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¿POR QUÉ SE UTILIZAN LOS CONCEPTOS INQUISITIVO Y ACUSATORIO?

Un análisis riguroso del proceso penal debe partir necesariamente de su evolución histórica. El uso
de los vocablos “inquisitivo” y “acusatorio” referidos a los sistemas procesales que han estado
presentes desde Roma hasta la actualidad, incluso pasando por la Edad Media, pretenden explicar
que con frecuencia son utilizados para el análisis del proceso penal. Sin embargo, es importante que
a través de la identificación de los conceptos aludidos se busque una línea conceptual que permita
develar algunos argumentos en contra del empleo impreciso de ambos términos como lo anotamos.

Con frecuencia, se utiliza el vocablo inquisitivo para destacar el procedimiento penal con un
significado negativo, de tal forma que cualquier acto procesal proveniente de este sistema se le
identifica con procesos medievales irregulares y con vulneración a los derechos fundamentales.

En la doctrina procesal incluso se ha opinado que ni siquiera puede hablarse de proceso inquisitivo
porque éste no existe ante la ausencia de un componente sustancial como lo es la imparcialidad
judicial que está totalmente ausente. En pocas palabras, todos los aspectos negativos del
enjuiciamiento penal se ubican en el término inquisitivo y se destacan todas las bondades al
concepto de acusatorio.

La idea es colocar en el plano del debate el hecho de que ambos usos lingüísticos tienen que
examinarse a partir de sus rasgos o características para identificar con precisión cada uno de los
problemas que suelen afectar las garantías del proceso y el funcionamiento del sistema penal. En el
sistema inquisitivo se protegen los intereses de grupos de poder sin considerar los derechos de los
ciudadanos. Una de sus connotaciones son la escritura y opacidad en los procedimientos.

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El término acusatorio se identifica con los valores de la justicia, la igualdad y el respeto de los
derechos de los ciudadanos frente al poder del estado. El sistema acusatorio tiene como
característica la transparencia y rendición de cuentas, siendo el ideal a alcanzar en una sociedad
civilizada, el respeto a los derechos fundamentales.

Los derechos fundamentales tienen una larga historia que se remonta aproximadamente al siglo
XVII o XVIII, cuando los pensadores empezaron a ver el derecho natural como algo que debería ser
algo más, algo casi sagrado, así a lo largo de varios siglos se presenta lo que en Francia nació con el
nombre de droits fondamentaux (derechos fundamentales). En nuestro país estos derechos están
garantizados de manera escrita (explícita) en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.

Del derecho comparado en América y Europa podemos advertir un común denominador: el que
cualquier sociedad democrática se rija mediante normas que consagran los derechos
fundamentales, pues se encuentra un estrecho nexo entre éstos y el Estado de Derecho, ya que es
precisamente el Estado quien garantiza dichos derechos y a su vez los derechos fundamentales
implican para su realización el Estado de Derecho.

En la doctrina se ha expresado que: “Los complejos mecanismos jurídicos y políticos que se articulan
y se institucionalizan en ese especial tipo de Estado que permite denominarse Estado de derecho es
algo que se ha ido inventando y construyendo en el tiempo como propuestas coherentes para una
mejor garantía, protección y efectiva realización de exigencias sociales y morales calificadas como
derechos fundamentales. Éstos, por lo tanto, y esa coherente institucionalización, son lo que viene

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de hecho a definir al Estado de derecho y, a su vez, lo que en mayor o menor medida justifica y
legitima, o no, a aquél.”

Fuente: Díaz, Elías. Estado de Derecho y Legitimidad Democrática. Editorial Taurus, Madrid, España
1998. Pág. 63.

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