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El Papa en Sta.

Marta: ‘El dinero es enemigo de la


armonía’
Redaccion | 05/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- No se puede confundir la armonía que


reina en una comunidad cristiana, fruto del Espíritu Santo, con la
“tranquilidad” negociada que a menudo cubre, de forma hipócrita,
contrastes y divisiones internas. Así lo indicó el papa Francisco en la
homilía de misa de la mañana celebrada este martes en Santa Marta. Del
mismo modo, precisó que una comunidad unida en Cristo es también una
comunidad valiente.

Un solo corazón, una sola alma, ningún pobre, bienes distribuidos según
la necesidad. Hay una palabra que puede sintetizar los sentimientos y el
estilo de vida de la primera comunidad cristiana, según el retrato que
hacen de ellos los Hechos de la Apóstoles: armonía.

Una palabra –indicó el Pontífice– sobre la que es necesario entender,


porque no se trata de una concordia cualquiera sino de un don del cielo
para quien, como experimentan los cristianos de la primera época, ha
renacido en el Espíritu.

Al respecto, el Santo Padre precisó que “nosotros podemos hacer


acuerdos, una cierta paz… pero la armonía es una gracia interior que
solamente puede hacerla el Espíritu Santo. Y estas comunidades, viven
en armonía. Y los signos de la armonía son dos: nadie pasaba
necesidad, es decir, todo era común”. ¿En qué sentido?, se preguntó el
Papa en la homilía. “Tenían un solo corazón, una sola alma y nadie
consideraba su propiedad lo que les pertenecía, porque entre ellos todo
era común. De hecho, entre ellos nadie pasaba necesidad.

La verdadera ‘armonía’ del Espíritu Santo tiene una relación muy fuerte
con el dinero: el dinero es enemigo de la armonía, el dinero es egoísta. Y
por eso, el signo que da es que todos daban lo suyo para que no hubiera
necesidades”.

En este punto, el Papa subrayó el ejemplo virtuoso ofrecido en el pasaje


de los Hechos, el de Bernabé, que vende su campo y los entrega lo
recaudado a los apóstoles. Pero, tal y como recordó el Santo Padre, los
versículos sucesivos que no aparece en la lectura de hoy, ofrecen
también “otro episodio opuesto al primero”. El de Ananías y Safira, una
pareja que finge dar lo que ganan de la venta de un campo, pero en
realidad se quedan una parte del dinero, elección que tendrá para ellos
un precio muy amargo, la muerte.

Dios y el dinero son dos padrones “cuyo servicio es irreconciliable”,


recordó el Papa. Del mismo modo que aclaró un error que podría surgir
del concepto de “armonía”. No se puede confundir con “tranquilidad”.
Al respecto, el Santo Padre observó que “una comunidad puede ser muy
tranquila, ir bien: las cosas van bien… Pero no está en armonía”.

Además, contó algo que escuchó decir una vez a un obispo: ‘En la
diócesis hay tranquilidad. Pero si tú tocas este problema… o este
problema… o este problema, enseguida estalla la guerra’. Una armonía
negociada sería esta y esta no es la del Espíritu, advirtió. “Es una
armonía hipócrita como la de Ananías y Safira con lo que han hecho”,
aseguró el Papa.

El Pontífice concluyó invitando a releer los Hechos de los Apóstoles


sobre los primeros cristianos y su vida en común. Por eso aseguró que
“nos hará bien” para entender cómo testimoniar la novedad en todos los
ambientes en lo que se vive. Sabiendo que, como para la armonía,
también en el compromiso del anuncio se toma la señal de otro don.

“La armonía del Espíritu Santo nos da esta generosidad de no tener nada
como propio, mientras haya un necesitado. La armonía del Espíritu Santo
nos da una segunda actitud: ‘Con gran fuerza, los apóstoles daban
testimonio de la Resurrección del Señor Jesús, y todos gozaban del gran
favor’, es decir la valentía. Cuando hay armonía en la Iglesia, en la
comunidad, hay valentía, la valentía de dar testimonio del Señor
Resucitado”.

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