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PARAFRASIS

Según Abab Faciolince, H (2008) hay un fenómeno cultural peculiar de la


actualidad que no se logra comprender y/o aceptar del todo: que determinado
número de personas capten la atención de multitudes con capacidades y
talentos comunes, lo cual deriva en ganancias excesivas mientras que otro
grupo pase desapercibido aunque su mérito y talento superior merece
distinción. Se justifica de esta manera: que un cantante de rock u otro género
musical sea más reconocido y sus ganancias monetarias sean mayores que las
de un médico destacado. Un deportista que obtuvo la victoria en uno de los
torneos más importantes de su deporte gana lo mismo que una persona que
estuvo largos años de su vida trabajando en una investigación para ganar un
reconocimiento como un Nobel, o en este caso, más que un docente en los
años de labor académica. Incluso un(a) cantante, no se desprestigia su talento,
sin embargo, su capital es mayor que el de un compositor de música más
estructura, elaborada y sistematizada.

Que una persona representa lo que gana, este es un artificio al que no se debe
atenuar, sin embargo en una cultura sojuzgada por un sistema monetario,
donde el factor que incide es la cantidad de dinero que se posea y el éxito que
este marque, es inevitable no tener en cuenta este patrón monetario. El mundo
del espectáculo, manejado por empresarios y negociantes se ha encargado de
exterminar la relación entre mérito y recompensa.

Los medios de comunicación, los cuales, someten a la civilización moderna con


tendencias a lo simple y a suplir los deseos de las multitudes, tiende a
enaltecer y engloriar figuras simples y sin talento. Se explica de esta forma:
un(a) actriz u actor de una producción cinematográfica o telenovelesca que sea
de una fisionomía atractiva o agradable, ya sea natural o estéticamente, es en
gloriado(a) por los medios de comunicación. Pero los medios de comunicación
en frecuencias sumamente menores tiende a encargarse de exponer a
personas con roles distintivos como una bióloga que con sus investigaciones
salva vidas humanas, que un geólogo que advierte sobre desastres naturales,
o de un historiador que expone los hechos más allá de lo evidente. Un
deportista que posea una técnica es más ovacionado que un matemático en
toda su vida o que un misionero que se destaque en obras comunitarias en una
selva. Aunque muchas disciplinas, personas y sujetos destacados no esperen
una ovación o un reconocimiento por parte del mundo, ya que su objetivo sea
más personal o por fines religiosos que derivan a la vocación del amor al
prójimo, esto no inhibe que sea desmedido en comparación de otros sujetos.
En cambio las personas que provocan una metamorfosis en la sociedad: un
biólogo, un inventor, un matemático, un ingeniero, su existencia se categoriza
por ser anónima, sin reconocimiento u ovación. Es habitual que se conozca el
nombre de personajes de la farándula y el espectáculo, como el nombre de
actores, deportistas, cantantes, sin embargo ¿es habitual conocer el nombre de
un científico o de un sujeto con un talento superior? Es más recurrente que se
conozca el nombre de personajes que abarquen disciplinas más comunes
como la escritura o la pintura, pero no de aquellos personajes que han
facilitado el desenvolvimiento del ser humano en la vida cotidiana, que han
mejorado la sociedad, que han hecho aportes en la salud, la electricidad, la
informática, aún los que hicieron posible los medios de comunicación los cuales
alimentan esta cultura consumista son otros sujetos anónimos dentro de este
paradigma. Pareciera que el ser humano no es capaz de enfocarse en lo
primordial y no en lo superficial.

Aunque esto puede derivarse de la envidia, pero no desde el enfoque de


conmoverse por tal desconocimiento ante personajes que lo merecen, sino del
poco reconocimiento que se les tiene, ante otros que por hazañas mas simples
son reconocidos y venerados. En conclusión, es incomprensible e inaceptable
tal fenómeno de la cultura moderna, en especial la entronización y la idolatría a
los personajes del mundo del espectáculo.

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