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El Arte de Mirar

QUENTIN MASSYS
Anciana grotesca o La duquesa fea
(National Gallery, Londres, c. 1513)

Solemos pensar al Renacimiento como un período consagrado a


la belleza y a la armonía. Esa búsqueda se nutría, sin embargo, de
una corriente alternativa y subterránea, que indagaba lo inesperado,
lo monstruoso y lo excesivo. En ella se inscriben tanto las pinturas
satíricas de Massys como las fisionomías grotescas dibujadas por
Leonardo, aunadas en la fascinación que ambos artistas sintieron
por la imagen de esta anciana grotesca.

«Anciana grotesca o La duquesa fea», c. 1513, 64 x 46 cm.,


National Gallery, Londres.

POR SANDRA ACCATINO «Anciana grotesca», reproducción de un

H
dibujo de Leonardo da Vinci, c. 1510-
ACIA FI NALES DEL SIGLO IV A.C, 1520, Royal Collection, Windsor. Hasta
Zeuxis, que había concebido la imagen de la más hace algunos años, se suponía que
bella de las mujeres, murió de la risa después de Massys había copiado en su pintura un
haber pintado un retrato de una pretenciosa an- perdido dibujo de Leonardo, reprodu-
ciana. Aunque ambas obras del célebre pintor de la Antigüe- cido luego por sus discípulos. Se ha
dad se perdieron, casi veinte siglos más tarde, Quentin Mas- constatado, sin embargo, que la pintura
sys (c. 1466-1530), considerado el primer artista importante podría ser anterior al dibujo, pues varias
de Amberes y uno de sus retratistas más prestigiosos, pintó correcciones revelan que podría tratarse
este cuadro, que bien podría ilustrar el efecto de extrañeza, no sólo de una creación original, sino
estupor y ridículo que causó la muerte al legendario creador. también que habría sido realizada a
La mujer que retrató Massys lleva un peinado en base a un partir de una persona que padecía
hennin doble, coronado por una diadema con perlas que sujeta una osteítis deformante en los huesos
una ligera tela blanca, un tipo de tocado que, aunque era habi- faciales.
tual en las mu eres nobles al final de la Edad Media abía a pa- Quentin Massys, «Perfil de retrato de un anciano», c. 1513.
sado de moda hacia 1510. Del hennin asoman indecorosamente Óleo sobre madera, 63 x 43 cm. Colección privada, Nueva York.
el pelo y las orejas de la duquesa, que parecen una prolonga-
ción de las irregularidades, relieves, granos, lunares y arrugas de comerciantes, “la clase más necia y mezquina … y, a pesar de
su rostro de orme de su cuello la o del ácido escote ue todo, son estimados como la gente más principal, sólo por llevar
coincide con la rosa que ella extendía, como una promesa de sortijas de oro en los dedos”. La anciana, en tanto, pudo ser una
entrega amorosa, al ostentoso anciano que la saludaba desde el de esas lujuriosas mujeres que, “enceguecidas y sin capacidad de
cuadro con el que originalmente formaba un díptico. verse a sí mismas”, no aceptan el paso del tiempo. “Viejas (que)
En los mismos años en que Massys realizó este cuadro, pintó se embadurnan constantemente el rostro con afeites, nunca se
un retrato de Erasmo de Rotterdam, el humanista que había separan del espejo, se depilan las partes secretas, enseñan to-
apenas escrito su «Elogio de la locura» (1511), la sátira en la davía sus pechos blandos y marchitos, solicitan con tembloroso
que la Insensatez proclama su triunfo universal. En una época gruñido sus apetitos lánguidos, beben a todas horas, se mezclan
en que las obras de arte solían ilustrar y vincularse con los en los bailes de las muchachas y escriben cartitas amorosas”.
textos de escritores y predicadores, las dos pinturas del díptico Desprovista de su compañero, la duquesa ofrece hoy su ca-
de Massys pueden comprenderse como una caracterización de pullo de rosa a los desconcertados espectadores que la obser-
dos de los prototipos de necios que integraban el séquito de an. omo si se tratara de un espe o de ormante acaso algu-
la Locura o Insensatez en el libro de Erasmo. El anciano que nos vean en ella sus propios deseos de perpetuar, con bótox, John Tenniel se inspiró en esta pintura cuan-
acompaña a La duquesa fea, inspirado en un conocido retrato cirugías, tinturas, masajes y gimnasia su propia perdida, añorada do concibió en 1865 a la cruel duquesa de
del ban uero orentino osme de Medici pudo encarnar a los juventud. «Alicia en el País de las Maravillas».

Sandra Accatino es académica del departamento de Arte de la Universidad Alberto Hurtado. Ha publicado diversos capítulos de
libros, artículos y ensayos sobre pintura europea, arte de la memoria, coleccionismo y artistas chilenos contemporáneos.

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