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EJERCICIO 1
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cónsul uniforme teoría cinta
certamen descarriar libro broma
lucha esclavos hurto mecha
linda rector chismes liga
rana bando sagaz letra
pera simiente periódico laucha
moho ungüento audiencia orgía
nudo español caerse abuela
barbero bolsa perfume destino
bulto regar doctrina cadáver
mero espadas delito televisor
remate selvático experiencia alas
días bancario nupcias cimiento
efecto uniones canalla fieltro
remanente espantosos ser bisoño
usura medicamentos aprobar vanidad
prodigio sinuoso brazo velo
niños sidra compás diluvio
bicicleta trabuco equívoco osadía
paseo percal director felpudo
pelotas talco acción jota
pavita tableta avión colita
delito hospital bribón locura
auto ferrocarril explosión peludo
lío exprimo lunes rezos
mirad principio potencia patos
bolsillo caballos discurrir gatos
cobalto rumiante calcinado potasio
nutritivo huesos gérmenes ración
excipiente perturbar iodo harina
carencia mineral vehículo mezclar
lado óptimo autoridad fin
hojalata teoría cantidad vista
rollo armonía reía premio
mío ingresos lágrimas conoce
ahorro sensación tengo imaginación
jarabe quien libro control
valor población bello grado
lona mendigo estilo temas
suelto organismo selva verdad
vidrio dos tía espacio
roncha sienten árbol coca
boxeador educación amado trigo
porcentaje absorción técnica náufrago
ganancias detalles capítulo planilla
lana consejos visita sirena
pisa musculosos obras grafología
tecla grato milagro novillo
humano jardín horas precaria
ojo esfuerzo galerías fainá
pincel piano capital nervioso
peña caudal dolor párpados
pagador amplio cadena creadores
mando profesión programa peñas
natalidad única visible casarse
cerebro estudio realidad sistema
primitivo creadora robusto jactarse
nuevo guitarra externa lid
inhibir bligado porcentaje caja
autónomo boleta régimen personal
relativo racional pediatra mayor
tratamiento control incidencia glucemia
atractivo presencia calendario cenicero
resultan maquillar vientre tinta
ofrezca reír socorro calle
vivificante sonda vivencia colectivo
sensación pasaje datos oficina
diario estancia declaración reservados
derechos relevante nene países
usos misericordia impuestos baile
solicitud condición modificación cinematógrafo
crema goleador volcar sobre
colegio amplitud cocina enviar
agradable estocada pisos legalización
rendición trabajo rollo interés
vanguardia pasión pintura manifestar
meses pensamiento toalla conciencia
suficiente regla cortinas concentración
colonia diversión resurrección monto
estructura lirio esperanza presencia
banda camino colorado práctica
largo veloz frente resistencia
verano memoria tonos analítico
tentación sentencia nuevos confianza
mesa entusiasmo columna reglamento
escalera colgado estufa helga
cesto máquina madera capitalismo
congreso hoy tejidos cámara
elegante imprenta hilos verdadero
mayoría orales dicho enfrentar
forma terapéutica requerir enfermo
cambio pasado categoría manos
fundamental aparición ayuno activa
EJERCICIO 4
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Teodoro se inclinó para mirarle el rostro. Este era delgado, muy pecoso, todo
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salpicado de manchitas parduscas. Tenía pequeña la frente, picudilla y no falta de
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gracia la nariz, negros y vividores los ojos; pero comúnmente brillaba en ellos una luz de
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tristeza. Su cabello dorado oscuro había perdido el hermoso color nativo a causa de la
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incuria y de su continua exposición al aire, al sol y al polvo. Sus labios apenas se veían
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de puros chicos, y siempre estaban sonriendo; mas aquella sonrisa era semejante a la
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imperceptible de algunos muertos cuando han dejado de vivir pensando en el cielo. La
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boca de Nela, estéticamente hablando, era desabrida, fea; pero quizás podia merecer
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elogios, aplicándole el verso de Polo de Medina; “Es tan linda su boca que no pide”. En
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efecto; ni hablando, ni mirando, ni sonriendo, revelaba aquella miserable el habito
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degradante de la mendicidad.
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Salió de la casa de un joven, estatua del más excelso barro humano, suave,
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derecho, con la cabeza inmóvil, los ojos clavados y fijos en sus órbitas, como lentes
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expuestos en un muestrario. Su cara parecía de marfil, contorneada con exquisita finura;
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mas teniendo su tez la suavidad de la de una doncella, era varonil en gran manera,
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y no había en sus facciones parte alguna ni rasgo que no tuviese aquella perfección
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soberana con que fue expresado hace miles de años el pensamiento helénico. Aun
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sus ojos puramente escultórico, porque carecían de vista, eran hermosísimos grandes
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y rasgados. Desvirtuábalos su fijeza y la idea que tras aquella fijeza estaba la noche.
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Falto del don que constituye el núcleo de la expresión humana, aquel rostro de Antinoo
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ciego poseía la fría serenidad de mármol, convertido por el genio y el cincel en estatua,
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y por la fuerza vital en persona. Un soplo, un rayo de luz, una sensación, bastarían para
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animar a la hermosa piedra que teniendo ya todas las galas de la forma carecía tan sólo
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de la conciencia de su propia belleza, la cual emana de la facultad de conocer la belleza
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exterior.
JORGE W. ABALOS
De Shunko