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La revelación y experiencia de Yahvé como camino de conformación social del

pueblo de Dios.

Podemos observar que el pueblo de Dios desde el comienzo y en todo su trasegar


no se halla exento de enfrentarse a los retos y situaciones que todo colectivo
humano experimenta en el proceso de consolidarse como tal, de adquirir una
identidad y establecer principios que hagan posible una convivencia armoniosa
entre sus miembros.

Y es precisamente este aspecto el que nos interesa recorrer brevemente en este


escrito a partir de algunos relatos del éxodo que nos aportan valiosas experiencias
narradas por el escritor sagrado que dan cuenta de dichas vivencias. Y que a su
vez nos hablan de la preponderante tarea que comporta el hecho de que el pueblo
de hebreo por su encuentro con Yahvé comienza a configurarse precisamente como
pueblo y es también este un testimonio fehaciente de la acción de Dios mismo. Por
tanto la religión de Yahvé y posteriormente el cristianismo bajo ningún aspecto ni
bajo de ninguna de sus expresiones puede considerarse o comportarse apático a
los distintos acontecimientos del amplio panorama social en el que se halla inmerso.

Así pues tenemos que la revelación de Yahvé al pueblo no acontece como un hecho
aislado ni mucho menos desconectado de la situación que vivía, como testifica el
relato de la vocación de Moisés en el que la razón de ser de la comunicación de
Dios a este mismo responde a estas palabras de Ex 3,7 “Bien vista tengo la aflicción
de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores;
pues ya conozco sus sufrimientos" Cfr (Henao, Dios narrado desde lo político,
2013)

Por ende el acercamiento de Dios a su pueblo así como su actuar en medio de él


comienza como un gesto solidario ante su calamitosa situación.

"Habló Dios a Moisés y le dijo: «Yo soy Yahveh. Me aparecí a Abraham, a


Isaac y a Jacob como El Sadday; pero mi nombre de Yahveh no se lo di a
conocer. También con ellos establecí mi alianza, para darles la tierra de
Canaán, la tierra en que peregrinaron y en la que moraron como forasteros.
Y ahora, al oír el gemido de los israelitas, reducidos a esclavitud por los
egipcios, he recordado mi alianza. Por tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy
Yahveh; Yo os libertaré de los duros trabajos de los egipcios, os libraré de su
esclavitud y os salvaré con brazo tenso y castigos grandes. Yo os haré mi
pueblo, y seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios, que
os sacaré de la esclavitud de Egipto. Yo os introduciré en la tierra que he
jurado dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, y os la daré en herencia. Yo,
Yahveh.» Moisés dijo esto a los israelitas; pero ellos no escucharon a Moisés,
consumidos por la dura servidumbre." (Ex, 6, 2-9)

Además resulta pertinente prestar atención a la carta de presentación que el autor


sagrado realiza de Dios mismo; su identidad. Así pues en primer lugar tenemos a
un Dios que se preocupa por la libertad de los israelitas, su redención, su
conformación como pueblo y la tierra en la que han de morar.

Pues como reza el versículo nueve de dicho texto el pueblo sometido a la esclavitud
no es capaz de escuchar la voz de Yahvé, por ello ha de salir a su encuentro ha de
ir al desierto; lugar que por no ser centro de interés ni ambición de nadie se configura
como lugar propicio para la comunicación de Dios, es este el único interés que un
hombre puede perseguir allí. (Henao, Curso de Pentateuco, 2017)

Por tanto de frente a la cuestión que nos interesa observar, tenemos que el pueblo
de Dios solo podrá considerarse como tal en cuanto sea libre, siendo libre pueda
entrar en comunicación con Dios y posea tierra en la cual habitar.

Tres cuestiones puntuales que hacen referencia a condiciones vitales que este
colectivo ha de conquistar. En primer lugar liberarse de la opresión a la que los
egipcios lo han sometido por una servidumbre que se ha convertido en esclavitud,
por ello los israelitas deben abandonar el lugar de tiranía y esto se constituye como
el primer reto; liberarse de quien ejerce el poder de forma tiránica renunciando a la
comodidad que implica una cierta seguridad que a cambio le impide configurarse,
reconocerse y crecer como pueblo.
Pero ellos no escucharon a Moisés, consumidos por la dura servidumbre." (Ex, 6,
2-9) por ende el segundo peldaño a conquistar por parte de los israelitas es expandir
su conciencia a condiciones distintas, ya que como el autor sagrado expresa en este
versículo, el lugar de servidumbre ha ensombrecido el panorama de Israel; es difícil
para ellos contemplar un horizonte distinto, el lugar de esclavitud apaga toda
esperanza de cambio. Ante ello la palabra de Yahvé irrumpe invitando a caminar
hacia condiciones distintas. No obstante un grupo humano que ha experimentado
la escasez y lo cruel de la tiranía al parecer no está listo para asimilar la propuesta
de Dios que presenta una posibilidad de vida radicalmente distinta.

No obstante el desierto también se ha de constituir como el espacio en que el pueblo


ha de aprender a configurarse como tal, pues el llegar a ser el pueblo de la
propiedad de Yahvé implica llevar como ADN social una dinámica que haga posible
la vida de una manera radicalmente distinta en el que aspectos como cualquier tipo
de esclavitud en nombre de cualquier divinidad o de los hombres quede abolida:

"«Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa
de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás
escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que
hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te
postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios
celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me odian," Ex 20, 2-5

También en este espacio se ha de aprender a vivir el espacio vital de la familia en


el que al padre de familia se confía el bienestar de su familia y el deber de velar
también por una actitud ética adecuada del bienestar de la familia de los demás:

"Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás
todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu
Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu
sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. Pues en seis días
hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo
descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado. Honra
a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que
Yahveh, tu Dios, te va a dar." Ex 20, 9-12

En tercer lugar el desierto ha de ser también el lugar en el que se ha de aprender a


regular comportamientos relacionados con el ámbito social en general en aquello
que reguarda a la integridad del otro y las propiedades, fruto de su trabajo.

"No matarás. No cometerás adulterio. 15.No robarás. No darás testimonio


falso contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la
mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada
que sea de tu prójimo.»" Ex 20, 13-17

Finalmente el entrar a poseer la tierra prometida:

"He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta
tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel, al
país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los
jivitas y de los jebuseos." Ex 3,8

Tierra que representa el lugar en el que el pueblo de Israel podrá recrear sus
espacios y tiempo como expresión del pueblo que es pertenencia de Dios. En la
tierra prometida el pueblo de Dios va a buscar configurarse como el pueblo que elige
la vida y el bien. Dt 30,15

Por tanto a partir de esta breve revisión es posible traer a colación la importancia de
tener en cuenta en los distintos procesos de fe que toda autentica experiencia de
Dios ha de ser siempre una vivencia que apunta a la conformación de una
comunidad que en razón de su fe se edifica como una colectividad generadora de
vida.

Y ante una generalidad que tiende a las alternativas de tipo solipsista resulta muy
útil traer a colación esta experiencia fundante del pueblo de Israel que nos invita a
recordar que toda autentica experiencia espiritual ha de desembocar
necesariamente en bien de la colectividad. Y esto a manera de antídoto frente a
alternativas espirituales pseudocristianas que tienden a recluir al hombre en un
estrecho laberinto en el que difícilmente se beneficia de la dinámica colectiva ni
tampoco aporta a la construcción de la misma.

Finalmente es posible concluir, a partir de lo acotado, que el pueblo de Dios y su


cotidianidad son el lugar teológico por excelencia en el que sin mucho esfuerzo ni
lecturas artificiosas se ha de hacer posible percibir la medida en que el Dios vivo ha
logrado permear e instaurar esa senda de vida mencionada en Dt 30,15, por la que
la comunidad ha optado por seguir al Dios de la libertad y la vida.

Trabajos citado
(2009). En Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclee de Brower.

Henao, J. A. (2013). Dios narrado desde lo político. Cuestiones teologicas, 192-215.

Henao, J. A. (2017). Curso de Pentateuco. Medellin: Universidad Pontificia Bolivariana.

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