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Resumen de la lectura:

Del libro “américa latina a comienzos del siglo xxi” en el tema “Una visión estructural de la

dinámica económica de América Latina”, los autores Gilberto Dupas y Fabio Villares de

Oliveira señalan la conformación de un nuevo contexto global de liberalización y desregulación

de mercados que esto conllevaría la actuación de factores altamente des estructuradores.

Frente al total estado de desorganización de los mercados financieros, el gran crecimiento del

capital en los precios de los activos y la pérdida de la capacidad reguladora de las instituciones

internacionales, los países no desarrollados como gran parte de Latinoamérica estarían

obteniendo beneficios de la globalización manteniendo políticas industriales activas y

discriminatorias, claramente contrarias a las pregonadas por las bases del neoliberalismo. Una

vez producido el agotamiento de las políticas keynesianas, el gran capital habría iniciado una

búsqueda de nuevas fronteras de acumulación, resultante luego en fragmentación de

fronteras productivas. Junto a una América Latina de servicios privatizados e industrias

desmanteladas, las inversiones destinadas a países periféricos en el sentido de creación de

valor mediante la reducción de costos se dirigirían especialmente a China y a otros países

asiáticos.

Es tomada como advertencia sobre las modestas tasas de crecimiento y asimetrías generadas
por el modelo de desarrollo. Producidos los ajustes fiscales y la consiguiente pérdida de
competencias, la ausencia de responsabilidades en la creación de infraestructura y la
desregulación de los servicios públicos serían consecuencias directas de las limitaciones
financieras estatales.

Asimismo, la demanda de bienes de consumo importados habrían facilitado los desequilibrios


internos. Si las grandes corporaciones adquieren una posición hegemónica en la región, la
participación de la deuda en el PBI de los países latinoamericanos resultaría creciente tras el
agotamiento de los ingresos por privatizaciones.

La realización de tratados de libre comercio con los principales bloques económicos del mundo
bajo una apertura sin reciprocidad se habría tornado gradualmente desfavorable dada la
retracción del ingreso al mercado estadounidense, básicamente dada por la exportación de
petróleo. Si el cambio estructural ha sido incapaz de recuperar la senda del crecimiento
mexicano, la estrategia de crecimiento también se vería opacad ante las ventajas competitivas
de los países asiáticos (bajos salarios, mayor calificación y mayor sofisticación tecnológica). Las
reformas no habrían cumplido con las expectativas de garantizar mayor eficiencia en la
inserción a mercados ni la reducción del gasto público se tradujo en una asignación más
eficiente del gasto. De aquí que la limitada tarea del Estado en resguardo de la cohesión social,
suerte de “vacíos institucionales del nuevo Estado”, se verían agravados en la discrecionalidad
de la Secretaría de Hacienda en el manejo de los fondos públicos y en la “trampa fiscal”, es
decir, los niveles de recaudación escandalosamente bajos que dan lugar a un régimen de
exenciones y privilegios

Investigacion formativa:

Ensayo sobre: las tensiones de los poderes del estado.

El Perú siendo un país definido original mente democrático, cuenta los 3 poderes que lo
gobiernan, también llamado poderes del estado los cuales son: poder ejecutivo, poder
legislativo y poder judicial. A lo largo de los años de gobierno del Perú hubo nunca serie de
tensiones entre estos poderes, intensificada en los últimos años por la corrupción, ese mal que
nos aqueja a la mayoría de nuestros gobernantes peruanos. Y también origininada por el
multipartidismo.

Latinoamérica, la poca tradición democrática, la combinación en su mayoría de partidos políticos

en conflicto, provocan tensiones unas con otra cuando estas llegan al poder. Desencadenando

por ejemplo una de la cual puede entenderse que fue desmedida y aventurada, el actuar de

Alberto Fujimori, quien en 1992 cerró el Legislativo e intervino el Poder Judicial, el llamado

“autogolpe” por su parte apuntó que el multipartidismo junto a diferentes mayorías partidarias

entre Ejecutivo y Legislativo, puede dificultar el rol del Congreso como órgano de negociación,
aunque añadía la importancia de la polarización y capacidad organizativa de las organizaciones

partidarias y de los menos posibilidades para miembros del Ejecutivo de mantener coaliciones

estables,

El Perú es un interesante ejemplo para el estudio de tensiones en poderes de gobierno, dado el

multipartidismo que le ha caracterizado desde la salida de Alberto Fujimori en 2001 y la no

conformación de miembros de un solo partido en su legislativo unicameral. A ello se suma una

baja institucionalización de su sistema de partidos y para otros autores quienes opinan que no

hay un sistema de partidos como tal en el país o bien es una democracia sin partidos,

respectivamente. Ello, además, partiendo de un sistema de partidos que en los años 80 estuvo

dominado por cuatro fuerzas políticas (APRA, IU, PPC y AP) y que entró en fuerte transformación

entre 1990 y 1993, con la irrupción de Fujimori.

Sin embargo, como muestra el período de estudio comprendido entre 2001 y 2016, la
inestabilidad en el sistema de partidos fue elevada, alcanzándose una participación media de la
población del 45% para los comicios presidenciales de este período, así como del surgimiento y
caída de organizaciones partidarias que si bien pudieron tener importante protagonismo
durante un mandato presidencial, al siguiente se vieron fuertemente castigados en términos
electorales. Asimismo, los grupos parlamentarios conformados a inicios de cada quinquenio
fueron cambiando de manera acusada, hecho que no obstante no fue uniforme en todas las
bancadas.

De este modo, el sistema partidario peruano se destacó por su baja institucionalización y elevada

participación en los comicios electorales por parte de la población, por importantes cambios en

la composición de los grupos parlamentarios y una alta renovación de diputados. A ello súmese

que las bancadas oficialistas de Toledo (2001-2006), García (2006-2011) y Humala (2011-2016)

contaron a inicios de cada período en torno al 32% de diputados de la cámara baja.

Este sistema de partidos podría afectar al desempeño del diseño institucional, y según el autor

máxime otorga al Congreso peruano la máxima puntuación regional en cuanto a capacidad de

control político al Ejecutivo, también unas facultades intermedias en materia constitucional y de

incidencia en la agenda legislativa.


Asimismo, puede entenderse que el régimen presidencial peruano contiene ciertos elementos

parlamentarizadores, dada la existencia de un Primer Ministro o Presidente del Consejo de

Ministros (PCM) y la capacidad del Congreso de cesarlo, al igual que a los ministros. El Presidente

de la República, por su parte, puede disolver el Congreso ante dos mociones de censura votadas

con éxito contra un PCM durante su mandato e, incluso, gobernar sin el Legislativo si la segunda

censura se produce en el último año del quinquenio.

Sin embargo, ¿Qué tensiones existe entre los poderes del estado el Ejecutivo, el Legislativo y
Judicial dado este sistema de partidos? El balance a este respecto, y en comparación con los
gobiernos existentes desde 1980, es contradictorio. Por un lado, y en lo referente al Ejecutivo,
las presidencias de Toledo, García y Humala se caracterizaron por una elevada inestabilidad de
los miembros del gabinete. Para este período de años, se contabilizaron 17 Primeros Ministros,
así como continuos cambios de ministros, donde la permanencia de los mismos superó
escasamente los 12 meses en promedio.

Puede decirse que un volumen importante de estas salidas se debió a la presión del Congreso,

el cual amenazó en reiteradas ocasiones con la presentación de mociones de censura, lo que

propició diversas dimisiones. Sin embargo, un análisis de la membresía de los gabinetes desde

1980, y bajo muy diferentes correlaciones de fuerzas en el Legislativo, muestra similitud a este

respecto, por lo que aparentemente el sistema de partidos no resultaría determinante en este

sentido. De igual modo, puede destacarse la producción legislativa originada desde el Ejecutivo.

En este sentido, puede apreciarse un creciente protagonismo del Congreso en la producción de

leyes, incluyendo a los grupos parlamentarios no oficialistas, así como la emisión decretos de

urgencia y legislativos, que decrecieron en un volumen importante con respecto al período

1980-2001. Por ello, tanto por la cantidad como por la categoría de la producción de normas,

puede decirse que el peso del Ejecutivo está siendo decreciente, aun albergando porcentajes

aproximados al 50% del total. A este respecto sí puede decirse que la configuración partidaria

en el Legislativo podría haber restado protagonismo al Ejecutivo y al Judicial.

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Por otro lado, puede cuestionarse la influencia del sistema de partidos en la labor de control
político desde el Congreso. El período de estudio arroja una baja revisión de decretos legislativos
y de urgencia, notables dificultades para alcanzar mayorías en interpelaciones y mociones, así
como para controlar los principales órganos legislativos y judiciales.

Por ello, pareciera que la elevada fragmentación afectan igualmente a los grupos
parlamentarios, no siendo fácil identificar bloques o coaliciones partidarias en el Legislativo
durante el período de estudio y que se desempeñaran como opositores.

A ello súmense gabinetes con escasa adscripción partidaria, coaliciones opositoras no fácilmente
identificables y enfrentamientos entre los ministros independientes y el perteneciente al
oficialismo.

Por tanto los últimos años convivieron Ejecutivos muy inestables en su membresía, con
decreciente protagonismo legislativo pero a la vez sin una clara oposición, que a su vez no fue
capaz de desplegar las facultades de control político que el marco normativo le atribuye.

Aparentemente, el sistema de partidos no afectaría de manera determinante y clara a las


relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo, ya que la comparación con períodos previos sugiere
que la respuesta a este desempeño ha de buscarse en terceras variables con mayor carácter
explicativo. Sin embargo, sí hubo efectos en la tarea de fiscalización del Congreso hacia el
Ejecutivo, encontrando la oposición dificultades para lograr mayorías alternativas a las del
oficialismo.

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