igualmente consiguió la evolución de las rocas. Todo el país y las creencias de los tarahumaras llevan la misma figura. Estos hombres a quienes se cree incultos, sucios e ignorantes, han alcanzado un grado dé cultura sorprendente. Frío, tinieblas, hambre, terror, la nada misma pueden ser los sentimientos a los cuales despierta el hombre recién nacido. Pero cada vez que en la historia el hombre ha querido explicar la nada, la ha expresado valiéndose de formas parecidas; cuando las grandes religiones se profundizan, pierden su carácter religioso, se despojan de esta aura sagrada que vuelve impenetrables sus misterios; es que ha aparecido un pensamiento verdaderamente científico. Hay en la Cabala una música de números, y esta música que reduce el caos material a sus principios, explica, por una especie de matemática grandiosa, cómo la naturaleza ordena y dirige el nacimiento de las formas que ha retirado del caos. La ciencia da también números: 23 5, 3, 4, 7, 12, cuando explica mediante qué ritmo se ordenan los átomos de la materia para llegar a formar los cuerpos. En la organización natural de la materia, esos números ocupan un rango primario y si existe una metafísica, es en ellos donde es necesario buscarla. Quiero decir, que despojando el viejo espíritu divino que busca perdidamente situarse encima de las cosas para explicar su formación, es necesario sentir en la raíz de las cosas y, antes que su cuerpo, la constitución de su vida física, la vibración misteriosa de esos números cuyo ritmo secreto explica el nacimiento de la realidad. Ahora bien, toda cultura auténtica ha conocido siempre ese secreto y ha querido manifestarlo por medio