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CUERPOS, CIBERCULTURAS Y DANZA

Reflexiones acerca de la Educación en el mundo de la


#generation1

Claudia Mallarino Flórez PhD2

CUERPOS
Darle palabra al cuerpo y cuerpo a la palabra significa captar señales, emergencias,
condiciones históricas de posibilidad, en este caso, significa recoger la palabra referida al
cuerpo como saber para la danza y fundar un posible campo de estudio. ¿De qué cuerpo
estamos hablando?, indudablemente no de un objeto discursivo explícito inmutable o
indiscutible, sino más bien de un objeto difuso e inasible que “corre el fuerte riesgo de no
ser un universal” (LE BRETON, 2011, p. 25).
Hacerse cuerpo posibilita reconocerse en los demás desde una realidad constituida por seres
humanos equivalentes que se afectan y se significan mutuamente. La corporalidad, así
entendida, se traduce en el evento que nos permite vivirnos desde ámbitos particulares como
la sensorialidad individual, sociales como las relaciones que establecemos dentro de espacios
de comprensión mutua entre semejantes, y universales en términos de la capacidad de
construir sistemas de simbolización, lenguajes, para representar la realidad, y operar
corporalmente sobre el mundo determinando así, nuestra posibilidad existencial.

¿Cuál es el cuerpo que nos ocupa y en qué sentido se nombran sus saberes como referidos
o pertenecientes a él?

1 Artículo de reflexión que presenta resultados derivados de la investigación realizada como tesis
doctoral en el Doctorado Interinstitucional en Educación DIE – Universidad Pedagógica Nacional y
Universidad del Valle, titulada: Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del
Siglo XX en Colombia.
2 Claudia Mallarino Flórez es Doctora en Educación del Doctorado Interinstitucional en Educación

DIE, de la Universidad Pedagógica Nacional y la Universidad del Valle. Es Licenciada en Educación


Física, Especialista en Didáctica y Pedagogía de la Educación Física y Magíster en Docencia
Universitaria, de la Universidad Pedagógica Nacional, con estudios predoctorales en Metódica y
Episteme: Indagación Crítica y Creación con el Instituto IPECAL de México. Es diplomada en
Desarrollo del Potencial de Aprendizaje y del Pensamiento Divergente lo que acredita su formación
en procesos de mediación fundamentados en Modificabilidad Estructural Cognitiva. Sus áreas de
desempeño profesional y laboral son: cuerpo y corporalidad, campo curricular, campo de la didáctica,
cognición y movimiento, epistemología y ontología de la educación y campo de la pedagogía.
Esta discusión pasa al menos por dos premisas: SABER SOBRE/DEL CUERPO; y,
SER/TENER CUERPO. La primera tiene que ver con la comprensión del cuerpo como
unidad compleja que integra saberes del sí mismo (saber DEL cuerpo), y sobre sí mismo
(saber SOBRE el cuerpo). Lo anterior es relevante porque si bien hay cuerpos que producen
los discursos, también los hay que actúan al margen o en consecuencia con ellos. Los
cuerpos entendidos así permiten presumir que las personas conviven con un saber sobre
el cuerpo que preexiste al cuerpo propio y al ajeno, y son al mismo tiempo constituidas por
él, ya que tienen un cuerpo al que se refieren y del que refieren algo en la medida en que
son objeto de conocimiento de sí mismas y de otros seres humanos. Así el cuerpo pierde
su indecibilidad y se objetiva, deja de ser impronunciable, se hace visible, se torna
representación simbólica y renuncia a su cualidad de ser abstracto o silencioso. El cuerpo
con palabra es PODER DE SABER.
La segunda premisa se apuntala en la primera, o mejor, es otra forma de expresarla y
merece ser enunciada, en tanto el cuerpo es capaz de poseerse sin desjuntarse, asunto
que le ha valido su potencia reflexiva. Tiene relación con la asunción del cuerpo como lugar
cultural y de época perteneciente a un tiempo y un espacio históricos, que predispone
modos de presencia: TENER CUERPO/SER CUERPO. En el primer caso, tener cuerpo
alude a los saberes SOBRE el cuerpo, este se hace objeto discursivo de quien habla de sí
mismo o de otros –LE DA LA PALABRA AL CUERPO–, y en el segundo caso, el cuerpo es
discurso en sí mismo, alude a lo que sabe de sí, se hace palabra, en nuestro caso gesto,
movimiento, emerge y se expresa –LE DA CUERPO A LA PALABRA–. Esta situación hace
posible que el cuerpo además de ser en el mundo tome distancia de sí mismo para mirarse
y reflexionarse, elaborando un saber acerca de sí para narrarse. La palabra encarnada, con
cuerpo, es SABER DEL PODER. “Aparentemente, lo virtual sería opuesto a lo corpóreo, a
lo material. Pero en el caso de la danza, es posible lograr un nivel de exactitud y precisión
mediante la tecnología que lleva a registrar minúsculos cambios (…)”3

La videodanza se traduce en un mapeo del cuerpo en movimiento, en un apalabramiento


del cuerpo. En la medida en que los saberes de la Danza se emplazan en el cuerpo, este
se nos presenta como objeto obligado de reflexión y nos interpela: ¿Qué es lo que se ha
dicho y lo que falta por decir acerca del cuerpo?; ¿quiénes son los otros cuerpos?; ¿qué
está establecido como políticamente correcto o universalmente pensado del cuerpo
prójimo/próximo?; ¿cuáles son los cuerpos que toman posición y posesión de sus
carnalidades hoy en las diferentes URDIMBRES SOMÁTICAS, y entre ellas, en el espacio
artístico educativo?

El apalabramiento del cuerpo tiene el PODER de revelar usos culturales acerca de lo


corporal; datos sobre la capacidad expresiva de lo humano a través de su cuerpo; miradas
críticas sobre el cuerpo y sus representaciones; momentos importantes en la socialidad del
cuerpo; etc. De esa manera, alienta la mirada sobre la institucionalidad del SABER
sobre/del cuerpo en donde el cuerpo es al mismo tiempo objeto discursivo y discurso. El

3 BIBLIODANZA. Recuperado de: http://www.ciudaddeladanza.com/bibliodanza/articulos-y-


noticias/videodanza.html
acto de registrar la propia corporalidad desde una lente intencionada, crítica y conciente
como la que provee la danza-video, va a permitir que haya PALABRAS PARA NOMBRAR
EL CUERPO Y CUERPOS CON PALABRA.

CIBERCULTURAS
En las 2 últimas décadas, se está dando, a nivel nacional, latinoamericano y mundial una
transición epistémica de gran relevancia, que modifica la existencia humana de manera
profunda: el sujeto y la subjetividad modernas devienen en cuerpo y corporalidad
contemporáneas o posmodernas. La relación cuerpo-mundo no es natural ni el mundo es
para el cuerpo una cosa definida y objetivada, es más bien emergencia de su propia
hechura, de ahí que resulte inapropiada la existencia de objetos y sujetos separados que
se afectan unos a otros, el mundo es corporal y la corporalidad es mundana, terrenal aun
no siendo física, por lo tanto, no hay mundos incorpóreos o cuerpos en el vacío, el mundo
es dado a luz en el acto mismo de acontecer corporalidad. Hoy tenemos entre manos un
pretexto privilegiado para no seguirle sacando el cuerpo al CUERPO.

Parece ser un buen momento para abrirle el espacio a saberes que puedan encarar el
desafío de propuestas no convencionales capaces de crear modos de saber válidos en
momentos de incertidumbre, de lo no previsto o de lo emergente, como los que demandan
las nuevas realidades globalizadas, impredecibles, intangibles y en muchos casos
azarosas, tan similares a las que se ponen en juego en los contextos creativos de la
expresividad artística y en los ámbitos vivenciales de los cuerpos digitales juveniles 4. Esta
cualidad digital no es una circunstancia aledaña, es una condición fundamental de la
naturaleza corporal que va a implicarnos de manera sustancial en los procesos formativos
y en la reflexión que los acompaña.
Hablar de expresividad artística como otra forma de referirnos a la danza ha implicado
entender que ella no se puede pensar hoy de manera aislada, las expresiones artísticas
actuales tienen la cualidad de ser performativas, son inter y trans disciplinares, integran
posibilidades expresivas múltiples e híbridas, pues se encarnan en AVATARES: CUERPOS
DESLOCALIZADOS, EPIPRESENCIALES Y PLURISOMÁTICOS, cuyo sentido es
precisamente dar respuesta a la necesidad polifónica que demandan las realidades
hipertextuales y conectadas de estas nuevas generaciones digitales.
En los últimos sesenta años se han transformado nuestras realidades de manera tan
dramática, que han generado nuevas formas de corporalidad en niños, jóvenes y adultos
(MEJÍA, 2010, pp. 56-58). Estos cambios están representados en fenómenos que se dieron
a nivel de las poblaciones y no ya de los individuos, de ahí su impacto: la transistorización
o el desarrollo del radio en la década de 1940 –primera globalización cultural–; la imagen o
el desarrollo de la televisión en la década de 1960, umbral de separación entre lo real y lo
virtual, dando paso a la ambigüedad; la informática o el desarrollo de la versión PC de los
computadores en los años 1980, en donde la memoria deja de ser una función

4 Nuestros futuros estudiantes serán nacidos después de la última década del siglo pasado en la era
digital, de la internet (1990) y de las redes sociales (2007). A ellos Mark Prensky los ha llamado
“nativos digitales” y a los nacidos antes de esta década “inmigrantes digitales”.
particularmente humana y es sacada del cuerpo; la telemática, o unión de lo escrito, lo oral
y lo digital, visibilizada en la internet, que da lugar a conceptos como glocalidad, industria
cultural de masas e hibridación; y la biotecnología o el desarrollo de las clonaciones y la
investigación sobre genoma humano, en la segunda parte de los años 1990 y el inicio del
nuevo milenio, época caracterizada por lo que llaman algunos autores como de vacío y de
pluralización ética. La cara del mundo modificó su fisonomía en un periodo tan
insignificante, si se piensa en lo que ha sido la evolución de la especie humana, que produce
escalofrío imaginar lo que está por venir.
¿Cómo enfrentar un planteamiento de mundo que ya no tiene asidero en el pasado y al que
el futuro no le ofrece información confiable y predecible?
En la medida en que nos atrevamos a transitar de los cuerpos monolíticos, prefigurados,
disciplinados y controlados, a las corporalidades que proponen “un ángulo de mirada fino y
original a través del cual es posible registrar de manera permanente las pulsaciones de la
vida social” (Le Breton, 2011, p. 37), esa lente desde donde mirar y mirarse, podremos
hacer frente al desafío de la pregunta, pues cuando el cuerpo deviene en interrogante “hay
algo que se escapa a la configuración, la representación, la clasificación y en general a la
inscripción en el lenguaje y en los órdenes de las culturas” (CABRA & ESCOBAR, 2014,
pp. 17-18). En ese algo se nos anuncia la posibilidad de gestar el presente en el momento
mismo de irlo viviendo.

DANZA
La formación en danza se puede plantear desde dos terrenos distintos: el de la Técnica
Corporal, que es la educación de la dimensión cognitivo-motora del cuerpo, responsable de
la ejecución del gesto corporal; y, el de la Técnica de Movimiento o programa de acciones
sistematizadas cuyo logro permite la ejecución eficiente, estética y funcional del gesto
danzado. La formación técnica, o, la conjunción somática de ambas técnicas, requiere del
desarrollo de: 1. una Sintaxis del Movimiento, integrada por: el vocabulario de movimiento
(palabras corporales), la gramática de movimiento (escritura de las palabras o formas
correctas de ejecución del gesto motriz, es decir funcionales y adaptadas a las
características biofísicas del ejecutante) y la ortografía de movimiento (posibilidades de
combinación de las palabras corporales para elaborar composiciones de movimiento,
acentos, énfasis, impulsos, detenciones, cadencias); 2. una Semántica del Movimiento:
sentido y significado del gesto corporal; y, 3. una PRAGMÁTICA DE MOVIMIENTO: uso del
discurso corporal. La semántica y la pragmática del movimiento se evidencian en la
construcción de un DISCURSO CORPORAL PARTICULAR entendido como el paso de la
técnica como finalidad a la técnica como dispositivo de construcción de un modo corporal
enunciativo, que hoy enfrenta el desafío de una escritura corporal salida de sus moldes,
inatrapable y hambrienta de protagonismo y de voz.

La Danza no ha sido ajena a la tecnología, pero, podemos decir que la danza y sus
creadores, desde su principio hasta la danza moderna (inicios del siglo XX):
“no estaban preocupados por proponer interactividad como lo principal de sus
trabajos, ya fuera con la platea, ya fuera con los bailarines; la danza estuvo
preocupada por construir narrativas, simbolismos propios, incluso abstracciones
geométricas o luminosas, pero no proponía interactividad con la platea, no más que
la INTERACCIÓN SOCIAL que tenemos cuando vamos al teatro y nos sentamos
asistiendo al espectáculo, preferentemente sin interferir en ello, según las reglas de
las buenas maneras” (MARTÍNEZ PIMENTEL, 2008, pág. 189)

Si bien se ha tardado un poco en entrar en este ámbito existen ejemplos revolucionarios


como las Tecnologías de la improvisación. Una herramienta para el ojo analítico de la Danza
de William Forsythe, uno de los coreógrafos más influyentes del siglo XX, producto de varias
décadas de investigación y creación. En esta propuesta el/la bailarín/a estudiante participa
activamente con su maestro en el proceso de creación a través de animaciones virtuales
de formas, siluetas y figuras generadas por un ordenador. La danza ha ido desarrollando,
de forma natural, una estrecha relación con las nuevas tecnologías al punto de integrarlas
en la creación de un nuevo género: la video-danza” (ALMAHANO MARTÍN, 2011, pág. 42).

La condición digital de nuestros futuros estudiantes sumada a la naturaleza tecnológica de


la época que vivimos y a la producción de conocimiento inserta en urdimbres trazadas por
gramáticas virtuales, nos abocan a pensar que el artista maestro tiene la capacidad de
acceder a la amplificación de su potencial coreográfico y de movimiento mediado por las
herramientas virtuales; a la transposición del cuerpo a otras escrituras y otros soportes
como el digital; al uso de las tecnologías no solamente digitales, sino mecánicas, eléctricas
y electrónicas; al desarrollo de software para la composición dramatúrgica y coreográfica
interactiva (público-software, bailarines entre sí, bailarines-público, coreógrafo-software),
etc. “Esas formas nuevas de danza, que unen danza y tecnología, convierten en más
compleja la relación tiempo, espacio y cuerpo, fundamentalmente en la danza. El tiempo no
puede ser el anterior de los grandes balletos, el tiempo es lo que da embriaguez a la
performance y al happening. El espacio se apropia del ciberespacio y proyecta la danza por
toda la Web, con posibilidades futuras de un arte interactivo” (MARTÍNEZ PIMENTEL, 2008,
pág. 191).

El cuerpo educado técnicamente en las ortografías del gesto no es suficiente para


responder por estas demandas, hoy tenemos nuevos cuerpos que reclaman nuevos retos
comunicativos, y en la medida en que los conozcamos, podremos dar a luz una
ELOCUENCIA CORPORAL en este presente.

LA #GENERATION
Pensar hoy la educación vinculada a la tecnología en el ámbito de las expresiones artísticas,
implica situarse en el contexto de las generaciones digitales -cuerpos nacidos en las últimas
dos décadas- para quienes el planteamiento de mundo es radicalmente distinto a partir de
la globalización de la humanidad y de la entrada en escena de las sociedades de la red.
Amador Báquiro, refiriéndose a las generaciones digitales habla de mutaciones
comunicacionales y sensitivas que tienen que ver con la “intensificación de la sensorialidad
y de la concreción; el incremento del dinamismo; el refuerzo de las emociones primarias; la
potenciación del procesamiento intuitivo y sintético; y el fomento de la interactividad” (2012,
p. 120).

¿Cuáles son las implicaciones de pensar los cuerpos en el contexto educativo de las artes,
vinculados con las ciberculturas o culturas mediadas por las tecnologías?

Ni la educación, ni quienes la gestionan, se han detenido a pensar asuntos tan pertinentes


como que hiperactividad, hipermedialidad, hipertextualidad, versatilidad, inmediatez, etc.,
modos de discursividad propios de estas realidades somáticas conectadas, riñen con
homologación, literalidad, objetividad, secuencialidad, etc., gramáticas propias de las
culturas modernas pre-digitales. Por lo anterior podemos decir que es probable que la
tecnología no sea la esfera responsable de todo lo que pasa, pero todo lo que sucede en
estas corporalidades conectadas, pasa por la tecnología. Reconocer en la actualidad que
el mundo ha experimentado “una transformación considerable en su panorama intelectual
y material desde el decenio de 1970, y de nuevo a partir del de 1990” (UNESCO, 2015, p.
15), y entender que este segundo decenio del siglo XXI, representa “una fase histórica
nueva, caracterizada por la interconexión y la interdependencia”, es asumir definitivamente,
que no estamos hablando de las tecnologías como un factor más a considerar en la
comprensión de una coyuntura histórica, sino de la sustancia y de la materia a través de las
cuales se configuran las corporalidades expandidas, sinuosas, superpuestas, traslapadas
y enormemente versátiles y cambiantes, que se perfilan en los ámbitos educativos y
artísticos que hoy nos convocan.
Los que vivimos en carne propia la transición de la máquina de escribir a la computadora o
de la carta al fax y al chat podemos prefigurar que estas nuevas aplicaciones y plataformas
expandirán enormemente tanto las posibilidades del arte como las de la danza y aún más,
si consideramos a esta última en contextos como el video – danza que se sirve del
transforming, transporting o transfigurin del cuerpo y la imagen; de creaciones coreográficas
con cuerpos virtuales usando softwares como el Storyboard o el Lifeform; del encuentro
entre lo humano y lo sintético de los figurines eléctricos; o, de apuestas menos excéntricas
pero igualmente desafiantes como las puestas en escena a través de paneles de luz
superpuestos, Maping, cámaras negras, neón, laser, etc.

Entrar en la cultura no es meramente decodificar el mensaje social, es entrar en sus


vicisitudes, sus enigmas, sus olores y sabores, sus equivocaciones y sus atropellos, sus
aciertos, sus pormenores y sus compromisos vitales, sus fantasmas y sus ángeles. A este
punto es claro que el maestro artista más que aprender a entender la TEMPORALIDAD SIN
HISTORIA Y EL SABER SIN EXPERIENCIA, más que dejarse seducir por la alternativa de
tecno-alfabetizarse, ha de ocuparse de hacerse cuerpo resistente, altanero, alterado,
cuerpo que no se resigna a su domesticación y mucho menos a domesticar, sino que invoca
y defiende el derecho a la propia configuración, porque no admite y no practica la
marginalidad y la exclusión.
BIBLIOGRAFÍA
Amador Báquiro, J.C. (2012). Educación de la infancia, hipermediaciones y pedagogía de
la presencia. En: Diego Fernando, B.G y otros. Práctica Pedagógica. Perspectivas
teóricas. Bogotá: Universidad Francisco de Paula Santander. Colección Educación y
Pedagogía: 175-214.
Almahano Martín, L. (2011). Danza contemporánea y nuevas tecnologías. En: Danzaratte.
Revista del Conservatorio Superior de Danza de Málaga, N° 7: 42-49
Cabra A, N. & Escobar C, M.R. (2014). El cuerpo en Colombia -Estado del arte cuerpo y
subjetividad-. Universidad Central. Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y
el Desarrollo Pedagógico (IDEP).
Le Breton, D. (2011). Sociología del cuerpo. Buenos Aires: Nueva Visión.
Mallarino, C. (2016). Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del
siglo XX en Colombia. Tesis Doctoral. Universidad Pedagógica Nacional.
http://cmallarino.wixsite.com/cuerposelocuentes
Martínez Pimentel, L.C. (2008). Arte y diseño: El impacto de las nuevas tecnologías. Tesis
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Mejía, M.R. (2010). Las culturas juveniles: una forma de cultura de la época. Educación y
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Prensky. M. (2001). On the Horizon. MCB University Press (Vol 9, No 5)
Ramírez Cabanzo, A.B. (2012a). Infancias, nuevos repertorios tecnológicos y formación.
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Unesco (2015). Replantear la educación. ¿Hacia un bien común mundial? Foro Mundial de
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http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/replantear-
educacion-ESP.pdf

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