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al Marilt Polar y la magia arty Ris 8 de las estrellas. po iva satin ie Dee OReEE er ao | Marilt Polar y la magia | de las estrellas RAIMOND PLANTE alos amigo’, que nos de la vida de cada dia narenostrum al Ml ivi te , aAnz CColecci6n La tena letra CCreade y disigda por Suan Aibas, Dieecin editorial: Gloxia Piz Baltores: Ismael Bermides, Jnime Rerer| Tustraciones: Marie-Claude Favreau Portada de colecciGn: disci i punto Tio im Marion Pir emi det oe ©2002 Les con nome tee ©2005 ae Nos Comeaign St ©/Canpomanes 428013 Maas Epa Teton 915407931 mal conelal@naretoscmenes tril Mare Nest Ld ‘Avda Los Leones 0, rovienia, Saningo, Chile ‘Teléfono: 233 5101 i Fox 254 9809, a: romocon@etoiaimarersunst Primera edicin 200 Ne insripcign 147351 ISBN: 84.96391-21-3 linpreso por Satesiano S.A, Ls pesncn ypc ds davon pope a cs Assen os os eects pr nbsp Nae eta pbiecin puta eproces sraee a ‘eee dings te for naga ee ce secon fcone octagon be ay ca por ated thes es Soa RAYMOND PLANTE Escritor y escendgrafo, Raymond Plante ha es- crito mucho y sobre todo para jévenes. Autor de una treintena de libros juveniles, ha participado también en los guiones de centenares de progra- - mas de televisién. Ha recibido entre otros premios el de la ACELF 1988 por Le roide rien, (El rey de la nada), asi como por Le dernier des raisins, el pre- mio del Consejo de las Artes en 1986 y de los Li- vromaniaques en 1988, Iqualmente fue finalista, en 1999, del premio a textos juveniles del Gobier- no General de Canadé por Marilou Polaire et I'- guane des neiges, que forma parte de la misma se- rie que la obra que ahora ofrecemos. Autor prolifico y amante de las palabras, Ray- mond Plante ensefia literatura y da conferencias en talleres de escritura. Adernés, ha participado en humerosos encuentros con jévenes en escuelas y bibliotecas. tos SOMos °sotros*” Marild Polar: de pronto se convierte en una aprendiz de astréloga. Inteligente, sensible y traviesa, a veces te: gusta yudar 2 los demas, porque tiene un Benito Patoso: uno de los mejores amigos de Marilit Polar Cuando sea grande quiere ser veterinario. Sobre sus hombros siempre lo acompata la iguana Carlota. Martin Polar: es ol padre de Mari quien llama carinosamente "Ranita y Siempre que Marild lo necesita, atest | Kooy” Martin, mas, pierde su maletin de simplemente es un di bajo; como pintora, stre Rubén Rubia Marili. Su pas sueia convert migode Renitoyde ge eselbéisbolyporeso (lS ay e es una estrella del bate mmundial, yz Lili y Lala Lépez: dos hermanas que aman Lr la pintura y quieren ser artistas famosas. 2% Reciben los beneficios de los poderes oO mdgicos de Marila El maletin de las estrellas Pisar un enorme y jugoso chicle. Sentir que el talén del zapato se te queda pega- do al suelo. Levantar la pierna y ver un monton de elasticos hilos rosados esti- randose... ;Todo eso es de lo més fasti- dioso! Sobre todo si uno se llama Benito Patoso y vuelve del colegio un viernes por la tarde —jPuaggg! —exclama el mozalbete. Y se va saltando a la pata coja hasta el poste de la parada del autobiss. —Deberias mirar por donde pisas —dice riéndose Marilt Polar. Benito se quita el zapato. Pero no sa- be donde ponerlo. Y sobre todo no sabe cémo limpiarlo. —iNo esta bien reirse de las desgracias de los demas! —protesta el muchacho. Pero su amiga no lo escucha. Parece hipnotizada porque acaba de descubrir un objeto misterioso. —éQué haces? —pregunta Benito cuando ve que su amiga est rodeando un banco pubblico que hay junto a la parada. —He visto una estrella —responde Marilti al tiempo que desaparece detrds de un seto muy espeso —Las estrellas no se arrastran por el suelo —le dice Benito—. Si quieres estu- diarlas tienes que mirar al cielo. Y espe- rar a que sea de noche. En ese momento vuelve a aparecer Marilu. En las manos lleva un maletin que tiene pegadas muchas estrellas de todos los tamafios. Benito Patoso pone cara de asombro. —jQué cartera mas rara! —Su duefio ha debido sentarse en ese banco. ¥ el maletin se deslizé detras del seto. —Seguro que es alguien muy despista~ do —dice el chico jugando con el zapato. Y sin darse cuenta, el chicle se le que- da pegado en la palma de la mano. —0O de alguien que tenia mucha pri- sa —sigue pensando Marili. Los dos amigos miran a uno y otro la- do. En ese momento sélo hay nifios en la calle. Nadie a quien pudiera pertenecer el extrafio maletin. —¢Por qué no lo abrimos? —propone Benito. Mientras lo dice, pone su zapato en el banco y se rasca la nariz. Y al hacerlo, el chicle se le pega a la cara. 10 Marili se esfuerza un buen rato en abrir el cierre, pero no hay nada que hacer. El maletin esta cerrado y bien cerrado. —Seguro que mi padre encuentra la forma de conseguirlo —dice dandose por vencida—. {Vienes? —Creo que no —se lamenta Benito Patoso, que acaba de darse cuenta de que tiene chicle pegado por todas partes—. Tengo que ir a darme un buen batio. 2K Con su hallazgo en la mano, Marilti se ha dado prisa en legar a su casa, pero ni siquiera su padre, que es un «mani- tas», consigue abrir el obstinado cierre. El sefior Polar y su hija llevan un buen rato mirando fijamente el maletin. Ranita, no nos queda otra soluci6n que forzar la cerradura —dice el sefior Polar—. De lo contrario, nunca sabre- mos de quién es el maletin y su duefio no lo podré recuperar. Quién sabe, quizd contenga cosas importantes. —éY cémo lo hacemos? —pregunta emocionada Marila. Su padre va hasta el aparador, busca en un cajén y vuelve con manojo de pe- quefias llaves. —Ya sabia yo —dice sonriendo— que mi manja de guardar las llaves que dejan de servir ibaa ser util algdn dia. A continuacién van probando por turno Have tras lave. Pero ninguna pro- duce el «clic» esperado. —jNo hay manera! —exclama Martin Polar—. Es necesario emplear un méto- do més... ejem... mas profesional. —Pero, papa, ges que conoces los trucos de los ladrones? —pregunta asombrada Marili. —Nunca he robado a nadie —le ase- gura su padre—. Pero sé que algunos ma- leantes hacen milagros con una simple horquilla para el pelo Marila va corriendo al cuarto de ba- fio. Y vuelve con una de esas «milagro- sas» horquillas. —Un ladrén experto lo lograria en un abrir y cerrar de ojos —dice el sefior Po- lar introduciendo la punta de la horqui- Ila en la cerradura. Sin embargo, atin ‘es da tiempo a abrir y cerrar los ojos més de cien veces antes de escuchar el esperado «clic». —jEsto funciona! —exclama el sefior Polar, admirado de su éxito. No obstante, se queda dudando antes de levantar la tapa del maletin. —Me siento algo molesto, Ranita —le dice a su hija—. No me gusta meter Ta nariz en los asuntos de los demas. —Pues a mi eso no me preocupa —replica Marihi. Y ella misma se encarga de empujar el cierre y abrir el misterioso maletin. jMenuda decepcién! En su interior s6lo hay unos cuadernillos que llevan el titulo de «Carta astral». Son tres en to- 15 tal. Y estan hechos a nombre de Pablo Garcia, Arturo Rodriguez y Concepcién Ruiz. Un nombre aparece en cada una de las portadas: Estela Buenasuerte, astréloga, —Debe de ser la duefia del maletin —deduce Marili. —Ciertamente —aprueba el sefior Polar—. Y aqui esté la direccién: calle Co- pérnico, 19. Estd a dos pasos de nuestra casa. Marili tiene una duda. &Qué es una astréloga? —pregun- ta—. gLa que escribe los horéscopos en los periddicos? Su padre le dice que nunca ha visto en los periédicos el nombre de Estela Bue nasuerte. Luego, afiade sonriendo: —La verdad, Ranita, es que yo no sé cual es la diferencia entre la astrologia, la astronomia y la gastronomia. Pero ten- go la impresién de que los astr6logos son unos tipos que se dedican a decir la bue na ventura. La carta astral n la puerta, hay una pequefia placa que dice claramente: Estela Buenasuerte Astréloga No hay equivocacién posible. Marili lleva el maletin y el sefior Polar pulsa el botén del timbre. Los recibe una mujer bastante alta que no tiene ninguna pinta de dedicarse a decir la buena ventura. No luce ningin turbante en la cabeza, ni se cubre el cuerpo con una inmensa capa. Tampoco tiene ninguna estrella tatuada en mitad de la frente. Estela Buenasuerte va vestida con ro- pa de trabajo. Marila observa que en la punta de su nariz brilla una mancha de pintura verde. —Perdonen mi aspecto —les dice— Estoy pintando mi cocina, y las brochas, la pintura y yo no somos muy buenas amigas. De pronto ve su maletin y su cara se ilumina. —j|Qué estupendo! gDénde lo has en- contrado? —Detras de un banco, cerca de la pa- rada del autobis. —Te mereces una recompensa. —Gracias, pero no es necesario —re- plica Marili. A pesar de todo, la nifia espera recibir una chocolatina o un pufiado de bombo- nes, por eso se lleva una sorpresa cuan- do la mujer le dice: —Para agradecerte el favor, voy a ha- cer tu carta astral. Cémo te llamas? —Marili Polar. —jPolar! jIgual que la estrella! —ex- dama la astréloga. | —Y también igual que el oso —sefia- la Marila. : —Yo me llamo Martin —dice el pa- dre—. Como el pajaro Martin Pescador. Luego, la astréloga invita a los Polar, padre e hija, a entrar en su cuarto de tra~ bajo. — Para qué sirve una carta astral? —pregunta Marili. —Para conocerse un poco mejor. | —Entonces, {los astrélogos no adivi- nan el futuro? —dice el sefior Polar. —A veces adivinamos algunas cosas —responde Estela. —¥ no ha podido usted adivinar donde habia perdido el maletin? 21 La dama pone cara de asombro ante la maliciosa pregunta de Marila. —Quiza la sefiora Buenasuerte habia adivinado que ti se lo traerias —trata de explicar el sefior Polar. —Las estrellas no aclaran ese tipo de cosas —dice Estela—. Ayudan muchas veces a tomar decisiones. Pero no es co- sa de magia. Ahora necesito saber la fe- cha, la hora y el lugar donde naciste Naturalmente, Marilt sabe la fecha de su nacimiento. Pero nunca se le habia ocurrido preguntar la hora. —Naciste a las tres de la madrugada —le informa su padre. —Muy bien —dice la astréloga—. Para agradecerte el favor que me has hecho, voy a olvidarme de la pintura y me voy a poner a trabajar. Hay que hacer célculos muy complicados, no te creas. Si vienes matia- na por la mafiana te daré tu carta astral. Mientras vuelven a casa, Marilit esta emocionada y preocupada a la vez. —Espero que a la sefiora Buenasuer- te se le dé mejor la astrologia que la pin- tura —dice. —{Tienes miedo de que se equivoque en sus cdlculos, Ranita? —Si. ¥ de que me dé una carta lena de manchas. cet 2 KK Ala mafiana siguiente, la sefiora Bue- nasuerte le entrega a Marili un perga- mino de lo mas complicado. Es un documento que esté lleno de datos geo- graficos, circulos, estrellas y signos ma- tematicos. Estela le explica a la nitia lo que sig- nifican todas esas lineas que se cruzan. —Ti eres Cancer, con ascendente en Leo. Es un signo de agua. Marili se imagina entonces que es una sirena nadando entre los peces. Lue- go se queda mirando las figuras que re- presentan las constelaciones. Entre la Osa Mayor y la Osa Menor, distingue unas palabras: la Luna en fase cuatro y otros ingredientes. 24 Para que lo entienda mejor, Estela le resume todo el asunto diciendo: —Segiin esto, Marilt, eres inteligen- te y sensible. Y te gusta ser la que man- daen tu pandilla. ;Me equivoco? Marilti mueve la cabeza, reconocien- do que es verdad —Aunque a veces eres testaruda y tra- viesa —sigue diciendo la astréloga—, tie- nes un corazén de oro. Dicho de otra for- ma, te gusta mucho ayudar a los demés. @ et 5 La aprend astréloga uando Hlega a su casa, Marilti se lanza a llamar por teléfono. Sdlo tiene una idea en la cabeza: hacerles la carta astral a to- dos sus amigos. A Benito Patoso y a Rubén Rubiales los localiza en seguida y les pregunta el lugar, la fecha y la hora de su nacimiento. Lili y Lala Lopez no estén, asi que les deja un mensaje en el contestador: —Os espero en el patio de mi casa a las once en punto. Ala hora de la cita, los nifios van apa- reciendo. Benito lleva sobre su hombro a su iguana Carlota, y tiene que sujetarla para que no se coma las estrellas brillan- tes que Marili ha pegado por toda su mochila. —jAnda! —exclama Benito—. ;Es que quieres imitar a la astréloga? —No estoy imitando a nadie, para que lo sepas —replica Marili—. Estela Buenasuerte me ha regalado estas estre- las. Y ademds me ha confiado algunos secretos. —§Qué secretos? —Cuando estemos todos 0s los diré. —Dimelo a mi primero. Yo estaba contigo cuando encontraste el maletin. Rubén Rubiales interviene en la con- versacién. Esta jugando como siempre con su inseparable pelota de béisbol y siente una gran curiosidad por los pode- res adivinatorios de su amiga. —Si ahora eres astréloga —le dice a Marili—, podrds confirmarme que cuan- do sea grande seré un gran deportista. Quién sabe, tal vez el mejor jugador de béisbol de todo el planeta. En ese momento aparecen las her- manas Lépez. Cada una lleva un tiesto en las manos, y en cada tiesto hay una plantita esmirriada y raquitica que ape- nas sobrevive. —Hemos ofdo tu mensaje —dice Lili. —Crees que la astrologia puede de- volver la vida a nuestras plantas de gar- banzos? —pregunta Lala. Las hermanas Lépez tienen muchas virtudes. Pintando, por ejemplo, son fe- nomenales. Pero con las plantas, lo que se dice con las plantas, no tienen mucho talento. Han sembrado unos garbanzos y sdlo les han crecido unos brotes esque- Iéticos. Las pobres estén desmoralizadas, porque el préximo lunes deben Ilevarlos al colegio para la clase de ciencias. Marilé mira al cielo y lanza un suspi- ro. Verdaderamente va a necesitar toda la magia de las estrellas. —Lo primero de todo —dice—, es haceros la carta astral. Ya tengo prepara- das las de Benito y Rubén. 29 —Yo hubiera preferido un péster de béisbol —dice el deportista. La verdad es que Rubén Rubiales s6- lo parece tener una cosa metida en la ca- beza. —Hay otras cosas en la vida, ademas del béisbol —le reprocha Benito. —Claro que si —lo apoya Lili—. Es- tan el dibujo, la pintura, el arte... —..la jardineria —sigue Lala. —Las estrellas —afiade Marila. —jEso es verdad! —dice entusiasma- do el deportista—. jYo me sé el nombre de todas las estrellas del béisbol! —Bueno, vamos a lo que importa —le corta Marili algo fastidiada—. Y lo que importa es que con vuestra carta as- tral yo podré adivinar vuestro futuro. jE] futuro! Marili ha utilizado una pa- labra clave que despierta inmediatamen- te el interés de sus amigos. —{De verdad que puedes predecir si yo seré un gran jugador de béisbol? imaginar. —pregunta el que ya os podé: ~Y yo, gseré veterinario? —dice Be- nito —Y nosotras, seremos artistas fa~ mosas? —exclaman a diio las hermanas Lopez. Marila mueve la cabeza en sejial de negaci6n y les dice: —Todo eso est4 muy lejos y veo que ya lo tenéis bastante claro. Lo que yo voy a descubrir es lo que os pasara durante las préximas horas. Es mil veces mas in- teresante y divertido y mucho mis difi- cil. Todos miran a Marilti con cara de des- confianza. Sobre todo Benito, que le dice: —2Es que ahora te crees una adivina o algo asi? —Pues no. Sélo soy una gran amiga de las estrellas —replica la aprendiz de astréloga—. Tu sabraés mucho de anima- les, pero de los astros no tienes ni idea. Al ofr esto, el chico frunce el cefio y se cruza de brazos. Carlota le da con el ra- bo en la oreja. —Muy bien —dice—. Escucho tus predicciones. Marili no se hace rogar y desenrolla las cartas astrales de Benito y de Rubén. Se trata de dos pliegos de papel llenos de lineas y garabatos, en los que las estre- Ilas, las constelaciones y los signos del zodiaco parecen mezclados al buen tun- ‘0 silo tuviera tun. Pero ella los mira con todo muy claro. —Voy a empezar por «i, Rubén —ha- bla con voz susurrante, dandose mucha importancia. —Esta tarde mi equipo, los Castores, juega un partido contra el equipo de los Osos, nuestro gran rival —dice el depor- tista—. Dime quién va a ganar. —Hummm... Segtin mis cAlculos, los Osos se van a llevar un buen bafio. —jGuau! —exclama Rubén, que ya se imagina el héroe del partido y cémo lo felicitan. —zY yo qué? —pregunta Benito. Marild estudia atentamente su dibu- jo lleno de estrellas y colorines. —Tu tienes que tener mucho cuida do durante todo el dia con las cdscaras de platano. —CAscaras de plitano? —St, esta muy claro, cdscaras de pla- tano —insiste Marila—. Dicho de otra forma: tienes que mirar bien por donde pisas. Bafios y cascaras de platano media tarde, Mariltiy las hermanas Lopez se dirigen al parque de las Golon- drinas. Nada mds verlas, Rubén Rubiales Jas saluda con la mano. El chico cree ciegamente en las pre dicciones de Marilti y ya se ve converti- do en una estrella del béisbol. Esta tarde luce con més orgullo que nunca su uni- forme del equipo de los Castores. El partido contra los Osos esta a pun- to de comenzar. El sefior Mansilla (al que todos Ilaman sefior Barbilla, porque tie ne el mentén tan grande como una pata- ta) es el rbitro. Les corresponde lanzar primero al equipo de los Osos y todos los jugadores estan tensos y concentrados En ese momento, con cinco minutos de retraso, llega Benito. El chico camina tan encorvado, que Carlota no puede agarrarse a su hombro y tiene que suje- tarse como buenamente puede sobre la espalda. La pobre iguana no entiende lo que esta pasando. Y las hermanas Lépez, tampoco. . = —jEstds buscando un trébol de cua- tro hojas? —pregunta Lili. —No, estoy evitando las cascaras de platano. No quiero pisar una y partirme la cabeza. Desde su extrafia postura, Benito no puede ver la sonrisa que ilumina la cara de Marili Polar. Ni tampoco la negrisima nu- be que acaba de aparecer en el cielo. En un minuto, el parque de las Go- Jondrinas se queda casi a oscuras. Y eso no es todo. Un trueno terrible los deja a todos medio sordos. Falta un suspiro pa- ra que empiece a llover 2 cntaros. Y para suspiro, el que lanza Rubén Rubiales, con su bate al hombro, miran- do al cielo. Sabe que no se puede jugar al béisbol cuando llueve y que la ocasion de ganar a los Osos se puede esfumar. Y, en efecto, en un abrir y cerrar de ojos se pone a lover a cantaros. El cielo se Ilena de relémpagos. ¥ a cada relam- pago le sigue su correspondiente trueno. Los jugadores corren para ponerse a cu- bierto. ¥ los quince espectadores hacen otro tanto. —jAhora que iba a dar el mejor golpe de mi vida! —se queja Rubén—. jBonita prediccién me has hecha, Marilti Polar! Marilit se siente avergonzada. jElla que queria que su amigo estuviera con- tento! El ultimo en llegar al refugio es Benito Patoso, que sigue doblado en dos. Cuando lo hace esta calado hasta * los huesos. —Pero gpor qué has tardado tanto en venir? —pregunta Lala —Porque tiene que evitar las cdscaras de platano —se burla Lili El sefior Mansilla se sube a un banco. Y, gritando para que se le pueda oir a pe- sar de los truenos, les dice a todos: —jEl partido queda suspendido! jAqui hay osos y castores, pero no somos patos! Rubén Rubiales tiene un enojo tan grande, que hasta tira su gorra al suelo. —2Qué pasa ahora con tus promesas, Marili? —le dice a su amiga. -Bueno —responde ella—, yo habia dicho que los Osos iban a recibir un buen bafio. ;Acaso no es cierto? Miralos, si es- tan empapados los pobres. Lo que no me dio tiempo a adivinar es que también los Castores ibais a recibir otro. Por suerte, el sefior Polar llega en ese momento con su camioneta y salva a to do el grupo de amigos de tener que vol- ver a casa bajo la tormenta. #KX Mas tarde, cuando Marild est4 aca- bando las cartas astrales de Lili y Lala, recibe una llamada de Benito. —Oye, Marili —dice por teléfono la voz enojada del chico—, ges que tii pre- dices lo primero que se te ocurre o qué? —;Por qué dices eso? —Porque estoy a punto de acostarme yno he pisado ninguna cdscara de plata~ no. Por eso lo digo. —Claro, es normal. Si te has pasado todo el dia teniendo cuidado, zcémo vas a pisar ninguna? Te has salvado gracias a mi aviso Esta contestacién no convence al amo de Carlota. En cuanto a Marila, tampoco ella esta muy contenta con los éxitos de su primer dia como astréloga. Asi que se promete a si misma que al dia siguiente les haré una prediccién asombrosa a las hermanas Lopez. Los tiestos de Lili y Lala domingo por la mafiana, cuando Ma- rild va a reunirse con sus amigos, se en- cuentra a Benito y a Rubén de brazos cru- zados y con cara de estar malhumorados. —iA ver! —grufie Benito—. ,Qué les vas a prometer a Lili y a Lala? Marila ha estado pensando mucho en la respuesta antes de venir. Ya se esperaba que le iban a hacer esa pregunta. Incluso Liliy Lala sonrien con algo de burla cuan- do abre su mochila llena de estrellas. —Me parece que las estrellas estan un poco complicadas para vosotras —di- ce la aprendiz de astréloga. —jYa nos lo figurébamos! —replica Lili. —Si lo que piensas anunciarnos es que vamos a ir a casa de nuestra abuela, te diré que eso ya lo sabemos —afiade Lala—. Hemos quedado para esta tarde. —jVaya, qué pena! —se burla Beni- to—. jYa le habéis chafado la prediccion a nuestra adivina! —jMuy bien! jCuando querdis saber alguna cosa, ya vendréis a preguntarme- la! —dice enojada Marili. Pero Rubén, que tiene curiosidad por saber lo que iba a decir, intenta calmarla: —No te enfades. Vamos, diles el fu- turo a las hermanitas. Sin hacerse més de rogar, Marilii des- pliega las cartas astrales de Lili y Lala y, mir4ndolas fijamente, dice: Aqui veo Arboles... mejor dicho, plantas. Plantas que brotan y crecen con fuerza. Hay un gigante verde... y muchas amapolas. No... espera... son plantas de garbanzos... —Pues deben de estar medio secas —dice Lili. —Las nuestras ya sdlo son un triste hierbajo —se lamenta Lala. —Justamente —confirma Marili. Ya continuacién dibuja en las cartas algunas estrellas, un par de garabatos y varias cifras misteriosas. —Est claro —dice—. La Luna se en: cuentra en cuarto creciente y tiene for- ma de gajo de naranja. Eso significa te- ner un gran éxito en jardineria. — Un éxito en jardineria las herma- nas Lépez? —exclama Rubén. —jSi! ;Y también van a ser medallas de oro en salto con pértiga en las proxi mas olimpiadas! —dice Benito. tt iy Ylos cuatro (cinco, si contamos a Car- lota) se parten de risa. A Maril le da rabia, pero en vez de echarse atras, decide adoptar un aire lo més misterioso posible. Lentamente, sa- ca de su bolsillo dos estrellas de carton que llevaba recortadas y se las da con mucha ceremonia a las hermanas. —Antes de que vaydis a casa de vues- tra abuela —les dice—, poned una de es- tas estrellas en cada tiesto. Después re- gad las plantas y dejadlas fuera. Es importante que les dé el aire fresco. —Ademis, con la pinta que tienen, no hay peligro de que a nadie se le ocu- rra robarlas —se burla Benito. A pesar de las risas de los dos chicos, seve que Lili y Lala empiezan a tener al- go de confianza. Aceptan las estrellas que les da Marilii y se van tan contentas asu casa. Mas tarde, antes de salir, las entierran en los tiestos y riegan cuida- dosamente sus raquiticos tallos de gar- banzos. Por ultimo, los sacan al balcon. Y aqui es donde surge un pequefio problema: los han dejado en el balcén del segundo piso. Y con eso no contaba Ma- vilu. er Cincuenta y seis estrellas Py eso de media tarde, Marili se dispo- ne a realizar su plan. Tiene que demos- trarles a Benito Patoso y alos demas que ella es una astréloga de primera. Y para conseguirlo esta dispuesta a cualquier sa- cxificio. En primer lugar, elige sus dos mejo- res tiestos de garbanzos y los esconde en una bolsa grande, Luego se dirige ala re- sidencia de la familia Lopez. Lili y Lala habian dicho la verdad. El coche de su madre no esta aparcado en la entrada, y eso es sefial indudable de que han salido. Maril da la vuelta a la casa, pero en el patio trasero, donde ella esperaba en: contrarlos, no estan los tiestos con los escudlidos brotes de garbanzos. Enton- ces mira hacia arriba y... —{Oh, no! —exclama disgustada—. {Han puesto los tiestos en el balcén del ji a if segundo piso! jA quién se le ocurr Los astrélogos tienen algunos pode. res, pero entre ellos no se cuenta el de volar. Aunque el balcén no esta muy al to, Marilt no puede llegar hasta él. La nifia mira a su alrededor. En el pa- tio hay una hamaca con una mullida col- choneta encima. Y también’ una silla ple- gable. «Seria mucho pedir que hubiera una pe- ro tal vez poniendo la silla plegable enci- ma de la hamaca...» escalera de mano —piensa Marilt Marila hace la prueba. Pero ain no llega lo suficientemente alto como para alcanzar los tiestos. Entonces ve, en un rincén, una gran maceta de barro. jEse puede ser otro es- calén para su escalera! Pero aunque la ma- ceta est vacia, pesa muchisimo, y Marili tiene que sudar la gota gorda hasta que consigue ponerla encima de la silla —jBueno, ya esta! —dice mientras contempla la temblorosa piramide. Luego respira hondo y empieza a trepar. 4Serdn buenos alpinistas los astr6lo- gos? Marild no se imagina a la sefiora Buenasuerte colgando de lo alto de la cumbre de una montafia. Pero eso no la desanima y prosigue su escalada Subirse a la hamaca ha sido cosa facil. Pero el siguiente escalén ya es mas corn- plicado. Vamos a ver... Auuu....pa- Haciendo muchos equilibrios, Marila se ha subido a la silla plegable. Ahora viene lo mas arriesgado. Primero levan- ta una pierna y planta el pie sobre la ba- se de la maceta. Luego levanta la otra pierna.., ;Bueno, ya esta arriba! Ya llega con las manos a la barandilla del balcon. Ahora solo tiene que empinarse y... —jSocorro! {Una ladrona! El grito llega a los ofdos de Marild y la hace soltarse de la barandilla. Al soltarse, pierde el equilibrio y toda la piramide se viene abajo. Marilit se cae de espaldas. Menos mal que tiene suerte y rebota so- bre la mullida colchoneta de la hamaca. Durante un buen rato, Marila Polar, la primera astréloga-acrébata, sdlo pue- de ver las cincuenta y seis estrellas que dan vueltas alrededor de su cabeza. El sentido de la amistad arilti permanece bastante tiempo con los ojos cerrados. El atontamiento pro- vocado por el golpe ya se le est pasan- do, pero atin no se atreve a abrirlos. Tie- ne miedo de enfrentarse con el tipo que ha dado el grito. —jA esa ladrona, métanla en chirona! —dice alguien. Mariltt cree reconocer esa voz. Abre un ojo y ve a Carlota. La iguana esta aga- rrada al hombro de su duefio. Y su due- fio no es otro que Benito Patoso. —Ya sabia yo que intentarias uno de tus trucos. —{Me has seguido? —Pues si. Y he comprobado que si ti eres una astréloga, Carlota es un dragon —dice el chico, riéndose. 2Y tt qué te crees que eres? Un policia? —Ahora que sé la verdad, le contaré a todo el mundo que has hecho trampas. Marild intenta levantarse, pero atin estd bastante aturdida. —Antes de que te conviertas en la co- torra ntimero uno de la ciudad, gpuedes darme la mano para que me levante? Benito ayuda a Marilii a ponerse de pie. Al hacer el movimiento, Carlota casi se cae de cabeza. —Prefiero ser una cotorra que un mentiroso —dice el chico. —Vale, Benito, lo que tt digas —re- plica Marili—. Pero ahora te pido por fa- vor que no estropees mi plan. Vete a ju- gar a otro sitio y deja de vigilarme. —iTa siempre creyéndote superior! —i¥ tu siempre pasdndote de listo! Los dos amigos hubieran podido se- guir lanzdndose reproches durante tres o cuatro horas mas. Y Carlota, que lo sa- be, se mete a toda prisa bajo la camiseta de Benito. No hay nada que fastidie tan-\ to ala iguana como una charla inutil lle- na de insultos. Marika, entonces, se calma un poco. —De acuerdo —dice—. Ti vas a decir por todas partes que ya no soy una as- trdloga de verdad. Pero antes deja que te Ppregunte una cosa: ges que no tienes sentido de la amistad? Benito la mira con desconfianza. Sa- be que Marili casi siempre termina con- venciéndolo. —gQué quieres decir con eso? —pre- gunta. ° —Pues que en vez deir por ahi a con- tar tus hazafias como espia, podias ayu- darme a trepar hasta el balcén. Me gusta- ria que Liliy Lala piensen que han logrado que crezcan sus plantas de garbanzos. —a¥ se puede saber por qué, sefiora Polar? —Porque eso les dar una pequefia alegria. La gente quiere creer en las es- 61 trellas por esa razén, para conseguir pe- quefias alegrias. Benito esta indeciso. Carlota le hace cosquillas en la orejaz s la forma que tie- ne de darle su opinién. Finalmente, el chico asiente con la cabeza. —ZQué es lo que hay que hacer? —pre- gunta. —Lo primero de todo, ayudarme a subir al balcén. Benito entrelaza sus manos y las colo- ca de tal forma, que Marilt pueda apoyar en ellas su pie. La nifia toma impulso y su- be ligera como una pluma. Ha conseguido agarrarse a los barrotes de la barandilla, pero como atin necesita subir més, apoya elotro pie sobre la cabeza de su amigo. jLo ha logrado! Ya esta en el balcén Desde alli le envia los dos tiestos a Beni- to y luego los sustituye por sus propias plantas. Marilti tiene ahora que bajar. Prime- ro salta la barandilla y se queda colgan- do del balcén. Benito intenta recogerla como ha visto hacerlo en las peliculas, pero él no es precisamente un tipo for- mudo y los dos terminan rodando sobre la bendita colchoneta de la hamaca. Por suerte para ellos, esta vez sdlo ven unas pocas estrellas. De vuelta a casa, Marilt leva a Beni- to por la calle Copérnico. Cuando Ilegan al ntimero 19, le dice: —Aqui es donde vive la sefiora Bue- nasuerte. —c¥ esté ella ahora? —Vamos a ver. Marila y Benito rodean la casa. Por una ventana de atr4s, que daa la cocina, ven a la astréloga preparando unos pos- tres. Tiene la nariz manchada de crema y la pared que hay detris de ella esté a medio pintar. La cabafia del amor E.. misma noche, Marilii Polar recibe una llamada de Lili Lopez. —¢Sabes una cosa, Marili? —Pues no. —Eres genial. Nuestras plantas de garbanzos han crecido. Al dia siguiente Lili y Lala llevan sus tiestos al colegio y se sienten muy orgu- llosas al colocarlos entre las plantas de los demés alumnos, Cuando terminan las clases, Marilti tiene una idea. —«Queréis conocer a Estela Buena- suerte? 66 —gLa que te ha ensefiado los trucos de astrologia? —pregunta Lili entusias- ‘mada. —Esa misma —responde Marila. Benito se la queda mirando con cara risuefia. Por esta vez, va a guardar el secreto. Poco después, Rubén, Benito, las her- manas Lépez y Marilti Polar Ilaman a la puerta de la astréloga. Cuando abre, la mujer lleva puesta su tenida de trabajo y tiene la cara Ilena de manchas de pintura. —Eres muy amable al presentarme a tus amigos, Marilti dice la sefiora Bue- nasuerte—. Como puedes ver, sigo in- tentando pintar la cocina. No hay forma de que termine. —Precisamente, queria presentarle a dos verdaderas especialistas: Lili y Lala Lopez. 67 Una cocina que pintar. Pocas cosas pueden hacer més felices a las hermanas L6pez. Bueno st, pintar una casa entera. Al saberlo, Estela Buenasuerte se po- ne muy contenta. —jEs extraordinario! —exclama—. Las estrellas me habfan anunciado que hoy iba a ser un dia de suerte. sY sabéis Por qué? Porque la casa de la felicidad es- té en Leo. Esta noche se podra ver en el cielo. {Qué os parece? —Pues que yo creo que también po- dra verse la cabafia del amor y de la ayu- da alos demés. Al menos, es lo que a mi me gustaria —responde Marili Polar. Glosario Aqut tienes algunas de las nuevas palabras que has podido aprender. Lee su significado para compro- bar si conseguiste averiguarlo. Astro: Cada uno de los cuerpos celestes que puebla el firmamento. ‘Astréloga: Persona que estudia la posicién y el mo- vimiento de los astros, para luego predecir el destino de los seres humanos. Astronomia: Ciencia que estudia el movimiento de los astros en el espacio. Aturdir: Confundir, pasmar, desconcertar. Buenaventura: Adivinacién de la suerte mediante el examen de las rayas de la mano. Carta astral: El gréfico que representa la posicién en la que estaban los planetas en el instante del nacimiento de una persona. Castores: Es un mamifero roedor como los ratones. Bs de cuerpo grueso y cukierto por pelo casta- iio muy fino. Constelacién: Conjunto de estrellas que, unidas mediante trazos imaginarios, forman dibujos Chafar: Estropear el plan o la sorpresa que una persona ha preparado. Chirona: Cércel

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