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Explicando a Lucas 23: 43

Cristo le dijo al ladrón en la cruz que estaría en el paraíso junto a él, ese mismo día en
que murió (Luc. 23: 43).

El versículo en cuestión dice: "Entonces Jesús le dijo: De cierto, te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso" (Luc. 23: 43). Las personas que sustentan la doctrina de la
inmortalidad del alma ven en este pasaje la clara demostración de lo que afirman,
porque en el versículo --sostienen- Cristo le promete al ladrón estar "ese mismo día" en
el Cielo.

Pero esta postura es insostenible y, como veremos, no resiste un análisis, siquiera,


somero. En primer lugar, convengamos que el ladrón que moría junto con Cristo, no le
pidió estar "ese mismo día" con él. Es posible que hubiera escuchado a Cristo predicar
respecto a su venida; y ahora lo reconoce como el Mesías, recuerda la enseñanza de su
regreso, y en esa condición --la misma, ambos estaban crucificados--le pide un lugar
cuando regrese en su reino (Luc. 23: 42). En el pedido del ladrón nada hay que indique
una idea o concepción de inmortalidad inmediata.

En segundo lugar, el contexto bíblico mayor demuestra que Cristo no estuvo "ese día"
(el viernes) en el paraíso. Recién en la mañana del domingo encontramos el detalle
clarificador en el que Jesús le dice a María: "No me toques, porque aún no he subido a
mi Padre" (Juan 20: 17).

Todo este marco referencial nos hace apuntar nuevamente al texto mismo, porque en él
tampoco encontramos que se enseñe la presencia inmediata de Cristo y el ladrón en el
paraíso. El original griego carece de comas y, en este pasaje, no aparece la palabra "que"
(oti). Por lo cual, el énfasis de la enunciación podría variar al punto de dar otra idea
diferente. No es lo mismo decir: "De cierto te digo / hoy estarás conmigo en el paraíso",
que decir: "De cierto te digo hoy / estarás conmigo en el paraíso". La primera frase dice
que hoy (ese mismo día, el viernes), el ladrón estaría junto a Cristo en el paraíso, pero
en la segunda se dice que Cristo hoy (ese mismo día, el viernes) le promete que estará
(en un momento futuro, cuando venga en el reino) junto a él en el paraíso.

Esta última posibilidad es la única coherente con: la petición del ladrón y con el
contexto que indica que Cristo el domingo no había subido al Padre, por lo que era
imposible que el viernes hubiese cumplido la promesa con el marco total de una clara
enseñanza bíblica.

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