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Una buena parte del pensamiento filosófico ha considerado indiscutible el siguiente

supuesto:
»Hay un mundo único, objetivo, que todos compartimos y habitamos, es decir, que es
el mismo para todos aquellos que buscan conocerlo. La filosofía es la actividad que
pretende acceder al conocimiento de las causas últimas, de los más radicales
“porqués”, de ese supuesto mundo único y objetivo, al que se identifica con la realidad.
Este conocimiento es, en principio, posible para todo ser humano; el que alguien lo
alcance o no —sea filósofo o no lo sea— depende exclusivamente de si realiza, o no,
adecuadamente cierto ejercicio de reflexión intelectual.

Las diversas filosofías y visiones del mundo no son sino las diferentes perspectivas o
“mapas” posibles, más o menos acertados, de dicho mundo único. Este ha sido el
punto de partida que ha prevalecido en la historia de la filosofía hasta el final de la
modernidad. Una de las principales aportaciones del pensamiento contemporáneo —y,
muy en particular, del pensamiento posmoderno— ha sido la crítica de ese supuesto
característico de lo que cabría denominar “filosofía ingenua”.
»Así, frente a la “filosofía ingenua”, gran parte de la filosofía contemporánea sostiene
que no hay tal cosa como un mundo único objetivo, indiscutible e independiente de
nosotros. No puede haberlo, ya que el ser humano y el mundo son indisociables: dos
polos de una única realidad. El individuo que conoce es siempre un “hombre-en-el-
mundo”, y por ello, porque forma parte de él, no puede ser un observador imparcial del
mundo.»

CAVALLÉ, M.: La sabiduría recobrada, Madrid, Ediciones Martínez Roca, 2006.

Contesta razonadamente a la interrogación del título del texto.


¿Qué opinas de la siguiente expresión: «El individuo que conoce es siempre un
“hombre en- el-mundo”»?
¿Qué supuesto indiscutible, en el orden del conocimiento, defiende la «filosofía
ingenua»?

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