76
—;Por qué no viniste al casamiento? —me
pregunts,
Me encogi de hombros. No sabia qué con-
testar. Pero también sucedfa que era la primera vez
que Juliana se dirigéa a mi tan directamente, y que-
tia hacer durar el momento todo lo que pudiera,
—Decime —it
—Ala siesta me gusta leer —dije, y me pare-
ié que mi vor era la de un nifio muy pequefo.
Juliana sonrié y se me acercé, No pegé su
boca a mi ofdo, pero yo senti que su voz entraba
en Ima.
—No me gusta Cristian —me dijo. Y
se fue.
Niyo le volvé a preguntar ni ella me volvié
a hablar. EI noviazgo con Cristian duré por lo
menos un afio més, continuaba cuando yo dejé de
iral club,
Por qué me dijo eso? :Y por qué segufa de
novia, sino le gustaba?
Es el dia de hoy que no he logrado resolver
aquel enigma, ‘Tampoco pude olvidar su frase. Tal
ver algiin dia, por un milagto, me la encuentre y
le pida que me explique cémo es la vida.
Cl hedtize
ds Baljacar
T
Las REPETICIONES DE BALTASAR
Desde tercero, Baltasar repetia una ver
cada grado. Tercero, cuarto, quinto. Cuando repi-
ti6 quinto, el director lo mandé
—Baltasar —le dijo el director—, no ten-
80 quejas en tu contra. Tu conducta es excelente.
Y, extrafiamente, te quieren tanto tus maestros
como tus compafieros. Pero todos los afios repetts,
La segunda vez. que cursds el mismo grado tenés
buenas notas. No excelentes, pero si muy buenas.
—Si, sefior director —tespondié Baltasar.
—@odrias explicarme qué te pasa? Me
gustaria poder ayudarte.8
I
‘Las RAZONES DE BartasaR
—Es imposible que usted pueda ayudarme
—dijo Baltasar resperuosamente—. Pero me ha
hablado con tanto carifio que intentaré explicarle.
El director se recliné en su asiento'y Balta-
sar comenzé su explic
—En segundo grado, Nicanor Lambez me
robé una goma de borrar. No pude comprobarlo
y mi acusacién no basté para que me la regresara.
Lo tinico que podia hacer cra comprarme otra
goma y protegerla mejor. Lo hice.
El director apreté un botén de su interco-
municador y pidié un té sin dejar de escucharlo.
—Pero el dolor que me provocé la péi
Ia forma de Bart Simpson) no tenfa remedio. Esa
goma con la que me habia encarifiado, esa mis-
ma, no podia comprarla nuevamente, Ni tecupe-
ambez la habia destruido y tirado, Usted
‘Tenés un consuelo: la experien-
cia; seguramente cuidaste mejor tu segunda
goma”,
El director asintié, como si eso hubiera sido
precisamente lo que habfa estado a punto de decitle.
Entré la mujer de la limpieza con un té.
9
—,Querés tomar algo? —le pregunté el
director a Baltasar.
No, sefior director —dijo Baltasar—.
‘Muchas gracias.
—Continud, por favor —dijo ansioso el
director luego de beber cautelosamente el primer sor-
bo de té.
—La curstibn es que no tuve oportunidad de
proteger mejor mi primera goma. No pude regresar al
momento previo a que Lambez. robara mi goma. Y lo
mismo me ocurtié con ottos suftimientos: Baigorrea
me pegé un chicle en el pelo, Algamis me rompié la
punta de la lapicera nueva, Robles me robé la figurita
mis dificil. Son cosas que nos pasan a todos los chicos,
y que también yo les he hecho a otros. Pero. spor qué?
No hay explicacién: a veces nos portamos mal con los
dems, y a veces los demés se portan mal con nosotros,
—;Pero qué tiene que ver eso con tus repeti-
ciones, Baltasar? —pregunté el director.
Il
2A USTED NO LE GUSTARIA?
—:A usted no le gustarfa volver al momento
previo en que le sucedié algo malo ¢ impedirlo?
—pregunté Baltasar80
—;Con una méquina del tiempo? —pre-
gunté el director divertido.
—Yo descubri una méquina del tiempo
—dijo Baltasar—. No funciona muy bien; pero se
puede usar.
El director lo invité a continuar con un
movimiento de cabeza.
—Descubri que el tinico consuelo posible
cuando me sucede algo malo, es que nunca me
haya sucedido. Imposible, ;no? Si ya sucedi6, ya
sucedié, Pero yo querfa volver al momento previo:
impedir que Lambez me robe mi primera goma,
impedir que Baigorrea me pegue un chicle en el
pelo, impedir que Algamis me rompa la punta de
la lapicera. Nunca pensé en vivir dos veces cada
afio de su vida: uno como un ensayo y el otro de
verdad? Imagfnese si nos permitieran ensayar toda
nuestra vida antes de vivirla por primera vez.
—Vos lo dijiste —observé el director—.
Es imposible.
—Repitiendo de grado, tengo la ilusién
de que vivo dos veces cada afio. Uno es un ensayo,
el otro es de verdad. No importa lo que me pase
en el de ensayo, el de verdad es el otro. Asi, Lam-
bez nunca me robé la goma, Robles nunca me
robé la figurita, Baigorrea nunca me pegé un chi-
cle en el pelo...
81
—Pero vos records que eso si sucedié —dijo
el director.
—Igual que un suefio —dijo Baltasar—.
Pero no se preocupe, no estoy loco. Sé que nues-
tras Ginicas posibilidades son cambiar el presente
y el futuro. ;Pero a quién le hago dafio con mi
ilusién?
—Quizis a vos mismo —dijo el direc-
tor—. Sos muy chico para hacer algo asf,
—Nacer es todavia més raro, y nacemos
siendo atin més chicos. Si quiere tomar mis repeti-
ciones como una acto de rebeldfa, se lo acepto.
Pero tenga en cuenta, al menos, que no es contra
usted ni contra esta escuela.