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CUERPOS
Darle palabra al cuerpo y cuerpo a la palabra significa captar señales, emergencias,
condiciones históricas de posibilidad, en este caso, significa recoger la palabra referida al
cuerpo como saber para la danza y fundar un posible campo de estudio. ¿De qué cuerpo
estamos hablando?, indudablemente no de un objeto discursivo explícito inmutable o
indiscutible, sino más bien de un objeto difuso e inasible que “corre el fuerte riesgo de no
ser un universal” (LE BRETON, 2011, p. 25).
Hacerse cuerpo posibilita reconocerse en los demás desde una realidad constituida por seres
humanos equivalentes que se afectan y se significan mutuamente. La corporalidad, así
entendida, se traduce en el evento que nos permite vivirnos desde ámbitos particulares como
la sensorialidad individual, sociales como las relaciones que establecemos dentro de espacios
de comprensión mutua entre semejantes, y universales en términos de la capacidad de
construir sistemas de simbolización, lenguajes, para representar la realidad, y operar
corporalmente sobre el mundo determinando así, nuestra posibilidad existencial.
¿Cuál es el cuerpo que nos ocupa y en qué sentido se nombran sus saberes como referidos
o pertenecientes a él?
1 Artículo de reflexión que presenta resultados derivados de la investigación realizada como tesis
doctoral en el Doctorado Interinstitucional en Educación DIE – Universidad Pedagógica Nacional y
Universidad del Valle, titulada: Cuerpos, sociedades e instituciones a partir de la última década del
Siglo XX en Colombia.
2 Claudia Mallarino Flórez es Doctora en Educación del Doctorado Interinstitucional en Educación
CIBERCULTURAS
En las 2 últimas décadas, se está dando, a nivel nacional, latinoamericano y mundial una
transición epistémica de gran relevancia, que modifica la existencia humana de manera
profunda: el sujeto y la subjetividad modernas devienen en cuerpo y corporalidad
contemporáneas o posmodernas. La relación cuerpo-mundo no es natural ni el mundo es
para el cuerpo una cosa definida y objetivada, es más bien emergencia de su propia
hechura, de ahí que resulte inapropiada la existencia de objetos y sujetos separados que
se afectan unos a otros, el mundo es corporal y la corporalidad es mundana, terrenal aun
no siendo física, por lo tanto, no hay mundos incorpóreos o cuerpos en el vacío, el mundo
es dado a luz en el acto mismo de acontecer corporalidad. Hoy tenemos entre manos un
pretexto privilegiado para no seguirle sacando el cuerpo al CUERPO.
Parece ser un buen momento para abrirle el espacio a saberes que puedan encarar el
desafío de propuestas no convencionales capaces de crear modos de saber válidos en
momentos de incertidumbre, de lo no previsto o de lo emergente, como los que demandan
las nuevas realidades globalizadas, impredecibles, intangibles y en muchos casos
azarosas, tan similares a las que se ponen en juego en los contextos creativos de la
expresividad artística y en los ámbitos vivenciales de los cuerpos digitales juveniles 4. Esta
cualidad digital no es una circunstancia aledaña, es una condición fundamental de la
naturaleza corporal que va a implicarnos de manera sustancial en los procesos formativos
y en la reflexión que los acompaña.
Hablar de expresividad artística como otra forma de referirnos a la danza ha implicado
entender que ella no se puede pensar hoy de manera aislada, las expresiones artísticas
actuales tienen la cualidad de ser performativas, son inter y trans disciplinares, integran
posibilidades expresivas múltiples e híbridas, pues se encarnan en AVATARES: CUERPOS
DESLOCALIZADOS, EPIPRESENCIALES Y PLURISOMÁTICOS, cuyo sentido es
precisamente dar respuesta a la necesidad polifónica que demandan las realidades
hipertextuales y conectadas de estas nuevas generaciones digitales.
En los últimos sesenta años se han transformado nuestras realidades de manera tan
dramática, que han generado nuevas formas de corporalidad en niños, jóvenes y adultos
(MEJÍA, 2010, pp. 56-58). Estos cambios están representados en fenómenos que se dieron
a nivel de las poblaciones y no ya de los individuos, de ahí su impacto: la transistorización
o el desarrollo del radio en la década de 1940 –primera globalización cultural–; la imagen o
el desarrollo de la televisión en la década de 1960, umbral de separación entre lo real y lo
virtual, dando paso a la ambigüedad; la informática o el desarrollo de la versión PC de los
computadores en los años 1980, en donde la memoria deja de ser una función
4 Nuestros futuros estudiantes serán nacidos después de la última década del siglo pasado en la era
digital, de la internet (1990) y de las redes sociales (2007). A ellos Mark Prensky los ha llamado
“nativos digitales” y a los nacidos antes de esta década “inmigrantes digitales”.
particularmente humana y es sacada del cuerpo; la telemática, o unión de lo escrito, lo oral
y lo digital, visibilizada en la internet, que da lugar a conceptos como glocalidad, industria
cultural de masas e hibridación; y la biotecnología o el desarrollo de las clonaciones y la
investigación sobre genoma humano, en la segunda parte de los años 1990 y el inicio del
nuevo milenio, época caracterizada por lo que llaman algunos autores como de vacío y de
pluralización ética. La cara del mundo modificó su fisonomía en un periodo tan
insignificante, si se piensa en lo que ha sido la evolución de la especie humana, que produce
escalofrío imaginar lo que está por venir.
¿Cómo enfrentar un planteamiento de mundo que ya no tiene asidero en el pasado y al que
el futuro no le ofrece información confiable y predecible?
En la medida en que nos atrevamos a transitar de los cuerpos monolíticos, prefigurados,
disciplinados y controlados, a las corporalidades que proponen “un ángulo de mirada fino y
original a través del cual es posible registrar de manera permanente las pulsaciones de la
vida social” (Le Breton, 2011, p. 37), esa lente desde donde mirar y mirarse, podremos
hacer frente al desafío de la pregunta, pues cuando el cuerpo deviene en interrogante “hay
algo que se escapa a la configuración, la representación, la clasificación y en general a la
inscripción en el lenguaje y en los órdenes de las culturas” (CABRA & ESCOBAR, 2014,
pp. 17-18). En ese algo se nos anuncia la posibilidad de gestar el presente en el momento
mismo de irlo viviendo.
DANZA
La formación en danza se puede plantear desde dos terrenos distintos: el de la Técnica
Corporal, que es la educación de la dimensión cognitivo-motora del cuerpo, responsable de
la ejecución del gesto corporal; y, el de la Técnica de Movimiento o programa de acciones
sistematizadas cuyo logro permite la ejecución eficiente, estética y funcional del gesto
danzado. La formación técnica, o, la conjunción somática de ambas técnicas, requiere del
desarrollo de: 1. una Sintaxis del Movimiento, integrada por: el vocabulario de movimiento
(palabras corporales), la gramática de movimiento (escritura de las palabras o formas
correctas de ejecución del gesto motriz, es decir funcionales y adaptadas a las
características biofísicas del ejecutante) y la ortografía de movimiento (posibilidades de
combinación de las palabras corporales para elaborar composiciones de movimiento,
acentos, énfasis, impulsos, detenciones, cadencias); 2. una Semántica del Movimiento:
sentido y significado del gesto corporal; y, 3. una PRAGMÁTICA DE MOVIMIENTO: uso del
discurso corporal. La semántica y la pragmática del movimiento se evidencian en la
construcción de un DISCURSO CORPORAL PARTICULAR entendido como el paso de la
técnica como finalidad a la técnica como dispositivo de construcción de un modo corporal
enunciativo, que hoy enfrenta el desafío de una escritura corporal salida de sus moldes,
inatrapable y hambrienta de protagonismo y de voz.
La Danza no ha sido ajena a la tecnología, pero, podemos decir que la danza y sus
creadores, desde su principio hasta la danza moderna (inicios del siglo XX):
“no estaban preocupados por proponer interactividad como lo principal de sus
trabajos, ya fuera con la platea, ya fuera con los bailarines; la danza estuvo
preocupada por construir narrativas, simbolismos propios, incluso abstracciones
geométricas o luminosas, pero no proponía interactividad con la platea, no más que
la INTERACCIÓN SOCIAL que tenemos cuando vamos al teatro y nos sentamos
asistiendo al espectáculo, preferentemente sin interferir en ello, según las reglas de
las buenas maneras” (MARTÍNEZ PIMENTEL, 2008, pág. 189)
LA #GENERATION
Pensar hoy la educación vinculada a la tecnología en el ámbito de las expresiones artísticas,
implica situarse en el contexto de las generaciones digitales -cuerpos nacidos en las últimas
dos décadas- para quienes el planteamiento de mundo es radicalmente distinto a partir de
la globalización de la humanidad y de la entrada en escena de las sociedades de la red.
Amador Báquiro, refiriéndose a las generaciones digitales habla de mutaciones
comunicacionales y sensitivas que tienen que ver con la “intensificación de la sensorialidad
y de la concreción; el incremento del dinamismo; el refuerzo de las emociones primarias; la
potenciación del procesamiento intuitivo y sintético; y el fomento de la interactividad” (2012,
p. 120).
¿Cuáles son las implicaciones de pensar los cuerpos en el contexto educativo de las artes,
vinculados con las ciberculturas o culturas mediadas por las tecnologías?
Mejía, M.R. (2010). Las culturas juveniles: una forma de cultura de la época. Educación y
ciudad. “Culturas juveniles del siglo XXI”, 18: 49-76.
Prensky. M. (2001). On the Horizon. MCB University Press (Vol 9, No 5)
Ramírez Cabanzo, A.B. (2012a). Infancias, nuevos repertorios tecnológicos y formación.
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Unesco (2015). Replantear la educación. ¿Hacia un bien común mundial? Foro Mundial de
la Educación. Unesco. Recuperado de:
http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/replantear-
educacion-ESP.pdf