tenerse en cuenta, )
muy aficionadas a los ricos aperos, a las riendas c hapeadas de el opúsculo ."El Chifle y el Chambao" de Rafae1 Jijena Sánchez
(Ediciones de la \1unidpalidad de Buenos Aires, 1955). )
plata , a los frenos, estri bos y rebe nqu es del mi smo meta!. .. "ahora
c as i todas us a n montura de mujer" . )
"Entre las paisanas se encuentran mús o menos todos los tipos : 1. EL CHIFLE.- ;--'¡O es sino un cuerno vacuno entero (todo su )
las rubi a s, el d ec ir \·e rdad, so n muy pocas y tienen ascendencia largo), de buen tamaño, generalmente de toro, O de buey , cerrado
europea mús o menos cercana; por e l contrario las morenas forman en la base con una tapa de madera, del propio cuerno o de madera )
la inm e ns a mayoría y re pres entall e l tipo ameri cano. Son por lo fonada de metal (latón o plata), abierto en la punta o extremo )
ge neral de medi alla es tatura, muy bien formada s y a mellud o muy agudo, y con un tapón de madera o de guampa, de ajustar o de
b o nitas; tienen hermos o pe lo negro , ojos muy expres i,·os y di e ntes roscar -a \"eces también de plata- . Servía para transportar líqui­ )
de nota ble blancura. Pes e a s u falta d e instrucción y d e e ducación, dos: agua en las regiones más áridas, aguardiente o vino con más )
son rel a tiva mente in ge niosas, muy atentas y muy agraciadas, pero generalidad . ~tuchas veces su superficie, convenientemente puli­

generalmente tímidas, serias y res e rvad as con los des conoc idos". da, se graba o talla con dibujos, figuras, escenas, guardas, flores,

"La principal ocupac ión de las mujeres de campo consiste en escudos, etc. Otras veces se pirogr;.¡haba Y en muchos casoS lleva

cocinar, lavar y remendar la ropa, "euar el mak y pis ,tr Jllaíz para virolas o soajes de plata labrada. Cerca de ambos extremos se le

hacer una papilla llamada nw:anlurra , <]lle se come con leche y fijan los de un cordón con borlas , muy característico, o un tiento

que gusta mucho a los criollos. Algunas se OCUp" JI l<lll1hi':'1l de trenzado, o una cadena de plata, que sirve para colgarlo, sea pasa­

ordeñ a r las '·<leas lecheras y hacer mankea r qu e so," . do por la cabeza y brazo, a media espalda, sea para hacerlo del
recado, O de un clavo en la pared del rancho.
Su nombre deriva del vocablo portugués "chifre", que quiere

decir justamente, cuerno vacuno grande.

En nuestra coleccron privada tenemos vari os ejemplares , pero

uno, muy especial, de gran tamaño (más ·de dos litros de capaci­

cad), cuvo tapón de cuerno tallado forma dos caballos y qut' tiene

grabados en su superficie el Escudo Nacional y la escena del cé­

lebre duelo a lanza entre los Comandantes Gil A¡;uirre Y I'atJlpi­

llón, en Paso de~ Pacr.e. Ln que hace suponer una rel<t.ti'. ,' c ontem­
poraneidad con aquel episodio.

383
380
E l uso de l "c h ifl e" respo nde a una an tig ua tradI ci ón e uropea y
part icu larmen te d e las úreas ganadetas, tan carac ter íst icas d e Es­
pa ña )' P ort uga l, en q ue se usaba n rec ip ien tes de es te ti po (aunque
d e me nor tamaño ) pa ra ll eva r aceite , vinagre, y, a veces, vino, y
e ntre los caza dores y soldados , para la pó lvo ra necesaria para las
1 () 4 C hi fles
a mlas de carga r po r la boca.
Para uso d oméstico, ad e más del ch ifl e prop ia men te, se usó en
nu estra campaña u n cuerno en terizo, na tura l -es dec ir, ab ierto en
la base y cerrado e n la p unta . Serv ía para tomar agua, us,indose a la
re d on da y por tu rn o e n la ru eda de la coc ina o fogó n ; pa ra darl e
cald o a a lg ú n en fermo o lech e a los n iños .

2. E L VASO .- Es un cue rn o co rto, o e l extremo d e u no largo,


co n la base ab ie rta, e n cuyo borde se coloca u n aro de p lata co n
una argo ll a a la que va suje ta una larga cadena. E n los mús senci­
ll os se ab re un ojal e n e l p ropio bo rde yo a llí se sujeta un largo
ti e nto o un a larga trenza de tie ntos . Se lleva ba atado a una de las
argo llas d e la ca bezad a de la ntera de l lom ill o o recado y se rvía pa ra
tomar agua limp ia y fresca del centro de una co rr ie nte, sin mojarse,
y, natura lmente sin bajarse de l ca ba ll o. Se desco lgaba el vaso y
retenié ndo lo p or la ca dena o soga se sumergía en e l agua, luego se
le recog ía .
L os hubo de lujo, enteramente de plata. El vaso también se
usó en el hogar para tomar agua o té de yuyos.
Pa ra u so semejante al del \'as o, princ ipalmen te en la Argentina
\ C hi le, se usó otro cuerno co rtado, cortón (lZ a 15 cent íme tros de
¡argo), con el ex tremo más ancho cerrado por una tapa de made ra,
c..UJmp. al que se le llamó chambado o chambao . En nuestro medio se usó,
p.H..I dgUd lh· pr incipalmente , como mate o p,lfa tomar té de yuyos con bombilla.
uso en el rdnchn

:\uestro compatriota e l Dr. Roberto Bouton (op. cit .) se refiere


( ~;}'1 así a l tema q ue ahora nos ocupa (pág. 156 y 157) : " 44 - Guampas,
~
:J
~
~"
cuernos, aspas, astas . Todo es lo mismo " .
) -•.. :..... "La guampa en e l campo se usa y se presta para innumerab les
usos. Fuera de los objetos que pueden fabricarse con e lla en fábr i­
cas (que son muchísimos), se la emplea para utensilios de fabrica­
c ión casera: serruchada y con un fondo postizo de madera de ceibo
o sauce mimbre, como vaso y hasta como mate. Para hacer rasque­
tas con las que se refriega las costras de las ovejas muy sarnosas,
para anillos, virolas o pasadores de rebenques y arreadores, para
botones de preparos ... etc."
"G uampita de trO]Jero.- Es un vaso de guampa más o menos
pul ida o labrada, a veces hasta con un aro d€' p lata en su borde o
tachonada de clavos de bronce, colocados en forma de flores, mo­
nogramas, etc., bien recor tado s y limados, que el tropero lleva

384
)
)
siempre prendido por un tiento o presilla, en la ca bece ra anterior
)
del recado . En la Argentina le llaman chambao, al jarrita de guam­
pa". . )
"Guampa del barril.- Como vaso grande, colgada siempre al )
barril del agua, y en la cocina una para hacer salmuera. Y... la
guampa servía hasta como orinal" (sic.). )
"45 -- Chifle. - Se llamaba a una guampa grande, general­ )
mente de buey [ranquero (del Brasil), donde se llevaba caña, agua,
)
etc., haciendo las veces' de cantimplora y que se cargaba a media
M,,<.l o <.l,' llev ar "j espalda por intermedio de un tiento o correa, en los viajes o )
<:1 cni'- Ie travesías largas. Los había también chicos, y como los vasos, ador­
en el recaun
nados o dibujados. \ 'lu chas veces se cargaban do s y se acomodaban

)
aco llarados, colocándolos en las espaldas o atravesados en el re­ )

cado" .

(hiflé )
a m \.-di ~¡
"'raid"

)
Va sos de' trope ru
)

)
)

;: .Red\y

386
XXIV

LAS GENTES Y EL MEDIO

A TRA VES DEL TIEMPO Y LOS VIAJEROS

1. DESCRIPCION DEL RANCHO EN 1790, POR FELIX DE


AZARA.- ("Descripción e HistoFia de l Paraguay y del Río de la
Plata". Cap . V. De los Españoles, pág. 199. Ed . Bajel, Buenos
Aires, 1943).
"Es de advertir q ue cuanto se ha dicho y d irá de la gente
campes ina, no pertenece sólo a la española, porque es de todas las
castas de hombres. En las casas pastoriles (ranchos) es general no
haber más muebles que un barril para llevar agua, un cuerno para
beberla, asadores de palo para la carne y una chocolatera para
calentar e l agua de l mate. Para hacer caldo a un enfermo, he visto
poner pedacitos de carne en un cuerno y rodearle de rescoldo,
h asta que hervía. No es común tener olla alguna y un plato grande
con alguna silla o banqui ll o, porque se sientan sobre sus talones ó
sobre una cabeza de vaca. Comúnmente d uermen en el sue lo sobre
una piel, aunque otros arman su 'cama, que se reduce a un bastidor
hecho de cuatro palos, atado á cuatro estacas ó pies con una piel
encima, sin colchón, ni sábana n i almohada, pero en el Paraguay se
ven algunas hamacas. No comen sino carne asada en un palo, y
para esto no suelen esperar hora, ni unos a otros, ni beben hasta
haber comido . Entonces no teniendo mesa, mantel ni servilleta, se
limpi an la boca con el mango de l cuchill o, y ens~guida a éste y los
dedos en las botas".

2. INTERIOR DE UNA POSTA, EN 1815, POR JUAN y GUI­


LLER ¡\.fO PARISH ROBERTSON (Cartas de Sud América - Pri­
mera Serie - 1815-16, Traducción, Prólogo y Notas de José Luis
Busaniche - Emecé Editores, Buenos Aires - 1950 - Carta XII,
pclg. 243 y sig.).
"Esta (la posta) se componía - por así decirlo de dos departa­
mentos: lino servía. de sa la para recibir y también de dormitorio
con espacio para una media docena de hamacas paraguayas; el otro
e ra una especie de covacha de barro, cerrada, sin otra luz que la
que recibía de la pieza prinCipal. De las paredes de esta covacha
pendían calabazas y arneses de montar. En torno al fogón había
ollas y cacerolas de barro, una ca ldera de cobre para el mate,una
piedra de afil ar y media docena de cabezas de vaca . En el fogón
goteaba el sab roso asado que teníamos para cenar y en una olla se
cocía el puchero . Una maritornes espumaba este último con una
)
concha y arrojaba residuos a un I~do, sobre las piernas de lus que
nn se ponían fuera de su alcance . Circulaba el mate y los cigarri­
llos de papel. El guitarrista tomó su instrumento y acompañündose,
empezó a cantar un triste de la tierra".

3. PRESBITERO DAMASO LARRAÑAGA , EN 1815, EN SU


VIAJE DE MONTEVIDEO A PAYSANDU, ESCENAS DEL CAM­ )
PO .- ("Escritos de D . Dámaso Antonio Larrañaga", Tomo IIl,
)
Montevideo, Imp. Nacional, 1924): "nos resolvimos a pasar (el río
Santa Lucía) dentro del mismo coche sostenido por cuatro pipas"... )
" Yo estuve muy divertido viendo la habilidad de n."" paisanos que
miraban estos peligros, y el paso del río como una diversión para
)
ellos. Unos se desnudaron y montaron a caballo, ya sin el recado, y )

se arrojaban al río p.a probar el lugar en que había menos agua: lo

pasaron y repasaron varias veces; pero advertía que así que nadaba )

el caballo de la clin lo gobernaban dándole palmadas en la cabeza )


para que volviese hacia ella y no dexasen arrebatar del agua. Otros

entre tanto, con cueros hicieron pelotas con el pelo p .ol de ntro, )

fonnando unos quatro picos recogidos con huascas y dexando plano

)
el fondo, las cargaron de los fusil e s y recados y de más ropa y por

medio de unas cuerdas las tiraban o bien p.' los caballos o bien p .' )
ellos mismos a nado a pesar de la mucha corriente." oo . (pág. 44 Y

45)-- " oo . aunque todo esto indicaba que ya nos íbamos al ejando de los
)
pueblos y de sus comodidades (están en un rancho 7 leguas al
N .O. de \-'Iontevideo), yo encontré un artefacto en este pobre ran o )
cho que aún no había visto en nuestras ciudades. Esto fue un telar
para hacer pellones azules, que viene a ser un tejido parecido a )
un trípe de lana ordinario. Los hilos del urdimbre y trama eran de )
lana blanca, pero cada vez que pasaban la lanzadera, tenían la
paciencia de ir colocando la felpa azul mecánicamente en cada dos )
hilos de urdimbre; y así las mugeres más diestras tardan lo menos )
15 días para hacer un pellón de estos, que tendrá seis quartas de
largo y la mitad de ancho, no pudiendo venderse en menos de una .~
onza de oro. Este telar era vertical en forma de bastidor; una de
sus cabezas está asegurada en el suelo y la otra en un tirante o viga )
del rancho; era cosa muy sencilla, pues en lugar de peine usaban
de otros hilos asegurados a tres o cuatro manijas " ... (pág. 49) . \

.. , "Una choza miserable de unos mal dispuestos cueros, res­


pecto de q." la cocina anterior es un palacio" Oo, "Perros, gallinas, )
In(erlor dd rlinch u
Negros, y toda clase de gentes hasta 12 personas, debíamos dom1ir
juntos en una pieza de 5 x 6 varas, de tierra , con un fogón en el
medio". Oo, "A las 2 de la mañana ya nos despertaron los gall os que
estaban sobre nuestra cabeza. A esta hora hicimos ati zar el fuego
tolerando el gran humo mezclado con sebo po' medio soportar el
frío de una gran helada que se introducía p.' todas partes. Se calentó
agua, to mamos mate y esperábamos con im paci e nc ia e l d ía para
concluir de una vez nuestro viageOo."
390
4. CASA DE CAMPO Y PULPERIA, descritas por Auguste de
Sain t Hilaire, en 1817 (Voyage a Rio Grande do Su l" . Orleans ­
1887. Capítulo VI - Santa Teresa, Castil los, Rocha - pág. 148):
"Castillos, 6 de octu b re .. . mi huésped de Santa Teresa y el
ten iente de la Angos tura, me acompañ aron a una legua de aqu Í a
un l!lgar ll amado por los portugueses de l nombre de su propietario
Casa de Malina".
"Esta casa es un rancho como los de los portugueses, pero es
más limp io y menos desnudo . La sala donde fui recibido está
rodeada por bancos y sillas y en uno de sus ángu los hay un gran
buffet en forma de armario, cuyas puertas abiertas dejan ver una
gra n can tidad de fuentes y platos de loza" ... "De es ta casa depende
una pu lpería donde es tán apilados varios sacos de yerba mate
proveniente de la Capitanía de Rio-Grande, un gran saco de pi ­
mienta, algunas mercaderías e uropeas y ponchos rayados de dife­
rentes colores entre los cuales domina el azul. Estos ponchos se
hacen en Córdoba".
"H ice alto en una estancia que pertenece a la hermana de
Angelo N úñez, y se compone de varios ranchos bajos constru ídos
de tierra gris y entre los cuales apenas se distingue la casa del
dueño. En la sala donde fui introducido hay dos camas, otras tantas
mesas, sillas de paja pintadas de rojo y sobre una de las mesas uno
de esos oratorios portá ti les como usan los portugueses" ...
5 . ABUNDANCIA DE PULPERIAS r BARES EN LAS VIBO ­
RAS. (Departamento de Colonia) en 1817, por e l mismo (ibidem .. .
pág. 230);
"En un pueblo de una población semejante a éste de Las
Víboras, apenas si habría, en Francia, un despacho de bebidas,
pero aquí hay por lo menos una media docena. Es allí que los
indios y mestizos pasan la mitad de su vida y donde dejan el poco
dinero que ga.nan. Los despachos de bebidas (pulperías) en todo
este país (la Banda Oriental) son en todo semejantes a. los del
Infcrlorde
Pu'reri" . C. IIqO ... O
Brasil. Botellas de aguardiente , comestibles, ponchos, tejidos un
poco de mercería y de quincall",ría. est?n distribuidos en est'"1tes .
Un ancho mostrador se extiende de una pared a la otra, paralelo a
la puerta, y forma una barrera entre el comerciante y las merca­
derías de un lado,. y los compradores o bebedores del otro . Estos
están de pie o, a veces, se sientan sobre el mostrador, hablando
tristemente, jugando o cantando sus lánguidas coplas, en tanto su
caballo espera pacientemente en la puerta".
6. DESCRIPCION DE UNA POSTA EN 1826, POR JOHN
MIERS ("Travels in Chile and La Plata", etc. 2 vals. Londan, Imp .
Baldwin, Cnidock and Joy, 1826, Tomo I, pág. 14 Y 15 - in "La
Argentina vista por viajeros ingleses: 1810-1860", S. Samuel TriTi­
lo, pág. 93-94):

393
)
saca su cuchillo, que le acompaña invariablemente día y noche , y
.. Es una gran cabaña construida de troncos burdos y torcidos
se sirve según le apetezca, sin pan, salo pimienta".
clc\vaoos en el suelo; otras piezas se colocan hnrizontalmente y se
atan con tiras d e cuero; ral11a~ de arbustos o cañas se engarzan
entre las estacas \.:ruzadas, y se sujetan con tiras de cuero. La
arrnaznn así formada se embadurna por ambos lados con barro, que
se extiende con las manns . La estructura del techo es semejante a
la del resto, con troncos atad0s con cuero; dos troncos adentro de la
cabai'la soportan el caballete del techo, y éste está cubierto de paja, )
todo el edificio es burdo y miserable, parecido en todo, salvo en
las dimensiones, a una choza de barro irlandesa. El administrador )
y su familia vivían juntos en esta habitación (mica"
"Al lado de esta cabaña había ' otra de menores dimensiones,.
para uso de los viajeros . No había sillas, mesa ni cama en esta
posada ... La única manera de apartarse del suelo es una especie de
camastro formado por cuatro estacas cortas clavadas en el suelo y )
cuatro palos trans versales sujetos con cuero, formando una armazón
sobre la que se e xtiende una piel de toro. 'PoGos son los lugares en )
que se cuenta con una puerta, pero se dispone de una piel para
resguardarse del tiempo. Otra cabaña hecha de manera semejante... )
s e e n c u en tra a me nudo agregada a estas residencias , la cual se usa )
para guisar. No es necesqrio decir que aquí no había ventanas. Sin
embargo, algunas de estas casas están divididas en dos habitacio­ )
nes, una de las cuales es la tienda o pulpería, mientras que la otra )
es el cuarto de dorrrlir; bajo el alero de algunas de ellas puede \
observarse un agujero de forma cuadrada, hecho para dar paso a la )

luz y al aire; el cual, como las puertas, se ('ubre generalmente con


una pieza de cu e ro. cuando h~\ce falta , para resguardarse contra el
mal ti'~ nlpo. Casi ninguna esti e ncalada o revocada, simplemente
se las deja en el burdo acabado que les da el barro extendido con
las manos".
Comiendo
7. EL A,5.·\OU, visto por ei mismo \tliers (ibidem, Tomo 1, pág. el
16· 17, púg. 951: "Las partes m<Ís carnosas eran seleccionadas sin l S.J"
considerar para nada ia forma de las piezas; una de éstas se ensar·
taba en un hierro de los que se usaban' para marcar el ganado; el
extremo puntiagudo se clavaba en el suelo, inclinado sobre el
fuego, y la carne quedaba así expuesta a las llamas de la madera
encendida : de vez en cuando se daba una vuelta al asador, con
objeto de que todas las partes de la carne se asasen por igual".
8. INTERIOR DE UN RANCHO, en 1827, por Alcides D ' Or­
bigny ("Viaje a la América Meridiana\" entre 1826-~833, Ed . Futu­
"Esta es la manera de cocinar a la que llaman asado; es, a ro, Colección Eurindia, 1945, págs . 78 Y 79): "Quisimos entrar en
pesar de todo, un buen procedimiento, ya que la rapidez de la la cabaña (rancho), pero estuvimos a punto de sofocamos, sin dis­
operación evita la pérdida del jugo, que se queda en la carne. La tinguir nada., de entrada, debido a la espesa humareda que llenaba
gente no retira el asador del fuego, sino que cortan tajadas o más el interior. Después pude reconocer a dos hombres y dos muj e res,
bien grandes bocados, de la pieza según se va asando; comodida­ sentados sob re cabezas de buey cuyos cuernos servían de brazos a
des tales como mesas, sillas, platos, tenedore s, etc. , les son total­ esos asientos de nuevo tipo, y agrupados en tomo a un gran fuego
mente d esconocidas. Se acuclilla.n alrededor de l fuego, cada uno

394
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que bri ll aba en med io de la hab itación, en e l q ue se dedjcaban a
Cruzando el
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l-¿ ;], 2
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asar un enorme trozo de carne . Esp íritu s p usil ánimes habrían podi ­
do as u starse de semejañtes hu éspe des, pero e llos se levantaron de
inmed iato y, con extrema franqueza , pusieron todo lo q ue te n ían a
n u es tra d isposición. Las muje res fueron en seguida a buscar leche
y todos se p recipitaro n a ófrecemos lo q ue nos pud iera al ivi ar el
r ío en
pe lota

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'J--A?2. r )
I t;J ~
-- ~ -

can~ancio de l viaje. Una de las mujeres e ra de tinte casi broncea­


do, los pómulos un poco sa lientes y el rostro redondeado, signos
cabales de la mezcla de sangre americana con europea. Esta vi­
vienda era un puesto de estancia o, mejor dicho, una división de
una de las inmensas haciendas donde se crían anima les . La choza
constaba de dos piecitas, de las cuales una servía, a la vez, príme­
ramente , como se ha vis to, de cocina, luego de comedo r e incluso - .~

de dorm itorio, pues advertimos unos cueros vacunos extend idos en


e l suelo, en un rincón, y sobre lo s c uales sin duda la familia se
reponía de las faenas diarias. Por todo ornamento, estaban colgados
en las paredes unos lazos, bolas y monturas a la moda del país . La
segunda pieza se destinaba a recibir en depósito las pieles secas de
los animales muertos para la comida. Los ocupantes de esta humil­ ~

de morada eran un viejo aún guapo, muy dispuesto .. . ~u hijo casado


y su hija" .
v ' -- _ · _ ­
=- - ~
1--~ ~ "::..--._

9 . EL TRANSPORTE EN PELO'fA por D'Orbigny (Ibidem,


pág. 149) :
10 . VELORIO DEL ANGELITO, por D'Orbign y (ibidem, pág .
"A pesar de la sequía propia de la estación, esos pantanos eran
145): "En cuanto muere un niño de corta edad, y esto se acaba de
tan profundos que los caballos sólo podían cruzar algunas partes a
vado, por lo que tuvimos que resolvemos a cruzar en pelota, producir en una casa del pueblo, un alma aún sin mácula, -dicen
sus padres- un ángel va al cielo. Erigen un altar doméstico, donde
nombre que se da en el país a un cuero seco cuyos cuatro lados se
colocan al niño vestido con esmero Y lo rodean de cirios encendi­
levantan y atan juntos. Llegó el cuero que se esperaba y vi confeccio­
nar el esquife en que tendríamos que embarcamos. En cuanto se dos, vecinos, amigos, e incluso todos los que se enteran de la
noticia, invitados o no, acuden en seguida a la casa del velorio;
termi nó esa nueva clase de embarcación, cuyo aspecto hacía pensar
bastante en el papel con que se envuelven los mazapanes en extraños Y parientes indiferentemente bailan el cielito Y demás
Francia, se le cargó parte del bagaje; Parchappe embarcó, se ató danzas del país, beben aguardiente, fuman, toman mate, todos
una correa en un ángulo del cuero y el otro extremo fue asido por locamente alegres".
el conductor, quien, semidesnudo, montaba un caballo en pelo". 11. UN BAILE, por D'Orbigny (ibidem, pág. 200): "La mañana
del 4 de noviembre ví llegar a mi casa, muy temprano, al cura, e l co­
mandante y el alcalde del pueblo quienes al entrar me desearon feliz
Este vehículo nuevo para mí, no tardó en parecerme tan fiesta, declarando que por fuerza tenía que ofrecer un baile la
cómodo como otros muchos, e incluso me encontraba dispuesto a misma noche, en celebración de mi onomástico" ........ la sala del
pasar así cualquier río, pese a la flexibilidad de mi bote que cedía baile no estaba ni siquiera embaldosada; la tierra hacía las veces
al menor cambio de postura, lo que me obligaba a permanecer en de piso encerado. Su moblaje consistía en bancOS adosados a las
perpetua inmovilidad. Varias veces, el hombre que me remolcaba paredes y la. iluminación en algunas velas que daban una turbia
desapareció bajo el agua con su cabalgadura; pero mi bote sobrena­ luz, amortecida por la coloración oscura de las paredes" .. . .... .
daba siempre, aunque se deformara de tal modo que había termi­ Todas (las damas lugareñas) se ubicaron en los bancos y pude
nado por encontrarme en el fondo de una especie de embudo, notar que si bien algunas se' habían puesto zapatos para venir a
donde apenas me podía mover" .
397
396
bail ar, otra s se hab ían olv idad úni ca ci rcul a <.l la red ond a; y
o las med ias" .. , ... ., Se bail ó el cua ndo la com ida term ina , se
ciel ito, dur ant e el cua l se uní a aleg re agw \ del barr il con un jarr o de saca

al son ido inst rum enta l el can to lata y, m¡Ís ,\ men udo , con un cue
una o vari as per son as que ento de rno

nab an las cop las más inte ncio nad des tina do a ese uso " .
Du ran te esta dan za tan viva z, as.

los bail arin es hac en son ar los ded


imi tan do el ruid o de las cas os
14. UN A PUL PER lA y RALLE
tañu elas . Sig uió al ciel ito el des crit os POT Ars ene Isah elle en
min ué, per o el bail e más lind o grav ~ 1830 (" Viaje a Arg enti na, Cru gua )

tod a la vela da. La reu nió n par ecía


fue el min ué mon ton ero "... "Se
bail ó y y Bra sil en 1~30", Ed. Am eric
na, Bue nos Air es, 1943, Cap . a­

muy dive rtid a y lo que al par ece X, pág . 197) : "¿.Oís disc urri r agri
con trib uyó más a aleg rarl a fue r men te a la gui tarr a por la r¡Ípida a­

que , tras largos req uer imi ento s, vibr ació n de sus doc e cue rda s )

con sigu ió hac erm e bail ar un se met al? ¿Oí s risa s inm ode rad as, de
ciel ito, dur ante el cua l mi torp can tos mon óton o s sem ejan tes
par a ma nte ner alza dos los braz eza salm odia s, inte rrum pid os por a

,os y cas tañe tear los dedoS", pro otro s can tos? "

infi nito reg ocij o a la hon ora ble dujo


con cur ren cia" ..... ... Los hom bres " ... Tod o este mur mul lo, esta
esta ban en chi ripá y en calz onc
con fusi ón y esta aleg ría b,\r bara
illo s y casi todo s des calz os ..." pro vien en de la pul per ía vec ina

12. EL RA NC HO Y SU AJUA.R en don de un compadTito, rasg an­


. por el misml~ (ibi dem . pág do la guit arra , ~ace 'oailéir a neg

513 ): ..... mis erab les cho zas, don . ros ) mes tizo s una dar.za ~nmor:\l
pob re jerg ón form ado de palo
de se ven por todo mob ilia rio,
un \1am ada med ia-c aña . inte rrum

pién dos e .1
men udo para trag ar
s cub iert os de un cue ro de vaca sorb o ele la gin ebr a;) d el agu un
mes a gro sera men te trab ajad a, , una a rdie nte ... "

algu nas mal as silla s o esca bele


emp laza dos a men udo por blo s, re­
que s de mad era o cab eza s de 15 . DE SC RIP CIO N DE UN
La bat ería de coc ina se com pon vaca.
RA.NCHO CER CA DE L SAL
e de una olla, una . pav a, un vaso p0r Ars ene Isab elle ("V oya ge a TO ,
lata , aun que mu y a men udo se lo de Bue nos Ayres et a Porto-AlegTe
s JTrU~li ;Jy, etc." - 1830 "1 1~3
reem plaz a con un cue rno de vac a, la Ban da- Ori enta l, les Mis sion par
plat o de esta ño y dos o tres cuc har
fue nte s está poc o exte ndid o, se
as de hier ro o de cue rno ; elu so de
un
las Hav re , 1835, Cap ítul o XV): ....
. un ranc ho, ¿an de soli cita mus
· 1-
com e gen eral men te en el plat o ... albe r­

s hU F~spedes eran pob res can ario


" gue , se noS aco gió bien . :--.1uestro
13. UN A PUL PER IA y USOS lleg ado s hac e muc ho tiem po, corn s
POPULARES, siem pre por O'O

dC';ierto 5 y re~mplazar a los nat
big ny (ibi dem , pág . 575):
"Se o IlIuch o5 .)tr03, para poh Ln esto
com pon ía ue uos cue rpo s de hab s
cio nes par alel os ; el Illa\ 'o r co ita­ unl cs. Su casa, corno to(b s las
nten
alm acé n y una pulp ería ; el otro ía un dor mit ori o, una sa la, un los gau cho s, era una cho;"~1 de de

, la coc ina y una piez a para barr o , eilt rem ezc lado con ram
los cub iert o de paja brava. con stru "s,

cria dos . La par ed dela nter a, ído, en fin , con toda la sim plic
en la cua l se abrí a la pue rta de la arq uite ctur a de la eda d idad

pul per ía, esta ba resg uar dad a de la de oro. Esta ba com pue sto de
por la pro long ació n del tech o pie zas, el dorm itoT io y el "itio dos

sob resa lía uno s cua tro o cinc o que


oe n>cepció n que serv ía a b veZ
met ros (alero), cub rien do un esp coc i na. 1..' na cam a fnnnJ.d;J pOT de

des tina do a rec ibir a los beb acio cua tro pos tes phn tad os en ti erra
edo res, cua ndo la reu nió n es sop orta ndo un enr ejad o d e ram ,

mas iad o num ero sa y no hay lug de­ as, o de corr eas de cue ro en trel
ar en el inte rior : un ban co de das , sob re la cua l se colo ca. o. az a­
pin terí a hab ía a cad a lado de car­
guis a de <.:o\chó n, una mag;nífica
la pue rta; allí es don de se sien de bue y no cur tida ; algu nos otro piel
por lo gen era l, los toca dor es
de guit arra y los can tore s, pers
tan s cue ros exte ndid os en tier ra para

ona jes aco star a los niño s; bola s, lazo

prin cip ales e ind ispe nsa bles s (arm as indi spe nsa bles al gau
de esas reu nio nes . El esp acio arn ese s de cab allo sus pen did os cho ),
los dos cue rpo s de edif icio esta entr e de las par ede s del ranc ho , form
ba niv elad o y pisa do: y el con junt han el únic o amo blar nien tQ del a­

enc erra do en un foso cua dra


do, anc ho y pro fun do, e :1 las
o cua rto. Otr u enre jado de r~ll1aS,
oril las nid o por seis pos tes y, sirv iend sost e­

; d(l~
inte rior es del cua l se elev aba o a las dam as de can apé o sofá
una cort ina de álam os. En uno cab eza s de bue y a gui sa de silló
áng ulo s del cua dra do se veía de los n, un peq ueñ o b,lrril de agu a,
un hor no hem isfé rico , con stru ido mam l ita d", hi erro fun did o, cl"s una
ladr illo s sec ado s al sol, sob re con o tre s n laba zas sirv iend o de \",\so
una peq ueñ a plat afor ma de un una jarr a de mad era y un asad s,
de elev ació n del sue lo; el hor met ro or de hier ro clav ado ver tica lme
no esta ba des tina do 'no sola men fren t e al fog ón, situ ,ldo en e l med nte
con sum o de la casa , sino tam bién te al i o r.·tis nw de la cocina, com pon ían,
y prin cipa lme nte al com erci o de rigu rosa ll1e nte, el i '1ve ntar i () ele
pul per ía, don de se des pac hab b sala ele reci bo" .
a muc ho pan , por que los pul
son cas i los úni cos pan ade ros de per os
de los g~nlchos más ricos, hay
I::t cam pañ a". " Deb a agre gar 4,ue en casa
..... Si de allí se pasa a la cab aiia seg t.id o, al lado dd pr:-:1cipal
ranc ho del pob re, el serv icio ranc ho , a la dist anc ia de och o O
es más sen cill o toda vía: a falt pies , una seg und a cho za, aná loga di ez
a de mes a, se pon e en tier ra a la prim en., que sirv e el.e coc ina,
rec ipie nte que con tien e la carn el de alac ena y de hodegJ.. No
e o el cald o, y se clav a el asad hay nun ca chim ene a, el fogón
lado ; los com ens ales se sien tan or al e ncu entr a er. (:: med io y te1 hllm se
alre ded or sob re ban cos , ped azo o se eSCápa por don de pue de.
mad era o cab eza s de vaca; cad
a uno cort a a volu ntad ; una cuc
s de dcs pt;rdicioS de los anir:1a ks
dOfllt~s ticüS, los oloTes de he; CLlrncS Los
har a

398 :399
colgadas o de los cueros estaqueados, dan lugar a un hedor inso­
portable y miríadas de insectos zumban sin cesar, en tanto que
bandadas de caranchos, cuervos, y ch imangos, se disputan los res­
tos de rumiantes y solípedos cuyos huesos son acumulados como en
las catac umbas o esparcidos a un lado y otro sobre el suelo, como
sobre un campo de batalla':.
16. UNA ESCENA FAMILIAR por Xavier de Marmier, hacia
1850 ("Lettres sur L'Amerique", París, Arthus Bertrand, Editeur
Tome 11, Ca-p. VIII, pág. 217) : "Una puerta baja y una ventana, ;
por esa ventana, se ven niños semi-desnudos gateando por el sue­
lo, un gaucho en calzoncillos cribados, adormilado por los vasos de
caña o por el mate (sabido es que el mate despeja) y una mujer de
aspecto marchito, planchando vieja ropa blanca...".
17. VIAJE EN DILIGENCIA (1857). Por el Doctor Hermann
Bu rmeis ter. ("Viaje por los Estados del Plata realizado en los años
1857-60". Tomo Primero, Buenos Aires, 'Unión Germánica en la
Argentina, 1943. Cap. lB, págs. 45 a 47). "La disposición de la
diligencia en la cual tomé asiento es completamente europea. Era
un coche de sólida construcción con cabriolet, coupé y rotonda, en
el cual caben 12 personas sentadas. Siete caballos, cuatro con el
varero en primera fila, dos delante de éstos y uno en la punta, tiran
reciamente pasando por todas y cualquier irregularidad del camino
..-,::., ~~ . -
al galope tendido a trueque de perder uno de los sentidos. El primer
caballo lo monta un peón y el primero de la izquierda de la primera ~ .
.' ~ ~
¡.
=----
--~ - ­
.~ ......

fila, otro peón. Un jinete suelto provisto de un gran arreador galopa


al costado y castiga de tiempo en tiempo los caballos atados al L.. J¡\i~t.·nlla c:rulolndo
coche, arreando al mismo tiempo una docena de caballos sueltos, un rJ~O

que se llevan siempre a mano, en previsión de tener que cambiar


después de recorrer un par de leguas. Así se va pasando sin mirar a
través de todo, arroyos y ríos, colinas y cañadas hasta que después de
unas 2 o 2 1/2 horas se llega a una casa, llamada rancho, donde se
cambian los animales y se pueden conseguir refrescos. Por lo
general el rancho suele ser una casa de negocio provista de todas
aquellas mercaderías que se necesitan en el campo. Se encuentra
ropa, 'artículos de talabartería para caballos, arados, útiles de la­
branza, así como platos, vasos, cuchillos, tenedores, también be­
bida blanca, vino y comestibles secos. En un extremo de la casa
hay una ventana cubierta por un techo para abrigo contra el sol y
debajo de ambos lados hay un par de asientos de adobes para descan­
sar y allí mismo se recibe lo que se compra y se puede conseguir. En
una hora se hace 2 1/2 a 3 leguas, por lo tanto de 20 a 25 leguas
por día, es decir, 12 a 15 millas alemanas, o sean 2 millas por
hora. De semejante rapidez no tenemos idea en los coches de
posta alemanes. Una milla eri 3/4 de hora, sería el máximo que se
le permite a un postillón real prusiano y si llega antes de ese
tiempo, se le castiga. Pero de este modo, no cae muerto ningún
caballo en el camino, hecho nada raro en este país. Agruéguese a

<::

400
)
e h", a t¡¡tL1S luces la bella d e l baile, ) .•frcci() ¡nmc~\"iatall1el1te c:c­
esto que no hay señales de la construcción de un camino; el que )
ckmlc su lugar Este acto de cortesia quizá haya sido insignifican­

sigue no tiene obras de arte, a veces ni huellas. Se va por la te, pero se hahía realizado de una manera tan natural y urhana que )

llanura natural a nImbo y parece imposible que pueda viajarse en me puse a pensar dónde aprendía esta gente extraordinaria sus

semejante suelo, si uno SE; asoma a mirar por la ventana del coche, agradabilísimos modales, en los que no había nada de adulación o )

palos )' piedras, como podría creerse no los hay La madera es ruego sin,) uml soltura natural y gentil, que al parecer nacía de un )
escasa y guijarros sólo se encuentran cerca de las cuchillas o en perf('cto dominio de sí mislllo".
algunos arroyos, pero nunca en la llanura de pastos, que es al
mismo tiempo campo de pastoreo y camino real. No obstante, hay )
19. AL1MESTACIO.\[, COCINA y RANCHO, por R.B. Cunnin­
bastantes irregularidades sobre las que pasa el coche a todo galope,
ghame Graham, hacia Hí90 ("El ·Río de la Plata", Londres, 1914, )
magullando al viajero de tal modo que llega molido a su destino .
Hispania, pAgs. 6 y 7): "La gente se alimentaba exclusivamente
Cuesta abajo hasta el río se precipitan estos salvajes y cruzan por
con carne, carnero no es carne, solían decir, lo que da la medida
el agua, salpicando las gotas por todas partes, mientras que el río
del progreso en aquellos \t:garcs. \-late y C,Hne Y carne y mate, y
de vez en :.: uando un saco de ~edonda'i g?lldas, tan duras corno l;:¡s
se espuma por el furioso apuro de la cortada. Con la misma rapidez
suben por el lado opuesto otra vez a la cima, acompañados por los )
piedras de las calles" ... "puchvo y asado, h"C'.10 éste ultimo al

gritos estridentes de los peones y los latigazos de los arreadores.


fuego vivo, en un asador, qcle era el único 'ltensilio culinario, fuer"
)
Las pobres bestias trabajan enormemente y no es raro que algu:.a
ce una caldera de hierrn y c~c c:na caldera de estaño, que I1U:1ca
sucumba a semejante e sfu e rzo . Ningún cochero alemán creería )
faltaban en los ranchos d.e las Pampas. He ahí la lista completa de
posible manejar en esas condiciones y no obstante se practica aquí
diariamente sin consideración alguna. Nadie se compadece de los
n.u~stros manjares, :::: mente, que cirí~', mos en modl::rn<"). EI ·lsado J.., )
comíamos con nuestros cuehillús. cortando un gran trozo, teniendo

p obre s animales, ni siquiera piensan en lo que sufren y si alguna


cuidado de no tocar el centro de la posta, )" luego, mordíamos la )
pre :ia ent ,,,. los dientes y c()rt~tbarnos cada bocado a raí7 de los
p e rsona se atreviera a expresarse en tono de censura, se expondría
el ser considerado como un loco estrafalario y a que se le rieran )

labios, con cuchillos de doce pulgadis. El puchero consistía <'n

todos los presentes. Con una indiferencia que subleva, castiga el


carne cocida, por regL.l ~eneral, pOFlue si teníamos una mazor(:<1 o )
peón las bestias si fatigadas caminan más despacio o hacen dos de nníz, una cebolla o una col para cnndilnentarlo, eso ya era

ademán de quererse parar. A los silleros les hinca sus grandes


un festín: noS restregábamos los dedos en las botas y limpiábamos

espuelas, cuyas rodajas tienen las dimensiones de un plato de taza


los cuchillos, clavándolos en el techo pajizo, generalmente hecho

de cai\as o de paja brava, que era el nombre dado en el paí~ a la

de café y las encaja con tanta violencia en los costados entre las
costillas, que la sangré" y los pelos se desprenden del cuero. Nadie yerba pampera. En el techo había clavadas estacas de ñandubay o

da seii.ales de compasión. Ese animal es suyo, piensa el dueño, cuernos de \·enado, de los que co¡~aban los muebles, es decir, las

riendas, cabezales, boleadora~, laZOS y demás ense~es de que se

porque lo ha pagado, adquiriendo con esto el derecho de maltratar­


lo hasta morir, si al sustraerse a su servicio se niega a 0bedecer. La
complacía el orgullo del gaucho. Los asientos eran cabezas de

religión le enseña a tener simpatía y piedad por sus semejantes, buey o bar,~(js bajos de madera dura, casi siempre de chañar o ñandu­
hay, puestos subre el suelo, de b3.rro re~eco, pisado y vidriado con

porque están bautizados, pero no por bestias, que no han recibido


este sacramento, ni el agua bendita. A éstas Dios las ha creado para boi'liga. El humo se alzaba en espirales del fogón, prendido sobre

s u fri r" .
e! suelo, en el propio centro de la estancia, sobre una o dos

18. BAILE CRIOLLO, descrito por Robert Crawford hacia piedr ,.. s, u, :.:n raras oc-:lsionc:s, encerrado dentro del ;J.rco de una

1871 CA través de las Pampa y de los Andes", Eudeba, 1974): llanta de rueda desvencijada. Las vigas, el techo pajizo y las delga­

"Durante nuestra permanencia allí (estancia de Francia cerca de das tiras de cuero, que servían de clavos. estaban negras y abri­

Salto Grande) se organizó un baile al cual asistieron los peones de llantadas por el humo, que llenaba b casa con una atmósfera como

la estancia con sus mujeres y novias y los vecinos -que consti­ la de las chozas en qlle usaD carb'\I1 de turba, en las Hébridas.

tuyó para mí un espe c tCtc ulo interesantísimo . La inevitable guitarra F 1era, en el palenque, todo d santo día, un caballo ensilladv

proporcionaba la música y se utilizaba para marcarles el compás a '


pestañeando al:·ayo del sol, dejando colsar la cabe:/.a como ji
las muj e res descalza s y a los gauchos con b otas de potro, quienes estu';iera medio muerto; pero s; algú:1 gringo aturdido, se le acer­
iban de:cribiendo los complicados giros de sus danzas favoritas , caba más de lo mandado, el animal revivía, irguiéndose con resO­
con una gracia y un porte elegante que constituyen características plidü bra';ío, y sacudiendo el .:abestro. El ?ale n que deslindaba los
nacionales. Cuando entré, uno de los hombres -soldado que for­
límites del hogar ...".
maba parte de nuestro grupo de estudio- bailaba con una mucha­

403
402
20. UN BA I LE CERCA D EL )'J HACIA 1910, por C unn in ­
g hame Gra ham (ib id em, púgs . 169 y 170) : "En e l bajo ranc ho de
paja, cuyos aleros estaban en negrec id os po r e l ho llín , ardía n ade­
."!f.3% tn"'~
~T5
. '~'~T
',~>" ~:~~r\
ji
cuadamente sobre los hi e rros de marcar tres o cuatro candi lejas
ll enas de sebo de yegua y prov istas de un a mecha de hilo que __ 1 I __ \ .

requería con fre cu encia eI. cu idado d e las despabi ladoras . Arroja­ , 1

'1 . r ,
ban de n sas sombras sobre los rin cones de l cuarto, y cuando por I

acaso tit il aban, iban a iluminar las fachas curtidas de los gaLlchc.~
Ill e mb rudos y secos, y los vaporosos ves tidos de a lgodón de la s m llje­
res, sentadas en sillas recostadas contra la pared . Algunos vascos
robustos, uno o dos ingleses en vestido de montar, y uno o dos
itali a no s componían la sociedad . E l p iso era de ti erra pisada, dura
y brillante como ceme nto, y cuan-do los gauchos pasaban se escu­
chaba e l rui do de las espuelas sobre el pavimento como si fuera n
g ril los . Un ciego pa:'a¡!uayo de muchos años tocaba la guitarra, y un
negro enorme le acompañaba en e l acordeón . Sus esfuerzos au na­
dos producían una música que era en verdad vigorosa. De cuando
t'n cuando uno de lo s dos rompía en un ca nto de tono altísimo y
melancól ico que forzaba a l aud itorio, despu és de escuchar tiempo
suficiente, a im itar su gemebunda melodía y su s extraños com­
pases" .
" Ll enaban el aire el humo del cigarro y las emanaciones del
ron y de un vino catalán fuerte y capitoso, muy favorecido por las
mujeres, que bebían de un solo vaso y lo pasaban de mano en
ma no, ceremoniosamen te, como se hace en las comidas de la C ity
con la copa de gracia. Al fin cesó e l canto y la orquesta preludió u n
tango , lento, acompasado, ríhnico" .
"Los hombres se a lzaron y qu itándose las espuelas, se retira­
ron al rincón de la pieza, donde las mujeres se habían amon tonado
co mo para protegerse las unas a las otras, y con un cumplimiento
la s trajeron al espacio destinado a la danza. El poncho flotante y el
chiripá que hacía oficio de panta lones oscilaba en e l aire como las
tartanas de un escocés de la montana flotan cuando su dueño baila.
Las ropas sueltas les daban a los movimientos del gaucho, cuando
gir;¡ba con su pareja, un aire de desenvoltura y facilidad, en tanto .....
quc los ojos miraban por encima de los hombros y las caderas se
balanceaban de un lado a otro"
" A ratos se separFlban, volvían a acercarse con aire de gravedad rI h.1I le
y luego e l hombre, adelantándose, tomaba a su pareja por e l talle y
parecía impul sarla hacia atrás con los ojos cerrados, en una expre ­
sión de beatitud . La circunspección era la nota dominante de la
escena, y aunque los movimientos de la danza no carecían de
atrc\'imiento, según la intención de los danzantes, en el efecto
había mucha gracia, y la habían también en e l suave modo de
escurrir el cuerpo y agitar en la luz vacilante los vestidos rayados
de colores vivaces y originales" .

404
Durante los interva!os el ron fluía copiosamente. Los danzan­ VOCABULARIO
tes se secaban el sudor de la frente; los hombres con el pañuelo DE LOS PRINCIPALES TERMI:-JOS LOCALES O

que llevaban alrededor del cuello y las mujeres con las mangas. REGIONALES UTILIZADOS EN ESTA OBRA

Tangos , cielitos y pericones se sucedían 105 unos á los otros, la


atmósfera se hacía más densa y las luces vacilaban en un ambiente
brumoso por el polvo que se levantaba del piso sin lozas. El viejo A
paraguayo y el negro, bañados de sudor, continuaban tocando. En
ACCIONERA. Tira de cu ero crudo. con argollas e n sus extremos. que se cose sobre el te rcio
sus intervalos de descanso fumaban y bebían ... "
anterior del lomillo o re cado y que sirve para sujetar las estriberas.
ALERO. Saliente o sombra del techo del rancho .

ALPARGATA. Calzado rural popular riopl ate nse, espec ie de zapatilla.> de lona con suela de

21. LAS CARRER!\S DE CABALLOS, a princIpIos de este


>'ute. de "rigen vascuense.
siglo, vistas por el Dr. Roberto J. Bouton ("La vida rural en el ALZAl'RL\1AS. Pa rte d e la espuela criolla. Tiras de tiento o cadenillas de metal que parti e ndo

Uruguay" -Montevideo, 1961): "La diversión y juego por excelen­ del rode te se prendian e n la parte anterio r de l tobillo Y servian para man tener las espuehs calzadas

cia de nuestros paisanos". e n los tal ones . Se llamaban tam bi én cabrestillos.

APALA. Tipo d e poncho d e color ocre o amarille nto co n lista.> e n marrón más oscuro.

APERO . Conjunto d e p ilch as que sirve n para e nsill ar e l caba llo.

"Las carreras son punto obligado de reunión de todos los ARG O LLA. Freno de, o de candado. El antiguo fre no d e la escuela de la jin eta u sado e n la

mozos y mozas del pago y sus alrededores y hasta de pagos lejanos eq u itació n gauch a de los siglo, )(ViII y XIX.
acudía numerosa concurrencia, sobre todo cuando se decidía una AR.\tADOR. Chaleco.
carrera importante, de desafío, donde se puede decir que no sólo AR.\IAR. Hace r un cigarrillO a mano el fu mador c rin]! o.
ARREADOR . U tigo de uso ru ral riopla tense, d e caracteristicas especiales.
el dinero se jugaba, sino también el prestigio que tuviera un estan~
ASADO. Carne hec ha a l fu e go, e n u n asado r, es pe to. o "oerro··. o directamente sobre las
ciero 2.'::é1:.Idalado, que a todú ¡1abía de poner por medio, su menta­ b r<\sas O r~sCQldo. E l p lato naci ona l por anto nomasia de las zona.> rumies rioplatenses.
do rabicano o su inganable pangaré".
AT ADOR . \I anead or.
AVESTRt:CERA . Bol e adora de dos bolas , d e tnm año más bie n chico, apro piada para caZM
"Las mozas jugaban también: generalmente la apuesta consis­
tía en un pañuelo de seda bordado, y eran terribles defensoras de avestruces o ñandúes .
AZOTE R.\. E.trem o di stal de las riendas en la b ri da de l ape ro c ri ollo . Lonja del rebenq,,~ o
su favorito" . e l talero con q ue se casti ga e l caballo. E xtremo d e la trenza de l arreador.

" Además, en la reunión de carreras, se jugaba a la taba, de


nadie al monte y se banaba; era un lugar, por fin, donde se lucían
los lindos herrajes y donde se presumía en el vestir". B
"Se jugaba a un parejero, y de gustar mucho se jugaba hasta lo BAGt:AL Potro cerril.

que no tenía, y muchas jugadas años atrús, se hadan por 'tantas BAL",:-;DR.\~. Tipo d e poncho.

BASTO . Silla de montar antigua del Río de la Pl ata. Lomillo.

cuadras de campo': 300, .'500, o más, a falta de dinero contante". BATICOLA. T roza d e cue ro, co n o sin parte s de meta l. que abrazando la ra iz de la cola del
caballo se sujetaba bajo" la cabezada posterior d el re cado mediante una hebilla Y serv ía para c\ ita r
"El tiro a correrse era generalmente 300 varas, pero se hacían que es te se corri era hacia adelan te, como e l pretal e vitaba se camera hacia atrás.
BAUL Estribo. De madera labrada de herencia española, u sado en Chile y las Prov . del
carreras de 4,5 y hasta 6 cuadras, por lo que se llamaban carreras
cuadreras". noroeste Argenti
BOI;-'; n O.
.\ . Gorra de lana, d e orige n vascuense, muy difundida en la campaña riopl.te ns e litora l,

d esde med iados del siglo XIX.


"Au nque pOCO frecuente, se hacían carreras con venffijas, no BOLEADORAS . Bolas. Arma O útil que e l ga ucho tomó del indio, consistente en' 2 o J bolas
tanto en peso como en distancia, como era : 'Echarlo por delante', (de piedra. hi e rro. madera, p lom o) , forradas de Clle ro c rudo, sujetas a los extremOS de otros tantos
rama les "nidos a un ce ntro COPlún, que servian para atrapar avest ruces, venados, caballos, vacunos.
'Dar uno o dos cuerpos', 'Dar cara vuelta', etc. En kilos de peso,
raro era dar 5 kilos de ventaja, de donde el dicho: ' Le lleva la e tc ., enred~ndose e n Sll S patas .
BO\IBAC H..\S. Pa ntalones anchos . ajustados e n los tobillos, de uso rural rio pl aten se desd e la
media arroba' ... ". J " . déC":\da de l siglo XIX hasta la actualidad. que han sido p redil ectos d e estancie ros , capataces .

BO~IBAS. Piezas de plata casi


mayo rdomos, trope ros, peones , e tc.
esf~ncas, huecas, que se usaban e n cabezadas , bozales Y otras

pre nd as de l recado. .
BO:-IBILLA. Tu bo de metal con un en sa nchamie nto e n su extremo distal de forma almendra­
d a y pe rforad o, que sirve para beber la infu sión ll amada mate, la bebida nacional.
BOTA DE POTRO . T ub o de cue ro crudo en te ri zo . sacado de las extremidades de yef(unos.
bovinos y otros , Y usado co rn o calzado rural e n e l su, d e l. Aro 'rica Me ridional.

407
406
BO TO N. Fin o trab ajo de tie nto .
bozal~. cab re't o,.
cab eza das . man eas . y que ado pta e,a fonna y tien e ese U50 en In, pres
CR IOU -O. LLA . Adj .
Dic ese de l des cen die
otra . pre nte de extranjeroS. nO
Apli~.se ~
BO ZA l- Pie za com plej nda illa s de e n las reR ion e, de l
tra~ y de lujo. a que .e pon e al cab s del recado crio ll o. PI.t •. U. t.C.$. sien do americanoS. nac
ido
al lo en la cab eza para riam e nte de reRione s
nO "me rit'. n... . se han los "ni males o pro duc tos que . pro ced w nd
BR AG AD O. Pel suje tarl o. Lo. hay de u n"~I".·
t"n,~,, ~n
tr.Id iclo nali zad o en las
na de sob re pel o: col aje de cab allo que con sí,t e en una gran del Plata . Apilt-," c
ora do. osc uro . zaino. man cha blan ca en la <.:OSilS.
CU CH ILU . Ser ran ia ,1
alu án. gate ado . etc. entrepie r­ baja de l. Rep. Ori enta
l del Uru gua yo la Prov
Rios. . Arg enti na de Ent re
CU CH ILL O. Ute ns ilio

e tam año s . se le IIa.mó:


daRa.
de todo \ISO y arma
de gau cho s y paisano Según sus formas y
CU LER O. Cub re-c adepuñ al. facón. caro nero . verijero. filingo.
ras de cue ro curtido etc.

(ge ner alm ente de carp


s.

m\l slos del Ra\lcho Y inch o). que proteRia lo,

el pais ano . en cier tas


faen as del cam po·
CA BEZ AD A- Par te de
cue ro con pas ado res la brid a del ape ro crio
llo. Tira de cue ro cru do.
cab eza del cab allo y serv
de plat a, o .de can ebo
ia par a suje tar el freno.
nes . cad enil las. o plac de tien tos tren zad os.
as de plata, que se pon
o el boc ado o riendilla.

de
ia e n la
eH

CA BEZ AD AS. Cab eza


les. Fus tes del lom illo CH AL A. Hojas que env
CA BR EST O. En esp O recado. uel ven la mazorca del
d~ 1... cua le. se abr
allo l cab e.tr o. Tira de mal z o cho clo. se usan
ocha la a.rgolla del bozal cue ro crud o. con pre s para armar los cip rril los como pap e l de fumar
ill as en su. extr emo s. de taba co en rollo .

en el pal enq ue. o el fiad or. y la otra sirv en una


e par a pre nde r o atar CHAMARRA. Cha que
el cab&.llo
ta.
CA CH IMB O. Pip a ord CHAMBAO. Vaso de
inar ia.
CA LA MA CO . Tip o de
pon cho . Red ond o. cort
CH AM BER GO . Gac ho.gua mpa ·
Som bre ro bla ndo de
CA LZ ON CIl LO . o y de color rojiu>. CH AN GA NG O. O cha lana o fieltro. de alas
ran go. Gui tarr illa pop y copa regu lare s.
fleco. y con bor dad o. Cri bad o. Anchos calz one . de lino o crea. de pier ular hisp ánic a de cinc
o órd ene s de cue rdas
com ien zos del actual.
o pun till. ... que usó
e l gau cho y el pai. ano nas la.rgas. term inad as
des de el Siglo XVIII.
en
b les . fo lklo riza do en
Am~
CR AN GA DO R. S. ric M. aDen
mer idio nal. do-
hasta omi nac ión anti gua de
CA MP AN A. Est ribo los gau cho s. Vaquero
de. De form en la épo y aco piad or de cue ros
Car act, eris tico s de la a muy part icul ar. se CHca APE colo
AOnia\ . piao . cha
equ itac ión gau cha en hacfan de plata, metal . Cha pea do. Rec ado de mon
la Rep . o. del Urugua blan co. hierro. tar crio
CA NE BO NE S. Tub itos y. y oro O met al blan co. llo cua ndo es ado mad o con plat
de plat a ach atad os. uni a . plata
crio lla en fiad ore • • pre dos como esla bon e•• muy CH IFL E. C uemApe ro de lujo.
o vac uno que LlA mase tam b ién
tale s. cab eza das . etc. de uso en la plat eria
Ten ía el extr emo mtl.s serv ía par a lIevIU "he rraj e".
¡¡'lu ido . en viaje (agu
CA NS ER A. Can san cio anc ho o bas e cerr ado a. agu ard ient e . ctc .)
. con una tapa de mad era
CA PA DO R Verijer o. ext rem o afinado O dist fija y un tapón de rosc
al . Se llev aba colgado ar en .u
CH ILE NA S . Esp uel as a la esp alda o en el reca
CA RO NA . Rec tán gul de hier ro y p lata. con do.
colo ca sub re las jerg o de cue ro cru do con CH INA . Mu jer de cam gra nde s rodajas en form
a. y deb ajo del lom ill su pelo . de suela con a de estr ella
o. cua ndo se en. i lla e rep ujad os. o de lone ta. PO de vid a des arre glad
CA RO NE RO . Fac ón l caballo. que se a. Ma nce ba. Com pañ
gra nde . que se usó entr era de la sold ade sca
cam pañCH a . IRI PA . S. M. en
CA RPE RA . Mu jer de e la carona y e l recado. (Etim. de chir ipa) . Rec
vida tilci l. que apa recf pan talo nes por los hom úng ulo de tela de Jana
cam pañ a.
CE ÑID OR . Faja.
a en las carrera.• de <'1ID
allos ) otros festejOS de terc io) y comienzOS del
bre s rura les del sur de
la Arn~rica u otra. usado en luga
mer idio nal . entr e los r de
siglos X\' \I\ (u ltim o
XX; se cub rian con él cad
CIE UT O. Can ció n bajl eras . mu slo. y pier nas
CH .
Per icó n . ada . Baile folklórico de
His pan o Arn~rica Me ridi CHUPA . Cha que ta.
USP A. Rec Ipie nte o bol sa para
ona l . de la familia del ¡(Uardar los avíos de
CIG AR RO EN PLA TO ave stru z. llam ada buc fumar . se hacia de piel
. En los velo he. o de veji ga. Alguno de cogote de
a los hom bre s que que rio. en carnpa/la se solí s la \lam an guayaca.

dab an de noc he. con an ofrecer. hec ho. por CH UZ A. Pun ta de hier
mate. caf~ y caña. las muj ere•.
ro de la lanz a.

CIM AR RO N. Anima!
Ma te ama rgo .
o plan ta, que . iend o dom
htic o vue lve a! esta do
.a lvaje o libr e y narural.

·CI NC HA . Par te del


com pon e de dos piez necado que .irv e para
as: la bar rigu era y la suje tar 1"-1 jergas. caro
na y lom illo en e l cab
D
enc ime ra. allo. Se
CO CO TE RA . Fia dor DE SJA RR ETA DO R.
. Me dia lun a de hier ro
CO ]IN IlL O. Pel lón
colo rad o. o de colo r . Rec táng ulo de cue ro
neg ro o mor o natu ral. ovi no O cap rino con toda
su lana te~ ido de azu
vaq uer o primitivO Y
el gau cho u.a~on con 11\0. colocada en
para cort ar el garrón.
la punln de un palo .
jan ete . de los vacuno
que el
reca do. Se fab rica ron que .e usaba .ob re el lo cab allo en las faenas s. mon tand o a
tambi~n de piel lomillo para abla nda r DE SPE NA R. Deg de la vaq uer ia .

de gua nac o. o de "pe e


rico lige ro" (per ezo so). l as Ient o del
olla r o malar a un mor
m~s.
teji do de hilo y de lana ibu ndo para que no sufr
. o tambi~n de a
CO LA DE TA TU . Tip " hace rDIU Se lI.m .ba tam b"' n

o de reb enq ue. GEa NC


la obr lA
san ta".
. Car nJa je de cab allo
s para tran spo rte de pasa
jeros y con eo. en la cam
pa~' ,
CO MP AD RIT O. Gu apo DM SA . Cin !a de .ed
de las orillas sub urb ana a de co!or (cel este . blan
ins~ripci6n
s de los pue rtos pla ten hon dad a. de sen tido ca. colorada. tri<:Olor)
CO PA S. Hem i-e. fera .e•. patr ióti co o poll tico . con una
s de plat a Que se pon que se colocaba en
Su cara exte rna . ían a las patas de lo. fren redo ndo en la bas e de
os ant igu o. en el cen tro .om breDU
ro. ELO . Des afio ent re Raucho la cop a del
CO RR AL ER A. Cha que de . a cuc h ¡Jl o. usa ndo
ta corta o blu 5a de trab los ponchos arrollados
~o. en el campo. izqu ierd o. a gui s- de en el ,nte bra zo
CO RR EA S . Par te de esc udo
1... esp uel .... de cue ro
CO RV O. Sab le de cab o cad enil las de metal.
alle ria en las Gu ern Que las man tenl an .uje
. de la Ind epe nde nci tas.
CO SCO JA. Rue dita a.
den
fren os. par a Que el
len gua . un son ido par
tad a que se pon ía en el cen
cab allo insa liv..... y se tro
refr e.ca ra la boca; pro
del pue nte o boc ado
duc e en el rodar. mov
de los anh guo s E
ticu lar llam ado coscoje ido por la
CR IOL LA S. Jine tead ar. y el anim al aco stum brad o a hac erlo ESLABON. TrozO de
as de potr o5 y/o vacuno . co.co¡ero. hier ro o acero. Ren eml
•. men te un ped azo de lim
el ped ema l y enc end
er la yesca. Parte del
yes que ro .
a. que servi .• para ~olp~,H
408
ESTANCIA. Establecimiento rural dedicado a la ganader ia e n e l área platen , e .
ESTRIBERAS. Tiras d e Cuero que unidas a la acc ionera del recado , si"en para Sosten e r los
es :ribos ..\-fu c has veces se ado marC'n COn tubos de metal blanco llam ados pasadore s de estribe ra ,
ESTRIBO enfTe
DE BOTO¡\,.
L
pie afirmándose el dedo D e cuero
gordo y elcrudo, de cuern
segundo . o, hueso, o un pa lito e n el q ue se ca lzaba el

F LAGARTO. Tipo de !atigo usado por los cll<lrteadore, de diligen<ia.


,
LANZA. Arma que el gaucho usó en ¡... guem.., consiste en una punta o chuza de hierro, con
FACON. Cuchillo grande del gaucho JI' foona de daga, COn filo y contrafilo . o sin moharra, que se sujeta a un palo largo (2,50 a 3,50 ms), o caiIa dura.

chirip~,
FAJA. Cin ta tejida de lan a; etc. , de unos 10 cms. de . n, ho y 2 mts. de I. rgo, que Se a rrollaba a LAZO. Tira de cuero crudo, torcido o trenzado, con una argolla en un extremo y una pres illa

la Ci ntura y s irvió para sujetar los calzonCillos, bom bachas, e tc., de ga uc hos y paisanos . en el otro; con la que se fonr.a un nudo corredizo o armada y 'e u:sa para atrapar, entaz..r por pIes o

cabeza., vacunos, caballares, ovinos, etc., en las faen ..... camperas. Se uSÓ en forroa semejante en toda

FIADOR. Collar de cuero, o COn adornos de chapas de pl ata, d e l apero a ntiguo, o d e l actua l la Am~rica Esp.mola, desde California a Ch ile, hecho en diverso.. materiales (cuerda de cáñamo,

)
de lUjo, qu e Se usó para sujetar e l caballo por medio del cab res to, man e ador o a tador.
etc.) y con varios nombres (re8'a. pealeo, etc ,).

ca.
FIRMEZA, LA, Baile popular rioplatense , de pareja suelta e independiente y carácter picares. LEON . Puma. )
UGAS. Cintas tejidas de lana, sed" o algodón, o ~rn. de cuero crudo de tiento< trenzados,
FLETE. S .M. (etim., de los antiguos veleros livianos y rápidos). En las áre as ru rales de 'a
que sujetan las cañas de las botas d., potro, aJustándolas a 1. pierna.
O
)
cuenca platen se se a plica al cabal lo corredor ca n grandes dotes d e velocidad .
LOMILLO. Llamado tambi~n basto o rc""do, l. silla de montar propiamente que caracteriza )
el apero del caballo de los gauchos.
G LONJA. T ira d e cuero crudo. Azotera de rebenques y taleros. Lonjazo - re bencazo. )
LONJEAR Quitarle, a filo de cuchillo, e l pelo al cuero crudo.
)
GACH
d e aO.caba
Sombrero blando, e l fiárea
si nos dd¡;, el ITori, oplate nse.a nchas, que Can barbijo, u saron y usa n los
de a las
hombres llo, campe
LL
G ALLETA
mate de . .ri
la Re p . O \Ienta
a te de
l decalabaza natural, de forma redon da y ac hata da tran sversalmente. Típ ico
l Uruguay.
GARRAS. Conjunto de las p ie zas de l ' apero o recado. LLORO NAS. E s p ue la s llamadas también nazarenas, de grand e s piernas, rodete, é'ihuelo y
ro daja; llamadas asi por e l chirrido q ue éstas hadan al caminar arra.s Wndolas. Se haclan de p l .•m,
GATO, EL Baile POpular tradi cional rioplatense, de ai re vi vo y pareja s ue lta e independiente. b ronce y hierro fo rjado . C aracteristicas d e gauchos y paisanos en la cuenca platense .
G AUC H O , Adj. U.t.C.s. (Etim. del galicismo técnico igual, del fran c és " Gauche", arq. ma te m. )
mar. e tc. por m a l inclinado, d e Sviado, d e sclllTiado). l. Califl <'Óse as i en el si¡;do X\'llJ a l homb re de l

río P a rdo po r e l es te , las an tiguas ~Iisiones


pu eblo rural d e las fértiles llanu ras d el litoral del Rlo de la Plata, e ntre e l Tia Paran á por el oes te , el
J esuftieas al 'norte, y e l mismo Plata y el .... tlá ntico a l Sur;
M )
\'aga b u ndo po r los cam pos. a veces faenero. asalariado o clande sti no. co ntraba nd ista de c ueros .
agre gado a las pri m itivas e stancias, háb il _iiroete , de costumbres y ve stu a ri o Particu lares, al que se M ALAMBO, Baile popular rioplatense. Zapateo. Desafio de hombre ••olos. Su nombr~ d e riva
)
d e tropas O milic ias irregu lares de cabalie ria. Ir. ~ás
calilicaba también de cha ngado r o gaud e ri o. Du ra nte las guerras po r la indep e ndencia fu e si nónimo
tarde Se aplicó y se aplica a un, e n general, a
todo e l ca mp e s inado d e d icado a l os tra bajos ganaderos en las regio ne s meridio na le s de Am érica del
d e un baile medicinal de los negros de Mozambique.

MANEA. Doble an ill o de cu ero crudo que sirve para suj<otar las manos O e xtremidades antc,ic­

)
Sur (Arge ntin a , Urugu ay y Bras il). !Ir. Vale hoy tanto como hombre ru ra l, muy d e a caballo, de la res del caballo . A veces se hada como un... esposas, de hierro.

re g iÓn p late nse; se ap li ca tambi én a l qu e e s muy hábil en las faenas ga nad e ra s y d e l cam po y MANEADOR. Larga '0'1a d e cuero crudo que serviD para atar e l caballo o sujetar y trabr di

también por ext. a l q ue es generoso u hosp ita la rio (neolog. ga uchada).


~ntig>la calificaCiÓn que se daba a los ga uchos . E h m. de l portu.
po tro.

g Ués , por vaga bund o.Adj.


GA UDERIO. y vivi
U . dor.
t. c. S. . MANUA _ T ira fina de cuero en forma de anillo, que pasa por l. cabeza o mango del re benqu':
)
y sirve para llevar a ~ste colgado de la muñeca, de ,) caballo; o del mango del cuchillo, de a pie; o
GOULLA. Panuelo grande, de seda, usado por ga uchos y paisanos . de un clavo o percha en el rancho. liLa más ch ica de las tres boleadoras, que se lleva en la mano )
mientm.s ' e re volean las otras dos, se lI..ma ..manij....
GORRO DE MANGA. O Frigio. T ocado de tejido o d e te la e n fom1a d e tu bo CÓnico, que
USaron gauchos y orill e ros, d esde fi nes del s iglo XVIII, hasta algo más d e mediad os del XIX.
MATE. La bebida "nacional" 1>Or antonomasia en la cuenca del PI.ta. Infusión de las hoja s )
GRINGO/a. Adj. u . t. c. s. Ex tranje ro.
molidas del "i1e>: paraguariensi ," (St. HiI. ) y agua caliente, con o si n azúcar (cimarrón). C.I.b:ua
GUAICA. Tipo de cinto o tirador.
(\ageruUia vulgans • Linn.) en que se prepara dicha infusión, u otro recipiente destinado a esos fln o.:.'
G UA.\fI'A . Cu e rno, a sta.
(plata, porcelana, "te.).
MEDIA CA~A. Baile popular rioplatense, de 18 famili. del Ped<'Ón .
G U ER RA GRANDE . Conflicto rioplatense COn intervención extranjera (fran ce sa, ita lia na, in.
g le sa), que se dilu ci dó p r incipalmente en nuestro territorio, entre 1838 y 1850. MOHARRA. Medid luna de hie rro con filo que se pon!. en la base de las chuzas de 1",
h"zas
H criollas .
MULERO . Freno . Para mulas u otros animale. de boca dura. Parecido a un heno de e·,.rro ,
Arti cu lado e n el bocado y con grandes argollas por pata•.
HA C E R LA O BRA SANTA. DeSpe nar.
N
J NACO, T row d e tab8C1) e n rollo o en cue rda. Excremento.
NAZARE NAS. U orona3.

ta mbi éJERGA, Mantita


n abajera, bajera.de lan a q ue se pone so bre e l caballo al e m pezar a e ns illarlo. Se le llamaba
o sudadera.
p
P AISANO/•. l. f. u. t. c. adj. Ho mb re o mujer de campo de la regió n plate nse . Ro pa p.".na.,
vestuario rural .
410

411
",,, PAJILLA . Somhrt'm el.. P"j" el" ECtI ..d or o Palla "' ,i, d" " 'as ant·ha., n .IIlRo't.,s y "op. _It¡¡ o
plate
baja . nse. '"el" , '" ' ·ar",·teri., tim de ¡¡atl"hos y p';',uno., de ,.., zon ... de l litordl
<¡ U". "On har"ijo ele
antiguos harcos \'e le ro.'ii de pue nte ahie rt o . Cana!"HI Re nerlilmente de paredes de-barro y tet.' ho de p.lj.\
''0 ' ~' (.' uems, de dos agua~ . de las .í. rea.'i (·;.\mpeSiIlH'i. y urbanas de h\ reg'ion platen"'c .
PALENQUE. T res 1'1110 ." do., oluvado., ell tierra y nno horizontal nni "ndolos. donde se _tan lo.
Ar ar~o
,·uh"JiIIo.,
a.'i , . pant .~lIjE'tar:
fr" " te " ' paytioa man
de l .'iHr
r""cho , 1.. p ul perí•. etc. Palo ¡¡rlle.,o da "ado e n el ''OITOI. con ' o s in
JnoS POtros.
RASTRA. Abotonad urrt de moned., unid.,. O botones gauchesco,. o de confección de los
platems t'n)) ronnll.. diversas (en plau<. plata y oro. metal blanco, bron~. etc.) 'l ue servia pam t'e rrar
el t'i "ln de ti",dor sobre el ..bdomen.
8 ..
~f"xit'O
PANZA DE BURRA. Somnrero. Que' se nada ('(ln el " lIero de la ba rriga ' de estos y OlTos
anima les . Usóse en Amt'rÍt'll Española desde a Chi le, " " lo., siglos XVIII y XIX.
~BENQUE . ultigo típico de 'a región rioplatense.

servi~
RECADO. Retlludo. Conjunto de las prendas pRrR un fi n determinado o labor: recado de

cabezadas
tientos de , las
riendas,
mismasbOZll I. (1Ibresto.
u otras prendasett·.
deldelT.mbi~n na
PASADOR. Tunito de plalll o metal bldntv, o plata "On oro. 'l ue
apero.
recado. se
para adornar la,
m.. llSf a adomo.< o refuerzos de
eserih ir, de montar. etc. La, p il chas de ensillar el caball o. En sentido reslTing ido sólo e-l lom illo o
sil la de montar de l gR ucho y el paisano.

PATIO. Playa, limpia de pasto y maleza.. frente ~l ra ncho o entoe las "casas" de la estancia.
RELACION. Verso por cuarteta o segu idilla en forma de di.Hogo enlTe hombre y mujer en
. I¡{u))os bailes criollos (p. ej .. pericón con re laciones. chamarrita con relaciones , etc.).
Estado. RETOBAR. Forrar e n cuero cmdo, húmedo que se ajusta perfectamente al secarse. Se retoban
PA. TRIA. Pon('ho de bayeta azul <'on el forro ('Olorado. Caballo de oreja COrtada. propiedad del
los ",anl(os de rebe n'lues. boleadoras . mates . etc.

inde~ndencia en
Bu,
RODAJA. Rueda dentada o estrell. de hierro 'lu e sirve par. acicatear al caba llo y 'lue las
PATRIA
las l(1.e;".s VIEJA . de
artiguistas, 1811 •de1820.
Periodo la histOria nacional"'lue abort'a l. ¡¡eSI¡) por la espue las c riollas llevan . de gran tama~o (de 5 a lO cms de diJm.) insertas e~ los pihuelos.

re~nlista.
'"ej -

pul~rfas .
RODETE . Disco labrndo 'l il e lleva l. espuela crio ll a entre e l arco y e l pihuelo.
PAYADOR. Caucho cantor y compos itor-poeta Relator de "suced idos " en las
• el lln.edas
a ma n "payad"s
de las " . Noticiero parlante. Los desaffos de imprOVisaciÓn sobre lemas dados. se
• l"
'le Parte de l yesquero. TrOlo de p.edra. silex. usado para encender fuego percutido por el "slabón .
PEDERNAL

PELERO (o PELEGO). La jerga o sudadera Que se ponfa sobre ,,1 caballo al comenUr a
s
ens illarlo. Cuando se hacía COn Un cuerito de Oveja COn su lana esq uilada .
i~· PELOTA.
atravesa Artefacto
r curso.' de Que se
agua COmo ~quel\o
Un hacfa de unbote.
crudo. atado en las cuatro punta. y servía para
cuero SERENERO. Uno de los modos de IIsar. como cubrecabelas. el pa~uelo los gauchos .
PELLON. Coji nillo.
SIRIGOTE. Tipico recado de dos ('abe ,adas altas. cardcteriz.\Ote de la, ZOn~S fronteriz .•s de la
. . ¡d,
Rep . Oriental del Uruguay y el Estado brasileño de Rio Grande del Sur.
.\feridional.
PERICOsub-Tropical
UGERO. yPerezoso..\famifero
TempJad • .
desdentado. de costumbres arboricolas de l. Am"nca
SOBAR. Ablandar el cuero crudo. para hacerlo flexible y por extensión la chala para armar
cil(arrillos . Manosear. masajear.
interde~ndientes.
' ti<

n SOBRE-CH'';CHA. Tira de cuero Que servia pora sujetar los cojinillos y el sobrepuesto al
PEfUCON. Baile folklórico rioplatense. de parejas sue ltas e origJnado en
Ca
a nlJl(1.as
trada nc fsticas.
seguidillas espallolas. a cuatro y a ocho. del siglo XVIII . COn inlTomisiones coreográficas ,·"u.dlo. Como la t·lnt'h. t'on,ta de dos partes IInidas po r ar~ollds: la enc.mera de l mismo material
del sobrepuesto)' la barriguera. tira fina de cuerO crudo.
prAL. Tiro de lazo Que se ha"" a las manas del animal.
SORTIJAS. Carrera de: prueba de habilidad ecueslTe carRcterist.ca del .mb.to rura l riop laten­
PIHUELO. Parte de la espue la do nde se sujetan y giran las rodajas.
se. COlls lste en ensartar, con un palito llevado en alto en la mano dere<.' ha, una ar~ollJ o 50rtl);)
PILCHA. s. f. Prenda de uso .
colocad" en IIn arco , y a toda carrera de l caballo.
PINGO. Caballo de aprecio o buenas cualidades .

PITADA.Fumar
PITAR. Fumada.
.
cantidad de tabaco justa para armar Un cigarrillo o pitillo.

160' PITILLO. Cigarrillo. pucho.

T
PITO . Pipa. C"t'himbo.

TABA. Hueso astr.galo del vacuno . con 'lue se hace un Juego de azar . en el :"ea rural flopla·

Me
lisa Cubriendo el torso en las lonas rurales de la Am~rica
PONCHO. Rectllngulo de tela de lana u otra. COn un corte' ""n ITa I para pasar la cabeza, Que se

Española. de Mhico a Ch'¡e , desde e l


s.glo XVI !l. y hasta la actualidad en Argentina. Uruguay y Sur de BI)ls il.
ten se . ) Que da .. suerte .... o "culo " seRún el lado Que caiga al ser arrojddo a l aire en la " cancha" o
pl"~ o, pre par.do .1 efecto.
TABACO E:" CUERDA O ROLLO. Tabaco negro . fuerte. preparado de modo especial. de uso
<{lo PONTEZUELA. Pieza de metal (ge neralmente plata) en forma de media luna invertida. Que
e,tendido en la campa~a rioplatense.
unia los e'lTemos inferiores de las potas del freno evitando que el caballo. enfrenado pastara.

TABACO ~EGRO. Tab.co del Brasil.


, X\ ' a zonRPORONGO.
rio¡¡rande",e.
Calabaza natural o mate de forma redonda. COn "cola" y boca gnnde. Tfpico dIO TALERO. Tipo de reben'lue .
TIENTOS. Delgadas tiras de cue ro crudo, cortadas a cuchillo. con que e l gaucho y el pai sano
PORTEÑO. s. m . u. l. c. adj..'·.tural del puerto y ciudad de Buenos Aires .
de- 1,.\ re~lóll platense' haeen pTlmorosos tejIdos )' otros tsaba~ de artesania o para uso dlllTlo En el
'uerte ne hostería en el cllmpo. Tambi~n
POSTA. Casa donde se cambiaba n caballos a las d ilil(encias . Era a la vez bar. a lmac'n }'
funcionaron alli las primeras OfiCinas de COrreos .
siglo :-'''''111 los "hento," sustituyeron al alambre. clavos, tomi ll os. etc.

1'0.
h .te:11I tttnís.
PRETAL (PECHERA)_ P.lcna del a~ro
destinada a evitar Que e l recado o 10m'¡lo Se corra
TI G RE. Jal(11ar y Yagu.".t é
TIRADOR. Cinto c"rac-teró>tito de los ~auchos .
PUCHO. Cigarrdlo: re.<to de. Desperdicio. Lo Que queda de .ll(1lno ''Osa. TOCARLE EL VIOUN . De¡¡ollar a l enem'go.

campa~. y los pueblos


vis \ TRES MARIAS. BoleRdoras (Tres ch inita s)
PULPERIA.
de la "1><'(:. Almac"n
colonial. de los
Era PHnI ramos gelle",les
¡¡aucnos y d"'pacno
1111. mezda de ybebidas
ne bar club . de l. TUSE. Corte de las cnne. del caba llo, hecho a cuchdlo o con t,jera especia l. muy del ~II5to
R re~,ol\.". H"y vari as formRs o hlSos o de co~ot "lo . barquillo. etc.

BL

2.­ RANCHO. .<. m. etim. del I"g.r nond" <~ renni. l. lTiPlIlac-illn • "OOJer y domlir en los
v
!Ir ...... ~.
VAQUERIA. Sitio donde llie re\lJliH. el p:amldo ('¡mA.rrÓn, par.t desj.t rretar"-. n\ilt.lT~Ct elufh~ ....
412 / / .. \ ". 1 .¡: ,,~

-: ~¡J'/,1-"';'~' .
,~
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350
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si¡do :\\' 111. • Suarez, Gregorio (Goyo) 135
REVISTA DE BUENOS AIRES .
VAQUERlA DEL MAR. G Tomo 23. 11170. "Inrorme fiedlO al Virrey sobre el reparto de l>I'erras y pnado en l. Banda

Alto Unl ~lI"y l 're<\fon en nuestro t Oriental" . T

litoral. nU\'i,,1 y"márino y donde h. RODRICUEZ MOLAS, RJCARDO. Tani Mariano : 179

nes para 1• .1 estáncias de aquellos "Realidad Social del Gaucho Riopla.tense" (1653· 1852). Santa Fe, 1963.
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muchas veces se hacia con palo pa "Voyage a RicrGra nde do Sul", Orl eans 1887.
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ZAMBA REFALOSA. Baile pop


independ iente, con pllñuelos . De ai""
ZAPATILLAS. Bolsas de cuero
eMbolia s para eyitar Que se despe aran e
FUENTES Y REPOSITORIOS
CONSULTADOS
Archivo General de la Nac ión, \to nte\'id eo.

Archi vo General de la Naci ón, Bue nos Aires.

Archi vo Cene ral de Indias. Se\'ill • .

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Biblioteca y Archi vo, Ferna ndo O. Ass un>-io.

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