Está en la página 1de 176

Manuel A.

Torres Carrasco
con la colaboración de
CLAUDIA GUZMÁN LOAYZA

Problemática
de las juntas generales
en la jurisprudencia societaria

DIÁLOGO
CON LA
JURISPRUDENCIA
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS
GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA
SOCIETARIA

PRIMERA EDICIÓN
ENERO 2009
10,050 Ejemplares

© Manuel A. Torres Carrasco


© Gaceta Jurídica S.A.

PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822

HECHO EL DEPÓSITO LEGAL EN LA


BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ
2009-01395

LEY Nº 26905 / D.S. Nº 017-98-ED

ISBN: 978-612-4038-01-3

REGISTRO DE PROYECTO EDITORIAL


31501220900059

DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Isidro Retamozo Marca

Gaceta Jurídica S.A.


Angamos Oeste 526 - Miraflores
Lima 18 - Perú
Central Telefónica: (01)710-8900
Fax: 241-2323
E-mail: ventas@gacetajuridica.com.pe

Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.


San Alberto 201 - Surquillo
Lima 34 - Perú
El derecho de impugnación de las decisiones de la
asamblea (...) no es un derecho incorporado al títu-
lo de crédito sino, por el contrario, un derecho que
surge en el accionista de la lesión de uno o más de
sus derechos y compete al socio sin que tenga influen-
cia el número de acciones poseídas.
Alberto Víctor VERÓN
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

CAPÍTULO I

LOS ÓRGANOS DE LA SOCIEDAD

Si se observa al interior de una sociedad podrá advertirse al menos dos grupos


de personas(1) que se interrelacionan permanentemente y de las cuales emanan nor-
mas internas que permiten organizar la constitución y marcha de una sociedad, así
como las decisiones que pueden llevarla al éxito o al fracaso.
Estos dos grupos están mencionados expresamente en la sección cuarta de la
Ley General de Sociedades: i) la junta general de accionistas y, ii) el órgano de ad-
ministración, con funciones ejecutivas y de dirección.
En este último órgano encontramos al directorio y a la gerencia, cuyo integran-
te (en caso de un solo gerente general) o miembros (en caso existir diversos geren-
tes) es (son) designado(s) normalmente por aquel(2)(3).
Larga ha sido la discusión en la doctrina societaria acerca de la naturaleza jurí-
dica de estos órganos societarios. Un amplio sector les atribuye la calidad de órga-
nos de representación de la sociedad para con los terceros externos a esta. Así, por
ejemplo, Dalmacio Vélez Sarsfield y Eduardo Acevedo, redactores del Código de
Comercio de Argentina de 1869, propugnaron esta posición, basada en general en
el régimen de representación de la sociedad civil, concibiéndola como un particular
caso de mandato(4).
Nosotros no consideramos que las atribuciones de los órganos societarios se
limiten a las facultades de representación, y esto por varias razones. La principal es

(1) Sin excluir a las personas jurídicas como sujetos de derecho que pueden intervenir en la conformación de los órganos
societarios, puesto que la ley les permite ser socios o administradores.
(2) Aunque, claro, existe la posibilidad de que en el estatuto o pacto social se establezca que la gerencia sea designada por
la junta general o, también, que no exista directorio y la gerencia general asuma esas funciones, como podría suceder en
la sociedades anónimas cerradas (art. 247 de la Ley General de Sociedades).
(3) Como puede advertirse, nuestra legislación societaria actual –a diferencia de la anterior–, en un intento de hacer más
sencilla la práctica social, ha obviado cualquier referencia de lo que en otras legislaciones (como la argentina, por ejem-
plo) se conoce como consejo de vigilancia, medida que se ajusta más a las necesidades actuales.
(4) El mandato es una de las modalidad de los contratos típicos de prestación de servicios (los otros son la locación de
servicios, el contrato de obra, el depósito y el secuestro). En nuestro país se encuentra regulado en los artículos 1790 al
1813 del Código Civil.

7
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

que un representante se caracteriza por realizar la voluntad de su representado, sin


embargo “el órgano es el elemento intrínseco de la persona jurídica”(5). Esto quiere
decir que la voluntad de la sociedad es única y, por lo tanto, se hace imposible la
utilización de un vocero para hacerla extensiva a los terceros, ella actúa para sí y
por sí; además, las funciones específicas de algunos órganos no implican represen-
tación, por ejemplo, la junta general de accionistas tiene un carácter eminentemente
deliberativo, de tal forma que otorgar la calidad de representantes a los distintos ór-
ganos societarios sería ampliar demasiado el ámbito de sus funciones y ocasionar
confusión en la estructura societaria.
Destacamos la exposición que sobre este tema realizó Guillermo Cabanellas
de las Cuevas, citando a Halperin: “Sin embargo, ni toda la representación so-
cietaria se realiza mediante órganos, ni las atribuciones de estos se limitan a la
representación”(6). Está claro entonces que la existencia de los órganos de la socie-
dad no puede explicarse solamente utilizando la herramienta de la representación
(por ser insuficiente), sino que su razón de ser nace de la necesidad de darle operati-
vidad a la sociedad misma.
Nos explicamos. Existen roles que todos los órganos comparten, vista la so-
ciedad como “organización” entendemos que su marcha, su devenir habitual, solo
puede darse a partir de normas internas cuyo cumplimiento dirija la conducta social.
Estas normas solo pueden emanar de sus órganos y ser acatadas por estos, tendientes
a regir las relaciones de la sociedad tanto en su aspecto jurídico como económico.
En este sentido, la actividad desplegada por los órganos societarios en cuanto a
la consecución del propósito económico que subyace en el origen de toda sociedad,
es lo que justifica la existencia, facultades y poderes de estos órganos sociales. Y
para ello no hace falta crear una herramienta sui géneris de representación, sino que
se explica por la necesidad de darle realidad al fenómeno de las sociedades, lo cual
es recogido por ley.
Elías Laroza el recordado profesor universitario peruano, señalaba que “como
lógica consecuencia de la personalidad jurídica, la sociedad anónima se vale de las
personas naturales para su representación, gerencia y administración. Estas personas
no son mandatarios de los socios, sino de la sociedad”(7). Asimismo, al comentar los
efectos de la personalidad jurídica, el profesor Elías Laroza reitera que “es evidente
que la persona jurídica no puede desarrollar sus actividades ni expresar su voluntad
si no es por intermedio de personas naturales. Son estas últimas las que integran
los órganos de gobierno de la sociedad y ejercen poderes de representación.

(5) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo. Derecho societario. Tomo IV. Editorial Heliasta. Buenos Aires, 1996.
p. 17.
(6) Ibídem.
(7) ELÍAS LAROZA, Enrique, Derecho societario peruano. Editora Normas Legales. Trujillo, 2002, p. 248.

8
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Aquí resulta evidente que estas personas naturales no son administradores ni man-
datarios de los socios sino del ente jurídico”(8).
Como es de entenderse, la variedad de intereses en juego mantienen viva la po-
sibilidad de un conflicto entre los diversos órganos, controversias ocasionadas por
las voluntades particulares de los socios, directores o administradores que desean
hacer más provechosa su intervención en los asuntos relacionados con la sociedad.
Algunas de estas situaciones son las que serán desarrolladas más adelante.
Entendiendo la naturaleza jurídica que le corresponde a los órganos societarios,
cabe reiterar que en nuestra legislación societaria se ha optado por establecer que
los órganos sociales son:
i) La junta general de accionistas, que es el órgano que expresa la voluntad
social.
ii) El directorio, que es el órgano administrador de la sociedad. Sus faculta-
des, competencia y concepto han sido recogidos en diversas oportunidades
a nivel jurisprudencial. Por ejemplo, en la Res. N° 440-96-ORLC/TR J1 y
en la Res. N° 240-2001-ORLC/TR J2 así como en la Cas. N° 1008-2006-
Lambayeque J3 .
iii) La gerencia, que es el órgano ejecutor de la sociedad.
De estos pasaremos a ocuparnos del primero, que es materia de nuestro trabajo.

(8) Ibídem, p. 24.

9
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

CAPÍTULO II

LA JUNTA GENERAL DE ACCIONISTAS

1. Naturaleza jurídica de la junta general de accionistas


En doctrina se suele distinguir entre la voluntad social y la voluntad de los so-
cios. En efecto, existe una clara distinción entre la voluntad que emana del órgano
de gobierno de la sociedad (integrada por los socios) y la voluntad individual del
socio o de los socios. La junta general de accionistas tiene por finalidad formar la
primera, la voluntad social; la segunda es irrelevante para fines sociales(9).
Para expresar dicha voluntad social, “la sociedad necesita un sistema por el que
ella se forme. Los accionistas o socios se reúnen y toman acuerdos que constituyen
manifestaciones auténticas del ente bajo cuya personalidad legal se les convoca. Así,
las mayorías, con las que un accionista vota en ciertos casos y no en otros, terminan
emitiendo la voluntad de la sociedad en cuyo nombre actúan, no en forma individual
sino integrando la asamblea”(10).
Esta posición de Elías Laroza, a la cual nosotros nos adscribimos, es acom-
pañada por la doctrina comparada. Así, el profesor argentino Alberto Víctor
Verón afirma que “con respecto a la naturaleza jurídica de la asamblea, propia-
mente dicha, la tendencia más moderna y generalizada es considerarla órgano de
la sociedad. Se trata, entonces, de un órgano corporativo en el que la voluntad
social se forma por las voluntades individuales de los accionistas sin que impli-
que directamente relación contractual alguna entre estos, sino entre la sociedad
y sus accionistas”(11).

(9) Salvo cuando, claro está, la voluntad individual de un socio o de un grupo de estos afecta los intereses sociales.
(10) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit., p. 248.
(11) VERÓN, Alberto Víctor. Manual de sociedades comerciales. Tomo III. Editorial Abaco, p. 385.

11
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

2. Los poderes amplios pero no ilimitados de la junta general


Ahora bien, nuestra Ley General de Sociedades define a la junta general de
accionistas como “el órgano supremo de la sociedad” (art. 111 de la mencionada
norma).
Esta frase inicial es dotada de contenido cuando, a continuación, dicho precep-
to agrega que los accionistas constituidos en junta general debidamente convocada,
y con el quórum correspondiente, deciden por la mayoría que establece esta ley los
asuntos propios de su competencia. Esto es muy relevante pues evidencia las am-
plias facultades de la junta general, al entregarse a este órgano social los mayores
poderes de decisión al interior de la sociedad(12).
Para que esos acuerdos tengan plena eficacia y no sean cuestionados o desco-
nocidos por los socios –salvo, claro está, los supuestos de impugnación y nulidad–,
también se establece que todos los accionistas, incluso, los disidentes y los que no
hubiesen participado en la reunión, están sometidos a los acuerdos adoptados por la
junta general.
Es por esta característica de la junta general de accionistas que Garrigues
consideraba que esta “es el órgano de expresión de la voluntad colectiva: en la
junta general ejercen los socios sus derechos de soberanía en forma de acuerdo
mayoritario”(13).
Pero esto no significa que la junta tiene poderes ilimitables, pues como el men-
cionado autor señalaba, la junta general es el órgano soberano de la sociedad en la
esfera interna. Esto significa:
Negativamente, que su esfera de acción está limitada por el respeto a los dere-
chos de los terceros. O de los socios cuando aparecen como terceros. Ejemplo:
la junta general no puede privar a un fundador de los derechos que le atribuya
el contrato fundacional, los cuales son independientes de la cualidad de socio
que quizá conserve el fundador.
Positivamente, que tiene autoridad superior a todos los demás órganos socia-
les (nombramiento y separación, inspección o control) y poder decisivo sobre
todos los asuntos vitales de la sociedad(14). En otras palabras, la soberanía de la

(12) Es preciso destacar la similitud del artículo 111 de nuestra norma nacional con el artículo 93 de la Ley de Sociedades
Anónimas española, que establece:
“1. Los accionistas, constituidos en junta general debidamente convocada, decidirán por mayoría en los asuntos propios
de la competencia de la junta.
2. Todos los socios, incluso los disidentes y los que no hayan participado en la reunión, quedan sometidos a los acuer-
dos de la sociedad”.
Salvo acertadas acotaciones de nuestra ley al definir a la junta general como“órgano supremo de la sociedad”y al incluir
el requisito del quórum necesario para la toma de acuerdos, la semejanza de redacción permite colegir la manifiesta
influencia española en el legislador peruano en cuanto a esta materia.
(13) GARRIGUES, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil. Tomo II. Editorial Temis. Bogotá, 1987, p. 190.
(14) Ibídem, p. 191.

12
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

junta general de accionistas está limitada por el respeto a las bases esenciales
de la sociedad, representada principalmente por el interés de los socios.
Como puede apreciarse, nuestra legislación societaria atribuye a la junta gene-
ral de accionistas el poder de configuración de la voluntad social, es decir, la volun-
tad única de la persona jurídica y no de los socios que la componen. Esta voluntad
se materializa cuando los titulares de acciones con derecho a voto se reúnen (pero
no bajo cualquier circunstancia, sino bajo las señaladas por la ley) y deciden por
mayoría de votos ciertos asuntos dentro del marco de competencia de la junta.
Al señalar la norma que la validez del acuerdo depende del ámbito de compe-
tencia de la junta, establece que la junta no es competente para todo, en otras pala-
bras que a pesar de ser manifestación de la voluntad, esta voluntad tiene límites que
debe respetar:“Los órganos de gobierno de las distintas sociedades no actúan dentro
de una esfera absoluta de libertad; sus atribuciones deben ejercerse respetando las
limitaciones que surgen del orden jurídico (…) el órgano de gobierno debe respetar
no solamente el contrato social sino también elementos tales como el reglamento,
los actos de otros órganos, cuando correspondan a ámbitos en los que tales órganos
tienen supremacía y aun las reglas que hacen a la estructura jurídica interna de la so-
ciedad y que resultan de actos de los representantes convencionales de la misma”(15).
Entonces, ¿cómo es que en el artículo 111 de la Ley General de Sociedades se
define a la junta general de accionistas como el órgano supremo de la sociedad? Lo
que sucede es que el regentar el gobierno de la sociedad no convierte a la junta ge-
neral de accionistas en una especie de autoridad arbitraria, muy por el contrario, las
decisiones adoptadas por la junta siempre se dirigen a la consecución de satisfacción
del interés social(16).
En este sentido, interesante ha sido la tarea de la doctrina al intentar darle un
calificativo exacto; por un lado Broseta Pont, por ejemplo, la define como un órga-
no soberano, pero no omnímodo; mientras que entre los nacionales Elías Laroza y
Hundskopf prefieren tildarla de órgano supremo.
A pesar de la similitud en las calificaciones, sus alcances no son los mismos,
“soberano” refiere a quien posee la autoridad suprema e independiente; mientras
que “supremo” significa que no tiene superior en su línea. La acepción “omnímodo”
va mucho más allá pues indica al que todo lo puede.

(15) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo. Ob. cit., p. 163.


(16) Sobre el particular, el doctor Hundskopf ha señalado que: “Se debe entender al interés social como aquel objetivo en-
caminado a la maximización del valor de la inversión de los accionistas, conciliando y limitando este con los intereses
de los stakeholders para el cumplimiento de las normas vigentes, el respecto de la buena fe contractual, y la aplicación
de reglas éticas apropiadas para la conducción de los negocios”. HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “El derecho de
impugnación de acuerdos de juntas generales de accionistas en la nueva Ley General de Sociedades y su ejercicio a
través de acciones judiciales”. En: Derecho Comercial. Tomo III, Temas societarios, Fondo de Desarrollo Editorial de la
Universidad de Lima. Lima, 2000, p. 38.

13
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

Es clara la opción adoptada por el legislador para atribuir el carácter de órgano


supremo a la junta general y no calificarla de soberana, debido a que el requisito de
independencia se encuentra al margen de las características de aquella, limitando la
ley su ejercicio a los “asuntos de su competencia”.
Sin embargo, los límites a la actuación del órgano de gobierno referido no solo
vienen impuestos por la ley. A continuación veamos con más detalles algunos otros:
- Todo acto de la junta debe ajustarse al modelo típico que el contrato social
ha adoptado, en otras palabras, a las disposiciones que la ley reserve para
cada una de las sociedades que contempla, de tal forma que modificar ele-
mentos básicos de una estructura jurídica societaria determinada sin tener
el claro propósito de realizar una transformación de la sociedad de acuerdo
con las reglas fijadas en la Ley General de Sociedades para tal proceso se-
ría excederse de las funciones de gobierno de la junta general.
- Respeto a los derechos preexistentes de los socios dentro de la sociedad:
Sabiendo que una de las principales atribuciones del órgano materia de co-
mentario consiste en la modificación del contrato social, es necesario que
los integrantes de la misma cuiden las decisiones que adoptan en junta,
pues muchas de ellas podrían lesionar los intereses económicos y/o polí-
ticos privados de los demás socios. Sin embargo, a pesar de las debidas
precauciones, es de entenderse que cualquier modificación importará sa-
crificar o por lo menos alterar derechos preexistentes de algunos socios,
los que no se encuentran totalmente desamparados ya que se prevén ciertos
supuestos en los que tienen la facultad de ejercitar el derecho de separa-
ción, por ejemplo, ante la decisión de cambio de objeto social o traslado de
domicilio de la persona jurídica al extranjero.
- En este panorama existe la duda respecto de aquellos derechos que no
se encuentren estatutariamente o legalmente protegidos. Al respecto
Cabanellas indica que el hecho de que no existan obstáculos para la mo-
dificación de un derecho no da pie a su libre eliminación o alteración, y
acota:“También debe entenderse por derechos individuales no susceptibles
de alteración por el contrato social, sin anuencia del interesado, aquellos
que aunque resultan de disposiciones legales o contractuales generales, han
dado lugar a un derecho patrimonial determinado, adquirido a título indivi-
dual por los socios”(17).

(17) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo. Ob. cit., p. 170.

14
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

2.1. Barreras para la actuación de las juntas


En general, podemos resumir a las barreras para la actuación de la junta en las
siguientes:
a) Respeto al contenido del estatuto social. La base esencial y el inicio de la
vida social parte del contrato o pacto social, el estatuto lo llena de conte-
nido y aporta los elementos y exigencias básicas para su continuidad. Por
ello cualquier ejercicio que suponga la modificación sustancial de su es-
tructura implica la invalidez del acuerdo(18).
b) Pactos o convenios entre accionistas. Actualmente, la validez de ellos no
es objeto de discusión: la misma ley establece expresamente su validez con
la condición de que no exista contradicción entre estos y el pacto social o
estatuto, pero además el contenido de este debe ser concerniente a la socie-
dad y para que surta efectos respecto a ella debe ser debidamente comuni-
cado (las sociedades anónimas deben atender a lo prescrito en el artículo
93 de la Ley General de Sociedades). Cumpliéndose los requisitos referi-
dos, la sociedad tiene la carga de cumplirlos y es responsable en caso con-
trario. Por lo tanto, cualquier decisión en junta que manifieste una voluntad
social que los atente adolecerá de un vicio.
c) Derechos de terceros. La posibilidad de transgredir el contenido de un con-
venio parasocietario puede implicar también afectar derechos de terceros
ajenos a la organización societaria, puesto que esta común práctica no solo
se circunscribe a establecer relaciones para con los socios sino también de
estos para con terceros.
d) Finalmente, la junta general no puede intervenir directamente en la admi-
nistración y representación cotidiana de la sociedad, a menos que su estatu-
to le reserve atribuciones directivas, supuesto bastante inusual debido a que
especialmente en las sociedades con accionariado difundido la carga de la
administración recae en órganos especializados (el directorio o la gerencia,
por ejemplo) cuya permanencia es constante. No sucede lo mismo con la
junta general que se reúne en contadas oportunidades. Esto último que las
funciones de un órgano encuentran su límite en las del otro.
Respecto a este último punto se hace necesario realizar algunas pequeñas ano-
taciones, en lo que a la práctica usual se refiere: en algún primer momento la in-
tención del legislador fue dotar a la junta general de un poder único dentro de la

(18) Cabe preguntarse acerca de la validez de una cláusula estatutaria que prohíba rotundamente cualquier modificación del
contrato social o del estatuto; tal posibilidad es inaceptable, por varios motivos: el primero de ellos es que la misma Ley
General de Sociedades brinda los mecanismos para realizar las referidas modificaciones considerándolas necesarias para
el desenvolvimiento de la economía y el mercado (recordemos que en la décima disposición transitoria la ley castigaba
con la extinción a las sociedades que no habían inscrito ningún acto jurídico en el Registro), de otro lado, el dinamismo
del tráfico comercial hace imposible la total inalteración de una organización societaria.

15
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

estructura societaria, si bien es cierto que hasta ahora concebimos a aquella como el
órgano supremo, durante el siglo XIX sus facultades se extendían mucho más, lle-
gando a ser imprescindible su presencia para la toma de cualquier clase de decisión,
incluso aquellas que no suponían un trámite especial.
Como es de comprenderse se presentaban numerosas dificultades que incidían
en el escaso dinamismo de la sociedad, o su poca participación en el mercado. Una
alternativa a este problema sugería expandir las facultades de los administradores
como órgano que subordinado a la junta general cumpliera un rol permanente en la
marcha de la sociedad y en su gestión cotidiana.
A pesar de lo mencionado, y de la diferencia formal entre los órganos de go-
bierno y los de administración, la distinción entre ellos no es tajante, pues depende
mucho del tipo social específico. Por ejemplo, en una sociedad capitalista la rela-
ción entre ambos órganos no es tan próxima, mientras que en la sociedad de perso-
nas las funciones de uno y otro pueden llegar a confundirse; es más, inclusive en un
sociedad anónima cerrada, por sus peculiares características, la administración está
directamente controlada por sus socios.
Actualmente, sin embargo, en las empresas de accionariado difundido y más
aún las que cotizan en bolsa, el propósito de sus integrantes o de la mayoría de ellos
es meramente especulativo. No existe un interés real por la marcha de la sociedad en
cuanto a organización interna se refiere. Es decir, los accionistas en su mayoría solo
esperan la distribución de los dividendos y utilidades para ver satisfecho su interés.
De esta realidad colegimos que va generándose gradualmente una inversión de los
papeles que a cada órgano corresponde; el directorio o la gerencia, por el propio
desinterés de los socios, se invisten de mayores atribuciones constituyendo el verda-
dero gobierno de la sociedad.
Esta problemática actual ocasiona múltiples conflictos entre socios y adminis-
tradores, llegando estos incluso, a desplazar a aquellos en sus decisiones y faculta-
des directivas. “Los inconvenientes de dar prevalencia a los administradores en el
marco del citado conflicto resultan de que, si los administradores dirigen ineficaz-
mente a la sociedad, tendrán dificultades para obtener fuentes externas de financia-
miento. El recurso de los medios generados por la propia sociedad puede perpetuar
no solo su permanencia en la dirección de la sociedad, sino también la expansión de
los recursos comprendidos en el marco de tal sociedad”(19).
Existen otras formas en las que se puede limitar la capacidad de los socios,
utilizando muchas veces el mismo contrato social para mermar las atribuciones so-
ciales. Otra tendencia consiste en colocar obstáculos a la adquisición de acciones
(sobre todo mediante operaciones en los mercados bursátiles), de tal manera que el
control mayoritario de ciertos socios permanece incólume a través de la vida de la
sociedad. Por último, puede observarse que la utilización de ciertos instrumentos

(19) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo. Ob. cit., pp. 152-153

16
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

societarios resulta peligrosa cuando están orientados a privar a los accionistas del
derecho a decidir el destino de las utilidades de la sociedad.

3. Funciones de la junta general


Habiendo analizado los límites de actuación de la junta general de accionistas
corresponde ahora hacerlo respecto de sus funciones. En este sentido, los artículos
114 y 115 de la LGS señalan entre ellas:
1. Pronunciarse sobre la gestión social y los resultados económicos del ejer-
cicio anterior expresados en los estados financieros correspondientes. El
artículo 221 indica que la situación económica de la sociedad y el estado
de sus negocios deben consignarse en una memoria formulada por el direc-
torio al finalizar el ejercicio del año, estos a su vez, junto con las propues-
tas sobre la aplicación de utilidades deben ser puestos a disposición de los
accionistas con antelación para ser sometidos a deliberación en la junta.
2. Resolver sobre la aplicación de las utilidades, si las hubiere.
3. Elegir cuando corresponda a los miembros del directorio y fijar su retribu-
ción. De acuerdo con las prácticas de buen gobierno corporativo, esta elec-
ción debe regirse por las reglas incorporadas en los estatutos sociales o en
las leyes de buen gobierno corporativo(20) a fin de cautelar la independencia
de sus integrantes.
4. Designar o delegar en el directorio la designación de los auditores externos
cuando corresponda, siempre que sea acordado por el 10% de las acciones
suscritas con derecho a voto. A partir de una lectura sistemática con el ar-
tículo 174 de la ley, concluimos que si la junta lo autoriza expresamente,
el directorio a su vez puede delegar esta función en uno o varios de sus
miembros para la contratación de los auditores externos. El artículo 122
de la anterior ley omitía esta facultad de los socios en las juntas generales
ordinarias a pesar de que en el artículo 255 establecía que los documentos
contables podían someterse a auditoría si lo solicitaba un tercio de las ac-
ciones pagadas con derecho a voto.
5. Resolver sobre los demás asuntos que le sean propios conforme al estatuto
y sobre cualquier otro consignado en la convocatoria. En concordancia con
el inciso 7 del artículo 55 de la Ley General de Sociedades, entendemos

(20) Las prácticas de buen gobierno corporativo (BGC) son políticas generales que adoptan los entes societarios a fin de ob-
tener mayor transparencia, credibilidad y valor ante posibles inversionistas. Estas políticas nacieron como una solución
eficaz frente a los defectos que encontramos en las empresas de accionariado difundido, como consecuencia de la sepa-
ración de intereses entre los grupos de gestión y de propiedad. Proponen adoptar medidas que corrijan las distorsiones
generadas por la divergencia de intereses de los accionistas y los administradores. Entre dichas medidas correctivas se
encuentran medidas referidas a los derechos y obligaciones de los accionistas, la elección de directores y puestos ge-
renciales, mecanismos de acceso a la información societaria, la delineación exacta de las funciones del directorio y los
gerentes y la elaboración de esquemas claros de crecimiento.

17
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

que también son obligatorias las juntas previstas por el estatuto, aunque no
coincidan en fecha con la junta obligatoria anual.
Estos cinco acápites pertenecen al artículo 114 de la LGS, que obliga a la junta
general reunirse por lo menos una vez al año dentro de los tres meses siguientes a la
terminación del ejercicio económico. Sin embargo nada impide que en el orden del
día se consigne la deliberación de temas ajenos a los citados anteriormente y que
posteriormente se llegue a un acuerdo en la junta sobre ellos.
Por su parte, el artículo 115 de la ley señala que también compete a la junta
general:
1. Remover a los miembros del directorio y designar a sus reemplazantes.
2. Modificar el estatuto.
3. Aumentar o reducir el capital social.
4. Emitir obligaciones.
5. Acordar la enajenación, en un solo acto, de activos cuyo valor contable ex-
ceda el cincuenta por ciento del capital de la sociedad.
6. Disponer investigaciones y auditorías especiales.
7. Acordar la transformación, fusión, escisión, reorganización y disolución de
la sociedad, así como resolver sobre su liquidación; y,
8. Resolver en los casos en que la ley o el estatuto dispongan su intervención
y en cualquier otro que requiera el interés social.
En general, podemos agrupar en cuatro las funciones de la junta general a que
se refiere la Ley General de Sociedades:
- Aquellas dirigidas a fijar el contenido del contrato social.
- Funciones de integración y control de los restantes órganos sociales: por
medio de la designación y derecho de remoción de sus integrantes.
- Aseguramiento del ejercicio de los derechos de los socios (aprobación de
estados financieros, distribución de ganancias, regulación del derecho de
preferencia).
- Lineamientos generales destinados a organizar la vida económica de la so-
ciedad: a través de la impartición de órdenes a los administradores sobre
materias determinadas.
La anterior Ley de Sociedades Mercantiles separaba las funciones respecto
al tipo de junta que ella preveía, es decir, se designaba unas específicas a la junta
general ordinaria y otras a la extraordinaria respectivamente (artículos 122 y 123),
sin embargo, con acierto la actual Ley General de Sociedades ha eliminado aquella
distinción tradicional, tomando en cuenta la confusión que ocasionaba separar dos
tipos de juntas (tres, con la junta universal) cuando en realidad toda junta general de
accionistas es única.

18
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Si bien es cierto que el artículo 114 de la LGS fija las funciones de la junta
general ordinaria, esto no significa que aquellas no puedan ser realizadas en junta
extraordinaria pues la obligatoriedad de la primera no desplaza a la segunda para
que con las responsabilidades del caso esta, en cumplimiento de las formalidades
previstas, pueda realizar las mismas funciones si es que por una actuación negligen-
te de los administradores no se realizó la convocatoria oportuna de la junta obligato-
ria anual.
En otras palabras, nada impide que en junta extraordinaria por ejemplo se
aprueben las cuentas del ejercicio del año anterior si es que en plazo legal esto no
ocurrió o, se reúna para decidir los asuntos previstos para las juntas estipuladas pe-
riódicamente vía estatutaria.
Acertada es la opinión de Pedro Ávila Navarro sobre esta materia: “La distin-
ción, y hasta la terminología, de juntas ordinarias y extraordinarias es más origen
de confusión que fuente de claridad; porque se basa en ella la difundida creencia de
que la junta ‘ordinaria’ es un órgano distinto con contenido exclusivo y excluyente;
en realidad solo existe un órgano soberano, que es la junta general (...)”(21).
En este mismo sentido, Uría rechaza contundentemente la posibilidad de re-
partir los asuntos del orden del día de acuerdo con el carácter ordinario o extraor-
dinario de la junta (recordemos que la Ley de Sociedades Anónimas española, a di-
ferencia de la nuestra realiza una separación de las clases de juntas en ordinarias y
extraordinarias).
En resumen, qué sucederá si simuladamente se convoca una junta obligatoria
anual para resolver algún tema propio del artículo 115. La respuesta la hallamos
en la jurisprudencia: “(…) Los temas señalados en la convocatoria no corresponden
(…) a materias que necesariamente deban ser vistas en una junta obligatoria anual
o que hayan sido previstas como obligatorias en el respectivo estatuto de la empresa
(…) En todo caso, resulta necesario precisar que el tema relativo al nombramien-
to de miembros del directorio consignado como punto dos de la agenda, en buena
cuenta se circunscribe al punto uno de la misma relativo a la modificación parcial de
los estatutos en lo que respecta a la creación del directorio y al establecimiento de
sus miembros, toda vez que el directorio no estaba contemplado como órgano de la
sociedad demandada, convocándose –precisamente– dicha junta para aquel fin, de
ahí que no sea de aplicación lo dispuesto en el punto tres del artículo 114 de la ley,
sino más bien lo señalado en el punto dos del artículo 115”(22).

(21) ÁVILA NAVARRO, Pedro. La sociedad anónima. Editorial Bosch. Barcelona, 1997, p. 481
(22) Exp. N° 234-2005, 4/07/2005 J4 .

19
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

4. Junta universal
Un supuesto especial es la junta universal. Al respecto, la Ley General de
Sociedades indica que esta junta se encontrará válidamente constituida siempre que
se encuentren presentes los accionistas poseedores de la totalidad de las acciones
suscritas con derecho a voto habiendo estos aceptado por unanimidad la celebración
de la junta y la deliberación de la totalidad de los asuntos propuestos.
Es debatida en la doctrina la naturaleza jurídica de la junta universal. Algunos
plantean que la reunión casual de la totalidad de accionistas podría dar lugar a la
decisión de conformar en ese momento una improvisada junta general, como con-
trapartida teniendo en consideración que la presencia de la totalidad de los titulares
con derecho a voto en las sociedades de accionariado difundido resultaría prácti-
camente imposible de realizarse en circunstancias casuales, solo es posible prever
este tipo de coincidencias en las sociedades anónimas cerradas, o posiblemente en
las ordinarias, modelos de sociedades anónimas para las cuales la Ley General de
Sociedades no establece una rigurosidad formal previa a la realización de la junta,
tal como sí lo hace con la sociedades anónimas abiertas.
Sin embargo, para efectos meramente teóricos supongamos que por ejemplo en
una reunión de camaradería se llegaran a reunir todos los socios de una sociedad
anónima abierta y aprovechando esta situación decidieran realizar una junta con el
fin de resolver algunos problemas que afectan a la sociedad. A nuestro parecer no
existe ningún riesgo de que alguno de ellos se viera excluido o disminuidas sus fa-
cultades. Como lo mencionáramos antes, la ley pone dos filtros:
- Que absolutamente todos acepten la celebración de la junta.
- Que, de igual forma, se requiera la unanimidad de los accionistas para la
deliberación de los asuntos que se proponga tratar. Esto no significa que no
no sean aceptados ni mucho menos que la unanimidad se extienda como
requisito también para la toma de acuerdos, por el contrario, tal como su-
cede para todo tipo de juntas, los acuerdos se adoptan con el voto favorable
de la mayoría absoluta/calificada de las acciones suscritas con derecho a
voto representadas en la junta. Siguiendo este criterio, Broseta Pont afirma:
“Una vez constituida la junta universal, se somete al régimen propio de la
junta general y no es necesario que los acuerdos se adopten por unanimi-
dad (…)” (23).
En relación con la Ley de Sociedades Anónimas española, esta omite en su ar-
tículo 99 (juntas universales) aludir a este último filtro, ya que estipula únicamente
como requisito que esté presente todo el capital social y que los asistentes acepten
por unanimidad la celebración de la junta.

(23) BROSETA PONT, Manuel. Manual de Derecho Mercantil. Madrid, 1986, pp. 253-254.

20
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Tema aún más controvertido constituye el relativo a la posibilidad de un acuer-


do previo entre los accionistas y administradores para celebrar en fecha acordada
una junta universal, omitiendo los trámites de convocatoria prescritos en la Ley
General de Sociedades. ¿Supondría esta situación burlar la LGS y sus formalida-
des? No creemos que pueda configurarse un ilícito o un acto contrario a derecho por
parte de los órganos de gobierno y administración, y esto porque el fin del Derecho
Societario tiende a aligerar costos y esfuerzos innecesarios para que las actividades
sociales se realicen en forma breve y ágil a la par con las exigencias del mercado,
por tanto si se cumplen los filtros indicados qué problema existiría con que preme-
ditadamente se contemple la organización de una junta universal. Pensamos que
ninguno.
En esta misma línea opina la jurisprudencia registral en nuestro país:
“(...) Las regulaciones de la vida interna de una sociedad mercantil no cons-
tituyen normas de orden público, puesto que sin perjuicio de señalar que las
reglas que encuadran el trámite para la realización de una junta solo interesan
a los accionistas en lo que compete a la defensa de sus derechos e intereses, la
circunstancia de que una junta general, órgano supremo de la sociedad, pueda
reunirse en junta universal y llevar a cabo una junta general incluso en discre-
pancia de la propia convocatoria y de la agenda fijada, permite colegir que el
tema de convocatoria y quórum, no constituyen normas de orden público ni se
condicen con el carácter imperativo aducido por el registrador (...)”(24).
De este razonamiento concluimos que la tendencia en materia corporativa es
facilitar a los socios métodos alternativos para la realización óptima del objeto so-
cial de la empresa que integran, siempre que se cuide de no afectar los intereses
individuales de cada uno de ellos. En este sentido, constituye un avance por parte de
la actual Ley General de Sociedades respecto a la anterior el disponer que la validez
de la junta universal dependa de la presencia de los accionistas que representen la
totalidad de acciones suscritas con derecho a voto, a diferencia del artículo 129 de
la Ley de Sociedades Mercantiles, el cual a la letra decía: “No obstante lo dispuesto
en los artículos precedentes, la junta se entenderá convocada y quedará válidamente
constituida, siempre que estén presentes accionistas que representen la totalidad de
capital pagado y los asistentes acepten por unanimidad la celebración de la junta y
los asuntos que en ella se proponga tratar”.
En virtud de lo explicado líneas atrás, podemos preguntarnos si es válida la
representación de los accionistas en la junta universal. Sobre el particular somos
partidarios de la propuesta de Broseta Pont: “(...) sin duda debe admitirse la váli-
da constitución de esta junta de accionistas representados, si admitimos que la
junta universal no debe ser necesariamente espontánea. Significa ello que los ad-
ministradores pueden convocarla sin respetar los rígidos requisitos de publicidad

(24) Res. N° 437-96-ORLC/TR del 10/12/1996, del Tribunal Registral J5 .

21
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

establecidos(...)”(25). El artículo 122 de la Ley General de Sociedades indica que los


accionistas pueden hacerse representar en “las juntas generales”, como señalamos
en un primer momento. Es nota característica de este órgano de gobierno su uni-
dad, por tal entendemos que la representación es totalmente factible en una junta
universal.
Otro problema práctico muy común en las juntas universales es el relativo al
lugar en el cual debe realizarse. La Ley General de Sociedades en su artículo 112
declara que la junta general se celebra en el domicilio social o en aquel lugar pre-
visto en el estatuto. Sin embargo, considerando la posibilidad de una reunión casual
de los representantes de la totalidad de acciones suscritas con derecho a voto en
circunstancias ajenas a las actividades desplegadas en el domicilio de la sociedad,
no creemos pertinente extender lo previsto en el artículo 112 a la junta universal,
teniendo esta una naturaleza excepcional. A criterio nuestro su celebración fuera de
los lugares indicados debe ser permitida; sin embargo, esta opinión no es aceptada
por todos los teóricos en Derecho Societario, por ejemplo, Pedro Ávila Navarro no
mantiene una posición flexible respecto a este asunto, no admitiendo que la junta
universal pueda improvisarse, señalando que cualquier convocatoria informal de ella
tendrá necesariamente que determinar de modo preciso y específico el domicilio so-
cial en que se celebrará la junta(26).
Sin embargo, será labor de los jueces y tribunales dirimir jurisprudencialmente
esta controversia. Al respecto el 1 de marzo del 2008 se publicó una separata espe-
cial en el diario oficial El Peruano consignando precedentes de observancia obliga-
toria aprobados por el Tribunal Registral. El sexto de estos precedentes aprobados
mediante la Resolución N° 160-2007-SUNARP-TR-T(27) sienta una línea clara sobre
la materia al prever dos tipos de juntas universales: las convocadas y las que se con-
forman espontáneamente, es decir, sin previa convocatoria.
Sobre el particular, es pertinente señalar que la junta universal es aquella en
la que están presentes los accionistas o personas que representan la totalidad de las
acciones suscritas con derecho a voto. No requiere la formalidad de convocatoria
previa. Como es un supuesto en el que no se da el peligro de que algún socio ig-
nore de la junta (convocatoria) o de que pueda reunirse subrepticiamente en junta
un grupo minoritario de accionistas; no importa por qué medio o circunstancia se
reúnen todos los accionistas o sus representantes legales, pues si aceptan la cele-
bración de la junta (universal), esta quedará válidamente constituida para tratar de
cualquier asunto.
En suma, para una junta universal válida se exige lo siguiente: a) presencia de
las personas que representan la totalidad de acciones suscritas con derecho a voto,

(25) BROSETA PONT, Manuel. Ob. cit., p. 253.


(26) ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit.
(27) Res. N° 160-2007-SUNARP-TR-T, del 27/06/2007 J6 .

22
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

y b) que los asistentes acepten por unanimidad la celebración de la junta aprobando


la orden del día. Cumplidos estos requisitos la junta queda constituida para tratar
todos los asuntos aprobados, aunque algún socio se ausente o, a la vista de cómo va
a decidirse, manifieste su disconformidad con la celebración de la junta. Los acuer-
dos no se han de tomar por unanimidad, sino por las mayorías establecidas en la ley
o en el estatuto.
La posibilidad de celebrar juntas universales es de gran utilidad práctica, en la
medida en que las empresas podrán adoptar acuerdos sin necesidad de realizar con-
vocatorias, ahorrándose los costos respectivos (de publicidad u otros). Asimismo,
esta figura permite convalidar los posibles defectos en la convocatoria de una junta
convocada o, más exactamente, hacerlos irrelevantes.
La Resolución N° 160-2007-SUNARP-TR-T en comentario señala que son dos
tipos de juntas universales las que pueden realizarse: i) la convocada observando el
estatuto y la ley, y ii) la que no tuvo convocatoria. Y es que la nota característica de
la junta universal es la presencia de los accionistas o personas que representan la
totalidad de las acciones suscritas con derecho a voto, situación a la que se puede
llegar luego de una convocatoria o de modo espontáneo.
Esta clasificación no es meramente teórica, toda vez que distinguir cada su-
puesto será necesario para determinar las formalidades y efectos jurídicos del acta
de la junta. Así, ante la ausencia de convocatoria, será necesario brindar de razona-
bles seguridades al acta en que se plasme la realización de la junta universal y los
acuerdos adoptados. De ahí que el sétimo párrafo del artículo 135 de la Ley General
de Sociedades exija que el acta de la junta universal sea suscrita por todos los accio-
nistas presentes, a fin de generar una prueba documental que acredite la concurren-
cia de la totalidad de las acciones del capital con derecho a voto.
Por su parte, en las juntas universales debidamente convocadas, la prueba do-
cumental que acredite la presencia de todos los socios (acta firmada por todos) es
suplida por las constancias de recepción del citatorio o por las publicaciones de la
convocatoria, toda vez que son medios fehacientes que garantizan el efectivo cono-
cimiento de la convocatoria o la razonable posibilidad de conocerla. En esa línea
es que la presente resolución establece como precedente de observancia obligatoria
que la obligación de que todos los accionistas suscriban el acta de una junta uni-
versal, constituye una formalidad exigible solo cuando dicha junta universal careció
de convocatoria. Por su parte, en las juntas universales debidamente convocadas se
aplicará la regla general. Esto es, en caso se apruebe el acta en la misma junta, de-
berá ser firmada, cuando menos, por el presidente, el secretario y un accionista de-
signado al efecto; de no aprobarse en la misma junta, por el presidente, el secretario
y por no menos de dos accionistas.

23
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

5. Convocatoria a junta general


Hemos señalado que la junta general expresa la voluntad social, esto es, las
decisiones de la empresa. Pero precisamente en la etapa formativa y declarativa de
dicha voluntad es que suelen presentarse diversos problemas y errores que dificultan
que esta pueda ser eficaz e incluso que afectan su validez.
Antes de ingresar a analizar estos problemas, quisiera detenerme en unas líneas
a analizar esta etapa formativa. Nuestra Ley General de Sociedades dedica cuarenta
y un artículos a precisar las reglas de formación de la voluntad social(28).
El profesor Oswaldo Hundskopf expone más claramente el proceso de forma-
ción de la voluntad social: “Por ser una sociedad de estructura capitalista, cada ac-
ción da derecho a un voto, tomándose los acuerdos por mayoría de votos, y una
vez adoptados estos, son obligatorios por cuanto configuran la voluntad social,
sometiendo inclusive a los disidentes y a los que no hubieren participado en la
reunión”(29).
El artículo 113 de la LGS señala que el directorio es el órgano obligado a con-
vocar a junta general (en caso de no existir directorio, la administración de la socie-
dad como el órgano de gerencia) según lo ordene:
- La ley. Según la referencia realizada anteriormente, la junta obligato-
ria anual se enmarca en este primer supuesto cuando se pronuncia sobre
sus estados financieros. Cabe anotar que por medio de la Res. N° 103-
99-EF/94.10 (Reglamento de Información Financiera y Manual para la
Preparación de la Información Financiera) publicado en El Peruano el
26/11/1999 las empresas inscritas en el Registro Público del Mercado de
Valores, así como las administradoras de fondos colectivos, además de
presentar su información financiera individual anual hasta el 15 de abril
de cada año deben presentar sus estados financieros intermedios indivi-
duales e intermedios consolidados a la Comisión Nacional Supervisora de
Empresas y Valores (Conasev) al día siguiente de haber sido aprobados,
teniendo como plazo límite los tres primeros trimestres 30 y 45 días calen-
dario (para los intermedios individuales) y el cuarto trimestre 45 y 60 días
calendario (para los intermedios consolidados) siguientes a las fechas de
cierre.
- El estatuto.
- Por acuerdo del mismo directorio. Este es el supuesto más común debido a
que el órgano de administración es el más cercano a la gestión de la socie-
dad y conoce tangiblemente su problemática y necesidades.

(28) Desde el artículo el 111 al 151.


(29) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo y GARCÍA LOCATELLI, Javier. “La junta general de accionistas”. En: Tratado de
Derecho Mercantil. Tomo I. Editorial Gaceta Jurídica. Lima, 2003, p. 415.

24
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

- Lo solicite un número de accionistas representantes de no menos del 20%


de las acciones suscritas con derecho a voto, aunque en las sociedades anó-
nimas abiertas solo se necesitará la solicitud del 5%. En este sentido, la
Ley de Sociedades Mercantiles difería de la actual en dos cosas: la necesi-
dad de que sean los representantes del 25% del capital pagado los que so-
liciten la convocatoria a junta y que la convocatoria sea realizada dentro de
los treinta días siguientes de presentada tal solicitud (actualmente la LGS
indica que la publicación del aviso de convocatoria deberá realizarse den-
tro de los 15 días consecutivos a la recepción de la solicitud).
Si las juntas generales obligatorias (previstas legal o estatutariamente) o las re-
queridas expresamente por los accionistas representantes de al menos 20% de las
acciones con derecho a voto no son convocadas dentro del plazo referido, sea por
una denegación de la administración, por un descuido de la misma o por causa no
imputable a esta (debiendo probar el hecho fortuito o fuerza mayor para evitar las
sanciones al órgano respectivo); cabe la convocatoria a pedido del titular de una sola
acción con derecho a voto, por el juez del lugar del domicilio social a través de un
proceso no contencioso: “En esta clase de procesos –solicitud de convocatoria ju-
dicial a asamblea– no está en discusión un conflicto de intereses pues no se pretende
nada contra alguna persona en particular”(30).
Un supuesto excepcional está dado para las sociedades anónimas abiertas. En
virtud del artículo 253 de la Ley General de Sociedades, modificado el 23/01/2002
por la décimo segunda disposición transitoria y final de la Ley N° 27649 (Ley que
modifica el D.Leg. N° 861 - Ley del Mercado de Valores), la Conasev por las fa-
cultades de reglamentación conferidas publicó el 30/12/2003 en el diario oficial El
Peruano la Res. N° 111-2003-EF/94.10 por la cual aprobó normas relativas a infor-
mación vinculada a la marcha societaria y convocatoria a junta en las sociedades
anónimas abiertas; arrogándose la facultad de convocar a junta general de accionis-
tas en los siguientes casos (extendido para convocatoria a junta especial):
- “Art. 7.- Convocatoria a junta
Conasev efectuará la convocatoria a junta general de accionistas de las so-
ciedades anónimas abiertas:
a) Cuando el directorio de la sociedad no cumpla con hacerlo en las opor-
tunidades establecidas por la Ley General de Sociedades o el estatuto.
En este caso, Conasev dispondrá la convocatoria de oficio o a solicitud
de parte de quien represente la titularidad de una acción suscrita con
derecho a voto.
b) Cuando sea solicitada por quienes representen el cinco por ciento o
más de las acciones suscritas con derecho a voto”.

(30) Cas. N° 323-2003-La Libertad, 20/08/2003 J7 .

25
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

La convocatoria judicial, al igual que la ordinaria, se rige por las mismas for-
malidades previstas en el artículo 116 de la Ley General de Sociedades:
- Para la junta obligatoria anual y las juntas estatutarias el aviso de convoca-
toria debe ser publicado con una anticipación no menor de diez días al de
la fecha indicada para su celebración.
- Para las juntas previstas en el artículo 115 de la ley el plazo mínimo será
no menor de tres días, salvo el estatuto fije otro plazo que no podrá ser me-
nor a los tres días.
- Si las juntas son solicitadas por los representantes de al menos la quinta
parte de las acciones suscritas con derecho a voto no deberá mediar más de
quince días para que a partir de la recepción de dicha solicitud el órgano de
administración publique el aviso de convocatoria (artículo 117 de la LGS)
- En el aviso de convocatoria deberá precisarse el lugar, el día y la hora en
que se realizará la junta, para garantizar que el accionista acuda sin ningún
problema a la reunión. Este mismo criterio utiliza el Tribunal Registral al
decidir sobre la especificidad de los datos en el citado aviso: “La no obser-
vancia del requisito de la hora vulnera el derecho de los accionistas a con-
currir a las juntas generales, toda vez que el cambio de hora de celebración
de la asamblea puede derivar en la eventualidad que algún accionista se
haya visto privado de asistir a la junta celebrada”(31).
- Especialmente en las sociedades anónimas abiertas en que es poco proba-
ble la reunión del quórum necesario para la toma de acuerdos, procede por
permisión expresa de la ley que en un mismo aviso se consigne el lugar, el
día y la hora en que se daría la segunda convocatoria, no pudiendo mediar
menos de tres días ni más de tres entre una y otra, a diferencia de la Ley
de Sociedades Anónimas española que establece como plazo mínimo 24
horas.
- Si no se hubiera previsto en el aviso de primera convocatoria la realiza-
ción de una segunda, tendrá esta última que ser anunciada con los mismos
requisitos de la primera dentro de los diez días siguientes a la fecha de la
celebración de la junta no celebrada y por lo menos con tres días de antela-
ción a la fecha de la segunda reunión, el problema es que en este tiempo es
difícil gestionar el anuncio en el periódico.
Ahora bien, una vez convocada, tendrán derecho de presentarse a la junta:
- Los accionistas “con derecho a voto” (aun se trate de acciones gravadas)
que hayan matriculado sus acciones en el libro de matrícula de acciones

(31) Res. N° 421-96-ORLC/TR. Igualmente sobre el particular puede revisarse la Res. N° 690- 2005-SUNARP-TR-LJ8 , la Res.
N° 599-2005-SUNARP-TR-L J9 , la Res. N° 070-98-ORLC/TR J10 , así como la resolución recaída en el Exp. N° 432-
2005 de la Corte Superior de Justicia de Lima J11 .

26
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

con una anticipación no menor de dos días. Ellos son los “partícipes por
excelencia de la asamblea, ejerciendo en su plenitud los derechos inheren-
tes a su calidad de socios”(32); sin embargo estos atributos vienen apareja-
dos de limitaciones: los accionistas que hayan suscrito acciones sin dere-
cho a voto (artículo 96 de la LGS) no son considerados por la Ley General
de Sociedades para la asistencia a junta, salvo se organicen juntas especia-
les (sesión separada solo cuando se comprometan derechos particulares).
- La antigua ley estipulaba, en su artículo 130, que tienen derecho de asistir
a la junta general los titulares de acciones nominativas inscritas en el
libro de registro de acciones hasta los dos días anteriores al de la realiza-
ción de la junta (…)” (el resaltado es nuestro); daba por entendido que el
derecho de concurrencia a la junta general se extendía tanto para las accio-
nes con derecho a voto como para las que no, a pesar de ello no considera-
mos que la exclusión de los últimos en la nueva ley respecto a este derecho
merme su facultad de información de la marcha societaria, ya que existen
otros mecanismos a utilizar para satisfacerlo.
- Tampoco tienen derecho a acudir a junta los accionistas que se encuen-
tren en mora respecto a la integración de las acciones suscritas con dere-
cho a voto si se contempla así en la vía estatutaria. La Ley de Sociedades
Comerciales de Argentina es más drástica que la nuestra en este sentido,
pues anula automáticamente la posibilidad del socio moroso a participar
en junta (artículo 192), aunque prevé que el estatuto permita hacerlos in-
tervenir con voz pero sin voto. Nuestra Ley General de Sociedades es clara
al indicar que para el ejercicio de los derechos en junta, los accionistas de-
ben inscribir sus acciones en el libro matrícula de la sociedad (artículo 92)
tanto para la creación de acciones como para la emisión de las mismas; a
pesar de ello consideramos que los accionistas partícipes de la constitución
de la sociedad que por descuido o desconocimiento no matricularon sus
acciones ostentan todo el derecho a participar en junta ya que se presume
la vigencia de su titularidad. Por último, aquellos accionistas que tuvieren
algún interés en conflicto con la sociedad serán suspendidos en su derecho
a voto, aun así su presencia será computable para establecer el quórum de
la junta (artículo 133 de la LGS).
- Los directores y el gerente de la sociedad: con derecho a voz pero sin de-
recho a voto, su concurrencia no puede ser de otra manera pues de confor-
midad con el artículo 129 de la LGS la presidencia de la junta recae en el
presidente del Directorio y la secretaría en el gerente general (salvo dispo-
sición diversa del estatuto). Aunque existe una excepción a esta regla: que

(32) MASCHERONI, Fernando. Sociedades anónimas. Editorial Universidad. Buenos Aires, 1999, p. 129.

27
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

los administradores de la sociedad a la vez sean accionistas, en mérito de


lo cual participarán con voz y voto.
- Funcionarios, profesionales y técnicos: generalmente se solicita la presen-
cia de abogados o economistas cuyos informes garantizan a los socios una
mejor calidad de información.
Ya instalada la junta, los participantes en ella se sujetan a ley para la toma de
acuerdos. En este sentido, las formalidades revisten un nuevo matiz pues su obser-
vancia debe ser estricta: antes de la instalación propiamente dicha se formulará la
lista de asistentes (consignando el número de acciones propias o ajenas en caso hu-
biere un poder de representación, así como el porcentaje respecto del total de las
ellas). Si la junta se constituyó en primera convocatoria, para la deliberación de
asuntos ordinarios bastará que el 50% de las acciones concurran a la junta para que
esta sea válida, sin embargo, si se necesitó una segunda convocatoria los represen-
tantes de cualquier número de acciones concurrentes bastarán para la constitución
de la junta.
Si la junta es convocada para modificar el estatuto, aumentar o reducir el capi-
tal, emitir obligaciones, acordar la enajenación en un solo acto de activos cuyo valor
contable exceda el 50% del capital social, o acordar la transformación, fusión, esci-
sión, disolución o liquidación de la sociedad en primera convocatoria se necesita la
concurrencia de las 2/3 partes de las acciones, si fuere en segunda la junta quedará
válidamente reunida si concurren 3/5 partes de las acciones (obviamente con dere-
cho a voto).
La exigibilidad de los requisitos para la toma de decisiones es también de ca-
rácter imperativo, pues se busca preservar el derecho de los accionistas, tal como se
establecido en la Res. N° 405-96-ORLC/TR J12 .
- Para los asuntos ordinarios se requiere una mayoría simple, es decir el voto
favorable de la mayoría absoluta (50% + 1) de las acciones suscritas con
derecho a voto concurrentes a junta.
- Para los asuntos indicados líneas atrás será necesaria una mayoría califica-
da (el voto favorable de la mayoría absoluta del total de las acciones sus-
critas con derecho a voto).
- La excepción a la regla está dada por el artículo 128 de la LGS. Para la
adopción de acuerdos en cumplimiento de normas imperativas no será ne-
cesario el quórum ni la mayoría calificada anteriormente mencionada.

6. Naturaleza negocial de los acuerdos sociales


Se considera que los acuerdos sociales tienen una naturaleza negocial porque la
deliberación y toma de decisiones de la junta son el más claro ejemplo de lo que en la
doctrina civil (fuente de la societaria) suele denominarse “autonomía privada” la cual
presenta una serie de caracteres que permiten reportarla como el contenido mismo
del negocio jurídico; si no hay autonomía privada no hay negocio jurídico alguno.

28
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Elías Laroza señala, siguiendo la pauta marcada por Brunetti y Garrigues,


que las decisiones de la junta general constituyen un negocio jurídico y unilateral
así como un acto colectivo y unitario. Detengámonos a analizar cada una de estas
categorías:
Para la configuración de un negocio jurídico propiamente dicho, existen ciertos
presupuestos, tales como la voluntad negocial, el agente capaz encargado de mani-
festarla, la observancia de la formalidad prescrita, la causa o fin lícito y el objeto del
negocio física y jurídicamente posible (artículo 140 del Código Civil).

6.1. Voluntad negocial y agente capaz


Para que el acuerdo o la decisión adoptada en la junta general pueda producir
determinadas consecuencias, es necesaria una voluntad que se dirija mediante de-
claración a realizar ciertos efectos jurídicos. Esta voluntad corresponde declararla
a la sociedad por medio de su órgano deliberativo y para su validez debe estar libre
de vicios. La declaración de voluntad debe dirigirse a la constitución, modificación
o extinción de una relación jurídica; al respecto, cabe acotar que por el carácter emi-
nentemente lucrativo de las sociedades anónimas, sus acuerdos no pueden eludir la
esencia y fin económico al cual se orienta el interés social.
Como es de entenderse, la voluntad emitida producto de las deliberaciones
de la junta general de accionistas tendrá necesariamente que ser expresa. Pocos
son los supuestos en que la Ley General de Sociedades admite la declaración de
voluntad tácita (uno de ellos está previsto en el artículo 14 de la LGS respecto
al nombramiento de administradores y liquidadores de la sociedad); es decir, no
puede darse por entendida la aceptación de un asunto propuesto en la orden del
día por el simple silencio de los socios o por la llamada facta concludentia (por
ejemplo, el alzamiento de mano). La misma ley indica que los acuerdos adopta-
dos en la junta general deben constar en actas con los requisitos prescritos por
ley para su validez.
Ahora bien, que la voluntad social sea una voluntad unilateral significa que
a pesar de que la sociedad esté conformada por una pluralidad de personas (con-
dición de su existencia), los intereses propios que cada una de ellas pueden tener
influencia en mayor o menor medida en la decisión final (voluntad social última)
pero no son la voluntad social. De tal manera que la deliberación asamblearia
de la sociedad es un acto unilateral en sí mismo considerado, y no un acto de
carácter plurilateral.

29
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

6.2. Formalidad prescrita por ley

6.2.1. Actas
Para la toma de acuerdos es imprescindible el cabal cumplimiento de las for-
malidades señaladas en la LGS, por lo tanto, los actos formales requeridos respecto
a los acuerdos sociales son de tipo ad solemnitatem:
a) Las actas deben expresar un resumen de lo acontecido en la junta, debido
a que este instrumento probatorio proporciona un testimonio de los hechos
acaecidos en aquella, la relación de los mismos debe sujetarse lo máximo
posible a la realidad, sin embargo “nada asegura que su contenido coincida
con la realidad pues es solo el relato de un suceso” (Res. N° 127-2006-
TR/T).
b) Las decisiones deben asentarse en un libro abierto específicamente para la
sesión o sesiones necesarias en el desarrollo del orden del día, caso contra-
rio se fijarán en hojas sueltas; todos ellos debidamente legalizados (requi-
sito preceptuado por la necesidad de la inscripción de la declaración en el
Registro Público). El registro de la reunión o reuniones tiene que plasmar-
se de forma indubitable y ordenada en los libros o fojas sueltas con el fin
de servir como medio de prueba de los acuerdos adoptados; en este mismo
sentido se pronunció el Tribunal Registral en la Res. N° 55-2001-ORLC/
TR, publicada en el diario oficial El Peruano el 09/06/2005: “(…) esta Sala
se ha pronunciado en la Res. N° 416-2000-ORLC/TR del 28 de noviembre
de 2000, en el sentido que toda persona jurídica debe llevar sus libros en
forma ordenada, debiendo acreditar ante el notario la conclusión o pérdida
del anterior para que proceda la legalización de un segundo libro (artículo
115 de la Ley del Notariado), acreditación que también se requerirá para
el tercer y subsiguientes libros; sin embargo, al colocar el número que le
corresponde al libro, el notario tendrá a la vista el libro que ha concluido
o certificación del libro que se ha perdido no resultando exigible presentar
ante notario todos los libros anteriores sino únicamente el inmediato ante-
rior, observándose para tal efecto los libros contenidos en el antecedente
registral más inmediato”(33).
c) El contenido del acta deberá estar dado por el lugar, la fecha y la hora en
que se realizó la junta general, debido a que esta es una sola (no impor-
tando el número de sesiones en que pueda dividirse); se levantará una sola
acta que para el supuesto de multiplicidad de reuniones deberá mostrar de-
talladamente las circunstancias de cada una de ellas. Es mérito de la actual
Ley General de Sociedades el señalar tácitamente el principio de unidad de

(33) Res. N° 55-2001-ORLC/TR, El Peruano, 9/06/2005 J13 .

30
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

la junta general, y esto porque la anterior ley insinuaba que para cada se-
sión debería levantarse un acta: “Art. 140.- La sesión de junta general y los
acuerdos adoptados en ella, deben constar en el libro de actas legalizado
conforme a ley. Para las actas se observarán las siguientes reglas (...) 1° En
el acta de cada sesión (…)”.
d) Se deberá indicar también si la junta se celebra en primera, segunda o ter-
cera convocatoria.
e) Respecto de los socios: debe figurar en el acta el nombre de los accionistas
presentes, o en su defecto el de sus representantes; el número y clase de
acciones de las que son titulares.
f ) Nombres de quienes actuaron como presidente y secretario.
g) Indicación de las fechas y los periódicos en que se publicaron los avisos
de la convocatoria. Al respecto, la actual ley difiere de la antigua puesto
que en el inciso 1 del artículo 140 de la Ley de Sociedades Mercantiles se
prescribía que para la validez del acta de “cada sesión” debía insertarse los
comprobantes de haberse efectuado las publicaciones respectivas.
h) Forma y resultado de las votaciones y los acuerdos adoptados
i) Si el acta es aprobada en la misma junta debe contener constancia de esta
aprobación y ser firmada por el presidente, secretario y un accionista de-
signado. Si no se aprueba en la misma junta, la ley otorga un plazo de diez
días para que por lo menos dos accionistas, conjuntamente con el presi-
dente y secretario la revisen y aprueben. De todas maneras, el artículo 135
de la Ley General de Sociedades establece que cualquier accionista concu-
rrente a la junta general tiene derecho a firmar el acta. Veáse sobre el par-
ticular la Resolución N° 130-97-ORLC/TR J16 .
Si bien el artículo 135 enumera una serie de condiciones necesarias para la co-
rrecta presentación del acta, entre ellas la indicación del lugar en que se realizó la
junta, jurisprudencialmente se han marcado algunas pautas y precisiones a tomar
en cuenta. Así, por ejemplo, se prevé que “el artículo 135 de la ley societaria, que
regula sobre el contenido de las actas de las juntas resulta ser más permisivo, ya que
en el acta se deja constancia del lugar, siendo este documento una expresión escrita
tanto de los acuerdos a que arriba la junta como de las circunstancias de tiempo y
lugar en que se adopten; en consecuencia, no se requiere que en el acta se consigne
el lugar con la misma rigurosidad que en el aviso de convocatoria, aunque necesa-
riamente las referencias al lugar que consten en el acta debe permitir la verificación
de que coinciden con el señalado en la convocatoria”(34).

(34) Res. N° 191-2000-ORLC/TR, 15/06/2000 J15 .

31
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

Un supuesto especial reviste la formalidad requerida para la junta universal, en


este caso es obligatoria la suscripción del acta por todos los accionistas concurren-
tes, a menos que en la lista de asistentes se hayan consignado todos los datos seña-
lados en el primer párrafo del artículo 135 de la LGS (supuesto paralelo al de las
juntas ordinarias y extraordinarias).
Mediante la Res. N° 160-2007-SUNARP, el Tribunal Registral sentó un prece-
dente de observancia obligatoria respecto a la suscripción de acta en junta universal:
“(…) el sétimo párrafo del artículo 135 de la LGS exige que el acta de la junta uni-
versal sea suscrita por todos los accionistas presentes, a fin de generar una prueba
documental que acredite la concurrencia de la totalidad de las acciones del capital
con derecho a voto. En cambio, tratándose de las juntas universales debidamente
convocadas observando lo previsto en la ley y los estatutos, esa prueba documental
es suplida por las constancias de recepción del citatorio o las publicaciones, que
garantizan el efectivo conocimiento de la citación, o por lo menos, la razonable po-
sibilidad de conocerla”(35).
En otras palabras, lo previsto en el artículo 120 de la LGS es una formalidad
exigible solo para cuando la junta universal haya carecido de convocatoria.
Hasta hace pocas líneas mencionábamos que la Ley General de Sociedades
permite que las actas puedan asentarse en un libro especialmente abierto para tal
efecto o en hojas sueltas; pues bien, en este último supuesto será necesaria la firma
de todos los socios concurrentes. Este documento especial se adherirá al libro.
Otra innovación de la actual ley respecto a la anterior se manifiesta en la facili-
dad que ofrece a los accionistas al permitirles obviar algunas de las formalidades del
acta siempre que estas figuren en la lista de asistentes y esta se adjunte a aquella.
La Ley de Sociedades Anónimas española señala dos tipos de actas: el acta de
junta y el acta notarial (en los artículos 113 y 114 respectivamente). Esta última re-
viste características muy similares a las indicadas en el artículo 138 de nuestra Ley
General de Sociedades (la cual innova en esta materia respecto de la ley anterior).
En líneas generales ambas indican que los administradores (directorio en nuestro
caso) a solicitud de los accionistas con cierto plazo de anticipación pueden requerir
la presencia de un notario para que certifique la autenticidad de los acuerdos adop-
tados por la junta. A pesar de su parecido existen algunas diferencias que saltan a la
vista:
- La Ley de Sociedades Anónimas española impone el plazo mínimo de 5
días de antelación al previsto para la celebración de la junta para solicitar
la presencia de un notario; disiente de nuestra ley en que esta indica que la
solicitud deberá tener no menos de dos días antes de celebrarse la junta.

(35) Res. N° 160-2007-SUNARP-TR-T J6 .

32
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

- Sin embargo, en este punto sí realizamos una crítica a nuestra regulación


societaria. No creemos adecuado que la solicitud a cargo de los socios re-
quiera que estos representen como mínimo el 20% de las acciones suscri-
tas con derecho a voto, muy por el contrario, considerando lo necesario del
estímulo a la participación de los socios en la conducción de la sociedad,
creemos conveniente modificar este porcentaje a uno mucho menor (por
ejemplo, la legislación española fija la representación accionarial en 1%
del capital social).
Disponiendo la ley la facultad de los accionistas de solicitar la presencia de
un notario, podemos preguntarnos hasta dónde se extienden las atribuciones de este
como sujeto presencial de la reunión o reuniones de la junta. Sobre el particular, se
ha sostenido a nivel jurisprudencial que “al respecto, el apelante sostiene que los no-
tarios públicos que participaron en las reuniones suplieron las funciones del secre-
tario, lo que hubiera sido lícito, sin embargo, ello no se desprende de las actas (…),
la función que los notarios públicos tiene al participar en las juntas es la de certificar
la autenticidad de los acuerdos adoptados. Asimismo, de las actas presentadas no
consta que estas hayan sido aprobadas, ni que estén firmadas por el secretario debi-
damente nombrado (…)”(36).
El derecho de información del accionista señalado anteriormente se hace explí-
cito en el artículo 137 de la LGS, que desenvuelve lo relativo a la copia certificada
del acta y la obligación del gerente general de la sociedad a extenderla bajo su res-
ponsabilidad a solicitud de cualquier accionista, incluso los que no hubieran asistido
a la junta general (es de entenderse que esta facultad también está conferida a los
accionistas sin derecho a voto). Lo interesante del artículo mencionado es el corto
plazo para la tramitación judicial vía proceso no contencioso por parte del agraviado
en caso de incumplimiento por parte de la sociedad de su legítima solicitud (cinco
días contados a partir de la fecha de recepción de esta). En realidad se trata de una
acción sencilla ante el juez del domicilio de la sociedad (aunque no creemos acer-
tada la decisión del legislador al estipular que solo el juez del domicilio social es el
competente para este tipo de proceso) que concluirá con la exhibición del acta por la
sociedad y entrega de la copia certificada al solicitante.

6.2.2. Acuerdos inscribibles


Como es sabido, no todos los acuerdos son necesariamente inscribibles, sin
embargo, existe una paradoja en la Ley General de Sociedades respecto del párrafo
segundo del artículo 16 respecto de los plazos para solicitar las inscripciones: “La
inscripción de los demás actos o acuerdos de la sociedad, sea que requieran o no el
otorgamiento de escritura pública, debe solicitarse al registro en un plazo de treinta

(36) Res. N° 020-2004-SUNARP-TR-A, El Peruano 10/04/2004 J16 .

33
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

días contados a partir de la fecha de realización del acto o de aprobación del acta en
la que conste el acuerdo respectivo”.
Entendemos pues que la ley no solo se refiere a los acuerdos que son necesaria-
mente inscribibles para su validez (como los que modifican el pacto o estatuto social
y precisan, por lo tanto, de escritura pública), sino también a aquellos acuerdos que
sin requerir este requisito sería conveniente como medida de seguridad para que los
socios sean publicitados por la vía registral (teniendo treinta días en ambos casos
pare realizar el trámite respectivo ante el Registro), es más, indica que la demanda
para solicitar la inscripción de todo tipo de acuerdos deberá tramitarse en un proce-
so sumarísimo.
Consideramos que la ley hace hincapié en estas facultades extendidas no solo
a los socios, sino también a aquellos que tengan un legítimo interés en que el acto o
acuerdo sea inscrito porque consideran que el registro es el camino más certero para
lograr la seguridad y publicidad en el tráfico comercial.
En ese sentido, el trámite registral que deben seguir necesariamente algunos
acuerdos podría también verse requerido para los que no esta previsto normativa-
mente. Todo depende de la voluntad social, la de los socios o de terceros con legíti-
mo interés que la compelan.
Por su parte, el artículo 3 del Reglamento del Registro de Sociedades (aprobado
por Res. N° 200-2001-SUNARP-SN) señala como actos inscribible en el Registro
aquellos que sean producto de acuerdos societarios (inc. b), a pesar de ello es de
entender que la fórmula dispuesta en el artículo 3 no es absolutamente cerrada, a ex-
cepción de lo indicado en el artículo 4 respecto de los actos no inscribibles (contra-
tos asociativos, transferencias de acciones u obligaciones emitidas por la sociedad,
sus canjes, desdoblamientos, actos de gravámenes, medidas cautelares o sentencias
que recaigan sobre ellas, tampoco las relativas a las deudas de la sociedad; debemos
ampliar esta lista respecto también de la ratificación de los cargos de representación
de la sociedad dados por tiempo indefinido, debido a que la ratificación no tiene
incidencia sobre el nombramiento indefinido del gerente o administradores).
Sobre el particular, el Reglamento del Registro de Sociedades precisa que el
registrador no es responsable de la autenticidad ni del contenido del libro u hojas
sueltas, acta o documento, ni por la firma, identidad, capacidad o representación de
quienes aparecen suscribiéndolos, por lo tanto, no importando la inserción de los
acuerdos en documentos públicos, el registrador debe presumir como verdaderos
aquellos acontecimientos que consten en actas al momento de realizar la califica-
ción de los títulos. Así, el artículo X del mencionado reglamento solo establece que:
“En todas las inscripciones que sean consecuencia de un acuerdo de junta general,
el registrador comprobará que se han cumplido las normas legales, del estatuto y de
los convenios de accionistas inscritos en el Registro sobre convocatoria, quórum y
mayorías, salvo las excepciones previstas en este Reglamento”.
Con el análisis de ambos artículos colegimos que si bien la ley exige ciertos
deberes de diligencia a los registradores, como contrapartida también exime a estos

34
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

de la revisión en sede registral de ciertos aspectos presumiblemente válidos, de tal


modo que si estos no lo son se abre la posiblidad de la vía impugnatoria a los accio-
nistas para acreditar que se ha incurrido en una causal de nulidad del acuerdo.
Por otro lado, cualquier inscripción puede hacerse en mérito a dos tipos de
documentos:
Documento público: en otras palabras, la escritura pública, prevista como for-
malidad (ad probationem) para la modificación del estatuto o pacto social.
Documento privado: en virtud de la presentación de copias certificadas por no-
tario (o juez de paz, según sea el caso). Los requisitos de estos documentos se
precisan en el artículo 6 del Reglamento del Registro de Sociedades: “Estas
serán transcripciones literales de la integridad o de la parte pertinente del acta,
mecanografiados, impresos o fotocopiados, con indicación de los datos de la
legalización del libro u hojas sueltas, folios de los que consta y donde obran
los mismos, número de firmas y otras circunstancias que sean necesarias para
dar una idea cabal de su contenido”.
Pero, además de los documentos aludidos existen otros (cuya presentación tam-
bién está prevista en el Reglamento del Registro de Sociedades) que complemen-
tan la inscripción de un determinado acto. Al respecto, el artículo 38 de la referida
norma refiere lo relativo a las publicaciones de avisos de convocatoria en los diver-
sos diarios y en el boletín oficial de El Peruano.
Nuestra anterior Ley de Sociedades Mercantiles preveía la debida inserción
en el libro de actas de los comprobantes de haberse efectuado las publicaciones
de avisos de convocatoria (artículo 140), en cambio el Reglamento del Registro de
Sociedades brinda a los socios y administradores tres alternativas:
- Presentar la hoja original pertinente del periódico respectivo.
- Inserción de dicha esquela en la escritura pública.
- O, en su defecto, la certificación notarial que contenga el texto del aviso, la
fecha de publicación, y el diario en el que se ha publicado.
En esta misma línea, resulta necesario saber si pueden extenderse acuerdos
fuera del libro de actas. Al respecto, la Res. N° 249-2002-SUNARP concibe la posi-
bilidad que así sea: “El apelante solicita que el presente título sea calificado en vir-
tud del artículo 6 del Reglamento del Registro de Sociedades, puesto que se trata de
un excepcional sustentado en el artículo 136 de la Ley General de Sociedades, por
el cual se permite se asienten actas en documento especial, dado que el gerente cuya
revocatoria se acuerda no ha puesto a disposición el libro de actas (…) De lo ex-
puesto en los documentos antes señalados, se encuentra acreditado que se ha venido
solicitando los libros al gerente inscrito, sin embargo, estos no ha sido entregados

35
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

por lo que el socio que no contaba con los libros se encontró con la imposibilidad de
extender las actas en los libros y tuvo que hacerlo en documento especial”(37).
Sin embargo, como toda medida excepcional se deben cumplir ciertos requisi-
tos: suscripción de todos los socios presentes, posterior adhesión al libro y entrega
de documento al gerente general y esencialmente cumplir la carga por parte de la
sociedad de demostrar al registrador las razones que hicieron imposible la extensión
de las actas en los libros pertinentes.

6.3. Objeto física y jurídicamente posible


Cuando hacemos referencia al objeto del negocio jurídico aludimos a un bien,
entendido este no solo como elementos corpóreos, sino también a los valores y utili-
dades (que representen un valor económico) que constituyen el punto de referencia
objetivo de los intereses comprometidos en el negocio jurídico de la sociedad.
Generalmente suele requerirse que para la validez del acuerdo es necesaria la li-
citud del objeto comprometido en aquel. Al respecto, al doctrina parece unánime en
señalar que por ilicitud debe entenderse la contrariedad a la ley, al orden público o
las buenas costumbres, sin embargo, haciendo caso del artículo 139 y 150 de la LGS
(que explicaremos más adelante), colegimos que la contrariedad al ordenamiento ju-
rídico considerado sin más no justifica la ilicitud sobreviniente del negocio.
De otro lado, sería conveniente realizar un examen más detallado en lo que a
esta materia se refiere: en realidad un “bien material o inmaterial” considerado en
sí mismo no puede ser ilícito per se, en la práctica lo que existe es ilicitud de la
“causa” o la ilicitud en el propósito que persigue la voluntad negocial.
Pero además al decir que el objeto debe ser física y jurídicamente posible indi-
camos con esto que la prestación tiene que ser posible de ser ejecutada. Por ejemplo,
será imposible jurídicamente acordar desenvolver un objeto social que comprometa el
tráfico de patrimonio nacional, cosas fuera de comercio o no patrimoniales, y será físi-
camente imposible el nombramiento de un occiso como administrador de la sociedad.

6.4. Causa o fin lícito


Este elemento de la estructura negocial ha causado algunas controversias res-
pecto a su existencia. Nosotros consideramos que si bien es cierto no está explícita-
mente previsto en el artículo 140 del Código Civil, la alusión en el mismo respecto
al “fin lícito” contiene de manera implícita los mismos fines prácticos.

(37) Res. N° 249-2002-ORLC/TR, precedente aprobado en el Décimo Pleno del Tribunal Registral de la Sunarp realizado los
días 8 y 9 de abril de 2005, El Peruano, 9/06/2005 J17 .

36
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Hasta hace pocas líneas mencionábamos que el acuerdo social tiene naturaleza
negocial por la presencia de “la autonomía privada” en su esencia. Pues bien siendo
que la autonomía privada se hace tangible en una declaración de voluntad es nece-
sario que esta se dirija a la realización de finalidades que el Derecho considere me-
recedoras de protección. Esta exigencia es satisfecha con la concepción de la causa
como “el fin jurídicamente protegido de la voluntad”; sin embargo, el propósito de
la voluntad social declarado en el acuerdo de la sociedad puede resultar ilícito y
determinar la nulidad de este(38); aunque en realidad las consideraciones respecto a
la nulidad y anulabilidad de los acuerdos societarios presentan cierta problemática
sobre todo si comparamos sus características respecto de las señaladas en el Código
Civil, sin embargo, corresponde realizar este análisis al estudiar con detalle, más
adelante, la impugnación de acuerdos sociales.
Desde otro punto de vista consideramos preciso el momento para diferenciar
los acuerdos negociales típicos o nominados de los innominados. En general, los
acuerdos típicos son aquellos previstos en un modelo legislativo (con un esquema
causal previsto en una norma legal), es decir los señalados explícitamente en la Ley
General de Sociedades (artículos 114 y 115); por el contrario, los acuerdos inno-
minados no poseen un esquema causal común (situación que ocasiona en muchas
oportunidades la errónea creencia de que en ellos no existe una causa o fin), por
lo que se deja al arbitrio de la voluntad la posibilidad de decidir sobre los asuntos
que le compete. En otras palabras, la lista prevista en los artículos 114 y 115 no es
exhaustiva, es más el inciso 8 del artículo 115 indica que la junta tiene competencia
para resolver casos en que la ley o el estatuto dispongan su intervención y en cual-
quier otro que requiera el interés social.
Sin embargo, los acuerdos atípicos adoptados por la junta, a diferencia de los
que no lo son, necesitan un mejor examen para la determinación de su validez. Esto
debido a dos motivos:
- La Ley General de Sociedades otorga a los socios la facultad de impugnar
los acuerdos “contrarios a esta ley”. De tal suerte colegimos que cualquier
infracción respecto a los acuerdos explícitamente señalados en ella puede
ser fácilmente corroborada y comprobada. No sucede lo mismo si el o los
socios desean impugnar un acuerdo lesivo a sus intereses aunque no ma-
nifiestamente nulo, a este efecto la actividad probatoria necesitará de una
mayor diligencia y cuidado.
- En muchas ocasiones será necesario acudir a formulaciones algo indeter-
minadas como los conceptos de “orden público”, “moral” y “buenas cos-
tumbres” para demostrar una malintencionada desviación de la voluntad
social.

(38) Numeral 4 del artículo 219 del Código Civil (el acto jurídico es nulo cuando su fin sea ilícito).

37
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

Creyendo haber realizado un suficiente análisis de la estructura negocial de


los acuerdos sociales, pasemos a determinar su carácter de acto colectivo y unitario
(según la pauta marcada por el tratadista Elías Laroza)(39):
Guillermo Cabanellas, citando a Colombres, define el acto colectivo como
“aquel acto pluripersonal en que la manifestación de las voluntades singulares se
unen para la satisfacción de intereses paralelos”, pero además es característica esen-
cial de los actos colectivos el despliegue de sus efectos de forma común para todos
los que participaron en él. Todos quedan obligados o beneficiados de manera pro-
porcional (varias voluntades de los declarantes se funden en una voluntad unitaria).
Producto de las deliberaciones de la junta surgirá una voluntad única que no será la
de los accionistas sino de la sociedad como persona jurídica, lo que no significa que
esta voluntad general sea contradictoria con la de aquellos que haciendo uso de sus
atribuciones políticas rechazan o aceptan las soluciones de los asuntos propuestos
para su respectiva deliberación, sino que la ley aplica énfasis a la satisfacción del
interés social y no a la de los intereses particulares de los socios que la componen.
La propuesta formulada por Elías Laroza es plenamente válida como explica-
ción de la naturaleza de los acuerdos sociales, sin embargo, cabe precisar que no
podemos utilizar los mismos presupuestos al intentar definir la naturaleza del acto
constitutivo de la sociedad.
Dura ha sido la crítica para aquel sector de la doctrina, cuyo exponente más
representativo es Messineo, que aplica el concepto jurídico de acto colectivo a la
constitución de una sociedad, basándose en el hecho de que los declarantes en el ori-
gen de esta persiguen un interés común. Sin embargo, en su nacimiento la sociedad
es un contrato de tipo plurilateral, lo cual implica el concurso y unanimidad de la
voluntad, por el contrario, en el acto colectivo para su formación no es necesaria la
unanimidad basta la mayoría. Aunque el legislador ha adoptado una posición ecléc-
tica en relación con la naturaleza jurídica de la sociedad, manteniéndose al margen
de este tipo de discusiones eminentemente doctrinales.

(39) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit.

38
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

CAPÍTULO III

IMPUGNACIÓN DE ACUERDOS SOCIALES

1. El derecho de impugnación de los accionistas:


radiografía de su situación actual

1.1. Definición y finalidad


Aunque no se encuentre mencionado expresamente en el artículo 95 de la Ley
General de Sociedades(40) (precepto que enumera los derechos de los accionistas con
derecho a voto), no cabe duda que el impugnar un acuerdo de junta es uno de los
más valiosos derechos con que cuentan los socios para defender sus intereses dentro
de una sociedad(41).
En efecto, que se pueda discutir y revocar un acuerdo adoptado en una junta
es uno de los más importantes mecanismos ex post de control de la voluntad social.
Por ello, pese a la seguramente involuntaria omisión del referido artículo 95, fluye en
forma evidente a lo largo del texto de la Ley General de Sociedades que corresponde

(40) Ley General de Sociedades


“Artículo 95.- La acción con derecho a voto confiere a su titular la calidad de accionista y le atribuye, cuando menos, los
siguientes derechos:
1. Participar en el reparto de utilidades y en el del patrimonio neto resultante de la liquidación.
2. Intervenir y votar en las juntas generales o especiales, según corresponda.
3. Fiscalizar en la forma establecida en la LGS y el estatuto, la gestión de los negocios sociales.
4. Ser preferido, con las excepciones y en la forma prevista en esta LGS, para:
a) La suscripción de acciones en caso de aumento del capital social y en los demás casos de colocación de acciones; y
b) La suscripción de obligaciones u otros títulos convertibles o con derecho a ser convertidos en acciones; y,
5. Separarse de la sociedad en los casos previstos en la LGS y en el estatuto”.
(41) A diferencia de lo que sucede en nuestra legislación nacional, el texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas
española, aprobado por Real Decreto Legislativo 1564/1989, establece expresamente en su artículo 48 que el accionista
tendrá, como mínimo, el derecho de impugnar los acuerdos sociales.

39
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

a los socios el libre ejercicio de este derecho de impugnación, vital para el buen
desenvolvimiento de las sociedades(42).
Y es que gracias a este derecho los socios se encuentran facultados a cuestio-
nar un acuerdo que, presumiblemente, es ilegal, infringe el estatuto o es contrario
a los fines mismos de la sociedad. De esta manera, los accionistas se encuentran
en la posibilidad de cautelar que la formación y contenido de la voluntad social se
enmarque dentro de los cánones legales y/o estatutarios preestablecidos, así como
que la decisión tomada en conjunto no lesione indebidamente sus legítimos intere-
ses particulares.
Sin embargo, el ejercicio del derecho de impugnación es una fuente constante
de conflictos y roces entre las minorías y las mayorías. Es por eso que se ha afir-
mado que la impugnación de acuerdos sociales es la materia más conflictiva del
Derecho de Sociedades(43), por lo que en este estudio a la par de describir los alcan-
ces de su regulación en la ley societaria peruana, intentaremos revisar cuáles son las
razones que justifican la permanencia de dichas normas. Empecemos.

2. El derecho de impugnación como una expresión de los dere-


chos políticos del socio

El hecho de que sean titulares de un número determinado de acciones o partici-


paciones convierte a los socios en los únicos que pueden decidir el destino y suerte
de la sociedad. Para que esto sea posible, los socios deben estar premunidos de di-
versos derechos (reconocidos legal y estatutariamente) que les permita materializar
su “dominio” sobre la sociedad.
En ese sentido, tradicionalmente se ha señalado que los derechos que ostentan
los socios pueden clasificarse en dos grandes grupos:
i) Los derechos económicos, entre los que destacan el derecho a participar en
las utilidad de la sociedad, el derecho a participar en el patrimonio resul-
tante de la liquidación, etc.; y,
ii) Los derechos políticos, entre los cuales podemos incluir al derecho de asis-
tir y votar en las juntas, al derecho de información y al derecho de impug-
nación, entre otros.
Sin embargo, debe tenerse presente que esta distinción es meramente académi-
ca, pues, como ya se ha advertido en la doctrina comercial, los derechos políticos

(42) Lo curioso es que inmediatamente a continuación el artículo 96 de la Ley General de Sociedades sí señala expresamente
que los titulares de acciones sin derecho a voto tienen el derecho de impugnar los acuerdos que lesionen sus derechos.
(43) Hemos utilizado esta afirmación de Ávila Navarro, expresada en alusión a la realidad española, porque bien puede
aplicarse para el caso peruano. Ver: ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit. Tomo II, (Junta general, administración, modi-
ficación de estatutos, aumento y reducción de capital), p. 607.

40
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

tienen por finalidad asegurar el interés económico de los accionistas y, por lo tanto,
ambos derechos resultan ser complementarios(44).
Efectivamente, los derechos políticos tienen por finalidad permitir a los socios
el goce y defensa de los derechos económicos. Así, por ejemplo, cuando el socio
acude a una junta y vota a favor de la adopción de un acuerdo (ya sea que este tenga
por finalidad aprobar la distribución de dividendos, para decidir por la remoción de
los gerentes, aprobar la realización de una actividad comercial o adquirir una maqui-
naria) lo hace porque en el fondo dicho acuerdo le retribuirá una ventaja económica
directa o indirecta, inmediata o futura.
En esa línea de pensamiento, el desaparecido tratadista nacional Elías Laroza,
refiriéndose a los derechos políticos, ha sostenido muy didácticamente que “en la
medida en que el accionista persigue un rendimiento efectivo de su capital, necesita
los mecanismos que le aseguren que la actividad social está efectivamente encami-
nada a obtener beneficios económicos adecuados. En otras palabras, el objetivo del
accionista podría ser obstaculizado o impedido si no tiene injerencia alguna en la
gestión social. De nada serviría asegurar los derechos patrimoniales si el accionista
no puede controlar la adopción de las decisiones orientadas a una eficiente conduc-
ción de los negocios sociales”(45).
Con el derecho de impugnación sucede lo mismo, esto es, siendo una de las
expresiones o manifestaciones del haz de derechos políticos de los socios, también
tiene por finalidad la defensa de los derechos económicos.
Pero vayamos por partes. El derecho de impugnación, en principio, es un dere-
cho político en la medida que, mediante su ejercicio, el socio expresa su disconfor-
midad con la adopción de determinado acuerdo y solicita su inmediata revocación a
efectos de que no despliegue los efectos deseados por los demás socios. Es decir, el
socio impugnante discrepa abiertamente de la decisión adoptada en la junta, por lo
que es una manifestación política de negación de la legalidad o validez del acuerdo.
Pero también tiene por finalidad la defensa de un interés económico, porque de
lo contrario ningún accionista invertiría tiempo, trámites, dinero en contratar a un
buen abogado y demás gastos colaterales para conseguir que en las instancias judi-
ciales se revoque el acuerdo.

(44) Así, por ejemplo, se ha afirmado con toda razón que:“Los derechos del accionista denominados políticos, tiene como fin
que el accionista: (i) pueda participar en la decisión sobre la inversión de los recursos aportados a la sociedad; (ii) pueda
atacar las decisiones de inversión de sus recursos que sean contrarias a las normas legales y estatutarias establecidas; y,
(iii) que cuente con información suficiente y oportuna para decidir sobre el destino de los recursos aportados. Facultades
todas, de evidente esencia económica (...) Todos los derechos que la acción confiere a su titular son derechos previstos
para defender el interés económico del accionista (...)” (DÍAZ BEDREGAL, Álvaro. “La indivisibilidad de la acción.
Una visión funcional”. En: Ius et Veritas. Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Lima, 2002. p. 184).
(45) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley General de Sociedades comentada. Fascículo segundo (artículos N° 50 al N° 106).
Editora Normas Legales, Trujillo, 1998, p. 194.

41
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

En otras palabras, si no existe una finalidad económica, el acuerdo no será im-


pugnado; si no existe interés económico mellado, por modesto que este sea, nadie,
absolutamente nadie se daría la molestia de impugnar el acuerdo.

3. Expresiones del derecho de impugnación


Ahora bien, ¿de qué manera los socios pueden ejercer este derecho de impug-
nación? Según nuestra legislación societaria, los socios cuentan con dos pretensio-
nes procesales para estos efectos:
i) La acción de impugnación propiamente dicha, prevista en los artículos 139
a 149 de la Ley General de Sociedades; y,
ii) La acción de nulidad, prevista en el artículo 150 del referido cuerpo de
leyes.
Esto es, para utilizar términos más afines al Derecho Procesal, el derecho
de acción de los socios para recurrir al órgano jurisdiccional a fin de resolver
el conflicto de intereses generado entre él (en su condición de accionista) y la
sociedad por la adopción de un determinado acuerdo, puede materializarse a tra-
vés de dos pretensiones procesales: la llamada acción (léase, pretensión) de im-
pugnación de acuerdos societarios y la llamada acción (pretensión) de nulidad
de acuerdos societarios(46).

4. I mposibilidad de recurrir a otros mecanismos de impug -


nación

Sobre las pretensiones arriba mencionadas volveremos más adelante, pero antes
queremos dar cuenta de algo que nos parece muy importante y que otorga una rele-
vancia peculiar al estudio del derecho de impugnación.
Nos estamos refiriendo al hecho de que por mandato expreso del artículo
151 de la Ley General de Sociedades, en sede judicial no será procedente otra
pretensión tendente a impugnar los acuerdos de junta que no fuese alguna de
estas dos antes referidas, o sea la acción de impugnación propiamente dicha o la
acción de nulidad.
Esto significa que si el pacto social o el estatuto hubiesen previsto a favor de
los accionistas otro mecanismo de impugnación de los acuerdos de junta, este no

(46) Para evitar confusiones, en el presente trabajo utilizaremos la expresión “acción de impugnación” para referirnos ex-
presamente a una de las dos pretensiones procesales (la otra es la “acción de nulidad”), previstas en nuestra legislación
societaria para que un accionista pueda oponerse judicialmente a la validez de un acuerdo de junta de socios; mientras
que utilizaremos el término“derecho de impugnación”o simplemente“impugnación”para referirnos en forma genérica
al derecho de acción, inherente a los socios, en su condición de tales, por el cual estos pueden oponerse judicialmente
a dichos acuerdos, cual puede ejercitarse mediante la referida “acción (o pretensión) de impugnación” y la “acción (o
pretensión) de nulidad”.

42
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

podría ser ejercido frente a los tribunales, inclusive si la totalidad de accionistas en


junta universal decidieran “diseñar” un nuevo procedimiento de impugnación.
La misma suerte correrían las disposiciones del estatuto que establezcan para
interponer la acción de nulidad o de impugnación, requisitos o exigencias distintas
a las previstas por nuestra actual legislación, ya sean menores o mayores, pues estas
no deberán ser apreciadas por el órgano jurisdiccional, quien deberá considerarlas
como no puestas en el estatuto social.
De igual manera, somos de la opinión que lo dispuesto en el referido artí-
culo 151 convertiría en ineficaz cualquier pacto parasocietario que establezca la
obligación de los socios de cumplir algún requisito previo o distinto de los con-
templados en la ley para ejercer el derecho de impugnación de los acuerdos so-
cietarios, incluso si dicho pacto ha sido comunicado a la sociedad de acuerdo a lo
previsto en el artículo 8(47) y al inciso b) del artículo 55(48) de nuestra Ley General
de Sociedades.
Sin embargo, lo que sí sería posible es que en el estatuto (o en un convenio
parasocietario) se establezca una cláusula que establezca la obligación de dirimir
cualquier conflicto de intereses en la vía arbitral. De esta manera, la acción de im-
pugnación (o la nulidad) de un acuerdo societario tendría que tramitarse en sede
arbitral y no ante los magistrados del Poder Judicial.
Igualmente, en virtud de dicha cláusula cualquier discrepancia que surja entre
un tercero y la sociedad deberá ser resuelta mediante un arbitraje, pues en virtud
del principio de publicidad registral(49), el tercero no podría alegar que desconocía el
contenido de la escritura pública de constitución de la sociedad o, de ser el caso, el
contenido del pacto societario inscrito.

(47) Ley General de Sociedades


“Artículo 8.- Son válidos ante la sociedad y le son exigibles en todo cuanto le sea concerniente, los convenios entre
socios o entre estos y terceros, a partir del momento en que le sean debidamente comunicados.
Si hubiera contradicción entre alguna estipulación de dichos convenios y el pacto social o el estatuto, prevalecerán estos
últimos, sin perjuicio de la relación que pudiera establecer el convenio entre quienes lo celebraron”.
(48) Ley General de Sociedades
“Artículo 55.- El estatuto contiene obligatoriamente: (...)
b. Los convenios societarios entre accionistas que los obliguen entre sí y para con la sociedad.
Los convenios a que se refiere el literal b. anterior que se celebren, modifiquen o terminen luego de haberse otorgado la
escritura pública en que conste el estatuto, se inscriben en el Registro sin necesidad de modificar el estatuto”.
(49) Código Civil
“Art. 2012.- Se presume, sin admitirse prueba en contrario, que toda persona tiene conocimiento del contenido de las
inscripciones”.

43
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

5. La acción de impugnación, un camino de espinas

5.1. Supuestos de impugnación


Habíamos dicho que los socios cuentan con dos pretensiones procesales para
impugnar los acuerdos de junta. La primera la llamada acción de impugnación y la
segunda la denominada acción de nulidad.
De estas dos, tal vez la acción de impugnación sea la que resulte más conocida
por los justiciables, debido a su mayor uso y, claro, porque se encuentra mejor regu-
lada en nuestro cuerpo de leyes societario.
Mediante esta acción de impugnación, los accionistas de una sociedad de ca-
pitales (y solamente ellos, como luego veremos) pueden impugnar judicialmente la
validez de los acuerdos que incurran en alguna de estas situaciones previstas en el
artículo 139 de la Ley General de Sociedades(50):
a) Un acuerdo cuyo contenido sea contrario a la Ley General de Sociedades
Esto es que el acuerdo pretenda infringir alguna disposición imperativa de
dicha norma.
Así, podrán ser impugnados, por ser absolutamente ilegales, aquellos
acuerdos que, por ejemplo, establezcan que un determinado socio minori-
tario no recibirá los dividendos que legítimamente le correspondan durante
cinco ejercicios económicos consecutivos o que aprueban la emisión de ac-
ciones sin que se haya pagado el 25% de su valor nominal (infringiendo los
artículos 95 y 84 de la Ley General de Sociedades, respectivamente).
Ahora bien, cabe señalar que el socio impugnante puede dirigirse contra
todos los acuerdos adoptados en una junta en particular, cualquiera sea su
número, o solamente contra alguno de estos. Obviamente, si el socio im-
pugna varios acuerdos deberá demostrar una por una las causales de nuli-
dad incurridas.

(50) Ley General de Sociedades


“Artículo 139.- Pueden ser impugnados judicialmente los acuerdos de la junta general cuyo contenido sea contrario a
esta ley, se oponga al estatuto o al pacto social o lesione, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas,
los intereses de la sociedad. Los acuerdos que incurran en causal de anulabilidad prevista en la ley o en el Código Civil,
también serán impugnables en los plazos y formas que señala la ley.
No procede la impugnación cuando el acuerdo haya sido revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al
pacto social o al estatuto.
El juez mandará tener por concluido el proceso y dispondrá el archivo de los autos, cualquiera que sea su estado, si la
sociedad acredita que el acuerdo ha sido revocado o sustituido conforme a lo prescrito en el párrafo precedente.
En los casos previstos en los dos párrafos anteriores, no se perjudica el derecho adquirido por el tercero de buena fe”.

44
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

b) Un acuerdo cuyo contenido sea contrario o entre en conflicto con las


estipulaciones del pacto social o del estatuto
Esto es que, evidentemente, colisione con alguna o varias disposiciones del
estatuto y/o del pacto social.
Así, por ejemplo, si el estatuto establece en favor de los socios fundadores
una mayor participación en las utilidades de la empresa de lo que corres-
ponda a otros socios(51), un acuerdo posterior de la junta de socios no po-
dría privarles de este beneficio si es que previamente no se ha modificado
el estatuto (con la votación calificada y formalidades correspondientes) a
fin de eliminar este trato preferencial.
En consecuencia, de adoptarse este acuerdo de supresión de los beneficios
de los fundadores sin que se haya modificado el estatuto, estos socios fun-
dadores podrían impugnarlo a fin de obtener su revocación y declaración
de ineficacia en sede judicial.
c) Un acuerdo cuyo contenido lesione los intereses de la sociedad en bene-
ficio directo o indirecto de uno o varios socios
En otras palabras, se podrá impugnar aquellos acuerdos cuando por el peso
de los votos se pretende vulnerar los intereses de la sociedad, al favorecer-
se a las mayorías en desmedro de las minorías. Sobre este caso, véase lo
resuelto por la Corte Superior de Lima en el Exp. N° 2390-2006 J18 .
Comentando esta causal, Elías Laroza explica que estos acuerdos no se ca-
racterizan por lesionar o vulnerar directamente ninguna disposición legal o
estatutaria, sino que entrañan un beneficio en favor de uno o más accionis-
tas en detrimento de los intereses sociales. Además, el mencionado autor
nos ilustra con el siguiente ejemplo: la transferencia de los activos de la so-
ciedad a los accionistas o grupos vinculados con estos a precios irrisorios o
en condiciones inferiores a las que normalmente presenta el mercado(52).
En estos supuestos, qué duda cabe que pese a que el acuerdo haya sido
adoptado de acuerdo con las formalidades establecidas (quórum, votacio-
nes, publicaciones, etc.), el interés de la sociedad de mantener su patrimo-
nio en un valor constante se puede ver profundamente afectado. Por ello,

(51) Como se debe recordar, los accionistas que fundaron la sociedad pueden reservarse algún beneficio mayor, generalmente
económico, que los coloque en una mejor situación que los demás accionistas. Este beneficio se encuentra previsto en el
artículo 72 de la ley General de Sociedades de la siguiente manera: “Independientemente de su calidad de accionistas,
los fundadores pueden reservarse derechos especiales de diverso contenido económico, los que deben constar en el
estatuto. Cuando se trate de participación en las utilidades o de cualquier derecho sobre estas, los beneficios no pueden
exceder, en conjunto, de la décima parte de la utilidad distribuible anual que aparezca de los estados financieros de los
primeros cinco años, en un periodo máximo de diez años contados a partir del ejercicio siguiente a la constitución de la
sociedad”.
(52) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit. Fascículo tercero (artículos N° 107 al N° 160), pp. 295-296.

45
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

se faculta a los socios minoritarios a impugnar este acuerdo y obtener su


revocación judicial.
Sin embargo, ¿qué debemos entender estrictamente por“acuerdo con con-
tenido lesivo”? Pedro Ávila Navarro, formulándose esta misma pregunta,
ha señalado que el concepto de acuerdo lesivo utilizado por la Ley General
de Sociedades Anónimas española (fuente directa de nuestra legislación
peruana), es bastante impreciso y, es en último término, de apreciación ju-
dicial, pues será el juez quien tendrá que decidir en cada caso si se ha le-
sionado los intereses de los socios(53).
En ese sentido, dicho autor refiere que la doctrina jurisprudencial de su país
ha establecido que no es necesaria que la lesión sea inmediata y presente,
pues también puede tratarse de una lesión futura. En ese sentido, se cita
la S. 19.02.91 que literalmente habla de un “peligro potencial de daño”.
Igualmente, se hace referencia a la S. 12.05.68 que establece que no nece-
sariamente tiene que ser inmediato el beneficio de uno o varios accionistas
o de terceros provocado por el acuerdo que es lesivo a los intereses de otros
accionistas.
d) Un acuerdo cuyo contenido incurra en alguna causal de anulabilidad
prevista en la ley o en el Código Civil
Lo primero que debemos preguntarnos cuando se revisa el alcance de
esta causal, es qué quiso expresar el artículo 139 de la Ley General de
Sociedades al señalar que se puede impugnar los acuerdos que incurran
en alguna “causal de anulabilidad prevista en la ley”. ¿Se estará refirien-
do solamente a una causal de anulabilidad prevista en la Ley General de
Sociedades o ha utilizado el término “ley” en un sentido más amplio, esto
es, como sinónimo de ordenamiento jurídico?
Si consideramos correcta la primera opción, entonces, bajo esta causal solo
se podrán impugnar aquellos acuerdos que incurran en un supuesto de anu-
labilidad previsto únicamente en la Ley General de Sociedades (además,
por supuesto, de alguna causal contemplada en el Código Civil). Si, por el
contrario, nos hacemos partidarios de la segunda opción, el acuerdo que
haya incurrido en algún supuesto de anulabilidad previsto en cualquier nor-
ma positiva sin distinción podrá ser objeto de impugnación.
Por dos razones, nosotros somos de la opinión de que se ha optado por usar
el término “Ley” como diminutivo de Ley General de Sociedades. Primero,
porque si se hubiera utilizado como sinónimo de ordenamiento jurídico en
general, no hubiese sido necesario citar a continuación al Código Civil,
pues este código obviamente forma parte del ordenamiento jurídico y

(53) ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit., p. 609.

46
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

hubiera sido redundante hacer mención expresa a dicho código. Y, segun-


do, porque el texto del mismo artículo 139 distingue el término “Ley” (así,
con mayúscula) de “ley”: “Los acuerdos que incurran en causal de anula-
bilidad prevista en la Ley o en el Código Civil, también serán impugnables
en los plazos y formas que señala la ley”.
Bajo esta premisa, queda claro que los acuerdos que pueden ser impug-
nados utilizando esta causal son aquellos que incurran en algún supuesto
de anulabilidad previsto en la Ley General de Sociedades o en el Código
Civil.

5.2. Supuestos de impugnación en caso de socios titulares de ac-


ciones sin derecho a voto

Tratándose de socios titulares de acciones sin derecho a voto(54), el artículo 140


de la Ley General de Sociedades es claro en señalar que la impugnación solo puede
ser interpuesta respecto de aquellos acuerdos que afecten los derechos especiales de
los titulares de dichas acciones.
Como se recordará, los titulares de acciones sin derecho a voto ostentan los
siguientes derechos especiales:
a) Participan en el reparto de utilidades y en el del patrimonio neto resultante
de la liquidación con la preferencia que se indica en el artículo 97(55).
b) Ser informado cuando menos semestralmente de las actividades y gestión
de la sociedad.
c) Impugnar los acuerdos que lesionen sus derechos.
d) Separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el estatuto; y,
e) En caso de aumento de capital, a suscribir acciones con derecho a voto a
prorrata de su participación en el capital, en el caso de que la junta general
acuerde aumentar el capital únicamente mediante la creación de acciones
con derecho a voto.

(54) Como se recordará, las sociedades anónimas pueden crear una o varias clases de acciones sin derecho a voto, las mismas
que confieren a sus titulares un derecho económico preferente a través de un dividendo preferencial. En contrapartida,
dichas acciones no se computan para determinar el quórum de las juntas generales
(55) Ley General de Sociedades
“Artículo 97.- Las acciones sin derecho a voto dan a sus titulares el derecho a percibir el dividendo preferencial que
establezca el estatuto.
Existiendo utilidades distribuibles, la sociedad está obligada al reparto del dividendo preferencial a que se refiere el
párrafo anterior.
En caso de liquidación de la sociedad, las acciones sin derecho a voto confieren a su titular el derecho a obtener el reem-
bolso del valor nominal de sus acciones, descontando los correspondientes dividendos pasivos, antes de que se pague el
valor nominal de las demás acciones”.

47
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

f ) En caso de aumento de capital, a suscribir acciones con derecho a voto


de manera proporcional y en el número necesario para mantener su par-
ticipación en el capital, en el caso que la junta acuerde que el aumento
incluye la creación de acciones sin derecho a voto, pero en un número
insuficiente para que los titulares de estas acciones conserven su participa-
ción en el capital.
g) En caso de aumento de capital, a suscribir acciones sin derecho a voto a
prorrata de su participación en el capital en los casos de aumento de capital
en los que el acuerdo de la junta general no se limite a la creación de accio-
nes con derecho a voto o en los casos en que se acuerde aumentar el capital
únicamente mediante la creación de acciones sin derecho a voto.
h) En caso de aumento de capital, a suscribir obligaciones u otros títulos con-
vertibles o con derecho a ser convertidos en acciones, aplicándose las re-
glas de los literales anteriores según corresponda a la respectiva emisión de
las obligaciones o títulos convertibles.
Ahora bien, el inciso 3 del artículo 96 de la Ley General de Sociedades estable-
ce que la acción sin derecho a voto confiere a su titular el derecho de impugnar los
acuerdos que lesionen sus derechos antes descritos (así como algún otro que se haya
previsto en el estatuto). Esto podría suceder en el caso de que un acuerdo de junta
pretenda suspender por un año el derecho a percibir el dividendo preferencial que se
haya establecido en el estatuto en favor de esta clase de accionistas.
Obviamente que si la junta de accionistas decide modificar el estatuto, con-
tando para ello con el quórum y mayorías requeridas, a fin de eliminar algún
beneficio estatutario de los titulares de este tipo de acciones, el acuerdo será
válido y no procederá con éxito alguna impugnación que promuevan estos so-
cios, siempre que dicha modificación no infrinja alguna disposición legal im-
perativa y/o pretenda desconocer algún beneficio previsto en la Ley General de
Sociedades.

5.3. Vías procedimentales


a) Dos vías procedimentales
En principio, la impugnación de un acuerdo societario que incurra en
alguno de los supuestos contemplados en el artículo 139 de la Ley
General de Sociedades antes señalados deberá tramitarse en la vía pro-
cedimental abreviada, prevista en los artículos 486 y 494 del Código
Procesal Civil.
Sin embargo, la impugnación que se sustente en defectos de convocatoria o
falta de quórum se tramitará en la vía procedimental sumarísima, prevista
en los artículos 546 al 559 del referido Código adjetivo.

48
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Es válido preguntarse las razones por las cuales nuestra ley societaria optó
por diferenciar la vía procedimental aplicable a uno y otro caso.
La respuesta más obvia parece ser que cuando la pretensión se basa en de-
fectos de convocatoria o falta de quórum, la materia probandi es escasa y
no se requiere de una etapa probatoria excesiva y complicada, como suele
ocurrir en los procesos abreviados, en donde el debate, discusión y prue-
ba de la existencia de las causales previstas en el artículo 139 de la Ley
General de Sociedades encuentran un lugar adecuado(56).
Sin embargo, nosotros podríamos agregar un segundo elemento que no tie-
ne mayor ambición de complementar al anterior. Si se revisa con cuidado
el artículo 139 de nuestra ley societaria, podemos advertir que cada uno de
los cuatro supuestos de impugnación previstos tienen su razón de ser en
el contenido del acuerdo. O sea, no se discute cómo se llegó a adoptar el
acuerdo, sino el contenido del acuerdo en sí. Obviamente, en este último
caso se requiere una discusión y debate mayor que permita a las partes en
conflicto exponer sus pareceres sobre la validez o ilegalidad del acuerdo, lo
que no se puede lograr con creces en los procesos sumarísimos.
b) Defectos de convocatoria y de quórum
Para que proceda la impugnación por la vía procedimental sumarísima,
¿qué debemos entender por defectos de convocatoria o de quórum?
En primer lugar, estaremos ante un defecto de convocatoria cuando, por
ejemplo, el aviso de convocatoria de la junta general obligatoria anual hu-
biese sido publicado con una anticipación menor de diez días al de la fecha
fijada para su celebración, o cuando dicho aviso no ha señalado el lugar, el
día y la hora de celebración de la junta, o habiendo especificado estos da-
tos se ha obviado indicar los diversos asuntos a tratar. En suma, estaremos
frente a un defecto de convocatoria cuando no se observen las formalidades
previstas en el artículo 116 de la Ley General de Sociedades(57).

(56) De esta opinión son: ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit., Fascículo tercero (artículos N° 107 al N° 160), p. 299:
“Este se tramita como proceso sumarísimo, debido a que las pretensiones no requieren de una etapa probatoria larga
y complicada: el juez solo debe analizar la convocatoria a la junta y el quórum de la misma”; y, BEAUMONT CA-
LLIRGOS, Ricardo. Comentarios a la nueva Ley General de Sociedades. 2a edición. Gaceta Jurídica. Lima, 2000,
p. 337: “la probanza es relativamente sencilla, se trata de cotejar los estatutos sociales con los avisos en los diarios, libro
de registro y transferencia de acciones, actas y cosas similares. Con un proceso sumarísimo es suficiente”.
(57) Ley General de Sociedades
“Artículo 116.- Requisitos de la convocatoria
El aviso de convocatoria de la junta general obligatoria anual y de las demás juntas previstas en el estatuto debe ser
publicado con una anticipación no menor de diez días al de la fecha fijada para su celebración. En los demás casos, salvo
aquellos en que la ley o el estatuto fijen plazos mayores, la anticipación de la publicación será no menor de tres días.
El aviso de convocatoria especifica el lugar, día y hora de celebración de la junta general, así como los asuntos a tratar.
Puede constar asimismo en el aviso el lugar, día y hora en que, si así procediera, se reunirá la junta general en segunda
convocatoria. Dicha segunda reunión debe celebrarse no menos de tres ni más de diez días después de la primera.
La junta general no puede tratar asuntos distintos a los señalados en el aviso de convocatoria, salvo en los casos permi-
tidos por la ley”.

49
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

Y, en segundo lugar, estaremos frente a un defecto de quórum en las siguientes


oportunidades:
a) Cuando el acuerdo ha sido adoptado en una junta que no reunió, en pri-
mera convocatoria, al menos los dos tercios de las acciones suscritas con
derecho a voto.
b) Cuando, en segunda convocatoria, el acuerdo fue adoptado en una junta
que no tuvo concurrencia igual o mayor a tres quintas partes de las accio-
nes suscritas con derecho a voto.
c) Cuando el acuerdo no se adoptó con el voto favorable de la mayoría abso-
luta de las acciones suscritas con derecho a voto.
En estos casos que en principio no demandan mayor trámite que verificar las
actas y/o las publicaciones, será procedente como ya hemos dicho que se impugne
el acuerdo a través de la vía procedimental sumarísima.
Sobre el particular, debemos señalar que la impugnación de una junta general
de accionistas y de sus acuerdos, basada en defectos de la convocatoria, debe inter-
ponerse ante el juez civil, aun cuando la celebración de la referida junta hubiere sido
ordenada por un juez de Derecho Público, tal como ha sido establecido en la Cas.
N° 504-99 por nuestra Corte Suprema(58).

5.4. Legitimidad para obrar


a) Legitimidad pasiva
La única que tiene legitimidad pasiva en un proceso de impugnación de
acuerdo de junta es la sociedad, por lo que su lugar en este tipo de procesos
siempre va a ser la de parte demandada.
En ese sentido, la sociedad nunca podrá tener legitimidad activa, pues re-
sultaría ilógico y un despropósito que la sociedad impugne los acuerdos
adoptados por la mayoría social. Así, una sentencia casatoria de la Corte
Suprema establece claramente que: “La demanda de impugnación del
acuerdo de la junta general de accionistas es interpuesta por el presiden-
te del directorio en nombre de la sociedad y por accionistas, en su propio
derecho y como delegados en representación de otros, siendo que la socie-
dad no puede tener la calidad de demandante sino más bien de demandada.
Corresponde, pues a los accionistas impugnantes el cuestionar la validez de
los acuerdos y a la sociedad el accionar en su defensa”(59).

(58) Cas. N° 504-99 J19 .


(59) Cas. N° 3070-98-Lambayeque J20 .

50
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

b) Legitimidad activa
Por su parte, los únicos que pueden interponer la acción de impugnación
son los socios. Ni los administradores (obviamente, que no sean a la vez
socios) ni los terceros (ya sea que tengan intereses económicos con la so-
ciedad) se encuentran facultados para interponer una acción de impugna-
ción. Sin embargo, los administradores y los terceros cuentan con la acción
de nulidad para discutir la validez de un acuerdo de junta, lo que será ma-
teria de análisis más adelante.
En ese sentido, siguiendo el pensamiento de Ávila Navarro, deberá negarse
legitimación al accionista que deje de serlo antes o durante la impugna-
ción. Asimismo, no se puede admitir la impugnación de quien adquiere el
estatus de socio después de adoptado el acuerdo cuestionado(60).
Ahora bien, no basta con poseer la condición de accionista para interponer una
demanda de impugnación de acuerdos de junta, pues para que el socio se encuentre
totalmente legitimado debe encontrarse en alguna de estas tres situaciones, confor-
me establece el artículo 140 de la Ley General de Sociedades:
a) Haber asistido a la junta y hecho constar en el acta su oposición al acuerdo;
b) Haber estado ausente en la junta al momento de tomarse el acuerdo; o,
c) Haber sido ilegítimamente privado de emitir su voto.
Si se reflexiona un poco acerca de lo que significa que el socio reúna alguna de
estas condiciones se pueden empezar a clarificar las razones por las cuales denomi-
namos este subcapítulo como “la acción de impugnación, un camino de espinas”.
Veamos. Si el socio asistió a la junta, debe manifestar su disconformidad con
el contenido del acuerdo y verificar que en el acta que se elabore con ocasión de la
realización de la junta se exprese fehacientemente dicho desacuerdo.
En otras palabras, nuestra ley societaria exige al socio que votó por una posi-
ción que no fue la mayoritaria, a tomar inmediatamente, esto es, en el mismo mo-
mento de realización de la junta, la decisión de impugnar el acuerdo y hacer constar
su oposición a este en el acta(61). En consecuencia, una vez elaborada el acta sin que

(60) ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit., pp. 612-613. Este autor cita las jurisprudencias españolas S. 02.07.75 y la S.
24.10.67 que han considerado que carecen de legitimación los accionistas que hayan entrado en la sociedad con poste-
rioridad a la celebración de la junta. Nosotros compartimos ese criterio para el caso peruano, debido a la similitud de
nuestras normas con las españolas. No obstante, el socio que pretenda impugnar un acuerdo adoptado con anterioridad
a su incorporación como socio podrá utilizar la acción de nulidad, tal como lo podría hacer un tercero con legítimo
interés.
(61) Para Ávila –en criterio que compartimos plenamente– la exigencia de que se formule oposición y que esto se haga cons-
tar en acta tiene la enorme ventaja de dar seguridad a los acuerdos sociales. De tal manera que si los accionistas no se han
opuesto, la sociedad ya no tiene que temer acciones de impugnación. Sin embargo, como afirma Ávila, dicha exigencia
parece excesivamente formalista, sobre todo si se tiene en cuenta que se dirige a unos accionistas normalmente legos en
Derecho y que no siempre contarán con asesoramiento legal en el momento de la junta. Por ello, sugiere el mencionado
autor que los abogados deben cuidar especialmente de advertir previamente de este extremo a las personas a quienes
asesoren en materia mercantil. ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit., p. 615.

51
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

se haya anotado la oposición, el socio asistente a la junta habrá perdido la oportuni-


dad de impugnar el acuerdo.
Claro que lo mejor sería retirarse de la junta cuando sea previsible que la ma-
yoría va a votar de una manera distinta a la que el socio considera adecuada, pues
si no se encuentra presente en la junta al momento de tomarse el acuerdo podrá im-
pugnarlo sin haber reunido el requisito antes mencionado, esto es, no necesitará que
conste en el acta su oposición del acuerdo. En otras palabras, el mensaje de la Ley
General de Sociedades parece ser “si estás seguro que vas a perder en las votacio-
nes, mejor es retirarte de la sesión”. De esta manera se podrá impugnar el acuerdo
sin que sea necesario que el socio se haya opuesto a él.
Igualmente, en el supuesto de que el socio sea privado de manera ilegítima de
expresar su voto, también se encontrará en la facultad de impugnar el acuerdo sin
necesidad de haberse sentado en acta su disconformidad.

5.5. Plazos de caducidad


Pero, por si fuera poco, además de estas exigencias el accionista debe franquear
unos inclementes plazos de caducidad. Estos plazos son los siguientes:
i) Interponer su demanda a los dos meses de la fecha de la adopción del
acuerdo si es que concurrió a la junta; o
ii) Interponer su demanda a los tres meses si no concurrió a ella; o, en su
defecto,
iii) Tratándose de acuerdos inscribibles, interponer su demanda dentro del mes
siguiente de la inscripción.
Sobre el particular, debe tenerse en cuenta algunos elementos que creemos re-
sultan enorme relevancia práctica al momento de impugnar un acuerdo.
En primer lugar, los dos primeros plazos de caducidad (de dos y tres meses,
respectivamente), se aplican cuando se traten de acuerdos no inscribibles; mientras
que el último plazo solo se refiere a los acuerdos sujetos a inscripción.
Así, de tratarse de un acuerdo que por ejemplo dispone la contratación de nue-
vos funcionarios de la empresa o la compra de nuevos maquinarias, el socio que
piense impugnar por alguna causal estos acuerdos deberá presentar su demanda en
un plazo no mayor de dos meses desde la adopción del acuerdo (si es que concurrió
a la junta) o de tres meses (si no concurrió a ella).
En segundo lugar, cuando estamos frente a acuerdos inscribibles, debe tenerse
muy en claro que el socio podrá impugnar el acuerdo al día siguiente de la adopción
del mismo y no esperar a que este se inscriba. En efecto, el artículo 142 señala un
plazo de caducidad (hasta el mes siguiente desde la inscripción), pero no dice nada
sobre el término inicial del plazo, por lo que el socio puede impugnarlo antes de
que se efectúe su registro. Así, el socio que pretenda impugnar un acuerdo que, por

52
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

ejemplo, dispone la modificación del estatuto podrá hacerlo a partir del día siguiente
de adoptado el acuerdo y no esperar a que este se inscriba.
Y, en tercer lugar, creemos que el socio que no impugnó un acuerdo inscrito
dentro del plazo de caducidad establecido por el mencionado artículo 142, no podrá
alegar después de vencido dicho plazo que no tuvo conocimiento de la inscripción
del acuerdo; pues, en virtud del ya antes referido principio de publicidad registral
contenido en el artículo 2012 del Código Civil nacional, nadie puede alegar desco-
nocimiento de las inscripciones registrales.
Por otro lado, ¿cómo debe realizarse el cómputo del plazo de caducidad? Esto
es, si el acuerdo se adoptó el 14 de abril, ¿hasta qué día podrá presentar la demanda
de impugnación el socio que no asistió a la junta que dispuso este acuerdo? ¿hasta
el 14 de julio o hasta el 15 de julio?
Pues bien, a diferencia de lo que sucede en otras normas de nuestro ordena-
miento jurídico, en la Ley General de Sociedades no existe una disposición expresa
que indique cómo debe realizarse el cómputo de los plazos(62), por lo que correspon-
de aplicar las normas del Derecho común. Por lo que, tomando en cuenta lo previsto
en el artículo 183 del Código Civil(63), debemos concluir que los plazos de caducidad
previstos en el artículo 142 de la Ley General de Sociedades se cumplen en el mes
del vencimiento y en el día de este correspondiente a la fecha del mes inicial.
Así, en el ejemplo antes propuesto, el plazo de caducidad vencerá indefectible-
mente el 14 de julio, salvo que este día sea inhábil, en cuyo caso el plazo vencerá el
primer día hábil siguiente(64).

5.6. Improcedencia de la acción de impugnación


De otro lado y de acuerdo con lo previsto en el segundo párrafo del artículo 139
de la Ley General de Sociedades, no procederá la impugnación cuando el acuerdo

(62) Así, en el artículo 144 de la vigente Ley de Títulos Valores, Ley N° 27287 del 19 de junio del 2000, se señala que el
cómputo de los plazos de vencimiento fijados en meses, años u otras formas permitidas por la ley se determinará según
las normas del Derecho común. En cambio, nuestro Código Procesal Civil establece en su artículo 147 que el plazo se
cuenta desde el día siguiente de notificada la resolución que lo fija y, cuando es común, desde la última notificación; y
que no se consideran para el cómputo los días inhábiles.
(63) Código Civil:
“Artículo 183.- El plazo se computa de acuerdo al calendario gregoriano, conforme a las siguientes reglas:
1. El plazo señalado por días se computa por días naturales, salvo que la ley o el acto jurídico establezcan que se haga
por días hábiles.
2. El plazo señalado por meses se cumple en el mes del vencimiento y en el día de este correspondiente a la fecha del
mes inicial. Si en el mes de vencimiento falta tal día, el plazo se cumple el último día de dicho mes.
3. El plazo señalado por años se rige por las reglas que establece el inciso 2.
4. El plazo excluye el día inicial e incluye el día del vencimiento.
5. El plazo cuyo último día sea inhábil, vence el primer día hábil siguiente”.
(64) Sobre el particular, ver la Cas. 2481-98-Lima J21 .

53
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

haya sido revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o
al estatuto.
Resulta lógico que cuando la junta general revoque o sustituya el acuerdo ma-
teria de impugnación, el juez deba disponer la conclusión del proceso y su conse-
cuente archivamiento, cualquiera que sea su estado, pues habría ocurrido lo que se
denomina en la ciencia procesal como sustracción de la materia. Esto es, el proceso
sería inútil debido a que el conflicto de intereses ha desaparecido.
Para ello, bastará que la sociedad acredite ante el órgano jurisdiccional, me-
diante documento de fecha cierta, que el acuerdo ha sido revocado o sustituido por
otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto, según corresponda. Sobre
el particular, existe una jurisprudencia registral que establece que cuando se presen-
ten para su calificación acuerdos de la junta general en los que se señale que se
“deja sin efecto” un acuerdo determinado, deberá evaluarse si la junta pretende que
ello sea retroactivo o no; si de la evaluación del acuerdo concluye que no se preten-
de que sea retroactivo, no habrá inconveniente de inscribir el acuerdo, pues dejar
sin efecto retroactivamente equivale a revocar el acuerdo: “Que, la Ley General de
Sociedades prevé la impugnación de los acuerdos de la junta general, cuyo conte-
nido sea contrario a dicha ley, se opongan al estatuto o al pacto social o lesionen
los intereses de la sociedad, así como los que incurran en causal de anulabilidad; el
referido artículo señala que no procede la impugnación cuando el acuerdo haya sido
revocado o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto.
Que, por lo tanto, la ley prevé expresamente que la junta general revoque o sustituya
sus acuerdos, pero no prevé que los deje sin efecto; sin embargo, debe distinguirse
entre dejar sin efecto retroactivamente –lo que implica la pretensión de que el acuer-
do no haya surtido efectos, tal como si nunca hubiera existido–, y dejar sin efecto no
retroactivamente, lo que implica que el acuerdo surtió efectos desde que se adoptó
hasta que se acordó dejarlo sin efecto; como puede apreciarse, dejar sin efecto no
retroactivamente equivale a revocar el acuerdo, de manera que cuando se presenten
para su calificación acuerdos de la junta general en los que se señale que se “deja
sin efecto” un acuerdo determinado, deberá evaluarse si la junta pretende que ello
sea retroactivo o no; si de la evaluación del acuerdo se concluye que no se pretende
que sea retroactivo, no habrá inconveniente para inscribir el acuerdo, pues dejar sin
efecto no retroactivamente equivale a revocar el acuerdo”(65).
Sobre el particular, también sería saludable que mediante una reforma legislativa
(o en todo caso nuestros jueces en mérito de su labor de llenar o suplir los vacíos de
la ley) se establezca que cuando sea evidente que el error o defecto es subsanable, se
otorgue a la sociedad un plazo razonable para que puedan corregir el error advertido, tal
como establece el texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas española(66). De

(65) Res. N° 397-2001-ORLC/TR J22


(66) Texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas, aprobado por Real Decreto Legislativo 1564/1989 de 22 de diciem-
bre de 1989:

54
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

tal manera de que al admitirse la demanda de impugnación de acuerdo societario, el


juez otorgue un plazo (que podría ser de treinta días, a fin de que se pueda realizar
la convocatoria respectiva) a efectos de que la sociedad demandada pueda subsanar
el acuerdo.

5.7. Intervención coadyuvante de accionistas en el proceso


Como ya hemos referido, en un proceso de impugnación de un acuerdo societa-
rio la parte demandante es, obviamente, el socio impugnante; mientras que la parte
demandada es la sociedad. Pues, bien, el o los socios que hayan votado a favor del
acuerdo materia de impugnación pueden incorporarse a dicho proceso como terce-
ros a través de la intervención coadyuvante a favor de la sociedad.
Como se recordará, la intervención coadyuvante es aquella figura procesal,
prevista en el artículo 97 del Código Procesal Civil(67), que permite que un tercero
ingrese a un proceso siempre que tenga con una de las partes una relación jurídica
sustancial, a la que no deban extenderse los efectos de la sentencia que resuelva las
pretensiones controvertidas en el proceso pero que pueda ser afectada desfavorable-
mente si dicha parte es vencida.
La finalidad de su intervención, que incluso puede admitirse durante el trámite
en segunda instancia, es la de coadyuvar o colaborar con la parte con la cual tenga
una relación jurídica sustancial.
En ese sentido, los accionistas que hubiesen votado a favor del acuerdo impug-
nado pueden intervenir a su costa en el proceso a fin de coadyuvar a la sociedad en
la defensa de la validez del acuerdo.
Por supuesto que el socio coadyuvante no podrá realizar actos procesales que
estén en oposición a los intereses de la sociedad o que impliquen disposición del
derecho discutido, pero sí estará facultado para realizar cualquier otro acto procesal
que le permita colaborar con la defensa de la validez del acuerdo, tales como alega-
tos, informes orales, ofrecer medios probatorios, etc.

“Art. 115.- Si fuera posible eliminar la causa de impugnación, el juez otorgará un plazo razonable para que aquella pueda
ser subsanada”.
(67) Código Procesal Civil
“Artículo 97.- Quien tenga con una de las partes una relación jurídica sustancial, a la que no deban extenderse los efectos
de la sentencia que resuelva las pretensiones controvertidas en el proceso, pero que pueda ser afectada desfavorablemen-
te si dicha parte es vencida, puede intervenir en el proceso como coadyuvante de ella.
Esta intervención puede admitirse incluso durante el trámite en segunda instancia.
El coadyuvante puede realizar los actos procesales que no estén en oposición a la parte que ayuda y no impliquen dis-
posición del derecho discutido”.

55
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

5.8. Intransmisibilidad de las acciones del socio impugnante


Otro de los requisitos impuestos por nuestra legislación societaria a los accio-
nistas que impugnan un acuerdo de junta es el previsto en el artículo 144 de la Ley
General de Sociedades(68), precepto que establece que, mientras dure el proceso judi-
cial respectivo, estos socios impugnantes deberán mantener la condición de socios,
para lo cual se hará la anotación respectiva en la matrícula de acciones. Así ha sido
recogido también a nivel jurisprudencial: “El accionista que impugne judicialmente
un acuerdo debe mantener su condición de tal durante el proceso, mas el actor ya no
cumple con ello en razón de haber sido excluido de la sociedad”(69).
En ese sentido, durante el proceso los socios no podrán transferir todo o parte
de su paquete accionario, pues de lo contrario perderían legitimidad para obrar en
el proceso judicial de impugnación. Y, lo que resulta más grave, si solo un socio ha
impugnado el acuerdo, el hecho de que transfiera una de sus acciones implicaría la
conclusión del proceso de impugnación.
Comentando dicho dispositivo, el reconocido tratadista Ricardo Beaumont afir-
ma que este ha sido un paso adelante de la norma contenida en el artículo 145 de la
antigua Ley General de Sociedades(70).
Y de hecho lo es, pues el que los socios impugnantes tuvieran que depositar
previamente las acciones en una institución de crédito –tal como exigía la derogada
norma societaria–, era una obligación explicable y razonable solamente para el caso
de las acciones al portador pero no para el caso de las acciones nominativas, pues
la única forma que tiene el tenedor de un título valor al portador de acreditar su
condición es manteniendo su posesión. Y, como quiera que las acciones al portador
fueron prohibidas en virtud de la primera disposición transitoria y final del Decreto
Legislativo N° 774, Ley del Impuesto a la Renta(71), la exigencia del artículo 145 de
la antigua Ley General de Sociedades perdió toda justificación.

(68) Ley General de Sociedades


“Artículo 144.- El accionista que impugne judicialmente cualquier acuerdo de la junta general deberá mantener su con-
dición de tal durante el proceso, a cuyo efecto se hará la anotación respectiva en la matrícula de acciones.
La transferencia voluntaria, parcial o total, de las acciones de propiedad del accionista demandante extinguirá, respecto
de él, el proceso de impugnación”.
(69) Cas. N° 3124-2001-Junín, El Peruano 2/02/2002 J23 .
(70) Texto Único Concordado de la derogada Ley General de Sociedades, Decreto Supremo N° 003-85-JUS
“Artículo 145.- El accionista que impugne judicialmente cualquier acuerdo de la junta general, debe depositar los títulos
de sus acciones en una institución de crédito, la que quedará obligada a mantener el depósito hasta la conclusión del
juicio.
El depositario expedirá la respectiva constancia del depósito, tanto para acompañarla a la demanda, como para que el
accionista ejercite sus derechos”.
(71) Ley del Impuesto a la Renta, Decreto Legislativo N° 744 del 31/12/93
“Primera Disposición Transitoria y Final.- Está prohibido emitir acciones al portador.
Los notarios, bajo responsabilidad, no podrán elevar a escritura pública ninguna constitución de sociedad ni modifica-
ción de estatutos sociales que no establezcan la emisión de acciones nominativas”.

56
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Sin embargo, el artículo 144 de la vigente norma societaria no deja de ser par-
ticularmente criticable. En efecto, al sancionar al socio que transfiere parte de su
participación social con la pérdida de la legitimidad para obrar en el proceso de im-
pugnación, dicho artículo resulta ser un precepto ineficiente y inadecuado al devenir
del mercado y al libre flujo de los capitales.
Esto es, ¿cuál es la razón que podría justificar que un socio que ha impugnado
un acuerdo de junta y transfiere alguna de sus acciones deba ser apartado del proce-
so de impugnación? Si el socio tiene 20 acciones, ¿acaso no podría transferir una de
ellas y mantener el mismo interés por impugnar el acuerdo?
Beaumont, anticipándose a las críticas, ha respondido a esta observación de la
siguiente manera: “Es posible que alguien ponga en duda la validez de por qué la
transferencia ‘parcial’ también produce la extinción de la acción de impugnación,
y eventualmente consideré incorrecta esta norma. Se preguntará, por ejemplo, si el
accionista impugnante posee el 30% del capital social y transfiere un 10%, por qué
esta transmisión parcial va a extinguir respecto de él, el proceso de impugnación. La
respuesta es que la impugnación se planteó con la voluntad unitaria del 30% que no
es divisible en varias o numerosas voluntades, tales como y dentro de ellas, algunas
para enajenar, otras para dar en prenda, unas terceras para dar en usufructo y las
últimas para continuar la impugnación (...). La voluntad expresada con la totalidad
de las acciones, es una: con las que impugnó debe continuar, sin fraccionamiento ni
cortapisas. Por cierto, nada quita ni agrega la adquisición de un mayor número de
acciones, en el intervalo”(72).
Pero, en verdad ¿resulta coherente hablar de una “voluntad unitaria” que debe
permanecer incólume cuando a la par nada imposibilita que esta “voluntad” crezca
al permitirse al socio que sí pueda adquirir nuevas acciones? ¿Es sensato pensar que
si del 30% de la participación social del accionista, este transfiere el 0,5% ya no va
a tener la misma “voluntad” de impugnar un acuerdo? Considero que la respuesta
en ambos casos es negativa.
Claro, resulta sensato que se exija a los accionistas impugnantes a mantener su
condición de tal durante el proceso (por lo que es lógico que si transfieren toda su
participación social se extinga el proceso respecto de él); sin embargo, prohibirles
que transfieran una parte de sus acciones es una norma anacrónica e ineficiente para
el tráfico mercantil actual. Piénsese en un accionista de una sociedad anónima abier-
ta (inversionista, por naturaleza) que, habiendo impugnado un acuerdo y teniendo
enorme interés en que este se revoque, no pueda transferir parte de sus acciones
por un buen tiempo debido a que nuestro Poder Judicial, como siempre, es lento en
resolver el proceso de impugnación.
Por todo ello consideramos que el artículo 144 de la Ley General de
Sociedades requiere una inmediata y urgente reforma en la parte que dispone que la

(72) BEAUMONT CALLIRGOS, Ricardo. Ob. cit., p. 347.

57
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

transferencia voluntaria parcial de las acciones de propiedad del accionista deman-


dante extingue, respecto de dicho socio, el proceso de impugnación.

5.9. Medidas cautelares


a) Suspensión del acuerdo impugnado
Conforme al artículo 145 de la Ley General de Sociedades, el juez que co-
noce (o conocerá) del proceso de impugnación, podrá dictar a pedido de
parte medida cautelar de suspensión del acuerdo impugnado, de tal modo
que el acuerdo no podrá surtir efectos hasta que se dicte sentencia.
Estamos, pues, frente a un supuesto de medida cautelar de no innovar, pre-
vista en el artículo 687 del Código Procesal Civil(73), y como tal afecta pro-
visionalmente la vigencia del acuerdo, por lo que su procedencia al ser ex-
cepcional debe ser merituada exhaustivamente por el juez.
Asimismo, el pedido de suspensión del acuerdo tienen que hacerlo un nú-
mero de accionistas que representen más del veinte por ciento del capital
suscrito. Y, como toda medida cautelar, el juez debe disponer que los soli-
citantes presten una contracautela suficiente que sirva de garantía para re-
sarcir los posibles daños y perjuicios que pueda causar su ejecución.
Obviamente que los peticionantes deben exponer con claridad los funda-
mentos de su pretensión cautelar, a fin de acreditar ante el juez la verosimi-
litud del derecho y el peligro en la demora. El pedido puede ser interpuesto
antes de iniciado un proceso o durante la tramitación de este, siempre que
los peticionantes demuestren que la medida esté destinada a asegurar el
cumplimiento de la decisión definitiva.
b) Anotación de la demanda
Otra medida cautelar que pueden solicitar los accionistas impugnantes es
la de anotación de la demanda en Registros Públicos. Dicha anotación se
inscribe en el rubro d, otras inscripciones, de la ficha registral (o partida
electrónica) del Registro de Personas Jurídicas en donde se haya inscrito la
sociedad demandada.
A diferencia de la medida cautelar de suspensión del acuerdo, la anotación de
la demanda no afecta la vigencia y eficacia del acuerdo impugnado sino que
tiene por finalidad simplemente eliminar la buena fe registral de un tercero que

(73) Código Procesal Civil


“Artículo 687.- Ante la inminencia de un perjuicio irreparable, puede el juez dictar medidas destinadas a conservar la
situación de hecho o de derecho presentada al momento de la admisión de la demanda, en relación a personas y bienes
comprendidos en el proceso. Esta medida es excepcional por lo que se concederá solo cuando no resulte de aplicación
otra prevista en la ley”.

58
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

celebre algún acto jurídico con la sociedad. Esto es, el acuerdo se ejecutará
pero el tercero que contrate con la sociedad lo hará a sabiendas que existe en
trámite un proceso de impugnación de un acuerdo de junta, por lo que los efec-
tos de la sentencia que recaiga en dicho proceso podrían alcanzarle.
En ese sentido, el profesor Oswaldo Hundskopf afirma que “dicha anotación
preventiva de la demanda, en el proceso de impugnación, constituye una medida
cautelar, la cual no altera o afecta el normal desenvolvimiento de la sociedad. Sin
embargo, dicha anotación cumple con la función de debilitar la buena fe registral,
evitando de esa manera que los terceros aleguen buena fe, a efectos de no verse
perjudicados por las consecuencias materiales de la sentencia definitiva que deje sin
efecto el acuerdo impugnado”(74).
Esta anotación de la demanda en Registros Públicos es provisional, por lo que
recién cuando quede firme la resolución que declare fundada la demanda de impug-
nación se inscribirá la suspensión definitiva del acuerdo impugnado.
Por el contrario, en caso de que la demanda sea desestimada por sentencia
firme, o cuando el demandante se haya desistido, conciliado, transado o cuando se
haya producido el abandono del proceso, la anotación preventiva de la demanda se
cancelará a solicitud de la sociedad.

5.10. Efectos de la sentencia


Como se puede apreciar del texto del artículo 148 de la Ley General de
Sociedades(75), lo que se resuelve en la sentencia que ponga fin al proceso de
impugnación afectará a todos los accionistas mas no así a los terceros de buena
fe que hayan contratado con la sociedad con posterioridad de la adopción del
acuerdo impugnado. Por ello, la única forma de asegurar la eficacia frente
a estos es la anotación preventiva de la demanda, medida cautelar comentada
anteriormente.
Efectivamente, de declararse fundada la demanda se dejará sin efecto el acuer-
do impugnado y se declarará su nulidad (nulidad ex tunc). En ese sentido, para los
accionistas y para aquellos terceros que no estén premunidos de la buena fe, los
efectos de la sentencia se retrotraerán al momento de la adopción del acuerdo.
Al contrario, la sentencia no afectará en nada los contratos que hayan celebra-
do los terceros de buena fe con la sociedad sobre la base del acuerdo impugnado.
En palabras de Oswaldo Hundskopf, para los terceros de buena fe “se declarará la

(74) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. Ob. cit., p. 70.


(75) Ley General de Sociedades
“Artículo 148.- La sentencia que declare fundada la impugnación producirá efectos frente a la sociedad y todos los
accionistas, pero no afectará los derechos adquiridos por terceros de buena fe a consecuencia del acuerdo impugnado.
La sentencia firme que declare la nulidad de un acuerdo inscrito debe inscribirse en el Registro”.

59
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

invalidez del acuerdo pero se respetará su eficacia de los derechos adquiridos, ello
en estricto respeto al principio de seguridad jurídica”(76).
Por otro lado, la sentencia que declara fundada la demanda se limitará a la de-
claración de nulidad y, en su caso, a ordenar la cancelación de las inscripciones co-
rrespondientes. Obviamente, el juez no puede establecer en la sentencia cuál debe
ser el contenido correcto del acuerdo, pues la junta de accionistas es la única legiti-
mada para adoptar el o los acuerdos que procedan como consecuencia de la declara-
ción judicial de nulidad del acuerdo impugnado.

5.11. Reflexiones
Luego de haber revisado los innumerables requisitos para que sea procedente la
acción de impugnación, cabe preguntarse por qué nuestra legislación societaria ha
establecido requisitos tan severos para que un accionista pueda interponer la acción
de impugnación.
La mayor parte de la doctrina responde a esta interrogante argumentando que
si bien es cierto que debe permitirse a los accionistas la facultad de impugnar un
acuerdo societario como una manera de control extrajunta de las decisiones adop-
tadas por las mayorías, también es cierto que permitir libre y anárquicamente los
cuestionamientos de dichas decisiones no haría sino entorpecer la constante y diná-
mica marcha de las actividades negociales de la sociedad, afectando la circulación
de los capitales y la seguridad jurídica de las operaciones comerciales efectuadas
con terceros con arreglo a dichos acuerdos.
Por ello –se señala– resulta prudente encontrar un mesurado equilibrio entre
el derecho de impugnación de los socios y el normal desarrollo de las actividades
económicas de las empresas. En esa línea de pensamiento, Tomás Pelayo Muñoz
ha señalado que el ejercicio del derecho de impugnación “debe matizarse con el
principio de mantenimiento de los acuerdos sociales, en clara protección al tráfico
mercantil”(77).
Seguramente este criterio mayoritario de los tratadistas estuvo en la mente
de nuestros legisladores, quienes obedeciendo dicho dictado plasmaron en la Ley
General de Sociedades que el ejercicio de la acción de impugnación debía tener
como presupuesto que el accionista reúna los requerimientos anteriormente referi-
dos, de tal manera que, de no reunirlos, sería inviable impugnar un acuerdo de junta
mediante esta pretensión procesal.

(76) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “La junta general de accionistas y la configuración de la voluntad social”. En: Derecho
Comercial. Tomo IV: Temas societarios. Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima. Lima, 2003, p. 63.
(77) PELAYO MUÑOZ, Tomás. Las acciones: derechos del accionista, representación, transmisión, derechos reales, nego-
cios sobre las propias acciones. Monografías mercantiles N° 4. Editorial CISS, p. 31.

60
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

6. La acción de nulidad: un camino de rosas

6.1. Requisitos y presupuestos de la acción de nulidad


Al comentar todo lo relacionado con la acción de impugnación hemos visto
que nuestros legisladores, frente a la disyuntiva de optar por un derecho irrestricto
de los accionistas de impugnar un acuerdo societario o permitir la rápida marcha
de las actividades negociales de la sociedad, optaron por privilegiar esta última
opción, pues se entendió que de otra manera se afectaría la libre circulación de
los capitales y la seguridad jurídica de las operaciones comerciales efectuadas con
terceros.
Por ello, como hemos visto, se plasmó en el texto de la Ley General de
Sociedades un sinnúmero de requisitos (haber hecho constancia de su disconformi-
dad en el acta, impugnar en dos o tres meses de adoptado el acuerdo, no transferir
parte de sus acciones, etc.), para que los socios puedan ejercer la llamada acción de
impugnación.
No obstante lo anterior, el olvido o quizá el descuido permitió que a nuestros
legisladores se les escapara la llamada acción de nulidad en el artículo 150 de la
Ley General de Sociedades(78), la cual permite impugnar un acuerdo de junta sin ne-
cesidad de cumplir estos excesivos requisitos.
En efecto, en contrapartida a lo difícil que resulta cumplir con los requisitos
para interponer la acción de impugnación, la acción de nulidad de acuerdo de junta
de accionistas no presenta mayores exigencias.
Así, dicho artículo establece que la acción de nulidad puede ser ejercida por
cualquier persona que tenga legítimo interés (léase, administradores, un tercero
ajeno a la sociedad e incluso los mismos accionistas) para invalidar judicialmente,
vía proceso de conocimiento, los acuerdos contrarios a normas imperativas o que
incurran en causales de nulidad previstas en la Ley General de Sociedades o en el
Código Civil.
Esto es, mediante esta pretensión procesal cualquier tercero o accionista (sin
necesidad de haber concurrido a la junta y dejar constancia de su oposición, o ha-
berse encontrado ausente, etc.), podrá solicitar la declaración judicial de nulidad del
acuerdo de junta de accionistas, sin más requerimientos que el demostrar su legítimo

(78) Ley General de Sociedades


“Artículo 150.- Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperativas o que
incurran en causales de nulidad previstas en esta ley o en el Código Civil.
Cualquier persona que tenga legítimo interés puede interponer acción de nulidad contra los acuerdos mencionados en el
párrafo anterior, la que se sustanciará en el proceso de conocimiento.
La acción de nulidad prevista en este artículo caduca al año de la adopción del acuerdo respectivo”.

61
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

interés en que este se revoque, así como interponer la acción en el plazo de un año
contado desde su adopción(79), lo que ha sido recogido a nivel jurisprudencial en rei-
teradas ocasiones(80).

6.2. Interpretando los artículos 139 y 150 de la Ley General de


Sociedades
A la altura de este comentario, no le resulta al menos cuestionable el hecho de
que –así como sucedía en la antigua Ley General de Sociedades–, la vigente LGS
establezca dos alternativas procesales paralelas y, al mismo tiempo, tan disímiles en
sus requisitos y presupuestos para impugnar un mismo acuerdo de junta(81).
Nuestra doctrina nacional no ha sido ajena a este problema. Así, por ejemplo,
Elías advirtiendo esto ha afirmado que las causales para ejercitar alguna de estas dos
pretensiones son distintas(82).
Para este connotado y recordado autor, la diferencia entre las causales de nuli-
dad contenidas en el artículo 150 de la Ley General de Sociedades y las causales de
impugnación previstas en el artículo 139, es que estas últimas, a diferencias de las
primeras, tienen una marcada orientación societaria, en el sentido de encontrarse es-
tructuradas como medios de resolución de un conflicto intrasocietario, esto es, vin-
culado a la sociedad y a sus accionistas, en los que ningún tercero tienen legítimo
interés.
Sin embargo, si se observa con más detenimiento el contenido de ambos artí-
culos, podemos llegar a disentir de la opinión de este destacado jurista. En efecto,
cuando el referido artículo 150 hace referencia a que la llamada “acción de nulidad”
puede interponerse contra acuerdos que incurran en alguna de las causales de nuli-
dad prevista en la Ley General de Sociedades o en el Código Civil, se está abriendo
una enorme puerta (diríamos mejor, forado) para que todo acuerdo sancionado como

(79) La anterior legislación societaria peruana no preveía un plazo para la acción de nulidad de acuerdo de junta de accionis-
tas, por ello, para llenar ese vacío debía acudirse a lo previsto en el Código Civil. A diferencia de ello, nuestra vigente
Ley General de Sociedades sí establece un plazo de caducidad para solicitar la nulidad del acuerdo de junta de accionis-
tas, el cual es de un año contado desde la adopción del acuerdo.
(80) Ver, por ejemplo, la Cas. N° 1082-2006-Lambayeque El Peruano, 2/04/2007 J24 o la resolución recaída en el Exp. N°
369-2005 J25 .
(81) Existen opiniones que consideran que los accionistas solo se encuentran facultados para interponer acciones de impug-
nación y no de nulidad de un acuerdo de junta. Otros, en cambio, sostienen que la acción de nulidad también puede ser
ejercida por los accionistas (ver: HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “El derecho de impugnación... Ob. cit., p. 76). Elías
Laroza, sin afirmarlo expresamente, parece inclinado a esta tesis (ver: ELÍAS LAROZA, Enrique. Derecho societario
peruano... Ob. cit., p. 325). Por nuestra parte, nos adscribimos totalmente a la tesis expuesta por Hundskopf. A pesar de
que en el art. 150 de la LGS no se señala expresamente que los accionistas se encuentran facultados para ejercitar esta
acción, cuando se establece en forma genérica que dicha acción puede ser interpuesta por“cualquier persona que tenga
legítimo interés” no cabe duda que también, y sobre todo, se incluye a los accionistas.
(82) ELÍAS LAROZA, Enrique. Derecho societario peruano... Ob. cit., p. 325.

62
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

nulo por el artículo 38 de la Ley General de Sociedades(83) (que en suma contiene los
mismos supuestos que los previstos en el artículo 139) pueda ser objeto tanto de la
acción de nulidad como de la acción de impugnación.
Esto es, que todo acuerdo contrario a la Ley General de Sociedades pueda ser
cuestionado vía acción de impugnación o vía acción de nulidad.
Por citar un ejemplo, si en una junta se adopta un acuerdo que colisiona con
una disposición del estatuto, cualquier accionista podría interponer la acción de im-
pugnación, ya que esto lo prevé expresamente el artículo 139 de la Ley General de
Sociedades; pero, también el socio podrá discutir la validez de este acuerdo vía ac-
ción de nulidad, porque el artículo 150 lo faculta a interponer esta pretensión cuan-
do el acuerdo incurre en una causal de nulidad establecida en la Ley General de
Sociedades. Lo que sucede con los acuerdos que violen el estatuto social, en virtud
de lo dispuesto en el artículo 38 de dicho cuerpo de leyes.
Lo mismo podríamos decir de aquellos acuerdos que lesionen los intereses de
la sociedad en beneficio de uno o varios socios, o que violen el pacto social o sean
contrarios a las leyes que interesan al orden público.
Por ello nos parece totalmente contradictorio que si, en aras de la libre circu-
lación de los capitales y la seguridad jurídica, se ha tomado partido por restringir la
posibilidad de los accionistas para discutir los acuerdos de junta mediante la llama-
da acción de impugnación, imponiendo una serie de requisitos tan exigentes en los
artículos 139 y 140 de la Ley General de Sociedades; luego, solo diez artículos más
adelante, se abra la posibilidad para que no únicamente los accionistas, sino cual-
quier tercero con legítimo interés, pueda dirigirse contra el mismo acuerdo vía la
flexible acción de nulidad, la que adicionalmente tiene un mayor plazo de caducidad
que el de la acción de impugnación.
Es decir, por un lado se restringe enormemente las posibilidades de impugnar
un acuerdo y, por otro lado, se olvidan estas previsiones con la acción de nulidad.
A la única solución coherente que podemos llegar para armar este rompeca-
bezas normativo es que el diseño legislativo de la Ley General de Sociedades tuvo
como propósito que el accionista impugnante que reúna los requisitos de los artícu-
los 139 y 140 obtenga, mediante el ejercicio de la acción de impugnación, el bene-
ficio de una tramitación más rápida y expeditiva en el Poder Judicial (vía

(83) Ley General de Sociedades


“Art. 38.- Son nulos los acuerdos societarios adoptados con omisión de las formalidades de publicidad prescritas, con-
trarios a las leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbres, a las estipulaciones del pacto social o del
estatuto, o que lesionen los intereses de la sociedad en beneficio directo o indirecto de uno o varios socios.
Son nulos los acuerdos adoptados por la sociedad en conflicto con el pacto social o el estatuto, así cuenten con la ma-
yoría necesaria, si previamente no se ha modificado el pacto social o el estatuto con sujeción a las respectivas normas
legales y estatutarias.
La nulidad se rige por lo dispuesto en los artículos 34, 35 y 36, salvo en cuanto al plazo establecido en el artículo 35
cuando esta LGS señale expresamente un plazo más corto de caducidad”.

63
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

procedimental abreviada o sumarísima) que la prevista para la acción de nulidad


(vía procedimental de conocimiento)(84).
Sin embargo, el problema subsiste porque mediante el ejercicio de una acción
de nulidad (cuyo plazo de caducidad es de un año) se pueden paralizar los efec-
tos del acuerdo impugnado, con el consecuente perjuicio de inmovilizar la activi-
dad negocial de la empresa por mucho más tiempo que el aconsejable, posibilidad
que precisamente se quiso amenguar al establecerse los ya comentados requisitos de
procedibilidad de la acción de impugnación.

6.3. Algunas sugerencias


Por dichas razones creemos que se hace urgente una reforma en nuestra legis-
lación societaria que apunte a un tratamiento más coherente y que esté plenamente
acorde con la idea de no sacrificar el normal desenvolvimiento de las actividades ne-
gociales de las sociedades en aras de proteger en exceso el derecho de impugnación
de los accionistas.
En ese sentido, creemos que una buena alternativa sería eliminar de nuestra
Ley General de Sociedades la llamada acción de nulidad de acuerdos societarios,
conservando únicamente la acción de impugnación como la ruta por la cual los so-
cios puedan cuestionar la validez de los acuerdos de junta; mientras que los terceros
podrían ejercer un derecho de oposición, tal como se encuentra previsto para el caso
de reducción de capital (artículo 219 de la Ley General de Sociedades).
Otra opción sería reservar a los terceros la acción de nulidad (obviamente equi-
parándose el plazo de caducidad de esta acción a los previstos para la acción de
impugnación). De esta manera, se evitaría que los socios puedan ejercer dos preten-
siones procesales para el mismo fin: la impugnación de un acuerdo de junta.
Además, sería aconsejable que nuestra doctrina o, mejor aún, nuestra judicatu-
ra, construya una teoría propia de la nulidad y anulabilidad de los actos societarios,
que se distinga de la generalidad de actos jurídicos, a fin de que sirva de soporte
para edificar una coherente teoría de la impugnación de los acuerdos societarios.
España, país que solemos tomar como fuente de nuestras aspiraciones codifi-
cadoras, ha sentado un interesante precedente al respecto. Efectivamente, en el artí-
culo 115 del texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas española, Decreto
Legislativo 1564/1989, luego de enumerarse en qué casos procede impugnar un
acuerdo de junta, se establece que entre estos serán nulos los acuerdos contrarios a
la Ley de Sociedades Anónimas española; mientras que los demás acuerdos (como
los contrarios al estatuto) serán anulables.

(84) Piénsese además en el distintivo retardo de nuestro aparato administrador de justicia, sobre todo si se trata de un proceso
de conocimiento.

64
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Asimismo, dicho texto normativo señala en su artículo 117 que “para la im-
pugnación de los acuerdos nulos están legitimados todos los accionistas, los admi-
nistradores y cualquier tercero que acredite interés legítimo”, mientras que “para la
impugnación de acuerdos anulables están legitimados los accionistas que hubiesen
hecho constar en acta su oposición al acuerdo, los ausentes y los que hubiesen sido
ilegítimamente privados del voto, así como los administradores”.
Consideramos que una solución tan inteligente como la prevista en la ley socie-
taria española no resulta nada inadecuada para nuestra realidad, máxime si nuestra
Ley General de Sociedades está inspirada en mucho por aquella. No obstante ello,
a la par de no desechar que se proponga otra alternativa, nos permitiríamos sugerir
que no debemos sentarnos a esperar por una solución legislativa que probablemente
nunca llegue. Tal vez nuestra judicatura, mediante una sistemática y correcta inter-
pretación, pueda tomar la palabra.

65
JURISPRUDENCIA
VINCULADA
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

J1 J1

Res. N° 440-96-ORLC/TR
Tribunal Registral
Lima, 13 de diciembre del 2006

Directorio: concepto
El directorio es un cuerpo colegiado que representa a la sociedad en
forma continua, circunscribiendo su accionar a las facultades previs-
tas por la Ley General de Sociedades, por el estatuto de la empresa y
las que le sean otorgadas por la junta general de accionistas.

Resolución N° 440-96-ORLC/TR
Lima, 13 de diciembre de 1996.
VISTA, la apelación interpuesta por doña Leonor María Belaúnde Prado (Hoja de Trámi-
te N° 22767 del 31 de octubre de 1996), contra la observación formulada por el Registra-
dor Público Dr. Carlos Antonio Más Avalos, a la solicitud de inscripción de la Aceptación
de la Renuncia del Director-Gerente General, Nombramiento de Gerente y Otorgamiento
de Poderes, acordado por el Directorio de la empresa NEGOCIOS INMOBILIARIOS
TURÍSTICOS S.A. en mérito a los partes notariales de la Escritura Pública del 2 de
agosto de 1996 extendida ante el Notario Público de Lima Dr. Ramón Espinoza Garreta.
El título se presentó el 14 de octubre de 1996 con el N° 163885. El Registrador denegó la
inscripción señalando que:“El Directorio no cuenta con facultades expresas para otorgar
poderes para la disposición o gravamen de los bienes inmuebles de la sociedad, según lo
establecido por el estatuto social. La presente observación se efectúa de conformidad con
lo señalado en el artículo 167 del Código Civil y la Resolución del Tribunal Registral
N° 080-96-ORLC/TR del 01 de Marzo de 1996”; y,

Considerando:
Que, el Directorio de la empresa Negocios Inmobiliarios Turísticos S.A., en su sesión
de fecha 5 de junio de 1996, según acta inserta en la Escritura Pública conformante del
título apelado, acordó aceptar la renuncia de su Director-Gerente General a don Jorge
Alfredo de Cárdenas Leguía, designar acto seguido como Gerente General a don Jorge
Alberto Matute Quiroga y finalmente otorgar poderes de representación en favor de
diversas personas;
Que, de conformidad con el Art. 6 del Estatuto de la precitada empresa, incluido en su
escritura pública de Constitución otorgada el 21 de febrero de 1996 por ante el Notario de
Lima Dr. Jaime Alejandro Murguía Cavero e inscrita en la ficha N° 125941 del Registro

69
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

Mercantil en virtud del título archivado N° 41502 del 14 de marzo de 1996, el Directorio
de Negociaciones Inmobiliarios Turísticos S.A. está compuesto por un mínimo de tres
miembros y un máximo de seis y tiene como plazo de duración el de tres años;
Que, el primer acuerdo adoptado en la sesión del Directorio del 05 de junio de 1996 fue
la aceptación de la renuncia de uno de sus Directores, también Gerente General, omi-
tiéndose reemplazar al miembro renunciante, lo que determinó que el Directorio de la
Empresa se redujera a dos miembros, perdiendo a partir de dicho momento su calidad de
órgano colegiado y consecuentemente deviniendo en incapaz para tomar acuerdos como
Directorio de una Sociedad;
Que, estando a lo expuesto en el considerando precedente y conforme a lo previsto por el
inciso 1) del Art. 140 del C.C., el acuerdo de designación de un nuevo Gerente General y
el subsiguiente otorgamiento de poderes son jurídicamente inválidos;
Que, adicionalmente, atendiendo al contenido de la observación formulada por el Re-
gistrador, de aceptarse el supuesto de la validez de los acuerdos contenidos en el título
alzado, debe precisarse que el criterio de este Tribunal recogido en la Resolución N° 080-
96-ORLC/TR, constituye un precedente para efectos de los Registros Públicos;
Que, el Directorio es un cuerpo colegiado que representa a la sociedad en forma continua,
circunscribiendo su accionar a las facultades previstas por la Ley General de Sociedades,
por el Estatuto de la Empresa y las que le sean otorgadas por la Junta General de Accio-
nistas;
Que, del texto del artículo segundo del Estatuto de la mencionada empresa consta que su
objeto social está dirigido al ámbito turístico y del artículo octavo consta que el Directo-
rio tiene las facultades de representación y de gestión legal para la administración de la
sociedad, sin hacerse mención expresa de una o más facultades específicas que pudieran
haberse concedido, de lo cual resulta, por un lado, que el Directorio carece de la facultad
de disponer de bienes inmuebles por no corresponder esta actividad al objeto social de
Negocios Inmobiliarios Turísticos S.A. y por otro que, los fundadores de la sociedad no
confirieron al Directorio la facultad de disponer de bienes inmuebles, por lo que el Direc-
torio privado de esta facultad, se halla impedido a su vez de otorgar poderes de este orden
en favor de sus gerentes o terceros; y,
Estando a lo acordado:

Se resuelve:
CONFIRMAR la denegatoria de inscripción formulada por el registrador del Registro
de Personas Jurídicas de Lima al título referido en la parte expositiva, por los distintos
considerandos expuestos en la presente Resolución.
Regístrese y comuníquese.
Dra. MARTHA SILVA DÍAZ,
Presidenta del Tribunal Registral
Dra. ELENA VÁSQUEZ TORRES
Vocal del Tribunal Registral
Dr. WALTER POMA MORALES
Vocal del Tribunal Registral

70
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

J2 J1

Res. N° 240-2001-ORLC/TR
Tribunal Registral
Lima, 12 de junio del 2001

Directorio: facultades de disposición


Con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la
junta general o excluyan de la competencia del directorio, dicho ór-
gano colegiado se encuentra facultado para realizar actos de disposi-
ción, y entre estos, gravar los bienes de la sociedad.

Resolución Nº 240-2001-ORLC/TR
Lima, 12 de junio del dos mil uno
VISTO, el recurso de apelación interpuesto por MACARENA MORALES MAILHE
(Hoja de Trámite N° 2001–011838 del 27 de marzo de 2001), contra la observación for-
mulada por la Registradora Pública (e) del Registro de Personas Jurídicas de Lima, Dra.
Silvia Montañez Zamora, a la solicitud de inscripción de ratificación y otorgamiento de
poderes de LAIVE S.A., en mérito a copias certificadas por Notario. El título se presentó
el 13 de febrero de 2001 bajo el N° 30628. La Registradora denegó la solicitud de ins-
cripción por cuanto: “ Verificados los estatutos de la sociedad (título archivado N° 87853
del 27 de mayo de 1998) LAIVE S.A., el directorio no cuenta con facultad expresa para
realizar operaciones bancarias de títulos valores, constituir y levantar gravámenes sobre
los bienes muebles e inmuebles de la sociedad, disponer de los bienes de la sociedad, por
lo cual resulta improcedente que otorgue nuevas facultades al gerente general tal como
consta en la sesión del directorio del 12 de diciembre de 2000, artículo 2015 del Código-
Civil, artículo 151 del Reglamento General de los Registros Públicos. Se deja constancia
que existe jurisprudencia registral: Resolución N° 481-98-ORLC/TR, 041-99-ORLC/TR,
donde se señala que:“(...) el directorio está plenamente facultado para adoptar acuerdos
referidos a actos de administración ‘ordinarios’ (dentro del objeto social) y “extraordina-
rios”, salvo limitación estatutaria expresa o legal (...) el directorio podrá adoptar acuerdos
de disposición de los bienes de la sociedad, constituyendo un acto de administración
“extraordinario” (al no estar comprendido dentro de su objeto social), sin embargo, tales
facultades no pueden desnaturalizarse adquiriendo el carácter‘ordinario’, como si fueran
parte del objeto social, dado que ello implicaría una modificación del estatuto sin respetar
las formalidades legales (...)”; en ese sentido no resulta factible que el directorio de LAI-
VE S.A., otorgue las facultades mencionadas al gerente de la sociedad”; interviniendo
como Vocal ponente la Dra. Nora Mariella Aldana Durán; y,

71
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

Considerando:
Que, mediante el título venido en grado, se solicita la inscripción de ratificación y otor-
gamiento de poderes de LAIVE S.A., en mérito a copias certificadas por Notario de la
sesión del directorio realizadael 12 de diciembre de 2000, por la cual se ratifican los pode-
res otorgados al gerente general señor Enrique Palacios Rey en las sesiones del directorio
realizadas el 04 de setiembre de 1995 y 25 de enero de 2000; asimismo, se otorgan nuevas
facultades al gerente general para que represente a la sociedad en forma individual y con-
juntamente con cualesquiera de los directores;
Que, revisada la partida registral de la sociedad, inscrita a fojas 302 del tomo 107 que
continúa en la ficha N° 120689 y partida electrónica N° 11022192 del Libro de Socieda-
des del Registro de Personas Jurídicas de Lima, se aprecia que mediante escritura pública
del 28 de marzo de 1996 extendida ante el Notario de Lima Dr. Abraham Velarde Álva-
rez se modificó totalmente el estatuto social (título archivado N° 53343 del 03 de abril
de 1996), conforme consta inscrito en el asiento 2-b) de la ficha N° 120689; el estatuto
posteriormente fue modificado parcialmente para ser adecuado a la vigente Ley General
de Sociedades, mediante escritura pública del 21 de mayo de 1998 ante el mismo Notario
(título archivado N° 87853 del 27 de mayo de 1998), inscrito en el asiento B 00001 de la
partida electrónica N° 11022192;
Que, constituye el fundamento de la observación recurrida, que el directorio no cuenta
con facultad expresa para realizar operaciones bancarias, de títulos valores, disponer de
sus bienes, además de constituir y levantar gravámenes sobre los bienes muebles e inmue-
bles de la sociedad; en consecuencia, tampoco puede otorgar facultades en ese sentido al
gerente general;
Que, en la sesión de directorio que es materia de inscripción –además de ratificar poderes
otorgados anteriormente al gerente general y que constan inscritos en la partida registral
de la sociedad–, se otorgó poder al gerente general señor Enrique Palacios Rey, para que
–entre otros actos–, represente a la sociedad en los contratos de constitución de garantías
hipotecarías y prendarias a favor de Laive S.A., así como en los contratos de cancelación
y levantamiento de dichas garantías; asimismo, se le otorgaron poderes para celebrar
contratos de transferencia de vehículos; adicionalmente, para que en forma conjunta con
cualesquiera de los directores, se adjudique, compre, venda y permute en nombre y re-
presentación de la sociedad cualquier bien –mueble o inmueble–, celebre toda clase de
operaciones bancarias y comerciales, constituya hipotecas y prendas, así como cualquier
otro tipo de gravamen sobre los bienes de la sociedad;
Que, sobre el tema de las facultades que tiene el directorio, el artículo 172 de la Ley
General de Sociedades establece que dicho órgano de gobierno “tiene las facultades de
gestión y de representación legal necesarias para la administración de la sociedad dentro
de su objeto, con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyan a la junta
general”;
Que, debe definirse si al mencionar la ley a las facultades para la “administración de la
sociedad”se está refiriendo a actos de administración y por lo tanto excluye a los actos de
disposición; a dicho efecto es necesario examinar las facultades que en distintos artículos
de la ley se atribuyen tanto a la junta general, como al directorio y al gerente, con el objeto
de efectuar una interpretación sistemática;
Que, la Ley General de Sociedades regula en la Sección Cuarta a los órganos de la socie-
dad anónima: en el Título I a la junta general de accionistas, y en el Título II a la “admi-
nistración de la sociedad”, que comprende al directorio y la gerencia;
Que, los artículos 114 y 115 de la ley señalan las atribuciones de la junta general, entre las que
se contempla –en el inciso 5 del artículo 115–, el acordar la enajenación, en un solo acto, de
activos cuyo valor contable exceda el cincuenta por ciento del capital de la sociedad;

72
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Que, el artículo 77 de la Ley señala que las adquisiciones a título oneroso de bienes cuyo
importe exceda del diez por ciento del capital pagado, realizadas dentro de los seis meses
desde la constitución de la sociedad, deben ser aprobadas por la junta general, salvo
que se trate de adquisiciones de bienes cuyo tráfico es propio del objeto social o que se
realicen en rueda de bolsa; en consecuencia, dentro del referido plazo de seis meses, aun
cuando se trate de la adquisición de bienes cuyo tráfico no sea propio del objeto social,
no se requerirá de la aprobación por la junta general si su importe no excede del diez por
ciento del capital; asimismo, transcurrido el referido plazo, no se requerirá de aprobación
por la junta general de las adquisiciones de bienes cuyo tráfico no sea propio del objeto
social, sea cual fuere el importe de las mismas;
Que, en lo que respecta al directorio, el artículo 179 de la ley societaria dispone que los con-
tratos que la sociedad celebre con un director que no versen sobre las operaciones que nor-
malmente realice la sociedad con terceros, así como la concesión de créditos o préstamos a
los directores u otorgamiento de garantías a su favor, cuando no se trate de las operaciones
que normalmente celebre con terceros, podrán ser celebrados u otorgados con el acuerdo
previo del directorio, tomando con el voto de al menos dos tercios de sus miembros; vale
decir, el directorio puede acordar celebrar contratos con un director que no versen sobre las
operaciones que normalmente realice la sociedad, así como conceder créditos o préstamos
y otorgar garantías en favor de los directores; en consecuencia, con mayor razón podrá el
directorio acordar la celebración de contratos con quienes no son directores que no versen
sobre las operaciones que normalmente realice la sociedad, así como conceder créditos o
prestamos y otorgar garantías en favor de quienes no son directores;
Que, en lo que se refiere a la gerencia, el artículo 188 de la Ley señala que es atribución
del gerente general celebrar y ejecutar los actos y contratos ordinarios correspondientes
al objeto social; vale decir, la ley no señala que el gerente solo podrá celebrar actos de
administración, por lo que podrá celebrar también actos de disposición, siempre que se
trate de actos ordinarios correspondientes al objeto social;
Que, la ley ha previsto que la administración de la sociedad anónima está a cargo del
directorio y la gerencia, pero conforme a lo expuesto en los considerandos precedentes,
“administración de la sociedad”no es equivalente a“actos de administración”, puesto que
de ser así los actos de disposición habrían sido atribuidos a la junta general; sin embargo,
la ley únicamente asigna a la junta general facultades de disposición en forma excepcio-
nal: enajenación de activos de valor contable superior al cincuenta por ciento del capital
y adquisiciones –dentro de los seis meses siguientes a la constitución–, de bienes cuyo
tráfico no es propio del objeto social, de valor superior al diez por ciento del capital; ade-
más, la ley expresamente atribuye al directorio la facultad de otorgar préstamos, créditos
y garantías, los que no constituyen actos de administración;
Que, por lo tanto, con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la junta
general o excluyan de la competencia del directorio, dicho órgano colegiado se encuentra
facultado para realizar actos de disposición, y entre estos, gravar los bienes de la sociedad;
Que, asimismo, corresponde examinar el artículo 172 de la Ley General de Sociedades
en la parte que señala que el directorio tiene facultades para la administración de la so-
ciedad dentro de su objeto; al respecto, el artículo 11 de la ley establece que la sociedad
circunscribe sus actividades a aquellos negocios u operaciones lícitos cuya descripción
detallada constituye su objeto social, entendiéndose incluidos en el objeto social los actos
relacionados con el mismo quecoadyuven a la realización de sus fines, aunque no estén
expresamente indicados;
Que, usualmente las sociedades precisan de financiamiento para el desarrollo de sus acti-
vidades, para lo que, por lo general, será necesario el otorgamiento de garantías; este úl-
timo será por lo tanto uno de los actos relacionados con el objeto social que coadyuvará a

73
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

la realización de los fines de la sociedad y que no requiere estar expresamente indicado; lo


mismo sucederá –en gran parte de casos–, con la adquisición de predios y vehículos, que
se necesitarán para la realización de los fines de la sociedad y que no requerirán indicarse
expresamente pues se entienden incluidos en el objeto social; asimismo, para adquirir un
bien para la realización de los fines de la sociedad, en ocasiones será necesario enajenar
otro bien social, acto que se entenderá incluido en el objeto social aunque no se encuentre
expresamente indicado, puesto que coadyuvará a la realización de sus fines;
Que, los actos relacionados con el objeto social que coadyuvan a la realización de sus
fines son innumerables; dado que no se requiere que se encuentren expresamente indi-
cados, no será posible que el Registrador Público califique si estos actos efectivamente
coadyuvarán a la realización de los fines de la sociedad, puesto que ello implicaría evaluar
si las decisiones del directorio son adecuadas para la gestión de la sociedad, evaluación
que no solo no le compete, sino que además no cuenta con la información necesaria para
poder pronunciarse al respecto;
Que, por lo tanto, el Registrador Público no podrá observar la inscripción de acuerdos del
directorio referidos a actos de disposición señalando que no se encuentran comprendidos
en el objeto social; tal evaluación corresponderá a la propia junta general, a los accionis-
tas y en última instancia al Poder Judicial;
Que, en cambio, sí procederá observar la inscripción del acuerdo del directorio cuando se
refiera a materias que expresamente el estatuto atribuya a la junta general u otro órgano
o excluya de la competencia del directorio, o cuando se trate de los casos previstos en la
ley, como en el inciso 5 del artículo 115 y el artículo 77 de la ley; en el sentido expuesto
en los considerandos anteriores se ha pronunciado esta instancia mediante Resolución N°
238-2001-ORLC/TR del 08 de junio de 2001;
Que, al respecto el artículo 20 del estatuto establece que:“el directorio tiene los más amplios
poderes generales y especiales para la gestión ordinaria y extraordinaria de la sociedad; sin
limitaciones de ningún genero, salvo aquellas que conforme a la ley y al presente estatuto
esténreservadasalajuntageneral”;ademáselmencionadoartículoseñalaquesonfacultades
específicas del citado órgano colegiado, entre otras, la de “contraer obligaciones y contratar
prestamos y créditos, así como también otorgar prestamos, avales y garantías no hipotecarias,
salvo lo dispuesto en los incisos f) y g) del artículo 14” (inciso 3);
Que, de otro lado, el artículo 14 inciso f ) del estatuto señala que compete a la junta gene-
ral disponer o gravar bienes de su activo fijo que, en conjunto, tengan un valor de mercado
mayor del equivalente de US $ 500 000,00 en cualquier año fiscal; y, el artículo 14 inciso
g) señala que compete a la junta general contraer obligaciones financieras por montos que
en conjunto sean mayores del equivalente de US $ 1 000 000,00 en cualquier año fiscal;
Que, por lo tanto, el directorio no podrá disponer o gravar bienes de su activo fijo que en
conjunto tengan un valor de mercado mayor del equivalente a US $ 500 000,00, y tam-
poco podrá el directorio contraer obligaciones financieras por montos que en conjunto
sean mayores del equivalente a US $ 1 000 000,00, en cualquier año fiscal; sin embargo,
sí podrá disponer y gravar bienes de valor de mercado menor o igual a US $ 500 000,00,
y podrá también acordar contraer obligaciones financieras por montos menores o iguales
a US $ 1 000 000,00; en consecuencia debe revocarse la observación formulada, pues el
directorio no requiere contar con facultades expresas para realizar operaciones, disponer
o gravar los bienes de la sociedad;
Que, en la sesión de directorio cuya inscripción se solicita se otorgan facultades para la
disposición y gravamen de bienes así como para la realización de operaciones bancarias
y con títulos valores sin señalar límite alguno con relación al valor de los bienes y al
monto de las obligaciones; al respecto corresponde definir si deberá exigirse o no que en
el acuerd o de directorio consten estos límites;

74
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Que, un órgano social tiene las facultades que le atribuye la ley, es estatuto y las que se
le deleguen válidamente; al examinarse las facultades de un órgano deben tomarse en
cuenta por tanto los límites a las mismas que establecen ya sea la ley, el estatuto o el ór-
gano que le delega facultades; en consecuencia, los límites respecto al valor de los bienes
o al monto de las obligaciones que señala el estatuto serán de aplicación aun cuando no
consten expresamente en el acuerdo del directorio, el que siempre deberá ser aplicado
dentro del marco del estatuto y la ley;
Que, sin embargo, al extender las inscripciones los Registradores deben siempre cuidar
de dejar constancia de las limitaciones estatutarias a las facultades que se otorgan, pues
de lo contrario los terceros podrían erróneamente entender que las referidas facultades
pueden ejercerse sin límite alguno;
Que, de otro lado, la Registradora cita las Resoluciones N°s 481-98-ORLC/TR del 30 de
diciembre de 1998 y 041-99-ORLC/TR del 15 de febrero de 1999 para sustentar su ob-
servación; al respecto, el criterio plasmado en las referidas resoluciones fue modificado,
mediante la Resolución N° 238-2001-ORLC/TR del 08 de junio de 2001;
Que, sin perjuicio de lo expuesto, cabe señalar que del acta de la sesión del directorio a
inscribir consta que de los 8 directores se reunieron 5, existiendo el quórum establecido
en el artículo 19 del estatuto; sin embargo, no se ha dejado constancia en el acta de la
votación con la que se adoptaron dichos acuerdos, conforme a lo establecido en el artículo
170 de la Ley General de Sociedades;
Que, de otra parte, de acuerdo al artículo 47 del Reglamento del Registro Mercantil, los
Registradores Públicos en todas las inscripciones que sean consecuencia de un acuerdo
de junta general o del directorio, están obligados a comprobar que se han cumplido las
normas sobre convocatoria a sesiones; en este caso, el artículo 18 del estatuto establece
que la convocatoria se efectuará mediante cualquier tipo de comunicación de la que que-
de constancia de su recepción, con una anticipación no menor de tres días; por lo tanto,
deberán presentarse las comunicaciones mediante las que se convocó a los directores que
no asistieron a la sesión cuya inscripción se solicita;
Que, subsanadas las observaciones señaladas en los dos considerandos que anteceden,
al extender el asiento de inscripción de otorgamiento de poder deberá dejarse constancia
expresa de los límites en el valor de los bienes que podrán disponerse o gravarse, así
como de los límites en el monto de las obligaciones que se pueden contraer, conforme lo
establecen los incisos f ) y g) del artículo 14 del estatuto; y,
Estando a lo acordado;

Se resuelve:
REVOCAR la observación formulada por la registradora pública (e) del Registro de Per-
sonas Jurídicas de Lima al título referido en la parte expositiva, y ampliarla conforme a
lo expuesto en el penúltimo y antepenúltimo considerandos, declarando que el actopodrá
inscribirse una vez subsanados los defectos indicados dentro del plazo legal establecido
en el artículo 147 del Reglamento General de los Registros Públicos, por los fundamentos
expuestos en la presente Resolución.
Regístrese y comuníquese
Dr. LUIS ALBERTO ALIAGA HUARIPATA
Presidente de la Tercera Sala del Tribunal Registral
Dra. GLORIA SALVATIERRA VALDIVIA
Dra. NORA MARIELLA ALDANA DURÁN
Vocales del Tribunal Registral

75
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

J3 J1

Cas. Nº 1008-2006-Lambayeque
Corte Suprema
Lima, 10 de abril del 2007

Directorio: competencia
Al Directorio corresponden las facultades de gestión y representa-
ción legal necesaria para la administración de la sociedad dentro de
su objeto, como prescribe el artículo 172 de la Ley General de Socie-
dades, lo que no incluye la representación procesal, toda vez que no
se encuentra dentro del ámbito del objeto social. Dicha norma señala
cuál es el ámbito de competencia del directorio, el que se desdobla en
dos aspectos: uno externo y otro interno, el primero concierne a las
facultades de representación; y el segundo a los deberes de gestión;
la norma contiene la limitación que resulta del objeto social y ex-
ceptúa aquellos asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la junta
general.

Lima, diez de abril del dos mil siete.-


LA SALA DE DERECHO CONSTITUCIONAL Y SOCIAL PERMANENTE DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA, vista la causa en la fecha y
producida la votación con arreglo a ley, emite la siguiente sentencia:
1.- MATERIA DEL RECURSO: Se trata del recurso de casación interpuesto por So-
ciedad Agrícola Fanupe Vichayal Sociedad Anónima, contra la Resolución de vista de
fojas ciento cuarenta y Ores, su fecha catorce de marzo del dos mil seis, expedida por la
Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque que confirmando la
resolución número diez y la sentencia apelada de fojas ciento dieciséis, su fecha trece de
octubre del dos mil cinco, declara fundada la demanda; con lo demás que contiene.
2.- FUNDAMENTOS POR LOS CUALES SE HA DECLARADO PROCEDENTE
EL RECURSO: Admitido el recurso de casación, luego declarado procedente mediante
auto de fecha treinta y uno de julio del dos mil seis, por la causal contenida en el inciso 3
del artículo 386 del Código Procesal Civil, acusando la contravención de las normas que
garantizan el derecho a un debido proceso, pues al haberse declarado nulo el apersona-
miento y por no formulada la contradicción al mandato ejecutivo, se ha recortado su de-
recho a la defensa y a la contradicción, debiéndose declarar la nulidad de todo lo actuado
hasta la resolución número diez y ordenar que se continúe con el trámite del proceso te-
niéndose por formulada la contradicción y llevarse a cabo la audiencia de conciliación.

76
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

3.- CONSIDERANDOS: Primero: La contravención de las normas que garantizan el


derecho a un debido proceso se da cuando en el desarrollo del mismo, no se han respetado
los derechos procesales de las partes, se han obviado o alterado actos de procedimiento,
la tutela jurisdiccional no ha sido efectiva, el órgano jurisdiccional deja de motivar sus
decisiones o lo hace en forma incoherente, en clara trasgresión de la normatividad vigente
y de los principios procesales. Segundo: El recurso de casación se centra en el extremo
de la sentencia de vista que confirma la resolución número diez, que rechaza el escrito de
contestación de la demanda, considerando que el Presidente del Directorio de la entidad
demandada, Sixto Guevara Bravo, carece de la facultades de representación generales y
especiales previstas en el Código Procesal Civil, de las que gozan el Gerente General con-
juntamente con el Gerente adjunto. Tercero: El artículo 14 de la Ley General de Socieda-
des dispone que el nombramiento de representantes y el otorgamiento de poderes deben
inscribirse, y en su último párrafo establece que el gerente general goza de las facultades
generales y especiales de representación procesal señaladas en el Código Procesal Civil,
lo que concuerda con lo dispuesto en los artículos 185 y 188 inciso 2 de la misma Ley,
donde señala que, salvo disposición distinta del Estatuto o acuerdo expreso de la Junta
General de Accionistas o del Directorio, se presume que el Gerente General goza de la
facultad de representar a la sociedad con las facultades generales y especiales previstas en
el Código Procesal Civil. Cuarto: Al Directorio corresponden las facultades de gestión y
representación legal necesaria para la administración de la sociedad dentro de su objeto,
como prescribe el artículo 172 de la misma ley, lo que no incluye la representación proce-
sal, toda vez que no se encuentra dentro del ámbito del objeto social. Dicha norma señala
cuál es el ámbito de competencia del Directorio, el que se desdobla en dos aspectos: uno
externo y otro interno, el primero concierne a las facultades de representación; y el segun-
do a los deberes de gestión; la norma contiene la limitación que resulta del objeto social
y exceptúa aquellos asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la junta general. Quinto:
El Presidente del Directorio, en los términos de la ley, no tiene las facultades de repre-
sentación procesal de la Sociedad, y pata elle, requiere que se le otorgue poder expreso.
La recurrente no ha demostrado en autos que exista tal mandato, con representación pro-
cesal. Sexto: Por el contrario, de fojas ochenta y ocho se aprecia que el Gerente General
y el Gerente adjunto, son quienes se encuentran facultados para representar legalmente
a la sociedad, con las facultades generales y especiales previstas en el Código Procesal
Civil; y asimismo ejercen la representación administrativa, comercial y judicial de la so-
ciedad, no siendo válida la afirmación del recurrente en el sentido que por el solo hecho
de nombrarse a un presidente de Directorio tenga facultades de representación procesal,
además que las competencias y facultades de ambos se encuentran delimitadas y no son
excluyentes entre sí.
4.- DECISIÓN: Por las consideraciones anotadas y estando a lo establecido por el artí-
culo 397 del Código Procesal Civil: declararon INFUNDADO el recurso de casación de
fojas ciento cincuenta y dos, interpuesto contra la resolución de vista de fecha catorce de
marzo de dos mil seis; CONDENARON al recurrente al pago de la Multa de dos Uni-
dades de Referencia Procesal así como alas costas y costos del recurso; DISPUSIERON
la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo respon-
sabilidad; en los seguidos por don Manuel Antonio Matute Moreno contra la Sociedad
Agrícola Fanupe Vichayal Sociedad Anónima sobre Obligación de Dar Suma de Dinero;
y los devolvieron.-Vocal Ponente.- Sánchez Palacios Paiva.

SS.
SÁNCHEZ PALACIOS PANA
HUAMANÍ LLAMAS
FERREIRA VILDOZOLA
ROJAS MARAVÍ
SALAS MEDINA

77
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

J4 J1

Exp. N° 234-2005
Corte Superior de Justicia de Lima
Lima, 4 de julio del 2005

Junta general: plazo para el aviso de convocatoria


Existen dos plazos para el aviso de convocatoria, tratándose de: (i)
la celebración de una junta obligatoria anual u otra prevista en el
estatuto con el mismo carácter, y (ii) cualquier otra junta general
solicitada conforme a ley no comprendida en el primer supuesto. Para
el primer caso, el aviso de convocatoria debe ser publicado con una
anticipación no menor de diez días, mientras que para el segundo se es-
tablece un plazo no menor de tres días, salvo que la ley o el estatuto
fijen plazos mayores.

Corte superior de justicia de lima.


Primera sala civil con sub especialidad comercial

Vistos:
Es materia de grado el recurso de apelación interpuesto por Chaupin Perú S.R.L –a través
de su Gerente General Carlos Alberto Díaz Horna–, contra la resolución número cinco
de fecha nueve de mayo de dos mil cinco, obrante de fojas setenta y cuatro a setenta y
ocho, que declara infundada la demanda, con costas y costos; interviniendo como Vocal
Ponente el señor Wong Abad, y

Considerando:
Primero
La apelante señala como agravios generados por la resolución apelada los siguientes: a)
Se ha cometido el error jurídico de considerar que el plazo largo de diez días contemplado
en el artículo 116(1) de la Ley General de Sociedades N° 26887 se restringe, única y ex-

(1) Artículo 116.- Requisitos de la convocatoria: El aviso de convocatoria de la junta general obligatoria anual y de las
demás juntas previstas en el estatuto debe ser publicado con una anticipación no menor de diez días al de la fecha fijada
para su celebración. En los demás casos, salvo aquellos en que la ley o el estatuto fijen plazos mayores, la anticipación
de la Publicación será no menor de tres días.

78
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

clusivamente, para la Junta Obligatoria Anual y las demás juntas obligatorias previstas en
el estatuto; cuando resulta incuestionable, según la apelante, que el referido plazo de diez
días es tanto para la reunión de Junta Obligatoria Anual como para cualquier otra junta
que disponga el estatuto; b) Con la interpretación efectuada por el a quo se atenta contra
el principio de proporcionalidad y razonabilidad que debe existir en toda norma legal, si
se tiene en consideración que la convocatoria a sesión de junta solicitada notarialmente
por socios que representan no menos del veinte por ciento de las acciones suscritas con
derecho a voto, debe ser hecha con una anticipación de quince días, de ahí que no se
entienda por qué razón las convocadas por el directorio o por el gerente general, según
sea el caso, deba ser efectuada con un plazo ostensiblemente menor; y c) La sentencia
recurrida adolece de una debida motivación, ya que no se sustenta en fuentes doctrinarias
o jurisprudenciales sobre la materia.
Segundo
2.1. Con respecto al agravio contenido en el acápite a) es menester señalar que el artículo
116 de la Ley N° 26887 prevé dos plazos para el aviso de convocatoria, tratándose
de: (i) la celebración de una junta obligatoria anual(2) u otra prevista en el estatuto
con el mismo carácter(3), y (ii) cualquier otra junta general solicitada conforme a ley
no comprendida en el primer supuesto. Para el primer caso, el aviso de convocatoria
debe ser publicado con una anticipación no menor de diez días, mientras que para
el segundo se establece un plazo no menor de tres días, salvo que la ley o el estatuto
fijen plazos mayores.
2.2. Conforme se advierte del aviso de convocatoria obrante a fojas dieciocho, la agenda
a tratar tenía los siguientes puntos: 1.- Modificación parcial de los Estatutos: creación
de directorio con establecimiento de sus facultades y elección de sus miembros; mo-
dificación de las atribuciones del Gerente General; 2.- Nombramiento de miembros
del directorio; 3.-Renuncia del Gerente General; 4.- Nombramiento de nuevo gerente
general; y 5.- Nombramiento de apoderado judicial.
2.3. Los temas señalados en la convocatoria no corresponden en este caso concreto a mate-
rias que necesariamente, deban ser vistas en una Junta Obligatoria Anual o que hayan
sido previstas como obligatorias en el respectivo estatuto de la empresa ARTYDEA
S.A.C, obrante de fojas siete a dieciséis. En todo caso, resulta necesario precisar que

El aviso de convocatoria especifica el lugar, día y hora de celebración de la junta general, así como los asuntos a tratar.
Puede constar asimismo en el aviso el lugar, día y hora en que, si así procediera, se reunirá la junta general en segunda
convocatoria. Dicha segunda reunión debe celebrarse no menos de tres ni más de diez días después de la primera.
La junta general no puede tratar asuntos distintos a los señalados en el aviso de convocatoria, salvo en los casos per-
mitidos por la Ley.
(2) Artículo 114.- Junta Obligatoria Anual.- La junta general se reúne obligatoriamente cuando menos una vez al año dentro
de los tres meses siguientes a la terminación del ejercicio económico.
Tiene por objeto:
1. Pronunciarse sobre la gestión social y los resultados económicos del ejercicio anterior expresados en los estados
financieros del ejercicio anterior.
2. Resolver sobre la aplicación de las utilidades, si las hubiere;
3. Elegir cuando corresponda a los miembros del directorio y fijar su retribución;
4. Designar o delegar en el directorio la designación de los auditores externos, cuando corresponda; y,
5. Resolver sobre los demás asuntos que le sean propios conforme al estatuto y sobre cualquier otro consignado en
la convocatoria.
(3) La posibilidad de que el Estatuto pueda prever la realización obligatoria de otras juntas generales de accionistas, con
el mismo carácter, tiene sustento en lo dispuesto por el artículo 113 de la Ley N° 26887.

79
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

el tema relativo al nombramiento de miembros del directorio consignado como punto


dos de la agenda, en buena cuenta se circunscribe al punto uno de la misma relativo
a la modificación parcial de estatutos en lo que respecta a la creación del directorio y
al establecimiento de sus miembros, toda vez que el directorio no estaba contemplado
comoórganodelasociedaddemandada,convocándoseprecisamentedichajuntapara
aquel fin, de ahí que no sea de aplicación lo dispuesto en el punto tres del artículo 114
de la Ley, sino más bien lo señalado en el punto dos del artículo 115.(4)
2.4. Siendo así, no encontrándose los temas objeto de la convocatoria dentro del primer
supuesto previsto en el artículo 116 de la Ley, resulta de aplicación al presente caso
el plazo de tres días.
Tercero
Respecto del agravio contenido en el acápite b), es preciso referir que dicho agravio incide en
lainterpretaciónefectuadaporlasinstanciasdeméritorespectoalplazoquecorrespondeapli-
car en el presente caso con relación a la convocatoria a junta general de accionistas prevista en
el artículo 116 de la Ley N° 26887. En tal sentido, debe estarse a lo desarrollado en el funda-
mentosegundodelapresenteresolución.Porotrolado,respectoalalegadodesconocimiento
del principio de razonabilidad y proporcionalidad, es preciso señalar que la diferenciación de
plazos de convocatoria en uno u otro supuesto viene dado por la propia ley, por lo que ello no
cabe ser imputado al órgano jurisdiccional.
Cuarto.- Finalmente, respecto al agravio contenido en el acápite c), debe señalarse que
de la revisión de la sentencia apelada se aprecia que esta cumple con los parámetros
mínimos de motivación, al exponer y desarrollar los fundamentos de hecho y derecho
invocados en la demanda y en la contestación, acorde con lo dispuesto en el artículo 1220
inciso 3) del Código Procesal Civil; por todo lo cual;
Se resuelve:
CONFIRMAR la resolución número cinco de fecha nueve de mayo de dos mil cinco,
obrante de fojas setenta y cuatro a setenta y ocho, que declara INFUNDADA la demanda,
con costas y costos; DISPUSIERON la notificación de las partes así como la devolución
de los presentes autos una vez consentida o ejecutoriada que sea la presente resolución;
en los seguidos por CHAUPIN PERÚ S.R.L contra ARTYDEA S.A.C. sobre NULIDAD
DE CONVOCATORIA GENERAL.-

(4) Artículo 115.- Otras Atribuciones de la Junta (General): Compete, asimismo, a la junta: 1. Remover a los miembros
del directorio y designar a sus reemplazantes; 2. modificar el estatuto; 3. aumentar o reducir el capital social; 4. Emitir
obligaciones; 5. Acordar la enajenación, en un solo acto, de activos cuyo valor contable exceda el cincuenta por ciento
del capital de la sociedad; 6. Disponer investigaciones y auditorías especiales; 7. Acordar la transformación, fusión,
escisión, reorganización y disolución de la sociedad, así como resolver sobre su liquidación; y, 8. Resolver en los casos
en que la ley o el estatuto dispongan su intervención y en cualquier otro que requiera el interés social.

80
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

J5 J1

Res. N° 437-96-ORLC/TR
Tribunal Registral
Lima, 10 de diciembre de 1996

Regulación interna de sociedad y normas sobre convocatoria a


junta general y quórum

Las regulaciones de la vida interna de una sociedad mercantil no cons-


tituyen normas de orden público, puesto que, sin perjuicio de señalar
que las reglas que encuadran el trámite para la realización de una junta
solo interesan a los accionistas en lo que compete a la defensa de sus
derechos e intereses, la circunstancia de que una junta general, órgano
supremo de la sociedad, pueda reunirse en junta universal y llevar a cabo
una junta general incluso en discrepancia de la propia convocatoria y de
la agenda fijada, permite colegir que el tema de convocatoria y quórum,
no constituyen normas de orden público ni se condicen con el carácter
imperativo aducido por el registrador.

VISTA, la apelación interpuesta por doña HILDA BELLIDO HURTADO, Gerente de


COMERCIAL INMOBILIARIA SANTA TERESA S.A. (Hoja de Trámite N° 20675 del
30 de setiembre de 1996), contra la observación formulada por el Registrador Público Dr.
Carlos Antonio Más Avalos a la solicitud de inscripción del acuerdo de Disolución y Li-
quidación decidido por la Junta General Extraordinaria de Accionistas en mérito a partes
notariales de escritura pública. El título fue presentado el 16 de agosto de 1996 con el
N° 130488. El Registrador denegó la inscripción por cuanto: “1) Los acuerdos contenidos
en el acta de Junta General Extraordinaria del 13 de julio de 1996 son nulos, al haberse
adoptado sin guardar las formalidades que con carácter imperativo establece el artículo
127 de la Ley General de Sociedades respecto a la convocatoria a Juntas Generales de
Accionistas, resulta de aplicación lo dispuesto en los artículos 219, inciso 6 y V del Título
Preliminar, ambos del Código Civil, concordados con el artículo 152 de la Ley General
de Sociedades, no siendo posible la ratificación de los mismos por una posterior Junta
General de Accionistas, en los términos en que se hace. 2) En el acta de Junta General
de Accionistas del 25.09.96, se señala que concurren 6,696 acciones como totalidad del
accionariado de la sociedad; sin embargo del asiento 7 de fojas 242 del tomo 164 del Li-
bro de Sociedades se advierte que obran registradas 10,044 acciones. Tal discrepancia no
permite verificar el cumplimiento de las normas sobre quórum y convocatoria a sesiones,
máxime si se advierte que no se ha dado cabal cumplimiento al artículo 137 de la Ley

81
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

General de Sociedades”, con el informe oral de la abogada patrocinante, Dra. Rosario


Devoto Bellido; y,

Considerando:
Que, la Junta General Extraordinaria de Accionistas de Comercial Inmobiliaria Santa
Teresa S.A., realizada el 13 de julio de 1996, acordó la disolución y liquidación de la
empresa apelante, elevándose dicho acuerdo a Escritura pública el día 13 de agosto de
1996 por ante el Notario de Lima Dr. Aurelio Alfonso Díaz, siendo que, mediante Junta
General Extraordinaria de Accionistas del 25 de setiembre de 1996, se decidió ratificar
todos y cada uno de los acuerdos tomados en la Junta anterior, elevándose el acuerdo a
Escritura Pública el día 25 de setiembre de 1996 extendida por el precitado Notario;
Que, de la revisión de la primera Escritura Pública se aprecia que la Junta General Ex-
traordinaria de Accionistas del 13 de julio de 1996 fue convocada mediante 3 avisos
publicados en el diario oficial El Peruano y en el diario La Nación el 11 de julio de 1996,
fijándose como primera fecha de la convocatoria el 12 de julio y como segunda fecha
el día siguiente, contraviniéndose de esta manera lo preceptuado por el Art. 127 de la
Ley General de Sociedades que dispone que para la convocatoria de la Junta General
Extraordinaria se requiere que los avisos sean publicados con no menos de tres días de
anticipación;
Que, de acuerdo al fundamento de la observación apelada, el Registrador ha determinado
que las insuficiencias incurridas en la convocatoria de la Junta General del 13 de julio
de 1996 son nulas de todo derecho de acuerdo a lo previsto en el Inc. 6 del Art. 219 y el
Art. V del Título Preliminar, ambos del Código Civil, por cuanto incumplen normas de
Derecho Público que estipulan formalidades de carácter imperativo y, en este orden de
ideas, al contener dicha junta nulidades insalvables, su posterior ratificación, mediante la
junta del 25 de setiembre de 1996, resulta por igual nula puesto que los actos jurídicos
que provienen de un acto nulo, son también nulos en todo derecho;
Que, el Inc. 6 del Art. 219 del Código Civil atribuye la nulidad del acto jurídico cuando
este no reviste la forma prescrita por ley bajo sanción de nulidad, respecto a lo cual re-
sulta necesario precisar, atendiendo al comentario pertinente glosado en el Tomo IV de la
obra “Exposición de Motivos y Comentarios del Código Civil” que dicha nulidad solo se
presenta ante la inobservancia prescrita con carácter ad solemnitatem, que es la única for-
ma que constituye requisito de validez del acto jurídico, tal como sucede con la elección
del régimen patrimonial por parte de los cónyuges de acuerdo con el Art. 295 del Código
Civil o con el Art. 1625 que regula la donación de bienes inmuebles;
Que, las normas societarias concernientes a la convocatoria o quórum de sociedades, con-
tenidas en los artículos 120 y 127, de la Ley General de Sociedades, como otras normas
de índole formal, como son las referentes a la inscribilidad de los actos sociales indicados
en el Art. 9 de la misma ley, carecen de la sanción expresa de nulidad antes mencionada,
por lo que este extremo de la observación resulta improcedente para efectos del título
alzado;
Que, en el extremo referente al carácter imperativo de las normas societarias, segundo
argumento que constituye la base de la observación formulada por el Registrador, tie-
ne como sustento legal el Art. V del Título Preliminar del Código Civil que a la letra
dice: “Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las
buenas costumbres”, siendo que de esta manera el Registrador vincula las leyes socie-
tarias que rigen el orden interno de las personas jurídicas de Derecho Privado, con las
normas legales del orden público;
Que, el Dr. Marcial Rubio Correa (“Para Leer el Código Civil Vol. III, Título Preliminar”)
señala que el orden público “podría ser definido como un conjunto de normas jurídicas

82
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

que el Estado considera de cumplimiento ineludible, y de cuyos márgenes no puede esca-


par ni la conducta del Estado, ni la de los particulares, para lo cual el Estado compromete
sus atribuciones coercitivas y coactivas de ser necesario recurrir a ellas”;
Que,delaopiniónglosadaenelconsiderandoprecedente,quedeunauotramanerarecogelos
aspectoscontempladosendiversasdefinicionesdoctrinariasquetienencomo ejeprincipalla
noción jurídica de la coerción que puede ejercer el Estado para el acatamiento de las normas,
se concluye que las regulaciones de la vida interna de una sociedad mercantil no constituyen
normas de orden público, puesto que, sin perjuicio de señalar que las reglas que encuadran el
trámite para la realización de una junta solo interesan a los accionistas en lo que compete a la
defensadesusderechoseintereses,lacircunstanciadequeunajuntageneral, órganosupremo
de la sociedad, pueda reunirse en junta universal y llevar a cabo una junta general incluso en
discrepancia de la propia convocatoria y de la agenda fijada, permite colegir que el tema de
convocatoriayquórum,noconstituyennormasdeordenpúbliconisecondicenconelcarácter
imperativo aducido por el Registrador;
Que, consecuentemente la ratificación de los acuerdos tomados en la primera Junta
General Extraordinaria de Accionistas, decidida en la Junta General posterior debi-
damente convocada se ajusta a derecho, por haberse convalidado los acuerdos de la
sesión anterior;
Que, el Registrador en la hipótesis sostenida en cuanto a la naturaleza de orden público
de las normas societarias sobre quórum y convocatoria, debió tachar y no observar el
título apelado, conociendo que la observación de un título responde a la posibilidad de
subsanarse los defectos observados en tanto que el desconocimiento o contravención, de
las normas de orden público no son pasibles de subsanación, de acuerdo en lo señalado
expresamente en el Art. 152 del Reglamento General de los Registros Públicos;
Que, a tenor de lo dispuesto por el primer párrafo del Art. 2011 del Código Civil, el
Registrador Público tiene como función la de calificar los títulos registrales sometidos a
su conocimiento con la finalidad de inscribirlos en los Registros Públicos o denegar su
inscripción, alegando para estos efectos la nulidad detectada, de ser este el caso, pero la
declaración de tal nulidad únicamente puede ser realizada por la autoridad judicial;
Que, respecto a la observación que cuestiona el accionariado concurrente a la Junta Ge-
neral Extraordinaria de Accionistas del 25 de setiembre de 1996, de la revisión del título
apelado se constata que el quórum asistente acudió representando 6,696 acciones equiva-
lentes a los dos tercios del capital social de la empresa, señalándose la no concurrencia de
la totalidad del accionariado, contrariamente a lo expresado por el Registrador de lo que
se colige el cumplimiento del quórum legal requerido por el Art. 134 de la Ley General
de Sociedades; y,
Estando a lo acordado:

Se resuelve:
REVOCAR la observación formulada por el Registrador del Registro de Personas Jurí-
dicas de Lima al título referido en la parte expositiva y disponer su inscripción por los
considerandos expuestos en la presente Resolución.
Regístrese y comuníquese.
Dra. MARTHA SILVA DÍAZ
Presidenta del Tribunal Registral
Dra. ELENA VÁSQUEZ TORRES
Vocal del Tribunal Registral
Dr. WALTER POMA MORALES
Vocal del Tribunal Registral

83
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

J6 J1

Res. Nº 160-2007-Sunarp-TR-T
Tribunal Registral
Trujillo, 27 de junio del 2007

La obligación de que todos los accionistas suscriban el acta


¿es aplicable a toda clase de junta general universal?
La obligatoriedad de suscripción del acta por todos los accionistas
concurrentes, contenida en el sétimo párrafo del artículo 135 de la
Ley General de Sociedades, solo es aplicable a aquellas juntas ge-
nerales universales que se conformen espontáneamente, es decir, sin
previa convocatoria.

Precedente (El Peruano, 1 de marzo de 2008)

Junta universal de accionistas


De modo general, junta universal es aquella a la que concurren los accionistas que repre-
sentan el 100% de las acciones con derecho a voto.
La junta universal de accionistas regulada por el artículo 120 de la Ley General de
Sociedades. Formalidad del acta
La junta universal regulada por el artículo 120 de la Ley General de Sociedades es aquella
en la que, pese a no haber sido convocados, se reúnen los accionistas que representen la
totalidad de acciones con derecho a voto, deciden llevarla a cabo y discuten los temas de
agenda propuestos.
A fin de generar una prueba documental que acredite esa circunstancia, el sétimo párrafo
del citado artículo 135 dispone que el acta sea firmada por todos los concurrentes, salvo
que hayan firmado la lista de asistentes y en ella estuviesen consignados el número de
acciones del que son titulares y los diversos asuntos tratados en la junta.
La junta universal de accionistas distinta a la regulada por el artículo 120 de la Ley
General de Sociedades. Formalidad del acta
También es universal la junta general debidamente convocada en la que participan los
socios representativos de todas las acciones con derecho a voto.
La publicación de la citación a junta o la constancia de su recepción hacen innecesaria la
generación de una prueba documental adicional. En este supuesto son exigibles las for-
malidades previstas por los párrafos quinto y sexto del artículo 135 de la Ley General de
Sociedades, conforme a los cuales el acta debe ser firmada, cuando menos, por el presi-
dente, el secretario y un accionista designado al efecto (si se aprobó en la misma junta), o

84
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

por no menos de dos accionistas conjuntamente con el presidente y el secretario (cuando


el acta no se aprobó en la misma junta).
Vigencia de la fusión
Las juntas generales de accionistas de las sociedades fusionadas pueden establecer cual-
quier fecha para la entrada en vigencia de la fusión, a partir de la cual es oponible a dichas
sociedades y a los socios, quienes pueden realizar cualquier acto societario considerando
realizada la fusión.
Oportunidad de la liquidación de derechos registrales cuando, pese a la observación, exis-
te certeza sobre la naturaleza y cuantía de los actos inscribibles
Debe observarse y simultáneamente liquidarse el título cuando el defecto subsanable no le
impide al Registrador tener certeza acerca de cuáles y cuántos son los actos inscribibles.
I. Acto cuya inscripción se solicita y documentación presentada
Mediante el título alzado el notario de Trujillo Marco Corcuera García solicitó la
inscripción de la fusión por absorción de las sociedades Green Perú S.A. (en adelan-
te Green), como absorbente, y Establo La Joya S.A.C. (en adelante La Joya), como
absorbida. También solicitó la inscripción del aumento de capital de la sociedad fu-
sionada por efecto de adición del capital de la absorbida La Joya aumentado con sus
resultados acumulados. Igualmente se rogó la inscripción de la modificación de los
estatutos de la sociedad fusionada Green, y el nombramiento del directorio para el
periodo 2007-2008.
Se ha presentado a calificación los títulos que contienen tales actos, consistentes en
los traslados instrumentales de las escrituras públicas siguientes otorgadas ante el
mencionado notario:
• La de fusión, aumento de capital y modificación de estatutos del 11.04.2007; y
• La de modificación de estatutos y nombramiento de directorio del 01.03.2007.
II. Decisión Impugnada
El título fue calificado por la Registradora Pública Dra. Liliana Núñez Arestegui,
quien dispuso su observación en mérito a los argumentos contenidos en la esquela
del 10.05.2007, cuyo tenor literal es como sigue:
“1.- Se ha presentado dos escrituras públicas: una de fusión otorgada el 11.04.2007
y otra de modificación de estatutos de la sociedad fusionada y nombramiento de su
nuevo directorio periodo 2007, de fecha 01.03.2007, ambas otorgadas ante notario
Marco Corcuera. En ese orden de ideas sírvase aclarar por qué la escritura pública de
modificación de estatutos de la sociedad fusionada es de fecha anterior a la escritura
de fusión.
2. Además se advierte que en las actas de juntas universales insertas en las escrituras
públicas presentadas, no se ha cumplido con lo establecido por el art. 135 de la Ley
General de Sociedades, que indica (...) tratándose de juntas generales universales es
obligatoria la suscripción del acta por todos los accionistas concurrentes a ellas (...),
lo que no se observa en este título. Sírvase aclarar al respecto.
2.- (sic) Los derechos registrales se liquidarán cuando el título se encuentre apto para
su inscripción, para cuyo efecto de tomarse en cuenta los derechos del título tachado
10958 del 05.03.2007 por S/. 48.00 deberá adjuntar el recibo de pago en original.
Base legal: art. 2011 del CC, art. 135 de la LGS. Derechos pendientes de pago”.
III. Fundamentos de la apelación
El 30.05.2007 Green, representada por el notario Corcuera, interpuso recurso de ape-
lación mediante escrito autorizado por el abogado Ernesto Rejas B. Los argumentos
impugnatorios son los siguientes:

85
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

1. Sobre la primera observación 1: Carece de fundamentación, habida cuenta que


no existe disposición legal que establezca un orden determinado para que la
sociedad formalice sus acuerdos mediante escritura pública. La observación
tampoco constituye un supuesto de defecto de tracto sucesivo. Sostiene que
mientras la fusión está regida por un procedimiento dilatado, a cuya conclu-
sión recién puede otor garse la escritura, la modificación estatutaria ajena a esa
fusión no sigue ningún procedimiento, ni puede supeditarse a la formalización
escrituraria de la fusión. Siendo así, la Registradora Núñez ha excedido los al-
cances de la calificación.
2. Sobre la segunda observación: Es incorrecta la postura de la Registradora en
el sentido que la junta general tiene el carácter de universal por el solo hecho
de haber estado presentes los socios que representan el 100% del capital, y que
por ello el acta debe ser suscrita por todos ellos. Junta universal es aquella que
no obstante no haber sido convocada o haberlo sido defectuosamente, reúne en
su seno a los socios que representan el íntegro de su capital; es precisamente la
ausencia o deficiencia de la convocatoria lo que justifica la exigencia legal de la
suscripción del acta por todos los asistentes. Esta exigencia no puede plantearse
cuando la junta sí fue convocada con arreglo a ley y al estatuto, en cuyo caso es
suficiente –como dispone el artículo 135 de la Ley General de Sociedades– que
el acta sea suscrita por el presidente y secretario de la junta general de accionis-
tas (JGA), y por un accionista designado al efecto.
3. Sobre la pendencia de la liquidación: Se allana a que se formule la liquidación
que corresponda.
IV. Antecedente registral
Green y La Joya están inscritas, respectivamente, en las partidas 03132728 y
11002561 del Registro de Personas Jurídicas - Sociedades de Trujillo.
V. Planteamiento de las cuestiones
Interviene como ponente el Vocal Dr. Rolando Augusto Acosta Sánchez.
La controversia se centra en determinar los siguientes aspectos.
1. Si la formalización mediante escritura pública de la modificación de estatutos
de una sociedad fusionada debe aguardar que se otorgue o se inscriba la escritu-
ra de fusión.
2. Si es exigible que el acta de una JGA –que fue convocada conforme a ley y a sus
estatutos– sea suscrita por todos los socios que asistieron y que representaron el
100% del capital.
3. Si puede reservarse la liquidación de derechos registrales de un título cuando no
existe duda acerca de cuáles son los actos inscribibles que contiene.
VI. Análisis
La deficiente calificación del título por parte de la Registradora Núñez
1. Respecto al primer punto controvertido, esteTribunal debe acusar primeramen-
te el grave déficit de motivación de la observación contenida en el numeral 1
de la esquela. Los artículos 139.5 de la Constitución, IV.1.2, IV.1.15 y 6 de la
Ley 27444, y 39 del TUO del Reglamento General de los Registros Públicos
reconocen el derecho de todo administrado a obtener de la Administración una
respuesta fundada en Derecho, como imprescindible medio para evitar la arbi-
trariedad del Estado. No obstante, la Registradora Núñez no ha indicado cuál
es la disposición legal cuyo supuesto de hecho obliga a Green a aclarar por qué
la escritura de fusión fue otorgada con posterioridad a la de modificación de
estatutos y elección de directorio, omisión que lesiona seriamente el derecho

86
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

de Green a una motivación adecuada y a la impugnación, e impide el control de


este Tribunal sobre la actuación de la citada funcionaria.
La validez de la elevación a públicos de los acuerdos de una sociedad fusio-
nada que aún no otorga la escritura de fusión
2. La deficiencia anotada se agrava, a criterio de este Tribunal, si se advierte
que el artículo 353 de la Ley General de Sociedades (LGS) dispone que “La
fusión entra en vigencia en la fecha fijada en los acuerdos de fusión”, fecha que,
como sostiene Elías, puede ser cualquiera que acuerden las juntas generales de
las sociedades fusionadas(1), aunque sea anterior a la de elevación a público de
los acuerdos de fusión. A partir de la fecha acordada la fusión tiene plena efi-
cacia respecto de las sociedades fusionadas y de sus socios, y en consecuencia
la nueva sociedad o la sociedad absorbente puede realizar todos los actos socie-
tarios permitidos por el ordenamiento vigente, pudiendo también formalizarlos
mediante escritura pública, salvo disposición en contrario.
3. De otro lado, no existe en la legislación societaria precepto alguno que esta-
blezca, siquiera indirectamente, que, producida la fusión sin haberse otorgado
la escritura pública correspondiente, los acuerdos posteriores de la sociedad
fusionada deben ser elevados a públicos solo después de otorgada la escritura
de fusión. En ese sentido, este Tribunal revoca la observación contenida en el
numeral 1 de la esquela correspondiente, y conviene en recomendar a la Re-
gistradora Núñez que dé cumplimiento a sus obligaciones de fundamentar y
motivar sus decisiones a la luz del ordenamiento legal vigente.
La junta universal en general
4. El vocablo “universal” denota lo común, lo que comprende o pertenece a
todos(2). La junta universal es, por definición y en principio, aquella que cuenta
con la asistencia de los socios que representan todas las acciones con derecho a
voto que conforman el capital, con prescindencia de si existió o no convocatoria
para su realización.
La junta universal regulada por los artículos 120 y 135 de la Ley General
de Sociedades: la falta de convocatoria como nota caracterizadora
5. Empero, el artículo 120 de la LGS –cuya sumilla reza “junta universal”– dis-
pone que “sin perjuicio de lo prescrito por los artículos precedentes, la junta
general se entiende convocada y válidamente constituida para tratar sobre cual-
quier asunto y tomar los acuerdos correspondientes, siempre que se encuentren
presentes accionistas que representen la totalidad de las acciones suscritas con
derecho a voto y acepten por unanimidad la celebración de la junta y los asun-
tos que en ella se proponga tratar”. Los “artículos precedentes” aludidos por
este precepto son los que disciplinan la convocatoria a JGA, convocatoria que
no es exigible conforme a esta norma legal cuando se reúnen los socios repre-
sentativos del 100% del capital, y deciden celebrar la junta y tratar los asuntos
planteados como agenda.
6. Entonces, la característica conformadora de la junta universal regulada por el citado ar-
tículo 120 no es la presencia de los accionistas representativos de todo el capital votante,
pues ello bien puede suceder (y sucede) en juntas convocadas con arreglo a ley y los
estatutos: la nota conformadora de esta modalidad de junta universal es que carece de
convocatoria, carencia que, sin embargo, no impide que estén reunidos todos los accio-
nistas que detenten el 100% de las acciones con derecho a voto. Son, entonces, dos tipos
de juntas universales las que pueden realizarse, y en ambas participan los accionistas

(1) Enrique ELÍAS LAROZA: Derecho Societario peruano. Trujillo, 2000, Normas Legales, p. 767.
(2) Diccionario de la Lengua Española, 22 ed. Versión electrónica disponible en http:// buscon.rae.es/draeI/.

87
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

titulares de todas las acciones con derecho a voto.


i) la convocada observando el estatuto y la ley, y
ii) la que no tuvo convocatoria.
Las formalidades de las actas de cada tipo de junta universal
7 La posibilidad de que, so pretexto de que se ha llevado a cabo una junta universal sin
convocatoria previa, se perjudique el derecho o interés de uno o más socios que no
asistieron, hace necesario rodear de razonables seguridades al acta en que se plasme
la realización de la junta universal y los acuerdos adoptados. Por ello, el sétimo pá-
rrafo del artículo 135 de la LGS exige que el acta de la junta universal sea suscrita por
todos los accionistas presentes, a fin de generar una prueba documental que acredite
la concurrencia de la totalidad de las acciones del capital con derecho a voto.
En cambio, tratándose de las juntas universales debidamente convocadas, observan-
do lo previsto en la ley y los estatutos, esa prueba documental es suplida por las
constancias de recepción del citatorio o las publicaciones, que garantizan el efectivo
conocimiento de la citación o, por lo menos, la razonable posibilidad de conocerla.
De ahí que el mismo artículo 135, en sus párrafos quinto y sexto, ha disciplinado una
formalidad menos rigurosa para el acta de la junta universal debidamente convocada:
debe ser firmada, cuando menos, por el presidente, el secretario y un accionista de-
signado al efecto (si fue aprobada en la misma junta); o, se designará a no menos de
dos accionistas para que, conjuntamente con el presidente y el secretario, la revisen
y aprueben (cuando el acta no se apruebe en la misma junta).
8. En ese orden de ideas, tal como sostiene la apelante, la suscripción del acta por todos
los participantes en la junta constituye una formalidad exigible solo cuando dicha
junta universal careció de convocatoria, esto es, cuando estamos ante la hipótesis del
artículo 120 de la LGS: sin mediar convocatoria o siendo esta deficiente o parcial,
se reunieron los accionistas titulares de todas las acciones con derecho a voto y de-
cidieron llevar adelante la reunión y tratar los temas discutidos. Para las demás jun-
tas universales, es decir, cuando hayan sido convocadas regularmente, es suficiente
–según el acta se aprueba o no en la misma sesión– que la suscriban cuando menos
el presidente, el secretario y un accionista designado al efecto; o no menos de dos
accionistas, conjuntamente con el presidente y el secretario.
Las juntas universales de Green y La Joya no se regulan por el artículo 120 de
la LGS, por haber sido debidamente convocadas
9. Consta del título alzado que en las JGA de Green y La Joya estuvieron presentes
los titulares del 100% de acciones con derecho a voto, quienes fueron convo-
cados debida y oportunamente con arreglo a la LGS y sus estatutos. Se trata de
una hipótesis ajena a la del artículo 120 de la LGS, y por ello no es exigible el
requisito de la suscripción del acta por todos los asistentes, formalidad prevista
por el artículo 135 de la LGS solo para las juntas universales en que no existió
convocatoria. Consiguientemente, se revoca la observación a que se refiere el
numeral 2 de la esquela del 10/05/2007.
A criterio de este Tribunal, no existía posibilidad razonable alguna para interpretar
–como hizo la Registradora Núñez– que las JGA de Green y La Joya eran universa-
les en los términos del artículo 120 de la LGS, toda vez que fluía de los títulos que
fueron convocadas con arreglo a lo previsto por dicha Ley y por sus estatutos. Siendo
así, es necesario recomendar y recordar a dicha Registradora que la interpretación y
aplicación de la legislación vigente debe hacerse, según lo ha establecido el Tribunal
Constitucional, utilizando criterios de razonabilidad y proporcionalidad, y siempre
de cara a propiciar y facilitar las inscripciones, sin que ello implique reducir los es-
tándares de la calificación de la legalidad.

88
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Obligación de liquidar los derechos registrales cuando el título adolece de efectos subsa-
nables, y sin embargo se tiene certeza de cuáles y cuántos son los actos inscribibles
10. Respecto al extremo tercero en cuestión, se tiene que el artículo 41 del TUO del
RGRP dispone que “el Registrador procederá a la liquidación definitiva de los de-
rechos registrales de un título en los casos en que como resultado de la calificación,
concluya que este no adolece de defectos ni existen obstáculos para su inscripción”.
De acuerdo a la literalidad de esta regla, debe aguardarse a que todos los defectos se
encuentren subsanados para recién proceder a liquidar el título.
11. Como señaló líneas arriba la Sala, la interpretación de toda regla legal debe hacer-
se buscando la razonabilidad de las consecuencias que su aplicación signifique. Si,
como ocurre en el caso de autos, existía certeza acerca de cuáles eran los actos con-
tenidos en los títulos, y solo estaba en cuestión si las actas debían o no ser suscritas
por todos los asistentes, era claro que no se justificaba esperar a la subsanación de
ese “defecto” (por demás inexistente) para recién en ese momento acusar cuál era el
monto de derechos devengados. El citado artículo 41 debe ser aplicado literalmente
en los supuestos en que la subsanación incide directamente en el número o naturaleza
de los actos inscribibles, mas no cuando son incuestionables cuáles y cuántos son los
actos a inscribir.
12. Por ello, esta Sala considera que el procedimiento dispensado al presente título fue
irregular en el extremo en que la Registradora omitió formular la liquidación de dere-
chos conjuntamente con la observación, por lo que se le recomienda tener en cuenta
lo señalado en el fundamento precedente para futuras oportunidades.
La liquidación definitiva de derechos es como sigue:
• Fusión : S/. 16.00
• Modificación estatutaria : S/. 16.00
• Aumento de capital : S/. 2,031.10
• Elección de directorio : S/. 20.00
TOTAL : S/. 2,083.10
Detrayendo del indicado monto la suma de S/. 20.00 pagados con recibo 4102-2007,
resulta que los derechos pendientes de pago ascienden a S/. 2,063.10, que deberá
pagar la apelante dentro del plazo de 10 días de notificada con la presente.
Por las consideraciones expuestas, se adoptó por unanimidad la siguiente decisión:

VII. Resolución
PRIMERO: REVOCAR LAS OBSERVACIONES formuladas al título apelado por la
Registradora Pública Dra. Liliana Núñez Arestegui, y DISPONER SU INSCRIPCIÓN,
previo pago de los derechos registrales liquidados conforme al fundamento 12.
SEGUNDO: FORMULAR RECOMENDACIÓN a la Registradora, conforme a los fun-
damentos 1, 2, 3, 9 y 12 de la presente.
Regístrese, comuníquese.
SS.
ROLANDO A. ACOSTA SÁNCHEZ
WALTER E. MORGAN PLAZA
HUGO O. ECHEVARRÍA ARELLANO

89
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

J7 J1

Cas. N° 323-2003 - La Libertad


Corte Suprema
Lima, 20 de agosto del 2003

Resoluciones que dan término a proceso no contencioso: no


tienen calidad de cosa juzgada
En los procesos tramitados de conformidad con el tercer párrafo del
artículo 117 de la Ley General de Sociedades (Convocatoria Judicial
de Asamblea, no está en discusión un conflicto de intereses pues no
se pretende nada contra alguna persona en particular. Este Supremo
Tribunal ha establecido en forma uniforme que las resoluciones que
dan termino a un proceso no contencioso no constituyen cosa juzgada,
pues no obligan o vinculan a determinada persona, motivo por el cual
la resolución recurrida no se encuentra dentro de las previstas en el
articulo artículo 385 del Código Procesal Civil.

Autos y vistos:
Primero: Que del estudio del proceso se advierte que nos encontramos frente a un pro-
ceso no contencioso, tramitado de conformidad con el tercer párrafo del artículo 117 de
la Ley General de Sociedades tal como aparece de la resolución número tres de fecha
dieciséis de agosto del dos mil.
Segundo: Que, en esta clase de procesos –solicitud de convocatoria judicial a asamblea–
no esta en discusión un Conflicto de intereses pues no se pretende nada contra alguna
persona en particular.
Tercero: Que este Supremo Tribunal ha establecido en forma uniforme que las reso-
luciones que dan término a un proceso de este tipo no constituyen cosa juzgada, pues
no obligan o vinculan a determinada persona, motivo por el cual la resolución recu-
rrida no se encuentra dentro de las previstas en el artículo 385 del Código Procesal
Civil.
Cuarto: Siendo esto así, la recurrida no cumple con el requisito de forma previsto
en el inciso 10 del artículo 387 del Código antes anotado. En consecuencia y de
conformidad con el artículo 391 del mismo cuerpo de leyes: declararon NULO el
concesorio corriente a fojas trescientos treinticinco, su fecha diecisiete de enero del
dos mil tres, e INADMISIBLE el recurso de casación interpuesto por don Marino
Octavio Pechon Ordinola; en los seguidos por la Cooperativa de Ahorro y Crédito

90
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Parroquia “San Lorenzo” de Trujillo y otros con doña Julia Aguilar Diestra y otros
sobre convocatoria judicial; CONDENARON al recurrente al pago de la multa de
tres Unidades de Referencia Procesal así como al pago de costas y costos originados
en la tramitación del recurrente de la multa de tres Unidades de Referencia Procesal
así como al pago de costas y costos originados en la tramitación del recurso y los
devolvieron.

SS.
ALFARO ÁLVAREZ
CARRIÓN LUGO
HUAMANÍ LLAMAS
CAROAJULCA BUSTAMANTE
MOLINA ORDOÑEZ

91
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

J8 J1

Res. Nº 690- 2005-SUNARP-TR-L


Tribunal Registral
Lima, 12 de diciembre del 2005

Acta de asamblea: consignación de la hora de instalación


La exigencia de la hora del cierre resulta registralmente irrelevante,
pues en el peor de los casos se podría asumir que la asamblea conclu-
yó el mismo día; en cambio, la exigencia de la hora de instalación de la
asamblea sí resulta relevante para el registrador y en la medida que
debe calificarse el cumplimiento de los términos de la convocatoria, a
efectos de determinar si se reunieron en primera o segunda convocato-
ria y consecuentemente ver el quórum y mayorías aplicables.

Requisitos del acta de la asamblea general


“Dado que las actas son la expresión escrita de la celebración de la asamblea general de
asociados, deben entenderse como requisitos mínimos la consignación de los siguientes
datos: el día, hora, lugar, el nombre de quien preside la asamblea, los acuerdos a los que
se arriba y la mayoría con que fueron adoptados, así como la firma de quien presidió la
asamblea y de quien actuó como secretario”.

I. Acto cuya inscripción se solicita y documentación presentada


Mediante el título venido en grado se solicita la inscripción de la modificación del
estatuto de la ASOCIACIÓN LOS ANDES GOLF CLUB, acuerdo adoptado y ra-
tificado por las asambleas generales extraordinarias de asociados del 19.7.2005 y
25.7.2005, respectivamente, formalizadas en escritura pública del 17.8.2005 por ante
Notario de Callao J. Antonio Vega Erausquín.
A este efecto se ha adjuntado parte notarial de la referida escritura expedida
el 22.8.2005 por el Notario de Callao J. Antonio Vega Erausquín; asimismo,
la declaración jurada respecto del quórum de ambas asambleas emitida por
Luis Álvaro Adrianzén Recavarren, cuya firma es legalizada el 12.9.2005 por
el mismo notario.
II. Decisión impugnada
El Registrador Público de la Zona Registral Nº IX - Sede Lima, Tomás Humberto
Cerdán Limay, denegó la inscripción formulando la siguiente observación:
“En las actas de las asambleas generales del 19.7.2005 y 25.7.2005 no se consignó la
hora de cierre de cada una de ellas.

92
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

Base: La Resolución del Tribunal Registral Nº 097-2002-ORLC/TR del 14.2.2002


señala:“(...), dado que las actas son la expresión escrita de la celebración de las asam-
bleas o sesión del órgano colegiado, deben entenderse como requisitos mínimos a
consignar el día, hora, lugar, el nombre de quien preside la asamblea o sesión, los
acuerdos a los que se arriba y la mayoría con que fueron adoptados, así como la firma
de quien presidió la asamblea o sesión y de quien actuó como secretario”.

III. Fundamentos de la apelación


El apelante sostiene que, si bien el artículo 83 del Código Civil establece que la
asociación debe contar con un libro de actas de las sesiones de asamblea general en
el que constarán los acuerdos adoptados y que deberá llevarse“con las formalidades
de ley”, sin embargo, no señala los requisitos que deben consignarse en dichas actas;
por lo que, aplicando por analogía el artículo 135 de la Ley General de Sociedades,
el acta de la junta debería consignar los siguientes datos esenciales: lugar y fecha de
celebración, hora de realización, si se trata de primera, segunda o tercera convocato-
ria, nombre de los accionistas presentes o de quienes los representen, número y clase
de acciones, nombres del presidente y secretario de la junta, indicación de las fechas
y periódicos en que se publicaron los avisos de convocatoria, la forma y resultado de
las votaciones y los acuerdos adoptados. En cuanto al apartado de la hora se señala
expresamente que es la hora en que se realizó, debiendo entenderse la hora en que se
instaló la junta, no cuando concluyó (cerró).
En el mismo sentido, la Resolución del Tribunal Registral Nº 097-2002-ORLC/TR
del 14.2.2002 señala como requisitos mínimos a consignarse en las actas: día de
celebración, hora (debe entenderse la hora de instalación), lugar, el nombre de quien
preside la asamblea, los acuerdos a los que se arriba, la mayoría con que fueron
adoptados y la firma de quien presidió la asamblea y de quien actuó como secretario;
esto es, no se establece como requisito de validez la consignación de la hora de cierre
de la asamblea, solo se señala que debe consignarse la hora, debiendo entenderse la
misma como la hora de instalación de la asamblea.
De lo anterior se tiene que, el Registrador Público exige un requisito no establecido
específicamente en la Ley ni en la Resolución del Tribunal Registral Nº 097-2002-
ORLC/TR del 14.2.2002 que cita como sustento de su observación, hecho que in-
fringe las normas técnico-registrales que lo obligan a verificar la concurrencia de las
formalidades establecidas en la Ley, es decir, arrogándose indebidamente facultades
discrecionales.

IV. Antecedente Registral


La ASOCIACIÓN LOS ANDES GOLF CLUB se encuentra inscrita a fojas 41-42
del tomo 13 y fojas 543-544 del tomo 14 que continúa en la ficha Nº 13685 y en la
partida electrónica Nº 3024201 del Libro de Asociaciones del Registro de Personas
Jurídicas de la Zona Registral Nº IX - Sede Lima.
Asimismo, en el asiento A00008 de la referida partida electrónica consta
inscrito el consejo directivo electo en asamblea general de asociados del
25.6.2005 para el periodo junio 2005 a junio 2007 y presidido por Luis Álva-
ro Adianzén Recavarren.

V. Planteamiento de las cuestiones


Interviene como ponente el Vocal Luis Alberto Aliaga Huaripata; con el informe oral
del abogado Jordán Aldo Ponce Gambirazio.
De lo expuesto y del análisis del caso, a criterio de esta Sala, la cuestión a determinar
es la siguiente:

93
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO

- Si resulta exigible la indicación en el acta de la asamblea general de asociados


de la hora del cierre de la misma.

VI. Análisis
1. En nuestro ordenamiento jurídico la asociación es regulada como una “organi-
zación de personas naturales o jurídicas, o de ambas, que a través de una acti-
vidad común persigue un fin no lucrativo”, conforme al artículo 80 del Código
Civil.
2. Desde un punto de vista formal y una vez inscrita en el Registro, la asociación
adquiere autonomía respecto de sus miembros, convirtiéndose en sujeto de de-
recho distinto; en tal virtud, posee una estructura y organización definidas y,
conforme a ellas, para formar la “voluntad social” es preciso que sus miembros
se hayan constituido en asamblea general, con las formalidades y garantías exi-
gidas por su estatuto y la ley.(1)
Según la estructura actual establecida por el Código Civil, el órgano de gestión
y representación de la asociación es el consejo directivo y su “órgano supremo”,
la asamblea general (artículo 84).
3. La asamblea general es la instancia que decide en torno a las actividades, fi-
nes y demás aspectos trascendentales de la asociación; es además un medio de
expresión de la voluntad colectiva e individual de los asociados donde rige el
“principio mayoritario” (los acuerdos válidamente adoptados obligan a todos
los miembros), conforme a los quórum y mayorías establecidos en el estatuto
y el Código Civil(2); asimismo, la asamblea general es un órgano de control del
Consejo Directivo y de los propios asociados, inclusive(3); en ese sentido, la
asamblea general se encuentra facultada para pronunciarse sobre la elección de
los miembros del consejo directivo, la aprobación de cuentas y balances, la mo-
dificación del estatuto(4), la disolución y otros temas “que no sean competencia
de otros órganos” (artículo 86 del Código Civil).
4. La formación de la voluntad social por la asamblea general de asociados se
sujeta a una serie de formalidades y requisitos legales o estatutarios para su
exteriorización al mundo jurídico; siendo sus principales aspectos:
a). La “convocatoria”; es decir, aquellos mecanismos previstos en la ley o el
estatuto para hacer de conocimiento de los asociados la realización de la
asamblea general, a cuyo efecto debe tenerse en cuenta –entre otros–, los
sujetos legitimado s para convocar, la forma de comunicación, la agenda,
los plazos de anticipación, el lugar de celebración, etc.
No será necesaria la convocatoria en los casos de“asamblea universal”, siempre
que exista acuerdo unánime en su realización y en la agenda a tratar.

(1) De los Mozos, José Luis. “Derecho Civil (Método, sistemas y categorías jurídicas)”, Madrid: Editorial Civitas,
S.A. p. 293.
(2) De Belaunde L. de R., Javier. “Reforma del Código Civil y las Personas Jurídicas” en: Congreso de la República:
Reforma de Códigos. Lima, 2a Ed., T. II, 1999, p. 494. Véase, del mismo autor: “El proyecto de enmiendas a la sección
sobre personas jurídicas” En: El Código Civil del Siglo XXI (Perú y Argentina)”. Lima - Palestra Editores S.R.L, tomo
I, año 2001, p. 275.
(3) Véase, Muñiz Ziches, Jorge. “Reformas al Código Civil de 1984” En: Comisión de Reforma de Códigos (Difusión
legislativa - Eventos académicos y ponencias), Lima: Congreso de la República, T. II, 1999, p. 396.
(4) El Tribunal Registral ha reconocido en la asamblea general, con mayor razón, facultades para interpretar su propio
estatuto, cuando el mismo “resulte ambiguo, incierto o contradictorio entre sí”; véase el precedente de observancia
obligatoria aprobado en el Décimo Pleno Registral del 8 y 9 de abril de 2005 (publicado en el diario oficial El Peruano
el 9/6/2005).

94
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA

b). El“quórum”; la asamblea general para poder reunirse válidamente requiere


de la necesaria asistencia de un número mínimo de asociados previsto en el
estatuto o la ley, según se trate de acuerdos que impliquen o no la modifica-
ción del estatuto (artículo 87 del Código Civil)(5); y,
c). Las “mayorías”; la adopción de los acuerdos por la asamblea general pre-
cisa de un mínimo número de votos previstos por la ley o el estatuto (un
voto por cada asociado, artículo 88 del Código Civil), según se trate o no
igualmente de temas que se refier