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Torres Carrasco
con la colaboración de
CLAUDIA GUZMÁN LOAYZA
Problemática
de las juntas generales
en la jurisprudencia societaria
DIÁLOGO
CON LA
JURISPRUDENCIA
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS
GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA
SOCIETARIA
PRIMERA EDICIÓN
ENERO 2009
10,050 Ejemplares
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822
ISBN: 978-612-4038-01-3
DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Isidro Retamozo Marca
CAPÍTULO I
(1) Sin excluir a las personas jurídicas como sujetos de derecho que pueden intervenir en la conformación de los órganos
societarios, puesto que la ley les permite ser socios o administradores.
(2) Aunque, claro, existe la posibilidad de que en el estatuto o pacto social se establezca que la gerencia sea designada por
la junta general o, también, que no exista directorio y la gerencia general asuma esas funciones, como podría suceder en
la sociedades anónimas cerradas (art. 247 de la Ley General de Sociedades).
(3) Como puede advertirse, nuestra legislación societaria actual –a diferencia de la anterior–, en un intento de hacer más
sencilla la práctica social, ha obviado cualquier referencia de lo que en otras legislaciones (como la argentina, por ejem-
plo) se conoce como consejo de vigilancia, medida que se ajusta más a las necesidades actuales.
(4) El mandato es una de las modalidad de los contratos típicos de prestación de servicios (los otros son la locación de
servicios, el contrato de obra, el depósito y el secuestro). En nuestro país se encuentra regulado en los artículos 1790 al
1813 del Código Civil.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
(5) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo. Derecho societario. Tomo IV. Editorial Heliasta. Buenos Aires, 1996.
p. 17.
(6) Ibídem.
(7) ELÍAS LAROZA, Enrique, Derecho societario peruano. Editora Normas Legales. Trujillo, 2002, p. 248.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Aquí resulta evidente que estas personas naturales no son administradores ni man-
datarios de los socios sino del ente jurídico”(8).
Como es de entenderse, la variedad de intereses en juego mantienen viva la po-
sibilidad de un conflicto entre los diversos órganos, controversias ocasionadas por
las voluntades particulares de los socios, directores o administradores que desean
hacer más provechosa su intervención en los asuntos relacionados con la sociedad.
Algunas de estas situaciones son las que serán desarrolladas más adelante.
Entendiendo la naturaleza jurídica que le corresponde a los órganos societarios,
cabe reiterar que en nuestra legislación societaria se ha optado por establecer que
los órganos sociales son:
i) La junta general de accionistas, que es el órgano que expresa la voluntad
social.
ii) El directorio, que es el órgano administrador de la sociedad. Sus faculta-
des, competencia y concepto han sido recogidos en diversas oportunidades
a nivel jurisprudencial. Por ejemplo, en la Res. N° 440-96-ORLC/TR J1 y
en la Res. N° 240-2001-ORLC/TR J2 así como en la Cas. N° 1008-2006-
Lambayeque J3 .
iii) La gerencia, que es el órgano ejecutor de la sociedad.
De estos pasaremos a ocuparnos del primero, que es materia de nuestro trabajo.
9
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
CAPÍTULO II
(9) Salvo cuando, claro está, la voluntad individual de un socio o de un grupo de estos afecta los intereses sociales.
(10) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit., p. 248.
(11) VERÓN, Alberto Víctor. Manual de sociedades comerciales. Tomo III. Editorial Abaco, p. 385.
11
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
(12) Es preciso destacar la similitud del artículo 111 de nuestra norma nacional con el artículo 93 de la Ley de Sociedades
Anónimas española, que establece:
“1. Los accionistas, constituidos en junta general debidamente convocada, decidirán por mayoría en los asuntos propios
de la competencia de la junta.
2. Todos los socios, incluso los disidentes y los que no hayan participado en la reunión, quedan sometidos a los acuer-
dos de la sociedad”.
Salvo acertadas acotaciones de nuestra ley al definir a la junta general como“órgano supremo de la sociedad”y al incluir
el requisito del quórum necesario para la toma de acuerdos, la semejanza de redacción permite colegir la manifiesta
influencia española en el legislador peruano en cuanto a esta materia.
(13) GARRIGUES, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil. Tomo II. Editorial Temis. Bogotá, 1987, p. 190.
(14) Ibídem, p. 191.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
junta general de accionistas está limitada por el respeto a las bases esenciales
de la sociedad, representada principalmente por el interés de los socios.
Como puede apreciarse, nuestra legislación societaria atribuye a la junta gene-
ral de accionistas el poder de configuración de la voluntad social, es decir, la volun-
tad única de la persona jurídica y no de los socios que la componen. Esta voluntad
se materializa cuando los titulares de acciones con derecho a voto se reúnen (pero
no bajo cualquier circunstancia, sino bajo las señaladas por la ley) y deciden por
mayoría de votos ciertos asuntos dentro del marco de competencia de la junta.
Al señalar la norma que la validez del acuerdo depende del ámbito de compe-
tencia de la junta, establece que la junta no es competente para todo, en otras pala-
bras que a pesar de ser manifestación de la voluntad, esta voluntad tiene límites que
debe respetar:“Los órganos de gobierno de las distintas sociedades no actúan dentro
de una esfera absoluta de libertad; sus atribuciones deben ejercerse respetando las
limitaciones que surgen del orden jurídico (…) el órgano de gobierno debe respetar
no solamente el contrato social sino también elementos tales como el reglamento,
los actos de otros órganos, cuando correspondan a ámbitos en los que tales órganos
tienen supremacía y aun las reglas que hacen a la estructura jurídica interna de la so-
ciedad y que resultan de actos de los representantes convencionales de la misma”(15).
Entonces, ¿cómo es que en el artículo 111 de la Ley General de Sociedades se
define a la junta general de accionistas como el órgano supremo de la sociedad? Lo
que sucede es que el regentar el gobierno de la sociedad no convierte a la junta ge-
neral de accionistas en una especie de autoridad arbitraria, muy por el contrario, las
decisiones adoptadas por la junta siempre se dirigen a la consecución de satisfacción
del interés social(16).
En este sentido, interesante ha sido la tarea de la doctrina al intentar darle un
calificativo exacto; por un lado Broseta Pont, por ejemplo, la define como un órga-
no soberano, pero no omnímodo; mientras que entre los nacionales Elías Laroza y
Hundskopf prefieren tildarla de órgano supremo.
A pesar de la similitud en las calificaciones, sus alcances no son los mismos,
“soberano” refiere a quien posee la autoridad suprema e independiente; mientras
que “supremo” significa que no tiene superior en su línea. La acepción “omnímodo”
va mucho más allá pues indica al que todo lo puede.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
(18) Cabe preguntarse acerca de la validez de una cláusula estatutaria que prohíba rotundamente cualquier modificación del
contrato social o del estatuto; tal posibilidad es inaceptable, por varios motivos: el primero de ellos es que la misma Ley
General de Sociedades brinda los mecanismos para realizar las referidas modificaciones considerándolas necesarias para
el desenvolvimiento de la economía y el mercado (recordemos que en la décima disposición transitoria la ley castigaba
con la extinción a las sociedades que no habían inscrito ningún acto jurídico en el Registro), de otro lado, el dinamismo
del tráfico comercial hace imposible la total inalteración de una organización societaria.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
estructura societaria, si bien es cierto que hasta ahora concebimos a aquella como el
órgano supremo, durante el siglo XIX sus facultades se extendían mucho más, lle-
gando a ser imprescindible su presencia para la toma de cualquier clase de decisión,
incluso aquellas que no suponían un trámite especial.
Como es de comprenderse se presentaban numerosas dificultades que incidían
en el escaso dinamismo de la sociedad, o su poca participación en el mercado. Una
alternativa a este problema sugería expandir las facultades de los administradores
como órgano que subordinado a la junta general cumpliera un rol permanente en la
marcha de la sociedad y en su gestión cotidiana.
A pesar de lo mencionado, y de la diferencia formal entre los órganos de go-
bierno y los de administración, la distinción entre ellos no es tajante, pues depende
mucho del tipo social específico. Por ejemplo, en una sociedad capitalista la rela-
ción entre ambos órganos no es tan próxima, mientras que en la sociedad de perso-
nas las funciones de uno y otro pueden llegar a confundirse; es más, inclusive en un
sociedad anónima cerrada, por sus peculiares características, la administración está
directamente controlada por sus socios.
Actualmente, sin embargo, en las empresas de accionariado difundido y más
aún las que cotizan en bolsa, el propósito de sus integrantes o de la mayoría de ellos
es meramente especulativo. No existe un interés real por la marcha de la sociedad en
cuanto a organización interna se refiere. Es decir, los accionistas en su mayoría solo
esperan la distribución de los dividendos y utilidades para ver satisfecho su interés.
De esta realidad colegimos que va generándose gradualmente una inversión de los
papeles que a cada órgano corresponde; el directorio o la gerencia, por el propio
desinterés de los socios, se invisten de mayores atribuciones constituyendo el verda-
dero gobierno de la sociedad.
Esta problemática actual ocasiona múltiples conflictos entre socios y adminis-
tradores, llegando estos incluso, a desplazar a aquellos en sus decisiones y faculta-
des directivas. “Los inconvenientes de dar prevalencia a los administradores en el
marco del citado conflicto resultan de que, si los administradores dirigen ineficaz-
mente a la sociedad, tendrán dificultades para obtener fuentes externas de financia-
miento. El recurso de los medios generados por la propia sociedad puede perpetuar
no solo su permanencia en la dirección de la sociedad, sino también la expansión de
los recursos comprendidos en el marco de tal sociedad”(19).
Existen otras formas en las que se puede limitar la capacidad de los socios,
utilizando muchas veces el mismo contrato social para mermar las atribuciones so-
ciales. Otra tendencia consiste en colocar obstáculos a la adquisición de acciones
(sobre todo mediante operaciones en los mercados bursátiles), de tal manera que el
control mayoritario de ciertos socios permanece incólume a través de la vida de la
sociedad. Por último, puede observarse que la utilización de ciertos instrumentos
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
societarios resulta peligrosa cuando están orientados a privar a los accionistas del
derecho a decidir el destino de las utilidades de la sociedad.
(20) Las prácticas de buen gobierno corporativo (BGC) son políticas generales que adoptan los entes societarios a fin de ob-
tener mayor transparencia, credibilidad y valor ante posibles inversionistas. Estas políticas nacieron como una solución
eficaz frente a los defectos que encontramos en las empresas de accionariado difundido, como consecuencia de la sepa-
ración de intereses entre los grupos de gestión y de propiedad. Proponen adoptar medidas que corrijan las distorsiones
generadas por la divergencia de intereses de los accionistas y los administradores. Entre dichas medidas correctivas se
encuentran medidas referidas a los derechos y obligaciones de los accionistas, la elección de directores y puestos ge-
renciales, mecanismos de acceso a la información societaria, la delineación exacta de las funciones del directorio y los
gerentes y la elaboración de esquemas claros de crecimiento.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
que también son obligatorias las juntas previstas por el estatuto, aunque no
coincidan en fecha con la junta obligatoria anual.
Estos cinco acápites pertenecen al artículo 114 de la LGS, que obliga a la junta
general reunirse por lo menos una vez al año dentro de los tres meses siguientes a la
terminación del ejercicio económico. Sin embargo nada impide que en el orden del
día se consigne la deliberación de temas ajenos a los citados anteriormente y que
posteriormente se llegue a un acuerdo en la junta sobre ellos.
Por su parte, el artículo 115 de la ley señala que también compete a la junta
general:
1. Remover a los miembros del directorio y designar a sus reemplazantes.
2. Modificar el estatuto.
3. Aumentar o reducir el capital social.
4. Emitir obligaciones.
5. Acordar la enajenación, en un solo acto, de activos cuyo valor contable ex-
ceda el cincuenta por ciento del capital de la sociedad.
6. Disponer investigaciones y auditorías especiales.
7. Acordar la transformación, fusión, escisión, reorganización y disolución de
la sociedad, así como resolver sobre su liquidación; y,
8. Resolver en los casos en que la ley o el estatuto dispongan su intervención
y en cualquier otro que requiera el interés social.
En general, podemos agrupar en cuatro las funciones de la junta general a que
se refiere la Ley General de Sociedades:
- Aquellas dirigidas a fijar el contenido del contrato social.
- Funciones de integración y control de los restantes órganos sociales: por
medio de la designación y derecho de remoción de sus integrantes.
- Aseguramiento del ejercicio de los derechos de los socios (aprobación de
estados financieros, distribución de ganancias, regulación del derecho de
preferencia).
- Lineamientos generales destinados a organizar la vida económica de la so-
ciedad: a través de la impartición de órdenes a los administradores sobre
materias determinadas.
La anterior Ley de Sociedades Mercantiles separaba las funciones respecto
al tipo de junta que ella preveía, es decir, se designaba unas específicas a la junta
general ordinaria y otras a la extraordinaria respectivamente (artículos 122 y 123),
sin embargo, con acierto la actual Ley General de Sociedades ha eliminado aquella
distinción tradicional, tomando en cuenta la confusión que ocasionaba separar dos
tipos de juntas (tres, con la junta universal) cuando en realidad toda junta general de
accionistas es única.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Si bien es cierto que el artículo 114 de la LGS fija las funciones de la junta
general ordinaria, esto no significa que aquellas no puedan ser realizadas en junta
extraordinaria pues la obligatoriedad de la primera no desplaza a la segunda para
que con las responsabilidades del caso esta, en cumplimiento de las formalidades
previstas, pueda realizar las mismas funciones si es que por una actuación negligen-
te de los administradores no se realizó la convocatoria oportuna de la junta obligato-
ria anual.
En otras palabras, nada impide que en junta extraordinaria por ejemplo se
aprueben las cuentas del ejercicio del año anterior si es que en plazo legal esto no
ocurrió o, se reúna para decidir los asuntos previstos para las juntas estipuladas pe-
riódicamente vía estatutaria.
Acertada es la opinión de Pedro Ávila Navarro sobre esta materia: “La distin-
ción, y hasta la terminología, de juntas ordinarias y extraordinarias es más origen
de confusión que fuente de claridad; porque se basa en ella la difundida creencia de
que la junta ‘ordinaria’ es un órgano distinto con contenido exclusivo y excluyente;
en realidad solo existe un órgano soberano, que es la junta general (...)”(21).
En este mismo sentido, Uría rechaza contundentemente la posibilidad de re-
partir los asuntos del orden del día de acuerdo con el carácter ordinario o extraor-
dinario de la junta (recordemos que la Ley de Sociedades Anónimas española, a di-
ferencia de la nuestra realiza una separación de las clases de juntas en ordinarias y
extraordinarias).
En resumen, qué sucederá si simuladamente se convoca una junta obligatoria
anual para resolver algún tema propio del artículo 115. La respuesta la hallamos
en la jurisprudencia: “(…) Los temas señalados en la convocatoria no corresponden
(…) a materias que necesariamente deban ser vistas en una junta obligatoria anual
o que hayan sido previstas como obligatorias en el respectivo estatuto de la empresa
(…) En todo caso, resulta necesario precisar que el tema relativo al nombramien-
to de miembros del directorio consignado como punto dos de la agenda, en buena
cuenta se circunscribe al punto uno de la misma relativo a la modificación parcial de
los estatutos en lo que respecta a la creación del directorio y al establecimiento de
sus miembros, toda vez que el directorio no estaba contemplado como órgano de la
sociedad demandada, convocándose –precisamente– dicha junta para aquel fin, de
ahí que no sea de aplicación lo dispuesto en el punto tres del artículo 114 de la ley,
sino más bien lo señalado en el punto dos del artículo 115”(22).
(21) ÁVILA NAVARRO, Pedro. La sociedad anónima. Editorial Bosch. Barcelona, 1997, p. 481
(22) Exp. N° 234-2005, 4/07/2005 J4 .
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
4. Junta universal
Un supuesto especial es la junta universal. Al respecto, la Ley General de
Sociedades indica que esta junta se encontrará válidamente constituida siempre que
se encuentren presentes los accionistas poseedores de la totalidad de las acciones
suscritas con derecho a voto habiendo estos aceptado por unanimidad la celebración
de la junta y la deliberación de la totalidad de los asuntos propuestos.
Es debatida en la doctrina la naturaleza jurídica de la junta universal. Algunos
plantean que la reunión casual de la totalidad de accionistas podría dar lugar a la
decisión de conformar en ese momento una improvisada junta general, como con-
trapartida teniendo en consideración que la presencia de la totalidad de los titulares
con derecho a voto en las sociedades de accionariado difundido resultaría prácti-
camente imposible de realizarse en circunstancias casuales, solo es posible prever
este tipo de coincidencias en las sociedades anónimas cerradas, o posiblemente en
las ordinarias, modelos de sociedades anónimas para las cuales la Ley General de
Sociedades no establece una rigurosidad formal previa a la realización de la junta,
tal como sí lo hace con la sociedades anónimas abiertas.
Sin embargo, para efectos meramente teóricos supongamos que por ejemplo en
una reunión de camaradería se llegaran a reunir todos los socios de una sociedad
anónima abierta y aprovechando esta situación decidieran realizar una junta con el
fin de resolver algunos problemas que afectan a la sociedad. A nuestro parecer no
existe ningún riesgo de que alguno de ellos se viera excluido o disminuidas sus fa-
cultades. Como lo mencionáramos antes, la ley pone dos filtros:
- Que absolutamente todos acepten la celebración de la junta.
- Que, de igual forma, se requiera la unanimidad de los accionistas para la
deliberación de los asuntos que se proponga tratar. Esto no significa que no
no sean aceptados ni mucho menos que la unanimidad se extienda como
requisito también para la toma de acuerdos, por el contrario, tal como su-
cede para todo tipo de juntas, los acuerdos se adoptan con el voto favorable
de la mayoría absoluta/calificada de las acciones suscritas con derecho a
voto representadas en la junta. Siguiendo este criterio, Broseta Pont afirma:
“Una vez constituida la junta universal, se somete al régimen propio de la
junta general y no es necesario que los acuerdos se adopten por unanimi-
dad (…)” (23).
En relación con la Ley de Sociedades Anónimas española, esta omite en su ar-
tículo 99 (juntas universales) aludir a este último filtro, ya que estipula únicamente
como requisito que esté presente todo el capital social y que los asistentes acepten
por unanimidad la celebración de la junta.
(23) BROSETA PONT, Manuel. Manual de Derecho Mercantil. Madrid, 1986, pp. 253-254.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
La convocatoria judicial, al igual que la ordinaria, se rige por las mismas for-
malidades previstas en el artículo 116 de la Ley General de Sociedades:
- Para la junta obligatoria anual y las juntas estatutarias el aviso de convoca-
toria debe ser publicado con una anticipación no menor de diez días al de
la fecha indicada para su celebración.
- Para las juntas previstas en el artículo 115 de la ley el plazo mínimo será
no menor de tres días, salvo el estatuto fije otro plazo que no podrá ser me-
nor a los tres días.
- Si las juntas son solicitadas por los representantes de al menos la quinta
parte de las acciones suscritas con derecho a voto no deberá mediar más de
quince días para que a partir de la recepción de dicha solicitud el órgano de
administración publique el aviso de convocatoria (artículo 117 de la LGS)
- En el aviso de convocatoria deberá precisarse el lugar, el día y la hora en
que se realizará la junta, para garantizar que el accionista acuda sin ningún
problema a la reunión. Este mismo criterio utiliza el Tribunal Registral al
decidir sobre la especificidad de los datos en el citado aviso: “La no obser-
vancia del requisito de la hora vulnera el derecho de los accionistas a con-
currir a las juntas generales, toda vez que el cambio de hora de celebración
de la asamblea puede derivar en la eventualidad que algún accionista se
haya visto privado de asistir a la junta celebrada”(31).
- Especialmente en las sociedades anónimas abiertas en que es poco proba-
ble la reunión del quórum necesario para la toma de acuerdos, procede por
permisión expresa de la ley que en un mismo aviso se consigne el lugar, el
día y la hora en que se daría la segunda convocatoria, no pudiendo mediar
menos de tres días ni más de tres entre una y otra, a diferencia de la Ley
de Sociedades Anónimas española que establece como plazo mínimo 24
horas.
- Si no se hubiera previsto en el aviso de primera convocatoria la realiza-
ción de una segunda, tendrá esta última que ser anunciada con los mismos
requisitos de la primera dentro de los diez días siguientes a la fecha de la
celebración de la junta no celebrada y por lo menos con tres días de antela-
ción a la fecha de la segunda reunión, el problema es que en este tiempo es
difícil gestionar el anuncio en el periódico.
Ahora bien, una vez convocada, tendrán derecho de presentarse a la junta:
- Los accionistas “con derecho a voto” (aun se trate de acciones gravadas)
que hayan matriculado sus acciones en el libro de matrícula de acciones
(31) Res. N° 421-96-ORLC/TR. Igualmente sobre el particular puede revisarse la Res. N° 690- 2005-SUNARP-TR-LJ8 , la Res.
N° 599-2005-SUNARP-TR-L J9 , la Res. N° 070-98-ORLC/TR J10 , así como la resolución recaída en el Exp. N° 432-
2005 de la Corte Superior de Justicia de Lima J11 .
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
con una anticipación no menor de dos días. Ellos son los “partícipes por
excelencia de la asamblea, ejerciendo en su plenitud los derechos inheren-
tes a su calidad de socios”(32); sin embargo estos atributos vienen apareja-
dos de limitaciones: los accionistas que hayan suscrito acciones sin dere-
cho a voto (artículo 96 de la LGS) no son considerados por la Ley General
de Sociedades para la asistencia a junta, salvo se organicen juntas especia-
les (sesión separada solo cuando se comprometan derechos particulares).
- La antigua ley estipulaba, en su artículo 130, que tienen derecho de asistir
a la junta general los titulares de acciones nominativas inscritas en el
libro de registro de acciones hasta los dos días anteriores al de la realiza-
ción de la junta (…)” (el resaltado es nuestro); daba por entendido que el
derecho de concurrencia a la junta general se extendía tanto para las accio-
nes con derecho a voto como para las que no, a pesar de ello no considera-
mos que la exclusión de los últimos en la nueva ley respecto a este derecho
merme su facultad de información de la marcha societaria, ya que existen
otros mecanismos a utilizar para satisfacerlo.
- Tampoco tienen derecho a acudir a junta los accionistas que se encuen-
tren en mora respecto a la integración de las acciones suscritas con dere-
cho a voto si se contempla así en la vía estatutaria. La Ley de Sociedades
Comerciales de Argentina es más drástica que la nuestra en este sentido,
pues anula automáticamente la posibilidad del socio moroso a participar
en junta (artículo 192), aunque prevé que el estatuto permita hacerlos in-
tervenir con voz pero sin voto. Nuestra Ley General de Sociedades es clara
al indicar que para el ejercicio de los derechos en junta, los accionistas de-
ben inscribir sus acciones en el libro matrícula de la sociedad (artículo 92)
tanto para la creación de acciones como para la emisión de las mismas; a
pesar de ello consideramos que los accionistas partícipes de la constitución
de la sociedad que por descuido o desconocimiento no matricularon sus
acciones ostentan todo el derecho a participar en junta ya que se presume
la vigencia de su titularidad. Por último, aquellos accionistas que tuvieren
algún interés en conflicto con la sociedad serán suspendidos en su derecho
a voto, aun así su presencia será computable para establecer el quórum de
la junta (artículo 133 de la LGS).
- Los directores y el gerente de la sociedad: con derecho a voz pero sin de-
recho a voto, su concurrencia no puede ser de otra manera pues de confor-
midad con el artículo 129 de la LGS la presidencia de la junta recae en el
presidente del Directorio y la secretaría en el gerente general (salvo dispo-
sición diversa del estatuto). Aunque existe una excepción a esta regla: que
(32) MASCHERONI, Fernando. Sociedades anónimas. Editorial Universidad. Buenos Aires, 1999, p. 129.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
6.2.1. Actas
Para la toma de acuerdos es imprescindible el cabal cumplimiento de las for-
malidades señaladas en la LGS, por lo tanto, los actos formales requeridos respecto
a los acuerdos sociales son de tipo ad solemnitatem:
a) Las actas deben expresar un resumen de lo acontecido en la junta, debido
a que este instrumento probatorio proporciona un testimonio de los hechos
acaecidos en aquella, la relación de los mismos debe sujetarse lo máximo
posible a la realidad, sin embargo “nada asegura que su contenido coincida
con la realidad pues es solo el relato de un suceso” (Res. N° 127-2006-
TR/T).
b) Las decisiones deben asentarse en un libro abierto específicamente para la
sesión o sesiones necesarias en el desarrollo del orden del día, caso contra-
rio se fijarán en hojas sueltas; todos ellos debidamente legalizados (requi-
sito preceptuado por la necesidad de la inscripción de la declaración en el
Registro Público). El registro de la reunión o reuniones tiene que plasmar-
se de forma indubitable y ordenada en los libros o fojas sueltas con el fin
de servir como medio de prueba de los acuerdos adoptados; en este mismo
sentido se pronunció el Tribunal Registral en la Res. N° 55-2001-ORLC/
TR, publicada en el diario oficial El Peruano el 09/06/2005: “(…) esta Sala
se ha pronunciado en la Res. N° 416-2000-ORLC/TR del 28 de noviembre
de 2000, en el sentido que toda persona jurídica debe llevar sus libros en
forma ordenada, debiendo acreditar ante el notario la conclusión o pérdida
del anterior para que proceda la legalización de un segundo libro (artículo
115 de la Ley del Notariado), acreditación que también se requerirá para
el tercer y subsiguientes libros; sin embargo, al colocar el número que le
corresponde al libro, el notario tendrá a la vista el libro que ha concluido
o certificación del libro que se ha perdido no resultando exigible presentar
ante notario todos los libros anteriores sino únicamente el inmediato ante-
rior, observándose para tal efecto los libros contenidos en el antecedente
registral más inmediato”(33).
c) El contenido del acta deberá estar dado por el lugar, la fecha y la hora en
que se realizó la junta general, debido a que esta es una sola (no impor-
tando el número de sesiones en que pueda dividirse); se levantará una sola
acta que para el supuesto de multiplicidad de reuniones deberá mostrar de-
talladamente las circunstancias de cada una de ellas. Es mérito de la actual
Ley General de Sociedades el señalar tácitamente el principio de unidad de
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
la junta general, y esto porque la anterior ley insinuaba que para cada se-
sión debería levantarse un acta: “Art. 140.- La sesión de junta general y los
acuerdos adoptados en ella, deben constar en el libro de actas legalizado
conforme a ley. Para las actas se observarán las siguientes reglas (...) 1° En
el acta de cada sesión (…)”.
d) Se deberá indicar también si la junta se celebra en primera, segunda o ter-
cera convocatoria.
e) Respecto de los socios: debe figurar en el acta el nombre de los accionistas
presentes, o en su defecto el de sus representantes; el número y clase de
acciones de las que son titulares.
f ) Nombres de quienes actuaron como presidente y secretario.
g) Indicación de las fechas y los periódicos en que se publicaron los avisos
de la convocatoria. Al respecto, la actual ley difiere de la antigua puesto
que en el inciso 1 del artículo 140 de la Ley de Sociedades Mercantiles se
prescribía que para la validez del acta de “cada sesión” debía insertarse los
comprobantes de haberse efectuado las publicaciones respectivas.
h) Forma y resultado de las votaciones y los acuerdos adoptados
i) Si el acta es aprobada en la misma junta debe contener constancia de esta
aprobación y ser firmada por el presidente, secretario y un accionista de-
signado. Si no se aprueba en la misma junta, la ley otorga un plazo de diez
días para que por lo menos dos accionistas, conjuntamente con el presi-
dente y secretario la revisen y aprueben. De todas maneras, el artículo 135
de la Ley General de Sociedades establece que cualquier accionista concu-
rrente a la junta general tiene derecho a firmar el acta. Veáse sobre el par-
ticular la Resolución N° 130-97-ORLC/TR J16 .
Si bien el artículo 135 enumera una serie de condiciones necesarias para la co-
rrecta presentación del acta, entre ellas la indicación del lugar en que se realizó la
junta, jurisprudencialmente se han marcado algunas pautas y precisiones a tomar
en cuenta. Así, por ejemplo, se prevé que “el artículo 135 de la ley societaria, que
regula sobre el contenido de las actas de las juntas resulta ser más permisivo, ya que
en el acta se deja constancia del lugar, siendo este documento una expresión escrita
tanto de los acuerdos a que arriba la junta como de las circunstancias de tiempo y
lugar en que se adopten; en consecuencia, no se requiere que en el acta se consigne
el lugar con la misma rigurosidad que en el aviso de convocatoria, aunque necesa-
riamente las referencias al lugar que consten en el acta debe permitir la verificación
de que coinciden con el señalado en la convocatoria”(34).
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
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días contados a partir de la fecha de realización del acto o de aprobación del acta en
la que conste el acuerdo respectivo”.
Entendemos pues que la ley no solo se refiere a los acuerdos que son necesaria-
mente inscribibles para su validez (como los que modifican el pacto o estatuto social
y precisan, por lo tanto, de escritura pública), sino también a aquellos acuerdos que
sin requerir este requisito sería conveniente como medida de seguridad para que los
socios sean publicitados por la vía registral (teniendo treinta días en ambos casos
pare realizar el trámite respectivo ante el Registro), es más, indica que la demanda
para solicitar la inscripción de todo tipo de acuerdos deberá tramitarse en un proce-
so sumarísimo.
Consideramos que la ley hace hincapié en estas facultades extendidas no solo
a los socios, sino también a aquellos que tengan un legítimo interés en que el acto o
acuerdo sea inscrito porque consideran que el registro es el camino más certero para
lograr la seguridad y publicidad en el tráfico comercial.
En ese sentido, el trámite registral que deben seguir necesariamente algunos
acuerdos podría también verse requerido para los que no esta previsto normativa-
mente. Todo depende de la voluntad social, la de los socios o de terceros con legíti-
mo interés que la compelan.
Por su parte, el artículo 3 del Reglamento del Registro de Sociedades (aprobado
por Res. N° 200-2001-SUNARP-SN) señala como actos inscribible en el Registro
aquellos que sean producto de acuerdos societarios (inc. b), a pesar de ello es de
entender que la fórmula dispuesta en el artículo 3 no es absolutamente cerrada, a ex-
cepción de lo indicado en el artículo 4 respecto de los actos no inscribibles (contra-
tos asociativos, transferencias de acciones u obligaciones emitidas por la sociedad,
sus canjes, desdoblamientos, actos de gravámenes, medidas cautelares o sentencias
que recaigan sobre ellas, tampoco las relativas a las deudas de la sociedad; debemos
ampliar esta lista respecto también de la ratificación de los cargos de representación
de la sociedad dados por tiempo indefinido, debido a que la ratificación no tiene
incidencia sobre el nombramiento indefinido del gerente o administradores).
Sobre el particular, el Reglamento del Registro de Sociedades precisa que el
registrador no es responsable de la autenticidad ni del contenido del libro u hojas
sueltas, acta o documento, ni por la firma, identidad, capacidad o representación de
quienes aparecen suscribiéndolos, por lo tanto, no importando la inserción de los
acuerdos en documentos públicos, el registrador debe presumir como verdaderos
aquellos acontecimientos que consten en actas al momento de realizar la califica-
ción de los títulos. Así, el artículo X del mencionado reglamento solo establece que:
“En todas las inscripciones que sean consecuencia de un acuerdo de junta general,
el registrador comprobará que se han cumplido las normas legales, del estatuto y de
los convenios de accionistas inscritos en el Registro sobre convocatoria, quórum y
mayorías, salvo las excepciones previstas en este Reglamento”.
Con el análisis de ambos artículos colegimos que si bien la ley exige ciertos
deberes de diligencia a los registradores, como contrapartida también exime a estos
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
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por lo que el socio que no contaba con los libros se encontró con la imposibilidad de
extender las actas en los libros y tuvo que hacerlo en documento especial”(37).
Sin embargo, como toda medida excepcional se deben cumplir ciertos requisi-
tos: suscripción de todos los socios presentes, posterior adhesión al libro y entrega
de documento al gerente general y esencialmente cumplir la carga por parte de la
sociedad de demostrar al registrador las razones que hicieron imposible la extensión
de las actas en los libros pertinentes.
(37) Res. N° 249-2002-ORLC/TR, precedente aprobado en el Décimo Pleno del Tribunal Registral de la Sunarp realizado los
días 8 y 9 de abril de 2005, El Peruano, 9/06/2005 J17 .
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Hasta hace pocas líneas mencionábamos que el acuerdo social tiene naturaleza
negocial por la presencia de “la autonomía privada” en su esencia. Pues bien siendo
que la autonomía privada se hace tangible en una declaración de voluntad es nece-
sario que esta se dirija a la realización de finalidades que el Derecho considere me-
recedoras de protección. Esta exigencia es satisfecha con la concepción de la causa
como “el fin jurídicamente protegido de la voluntad”; sin embargo, el propósito de
la voluntad social declarado en el acuerdo de la sociedad puede resultar ilícito y
determinar la nulidad de este(38); aunque en realidad las consideraciones respecto a
la nulidad y anulabilidad de los acuerdos societarios presentan cierta problemática
sobre todo si comparamos sus características respecto de las señaladas en el Código
Civil, sin embargo, corresponde realizar este análisis al estudiar con detalle, más
adelante, la impugnación de acuerdos sociales.
Desde otro punto de vista consideramos preciso el momento para diferenciar
los acuerdos negociales típicos o nominados de los innominados. En general, los
acuerdos típicos son aquellos previstos en un modelo legislativo (con un esquema
causal previsto en una norma legal), es decir los señalados explícitamente en la Ley
General de Sociedades (artículos 114 y 115); por el contrario, los acuerdos inno-
minados no poseen un esquema causal común (situación que ocasiona en muchas
oportunidades la errónea creencia de que en ellos no existe una causa o fin), por
lo que se deja al arbitrio de la voluntad la posibilidad de decidir sobre los asuntos
que le compete. En otras palabras, la lista prevista en los artículos 114 y 115 no es
exhaustiva, es más el inciso 8 del artículo 115 indica que la junta tiene competencia
para resolver casos en que la ley o el estatuto dispongan su intervención y en cual-
quier otro que requiera el interés social.
Sin embargo, los acuerdos atípicos adoptados por la junta, a diferencia de los
que no lo son, necesitan un mejor examen para la determinación de su validez. Esto
debido a dos motivos:
- La Ley General de Sociedades otorga a los socios la facultad de impugnar
los acuerdos “contrarios a esta ley”. De tal suerte colegimos que cualquier
infracción respecto a los acuerdos explícitamente señalados en ella puede
ser fácilmente corroborada y comprobada. No sucede lo mismo si el o los
socios desean impugnar un acuerdo lesivo a sus intereses aunque no ma-
nifiestamente nulo, a este efecto la actividad probatoria necesitará de una
mayor diligencia y cuidado.
- En muchas ocasiones será necesario acudir a formulaciones algo indeter-
minadas como los conceptos de “orden público”, “moral” y “buenas cos-
tumbres” para demostrar una malintencionada desviación de la voluntad
social.
(38) Numeral 4 del artículo 219 del Código Civil (el acto jurídico es nulo cuando su fin sea ilícito).
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
CAPÍTULO III
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
a los socios el libre ejercicio de este derecho de impugnación, vital para el buen
desenvolvimiento de las sociedades(42).
Y es que gracias a este derecho los socios se encuentran facultados a cuestio-
nar un acuerdo que, presumiblemente, es ilegal, infringe el estatuto o es contrario
a los fines mismos de la sociedad. De esta manera, los accionistas se encuentran
en la posibilidad de cautelar que la formación y contenido de la voluntad social se
enmarque dentro de los cánones legales y/o estatutarios preestablecidos, así como
que la decisión tomada en conjunto no lesione indebidamente sus legítimos intere-
ses particulares.
Sin embargo, el ejercicio del derecho de impugnación es una fuente constante
de conflictos y roces entre las minorías y las mayorías. Es por eso que se ha afir-
mado que la impugnación de acuerdos sociales es la materia más conflictiva del
Derecho de Sociedades(43), por lo que en este estudio a la par de describir los alcan-
ces de su regulación en la ley societaria peruana, intentaremos revisar cuáles son las
razones que justifican la permanencia de dichas normas. Empecemos.
(42) Lo curioso es que inmediatamente a continuación el artículo 96 de la Ley General de Sociedades sí señala expresamente
que los titulares de acciones sin derecho a voto tienen el derecho de impugnar los acuerdos que lesionen sus derechos.
(43) Hemos utilizado esta afirmación de Ávila Navarro, expresada en alusión a la realidad española, porque bien puede
aplicarse para el caso peruano. Ver: ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit. Tomo II, (Junta general, administración, modi-
ficación de estatutos, aumento y reducción de capital), p. 607.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
tienen por finalidad asegurar el interés económico de los accionistas y, por lo tanto,
ambos derechos resultan ser complementarios(44).
Efectivamente, los derechos políticos tienen por finalidad permitir a los socios
el goce y defensa de los derechos económicos. Así, por ejemplo, cuando el socio
acude a una junta y vota a favor de la adopción de un acuerdo (ya sea que este tenga
por finalidad aprobar la distribución de dividendos, para decidir por la remoción de
los gerentes, aprobar la realización de una actividad comercial o adquirir una maqui-
naria) lo hace porque en el fondo dicho acuerdo le retribuirá una ventaja económica
directa o indirecta, inmediata o futura.
En esa línea de pensamiento, el desaparecido tratadista nacional Elías Laroza,
refiriéndose a los derechos políticos, ha sostenido muy didácticamente que “en la
medida en que el accionista persigue un rendimiento efectivo de su capital, necesita
los mecanismos que le aseguren que la actividad social está efectivamente encami-
nada a obtener beneficios económicos adecuados. En otras palabras, el objetivo del
accionista podría ser obstaculizado o impedido si no tiene injerencia alguna en la
gestión social. De nada serviría asegurar los derechos patrimoniales si el accionista
no puede controlar la adopción de las decisiones orientadas a una eficiente conduc-
ción de los negocios sociales”(45).
Con el derecho de impugnación sucede lo mismo, esto es, siendo una de las
expresiones o manifestaciones del haz de derechos políticos de los socios, también
tiene por finalidad la defensa de los derechos económicos.
Pero vayamos por partes. El derecho de impugnación, en principio, es un dere-
cho político en la medida que, mediante su ejercicio, el socio expresa su disconfor-
midad con la adopción de determinado acuerdo y solicita su inmediata revocación a
efectos de que no despliegue los efectos deseados por los demás socios. Es decir, el
socio impugnante discrepa abiertamente de la decisión adoptada en la junta, por lo
que es una manifestación política de negación de la legalidad o validez del acuerdo.
Pero también tiene por finalidad la defensa de un interés económico, porque de
lo contrario ningún accionista invertiría tiempo, trámites, dinero en contratar a un
buen abogado y demás gastos colaterales para conseguir que en las instancias judi-
ciales se revoque el acuerdo.
(44) Así, por ejemplo, se ha afirmado con toda razón que:“Los derechos del accionista denominados políticos, tiene como fin
que el accionista: (i) pueda participar en la decisión sobre la inversión de los recursos aportados a la sociedad; (ii) pueda
atacar las decisiones de inversión de sus recursos que sean contrarias a las normas legales y estatutarias establecidas; y,
(iii) que cuente con información suficiente y oportuna para decidir sobre el destino de los recursos aportados. Facultades
todas, de evidente esencia económica (...) Todos los derechos que la acción confiere a su titular son derechos previstos
para defender el interés económico del accionista (...)” (DÍAZ BEDREGAL, Álvaro. “La indivisibilidad de la acción.
Una visión funcional”. En: Ius et Veritas. Revista editada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Lima, 2002. p. 184).
(45) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley General de Sociedades comentada. Fascículo segundo (artículos N° 50 al N° 106).
Editora Normas Legales, Trujillo, 1998, p. 194.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
Sobre las pretensiones arriba mencionadas volveremos más adelante, pero antes
queremos dar cuenta de algo que nos parece muy importante y que otorga una rele-
vancia peculiar al estudio del derecho de impugnación.
Nos estamos refiriendo al hecho de que por mandato expreso del artículo
151 de la Ley General de Sociedades, en sede judicial no será procedente otra
pretensión tendente a impugnar los acuerdos de junta que no fuese alguna de
estas dos antes referidas, o sea la acción de impugnación propiamente dicha o la
acción de nulidad.
Esto significa que si el pacto social o el estatuto hubiesen previsto a favor de
los accionistas otro mecanismo de impugnación de los acuerdos de junta, este no
(46) Para evitar confusiones, en el presente trabajo utilizaremos la expresión “acción de impugnación” para referirnos ex-
presamente a una de las dos pretensiones procesales (la otra es la “acción de nulidad”), previstas en nuestra legislación
societaria para que un accionista pueda oponerse judicialmente a la validez de un acuerdo de junta de socios; mientras
que utilizaremos el término“derecho de impugnación”o simplemente“impugnación”para referirnos en forma genérica
al derecho de acción, inherente a los socios, en su condición de tales, por el cual estos pueden oponerse judicialmente
a dichos acuerdos, cual puede ejercitarse mediante la referida “acción (o pretensión) de impugnación” y la “acción (o
pretensión) de nulidad”.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
(51) Como se debe recordar, los accionistas que fundaron la sociedad pueden reservarse algún beneficio mayor, generalmente
económico, que los coloque en una mejor situación que los demás accionistas. Este beneficio se encuentra previsto en el
artículo 72 de la ley General de Sociedades de la siguiente manera: “Independientemente de su calidad de accionistas,
los fundadores pueden reservarse derechos especiales de diverso contenido económico, los que deben constar en el
estatuto. Cuando se trate de participación en las utilidades o de cualquier derecho sobre estas, los beneficios no pueden
exceder, en conjunto, de la décima parte de la utilidad distribuible anual que aparezca de los estados financieros de los
primeros cinco años, en un periodo máximo de diez años contados a partir del ejercicio siguiente a la constitución de la
sociedad”.
(52) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit. Fascículo tercero (artículos N° 107 al N° 160), pp. 295-296.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
(54) Como se recordará, las sociedades anónimas pueden crear una o varias clases de acciones sin derecho a voto, las mismas
que confieren a sus titulares un derecho económico preferente a través de un dividendo preferencial. En contrapartida,
dichas acciones no se computan para determinar el quórum de las juntas generales
(55) Ley General de Sociedades
“Artículo 97.- Las acciones sin derecho a voto dan a sus titulares el derecho a percibir el dividendo preferencial que
establezca el estatuto.
Existiendo utilidades distribuibles, la sociedad está obligada al reparto del dividendo preferencial a que se refiere el
párrafo anterior.
En caso de liquidación de la sociedad, las acciones sin derecho a voto confieren a su titular el derecho a obtener el reem-
bolso del valor nominal de sus acciones, descontando los correspondientes dividendos pasivos, antes de que se pague el
valor nominal de las demás acciones”.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Es válido preguntarse las razones por las cuales nuestra ley societaria optó
por diferenciar la vía procedimental aplicable a uno y otro caso.
La respuesta más obvia parece ser que cuando la pretensión se basa en de-
fectos de convocatoria o falta de quórum, la materia probandi es escasa y
no se requiere de una etapa probatoria excesiva y complicada, como suele
ocurrir en los procesos abreviados, en donde el debate, discusión y prue-
ba de la existencia de las causales previstas en el artículo 139 de la Ley
General de Sociedades encuentran un lugar adecuado(56).
Sin embargo, nosotros podríamos agregar un segundo elemento que no tie-
ne mayor ambición de complementar al anterior. Si se revisa con cuidado
el artículo 139 de nuestra ley societaria, podemos advertir que cada uno de
los cuatro supuestos de impugnación previstos tienen su razón de ser en
el contenido del acuerdo. O sea, no se discute cómo se llegó a adoptar el
acuerdo, sino el contenido del acuerdo en sí. Obviamente, en este último
caso se requiere una discusión y debate mayor que permita a las partes en
conflicto exponer sus pareceres sobre la validez o ilegalidad del acuerdo, lo
que no se puede lograr con creces en los procesos sumarísimos.
b) Defectos de convocatoria y de quórum
Para que proceda la impugnación por la vía procedimental sumarísima,
¿qué debemos entender por defectos de convocatoria o de quórum?
En primer lugar, estaremos ante un defecto de convocatoria cuando, por
ejemplo, el aviso de convocatoria de la junta general obligatoria anual hu-
biese sido publicado con una anticipación menor de diez días al de la fecha
fijada para su celebración, o cuando dicho aviso no ha señalado el lugar, el
día y la hora de celebración de la junta, o habiendo especificado estos da-
tos se ha obviado indicar los diversos asuntos a tratar. En suma, estaremos
frente a un defecto de convocatoria cuando no se observen las formalidades
previstas en el artículo 116 de la Ley General de Sociedades(57).
(56) De esta opinión son: ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit., Fascículo tercero (artículos N° 107 al N° 160), p. 299:
“Este se tramita como proceso sumarísimo, debido a que las pretensiones no requieren de una etapa probatoria larga
y complicada: el juez solo debe analizar la convocatoria a la junta y el quórum de la misma”; y, BEAUMONT CA-
LLIRGOS, Ricardo. Comentarios a la nueva Ley General de Sociedades. 2a edición. Gaceta Jurídica. Lima, 2000,
p. 337: “la probanza es relativamente sencilla, se trata de cotejar los estatutos sociales con los avisos en los diarios, libro
de registro y transferencia de acciones, actas y cosas similares. Con un proceso sumarísimo es suficiente”.
(57) Ley General de Sociedades
“Artículo 116.- Requisitos de la convocatoria
El aviso de convocatoria de la junta general obligatoria anual y de las demás juntas previstas en el estatuto debe ser
publicado con una anticipación no menor de diez días al de la fecha fijada para su celebración. En los demás casos, salvo
aquellos en que la ley o el estatuto fijen plazos mayores, la anticipación de la publicación será no menor de tres días.
El aviso de convocatoria especifica el lugar, día y hora de celebración de la junta general, así como los asuntos a tratar.
Puede constar asimismo en el aviso el lugar, día y hora en que, si así procediera, se reunirá la junta general en segunda
convocatoria. Dicha segunda reunión debe celebrarse no menos de tres ni más de diez días después de la primera.
La junta general no puede tratar asuntos distintos a los señalados en el aviso de convocatoria, salvo en los casos permi-
tidos por la ley”.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
b) Legitimidad activa
Por su parte, los únicos que pueden interponer la acción de impugnación
son los socios. Ni los administradores (obviamente, que no sean a la vez
socios) ni los terceros (ya sea que tengan intereses económicos con la so-
ciedad) se encuentran facultados para interponer una acción de impugna-
ción. Sin embargo, los administradores y los terceros cuentan con la acción
de nulidad para discutir la validez de un acuerdo de junta, lo que será ma-
teria de análisis más adelante.
En ese sentido, siguiendo el pensamiento de Ávila Navarro, deberá negarse
legitimación al accionista que deje de serlo antes o durante la impugna-
ción. Asimismo, no se puede admitir la impugnación de quien adquiere el
estatus de socio después de adoptado el acuerdo cuestionado(60).
Ahora bien, no basta con poseer la condición de accionista para interponer una
demanda de impugnación de acuerdos de junta, pues para que el socio se encuentre
totalmente legitimado debe encontrarse en alguna de estas tres situaciones, confor-
me establece el artículo 140 de la Ley General de Sociedades:
a) Haber asistido a la junta y hecho constar en el acta su oposición al acuerdo;
b) Haber estado ausente en la junta al momento de tomarse el acuerdo; o,
c) Haber sido ilegítimamente privado de emitir su voto.
Si se reflexiona un poco acerca de lo que significa que el socio reúna alguna de
estas condiciones se pueden empezar a clarificar las razones por las cuales denomi-
namos este subcapítulo como “la acción de impugnación, un camino de espinas”.
Veamos. Si el socio asistió a la junta, debe manifestar su disconformidad con
el contenido del acuerdo y verificar que en el acta que se elabore con ocasión de la
realización de la junta se exprese fehacientemente dicho desacuerdo.
En otras palabras, nuestra ley societaria exige al socio que votó por una posi-
ción que no fue la mayoritaria, a tomar inmediatamente, esto es, en el mismo mo-
mento de realización de la junta, la decisión de impugnar el acuerdo y hacer constar
su oposición a este en el acta(61). En consecuencia, una vez elaborada el acta sin que
(60) ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit., pp. 612-613. Este autor cita las jurisprudencias españolas S. 02.07.75 y la S.
24.10.67 que han considerado que carecen de legitimación los accionistas que hayan entrado en la sociedad con poste-
rioridad a la celebración de la junta. Nosotros compartimos ese criterio para el caso peruano, debido a la similitud de
nuestras normas con las españolas. No obstante, el socio que pretenda impugnar un acuerdo adoptado con anterioridad
a su incorporación como socio podrá utilizar la acción de nulidad, tal como lo podría hacer un tercero con legítimo
interés.
(61) Para Ávila –en criterio que compartimos plenamente– la exigencia de que se formule oposición y que esto se haga cons-
tar en acta tiene la enorme ventaja de dar seguridad a los acuerdos sociales. De tal manera que si los accionistas no se han
opuesto, la sociedad ya no tiene que temer acciones de impugnación. Sin embargo, como afirma Ávila, dicha exigencia
parece excesivamente formalista, sobre todo si se tiene en cuenta que se dirige a unos accionistas normalmente legos en
Derecho y que no siempre contarán con asesoramiento legal en el momento de la junta. Por ello, sugiere el mencionado
autor que los abogados deben cuidar especialmente de advertir previamente de este extremo a las personas a quienes
asesoren en materia mercantil. ÁVILA NAVARRO, Pedro. Ob. cit., p. 615.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
ejemplo, dispone la modificación del estatuto podrá hacerlo a partir del día siguiente
de adoptado el acuerdo y no esperar a que este se inscriba.
Y, en tercer lugar, creemos que el socio que no impugnó un acuerdo inscrito
dentro del plazo de caducidad establecido por el mencionado artículo 142, no podrá
alegar después de vencido dicho plazo que no tuvo conocimiento de la inscripción
del acuerdo; pues, en virtud del ya antes referido principio de publicidad registral
contenido en el artículo 2012 del Código Civil nacional, nadie puede alegar desco-
nocimiento de las inscripciones registrales.
Por otro lado, ¿cómo debe realizarse el cómputo del plazo de caducidad? Esto
es, si el acuerdo se adoptó el 14 de abril, ¿hasta qué día podrá presentar la demanda
de impugnación el socio que no asistió a la junta que dispuso este acuerdo? ¿hasta
el 14 de julio o hasta el 15 de julio?
Pues bien, a diferencia de lo que sucede en otras normas de nuestro ordena-
miento jurídico, en la Ley General de Sociedades no existe una disposición expresa
que indique cómo debe realizarse el cómputo de los plazos(62), por lo que correspon-
de aplicar las normas del Derecho común. Por lo que, tomando en cuenta lo previsto
en el artículo 183 del Código Civil(63), debemos concluir que los plazos de caducidad
previstos en el artículo 142 de la Ley General de Sociedades se cumplen en el mes
del vencimiento y en el día de este correspondiente a la fecha del mes inicial.
Así, en el ejemplo antes propuesto, el plazo de caducidad vencerá indefectible-
mente el 14 de julio, salvo que este día sea inhábil, en cuyo caso el plazo vencerá el
primer día hábil siguiente(64).
(62) Así, en el artículo 144 de la vigente Ley de Títulos Valores, Ley N° 27287 del 19 de junio del 2000, se señala que el
cómputo de los plazos de vencimiento fijados en meses, años u otras formas permitidas por la ley se determinará según
las normas del Derecho común. En cambio, nuestro Código Procesal Civil establece en su artículo 147 que el plazo se
cuenta desde el día siguiente de notificada la resolución que lo fija y, cuando es común, desde la última notificación; y
que no se consideran para el cómputo los días inhábiles.
(63) Código Civil:
“Artículo 183.- El plazo se computa de acuerdo al calendario gregoriano, conforme a las siguientes reglas:
1. El plazo señalado por días se computa por días naturales, salvo que la ley o el acto jurídico establezcan que se haga
por días hábiles.
2. El plazo señalado por meses se cumple en el mes del vencimiento y en el día de este correspondiente a la fecha del
mes inicial. Si en el mes de vencimiento falta tal día, el plazo se cumple el último día de dicho mes.
3. El plazo señalado por años se rige por las reglas que establece el inciso 2.
4. El plazo excluye el día inicial e incluye el día del vencimiento.
5. El plazo cuyo último día sea inhábil, vence el primer día hábil siguiente”.
(64) Sobre el particular, ver la Cas. 2481-98-Lima J21 .
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haya sido revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o
al estatuto.
Resulta lógico que cuando la junta general revoque o sustituya el acuerdo ma-
teria de impugnación, el juez deba disponer la conclusión del proceso y su conse-
cuente archivamiento, cualquiera que sea su estado, pues habría ocurrido lo que se
denomina en la ciencia procesal como sustracción de la materia. Esto es, el proceso
sería inútil debido a que el conflicto de intereses ha desaparecido.
Para ello, bastará que la sociedad acredite ante el órgano jurisdiccional, me-
diante documento de fecha cierta, que el acuerdo ha sido revocado o sustituido por
otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto, según corresponda. Sobre
el particular, existe una jurisprudencia registral que establece que cuando se presen-
ten para su calificación acuerdos de la junta general en los que se señale que se
“deja sin efecto” un acuerdo determinado, deberá evaluarse si la junta pretende que
ello sea retroactivo o no; si de la evaluación del acuerdo concluye que no se preten-
de que sea retroactivo, no habrá inconveniente de inscribir el acuerdo, pues dejar
sin efecto retroactivamente equivale a revocar el acuerdo: “Que, la Ley General de
Sociedades prevé la impugnación de los acuerdos de la junta general, cuyo conte-
nido sea contrario a dicha ley, se opongan al estatuto o al pacto social o lesionen
los intereses de la sociedad, así como los que incurran en causal de anulabilidad; el
referido artículo señala que no procede la impugnación cuando el acuerdo haya sido
revocado o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto.
Que, por lo tanto, la ley prevé expresamente que la junta general revoque o sustituya
sus acuerdos, pero no prevé que los deje sin efecto; sin embargo, debe distinguirse
entre dejar sin efecto retroactivamente –lo que implica la pretensión de que el acuer-
do no haya surtido efectos, tal como si nunca hubiera existido–, y dejar sin efecto no
retroactivamente, lo que implica que el acuerdo surtió efectos desde que se adoptó
hasta que se acordó dejarlo sin efecto; como puede apreciarse, dejar sin efecto no
retroactivamente equivale a revocar el acuerdo, de manera que cuando se presenten
para su calificación acuerdos de la junta general en los que se señale que se “deja
sin efecto” un acuerdo determinado, deberá evaluarse si la junta pretende que ello
sea retroactivo o no; si de la evaluación del acuerdo se concluye que no se pretende
que sea retroactivo, no habrá inconveniente para inscribir el acuerdo, pues dejar sin
efecto no retroactivamente equivale a revocar el acuerdo”(65).
Sobre el particular, también sería saludable que mediante una reforma legislativa
(o en todo caso nuestros jueces en mérito de su labor de llenar o suplir los vacíos de
la ley) se establezca que cuando sea evidente que el error o defecto es subsanable, se
otorgue a la sociedad un plazo razonable para que puedan corregir el error advertido, tal
como establece el texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas española(66). De
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
“Art. 115.- Si fuera posible eliminar la causa de impugnación, el juez otorgará un plazo razonable para que aquella pueda
ser subsanada”.
(67) Código Procesal Civil
“Artículo 97.- Quien tenga con una de las partes una relación jurídica sustancial, a la que no deban extenderse los efectos
de la sentencia que resuelva las pretensiones controvertidas en el proceso, pero que pueda ser afectada desfavorablemen-
te si dicha parte es vencida, puede intervenir en el proceso como coadyuvante de ella.
Esta intervención puede admitirse incluso durante el trámite en segunda instancia.
El coadyuvante puede realizar los actos procesales que no estén en oposición a la parte que ayuda y no impliquen dis-
posición del derecho discutido”.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Sin embargo, el artículo 144 de la vigente norma societaria no deja de ser par-
ticularmente criticable. En efecto, al sancionar al socio que transfiere parte de su
participación social con la pérdida de la legitimidad para obrar en el proceso de im-
pugnación, dicho artículo resulta ser un precepto ineficiente y inadecuado al devenir
del mercado y al libre flujo de los capitales.
Esto es, ¿cuál es la razón que podría justificar que un socio que ha impugnado
un acuerdo de junta y transfiere alguna de sus acciones deba ser apartado del proce-
so de impugnación? Si el socio tiene 20 acciones, ¿acaso no podría transferir una de
ellas y mantener el mismo interés por impugnar el acuerdo?
Beaumont, anticipándose a las críticas, ha respondido a esta observación de la
siguiente manera: “Es posible que alguien ponga en duda la validez de por qué la
transferencia ‘parcial’ también produce la extinción de la acción de impugnación,
y eventualmente consideré incorrecta esta norma. Se preguntará, por ejemplo, si el
accionista impugnante posee el 30% del capital social y transfiere un 10%, por qué
esta transmisión parcial va a extinguir respecto de él, el proceso de impugnación. La
respuesta es que la impugnación se planteó con la voluntad unitaria del 30% que no
es divisible en varias o numerosas voluntades, tales como y dentro de ellas, algunas
para enajenar, otras para dar en prenda, unas terceras para dar en usufructo y las
últimas para continuar la impugnación (...). La voluntad expresada con la totalidad
de las acciones, es una: con las que impugnó debe continuar, sin fraccionamiento ni
cortapisas. Por cierto, nada quita ni agrega la adquisición de un mayor número de
acciones, en el intervalo”(72).
Pero, en verdad ¿resulta coherente hablar de una “voluntad unitaria” que debe
permanecer incólume cuando a la par nada imposibilita que esta “voluntad” crezca
al permitirse al socio que sí pueda adquirir nuevas acciones? ¿Es sensato pensar que
si del 30% de la participación social del accionista, este transfiere el 0,5% ya no va
a tener la misma “voluntad” de impugnar un acuerdo? Considero que la respuesta
en ambos casos es negativa.
Claro, resulta sensato que se exija a los accionistas impugnantes a mantener su
condición de tal durante el proceso (por lo que es lógico que si transfieren toda su
participación social se extinga el proceso respecto de él); sin embargo, prohibirles
que transfieran una parte de sus acciones es una norma anacrónica e ineficiente para
el tráfico mercantil actual. Piénsese en un accionista de una sociedad anónima abier-
ta (inversionista, por naturaleza) que, habiendo impugnado un acuerdo y teniendo
enorme interés en que este se revoque, no pueda transferir parte de sus acciones
por un buen tiempo debido a que nuestro Poder Judicial, como siempre, es lento en
resolver el proceso de impugnación.
Por todo ello consideramos que el artículo 144 de la Ley General de
Sociedades requiere una inmediata y urgente reforma en la parte que dispone que la
57
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
58
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
celebre algún acto jurídico con la sociedad. Esto es, el acuerdo se ejecutará
pero el tercero que contrate con la sociedad lo hará a sabiendas que existe en
trámite un proceso de impugnación de un acuerdo de junta, por lo que los efec-
tos de la sentencia que recaiga en dicho proceso podrían alcanzarle.
En ese sentido, el profesor Oswaldo Hundskopf afirma que “dicha anotación
preventiva de la demanda, en el proceso de impugnación, constituye una medida
cautelar, la cual no altera o afecta el normal desenvolvimiento de la sociedad. Sin
embargo, dicha anotación cumple con la función de debilitar la buena fe registral,
evitando de esa manera que los terceros aleguen buena fe, a efectos de no verse
perjudicados por las consecuencias materiales de la sentencia definitiva que deje sin
efecto el acuerdo impugnado”(74).
Esta anotación de la demanda en Registros Públicos es provisional, por lo que
recién cuando quede firme la resolución que declare fundada la demanda de impug-
nación se inscribirá la suspensión definitiva del acuerdo impugnado.
Por el contrario, en caso de que la demanda sea desestimada por sentencia
firme, o cuando el demandante se haya desistido, conciliado, transado o cuando se
haya producido el abandono del proceso, la anotación preventiva de la demanda se
cancelará a solicitud de la sociedad.
59
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
invalidez del acuerdo pero se respetará su eficacia de los derechos adquiridos, ello
en estricto respeto al principio de seguridad jurídica”(76).
Por otro lado, la sentencia que declara fundada la demanda se limitará a la de-
claración de nulidad y, en su caso, a ordenar la cancelación de las inscripciones co-
rrespondientes. Obviamente, el juez no puede establecer en la sentencia cuál debe
ser el contenido correcto del acuerdo, pues la junta de accionistas es la única legiti-
mada para adoptar el o los acuerdos que procedan como consecuencia de la declara-
ción judicial de nulidad del acuerdo impugnado.
5.11. Reflexiones
Luego de haber revisado los innumerables requisitos para que sea procedente la
acción de impugnación, cabe preguntarse por qué nuestra legislación societaria ha
establecido requisitos tan severos para que un accionista pueda interponer la acción
de impugnación.
La mayor parte de la doctrina responde a esta interrogante argumentando que
si bien es cierto que debe permitirse a los accionistas la facultad de impugnar un
acuerdo societario como una manera de control extrajunta de las decisiones adop-
tadas por las mayorías, también es cierto que permitir libre y anárquicamente los
cuestionamientos de dichas decisiones no haría sino entorpecer la constante y diná-
mica marcha de las actividades negociales de la sociedad, afectando la circulación
de los capitales y la seguridad jurídica de las operaciones comerciales efectuadas
con terceros con arreglo a dichos acuerdos.
Por ello –se señala– resulta prudente encontrar un mesurado equilibrio entre
el derecho de impugnación de los socios y el normal desarrollo de las actividades
económicas de las empresas. En esa línea de pensamiento, Tomás Pelayo Muñoz
ha señalado que el ejercicio del derecho de impugnación “debe matizarse con el
principio de mantenimiento de los acuerdos sociales, en clara protección al tráfico
mercantil”(77).
Seguramente este criterio mayoritario de los tratadistas estuvo en la mente
de nuestros legisladores, quienes obedeciendo dicho dictado plasmaron en la Ley
General de Sociedades que el ejercicio de la acción de impugnación debía tener
como presupuesto que el accionista reúna los requerimientos anteriormente referi-
dos, de tal manera que, de no reunirlos, sería inviable impugnar un acuerdo de junta
mediante esta pretensión procesal.
(76) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “La junta general de accionistas y la configuración de la voluntad social”. En: Derecho
Comercial. Tomo IV: Temas societarios. Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima. Lima, 2003, p. 63.
(77) PELAYO MUÑOZ, Tomás. Las acciones: derechos del accionista, representación, transmisión, derechos reales, nego-
cios sobre las propias acciones. Monografías mercantiles N° 4. Editorial CISS, p. 31.
60
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
61
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
interés en que este se revoque, así como interponer la acción en el plazo de un año
contado desde su adopción(79), lo que ha sido recogido a nivel jurisprudencial en rei-
teradas ocasiones(80).
(79) La anterior legislación societaria peruana no preveía un plazo para la acción de nulidad de acuerdo de junta de accionis-
tas, por ello, para llenar ese vacío debía acudirse a lo previsto en el Código Civil. A diferencia de ello, nuestra vigente
Ley General de Sociedades sí establece un plazo de caducidad para solicitar la nulidad del acuerdo de junta de accionis-
tas, el cual es de un año contado desde la adopción del acuerdo.
(80) Ver, por ejemplo, la Cas. N° 1082-2006-Lambayeque El Peruano, 2/04/2007 J24 o la resolución recaída en el Exp. N°
369-2005 J25 .
(81) Existen opiniones que consideran que los accionistas solo se encuentran facultados para interponer acciones de impug-
nación y no de nulidad de un acuerdo de junta. Otros, en cambio, sostienen que la acción de nulidad también puede ser
ejercida por los accionistas (ver: HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “El derecho de impugnación... Ob. cit., p. 76). Elías
Laroza, sin afirmarlo expresamente, parece inclinado a esta tesis (ver: ELÍAS LAROZA, Enrique. Derecho societario
peruano... Ob. cit., p. 325). Por nuestra parte, nos adscribimos totalmente a la tesis expuesta por Hundskopf. A pesar de
que en el art. 150 de la LGS no se señala expresamente que los accionistas se encuentran facultados para ejercitar esta
acción, cuando se establece en forma genérica que dicha acción puede ser interpuesta por“cualquier persona que tenga
legítimo interés” no cabe duda que también, y sobre todo, se incluye a los accionistas.
(82) ELÍAS LAROZA, Enrique. Derecho societario peruano... Ob. cit., p. 325.
62
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
nulo por el artículo 38 de la Ley General de Sociedades(83) (que en suma contiene los
mismos supuestos que los previstos en el artículo 139) pueda ser objeto tanto de la
acción de nulidad como de la acción de impugnación.
Esto es, que todo acuerdo contrario a la Ley General de Sociedades pueda ser
cuestionado vía acción de impugnación o vía acción de nulidad.
Por citar un ejemplo, si en una junta se adopta un acuerdo que colisiona con
una disposición del estatuto, cualquier accionista podría interponer la acción de im-
pugnación, ya que esto lo prevé expresamente el artículo 139 de la Ley General de
Sociedades; pero, también el socio podrá discutir la validez de este acuerdo vía ac-
ción de nulidad, porque el artículo 150 lo faculta a interponer esta pretensión cuan-
do el acuerdo incurre en una causal de nulidad establecida en la Ley General de
Sociedades. Lo que sucede con los acuerdos que violen el estatuto social, en virtud
de lo dispuesto en el artículo 38 de dicho cuerpo de leyes.
Lo mismo podríamos decir de aquellos acuerdos que lesionen los intereses de
la sociedad en beneficio de uno o varios socios, o que violen el pacto social o sean
contrarios a las leyes que interesan al orden público.
Por ello nos parece totalmente contradictorio que si, en aras de la libre circu-
lación de los capitales y la seguridad jurídica, se ha tomado partido por restringir la
posibilidad de los accionistas para discutir los acuerdos de junta mediante la llama-
da acción de impugnación, imponiendo una serie de requisitos tan exigentes en los
artículos 139 y 140 de la Ley General de Sociedades; luego, solo diez artículos más
adelante, se abra la posibilidad para que no únicamente los accionistas, sino cual-
quier tercero con legítimo interés, pueda dirigirse contra el mismo acuerdo vía la
flexible acción de nulidad, la que adicionalmente tiene un mayor plazo de caducidad
que el de la acción de impugnación.
Es decir, por un lado se restringe enormemente las posibilidades de impugnar
un acuerdo y, por otro lado, se olvidan estas previsiones con la acción de nulidad.
A la única solución coherente que podemos llegar para armar este rompeca-
bezas normativo es que el diseño legislativo de la Ley General de Sociedades tuvo
como propósito que el accionista impugnante que reúna los requisitos de los artícu-
los 139 y 140 obtenga, mediante el ejercicio de la acción de impugnación, el bene-
ficio de una tramitación más rápida y expeditiva en el Poder Judicial (vía
63
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
(84) Piénsese además en el distintivo retardo de nuestro aparato administrador de justicia, sobre todo si se trata de un proceso
de conocimiento.
64
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Asimismo, dicho texto normativo señala en su artículo 117 que “para la im-
pugnación de los acuerdos nulos están legitimados todos los accionistas, los admi-
nistradores y cualquier tercero que acredite interés legítimo”, mientras que “para la
impugnación de acuerdos anulables están legitimados los accionistas que hubiesen
hecho constar en acta su oposición al acuerdo, los ausentes y los que hubiesen sido
ilegítimamente privados del voto, así como los administradores”.
Consideramos que una solución tan inteligente como la prevista en la ley socie-
taria española no resulta nada inadecuada para nuestra realidad, máxime si nuestra
Ley General de Sociedades está inspirada en mucho por aquella. No obstante ello,
a la par de no desechar que se proponga otra alternativa, nos permitiríamos sugerir
que no debemos sentarnos a esperar por una solución legislativa que probablemente
nunca llegue. Tal vez nuestra judicatura, mediante una sistemática y correcta inter-
pretación, pueda tomar la palabra.
65
JURISPRUDENCIA
VINCULADA
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
J1 J1
Res. N° 440-96-ORLC/TR
Tribunal Registral
Lima, 13 de diciembre del 2006
Directorio: concepto
El directorio es un cuerpo colegiado que representa a la sociedad en
forma continua, circunscribiendo su accionar a las facultades previs-
tas por la Ley General de Sociedades, por el estatuto de la empresa y
las que le sean otorgadas por la junta general de accionistas.
Resolución N° 440-96-ORLC/TR
Lima, 13 de diciembre de 1996.
VISTA, la apelación interpuesta por doña Leonor María Belaúnde Prado (Hoja de Trámi-
te N° 22767 del 31 de octubre de 1996), contra la observación formulada por el Registra-
dor Público Dr. Carlos Antonio Más Avalos, a la solicitud de inscripción de la Aceptación
de la Renuncia del Director-Gerente General, Nombramiento de Gerente y Otorgamiento
de Poderes, acordado por el Directorio de la empresa NEGOCIOS INMOBILIARIOS
TURÍSTICOS S.A. en mérito a los partes notariales de la Escritura Pública del 2 de
agosto de 1996 extendida ante el Notario Público de Lima Dr. Ramón Espinoza Garreta.
El título se presentó el 14 de octubre de 1996 con el N° 163885. El Registrador denegó la
inscripción señalando que:“El Directorio no cuenta con facultades expresas para otorgar
poderes para la disposición o gravamen de los bienes inmuebles de la sociedad, según lo
establecido por el estatuto social. La presente observación se efectúa de conformidad con
lo señalado en el artículo 167 del Código Civil y la Resolución del Tribunal Registral
N° 080-96-ORLC/TR del 01 de Marzo de 1996”; y,
Considerando:
Que, el Directorio de la empresa Negocios Inmobiliarios Turísticos S.A., en su sesión
de fecha 5 de junio de 1996, según acta inserta en la Escritura Pública conformante del
título apelado, acordó aceptar la renuncia de su Director-Gerente General a don Jorge
Alfredo de Cárdenas Leguía, designar acto seguido como Gerente General a don Jorge
Alberto Matute Quiroga y finalmente otorgar poderes de representación en favor de
diversas personas;
Que, de conformidad con el Art. 6 del Estatuto de la precitada empresa, incluido en su
escritura pública de Constitución otorgada el 21 de febrero de 1996 por ante el Notario de
Lima Dr. Jaime Alejandro Murguía Cavero e inscrita en la ficha N° 125941 del Registro
69
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
Mercantil en virtud del título archivado N° 41502 del 14 de marzo de 1996, el Directorio
de Negociaciones Inmobiliarios Turísticos S.A. está compuesto por un mínimo de tres
miembros y un máximo de seis y tiene como plazo de duración el de tres años;
Que, el primer acuerdo adoptado en la sesión del Directorio del 05 de junio de 1996 fue
la aceptación de la renuncia de uno de sus Directores, también Gerente General, omi-
tiéndose reemplazar al miembro renunciante, lo que determinó que el Directorio de la
Empresa se redujera a dos miembros, perdiendo a partir de dicho momento su calidad de
órgano colegiado y consecuentemente deviniendo en incapaz para tomar acuerdos como
Directorio de una Sociedad;
Que, estando a lo expuesto en el considerando precedente y conforme a lo previsto por el
inciso 1) del Art. 140 del C.C., el acuerdo de designación de un nuevo Gerente General y
el subsiguiente otorgamiento de poderes son jurídicamente inválidos;
Que, adicionalmente, atendiendo al contenido de la observación formulada por el Re-
gistrador, de aceptarse el supuesto de la validez de los acuerdos contenidos en el título
alzado, debe precisarse que el criterio de este Tribunal recogido en la Resolución N° 080-
96-ORLC/TR, constituye un precedente para efectos de los Registros Públicos;
Que, el Directorio es un cuerpo colegiado que representa a la sociedad en forma continua,
circunscribiendo su accionar a las facultades previstas por la Ley General de Sociedades,
por el Estatuto de la Empresa y las que le sean otorgadas por la Junta General de Accio-
nistas;
Que, del texto del artículo segundo del Estatuto de la mencionada empresa consta que su
objeto social está dirigido al ámbito turístico y del artículo octavo consta que el Directo-
rio tiene las facultades de representación y de gestión legal para la administración de la
sociedad, sin hacerse mención expresa de una o más facultades específicas que pudieran
haberse concedido, de lo cual resulta, por un lado, que el Directorio carece de la facultad
de disponer de bienes inmuebles por no corresponder esta actividad al objeto social de
Negocios Inmobiliarios Turísticos S.A. y por otro que, los fundadores de la sociedad no
confirieron al Directorio la facultad de disponer de bienes inmuebles, por lo que el Direc-
torio privado de esta facultad, se halla impedido a su vez de otorgar poderes de este orden
en favor de sus gerentes o terceros; y,
Estando a lo acordado:
Se resuelve:
CONFIRMAR la denegatoria de inscripción formulada por el registrador del Registro
de Personas Jurídicas de Lima al título referido en la parte expositiva, por los distintos
considerandos expuestos en la presente Resolución.
Regístrese y comuníquese.
Dra. MARTHA SILVA DÍAZ,
Presidenta del Tribunal Registral
Dra. ELENA VÁSQUEZ TORRES
Vocal del Tribunal Registral
Dr. WALTER POMA MORALES
Vocal del Tribunal Registral
70
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
J2 J1
Res. N° 240-2001-ORLC/TR
Tribunal Registral
Lima, 12 de junio del 2001
Resolución Nº 240-2001-ORLC/TR
Lima, 12 de junio del dos mil uno
VISTO, el recurso de apelación interpuesto por MACARENA MORALES MAILHE
(Hoja de Trámite N° 2001–011838 del 27 de marzo de 2001), contra la observación for-
mulada por la Registradora Pública (e) del Registro de Personas Jurídicas de Lima, Dra.
Silvia Montañez Zamora, a la solicitud de inscripción de ratificación y otorgamiento de
poderes de LAIVE S.A., en mérito a copias certificadas por Notario. El título se presentó
el 13 de febrero de 2001 bajo el N° 30628. La Registradora denegó la solicitud de ins-
cripción por cuanto: “ Verificados los estatutos de la sociedad (título archivado N° 87853
del 27 de mayo de 1998) LAIVE S.A., el directorio no cuenta con facultad expresa para
realizar operaciones bancarias de títulos valores, constituir y levantar gravámenes sobre
los bienes muebles e inmuebles de la sociedad, disponer de los bienes de la sociedad, por
lo cual resulta improcedente que otorgue nuevas facultades al gerente general tal como
consta en la sesión del directorio del 12 de diciembre de 2000, artículo 2015 del Código-
Civil, artículo 151 del Reglamento General de los Registros Públicos. Se deja constancia
que existe jurisprudencia registral: Resolución N° 481-98-ORLC/TR, 041-99-ORLC/TR,
donde se señala que:“(...) el directorio está plenamente facultado para adoptar acuerdos
referidos a actos de administración ‘ordinarios’ (dentro del objeto social) y “extraordina-
rios”, salvo limitación estatutaria expresa o legal (...) el directorio podrá adoptar acuerdos
de disposición de los bienes de la sociedad, constituyendo un acto de administración
“extraordinario” (al no estar comprendido dentro de su objeto social), sin embargo, tales
facultades no pueden desnaturalizarse adquiriendo el carácter‘ordinario’, como si fueran
parte del objeto social, dado que ello implicaría una modificación del estatuto sin respetar
las formalidades legales (...)”; en ese sentido no resulta factible que el directorio de LAI-
VE S.A., otorgue las facultades mencionadas al gerente de la sociedad”; interviniendo
como Vocal ponente la Dra. Nora Mariella Aldana Durán; y,
71
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
Considerando:
Que, mediante el título venido en grado, se solicita la inscripción de ratificación y otor-
gamiento de poderes de LAIVE S.A., en mérito a copias certificadas por Notario de la
sesión del directorio realizadael 12 de diciembre de 2000, por la cual se ratifican los pode-
res otorgados al gerente general señor Enrique Palacios Rey en las sesiones del directorio
realizadas el 04 de setiembre de 1995 y 25 de enero de 2000; asimismo, se otorgan nuevas
facultades al gerente general para que represente a la sociedad en forma individual y con-
juntamente con cualesquiera de los directores;
Que, revisada la partida registral de la sociedad, inscrita a fojas 302 del tomo 107 que
continúa en la ficha N° 120689 y partida electrónica N° 11022192 del Libro de Socieda-
des del Registro de Personas Jurídicas de Lima, se aprecia que mediante escritura pública
del 28 de marzo de 1996 extendida ante el Notario de Lima Dr. Abraham Velarde Álva-
rez se modificó totalmente el estatuto social (título archivado N° 53343 del 03 de abril
de 1996), conforme consta inscrito en el asiento 2-b) de la ficha N° 120689; el estatuto
posteriormente fue modificado parcialmente para ser adecuado a la vigente Ley General
de Sociedades, mediante escritura pública del 21 de mayo de 1998 ante el mismo Notario
(título archivado N° 87853 del 27 de mayo de 1998), inscrito en el asiento B 00001 de la
partida electrónica N° 11022192;
Que, constituye el fundamento de la observación recurrida, que el directorio no cuenta
con facultad expresa para realizar operaciones bancarias, de títulos valores, disponer de
sus bienes, además de constituir y levantar gravámenes sobre los bienes muebles e inmue-
bles de la sociedad; en consecuencia, tampoco puede otorgar facultades en ese sentido al
gerente general;
Que, en la sesión de directorio que es materia de inscripción –además de ratificar poderes
otorgados anteriormente al gerente general y que constan inscritos en la partida registral
de la sociedad–, se otorgó poder al gerente general señor Enrique Palacios Rey, para que
–entre otros actos–, represente a la sociedad en los contratos de constitución de garantías
hipotecarías y prendarias a favor de Laive S.A., así como en los contratos de cancelación
y levantamiento de dichas garantías; asimismo, se le otorgaron poderes para celebrar
contratos de transferencia de vehículos; adicionalmente, para que en forma conjunta con
cualesquiera de los directores, se adjudique, compre, venda y permute en nombre y re-
presentación de la sociedad cualquier bien –mueble o inmueble–, celebre toda clase de
operaciones bancarias y comerciales, constituya hipotecas y prendas, así como cualquier
otro tipo de gravamen sobre los bienes de la sociedad;
Que, sobre el tema de las facultades que tiene el directorio, el artículo 172 de la Ley
General de Sociedades establece que dicho órgano de gobierno “tiene las facultades de
gestión y de representación legal necesarias para la administración de la sociedad dentro
de su objeto, con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyan a la junta
general”;
Que, debe definirse si al mencionar la ley a las facultades para la “administración de la
sociedad”se está refiriendo a actos de administración y por lo tanto excluye a los actos de
disposición; a dicho efecto es necesario examinar las facultades que en distintos artículos
de la ley se atribuyen tanto a la junta general, como al directorio y al gerente, con el objeto
de efectuar una interpretación sistemática;
Que, la Ley General de Sociedades regula en la Sección Cuarta a los órganos de la socie-
dad anónima: en el Título I a la junta general de accionistas, y en el Título II a la “admi-
nistración de la sociedad”, que comprende al directorio y la gerencia;
Que, los artículos 114 y 115 de la ley señalan las atribuciones de la junta general, entre las que
se contempla –en el inciso 5 del artículo 115–, el acordar la enajenación, en un solo acto, de
activos cuyo valor contable exceda el cincuenta por ciento del capital de la sociedad;
72
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Que, el artículo 77 de la Ley señala que las adquisiciones a título oneroso de bienes cuyo
importe exceda del diez por ciento del capital pagado, realizadas dentro de los seis meses
desde la constitución de la sociedad, deben ser aprobadas por la junta general, salvo
que se trate de adquisiciones de bienes cuyo tráfico es propio del objeto social o que se
realicen en rueda de bolsa; en consecuencia, dentro del referido plazo de seis meses, aun
cuando se trate de la adquisición de bienes cuyo tráfico no sea propio del objeto social,
no se requerirá de la aprobación por la junta general si su importe no excede del diez por
ciento del capital; asimismo, transcurrido el referido plazo, no se requerirá de aprobación
por la junta general de las adquisiciones de bienes cuyo tráfico no sea propio del objeto
social, sea cual fuere el importe de las mismas;
Que, en lo que respecta al directorio, el artículo 179 de la ley societaria dispone que los con-
tratos que la sociedad celebre con un director que no versen sobre las operaciones que nor-
malmente realice la sociedad con terceros, así como la concesión de créditos o préstamos a
los directores u otorgamiento de garantías a su favor, cuando no se trate de las operaciones
que normalmente celebre con terceros, podrán ser celebrados u otorgados con el acuerdo
previo del directorio, tomando con el voto de al menos dos tercios de sus miembros; vale
decir, el directorio puede acordar celebrar contratos con un director que no versen sobre las
operaciones que normalmente realice la sociedad, así como conceder créditos o préstamos
y otorgar garantías en favor de los directores; en consecuencia, con mayor razón podrá el
directorio acordar la celebración de contratos con quienes no son directores que no versen
sobre las operaciones que normalmente realice la sociedad, así como conceder créditos o
prestamos y otorgar garantías en favor de quienes no son directores;
Que, en lo que se refiere a la gerencia, el artículo 188 de la Ley señala que es atribución
del gerente general celebrar y ejecutar los actos y contratos ordinarios correspondientes
al objeto social; vale decir, la ley no señala que el gerente solo podrá celebrar actos de
administración, por lo que podrá celebrar también actos de disposición, siempre que se
trate de actos ordinarios correspondientes al objeto social;
Que, la ley ha previsto que la administración de la sociedad anónima está a cargo del
directorio y la gerencia, pero conforme a lo expuesto en los considerandos precedentes,
“administración de la sociedad”no es equivalente a“actos de administración”, puesto que
de ser así los actos de disposición habrían sido atribuidos a la junta general; sin embargo,
la ley únicamente asigna a la junta general facultades de disposición en forma excepcio-
nal: enajenación de activos de valor contable superior al cincuenta por ciento del capital
y adquisiciones –dentro de los seis meses siguientes a la constitución–, de bienes cuyo
tráfico no es propio del objeto social, de valor superior al diez por ciento del capital; ade-
más, la ley expresamente atribuye al directorio la facultad de otorgar préstamos, créditos
y garantías, los que no constituyen actos de administración;
Que, por lo tanto, con excepción de los asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la junta
general o excluyan de la competencia del directorio, dicho órgano colegiado se encuentra
facultado para realizar actos de disposición, y entre estos, gravar los bienes de la sociedad;
Que, asimismo, corresponde examinar el artículo 172 de la Ley General de Sociedades
en la parte que señala que el directorio tiene facultades para la administración de la so-
ciedad dentro de su objeto; al respecto, el artículo 11 de la ley establece que la sociedad
circunscribe sus actividades a aquellos negocios u operaciones lícitos cuya descripción
detallada constituye su objeto social, entendiéndose incluidos en el objeto social los actos
relacionados con el mismo quecoadyuven a la realización de sus fines, aunque no estén
expresamente indicados;
Que, usualmente las sociedades precisan de financiamiento para el desarrollo de sus acti-
vidades, para lo que, por lo general, será necesario el otorgamiento de garantías; este úl-
timo será por lo tanto uno de los actos relacionados con el objeto social que coadyuvará a
73
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
74
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Que, un órgano social tiene las facultades que le atribuye la ley, es estatuto y las que se
le deleguen válidamente; al examinarse las facultades de un órgano deben tomarse en
cuenta por tanto los límites a las mismas que establecen ya sea la ley, el estatuto o el ór-
gano que le delega facultades; en consecuencia, los límites respecto al valor de los bienes
o al monto de las obligaciones que señala el estatuto serán de aplicación aun cuando no
consten expresamente en el acuerdo del directorio, el que siempre deberá ser aplicado
dentro del marco del estatuto y la ley;
Que, sin embargo, al extender las inscripciones los Registradores deben siempre cuidar
de dejar constancia de las limitaciones estatutarias a las facultades que se otorgan, pues
de lo contrario los terceros podrían erróneamente entender que las referidas facultades
pueden ejercerse sin límite alguno;
Que, de otro lado, la Registradora cita las Resoluciones N°s 481-98-ORLC/TR del 30 de
diciembre de 1998 y 041-99-ORLC/TR del 15 de febrero de 1999 para sustentar su ob-
servación; al respecto, el criterio plasmado en las referidas resoluciones fue modificado,
mediante la Resolución N° 238-2001-ORLC/TR del 08 de junio de 2001;
Que, sin perjuicio de lo expuesto, cabe señalar que del acta de la sesión del directorio a
inscribir consta que de los 8 directores se reunieron 5, existiendo el quórum establecido
en el artículo 19 del estatuto; sin embargo, no se ha dejado constancia en el acta de la
votación con la que se adoptaron dichos acuerdos, conforme a lo establecido en el artículo
170 de la Ley General de Sociedades;
Que, de otra parte, de acuerdo al artículo 47 del Reglamento del Registro Mercantil, los
Registradores Públicos en todas las inscripciones que sean consecuencia de un acuerdo
de junta general o del directorio, están obligados a comprobar que se han cumplido las
normas sobre convocatoria a sesiones; en este caso, el artículo 18 del estatuto establece
que la convocatoria se efectuará mediante cualquier tipo de comunicación de la que que-
de constancia de su recepción, con una anticipación no menor de tres días; por lo tanto,
deberán presentarse las comunicaciones mediante las que se convocó a los directores que
no asistieron a la sesión cuya inscripción se solicita;
Que, subsanadas las observaciones señaladas en los dos considerandos que anteceden,
al extender el asiento de inscripción de otorgamiento de poder deberá dejarse constancia
expresa de los límites en el valor de los bienes que podrán disponerse o gravarse, así
como de los límites en el monto de las obligaciones que se pueden contraer, conforme lo
establecen los incisos f ) y g) del artículo 14 del estatuto; y,
Estando a lo acordado;
Se resuelve:
REVOCAR la observación formulada por la registradora pública (e) del Registro de Per-
sonas Jurídicas de Lima al título referido en la parte expositiva, y ampliarla conforme a
lo expuesto en el penúltimo y antepenúltimo considerandos, declarando que el actopodrá
inscribirse una vez subsanados los defectos indicados dentro del plazo legal establecido
en el artículo 147 del Reglamento General de los Registros Públicos, por los fundamentos
expuestos en la presente Resolución.
Regístrese y comuníquese
Dr. LUIS ALBERTO ALIAGA HUARIPATA
Presidente de la Tercera Sala del Tribunal Registral
Dra. GLORIA SALVATIERRA VALDIVIA
Dra. NORA MARIELLA ALDANA DURÁN
Vocales del Tribunal Registral
75
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
J3 J1
Cas. Nº 1008-2006-Lambayeque
Corte Suprema
Lima, 10 de abril del 2007
Directorio: competencia
Al Directorio corresponden las facultades de gestión y representa-
ción legal necesaria para la administración de la sociedad dentro de
su objeto, como prescribe el artículo 172 de la Ley General de Socie-
dades, lo que no incluye la representación procesal, toda vez que no
se encuentra dentro del ámbito del objeto social. Dicha norma señala
cuál es el ámbito de competencia del directorio, el que se desdobla en
dos aspectos: uno externo y otro interno, el primero concierne a las
facultades de representación; y el segundo a los deberes de gestión;
la norma contiene la limitación que resulta del objeto social y ex-
ceptúa aquellos asuntos que la ley o el estatuto atribuyen a la junta
general.
76
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
SS.
SÁNCHEZ PALACIOS PANA
HUAMANÍ LLAMAS
FERREIRA VILDOZOLA
ROJAS MARAVÍ
SALAS MEDINA
77
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
J4 J1
Exp. N° 234-2005
Corte Superior de Justicia de Lima
Lima, 4 de julio del 2005
Vistos:
Es materia de grado el recurso de apelación interpuesto por Chaupin Perú S.R.L –a través
de su Gerente General Carlos Alberto Díaz Horna–, contra la resolución número cinco
de fecha nueve de mayo de dos mil cinco, obrante de fojas setenta y cuatro a setenta y
ocho, que declara infundada la demanda, con costas y costos; interviniendo como Vocal
Ponente el señor Wong Abad, y
Considerando:
Primero
La apelante señala como agravios generados por la resolución apelada los siguientes: a)
Se ha cometido el error jurídico de considerar que el plazo largo de diez días contemplado
en el artículo 116(1) de la Ley General de Sociedades N° 26887 se restringe, única y ex-
(1) Artículo 116.- Requisitos de la convocatoria: El aviso de convocatoria de la junta general obligatoria anual y de las
demás juntas previstas en el estatuto debe ser publicado con una anticipación no menor de diez días al de la fecha fijada
para su celebración. En los demás casos, salvo aquellos en que la ley o el estatuto fijen plazos mayores, la anticipación
de la Publicación será no menor de tres días.
78
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
clusivamente, para la Junta Obligatoria Anual y las demás juntas obligatorias previstas en
el estatuto; cuando resulta incuestionable, según la apelante, que el referido plazo de diez
días es tanto para la reunión de Junta Obligatoria Anual como para cualquier otra junta
que disponga el estatuto; b) Con la interpretación efectuada por el a quo se atenta contra
el principio de proporcionalidad y razonabilidad que debe existir en toda norma legal, si
se tiene en consideración que la convocatoria a sesión de junta solicitada notarialmente
por socios que representan no menos del veinte por ciento de las acciones suscritas con
derecho a voto, debe ser hecha con una anticipación de quince días, de ahí que no se
entienda por qué razón las convocadas por el directorio o por el gerente general, según
sea el caso, deba ser efectuada con un plazo ostensiblemente menor; y c) La sentencia
recurrida adolece de una debida motivación, ya que no se sustenta en fuentes doctrinarias
o jurisprudenciales sobre la materia.
Segundo
2.1. Con respecto al agravio contenido en el acápite a) es menester señalar que el artículo
116 de la Ley N° 26887 prevé dos plazos para el aviso de convocatoria, tratándose
de: (i) la celebración de una junta obligatoria anual(2) u otra prevista en el estatuto
con el mismo carácter(3), y (ii) cualquier otra junta general solicitada conforme a ley
no comprendida en el primer supuesto. Para el primer caso, el aviso de convocatoria
debe ser publicado con una anticipación no menor de diez días, mientras que para
el segundo se establece un plazo no menor de tres días, salvo que la ley o el estatuto
fijen plazos mayores.
2.2. Conforme se advierte del aviso de convocatoria obrante a fojas dieciocho, la agenda
a tratar tenía los siguientes puntos: 1.- Modificación parcial de los Estatutos: creación
de directorio con establecimiento de sus facultades y elección de sus miembros; mo-
dificación de las atribuciones del Gerente General; 2.- Nombramiento de miembros
del directorio; 3.-Renuncia del Gerente General; 4.- Nombramiento de nuevo gerente
general; y 5.- Nombramiento de apoderado judicial.
2.3. Los temas señalados en la convocatoria no corresponden en este caso concreto a mate-
rias que necesariamente, deban ser vistas en una Junta Obligatoria Anual o que hayan
sido previstas como obligatorias en el respectivo estatuto de la empresa ARTYDEA
S.A.C, obrante de fojas siete a dieciséis. En todo caso, resulta necesario precisar que
El aviso de convocatoria especifica el lugar, día y hora de celebración de la junta general, así como los asuntos a tratar.
Puede constar asimismo en el aviso el lugar, día y hora en que, si así procediera, se reunirá la junta general en segunda
convocatoria. Dicha segunda reunión debe celebrarse no menos de tres ni más de diez días después de la primera.
La junta general no puede tratar asuntos distintos a los señalados en el aviso de convocatoria, salvo en los casos per-
mitidos por la Ley.
(2) Artículo 114.- Junta Obligatoria Anual.- La junta general se reúne obligatoriamente cuando menos una vez al año dentro
de los tres meses siguientes a la terminación del ejercicio económico.
Tiene por objeto:
1. Pronunciarse sobre la gestión social y los resultados económicos del ejercicio anterior expresados en los estados
financieros del ejercicio anterior.
2. Resolver sobre la aplicación de las utilidades, si las hubiere;
3. Elegir cuando corresponda a los miembros del directorio y fijar su retribución;
4. Designar o delegar en el directorio la designación de los auditores externos, cuando corresponda; y,
5. Resolver sobre los demás asuntos que le sean propios conforme al estatuto y sobre cualquier otro consignado en
la convocatoria.
(3) La posibilidad de que el Estatuto pueda prever la realización obligatoria de otras juntas generales de accionistas, con
el mismo carácter, tiene sustento en lo dispuesto por el artículo 113 de la Ley N° 26887.
79
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
(4) Artículo 115.- Otras Atribuciones de la Junta (General): Compete, asimismo, a la junta: 1. Remover a los miembros
del directorio y designar a sus reemplazantes; 2. modificar el estatuto; 3. aumentar o reducir el capital social; 4. Emitir
obligaciones; 5. Acordar la enajenación, en un solo acto, de activos cuyo valor contable exceda el cincuenta por ciento
del capital de la sociedad; 6. Disponer investigaciones y auditorías especiales; 7. Acordar la transformación, fusión,
escisión, reorganización y disolución de la sociedad, así como resolver sobre su liquidación; y, 8. Resolver en los casos
en que la ley o el estatuto dispongan su intervención y en cualquier otro que requiera el interés social.
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
J5 J1
Res. N° 437-96-ORLC/TR
Tribunal Registral
Lima, 10 de diciembre de 1996
81
MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
Considerando:
Que, la Junta General Extraordinaria de Accionistas de Comercial Inmobiliaria Santa
Teresa S.A., realizada el 13 de julio de 1996, acordó la disolución y liquidación de la
empresa apelante, elevándose dicho acuerdo a Escritura pública el día 13 de agosto de
1996 por ante el Notario de Lima Dr. Aurelio Alfonso Díaz, siendo que, mediante Junta
General Extraordinaria de Accionistas del 25 de setiembre de 1996, se decidió ratificar
todos y cada uno de los acuerdos tomados en la Junta anterior, elevándose el acuerdo a
Escritura Pública el día 25 de setiembre de 1996 extendida por el precitado Notario;
Que, de la revisión de la primera Escritura Pública se aprecia que la Junta General Ex-
traordinaria de Accionistas del 13 de julio de 1996 fue convocada mediante 3 avisos
publicados en el diario oficial El Peruano y en el diario La Nación el 11 de julio de 1996,
fijándose como primera fecha de la convocatoria el 12 de julio y como segunda fecha
el día siguiente, contraviniéndose de esta manera lo preceptuado por el Art. 127 de la
Ley General de Sociedades que dispone que para la convocatoria de la Junta General
Extraordinaria se requiere que los avisos sean publicados con no menos de tres días de
anticipación;
Que, de acuerdo al fundamento de la observación apelada, el Registrador ha determinado
que las insuficiencias incurridas en la convocatoria de la Junta General del 13 de julio
de 1996 son nulas de todo derecho de acuerdo a lo previsto en el Inc. 6 del Art. 219 y el
Art. V del Título Preliminar, ambos del Código Civil, por cuanto incumplen normas de
Derecho Público que estipulan formalidades de carácter imperativo y, en este orden de
ideas, al contener dicha junta nulidades insalvables, su posterior ratificación, mediante la
junta del 25 de setiembre de 1996, resulta por igual nula puesto que los actos jurídicos
que provienen de un acto nulo, son también nulos en todo derecho;
Que, el Inc. 6 del Art. 219 del Código Civil atribuye la nulidad del acto jurídico cuando
este no reviste la forma prescrita por ley bajo sanción de nulidad, respecto a lo cual re-
sulta necesario precisar, atendiendo al comentario pertinente glosado en el Tomo IV de la
obra “Exposición de Motivos y Comentarios del Código Civil” que dicha nulidad solo se
presenta ante la inobservancia prescrita con carácter ad solemnitatem, que es la única for-
ma que constituye requisito de validez del acto jurídico, tal como sucede con la elección
del régimen patrimonial por parte de los cónyuges de acuerdo con el Art. 295 del Código
Civil o con el Art. 1625 que regula la donación de bienes inmuebles;
Que, las normas societarias concernientes a la convocatoria o quórum de sociedades, con-
tenidas en los artículos 120 y 127, de la Ley General de Sociedades, como otras normas
de índole formal, como son las referentes a la inscribilidad de los actos sociales indicados
en el Art. 9 de la misma ley, carecen de la sanción expresa de nulidad antes mencionada,
por lo que este extremo de la observación resulta improcedente para efectos del título
alzado;
Que, en el extremo referente al carácter imperativo de las normas societarias, segundo
argumento que constituye la base de la observación formulada por el Registrador, tie-
ne como sustento legal el Art. V del Título Preliminar del Código Civil que a la letra
dice: “Es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a las
buenas costumbres”, siendo que de esta manera el Registrador vincula las leyes socie-
tarias que rigen el orden interno de las personas jurídicas de Derecho Privado, con las
normas legales del orden público;
Que, el Dr. Marcial Rubio Correa (“Para Leer el Código Civil Vol. III, Título Preliminar”)
señala que el orden público “podría ser definido como un conjunto de normas jurídicas
82
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Se resuelve:
REVOCAR la observación formulada por el Registrador del Registro de Personas Jurí-
dicas de Lima al título referido en la parte expositiva y disponer su inscripción por los
considerandos expuestos en la presente Resolución.
Regístrese y comuníquese.
Dra. MARTHA SILVA DÍAZ
Presidenta del Tribunal Registral
Dra. ELENA VÁSQUEZ TORRES
Vocal del Tribunal Registral
Dr. WALTER POMA MORALES
Vocal del Tribunal Registral
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
J6 J1
Res. Nº 160-2007-Sunarp-TR-T
Tribunal Registral
Trujillo, 27 de junio del 2007
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
86
PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
(1) Enrique ELÍAS LAROZA: Derecho Societario peruano. Trujillo, 2000, Normas Legales, p. 767.
(2) Diccionario de la Lengua Española, 22 ed. Versión electrónica disponible en http:// buscon.rae.es/draeI/.
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Obligación de liquidar los derechos registrales cuando el título adolece de efectos subsa-
nables, y sin embargo se tiene certeza de cuáles y cuántos son los actos inscribibles
10. Respecto al extremo tercero en cuestión, se tiene que el artículo 41 del TUO del
RGRP dispone que “el Registrador procederá a la liquidación definitiva de los de-
rechos registrales de un título en los casos en que como resultado de la calificación,
concluya que este no adolece de defectos ni existen obstáculos para su inscripción”.
De acuerdo a la literalidad de esta regla, debe aguardarse a que todos los defectos se
encuentren subsanados para recién proceder a liquidar el título.
11. Como señaló líneas arriba la Sala, la interpretación de toda regla legal debe hacer-
se buscando la razonabilidad de las consecuencias que su aplicación signifique. Si,
como ocurre en el caso de autos, existía certeza acerca de cuáles eran los actos con-
tenidos en los títulos, y solo estaba en cuestión si las actas debían o no ser suscritas
por todos los asistentes, era claro que no se justificaba esperar a la subsanación de
ese “defecto” (por demás inexistente) para recién en ese momento acusar cuál era el
monto de derechos devengados. El citado artículo 41 debe ser aplicado literalmente
en los supuestos en que la subsanación incide directamente en el número o naturaleza
de los actos inscribibles, mas no cuando son incuestionables cuáles y cuántos son los
actos a inscribir.
12. Por ello, esta Sala considera que el procedimiento dispensado al presente título fue
irregular en el extremo en que la Registradora omitió formular la liquidación de dere-
chos conjuntamente con la observación, por lo que se le recomienda tener en cuenta
lo señalado en el fundamento precedente para futuras oportunidades.
La liquidación definitiva de derechos es como sigue:
• Fusión : S/. 16.00
• Modificación estatutaria : S/. 16.00
• Aumento de capital : S/. 2,031.10
• Elección de directorio : S/. 20.00
TOTAL : S/. 2,083.10
Detrayendo del indicado monto la suma de S/. 20.00 pagados con recibo 4102-2007,
resulta que los derechos pendientes de pago ascienden a S/. 2,063.10, que deberá
pagar la apelante dentro del plazo de 10 días de notificada con la presente.
Por las consideraciones expuestas, se adoptó por unanimidad la siguiente decisión:
VII. Resolución
PRIMERO: REVOCAR LAS OBSERVACIONES formuladas al título apelado por la
Registradora Pública Dra. Liliana Núñez Arestegui, y DISPONER SU INSCRIPCIÓN,
previo pago de los derechos registrales liquidados conforme al fundamento 12.
SEGUNDO: FORMULAR RECOMENDACIÓN a la Registradora, conforme a los fun-
damentos 1, 2, 3, 9 y 12 de la presente.
Regístrese, comuníquese.
SS.
ROLANDO A. ACOSTA SÁNCHEZ
WALTER E. MORGAN PLAZA
HUGO O. ECHEVARRÍA ARELLANO
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
J7 J1
Autos y vistos:
Primero: Que del estudio del proceso se advierte que nos encontramos frente a un pro-
ceso no contencioso, tramitado de conformidad con el tercer párrafo del artículo 117 de
la Ley General de Sociedades tal como aparece de la resolución número tres de fecha
dieciséis de agosto del dos mil.
Segundo: Que, en esta clase de procesos –solicitud de convocatoria judicial a asamblea–
no esta en discusión un Conflicto de intereses pues no se pretende nada contra alguna
persona en particular.
Tercero: Que este Supremo Tribunal ha establecido en forma uniforme que las reso-
luciones que dan término a un proceso de este tipo no constituyen cosa juzgada, pues
no obligan o vinculan a determinada persona, motivo por el cual la resolución recu-
rrida no se encuentra dentro de las previstas en el artículo 385 del Código Procesal
Civil.
Cuarto: Siendo esto así, la recurrida no cumple con el requisito de forma previsto
en el inciso 10 del artículo 387 del Código antes anotado. En consecuencia y de
conformidad con el artículo 391 del mismo cuerpo de leyes: declararon NULO el
concesorio corriente a fojas trescientos treinticinco, su fecha diecisiete de enero del
dos mil tres, e INADMISIBLE el recurso de casación interpuesto por don Marino
Octavio Pechon Ordinola; en los seguidos por la Cooperativa de Ahorro y Crédito
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
Parroquia “San Lorenzo” de Trujillo y otros con doña Julia Aguilar Diestra y otros
sobre convocatoria judicial; CONDENARON al recurrente al pago de la multa de
tres Unidades de Referencia Procesal así como al pago de costas y costos originados
en la tramitación del recurrente de la multa de tres Unidades de Referencia Procesal
así como al pago de costas y costos originados en la tramitación del recurso y los
devolvieron.
SS.
ALFARO ÁLVAREZ
CARRIÓN LUGO
HUAMANÍ LLAMAS
CAROAJULCA BUSTAMANTE
MOLINA ORDOÑEZ
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
J8 J1
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA
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MANUEL ALBERTO TORRES CARRASCO
VI. Análisis
1. En nuestro ordenamiento jurídico la asociación es regulada como una “organi-
zación de personas naturales o jurídicas, o de ambas, que a través de una acti-
vidad común persigue un fin no lucrativo”, conforme al artículo 80 del Código
Civil.
2. Desde un punto de vista formal y una vez inscrita en el Registro, la asociación
adquiere autonomía respecto de sus miembros, convirtiéndose en sujeto de de-
recho distinto; en tal virtud, posee una estructura y organización definidas y,
conforme a ellas, para formar la “voluntad social” es preciso que sus miembros
se hayan constituido en asamblea general, con las formalidades y garantías exi-
gidas por su estatuto y la ley.(1)
Según la estructura actual establecida por el Código Civil, el órgano de gestión
y representación de la asociación es el consejo directivo y su “órgano supremo”,
la asamblea general (artículo 84).
3. La asamblea general es la instancia que decide en torno a las actividades, fi-
nes y demás aspectos trascendentales de la asociación; es además un medio de
expresión de la voluntad colectiva e individual de los asociados donde rige el
“principio mayoritario” (los acuerdos válidamente adoptados obligan a todos
los miembros), conforme a los quórum y mayorías establecidos en el estatuto
y el Código Civil(2); asimismo, la asamblea general es un órgano de control del
Consejo Directivo y de los propios asociados, inclusive(3); en ese sentido, la
asamblea general se encuentra facultada para pronunciarse sobre la elección de
los miembros del consejo directivo, la aprobación de cuentas y balances, la mo-
dificación del estatuto(4), la disolución y otros temas “que no sean competencia
de otros órganos” (artículo 86 del Código Civil).
4. La formación de la voluntad social por la asamblea general de asociados se
sujeta a una serie de formalidades y requisitos legales o estatutarios para su
exteriorización al mundo jurídico; siendo sus principales aspectos:
a). La “convocatoria”; es decir, aquellos mecanismos previstos en la ley o el
estatuto para hacer de conocimiento de los asociados la realización de la
asamblea general, a cuyo efecto debe tenerse en cuenta –entre otros–, los
sujetos legitimado s para convocar, la forma de comunicación, la agenda,
los plazos de anticipación, el lugar de celebración, etc.
No será necesaria la convocatoria en los casos de“asamblea universal”, siempre
que exista acuerdo unánime en su realización y en la agenda a tratar.
(1) De los Mozos, José Luis. “Derecho Civil (Método, sistemas y categorías jurídicas)”, Madrid: Editorial Civitas,
S.A. p. 293.
(2) De Belaunde L. de R., Javier. “Reforma del Código Civil y las Personas Jurídicas” en: Congreso de la República:
Reforma de Códigos. Lima, 2a Ed., T. II, 1999, p. 494. Véase, del mismo autor: “El proyecto de enmiendas a la sección
sobre personas jurídicas” En: El Código Civil del Siglo XXI (Perú y Argentina)”. Lima - Palestra Editores S.R.L, tomo
I, año 2001, p. 275.
(3) Véase, Muñiz Ziches, Jorge. “Reformas al Código Civil de 1984” En: Comisión de Reforma de Códigos (Difusión
legislativa - Eventos académicos y ponencias), Lima: Congreso de la República, T. II, 1999, p. 396.
(4) El Tribunal Registral ha reconocido en la asamblea general, con mayor razón, facultades para interpretar su propio
estatuto, cuando el mismo “resulte ambiguo, incierto o contradictorio entre sí”; véase el precedente de observancia
obligatoria aprobado en el Décimo Pleno Registral del 8 y 9 de abril de 2005 (publicado en el diario oficial El Peruano
el 9/6/2005).
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PROBLEMÁTICA DE LAS JUNTAS GENERALES EN LA JURISPRUDENCIA SOCIETARIA